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Arena por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Julie96, quien me sugirió a la pareja, espero que te guste el resultado.

 

Solo una vez había utilizado a Algol de protagonista así que espero que les agrade como sale aquí.

 

La pareja es nueva para mí, solo deseo que les agrade la trama a quienes lean.

 

Es una trama de dos capítulos aunque creo que es suficiente para explicar lo que sucedió entre los protagonistas.

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero les guste.

 

Capítulo I

 

Venía el cumpleaños de Camus, el abuelo Camus. Para el joven Hyoga eso significaba reunión familiar y por los planes para ese año no solo eso, también se trataba de una fiesta importante porque iban a hacerle un reconocimiento importante por sus años de labor para los demás. Si, Camus había sido los últimos cincuenta años un importante luchador por diversas causas, lo cual le había formado una importante y sólida personalidad y nombre en el medio de las causas sociales con las que se había comprometido.

  • Setenta años—pensaba Hyoga.

Bastantes años pero sin duda por lo que decían intensamente vividos entre luchas, apoyos, recaudaciones y sobre todo mucho trabajo. Una vida bien vivida, pensaba la mayoría.

La fiesta que se tenía planeada iba a ser grande, en un importante hotel de la ciudad que estaba encantado de hacerse cargo pues no solo era el cumpleaños, sino el nombramiento, habría bastante prensa y gente importante en el lugar. Todo eso a pesar de que a su abuelo Camus le resultaban superfluas las fiestas, pero también dijo su parecer desde otro punto de vista.

  • Estando ahí podremos hablar de la formación de una nueva escuela, será un buen momento para empezar.

No cesaba de trabajar ni un solo instante, estaba en esos momentos en su continua lucha por patrocinar escuelas autosustentables para regiones en situación de pobreza y pobreza extrema.

Cuando Hyoga quedó ante la casa del abuelo Camus tuvo que respirar con profundidad, desde niño sintió claramente que ante ese hombre debía comportarse bien, era una especie de sensación extendida a toda la familia, su padre que era su padre jamás se atrevía a retar la voluntad de ese caballero ni a discutir sobre sus decisiones. Claro está que tampoco era un tirano que deseaba guiar el destino de los suyos pero si que dejaba saber tan solo con una mirada lo que pensaba.

Era una bonita casa, había sido de la familia Acuario por generaciones, por lo cual conservaba ese estilo de castillo en miniatura con los jardines y sobre todo los recuerdos de las generaciones anteriores que atestiguaban el paso del tiempo de su familia. El joven Hyoga, quien era rubio y de su familia, los Acuario, había heredado unos bellos ojos azules, entró sin problemas y se dijo que lo mejor era instalarse para pasar los días siguientes. Haber crecido bajo la sombra de ese nombre y sobre todo de ese abuelo tan respetable y entregado a su labor no siempre había sido sencillo. El joven no se sentía muy cercano a su pariente pero tampoco muy lejano.

  • Hyoga—escuchó que lo llamaban.

Dio vuelta y se encontró con él, ahí estaba Camus de Acuario, imponente y elegante como siempre, sus cabellos ya eran blancos para ese momento pero seguía siendo un hombre de excelente porte.

  • Ya llegué abuelo—dijo el joven.

  • Tu habitación está lista, supongo que quieres descansar un poco.

  • Gracias.

Se dieron un breve abrazo y el muchacho se fue mientras su abuelo se dedicaba a hacer unas llamadas. Hyoga sabía que su labor esos días sería la de estar con su abuelo para ayudarlo a revisar que su ropa estuviera lista para el evento de su cumpleaños. No estaba mal.

Habían ido al sastre por la mañana y todo estaba en orden, lo mismo iba para los zapatos y los accesorios, pero al mismo tiempo que todo eso pasaba Hyoga no se despegaba mucho de su celular, recibía bastantes mensajes y llamadas, al principio no pasó nada pero finalmente cuando estaban en la casa de nuevo ante el último mensaje, los azules y brillantes ojos de su abuelo le dirigieron una mirada intensa y bastante particular.

  • Solo son amigos abuelo—dijo el de cabello rubio—Me gusta divertirme solamente.

  • Ya encontrarás tu camino en la vida Hyoga, como todos—fue la respuesta de su abuelo.

  • ¿Cuándo lo encontraste tú abuelo?—preguntaba sonriente el joven sin pensarlo mucho.

Pero Camus guardó silencio, uno intenso e imperturbable, parecía serio, aún así dio una respuesta.

  • Fue hace años, de joven, cuando tenía tu edad.

Pero algo en esa expresión había cambiado, había algo más en su abuelo, no pudo sino sentarse ante él y el caballero al mirarlo de frente se sintió dispuesto a contarle algo que nunca le dijo a nadie.

  • Encontré mi camino cuando me uní por primera vez a las brigadas internacionales—le explicaba Camus con seriedad—Fue entonces cuando lo conocí.

  • ¿A quién?

  • A él…a Algol…

Nunca le había hablado a nadie de él, nunca dijo nada de ese hombre que cambió su vida para siempre.

 

**********

 

Camus de Acuario había tenido una vida entre sencilla y complicada, era hijo de un matrimonio que logró encontrar su dicha pero no les duró demasiado tiempo, su vida se acortó, dejando a su hijo solo. Pero el en aquel entonces jovencito de ojos y cabellos azules creció bajo la atenta mirada de los demás miembros de la familia, aunque él no se sintiera cómodo con ello. Educado por años en un internado bastante exclusivo al llegar su edad adecuada se fue a estudiar a la universidad y fue justamente ahí donde se entusiasmo por las cosas pero una en especial le iba a interesar.

Justamente en esa época se podía encontrar muy diferente la personalidad de ese joven, del Camus que llegaría a ser al Camus que había sido existía una distancia muy grande. Muchos opinaban por ese entonces que era un chico extraño, se encontraban en los principios de la segunda mitad del siglo todavía, así que un chico medio salvaje en su forma de actuar, ese reírse por nada, que le gustaba que todos lo notaran, que se dieran cuenta de su presencia, que se metía en todas partes, lo sabía todo, quería controlarlo todo, no era exactamente usual.

  • Me gusta la vida, por eso la vivo—había dicho retador.

No se estaba quieto nunca, era un verdadero torbellino. Además nadie podía decir que no fuera valiente, conducía con velocidad su automóvil y la motocicleta que se había comprado, fumaba, adoraba el sentir el aire contra su rostro, a pesar de todo eso sus ojos tan azules parecían siempre cansados.

Antes de entrar a la universidad, cuando dejó el internado, la familia se peleaba por tenerlo en casa, con ellos, pues era rico, sus padres le habían dejado una fortuna, pero él no quería estar con ellos.

  • Soy independiente porque no necesito el dinero de nadie—decía mientras daba una bocanada de humo.

Estando en la universidad pero sin tomárselo tan en serio, pues no se tomaba nada en serio, fue cuando llegaron las primeras noticias de la guerra, aunque era una guerra lejana a ellos. Los conflictos habían estallado en la región de Alárabe, lo cual a ellos de la nación de Galia, en realidad no les afectaba de ninguna manera, pero para el círculo de amigos del de cabellos azules resultó muy importante. Eran jóvenes de diferentes regiones y no dejaban de hablar de libertad y realizarse y esas cosas, claro que era sencillo hablar de ello cuando se estaba en un cómodo salón tomando bebidas frías y sin tener que preocuparse de cosas como trabajar para vivir, pero igual ellos eran universitarios, sabían lo que decían y por eso se permitían hablar de todo con suma fuerza aunque una mirada más atenta les hubiera indicado a cualquiera que no eran sino unos farsantes.

Camus al igual que muchos otros abrazó la causa de la guerra como si fuera un evento más, lo que estaba de moda y había que hablar de ello y dejarse escuchar y hacer sentir a su nación que era importante de alguna manera, su manera fue la de hacer fiestas. Les gustaba decirse que eran diferentes de sus padres, que ellos si querían cambiar al mundo, que lo harían, que eran rebeldes, aunque les faltara cualquier tipo de discurso para ello. Se reían con ironía de lo esencial y lo importante era absurdo para ellos, así estaban las cosas cuando les llegó a la noticia de unirse las brigadas internacionales para apoyar en las regiones de Alárabe.

Lo que sabían de ese sitio era poco, muy poco, que era un sitio lejano e inhóspito, era una región diferente y conflictiva, se decía que estaba dividida por diferentes grupos que luchaban por el poder pero no sabían mucho en realidad. Así que las brigadas internacionales se proponían ayudarlos. Por eso el joven de la familia Acuario se unió, al igual que otros, en esa forma de llevar una aventura compartida  que resultaba la guerra para ellos, chicos privilegiados y mimados que no tenían una verdadera idea con lo que se iban a encontrar. Pero solo contaba la nueva idea de hacer del mundo un mundo diferente.

En realidad Camus se unió porque imaginaba que se trataba de prestar ayuda y se alejaría de su familia, se lanzó a Alárabe pero sin una idea verdadera de lo que iba a encontrar en esa región. Era verdad que Alárabe era una región hermosa en su grandeza, con su naturaleza salvaje y sin domar, un lugar de ensueño…pero solo para admirar, no para quedarse. En un principio las cosas resultaron sencillas, el trabajo de guerra de Camus como parte de las brigadas internacionales en ningún modo era duro, se limitaba a llevar las cuentas de alimentos que se repartían a tropas y de vez en vez a escribir para pedir más azúcar necesaria para hacer bollos dulces, lo cual le preocupaba sobremanera si escaseaba.

Suponía que seguiría siendo de esa manera hasta que ocurrió algo que en verdad le abrió los ojos sobre su situación y sobre todo de la situación de Alárabe.

 

**********

 

Un día les informaron que iban a cambiar la ubicación de su base para estar en otro lugar, más cercano a la frontera, no sabían el porqué pero tampoco lo preguntaron demasiado, así que poco a poco iban moviéndose hasta esa mañana en que Camus iba con varios de sus compañeros en un vehículo especial para correr sobre el árido terreno pues era una región muy cálida, bajo los rayos del sol todo semejaba una gran estepa de calor. Cuando el de ojos azules observaba se sentía un poco sorprendido ¿Cómo podía la gente vivir de esa manera? Aunque también era verdad que no todo era arena solamente, estaban las elevadas rocas, los caminos abandonados, el vehículo avanzaba con velocidad y eso molestó en algo al chico de los Acuario pues la arena se le estaba pegando al cuerpo, cuando llegaran a su nueva ubicación se daría un baño bastante prolongado.

Quien manejaba el vehículo usaba su uniforme y no parecía nada complacido con la labor de llevarlos, ese parloteo y las quejas del clima parecían no resultarle de la misma importancia que a los otros pasajeros. Sucedió de pronto, el vehículo repentinamente se balanceó hacia un lado y se volcó, Camus quedó sobre la arena dorada y caliente, estaba aturdido por la vuelta, sus demás compañeros cayeron del lado derecho pero él estaba sobre el izquierdo. Habían caído en una trampa, era una especie de zanja en el suelo, en medio del caos había gritos, los demás reaccionaron por los disparos que les lanzaron y el líder del grupo, un verdadero militar de carrera, encontró la voz para hacerse escuchar y lograron poner el vehículo de nuevo en posición de avanzar, con lo cual salieron huyendo.

El de cabellos azules aún estaba aturdido, no terminaba de entender lo que había sucedido cuando un arma le apuntó directamente, una lengua que jamás había escuchado se presentó y sin más era llevado por un grupo de desconocidos, todos armados, no entendía lo que decían, avanzaron hasta que el sol caía y alcanzaron lo que parecía un campamento improvisado, sitio en el cual solo fue arrojado a un lado ¿Qué iba a ser de él? Había intentado dejarse escuchar pero con un gesto de sus armas le indicaron que mejor se quedaba callado.

El día siguiente le pareció una repetición del anterior, al menos hasta que llegaron con otro grupo, esta vez era uno más grande. El de cabellos azules intentaba comprender algo pero no entendía nada, esperaba que se dieran cuenta que era un brigadista internacional y le permitirían unirse a su grupo de nuevo pero nada de eso estaba sucediendo. Aparecieron otros hombres ante él, uno lo estaba mirando mucho en particular, resultaba evidente que no era de esa región. Justamente el que lo miraba tanto entregó una pequeña bolsa, al abrirla brillaron piezas de oro, un instante después era llevado a jalones por el segundo grupo y anduvo de nuevo hasta que alcanzaron un pequeño pozo. Fue toda la tregua que tuvo, eso y que le arrojaron agua para quitarle parte de la tierra que se le había pegado durante el viaje.

Se dio cuenta de la extraña manera en que lo miraban, de pronto los demás se alejaban y solo quedaba uno que parecía el líder, sin más lo sujetó del brazo y más bien a rastras lo llevó hasta una tienda y lo arrojó a lo que parecía un tapete,  solo entonces se dio cuenta de lo que en verdad estaba sucediendo y se sintió aterrado. El otro sujeto se mostró cual era, brutal, y se arrojó buscando lo que buscaba, por lo que había pagado, intentando forzar el cuerpo del de mirada azul. Camus sin embargo se defendió, la pelea se volvía desigual, el de cabellos azules iba perdiendo, y fue en ese justo momento cuando apareció ayuda.

Camus tan solo sintió que golpeaban al sujeto que estaba sobre él, un desconocido de rostro cubierto había aparecido, tan solo se veían sus ojos, profundamente verdes, se apoderó de un cofrecillo metálico y sujetó al de cabellos azules de la mano, indicándole que debían irse. El de mirada azulada no estaba seguro de nada pero lo siguió. Durante el camino que vino tan solo se esforzaba por mantener el paso, el otro hombre envuelto en telas oscuras, con un alfanje al cinto, no lo miraba ni le hablaba ni parecía prestarle atención de ninguna manera. Avanzaron tan rápido como era posible pues el de mirada azul no estaba en condiciones de ir muy aprisa pero el otro no lo soltaba para hacerlo seguir adelante.

No se detuvieron hasta que alcanzaron una especie de cueva muy pequeña, el desconocido le dio agua de una alforja y el de ojos azules sin más se la terminó para después suspirar.

Con eso estaba claro que era el momento de hablar.

  • ¿Quién eres?—le preguntaba Camus— ¿Qué es lo que estabas buscando? ¿Por qué me ayudaste?

Con todo lo sucedido en tan poco tiempo el de la familia Acuario necesitaba respuestas pero el otro no parecía prestarle mucha atención ni que fuera a decirle nada sobre lo que ocurrió.

  • Necesito regresar con mis compañeros—continuaba Camus buscando hacerse dueño de la situación de alguna manera—Te recompensaré bien si me ayudas a volver.

Sin embargo el otro hombre tan solo lo ignoraba, con toda seguridad no hablaba su idioma ¿Qué iba a hacer? Eso no impidió que en el tiempo que se quedaron descansando siguiera hablando, preguntando y quejándose, no solo de un tema sino por todo.

  • Tan solo quiero volver a mi casa—decía angustiado.

Ya no era tan simple ni divertido ni una aventura, había visto de cerca lo que estaba sucediendo en alárabe y estaba razonablemente ileso, pero aparte de eso no podía decir que estuviera a salvo.

Pasarían la noche en ese mismo lugar y mientras eso ocurría el de ojos azules estaba decidido a no perder de vista al otro hombre, ni siquiera había escuchado su voz, no sabía nada de él ni de sus intenciones, por eso no lo perdió de vista mientras se quedó dormido más bien sentado, sujetando su arma entre las manos. Pero habían sucedido demasiadas cosas como para que el cansancio no lo venciera y el de ojos azules finalmente terminó rendido de sueño.

 

**********

 

Camus despertó al día siguiente cuando fue sacudido por un brazo, apenas abrió los ojos y vio que el otro ya estaba de pie, así que era momento de continuar y no había otro remedio para él que obedecer. Antes de poder hacer nada el de Acuario vio al otro hombre, no debía ser mucho más grande que él, incluso pudiera ser más joven por un par de años, ya había visto sus intensos ojos verdes pero en ese momento podía ver además sus cabellos de un singular tono castaño, como el tabaco, y sus facciones varoniles y simétricas, era de hecho bastante atractivo por lo que podía juzgar antes de que volviera a cubrirse. Se puso de pie y pudieron seguir, pero para el de ojos azules las cosas no eran mejores que el día anterior y dejó saber lo que le pasaba por la cabeza. Se la pasó quejándose todo el tiempo, se quejaba del calor, de que estaba cansado, tenía hambre…

  • ¿No hay otro camino?—preguntaba cansado.

No se había callado ni un instante.

  • Si al menos entendieras mi idioma—decía fastidiado--¿Es que nunca deja de hacer calor en este sitio? ¿Cuándo vamos a llegar? ¿Falta mucho? Quiero descansar y…

  • ¿Es que nunca te callas?—preguntaba finalmente el desconocido con tono enervado.

El de cabellos azules no podía menos que estar sorprendido al escucharlo por fin hablarle.

  • ¿Hablas mi idioma?—preguntaba Camus sorprendido.

  • Si.

De hecho lo hablaba muy bien, la gente con la que había tratado hasta ese momento el de Acuario que hablaba su idioma lo hacía con un acento bastante marcado pero ese hombre no lo tenía.

  • Si hablas mi idioma ¿Por qué no me decías nada?—preguntaba medio indignado.

  • Esperaba que te quedaras callado en algún momento pero no lo haces.

El de ojos azules tan solo respiró profundo y quizás hubiera seguido indignado pero prefirió saber algo más.

  • ¿Adónde vamos?

  • Iremos a uno de los poblados del Este, espero que sea más sencillo por ahí. La gente nos ayudará.

  • ¿De verdad?

  • Si, después estaremos más cerca de los brigadistas, te llevaré con ellos, se irán pronto.

  • ¿Qué?

  • Las brigadas internacionales van a marcharse dentro de poco—le explicaba el otro.

  • ¿Cómo sabes eso?

  • Es mi deber saberlo, las batallas se vuelven más complicadas y lo están cambiando todo.

Se dispuso a seguir avanzando pero antes de dar más de tres pasos volvió a hablarle para que supiera lo que venía.

  • El pueblo más cercano está a unas horas, debemos irnos ahora para avanzar lo más pronto posible.

El de Acuario se sentía algo confundido con las noticias pero lo dominaba la idea de volver, tan solo quería regresar a su casa. Pensaba en eso y en ese extraño hombre de mirada glauca cuyos ojos sabía que no se podían olvidar.

En cuanto al otro durante el viaje sentía que perdía la cabeza pero buscaba dominarse, ese joven era un ignorante, un extranjero, mal acostumbrado y asustado, debía tenerle paciencia.

Así empezó el camino entre los dos, debían confiar uno en el otro, aunque para Camus todo era mucho más confuso pues no sabía nada de nada, dónde estaban o lo que iban a hacer, pero no tenía un mejor camino por el momento. Aunque eso no evitaba que el de cabellos azules sintiera muchas dudas, se las decía al otro aunque no siempre obtuviera respuestas. Finalmente después de las primeras horas de avanzar se detuvieron por un descanso bien merecido.

  • Será mejor buscar algo de comida—decía el desconocido.

  • ¿Aquí?—preguntaba mirando alrededor.

No se veía nada.

  • Encontraré algo—decía el castaño.

Con eso fue el otro quien se hizo cargo de la búsqueda de alimentos, aunque no lo hizo todo.

  • Cava un hueco en la tierra junto a las rocas—le decía mientras lo miraba el de ojos verdes—Debe ser profundo.

  • No tengo con que cavar—explicaba Camus.

  • Tienes dos manos ¿No lo sabías?

Así que lo dejó y el de Acuario tan solo suspiró, jamás había hecho algo como eso, se limitó a poner la mejor de las voluntades en la labor aunque no le gustó nada pero de todas maneras lo hizo. Cuando el otro regresó vio la tarea, le pareció que podía ser peor pero no dijo nada, arrojó lo que parecían rocas de cera al hueco y les prendió fuego con otras piedras, lo cual dio una leve llama, más bien calentaba las rocas ante lo cual había poco humo. Puso encima unas raíces y sacó frutas secas de entre sus ropas. Compartieron la comida aunque se notaba en esos ojos azules todas las dudas que sentía de su situación.

  • Es comida buena—decía el de ojos verdes—Las raíces tienen bastantes nutrientes, te ayudarás a recobrar fuerzas y las frutas secas evitaran que sientas hambre, el agua debe medirse hasta encontrar un pozo.

  • Pensaba en algo más ¿Qué es lo que vamos a hacer?—era lo que quería saber Camus.

  • Antes que nada debo llevarte a un lugar seguro, después podré volver a mi hogar.

Lo miró por un instante y le pareció lo mejor decirle algunas cuestiones más a ese extranjero perdido en sus tierras.

  • Los conflictos se están volviendo más graves—le explicaba el desconocido—Hay diferentes facciones y todas ven simplemente por si mismas, eso está permitiendo a los bandoleros no temer a ninguna ley, hay muchos grupos como ese que te apresó, roban, asesinan y venden a otros, como a ti, pues no hay poder que los límite y someta

El de cabellos azules no pudo sino estremecerse al recordar toda la experiencia.

  • Alguien como tú hubiera valido con facilidad un caballo—continuaba el de ojos verdes.

  • ¿De verdad?

Aunque Camus sinceramente no sabía si eso era mucho o poco pero tampoco se atrevió a preguntar.

  • Eres diferente—le decía el de mirada glauca.

  • ¿Por qué me ayudaste?

Y la verdad era que sentía muchas dudas aún y no entendía porque alguien quien no lo conocía se había arriesgado por él.

  • Nadie merece ser tratado como una mercancía—explicaba el de ojos verdes—Venía siguiendo a esa gente, robaron algo de una propiedad de mi familia. Es mejor descansar.

  • ¿Qué va a suceder?—preguntaba el de cabellos azules mirando al cielo.

  • Haré lo posible por ayudarte.

  • Gracias—y en ese momento se dio cuenta que no sabía algo más— ¿Cómo te llamas?

  • Al Ghul—le respondió con el tono orgulloso de esas tierras.

  • ¿Algul?—preguntaba intentando entenderlo el de Acuario.

  • En tus tierras me decían Algol.

  • Gracias por todo Algol, yo me llamo Camus.

Con eso parecía que un vínculo de confianza estaba bien estipulado entre los dos, aún faltaba para que su viaje terminara.

 

**********

 

Descansaron y pasaron la noche de manera oculta entre las mismas pequeñas cuevas, a Camus le pareció por momentos que eso era como ser un pequeño roedor buscando ocultarse, se lo dijo a Algol y a este le pareció una buena analogía. Al continuar resultaba inevitable que el de cabellos azules se sintiera intrigado por ese hombre que lo guiaba, era como la gente de Alárabe pero al mismo tiempo no era como los demás, deseaba saber más de él.

Justamente caminaban por un terreno no tan árido ni tan desolado pero seguía siendo una región desconocida para él. Sentía muchas dudas de su guía y decidió que necesitaba saber más.

  • ¿Cómo es que hablas mi idioma Algol?

  • Estuve en otras tierras, mi padre creía que conocerlas, comprenderlas, estudiarlas, sería muy útil para nosotros. Viajé por algunos años entre otras gentes y pueblos, estudie con ellos hasta que volví a mi hogar, no podía seguir lejos.

  • ¿Tu familia vive aquí?

  • Uno de mis padres solamente, tenía dos hermanos más, mayores que yo pero fallecieron entre todos estos problemas, que el cielo los recibiera con agrado—dijo al final con cierta melancolía.

  • ¿Eres el menor entonces?

  • Soy el único hijo de mi padre ahora.

El de Acuario se sintió un poco extraño al escucharlo, pero de alguna manera también se sintió en confianza.

  • Yo perdí a mis padres de niño, y nunca he podido entenderme bien con el resto de la familia, siempre están cerca juzgando lo que hago.

  • Tal vez ellos solo quieren que cumplas con tu deber.

  • ¿Cuál deber?

  • Ser un hijo digno de tus padres, que honres su nombre.

La cara de desconcierto le dijo mucho al castaño.

  • Tener derechos nos da también responsabilidades Cam Us.

La manera en que pronunció su nombre fue diferente, de esa región, pero el de mirada azul lo dejó pasar en ese momento.

  • Creo que jamás he sido lo que mi familia esperaba—reconoció el de Acuario.

Mientras seguían caminando el de ojos verdes le iba contando un poco más de su familia, él venía de una importante familia de su tierra, eran de la nobleza alta aunque no llegaban a realeza, y por eso sus responsabilidades a cumplir eran mayores que las de otros.

  • Y las honraré todas—decía sin titubear.

Pero si bien Camus había tenido dudas el de ojos verdes deseaba saber algunas cosas más sobre ese extraño chico.

  • ¿Por qué estás aquí?

  • Vine con las brigadas internacionales porque quería ayudar aquí—dijo el de Acuario.

  • ¿No había gente que ayudar en tu tierra?—preguntaba desconcertado el de ojos verdes— ¿acaso no hay conflictos y necesidades entre tu gente que deben ser aliviadas con igual importancia que entre mi gente?

  • Si, claro, pero parecía que…

Tuvo que detenerse, la verdad era que no tenía una respuesta a eso, él tan solo había partido para alejarse de su familia.

  • No lo comprendo, en otros lugares hablan de Alárabe como si fuéramos un pueblo muy extraño, primitivo, cuando todo lo que queremos es vivir bajo nuestros propios principios—le decía Algol—No soy ingrato, de verdad creo que los extranjeros son honestos en su deseo de ayudar pero lo cierto es que no nos comprenden, no sabes lo que son estas tierras, nuestras costumbres y nosotros mismos.

El de cabellos azules lo pensaba, era verdad, él solo pensaba en alejarse y hacer su propia voluntad pero no tenía ni la menor idea de lo que sería tratar con gente de una cultura tan diferente de la suya, con sus costumbres y personalidad tan peculiares a sus ojos.

Siguieron su camino, de hecho estaban siguiendo el cauce seco de lo que alguna vez fuera un arroyo, el de Acuario parecía sentirse un poco más animado al avanzar y por eso habló.

  • Te arriesgaste al ayudarme Algol.

  • Ya te dije que no eres una mercancía, así te hubieran tratado.

  • De hecho me vendieron antes, fueron otros sujetos los que atacaron a mi grupo y me llevaron con ellos.

  • Esos bandidos te hubieran llevado a casa de un rico como concubino, o a una casa de baños o a un burdel, incluso pudieron conservarte como juguete para ellos, es un destino que nadie pide y que nadie merece.

Algol iba al frente, guiaba a Camus en lo que al de ojos azules le parecía un viaje sin rumbo, pues no podía dejar ir cierta inquietud por su avance ya que para él resultaba similar a andar a ciegas, sin una meta determinada. El paisaje era indistinguible para el venido de Galia, todo era lo mismo, arena y arena que no dejaba marcas de un camino ¿podían seguirlos en un lugar como ese? No lo creía pero igual se sentía inquieto. Al mirar lo que para él semejaba a ruinas, ese camino marcado por un arroyo seco, las rocas lisas que hacía siglos se bañaban con cristalina que después dejara de fluir hasta desaparecer del tiempo.

Algol por su parte se centraba en avanzar, sabía que seguir su camino era la manera más sencilla de avanzar aunque no la más segura pero con el de cabellos azules a su lado no se atrevía a ir por el camino más seguro para él que sería muy complicado para el de mirada azulada. Tan solo podía contar con que tendrían un poco de suerte y ya no los estarían siguiendo pero no podía confiarse de ninguna manera, por eso era necesario avanzar aprisa.

  • Te has arriesgado mucho por mí—dijo de repente el de cabellos azules con suavidad.

No era sencillo hablar para el de mirada azul, ese hombre era muy diferente a cualquier otro que conociera.

  • No ha sido nada—fue la respuesta que obtuvo.

  • Para mi ha sido mucho.

El de mirada azul no podía sino reconocer que en sus tierras veían a los de Alárabe como bárbaros pero no había nada de bárbaro en ese hombre a su lado, sus modales eran directos y honestos, no como la mayoría de la gente que conocía. Había algo más que tampoco había vivido y que iba a conocer al lado de ese hombre.

Solo podían continuar, no quedaba otro camino, aunque el viaje puede ser tan importante como el destino que se sigue.

 

**********

 

Llegaron sobre unas rocas, algunas eran bastante altas y le costaba un poco de trabajo subir al de cabellos azules pero lo consiguió, sin embargo al ir bajando de una que era bastante alta el de cabellos castaños no tuvo problemas, al ver a su compañero no dudó en sujetarlo sin esfuerzo alguno para que descendiera. El de ojos azules se sintió como si flotara por el aire, las sensaciones que despertaba ese roce en su cuerpo y esa intensa mirada le resultaron extrañas pero profundas. Esa proximidad era catalogada como indecente con un desconocido y sin embargo a él le resultaba casi natural, no pudo sino sentirse conmocionado.

  • Un pozo—mencionó Algol.

Fueron hacia el agua, se trataba de un pozo natural, pequeño pero más que suficiente para alguien sediento. Al acercarse lo primero que vio Camus en el agua fue el reflejo de Algol, cabellos en tono tabaco y ojos como olivas. Pero al ver su propio reflejo se escandalizó, sucio, despeinado, parecía un demente.  No ayudo tampoco que el otro decidiera asearse un poco, lo dejó sin aliento al quitarse la parte de arriba de su traje, dejando al descubierto una fuerte musculatura. Lo vio limpiarse y él hizo lo mismo. Se sintió extraño, no era ajeno a que le gustara un hombre pero eso era nuevo, todo su ser se sintió como golpeado por una ola de pasión.

  • Pronto encontraremos a tu gente, regresarás a tu hogar—dijo el de cabello castaño.

Camus tan solo podía callar, todo lo que estaba viviendo quedaría atrás, incluso ese hombre de ojos verdes. Debía concentrarse pero estaba indefenso ante lo que despertaba el de mirada glauca en él.

  • ¿De dónde eres?—preguntó de pronto Camus— ¿De qué lugar?

  • Soy de una región llamada Gorgona—empezó a contarle sin más.

No tardó en contarle de su sitio de nacimiento, de la bella cuidad de la que provenía, bañada por el aroma de los naranjos y los limoneros que llenaban los alrededores, de la brisa que llenaba los salones y el sabor de las especias y la suavidad de las sedas, todo eso que había sido su mundo mientras fue el hijo menor de sus padres. Pero también le habló del dolor y la desesperación al perder a uno de sus padres, de los fuertes vínculos con sus propios hermanos mayores, de sus correrías por las diferentes tierras que visitaban, de cómo el poder de su familia fue fundado durante generaciones y la voz de su padre aún vivo que les decía cuanto debían amar a ese pueblo y a esa tierra porque eran parte de ella y siempre la llevarían en ellos. Pero también recordó la muerte de sus hermanos durante los conflictos, muertos defendiendo la causa que creían justa, peleando por esa tierra…

  • ¿Por qué preguntas estas cosas?—cuestionó Algol de pronto, mirándolo directamente.

  • Solo quería saber de tu vida.

  • No hay mucho que decir.

Vio entonces como ese joven bajaba los párpados en señal de desasosiego, Algol en sus viajes había visto a los hombres de otras regiones que llegaron a parecerle atractivos, no como los de su propia tierra por supuesto, pero ese extranjero poseía el mar en su mirada y la suavidad de la nieve en la piel.

  • ¿Qué más quieres saber?—preguntó el castaño.

  • No lo sé.

Se acercó con suavidad y vio como el de Acuario por su movimiento y se sonrojaba sin poderlo evitar.

  • ¿Crees que haré algo?—le preguntó con firmeza.

Los dos sabían que se refería a sexo aunque la palabra no podía ser mencionada entre ellos.

  • No, confío en que no—dijo el de cabellos azules.

Algol se inclinó hacia él y Camus sintió que el corazón le latía con fuerza y se perdía en esa mirada glauca destellante.

  • No puedo obligarte a nada—decía el castaño—No soy de ese tipo.

  • Lo sé…

  • Pero sé como seducir a un hombre—le susurró.

Iba a besarlo…iba a hacerlo…y no lo detenía…

  • Prometo que no te tocaré—dijo como un juramento Algol.

Sonrojado y con los ojos brillantes Camus no podía ni hablar.

  • Pero puede que piense en ello—reconoció al final.

Se apartó, no podían hacer otra cosa, un desconcertado Camus tan solo intentaba controlarse.

Era cuestión de días para que lograran encontrar a un grupo de brigadistas con el cual Camus pudiera reunirse y regresar a su hogar, Algol también podría volver a su hogar y cumplir con su deber. El castaño se decía que nada bueno le traería tocar a ese chico de ojos de mar, era un extranjero y debía dejarlo en paz.

  • ¿Todos son como tú Algol?

  • Espero que no—y como si lo pensara fue su momento de saber algo que lo intrigaba— ¿Por qué siempre haces preguntas? ¿Por qué no das respuestas en lugar de preguntar?

  • No lo sé, no pienso mucho en mi propia vida, tal vez sea por eso.

Por un tiempo no se dijeron nada más mientras avanzaban, tal vez era lo mejor, buscar no saber nada más de ese otro hombre tan diferentes a si mismos, sin embargo se habían sincerado de una manera inesperada, una que a pesar de haber decidido no acercarse los había unido más.

 

**********

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

La semana entrante si no sucede nada subo la segunda parte y el final.

Nos leemos.

 


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