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Tímido por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fin dedicado a Sephi quien me sugirió a un Aldebarán tímido, y a Polux y Grace123 quienes me sugirieron a la pareja de nuevo.

 

Notas del capitulo:

Es una pareja que ya he utilizado en una historia corta, espero que les guste.

 

 

En la academia tipo internado llamada el Santuario la vida de los jóvenes estudiantes no variaba mucho, un día era casi la copia del siguiente y del anterior, así que si se deseaba pasar el tiempo cada quien debía hacerse de sus distracciones, eso significaba que a veces se reunían grupos para llevarlas a cabo. No era nada inusual por ello que se vieran grupos de jóvenes por el lugar intentando llenar sus horas con algo más que entrenamiento físico o estudio. Debido a la proximidad y a las afinidades de cada persona se podían ver a los portadores de sus uniformes por el lugar, era bueno tener la oportunidad de verse y comentar las cosas de su vida, fueran importantes o no, aunque un tema en particular estaba ganando terreno en los últimos días entre algunos de ellos.

—     Primero estaba algo reacia pero después se puso dulcecita como caramelo.

Las charlas masculinas tenían un tono muy determinado en esos momentos pues se trataba de sexo. Ya eran jóvenes y por lo mismo la idea se plantaba en ellos, además no eran ajenos a las miradas que les lanzaban en sus salidas del fin de semana pues con esos uniformes que parecían uniformes castrenses no dejaban de levantar comentarios al pasar por algún lugar. Así que obtener las miradas de chicas tampoco resultaba un problema.

Lo que si resultaba algo así como un problema para alguien que estaba con su grupito de amigos era escuchar sobre ello, ya que no participaba de manera activa en ese tipo de charlas, aunque sus motivos eran desconocidos para sus compañeros.

—     Por favor Shura, esa chica ya estaba más corrida que la carretera estatal—le decía un joven de cabellos azules y ojos verdes.

—     No escuches a ese dolido de Radamanthys, como a él no le daba ni los buenos días se desquito inventando chismes. Además tú andas dolido porque su amiga te dejó botado Saga—contestaba otro joven de cabellos negros y mirada de un verde más oscuro.

—     Quisieras que fuera así, solo no me gustan los platos de segunda mesa.

—     ¿Segunda?—intervenía otro de ojos azules aunque de cabellos también azules— ¿Desde cuándo tan selectivos los dos? Les basta con que respire.

—     Cállate Camus—dijeron al unísono los otros dos.

La discusión podía ir para largo aunque eso no molestaba a quien los escuchaba, un cuarto joven de gran estatura y cabellos y ojos oscuros, que si bien era amigo de los otros tres no resultaba tan cercano en ese tipo de discusiones. Se llamaba Aldebarán de Tauro, se le tenía por un gran amigo, excelente compañero y en general por un buen muchacho y en los temas de chicas jamás intervenía, según sus amigos porque era medio puritano en cuanto al sexo pero las razones verdaderas estaban lejos de su conocimiento en realidad.

Por su parte el de cabellos oscuros solo se limitaba a tolerar con paciencia los comentarios de sus amigos, la verdad era que sus hazañas sexuales le resultaban ajenas, a esas alturas se reconocía a sí mismo como virgen, si, virgen en todo sentido y no se veía que su situación fuera a cambiar. No evitaba las charlas sobre chicas pero ciertamente tampoco las proponía. Tan solo le quedaba seguir la plática de Shura diciendo que a una mujer había que saber hablarle y las intervenciones de Saga sobre como acercarse además de las interrupciones de Camus de que bastaba con saber mirarlas

—     Con un poco de paciencia y te dejan hacerles de todo—sentenciaba Saga.

Parecía que los otros dos estaban de acuerdo en eso pero el de Tauro se preguntaba si eso sería cierto ¿de verdad las chicas tan solo deseaban de ellos sexo? ¿No querrían algo más? Al menos en su caso sabía bien que cuando iba al lado de una muchacha sus padres se sentían muy seguros, decían que era un buen muchacho ¿y qué significaba eso a final de cuentas?  ¿Qué no iba a intentar nada? ¿Qué esas muchachas estaban seguras a su lado porque a él no le interesaban en lo más mínimo?

—     Primero dicen que no y es lo que más les gusta—contaba Shura.

Los escuchaba reírse pero no terminaba de compartir la broma, hasta donde él sabía para una chica no era necesariamente placentera la mera penetración, pero ¿Qué podía decir al respecto? Nunca había estado con una mujer, nunca había estado con nadie, aunque tampoco le corría prisa, no de la manera en que sus amigos se empeñaban en contar las cosas.

Y la situación no iba a mejorar.

—     ¿Qué cuentan?—se escuchaba una voz más.

Aldebarán no pudo evitar sentir que respiraba algo agitado, el corazón le latía más aprisa, por lo menos daba gracias por estar sentado, la última vez sintió que se le doblaban las rodillas, tan solo quedaba intentar aparentar que todo estaba bien, y si lo veían ruborizarse al menos pensarían que era por el tono de la charla y no por la persona que terminaba de llegar.

—     Milo ¿Qué haces?—lo recibió Camus.

—     Solo ando por aquí.

La verdad era que Milo de Escorpión era un chico muy guapo de ojos y cabellos azules, uno de sus más grandes encantos era esa sonrisa que desarmaba a los demás, tenía ángel para agradarles a las personas y nadie notaba mejor todo eso que Aldebarán de Tauro.

—     ¿De qué hablaban?—les preguntaba Milo con calma sentándose a su lado.

—     De mujeres—contestó con naturalidad Saga, como si fuera un hecho que ese era siempre el tema entre ellos.

Solo se sonrieron entre ellos, como si supieran de antemano que no era sobre ellas sino lo que decían que hacían con ellas.

—     Que bien ¿algo nuevo que agregar?

El recién llegado tomaba su sitio con naturalidad mientras el de Tauro se preguntaba por qué debía estar tan cerca, sentía que se ruborizaba y no estaba seguro que los otros no lo notaran pero la charla seguía simplemente.

—     ¿De quién hablaban en realidad?—preguntaba Milo con calma.

—     Nuestro amigo Shura dice que la esquiva Pandora Heinstein le dio más que el saludo—contestaba Camus.

—     Lo hizo—aseguraba el de Capricornio—Y allá ustedes si no me creen.

—     Le gusta salir y demás pero no creo que cediera tan rápido—decía Saga—Es tan pacata como Aldebarán.

Las risas no se hicieron esperar pero el de Tauro tan solo se limitaba a intentar controlarse, aunque se dio cuenta de la manera en que Milo a pesar de querer compartir la broma no lo hacía en realidad, más bien parecía forzarse a reír entre su grupo de amigos, veía esas manos que ansiaba poder tomar para sentir su calor, estrecharlas con fuerza para jamás dejarlas ir y que los dos… pero justo en ese instante el de Tauro se dio cuenta que el de Escorpión no se estaba riendo, más bien parecía mirarlo, ante eso el de cabellos oscuros no podía sino retirar su mirada pues se sentía fascinado por esos ojos azules y no deseaba que se dieran cuenta de nada.

—     ¿Qué nos dices tú Milo?—le preguntaba Shura— ¿Acaso no hay nada más en tu diario de conquistas?

—     ¿Milo un diario?—decía Camus—Debe ser el directorio telefónico.

—     No he estado con nadie—contestó el de Escorpión.

Todos estaban mirándolo ante esa declaración, les había dicho esas palabras con total naturalidad, hasta les pareció que decía la verdad.

—     Por favor—le lanzó Shura como si fuera el portavoz del grupo—Si no has dejado a tu amiguito sin socializar desde los quince años.

—     Y han sido dos años bastante bien vividos—les decía Milo.

Los demás se volvieron a reír, incluso Aldebarán lo hizo, pero al mismo tiempo sentía algo en su pecho, algo que no se explicaba, tan solo lo sentía y siempre era por Milo, deseaba tanto verlo sonreír… pero al estar tan metido mirándolo el de Escorpión volvió a mirarlo, le pareció que lo hacía de forma intensa pero en menos de un segundo de había terminado pues el de Tauro tan solo miraba al suelo.

—     No nos vengas conque te ensartaste con una sola—decía Camus.

—     Dirás que ya se la ensartó—intervino con tono algo grotesco el de Capricornio.

Pero como si no le importara en nada ese diálogo Milo tan solo sonreía de una manera deslumbrante.

—     Pero si es verdad—decía Camus asombrado al ver la expresión de su amigo—El súper galán Milo enamorado.

No se hicieron esperar los comentarios y las bromas, de pronto ver a quien consideraban el máximo conquistador entre ellos de esa manera se prestaba a las bromas, pero no con mala intención, aunque eso estaba poniendo al de Escorpión algo avergonzado, apenado, tímido, pero el de Tauro no se quedaba atrás, pero fue justamente el de cabellos oscuros quien se dio cuenta que el de Escorpión por alguna razón lo miraba como de reojo, quizás porque era el único que no le estaba haciendo burlas.

—     ¿Quién es ella? Dinos—le pedía Saga con entusiasmo.

Milo no parecía muy dispuesto a hablar pero eso no desanimaba a los otros para insistir sobre lo que querían.

—     Vamos, no te hagas del rogar—insistía Shura—Ya dinos quien es ella.

—     Por ahora no puedo decirles nada—respondió Milo.

—     Entonces vamos a adivinar—resolvió Camus— ¿Es Saori?

—     No.

—     ¿Shaina?

—     No.

—     ¿Titis?

—     No.

—     ¿Marin?

—     No.

—     ¿June?

—     No.

Pero a cada nombre que negaba el de Escorpión Aldebarán sentía que su corazón se estremecía y helaba, una chica había conquistado el corazón de Milo, alguien que el de cabellos azules deseaba tener en su vida.

—     Olvídense de esto—decía Milo—No sabrán de quien se trata.

—     Bueno, bueno—intentaba mediar Shura—Espero que al menos nos la presentes.

Milo de pronto se puso pálidamente serio, como si hubiera algo muy secreto en todo ese asunto, Aldebarán se daba cuenta, deseaba tanto ir a su lado y poder tocarlo, darle algún tipo de consuelo ante ese desamparo, pero necesitaba reprimir ese impulso, no quería imaginar siquiera como sería tomado un avance semejante, ni por el de Escorpión ni por los demás.

—     No sé si podré hacer eso—decía Milo mirando al suelo.

—     Pero si tú las conquistas a una sonrisa—decía como impresionado Shura.

—     Esto es distinto.

El de Escorpión se mostraba distinto con todo ese asunto, como si anhelara algo, mientras que el de Tauro solo podía preguntarse quién sería ella, qué tipo de chica conquistaría a Milo.

 

**********

 

La charla no se extendió mucho más, tenían deberes y tareas y poco a poco dejaban saber que iban a cumplirlas, aunque Aldebarán solo pensaba en estar a solas para lamentarse por que su adorado Milo había caído en las redes del amor con una chica. Sin embargo cuando ya se alejaba escuchó una voz que lo llamaba.

—     ¡Aldebarán!

Milo se acercaba con velocidad a él, lo cual lo hacía quedarse como enraizado a su lugar.

—     Quisiera hablarte de algo Aldebarán.

—     Está bien.

¿Qué más podía decirle? Así que se pusieron en marcha en medio del silencio, Aldebarán no podía negar que le gustaba ir al lado del de cabellos azules, estaban tan cercanos, con un suave movimiento y podría tomar esa mano que… Debía dejar de pensar en ello.

—     ¿Estás bien Aldebarán?

—     Si, Milo, estoy bien.

—     Es que te ves algo rojo, de hecho toda tu cara está roja.

—     No importa, estoy bien.

No podía explicarle nada así que no deseaba seguir hablando de ello.

—     ¿De qué querías que habláramos Milo?

—     ¿Quieres algo de beber? ¿Una soda o algo?

—     ¿Quieres hablar de sodas?

—     Claro que no—dijo Milo sonriendo de esa manera tan suya, tan encantadora—Vamos por algo y hablamos.

—     Bien.

Con eso se pusieron en marcha, no tardaron en encontrar una máquina expendedora de sodas en lata, mientras tanto el de cabellos oscuros no podía evitar pensar en las fantasías que había tenido de un momento como ese, estar al lado de Milo, poder tomarlo de la mano, estar juntos… De verdad Milo le había tomado la mano lo cual lo hizo quedarse sin palabras.

—     Te quedaste muy callado Aldebarán.

—     Estoy bien.

Retiró su mano con suavidad, no necesitaba complicarse más las cosas. Además que notaba el aspecto del de Escorpión, se veía como azorado, apretando sus labios, nervioso, como si algo fuera a suceder y no supiera la manera de manejarlo. Deseando que su amigo se sintiera más cómodo el de Tauro se dispuso a poner su mejor cara, lo que no logró prever era que por verlo así el de cabellos azules sonreiría. Sus miradas se cruzaron y por alguna extraña razón el de cabellos oscuros se sintió conectado por un vínculo especial, único, con ese joven. De verdad ansiaba estar cerca de él, pero no creía que algo como eso pudiera suceder jamás.

El de Tauro llevaba mucho tiempo con el sueño de poder tener algo más que amistad con el hermoso Milo de Escorpión pero al mismo tiempo no se atrevía a decir nada sobre ello, en todo el tiempo que tenía de conocer a Milo había suspirado por él pero se decía que no tenía posibilidades de ningún tipo, el joven siempre estaba rodeado por chicas y era tan encantador que nadie se le resistía, y al mirarse a sí mismo se decía que aún de no ser ese el escenario no había manera que un chico como ese se fijara en él.  Aunque nada de eso evitaba que soñara y fantaseara con que las cosas fueran de otra manera entre los dos.

Quería estar con Milo, solo con él y no únicamente por el sexo, aunque no lo descartaba, ese muchacho lo había hecho darse cuenta que jamás se interesaría por una mujer, no le importaban, ansiaba escuchar un Te amo de esos labios perfectos que al sonreír lo hacían estremecer. Pero más valía que regresara a la realidad pues el de cabellos azules estaba a su lado y continuaba con su charla.

—     ¿Qué traes en mente Aldebarán?

—     Nada, no te preocupes Milo.

—     ¿De verdad no quieres tomar otra cosa?

—     No, así está bien—respondía con su lata en la mano—Pero tú elige lo que desees.

Al decirle eso se sintió como si así fuera toda su relación, Milo siempre tendría algo más, algo mejor, algo que en verdad quisiera y él, bueno, él se quedaría a un lado solamente. Ante ese pensamiento no logró controlar un suspiro, lo cual fue notado de inmediato por el de ojos azules.

—     Ahora suspiras Aldebarán—comentaba sin dejar de mirarlo.

—     Es solo…pensaba…en esa chica.

—     ¿Cuál?

—     La que te gusta tanto Milo, es que me parece increíble eso.

—     ¿Por qué?

—     No sé, hasta ahora habías salido con varias pero jamás dijiste que fueran distintas, no esperaba verte enamorado algún día.

—     Por eso quería hablarte Aldebarán, porque tú si entenderás más sobre amar a alguien.

—     Aún amo a alguien—dijo el de Tauro sin poderse contener.

—     Y por eso aún eres virgen Aldebarán.

—     No es un crimen Milo.

—     No lo dije con malas intenciones, te lo juro, creo que es algo que va contigo, ser leal, sobre todo a ti mismo, no eres como nosotros, no te lanzarás a algo solo porque te lo ofrecen sino porque en verdad deseas hacerlo. Harás feliz a una chica un día.

—     Bueno, las chicas, yo…

Pero no se atrevió a terminar con la frase.

—     Si fueras menos tímido las chicas no dudarían en estar a tu lado Aldebarán, pero te cierras, y eres una buena persona, no te demerites. No eres como los demás, a veces me pregunto por qué eres nuestro amigo.

—     Tú no eres como los demás Milo.

—     Si crees eso—le dio un trago a su soda pero continuó—La verdad es que quisiera que me dieras tu opinión sobre algo, si le digo de esto a los otros creo que no me dirán nada serio pero tú me ayudarías con tu punto de vista ¿Qué me dices?

—     Está bien.

¿Qué más podía decirle?

—     Quiero estar con esta persona—lanzó sin perder el tiempo el de cabellos azules—Sé que puede escucharse cursi pero de verdad quiero estar a su lado, no quiero solo acostarme como con las chicas que he tenido, si fuera igual ya hubiera hecho algo pero no es como las demás personas.

—     Deberías intentarlo, si le hablas como a las demás chicas sin duda te responderá.

—     Ya te dije que no es igual. Si me lanzó con un “Qué tal andas guapa” de seguro se desconcertaría.

—     Pero si lo que quieres es acercarte…

—     Si llegara saludándote diciendo “Qué tal andas guapa” ¿Qué me dirías Aldebarán?

El de Tauro se sintió confundido y ante eso el de ojos azules continuó.

—     ¿Viste? No a todo el mundo le gustan esas cosas.

—     A una chica puede que si le guste Milo—decía el de cabellos oscuros en voz baja.

—     Es que si hago algo y no le gusta puedo perder lo que tenemos Aldebarán, no quiero eso.

—     ¿Cómo es eso?

—     Nos conocemos—le comentó el de Escorpión—Si intento hacer algo puede que no le guste y si nos separamos por esto no sé lo que haré.

Ante esas palabras el de ojos negros solo pudo sentir profundamente la tristeza de la mirada de su amigo, para darle apoyo estiró su mano y la colocó en el hombro del otro joven, pero no pudo protegerse de esa especie de energía que lo recorría cuando estaba tan cerca del de cabello azulado. Sin embargo también pensaba ¿Qué pasaría si conquistaba a esa chica? Acabarían juntos y siendo muy felices ¿y él? ¿Qué sería de él?

—     ¿Qué pasa Aldebarán?

—     Nada, no te preocupes, solo pensaba.

—     ¿En qué?

—     En que podrás conquistarla

Pero al mismo tiempo le dolía darse cuenta de eso, que Milo sería dichoso con la persona que quisiera mientras que él jamás ganaría su corazón, era tan guapo, tan alegre y tan heterosexual ¿Qué posibilidades tenía? No las tenía, esa era la verdad.

—     No hables así Aldebarán, si fueras menos tímido la chica que te gusta se fijaría en ti, te lo aseguro.

Pero el de Tauro no se sentía capaz de decirle que no quería que lo mirara ninguna chica, quería que fuera él quien lo hiciera. Milo lo miraba directamente, de una manera especial que no lograba descifrar, parecía querer decirle algo pero no lo hacía, al final solo apretó los labios y quedaron en silencio por unos instantes.

—     ¿Qué es lo que pasa Milo?

—     Aldebarán, yo… hay algo que quisiera decirte.

—     Bien.

—     Es algo que no puedo decirles a los demás, me juzgarían mal por esto.

—     ¿Qué pasa?

Aldebarán sentía los nervios del otro joven, no estaba seguro de cómo era que podía hacer eso pero le pasaba, podía sentir lo que Milo sentía, como en ese instante que parecía que confesaría algo muy importante.

—     He estado con muchachos—lanzó apenado el de Escorpión.

El de ojos oscuros no estuvo seguro de comprender y solo lo miraba como esperando por algo más.

—     He tenido sexo con chicos—aclaró el de ojos azules—Con chicos que son gay.

—     ¿Qué?

La verdad era que eso no se lo esperaba el de cabellos negros, se le notaba aún más por la expresión en su rostro.

—     O más o menos ha sido sexo—se explicaba el de Escorpión—Yo dejo que me chupen y eso, incluso me he ensartado a un par pero no dejo que ellos…ellos me… ¿me entiendes no?

Pero para el de Tauro las cosas se estaban haciendo confusas, Milo le estaba diciendo ¿Qué le estaba diciendo?

—     ¿Por qué me estás diciendo todo esto Milo?

—     Es solo para que sepas la verdad, quiero que sepas todo de mi Aldebarán para…

—     ¿Para qué?

Milo parecía querer decir algo más, pero al final no se atrevió, se limitó por una respuesta más formal.

—     Solo quiero que sigamos siendo buenos amigos Aldebarán, alguien que no juzgue mis acciones.

—     Claro que si Milo, mereces eso y mucho más.

—     ¿Lo crees?

—     Sí. Y en cuanto a esa chica no pierdas las esperanzas, debes intentarlo, puedes conquistar su corazón y ser feliz.

Para esos momentos el de Tauro no pensaba en sí mismo, se trataba solamente de la felicidad de su amigo que se sentía confundido, había escuchado que algunas personas experimentaban y eso debía ser todo con el de cabellos azules pues no guardaba esperanzas que fuera de otra manera, y si iba a ser feliz con esa chica que le gustaba al menos deseaba que lo consiguiera. Sin embargo el de Escorpión lo miraba directamente, como si meditara en sus palabras, después de eso se veía más confiado al hablar.

—     Estás en lo cierto Aldebarán—decía con una sonrisa—Voy a estar a su lado, lo lograré y me querrá sin que nada más importe, sea quien sea que esté en el camino no se interpondrá para que seamos felices.

El de cabellos oscuros solo lo escuchaba, él intentaba ser optimista pero en el fondo no lo era, decir algo de sus sentimientos sería complejo y tal vez incomodaría al de ojos azules, no quería siquiera imaginar lo que sería una escena semejante, era mejor guardar silencio como hasta ese momento.

Se habían terminado sus sodas, lo mejor era que cada uno se despidiera, Aldebarán estaba listo para hacerlo solo con una palabra pero en lugar de eso el de Escorpión fue a su lado y le dio un abrazo, veloz, fugaz pero suficientemente duradero para que el de Tauro se sintiera como sobrepasado por las acciones de su amigo, sin embargo no podía hacer nada para retenerlo.

—     Gracias Aldebarán.

Con eso el de cabellos azules se fue y al final también lo hizo el de Tauro aunque se sentía como aturdido, Milo tenía ese efecto en él.

 

**********

 

Después de esa charla Aldebarán intentaba concentrarse en algo, lo que fuera, pero no lo lograba, pensaba en Milo con demasiada frecuencia, por las noches sus pensamientos, sus sueños se llenaban de ese joven tan alegre de ojos azules sonrientes y no podía decir que fueran sueños muy inocentes, nada de eso, algunos eran verdaderas fantasías en las que ambos terminaban sin ropa. No le gustaba reducir sus sentimientos por el otro chico a algo como el sexo pero tampoco lograba escapar al hecho de que le gustaba todo de él y quería todo con él.

Intentaba estudiar un poco en uno de los salones vacíos pero no había manera de que lo lograra, su mente estaba dando vueltas en la idea de Milo y la persona que le gustaba. Hubiera seguido así de no ser porque una voz lo interrumpió.

—     Ya sabía que estarías aquí.

Al voltear se dio cuenta que le hablaba Shura quien iba al lado de Saga y de Camus, de inmediato iban hacia él como si nada.

—     ¿Qué haces Aldebarán?—preguntaba el de Acuario.

—     Intento estudiar un poco pero creo que no puedo concentrarme—respondió el de Tauro.

—     Vas a quemarte las pestañas entre tanto libro—fue el comentario de Saga

Pero su amigo más alto tan solo los miraba, se habían sentado cerca de él como si quisieran hablar de algo más, no de la escuela, y parecía algo que los inquietaba, por eso daban de vueltas en lugar de abordar el punto.

—     Te ves cansado Aldebarán—comentó Shura.

—     No he dormido bien, eso es todo—fue la respuesta del de ojos oscuros.

—     Es por culpa de Milo ¿verdad?—se lanzó al ataque Saga.

El de Tauro le lanzó una mirada de asombro muy particular ¿Milo? ¿Cómo era posible que ellos supieran de Milo? No podía ser  posible, la sorpresa estaba dando paso al pánico ¿se habían dado cuenta de algo?

—     ¿Por qué dicen eso?—logró preguntarles Aldebarán.

—     Desde ese día que Milo te pidió que hablaran te ves extraño—dijo Camus.

Sus miradas parecían a la expectativa, como si esperaran escuchar algo más, pero el de Tauro no sabía ni que decirles y solo le quedaba pretender que estaba todo bien.

—     Estoy cansado, solo eso—intentaba defenderse el de ojos oscuros—No se trata de nada más.

—     ¿De verdad?—insistía Shura.

Aldebarán no pudo sino mirar a sus amigos con detenimiento, ellos tres eran alegres y hablaban de manera abierta de todo, pero en ese instante se veían demasiado serios, como si algo los tuviera inquietos, molestos, no estaba seguro de lo que les pasaba.

—     De verdad—aseguraba Aldebarán— ¿Está pasando algo que deba saber?

Los otros tres se miraron entre sí, una especie de concilio para estar de acuerdo en la manera de proceder, con sus miradas se dijeron que si y ante eso fue Shura quien se alzó como el portavoz del grupo.

—     Porque Milo sea Milo no quiere decir que puede hacer lo que se le dé  su escorpiana gana—decía molesto el de cabellos oscuros—Así que si te ha dicho o te ha hecho algo será mejor que lo digas ahora.

—     ¿Qué podría hacerme Milo?

El de Tauro no terminaba de comprender lo que estaba pasando a esos tres ¿Qué se traían sus amigos?

—     Aldebarán, eres como eres—decía Saga—Eso lo respetamos, así eres y nadie tiene porque enfadarse por eso pero no quiere decir que tengas que aceptar nada de lo que Milo te proponga.

—     ¿Qué?

De verdad que el de Tauro no entendía nada y a sus amigos se les estaban acabando las indirectas así que era mejor decir las cosas claramente.

—     Aldebarán, sabemos lo tuyo, que eres gay—concluyo Camus de forma directa.

Ante eso el de Tauro no pudo decir nada, tan solo se sintió enrojecer, no esperaba algo como eso, que los demás se hubieran dado cuenta, hasta ese momento consideraba que metidos en sus propios asuntos no se daban cuenta de lo que pasaba con él.

—     ¿Cómo es que lo saben?—preguntaba Aldebarán sin mirarlos en voz baja.

—     No es necesario ser un genio—continuó Camus—Es decir, no es ciencia de cohetes, no te gustan las chicas, nada más.

Pero para el de Tauro estaba resultando un acontecimiento el que le dijeran eso ¡Nadie lo sabía! O al menos eso era lo que él creía y ahora le venían de frente tres amigos para dejarle en claro que estaban al tanto.

—     Oye, que tampoco es delito—decía Shura con su tono de que no era tan grave algo—bueno, aquí al menos no, te gustan los hombre ¿y? eso no te hace menso ni malo ni bruto ni nada de nada.

—     Creo que Shura quiere decir—intervino Saga tratando de tener mejor tacto que el de Capricornio—que no importa, eres nuestro amigo.

Fueron esas palabras las que lograron que el de Tauro encontrara algo de alivio, sentía un profundo y sincero agradecimiento hacia sus amigos, y se culpaba por haberlos juzgado tan mal al creer que jamás entenderían su situación, de verdad eran amigos.

—     Pero no por eso Milo puede hacer lo que quiera—continuó Shura con tono terminante.

Una vez más Aldebarán no tenía idea de lo que le estaban hablando, tuvo que mirar a su amigo de cabellos negros pero no estaba seguro de comprenderlo y al mirar a los otros dos de cabellos azules tampoco estaba seguro de entender de qué se trataba todo eso. Era como si ellos esperaran por saber algo más, algo que el de tauro debiera responderles pero de verdad que no sabía de lo que se trataba.

—     Milo y yo solo hemos hablado—intentaba decir Aldebarán.

—     Milo se la pasaba presumiendo lo hombrecito que era con tantas chicas—decía con cierto enfado Shura—Pero se tira a lo que se mueva, conque respire le basta y si cree que porque eres gay puede hacerte lo mismo se pasa de listo.

—     ¡¿Qué?!—preguntó sorprendido el de Tauro.

No tenía la menor idea de cómo era posible que los otros tres supieran eso, Milo no podría habérselos contado, pero cómo lo sabían parecía carecer de importancia en esos momentos para los otros tres.

—     ¿Milo te ha dicho algo Aldebarán?—le preguntó Camus sin aguardar.

—     Si te ha dicho algo más vale que nos lo digas—advertía Saga en tono agresivo—Cuando termine con él no le va aquedar cara y lo voy a arrastrar por los…

—     No, Milo no me ha dicho nada—intervino Aldebarán antes de que todo se saliera de control.

—     ¿Y por qué quería hablarte solo a ti?—preguntó Shura.

—     Solo deseaba hablarme de la chica que le gusta—decía con cierto pesar el de Tauro—Creyó que yo entendería mejor las cosas.

—     ¿Si?

—     Si.

Por unos instantes no dijeron nada aunque los otros tres parecían calmarse poco a poco, aparentemente pensaban lo peor de Milo pero la charla con Aldebarán les decía que todo estaba bien.

—     Parece que Milo no es tan imbécil entonces—comentaba Camus con calma.

—     Si, supongo que para hablar con seriedad de algo yo también hubiera ido contigo—dijo Shura.

—     Me alegra que lo aclaráramos—afirmó Saga—La verdad propuse primero ir con
Milo y darle una “calentadita” para que no se pasara de listo contigo.

—     ¿Iban a golpear a Milo?—les preguntó Aldebarán con asombro.

—     Solo era una propuesta.

—     Yo dije que primero habláramos contigo—comentó Camus.

Terminaron solo mirándose para después reírse, estaban bien, no había problema entre ellos.

—     No te preocupes Aldebarán—decía Shura con calma—Parece que todo fueron alucinaciones de nuestra parte.

—     Gracias por preocuparse muchachos.

Shura se acercó para darle una palmada en la espalda, Saga hizo que chocaran los puños y Camus le sonrió, bueno, no serían muy afectuosos pero se esforzaban por dejarle saber que lo apoyaban, eso era lo que contaba. Siguieron charlando un rato y Aldebarán en su interior solamente intentaba conciliar la idea de que sus amigos se preocuparan de que Milo hiciera lo que él más deseaba que hiciera.

 

**********

 

Aldebarán intentaba recuperar la habilidad de seguir con su vida de manera cotidiana pero no se le estaba haciendo sencillo, Milo lo llenaba todo en su vida y sentir que nunca llegarían a nada lo dejaba desorientado. Seguía soñando con el de cabellos azules, también seguía preguntándose por la persona de quien su amigo estaba enamorado.

—     Con tal de que te haga feliz Milo—se decía a si mismo.

—     Aldebarán—lo llamaron.

No necesitaba ver de quien se trataba, lo sabía, ahí estaba, con su misma sonrisa que lo hacía mirarlo solo a él.

—     Hola—logró decirle.

Tan solo le quedaba rogar por no ruborizarse, que no le temblara la voz, que su corazón no latiera tan aprisa, no necesitaba que el de cabellos azules se enterara de todo eso.

—     ¿Estás bien Aldebarán?

La manera en que le hablaba en ese instante declaraba su preocupación, el de cabello oscuro tan solo pensaba en lo bueno que era que por lo menos fueran amigos.

—     Estoy bien Milo.

—     Pensaba que no deseabas hablar conmigo Aldebarán.

—     No digas eso, solo estoy algo cansado, nada más.

—     Pensaba que te habrías dado cuenta y que te habías asustado—decía como nervioso el de ojos azules.

—     ¿Darme cuenta de qué?

El de Escorpión parecía inquietarse más a cada segundo, observaba al de ojos negros como si buscara un indicio de algo pero el de Tauro tan solo intentaba comprender lo que estaba sucediendo.

—     ¿No te has dado cuenta aún?—preguntó Milo como si esperara una respuesta definitiva.

—     ¿De qué?

—     De quién es la persona que me gusta.

—     Yo…no sé cómo me daría cuenta de eso Milo.

Por un instante le pareció que el de Escorpión sufría pero casi de inmediato el joven mostró su sonrisa despreocupada que hizo que el corazón del de Tauro latiera un poco más aprisa.

—     Creo que no importa entonces Aldebarán ¿Qué te parece si charlamos un poco?

—     Quisiera Milo pero…—necesitaba una buena excusa—Tengo tarea de matemáticas y quiero terminarla.

—     Tarea, entiendo—decía apretando los labios pero al final pareció tener una idea—Yo también tengo que hacer mi tarea ¿por qué no la hacemos juntos?

—     Está bien.

Después de todo no tenía motivos para negarse y las palabras salieron casi sin poder controlarlas. Así que se pondrían a trabajar juntos mientras que en el camino un silencioso Aldebarán en su interior corría en círculos por lo que le había dicho el de Escorpión ¿Por qué le asustaría y lo haría correr saber quién era quien le gustaba? Justo en ese momento una idea lo golpeó. Si lo dicho por sus amigos de saber que era gay también lo sabía Milo tal vez sospechaba que le gustaba ¿Qué pensaría de eso en realidad? Casi de inmediato se tranquilizó, aún de ser ese el caso no parecía importarle, así que por lo menos podrían seguir siendo amigos.

Durante su caminata para alcanzar la biblioteca Milo no dejaba de hablar y de bromear, no era posible estar tenso si se estaba cerca del de Escorpión. Alcanzaron el elevado edificio que estaba bastante solitario, con la internet la búsqueda en los libros se había visto seriamente dejada de lado, como fuera el lugar estaba bastante solitario y aparte estaban los cubículos que permitían incluso mayor privacidad para estudiar.

—     Aquí hay un buen sitio—dijo Milo.

Se trataba del cubículo más apartado del lugar, era un bonito salón vacío, aunque con tres sillas forradas y una mesa, además de una especie de librero, una pizarra de acrílico y un caballete para colocar mapas. No tardaron en acomodarse en el lugar y cerraron la puerta, sacaban el material que iban a necesitar, con lo cual pudieron ponerse a trabajar de inmediato, sobre todo Milo quien haciendo honor a la verdad era bastante bueno para matemáticas.

—     Eso no va así Aldebarán—le decía el de ojos azules corrigiéndolo.

—     ¿No?

—     No ¿Qué te pasa? No eres de los que necesitan ayuda en esta área.

—     Yo…

—     Te lo explicaré.

Diciendo eso se puso muy cerca del de cabellos negros, el de Tauro observaba ese rostro tan perfecto, ya fuera sonriente o muy serio el de Escorpión resultaba un encanto, pero por estar tan cerca su corazón empezó a latir con fuerza, aspirando su colonia y casi sintiendo el calor de ese cuerpo, tan solo con estirar su mano podría sentirlo…pero al final no se atrevió. No podía hacerlo, aunque si le hablaba quizás…

—     ¿Y qué pasó con la persona que te gusta Aldebarán?

Fue como un golpe de realidad que le mencionara eso ¿para qué soñar con estar a su lado si jamás sería y Milo pensaría en alguien más?

—     Nada—fue la respuesta del de Tauro.

—     ¿Nunca has intentado acercarte?—preguntaba mirándolo de frente.

—     No—respondió desviando la mirada el de ojos negros—Siempre he sabido que nada pasaría entre nosotros.

—     ¿Por qué dices eso?

—     No tendría sentido que esté conmigo si no va a ser feliz, mejor que esté con alguien que le dé dicha, prefiero apartarme.

El de Escorpión parecía pensarlo pero se decidió por decir algo más.

—     ¿Recuerdas que te dije que había estado con otros chicos?

El de Tauro no estaba seguro de como sentirse ante el abrupto cambio de tema, no estaba seguro de lo que se iba a tratar eso.

—     Si—dijo al final el de ojos negros.

—     Aldebarán, la gente dice que los gay solo quieren sexo, nada más pero ¿tú que crees? ¿No crees que pueden amar también?

Por unos segundos el de cabello oscuro no supo que decirle, provocando que el otro siguiera hablando.

—     Es solo que lo he pensado, no creo que la gente vaya por ahí solo buscando sexo de otros, bueno, si puede ser así, pero también existen los que quieren más que eso ¿no crees?

Al de Tauro le parecía que ese tipo de preguntas ya tenían bastante tiempo en la mente del de cabellos azules.

—     Dime lo que piensas Aldebarán—le pidió el de ojos azules.

—     Quien me gusta es un muchacho, no una muchacha—le declaró el de Tauro.

—     Vaya.

Fue todo lo que le dijo y el de Tauro deseaba mirarlo y tratar de adivinar en su expresión lo que en verdad pensaba pero la timidez le ganaba, le daba temor lo que iba a encontrar, si se daba cuenta que el chico que le gustaba era él quizás sería el final de su amistad.

—     Entonces si crees en el amor entre dos hombres—susurró el de cabellos azules.

Sin embargo Aldebarán seguía mirando hacia el suelo, no se animaba a hacer nada más.

—     No vas a intentar nada Aldebarán ¿de verdad lo dejarás ir? A ese chico que te gusta.

—     Sí.

—     Entonces podrías mirar a otra dirección—decía con voz temblorosa—Podrías mirarme a mí.

—     ¿Qué?

Pero al preguntarle levantó el rostro y lo miró directamente, como si no estuviera seguro de haber escuchado bien.

—     Me gustas, me gustas mucho Aldebarán—decía sin dejar de mirarlo.

Aldebarán se decía que nada de eso era posible, no podía cree que Milo, el bello Milo, estuviera diciéndole que le gustaba y mucho menos creía que el de Escorpión acercaba su rostro buscando sus labios. Pero esos mismos labios le dijeron sin palabras que lo que pasaba era real, estaba siendo besado como en sus sueños por ese chico que llenaba su corazón, una suave unión que se negaba  terminar en ese instante.

—     Te quiero Aldebarán—le dijo separándose suavemente.

—     Yo pensaba que…

—     No es una chica—lo interrumpió el de ojos azules—eres tú—decía acariciando su mejilla—Contigo quiero estar Aldebarán ¿entiendes eso? No quiero solo un revolcón, cuando estoy contigo siento algo diferente, algo que no he sentido nunca antes con nadie, me duele el pecho pero no de una manera desagradable y cuando no te veo no dejo de pensar en ti, quiero cuidarte y protegerte y quiero tenerte conmigo y que seas feliz porque yo esté en tu vida.

Aldebarán sentía que su corazón crecía a cada palabra, esos ojos azules eran tan sinceros en esos momentos, nunca había visto ese brillo en ellos.

—     ¿Crees que un día podrás sentir lo mismo por mí Aldebarán?—le preguntó en voz baja, casi con timidez.

El de Tauro se acercó a él y lo beso, lo hizo con una mezcla de necesidad y ternura, dejándole saber al separarse lo que sucedía.

—     Siempre has sido tú Milo, el chico que me gusta eres tú.

El de Escorpión se quedó quieto por unos instantes para sonreír después, los dos estaban demasiado contentos como para pensar en nada que no fuera quedarse juntos.

 

**********

 

La relación de Milo y Aldebarán continuó de manera tranquila y pausada durante los siguientes meses, no estaba nada mal, incluso sus amigos se enteraron y si bien tuvieron sus primero nubarrones de dudas dejaron que el tiempo los despejara pues podían decir con seguridad que el de Escorpión quería al de Tauro. Aunque extrañamente quien parecía no terminar de creerlo era justamente el más alto de la pareja.

Aldebarán no siempre estaba seguro de que fuera real el que Milo estuviera a su lado y lo quisiera, de alguna manera no parecía ser posible pero cuando veía esos ojos azules sonreírle no quedaba espacio alguno para las dudas. Siendo así ambos estaban muy contentos y dichosos por su relación y si a alguien no le gustaba ya podía irse guardando sus comentarios si no deseaba vérselas con Aldebarán, o con Milo, o con Shura y Saga y Camus…era mejor no decir nada si no era para apoyarlos.

Estaban ya al final de su curso, con esa fecha se podía tener más planes y para la mayoría eran los de poder regresar al hogar paterno, aunque justamente para la pareja de Aldebarán y Milo se necesitaba discutir algo más. Y lo hacían en la habitación del de cabellos oscuros quien estaba terminando con una de sus maletas. Mientras el de cabellos oscuros se dedicaba a acomodar sus cosas el de ojos azules estaba sentado en la cama mirándolo hacerlo y comentando lo que pensaba de ese asunto de separarse por el fin de cursos.

—     Creo que encontré la manera de hacer las cosas—decía Milo—Si podemos conseguir que mis padres accedan a que me mude cerca de tu casa no tendremos que dejar de vernos Aldebarán.

—     No creo que tus padres accedan a eso.

—     Podemos intentarlo al menos.

—     O podemos vernos simplemente, solo viviremos a una hora de distancia.

—     ¿Cómo lo sabes?—preguntaba intrigado el de cabellos azules.

—     Estuve investigando las líneas de trenes, si nos comprometemos cada uno haría un camino de treinta minutos y nos veríamos.

—     ¿Lo calculaste?

—     Hice un itinerario.

Con eso el de ojos oscuros sacó una hoja  de papel en la que estaba perfectamente descrito un horario de trenes, subterráneos y autobuses a través de la ciudad, con diversas rutas que siempre cruzaban por el mismo sitio y partían desde sus hogares.

—     También lo has pensado—decía sonriendo Milo.

—     Claro que lo había pensado—respondió Aldebarán.

—     Gracias.

Sin más el de Escorpión estaba a su lado y sujetándose de sus hombros lo besaba, su compañero no se hacía del rogar y le correspondía de la misma manera pues le encantaba estar con él. Podían pasarse un buen rato de esa manera y de algunas otras, pues después de todo eran dos jóvenes que ya se habían entregado de más de una manera, incluyendo la física aunque no por completo. Ninguno de los dos negaba que la primera vez les gustara pero tuvieron que reconocer que solo con el tiempo mejoraron, se acariciaban, se estrechaban, se besaban, todo lo que podían hacer sin llegar al momento culminante de su relación. Aun así para esos momentos ya sabían bastante de su compañero en ese terreno, como el hecho de que Aldebarán jamás se permitía dejar las cosas al azar, así que se apartó para buscar el rostro de su compañero.

—     Alguien podría vernos Milo—le advirtió.

—     ¿Y qué? Aprenderían un par de cosas de vernos Aldebarán.

El de cabellos negros sonrió pero no pensaba continuar, en cambio el de ojos azules de ninguna manera iba a quedarse con las ganas de continuar, así que con velocidad fue hacia la puerta, miró en ambas direcciones del pasillo cerciorándose que no había nadie para después cerrar colocando el seguro por dentro. Un instante más y estaba de nuevo al lado de su compañero para besarlo con cariño.

—     Nadie nos ve Aldebarán—le aseguró.

—     De nada servirá que diga algo sobre ser prudentes ¿verdad?

—     No—decía como si nada el otro joven.

Como si se diera por vencido el de cabellos oscuros simplemente acarició al de ojos azules por la espalda mientras lo abrazaba con una sonrisa.

—     Siempre te sales con la tuya Milo.

—     Siempre—respondía sonriendo el otro.

Así que ninguno de los dos pensaba en poner más evasivas para continuar pero sin sospechar que no iba a ser como en las ocasiones anteriores.

 

**********

 

Los labios de Milo no fueron discretos en lo que querían y se apoderaron de los de Aldebarán, aunque con mayor fuerza que en cualquier beso anterior, con un nuevo deseo que iba más allá del que habían compartido hasta ese momento. El de Tauro no fue reacio a separar suavemente sus labios y dejar que el de Escorpión se apoderara de ellos, mordiendo suavemente el inferior y jugueteando con su lengua en el superior, permitiéndose una nueva forma de excitación que les brindaba mayor placer. Al mismo tiempo sus manos se hacían diestras para pasar por encima del cuerpo de su compañero mientras se complacían al sentir cada músculo, cada curva, cada línea que los hacía quienes eran.

Juguetearon un poco más hasta que ambos estaban en posición horizontal, dejándose llevar por la libertad que el deseo les imponía, sabiendo que estaban a solas, siendo así Milo no tardó en buscar por debajo de la camisa del de Tauro, provocando que la respiración de su compañero se agitara, sabiendo que cualquier cosa podría pasar y permitiendo que pasara. Había emociones nuevas pero también conocidas, como el temor, era verdad que el de ojos oscuros había soñado con eso pero no era tan simple soñar como hacerlo.

—     No tenemos que hacer nada—dijo de pronto Milo deteniéndose.

Había adivinado lo que sucedía, que estaba nervioso y definitivamente lo estaba pero el de ojos negros no tenía experiencia alguna y estaba al tanto de la sobrada experiencia de Milo en el tema, tener relaciones sexuales puede ser un momento intimidante. Pero el de cabellos negros recapacitó, no era solo sexo, ellos se querían, sería hacer el amor, y esa idea le dio nuevos ánimos para seguir. Así que acarició el cabello de su compañero con ternura, sentirlo a su lado tan dispuesto y cariñoso le indicaban que las cosas irían bien entre los dos.

—     Pero quiero hacerlo Milo.

Sin más volvieron a besarse y dejaron de pensar pero después de todo hacer el amor no es algo que se piense, es algo que se siente, se vive, se disfruta, se comparte, estaban en el mismo punto, deseando lo mismo ¿para qué esperar más? Era su primera vez y estaban juntos. Si, porque aunque el de cabellos azules hubiera tenido sus experiencias para el de Tauro no significaban nada, a él lo amaba y eso lo cambiaba todo. Por ello cuando Milo fue de nuevo debajo de su playera no se opuso, se dejaba acariciar por el torso, el pecho, mientras unos labios recorrían su cuello y reconocían su rostro lentamente. Podrían haber seguido de esa manera sin saber del mundo que los rodeaba pero no lo hicieron pues sus deseos despertaban y buscaban más del otro joven.

Milo se incorporó sobre la cama, quedando sobre sus rodillas, haciendo que Aldebarán tomara una posición similar, y sin resistirse el de Tauro entendió el mensaje que le daba el de cabellos azules cuando levantó los brazos por encima de su cabeza, así que lo ayudó a despojarse de la camiseta que utilizaba, dejando al descubierto esa deliciosa piel que hacía quedarse sin aliento al de ojos oscuros. El de Tauro no dudó en acariciarlo, haciéndolo disfrutar sobre todo cuando sus dedos se posaron con cuidado sobre los pezones que se endurecieron y se mostraban erguidos, provocando que quisiera probarlos y con su lengua el más alto se mostró solícito en continuar brindando placer a su compañero; sin embargo, al mismo tiempo, Milo decidió que también quería hacer algo y por ello empezó a jalar de la playera del de Tauro hasta llevarla a una altura que era imposible que siguiera en su sitio, el otro se movió y de un solo movimiento quedó también al descubierto.

Aldebarán no dejaba de besar al de Escorpión, llegando a su cuello se apoderaba de cada centímetro de piel para aspirar su perfume sin dejar de acariciarlo, no estaba seguro de que era lo que le gustaba más del de cabellos azules pero se sentía igualmente encantado de que él, todo él y no solo la parte que más le gustaba, estuviera a su lado. Con un par de movimientos el de Escorpión ya estaba recostado sobre el de cabellos oscuros sin dejar de besarse, aunque para ese momento ya su entrepierna se mostraba lista para algo más, se elevaba necesitada de atención a pesar de la ropa que aún estaba en el camino. Las manos del de Tauro fueron las que llegaban hasta las caderas de su compañero, buscando sentirlo y que lo sintiera con esa necesidad de sus sentidos que lo buscaban.

—     Aldebarán—lo llamaba el de cabellos azules con voz ahogada.

Las manos del de cabellos azules no aguardaron mucho para ir a los pantalones de su compañero, se escabulleron sin perder el tiempo para acariciarlo sin demasiados nervios, ante lo cual el de cabellos oscuros llevó una de sus manos a la entrepierna del otro y empezó a acariciarlo, aunque de manera menos íntima pues ya el de Escorpión iba más adelantado acariciando directamente el sexo que se erguía más y más a cada instante, recorriendo la base primero y la punta después, apretándolo un poco y frotándolo suavemente, excitándolo a cada segundo con su propia cercanía. Como si no pudiera contenerse más el de los ojos azules encontró la manera de hacer que su entrepierna se frotara contra la de su compañero, provocando que el otro se arqueara y ayudando en la tarea de desabrochar sus pantalones y ayudándose a hacer lo mismos con los otros.

Al final ambos habían logrado la labor de despojarse de los pantalones, que no lograban recordar que hubiera sido tan complicado nunca antes en su vida hacer eso, una de las manos del de Tauro fue hacia el bóxer que utilizaba el de ojos azules, jalándolos para dejar en libertad su miembro, unos instantes y estaban igual de desnudos. Sin ningún tipo de petición el de ojos negros se deslizó a la altura necesaria para poder besarlo y después pasar su lengua con lentitud, provocando que su compañero gimiera con libertad. Ya lo habían hecho antes así que sabían lo placentero que podría resultar, así que sin más el de Tauro alojó el enrojecido sexo entre sus labios. Pero no fue lo único que hizo, pues también empezó a acariciarlo por las nalgas, uno de sus dedos acarició de manera superficial la estrecha entrada que resguardaban, lo recorría y lo masajeaba con cuidado, disfrutando de sentirlo estremecer por su toque.

El de Tauro no se apresuró, fue lentamente, dejando que el cuerpo de su compañero de ojos azules se relajara y disfrutara de sus caricias y fue así hasta que logró que uno de sus dedos entrara suavemente en la estrecha entrada que se contraía por sus atenciones hasta que le pareció que se tensaba y entonces se retiró.

—     Si no quieres no seguiré—le dijo buscando su rostro.

Pero el de cabellos azules solo se acariciaba el pecho y respiraba de manera entrecortada, tuvo que respirar antes de responder.

—     Sigue por favor—logró decir.

Buscando que las cosas fueran más sencillas el de Tauro cubrió con saliva uno de sus dígitos, volvió a tomar entre sus labios la punta del erguido sexo que parecía completamente tenso, así lograba ser más diligente en su labor de volver a dilatarlo, sentía su cuerpo abrirse lentamente, la manera en que movía sus caderas como si buscara que entrara más en él, su respiración que se aceleraba dando gemidos placenteros, sin duda disfrutaba de lo que hacía. Cuando se sintió más listo para continuar el de ojos negros cubrió con saliva dos de sus dedos y los introdujo en su dispuesto compañero para completar su labor, dejarlo listo para algo más si en verdad se sentía preparado para ello.

—     Ven aquí—lo llamó de pronto Milo.

Con suavidad Aldebarán dejó su labor para buscar el rostro de su compañero, vio sus ojos azules brillantes, sin más lo acarició por el rostro y el de cabellos azules buscó que quedara sobre su fuerte espalda, montándolo él por la cadera.

—     Milo—lo llamó desde su posición el de ojos negros.

—     Shhhhh—le pedía el de Escorpión—Si va a ser la primera vez que sea así—le dijo.

—     Pero…

—     Todo va a ir bien, ya lo verás.

Como si recordara algo el de cabellos azules se movió por la habitación con velocidad, alcanzando su chaqueta y buscando en el bolsillo interno, dejando ver a su regreso un pequeño paquete metálico, recuperó su posición a horcajadas sobre su compañero frotándose de manera invitante sobre ese rígido miembro que parecía estar ansiando que le brindaran una atención muy diferente. El de Escorpión le colocó el preservativo con cuidado, asegurándose que estaba en su sitio, entonces guio con su propia mano el sexo que ansiaba sentir hacia su entrada, cerciorándose que la punta quedaba exactamente en el sitio que deseaba y comenzó a descender para llevarlo a su interior.

Aldebarán sentía que ni siquiera respiraba, su primer impulso era el de sujetar a Milo por las caderas y hacerlo suyo sin contemplaciones, pero en vez de eso estrujaba las sábanas permitiendo que fuera el otro joven el que llevara el ritmo del encuentro. Estaba completamente consciente que su compañero no había estado con nadie de esa manera y le parecía que era un regalo solo para él que lo hiciera, al sentirse unidos por completo terminó dando una especie de suspiro pero ambos estaban listos. Sujetó al de cabello azul por las caderas con suavidad, disfrutando de sentirse estrujado por esas tibias paredes que lo cobijaban, viviendo el placer de la intimidad recién descubierta.

Fue Milo quien empezó a moverse, daba una especie de leves vaivenes para después dibujar unos círculos y dar paso a elevarse y descender, siendo ayudado a cada segundo por el de ojos negros que lo sujetaba conteniendo su peso y al mismo tiempo movía sus caderas  con necesidad. A cada instante las embestidas eran más profundas, los dos gemían de forma placentera dejándose llevar por los arrebatos de sus cuerpos, experimentando entregarse a otra persona por completo por vez primera, dejándose llevar por esos impulsos que los hacían moverse como si su voluntad fuera otra. Permitiéndose ser más aventureros las penetraciones se hacían más profundas, despertando vibraciones extrañas que los hacían buscar más a cada instante.

Con necesidad el de Tauro buscó que su compañero se acercara a él y logró atraerlo estrechándolo por la espalda, sus labios se encontraron y se buscaron con sensualidad, sus lenguas juguetearon un poco y al final tan solo querían sentirse, eso y querían algo más.

—     Te amo Milo—dijo con sinceridad el de Tauro.

Hubiera preferido otro escenario pero en ese instante necesitaba que su compañero lo supieran, que lo que estaba sucediendo era algo importante para él, significaba algo y no era solamente un instante, quería decirle todo lo que sentía por amarlo pero en ese momento fue todo lo que pudo decirle.

—     Que bien…—murmuraba el de cabellos azules—Porque también te amo…

Al escucharse solo fueron capaces de aferrarse con fuerza al cuerpo de su compañero, el placer iba en aumento entre los dos, Milo gemía con fuerza y sin poderlo evitar su masculino pasaje se contraía estrechando el turgente sexo de Aldebarán quien solo disfrutaba hasta el paroxismo el sentirse estrujado de esa manera. El de Tauro abrazó con fuerza al de Escorpión entre voces de placer consumado, su orgasmo lo hacía ver estrellas ante sus ojos mientras su esencia abandonaba con tibieza su sexo. En cuanto al de cabellos azules no fue capaz de hacer nada, se dejó llevar por esa especie de marea que lo dejó casi sin sentido por unos instantes, su simiente abandonó su ser y no recordaba que alguna vez se sintiera así, ni siquiera se había tocado para lograr terminar pero ahí estaba, disfrutando del éxtasis completo de haber hecho el amor.

Tuvieron que darse unos momentos para relajarse pero no se separaban, solo permitían que el tiempo muriera.

—     No creía que fuera posible—murmuraba el de Tauro—Pero te amo aún más Milo.

—     Yo también Aldebarán, yo también—le respondió en el mismo tono.

Se quedaron recostados un largo rato, no tenían prisa por ir a ningún lugar, estaban donde querían, entre los brazos de la persona a la que amaban, tendrían toda una vida para vivirla al lado del compañero de su corazón. Podían soñar con una vida en común, claro que habría retos pero confiaban en que podrían enfrentarlos, esas vacaciones que los separarían un poco, posiblemente nuevas distancias en el futuro por lo que desearan hacer con sus vidas pero no contaba en realidad, estaban decididos a amarse y a seguir juntos, para entregarse a su amor serían un hombre valiente y no un chico tímido.

 

FIN

 

 

Notas finales:

La próxima semana si nada sucede que lo impida creo que subiré algo con Camus pero aún lo pienso, nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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