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Destello por zion no bara

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Notas del fanfic:

Me quedé con la espinita de esta pareja y les dediqué un fic corto, espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

Trama corta pero me agradó.

 

 

 

Para Dohko de Libra, un hombre joven en sus veintes quien trabajaba en un restaurante como el gerente, ese día pudo ser como los demás, pero no lo fue. ¿La razón? Porque observaba una vez más a ese apuesto chico que llevaba yendo al lugar unos días. Era callado, jamás lo vio ir con nadie, tan solo se quedaba en la mesa, con la comida ante él, apenas tocándola durante largo rato para después pagar e irse. No podía evitar preguntarse qué era lo que pasaba con él, además que no dejaba de notar que era excepcionalmente bello a sus ojos.

Ese día estaba decidido a que finalmente haría algo, le hablaría, se presentaría ante él y si las cosas marchaban bien podría invitarlo a salir. Hacía tiempo que no estaba con nadie, y no porque le faltaran oportunidades, sino porque no estaba interesado en ninguna otra persona. Había que reconocer que el de Libra era un hombre apuesto, tenía un tipo varonil, de mirada glauca y cabellos rojizos, le gustaba el ejercicio lo cual lo ayudaba a mantener su cuerpo en forma y sabía ser agradable como compañero, además que ese hoyuelo en su barbilla le daba un toque pícaro.

Así que estaba bastante seguro de sus cartas cuando se acercó a la mesa del comensal que llevaba tiempo mirando.

—     Cortesía de la casa—dijo en voz media.

Puso un platón de cerezas sobre el mantel, al mismo tiempo que le daba su mejor sonrisa. Al ser mirado supo que podía continuar.

—     Mi nombre el Dohko de Libra, trabajo aquí.

—     Gracias—fue la respuesta que obtuvo.

—     Te he visto antes, pero no parece que comas mucho ¿no te gusta la comida?

—     La comida está muy bien, solo no tengo tanto apetito.

Por unos instantes solamente se miraron, para el de ojos verdes fue encantador poder observar más de cerca esos cabellos tan plateados como su mirada, era de verdad un chico guapo, pero al mismo tiempo parecía un poco alejado.

—     ¿Te molesta si me siento unos momentos?—preguntaba el de Libra.

—     No pero ¿no tienes trabajo?

—     No te preocupes por eso, es una tarde tranquila.

—     Entonces supongo que está bien.

En ese instante y sin dejar de sonreír, el de cabellos rojizos tomó su sitio en la mesa y se dispuso a hablar con el joven ante él.

—     No sé cómo te llamas—comentó el de Libra.

—     Me llamo Thanatos de Erebo.

—     Es un placer.

Después de eso se quedaron juntos por un rato, aunque hablaron poco y la mayor parte de la charla la llevó Dohko, pero no dejó de gustarle ese chico que parecía mirarlo y no mirarlo al mismo tiempo.

—     Me preguntaba si te gustaría…

Pero en ese instante el de cabellos plateados se puso de pie, como si llevara prisa por alguna razón.

—     Tengo que irme—dijo con velocidad.

—     Comprendo.

—     Gracias por las cerezas.

—     ¿Podré verte de nuevo Thanatos?

—     Vengo aquí con frecuencia.

Sin más el de Erebo se fue, apenas si había tocado las cerezas.

El de Libra no estaba seguro de lo que había sucedido, pensaba que estaba avanzando, pero la manera abrupta de marcharse y apenas tocar la comida lo dejaba con dudas. Tal vez no había logrado nada en realidad.

Pero no por eso estaba menos intrigado por ese lindo chico de piernas largas.

Como fuera el de Erebo se presentó al día siguiente en el restaurante,  ordenó lo mismo que había pedido los días anteriores, de igual manera que como en otras ocasiones comió poco. Todo era igualmente detectado por el de ojos verdes que procuraba no perderlo de vista, con su silencio y lejanía estaba muy bello.

Dohko no estaba para perder el tiempo, y apenas pudo hacerlo fue a su lado con una mini tarta de peras verdes y rojas.

No pensaba en saludar, en esa ocasión fue algo diferente.

—     Eres un chico muy lindo ¿te lo habían dicho?

—     Parece una frase hecha—dijo Thanatos— ¿Realmente funciona?

—     Casi siempre—respondió sonriendo.

El de cabellos platinados lo miró directamente, aunque sus labios no se movieron al de ojos verdes le pareció que sonreía con la mirada.

Una vez más charlaron poco y una vez más, por alguna razón, al ver por las ventanas, el de Erebo pareció sentirse apurado y se dispuso a marcharse.

—     Gracias por la tarta y la charla—le dijo.

—     De nada.

Y sin más lo vio alejarse, los pantalones se le entallaban increíblemente bien. El de cabellos rojizos no pudo sino sonreír, era lindo ese chico.

Dos días después, con un acercamiento similar, estaban los dos de nuevo en la mesa intentando comunicarse.

Thanatos comía poco, aunque Dohko se había esforzado y le convidó una de las especialidades del lugar, helado de caramelo, y con ese motivo también deseó hacer un poco de avance.

—     Me encantaría verte Thanatos.

—     Nos estamos viendo cada vez que vengo Dohko.

—     Pero no es lo mismo ¿Sabes? Viene mi descanso ¿Qué te parece si salimos?

Ante eso la mirada plateada ante él pareció nublarse con melancolía.

—     Si no quieres está bien, mi mundo no se va a acabar por…

—     Puedo por la tarde—dijo el de cabellos plateados.

—     Perfecto.

Dohko estaba sonriente aunque Thanatos se veía algo ajeno, pero eso no importaba, iba a salir con él.

 

**********

 

Fue de esa manera que los dos empezaron a salir, eran dos hombres sin compromisos y la verdad fue que se entendieron desde el inicio, aunque con algunas particularidades, al menos para el de Libra.

Las cosas iban bien en su salida, Thanatos no hablaba mucho pero compensaba sus silencios con la mirada de plata que parecía indescifrable. Además al ir de pie a su lado se dio cuenta que era un chico muy alto, le sacaba algunos centímetros y él no era bajito, pero igual le seguía encantando ese aire de potencia contenida, como de alguien que anda solo en el mundo, siguiendo únicamente su propio ritmo.

Aunque eso no evitó que el de Libra se sintiera algo desconcertado cuando el de cabellos platinados lanzó una frase, sin más.

—     Tengo que irme a casa.

Parecía apurado por alguna razón, al de mirada verde le pareció extraño, creía que se estaban entendiendo.

—     Es temprano—dijo el de cabellos rojizos—Podemos…

—     En verdad debo volver a casa—fue la respuesta terminante.

Se notaba que el de Libra no terminaba de comprender lo que sucedía pero sí que entendió cuando el de Erebo lo tomó de la mano con fuerza.

—     Puedes venir conmigo.

No iba a negarse.

Era la primera cita y los dos fueron al departamento del de cabellos platinados, no podía quejarse, iba mejor de lo que esperaba.

El sitio en el que vivía el de cabellos platinados no era exactamente lo que pensaba el de Libra, no era que tuviera grandes expectativas, pero no imaginaba lo que encontró. Si bien el sitio estaba impecable por alguna razón le pareció un sitio espartano, estéril, como si no pensara habitar ahí por mucho tiempo. No se veían recuerdos familiares, objetos personales, era como el de Erebo, algo que no revelaba nada.

Thanatos continuaba sin hablar mucho y el de Libra intentaba llenar los huecos con un poco de charla pero en realidad ninguno de los dos pensaba en conversar y eso estuvo muy en claro unos instantes después.

—     Vaya, creo que este lugar está más limpio que la cocina del restaurante y eso que ahí yo…

Volteó a ver al otro hombre, no tardó en notar la forma en que se despojaba de su chaqueta y empezaba a abrirse los primeros botones de su camisa sin dejar de verlo. En un primer momento el de cabellos rojizos se sintió un poco sorprendido, no era que no quisiera seguir pero ese chico hablaba poco y actuaba mucho. El de ojos de plata fue directamente hacia él, al principio lo acarició por el hombro para después besarlo en los labios usando la punta de su lengua al final, prometiéndole que sin duda podía disfrutarlo. Un segundo después le acarició el cabello sin dejar de mirarlo a los ojos.

Sin palabras estaba diciéndole lo que quería.

Y Dohko no podía sentirse menos que encantado.

—     No te gusta perder el tiempo—dijo sonriendo.

Sin más se besaron de nuevo y en poco tiempo fueron hacia la recámara.

Era un sitio peculiar, pues a pesar de la hora las cortinas estaban cerradas, se trataba de piezas de tela pesada y gruesa, que no permitían dejar pasar nada de lo que sucedía del otro lado. Eso y que había varias lámparas en la habitación, no parecía una combinación usual con un sitio que contaba con una excelente vista y grandes ventanas. Pero a quién le importaba cuando un chico tan precioso lo abrazaba y besaba y buscaba hacer el amor con él.

Al menos al de Libra no le importaba mucho.

Cayeron sobre la cama, el de Libra logró sacarse los zapatos y desabrocharse los pantalones, acariciaba al de mirada plateada metiendo las manos por debajo de la camisa, estaba ansioso por descubrir más de ese hermoso cuerpo.

—     Dame un instante.

Con esa frase el de cabellos plateados se separó en un salto y comenzó a encender todas las lámparas, aún no caía la noche ¿para qué hacer eso? Pero se le olvidó preguntarlo en cuanto vio que el de Erebo sacaba de un cajoncito de una credencia un tubo de lubricante y condones. Sumado a sacarse la camisa y los pantalones, quedándose únicamente en calzoncillos, al de mirada glauca se le olvidó todo.

Thanatos observaba como era mirado, sin duda existía el deseo en esos ojos verdes, así que fue hacia el hombre ante él y lo besó en los labios para empezar a desvestirlo. Apartó la camisa y entre los dos se deshicieron de los pantalones y las medias, quedándose en las mismas condiciones. Dohko hubiera dicho algo, tenía las manos sumergidas en el plateado cabello, por eso sintió como el otro hombre empezaba a descender, quedando de rodillas ante él, las masculinas manos iban a su ropa interior y la quitaron, dejándolo completamente desnudo.

No era que el de ojos verdes nunca hubiera quedado desnudo ante otro hombre, pero no dejaba de estar consciente de tantas luces en el lugar. Pero unos labios rodeando su sexo le impidieron pensar más en ello, su mirada glauca quedó fija desde las alturas en el rostro de ese chico que lo sujetaba sensualmente con sus dedos y su boca, empujaba suavemente el prepucio y con el pulgar frotaba el frenillo de manera sensual. Lo sujetó por la cabeza y no tardó en buscar indicarle el ritmo que deseaba, fue sensacional que el de Erebo no tardara en hacerlo.

Fueron instantes deliciosos, no dejaba de ser erótico y sensual ver la manera en que su miembro era tomado y excitado, necesitó apoyarse un poco mejor y separó un poco más sus fuertes piernas, gemía de manera extraña, como si corriera una gran distancia, y el otro lo notaba perfectamente. Como si deseara hacerlo perder todo control no vaciló en llevar uno de sus dedos al sensible punto entre sus testículos y su estrecha entrada, presionando y frotando el perineo de manera externa, hasta que sintió que el miembro estaba completamente erguido.

Se detuvo y se apartó lentamente, besándolo una última vez de manera pronunciada justo en la corona, sintiendo las primeras gotas de una esencia previa, que quedó marcada en sus labios, en un primer instante pensaba en limpiarla pero se le ocurrió algo más. Con sus labios levemente separados y enrojecidos por la labor, se incorporó de nuevo y sin más besaba sensualmente al de cabellos rojizos. Se estrechaban con necesidad, dejándose sentir, su piel se encendió como brasas en el acto, era el momento de continuar.

—     ¿Te gustó lo que hice?

La voz baja pero encendida del de Erebo llegó con intensidad al de Libra, quien gimió de nuevo antes de responder.

—     Me fascinó Thanatos.

—     Entonces te dejara extasiado lo demás que puedo hacer.

Parecía una promesa, y el de ojos verdes ansiaba verla cumplida.

Siendo así fue hacia la ropa interior del de ojos plateados y la arrojó a un lado, para después hacerlo caer sobre la cama, donde sujetó las bien torneadas piernas del otro hombre y las separó sin aguardar. En un instante estaba entre ellas y lo besó directamente en su masculina entrada, para después lamerla con deseo. Sabía que todo marchaba bien cuando un delicioso gemido de placer llegó a sus oídos.

—     Vamos a pasarla bien juntos—dijo.

En ese instante tomó el lubricante y se lo aplicó en la mano, frotando sus dedos para esparcirlo, llegando sin más a la misma entrada que había besado, aplicándolo con bastante soltura sin dejar de mirarlo, buscando las señales de lo que sentía por la expresión de su rostro. Era tan apuesto que no resistió más no besarlo, así que se recostó a su lado y se dedicó a acariciarlo con sensualidad, tarea en la que fue correspondido, mientras sus dedos encontraban el camino y entraban y separaban esas masculinas paredes que empezaban a  estrujarlo al llegar más profundo.

Thanatos separó más sus piernas, sin aguardar unió sus dedos a los de su compañero, guiándolo con fuerza a su interior para después empezar a masturbarse y así aliviar las molestias y solo concentrarse en el placer. Su miembro se elevaba hasta mostrarse erguido y la cabeza de su sexo estaba completamente roja, aunado a eso los dígitos del de ojos verdes se hundían con él de manera veloz y rítmica, dilatándolo con tanta habilidad que lo hacían gemir de necesidad. Elevó un poco sus afiladas caderas, pidiendo a esos sustitutos de sus anhelos que continuaran, que le dieran toda la satisfacción que sus entrañas ambicionaban.

Sin embargo Dohko no iba a quedarse solo en eso, de ninguna manera, cuando un chico semejante estaba tan abierto y dispuesto a continuar, no iba a permitirse perder la oportunidad de poseerlo por completo. Retiró sus dedos aún húmedos y dio unos leves golpecitos con las yemas en la estimulada entrada, su dueño gimió de forma ahogada, se besaron una vez más con necesidad y ya no había manera de aguardar para continuar. Así que el de Libra buscó los condones y tomó uno, abrió el empaque metálico y comenzó a cubrirse con el objeto de látex, estaba listo.

Y su compañero también.

Esos instantes los utilizó el de cabellos plateados para acomodarse sobre la cama, quedó en claro la manera en que deseaba continuar cuando se puso sobre sus manos y rodillas, dejando expuesta su masculina entrada. Volteó a mirarlo por encima del hombro, sus ojos brillaban de manera única, invitándolo a seguir; el de mirada glauca se colocó tras él, frotando su turgente miembro en el sitio deseado. Pero antes de continuar se inclinó hacia el frente y con suavidad buscó los labios del de ojos de plata, compartieron un beso que resultó suave comparado con los anteriores. Estaban listos.

Sonriendo, el de cabellos rojizos separó con sus pulgares las redondas nalgas a su alcance, disfrutó de la vista de ese sensual pasaje que él mismo había dilatado, llevó la corona de su sexo a la entrada pero se deslizaba antes de entrar. Tuvo que utilizar una de sus manos pero le pareció que no bastaba, así que aplicó algo más de lubricante, se quedó fascinado al ver la transparente sustancia llenar el sitio y gotear un poco hacia afuera. Volvió a colocarse con mayor seguridad, afirmó su entrada colocando la cabeza en el delicioso pasaje y empujó hasta la mitad, se retiró un poco y volvió a embestir, un par de movimientos más y estaba completamente dentro. Se quedó muy quieto al inicio, disfrutando de ser estrechado por esas cálidas paredes que se cerraron con fuerza alrededor.

Thanatos sentía cada acción del de Libra, sabía lo que hacía y era con una naturalidad que no lograba explicarse, no sabía si era la manera de actuar en el sexo del otro hombre o si él provocaba que fuera de esa manera. De cualquier manera no podía menos que disfrutarlo, la presión de esas manos en sus caderas se imponía pero aun así no vaciló en moverse, deseando sentirlo, que lo complaciera, que lo penetrara hasta lo más íntimo y lo llevara al orgasmo. No se había dado cuenta de cuanto lo necesitaba hasta sentirlo presionar en su interior. Dio unos leves gemidos y entre ambos empezaron lo que sería la primera de sus entregas.

Para los dos estaba siendo bastante grato el entregarse de esa manera, sintiéndose por completo, dejando que sus cuerpos tomaran el mando, lo hacían con intensidad, al grado que llenaron la habitación con sus masculinas voces llenas de pasión. La cabeza de Thanatos terminó contra el colchón, completamente sometido al deseo, mientras que Dohko continuaba embistiendo con velocidad. Les encantaba lo que estaba sucediendo, esas pulsaciones que surgían de sus vientres y llenaban sus entrañas, recorriendo su piel y tensando sus músculos, haciéndolos temblar hasta dejarlos sin aliento; solo entonces fueron capaces de llegar hasta el final.

El de Libra tuvo que inclinarse hacia el frente, buscaba el sexo del de cabellos plateados, aunque no lograba compaginar su tarea con lo que buscaba, fue por eso que el de Erebo tuvo que complacerse a sí mismo. Sus movimientos se hicieron un tanto pesados, estaban en un punto culminante, parecía que vibraban hasta que sus esencias brotaron, tibias y brillantes. Desfallecieron sobre la cama, buscando llevar un poco de aire a sus pulmones, estaban complacidos sin duda alguna aunque con emociones un poco diferentes. Para el de mirada glauca fue sencillamente espectacular, mientras que el de ojos de plata se sentía aliviado con su cuerpo un tanto adormecido.

—     No imaginaba que sería así—murmuró Dohko.

—     ¿Fue mejor?—preguntó Thanatos.

—     Sí que lo fue.

Parecía querer reírse pero no lo lograba, estaba aún en el mundo de las sensaciones, viviendo ese fascinante calor de haber compartido su ser con ese bellísimo chico recostado a su lado. Buscó su rostro y lo besó por encima de los labios, aunque el otro se quedaba muy quieto, quizás deseaba descansar un poco. Se limitó a recostarse de nuevo, tan solo quería descansar un poco, ese hombre lo había dejado sin energías pero vaya que lo había valido.

Ni siquiera le importó que todas las luces siguieran encendidas en la habitación, estaba sobradamente complacido.

Con el tiempo aprendería que para el de ojos de plata esa cuestión de con las luces encendidas no estaba a discusión, parecía una fijación, aunque sus cortinas siempre estuvieran firmemente cerradas.

 

**********

 

La relación parecía avanzar, al menos para Dohko lo hacía, no esperaba que en su primera cita terminaran haciendo el amor pero ya que así había sido no pensaba renunciar. Ese chico era incluso más increíble de lo que hubiera imaginado, al menos en el sexo las cosas iban de maravilla. Ambos se comprendían bien en ese terreno y no dudaban en ser entregados y disfrutar de sus encuentros, aunque había otras cuestiones a tomar en cuenta. Thanatos parecía sentirse nervioso en algunas ocasiones acerca de esa relación, como si no fuera a avanzar, por lo tanto se mantenía muy hermético sobre su vida.

Aunque se contaba con algunas pistas, para ese momento el de Libra sabía que su compañero trabajaba desde su casa diseñando catálogos. Aunque le gustaba salir jamás lo hacía de noche, no contaba con familia y sus pasatiempos se resumían a escuchar música y películas antiguas, nada demasiado extravagante.

Eso no evitaba que el de Libra siguiera encantado con ese chico.

Pero estaba por saber un poco más de su compañero, y todo porque salieron a ver una exposición, era una puesta de un escultor que se especializaba en oficios y profesiones de un siglo atrás. Se podían ver los vaciados en bronce, eran impecables.

—     Se ven bien ¿no te parece?—preguntaba el de ojos glaucos.

—     Sí.

Parecía uno de esos momentos en que el de cabellos platinados se encerraba en sí mismo, cuando eso sucedía el de cabellos rojizos no estaba seguro de la manera de proceder, así que prefería no insistir.

—     ¿Te gustaría beber algo?—preguntó al final.

—     Sí.

Sin más el de Libra se alejó por unos momentos, había una barra libre y se dispuso a pedir un par de bebidas, algo ligero por la hora. Mientras él hacía eso no se daba cuenta de que la mirada de uno de los asistentes no se apartaba del de Erebo.

Thanatos estaba de pie, pretendía mirar las esculturas, pero no lo hacía en verdad. Había aceptado ir porque Dohko lo deseaba aunque en realidad no creía que tuviera nada que ver con ese lugar.

—     “¿Pero dónde está mi lugar?”

En medio de ese pensamiento la persona que no había dejado de mirarlo se acercó, lo hizo con un aire desenvuelto, del tipo que alguien toma cuando está convencido que no hay dificultades para lo que está llevando a cabo.

Dohko llevaba las manos ocupadas con las bebidas que había pedido, al irse acercando a su compañero vio que alguien estaba a su lado y le pareció que no era un encuentro alegre para el de cabellos plateados.

—     Cuanto tiempo sin verte Thanatos—decía el desconocido.

Pero el de mirada plateada no respondió.

—     Te ves más delgado—continuaba.

Antes de poder decir otra palabra el de Erebo se dio vuelta y se fue.

El de Libra no terminaba de comprender lo que había sucedido pero sabía que necesitaba ver a Thanatos. Apenas si dio un par de pasos y a la primera persona que tuvo cerca le dio los tragos que había pedido.

—     Disfrútalos.

Sin más salió tras su compañero, pero parecía que este le llevaba bastante ventaja ya que tuvo que correr para alcanzarlo en la avenida.

—     Espera Thanatos, por favor…

Pero el otro parecía mirar al vacío.

—     ¿Qué sucedió Thanatos?

—     Ya es tarde, quiero ir a casa.

Eso fue todo lo que dijo, sin más detuvo un taxi, abordó y se fue.

Definitivamente el de mirada glauca no sabía que pensar ¿Qué ocurría con ese chico? No pudo evitar sentirse triste, no encontraba la manera de acercarse a él.

En las horas siguientes no supo uno del otro, como si desearan poner distancia en lo ocurrido. Aunque al final el de cabellos rojizos terminó por ir a buscarlo a su hogar, necesitaba respuestas y permaneciendo lejos y en silencio no lo iba a lograr. Era mejor ser directo.

Ya era de noche cuando se paró frente a la puerta del departamento en el que había vivido momentos tan intensos, por un segundo recordó lo que eran esos brazos, esas piernas, esos labios, esas caderas, ese cuerpo que lo hacía ver estrellas al estar juntos. Pero no era ese el motivo de su aparición, era mejor continuar. Respiró y llamó a la puerta, pasaron unos momentos antes de que se viera señales de algo pero finalmente apareció del de cabellos platinados.

—     Dohko.

—     ¿Puedo entrar?

Con eso le cedió el paso y el de mirada verde se dio cuenta que había estado haciendo limpieza, aunque eso no parecía necesario.

—     ¿Qué fue lo que ocurrió Thanatos? ¿Por qué te marchaste de esa manera? ¿Quién era ese tipo?

Las dudas estaban ahí y el de ojos glaucos necesitaba saber qué era lo que estaba ocurriendo en su vida.

—     ¿Estás bien?

Era lo que más deseaba saber el de Libra.

—     Se terminó, hace más de un año.

Esa respuesta no parecía tener mucho sentido pero el de cabellos rojizos pensaba en ponerlo todo en contexto cuando le explicaran un poco más.

Thanatos respiró con profundidad, como si suspirara pero con fuerza, era mejor dejarle en claro las cosas al otro hombre, quien sin duda era lo que iba buscando.

—     Nos conocemos—continuó el de Erebo—él se acercó a mí, yo no estaba convencido al principio pero él se comportaba tan maravilloso en todo, tanto que sentía que era la persona indicada.

Por unos instantes bajó la mirada pero al final continuó.

—     Todo para que un día, sin más, me dijera que se iba—le contaba con amargura—Me dijo que las cosas se habían solucionado…con su esposa…regresaba con ella…y con sus hijos, así de simple.

Se detuvo como si deseara encontrar las palabras adecuadas pero no las había, solo quedaba continuar.

—     No sabía que era casado, no sabía que tenía familia.

Parecía buscar llevar aire a sus pulmones al mismo tiempo que hablaba, y faltaba aún algo más por decir.

—     Cuando él se fue las luces se apagaron…no pude…solo…no puedo…

Pero Thanatos ya no quería decir nada más.

Ante ese panorama, el de Libra fue a su lado, lo tomó por la mano con suavidad y la besó con cariño.

—     Yo no soy como él.

Quizás era muy pronto, posiblemente no se conocían lo suficiente, pero de todas maneras el de ojos verdes decidió ser honesto y declararse. Para él no tenía ningún sentido esperar ni un minuto más.

—     Quiero estar contigo Thanatos, que, tal vez, puedas quererme también.

El de mirada plateada lo escuchaba pero guardaba silencio, por eso el de cabellos rojizos supo que lo mejor era continuar.

—     Puede parecerte repentino pero espero que me creas.

Diciéndole esas últimas palabras lo acercó a su cuerpo, lo hizo descender hacia la alfombra y deseó con todo su ser poder reconfortarlo.

—     Quiero que estemos juntos Thanatos—le decía con entusiasmo—Te ayudaré a olvidar a ese mentiroso que te hirió.

Con eso buscó sus labios, no tardó en besarlo con necesidad ni en hacer el amor de nuevo, desnudos sobre la alfombra se sintieron dichosos.

Pero algo más iba a suceder ese día.

Más relajados, el de mirada glauca observaba a su compañero, al final le acarició el rostro con suavidad.

—     Era un idiota, nadie en sus cinco sentidos te hubiera abandonado—le decía sin dejar de sonreír.

Por vez primera, mientras seguían sobre la alfombra, vio al de Erebo sonreír.

Después de ese día Dohko estaba feliz, tanto que no veía que Thanatos aún continuaba retrayéndose, había cosas que no sabía de su pasado y que importaban para su futuro. De todas maneras los dos continuaron juntos, pero las cosas que permanecen en la oscuridad en algún momento tendrán que salir a la luz.

 

**********

 

La relación parecía marchar, aunque no lograban intimar demasiado, aclarando con eso que si bien había sexo no existían otros vínculos entre ellos. No como los deseaba Dohko al menos.

Para el de Libra una relación era estar con una persona que le gustara, conocerse, compartir historias y gustos, saber con solo mirarse lo que sucedía con su compañero, tomarse de la mano, sonreír por estar juntos. Y no todo se cumplía con Thanatos. Era verdad que se trataba de un hombre muy guapo pero por otro lado parecía alejarse de él de manera intencional. No estaba seguro de lo que sucedía entre ellos, ansiaba saberlo, de verdad, pues ese chico significaba mucho en su vida.

Después de haberle confesado la manera desastrosa en la que terminó su última relación, se dijo que lo comprendía más, pero aún había algo, una parte de él, que le era desconocida. Sin embargo no encontraba la manera de discutir sobre lo que ocurría.

La oportunidad iba a presentarse pero no resultaría sencilla de manejar.

En esa ocasión, el de mirada glauca fue a buscar a Thanatos a su casa, era un departamento en la ciudad y ya que contaba con una copia de la llave se dispuso a entrar. El día era hermoso, brillante, y prometía un atardecer espléndido. Apenas abrió se encontró con la imagen del de cabellos plateados quien estaba de pie, parecía atento a una imagen de uno de sus catálogos, y lo dejó sin aliento. No solo era su belleza, había algo más con ese muchacho que no lograba comprender.

—     Viniste un poco más temprano—comentó Thanatos sin mirarlo siquiera—Creí que tenía tiempo para arreglarme.

—     Te ves bien así—le dijo con sinceridad.

—     Sí, claro.

El de cabellos rojizos fue hacia él con suavidad y lo hizo mirarlo de frente, apartándolo de su trabajo por unos momentos.

—     Es una tarde increíble—decía el de ojos verdes— ¿Por qué no salimos a dar una vuelta?

—     Ya es tarde para eso.

—     Podríamos ver el atardecer y…

—     No.

Sin más regresó a su trabajo, al menos por unos momentos, haciendo que el de Libra se decidiera a hablar.

—     A veces me pregunto si en verdad te gusta estar conmigo.

—     Si no fuera así no te hubiera dado esa llave ¿no crees?

Por unos momentos ya no supo que decir el de cabellos rojizos, así que se limitó a ir a la cocina para colocar las porciones de comida que llevaba consigo en envases. A mitad de esa labor se apareció el de cabellos platinados a su lado.

—     ¿Necesitas algo?

—     No te preocupes—respondió el de ojos verdes—No quedan muchas sobras en el restaurante pero convencí al chef de preparar una tarta de manzanas con canela, sabe muy bien.

—     La comeremos después del partido.

—     De acuerdo.

Ese era el plan de ese día, ver juntos un partido de basquetbol, a los dos les gustaba y podrían pasar un buen rato juntos.

Se instalaron frente al televisor y no dejaron de observar las jugadas, aunque Thanatos parecía más atento al juego que a su compañero.

Cuando el juego llegó a su final, con el marcador en contra de su equipo, sin duda podían pensar en algo más, como en tener otro tipo de entretenimiento.

Compartieron la cena más bien en silencio, comieron solo un poco de la tarta, y pudieron irse a la recámara a descansar, aunque ahí las cosas iban a cambiar de tono una vez más entre los dos.

Dohko observaba como se cambiaba su compañero, sus largas piernas que eran despojadas de los pantalones y quedaban desnudas, haciéndolo quedar como hipnotizado por esa imagen. Sin más fue a su lado y lo abrazó de forma sensual, guiado sus manos directamente a la entrepierna, acariciándola para buscar su reacción.

—     Que guapo estás esta noche—le murmuró.

Sin esperar por una respuesta lo guio suavemente hacia la cama, buscaba que quedara recostado y dispuesto para él. Lo besaba y lo acariciaba, incitándolo a continuar, y parecía que las cosas marchaban bien. Al menos ante la pasión correspondían con la misma intensidad. Pero cuando el de ojos verdes intentó hacer algo más, provocó una reacción adversa en su amante.

Estiró la mano buscando apagar una de las luces, tiró del interruptor de botón y apenas había desaparecido esa luz cuando el de mirada de plata se incorporó de un solo movimiento.

—     ¿Qué estás haciendo?

Eso era lo que preguntaba el de cabello plateado al mismo tiempo que encendía una vez más la bombilla.

—     Solo buscaba algo de privacidad—fue la respuesta del de ojos glaucos—Esto de tener todas las luces encendidas siempre es…

—     No apagues las luces.

—     ¿Qué sucede contigo? ¿Es que le tienes miedo a la oscuridad? ¿se te aparece el coco?

La expresión del de cabellos plateados era nula, cualquier rasgo de pasión se había borrado, solo quedaba algo por decir.

—     Ya duérmete. Tengo sueño.

Con eso fue por su pijama y se la puso velozmente para meterse bajo las sábanas sin decir una sola palabra más.

El de Libra suspiró, perdía su equipo, no lograba nada de cariño, y de paso le tocaba intentar dormir con las luces encendidas.

No tenía la menor idea del porque al otro le obsesionaba tanto eso, le había contado lo de su rompimiento pero ¿de verdad ese era el motivo para su testarudez de no quedarse a oscuras?

 

**********

 

A la mañana siguiente Dohko fue el primero en levantarse, vio a su compañero descansar, era de verdad lindo. Quiso acariciarlo para darle los buenos días pero se le ocurrió algo más, así que con sigilo fue hacia la cocina y se decidió a preparar algo para el de cabellos platinados. Nada demasiado elaborado, aunque había visto a los de la cocina preparar infinidad de platillos, no estaba seguro de poder obtener los mismos resultados por su cuenta.

Thanatos se despertó, estaba a solas, se incorporó lentamente y antes de tener que pensar en su compañero se preguntó por qué tan sano era continuar de esa manera. No le decía la verdad al de ojos glaucos, pero tampoco dejaba que continuara con su vida, que lograra encontrar a alguien que le diera lo que él no podía.

Al final salió de la recámara y le llegó el olor de comida recién preparada. No estaba mal empezar así el día. Se dirigió de inmediato a la cocina y se encontró con su compañero, quien parecía luchar entre servir huevos con tocino en un plato y no quemarse. Ya tenía en la mesita jugo y café, así que eso era el plato fuerte.

El de cabellos rojizos le parecía muy sonriente, hasta ese momento pensaba que lo de ellos era algo completamente casual, le gustaba de esa manera; sin embargo Dohko llevaba un tiempo diciendo esas cosas y preguntando y haciendo cosas para él, actuando tan cariñoso ¿no era mejor antes?

—     Buenos días dormilón—lo saludó el de Libra.

—     El trabajo del restaurante debe andar lento para que cocines aquí—comentó el de Erebo.

—     Tengo bastante trabajo pero me gusta cocinar para ti.

—     ¿De verdad?

—     Hay que mejorar esa despensa que tienes, la variedad es muy poca, podemos ir de compras a…

Thanatos lo escuchaba hablar, era distinto, por un lado le gustaba que estuviera ahí, pero al mismo tiempo lo irritaba. ¿Por qué se había metido a su vida? ¿Por qué hacía esas cosas para él? ¿Por qué tenía que mostrarse tan preocupado por su vida?

En ese instante el de ojos verdes le sonrió, le extendió el plato con la comida y sin más lo besó.

—     Si sigues haciendo eso tiraras la comida—le lanzó el de cabellos plateados como advertencia.

—     Pero me gusta besarte.

—     Déjate de tonterías—dijo secamente.

—     Para mí es especial, tú eres especial.

—     Termina con eso, no soy una quinceañera para que necesites hablarme así.

El de cabellos rojizos lo miraba atentamente, parecía molesto, no estaba seguro de que tan buen momento era para aclarar las cosas entre ellos dos.

—     De verdad eres especial para mí Thanatos—comenzó el de ojos verdes—Quiero estar contigo, que pasemos tiempo el uno con el otro, besarte, ir tomados de la mano, dormir juntos al caer la noche y…

Con esas palabras el de Erebo se mostró sombrío.

—     Yo no soy de ese tipo, si es lo que quieres búscate una esposa.

—     Thanatos…

El de cabellos rojizos no deseaba que pelearan, necesitaba que supiera sus sentimientos, así que fue hacia él y lo tomó entre sus brazos para besarlo, pero nada lo preparó para lo que iba a suceder. Como respuesta a su cariño el de cabellos plateados lo empujó con fuerza, haciendo que la comida cayera al suelo.

—     Será mejor que te vayas y no regreses—le dijo Thanatos.

—     Eso no tiene sentido, somos nosotros dos, somos el uno para el otro—le suplicaba el de Libra.

—     Ya sabes dónde está la puerta.

Sin otra palabra el más alto se encerró en su recámara, con las cortinas cerradas, y todas las luces encendidas. No necesitaba que nadie, absolutamente nadie, entrara en su vida si lo dejaría solo de nuevo.

“Ayúdenme por favor.”

Hacía años había implorado toda la noche, en medio de la oscuridad, que alguien fuera en su auxilio, pero nadie fue. No iba a vivirlo de nuevo.

Después de ese día no volvieron a verse.

 

**********

 

Thanatos andaba como sonámbulo, como si hubiera perdido algo, pero no lograba admitir que extrañaba a Dohko.

Procuraba pensar en algo más, incluso salía menos que antes de su departamento, pero al final se quedó recostado en la cama mirando hacia el techo y acabó por quedarse pesadamente dormido.

Fue de pronto, como si alguien le hubiera dicho “despierta”, abrió los ojos y no entendía lo que sucedía.

Solo la oscuridad estaba ahí, su corazón latía con violencia, intentó moverse con calma, pero las luces no encendían. Una falla eléctrica provocó un apagón general en la zona, dejando a todos en la oscuridad.

Respiraba más aprisa, se puso a buscar la lámpara de emergencia pero no estaba en el cajón al lado de su cama.

—     ¿Dónde está? ¿Dónde está?

Terminó por arrojar todo al suelo pero a tientas se convenció que no había nada.

Le costaba trabajo respirar. Intentaba caminar en la habitación, tenía luces de emergencia, estaban…estaban…no lograba recordarlo. Se sentía perdido, desorientado, no había luz alguna por las ventanas fuertemente cerradas. Estaba solo, solo en la oscuridad, solo…Temblaba sin control, su pulso estaba desbocado, empezaba a sudar y la angustia lo estaba dejando sin voz.

Movía los labios, necesitaba a…

—     Dohko… ¡Dohko!... ¡DOHKO!

Un fuerte sonido lo sobresaltó aún más, golpeaban a su puerta. Con eso supo adonde dirigirse pero no podía moverse.

—     ¡Thanatos, soy yo!

—     ¡Dohko!

La puerta se abrió unos segundos después, ahí estaba él.

—     Dohko—murmuró llorando.

El de Libra fue a su lado, lo abrazó con ternura.

—     Estoy aquí, contigo, solo para ti—le decía.

Acariciaba la espalda y ese cabello plateado, logrando que se tranquilizara un poco, no estaba solo.

En el silencio de la recámara Thanatos estaba sobre la cama, envuelto en una manta, mientras Dohko lo dejó con la luz de su celular. El de ojos verdes buscaba esas velas color marfil que guardaba el de Erebo en la cocina. Las fue encendiendo una por una, permitiendo una buena visibilidad en la habitación. El de mirada plateada vio la luz de emergencia en el suelo, en su desesperación fue incapaz de reconocerla.

—     Si abrimos las cortinas…—intentó decir el de Libra.

Intentó abrir una, jalando levemente la tela.

—     No—lanzó sin más.

El de cabellos rojizos no insistió.

—     ¿Por qué volviste Dohko?

—     ¿A qué te refieres?

—     Te dije que te fueras y no regresaras.

—     Quise estar contigo de nuevo, a pesar de lo que dijiste—se explicaba el de mirada glauca—Tenía las llaves pero al llegar a la puerta no me atrevía a entrar. Temía que volvieras a echarme.

El de Erebo estrujó la manta al escuchar esas palabras.

—     Cuando te escuché llamarme me sentí único Thanatos, porque fue mi nombre el que dijiste.

Había terminado con las velas y fue a su lado, parecía que esa cuestión de las luces iba más allá de una idea, de verdad experimentaba un miedo irracional hacia la noche y la oscuridad.

Dejó eso de lado, lo tomó por el rostro entre sus manos y lo besó larga y dulcemente. Sabía que hasta ese momento ese hombre entre sus brazos respondía ante la pasión pero se retraía ante la ternura. Toda la angustia del de ojos de plata se borró ante el cariño que le brindaba el de ojos verdes.

—     No soporto la oscuridad—dijo Thanatos.

Fue el momento de decirle la verdad, ese instante de su pasado que todo lo cambió en su vida.

—     Cuando era niño hubo un accidente—le decía con voz temblorosa—el vehículo en que iba con mis padres se volcó…ellos fallecieron…fue en la noche…pero yo estaba despierto y pedí ayuda pero no podía salir…me quedé ahí…estaba solo en la oscuridad y no había nadie conmigo. Y después tampoco hubo nadie, no tenía familia, nadie podía hacerse cargo de mí y fue como quedarme solo en la oscuridad de nuevo.

Necesitó unos instantes para recobrar fuerzas pero continuó.

—     Ni siquiera puedo respirar en la oscuridad desde entonces.

El de Libra no había perdido una sola de sus palabras, acarició su cabello plateado y lo abrazó suavemente.

—     Me quedaré contigo Thanatos, pero quiero que lo digas, que me quieres a tu lado, que quieres despertar conmigo a tu lado. Podríamos encontrar una manera y empezar una nueva vida.

El de mirada de plata lo escuchaba pero no sabía qué sentir y el de cabellos rojizos continuaba.

—     ¿Por qué no vivimos juntos?—le preguntaba con tono de alegría—Así podríamos comer y cenar juntos y esperarías por mí para pasar nuestro tiempo queriéndonos aún más. Y haríamos el amor, te dormirías entre mis brazos. Así estaríamos juntos para siempre.

—     Dohko.

Se miraron de frente y el de mirada glauca no dejaba de sonreírle con promesas de otro futuro.

—     Tan solo deseo que puedas llegar a amarme Thanatos.

Se miraron fijamente por unos segundos y el de ojos de plata leyó su honestidad en las pupilas del de ojos verdes.

—     Solo dime que me amas—le pidió el de Libra.

Un instante más y se estaban besando, no era como ninguno de los besos que habían compartido hasta ese instante, durante ese tiempo el de cabellos rojizos no dejó de pedirle que lo amara, jurándole a su vez que él lo amaba y que jamás lo abandonaría a la oscuridad de la soledad.

—     Te amo…te amo…te amo…—susurraba contra sus labios.

—     Te amo tanto Dohko.

Fue como un sollozo y se abrazaron con fuerza, no pudieron decir nada más, tan solo se quedaron quietos y unos instantes bastaron para que ambos se refugiaran bajo las sábanas una vez más, estrechamente abrazados. No pensaban en la pasión, era la suave placidez de otro tipo de dicha la que los inundaba. Unos momentos bastaron para que solo el sueño y las luces de las velas los cobijaran.

Thanatos despertó, las velas casi se habían consumido, estaba por quedarse a oscuras de nuevo. Iba a refugiarse bajo la manta cuando logró ver algo, como un rasguño de luz en la noche. Logró incorporarse y fue temeroso hacia la ventana, era la cortina que intentó abrir el de Libra, estiró la mano y sin saber qué esperar se asomó al exterior. Permaneció sorprendido, de pie, ante la ventana, era de noche pero no estaba a oscuras, el cielo brillaba en realidad. Las estrellas derramaban su luz…y era tan hermoso contemplarlo.

En ese momento Dohko despertó, vio a su compañero iluminado por la noche, se incorporó a medias y le habló.

—     ¿Thanatos?

Se puso de pie con suavidad y fue a su lado, lo abrazó por la cintura y ambos permanecieron frente a la ventana mirando al cielo, sabiendo que se amaban y que ese amor los mantendría unidos.

—     Es hermoso ¿verdad?—preguntaba el de ojos verdes.

—     Sí, es muy hermoso.

—     Ahora podemos compartir esto también.

—     ¿Fue en serio lo que me dijiste Dohko?

—     No te diría nada que no fuera en serio.

—     Entonces ¿te vas a quedar conmigo y haremos una vida juntos?

—     Por supuesto.

—     ¿Y vas a amarme?

El de ojos verdes le sonrió y lo besó en los labios, fue una respuesta aún mejor para el de Erebo.

Después de tantos años, Thanatos pudo enfrentar su miedo, no solo a la oscuridad y a la noche, sino a la soledad y el abandono. No podía ser de otra manera, cuando el verdadero amor lo ayudó a mirar todo en los albores de una nueva vida, como un destello en la oscuridad.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

La nictofobia, el miedo a la oscuridad, es un trastorno real, generalmente ligado a la infancia, pero a veces llega a avanzar hasta edad adulta.

Si nada sucede nos leemos la semana entrante.

Atte. Zion no Bara

 


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