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Primero por zion no bara

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Notas del fanfic:

Dedicado a Aranel Poli quien me sugirió a la pareja, disculpa la tardanza.

 

 

 

Notas del capitulo:

Es una trama corta, espero que les guste a quienes lean.

 

 

 

Vivir en una comunidad como Cinco Picos daba la capacidad de sentirse relajado sin importar la actividad que se hiciera de manera cotidiana. Era tomado por un hermoso sitio sobre todo para vacacionar, sus paisajes naturales y esa manera de parecer un rincón escondido fascinaba a sus habitantes, quienes de verdad disfrutaban de su estancia por unas semanas. El clima de ese año resultaba particularmente atrayente, templado, cálido, invitaba a salir y dejarse acariciar por la brisa, despejando todas las preocupaciones que se pudieran tener.

Justamente un joven del lugar estaba viviendo ese tipo de experiencia.

Su nombre era Shiryu, estaba ahí por haber terminado sus estudios y deseaba un pequeño descanso antes de volver a sus actividades. Sus padres habían estado de acuerdo, pues siendo un chico tan responsable y dedicado no veían nada de malo a que deseara relajarse un poco. Estudiante destacado, buen atleta, nunca les dio motivos de preocupación. Tan solo estaba esperando ese breve periodo de vacaciones para marcharse a la universidad, así que todo estaba bastante bien.

Aunque como cualquier joven Shiryu poseía sus preocupaciones, que no había podido comentar con casi nadie. No sabía cómo afrontar el tema aún, no estaba seguro de la reacción de su familia, suponía que los sorprendería aunque todavía lo llenaba de nervios el imaginarse siquiera enfrentar a sus parientes con las novedades de su vida.

Haberse definido como gay no era una cuestión tan sencilla.

Llevaba unos años intentando declararse a sí mismo, en un principio supuso que lo suyo eran las chicas, hasta que entendió que si bien podía ser su amigo, las cosas jamás pasarían de ahí. Aunque tampoco había estado en una relación con un muchacho. Lo más cercano que había tenido fue un baile con un desconocido en una fiesta, rodeado de invitados ni siquiera estuvo seguro quien era ese hombre que pegaba su cuerpo contra el suyo de manera tan sensual, tampoco estaba seguro que esa fuera su intención, había tanta gente esa noche…

Como fuera necesitaba relajarse, no era un asunto que pudiera retrasar, debía hablar con su familia sobre ello, pero no terminaba de animarse a hacerlo.

Y eso era solamente la mitad de los problemas que aquejaban su mente. En Cinco Picos se había encontrado con una causa de inquietud aún mayor.

Paseando en su bicicleta dejaba que el sol y la brisa lo rodearan, deseaba estar tranquilo para saber qué camino tomar y… Un tope estaba en su camino, pensaba que podía esquivarlo sin bajar la velocidad, así que lo hizo, pero al hacerlo no notó que del otro lado había unas rocas más puntiagudas de lo esperado. La rueda delantera logró pasar pero la trasera se dañó. El movimiento errático de la bicicleta lo hizo bajar de un solo movimiento y no tardó en convencerse que estaba en problemas.

Generalmente llevaba consigo su pequeño equipo de emergencias pero justamente ese día eligió no llevarlo porque jamás lo había necesitado.

—     No puede ser—se dijo.

Estaba lejos de casa y tener que dar la vuelta de esa manera no lo entusiasmaba pero no veía otra salida.

—     Será un largo camino a casa.

—     ¿Problemas con la bicicleta?

No necesitó voltear siquiera para reconocer a quien le hablaba, quien por cierto era el causante de la otra mitad de sus ansiedades. Se trataba de uno de los vecinos del lugar, un apuesto hombre al que no había dejado de notar desde que llegara, siempre lo saludaba con amabilidad y a él le fascinaba, fantaseaba con él, y por lo mismo había procurado mantener algo de distancia.

—     ¿Todo bien?

El otro ya estaba a su lado, se mostraba interesado en su pequeña calamidad.

—     Piché una rueda y justamente hoy no se me ocurrió traer mi equipo para emergencia—se explicaba el joven.

—     No te preocupes Shiryu, estamos cerca de mi casa, si gustas puedo ayudarte.

—     No quiero molestar señor Saga.

—     No es molestia y no me digas señor ¡por favor! Me haces sentir un viejo de ochenta años.

Lo decía con humor pero era verdad que no se trataba de alguien que pudiera haber sido su padre.

—     Perdona—se disculpaba el menor—Es que a veces me siento algo nervioso con la gente.

—     No te preocupes por eso ¿vamos?

Le sonrió sin más, con un algo en esa sonrisa que parecía saber algo que no sucedía todavía.

—     De verdad, no quiero molestar.

—     Anda, te ayudaré, fui ciclista, te aseguro que puedo encargarme de esto. Los chicos ven a los adultos como si solo deseáramos darles órdenes.

—     Pero ya tengo dieciocho.

¿Por qué le había dicho eso? No estaba seguro.

—     Y yo apenas tengo veintiocho—contestó Saga—Te llevó una ventaja de diez años en esta vida, y te digo que me puedo encargar de una rueda pinchada.

—     Gracias.

Siendo así estaban los dos en marcha en poco tiempo.

 

**********

 

No estaban lejos de la casa propiedad de Saga, quien resultaba ser un muy apuesto hombre de largos cabellos azules y profunda mirada glauca, contaba además con unos anchos hombros y fuertes piernas, todo sumado a una muy bien delineada cintura y un abdomen que mostraba orgulloso no tener nada de grasa extra. Pantalones que se le pegaban como una segunda piel y esa camiseta que semejaba a la de alguien de una talla menor no podían ocultar nada.

Shiryu era un muchacho que no había dejado de notar todo eso desde que lo conociera, cuando llegó a la propiedad por vez primera dos años antes. Lo había visto de lejos y se sintió totalmente turbado por la reacción de su cuerpo, ya que el otro andaba solo con pantalones mientras trabajaba en su automóvil. Por vez primera en su vida sintió una oleada de calor en su vientre, sumado a que sus pezones se endurecieron y una especie de ardor punzó en su sexo. No había sucedido absolutamente nada, pero el evento lo dejó extrañamente cohibido ante ese hombre. En las ocasiones siguientes que se encontraron fue para el joven una situación extraña, le gustaba estar cerca pero a la vez no lograba manejarse a su lado.

—     Siéntete como en tu casa—le decía el de cabellos azules—Buscaré lo que necesito para tu bicicleta.

—     Gracias.

—     ¿Te gustaría algo de beber? Tengo agua y sodas en la nevera.

—     No gracias.

—     O cerveza, ya tienes edad para beber.

—     No gracias.

—     Parece que no hablas mucho.

El de cabellos azules sonreía simplemente, para Shiryu fue un poco vergonzoso pero de verdad no sabía qué hacer al estar al lado de ese hombre.

Lo vio desaparecer en las habitaciones interiores, dejándolo solo en el recibidor, ante lo cual pudo curiosear unos momentos en la habitación. Se notaban varias fotografías y reconocimientos, tal como lo había dicho el de ojos verdes había sido ciclista, al parecer fue bueno, pues se notaba que ganó varios reconocimientos. Además de eso no parecía haber señales de una vida familiar, o de una pareja. Pero aún de tener la suerte que fuera soltero y sin compromisos, que lo suyo fueran los hombres, no significaba que pudiera desear algo con él. Era decepcionante pero era la verdad, no era alguien que se dejara llevar por fantasías.

Pero con esa fotografía en la que estaba con su uniforme de ciclista, esos pantalones entallados, sin duda invitaban a fantasear.

Tan absorto como estaba no se dio cuenta que el dueño de la casa estaba de vuelta, tampoco que era mirado con mucha atención.

Resultaba que Saga recordaba apenas a ese chico, de los años anteriores, porque ese año le había prestado mucha atención. Ya no tenía esa carita de adolescente, un tanto redondeada y de facciones suaves. De hecho se estaba convirtiendo en un hombre bastante apuesto, con sus largos cabellos negros y sus brillantes ojos verdes, si no bastaba su esbelta y estilizada figura lo convertía en un sueño para cualquiera que gustara de hombres atléticos pero no excesivamente musculosos. Pero pensaba también en esos diez años que los separaban, era una cantidad de dos dígitos, y aunque fuera gay (lo cual había notado sin problemas), no significaba que pudiera hacer un avance.

Se daba cuenta que le gustaba a ese chico, pero tenía sus reservas, tal vez era mejor dejar las cosas tal y como estaban.

—     Estoy listo—dijo anunciándose.

El de cabellos negros dio la vuelta y lo miraba como si no entendiera lo que le decía.

—     ¿Tu bicicleta?—le aclaraba el de cabello azul.

—     Claro.

En silencio fueron hacia la cochera, pues era donde habían dejado el vehículo, y con un ademán de profesional el de cabellos azules se dispuso a hacer su parte, se notaba que sabía bien lo que hacía.

Si bien Shiryu guardaba silencio, Saga no estaba en la misma tesitura, deseaba un poco de conversación para conocerse un poco.

—     Pareces muy reservado Shiryu.

—     No es eso.

—     Debes preferir hablar con gente de tu edad.

—     No es eso.

—     Podrías socializar más en esta temporada de vacaciones, no mostrarte tan retraído ante los demás.

—     Yo…

—     Por un momento pensé que me ibas a responder de nuevo “No es eso”.

Se rio ante la idea pero el de cabellos negros pareció apenarse, como se dio cuenta el de cabellos azules quiso resarcirse.

—     Lo lamento, no debí decir eso Shiryu.

—     Es la verdad, no soy alguien muy sociable, me cuesta soltarme ante las demás personas.

—     Eso no es malo, solo te tomas tu tiempo para conocer a la gente.

—     No sé qué decirle a las personas, como hacerles saber lo que pienso o lo que siento, que me agradan, que…

Pero se detuvo unos segundos.

—     ¿Qué te gustan?—preguntó Saga.

Pese a no decir una sola palabra se notaba en sus ojos que era lo que pensaba, también pudo darse cuenta el de cabellos azules que le gustaba a ese chico. No pudo menos que sonreír, estaba acostumbrado, y no era presunción, a gustarle a los demás, pero no por eso lo halagaba menos ser el objeto del afecto de ese lindo chico.

—     Si te muestras un poco ante la gente con seguridad les agradaras Shiryu ¿sabes? Yo tampoco era muy sociable.

—     ¿De verdad?

—     Sentía que las personas no me aceptarían de saber algunas cosas sobre mí pero con el tiempo aprendí que cuando la gente te aprecia, tal y como eres, es bueno tenerlos cerca.

—     Hay cosas de mí que aún no sé cómo manejar.

Vaya, así que no le había dicho a nadie que era gay, debía costarle trabajo aceptar muchas cosas en su vida.

—     Mira, no nos tardamos en esto—comentaba el de cabellos azules—Será necesario que cambies la rueda pero podrás regresar a tu casa con esto.

—     Gracias.

Aunque la idea de regresar cuando podía estar a su lado no terminaba de gustarle al más joven.

Como el de cabellos azules lo notaba prefirió intentar un nuevo rumbo de acción que fuera más abierto.

—     Es agradable tener visitas Shiryu ¿te gustaría quedarte y ver algo en la televisión por un rato? Te llevaría después a tu casa, si gustas.

El de cabellos oscuros se quedó en silencio, la verdad era que ese hombre ante él era muy apuesto, notaba su cuerpo bien marcado, tanto que el otro se dio cuenta que lo estaba examinando y sonrió de nuevo.

Eran esos ojos verdes los que sonreían, eran brillantes y claros, como si miraran a través de él, y no podía dejar de mirarlo. No comprendía lo que estaba sucediéndole.

—     Claro—logró decir.

Pero a pesar de esa respuesta se notaba que estaba nervioso, por lo cual el de cabellos azules se hizo cargo de la situación de inmediato, dirigiéndose al interior de la casa y guiándolo hacia la sala.

—     Debe haber algo en la televisión—comentaba Saga.

Sin más tomaba el control remoto y encendía el aparato, para dirigirse a su visitante que se mantenía en silencio.

—     ¿Te gustaría algo de beber Shiryu?

—     Sí.

Lo veía moverse por el lugar, de hecho todo el sitio iba con él, pues se trataba de un espacio confortable y bien amueblado, aunque aparentemente instalado para una sola persona. Un poco después apareció el otro con dos latas en la mano, soda de sabor, le extendió una y se quedó con la otra mientras se quedaron sentados viendo un programa deportivo, aunque hablaron poco.

—     Tienes un buen lugar Saga—logró decir el de cabellos negros.

—     Gracias, me siento cómodo aquí.

Shiryu no estaba seguro de lo que debía hacer, se sentía demasiado consciente de sí mismo y no dejaba de preguntarse cómo se veía ante los verdes ojos del otro hombre, tan solo esperaba verse bien. Por un instante sus ojos se encontraron con los de Saga y se sonrieron, algo estaba sucediendo pero para el más joven no estaba en claro qué era. Para el mayor, por otra parte, estaba bastante despejado el camino, tenía bastante experiencia como para no reconocerlo.

 

**********

 

Lograron hacer una breve charla, algo un tanto general pero que ayudó a tranquilizar el ambiente entre los dos. De esa manera el de cabellos oscuros supo que Saga se dedicaba a las inversiones inmobiliarias, había practicado el ciclismo de joven pero al final quedó como un pasatiempo. Le costaba mirarlo de frente pero cuando sus ojos no se encontraban podía sentir su intensa mirada glauca sobre él.

Siguieron en esa especie de juego en que ninguno de los dos encontraba la manera de seguir, aunque lo deseaban, eso no valía la pena negárselo.

—     Debes ser un chico especial Shiryu—continuaba el de cabellos azules—Pareces maduro para tu edad.

—     Me he dedicado a la escuela y a no dar problemas.

—     Eres un buen chico entonces.

—     Solo quisiera…

Se detuvo.

—     ¿Qué es Shiryu? ¿Qué es lo que quisieras?

—     Que las cosas fueran distintas, que pudiera hablar con libertad, que tuviera la posibilidad de ser distinto.

—     Estoy seguro que puedes hacerlo.

Al decirle eso le sonrió ampliamente, el de cabellos oscuros le respondió de la misma manera, aunque con un sesgo de timidez, era más joven después de todo y aún no lograba controlarse.

—     Sé lo que es sentirse diferente Shiryu—continuaba con amabilidad—Y te aseguro que siempre encontrarás la manera de seguir adelante.

—     ¿En verdad lo sabes?

—     Sí, lo sé.

Diciéndole eso se quedaron mirando de frente, con honestidad, Shiryu pudo comprender lo que le decía el otro hombre, por un momento se sintió inquieto para después relajarse, ahora sabía la verdad.

—     También soy gay Shiryu.

—     ¿Cómo fue para ti? Tener que aceptarlo y hacer una vida de esa manera.

—     A veces no fue sencillo—admitió el de cabellos azules—Pero la vida así como te da dificultades, te da las habilidades para hacerles frente.

—     Yo no sé qué hacer, soy lo que soy pero no me atrevo a que los demás lo sepan, no ahora.

—     No te preocupes, cuando sea el momento lo dirás.

—     ¿Pero cuando será ese momento?

—     Ya lo sabrás, y llegará—le aseguró.

Le volvió a sonreír pero de manera más abierta, con honestidad, y el de cabello oscuro supo que podía seguir adelante tal y como era.

—     Gracias Saga.

—     No tienes que agradecerme nada Shiryu.

En ese momento Saga no dejó de sonreírle pero cambió un poco, lo hacía notando lo guapo que era ese chico ante él, y que le gustaba…y a él le gustaba ese lindo muchacho. No perdía nada con intentar avanzar un poco más, tal vez no fuera rechazado.

Siendo así estiró su mano derecha y la hizo acariciar suavemente el muslo del joven ante él, subía lentamente, buscando su mirada para saber lo que pensaba de sus avances, si los aceptaba o los rechazaba.

El más joven pareció retraerse, como si deseara retroceder, ante lo cual el otro hombre se detuvo de inmediato.

—     Lo siento—se disculpaba el de cabellos azules—No debí hacer esto.

Ya no estaba cerca ni lo miraba, ese chico era muy joven aún y sin duda no necesitaba su comportamiento.

—     Tal vez sea mejor que te lleve a tu casa.

Sin embargo, el de cabello negro no pensaba en ello ¿Marcharse en ese momento? Absolutamente no. No se imaginaba que pudiera llegar a tener semejante oportunidad con el de cabellos azules; así que en lugar de buscar apartarse se inclinó hacia adelante y con su juvenil inocencia en esos terrenos le dio un beso en los labios al hombre ante él, esperando por la respuesta que pudiera dar a su avance. Saga no esperó para acariciarlo por el rostro con ternura y sin más besarlo con agrado al inicio, para ir haciéndolo sensual después, hasta se correspondido de la misma manera.

Estando como estaban, a solas y con los mismos intereses, definitivamente no pensaban en detenerse.

 

**********

 

Ambos se besaban aun sentados en el sofá, sin permitirse apenas separarse, sus manos no dejaban de explorarse y buscar nuevos caminos, aunque en definitiva las del de cabellos negros parecían mucho más ansiosas y curiosas. Llegaban hasta la camisa del de cabellos azules y la levantaban para después dirigirse a los pantalones y frotarse por encima de la tela de la prenda. Era como si no deseara aguardar pues no paró hasta que logró bajar la cremallera y abrirla, dejando expuesta la ropa interior, la cual tampoco deseaba en su camino, y sin más ya había liberado el tibio sexo que de inmediato fue el objetivo de sus atenciones, aunque claro, con un poco de ayuda.

Saga se sentía encantado con ese comportamiento, le gustaba que ese chico fuera honesto y no se pusiera a jugar juegos estúpidos, nada de eso. Deseaba estar con él y que le hiciera el amor, aunque antes de llegar a ese punto era necesario hacer algunas otras cosas, como enseñarle que había más que la mera penetración al estar con otra persona. Por eso no dudó en besarlo con intensidad en los labios, ayudado con la lengua no se abstuvo de probarlo y excitarlo por igual. Sumergió las manos en su larga mata de color negro y lentamente, con mucha suavidad, lo hizo inclinarse hacia atrás.

En ese momento la fuerza del mayor fue de ayuda para sus deseos, ya que logró guiar al más joven, quedó sobre sus rodillas ante él, y no tardó en adivinar lo que el otro le proponía. No era tan ingenuo. Así que Shiryu, con algo de inseguridad por no saber hacerlo, sujetó el sexo ante sus ojos y lo dirigió a sus labios, para después permitir a la corona pasar al interior y se dedicó, con la ayuda de su lengua, a humedecerlo a la par de excitarlo. Mostrándose entusiasta su mano libre acariciaba el vientre del de cabellos azules, sin dejar de buscar la manera de llevarlo más a su interior. El otro hombre tan solo sonreía, ese chico era fantástico, así que empezó a quitarse la camiseta y dejó su torso desnudo, para, con cuidado de no romper el ritmo, bajar sus pantalones y la ropa interior hasta los tobillos.

Al detenerse para tomar un poco de aire, el de cabellos negros no tardó en sentirse besado con necesidad, Saga no pensaba dejar las cosas en ese punto y para eso necesitaba convencerlo de continuar. Besarlo era la manera de compartir su calor y darle tranquilidad, pasaba las manos por su cabello, los hombros, acariciaba el fino cuello, lo sujetaba delicadamente hasta que el mismo jovencito eligió regresar a su labor. Llevó de nuevo la enrojecida cabeza a su boca, dispuesto a probarla hasta aprenderse su sabor de memoria. Saboreaba el tronco, la piel del escroto, el frenillo, la base, todo lo que estaba cerca de sus labios en algún momento. No pensaba desistir, ansiaba conocerlo por completo y que su cuerpo fuera explorado de la misma manera.

Saga lo dejó continuar hasta que sintió que era suficiente y que era mejor seguir pero desde otra perspectiva. Con eso en mente se apartó un poco, tan solo lo suficiente para inclinarse hasta alcanzar ese precioso rostro brillante por la necesidad y el deseo. Lo besó de manera abierta, sin aguardar, colocando ambas manos detrás de las orejas del más joven, sin darle espacio ni tiempo para nada que no fuera sentirlo. Era el momento de hacer algo más y para eso necesitaba un mejor escenario y supo exactamente cuál sería. Se dio unos instantes para tomar aire y después guio lentamente al de cabellos negros por el lugar, apenas levantando sus pantalones para que no estorbaran. Necesitaba que llegaran a la recámara principal cuanto antes.

Una vez en el interior lo sujetó con determinación y sin dejar de mirarlo directamente a los ojos lo hizo recostarse sobre su espalda en la amplia cama. Un instante apenas y estaba sobre él, besándolo con sensualidad y logrando que sus erecciones se sintieran, aunque con algunas molestias, ya que la ropa del más joven seguía en su sitio. Para solucionarlo el mayor se apartó un poco y con habilidad, del tipo que tiene una persona que ha hecho las cosas antes, dejándolo desnudo en tan solo unos segundos. Vio como el muchacho ante él respiraba agitado, la manera en que su rostro brillaba con un delicioso rubor, estaba encantador.

Saga besaba a Shiryu desde el cuello hasta el vientre, llegando al suave abdomen y un poco más abajo la dulce erección que ya estaba presente. Sonrió y sin más la tomó entre sus labios, haciendo algo de presión, llevándola a su interior con experiencia, por completo, de la corona a la base, de la base hasta la corona. El de cabellos negros apenas si podía creerlo, veía su sexo desaparecer en esa sensual boca que lo había besado, una nueva oleada de pasión lo envolvió ante lo que sentía. El de cabellos azules no se detenía, hasta que el delicado miembro entre sus labios estuvo tan erguido como el suyo se apartó, y eso solamente para besar el ombligo, el pecho, el cuello y una vez más los labios de ese chico que se le estaba entregando.

No tenía sentido aguardar, al menos Saga no pensaba hacerlo, por eso se adueñó del espacio entre esas largas piernas, dejando que sus sexos se encontraran y se estremecieran, al mismo tiempo que besaba con ardor al chico recostado sobre su espalda. Pero necesitaba más, no iba a aguardar, de ninguna manera. Siendo así se estiró con habilidad hasta la mesita de noche, alcanzando el tubito de lubricante transparente y el paquete de tres de preservativos. Primero se aplicó el gel en los dedos, el anular y el del medio, para llegar con ellos hasta el punto que buscaba. La estrecha entrada le parecía un secreto, cerrada, inexplorada, pero también algo que podía traspasar si lo hacía de la manera adecuada y con paciencia.

Shiryu sentía la manera en que era besado, pero también sentía que unos dedos tenaces y deseosos dibujaban círculos alrededor de su estrecho pasaje, intentaban separar las suaves redondeces donde resguardaba el secreto de su virginidad, y la verdad era que le gustaba que lo hicieran. Abría sus muslos intentando hacer más sencilla la labor, no dejaba de acariciar esa fuerte espalda que lo cubría, fascinado con el aroma de ese cabello azul que rozaba sus hombros. La primera invasión se dejó sentir, no estaba tan mal, avanzaba lentamente en su interior, separando las suaves paredes que se acostumbraban lentamente al asalto. La estimulación que le brindaban esas caricias lo hacían gemir, también lo hacían esos besos que tan diestramente plantaban en su cuello.

Al parecer de Saga ese chico entre sus brazos estaba listo para algo más, y él era quien se lo iba a dar. Se colocó el preservativo, lo sujetó firmemente contra la cama, besándolo de manera que el otro se le rindiera, cuando lo consiguió lo hizo girar suavemente sobre las sábanas hasta que quedó boca abajo. Lo vio estrujar las telas con sus dedos, avanzó sin aguardar, separando los bien torneados muslos y dejándose sentir con su sexo en la masculina entrada. Besaba el juvenil cuello, los hombros, el sensible espacio entre los omoplatos, mientras se hundía en el tierno pasaje que se abría con algo de esfuerzo ante su asalto. Al conseguirlo buscó los suaves labios del más joven y compartieron un beso cálido, amable, demostrando que estaban dispuestos a continuar.

Dio inicio un lento vaivén por parte del de cabellos azules, dejándose sentir y llegando a lo más íntimo que podía alcanzar, moviendo sus caderas de manera que parecía buscar dilatar aún más ese masculino pasaje que lo estrujaba deliciosamente. Todo era parte de algo más, tan solo necesitaba asegurarse que estaba alcanzando el momento adecuado. No cesó de moverse de manera pausada, cerciorándose que no lastimaba al otro, sino que lo hacía gozar. Al notar la forma en que cerraba sus ojos, como curvaba su espalda, los deliciosos gemidos de satisfacción que daba, supo que podía seguir.

Siendo ese el panorama, Saga se retiró, pero solamente porque buscó que Shiryu diera vuelta de nuevo, quedando ambos de frente, compartieron un beso, uno profundo y entregado. Al mismo tiempo el de cabellos azules aprovechó para aplicarse más lubricante sobre el erguido sexo, sujetar las largas piernas del más joven y sin más hundirse en su intimidad de un solo movimiento. Como un impulso, el de cabellos oscuros se arqueó sobre su espalda y fue sujetado por las fuertes manos del de cabello azul al nivel de las caderas, logrando un ángulo de penetración más hondo y no dejó de ser aprovechado por el dueño de la casa y la situación.

Aprovechando que su fuerza era mayor y su posición era mejor, Saga se impuso por completo en el juvenil cuerpo del de largos cabellos oscuros, lo besaba con pasión al mismo tiempo que lo estrechaba entre sus brazos de una manera tal que parecía buscar resguardarlo de un peligro. Lo embestía de forma rítmica, veloz, sin permitirse dejar de probar esos dulces labios. Shiryu sentía claramente como su cuerpo respondía a cada caricia que recibía, también estaba al tanto de que sus rodillas estaban a la altura de su pecho en esos momentos. Y ninguno de los dos pensaba en detenerse, tan solo anhelaban lograr la culminación de su encuentro.

El de cabellos azules sabía que no estaba lejos del final, conocía bien todas las señales, por lo mismo sentía que su compañero estaba tan cerca como él. Para hacerle más sencilla la labor se dedicó con entusiasmo a acariciar la punta del enrojecido sexo a su alcance, después lo hizo por el tronco, hasta que frotaba por completo el turgente miembro al ritmo de sus embestidas. El de cabellos negros dio unos ahogados gemiditos de satisfacción y en unos segundos su esencia brotaba para cubrir el abdomen de ambos. El de cabellos azules sonrió con satisfacción y lo besó de manera entusiasta para después separarse lentamente y recostarse a su lado. Se retiró el preservativo con un solo movimiento y se dispuso a frotarse con necesidad para lograr su culminación, todo bajo la mirada de ese chico que parecía fascinado por lo que veía.

 

**********

 

Un poco más tranquilos, el de cabellos negros se acercó a Saga y lo besó con suavidad, solo para ser atraído de inmediato por el otro hombre y compartir una larga serie de besos sensuales y encendidos. Sus cuerpos se enredaron bajo los últimos reflejos de la pasión y se quedaron muy juntos para buscar la mirada de su compañero y sonreír. Se permitieron descansar un poco más, hasta relajarse por completo, hundidos en el silencio y pensando…aunque no había mucho en qué pensar.

—     Tal vez sea mejor levantarnos—sugirió Saga.

—     Muy bien—fue la respuesta.

No tardaron en ponerse de pie ni en asearse un poco, se hacía tarde y era mejor que Shiryu estuviera de regreso en su casa. Así que el de cabellos azules decidió que lo mejor era que lo llevara. Subió la bicicleta en la parte trasera de su automóvil y el de cabellos negros iba a su lado.

No charlaron demasiado en el camino, pero cuando llegaron a la propiedad el mayor se mostraba afectuoso, además que tenía algo que decir.

—     Vas a estar bien Shiryu.

—     ¿De qué hablas?

—     Decidas lo que decidas en tu vida, vas a estar bien, ya lo verás.

—     Gracias.

Con eso y una sonrisa bajó del vehículo, sacó la bicicleta del automóvil y pensó en despedirse, pero el otro hombre tenía algo más que decirle.

—     Creo que debes hablar con tu familia Shiryu, ellos te aman, merecen saber lo que sucede.

El más joven solo sonrió mientras caminaba hacia el interior de la casa, pero sentía que era verdad, necesitaba hacerlo, cuando se reunieran se los diría.

Los dos descansaron bien por las horas siguientes.

La verdad fue que no solo se trató de un encuentro aislado, volvieron a verse en los días siguientes, aunque no solo por la intimidad, muchas veces hablaban, se llevaban bien, y aunque no se trataba de amor estaban dispuestos a confiar uno en el otro.

Las vacaciones estaban por terminar, de hecho en el lugar hacían una fiesta por esas fechas y se mencionaba el espectáculo de fuegos artificiales como algo digno de verse, por ello Saga llevó a Shiryu a verlo. De verdad fue una noche hermosa, los dos tendidos sobre la hierba no dejaban de admirar las luces en el cielo de diversas formas.

—     Fue increíble Saga.

—     Solo es lo que mereces Shiryu.

Por un instante los dos se miraron y el de cabellos azules continuó.

—     No debes permitir que nadie te dé menos que esto.

—     Gracias—respondió el más joven con una sonrisa.

Cuando el de cabellos negros partió lo hizo con una perspectiva de la vida distinta, como si estuviera dispuesto a tomar cualquier reto y hacerle frente.

Pasaría un año desde esa noche para que ambos volvieran a verse.

 

**********

 

Saga caminaba por los alrededores, parecía que nada había cambiado, ese sitio siempre estaba en la quietud y la tranquilidad, era lo mejor. Además esos paseos lo ayudaban a sentirse más confiado sobre lo que estaba sucediendo en su vida, muchas cosas cambiaron en doce meses.

Distraído como estaba con sus pensamientos apenas si notó que se le cruzaba en el camino una persona que iba en bicicleta.

Pero no tardó en reconocer esos largos cabellos negros ni esos brillantes ojos verdes, no esperaba verlo.

—     ¡Shiryu!

—     Saga ¿Cómo has estado?

—     Me encuentro bien ¿Qué hay de ti?

—     Estoy bien.

No tardaron en saludarse con un abrazo, se preguntaban lo más importante ¿Cómo habían ido sus vidas en ese tiempo?

—     Todo ha ido muy bien para mí Saga—decía animado el de cabellos negros.

—     Me alegra escucharlo.

—     Hablé con mi familia.

—     ¿De verdad?

—     Sí, estábamos reunidos, veíamos un juego de futbol en la televisión antes de cenar y solo se los dije.

—     ¿Qué pasó?

—     Me miraron como si dijera algo que ya supieran y las cosas siguieron como siempre entre todos.

—     Me da gusto.

Justo en ese instante otro ciclista les daba alcance, se trataba de un chico rubio de ojos azules.

—     Te adelantaste Shiryu—le dijo.

—     Pero ya me alcanzaste.

El otro parecía preguntarse quién era el de cabellos azules y el de cabello negro no tardó en presentarlos.

—     Saga, él es Hyoga. Hyoga, él es Saga, nos conocimos aquí justamente.

Los dos se saludaron pero el mayor no tardó en darse cuenta de lo feliz que parecían los dos por estar juntos.

—     Puedes adelantarte Hyoga, te alcanzaré, deseo despedirme de Saga.

—     Muy bien.

Con eso el joven de cabellos rubios no tardó en seguir el camino, dejando a los otros dos a solas.

—     Parece que te encanta ese Hyoga—dijo Saga.

—     Así es, hemos salido por más de un mes, y no hay nadie como él en el mundo, apenas puedo creer que aceptara venir conmigo.

—     Definitivamente te encanta.

—     Quiero que vea los fuegos artificiales conmigo.

Esa sonrisa abierta, los ojos brillantes, ese chico tenía suerte. Ver su alegría no podía sino hacerlo sonreír, pues el de cabellos azules apreciaba al de cabellos negros.

Y siempre es un gusto ver el amor joven.

—     Tengo que irme Saga, me dio gusto verte.

—     A mí también Shiryu.

El de cabellos negros subió a su bicicleta de un solo movimiento y no tardó en desaparecer por el paisaje.

—     Que tengas toda la suerte del mundo Shiryu—le deseó el mayor.

Mientras lo observaba alejarse no pudo retraerse de un pensamiento, que había sido el primero en la vida de ese chico.

—     Aunque de ninguna manera fui su primer amor—reconoció.

De todas maneras le alegraba haber sido parte de su vida, se veía tan contento que ni siquiera pudo decirle nada de las novedades en la suya. Como el hecho de que contaba con algunas adiciones.

Se puso en camino de buen humor y no tardó en alcanzar su casa, por lo cual una voz le llegó de lleno.

—     ¡Saga!

Contaba con compañía esas vacaciones, y se trataba de un hombre de cabellos lilas y mirada verde, alguien muy especial sin duda alguna.

—     ¿Qué estabas haciendo Saga?

—     Solo daba una vuelta Mu.

Y en ese momento se le quedó mirando con una sonrisa en el rostro.

—     ¿En qué piensas Saga?

—     En lo fantástico que es el amor.

Sin más sonrieron y se besaron.

El de cabellos azules pensaba que cuando viera a Shiryu otra vez le contaría lo que pasaba en su vida, estaba seguro que lo entendería con la misma facilidad que lo había comprendido en el pasado, pues él, a pesar de su edad y sus experiencias, también estaba con su amor. El primero.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

Si nada sucede nos leemos la semana entrante.

Atte. Zion no Bara

 


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