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Zambullida por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Gcnovas, quien me sugirió a la pareja, espero que te guste y perdona por la tardanza.

Espero que les guste esta sencilla historia pues la pareja es nueva para mí.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte solamente.

 

 

Capítulo I

 

Se sentía nervioso ese pequeño castaño, sus experiencias anteriores no habían sido muy buenas, pero ahí estaba de nuevo, de pie, intentando contener los nervios. No se animaba a continuar, sus pies desnudos se mantenían al filo de la piscina, no parecían capaces de avanzar más. Entonces esos cabellos lilas emergieron de las cristalinas aguas. Con el respectivo rostro sonriente de su dueño.

—    ¡Vamos, ven, no tengas miedo!

Pero no se movía.

—    ¡Ven aquí!

Se inclinó pero no parecía avanzar más.

Entonces el otro le extendió la mano como si quisiera que lo ayudara a salir, pero en cuanto la tomó se sintió impulsado hacia el frente de un fuerte tirón, terminó dentro del agua, sintiendo unas manos que lo hacían estar firme y no le permitían hundirse. Quedaron frente a frente, flotando sobre la límpida agua que los rodeaba como una caricia, tuvieron que hablar.

—    Te sostendré Aioros.

—    Gracias Sorrento.

El de cabellos lilas le sonrió con dulzura.

—    Solo necesitabas una zambullida.

 

**********

 

Aioros de Sagitario casi suspiró cuando su hermano salió de su oficina, no había azotado la puerta pero su actitud le decía que se sentía altamente indignado o algo por el estilo, tan solo le quedó mirar por la ventana. No le gustaba hacerle algo como eso a su hermano, especialmente cuando él solo deseaba ayudar, pero no podía engañarse sobre sus propios sentimientos, no era agradable para él y no era justo para esos chicos que su hermanito menor tuviera la insistente idea de presentarle y concertarle citas.

Terminó por apoyarse contra la ventana mirando la calle desde la elevada vista que se obtenía del edificio ¿Con cuántos chicos había tenido que salir? ¿Nueve? ¿Diez? Ya empezaba a perder la cuenta y ni hablar de que no recordaba los nombres, tan solo esperaba que Aioria se diera cuenta que era perfectamente capaz de encontrar a alguien por su cuenta y cuando fuera el momento esa persona especial aparecería, después de todo era joven, solo tenía veintisiete años y no estaba apurado por casarse de ninguna manera, líder de la familia Sagitario o no.

Pero parecía no importar cuanto se lo dijera a su hermano, él seguía con su labor de presentarle chicos que serían “Perfectos para él”.

El problema era que todos los chicos eran agradables y no podía rehusarse a salir con ellos al menos una vez esperando que los instintos de su hermano fueran correctos. Entonces terminaba en un restaurante o un evento o cualquier otro sitio al lado de un lindo chico que lo aburría a muerte o con el que no tenía nada en común.

—    Con suerte Aioria comprendió el mensaje en esta ocasión—se decía a sí mismo—Le advertí que era la última vez que salía con alguien que me presentara y lo dije en serio—tuvo que suspirar—Más vale que lo crea.

Aioria era un excelente joven, su hermano mayor lo quería mucho, habiendo perdido a sus padres muy jóvenes él había criado prácticamente a su hermanito, era sonriente y bromista, le gustaban las fiestas y divertirse pero además fue muy allegado a él y cooperaba de manera muy cercana con todo lo que tuviera que ver con la empresa familiar. Sin embargo justamente esa relación tan cercana y abierta entre los dos le daba la idea a su hermano de que tenía que estar al pendiente de su vida, incluyendo lo de tener a alguien con quien compartirla.

Al final se decidió por dejar de mirar por la ventana, sin duda su hermano volvería a aparecer ante él con algo más, tal vez otro nombre de un chico para que se conocieran, quizás era mejor despejarse un poco antes de seguir trabajando y para ello lo mejor era dejar la oficina por un rato.

—    ¿Qué estarán haciendo Dohko y los demás?

Con esa idea no vaciló en tomar su chaqueta y salir de la oficina, era mejor estar fuera, tomar algo de aire fresco y charlar con una persona que no intentaba emparejarlo con alguien. Siendo así subió a su vehículo y se puso en marcha a la nueva construcción de la compañía.

La compañía de los Sagitario era un consorcio con varias ramificaciones pero la más importante era la de la construcción, se decía que habían construido la mitad de la ciudad y sus edificaciones eran conocidas en el país y en el extranjero pues habían hecho importantes trabajos en otros países. En esos momentos se dedicaban a un nuevo estadio que contaría con lo más moderno en tecnología para una serie de equipos de la ciudad ¿El reto? Sería de plataformas móviles que permitirían que, sin importar cual fuera el evento, se pudiera jugar. Estaría además una zona comercial de primera y una avenida que llevaría directamente hasta las entradas, ya estaba completa en un setenta y cinco por ciento la construcción, con lo cual se calculaba que se terminaría en el plazo señalado sin inconvenientes.

—    Aioros, no te esperábamos hoy aquí.

Quien lo había visto llegar antes que nadie era un conocido suyo.

—    Lo sé Shura pero necesitaba algo de aire fresco. Pero si algo pasa puedo volver después, no deseo estorbar.

—    Siempre eres bienvenido Aioros.

Shura y él eran amigos desde la universidad, estudiaron juntos y ahora el joven de cabellos y ojos negros trabajaba en la compañía, era uno de los ingenieros de la empresa y confiaban uno en el otro, lo suficiente para que estuviera enterado de algo más.

—    ¿Esta necesidad de aire tiene algo que ver con ese joven con la que Aioria te concertó una cita?

—    Bueno…si—reconoció finalmente—Lo decepcioné de nuevo con una cita que salió mal—mirando alrededor tuvo que preguntar por alguien más— ¿Dónde anda Dohko?

—    Está por ahí—dijo el otro señalando a un pequeño grupo—Ha estado aquí todo el día viendo que todo marche bien, ya sabes, como siempre.

El castaño se rio, se despidió de Shura y se dirigió donde un hombre de mirada verde y cabellos rojizos se distinguía pues todos lo escuchaban.

Desde que perdiera a sus padres ese caballero había velado por la seguridad y bienestar de él y de su hermano, se había mostrado como un amigo y un protector y siempre se lo reconocería, además se manifestaban un afecto sincero. Tan solo esperaba que no estuviera muy ocupado en esos momentos en los que realmente le gustaría charlar un poco con alguien que lo conociera.

Lo cierto fue que Dohko también se alegró de verlo y no tardó en alejarse de los demás para charlar, se imaginaba que algo había pasado entre los hermanos para que el mayor decidiera fugarse de la oficina.

—    Realmente no sé qué más hacer Dohko—decía el castaño con cansancio—Mi hermano sabe bien que no quiero fastidiarlo pero esta búsqueda de novios para mí debe terminar.

—    Entiendo que te sientas incómodo Aioros pero reconozco que tu hermano Aioria tiene un punto.

—    ¿Cuál? ¿Enloquecerme?

—    Eres el mayor de los Sagitario, quien lleva la responsabilidad de su nombre y continuidad.

—    No, no también tú Dohko, tengo tiempo, mucho tiempo, aún soy joven, comprendan eso.

—    Tu amigo Saga también lo era—dijo con seriedad.

El castaño lo recordó…Saga, su amigo que falleciera cuando tenía tan solo veinte en un accidente automovilístico, lo había lamentado en verdad.

—    Entiendo eso Dohko, pero…

—    Y todos queremos verte feliz—lo interrumpió el de ojos verdes—Feliz y al lado de alguien que te haga sonreír.

—    Tengo a Aioria y a ti y a...

—    La familia y los amigos no son lo mismo—colocó su mano sobre el hombro del joven con cariño—Pero quiero verte con la persona correcta, con la persona a la que ames.

—    Pues no será uno de los chicos que mi hermano me pone enfrente—comentó en broma.

—    ¡Aioros!

Ambos voltearon y vieron como el joven Aioria se dirigía hacia ellos dos.

—    Ya me encontró—decía resignado el mayor.

Lo vieron caminar velozmente, era un buen muchacho sin duda, con sus cabellos rubios cenizos y su mirada verde, resultaba también ser un joven guapo, tal vez por eso no era complicado que siempre conociera gente.

—    Pensé que te encontraría aquí—dijo Aioria después de saludar a Dohko—Necesitas un sitio mejor para esconderte.

—    Lo siento pero no podía soportar otra serie de regaños de tu parte.

—    ¿De qué hablas?

—    Del muchacho que…

—    Oh, eso—dijo de manera tal que parecía no tener la menor importancia—No te preocupes. Como sea, lo que vengo a decirte es mejor, me llamó Julián, ya están de vuelta.

—    ¿Ya está en casa?—preguntaba con ánimos.

—    Si, dijo que te llamó también pero no pudo localizarte.

—    Sí, es que apagué mi teléfono. Son buenas noticias, no he visto a Julián y a Sorrento en meses.

—    ¿Qué tal si los visitamos?

—    Sería estupendo—volteó a ver a Dohko para despedirse—Pensaré en lo que me dijiste, gracias.

—    Me alegra ser de ayuda Aioros, ambos tengan cuidado y saluden a Julián y a Sorrento de mi parte.

—    Lo haremos—dijeron formales los dos.

 

**********

 

La llegada de los hermanos Julián y Sorrento fue un momento esperado y grato para sus amistades,  los dos jóvenes eran miembros de la comunidad de natación de la ciudad, si se le podía llamar de esa manera, sus padres habían tenido una escuela que ahora era de ellos y sin duda eran destacados en el deporte, justamente estaban de regreso de disputar una justa en la cual por cierto habían ganado. Julián era sin duda bueno, pero Sorrento era excelente, opinaban que era una sirena en el agua.

Los hermanos Sagitario y los Solo habían mantenido contacto a lo largo de los años, pues los primeros habían sido miembros de esa escuela mientras que los segundos habían tenido el mecenazgo de los padres de los primeros. Pese a la distancia y lo diferente que había sido el camino para cada uno la amistad había perdurado a lo largo de los años, aunque en realidad los que se mantenían en contacto frecuente eran, Julián y Aioria, por eso cada vez que tenían la oportunidad se veían.

—    Julián, Sorrento, que bueno que están de vuelta.

El mayor era muy sonriente con sus ojos y cabellos azules, que parecía menor de su edad pero no importaba, se trataba de un excelente nadador pese a sus pocos años. Aioros sonrió al verlo caminar hacia él y no tardó en distinguir que a su lado se mantenía la bonita figura de Sorrento, una hermosa criatura  de cabellos lilas y ojos rosas. Similar a ellos también habían perdido a sus padres pero siguieron adelante consiguiendo sus objetivos con esfuerzo a lo largo de los años.

—    Aioros, Aioria—saludó de inmediato Julián.

Su hermano a su lado sonreía amablemente al verlos.

—    No me esperaba que vinieran a recibirnos—continuaba el menor de los hermanos  Solo.

—    No nos íbamos a perder la oportunidad de darles la bienvenida—decía el menor de los Sagitario.

De inmediato los cuatro jóvenes se pusieron a charlar, eso no era tan difícil de que sucediera cuando Julián y Aioria parecían hablar hasta por los codos mientras los otros dos eran un poco más discretos en la conversación. Lo principal fue saber que la competencia resultó reñida pero que ambos hermanos se habían levantado con el primer lugar, como se esperaba.

—    Felicitaciones a los dos—decía Aioria—Ahora se quedaran un poco más por los alrededores.

—    Pero hay que pensar en la siguiente competencia—decía Julián.

—    Antes debemos pensar en la escuela Julián—intervino su hermano.

—    No urge, tenemos tiempo Sorrento.

—    Pero para no apresurarnos es mejor que lo pensemos desde ahora.

Para él estaba en claro que su hermano podía ser un campeón de natación pero necesitaba algo más en la vida que saber volar sobre el agua.

—    Como sea—comentaba Julián dejando de lado el tema de la escuela— ¿Qué les parece si vienen a cenar?

—    Me encantaría—dijo Aioria—Pero me temo que esta noche ya tenía un compromiso.

—    ¿Qué tal tú Aioros? Si es que no es problema.

—    Me encantaría venir, hace tiempo que no pruebo comida casera—dijo sonriendo el mayor de los Sagitario.

—    Entonces estamos listos para la noche.

En ese momento el teléfono de Aioros empezó a llamar.

—    Disculpen un momento.

Se retiró un poco y tal como supuso se trataba del trabajo.

—    Lo siento pero tengo que irme—dijo disculpándose con los otros dos hermanos.

—    El deber te llama—comentó Julián.

—    Si pero nos vemos en la noche.

—    Muy bien.

—    Me voy contigo Aioros—agregó Aioria colocándose a su lado—Será mejor que adelante mi trabajo de hace una semana. Nos vemos después.

Los Sagitario se fueron y los otros dos jóvenes tuvieron unos momentos para hablar un poco más.

—    ¿No te parece que Aioros parece un poco estresado?—preguntaba Sorrento.

—    Si pero es que trabaja tanto.

—    Sin duda.

—    Al menos espero que se relaje un poco esta noche.

—    Eso espero.

Siendo así ambos se dispusieron a empezar a desempacar sus maletas y de paso prepararse para la cena de esa noche.

 

**********

 

Las horas pasaron y Aioros sentía que finalmente podía dejar la oficina, a veces era en verdad pesado todo lo que debía atender pero comprendía que era trabajo, vio su computadora una última vez antes de apagarla y con eso parecía que todo estaba listo para descansar un poco.

—    ¿Cansado?—preguntaba Aioria entrando.

—    Sí, un poco—respondió el mayor estirándose—La petición de la corporación Kido a última hora ha hecho que todos trabajemos más aprisa. Al menos podré cenar con Julián y Sorrento.

—    Solo no los desveles, recuerda que mañana en la noche es la función y deberás estar despierto varias horas.

—    Sí, eso, tengo que admitir que no disfruto mucho de esas funciones. Toda esa charla de aparente simpatía y estar cerrando tratos por debajo del agua ¿Por qué la gente no puede ser más honesta?

—    Naturaleza humana—decía el menos de manera casi filosófica—Como sea, creo que disfrutarías más de la reunión si tuvieras alguien con quien hablar—y una expresión particular brilló en su rostro—Lo cual me recuerda una idea que tenía.

Aioros lo miró con cierta alarma.

—    Aioria, no, ni uno más.

—    Pero Aioros—le lanzó casi como si le fuera a pedir algo—Es realmente agradable y muy guapo, solo debes darle la oportunidad.

—    Aioria.

—    Afrodita es tan lindo.

—    ¿Se llama Afrodita?

—    Sí, así es, estoy seguro que los dos pueden llevarse muy bien—diciendo eso buscaba algo en sus bolsillos—Tengo una fotografía suya en mi teléfono, debo haberlo dejado en mi escritorio—se dirigió a la puerta—Espera aquí y te lo prometo, una vez que lo veas no dirás que no.

Con eso salió de la oficina y Aioros golpeó levemente el escritorio con sus dedos, no lo iba a permitir de nuevo, de ninguna manera, ya había tenido suficiente.

—    Pero no podré decirle que no a Aioria y para mañana estaré al lado de ese chico que ni conozco…a menos…

Con un plan de escape de nuevo en mente el mayor de los Sagitario se dirigió de inmediato a la salida de emergencia, sabiendo el código de seguridad pudo abrirla sin activar la alarma, estaba a oscuras la escalera pero era eso o quedarse y que Aioria regresara con la imagen del tal Afrodita. Así que se lanzó a la oscuridad con velocidad.

En eso su hermano regresó a la oficina.

—    Aquí está ¿dónde…? Aioros, eres una sabandija escurridiza.

 

**********

 

Por su parte el mayor de los Sagitario había alcanzado su destino y en esos momentos estaba ante Julián que trataba de entender lo que había sucedido.

—    ¿Cómo te hiciste está cortada?—preguntaba el mayor de los Solo.

—    Solo es un rasguño—fue la respuesta de Aioros—Me caí por las escaleras.

Sorrento entraba con un pequeño botiquín de primeros auxilios, mirándolo con cierta preocupación.

—    Espero que sea lo único que sucedió—comentaba el de cabellos lilas.

—    Sí, solo unos moretones pero nada serio.

—    ¿Cómo fue que te caíste en primer lugar?

Diciendo eso se sentó a su lado y procedió a limpiar el araño.

—    Estaba escapando por la escalera de emergencias sin encender las luces.

—    ¿Por qué?—quiso saber bastante intrigado.

—    Gracias Sorrento—agradecía Aioros cuando lo cubrió con una bandita—Estaba escapando del casamentero de mi hermano y de su prospecto a novio que me quería presentar.

—    Entiendo lo que dices—respondió agitando la cabeza.

—    Pensé que te gustaba Milo—lanzó Julián.

—    ¿Y Camus? ¿Y Mu? ¿Y Death Mask?—dijo el muchacho como si la lista fuera más larga.

—    Debe ser algo de hermanos—comentó Aioros.

—    No es tan malo Aioros, te lo aseguro, pero no creo que fuera como para escaparse de la manera en que lo hiciste—decía el de cabellos azules.

—    Lo es Julián, te lo aseguro, Aioria cree que un nuevo chico sería una cita perfecta para una función de mañana por la noche, dice que debo ir con compañía y no cederá.

—    No suena como una mala idea—dijo Sorrento.

—    No, no lo es, pero no quiero pasar la noche con un chico que apenas conozco, quien probablemente no me agradara, prefiero ir solo.

Julián no dijo nada al principio, se limitó a observar y una idea empezó a forjarse en su siempre activa mente, no era la primera vez que la tenía pero ahora se le presentaba la oportunidad y no era del tipo de dejar pasar las cosas.

—    Lleva a Sorrento—dijo el de ojos azules con calma.

—     ¿Qué?—preguntaron al mismo tiempo los otros dos mirándolo.

—    Lleva a Sorrento a la función—dijo como si nada.

Aioros parpadeó, miró a Sorrento y a Julián alternadamente.

—    Bueno, yo…

—    Te llevas bien con él—continuaba Julián.

—    Si pero…

—    Y él se lleva bien contigo.

—    Sí.

—    Lo conoces.

—    Sí.

—    Te conoce.

—    Es verdad. Supongo que no es una mala idea si lo piensas así.

—    Deja de molestar a Aioros—advirtió el de cabellos lilas sin que terminara de gustarle lo que consideraba presionar al joven invitado.

—    Sorrento ¿te gustaría ir conmigo?—preguntaba Aioros.

—    No sé si eso sería muy apropiado—respondió el menor de los hermanos Solo—Quiero decir, no sé cómo debo comportarme en los círculos que tú te mueves y si llegara a hacer algo que te apenara…

—    Sorrento—dijo Aioros sonriendo—Ninguno de mis amigos me apena, así que ¿Me concedería el placer de ser mi cita mañana por la noche?

El muchacho de los ojos rosas dudó unos instantes más, le agradaba Aioros, era un buen muchacho y era un amigo desde hacía años pero jamás había estado con él sin la presencia de más personas comunes a los dos, si lo pensaba en realidad no lo conocía demasiado, eso y que definitivamente se movían en círculos diferentes lo hacía pensarlo, pero por otra parte le haría un favor, Julián se mostraba contento con la idea y sentía algo de curiosidad por cómo sería una de esas fiestas.

—    Señor de Sagitario, será un honor—terminó por responder con cortesía.

—    Gracias Sorrento—dijo él sonriendo—Realmente apreció que hagas esto y Aioria no podrá quejarse.

—    Espero que te deje tranquilo por un tiempo, a mí ya me estaban buscando una nueva cita.

—    Shaka es un buen tipo—dijo Julián—Algo religioso pero no un maniático.

—    Estaré en deuda contigo Sorrento.

—    De nada—dijo el de cabellos lilas.

Pero a pesar de todo Julián tan solo los miraba sonriendo, uno de sus mejores amigos y su hermano, era una buena idea ¿Y quién sabía? Algo podría suceder entre los dos, tal vez…solo tal vez…

 

**********

 

Sorrento intentaba tranquilizarse conforme se daba cuenta que la limusina se acercaba a su destino, se veía nervioso.

—    Todo está bien Sorrento—le decía Aioros—Nadie va a morderte.

—    Lo sé Aioros pero no puedo evitar estar algo ansioso, toda esa gente te conoce y te verá con migo.

—    Comprendo—le dijo sonriendo el castaño—Pero estás encantador esta noche, no lo dudes.

El de ojos rosas pensó en lo galante que era pero desde luego sin duda lo sería con cualquier chico.

Aioros salió del vehículo y le tendió la mano.

—     ¿Vamos adentro?

—    Sí.

Tomó su mano y cuidó de moverse con suavidad, sabía andar con zapatillas de fiesta pero aun así no era su costumbre, prefería las botas, además debía moverse con su traje de noche, era uno que había utilizado hacia casi un año para una fiesta en que le entregaron un reconocimiento pero no lo había vuelto a usar, de color malva con algunos adornos y que destacaba su figura. Debía tener cuidado de todas maneras, caerse en ese sitio sería terriblemente humillante.

Se sujetó por el brazo de Aioros y avanzaron hacia las escaleras que llevaban a la entrada, era uno de esos sitios elegantes en los que la gente podía contemplar más que una fiesta, también el lugar contaba con algunas obras de arte y en sí misma la arquitectura era digna de admirar. Había un mayordomo a la entrada dispuesto para anunciar a cada uno de los que iba llegando. Al entrar tuvo que esforzarse por no quedar ciego, el sitio estaba increíblemente sobre decorado, muy cargado de adornos.

—    Espantoso en verdad—comentó Aioros—Cada vez que vengó pienso que deberían permitirnos asistir con gafas oscuras.

—    ¿Cómo se puede vivir así?—preguntaba Sorrento— ¿El dinero hace que la gente pierda el buen gusto?

—    ¿Crees que no tengo buen gusto?

—    No, por supuesto que no—le aseguró el otro joven—Creo que eres la excepción a la regla, nunca te he visto con algo que deje ciega a la gente.

—    Que bien—comentó él riendo.

Al estar ya en la entrada se detuvieron unos segundos para que los anunciaran.

—    El señor Aioros de Sagitario, su acompañante, el joven Sorrento Solo.

Apenas iban entrando cuando ya un hombre estaba ante ellos o más bien ante Aioros saludándolo.

—    Señor de Sagitario—le decía un hombre de cabellos oscuros—Me da tanto gusto verlo de nuevo.

—    Un placer señor del Tártaro—comentó el castaño—Gracias por invitarme.

Hades del Tártaro sonrió, pero Sorrento notó que su sonrisa no alcanzaba su mirada y se preguntó si Aioros lo notaría también. Lo saludó muy educadamente pero lo descartó de inmediato para volver su atención al castaño.

—    Hay muchas personas aquí que tienen gran interés en hacer negocios con usted joven Aioros, por favor, permítame presentárselos.

—    Con placer—decía el joven sin más— ¿Por qué no buscas algo para beber Sorrento?—le preguntaba—No tardaré.

El de cabellos lilas estuvo de acuerdo pues no tenía el menor deseo de ser presentado a un montón de hombres ricos de negocios que se concentrarían en cosas que no le concernían. Lamentó que Aioros tuviera que estar en ese sitio y asociarse con ellos pero no había opciones si se era un Sagitario. Así que mientras los hombres se alejaban él se acercó a una mesa de buffet y miró de reojo a otros de los invitados, tan confiados en sí mismos y vestidos con elegancia e impecables, tuvo que pasar sus manos nerviosamente por el flanco de su traje, al tanto de que era sencillo en comparación y que solo utilizaba una sencilla cadena de oro en el cuello mientras su cabello estaba al natural.

—    ¿Eres el chico que vino con Aioros?—le preguntaba una voz.

Tuvo que voltear y se encontró con dos muchachos, un rubio y un pelirrojo que lo miraban, los dos eran jóvenes, no más de veinticinco y vestidos exquisitamente, notaba que estaban como valorándolo con la mirada. Respiró profundo  y respondió.

—    Sí, así es.

Los otros dos se miraron entre ellos pero las preguntas continuaron.

—     ¿Hace cuánto se conocen?

—    De años, su familia y la mía han sido amigas.

—    Así que solo eres un amigo—murmuró el pelirrojo y volteó a ver al rubio—Te lo dije.

—    Bueno, eso está bien—dijo el rubio sonriendo—Detestaría ver que se desperdiciara y ya que nunca lo hemos visto en los sitios adecuados debe ser parte de una de sus obras de caridad.

—     ¿No es terrible?

—    Sigo aquí por si no se han dado cuenta—dijo Sorrento sintiendo una furia que lo invadía.

—    Lo sabemos—continuó el rubio.

Sin más se dieron la vuelta para seguir murmurando entre ellos.

—    ¿Dónde lo habrá encontrado?

Sorrento estaba completamente al tanto de su deseo de tomar la ponchera y arrojárselas en la cabeza pero tuvo que tragarse ese impulso, no podía causar semejante escena ahí, pues solo lastimaría a Aioros. Aun así era mejor que se calmara y caminó con la cabeza en alto cuando pasó al lado de los otros dos, apretó los puños pues le llegaron murmullos de que seguían riéndose de él y atravesó las puertas que llevaban a un balcón donde el frío de la noche lo ayudaría a calmarse. 

Tan pronto como estuvo seguro en el lugar pudo sentirse un poco más libre de decir lo que en verdad pensaba.

—    Sabía que no debí venir, esta gente no son sino unos petulantes.

Daba algunas vueltas por el lugar y seguía quejándose.

—    Ojala pudiera decirle algo a esas estirados, espantapájaros sobre adornados.

—    ¿Por qué no dijiste nada entonces?—le preguntó una voz.

La mirada rosa del joven se encontró con el de Sagitario.

—    ¿Cuánto llevas ahí Aioros?—preguntó.

—    Te seguí—le dijo suavemente—Vi algo de lo que sucedió pero preferí esperar a que te tranquilizaras un poco antes de alcanzarte.

—    Será mejor que me vaya o golpearé a alguien o al menos lo insultaré terriblemente.

El castaño se rio y el otro joven se sintió sorprendido de verlo reaccionar así.

—    Debiste hacerlo Sorrento.

—    Si hago una escena dañaré tu imagen y esta gente quiere hacer negocios contigo ¿Qué dirían si tu acompañante arma una escena?

—    Prefiero no hacer negocios que lidiar con gente que insulta a mis amigos—le aseguró con calma—Las personas que son groseras con aquellos a quienes estimó no son gente a la que quiera cerca—sonrió al decirle eso.

—    Pero tu compañía necesita esto y yo…

—    Sorrento, la empresa puede manejar unos negocios menos, pero yo no puedo manejar que nadie pretenda lastimar a mis amigos.

El de cabellos lilas se sintió bien de escucharlo, aunque por alguna razón estaba nervioso y contento al mismo tiempo, siempre había escuchado que Aioros tenía un gran corazón y estaba completamente de acuerdo pero era la primera vez que sentía con tanta fuerza esa gentileza.

—    Es un lindo sentimiento Aioros pero no parece muy práctico.

—    Quizás no pero prefiero vivir así.

—    Entonces ¿Está bien si pongo en su lugar a cualquiera que intenté hacerme de menos?

—    Por supuesto—dijo él riéndose—Pero me mantendré cerca de ti para prevenir cualquier baño de sangre que desencadenes.

—    Prometo comportarme—aseguró tomándolo del brazo—Si los otros invitados lo hacen.

Se rieron y volvieron al salón para continuar la noche.

 

**********

 

La limusina estaba llegando a la casa de Sorrento y Aioros gentilmente lo tomó por el brazo para sacudirlo.

—    Sorrento, despierta, ya llegamos.

—    ¿Hmmm?

El de los Solo parpadeó antes de convencerse de lo que estaba sucediendo y se dio cuenta de la posición en la que estaba. Se sintió un tanto apenado, pero no tardó en recordar cómo habían salido las cosas en las horas anteriores.

Se acordaba que habían dejado la fiesta pues ya eran más de las tres de la mañana, así que debió quedarse dormido y el castaño había sido demasiado educado  para moverlo de donde se había acomodado que era contra su hombro. Aunque siendo sinceros a él le había gustado que un lindo chico se durmiera prácticamente entre sus brazos.

El de ojos rosas intentaba acomodarse un poco el cabello y se recriminaba sobre lo que el morocho estaría pensando, era su cita y apenas después de una fiesta se quedaba en el mundo de los sueños.

—    Buenas noches Sorrento, espero que disfrutaras la noche.

—    Gracias por invitarme aunque haya sido idea de Julián.

—    La próxima vez te invitaré sin que sea idea de Julián.

Lo ayudó a bajar del vehículo y se despidió con un movimiento de su mano, el más joven lo observó alejarse aunque no se abstuvo de hacerse una pregunta: ¿Qué había querido decir Aioros con eso?

Finalmente entró a su casa tratando de encontrarle sentido a sus palabras y se dio cuenta que alguien estaba ahí, era Julián mirando la televisión.

—    ¿Te divertiste?—preguntó de inmediato.

—    Julián ¿Te quedaste esperándome? Son más de las tres de la mañana.

—    Lo sé ¿Te divertiste?—repitió su pregunta.

—    Sí. El principio fue algo rudo pero Aioros es un gran conversador y se aseguró de hacerme agradable todo el tiempo que estuvimos ahí. Además baila muy bien, no tenía idea de eso.

—    Que bien—dijo el de cabellos azules apagando el televisor—Supongo entonces que fue un éxito.

—    Julián—le mencionó mirándolo sospechosamente—Si te conozco debo sospechar que intentas arreglar algo entre Aioros y yo.

—    Buenas noches Sorrento—dijo el joven de ojos azules como si nada yéndose a su habitación.

Siendo así ya no pudo discutir nada y fue a su recámara también para poder cambiarse y descansar pero su hermano ya tenía una idea en mente.

—    Parece que la fase uno funcionó, ahora la fase dos—decía Julián.

Los planes estaban en marcha pero ¿los involucrados estarían de acuerdo? Solo el tiempo lo diría.

 

**********

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Su nada sucede subo la segunda parte la próxima semana.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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