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Tempel der Meere por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Muy buenas :) ya he vuelto jeje quería esperar un par de días a colgar el siguiente capítulo por si más gente comentaba, pero la verdad es que la sección de originales está bastante vacía, así que... ¡Capítulo siguiente!

Aviso: Este capítulo, por motivos del transcurso natural de la historia, tiene escenas hot, así que o vigilad, o disfrutadlo mucho ·¡¡· :)
Aviso 2: Bruno es bastante malhablado XD hay insultos y tacos por todas partes jajaja

2. Luftgeist (“Espíritu del aire”)

 

Perdió la cuenta de los días que pasaban en el mar, viajando en silencio en una casa flotante. Echaba de menos a sus amigos. No se sentía solo, pero ese no era su mundo, desde luego.

Dylan no estaba acostumbrado a tener a alguien en su templo, pues siempre tenía que ser Bruno el que le preguntaba cosas para no aburrirse.

—¿Cómo se llama este espíritu? ¿Es viejo?

—Se llama Elio. Parece un niño, pero creo que hace mucho más tiempo que yo que existe en este mundo.

—Este sí tiene nombre de espíritu. “Amante del aire”. Presupongo de qué es espíritu.

Dylan, que se había acomodado en su forma humana, lo miró algo molesto, pero no dijo nada.

—¿Qué tiene el tal Elio para que te lo quieras tirar?

—¡No es eso!

—Ya, claro…

—Su personalidad… es diferente. Aunque también es el único espíritu fuera de mi familia que conozco.

—Personalidad, ¿eh? —le miró sonriendo perspicazmente—. Es decir, es un pervertido. Un crío pervertido. Esto promete.

El pelo acuático de Dylan empezó a echar humo. Bruno había acertado. El templo empezó a calentarse también, Dylan se metió en el estanque y entre riendo y ahogado por la sauna, Bruno salió al exterior a tomar el aire.

Cuando ya quedaba poco para llegar, según su amigo espíritu, le empezaron a surgir más preguntas.

—¿En qué se supone que debo ayudarte?

—A Elio le gustan los humanos. Ya verás porqué.

—Entonces ¿qué? ¿Debo convencerle para que “juegue” contigo?

—Con un poco de suerte, no hará falta.

—¿Y mientras te lo cepillas? ¿Qué hago?

—Puedo mandarte de vuelta al templo, si quiero, o puedes quedarte por el alrededor.

A Bruno le fastidiaba tener que hacer de vela con gente que no conocía. Parecía que iba a perder el tiempo.

De nuevo, no supo cuánto tiempo pasó, hasta que el templo se acercó a una gran isla vertical. Era difícil de creer que se mantuviera en pie, era como una pirámide muy empinada e inclinada como la Torre de Pisa. Pero la isla no se movía, y parecía que la vegetación abundaba. Seguro que ese espíritu se conocía cada rincón oculto para hacer sus travesuras.

El templo se detuvo cerca de los acantilados de la isla.

—¿Cómo vamos a llegar ahí arriba?

—Agárrate a mí—dijo firmemente Dylan.

Nada más poner la mano en el brazo del espíritu, Bruno sintió un mareo repentino, como si estuviera en una burbuja de agua, atrapado. No se atrevía a abrir los ojos, pero una voz que fue directamente a su cabeza le recomendó que lo hiciera.

—¡Uah!... —gritó, cuando se dio cuenta de que no tenía cuerpo, que solo era agua. Iba a gritar más, pero se detuvo sorprendido cuando vio que estaban bajo el agua y no tenía problemas para respirar. Probó de mirarse, buscando sus pulmones, pero simplemente era agua—. ¿Qué es esto?

—Ser espíritu tiene sus ventajas —dijo riéndose su amigo—. Tómalo como un gesto de confianza. Ambos somos la misma masa de agua. Es un proceso bastante íntimo y privado de un espíritu. Nos podemos mover con libertad hasta que yo quiera.

Era una zona llena de rocas llenas de algas, peces, plantas. Bruno nunca había estado bajo el agua y sólo con ver ese paisaje se dijo que tendría que repetir. Además, con el sol filtrándose en el agua, le daba un toque místico que le encantaba.

Entonces el espectáculo acabó. La masa de agua ascendió por las rocas del acantilado y subieron a velocidad de vértigo hacia un llano cerca de la cima.

—¡Au! —se quejó, cuando Bruno recuperó su cuerpo, cayendo al suelo. Sorprendentemente, los oídos no le dolían por el cambio brusco de altitud. Era como si perdiera su cuerpo y lo recuperara luego—. No estoy mojado…

—¡Nop! —dijo con una sonrisa radiante. Dylan dejó que su amigo pensara por su cuenta el porqué.

Una risotada animada e infantil se oyó en el aire. Una pequeña corriente extrañamente cálida cruzó entre los visitantes, seguida de varios pájaros, un par de conejos y un ciervo. La risotada no se detuvo hasta dar una vuelta por el llano. Y como si de repente se hubiera dado cuenta de que esa risa no estaba sola, calló y se transformó en un niño muy pálido, con pelo entre rubio y blanco, con rizos grandes. Le llegaba al pecho a Bruno, no tendría más de doce años, de aspecto.

—¡Dylan! ¡Has vuelto! —Y se lanzó a abrazarle como si hiciera un año que no le veía.

—¿No decías que simplemente os habíais visto? —le susurró Bruno. Dylan se encogió de hombros y disfrutó de su abrazo.

—Te he traído una sorpresa —le dijo él al espíritu del aire.

Elio se desenganchó y miró a Bruno por primera vez. Cuando se fijó bien, sonrió de forma desproporcionada, se transformó en aire caliente y rodeó a ambos visitantes produciendo una agradable brisa muy cómoda.

—¡Me has traído un humano! ¡Me encantan los humanos! Son tan distintos a nosotros… ¿Cómo sabías que me gustan?

—¿Cuánto tiempo hace que está muerto, si no se acuerda de que fue humano? —preguntó Bruno.

Dylan de nuevo se encogió de hombros. Entonces Elio volvió a adquirir su forma “humana” y se puso justo delante del chico.

—¿Cuántos años tienes? ¿Has tenido sexo alguna vez? ¿Puedes transformarte en algo? ¿Es verdad que los humanos podéis tener otros humanos?

—Emm… esto…

—No le agobies, se asustará —le dijo con confianza Dylan a Elio. Bruno le asestó una mirada asesina, pero no llegó a su destino, porque Elio empezó a agarrarle del brazo—. ¿Dónde me llevas?

—¡Te tengo que devolver algo!, y se lo que quieres, a juzgar por tu reacción a mi abrazo.

“Y por estas cosas es por lo que no tiene los 12 años que aparenta”, pensó Bruno, sonriendo mientras Dylan era arrastrado, desorientado, por el llano. Los animales se dispersaron, sabiendo lo que se avecinaba, y Bruno hizo lo mismo. Prefirió echar la siesta bajo un árbol, al lado opuesto.

*  *  *

Bruno no había llegado a verlo, pero el espíritu del aire estaba tan emocionado que involuntariamente se transformó en aire de verdad y obligó a Dylan a abandonar su forma para perseguirle hasta una cavidad llena de pequeños agujeros. Era como un resguardo de la lluvia muy a la vista, con el sol entrando por esos agujeros.

—Pensaba que tenías más ganas —dijo Elio, riéndose como un niño.

Dylan se encontraba estupefacto en esos momentos, había resultado fácil, muy fácil. Estaba emocionado, nervioso, tenía ganas de ver cómo era el cuerpo de Elio y… bueno, quedó sorprendido de verle ya desnudo cuando se transformó de nuevo.

Elio era blanco como la leche, delgadito, un cuerpo sin trabajar, no como el suyo. Estirado como estaba en una cama de arena blandita, Elio jugueteaba con las luces y la propia arena despacio, escondiendo convenientemente sus partes más pudorosas (si es que las consideraba como tales), rebozándose un poco y sacando a relucir todos sus encantos.

—¿No vienes? —le preguntó el joven, con una voz cantarina y sensual.

Dylan no pudo evitar que su cabeza empezara a echar humo y calentar el ambiente… literalmente. Fue como si esa llamada hubiera puesto el piloto automático en su cuerpo, porque atrapó a Elio contra la arena para besarle con agresividad y hacer chocar sus cuerpos como si quisiera no volver a despegarse del joven.

No había tiempo de recuperar aire, pensaba Dylan, porque quería hacérselo ya, lo estaba deseando, ese cuerpo… por todos los espíritus, era delicioso, era como si esperara para ser lamido, mordido, besado en cada parte. Un recuerdo de segundos antes le despertó de esos labios carnosos extranjeros para bajar hasta el pecho, blanco como el mármol y con dos puntitos redondos rosados que también estaba deseando besar.

—Mmmm… jijiji, me haces cosquillas —se quejaba alegremente Elio, mientras Dylan le llenaba de chupetones.

Pero una cosa con la que no contaba Dylan era que su compañero de cama era un culo inquieto, y tan buen punto el mayor tenía el cuerpo blanco delante como se estaba comiendo la arena.

—¿Qué haces? —se quejó Dylan.

—Ahora quiero estar yo encima, ¿no puedo?

Dylan calló cuando Elio puso una cara lasciva e indefensa a la vez, como tapándose las partes en las que el espíritu del agua le había besado. Y sentado entre las piernas de éste, enseñando su pene erecto y ocultando el de Dylan entre sus nalgas… Dios, Dylan no podía sentir su miembro más duro ya. “No me pongas esa cara de debilidad, no lo hagas. Me volveré loco”, pensó Dylan. Pero solamente acabar de pensarlo y la cosa se puso peor para su autocontrol, pues empezó a mover sus caderas suavemente, hacia delante y hacia atrás, de manera que las nalgas del joven le masturbaban.

—Uf… —respiró Dylan, hirviendo de placer.

—¿Te gusta?

—Me encanta…

Dylan pensó que era injusto que solamente él disfrutara, así que no dudó en bajar una de sus manos al miembro de Elio. El movimiento del chico hacía el resto. Dylan quedó complacido de la cara de su compañero cuando vio que este empezaba a ponerse rojo de verdad y abría la boca de forma menos sensual. Lo estaba sintiendo, porque ya no podía posar para Dylan.

—Mmm… aaah… espero que disfrutes tu regalo —le dijo, sonriendo, Elio.

Dylan no se veía capaz de decir nada, solamente admiraba la belleza y la sensualidad del chico. Pero de nuevo se le esfumó entre los dedos, porque Elio se rio, se transformó en aire, empujó torpemente a Dylan y se volvió semihumano de nuevo debajo del espíritu del agua.

—No me sueltes —le susurró Elio—. Házmelo, por favor…

Dylan no pudo resistir a tal súplica y no supo contenerse, sencillamente hizo lo que sus impulsos le dictaban y le penetró todo lo que pudo. Elio se quejó, pero cuando el movimiento cesó, sonrió como si viera a los ángeles bailar para él. Dylan solamente se sorprendió de la cara del chico y esperó unos segundos antes de empezar a embestir de nuevo. Ya no hubo ningún tipo de mala cara en ellos, porque todo lo que notaban era placer. Dylan se sentía descontrolado, era como tener una estufa allí abajo que le oprimía y le daban ganas de acabar para sentir todo el chorro de placer. Era muy difícil vencer la tentación, pues los gemidos del menor, su expresión, su movimiento, su cuerpo, todo hacía que Dylan solamente pensara en hacer que el joven se corriera y él justo detrás. Elio era… como el juguete ideal para el placer.

—No, no te aguantes —le dijo Dylan, con toda la calma que pudo, a la oreja. Elio se estaba tapando la punta para que no se le escapara—. Quiero verlo, quiero ver que lo sientes.

—Me voy a ensuciar… —se quejó.

—Te limpiaré.

Elio no quedó convencido, pero Dylan le cogió la mano y la dejó atrapada entre sus dedos, para que no se aguantara. Dylan quedó complacido cuando notó que entre las barrigas de ambos notaba algo calentito, líquido y algo pegajoso. No dudó en hacer más veloces las embestidas hasta que el chorro de placer llegó y… ya nada más le importó.

*  *  *

Bruno se había despertado de un susto. Miró a su alrededor. No parecía que hubiera nadie. Seguía sin ver animales y solamente parecía que el día llegaba a su momento más caluroso. Se levantó, para intentar escuchar algo, pero parecía que Dylan y Elio ya estaban descansando o algo, porque solamente oía unas risas lejanas.

—Qué maldito, qué poco le ha costado… —se rio. Le recordaban a Mateo y Javier, que vaya par también.

Caminó por el llano, paseando y admirando un paisaje rocoso pero curiosamente lleno de árboles. No parecía posible tal combinación, pero aun así existía.

Entonces un temblor sacudió el llano. No fue muy fuerte, ni duradero, pero lo suficiente para hacer caer a Bruno al suelo del susto.

—¿Dylan? ¿Elio? —les llamó. Sin respuesta.

Las risas ya no se oían. Bruno ya estaba rezando para que le hubieran oído, o por lo menos que hubieran notado el temblor y salieran.

—¡Bruno! —Era Dylan, que aparecía solo por un recoveco que hacía el llano en su borde.

—¡Dylan! ¿Se puede saber qué ha sido eso?

—No tengo ni idea. Puede que se hunda la isla, creo que deberíamos volver al templo.

—¿Y Elio?

—Voy a ir a buscarle. No te muevas, ahora vendré a por ti también.

Dylan desapareció de nuevo, flotando en su forma acuática. Bruno se sintió un tanto desprotegido.

Otro temblor. Esta vez fue bastante más potente. Era como si algo se acercara rápidamente y no le hacía gracia qué clase de espíritus podrían existir en ese mundo paralelo, que acabaran hundiendo una isla.

—A tomar por el culo, me voy a esperarlo lo más cerca que pueda del templo.

Que casualmente era al lado opuesto de dónde venían los temblores. Echó a correr hacia el acantilado donde un rato antes habían aparecido y esperó. No tardó en ver un flujo blanco, lejano, salir disparado hacia el Templo del Mar. Ese tenía que ser Elio huyendo. Buscó a Dylan por el llano con la vista, pero no le vio. ¿Qué le estaba haciendo retrasarse tanto?

Entonces vio a alguien aparecer entre los árboles, parecía un hombre, y era bastante alto. Poco más podía decir, pues estaba demasiado lejos para ver nada más.

—¡Bruno! ¡Te dije que no te movieras!

No tuvo tiempo de nada, no se dio cuenta de nada. En un abrir y cerrar de ojos, él y Dylan eran agua de nuevo y se alejaban de la isla descendiendo hasta el mar.

—¡Cabrón! ¡Qué susto me has pegado! ¿Por qué tardabas tanto?

—No te encontraba. Te dije que no te movieras —le repitió, mosqueado.

—Bueno, no tenía ganas que se abriera la tierra bajo mis pies, ¿sabes? —protestó Bruno. Luego quiso recalcar lo que había visto—. Allí había un hombre, le he visto, estaba al otro lado del llano. ¡Tenemos que rescatarlo!

—¡No digas tonterías! ¡De él es de quien huimos!

—¿Va a destruir la isla?

—No, pero es un desconocido, es mejor ponernos a salvo.

A Bruno no le pareció correcto. No estaba en posición de negociar nada, por eso. Ser un humano en un mundo de espíritus que se iban transformando a voluntad era una auténtica carga.

—Quiero irle a buscar.

—Que no. Elio parecía asustado.

—¡Pues claro! ¡Dos terremotos han sacudido la isla! ¡Que yo también estaba, ¿eh?!

—Él tiene que ver con esto, Bruno, no quiero que te pongas en peligro.

—Oh, vaya, mi secuestrador ahora me protege. ¡Hay que joderse! ¡Que me devuelvas allí arriba!

Dylan frenó en seco en medio del agua, entre la isla y el Templo del Mar. Bruno parecía ser un chico muy testarudo. El pobre de Dylan solamente quería descansar y pasarlo bien con Elio, pero al parecer se le iba a negar ese privilegio. Estaba que hervía del cabreo.

—Está bien. Vamos allí, sacamos al hombre de la isla y nos marchamos.

Bruno no dijo nada más para no cabrear a su extraño secuestrador, pero pensó en qué haría Elio solo y si sería un invitado permanente en el Templo del Mar.

Estaban a punto de llegar al acantilado de nuevo cuando le preguntó:

—Oye y… bueno… ya sabes… ¿cómo ha ido?

Le hizo gracia notar un leve cambio de temperatura en el agua a su alrededor.

—Ha sido… exuberante. Es como una fantasía hecha realidad. Ha sido increíble —explicó como pudo el espíritu.

—No suenas del todo convencido. ¿Ha ocurrido algo malo?

—No, no es eso, es que… No sé, era sexo. Era muy mecánico. Ese chico… me saca los instintos más básicos, pero…

—Pero no le quieres.

—Pues no, no parece. No es que quisiera huir de él, si es que me lo he pasado muy bien antes y después, pero… falta ese cariño.

Entonces aterrizaron de nuevo en el borde del llano.

—Vaya, mi secuestrador está hecho todo un sentimental —se burló Bruno, pasándole un brazo por los hombros del espíritu. A veces Bruno se olvidaba de las fronteras de confianza solamente por pasarlo bien—. Pero eso es bueno. Significa que buscas algo más. Sino… bueno, digamos que no seríamos tan amigos.

—Cierto.

Ambos echaron a andar unos pasos, un tanto más relajados. No había nadie en el llano, ni tampoco se notaron temblores, así que pudieron pasear un rato. Cuando llegaron al centro del llano, donde Elio se había llevado a Dylan hacía una hora y pico, el hombre que ambos habían visto mientras huían, apareció de nuevo, como si se conociera la guarida de Elio.

—Es él —dijo Bruno, sencillamente.

—Pues que venga.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, lo que es hot y lo que no lo es jajaja voleré con el tercer capítulo en unos días jeje mientras tanto, ¡podéis consultar mi página de facebook donde cuelgo los fics! www.facebook.com/kaikufics

Lectores míos, me haría muchísima ilusión también que os pasarais por mi fic "Dos estrellas" (http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=179855), ya que es un one-shot especial para mí y es bastante cortito, no os tomaría mucho tiempo. También es un original y de hecho se encuentra un poco más abajo que este fic, pero igualmente he dejado el link.


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