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Gustos por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Karori, quien me sugirió el trío, espero que te guste y perdona por la tardanza, es solo que casi no hago tríos.

Pues es un trío nuevo para mí, gracias de antemano a quienes lean pero antes de que empiecen les advierto que es una trama más dedicada al lemon; así que si no les gustan los tríos o algo muy lemoniano sería mejor que no leyeran, están advertidos. Si deciden seguir gracias por leer.

 

Notas del capitulo:

Es algo corto, espero les agrade a quienes lean.

 

 

Estar en una fiesta tan grande a veces provocaba que las personas no lograran verse o solo se veían a lo lejos, pero eso también era parte de trabajar para una compañía tan grande como el Grupo Kido, que era el tipo de conglomerado internacional que marcaba mucho de lo que sucedía en el mercado. Esa era apenas una parte de sus inversiones, la Casa Santuario, sitio en el que la economía fluía en bonos y acciones, siempre en movimiento y sin perder un detalle, se trataba de un medio rudo y competitivo, pero que sabía premiar a quienes hacían bien su trabajo. Por ejemplo, ese año, se había decidido hacer una gran fiesta para los empleados por que había aumentado las ganancias en un cuatro por ciento ¿No era mucho? Lo es cuando tus activos superan los del producto interno bruto de naciones enteras.

Claro que eso no se comentaba, era trabajo, además era bien sabido que parte de la filosofía de la compañía era mostrarse como filántropos, gente que prefería gastar dinero en escuelas y hospitales o en promover las artes y los deportes, que en adquirir aviones privados y yates.

—    Eso no es lo importante.

Esas palabras las decía Matsumaza Kido, presidente de todo el grupo, hombre que se había forjado a sí mismo, al grado que nadie era capaz de señalarlo como alguien a quien no se podía respetar. Después de todo ¿Cuántos directivos se tomaban la molestia de enviar felicitaciones a sus empleados personalmente? ¿De recordar sus nombres y hasta los de sus parientes? ¿De estar al tanto personalmente de cómo marchaban los asuntos entre sus empleados? No muchos, por eso era un hombre tan respetado por todos lolos que estaban bajo su mando.

Así que incluso verlo en una fiesta de los empleados no resultaba inusual, hablaba con los que trabajaban y les daba las gracias por hacer su parte para que la compañía avanzara sin problemas.

—    Me agrada poder darles las gracias personalmente—dijo en su discurso.

No era una pose, de verdad le gustaba al ya anciano caballero que no dejaba de velar por sus asuntos.

—    ¿Qué te parece la fiesta?

Quien preguntaba era un hombre joven de cabellos azules y ojos del mismo color, tenía un aspecto singular con esas cejas que se dividían pero le iban bien, lo hacían verse atractivo, aún más, pues tenía un hermoso cuerpo gracias al baile.

—    Se nota que no repararon en gastos Camus.

Quien le respondía era un guapo chico de cabellos rubios cenizos y brillantes ojos verdes, bronceado por el sol y de cuerpo bien trabajado por el deporte, sobre todo el kick boxing que tanto le gustaba.

—    Alquilaron todo el hotel para este fin de semana, nos han tratado como a príncipes Aioria.

—    En un hotel cinco estrellas en la playa no se puede esperar menos.

—    Y con todos los gastos pagados, incluyendo transporte.

Ambos muchachos se conocían por su trabajo, pues el rubio Aioria de Leo era parte del departamento de finanzas, mientras que el de mirada azul Camus de Acuario estaba en el equipo de informática. Les tocaba trabajar juntos muchas veces y en ese tiempo se podía decir que si no eran amigos si eran compañeros que no se llevaban mal.

—    Todo ha estado muy bien hasta ahora—decía el de ojos verdes—Solo espero la rifa de regalos.

—    ¿Por qué?

—    ¿No los has visto? Hay diez automóviles para ganarse, tres son convertibles, nadie se resiste a un auto como ese.

—    Supongo que no, pero hay más premios.

—    Si…más premios—aunque eso lo dijo de manera un poco extraña—Me gustaría ganarme uno.

—    Si eres afortunado puede que así sea.

—    Me gustaría serlo.

De nuevo ese tono pero el de cabellos azules no parecía percatarse de ello, comentaron algunas cosas más aunque muy banales, aunque un incidente iba a dejar en claro una cuestión para los resultados de esa noche. Mientras hablaban, el de ojos azules se hizo a un lado para cederle el paso a otro hombre, pero se inclinó hacia adelante más de lo esperado y su cuerpo se rosó contra el del rubio que se quedó sin respirar por un instante.

—    Perdona—decía sonriendo el de cabello azul.

—    Está bien—respondió el otro.

Finalmente el de Acuario pareció reconocer a alguien más.

—    Te dejo Aioria, suerte para la noche.

—    Gracias Camus.

Lo vio alejarse, claro que le encantaría tener suerte y no solo con la rifa, pero intentó controlar sus hormonas, porque así era, ese chico le gustaba demasiado. No se trataba de que buscara una relación con él, pues no quería una relación en ese momento, pero no se negaba que había fantaseado con el guapo Camus. Esas fantasías siempre concluían en acabar sin ropa y hacerle el amor hasta que no pudiera ni respirar, pero las cosas jamás se habían prestado para ello, ni siquiera sabía qué era lo que le gustaba al de mirada azulada, si los hombres o las mujeres.

La cuestión fue que alguien estaba muy al tanto de lo que hacía y dejaba de hacer el de Leo y tan solo esperaba su oportunidad para hacer su jugada, sospechaba con buenas bases que tendría buenos resultados.

El evento continuaba sin inconvenientes, la comida era perfecta, la música estaba de lo mejor, el servicio se daba sin fallos, no dejaron de llenar a los presentes con regalos menores y recuerdos, como plumas, termos, porta teléfonos móviles, estuches para computadoras personales, ropa con los logos de la compañía, de todo y de buena calidad. Nadie se quejaba, no podían.

Llegó el momento de la rifa y todos estaban muy atentos pues eran alrededor de cien premios, incluyendo los diez vehículos, el de Leo no dejaba de estar al tanto de la rifa y del sonriente Camus que con otro grupo también aguardaba por el resultado. Al final los automóviles se los llevaron otros compañeros, el de Acuario se ganó un celular de primera que todavía no salía siquiera a la venta al público, mientras que el de Leo se acreditó ser el duelo de un juego de afeitar de una marca reconocida a primer nivel. No estuvo mal después de todo pero quedaba en claro que debían ir retirándose poco a poco para descansar ya que era de noche y a la mañana siguiente partirían.

Algunos se fueron apenas terminada la rifa, otros siguieron conviviendo un poco, entre ellos estaba Aioria quien pensó en sus opciones, quedarse o retirarse, pero fue ese el momento en que las cosas iban a cambiar.

—    Que pena que no ganaras Aioria.

—    No estuvo tan mal, al menos gané algo Camus.

—    Creo que mejor me retiro, me siento algo cansado. Buenas noches.

—    Nos vemos Camus.

El de ojos azules hizo un movimiento con su mano, le sonrió y empezó a caminar alejándose. El de Leo no lo perdía de vista, ese chico de verdad le gustaba, era fascinante, a pesar de esa especie de frialdad con la que se movía se imaginaba que sería maravilloso hacerlo arder en la cama, pero las cosas jamás se habían dado de manera favorable para conseguirlo.

Vio que el de cabello azul se detenía por unos segundos a charlar con otras personas, sus ojos verdes no dejaban de observarlo, devorarlo hubiera sido un término mejor para lo que hacía. Tuvo que respirar con profundidad un par de veces, no dejaba de notar esas largas piernas, el bien formado trasero que si tenía a su alcance estrujaría con sus manos, y esa bica, se le ocurrían tantas cosas que haría con ella si ese chico caía entre sus brazos. Sin embargo no había manera de eso.

Al calor de la pasión, despertada por sus nada inocentes pensamientos, sintió que comenzaba a excitarse, sus pantalones estaban algo ajustados en esos momentos. Se mordió el labio inferior mientras imaginaba ese cuerpo debajo del suyo, esas piernas abiertas para que él las dominara, lo que sin duda sería una deliciosa intimidad que lo estrujaría mientras rogaba por más ¿podía imaginarse al menos eso, no? justo en ese instante el de Acuario volteó y aunque no pareció mirarlo directamente si lo notó, lo que provocó que el de Leo se diera media vuelta para que no adivinara nada de lo que pensaba, no hubiera sido agradable.

Lo mejor era irse a descansar, necesitaba relajarse un poco, después de todo solo quedaba esa noche, por soñar con Camus no había enganchado con nadie, pasaría la noche solo soñando con lo que haría con el de ojos azules, sin duda su mano estaría muy ocupada, y a la mañana siguiente se irían.

 

**********

 

Al salir del enorme salón de la fiesta, Aioria se dirigió a los ascensores, llamó uno y estaba esperando, no se fijaba mucho en nada, pero una voz lo sacó de sus ideas.

—    ¿Quieres un poco de eso?

El de cabellos rubios miró a su lado derecho y se encontró con unos ojos y cabellos azules, pero no los de Camus, sino de alguien que también trabajaba con él. Se llamaba Milo de Escorpión, similar al de Acuario no eran amigos, además que a diferencia del otro joven contaba con una reputación cuestionable.

—    ¿Qué es lo que quieres Milo?

—    ¿Yo? Solo hacerte un favor.

—    ¿Por qué harías eso?

—    Vamos hombre, no le quitaste la mirada de encima toda la noche.

—    No tengo idea de lo que hablas.

—    ¿De verdad? Porque podría jurar que estabas desnudando a Camus con los ojos y metiéndote en su cama al mismo tiempo.

La manera en que sonreía el de Escorpión hizo que Aioria pensara en las reputaciones de esos dos chicos de ojos azules, Camus era algo así como un joven reservado, solitario y recatado. Milo tenía fama de ser un cazador de hombres formidable y muy cercano a una especie de divinidad del sexo, claro que eso eran rumores, pero se decía por ahí que los tejidos de rumores algo de verdad llevan hilados.

Justo en ese instante escucharon que algunas voces se acercaban, estaba Camus en compañía de otros de su mismo grupo de trabajo, parecían comentar lo que habían ganado, haciendo que los ojos verdes del de Leo no pudieran sino observarlo con una necesidad no muy disimulada.

—    ¿Quieres algo de eso o no?—preguntaba Milo sonriendo.

—    Eres un tarado—decía el otro intentando ser indiferente.

—    ¿Sabías que es virgen?

—    ¿A ti que te importa?

Intentó no parecer interesado pero la verdad era que lo estaba, sabía algunos rumores, como el hecho de que nadie le conocía pareja al de Acuario, no salía dos veces seguidas con nadie, y sus citas siempre comentaban lo correcto y hasta inocente que era. La idea de que no hubiera estado con nadie era factible, no imposible, y aunque no quisiera reconocerlo le dio una punzada de excitación directo a su vientre escucharlo. Era virgen, ese encantador chico era absolutamente inocente, aguardando porque alguien con experiencia lo tomara y lo llevara al éxtasis…

El de Escorpión no dejaba de observar, sabía bien lo que atravesaba la cabeza del de ojos verdes, se acercó un poco más y sin dejar de mirarlo a los ojos lanzó lo que pensaba y quería.

—    También quiero un poco Aioria, y si nos ayudamos podemos tenerlo esta misma noche.

—    Jódete—dijo el rubio indignado.

El de ojos azules no retrocedió, simplemente sonrió de manera peligrosa, como si todo so fuera un inconveniente menor.

—    Podría hacerlo Aioria, pero la verdad es que tengo a Camus de Acuario en mente de hecho.

A pesar de no quererlo hubo una deliciosa sensación de calor recorriendo el cuerpo del rubio, de la cabeza a los pies.

—    Si sabemos hacerlo estaremos en sus pantalones esta misma noche Aioria—continuaba el otro—Me conoce y por eso no me permitirá acercarme demasiado, pero tú eres otra cosa. No estará en guardia contigo, será más receptivo, puedes hacer que se saque la ropa interior, en este tipo de asuntos se chupa el dedo y espero que nos la chupe a los dos antes de que termine la noche.

—    ¡Cállate!—dijo molesto el de ojos verdes.

Le molestaba por la manera tan cruda en la que hablaba, y porque le gustaba lo que estaba diciendo.

Los otros voltearon, pero al notar eso el de Leo procuró controlarse, sin embargo el de cabellos azules continuaba con su conversación.

—    Tu boca dice que me calle, pero este—dijo sin pudor tocando el miembro del rubio—lo quiere tanto como yo.

El de Leo dio un resoplido de frustración, por lo que el de Escorpión solo sonrió de manera segura.

—    Tan solo necesito que estés listo, prepararé el terreno, y esos ojitos de cachorro que tienes nos abrirán el camino.

El de Leo deseaba irse pero se quedó de pie, mirando como el de cabellos azules iba directamente hacia Camus, lo apartaba de sus compañeros y le decía algo, solo una breve conversación. No pudo dejar de notar que el de Acuario estaba muy atento a lo que escuchaba, decía que si con la cabeza, como comprendiendo, sus brillantes ojos azules observaron al de cabellos rubios unas cuantas veces. Lo vio sonreír, ponerse nervioso, ruborizarse, mostrarse tímido; también vio que el de Escorpión colocaba la mano sobre su brazo, como si fuera un músico interpretando una melodía. Parecía que estaba desconcertado, pero al final agachó la mirada como si se rindiera.

Aioria vio que hacia un suave movimiento, era un sí.

Los intensos ojos azules del de Escorpión miraron al de Leo, brillaba el triunfo en su expresión, se acercó velozmente a él y le dio un mensaje bastante preciso.

—    Camus te esperará en su habitación, ve.

El rubio sintió que sus rodillas se doblaban, por un segundo quiso golpear al de cabello azul, decirle al de Acuario que cualquier cosa que dijera Milo era una mentira, pero no puso, la verdad era que su miembro estaba pensando por él en ese instante. Ese tipo ante él lo había logrado, había logrado lo que él no veía siquiera la manera de conseguir; la simple posibilidad lo excitaba, no podía evitarlo.

Camus parecía aguardar, el de Escorpión fue a su lado y lo guio por uno de los ascensores que cavaba de llegar, el de Leo los vio adelantarse ¿Tenía algún sentido lo que estaba por hacer? No se dio tiempo de responder, el ascensor llegó y él subió, la habitación de Camus estaba en el piso once, fue el número que marcó, cuando las puertas metálicas se cerraron aún sentía que había algo irreal en todo ese asunto. Podía darse la vuelta y no hacer nada, después encontraría la manera de explicarse con el de Acuario, no tenía porque seguir adelante.

Además le dejaría muy en claro al de Escorpión que no debía comportarse así, que no lo metiera en sus líos, que jamás quería volver a verlo y…

Ya estaba ante la puerta del de Acuario y sin siquiera pensarlo llamó de unos cuantos golpes. La puerta se abrió en el acto y ahí estaba Milo, muy sonriente y haciéndolo pasar sin perder el tiempo.

—    Ya estás aquí Aioria, Camus te esperaba.

—    Yo…

—    Ve con él, está en la habitación.

El de ojos verdes dio tres pasos pero antes de dar el cuarto el de ojos azules lo detuvo para mirarlo intensamente.

—    Solo recuerda que yo también quiero mi parte Aioria.

No hubo una respuesta a eso, el de ojos verdes simplemente avanzó hacia la puerta que estaba abierta, a pesar de todo se sentía algo desorientado e inseguro, pero traspasó el umbral y se encontró con un sitio amplio, perfectamente arreglado, similar al que él mismo ocupaba. Pero lo más interesante era que había un hermoso chico de cabellos azules sentado en la enorme cama, esperando con sus manos unidas y parecía no poder controlar bien sus nervios.

—    Nadie molestara aquí—dijo Milo desde la puerta.

Pero los ojos verdes solo se concentraban en el de Acuario.

—    Milo me dijo…dijo que tú...me dijo que te gustaba—decía con timidez el de cabello azul.

El de Leo no estaba seguro de que decir, suponía que el de Escorpión había dicho todo un cuento al de ojos azules para convencerlo de que lo aceptara en su habitación, lo que menos pensaba era que ese muchacho se mostrara dispuesto a que estuviera con él durante esa noche.

—    Aioria…

—    No te preocupes—dijo de pronto llenándose de aplomo—Te enseñaré qué hacer, será agradable, lo haré especial para ti, ya lo verás.

—    Aioria…

El de ojos verdes le acarició el rostro, sus dedos fueron gentiles haciendo que el de ojos azules se calmara. Después se acercó y lo besó con dulzura en los labios, tomaba su rostro entre sus manos y se frotó contra su mejilla, con los ojos cerrados le llegaba el aroma de su esencia. Lo que más deseaba era tranquilizarlo, como a una criaturita asustada, no necesitaba que tuviera miedo de él. volvió a besarlo, a momentos pasaba la punta de su lengua, acariciaba esa piel, sus manos iban por ese cuerpo tan tibio, para nada frío, por encima de las telas sentía todo lo que deseaba, iba a hacerlo suyo, no había manera de no hacerlo.

Aioria no necesitaba nada que lo alentara, por sí mismo tenía bastante, sus dedos llegaron sobre la camisa de Camus hasta uno de sus  pezones, lo oprimió con cuidado, mientras su lengua entraba esos labios para disfrutar de su sabor. Su mano bajó hasta los muslos del de ojos azules, lo acarició por la parte interna, para después subir a la entrepierna y presionar suavemente sobre el sexo que estaba oculto. No estaba seguro de si era el mejor momento para empezar a apartar las telas, tal vez era mejor tomarse un poco más de tiempo, pero no veía porque no estrujar ese lindo trasero que lo hacía soñar, buscar por debajo de la camisa los delicados pezones, besar ese cuello con intensidad.

—    Aioria…

—    Camus…

Para ese momento lo besaba con pasión, buscando excitar a ese chico para que todo marchara sin problemas, confiado en que todo iba por buen camino hizo que el de cabellos azules se recostara sobre la cama y se metió entre sus piernas para frotarse con necesidad, sus sexos estarían aún cautivos pero era una medida gratificante. Estaba seguro ya que el de Acuario dio un débil gemido, ese chico lo deseaba también, no había porqué aguardar entonces.

—    Aioria…

—    Camus…

—    Camus.

Esa otra voz no la esperaba el de Leo, tuvo que levantar la mirada y se encontró con el de Escorpión, quien estaba de pie junto a la cama, acariciándose a sí mismo, tan excitado como el rubio pues no se había perdido nada de la escena.

—    Esto será increíble—dijo.

Desconcertado el de mirada verde no sabía qué hacer, pero la decisión no estuvo en sus manos, Milo sabía exactamente que hacer.

 

**********

 

Por unos instantes los tres hombres permanecieron inmóviles, mirándose, casi como si no pudieran hacer otra cosa que permanecer quietos, pero fue Camus el primero en hacer algo al respecto. El de Acuario se levantó de la cama, separándose suavemente del de Leo, acomodándose la ropa con modestia, pasando la mano por sus largos cabellos, pero bajando la mirada al mismo tiempo que se apartaba por completo del rubio. Parecía que iba a terminar todo ahí, pero antes de hacerlo el de Escorpión sujetó suavemente su brazo para hablarle al de ojos verdes.

—    No podemos permitir que las cosas se queden así ¿verdad?

Camus buscó la mirada del de ojos verdes, aguardaba simplemente, hasta que el joven se levantó a su vez de la cama y fue hacia los otros dos. Sujetó el rostro de Camus y lo besó con pasión hasta dejarlo sin aliento.

—    Será increíble en verdad—dijo.

Aioria no dejó de besarse con Camus, pasando sus brazos por ese cuerpo que los encendía, dándose dulzura y sensualidad por partes iguales; la mirada azulada del de Escorpión los siguió por unos instantes, era delicioso ver a dos chicos complacerse pero no quiso quedarse al margen. Con determinación Milo se hizo de un lugar entre ambos jóvenes, capturando primero los labios del de Acuario, poco después fueron los de Aioria; compartieron momentos de placer, eso no se dudaba, apenas las primeras caricias y sus sentidos estaban despertando con fuerza, con la urgencia de quien sabe que hay mucho aún por conocer.

Siendo ese el panorama, fue nuevamente el de Escorpión quien decidió tomar la iniciativa, por eso empezó a levantar la camisa de Camus, lo hacía lentamente, disfrutando de esa suave piel que iba quedando al descubierto bajo su toque. Pero una vez que lo descubrió, guio al de Acuario para que ayudara al de Leo a quitarse la suya, lo cual fue sencillo en comparación. Los azules ojos de Camus brillaron ante la imagen del rubio, era tan apuesto ese joven, y al estarlo contemplando no vieron que Milo se desvestía a su vez muy sonriente.

Sin dejar de hacer su parte, el de Escorpión se acercó a Camus para besarlo por el cuello y el pecho, dejando que al de cabellos rubios en sus labios pues no pensaba separarlos tan pronto, que siguieran y se excitaran por la promesa de una entrega. Claro que eso no sería suficiente, Milo comenzó a bajar por el plano abdomen del de Acuario, lo acariciaba por encima del pantalón, le gustaba lo que sentía, pero si deseaba más tendría que hacerse de ayuda. Con seguridad sujetó una de las manos del de ojos verdes para llevarla a la cremallera, que acariciara también, haciendo que Camus gimiera con dulzura haciendo que el rubio se entusiasmara por ello.

Fue entonces que Milo abrió los pantalones que había rodeado, tocó directamente el tierno sexo, pero deseando hacer algo más llevó la mano del de Acuario dentro de los pantalones del de Leo. No dejaban de mostrarse dispuestos, los tres, aunque parecía que Escorpión encontraba un placer extra en contemplar a los otros dos avanzar hacia su entrega, por eso no vaciló en acariciarlos a ambos, en guiar sus movimientos, en hacer que las telas fueran apartadas hasta que sus sexos estaban libres a la tibieza de la habitación. Estaban al alcance de lo que buscaban, aunque era Milo quien iba a adelantarse en sus planes. Teniendo a su alcance al de Acuario no dudó en estimular su miembro, que se irguiera por completo, para eso utilizó sus dedos y lo acarició por el frenillo y el prepucio, apartándolo, mirando esa cabeza que enrojecía, le gustaba e iba a probarlo.

Con determinación se acercó al medio erguido sexo que tenía a su alcance, lo metió a su boca hasta la mitad y comenzó a bombear con ánimo, bastante ánimo, pasando su lengua por el tronco y presionando en la corona, sus dedos apretaban levemente la base para tirar un poco de los testículos. Respiraba agitado, le gustaba el sabor de ese chico, llevado por el deseo imprimió algo más de fuerza, provocando que el de Acuario se arqueara y gimiera, lo cual no era sencillo cuando el de Leo no lo soltaba ni dejaba que se apartara de sus caricias. Esa mano en su sexo no dejaba pensar al rubio, tan solo sentía su cuerpo encendido por la pasión, además que esos cabellos azules, que sin buscarlo, tocaban su cuerpo, eran un estímulo extra a sus impulsos.

El de Escorpión no iba a detenerse quería más de ese chico que tenía cabellos azules, así que iba a obtenerlo, mirando hacia arriba tomó por los antebrazos al de Acuario, para hacerlo quedar en la misma posición que él. Le robó un beso veloz, para después guiarlo hacia el turgente miembro del de cabellos rubios cenizos, estaba impaciente por lo que iba a ver. Camus se mostró suave, tierno, sus ojos se veían más grandes en ese instante, pero tocó débilmente el sexo ante su rostro, como si lo examinara con cuidado, para besarlo con cariño al principio por la punta y el tronco, después fue su lengua la que lo cubrió, hasta que finalmente comenzó a llevarlo su boca abriendo tanto como podía sus labios que parecían no bastar.

Aioria no podía sino sentirse complacido, esos labios tomándolo, humedeciéndolo, cubriéndolo eran placenteros, la forma en que lo estrechaban era exquisita, no muy hábil pero completamente deliciosa. Sujetó esos cabellos azules con firmeza, guiando a su dueño en el ritmo que deseaba, hundiéndose tanto como podía en la cálida boca, sin poder evitar pensar en lo maravilloso que sería ese estrecho pasaje que deseaba poseer. Lo imaginaba, hundirse en esa intimidad jamás conocida por otro, sentirse estrujado por unas paredes sumamente estrechas, llenarlas de su simiente hasta los límites. Siguieron de la misma manera, bajo la mirada de unos ojos azules que disfrutaban al máximo de cada movimiento de los dos jóvenes ante él.

Milo se levantó lentamente, observando al que estaba de rodillas, intentando algo más con él, pero el de Acuario se resistió un poco, buscaba más del de Leo, y aunque sonrió el de Escorpión lo hizo separarse, iba a tener su parte. Tomando ese hermoso cabello azul lo guio hacia su propio sexo, contra esos tersos labios ya enrojecidos, y penetró la tierna boca; las cosas no terminaban ahí, sino que le indicó el camino al de Acuario para que se diera a la labor de complacerlos a ambos. Apoyándose entre los dos cuerpos de pie, Camus comenzó a tomar uno y a otro con sus labios, su boca, llevándolos a un nuevo placer, acariciando sus testículos, frotando los troncos, para ambos caballeros fue un amante mimoso y tierno, que sabía complacer.

Los que estaban en pie, por su parte, no se limitaban a las atenciones que les brindaba el de Acuario, nada de eso, Milo había tomado la iniciativa con ese guapo rubio al que acariciaba y besaba. El de Leo se sorprendió al inicio pero antes de poder decir nada, el de Escorpión hizo que Camus se levantara para llevarlo de inmediato a la cama, casi arrojándolo sobre el colchón. Sus ojos azules miraron al rubio joven y sonriendo le lanzó lo que parecía un desafío.

—    ¿Piensas dejarlo así?

Casi se rio, pero el de mirada verde fue directamente hacia el de Acuario y con manos veloces le quitó los pantalones y la ropa interior, ahora estaba desnudo ante sus ojos, por lo que tuvo que hacer lo mismo con sus manos, siguiendo el ejemplo Milo se terminó de desnudar a su vez. Los tres estaban listos y dispuestos a continuar con esa noche que no parecía sino tenerles guardadas sorpresas.

Las cosas iban a continuar y para ello Camus se acomodó hábilmente sobre el colchón, dejando su cabeza  al filo del mueble, los otros dos tomaron sus sitios con velocidad: Aioria volvió a hacerse de esa fina boca para que lo complaciera mientras que Milo se escabulló del otro lado, quedando entre las largas piernas que resguardaban la estrecha entrada que tanto deseaban. Utilizando sus dedos, el de Escorpión hacia lo posible por dejar expuesto el delicado anillo, lo consiguió, y con su lengua se dedicó a estimularlo de inmediato, suave al inicio, marcado al final, deseando provocar nuevas oleadas de goce en el que tenía ojos azules como él.

Moviendo sus caderas con pasión, hundiendo su sexo en la boca tan amable del de Acuario, Aioria no podía dejar de disfrutar lo que estaba viviendo, era de verdad maravilloso tener a alguien como ese chico. Pero una voz lo interrumpió por unos instantes ya que sus planes no terminaban en ese punto.

—    Dame un momento.

Sin desearlo realmente, el rubio se apartó con lentitud, disfrutando de esos labios que parecían no querer dejarlo ir. Pero Milo buscaba al de Acuario, lo atrajo hacia él mientras gateaba sobre la cama, lo besó con fuerza, usando su lengua, asegurándose que el de ojos verdes lo viera. Hizo recostarse al otro de ojos azules, le separó las piernas con lentitud, para después cubrirse los dedos con su propia saliva, intencionalmente se movía despacio, entonces los guio a la estrecha entrada del de Acuario. Primero fue uno, lo movía lentamente, haciendo que Camus gimiera de manera sugestiva, despacio entraba y salía, cuidando que el de mirada verde no perdiera un solo movimiento. Entonces volvió a cubrir sus dedos con saliva, aunque ahora serían dos los que entraran a esa masculina intimidad que se abría lentamente para el asalto. El de Escorpión encontró lo que buscaba con habilidad, pues el de Acuario se arqueó deliciosamente sobre su espalda cuando su próstata comenzó a ser estimulada en un masaje varonil y cautivante.

Aioria no podía dejar de observar la manera en que Camus respondía a la pasión, cerrando sus ojos y moviéndose al ritmo que imponían esos dedos en su interior, se acariciaba con la mano derecha su sexo, estaba necesitado de ese hombre. Milo sonrió al ver esos ojos brillar, solo un poco más o al menos eso era lo que pensaba, por eso volvió a utilizar su lengua en la entrada de la masculina intimidad que se abría suavemente, cubriéndola lo mejor posible con su saliva. Separaba con sus dedos el suave músculo para hacer que su lengua lo probara hasta donde era capaz, y al final dejó caer, tanto como le fue posible, toda la secreción transparente de su boca en esa entrada que estaba lista para seguir. El de Escorpión sonrió y se apartó para mirar directamente al de Leo, sabía bien lo que necesitaba decirle en ese momento.

—    Te lo preparé bien.

Como si fuera un arreglo previo, Milo hizo que un excitado y dispuesto Camus se colocara sobre sus manos y rodillas en la amplia cama, exponiendo ante el de pupilas verdes el masculino pasaje bien estimulado y listo. Ciertamente Aioria no se hizo de rogar, sin aguardar demasiado fue tras el cuerpo del de Acuario y frotó su duro miembro contra el delicado anillo, se sentía tan bien hacerlo, pero no iba a quedarse en eso, por lo que usó sus pulgares para separar las redondas nalgas, besar directamente su unión y probarlo con deleite. Ocupado con esa labor, no vio que el de Escorpión tomaba con un sensual beso los labios del de Acuario, usando su lengua y tirando de los endurecidos pezones con un poco de fuerza. Sin embargo no quedaba más espacio para todos esos juegos, los tres hombres  estaban estimulados y no quedaba más camino que el de unirse en la ancestral danza de la copulación.

—    Hazlo.

Las palabras del de Escorpión unidas a esa mirada retadora hicieron que el de Leo se lo tomara todo como un desafío, además de no poder dejar de notar que Milo le daba el sitio de primacía en ese asunto, por lo cual sería quien desflorara al de Acuario.

Y le gustaba semejante provocación.

 

**********

 

Sin esperar por más, un necesitado Aioria sujetó las caderas del de Acuario para colocar la corona de su sexo contra la misma entrada que había saboreado, sabía que estaba bien dilatada y por alguna razón que el de Escorpión y él la hubieran probado le daba una estimulación extra. Con la mano derecha comenzó a guiar su miembro, sintió que la punta se ubicaba en el sitio exacto, así que sin aguardar comenzó a empujar para invadir la masculina intimidad que aún le planteó algo de resistencia. Gimiendo por sentirse asaltado con tanta determinación, Camus parecía atrapado entre dos amantes que no lo dejaban ir, el de Leo con sus embates, el de Escorpión con sus besos. Sin tomarse un segundo para respirar siquiera, Aioria comenzó con su fuerte asalto, empujando y empujando su sexo hasta lo más íntimo del de cabellos azules, deleitándose con esas paredes que lo estrujaban, gozando aún más por ser el primero en conocer ese sitio.

La misma situación parecía impedirles ser amables, los empellones del rubio no dejaban de ser algo fuertes contra ese delgado cuerpo que se aferraba a las sábanas bajo sus manos, mientras era besado al mismo tiempo por un maestro en tal área. Pera el de Leo era increíblemente intenso, sujetar esas caderas con sus fuertes manos, hundirse en ese pasaje inexplorado, dejarse llevar por el absoluto placer de descubrir la sensualidad de alguien con quien no había podido sino soñar. Sus deseos eran cumplidos con creces, ese cuerpo era incluso más de lo que se esperaba, lo apretaba de manera increíble en su interior, rodeándolo con su calidez, esas blandas paredes que no parecían poder dejarlo ir hasta obtener todo de él.

Dejándose llevar el de cabellos rubios era un amante tórrido, respiraba agitado mientras se movía sin aguardar contra Camus, siguiendo de esa manera no iba a tardar en culminar, pero por eso fue detenido. Unas manos lo tocaban por los hombros, hasta que tuvo que detenerse y vio la sonrisa del de Escorpión ante él. Era del tipo de un hombre que tiene planes muy bien delimitados

—    También quiero probar—decía con voz ronca por la pasión.

El de ojos verdes no parecía del todo convencido, pero la idea de contemplarlo le gustaba, por lo que se detuvo y se apartó, temporalmente, dejando a Milo hacerse dueño de la situación. El de cabello azul no perdió el tiempo, apenas pudo hacerlo consiguió que Camus se recostara sobre su espalda, sin perder un solo instante separó sus bien formados muslos, se colocó en posición de ataque y penetró el mismo sitio que conociera el de Leo con determinación. Verlo moverse con tanta necesidad hizo que el rubio sonriera, era de verdad erótico contemplarlos, por lo que intentando participar tomó los sonrojados labios del de Acuario con fuerza para después colocarse sobre él, llevando su sexo a esos labios que se abrieron para recibirlo de nuevo.

No dejaban de moverse, el Escorpión y el de Leo sabían bien que estaban haciendo suyo al encantador Acuario suyo cuerpo los estaba haciendo vivir sensaciones intensas; para el rubio era como si estuviera intoxicado, al grado que no evitó que Milo se acercara, lo sujetara por el cuello y lo besara con sensualidad en la boca. Un instante después, apenas separándose, volvía a su rostro esa sonrisa retadora que tenía nuevas palabras para incitarlo a seguir.

—    ¿Puedes hacerlo o no?

Diciendo eso, Milo salió de Camus, pero Aioria no tardó en recuperar ese sitio, esta vez sujetando los bellos muslos de Camus, separándolos con algo de fuerza para levantarlo sobre el colchón, hasta donde le era posible, dejando expuesta su sonrojada entrada. Como si fuera preso de una nueva ferocidad sensual, lo sujetó por las pantorrillas para penetrarlo de un solo movimiento hasta lo más íntimo. Camus no pudo sino gemir con un tono de sorpresa y algo cercano al dolor, sintió que el rubio se retiraba pero solo para volver a entrar con la misma intensidad, no era sencillo mantenerse en esa posición cuando era embestido con tal urgencia y dureza. Sin dejar de sonreír, el de Escorpión sujetó los tobillos del de mirada azulada, dejándolo abierto y expuesto al de pupilas verdes, quien no perdía un solo instante para continuar penetrando ese pasaje masculino que aún ofrecía una resistencia que casi lo enloquecía.

Estaba por terminar de esa manera, aunque como si lo adivinara, el de Escorpión lo detuvo empujándolo suavemente por los hombros para que se retirara. El de Leo no se mostraba dispuesto a ello, pero la insistencia del otro indicaba que tenía un plan en mente. Por eso, cuando se dio cuenta, el rubio ya estaba sobre su espalda en la cama y un par de segundos después un excitado Camus lo montaba a horcajadas, Milo los ayudaba a ambos para que sus cuerpos se unieran otra vez. El de Acuario no tardó en moverse, como si cabalgara, movía sus caderas de manera lujuriosa, a lo cual el de ojos verdes correspondió embistiendo con masculina necesidad. Pero el de Escorpión no pensaba solamente mirarlos, sus planes eran otros, aunque los incluía a los dos.

Sujetando por los hombros al de Acuario, Milo encontró su sitio, lo empujaba hacia el frente, con lo cual la pareja se besaba, pero aprovechó el momento para comenzar a penetrarlo. Evitando que el de Acuario se separara, sostenía sus caderas con firmeza, hasta que la mitad de su turgente sexo estaba en el interior de Camus. Tuvieron que quedarse muy quietos por unos segundos, la situación era intensa, pero no pensaban en retroceder, solo se dieron el tiempo absolutamente necesario para relajarse un poco. El de Leo y el de Escorpión compartieron una mirada, era brillante, se entendían, y por eso decidieron compartir el cuerpo de Camus sin objeciones. Comenzaron a moverse de nuevo, despacio al inicio, asegurándose de no lastimar al de cabello azul, quien murmuraba algo de jamás haber hecho algo así.

Los tres hombres unidos no se encontraban excitados, sino híper excitados a esas alturas, respiraban agitados, estaban viviendo mucho más de lo que pudieran haber fantaseado alguna vez siquiera, sacudiéndose con sensualidad se lo permitían todo. Intentando hacer más llevadera la situación para el de Acuario, Milo buscó su rostro y lo besó con sensualidad en los labios, imitando con su lengua los empellones con los que asaltaba su intimidad secundado por el de Leo. Delirando de placer, respiraban de manera ronca, como si estuvieran furiosos por algo, pero no era furia lo que los hacía arder, era esa pasión absoluta que los llevaba a límites que desconocían mientras sudaban copiosamente .al calor de su entrega. Las caderas de Camus se movían en pequeños círculos, sus paredes íntimas los apretaban con deleite, parecían vivir una fantasía sensual que los estaba colmando en todos los sentidos.

Necesitando recuperar un poco de aire, tuvieron que detenerse, el mismo Camus parecía necesitarlo pues se apartó separando sus cuerpos de la intensa posición en la que se encontraban. Recostado aún sobre su espalda el de ojos verdes sintió un breve sobresalto cuando fueron los labios del de Escorpión los que comenzaron a tomar su sexo, lamiendo de forma experta su corona, para sentir tres segundos después otra boca que buscaba complacerlo. Era el de Acuario, quien se colocaba sobre él de manera invertida, dejando su miembro a la altura de la boca del de ojos verdes, así que no tardaron en unirse en un muy satisfactorio sesenta y nueve. Complaciéndose al mismo tiempo que saboreaban la extravagante combinación de sus cuerpos, no podían dejar de sentirse sumamente deseosos por culminar.

Claro que Milo se daba cuenta de eso, por lo cual no iba a dejar de tener su parte, tal y como lo había dicho; de tal manera que se colocó sobre el de Acuario, lo penetró con firmeza pero dividiendo ese momento con llevar la cabeza de su miembro contra los labios del rubio, quien se limitó a probarlo levemente con su lengua, aunque parecía suficiente para el de cabello azul. Dejándose llevar, terriblemente excitado por todo lo vivido, resultó inevitable que se masturbara a sí mismo jadeando sin control alguno, alcanzó su orgasmo y terminó encima del de Acuario, salpicando con un poco de su simiente el rostro del de mirada verde. Un instante después estaba recostado al lado de ambos respirando con profundidad, pero no bastaba para los otros dos jóvenes que aún necesitaban su culminación.

Aioria lo había visto todo, así que Milo estaba fuera de combate, por lo cual el camino estaba libre para él, sin más, de un solo movimiento apenas, tenía al de cabellos azules contra las sábanas, sus ojos brillaban con lujuria y necesidad, capturó a Camus con fuerza y de la misma manera separó sus muslos para entrar de un solo movimiento, muy fuerte y muy directo, en su encendida intimidad. Sin cuidarse de nada ni pensando en otra cosa que no fuera lo delicioso que resultaba ese chico, el de Leo poseía ardientemente al de mirada azulada, hundiéndose hasta lo más íntimo y descubriendo apenas sin proponérselo la próstata del de Acuario. Sin inhibiciones de ninguna clase, el de ojos azules gemía llenando la habitación con el sonido de su voz; escucharlo provocó que el rubio no dudara en continuar embistiendo con un acelerado ritmo y una intensa presión.

Un necesitado Aioria no dejaba de moverse de manera frenética al mismo tiempo que besaba el rostro del de cabello azul quien por su parte le lamió el rostro, limpiando la simiente del de Escorpión con deleite. Sus cuerpos fueron recorridos por espasmos violentos, les robaban el aliento y la visión, solo escuchaban el sonido de su sangre corriendo por sus venas, estaban terriblemente cerca del éxtasis. Dejándose llevar por la necesidad de sentir que estaba por terminar en el de cabellos azules, el de Leo aumentó la fuerza de sus embates hasta que su simiente se liberó en el interior del de Acuario que lo estrujaba para acabar casi con furia mientras apretaba los dientes dando un extraño rugido de satisfacción. Fue el éxtasis completo y jamás había vivido algo semejante, lo dejaba sin fuerzas pero lo llenaba de placer satisfecho. Al mismo tiempo, un incontrolable Camus, extasiado por todo lo que había vivido, no necesitó de nada más que aferrarse con intensidad al fuerte cuerpo del rubio para terminar con el orgasmo más delicioso que hubiera podido vivir.

 

**********

 

Pasaron un largo rato hasta que los tres lograron tranquilizarse lo suficiente, para poder moverse al menos. Aioria se levantó lentamente de la cama, miró al de Acuario con detenimiento, estaba completamente desnudo, su piel sonrosado, con un semblante perfecto y destellante por el éxtasis; había sido una experiencia única, maravillosa para el de los ojos verdes.

Sin poder resistirse se acercó y lo besó en la mejilla para después acariciarlo con suavidad y sonreír.

—    Pero que ternura—se escuchó con burla— ¿quieren que los deje a solas mientras se declaran amor eterno?

El tono de broma hizo que el rubio frunciera el entrecejo, pero se apartó del de Acuario para comenzar a buscar su ropa; era verdad que lo suyo no era romántico pero no por eso le resultaba menos impertinente el que Milo interviniera. Aún sentía que la cabeza le giraba y que había como lucecitas danzando ante él, aún sentía el orgasmo correr por su cuerpo, Camus había resultado una sorpresa maravillosa. Se vestía torpemente pues no estaba en sus planes quedarse, además que Milo estaba haciendo lo mismo, no tenía sentido pretender que estaba ahí por otros motivos. Pero en ese momento una duda lo asaltó ¿Qué era lo que esperaba Camus de él después de lo ocurrido?

Volteó a mirar al de cabellos azules, seguía recostado pero sus ojos parecían cansados, como si solo deseara dormir.

Se acercó a la cama de nuevo y lo llamó.

—    Camus…yo…

—    Aioria.

Sin otra palabra el de Acuario se levantó lo suficiente para besarlo con dulzura, para mirarlo como si le agradeciera por algo.

—    Fuiste maravilloso conmigo Aioria, gracias, no te olvidaré, ni nada de lo ocurrido esta noche.

Una inocente sonrisa más y ninguno de los dos esperaba quedarse en el mismo lugar, era el momento de irse.

Al voltear el de ojos verdes se dio cuenta que el de Escorpión se había desvanecido por cuenta propia.

Camus volvió a recostarse, se sentía cansado, pero complacido, toda la experiencia había sido espléndida, su cuerpo medio dormido por la pasión y cálido por el orgasmo no podía mentirle. Cerró los ojos por unos segundos antes de escuchar que le hablaban de forma muy directa.

—    ¿Fue lo que querías?

Cuando sus pupilas se mostraron otra vez no tardó en encontrarse con la figura de Milo, quien tan solo sonreía con suavidad.

—    Fue aún mejor Milo, gracias.

Ya no había nada de ese aire modesto y suave en el de Acuario, había cambiado por un aspecto más sensual y mundano, tal y como era realmente ese chico que siempre lograba que su compañero hiciera lo que deseaba.

—    No sé cómo dejo que me convenzas de hacer todas estas cosas Camus.

—    Porque nunca te he decepcionado Milo.

Con eso el de Escorpión ya estaba a su lado en la cama, estrechándolo y besándolo con sensualidad; no era sabido por nadie que ambos estaban en una relación de años, una muy especial si se pensaba en ello. Se amaban, eso no estaba en duda, pero debido a ciertos gustos preferían mantenerse con un perfil bajo. Por eso, cuando se trataba de cumplir las fantasías del de Acuario, su compañero no dejaba de ser cooperativo, aunque quedara siempre como el depredador y su compañero como la dulce presa. Sin embargo les funcionaba y no dejarían de hacerlo.

—    ¿Sabes? Aioria de verdad creyó que eras virgen Camus.

—    Ese leoncito fue delicioso, no lo niegues.

—    No lo haré.

—    Además, si era virgen, de cierta manera—decía sonriendo—Jamás había hecho  un trío.

—    ¿De verdad?—preguntaba el otro con falso asombro.

—    Bueno, no uno con una doble penetración hasta esta noche.

—    Me alegra que te gustara.

—    Y a ti también te gustó—afirmaba el de Acuario.

Después de eso volvieron a besarse usando sus lenguas, no había necesidad de ocultarse nada, por eso eran tan buenos compañeros en todo. Pero era verdad que estaban cansados, por lo que el de Escorpión limpió a su compañero con una toalla tibia y después se aseó él, al final los dos terminaron recostados en la cama dejándose llevar por el sueño, aunque no sin antes decirse algo.

—    ¿Milo?—decía un poco adormilado el de Acuario.

—    ¿Qué pasa?

—    La próxima vez quiero algo nuevo.

—    ¿A quién tienes en mente?

Apenas había logrado tener a Aioria y ya estaba pensando en alguien más, pero su compañero no dejaba de hacer planes, era parte de su personalidad y él no dejaría de hacer lo que fuera necesario por verlo dichoso.

—    En mercadeo hay unos gemelos—mencionaba suavemente el que estaba por dormirse.

—    ¿Saga y Kanon?

—    Estoy seguro que me han mirado…

—    Habrá que pensarlo con calma.

—    Gracias Milo, es por ser tan comprensivo que te amo tanto.

—    Y yo te amo a ti Camus—le decía con dulzura—No dejaré de hacer lo que sea para que estés contento.

Pero el de Acuario no tardó en dormirse, su compañero lo dejó hacerlo, antes de caer en el sueño solo pensaba en lo afortunado que era, tenía a un chico al que adoraba y este a su vez lo amaba también; era muy buena su relación que a otros podría parecer no muy convencional ya que estaba bien dispuesto a ayudarlo a cumplir todas sus fantasías, aunque admitía que eran muy satisfactorias para él también. Sonrió con  los ojos cerrados, por hacerlo feliz y sentirse feliz bien valía la pena ser un hombre parte de una relación algo especial. Pero eso nada importaba, no había reproches que hacer de su parte, finalmente eran afines sus gustos.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

Si nada sucede espero subir una nueva trama la semana entrante, nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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