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Regalo por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

 

Fic dedicado a Vanessan, quien deseaba a estos tres juntos, y a Ladyshaka quien quería algo para el cumpleaños de Aldebarán, perdonen por la tardanza.

 

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fic, es un trío, algo lemoniano, y debo decir que me cuesta un poco hacer tríos, sobre todo uno que no he manejado antes, pero deseo que les guste y/o entretenga esta trama.

 

 

 

—Ocho de mayo.

Minos de Grifo miraba el calendario que colgaba de la pared, una pieza curiosa pintada a mano que le había traído su compañero de un viaje en los meses anteriores. Lo que más le interesaba a ese joven de largos cabellos platinados y ojos brillantemente dorados era que estaba a unos días del cumpleaños de su pareja, Aldebarán de Tauro, y lo peor era que no tenía aún su regalo. No era cuestión de dinero, pues su trabajo era bien remunerado, sino de, digamos, falta de inventiva. Siempre le costaba un trabajo terrible elegir algo para el otro hombre, sobre todo porque ese caballero siempre había puesto en marcha una gran inventiva para agasajarlo a él en sus cumpleaños.

Aldebarán resultaba un compañero creativo en muchos sentidos, desde la vida cotidiana hasta las celebraciones importantes, siempre le daba regalos increíbles. Sin más, apenas había pasado su cumpleaños y le había obsequiado un hermoso viaje a la tierra de sus ancestros, Noruega, en el cual incluso lo llevó a conocer la que fuera la casa de sus tatarabuelos antes de que emigraran de esas regiones. Tomando todo eso en cuenta, en definitiva, quería darle algo especial y mucho más original que cualquier cosa que pudiera comprar simplemente en una tienda.

Pero no se le ocurría nada.

—     ¿Qué es lo que voy a hacer?—se preguntaba.

Por el momento nada ya que nada se le ocurría.

Pasadas las siete de la noche, Aldebarán llegó al apartamento que ambos compartían en la ciudad, se trataba de un piso bien puesto en el que una familia grande se hubiera acomodado sin problemas, y por lo tanto a ellos dos les bastaba perfectamente. Aparte de la recámara principal estaba una para visitas, una sala, comedor, cocina, una habitación que habían acondicionado como gimnasio y una más como biblioteca y oficina, tres baños, dos balcones y amplia terraza cerraban el cuadro. No se estaba nada mal ahí.

El de Tauro era un hombre muy alto, medía más de dos metros, era de gran musculatura y rasgos marcados, sus cabellos eran de un tono violeta intenso, casi negros y sus ojos oscuros. Mucha gente tendía a pensar que era alguien severo o poco amable a primera vista, pero apenas lo trataban se borraba esa idea, era un hombre de trato agradable y en confianza era un excelente compañero. Además siempre era atento con los demás, tenía una galantería en los labios y una palabra amable, sobre todo para su compañero. Quienes conocían esa relación jamás lo vieron ser grosero o impertinente con el de Grifo, siempre le daba la mano al descender de un vehículo, siempre le abría la puerta para que pasara, le ofrecía la silla antes de sentarse, y le daba pequeños detalles con los que el otro se sentía sonriente.

Sin más ese día le llevaba un bonito ramito de tuberosas ¿La razón? No la necesitaba, le gustaba hacer ese tipo de cosas “porque sí”, y  no dejaba de ser tierno y detallista con ese muchacho de ojos dorados.

—     Ya llegué Minos.

—     Qué bueno que estás en casa—decía el otro apareciendo.

De inmediato el de cabellos oscuros le extendió las flores y su compañero las recibió con una sonrisa y un beso.

—     Me malcrías Aldebarán—decía sin perder la sonrisa.

—     Que importa, me encanta hacerlo.

Rieron y charlaron un poco, pero el de Tauro fue a su habitación para ir al baño principal y refrescarse un poco mientras su compañero veía que la mesa estuviera lista para cenar. Contaban con ayuda para que limpiaran el departamento y cocinaran, con lo que ellos solo debían recalentar, aunque Minos había tomado unas clases de cocina, le gustaba hacer eso por su compañero. Preparó algo sencillo pues el otro no era de fastos extravagantes en su vida diaria, más bien era hogareño.

Al final los dos estaban en la mesa y se servían de comer, aunque el de ojos negros no dejó de alabar los platillos.

—     Te quedó deliciosa la sopa Minos.

—     Qué bueno que te gustara.

Se comentaron algunas cosas de su día, algunos planes para la semana, incluso verse con amigos después.

—     ¿Sabes a quien voy a ver?—preguntaba animado el de cabello plateado.

—     ¿A quién?

—     A Hades.

—     ¿Hades, viene a la ciudad?

—     Estará por una temporada, más bien unos días apenas, pero supe que lo enviarán a la empresa para que supervise algunas cuestiones.

—     Me agradaría verlo, apenas si nos hemos comunicado desde que cambió de trabajo, hace casi dos años.

—     Que rápido vuela el tiempo.

Continuaron con un tema y otro, terminaron la cena, lavaron la vajilla y finalmente se alistaron para descansar, pero mientras lo hacían el de Tauro mencionó algo como si nada, pero parecía apenas pensarlo.

—     ¿Sabes de qué me di cuenta Minos?

—     ¿De qué?

El otro cepillaba su largo cabello de color plateado con calma pero seguían atentamente sus palabras.

—     Ya viene mi cumpleaños.

Ante eso el de Grifo no supo qué responderle y se limitó a escuchar, así que el otro simplemente continuó.

—     Podríamos cenar en un buen lugar—decía el de Tauro—Nada rebuscado, solo nosotros dos ¿Qué te parece?

—     Estaría bien.

Pero fue todo lo que pudo decir, al acostarse y antes de quedarse dormido aun le daba vueltas a ese asunto del regalo de cumpleaños para Aldebarán.

 

**********

 

El trabajo de Minos de Grifo era bastante movido, pero él lo dominaba perfectamente, así que los demás lo veían ser el mismo de siempre, sin embargo para el de mirada dorada era una cuestión de que se le acababa el tiempo. Revisaba los informes, recibía datos, ser parte de la junta gerencial de una importante compañía automotriz no era sencillo pero él era el ejecutivo más joven en conseguirlo. Nadie le reprochaba su comportamiento laboral, era emprendedor y de buenas ideas, además de perfecto cumplidor de sus labores, no estaba nada mal.

Aunque ese día necesitaba hacer algo más por parte de su trabajo.

—     Señor—le decía una secretaria—Lo esperan en la sala de juntas.

—     ¿Ya llegaron?

—     Sí señor.

—     Gracias, voy de inmediato.

Sin más sus pasos fueron directamente al sitio que le indicaron, sabía bien que era una parte del trabajo pero también estaba contento con la idea de ver a un viejo amigo con el que casi había perdido el contacto.

Cuando entró a la sala de juntas, un hermoso sitio que contaba con paredes de vidrio, no se podía dejar de admirar el paisaje que dominaba, además los muebles eran de un corte moderno que buscaba unificar los elementos automotrices con la decoración. Sin más estaba una simpática mesita de centro, que era un neumático con un bonito cristal encima. Pero lo que más importaba al de cabellos dorados aparte de su trabajo, era que ahí estaba la persona que por ambas razones deseaba ver.

—     Estamos todos reunidos—decía Shion de Aries.

Ese caballero importaba porque no solo era el directivo en jefe, sino porque esa empresa, Aries Motors, había sido fundada por su bisabuelo.

—     Por favor, siéntanse bienvenidos—continuaba Shion.

Todos dieron las gracias y no tardaron en tomar sus lugares, bien especificados, y se lanzaron a hablar del tema que necesitaban, ya que la empresa iba a cambiar de empresa de relaciones públicas, no les terminaba de gustar el manejo de la anterior y un escándalo de desvío de fondos no ayudó. Así que estaban para seguir adelante y retomar su sitio lejos del escándalo, buscando las mejores propuestas posibles.

Como reunión de negocios todo estaba funcionando muy bien, los planes que presentaban a la empresa se escuchaban bien y demostraban su viabilidad, así que no había motivos para no cerrar los contratos correspondientes y de paso hacer un brindis por el negocio que terminaban de concretar.

Aparte permitió a dos personas saludarse de manera más cercana pues sabían que volverían a verse.

—     Hola Hades—lo saludó de inmediato.

—     Minos.

Un instante después se daban  un abrazo, se tenían estima y eso no cambiaba a pesar del tiempo de no verse pero los dos entendían que sus vidas habían cambiado. Hades de Tártaro era un guapo hombre de cabellos negros y ojos verdes, aunque su expresión tendía a ser fría dejaba de serlo al sentirse en confianza, lo complicado era que eso se lograra, aunque ellos dos lo habían conseguido.

—     ¿Cómo has estado Minos?

—     Muy bien Hades ¿y tú?

—     No puedo quejarme, ahora soy el jefe de mi departamento.

—     Te lo mereces.

—     ¿Cómo andas tú? Lo último que supe fue que estabas viviendo con Aldebarán y eso fue hace unos meses.

—     Así es, ahora vivimos juntos Hades, tenemos un buen lugar y ya sabes cómo es Aldebarán, no deja de hacerme sentir que soy muy afortunado por tenerlo en mi vida.

—     Me da gusto, por los dos.

—     Gracias.

—     La verdad es que no imaginaba si lo de ustedes dos iba a funcionar, no me lo tomes a mal, pero me alegra que sigan juntos.

—     No te preocupes, no fue convencional como nos conocimos pero nos dimos la oportunidad y no me arrepiento de nada.

Siguieron charlando y recordando algunas cosas, poniéndose al día sobre algunos conocidos comunes y el de Grifo regresó al tema de su compañero.

—     Cuando supe que venías le dije a Aldebarán, me comentó que le gustaría verte, fueron amigos después de todo.

—     Vernos los tres de nuevo—dijo Hades pensativo.

—     ¿Qué sucede? ¿No te gustaría ver a Aldebarán?

—     No es eso, no lo imagines siquiera.

—     Los dos siempre te hemos agradecido que nos acercaras, fue por ti que nos conocimos Hades.

—     Lo sé, es solo que pensaba en la manera que los presenté, aunque realmente ni siquiera eso hice.

—     Oh.

Por unos segundos ninguno de los dos dijo nada, además en ese momento otros de los invitados se acercaban y comenzaron pequeñas charlas con ellos, por lo que no lograron concluir nada sobre verse de nuevo.

Minos regresó a su casa, no estaba nada mal la manera en que había salido ese día, pero en el camino no pudo sino pensar en lo que había sido su vida desde que Hades había hecho que se conociera con el de Tauro. Al final lo dejó pasar pues tenía algunas cosas que atender en casa, ese tipo de asuntitos que casi nunca se tratan pero que forman parte de la vida cotidiana: hacer pagos de luz, agua, teléfono, mantenimiento, sistema de cable, gas. Pequeñas minucias aparentemente pero que permiten que la vida pase sin sobresaltos, o la sobresaltan cuando no son cubiertas a tiempo.

Al final el de cabellos plateados se dispuso a preparar un guisado espeso de cordero que a su amor le gustaba. Se dedicó a colocar la mesa y después se arregló un poco para esperar a su compañero. No tardó mucho en llegar el de Tauro y ambos estaban en la mesa, se les fue el tiempo hablando del negocio en el trabajo de Minos y cuando se estaban alistando para dormir ya charlaban solo sobre Hades.

—     Me alegra que todo saliera bien—decía Aldebarán—Podríamos ir a celebrar el fin de semana.

—     Sí, le comenté a Hades sobre vernos pero no concluimos nada.

—     Tenemos tiempo.

El de cabellos oscuros parecía dispuesto a dormirse, pero cuando su compañero se recostó no pudo evitar que sus pensamientos fueran de nuevo hacia el pasado, a la manera en que Aldebarán y él se habían conocido, porque no era exactamente usual. Muchas personas se conocen porque estudiaban juntas, trabajaban juntas, eran vecinas, acudían a un sitio en común, las presentaban sus familiares o sus amigos. A ellos los presentó Hades, bueno, en realidad se habían presentado después que Hades tuviera una de esas ideas que solo a él parecían ocurrírsele cuando la ocasión se presentaba, aunque sí fue por medio de él que se conocieron.

Recostado y a oscuras en su amplia cama de tamaño King size, el de Grifo empezó a recordar la manera en que Aldebarán había entrado a su vida. Se conocieron en una fiesta de año nuevo que daba la empresa, en ese tiempo Hades trabajaba ahí también, los dos se conocían y bastante, se habían visto ya sin ropa en un par de ocasiones aunque nada formal pues ninguno buscaba una relación. El ambiente estaba bastante animado, las cosas parecían ser solo una celebración, pero el de cabellos dorados deseaba refrescarse un poco y fue al baño, cuando salió se encontró con Hades…y compañía.

No pudo ignorar que el de ojos verdes estaba entre los fuertes brazos de un alto hombre, después supo que se conocían por amigos comunes, pero en ese momento iban a lo que parecía la mitad de un apasionado encuentro. El de Tártaro se dio cuenta que había alguien observando y no se amilanó, de ninguna manera, reconoció a Minos y le sonrió, para después invitarlo a unirse. El de Grifo ya estaba medio excitado para ese momento, había tenido una buena vista del espectáculo, si eso no bastaba veía claramente el bulto que se le hacía en los pantalones al otro y eso terminó de convencerlo.

Hicieron un trío en la pequeña oficina de suministros y resultó ser de verdad una gran noche de año nuevo, pero fue entonces, cuando ya estaban más relajados, que el tercero en la escena le habló.

—     Me llamo Aldebarán.

—     Yo soy Minos.

Así fue como dieron inicio las cosas entre los dos.

Aldebarán lo buscó durante la semana siguiente, le propuso verse, y él aceptó volver a verlo, tuvieron algunas citas, hicieron el amor y dos meses después se pusieron en una relación formal. Al año de eso Aldebarán le pidió que vivieran juntos y desde entonces no se habían separado.

Hades había tenido algo casual con los dos, por eso había llevado a Aldebarán a la fiesta, pero le dio gusto cuando supo que era formal, los felicitó y después él siguió su camino. Había conseguido un mejor empleo que lo hizo mudarse y ocasionalmente intercambiaban noticias pero era hasta ese momento que volvían a verse.

Pensando en todo ello Minos comenzaba a quedarse dormido pero antes de hacerlo se le ocurrió algo, ya sabía que quería darle a Aldebarán de regalo de cumpleaños.

Hades esperaba por Minos en la barra del bar del hotel en el que se encontraba hospedado, había pedido algo ligero mientras esperaba por el de mirada dorada que le había pedido verlo, solo quedaba saber para qué. Suponía que se trataba de una charla nada más, aunque  iba más allá de eso y no se lo imaginaba. Como fuera lo vio acercarse, vestido impecablemente como siempre y con esa manera de caminar que hacía que su cabello se balanceara de un lado a otro. Tan solo quedaba aguardar por lo que iba a decirle apenas se saludaron.

—     Gracias por aceptar verme Hades.

—     Me agrada verte ¿Qué tal va todo?

—     Bien, el trato es un hecho.

—     Ya sabía eso, me refería al motivo por el que pediste que nos viéramos.

—     Me preguntaba para cuándo te irías.

—     Tengo unos días extra Minos.

—     ¿Qué harás con ellos?

—     Pensaba solo en relajarme ¿Por qué tanto interés en mi tiempo libre?

Con sus ojos verdes observó directamente a ese chico ante él, nunca había sido tímido, y tampoco lo fue en ese momento, lo vio respirar con profundidad y mirarlo de frente con determinación y una sonrisa.

—     Quiero proponerte algo Hades.

Lo que iba a decirle lo dijo, sin pausas ni sobresaltos, pero si bien el de cabellos negros lo escuchaba todo de manera imperturbable al final le dio un trago a su bebida antes de decir nada.

—     ¿Estás seguro de esto Minos?

—     Quiero darle algo a Aldebarán, él siempre me consciente y me sorprende, y esto es lo que me convence.

Pero aun así el de Tártaro parecía pensarlo.

—     ¿Cuándo sería?—preguntó.

—     El lunes.

—     ¿El lunes? ¿No es su cumpleaños?

—     Exactamente.

Al final Hades simplemente sonrió.

—     Cuenta conmigo.

—     Gracias.

Con eso quedó arreglado cual sería el regalo para el de Tauro.

 

**********

 

Aldebarán iba en camino a su hogar, se sentía de buen humor, las cosas en el trabajo marchaban y le gustaba, ser biotecnólogo no era muy conocido pero le fascinaba su trabajo como parte de un equipo de avanzada en el mejoramiento de técnicas de cultivos hidropónicos. En esos instantes solo pensaba en ir con su compañero, lo había llamado y le dijo que le tenía una sorpresa, que no se retrasara, y no lo iba a hacer. Apenas llegó a su departamento no escuchó sonido alguno, tal vez su compañero aún no llegaba, como fuera decidió darse un baño y al sumergirse en el agua tibia de la amplia bañera no dejaba de pensar en lo que haría el de Grifo. Ese chico era maravilloso y haber unido sus vidas lo hacía sentirse increíblemente afortunado. 

Al final salió del agua y se enfundó en su bata de descanso solamente, necesitaba vestirse, o al menos eso era lo que pensaba al principio.

—     Minos—dijo con sorpresa.

—     Es tu sorpresa de cumpleaños Aldebarán—le respondió el otro sonriendo—Disfrútala.

Sin más se acercó para hacerlo sentarse en el amplio y cómodo sillón que había colocado justamente frente a la cama para después ir al vestidor que estaba ahí,  de donde sacó a una persona más.

—     Hades—dijo el de Tauro reconociéndolo.

—     Hola Aldebarán—lo saludó—Feliz día.

Ambos usaban unas bonitas batas de descanso en color ciruela, eso y nada más, el de ojos oscuros no los perdía de vista, vio cómo se acercaban y comenzaban a acariciarse y besarse, lo que buscaban lo estaban logrando, darle un magnífico espectáculo.

Hades y Minos se miraban con intensidad, como un juego de seducción entre los dos, se abrazaron y sonrieron para un segundo después comenzar a besarse de manera erótica y sensual. El de Grifo acarició la masculina cintura del de cabellos negros, lo estaba excitando, por eso se mordió el labio inferior con deseo; por su parte, las manos del de ojos verdes fueron sin aguardar por el delineado cuerpo del de mirada dorada, levantando un poco de la tela que lo cubría, besando su delicado cuello con necesidad. Se buscaron con los labios, era agradable, compartieron una serie de besos encendidos que se iban haciendo más apasionados, sus lenguas no tardaron en presentarse y separaban aún más sus labios para que el de ojos negros lo viera sin perderse de nada.

El de largos cabellos platinados buscó a Aldebarán con la mirada, buscaba claramente que su compañero lo viera, que no perdiera detalle alguno de como el de Tártaro lo acariciaba y lo besaba, que movía sus caderas frotándose contra el otro hombre para excitarse, que sus ojos brillaban solo de deseo. A decir verdad el de Tauro estaba sonriendo, sin duda le gustaba lo que veía. En ese instante Hades besó con pasión al de ojos dorados, dejándolo sin aliento un par de segundos, le acarició el pecho y sin más lo guio hacia la cama. Se notaba que su cuerpo estaba decidido, no dejaba de besarlo con ardor, aunque eso no evitaba que el de Grifo continuara buscando el rostro del otro hombre.

En medio de sus caricias y el deseo de excitar, Minos terminó dando un gemido abierto, no era para menos cuando Hades frotaba su entrepierna, era deliciosa la sensación, pero no le bastaba con eso, pues unos momentos después fue directamente a los sonrosados pezones que no tardaron en endurecerse por las atenciones. El de cabellos negros se sentó en el filo de la cama y en el acto el de Grifo se sentó sobre él, abriendo de más sus bonitas piernas, dejando ver su sexo a través de la tela. Parecía como si el de cabellos plateados montara al otro, sus caderas no cesaban de moverse, empezó a reírse de manera alegre, como si intentara decir lo divertido que era todo eso.

El de Tauro se lamió los labios con sensualidad, era excitante lo que estaban poniéndole enfrente, sus ojos negros estaban muy fijos en esos otros dos hombres que se separaron pero solo para acomodarse sobre la cama, Hades detrás de Minos. El de cabellos negros acariciaba con una mano su suave abdomen, con la otra alcanzó los labios del de Grifo que de inmediato tomó los dedos y comenzó a lamerlos, chuparlos, dejando solo uno entre sus labios para que entrara y saliera, imitando lo que proponían para esa noche. Sus miradas se encontraron, las pupilas doradas y las glaucas, haciendo que sus dueños sonrieran, bajaron de la cama pues no era lo que deseaban solamente, con pasos seguros fueron hacia el de ojos negros.

Sin aguardar ambos hombres comenzaron a acariciarlo, lo tocaban por los hombros, besándose muy cerca de su rostro, tanto que sentía su aliento, con las manos alcanzaban la entrepierna que ya estaba medio despierta, le gustaba lo que sucedía sin duda. Por su parte, el de Tauro no se iba a quedar aguardando simplemente, no tardó en llevar sus grandes manos hasta esos firmes traseros masculinos apenas cubiertos por la tela color ciruela. Por unos instantes se quedaron así, pero para el de cabellos oscuros no bastaba, se puso de pie y encontró la manera de besarse con ambos hombres. Sus labios se rozaban y sus lenguas lograban acariciarse, sus sabores se mezclaban y ninguno pensaba en detenerse en ese  instante.

No pasó mucho tiempo de esa manera, pues Minos decidió que necesitaba más de su compañero que solo besos, por eso comenzó a bajar por ese musculoso cuerpo que había recorrido tantas veces ya en sus noches de placer. Hades por su parte no parecía querer perder su sitio, continuaba besándose con el de ojos negros que le dedicaba toda su atención en ese instante, sujetando sus cabellos negros y dando un pequeño mordisco a su labio inferior. Las manos del de Grifo ya trabajaban acariciando el abdomen de su amante, abrieron su bata de descanso, por unos segundos solo observó ese fuerte y grueso miembro que mostraba las señales del deseo. Aunque no solo iba a admirarlo, lo acarició suavemente, como si fuera delicado, recorriendo su forma, con cuidado comenzó a empujar esa delicada piel que aún cubría el centro de sus placeres, provocando que el más alto gimiera y rompiera con el beso.

Con ese panorama, Hades no pensaba quedarse atrás, no fue dando rodeos, sino que se colocó al lado del de cabellos plateados, ante ese sexo masculino tan bien proporcionado, compartieron una mirada y aparentemente ambos hombres tuvieron la misma idea. Se dieron un beso sensual, para después comenzar a lamer el miembro que se ponía más rígido a cada una de sus caricias, relamían ese cuerpo musculoso, usaban su mano para apretar con cuidado los testículos, los dedos frotaban el tronco y no dejaban de empujar el prepucio para que no interfiriera con sus planes. No dejaban de acariciar la corona con los labios, sus lenguas se unían para estimular el frenillo y entre caricia y caricia se besaban llenos de pasión.

Disfrutando de un espectáculo semejante, Aldebarán solo tomaba esos cabellos con sus manos, el negro y el plateado, estaba excitado en muy poco tiempo, su sexo erguido lo demostraba y sabía bien que no iba a aguardar mucho tiempo. Aunque ver a esos dos hermosos hombres complacerlo de esa manera, casi como si batallaran con sus caricias por darle placer, era demasiado bueno para renunciar a verlo. Sin embargo se conocía, el de cabellos oscuros no quería quedarse solo en eso cuando estaba seguro que los tres juntos podían hacer mucho más, de verdad quería que hicieran mucho más que eso. Con manos firmes los hizo levantarse de su sitio y de inmediato se apoderó de sus labios, la necesidad estaba aunada al deseo, Aldebarán se besaba con Minos, a momentos era Minos quien besaba a Hades, también Hades besaba a Aldebarán, el orden no importaba realmente si se trataba de compartir sensuales caricias.

La cama estaba ahí, ampliamente cubierta con sábanas de seda, y se podía decir que con los brazos abiertos, pues en cuanto los tres hombres estuvieron cerca no vaciló en recibirlos con comodidad. Minos quedó recostado sobre su espalda y Hades se colocó apoyándose en sus manos y rodillas sobre el colchón, por lo que Aldebarán no esperó para ir al firme trasero masculino del de Tártaro. Una determinada lengua bien habituada a ese tipo de labores comenzó a probarlo, usando sus dedos para dejarlo expuesto con mayor facilidad, lo cual provocó que el de ojos verdes se lanzara directamente al sonrojado sexo del de largos cabellos platinados, separando sus bien torneadas piernas, probando su miembro que parecía llamarlo con el brillo de la humedad en su punta.

Ya estaban definiéndose parte de sus roles, antes que nada el de Grifo decidió que esa tela, que no sería mucha, estorbaba demasiado, por lo que consiguió sacársela y hacerla a un lado para quedar desnudo y acariciarse el pecho sensualmente, disfrutando de las atenciones del de Tártaro. Pero no eran todas las que iba a recibir, pues el de Tauro dejó momentáneamente al de ojos verdes para recostarse al lado del de mirada dorada. Minos sintió como buscaba sus labios, por lo que no tardaron en besarse con necesidad y deseo, una fuerte mano de su compañero lo acariciaba por el abdomen, subía hasta su pecho y su cuello, volvía a sus pezones y pasaba por su barbilla. Llevado por el deseo, las tersas manos del de cabellos plateados sujetaban con algo de fuerza la melena negra del de Tártaro, moviendo sus caderas con sensualidad.

Siguiendo con sus caricias y besos, Aldebarán bajaba de nuevo por el cuerpo de Minos, pero en lugar de volver a subir llegó al cabello del de Tártaro, lo olió y lo besó, por lo que el de ojos verdes levantó su rostro, sonrió y sin más se besaron, compartiendo el sabor del sexo del de Grifo. Pero ya que se había apartado, el de Tauro se apropió de ese erguido miembro para comenzar a hacerle un buen sexo oral, presionando con los labios y moviendo su lengua de esa manera que sabía que enloquecía a su compañero. Al verse desplazado, Hades subió por el cuerpo del que estaba sobre su espalda, lo abrazó para después unir sus bocas en un penetrante beso, no se separaban mientras se hacía cargo de esa bata que deseaba no siguiera ahí y salió volando a un lado para formar pliegues en el suelo.

Minos se dejaba llevar, esa boca tomándolo y esa otra boca complaciéndolo, una de sus manos acariciaba el cabello de su amante, la otra frotaba el pecho del de ojos verdes; con firmeza, el de Tártaro provocó que abriera su boca, de forma nada sutil, y de la misma manera metió su lengua para explorarlo. Necesitaban respirar por lo que el beso se terminó, aunque Hades no pensaba quedarse así, decidió volver con Aldebarán, pues quería volver a probar a ese bello chico y el otro no se negó, sino que ambos continuaron saboreando ese sexo que ya estaba bien erguido. Pasaban su lengua, apretaban con sus labios, marcaban los besos haciendo gemir al de cabellos platinados, toda la situación era intensa pero no bastaba.

El de Tauro dejó el cuerpo de Minos, pero solo  porque se colocó detrás de Hades, quería volver a disfrutar de su masculina entrada, por lo que su lengua de nueva cuenta estaba muy ocupada probando y complaciendo el masculino anillo que parecía ir acostumbrándose a sus caricias. Con sus dedos cubiertos de saliva, el de ojos negros comenzó a penetrar el estrecho pasaje, se abría lentamente, y excitaba a su dueño. El de ojos verdes lanzó una serie de gemidos varoniles y sensuales, que se vieron interrumpidos cuando el de Grifo se incorporó sobre sus brazos para estrecharlo por los hombros y hacer que se besaran con necesidad.

Imitando el ejemplo del de ojos negros, Hades usó su saliva y la de Minos para cubrir sus dígitos, e inmediatamente llevarlos al íntimo pasaje del de ojos dorados, lo acariciaba haciéndolo gemir, disfrutando de que abriera sus piernas con necesidad. El de Tauro aprovechó el momento para quedarse igual que los otros dos, o sea sin la bata, que dicho sea de paso no lo cubría demasiado ya. Pero también disfrutaba del espectáculo, no dejaba de ser notado por los otros dos que estaban en la cama.

—     ¿Te gusta Aldebarán, te gusta lo que ves?

Le preguntaba eso el de Tártaro, quien se arqueaba mientras el de Grifo le besaba el cuello y el pecho. La respuesta fue una sonrisa mientras se acariciaba a sí mismo la entrepierna con necesidad.

Hades se rio simplemente y besó a Minos, lo atrajo contra sí, para guiarlo sujetando sus cabellos plateados, pero lo llevaba hacia el de Tauro, para que tomara ese rígido sexo con su boca, lo cierto fue que el de mirada dorada lo hizo con bastante entusiasmo. El de ojos negros se recostó sobre su espalda, disfrutando de las atenciones de su amante, y en medio de todo ello el de ojos verdes se colocó muy cerca de su rostro, a horcajadas, ofreciendo su miembro para ser complacido. Como no se negaba a hacerlo, el de Tauro sujetó el sexo por su base y lo llevó a sus labios para comenzar a probarlo con intensidad. Gimiendo de satisfacción, el de mirada glauca se inclinó hacia el frente, para apoyar al de cabellos platinados con su agradable labor de saborear ese turgente miembro, los tres estaban de verdad entusiasmados.

Minos y Hades no dejaban de saborear ese sexo endurecido, turnándose para hacerlo, sujetándolo con firmeza por la base y acariciando los testículos de manera ansiosa. El de Grifo se acomodó entre las fuertes piernas del de ojos negros, buscando con sus labios el perineo y dejando al oro con la corona enrojecida que mostraba la humedad previa al clímax. Tales atenciones no dejaban de complacer y poner más excitado al de ojos negros, quien manifestaba esos deseos probando la entrada del de Tártaro, metía sus dedos con decisión, después su lengua, hacía círculos y acariciaba ocasionalmente la próstata. Abandonó la entrada temporalmente, solo para tomar los testículos, primero uno, después el otro, hasta que se convenció que no podía poner ese miembro más rígido de lo que ya estaba.

El de Tauro parecía muy entusiasmado con lo que hacía al cuerpo de Hades, pero ya no bastaba, necesitaba más, por lo que dejó su tarea a un lado para atraer al de ojos verdes hacia él, susurrándole algo al oído. Sonriendo, el de Tártaro se movió en la cama para colocarse tras Minos, no tardó en lo que buscaba, pues de inmediato fue a la masculina entrada para comenzar a dilatarla con sus dedos cubiertos de saliva. No se estaba tomando con calma esa parte, miraba al de ojos negros comprobando cuanto le gustaba mirar, así que escupió más saliva en su mano y empujaba con fuera sus dígitos, haciendo que el de ojos dorados gimiera y se  arqueara dejando de probar al de ojos oscuros. Debido a eso, al placer que estaba generando en el de cabellos plateados, el de Grifo no podía soportar por más tiempo solo entregarse a caricias, necesitaba mucho más.

Determinado a obtenerlo, Minos se colocó sobre el fuerte cuerpo del de Tauro, separando sus piernas y apoderándose de sus labios con intensidad, mientras Hades no dejaba de acariciarlos y besarlos a ambos. El de ojos verdes ayudó al de Grifo a acomodarse sobre el otro hombre, separando sus nalgas y guiando el turgente sexo, viendo cómo se penetraba el de cabello plateado, y sin poderlo evitar se inclinó para saborear exactamente el sitio en que ambos cuerpos se unían. El que estaba sobre su espalda sujetaba con manos firmes las suaves caderas de su amante que lo montaba, apenas si se tomó el tiempo de que se ajustaran para comenzar a embestir con fuerza, su amante gemía libremente y el tercero en la habitación no dejaba de probar con la boca y la lengua, de forma necesitada, la base del sexo del de Tauro y el pasaje masculino del de Grifo.

Llevado por la pasión, Minos se chupaba los dedos para llevarlos a la entrada del de Tártaro, no era muy cómoda la posición pero le excitaba ver a ese hombre de hinojos levantando su trasero de forma tan libidinosa.  Sin embargo, excitado por lo que hacía, lo que veía y lo que sentía, provocaban que el cuerpo del de ojos dorados se contrajera en espasmos de sensualidad, sentía su masculino pasaje contraerse pero no quería terminar aún. Así que con un poco de cordura que aún le quedaba logró separarse de su amante, respirando profundamente, logrando relajarse un poco. Viendo la oportunidad, Hades no esperó para tomar el sexo del de Tauro, ahora húmedo del cuerpo del de ojos dorados. Pero apenas lo había saboreado un par de ocasiones cuando se colocó encima de ese fuerte y marcado abdomen, sin ningún tipo de moderación se aseguró de que la cabeza estuviera en su masculina entrada y sin más se penetró de un solo movimiento, dando un gemido intenso.

El de Grifo observó la manera loca y apasionada en que el de Tártaro montaba a su amante, no quiso quedarse fuera de la acción, respiraba un poco más tranquilo pero aún se sentía necesitado, por lo que ocupó el sitio que tuviera antes el de ojos verdes, llevando su sexo a la boca del de ojos negros. Aldebarán no dejaba de sentirse maravillado por ambos hombres, probaba al de cabellos plateados y acariciaba de forma hambrienta al que lo montaba con necesidad. Minos y Hades encontraron la forma de mirarse, sus pupilas brillaban, se apoyaron en los brazos del otro con una expresión de placer absoluto en el rostro. El de Tauro no dejaba de dar placer a ambos, su cuerpo se movía, se sacudía, embestía y complacía, provocando que ambos se besaran con deseo y gimieran con necesidad. Sus cuerpos no podían escapar a la pasión, se entregaban a la lujuria, pero sentían las señales del clímax y no querían sucumbir tan pronto, necesitaban separarse para resistir un poco más.

Apenas si lograron tranquilizarse algo, no mucho, eso no evitó que el de cabellos plateados volviera al sexo de su amante, rígido y húmedo, enrojecido en la corona, totalmente erguido, lo hacía morderse el labio con deseo tan solo mirarlo. Pero el de cabellos oscuros fue más rápido y lo hizo quedar medio recostado sobre su abdomen, boca arriba, y el de ojos verdes se colocó entre sus largas piernas besando desde los bien torneados muslos hasta los dedos de los pies. El de Tauro disfrutaba de la escena pero él mismo se sentía urgido por su compañero, así que lo atrajo para recostarlo a su lado, levantó una de esas misma lindas piernas en el aire y lo penetró con pasión. Hades se sintió excitadamente entusiasmado y lo ayudó de inmediato, masturbaba el erguido sexo el de mirada dorada para después recostarse sobre ambos y compartir besos encendidos.

Mime creía que ni siquiera podía ver, gemía de forma ahogada, Hades se frotaba contra Aldebarán mientras tanto pero quería más e hizo a un lado al de cabello plateado para apoderarse con su boca de ese sexo que lo hacía quedarse sin respirar. Era verdad que el de Tauro gozaba de esas atenciones pero a esas alturas no le bastaba, nada de eso, se incorporó un poco del colchón para hacer que el de ojos verdes quedara a gatas sobre la cama y sin aguardar por nada lo penetró de manera enérgica. El de pupilas doradas decidió que iba a tomar sitio en ello, por eso se colocó frente a ambos con las piernas abiertas y el de ojos negros hizo que el de Tártaro entrara en ese escultural cuerpo, en ese bello chico tan dispuesto.

Se habían unido, los tres lograban una posición de placer que los hacía respirar de manera agitada, con sus miembros hinchados por el deseo, necesitaron unos instantes para acostumbrarse, pero poco a poco consiguieron acoplarse por completo. Aldebarán sujetaba con fuerza a Hades y Minos lo abrazaba con necesidad, haciendo que el de cabellos negros apenas pudiera respirar. El de Grifo estaba completamente sobre la cama y el de Tártaro recostado sobre él, pero no podían hacer mucho cuando ambos vivían la fuerza de ese hombre que embestía, sus empellones eran tan fuertes que los dos gemían con fuerza a cada embiste. El de ojos negros besaba los hombros del que penetraba, pero buscaba los labios de su compañero, no les daba descanso ni tregua, los deseaba de una manera casi animal, salvaje, y usaba una potencia desmedida en hacer de ambos hombres por completo sus amantes.

Hades y Minos compartían algunos besos, apenas si parecían poder respirar, pero el de Tauro no veía eso, tan solo los hizo separarse, o más bien hizo a un lado al de Tártaro, ya que apenas estaba fuera del camino cuando el de ojos negros entró con fuerza a la intimidad del de ojos dorados, lo hizo gemir y arquearse con intensidad sobre la cama. Si el de ojos verdes tenía planes debía olvidarlos, pues las fuertes manos de Aldebarán lo hicieron ponerse de pie ante él y sin más llevó su miembro al interior de su boca y lo chupaba con fuerza mientras sus dedos invadían esa masculina intimidad que no le oponía resistencia alguna. Para el de ojos verdes era demasiado, echó la cabeza hacia atrás y apenas si logró apoyarse contra el respaldo, pues su próstata era asaltada de manera constante y con exactitud.

—     ¡¡Aldeeeee….!!

Hades no pudo decir nada más, el de Tauro lo dejó ir pues sintió como pulsaba su sexo, y adivinó bien el momento ya que la esencia blanca y tibia del de Tártaro brotó de su corona, salpicando a los amantes que se entregaban a la lujuria de sus cuerpos. Le temblaban las piernas pero consiguió no caer sobre ambos, apenas, sin embargo fue hacia uno y otro y limpió las huellas de su simiente con la lengua de los otros dos.

Aunque eso no fue muy notado por Minos, ya que estaba viviendo una oleada de placer intenso, su cuerpo ardía por el placer, Aldebarán había encontrado el ángulo exacto para golpear su próstata con el exigente seo que no parecía aminorar el paso, sino aumentarlo a cada embestida. No podría resistir mucho de esa forma.

—     No puedo más…no puedo más…no puedo más…

Gemía como si fueran lamentos, pero en verdad no creía que su cuerpo pudiera resistir más ese asalto, su sexo estaba a punto de estallar, notando eso, Hades lo tomó con la mano primero, pero solo para guiarlo a su boca donde lo chupó por la punta. Aldebarán embestía con más fuerza pues sentía esas íntimas paredes que lo estrujaban con necesidad, esos espasmos que lo apretaban de manera deliciosa, en lugar de calmarse lo hacían desearlo más. Fue por eso que lo embistió de manera feroz, resultaba un acoplamiento animal, lo levantaba del colchón a cada empuje hundiéndose hasta los testículos en su intimidad, pero no podía parar, quería que fuera suyo, solo suyo, y para eso lo marcaría de manera lasciva y masculina. Ambos gritaron con fuerza, no solo una vez, varias, hasta sus cuerpos se sacudían y sus músculos temblaban, el de Grifo arrojando su esencia en la boca de Hades; el de Tauro inundando ese pasaje que no cesaba de estrujarlo, ambos se dejaban llevar al calor del orgasmo.

Los tres terminaron sobre la cama, respiraban exhaustos, sus cuerpos temblaban por las sensaciones que los recorrían, pero la tranquilidad iba llegando, similar a una brisa fresca sobre sus pieles sudorosas.

Necesitaban descansar un poco, Hades se tambaleó un poco al ponerse de pie, aunque parecía costarle un poco de trabajo.

—     Solo quiero asearme un poco antes de irme—les dijo con una voz no tan segura como siempre.

—     No parece que puedas hacer eso—dijo el de Grifo.

—     Tal vez sea mejor que te quedes—comentó el de Tauro.

—     Pero…

 El de ojos verdes pensaba en marcharse, así lo habían acordado de antemano, pero no parecía ser posible en esos momentos.

—     Puedes quedarte Hades, la habitación de huéspedes está preparada siempre—le sugirió el de ojos oscuros.

—     Gracias.

Al final eligió quedarse en la habitación de huéspedes, no creía poder ir más lejos.

—     Gracias por todo Hades—le dijo el de cabellos plateados.

—     De nada—fue su respuesta.

—     Que descanses.

—     Yo te llevo—mencionó el otro.

El de ojos oscuros tuvo que levantarse para guiarlo y dejarlo que descansara en la bonita cama para visitas pero eso sería todo.

Regresó cuanto antes al lado de su amor pues, por su parte, preferían descansar juntos. Se metió bajo las sábanas y quedaron abrazados sobre la amplia cama en unos cuantos segundos, lo necesitaban después de todo lo que habían vivido, pero también necesitaban decir algo más.

—     ¿Te gustó Aldebarán?

—     Me encantó Minos.

—     Me alegra.

—     Pero aunque me gustara tengo que decirte que lo que más disfruté fue estar contigo, te amo tanto.

Era cierto pues el de cabellos oscuros no pensaba dejarlo sin decirle cuanto lo quería.

—     Tanto como yo a ti Aldebarán.

Se besaron con suavidad pero el de Tauro tenía algo más que decirle.

—     Gracias por mi regalo.

 

**********

 

 

FIN

 

 

 

 

Notas finales:

Creo que no planee bien el calendario para subir fics, así que subí con atraso estas tramas por el cumpleaños de Aldebarán, pero ya la siguiente semana, si nada sucede, subo la segunda parte y el final de Línea.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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