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Realidad por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Esta pareja me fue sugerida por Amorosa, quien deseaba algo con ellos dos que he usado muy poco. Espero que te guste.

También espero que les guste a los demás que sean tan amables de leer.

 

Notas del capitulo:

 

Es una trama corta y sencilla, sin diálogos casi, para ellos dos, deseo que sea de su agrado.

 

El sonido del despertador era insistente pero de todas maneras el joven recostado en su cama no tardó en incorporarse a medias para detener la alarma, necesitaba levantarse para dar inicio a su día que aparentemente era como todos los anteriores. Tenía una buena disciplina y su rutina estaba establecida para que le diera tiempo de llevar a cabo sus actividades matutinas, por eso lo primero era estar de pie para ir al baño y darse una ducha con agua tibia. La labor tardaba un poco por su largo cabello plateado pero le agradaba pues lo despejaba de sus últimas señales de la noche anterior. Cuando salió comenzó a arreglarse aprisa en su recámara, la ropa estaba elegida de antemano, incluyendo los zapatos, por lo que no perdía el tiempo, acomodó su cabello con ayuda de la secadora de cabello y se sentía con tiempo suficiente.

De inmediato fue a la cocina, tomó algo de jugo de frutas, yogurt natural, fruta con granola y miel, estaba bien para él y le gustaba bastante, ya después almorzaría pero para dar inicio a su día era bastante. Con esa parte cumplida terminó de arreglarse para salir, tomó su saco, su maletín deportivo y se aseguró de llevar sus llaves, estaba todo listo. El camino de su casa, que era un departamento de mediano tamaño, hasta la estación de trenes no era largo, podía hacerlo en tan solo quince minutos y de paso le gustaba esa breve caminata. Pensaba en algunas cuestiones de su casa, del trabajo como parte de una compañía especializada en envases biodegradables para diversas áreas. Siendo así se dispuso a llegar hasta el andén y aguardar por su tren.

Mientras estaba parado en la estación aguardando se decidió por dar una mirada rápida a sus mensajes en el celular, estaba lo que esperaba, sus padres, su hermano menor Lune, sus amigos Radamanthys y Aiocos, sus compañeros de trabajo Pharao, Myu y Valentine, además de su jefe Hades. De inmediato se dispuso a contestar con habilidad, podía hacerlo con una sola mano sin dificultades, además prefería hacerlo en ese momento antes de abordar, no pensaba distraerse con nada durante el trayecto. Todo estaba bien, le gustaba que fuera así, además a esa hora el servicio era más sencillo pues no estaba muy lleno, había poca gente, lo que incluso le permitía escoger su sitio para sentarse. Pero llevaba unas semanas sentándose exactamente en el mismo sitio, sin que nada cambiara, y eso era por una sola razón.

Cuando el convoy llegó las puertas se abrieron y no tardaron en abordar las pocas personas que aguardaban, no hubo inconvenientes en esa parte y tampoco en la siguiente, cuando el joven de hermosa mirada dorada tomó su sitio, era el mismo. Del lado del pasillo, en la parte trasera del vagón, lado izquierdo, no iba a dejar de sentarse ahí y no pensar en nada que no fuera la vista, aunque no por ver por la ventanilla, nada de eso. Lo que llevaba tiempo cautivando su atención era algo diferente, algo que lo dejaba a veces hasta sin respirar por unos segundos, no lo podía controlar. Acomodado en su sitio se sintió contento, no diría ni una palabra, pero sus ojos no dejaban de posarse en el sitio que deseaban con velocidad, durante el trayecto que iba a recorrer se entregaba a su mundo de ensoñaciones, era tan emocionante el tan solo dejarse llevar por unos momentos.

Así era, el joven Minos de Grifo no podía sino sentirse dichoso al contemplar esa imagen ante sus doradas pupilas, la de un hermoso hombre que iba sentado en el asiento frente al suyo, suavemente recargado contra la ventanilla, entregado al sueño. Era alguien que no había imaginado siquiera antes, aun sentado se veía que era alto, de cuerpo esbelto pero bien trabajado, manos de largos dedos afilados, facciones suavemente masculinas, y esos cabellos cortos de un intenso tono como los rayos plateados de la luna. Desde la primera vez que coincidió con él sintió que se quedaba sin aliento por mirarlo, no había dejado de coincidir con él desde ese momento, por eso buscaba sentarse cerca, tan solo para contemplarlo.

Ese joven siempre estaba ahí cuando abordaba y seguía ahí cuando bajaba en su parada, suponía que era el tipo de persona que viajaba de base a la terminal o al menos tomaba un par de estaciones más que él. Pero ese trayecto significaba mucho en su vida sin podérselo explicar, tan solo verlo lo hacía sentirse dichoso y por lo mismo no tardó en dejarse llevar por algunas fantasías, inofensivas en realidad. No era el tipo de persona que hacía eso, de verdad, pero ese caballero ante sus ojos emanaba algo que simplemente lo hacía comportarse de una manera que no se imaginaba siquiera. Por eso el camino lo entusiasmaba tanto, para poder entregarse a ese otro mundo en que ellos dos se conocían y había algo más que esos viajes matutinos en que su mundo se hacía tan distinto, al menos por unos instantes.

Al principio las cosas no habían pasado de hacerse algunas preguntas de ese guapo hombre de cabellos plateados ¿Quién sería? ¿Cómo se llamaría? ¿A qué se dedicaba? ¿Qué le gustaría? ¿Se habría dado cuenta de su existencia alguna vez? Observarlo por las mañanas le había dado algunas respuestas o al menos adivinaba algunas cosas sobre él, como el hecho que se llamaba T. Erebo, lo supo cuando vio que su portafolio de corte moderno llevaba grabado ese nombre. Vestía impecablemente y vio algunas carpetas de archivos en papel que sobresalían, con el logotipo de una importante farmacéutica, así que imaginaba que tenía que ver con el área administrativa o de recursos humanos. Aparte se fijó que llevaba un tipo de brazalete que por el dije que pendía de la pieza indicaba que apoyaba los derechos animales, él usaba uno igual, por lo que sin duda tendrían muchas cosas en común.

Pero desde ese punto había pasado a algo más pues se hacía escenarios mentales sobre estar a su lado, y no solo sentarse cerca de él, sino ser alguien en su vida, suspiraba por ello se decía que era perder el tiempo pues ni siquiera sabía cuál era el color de sus ojos. Cuando pensó en ello por alguna razón que no se explicó se dijo que sin duda tendría ojos hermosos, de un bello tono igual al de su cabello ¿tenía eso sentido? No pero igual no le importaba lo que los demás pudieran pensar, de enterarse. A veces se decía que era perder el tiempo comportarse de esa manera, aunque no tenían eco esas ideas, le gustaba más sentirse contento de poder ir al lado de ese hombre por las mañanas. Se sorprendía incluso cuando en sus descansos lo extrañaba y se preguntaba por él y por lo que estaría haciendo., era inevitable, ya lo había integrado como parte de su vida cotidiana y por lo mismo había dado paso a algo más.

Esa misma mañana pensaba en algunos de los escenarios que se había dibujado en su mente durante esos viajes, y en todos le gustaba lo que se imaginaba. Como esa escena en que se ponían a charlar, contándose algunas cosas, como su gusto por el cine de arte, sus deportes favoritos serían el hockey sobre hielo y la gimnasia, que preferían el té al café, preferían estar cómodos en su casa, les gustaría la música de décadas atrás, además de llenar su espacio con detalles antiguos conseguidos en tiendas de anticuarios pero sin renunciar a las comodidades modernas, sus dulces favoritos serían los bombones rellenos cubiertos de chocolate, les agradaría crear sus propios espacios verdes en su misma casa y les encantaría el vino dulce espumoso. Le encantaba pensar en todo eso, sintiéndose como si en verdad se conocieran para poder hacer todo eso juntos, encantados de conocer a alguien que compartía lo que les agradaba.

Otra de esas ideas en las que dejaba volar su mente con frecuencia era con el tema de las familias, pues pensaba en que hablarían de ello, se conocerían al debido tiempo y sin duda los felicitarían por verlos contentos. Él contaba con sus padres y su hermano, también existían otros familiares pero los más próximos eran ellos, les daría gusto conocer a alguien de su brazo, y así de paso podría conocer a la familia de ese atractivo hombre. ¿Cómo sería su familia? Estaba convencido que debía tener familia, tal vez hermanos, le agradaría conocerlos y fincaría relaciones amistosas con ellos llegado el momento. Además también conocerían a sus amigos, sin duda estarían contentos por los dos, por haberse encontrado y les contarían cómo se habían conocido, y les dirían que tenían mucha suerte de estar en la vida del otro.

También pensaba que una vez que su relación fuera más estable podrían hacer algo especial, no solo pasar tiempo juntos o un viaje, lo que tenía en mente era que tuvieran una mascota de los dos, ambos apoyaban los derechos animales así que la rescatarían de un refugio. Podría ser un perro, uno grande, o tal vez dos pequeños, o un perro y un gatito, les buscarían todo lo que necesitaban juntos y los atenderían bien, encontrarían los nombres perfectos para cada uno y se entusiasmarían por irse conociendo. Claro que también eran una gran responsabilidad, pero estaba seguro que podrían con ello, pues ambos querrían a un animalito al que deseaban dar un hogar. Lo atenderían y mimarían, lo llevarían a pasear, y le permitirían ser ellos mismos, nada de hacerlos una especie de accesorio de moda, no, era un ser vivo y merecía su propio espacio y existencia, no era una caricatura en manos de su dueño.

Claro que consideraba que no siempre estarían de acuerdo en todo, que incluso pudieran darse malos entendidos o posturas distintas entre los dos, incluso podría haber discusiones, sin duda ambos tendrían su temperamento y cuando lo consideraran importante no cederían con facilidad. Su carácter podría ser uno de esos factores en que no sería sencillo conciliar, pero tendrían que encontrar la manera, saber en qué momentos ceder y en cuales imponerse, pero deberían conocerse mejor para eso. Mientras tanto tendrían sus discusiones, pero también tendrían la madurez para reconocer cuando tenían razón y cuando no, sabrían ofrecer una disculpa y sobre todo aceptarla. Después de la discusión vendría la reconciliación, serían dichosos por volver a encontrar refugio en su compañero, por saber que seguirían adelante sin importar lo que ocurriera.

Era fácil dejarse llevar por todas esas ideas, no podía evitarlo, tan solo imaginar que ese hombre que había llenado sus pensamientos por tanto tiempo estaba en su vida, que había algo especial entre ellos. Estaba convencido que disfrutarían de las mismas cosas, sonreirían por ello, y por complementar la existencia del otro en lo más importante, serían una relación estable, con sus altas y bajas como todas, pero que sabría enfrentar lo que viniera estando juntos. Era tan bonito y sencillo pensar en todo ello.

Pero esa mañana había algo nuevo, no sabía qué, lo observaba con atención, afortunadamente no había nadie lo suficientemente cerca para darse cuenta de eso o podría habérselo tomado de la peor manera, como si fuera un acosador. Su ropa, formal e impecable como siempre, en colores que le iban bien…sus zapatos bien boleados y brillantes de elegante corte presentable…sus sedosos cabellos plateados en ese brillante orden que lo hacían verse hasta más alto…ese rostro de facciones perfectas y masculinas que nadie que las hubiera conocido podría dejar de recordar…y fue el momento de darse cuenta qué era lo que estaba ahí que no estaba antes. Llevaba colgadas del cuello de la camisa, con los dos botones superiores abiertos en ese momento, unas gafas, el armazón era delgado y de forma suavemente rectangular con las orillas redondeadas, debía verse tan bien con ellas…

Se descubrió a si mismo mordiéndose el labio inferior de una manera que no le dejaba dudas acerca de lo que sentía como una oleada, la verdad era que su cuerpo respondió con deseo ante esa imagen delante de sus ojos.

Nunca lo miraba de manera tan directa, pero ese día iban prácticamente solos en el vagón, esa imagen del cuello desnudo  ante sus dorados ojos solo lo hacían más atractivo, tanto que se vio a si mismo acariciando la tibia y marfileña piel, y algo más. La verdad era que también había hecho escenarios de naturaleza más íntima entre los dos.

 

**********

 

Minos estaba recostado sobre las sábanas, dejándose llevar por las caricias de esas suaves manos que sabían exactamente lo que hacían, lo que buscaban, explorando por su cuerpo de manera natural y masculina. En poco tiempo su ropa comenzó a ser hecha a un lado, de manera lenta y pausada casi como si el de cabellos plateados buscara que fuera tan lento como pudiera hacerlo, disfrutando de cada instante en que sus cuerpos se acercaban más. La camisa estaba abierta, lo que permitía que el tenuemente marcado pecho del de Grifo quedara expuesto, y así una mano ajena con seguridad lo acariciaba, como si  tratara de memorizarlo con sus dedos. Los besos no cesaban entre los dos, pero se hacían lentamente más intensos al contar con esas caricias que los dejaban conocerse un poco más, explorarse con deseo.

La prenda superior fue hecha a un lado con calma, lo que permitió que los besos compartidos no fueran solamente entre los labios, para esos momentos ya no solo unas manos estaban ocupadas en la labor de conocer más de ese cuerpo, la boca ansiosa de un hombre estaba ahí haciendo la misma labor. El de ojos dorados echaba su rostro hacia atrás para permitir más de esas exploraciones, de esas tersos labios que lo recorrían por el cuello, las clavículas, el pecho, tomaban los sonrosados pezones rodeándolos con una tibia lengua que parecía aletear alrededor hasta que se escucharon gemidos de placer. En ese momento las manos volvieron a la carga, ya no se trataba solamente de la camisa, ahora estaban en el broche de los pantalones que parecían estorbarle en el camino.

Dejarse llevar no era complicado, pero Minos estaba muy consciente de estar siendo acariciado y por eso su cuerpo respondía de forma similar a la del otro hombre, no necesitaba verlo, estaba convencido que ambos lo disfrutaban. Una de esas mismas masculinas manos se escabulló por la cintura de la prenda, llegando al elástico de la ropa interior, tirando levemente para tener al alcance un poco más de esa tibia piel. El de Grifo no estaba para mostrarse más paciente, deseaba tanto estar con ese hombre, por eso sus manos fueron también al mismo lugar y se encontraron, resultó una descarga sentirse, sus dejos por alguna razón se contrajeron al primer momento, pero después se enredaron con fuerza. 

Los besos entre ambos se hacían sensuales, compartían su sabor con entusiasmo, ahora estaban cálidos por la experiencia y no iban a quedarse en ese punto, se estrecharon por unos momentos más pero el de mirada dorada sentía su necesidad aumentar, lo sabía bien por el calor que aumentaba en su entrepierna. De alguna manera el de cabello plateado que estaba a su lado lo sintió también pues no quiso dejarlo esperar demasiado tiempo, lo miró un instante para después comenzar a desabrochar los pantalones que aún utilizaba y lo hizo con velocidad. Con la misma destreza empezó a tirar de la prenda para que fuera descubierto más de ese bello cuerpo, bajaba por las caderas, las largas piernas y finalmente los pantalones fueron hechos a un lado, ya no tenían  nada que hacer ahí.

Por un segundo Minos sintió que respiraba más aprisa pero casi de inmediato se quedó sin respirar, pues vio como sin aguardar, sin avisos y sin buscar su ayuda, el de cabellos de plata como los suyos, aunque más cortos, se desvestía con velocidad. Se sacaba la camisa con prontitud y después fueron los pantalones que terminaron en sus tobillos para ser hechos a un lado, ahora los dos estaban solamente en ropa interior y no parecía que eso les molestara de ninguna manera. Sus rostros se buscaron con una expresión brillante, encendida, que daba a sus pupilas un destello de necesidad y placer, sabían bien lo que estaban buscando pero se daban cuenta que necesitaban hacer algunas cosas aún, como seguir conociéndose un poco más. Al estar con otra persona aprender de ella puede ser un camino largo, pero en terrenos de la intimidad la mayoría de las veces no importa cuán largo sea, resulta muy entretenido.

Con ese panorama se entregaron de inmediato a la voluptuosidad de sus deseos, cayeron sobre la cama estrechamente abrazados sin dejar de besarse, ahora separando sus labios y dejando que sus lenguas se encontraran, reconociendo cada sitio con placer. Recostados y tan cerca, sus cuerpos parecían confundirse por la necesidad con la que se buscaban, sus manos pasaban por la espalda, las afiladas caderas, estrujaban las redondeadas nalgas aún cubiertas por la delicada tela de la ropa interior, se gustaban con intensidad y anhelo. Giraron un par de veces sobre el colchón, permitiéndose una especie de juego de domino entre los dos, pero no duró mucho tiempo, el de mirada dorada se impuso sobre su compañero y como este no tenía problemas con eso, simplemente lo dejó ganar en ese momento.

Sus miradas se encontraron con un brillo especial en sus pupilas, similar a la primera estrella del firmamento, llena de promesas de lo que puede ser, ambos lo sentían y caso sonrieron pero no les dio tiempo de hacerlo, sus labios se encontraron de nuevo antes de poder decidirse por nada más. El que estaba sobre su espalda no dejaba de acariciar a ese bello hombre entre sus brazos, pasaba sus manos con libertad por esa suave piel que le encantaba, ese aroma que poseía el joven lo llenaba de placer pero se sentía convencido que sería aún mejor si continuaban. Por eso sus manos se pusieron alertas, llegaban al bonito trasero para meter sus dedos por debajo de la tela primero, y comenzar a jalarla después. A ambos les gustaba el juego de seducción al que estaban llegando, la manera en que esas manos se hacían cargo de la situación, con masculina seguridad sobre lo que iba a suceder entre ambos.

Minos disfrutaba de las caricias y atenciones que le estaban brindando, eran deliciosas, pero de repente se vio echo a un lado, no terminaba de comprender lo que ocurría, pero cualquier duda que tuviera se esfumó al observar como ese hombre ante él se despojaba de su ropa interior, dejando al descubierto su sexo que ya estaba erguido y muy conforme con ser admirado. Antes que se pudiera recuperar de su encantamiento, el de Grifo de inmediato sintió que estaba sobre su espalda en la cama, y el otro hombre estaba sobre él, separando sus bellas piernas y frotándose contra su sexo de manera rítmica. Se sentía tan bien, tanto que su primer impulso fue gemir y el siguiente fue besarse con pasión, dejando que sus caderas se movieran a su propio ritmo, aunque aún no llegaban al destino que deseaban con tanta fuerza.

No dejaban de besarse, aunque su propia excitación hacía imposible el poder quedarse solo en ese punto, por lo que el de cortos cabellos plateados se dio vuelta con suavidad y el de mirada dorada no tardó en comprender lo que deseaba el otro. Sin más estaba cerca de su abdomen, besándolo, lamiéndolo, dejando marcas en esa blanca piel, al mismo tiempo que su mano acariciaba ese sexo con entusiasmo, hasta que decidió sustituirla por su animada boca. Esos labios eran sensuales, hábiles, con experiencia, sabían bien lo que hacían, provocando que el de cabello corto no quisiera quedarse a un lado simplemente, aunque le encantaba ser atendido. Por eso, aprovechando su fuerza, giró un poco, solo lo suficiente para hacer que sus cuerpos quedaran alineados como lo deseaba, tomando con su boca ese vigoroso miembro que gozaba de un sabor suave e intenso a la vez, era lo que querían con fuerza.

Enfrascados como estaban en hacerse gozar mutuamente no dejaban de mostrarse dispuestos como compañeros, sus cuerpos se movían suavemente, no necesitaban que fuera de otra manera mientras se entregaban a ese sensual sesenta y nueve que los estaba llenando con sensaciones intensas en todos los sentidos. Llevado por la necesidad de ese hombre tan cercano, el de Grifo logró moverse, quedando encima del alto caballero que no dejaba que su sexo escapara de sus labios, de forma entusiasta se giró para seguir tomándolo con anhelo. Era en definitiva una grata experiencia, pero hacía que el que quedaba sobre su espalda tuviera libertad para hacer algo más y no iba a dudar en hacerlo. Sin dejar de probarlo un solo segundo, puso a trabajar sus manos, sus dedos, y también su boca que probaría algo distinto.

Minos no podía gemir, no abiertamente, pero las vibraciones que enviaba a través de ese miembro que sostenía en sus labios eran deliciosas, no podía ser de otra manera cuando esos largos y afilados dedos masculinos separaban sus nalgas y acariciaban de manera directa su masculina entrada. Si no bastara con eso la lengua que había masajeado unos segundos antes la turgente virilidad del de cabellos largos ahora estaba muy entusiasmada con saborear el cerrado anillo que resguardaba la entrada de sus deseos. La verdad resultaba un momento intenso, ser preparado de esa forma, dilatando con genuina maestría ese sitio del deseo, ser acariciado, estimulado, separaban sus íntimas paredes con velocidad y le encantaba cada segundo de ello hasta hacerlo gemir con fuerza.

Llegado a ese punto, el de cortos cabellos plateados se mostró conocedor de la materia, ya que sus dedos encontraron un punto exacto, sensible y esponjoso, que fue acariciado con destreza provocando que su compañero temblara de placer y se apartara unos segundos de su apasionada labor para dar un gritito ahogado de satisfacción. No había manera que el joven Grifo resistiera más de toda esa situación, necesitaba continuar, y sin ningún tipo de advertencia se colocó a horcajadas sobre el hermoso cuerpo del otro hombre. Si no bastaba con eso sus caderas comenzaron a moverse de manera necesitada, frotando su trasero contra ese erguido sexo que deseaba tanto sentir en su interior, no podía controlarse más. El que estaba por ser su amante decidió que alguien necesitaba llevar las riendas del encuentro y sería él, así que se incorporó lo que pudo y lo sujetó para besarlo con fuerza, un poco más y lo tenía contra la cama, imponiéndose con su fuerza, sus ojos se encontraron con un brillo especial.

Por los siguientes segundos los dos se entregaron a una nueva serie de caricias, probando y compartiendo sus besos, sus labios, sus lenguas, sus caricias, el calor y el aroma de su piel, ya no podían aguardar más tiempo. Recostándose tras el de Grifo, su amante lo besó en la mejilla y el cuello, guiando su turgente sexo a la suave entrada que se abrió para recibirlo con suavidad, pero no dejaba de empujar, de imponerse en el sitio que había probado, hasta que lo consiguió. Se dieron un segundo para respirar, acostumbrándose a la situación, pero una fuerte mano del de cabello corto levanto el bien torneado muslo del de mirada dorada para que quedara al aire, para después acariciar su sexo de forma sensual. Era imposible que Minos no lo disfrutara, por lo cual se acariciaba a sí mismo el pecho, sintiendo que sus labios eran tomados con fuerza por ese hombre que lo embestía con pasión.

Sin dejar de probar su delicada boca, el de cortos cabellos plateados se decidió a ser un poco más firme, para eso sujetó al joven entre sus brazos por el hombro, logrando una especie de movimiento cruzado que aplicaba una palanca, consiguiendo así que sus embestidas resultaran más profundas e intensas. El de Grifo se sentía encerrado contra ese cuerpo pero le encantaba, cada embate era determinado, separando más y más de su intimidad, hasta que no había resistencia alguna de su cuerpo que se rendía sin más a la sensualidad. Apretaba los labios al mismo tiempo que buscaba respirar, pero centrado en esas labores no pudo sino sorprenderse al sentir que su compañero se apartaba, solo lo suficiente para hacerlo darse vuelta, ponerlo boca abajo contra las sábanas, tomarlo con las caderas hacia arriba y penetrándolo de un solo movimiento certero sin soltarlo ni por un instante.

Para el de ojos dorados era fuertemente excitante ser tomado así, con esa necesidad y esa fuerza, sentir ese sexo urgido que se hundía en su intimidad y le impedía hacer nada por si mimo y tan solo le pedía que continuara, que le diera más. Como sus ruegos fueron escuchados, el otro caballero tuvo que salir de su masculino pasaje, solo lo suficiente para hacerlo quedar boca arriba, lo que les permitió mirarse unos segundos, se abrazaron, haciendo el más alto que el de ojos dorados separara sus muslos sin pudor alguno, encontrando el camino a su intimidad de nuevo y poseyéndola con urgencia. El de Grifo buscaba respirar, era complicado, ese sexo golpeando en su interior, frotando su próstata a cada embate, generando espasmos incontrolables en su vientre que lo hacían arquearse con necesidad y sin control sobre las sábanas. Los dos temblaban de la emoción, les faltaba el aire, sus corazones latían desembocados, temblaban sin control y de repente comenzaron a sacudirse con violencia dando gritos de placer absoluto. El orgasmo llegó de golpe, con determinación, hasta dejarlos casi desmayados mientras su simiente abandonaba su cuerpo hasta quedar vacíos pero llenos de satisfacción absoluta.

Los primeros momentos Minos no podía ni hablar, necesitaba recordar como respirar, había sido intenso, demasiado intenso, pero había sido fabuloso. Pero cuando encontró el rostro de su compañero notó que le sonreía con ternura, por lo cual le correspondió y sin más volvieron a besarse. El de Grifo no dejaba de sonreír mientras su amante no dejaba de mostrar una humilde adoración de besos en sus labios, las mejillas y se acercó a su oído para hablarle con suavidad. No sabes cuánto me gustas, le diría, vamos a ser muy dichosos tú y yo.

La verdad era que el de Grifo no podía sino creerlo.

 

**********

 

Cuando volvió a ser consciente de sí mismo y de lo que lo rodeaba, Minos se percató que estaban por llegar a su estación, lo mejor era alistarse para bajar, además que necesitaba relajarse un poco pues sus pensamientos nada inocentes lo hacían sentirse más cálido que de costumbre. Miraba atentamente ese bello rostro ante él, como si brillara en esos instantes, pensaba en si debía decir algo pero no estaba seguro de qué se podría decir en una situación como esa. Al final vio que estaban llegando, se puso de pie tomando sus cosas pero no pudo evitar hacer algo más antes de alejarse.

—     Nos veremos mañana—le dijo al que descansaba.

Dio algunos pasos hacia la puerta más próxima y cuando estaba quieto el enorme transporte se abrieron las puerteas, permitiendo que la gente bajara sin dificultades. De esa manera parecía que su día seguiría como siempre, pero no fue así.

Mientras el de largos cabellos plateados caminaba por la plataforma para salir de la estación se dio cuenta que estaba por pasar por el mismo vagón en el que viajara, deseando saber si podría ver al guapo caballero de sus fantasías iba mirando hacia un lado. Entonces sucedió. Se dio cuenta que el que iba dormido estaba despierto ¿acaso lo había escuchado? Pero no tuvo tiempo de pensar en nada más cuando sus miradas se encontraron y no pudo evitar sonreír al notar que estaba en lo cierto, sus ojos eran del mismo hermoso color de su cabello. Si eso no bastaba el de cortos cabellos plateados hizo algo más, le hizo una señal de saludo sin dejar de sonreírle, el de Grifo se sintió como si le faltara el aliento. Se limitó a sonreír con timidez y a saludarlo apenas, justo ene se instante reiniciaba la marcha del tren y ya no pudo hacer nada más.

Se quedó de pie, sin estar seguro de lo que debía hacer, ese hombre lo había mirado, le había sonreído, entonces…

—     ¡SI!—gritó con entusiasmo.

No lo podía creer pero así era, ahora estaba lleno de posibilidades, sin dejar de sonreír se fue casi saltando por la plataforma haciendo planes con entusiasmo, se verían al día siguiente, hablarían, se conocerían y todos esos escenarios que existían solo en su mente se harían realidad.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara, si nada sucede la semana entrante subo una nueva trama.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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