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Fingir por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

 

Fic dedicado a Konan quien me sugirió que reutilizara a la pareja.

Lo que está en cursivas es la canción Role of a lifetime de Matt Doyle

Notas del capitulo:

Casi no hago continuaciones de mis tramas pero creo que esta merece un poco más, es la continuación de Aceptar, sería preferible leerla para saber porqué los personajes acrúan como lo hacen.

Espero que les guste la trama.

 

 

Capítulo 1

 

Todo es un acto

Cuando complace a todos

Y asume ese rol de semejante notoriedad

 

Se podría pensar que su vida seguía siendo la misma, sus trabajos eran los mismos, sus hogares eran los mismos, sus planes eran los mismos, así que no parecía que nada fuera a ser diferente en su día a día. Tal vez hubiera seguido siendo de esa manera pero no pudo ser, no cuando algo ocurrió, algo que sin saberlo iba a conmocionar las cosas. Shura de Capricornio y Saga de Géminis parecían seguir con sus vidas, las que conocían, las que tenían ante todos, eso incluía su trabajo y por supuesto su familia. Todo dio inicio con una llamada telefónica.

—     Muy bien, haré algunos arreglos—dijo Shura.

Con esas palabras el caballero de cabellos oscuros y mirada glauca terminó con la llamada telefónica y volvió a la cena con su familia, quienes parecían intrigados por lo que sucedía, así que les dio una explicación.

—     Es una cuestión del trabajo, la firma va a hacer una fusión importante—decía el de cabellos negros.

Así era, se trataba de una de esas fusiones financieras que resonaba a nivel nacional e internacional, por lo que muchas personas estaban al pendiente que no hubiera problemas, que todo saliera bien, se necesitaba de los mejores en la labor y el de Capricornio era uno de los llamados, pero no sería el único.

—     Pero estaré unos días fuera—continuaba el de ojos verdes—Espero que no tome más tiempo del necesario.

—     Todo va a estar bien—le aseguraba su rubia esposa, Natassia—Cuando sepas bien la fecha estaremos listos.

—     Lo sé—y mirando a su hijastro continuó—Espero que cuides bien de tu madre en mi ausencia Hyoga.

—     Lo haré, no te preocupes Shura.

El joven rubio como su madre le sonreía suavemente, su relación era muy buena, no había problemas entre ellos, solo quedaba definir las fechas para partir.

En cuanto al hogar de los Géminis, con Saga a la cabeza, estaba haciendo planes casi al mismo tiempo.

—     Hubiera preferido no irme—mencionaba el caballero de cabellos azules y ojos verdes—Pero todo lo legal será dejado en nuestras manos.

—     Sin duda no pudieron elegir a alguien mejor—decía su esposa, Pandora.

—     ¿Podrás sola con los chicos?—le preguntaba con calma.

—     Me las arreglaré—decía ella.

Su esposa era una mujer de largos cabellos púrpura, sus ojos violetas, y un carácter que sabía imponerse, sin duda podría manejar lo que se le presentara con sus hijos, Ikki y Shun, los cuales estaban fuera en esos momentos.

—     Sé que puedo confiar en ti—continuaba él.

—     Y yo en ti.

Estaban de acuerdo, así que solo quedaba hacer planes para presentarse ante lo que sin duda era un negocio muy importante y por lo mismo muchas miradas estarían atentas a su desempeño, si lo hacían bien muchas otras puertas podrían abrirse para los que participaran. Con eso en mente y esperando que no tardara más que unas semanas, ambos cabaleros se alistaban para su trabajo, pero habría más cosas a las cuales hacer frente, porque no solo los dos amigos de antaño iban a encontrarse, lo harían con alguien más que también tendría una parte importante en lo que iba a suceder.

Las uniones financieras de alto perfil hacían que las personas enteradas del tema se mantuvieran con los ojos abiertos, muy atentas a todos esos pequeños movimientos que podían definir muchas cosas, pero en ese caso, cuando la multinacional Solo se aliaría con el consorcio Kido no quedaba duda alguna que era muy importante no dejar nada al azar. Ambas compañías eran de una larga tradición y con muchas inversiones en muchos terrenos, un paso como el de fusionarse era importante. Los valores en la bolsa estaban atentos a cada segundo, empresas asociadas a cada grupo no dejaban de maniobrar para formar parte, nadie que pudiera tener una oportunidad quería quedar fuera de lo que probablemente era la alianza comercial más importante de los últimos años.

Ya que era un asunto de semejante importancia y se pondría en manos de los mejores, las personas que iban a formar parte iban llegando a la capital de Atlántida, desde donde se manejaría todo lo relacionado con la unión. Era mejor estar en persona, nadie deseaba fallos, así además se daba la posibilidad de colaborar los diferentes involucrados en lo que hiciera falta, aparte se calculaba que tardarían unas tres semanas o un poco más en que todo estuviera resuelto, era mejor que la gente necesaria estuviera presente.

Cuando se pidió al centro financiero al que pertenecía Shura que su mejor hombre para la labor se hiciera cargo, de inmediato el nombre del de cabellos negros fue el mencionado; de manera similar, cuando se buscaba una forma legal para manejar todo lo necesario, Saga de Géminis fue el nombre que saltó a la vista para estar ahí. Claro que había más gente pero los dos hombres, amigos de antaño, no dejaron de mostrarse animados ante la idea de reencontrarse, fue evidente cuando estuvieron frente a frente en la sala de eventos destinada en un importante hotel de la ciudad para que se reunieran los involucrados.

—     Shura, que bueno es verte de nuevo.

—     Lo mismo dio Saga.

Ambos se estrecharon la mano con  seguridad, parecía de verdad que les agradaba verse pero no tardaron en saber algunos de los que estaban ahí que ambos habían estudiado juntos y cuando se veían de nuevo siempre era de buen grado.

—     Qué bueno que sean amigos, eso les hará más sencillo su trabajo.

Quien les hablaba era Poseidón Solo, uno de los pesos pesados del grupo Solo, descendiente de los fundadores de tan importante empresa, un caballero aún imponente a pesar de su edad, que además les tenía otra noticia.

—     Creo que otro de sus antiguos compañeros trabajará con nosotros.

Pero como justo en ese momento debían dar la bienvenida a todos los presentes el asunto quedó de lado. Todos los trajeados hombres presentes se mostraron muy atentos mientras les daban la enhorabuena y les iban comunicando parte de lo que se esperaba de su labor.

—     Es un trabajo importante, por eso deseamos que solo los mejores formaran parte de nuestra unión.

Quien les hablaba era Matsumaza Kido, otro de los nombres de peso en esa unión, no podía ser de otra manera cuando era el líder del grupo Kido.

—     Muchas cosas dependen de nuestro trabajo estos días, trabajos, empresas, sobre todo mucha gente que puede verse beneficiada, es en ellos en quienes debemos pensar, en toda esa gente que podrá continuar con sus vidas con mejores salarios y mejores oportunidades cuando esta fusión esté completa.

No era un discurso extraño, el señor Kido era ese tipo de hombre que pensaba que uno de los deberes de los que estaban arriba era el de velar por el bienestar de los que estaban más abajo, en ese caso no actuaría de otra manera.

—     Muchas gracias a todos los que colaborarán con nosotros—decía el caballero—Haremos lo posible porque se sientan a gusto en su labor, sin más los dejamos instalarse, y sean bienvenidos.

Sus palabras fueron aplaudidas y no pasó mucho para que dieran paso a un tipo de brindis para que algunos se conocieran y supieran su labor en el lugar, por lo que los dos amigos de inmediato estaban poniéndose al día con lo que sucedía con sus vidas desde la última vez que se vieran, hacía unos meses de eso.

—     Me agrada verte aquí Shura—decía sin más el de cabellos azules—Esta  fusión es importante y prefiero poder hablar con alguien que tenga cerebro.

—     Todos estamos aquí por nuestras credenciales Saga—respondía el de cabello oscuro—Sabemos que debemos hacer nuestro trabajo de manera impecable.

—     Los demás no sé, yo lo haré.

De inmediato esa expresión de confianza en el de Géminis, siempre había sido así con él, no dejaba de comportarse como si siempre fuera el mejor y generalmente lo era.

—     Tendremos que esforzarnos Saga.

—     Será un  reto a nuestro nivel Shura.

Pero si bien hablaron de sus trabajos, de lo que pensaban lograr con esa  fusión de negocios, pasando por sus hogares, sus esposas, sus hijos, lo que estaba haciendo en su tiempo libre, algunos de sus planes a corto y largo plazo, también charlaron acerca de su alojamiento mientras estuvieran en la ciudad, lejos de casa.

—     Nos instalaron en buenos lugares—mencionaba Shura—Parecen creer que todo marchará mejor teniéndonos contentos.

—     Es lo que merecemos.

—     No cambias Saga—fijo con humor el de ojos verdes.

—     Tendrán a los mejores en esto, tienen que tratarnos bien.

Pero el de Capricornio se limitó a dar una media sonrisa, no pensaba decir más de ese asunto.

Sin embargo, al quedarse ambos charlando y mientras otros iban abandonando el lugar para ir a sus alojamientos, los dos amigos de antaño se quedaban solos, no era extraño, eran amigos, pero al ver la hora pensaron que lo mejor era irse a descansar también. Era como siempre, o casi, pues en el estacionamiento, estando a solas, de pronto se sintieron uno al otro, apenas si se miraron, y de repente ya estaban contra ese rincón entre una columna y el muro, besándose con intensidad, apenas unos instantes y los pantalones del de Capricornio estaban en sus tobillos mientras que los del de Géminis eran abiertos lo suficiente para que su excitado sexo se viera libre. Ese tipo de encuentros no llevaba mucho tiempo, ni palabras, ni nada por el estilo, era algo que sucedía, simplemente. Se sentían, se estrechaban, se entregaban mutuamente a la pasión, pero cuando terminaba no hablaban de ello, en esa ocasión no fue distinto.

Se separaron apenas sin palabras, cada uno tomó un taxi al llegar a la avenida y se dirigieron al lugar en el que se hospedarían, no tenían nada más en que pensar que no fuera en su trabajo, colaborar para una importante fusión comercial, eso era todo.

 

**********

 

Interpreta su parte a la perfección

Conservador en su corazón

Sabiendo el riesgo que toma

Y esperando que la casa no se derrumbe

 

Lo que no sabían, no por completo al menos, los dos caballeros era que había una adición al proyecto, se enteraron hasta el día siguiente justo cuando iban a comenzar a trabajar, cada uno en su área, y se los dijo  el propio señor Kido. Fueron llamados a la oficina adyacente a la sala de conferencias en la que se trabajaba, no solo ellos, también otros de los convocados al proyecto, y se encontraron con esa otra persona, un caballero de cabellos y ojos castaños que se mostraba amable.

—     Él es Aioros de Sagitario—les comunicaba Matsumaza—Trabajará con nosotros como un asesor externo, supongo que han escuchado hablar de él.

—     Es un placer estar aquí—dijo el castaño.

Era verdad que lo sabían pues en su medio ese hombre era bastante conocido, asesor del gabinete presidencial, ganador de un importante premio en economía, con trabajos publicados e invitado de honor en conferencias, no era un desconocido en definitiva. En especial no lo era para los otros dos amigos en el lugar pues habían estudiado en la misma escuela.

—     Saga, Shura—decía el señor Kido—Aioros ha aceptado apoyarnos, a pesar de su apretada agenda, pero espero que se sientan bienvenidos los tres.

—     Es un placer estar aquí—dijo el de cabello castaño—Los tres estudiamos en la misma escuela.

—     Si, así fue—saludó el de Capricornio—Bienvenido Aioros.

—     Gracias.

—     Bienvenido—se limitó a decir el de Géminis.

—     Bueno, los dejó solos, deben tener mucho trabajo por delante—decía el señor Kido.

Fue verdad que de inmediato estaban hablando con el castaño, pero no los que fueran sus compañeros de estudios, no habían sido amigos antes y no iban a pretender serlo en esos momentos. Aunque como siempre, el de Sagitario se mostraba amable y muy cumplidor, además de sociable, como en la escuela, por lo que no tardó en entablar una buena relación de camaradería con los demás miembros del equipo. Pensaran lo que pensaran al respecto la verdad era que iban a trabajar juntos.

En un inicio de la labor tan grande e importante las cosas eran un poco complicadas, había datos que estudiar, nombres y cifras con los cuales familiarizarse, comenzar a consultar con otros de los presentes, el intercambio de datos e ideas era constante. En medio de eso, los tres hombres que alguna vez estudiaran juntos hacían su parte y la hacían bien sin duda, pues no por nada eran de los mejores en lo suyo. Saga llevaba con mano firme los asuntos legales, Shura no perdía un solo dato de nivel financiero y Aioros simplemente estaba atento a todo, pero algo más se desprendía que estuvieran juntos. A pesar de ser trabajo se notaba que los que fueran compañeros no eran muy cercanos y eso solamente por una persona: Saga de Géminis.

Resultaba que el de cabellos azules había tomado un actitud desde el primer momento y era la de actuar como si estuvieran en un club de chicos donde Aioros no podía entrar. Los demás habían notado algo de eso, como ese hombre de los Géminis se tomaba el mando sin más pero no podía evitar quedar ante el de los Sagitario, quien lo ponía en su sitio con amabilidad, después de todo su parte solo era la de estar pendiente de lo legal, pero los números, clausulas y lo legal pasaban por manos del castaño, no iba a hacerse a un lado sin más. Shura era amigo de Saga, por lo que había preferido mantenerse al margen de toda esa extraña pelea, hacia su parte y no permitía que nadie bajo su mando cometiera errores, así que, al menos en cuanto a él correspondía, no había problemas.

Tampoco fue un problema lo que ocurrió, solo una conjunción de eventos que iban a cambiar un poco el orden de las cosas.

Shura iba camino al estacionamiento, llevaba un poco de prisa, se había quedado a revisar unos datos pero todo estaba en orden, podría irse a descansar, aunque no sin antes hacer una llamada a casa.

—     Todo va bien aquí—decía el de cabellos negros—No ha habido inconvenientes.

—     Me alegra escucharlo—le decía su esposa—Te extrañamos en casa.

—     También los echo de menos, pero aún pasará algo de tiempo, lo siento.

—     Es tu trabajo, lo comprendo.

—     Pero no dejo de pensar en ustedes.

—     Yo tampoco.

Entre Natassia y su esposo había una relación muy estrecha, eso no se negaba, pero era mejor despedirse por el momento.

—     ¿Hyoga está bien?—preguntaba el caballero.

—     No te preocupes, está bien.

—     Si algo sucede…

—     Te llamaré de inmediato—decía ella sin más.

—     Debo colgar, adiós.

—     Adiós, te quiero.

—     Te quiero.

Con eso terminó la llamada, el de ojos verdes no era especialmente afectuoso pero sí lo era con su rubia esposa, se quedó unos instantes de pie, con cierta melancolía, tan solo esperaba no tardar más de lo necesario para regresar a su hogar. Terminó de alcanzar el sitio en que había estacionado su vehículo, el lugar estaba casi vacío, pues los demás se habían retirado antes, no tardó en abordar pero apenas giraba la llave y el motor dio un extraño sonido, ahogado, negándose a funcionar.

—     No es posible—decía en voz alta el de cabellos negros.

Se bajó del vehículo y primero pensó echarle una mirada al motor pero sinceramente no sabía nada de eso, tenía que pensar en algo más.

—     ¿Algo no va bien?—se escuchó una voz.

El de ojos verdes volteó y se encontró con Aioros, parecía que iba terminando también y apenas se retiraba.

—     Mi auto no enciende Aioros—admitió sin más.

—     ¿Es algo grave?

—     No lo sé, creo que llamaré a una grúa o un taller.

—     ¿Cómo irás a tu habitación?—preguntaba interesado el castaño.

—     Llamaré un taxi.

—     Puedo llevarte si gustas.

El ofrecimiento era amable pero el de cabellos oscuros no pensaba en aceptarlo, no era nada personal, solo no quería alejar al otro de sus asuntos.

—     No te molestes Aioros.

En ese momento el de Capricornio comenzó a buscar en su navegador del celular pero no tardó en encontrarse con otro percance, su batería estaba muy baja y no tardó en ser insuficiente para la búsqueda; la llamada debió acabársela sin que se diera cuenta de ello siquiera.

—     No es posible—se quejó en voz alta.

—     ¿Qué ocurre?

—     No tengo batería.

Por unos instantes se hizo el silencio pero finalmente eso se terminó cuando el de ojos pardos volvió a hacer su primer ofrecimiento.

—     Aún puedo llevarte Shura—decía con amabilidad.

La situación no se prestaba para muchas opciones, además el de cabellos negros notaba que de seguirse negando haría un tipo de escena no muy agradable, así que solo quedaba un camino a seguir.

—     Te lo agradezco Aioros.

—     De nada—decía el castaño sonriendo.

No tardaron en subir a un elegante y bien cuidado vehículo de tipo clásico, no parecía una adquisición reciente, no obstante, evidentemente su dueño se sentía perfectamente a gusto manejándolo. El camino no sería muy largo pero tampoco muy corto, por lo que lo mejor parecía ser entablar una pequeña charla y ya que estaban trabajando en el mismo proyecto era un punto seguro de comentar.

—     ¿Qué te parece trabajar en esta fusión Shura?—preguntaba con naturalidad el de mirada castaña.

—     Es un reto, me gusta a pesar de que es complicado.

—     Siempre te gustaron los desafíos, recuerdo que en la escuela ya eras así.

—     Cuando algo me interesa no lo dejo ir así como así.

—     Tus referencias laborales son impecables, cuando leí tu archivo supe que eras la persona indicada para este trabajo.

—     ¿Qué? ¿Leíste un archivo sobre mí?—preguntaba extrañado el de Capricornio.

—     Soy asesor de este proyecto—le explicaba el de Sagitario—Parte de mi trabajo fue seleccionar a algunas de las personas que iban a colaborar, me dijeron que solo los mejores y solo a los mejores recomendé.

—     ¿También a Saga?

—     Es excelente en su medio, no dejará una sola clausula sin verificar.

La respuesta puso un poco pensativo al de cabellos negros, estaba al tanto que Saga y Aioros no habían sido exactamente amigos en la escuela, eso sin duda por el de cabellos azules, si las cosas hubieran sido al revés dudaba que el de Géminis hubiera elegido al castaño para ser parte de esa fusión.

—     ¿Sucede algo Shura?

—     No, no, pensaba solamente.

—     ¿Se puede saber en qué?

—     En la escuela, es bastante singular que tres graduados de la misma generación estemos aquí.

—     Somos buenos en lo que hacemos.

—     Sin duda hemos trabajado por lograrlo Aioros.

Fue el turno del de cabellos castaños para quedarse un poco pensativo, al notarlo el de ojos verdes decidió hacer una pregunta.

—     ¿En qué piensas?

—     En que fue una pena que no nos lleváramos mejor en la escuela—dijo sin más el de Capricornio.

—     Éramos muchos estudiantes, no todos podíamos ser amigos.

—     Si, a veces pensaba que éramos parecidos, tú y yo.

—     ¿Lo crees?

—     Si pero la oportunidad jamás se dio.

Diciendo eso el de mirada parda solo sonrió con suavidad, los recuerdos son agradables cuando se trata de una etapa especial en la vida de las personas.

Sin embargo en la mente del de cabellos oscuros estaba otra idea, en lo personal él jamás tuvo nada contra el castaño, era verdad que tal vez, de haber sido otras las circunstancias, pudieron ser amigos. Pero si no fue así se debió sin duda porque no le agradaba a Saga, y como ellos dos eran tan amigos no pensó en hacer nada al respecto. Se dio cuenta del rumbo por el que iban y prefirió hacer una sugerencia en ese momento.

—     Puedes dejarme en esa esquina Aioros.

—     ¿De verdad? Pero tendrás que caminar Shura.

—     No hay problema, solo serán unas calles y si avanzas tendrás que dar una vuelta enorme para retomar la ruta de la avenida, mejor déjame aquí.

—     Si quieres…

—     Gracias, fuiste muy amable en traerme.

—     De nada Shura, nos vemos mañana.

El automóvil fue estacionado y el de cabellos oscuros salió del vehículo con agilidad, alcanzó a ver que el castaño le decía adiós con un movimiento de su mano y devolvió el gesto para después alejarse con velocidad.

 

**********

 

El rol de su vida es vivir una fantasía

Un drama que luchas por borrar

Pensamientos batallando con palabras sobre acciones

Una guerra con tantas bajas

Todo interpretado detrás de un rostro sonriente

 

Shura se dispuso a caminar sin más, era verdad que no estaba lejos del sitio que le habían destinado, no llevaba más planes que descansar, así que entró, dejó sus cosas a un lado y de inmediato puso a cargar la batería de su teléfono, prefería estar comunicado. Tomó el teléfono fijo, pensaba llamar a información por un servicio de grúa o un taller con ese mismo servicio para acordar recoger su automóvil. Sin embargo todo eso quedó a un lado cuando en unos minutos entró una llamada a su teléfono, lo tomó y reconoció el número de inmediato.

—     Hola Saga.

—     Te llamé antes Shura, me enviaba a buzón.

—     Es una larga historia.

—     Me la puedes contar después ¿Qué te parece si cenamos juntos?

—     Está bien por mí.

—     Me recomendaron un lugar, dicen que no se puede dejar la capital sin haberlo conocido, se llama Tridente Dorado.

—     Supongo que tenemos que conocerlo entonces.

No tardaron en ponerse de acuerdo para verse, aunque eso significó para el de cabellos negros apenas tener tiempo de darse un ducha y cambiarse, consiguió un taxi y estaba en camino, llegando a tiempo al lugar acordado, donde encontró que el de Géminis ya tenía una mesa y parecía solo esperarlo.

—     Veo que te mueves rápido Saga—decía tomando su sitio en la mesa.

—     ¿A qué te refieres Shura?

—     Hay una fila de la puerta a la esquina esperando entrar y tú conseguiste una mesa.

—     Solo hay que saber cómo hacer las cosas.

Esa sonrisa de confianza, tan de Saga, pero eso quedó a un  lado cuando les llevaron sus cartas y un atento mesero esperaba por su orden, les recitó los especiales del día y ellos no tardaron en ordenar. La comida no se hizo esperar más de lo necesario y los dos amigos de antaño estaban ya en una animada charla, del tipo que siempre compartían cuando se encontraban juntos, comentaban todo, del trabajo, sus asuntos en casa, incluso de sus esposas e hijos, por lo que tocaron un tema en especial que hasta ese momento no habían mencionado.

—     Así que tu hijo Ikki saldrá primero de su clase—retomaba el de cabellos negros.

—     Nos hemos esforzado mucho para que sea así, su madre y yo—mencionaba el de cabello azul—Nos llena de orgullo que sea así.

—     A cualquiera lo enorgullecería.

—     Y Shun tendrá un buen ejemplo a seguir.

—     Tus hijos son buenos muchachos—le decía con simpatía—Con Hyoga jamás he tenido problemas graves, es un buen muchacho también, por eso te comprendo.

Por unos segundos el de cabellos azules apretó los labios, como si pensara en algo que encontraba no muy adecuado decir, pero el otro en la mesa se dio cuenta y decidió averiguar lo que pensaba su amigo.

—     ¿Qué pasa Saga?

—     Nada.

—     Vamos, puedes decirme lo que sucede.

—     Es solo que admiro lo que haces por ese chico.

—     ¿Por quién, por Hyoga?—preguntaba un poco extrañado el de Capricornio.

—     Sí, lo has criado y lo tomaste como si fuera tuyo, aunque no es tu hijo, sinceramente yo no hubiera hecho algo así.

Shura no estaba seguro de lo que iba a responder a ese comentario, él quería a Hyoga, ese muchachito rubio se había convertido en su hijo por elección, pero como no sabía que decir decidió cambiar de tema.

—     Tuve un incidente, mi automóvil se descompuso Saga.

—     ¿Cómo llegaste aquí?

—     En taxi, el auto sigue en el estacionamiento del hotel, pero me encontré con Aioros y me dio una mano para no quedarme varado.

—     Aioros de Sagitario, siempre al rescate—apuntó el de cabellos azules con desgano.

En definitiva el de ojos castaños continuaba sin ser un tema agradable al de Géminis, tal vez lo mejor era dejarlo a un lado, y fue lo que hizo.

Se quedaron un largo tiempo sin dejar de conversar, como esas inacabables charlas que compartían en la escuela, cuando eran compañeros de habitación, pero al darse cuenta de la mirada de cansancio del mesero y que no quedaba nadie más en el lugar lo mejor era retirarse y descansar.

—     Creo que ya es hora de irnos Saga.

—     Está bien.

El de cabellos azules pagó la cena y no permitió que el de Capricornio dejara siquiera la propina.

—     Yo te invité—dijo simplemente.

Salieron finalmente del restaurante y el de cabellos negros parecía buscar algo con la mirada.

—     Necesito un taxi Saga.

—     De ninguna manera, yo te llevo Shura.

—     Pero…

—     Sin peros, solo sube al auto.

Definitivamente sabía tomar el control de las cosas el de cabellos azules. Sin más los dos estaban ante el vehículo del de Géminis, abordaron y estaban en marcha en poco tiempo, aunque siguieron hablando y hablando. Apenas sin sentirlo llegaron al sitio en el que se hospedaba el de cabellos oscuros, era el momento de despedirse o al menos eso parecía pues no podría quedar otra cosa por hacer.

—     Gracias por traerme Saga.

—     De nada Shura, nos veremos mañana.

—     De acuerdo, y gracias por la cena, la siguiente vez me toca a mí invitarte.

—     Me encantará que sea así.

Casi era todo, casi, pues el de Capricornio estaba por bajar del vehículo cuando, al girarse para desabrochar el cinturón de seguridad, se encontró con que le estaba costando un poco de trabajo hacerlo, y por eso su amigo de cabellos azules, muy solícitamente, se dispuso a ayudarlo. Se quitó su cinturón, pasó sus manos por la cintura del de Capricornio, casi abrazándolo, apartó el seguro dejando libre al otro hombre.

—     Listo—dijo.

A esas alturas sin embargo, ya no pensaban demasiado en separarse, la verdad era que no pensaban demasiado en nada.

Fue Saga quien estiró la mano derecha para acariciar suavemente la entrepierna del de cabellos oscuros, era directo, nunca pretendía que fuera de otra manera, como cuando se presenta una oportunidad y simplemente se toma. Shura por unos segundos se mantuvo en silencio pero sus pupilas brillaban, respiraba más aprisa, su cuerpo se encendía con velocidad  y sin aguardar acarició el pecho del de ojos verdes. Cuando las miradas de ambos hombres se encontraron los dos sabían perfectamente que no iban a quedarse simplemente con eso, que necesitaban de mucho más en esos instantes.

Fue el de Géminis quien se acercó al otro hombre de un movimiento como apresurado, pero no parecía importar demasiado ya que al encontrarse sus labios respondieron con intensidad, un beso fuerte, decidido, masculino, como si las cosas ocurrieran en un ahora o nunca, tal vez era así en realidad. El sabor de sus bocas era indefinible, por alguna razón jamás se daban tiempo para analizar las cosas, su propia necesidad provocaba que los eventos corrieran a cierta velocidad, aprisa, sin detenerse, sin pausas, solo ocurriría o tendrían que pensar en ello y a eso no se mostraban  dispuestos. Pero si estaban dispuestos a las caricias de esa manos fuertes, viriles, que se apropiaban de lugares íntimos, que no eran permitidos casi a nadie, tal vez solo a sus esposas…era mejor no mezclar esa imagen en ese instante.

Entre los dos dieron el siguiente paso, sin duda lo que buscaban y lo que se les facilitaba dadas las circunstancias, el de largos cabellos azules desabrochaba sus pantalones, sin más fue el de cortos cabellos negros quien bajó la cremallera de un solo movimiento, metiendo una mano en la ropa interior a su alcance. Se besaron con intensidad al mismo tiempo que la masculina mano se encargaba de liberar ese sexo que se estaba elevando apenas por el contacto, fue acariciado con deseo en la base, por los testículos, para después sentir el estímulo de la palma abierta frotando con entusiasmo la corona y el tronco, no era amable pero resultaba excitante en su fuerza. A esas alturas ya el de Géminis parecía muy de acuerdo en ser quien recibiera todas las atenciones, por lo que terminó relajándose contra el asiento del vehículo, tan solo aguardando y no sería por mucho tiempo.

El de Capricornio no podía dejar de darse cuenta del giro del encuentro, en realidad no le molestó, sino que buscó la forma de acomodarse para que fuera más sencillo, no iba a poner pretextos, cuando las cosas sucedían de esa manera era como si el cuerpo del otro hombre lo intoxicara, no pensaba en nada que no fuera la necesidad de sentirlo. En unos segundos ya estaba el de cabello oscuros inclinado hacia el frente, usando ambas manos pata apartar las telas y acariciar de manera estimulante ese miembro ante sus ojos que estaba ya medio erguido, pero no solo se trataba de caricias. No dudó en empezar a besarlo con entusiasmo por el tronco, usando a momentos su lengua , solo cuando alcanzaba la punta, humedeciéndola al dejar lo más que podía de su saliva en el enrojecido punto que provocaba descargas de placer en su dueño.

Buscando no perder su sitio Shura no perdía un solo instante, Saga medio cerraba los ojos, se sentía tan bien lo que hacía el de Capricornio, gemía suavemente, intentando que su respiración no fuera tan veloz, pero no resultaba sencillo, veía esa cabeza moverse, ir de arriba hacia abajo, sentía esas manos en él, acariciándolo sin aguardar, todo ello le cortaba la respiración. Pero el otro no se daba cuenta de eso, tan solo vivía esa fuerza de poseer con su boca a otro hombre, le gustaba, era como resurgir de cierta forma, dejar salir algo de él que se negaba ante todos los demás, aunque no le interesaba en ese instante. A esas alturas no importaba nada en realidad, solo el placer que corría por un encuentro como el que estaban viviendo, los rodeaba, los llenaba, los hacia ser otro.

Sin embargo la intensidad de lo que estaban viviendo no les permitiría que fuera un encuentro muy largo, ya Shura había encontrado el ritmo indicado, veloz, necesitado, urgente, sus labios se separaban al inicio para después guardar de manera celosa esa virilidad que lo hacía deslizarse por la carne erguida. La corona húmeda, enrojecida, parecía vibrar, aún más cuando esos masculinos labios se centraron solamente en una labor, saborearla en complicidad de una lengua que aleteaba alrededor. Los dedos se encargaban de frotar sin aguardar la base, los testículos, apretando levemente y a momentos con algo de fuerza, logrando que el de Géminis gimiera con fuerza, levantando un poco las caderas y sujetaba esos oscuros cabellos, era espléndido al otorgarle sus caricias.

Los instantes finales sobrevinieron con velocidad, tanta que parecía que se quedaban sin respirar, el de cabellos azules sentía ese estremecimiento intenso en su vientre dando unos gemidos sensuales, como resoplidos, a la par que su simiente se presentaba y era tomada por los mismos labios que no dejaban escapar la corona de su sexo. La calma iba llegando poco a poco, pero mientras Saga se quedaba en su sitio, Shura se daba vuelta y bajaba por unos instantes del vehículo con cierta torpeza. Esos instantes resultaron importantes, como si los dos hombres trataran de liberarse de algo, el de cabello azul se limpiaba con rapidez y se acomodaba la ropa; en cuanto al de Capricornio apenas si pudo aguardar para escupir a un lado, tratando de no dejar nada en su boca, nada de esa simiente que había saboreado. Necesitaba respirar, estaba medio excitado pero no pensaba ceder ante ello.

No había nadie alrededor, todo estaba en silencio, estaba entrada la noche, no había testigos, solo ellos dos que actuaban como cómplices pero al mirarse de frente eligieron el camino de siempre en esos casos, ignorarlo todo como si nada hubiera sucedido.

—     Gracias por traerme Saga—dijo sin más Shura en la ventanilla.

—     De nada, hasta mañana.

Encendió el vehículo y se marchó, dejando al de Capricornio de pie, a solas en la calle, se refrescó con el aire frío, no quedaba nada más que hacer, solo ingresar a su hogar temporal para descansar por las horas que quedaban, su labor continuaría al día siguiente.

 

**********

 

Dios necesito tu guía

Dime lo que significa

Vivir una vida donde nada es lo que parece

 

La fusión de ambas partes estaba en marcha, todo iba bien, al menos por fuera, ya que siempre ese tipo de compromisos tenían dos caras y cada parte buscaba el mayor beneficio para sentir que era la parte fuerte de la negociación. Por eso las propuestas y contrapropuestas no dejaban de correr, las medidas, clausulas, alegatos, de todo se iba presentando para que se terminara con un asunto que llenaba la mente de muchas personas. Los valores comerciales se manejaban en números pero provocaban reacciones muy intensas, las miradas estaban encima de todos los involucrados, esperando y aguardando por saber algo que diera una pista ¿Qué se podía obtener si todo se solucionaba como se esperaba? ¿Qué se podría ganar si ocurría lo contrario? Era un mundo complicado ese de las finanzas.

En cuanto a los que estaban trabajando en ese asunto por algo estaban ahí y lo demostraban, no dejaban de hacer su parte con lo mejor de sus habilidades, por lo que las cosas avanzaban con cierta celeridad. No había pormenores graves que interrumpieran sus funciones y cuando se necesitaba compartir información lo hacía, aunque también existía un cierto aire de competitividad que fomentaba un trabajo más veloz. Pero era evidente que quien promovía mucho de ese espíritu de competencia era la parte legal, o sea, Saga de Géminis, quien parecía haberse tomado un interés especial en dejar en claro que era lo que estaba bajo su mando lo que marchaba con celeridad y estaba listo antes que ninguna otra línea de acción. En contraparte, Aioros de Sagitario se mantenía alerta a lo que ocurría, tan alerta que detecto un par de errores en el trabajo del de cabellos azules, lo cual por cierto no gustó mucho al caballero.

Pero el de Sagitario no se ocupaba solo del trabajo, los demás lo veían como una persona amable, exigente en el trabajo, pero que respetaba el espacio de los demás, lo encontraban simpático, gentil, y muy comprometido en su trabajo. Pese a que todo eso era cierto, el de cabellos castaños encontraba la manera de  hacerse tiempo para convivir con los otros, incluyendo a Shura de Capricornio. Si bien era cierto que en su época de estudiantes no habían sido cercanos tampoco estaban enemistados, su saludaban y en ocasiones charlaban, no era extraño, los demás sabían que habían sido de la misma generación en su escuela así que nadie veía nada raro en todo eso, y conversar un poco no les afectaba.

Ese día sin más se habían encontrado en la oficina cedida al de mirada parda para discutir algunos puntos sobre unos informes económicos que parecían no corresponder pero entre los dos lo aclararon con prontitud.

—     Este dato pudo generar problemas—mencionaba el de ojos verdes.

—     Más vale estar atentos Shura, podrían acusar a los Solo de mala fe en esta unificación de valores.

—     Solo era una inexactitud, pequeña.

—     Espero que una comisión de ética de inversiones piense lo mismo.

—     Por favor Aioros, sabes bien que las grandes empresas encuentran siempre lagunas legales para sacar algunos beneficios.

—     Eso no lo hace correcto Shura.

El de Sagitario resultaba un caballero rectísimo en ese tipo de cuestiones, no le gustaban las interpretaciones, las lagunas, los pequeños huecos que ayudaban a sacar ventaja de manera no muy legal, para él eran triquiñuelas. 

—     Siempre has actuado así—dijo con cierto humor el de Capricornio.

—     ¿De qué hablas?

—     Recuerdo esa vez en la escuela, cuando te calificaron con un diez en una prueba y le mostraste al profesor que habías cometido un error y él se había equivocado al ponerte la respuesta como correcta.

—     De hecho solo era parcial, no estaba mal toda la respuesta—agregaba el castaño.

—     Pero se lo dijiste, los demás no lo hubieran hecho, Saga opinaba que era una tontería hacer algo así.

—     ¿Y tú?

—     ¿Yo qué?—preguntaba el de cabellos negros.

—     ¿Qué opinabas tú de que mostrara un error que me costaría medio punto en mi nota excelente?

—     Bueno—decía el de ojos verdes haciendo memoria—Pensé que era valiente lo que hacías.

—     ¿Sí? ¿Por qué?

—     Los demás no haríamos algo así, preferiríamos ganar un beneficio, pero tú no, y llegué a pensar que no lo hacías solo por honestidad.

—     Hubo algo de eso—admitió el de mirada parda—Pensé que señalar el error solo era una parte, hubo un descuido, en ese momento nada grave, pero a futuro ese tipo de descuidos podrían contar.

—     Lo sabía—clamaba casi sonriendo el de Capricornio—Sabía que lo hiciste también para que el maestro pusiera más atención cuando calificaba, de hecho se puso más  estricto en todo.

—     Y fue un beneficio para todos Shura, nos hizo esforzarnos y ser mejores estudiantes para aprovechar las clases.

Era singular ese caballero, los demás no actuaban como él, pero tenía razón, medio punto para él significó una mejor educación para todos los que fueron estudiantes de ese profesor, no vio solo por sí mismo, vio por los demás.

Siguieron charlando unos instantes, las correcciones estaban hechas, así que eso estaba en orden, por lo que ambos hombres pudieron dar paso a temas menos laborales pero no menos importantes, sobre el de ojos verdes dedicó unos instantes a un punto que le resultaba fundamental: su familia.

—     ¿Entonces tu esposa y tú trabajaban en la misma empresa?—preguntaba interesado el castaño.

—     Sí, yo estaba ya en el departamento de finanzas y ella era telefonista—se acordaba con suavidad el de Capricornio—Recuerdo que la primera vez que la vi me pareció la muchacha más bonita que hubiera conocido.

—     ¿De verdad?

—     No la viste o estarías de acuerdo—afirmaba el otro—Su cabello rubio moviéndose con suavidad y sus ojos azules brillantes, era muy hermosa.

—     Y te convertiste en hombre de familia.

—     No lo había pensado antes de ella, pero nos conocimos y además estaba Hyoga, era un niño, necesitaba de un padre.

—     Lo quieres mucho—afirmaba más que preguntar el castaño.

—     Los dos son muy importantes en mi vida—dijo con sinceridad.

Por unos instantes pensó en los dos, en Natassia y Hyoga, su vida estaba unida y jamás se arrepentiría de eso; sin embargo debió notársele la emotividad de sus pensamientos pues el de Sagitario lo observaba con una sonrisa de amabilidad que lo hizo ponerse serio, algo rígido. No se consideraba a si mismo alguien muy expresivo y jamás había terminado de sentirse cómodo en demostrar mucho de nada de lo que sentía, excepción hecha con su familia, por supuesto…y con su amigo Saga. Era mejor cambiar de tema.

—     ¿Qué hay de ti Aioros?—preguntaba con calma—Después de tanto tiempo dedicado a tu trabajo ¿no has pensado en establecerte?

El de cabellos castaños sonrió con tranquilidad pero realmente prefirió ser abierto en ese tema, no le parecía algo que ocultar, de hecho no lo hizo nunca y en ese momento no lo haría tampoco.

—     Me gustaría hacerlo Shura—admitió—Pero dada mi situación no sería tan sencillo, un hogar y una familia, son cosas que deben decidirse con responsabilidad, hay mucha gente observando y esperando porque hagas algo mal.

—     ¿Por qué dices que no sería sencillo?—preguntaba intrigado el de ojos verdes.

—     Claro que me gustaría tener una pareja estable, formalizar y hacer incluso una familia pero las leyes de matrimonio aún no son nacionales aquí, solo algunos estados las contemplan y tampoco es común desear hijos.

El de Capricornio lo escuchaba todo pero por alguna razón se sentía confundido con la explicación, y el castaño continuaba.

—     Con los hijos las responsabilidades cambian, además que se debe pensar en qué manera es la más factible—continuaba el de Sagitario—Sería con una madre sustituta o adoptar, no es sencillo el proceso y…

—     ¿Por qué harías todo eso Aioros?—interrumpió confundido el de cabellos oscuros.

—     ¿No lo sabes?

—     ¿Qué cosa?

—     Ya veo, no lo sabías.

—     ¿Saber qué?

No era un secreto aunque tampoco lo publicaba y el de mirada parda, fiel a sí mismo, iba a ser honesto.

—     Soy gay Shura, lo queramos o no las cosas son un tanto diferentes en este caso, matrimonio, hijos, es un tema que aún da de que hablar.

El de Capricornio parecía no saber que decir ante esas palabras.

—     No es algo reciente—le explicaba el castaño—Me definí desde la escuela, suponía que lo sabías.

—     Yo…no sé qué decir Aioros.

—     No te preocupes por eso.

En ese instante llamaron al de Capricornio, necesitaba atender ese llamado.

—     Mejor veo esto Aioros.

—     Claro, nos vemos después.

—     Sí.

El de ojos verdes iba hacia la puerta cuando el de cabello castaño le habló de nuevo.

—     Shura.

El otro hombre volteó, haciendo que se miraran a los ojos directamente por unos instantes.

—     No todos optamos por fingir—le dijo.

Diciéndole eso parecía que era todo, por lo que el de cabellos negros se retiró, no estaba seguro de lo que terminaba de suceder, no imaginaba eso, de verdad, no tenía ni la menor idea de que el de Sagitario fuera gay pero terminaba de escucharlo. Bueno, era muy su vida después de todo. Todo habría quedado en ese punto, no le dedicaría más tiempo, de no ser porque al ir a atender su trabajo de nuevo pasó frente a una puerta de cristales, limpios y brillantes, tanto que pudo ver su reflejo.

—     ¿Fingir?—se preguntó a sí mismo.

 

**********

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Espero que les gustara.

Si nada sucede sigo la trama la semana entrante.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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