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Dignidad por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Es una trama relacionada con Escándalo, aunque no es tan necesario leerla para seguir esta historia.

Fic dedicado a Sabaku no Judith quien me sugirió que hiciera esta historia, deseo que sea de tu agrado.

 

Notas del capitulo:

Es un fic corto pero espero que les guste a quienes lean.

 

 

 

Cuando el vuelo comercial internacional parecía que no tendría fin se escuchó la voz del capitán, solicitando a los pasajeros que se alistaran para el aterrizaje, todos los pasajeros de las diferentes áreas del avión hicieron lo que debían para estar preparados y no fue mucho más tiempo del estimado el que se necesitó para que sintieran como descendían en la pista de aterrizaje. Algunos miraban hacia las ventanillas, pendientes de algo más que la quietud del pasillo, otros solo aguardaban por el instante en que podrían descender y prepararse para la siguiente parte de su camino. Algunos atenderían negocios, otros estarían de visita, pero para el caballero de los cabellos negros solo había algo para atender, algo que en verdad deseaba, pues era regresar a casa.

Shura de Capricornio era un hombre muy devoto de los suyos, educado desde pequeño para tener un estricto sentido de la lealtad familiar, el mantener lazos y relaciones bien cimentadas era algo muy natural, por eso ver a la familia no era percibido como una obligación y mucho menos como algo desagradable. El descenso fue fácil, nada inusual, incluso bajar esa alta escalera que lo llevaría finalmente a tierra firme no le incomodó, tan solo hacía planes para regresar a casa. Tuvo que dirigirse aún por su equipaje pero incluso ahí las cosas marcharon bien, pudo tomar sus maletas casi de inmediato y solo le quedaba conseguir un taxi, se dirigió al servicio dentro del mismo aeropuerto y le pidieron unos minutos de espera. No tuvo problemas para aceptar, esperaba no tardar mucho tiempo ahí tampoco, era mejor sentarse por unos momentos y dejar que todo sucediera.

Cuando el de ojos verdes pasaba por la terminal no tardó en notar que varias personas seguían las pantallas con noticias, incluso vio que se hacían pequeños grupos para comentar lo que ocurría, la noticia era importante sin duda.

—   Es un asunto de gran relevancia—decía un hombre trajeado ante las cámaras—No solo se ha cometido un delito, se ha mermado la confianza de la población en general y se ha generado una tragedia para cientos de ciudadanos que ven en estos actos una pérdida de su patrimonio.

Se trataba del fiscal general, según avanzaban las noticias se podía saber lo que estaba ocurriendo pues no era exactamente común que apareciera como noticia de primer orden una acusación, del tipo de El Estado contra, en ese caso sería contra un consorcio financiero que había manejado por los últimos años una importante compañía petrolera. El problema era que las cosas habían ido mal en la empresa pero en lugar de decirlo abiertamente, de aclarar las cosas cuando era tiempo y tal vez el estado podría haber participado con algún tipo de auxilio o subsidio, se dedicaron a pretender que todo estaba bien. Según ellos estaba tan bien que animaron a sus empleados y a los familiares de sus empleados a invertir en la empresa, a participar con el fondo de retiro, a invertir todo su capital en acciones y bonos que se emitían “como chorizos” se diría, por la cantidad desproporcionada en que aparecían esos valores. Sin embargo la farsa era demasiado débil para que se sostuviera y al final la frágil burbuja de humo y espejos se rompió.

De un día para otro la empresa se declaró en banca rota, los empleados llegaron a sus trabajos para encontrarse con que todo estaba cerrado, así de sencillo, miles de personas se vieron afectadas pues lo estaban perdiendo todo. Lo peor no fue solo el escándalo que estalló cuando una compañía tan importante cerró, no fueron solo las cientos de personas que dependían de ese trabajo y que quedaban prácticamente con una mano delante y otra atrás, tampoco todos los inversionistas y otros empleados cuyos reactivos dependían de sus negocios con ellos; lo que causaba mayor indignación fue cuando salió a la luz que los altos funcionarios de la empresa, los que estaban a nivel directivo, desfalcaron el dinero líquido que quedaba para retirarse con pequeñas fortunas mientras que todos sus inversionistas perdían hasta la camisa con esa quiebra.

El escándalo y la indignación, así como el enojo, corrían libremente, las personas estaban desesperadas pues perderían sus trabajos, sus automóviles, sus hogares, sus pensiones, sus ahorros, estaban quedando sin nada. El estado intervino en cuanto tuvo pruebas para proceder y de ahí venía la acusación que se estaba levantando, el gobierno se mostró firme en ese asunto  pues no pensaba soltar a nadie que se hubiera enriquecido en ese asunto que se mostraba, cuando menos, como un desfalco muy turbio. El enfado de las personas que se habían tomado las calles para protestar no era para menos, había inversionistas en ese asunto que bien podrían encogerse de hombros pues aquella pérdida no era tan alarmante, pero para la gran mayoría sí que lo era. Gran parte del dinero que se había usado en semejante empresa provenía de personas de la clase media, quienes podían verse arrastradas a la ruina completa con semejante quiebra, lo cual a su vez podía ser un desastre bastante sonoro para la economía de la nación, era sin duda una serie de calamidades en cadena.

—   Tenemos su taxi—le dijeron.

El de Capricornio vio que lo llamaban a él, tomó su equipaje y subió de inmediato al vehículo que estaba listo para llevarlo, saludó al chofer, le dijo la dirección dándole su ticket de pago al mismo tiempo y se dejó llevar. Miraba las calles por la ventanilla, le gustaba el paso de las avenidas, las calles, las casas, los parques, todo, por unos instantes se sintió de verdad contento.

—   Estoy en casa—se dijo.

Cuando alcanzó su destino sonrió, bajó rápido del vehículo, el conductor le ayudó con el equipaje, así que Shura le dio una propina con velocidad y se fue directo a la puerta de la bonita propiedad en la que se criara con su familia. En la puerta usó las llaves, le daba una alegría casi infantil volver a usarlas, apenas tres segundos y ya estaba dentro, no había querido decirles nada para sorprenderlos pero el sorprendido fue él.

—   ¡Estoy de vuelta!—se anunció.

Alcanzó el recibidor y no supo qué pensar cuando vio a sus padres ahí, muy sonrientes, esperándolo, ese no era el problema pues los abrazó de inmediato, la cuestión era que había más personas en el lugar.

—   Ya estás en casa—dijeron sus padres.

El afecto era sincero pero al tener que saludar a los demás no estaba seguro de qué pensar, sobre todo porque no los esperaba.

—   No imaginaba que tenían visitas—dijo.

Aunque saludó muy cordialmente a los demás pues después de todo eran amigos de sus padres y viejos conocidos de la casa, además que había una persona en especial, muy sonriente por verlo de nuevo.

—   En cuanto supimos que estabas de vuelta decidimos darte la bienvenida—le explicaba su padre, Deneb Algedi—Los Aries también estaban contentos de que regresaras y decidimos invitarlos.

—   Muchas gracias—respondía su hijo—Pero no entiendo cómo supieron que estaba de vuelta.

—   Tu primo Aioros nos lo dijo.

—   Ya veo.

Ni siquiera le molestaba, su primo había crecido a su lado, más que primos parecían hermanos, sabía bien que si no estaba ahí era por algún asunto relacionado con los negocios de su padre, pero ya hablarían después.

—   Nos alegra mucho que regreses Shura.

Quien le hablaba era Hakurei de Aries, caballero muy seguro de sí mismo, de sus planes, de sus proyectos, de su familia y no veía nada mal esa inclinación que había notado de parte de dos jóvenes desde hacía un tiempo, uno era el propio Shura, el otro era su hijo, el joven Mu, un chico de cabellos lavanda y ojos glaucos, quien además no dejaba de mirar con agrado al recién llegado.

—   Qué bueno que regresaste Shura—dijo.

—   Muchas gracias Mu, me alegra verte de nuevo.

Los padres de ambos sonreían, no estaba nada mal, sin duda sus hijos se comprendían bastante bien y tan solo era cuestión de esperar un poco, ahora que Shura estaba en casa sin duda los planes que quedaron inconclusos podrían ponerse en marcha otra vez, y en ese momento, llegarían a su desenlace deseado.

La reunión continuó por un tiempo, hasta que parecía que se podía hacer algo más, aunque en ese momento fue una sugerencia solamente.

—   Me temo que Hakurei y yo tenemos que hablar de negocios—mencionaba Deneb Algedi—No será muy entretenido.

—   Está bien—dijo Shura—Tendremos mucho tiempo para hablar después.

—   No tienes que encerrarte hijo, acabas de llegar ¿Por qué n sales con Mu? Sin duda los dos tienen mucho que contarse.

Por un segundo el de mirada glauca se sintió un poco sorprendido pero al final no parecía un mal plan.

—   ¿Qué me dices Mu?—le preguntaba amablemente— ¿Te gustaría que saliéramos a comer a algún sitio?

—   Me gustaría mucho—admitió el menor de los Aries.

—   Entonces vámonos.

Aun cruzaron algunas palabras pero al final los jóvenes salieron de la propiedad en el vehículo del de cabellos negros, un elegante automóvil deportivo, todo bajo la complacida mirada de sus familias quienes daban por hecho que iban a  comprometerse y hacer una vida juntos. Los planes pueden hacerse, con mucha diligencia y habilidad, pero al final puede que las cosas no salgan como se esperan.

 

**********

 

Los dos jóvenes iban charlando un poco mientras decidían a cual lugar ir a comer, además el de Capricornio aprovechaba de esa manera el tiempo, observaba la ciudad, algunas cosas estaban igual, otras eran diferentes y unas más ya no estaban, era interesante notarlo y sabía que debía aceptarlo. Finalmente encontraron un sitio que les agradó, o más bien le pareció bien al de cabellos negros pues el de Aries tan solo se mostraba muy cómodo de ir a su lado, así que el destino no le interesaba demasiado.  No tardaron mucho en encontrar un sitio para estacionarse ni en entrar y contar con una mesa, todo iba bien, pues seguían charlando y poniéndose al tanto de sus vidas en ese tiempo, nada inusual, sobre todo para el de mirada glauca que se limitaba a dejar pasar los eventos. Le agradaba Mu, era cierto, pero sinceramente esa relación se había dado más que nada por el impulso de sus familias, no tenía nada contra ese joven a su lado, pero tampoco podía decir que en ese tiempo lejos no dejara de pensar en él, incluso hubo otras personas.

—   Había pensado en que sería agradable visitar a tus abuelos Shura—mencionaba Mu—Me gustó mucho cuando fuimos a su hacienda.

—   No es una mala idea—comentaba el de cabellos negros—Esa hacienda siempre me ha gustado, de niño era uno de mis sitios favoritos, aún lo es de hecho, creo que me agradaría ir pero no por ahora, tengo que poner algunas cosas en orden.

—   Pero a futuro sería posible.

—   Claro ¿Por qué no?

El de Capricornio sabía muy bien que sus relaciones con el joven Aries no eran del tipo arrollador, y por él no estaba mal eso, le agradaba Mu, era lindo y podía charlar con él, sus familias eran amigas; sin embargo no resultaba una persona con la que se sintiera que su destino estaba cumplido, aunque tampoco se preguntaba mucho sobre ello.  Siguieron charlando por unos momentos y disfrutaron de la comida, todo iba como siempre entre los dos, sin altibajos, sin sobresaltos. Quizás todo seguiría siendo así de no ser porque en ese momento una persona hizo acto de presencia, alguien en quien no tenían siquiera porque pensar pero ahí estaba, y solo por eso las cosas iban a cambiar.

—   No lo puedo creer—dijo de pronto el de los Aries.

—   ¿Qué sucede?

—   ¿Cómo se atreve a mostrar la cara?

Se le estaba haciendo extraño el diálogo al de Capricornio así que decidió voltear en la dirección que miraba el de los Aries.

—   ¡No mires!—advirtió.

Pero ya estaba el otro volteando y no tardó en ver a un hermoso chico que iba caminando por el lugar, de verdad era una belleza y de pronto tuvo la idea que lo conocía pero no estaba seguro de dónde o cómo. La información que necesitara no tardó en suministrársela el de cabellos lavanda sin perder el tiempo, pues después de todo su historia era de dominio público, al menos la de su familia. Justo mientras lo miraba el otro joven se dio cuenta  los miró directamente, parecía ya haber pasado por esa situación antes pues no estaba dispuesto a evadir lo que ocurría, siendo así puso manos a la obra y camino con una dirección determinada, pues era hacia su mesa.

—   No puede ser, viene hacia aquí—decía Mu.

Shura por su parte ya no pudo decir nada, por un instante le dio la impresión que esos ojos destellaban y no tenía la menor idea del porqué.

—   Hola ¿Cómo se encuentran?—los saludó directamente.

—   Afrodita de Piscis—dijo el de Capricornio reconociéndolo.

—   Espero que estén pasando una buena tarde.

—   Así es—respondió sonriendo el de cabello negro.

—   Parece que tú también lo haces—soltó de pronto Mu.

—   A veces, así me mantengo lejos de los problemas.

La voz del de los Piscis no dejaba de ser amable, pero se notaba que estaba dispuesto a cambiar si lo hacía el tono de los otros dos, pero al menos por parte del de los Capricornio eso no iba a ocurrir, de pronto se sentía agitado por ese chico tan cerca de él.

—   Bueno, no te quitamos más tiempo Afrodita—dijo sin más el de Aries—Debes tener una agenda ocupada.

—   Solo un poco Mu.

—   Puedes sentarte con nosotros—ofreció el de Capricornio.

La expresión del de cabellos lavanda casi hizo reír al de los Piscis pero prefirió guardar algo de discreción y no quedar en una situación complicada, se limitó a sonreír con gentileza para negarse amable pero firmemente.

—   Eres muy amable Shura, pero no deseo interrumpir.

—   No lo harías Afrodita.

—   De todas maneras tengo oras cosas que hacer, nos vemos, que pasen buena tarde.

—   También tú.

El joven se alejaba dejando a los otros dos en libertad de charlar, aunque solo podía ser un tema el que tocaran.

—   Creo que Afrodita ha cambiado—mencionó con cierto asombro el de cabellos negros.

—   Lo que no ha cambiado es que es un Piscis—lanzó con cierta inquina el de cabellos lavanda.

—   Es su familia ¿Qué tiene eso de malo?

—   ¿Es que no lo sabes?—preguntaba el otro un tanto sorprendido—Su familia fue una de las beneficiadas por el fraude de la petrolera.

Con esas palabras Shura hizo memoria, era algo de lo que había escuchado en el aeropuerto, y para saber más no hizo falta que preguntara nada ya que su acompañante lo iba a poner al tanto en poco tiempo.

—   Los Piscis tuvieron parte en el fraude, apenas si lograron congelar sus cuentas antes de que terminaran de enviarlas a bancas extranjeras.

—   No puedo imaginarme a Afrodita implicado en algo semejante.

—   Bueno, él no, pero su familia sí.

—   ¿Entonces Afrodita no tuvo parte en todo eso?

—   Hasta donde se sabe no, pero parece que no es muy cercano a su familia.

—   Debe ser difícil, que los demás te señalen por lo que no es tu culpa.

—   Los Piscis lastimaron a mucha gente Shura, y él es un Piscis, no olvidemos eso.

—   Pero…

—   No quiero seguir hablando de esto—terminó cortante—Prefiero que solo pasemos la tarde juntos.

Con esas palabras le tomó la mano de manera tierna pero eso apenas si lo notó el de cabellos negros, estaba más sumergido en contemplar lo que un asunto como ese del fraude podría hacerle a Afrodita.

 

**********

 

Hablando con sinceridad, Shura no tenía que seguir pensando en Afrodita de Piscis, de hecho no lo hizo por dos días, pero resultó que al tercero necesitaba hacer unas compras, nada especial o muy necesario pero prefería darse un tiempo apartado de los demás, ya se sentía algo engentado con los Aries siempre metidos en casa con sus padres. Decidió ir a un conocido almacén que siempre le había agradado, no solo por sus productos, también porque contaba con otros sitios, como cafetería, bares y restaurantes, así que no estaba nada mal. No había realizado una sola compra, más bien se dedicó a mirar, pero no encontraba algo que le gustara aún. Al final, mientras estaba de pie dentro de una tienda de ropa para caballeros, decidió solo ir a tomar algo, le hubiera gustado que estuviera alguien a su lado, no cualquiera, tal vez su primo Aioros, charlarían largamente y se pondrían al tanto de sus vidas, debería llamarlo para…

—   Buen día ¿podemos ayudarle en algo?

El de cabellos negros miró en la dirección que le hablaban y parecía estar tan sorprendido como la otra persona.

—   Afrodita.

—   Shura.

—   ¿Qué haces aquí?

—   Trabajo aquí, soy asesor de compras, una manera elegante para decir vendedor.

El de ojos verdes sonrió ¿Por qué lo hacía? No importaba y sin más dijo lo que estaba pensando realmente.

—   Hace tanto desde la última vez que te vi Afrodita, debo decirte que has cambiado, te convertiste en todo un modelo.

—   Tomaré eso como un halago, la verdad no pensaba siquiera que me recordaras.

—   Te recuerdo, créeme.

Shura no había visto a Afrodita por algunos años, lo recordaba de adolescente, ya era una criatura muy linda, pero en ese momento de su vida se podía decir sin vacilar que se había convertido en un muchacho sobradamente hermoso. Su piel de porcelana hacía juego a la perfección con sus ojos de un azul cielo deslumbrante, los sedosos cabellos celestes, su figura era sensacional con unas largas piernas bien torneadas y esa elegante gracia para moverse en cualquier lugar. No importaba en el medio que se encontrara, ese joven podía moverse con total naturalidad y dominio, como pez en el agua dirían muchos, poseía clase, porte, estilo, sofisticación y al mismo tiempo una naturalidad que no podía aprenderse ni imitarse, era suya simplemente. Ahora que volvía a encontrase con él sin duda cumplía todas esas promesas de su juventud, de manera sobrada, pues era un hombre muy bello que hacía que cualquiera lo notara sin importar lo que hiciera.

Pero había más cambios en ese hermoso chico que solo los de su físico, cambios mucho más importantes dadas las circunstancias en las que debía vivir después del escándalo en que su familia se vio involucrada. Era verdad que el de cabellos celestes no era muy cercano a sus parientes, que se había propuesto hacerse de una vida por su cuenta y lo estaba logrando, pero también era cierto que con toda esa publicidad ya no convivía mucho con la misma gente de antes. Si se encontraba con todas esas personas a las que se había visto forzado a conocer por su familia los saludaba amablemente pero ya no alternaba con ellos, entendía perfectamente que las cosas habían cambiado.

—   Como sea me temo que debo seguir trabajando Shura—decía amablemente el de mirada celeste—Pero si necesitas ayuda con mucho gusto te atenderé.

El de los Piscis estaba por alejarse cuando el de ojos verdes se dispuso a saber algo más.

—   ¿Tienes un descanso?

—   En una hora ¿Por qué?

—   ¿Qué tal si vamos a tomar algo?

—   Me encantaría pero cobro hasta el fin de semana.

—   No te preocupes por eso, está vez invito yo.

El de mirada celeste pareció pensarlo por unos segundos pero justo en ese instante se vieron interrumpidos por el supervisor de la tienda.

—   ¿Todo está bien señor?—le preguntaba al de Capricornio.

—   Por supuesto, me estaban ayudando con mis compras—dijo con completa naturalidad—Entonces este saco haría juego con todo ¿no?

El de cabello celeste sonrió con amabilidad, sabía que esa escena era en beneficio suyo, y decidió seguir la corriente.

—   En realidad este saco le iría mejor—le indicaba tomando otra prenda.

La hora que debía pasar hasta el descanso se fue muy rápida, debido a que en ese tiempo el de los Capricornio se dedicó a medirse ropa y admitió para sí mismo que le gustaba como se veía con todo lo que le sugería el de pupilas celestes. No era solo por vender, no se trataba de un chico servicial, pero sin duda tenía un muy buen ojo para decirle a otro lo que le iba bien y lo que no le quedaba tan bien. No solo se trató de la ropa, también fueron mocasines, unos botines, unas zapatillas de vestir, cinturones, una cartera nueva, y una mochila deportiva pero casual, una venta muy completa.

Al final llegó el momento para descansar y el de mirada glauca no tuvo inconvenientes en quedarse al lado del de los Piscis, se dirigieron a un restaurante que estaba cerca y ordenaron prontamente, nada complicado, solo algo que les permitiera comer y charlar. De hecho ambas partes se hicieron bien, incluso fue más grata la de charlar y eso que la comida era buena, o pensaban en los demás, en lo que dirían, ni en todas esas historias que a veces lleva alguien tras de sí por ser parte de una familia, nada de eso, se limitaron a ser dos personas que la pasaban bien y que se comprendían sin inconvenientes. Fue así hasta que llegó la hora de separarse, el de mirada celeste necesitaba regresar a trabajar pues no terminaba su jornada laboral.

—   Fue un placer verte Shura, pero tengo que regresar.

—   Qué pena, pero también me dio gusto verte Afrodita.

—   Nos vemos, gracias por la comida.

—   De nada, hasta pronto.

Un gesto de la mano del de mirada celeste y parecía que sería todo, pero no lo fue, y eso porque el de cabellos negros no estaba dispuesto a permitir que la tarde terminara de esa manera, necesitaba algo más.

—   Afrodita.

—   ¿Qué sucede?—preguntó dándose vuelta.

—   Espero poder verte de nuevo.

—   Claro.

Con eso de verdad se fue pero para el de mirada glauca fue algo más, como si por dentro hubiera sido encendida una chispa que no se iba a apagar.

 

**********

 

A partir de ese momento Shura no dejó de buscar a Afrodita, de mostrarse amable y atento con él, de interesarse en su vida, lo cual no estaba mal pero bien podría prestarse a especulaciones, sobre todo si se tomaba en cuenta que de acuerdo a su familia ya estaba en una relación. Pero eso no importó al principio, no cuando el de cabellos negros la pasaba tan bien al lado de ese hermoso chico que lo hacía ver la vida de otra manera, además que notaba con total claridad que el de cabellos celestes no era como sus parientes, de hecho no se llevaba con ellos y tenía bastante tiempo alejado, incluso antes del escándalo de la petrolera.

Se presentó una oportunidad más de convivir cuando Afrodita le comentó al de ojos verdes que estaba ocupado con un proyecto, se trataba de apoyar a la creación de estancias infantiles en comunidades trabajadoras, no estaba nada mal. Ya a esas alturas el de Capricornio sabía que el de Piscis trabajaba, contaba con ahorros y se hacía con algo extra por medio de una página web en la que daba consejos de moda y belleza, le iba bien, aunque el dinero no sobraba; eso no evitaba que el de mirada celeste donara el dinero que le era posible a diversas causas y además cooperaba con su trabajo. Así que no dudó en formar parte de ese mismo proyecto, no estaba mal a su parecer, y de paso podía estar al lado del hermoso Afrodita, era tan especial, por alguna razón hasta que lo conoció se dio cuenta de lo solo que se había sentido sin alguien especial a su lado.

Sin embargo no todos estaban tan contentos ni entusiasmados por esa asiduidad de parte del de ojos verdes al de ojos celestes, y se trataba de alguien que contaba, nada más y nada menos que Mu de Aries.

Cuando se encontraron de nuevo tenían una cita para ir al teatro y a cenar, nada inusual, las reservaciones las habían hecho sus familias, tampoco era inusual, pero al verse parecía que su humor no era de lo mejor para disfrutar de cada evento.

—   Lamento haberme tardado Mu, pero tenía que dejar listos algunos asuntos—mencionaba sonriendo el de Capricornio.

—   Está bien Shura—aceptaba con tanta calma como podía—Solo espero que podamos pasar una noche agradable.

—   La obra parece que es buena, tiene críticas muy positivas, estuve leyendo algo de la puesta en escena en el extranjero y…

El de cabellos negros continuaba hablando pero a pesar de la cordialidad parecía no percatarse de la incomodidad del de los Aries, el joven se sentía como si lo hubieran hecho de lado todo ese tiempo, y no ignoraba el porqué, ya le habían llegado algunos rumores y tan solo ansiaba desmentirlos con esa salida. Lo que no sabía era que para esa noche el de los Capricornio no había pensado en verlo y que fueron sus padres quienes se lo recordaron casi machaconamente, pues estaba más interesado en verse con el hermoso Afrodita de Piscis. Pero no pensaba  hablar de ello, no por el momento, estaban en una relación y les correspondía el hacerla funcionar o algo parecido, era mejor concentrarse solamente en que estaban juntos.

Las horas siguientes no estuvieron mal, los dos la pasaron bien con la obra de teatro que era bastante buena, la puesta en escena estaba impecable y los actores mostraban su talento sobre las tablas, aplaudieron con fervor al bajar el telón. Después de eso se fueron al restaurante en que les habían hecho la reservación, la mesa era buena y el servicio también, la comida valía su precio, así que se podía pensar que las cosas irían bien entre una pareja. Pero no era así, la verdad era que existía una tensión que no pronosticaba nada bueno, pero aun no hablaban abiertamente de eso, de esa sensación que generaba malestar en el de los Aries, aunque no se necesitó mucho para que se supiera.

Continuaban con su cena, todo iba bien, o al menos parecía ir bien, pero el de Capricornio recibió un mensaje, lo leyó velozmente mientras sus ojos brillaban, todo lo cual fue claramente notado por el joven de los cabellos lavanda, quien se limitó a apretar el cubierto entre sus dedos hasta que se terminó.

—   ¿Quién era Shura?—preguntaba intentando escucharse casual.

—   Era una cuestión de las estancias infantiles, creo que iré mañana a ver qué tal van las cosas.

—   ¿Era Afrodita?

—   Si…era un mensaje de Afrodita.

—   Ah.

No parecía que el da cabellos color lavanda pudiera decir algo más, se veía medio molesto y se le notaba, por lo que el de Capricornio decidió saber algo más.

—   ¿Qué te pasa Mu?

—   Nada.

—   No hagas eso—le pidió—Si algo sucede solo dímelo.

—   Bien, lo que sucede es que no nos hemos visto y todo es porque tienes que estar con Afrodita—le lanzó sin más.

—   ¿Qué?—preguntaba sin comprender.

—   Ya me oíste—recalcó enfadado.

—   Afrodita y yo solo nos vemos, tenemos intereses comunes y charlamos, estamos en lo de las estancias y…

Pero a cada frase el de los Aries se sentía más enfadado.

—   ¿Quieres dejar de hablar de Afrodita de Piscis?—le preguntaba exasperado—No quiero escucharte hablar de él, no quiero que recibas mensajes de él, no quiero que pases tiempo con él.

—   Mu, eso es una tontería, yo solo…

—   ¿Una tontería? ¿Así que ahora te parezco tonto?

—   No, claro que no.

—   Ya te dije lo que pienso, no te quiero más al lado de Afrodita—decía enfadado.

—   No puedes decirme que hacer Mu.

—   Ni mi familia, ni tu familia, ni yo queremos que estés cerca de él, se trata de un Piscis.

—   Afrodita no es como el resto de su familia—lo defendía directamente—él hace una vida lejos de ellos, sin pedirle nada a nadie.

—   ¡No te quiero con él!—le reprochó.

El de Capricornio deseaba decirle algo más pero le pareció que continuar solo agravaría las cosas, a él nadie le iba a decir con quien podía hablar pero antes de armar un pleito grande prefirió aferrarse a ser educado.

—   Tal vez sea mejor que te lleve a tu casa Mu—sugirió.

—   Será lo mejor Shura—aceptó con voz temblorosa.

En poco tiempo pagaron lo que debían, se marcharon y durante todo el camino no se dijeron nada, pero cuando llegaron a la entrada de la propiedad de los Aries, Mu se dio vuelta de forma veloz y se arrojó a los brazos del de cabellos negros para besarlo fugazmente en los labios.

—   No peleemos Shura, por favor—le pedía.

—   No quiero hacerlo Mu—le aseguraba el otro.

—   Me alegra.

Parecía ser todo, pero no lo fue.

—   Entonces no volverás a ver a Afrodita.

—   Yo…

—   Nos vemos pronto—se despidió con una sonrisa.

No le iba a dar tiempo de discutir de nuevo, así que entró con velocidad a la casa, teniendo en mente algo muy en claro, Shura era suyo solamente y ningún oportunista Piscis se lo iba a quitar.

 

**********

 

Ese día Shura se mostraba singularmente silencioso, le gustaba el tema de las estancias infantiles y hasta ese momento había sido colaborador y participativo, pero en esa ocasión estaba callado, como pensando en otra cosa. Y era verdad que lo hacía, pues esa discusión con Mu no se había salido de su mente, sería también porque sus padres le habían dicho ya algo similar.

—   La familia Piscis no es un tema aceptable.

Así que la sentencia estaba dictada para ellos, tan solo le hubiera gustado poder encontrar una manera de hacerles entender que Afrodita no era como su familia, se había alejado de ellos desde hacía tiempo para hacer su propia vida pero los demás no tomaban nada de eso en cuenta. En ese momento se limitó a ver al de cabellera celeste, estaba atento a lo que se comentaba, se veía en su expresión que se sentía bien dispuesto a ser una parte activa de ese proyecto, ya lo había visto antes cuando trataba con los niños, le encantaban, tenía esa aura que los pequeños identificaban fácilmente, los hacía querer estar a su lado. De hecho él quería lo mismo, era inevitable, ese muchacho era único, su semblante, su simpatía, su intuición, su alegría, su forma de ver la vida, hasta ese día jamás hubiera podido imaginar que existía alguien tan sorprendente como Afrodita.

A medida que habían pasado tiempo juntos no dejaron de comprenderse y llevarse bien, de sentirse contentos cuando estaban uno al lado del otro y con la confianza de poder comentar sus problemas y dificultades, de lo que eran sus relaciones familiares.

—   Mis padres siempre han querido que sea parte de los negocios familiares—mencionó en alguna ocasión el de Capricornio—Pero honestamente no veo como mi padre en veinte años.

—   Tus padres quieren lo mejor para ti—fue la respuesta del de Piscis.

—   Sí, pero esa idea puede ser diferente de la mía.

—   ¿Qué puedo decirte yo? Me aleje de mi familia hace tiempo, no nos llevábamos bien desde antes y menos ahora.

—   ¿No fue difícil para ti?

—   No tanto como pudiera pensarse—respondió suspirando—La verdad es que siempre pensé en vivir mi propia vida, y mírame ahora, estudié, trabajo, y sigo con mis propias decisiones.

—   Te envidio Afrodita.

—   ¿Por qué?

—   Por la fuerza con la que te enfrentas a las cosas, aunque sean complicadas.

—   La vida solo puede vivirse o la veremos pasar.

El de cabellos celestes se hizo un mechón hacia atrás, se veía tan natural cuando hacía ese tipo de cosas, no se había negado desde el primer momento que era un chico muy hermoso pero había algo más en él, algo que lo hacía desear estar a su lado pero no era capaz de definirlo.

—   ¿Todo bien Shura?

La pregunta del de cabellos celestes le pareció sorpresiva, por eso el de mirada glauca no supo qué responder en el primer momento, así que el otro joven siguió pues adivinaba algo de todo ese asunto.

—   No quiero incomodarte Shura, solo deseo saber si todo está bien.

—   Solo…son algunas cuestiones  Afrodita, no te preocupes.

—   No lo haré entonces.

—   Gracias por preocuparte.

—   Ya te dije que no lo haré.

Sonrieron y sus ojos se encontraron dejando que brillaran por estar cerca, en el mismo lugar, sabiendo que existían para el otro hombre, pero al mismo tiempo que les pareció hermoso resultó un tanto intimidante, era mejor dejar las cosas como estaban, justo en ese punto.

—   Tengo que ver algunas cuestiones aún Shura.

—   Está bien, nos vemos Afrodita.

Se separaron pero estaba bastante en claro que algo había entre los dos, algo que no deseaban enfrentar, por eso, tal vez, lo mejor era dejar las cosas en ese punto, lo mejor era dejarlo todo ahí.

Pero por más que lo intentaran lo cierto era que se seguían buscando, era una fuerza que los impulsaba a buscarse, a estar en contacto, a no poder tolerar la idea de separarse, por eso continuaban uno al lado del otro en la medida que les era posible.

Shura no dejaba de verse con Afrodita, y Mu lo sabía perfectamente.

Las cosas no podían seguir de esa manera.

Pero todo estaba por llegar a una resolución, una definitiva, así que solo faltaba que alguien diera el paso decisivo, para eso debían estar reunidos todos los interesados pues extrañamente en esa relación de Shura con Mu no solo se trataba de ellos dos, también estaban metidas sus familias. El acuerdo era que esa misma noche ambos jóvenes iban a verse, cuando lio supieron los padres de ambas partes se habían invitado por lo que fue necesario hacer reservaciones, pero no fue ningún problema, al menos eso. Aunque se dio una escena más en el entorno de los Capricornio antes de partir de la casa paterna, protagonizada por Shura y su padre,  Deneb Algedi.

—   ¿Vienes con nosotros Shura?—le preguntaba el caballero.

—   No papá, gracias, iré en mi auto—fue la respuesta.

—   ¿Y cómo te sientes hijo?

—   Bien, me agrada estar de vuelta, me voy adaptando al trabajo—fue su contestación pues asumía que le hablaba sobre estar en casa de nuevo.

—   Sí, eso está bien hijo, pero desearía saber qué has pensado de tu futuro.

La mirada desconcertada del joven indicaba que no entendía de lo que le estaba hablando, así que el mayor fue directo.

—   ¿Qué has pensado de tu futuro Shura? ¿Qué es lo que viene con Mu?

—   ¿Con Mu?

—   Sí, sabes bien que es un chico único, especial, sabría hacerte feliz…

—   Papá, yo…

—   Tu padre y yo estaríamos tranquilos y complacidos de saber que te estableces con un muchacho como él. Nuestras familias son amigas y lo conocemos prácticamente de toda la vida.

—   Sí, eso cuenta, supongo.

—   Estás en una excelente edad para establecerte Shura—continuaba su progenitor—Cuando te cases fundarás tu propia familia, todos estaremos contentos por ti de ser así.

Podría escucharse amable y demás pero por alguna razón al más joven le daba la impresión que todos esos no eran solo comentarios, más bien le parecían conversaciones muy detalladas con los Aries y de antemano. Además lo hacía recordar algo que le había mencionado el hijo de la familia Aries cuando conversaron para concertar la cita de esa noche.

—   Me alegra que nuestros padres vayan Shura—le dijo.

—   Sí, no está mal.

—   ¿Sabes? Mis padres no dejan de decirme si en verdad tenemos una relación.

—   ¿Por qué te dicen eso?

—   Ya sabes cómo son, dicen que ya tenemos tiempo juntos y que si en verdad seguiremos en una relación esperan un anuncio formal.

Las cosas parecían encajar muy convenientemente a sus ojos, pero por el momento prefirió no decir nada, al menos sobre ese tema.

—   Voy a adelantarme papá, los espero en el restaurante, la reservación está bajo el nombre de los Aries.

—   Lo sé, nos veremos ahí, y no olvides lo que te dije.

—   Está bien, nos vemos.

Sin más salió de la propiedad pero le estaba resultando incómodo todo ese asunto ¿Qué pretendían de él? ¿Qué era lo que querían? Terminó bajando la ventanilla del vehículo para que la brisa lo refrescara, necesitaba tranquilizarse y pensar las cosas, aunque eso tampoco iba a ser más sencillo.

Cuando llegó al restaurante todavía estaba con unos minutos de ventaja, preguntó por su mesa y le informaron que aún no llegaba nadie, de todas maneras entró y se dispuso a aguardar, pero apenas iba llegando a su sitio cuando vio a alguien cenando en el mismo lugar, parecía despedirse y listo para marcharse.

—   Afrodita—lo llamó.

—   Hola Shura—lo saludó amablemente.

—   ¿Qué haces aquí?

—   Vine con algunos de los médicos y directivos del hospital infantil, quieren dar las gracias a los voluntarios.

El de Capricornio ya sabía que el de mirada celeste era muy activo en el tema de colaborar, sobre todo cuando se trataba de niños, lo había acompañado una vez y notó de inmediato como lograba que los pequeños hospitalizados sonrieran y se sintieran mejor con su dedicación y tiempo.

—   Bueno, ya tengo que irme Shura, necesito trabajar mañana.

—   Si… ¿nos vemos después?—le preguntó con cierto anhelo.

—   Shura…

—   Ya llegaste Shura—se escuchó.

Mu acababa de llegar, iba acompañado de sus padres, quienes estaban tomando su lugar a la mesa, así que era momento de despedirse; en un gesto que no pasó por alto para ninguno de los tres jóvenes, el de los Aries le tomó el brazo de manera posesiva al de los Capricornio, mirando casi retadoramente al de los Piscis. Al final el de mirada celeste eligió seguir con sus planes originales, era mejor irse de ahí.

—   Que pasen una bonita velada—les deseó—Hasta luego.

—   Afrodita—intentó llamarlo el de cabellos negros.

—   Shura—le dijo Mu recordándole que iba con él.

Tal vez el de Capricornio hubiera hecho algo más pero justo en ese instante sus padres iban llegando a la mesa, no iba a hacer más bochornoso el momento pero no por eso dejó de mirar en la dirección que el de los Piscis se marchaba con pasos veloces ¿lo hacía porque tenía prisa? ¿O lo hacía porque no deseaba seguir viéndolo al lado de Mu? Como fuera al final estaban todos sentados a la mesa y podían dar paso a la cena que los había reunido esa noche.

Las cosas parecían ir bien, al menos para los demás, charlaban, comentaban algunas cuestiones, alababan la comida, parecía que todo iba bien, aunque el joven de los Capricornio parecía no estar en el lugar, guardaba silencio, con sus ojos verdes velados por alguna razón incomprensible.

La noche avanzaba y de pronto estaban en un tema especial.

—   Sí, mis padres están haciendo algunos planes para celebrar su aniversario—comentaba como si nada Deneb Algedi—Deseaban no hacer algo muy grande pero son sesenta años de matrimonio, creo que es algo que no puede pasar desapercibido para todos.

—   Un matrimonio bien cimentado—comentaba Hakurei—Es una alegría ver alianzas tan fuertes y dignas.

—   Sí, ahora solo nos queda esperar.

Miraron a Shura pero el joven parecía en otro mundo, al grado que Mu tuvo que tomarle la mano y hablarle en voz baja.

—   ¿Qué te sucede Shura? Toda la noche te la has pasado distraído.

—   No es nada—dijo secamente.

—   ¿Es porque viste a Afrodita?—preguntó de forma directa.

—   No.

—   Ya te dije que no me gusta, no lo quiero cerca de ti.

En ese momento Shura fijo su mirada en ese muchacho, la verdad era que esa relación se había dado porque sus familias los lanzaron a uno a los brazos del otro, era un buen chico, le agradaba, le gustaba de cierta manera, incluso se lo había presentado a sus abuelos y eso jamás lo había hecho con nadie. Sabía bien que no necesitaba de una gran pasión para hacerlo suyo, pero a final de cuentas no era eso lo que quería y finalmente se estaba dando cuenta.

Para terminar de definirlo todo el de los Aries dijo lo que sellaría la situación.

—   Dejas de ver a Afrodita de Piscis o terminamos—le lanzó como un ultimátum.

—   Lo mejor es terminar Mu—dijo de manera directa.

Justo en ese instante fue uno de esos momentos en que todos callaban en la mesa, por lo que escucharon perfectamente lo dicho por el de cabellos negros, se quedaron callados, a la expectativa, pero el otro no iba a parar.

—   Quiero que terminemos Mu.

—   ¿Por Afrodita de Piscis?—preguntaba dolido.

—   Porque no te amo.

El de cabellos lavanda parecía querer decir algo pero no podía, se notaba en su expresión que el dolor no se lo permitía, pero había más gente en la mesa y estaban dispuestos a decir algo de todo eso.

—   ¿Cómo puedes comportarte de semejante manera Shura?—le preguntaba asombrado su padre.

—   Lo lamento papá, a todos se los digo, lo lamento, pero no puedo seguir con esto, no amo a Mu y no puedo dejar que esos planes que ustedes se hacen sobre nosotros sigan adelante.

Sin más se puso de pie, dispuesto a irse, aún los miró pero si bien se notaba alterado estaba seguro de lo que había hecho.

—   En verdad lo lamento Mu, pero nunca iba a hacerte feliz, lo mejor es terminar en este momento, si puedes espero que un día me perdones.

—   ¡Shura!—lo llamó Deneb Algedi.

—   Lo siento papá, no haré esto, no puedo hacerlo.

Con esas palabras se fue, sabía que lo que vendría no iba a ser sencillo pero no iba a ceder, ya no era tiempo para hacerlo y también de hacer algo más.

 

**********

 

Afrodita estaba en su departamento, no era un gran sitio pero tampoco estaba mal, además era suyo, sin la intervención de nadie y bajo su mano parecía un sitio de primera, tenía buen ojo para las ofertas y definitivamente no tenía nada que envidiar a ningún sitio que costara el doble. Necesitaba descansar, tenía trabajo, además de todas esas otras causas en las que se involucraba, sobre todo debía descansar de Shura de Capricornio, lo que fuera que sintiera por ese hombre estaba fuera de discusión, tenía una relación con Mu de Aries y él no tenía nada que ver en eso. Pero no se sintió menos triste al recordar como el de cabellos lavanda lo había tomado del brazo, algo que él no podría hacer nunca.

—   Será mejor que me vaya a dormir.

Dedicó su atención a algunos asuntos menores más y finalmente dejó su ropa lista para el día siguiente, estaba por empezar a cambiarse para meterse el pijama cuando su teléfono comenzó a llamar, vio el número y lo reconoció.

—   Shura—se dijo.

¿Qué podría querer? ¿Sería algo grave? Tal vez era mejor no responder y…

—   ¿Qué sucede Shura?—preguntó de manera veloz con cierta preocupación.

—   Lo lamento Afrodita, pero necesito hablar con alguien ¿podemos vernos?—le pedía con nerviosismo.

—   ¿Dónde estás?

—   Enfrente de tu edificio.

—   Bajo en un minuto.

Ni siquiera eso se tardó, apenas se metió una chaqueta  y bajó por las escaleras sin perder un segundo, era verdad, ahí estaba el de ojos verdes, recargado en su vehículo, solo aguardando, fue a su lado y se miraron por unos segundos, dejando que sus ojos hablaran por ellos antes de pronunciar una palabra.

—   ¿Qué sucede Shura?

—   Terminé con Mu—fueron sus primeras palabras—No lo amo, no podía seguir con esa relación solo porque nuestros padres creen que es lo mejor.

—   No sé qué decirte.

—   Está bien, solo no podía seguir con esto.

—   Supongo que si estás seguro es lo mejor.

—   Han pasado muchas cosas en tan poco tiempo—dijo con tono fatigado.

Sin más comenzó a hablar, le dijo cómo era esa relación, que sus familias siempre habían estado ahí, que Mu le gustaba y le agradaba pero simplemente no era la persona de su vida, que a pesar de la manera en que habían terminado no se sentía mal, tan solo era como si no hubiera otro camino, no sabía lo que iba a suceder con sus padres pero no iba a ceder. Solo un inveterado instinto lo hizo abstenerse de decirle que su nombre había aparecido y que no había dejado de pensar en él desde que volviera a verlo.

—   La vida no siempre es sencilla Shura—le dijo con tono amistoso.

Comenzó contarle lo que había pasado con él, el alejamiento de su familia, intentar hacerse de su propia vida, quedar salpicado del escándalo de la petrolera, la retahíla de trabajos monótonos e ingratos para seguir adelante, el rechazo por su nombre, el sentir que no bastaba con querer algo, porque sabía que no sería suyo. Claro que se calló que en eso se refería a él.

Continuaron hablando por las siguientes dos horas, hasta que el frío de la noche les dijo que no podían seguir de esa manera y fue el momento en que el de ojos celestes dijo algo sin pensarlo siquiera.

—   Podemos entrar.

De pronto ambos se miraron pero como si no quisiera dar una mala impresión el de cabellos celestes de inmediato aclaró algo más.

—   Por un café, está haciendo frío.

—   Me encantaría—respondió Shura.

Siendo así se pusieron en camino y estaban listos para seguir, aunque eso no lo sabían aún.

A esas alturas ambos jóvenes se creían que podían controlar las cosas, que todo estaba bien, que nada más iba a suceder, pero la verdad eso solo lo creían ellos dos, las circunstancias se hacían más agobiantes. Una parte de sí mismos decía que no podían continuar de esa manera, que lo mejor era detenerse y cada uno ir por su lado, pero no lo hacían, no parecían capaces de dar un solo paso que significara separarse. Así que se miraban de soslayo, no de frente, estaba esa inquietud en su interior, del tipo que indica temor por lo que puede ocurrir, y aun así, con todas esas señales, no parecían dispuestos a apartarse. La puerta de la habitación fue abierta, entraron a la estancia, estaba bien, aunque ninguno miraba lo que los rodeaba, se limitaron a seguir intentando actuar como si nada ocurriera. El de los Piscis encendía las luces mientras que el de Capricornio se despojaba de su chaqueta.

Pero semejante situación no podía continuar por mucho tiempo, fue el joven Piscis quien decidió hacer algo finalmente.

—     Ya es algo tarde para un café—mencionó Afrodita con suavidad—Quizás es mejor que te vayas.

—     Sí, tienes razón—dijo algo tensó el de cabello negro.

Sin más caminó hacia la puerta de nuevo, procurando ni mirar a ese precioso chico de mirada celeste.

—     Buenas noches.

—     Buenas noches—le respondieron.

Sin más cruzó la puerta y salió, semejaba a un hombre que escapaba de un peligro ¿lo era? ¿Afrodita podría ser un peligro para él? no podía saberlo, lo mejor era irse a descansar y dejar todo eso atrás, tendría que… justo en ese momento quiso meter la mano al bolsillo de su chaqueta para sacar las llaves del automóvil y se dio cuenta que no la llevaba ¿Dónde la había dejado?

—     No puede ser—se dijo.

La dejó a un lado, con Afrodita, y la necesitaba así que tenía que ir por ella, solo volvió sobre los tres pasos que había dado, quedó de nuevo ante la puerta y llamó, tan solo iba por su ropa, por nada más, no era necesario siquiera decir mucho, tan solo debía recoger su chaqueta, solo eso. Ni siquiera tenía que volver a entrar, solo le pediría al joven de los cabellos celestes que se la diera y sería asunto arreglado, se iría, sin más. La puerta se abrió y vio a ese encantador chico ante él, con sus pupilas brillantes, como las suyas, las cosas dieron un giro muy distinto en apenas esos cortos segundos entre los dos.

—     Lo lamento—dijo Shura de golpe.

—     ¿Qué?—preguntaba desconcertado el otro.

—     Yo…Afrodita…

Pero ya no le salieron las palabras, simplemente sujetó entre sus brazos al de Piscis y lo besó directamente en los labios, sumergiéndose en todo lo que ese joven era, en su calor su dulzura, su fortaleza, todo lo que no quería perder.

—     Shura—intentaba decir el de ojos celestes.

—     Afrodita—murmuraba el de Capricornio sin dejar de besarlo.

—     Shura.

Solo entonces el de mirada celeste pareció encontrar algo de fortaleza para dar un par de pasos hacia atrás, aunque se veía un poco aturdido, respirando con pesadez.

—     Olvidaste tu chaqueta—dijo el de cabello celeste.

—     Si—afirmaba el de ojos verdes.

Los dos se mostraban confusos, como si no supieran qué hacer desde ese instante y sin embargo su siguiente movimiento fue besarse de nuevo, sus labios se unieron con suavidad y con necesidad, mientras sus manos los cercaban en un estrecho abrazo. A esas alturas solo sabían que no les era posible escapar de lo que sentían, pasara lo que pasara querían estar juntos, ya después habría algo de sentido común y demás pero no en ese instante, ese momento era solo de ellos dos y no se iban a separar.

 

***********

 

Entre besos que siguieron y el no poder soltarse, ambos jóvenes emprendieron el camino hacia la recámara, no estaba tan lejos o al menos no parecía estarlo ya que ambos se encontraron de pronto a un paso de la cama, continuaban juntos, sin perder un centímetro de lo que era el otro, besándose con amorosa solicitud. Shura no dejaba de acariciar a Afrodita por todo el cuerpo, ese joven era único, era algo que jamás esperó encontrar en su vida; por su parte el de Piscis apenas si tenía algo de voluntad, aunque no mucha definitivamente, entre esos masculinos brazos que no parecían poder dejarlo ir. Las manos del de Capricornio iban más avanzadas, ya no solo eran los besos, ahora acariciaba su sedoso cabello, le abría la camisa, acariciaba su entrepierna con suavidad, y en un momento dado fueron directas al desabrochar los pantalones y mucho más directas cuando despojaron a su dueño de su protección.

El de cabellos celestas por unos instantes se sintió como si flotara, en realidad era que lo estaban cargando para ponerlo sobre la cama, donde unas varoniles manos fueron hábiles para terminar de desvestirlo hasta dejarlo completamente desnudo sobre las sábanas. Pero las cosas no iban a quedar ahí, nada de eso, un Capricornio no hacía jamás las cosas a medias, así que mostrándose muy atento separó esos firmes muslos y quedó ante la delicada entrepierna que comenzó a acariciar y besar con cuidado. Las manos eran amables, tomando con amabilidad el tronco y besándolo desde la base hasta la punta, donde jugueteaba con su lengua sobre la corona, pero no tardó mucho en tomar entre sus labios el sensible sitio para comenzar a complacerlo. Subía y bajaba su boca, sin soltar el tronco, lamiéndolo ocasionalmente, presionando con los labios y remarcando un fuerte beso al final, justo en la punta.

Al mismo tiempo que el de cabellos negros usaba su boca sobre el ya erguido miembro del joven Piscis, no dejó de acariciar su terso vientre, comenzó a besar su masculina entrada y movía sus dedos y su boca alrededor, excitándolo y alistándolo para poder continuar. Sus dedos lograron traspasar el sensible anillo de músculo, dando inicio a un sensual masaje en el interior, haciendo que el de ojos celestes se estremeciera, gemía dulcemente, se notaba que su abdomen se contraía, sus piernas se separaron un poco más, le gustaba y deseaba seguir sintiendo el mismo trato. No sería igual, no cuando el de ojos verdes encontró con destreza  el sitio exacto que deseaba, la esponjosa próstata, que al ser tratada con cuidado casi de inmediato respondió, generando oleadas de placer en su dueño, y en quien la acariciaba, pues los dos hombres estaban disfrutando de conocerse sin restricciones en la intimidad.

Definitivamente ambos estaban listos para seguir, sus cuerpos lo mostraban a través de esa sensación de necesidad, de sus cuerpos cálidos, sus miradas brillantes, de sus sexos firmes y listos para avanzar como si fuera una marcha. Siendo así el de Capricornio se tomó diez segundos para dejar de acariciar al de Piscis, desnudarse por completo y volver sobre la cama al maravilloso cuerpo del de ojos celestes, lo cubrió con su piel y se apoderó de sus labios con pasión. Ambos hombres se unieron en una intensa descarga de besos y caricias, con su sensualidad a flor de piel, compartiendo todo ese fuego encendido desde sus entrañas. Las manos volvieron a la carga entre ambos, no dejaban de acariciarse y estrecharse, como si desearan no separarse por nada del mundo, sus cuerpos estaban muy juntos y los recorría la intensa sensación del deseo encendido, de ser completamente uno del otro.

No estaban para aguardar por mucho más tiempo, sus cuerpos se sentían unidos, se acariciaban, estaban vivos y todo era por tenerse en ese instante, siendo así los dos lograron compartir una mirada por unos segundos, solo para sonreír y sabían bien lo que deseaban. Con esa determinación Afrodita se incorporó un poco sobre el colchón, haciendo que el de cabellos negros quedara sobre su espalda, y se acomodó sobre él, separando las piernas, al lado de sus caderas. El de Capricornio no se quedó completamente pasivo, por el contrario, con los dedos se dedicó a juguetear por la sensible entrada ya dilatada. Entre los dos se dispusieron a apoyarse para llevar a cabo su labor tan deseada, se acomodaron, logrando que el rígido miembro del de ojos verdes encontrara la posición exacta para traspasar el suave pasaje íntimo del de mirada celeste, quien comenzó a descender con calma y cuidado permitiendo que la sensualidad emergiera por completo.

Los cuerpos de Afrodita y Shura se sentían unidos, era algo que ansiaban pero al sentirlo no pudieron ni siquiera moverse, permanecieron inmóviles, dejando que las sensaciones fluyeran, respiraron con profundidad y finalmente comenzaron a moverse. Fue suave, despacio, con calma, como aprendiendo las formas del otro, pero al mirarse directamente a los ojos fue una mezcla de ternura con el fulgor del deseo. Se besaron con intensidad y todo fue movimiento de inmediato, inclinándose hacia el frente el de Piscis no dejaba de tomar ese sexo erguido en su intimidad, el de Capricornio lo sujetaba por las caderas, el de mirada celeste gemía con placer, el de cabellos negros no dejaba de besarlo por el cuello y el pecho, las celestes pupilas no se dejaban ver por el placer, mientras que el de mirada glauca acariciaba ese lindo y bien formado trasero de manera deliciosa.

Afrodita volvió a erguirse y Shura con él, lo estrechaba con necesidad muy firmemente al mismo tiempo que frotaba su mejilla contra el suave pecho, como si apenas se movieran sus caderas, compartiendo esos momentos de afecto y ternura. Pero no podían durar así, el de Capricornio se impuso para moverse y logró que el hermoso joven Piscis quedara sobre su espalda en la cama, no dejaba de acariciar sus firmes nalgas, le besaba el pecho al mismo tiempo que se frotaba entre sus piernas. Respirando agitados volvieron a besarse, lo hacían con ardor y ese deseo encendido por encontrarse cuerpo a cuerpo, el de cabellos negros fue más firme en sus atenciones, separaba las largas piernas del de ojos celestes sin dejar de murmurarle lo hermoso y perfecto que era, acariciaba su rostro y así como parecía buscar hundirse en esos ojos, enclavó su rígido sexo en la masculina intimidad que lo recibió con calidez.

El de Piscis se sentía como atrapado, lo extraño fue que no buscaba liberarse, por el contrario, abrazó por la cintura a su apuesto hombre de mirada glauca, apoyaba sus piernas por encima de los muslos del de Capricornio, sin dejar espacio para nada entre sus cuerpos cálidos y despiertos. Se dejaban llevar por la natural sensualidad entre ambos, apenas parecía posible que estuvieran juntos y era hermoso, sus cuerpos se aferraban con intensidad y sus caderas dieron inicio a un movimiento regio, absoluto, los hacía llamarse, gemir, casi gritar sin separarse ni un poco. Shura embestía con entusiasmo, logró llevar su mano al erguido sexo de Afrodita y no dudó en frotarlo con la misma intensidad con la que lo poseía el resto de ese hermoso cuerpo. Ambos se agitaban sobre las sábanas sin dejar de pronunciar palabras únicas de amantes, con las señales de la culminación que se presentaban,  aunque con mucha velocidad, pues casi sin poder controlarse sus músculos estaban muy rígidos y sus ingles se llenaban, vino la tensión en su abdomen y un segundo después llegó la deliciosa descarga de sus sentidos, con su esencia brillando entre sus cuerpos.

Tuvieron que tomarse unos momentos para reaccionar, estaban medio atontados por la pasión consumada y por algo más, algo que solo en un momento tan personal y abierto, tan natural como ese pudo ser confesado. Shura acariciaba a Afrodita por el brazo con dulzura, sosteniéndolo entre sus brazos de forma tierna.

—     Afrodita.

—     ¿Qué pasa?

—     ¿Qué dirías si te digo que te amo Afrodita de Piscis?

Se presentaron unos segundos de silencio pero al final el de cabellos celestes dio una respuesta de forma directa.

—     Diría que eres un tonto—le respondió con suavidad—Y que también te amo Shura de Capricornio.

De inmediato sus rostros se buscaron y sonrieron de manera luminosa, pero también había ternura en su expresión, un segundo después volvieron a besarse, estaban contentos, podían estar juntos y eso era lo que más deseaban.

—     Debemos pensar en lo que vamos a hacer Shura—comentaba después de un rato el de cabellos celestes.

—     Muy bien—aceptaba el otro— ¿Qué te parece si vas conmigo al aniversario de mis abuelos?

—     ¿Qué?—preguntaba sorprendido—Yo me refiero justamente a la manera en que vamos a manejarnos ante los demás y tú de inmediato piensas en que nos vean en público.

—     ¿Qué tendría de malo?

—     Shura, acabas de terminar con Mu de Aries, no quiero verme como si esto entre los dos hubiera tenido ya tiempo de marchar.

—     Solo quiero estar contigo Afrodita y que todos lo sepan—le respondió con naturalidad.

—     También yo lo quiero—respondió el otro como desarmado.

—     Entonces ¿vienes conmigo a la hacienda de mis abuelos?

—     Tal vez sea mejor darle algo de tiempo a esta relación, tu familia sin duda tendrá que acostumbrarse a que estés conmigo.

—     Bueno—admitía pensándolo con algo de calma—Pero no quiero separarme de ti Afrodita.

—     No lo haremos Shura, tenlo por seguro, pero que la gente va a hablar de esto, sin duda lo hará.

—     Que hablen, no me interesa.

—     Dirán que le quite el novio a Mu de Aries—le explicaba con los ojos bajos—Ya tengo suficiente de habladurías, por favor, seamos más lentos pero seguros ¿Qué te parece?

En respuesta el de ojos verdes lo besó con intensidad, dejándolo sin aliento, hasta que sus miradas volvieron a encontrarse.

—     Está bien Afrodita, seremos discretos, pero solo por el tiempo necesario ¿de acuerdo?

—     Gracias.

—     Únicamente porque te amo acepto esto Afrodita de Piscis.

—     Pues me alegra, porque si no te amara Shura de Capricornio jamás me hubiera metido en semejante escándalo.

Sonrieron y siguieron besándose, hasta que estaban estrechamente abrazados sobre la cama, estaban seguros de intentarlo, de seguir ese camino que el amor les había trazado, iban a hacerlo para estar juntos, aunque aún debieran aguardar un poco solo por un estricto sentido del recato y sin perder por ello nada de su dignidad.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara.

Si nada sucede la semana que entra subo una nueva trama.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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