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Desafío por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a LadySaint quien me sugirió que usara de nuevo a la pareja, espero que te guste.

También deseo que les guste a quienes lean.

Notas del capitulo:

Es una trama cortita de un capítulo, espero que sea de su agrado.

 

 

 

Milo lo haría, aunque no porque fueran sus verdaderos deseos sino más bien porque, como muchas otras cosas en su vida, la decisión ya había sido tomada, aunque esa realmente no le importaba tanto, las caras de esos tipos ante él decían que no iban a aceptarlo y no tenía nada en contra de eso, aunque no tenían una buena razón para hacerlo. Pero de todas maneras harían como si le dieran una oportunidad solamente para verlo fallar y decirle que era por eso y de esa manera su preciosa fraternidad seguiría siendo lo que siempre había sido. Era verdad que ese joven de cabellos azules no soñaba con entrar ahí pero su padre había pertenecido en sus años de estudiante y como era ese caballero quien pagaba las cuentas a él no le quedaba sino in tentarlo; al menos cuando lo rechazaran podría decirle que trató pero no lo había logrado, pese a que recordaba lo que le había dicho.

—     No te obligo, solo digo que puedes intentarlo hijo.

Era por eso que estaba ante ese puñado de idiotas que lo miraban como a un bicho raro, sabía bien que la inteligencia sumada de todos ellos no llegaba siquiera a la mitad de la suya, por lo que le resultaba aún más molesto tener que pedirles algo. El líder de semejante grupito tenía una expresión autosatisfecha, del tipo de alguien que encuentra una salida a algo que solo desea que se termine.

—     Somos muy selectivos—le lanzó dándose aires de importancia.

Los otros semejaban un rebaño de borregos asintiendo al mismo tiempo con la misma expresión, era nefasto.

—     Nos encantará aceptarte—continuaba el otro—Siempre y cuando logres superar un sencillo reto.

—     ¿Qué clase de reto?—preguntaba Milo.

—     Es algo sencillo.

De un movimiento hizo que el joven que era de cabellos y ojos azules fuera a su lado, miraban por la ventaba de la propiedad hacia las afueras, donde estaba una fiesta en los jardines, estaban llenos de jóvenes de diversas características.

—     Pues verás—decía el líder—Esta fraternidad tiene una reputación que cuidar, todos sus miembros somos populares.

—     ¿Populares?—preguntaba el de ojos azules.

—     Sí, populares con las mujeres, si sabes de lo que hablo.

De inmediato el grupito rumiaba con aprobación, el de mirada azulada giró los ojos pero siguió con la plática de todas maneras.

—     Entiendo de lo que hablan, ve al grano—dijo algo impaciente.

—     Muy bien ¿ves a esa chulada de allá?

Sin mucha discreción señalaba a la distancia, se veía a una persona de espaldas, parecía hablar animadamente  con un grupo de personas que se mostraban embobados fuera lo que fuera que les dijera, largos y sedosos cabellos celestes de hermosas ondas que llegaban hasta sus caderas.

—     Si—respondió Milo.

Empezó a tener un mal presentimiento de todo eso.

—     Si quieres entrar—continuaba el otro—todo lo que tienes que hacer es ir por ella, bailar una canción muy romántica y besarla, los demás estaremos atentos a que lo cumplas, si lo logras estarás dentro.

El de cabellos azules los observaba, tenían una expresión divertida en sus caras ¿Qué estaba ocurriendo? Era como si se tratara de un asunto muy divertido para los demás y no atinaba a comprender por qué.

—     ¿Eso es todo?—preguntaba sin más— ¿Qué tipo de reto es?

—     Si te lo decimos será muy sencillo—le advirtieron—Desde luego que si no quieres o no puedes pues…

El de ojos azules los observaba, parecían divertidos por alguna razón, no le gustaba lo que estaba ocurriendo, pero menos le gustaba que esos imbéciles lo trataran como si lo rechazaran de antemano cuando no tenían una  buena razón para hacerlo. Solo no les agradaba, era todo, por eso decidió que cumpliría con su estúpido reto, lo lograría, y entonces les ganaría en su propio terreno al ser él quien los rechazara.

—     Lo haré—les aseguró.

—     ¿De verdad lo harás?—le preguntaron incrédulos.

—     Es lo que dije—confirmó—Ahora si me disculpan tengo un trabajo que hacer.

Sin más se alejó caminando con pasos veloces, ignorando esas risitas a sus espaldas y esa desagradable sensación que punzaba en su estómago, se repetía que podía hacerlo y entonces los otros serían los tontos. Después de todo no estaba siendo arrogante, siempre había sabido acercarse a las mujeres, las que lo miraban y empezaban con sus risitas nerviosas y le daban sus números de teléfono, presentándose por su nombre, aunque no estaba seguro del porqué hacían eso. No lo intentaba ni se lo proponía, pero por alguna razón las muchachas siempre lo miraban, aun cuando se ponía su ropa desgastada para salir a correr o andar en bicicleta o lo que fuera que hiciera. Claro que sabía que se veía un poco inusual, sus rasgos de herencia griega siempre lo hacían sobresalir pero ni con eso se explicaba esa especie de conmoción que se armaba entre las chicas cuando se acercaba a ellas.

Lo más importante de todo era que sabía bien que no estaba interesado por las mujeres.

Sabía bien que no era una situación sencilla a pesar de toda la apertura que se daba sobre ello, pero la realidad era que se había reconocido como gay, no se lo había dicho a sus padres pues no estaba seguro de la manera en que iban a reaccionar y se decía que era mejor dejar eso de lado en sus charlas por el momento. Cuando llegó a esa escuela había esperado contar con la oportunidad de ser más abierto, conocer a nuevas personas, incluso ¿Por qué no? tener novio, pero su padre le había salido con eso de unirse a la misma fraternidad en la que había estado y no creía que hubiera espacio para ser abierto sobre el tema en un sitio como ese. Suspiró, tal vez encontrara un lugar especial, aunque lejos de ahí, no era exactamente un novato, pero dejó eso de lado, debía ir por esa chica que le habían señalado, bailar con ella y besarla, eso era todo, no iba a costarse con ella ni nada parecido.

Intentaba encontrar una forma directa para acercarse, decidió que hacerlo con una línea abierta era lo mejor, al quedar solo a unos pasos se detuvo, de verdad que era hermosa y eso que solo la veía de espaldas, lo cual era extraño, no se sentía así cerca de las chicas, de todas maneras continuó.

—     Disculpa, lamento molestarte, pero te vi del otro lado de la fiesta y eres tan hermosa que deseaba preguntarte si te gustaría bailar conmigo.

Las dos chicas que estaban ahí parecían no poder controlar la risa, de tal manera que el de cabellos azules terminó lanzándoles una mirada muy directa, para después preguntarse si tenía algo extraño en la cara, y al final solo estaba confuso. Sin darse la vuelta la voz de la persona que estaba de espaldas se dejó escuchar y era bastante profunda para una muchacha.

—     Y ninguna de las dos me creía cuando les dije que esto me pasaba todo el tiempo, váyanse, me haré cargo, nos vemos en clases.

Las jovencitas se alejaron y solo entonces se dio vuelta para mirar de frente al de cabellos azules.

Y la mandíbula de Milo se cayó.

Bueno, resultaba que la muchacha no era tal, no era una muchacha, ella era un chico, dejando al de ojos azules confundido, se trataba de un joven y uno muy guapo, de haber podido lo hubiera invitado a salir en ese instante. El de los cabellos celestes se mantenía de pie, aparentemente disfrutaba de la reacción del otro pero tampoco pensaba dejar así las cosas por lo que decidió hablarle directamente.

—     Sí, soy un hombre y si, tú eres un idiota. Puedes irte ahora.

Con esas palabras volvió a girar sobre sus talones y comenzó a alejarse caminando sobre el césped. Mientras tanto, saliendo de su asombro, el de ojos azules alcanzó a acomodar sus ideas y más que hablarle le gritó.

—     ¡Espera!

Siendo así el joven se detuvo y se dio vuelta, quedándose quieto como si aguardara por algo, por lo que continuó.

—     ¿Qué, no lo crees? ¿quieres que me baje los pantalones? ¿qué me levante la camisa?  ¿Qué pruebe que soy un hombre?

Por mucho que a Milo le hubiera gustado todo eso no era realmente lo que pensaba, no sabía siquiera si ese hermoso chico era gay, pero sí que sabía que ahora que lo había conocido no podía dejarlo ir así como así.

—     Dime cómo te llamas, por favor—pedía el de ojos azules—Yo soy Milo de Escorpión.

—     Afrodita ¿Qué te interesa eso?—decía el otro.

Con eso Milo se acercó suavemente, lo mejor era la honestidad en ese instante, era todo lo que le importaba.

—     Me interesa—continuaba el de cabellos azules—Porque los dos hemos sido parte de una broma y quiero devolvérsela a quienes planearon esto.

—     Te escucho.

En unos instantes Milo le explicó lo ocurrido con los de la fraternidad, con lo que el bello Afrodita iba atando cabos por su cuenta.

—     Esos cavernícolas debieron ser echados de este sitio, hace años—decía el de cabello celeste con disgusto—No entiendo por qué quieres estar con ellos.

—     Es algo de mi padre—explicó.

—     Parece ser que no tienes opción.

—     La verdad es que ellos esperaban que fallara—admitía el de ojos azules—Pero creo que no acabaría de serles desagradable que lo lograra.

—     ¿Qué? ¿El baile y el beso?—preguntaba riendo Afrodita—Sin duda causaríamos una conmoción pero ¿no te importaría? ¿hacer algo como eso frente a todos?

—     No me importa lo que los demás piensen de mí.

Ese comentario fue importante pues esperaba por ver la reacción de Afrodita, no estaba seguro de si era gay pero se aferraba a esa especie de vibra que estaba percibiendo.

—     Me alegra ver que haya gente aquí que es abierta de mente—dijo sonriendo el de cabellos celestes.

No era exactamente una confirmación de nada pero para el de cabello azul bastaba en ese instante y le daba espacio para seguir adelante.

—     Entonces ¿Qué me dices Afrodita? ¿lo harías?

—     ¿Por qué no? se escucha divertido.

Compartieron una mirada larga e intensa, del tipo que no se olvida, si no había nada entre ellos fue el momento en que todo comenzó a marchar, después de todo ahora se conocían y sabían del otro e incluso podían seguir juntos por unos momentos más, quién sabía lo que podía suceder desde ese instante.

 

**********

 

Milo no dejaba de observar a esa belleza a su lado, de verdad que Afrodita, Afrodita de Piscis para ser exactos, era una belleza absoluta y complete, no terminaba de comprender que no lo había visto antes ¿sería muy pronto para saber más de él? no tenía idea pero si sabía que deseaba hacerlo, no importaba por qué se había acercado originalmente, lo que le interesaba era no perder la oportunidad de estar cerca de ese chico que finalmente había aparecido. No quería parecer muy ansioso, después de todo no sabía lo que le gustaba al de cabellos celestes, a pesar de todo bien pudiera ser que el de Piscis no estuviera interesado en él, aún si fuera gay, pero todo era posible.

—     ¿Aún estás dispuesto a ayudarme Afrodita?

—     Desde luego, solo por darle su merecido a esos tardaos ¿no es así?

—     Así es.

Pero la mente del de Escorpión tan solo pensaba lo que sería tener a ese hermoso muchacho entre sus brazos, tal vez debiera ir primero al baño para hacerse cargo antes de quedar como un tarado ante ese hermoso chico pero no se alejó, prefería quedarse ahí. Quizás tuviera la oportunidad de averiguar lo que le gustaba a Afrodita, si le era posible encontraría cuál era su orientación, y de ser posible actuaría de acuerdo a ello. Si no perdía la compostura, desde luego. El de Piscis hacía algunos comentarios mientras avanzaban y no terminaba de estar seguro del significado de sus palabras ¿le indicaba algo o no? pero al estar a su lado solo pensaba en lo increíble que era, en eso y en intentar controlar esa excitación que nacía de su interior y le robaba la voluntad.

Alcanzaron el centro del área en la que se bailaba, había diversas parejas, pero también notaron a los de la fraternidad que parecían burlarse de algo, así que estaba dispuesto a hacerse notar. Lo sujetó suavemente por la cintura haciendo que avanzaran y no pasó mucho para que varios los empezaran a mirar, intentaba no sonreír tanto pues estaba increíblemente complacido de ser visto al lado de ese chico de cabellos celestes tan hermoso. Algunos se mostraban asombrados, otros señalaban, unos más intentaban mostrarse discretos, pero no importaba, lo que de verdad quería el de Escorpión era seguir al lado de Afrodita.

—     ¿Estás listo?—preguntaba suavemente al oído del de Escorpión.

Con un poco de esfuerzo tuvo que responder algo más y no lo que pensaba, porque sí que estaba listo para…

—     Si—logró decir.

—     Bien, solo necesitamos que sea una canción lenta, pero tiene que verse real, así que…

Antes de terminar con la idea el de cabellos azules estaba de acuerdo, así que no dudó en acercarse un poco más al de Piscis, que bien olía, era increíble estar con alguien como él.

—     Relájate Milo, no podemos hacernos para atrás ahora, todos nos están mirando.

—     No voy a retroceder—aseguraba el de cabello azul.

El de cabellos celestes lo miró por unos segundos de manera profunda, haciendo que el otro solo deseara tener razón sobre Afrodita, y si no pues iba a quedar como un gran idiota.

—     ¿Milo?

—     Vamos a bailar, es una canción lenta.

Así era, de pronto estaban justo en medio de la improvisada pista, muy cerca, danzando lentamente al ritmo de la melodía que lo iba llenando todo alrededor, ese ambiente propicio para hacer confesiones se estaba creando. La melodía continuaba sonando, llenando sus oídos y dejándoles la sensación de que era para ellos únicamente, para nadie más.

La vida es muy corta para arrepentirse

Estoy aprendiendo a dejar en el pasado y tratando de olvidar

Solo hay una vida para vivir

Así que lo mejor es sacarle provecho

Romperé estas cadenas que me atan, la felicidad me encontrará

Dejaré el pasado atrás, mi vida inicia hoy

Un nuevo mundo espera porque lo tome

Sé que puedo lograrlo, mi vida inicia hoy

—     Creo que se supone que nos besemos ahora—dijo Milo.

Miraba intensamente a Afrodita a los ojos, no dejaba de notar su tan singular tono de azul, eran hermosos como todo él.

—     Sí, supongo que así es—respondía el de Piscis.

Los dos mantenían los ojos abiertos, lentamente se deslizaban por la música hasta que sus labios se unieron, parecía una eternidad para cerrar esa distancia pero finalmente lo consiguieron y mantuvieron los ojos cerrados con suavidad. Cuando los abrieron se dieron cuenta que los estaban mirando, algunos parecían sorprendidos, otros sonreían, unos más parecían no saber cómo reaccionar. En cuanto a los de la fraternidad estaban claramente asombrados, pero el de Escorpión sol les sostuvo la mirada e hizo una señal de pulgares arriba y de inmediato miró al de Piscis de nuevo.

—     Misión cumplida ¿no?—decía el de Piscis con algo parecido a la melancolía.

—     Si—admitió Milo pero no dejaba ir al otro joven.

Sus cuerpos continuaban moviéndose con suavidad, como si no pudieran separarse ni siquiera un poco.

—     En verdad me gustaría besarte de nuevo—lanzó con velocidad el de Escorpión.

—     En verdad me gustaría que lo hicieras—respondió.

Sus ojos se encontraron de nuevo y Milo se acercó pero con más confianza en sí mismo, en un solo intento llegó al sitio que buscaba, esos hermosos labios que parecían llamarlo. Cuando los labios se fundieron en un nuevo beso fue mejor que la primera vez, la caricia se hacía profunda, presionaban con seguridad, gimieron ligeramente, compartiendo el calor que los iba llenando, dejando que el resto del mundo desapareciera. Parecieron horas pero finalmente se separaron dejando ver sus expresiones suaves, cálidas, con un algo que parecía soñador.

—     Tal vez es momento de irnos de aquí—murmuró Afrodita.

—     Me encantaría, pero hay algo que debo terminar primero—decía Milo.

Sin soltarlo el de Escorpión fue directamente hacia el grupito de la fraternidad, parándose ante ellos, sin soltar la mano del de Piscis.

—     Bien, parece que cumplí con los requisitos de su prueba ¿no es así?

Se quedó esperando, tratando de sorprender cualquier gesto en los otros quienes parecían buscar una respuesta entre ellos, hasta que finalmente uno logró hablar aunque no con mucha convicción.

—     Bueno, tenemos que hablar con los demás, deben aprobarlo, esto no era oficial realmente.

—     Todos aquí sabemos de sus bromas—les lanzó Afrodita—Hay muchas quejas contra sus idioteces, no debe faltar mucho para que los revoquen como fraternidad.

—     En ese caso lo mejor es no unirme—dijo Milo sonriendo—No quiero verme mezclado con el grupo equivocado, arruinaría mi reputación.

—     Ni que te quisiéramos entre nosotros marica—le lanzó uno con coraje.

Milo iba a responder pero Afrodita se le adelantó riendo.

—     Sí que son tarados, este sitio tiene una política de cero tolerancia contra la discriminación, de cualquier tipo y cubre la de orientación sexual, así que llamarnos con cualquier nombre ofensivo, y en frente de tanta audiencia, no parece ser una buena idea.

Era verdad, no eran pocos los que estaban muy atentos a lo que ocurría entre el grupito reunido y no dejaban pasar una sola palabra de lo que se estaba diciendo en ese instante.

—     Esto es contra las reglas—continuaba el de Piscis—Una marca más contra su dichosa fraternidad.

 Parecían buscar una réplica aceptable a lo que terminaban de decirles, pero ya el de Escorpión continuaba.

—     Muy bien chicos, ha sido divertido, pero me temo que Afrodita y yo tenemos mejores cosas que hacer, los veré después, no, no es cierto no lo haré.

Hubo risas y aplausos entre la audiencia, Milo y Afrodita estaban emocionados y comenzaron a alejarse de los demás, de la fiesta, era mejor ser honestos entre ellos a pesar de todo lo sucedido y del poco tiempo que llevaban de conocerse.

—     Todo salió perfecto, gracias Afrodita.

El de Piscis rio de manera sexy, con alegría y sin más paso sus manos por el cuello del de Escorpión haciendo que sus cuerpos quedaran unidos.

—     Agradéceme entonces Milo—murmuraba.

Un segundo apenas y ya estaban besándose de nuevo pero en ese momento no había dudas y por lo mismo el acercamiento se hizo tórrido, el de Escorpión rodeó con sus brazos al de Piscis, sumergiendo una mano en ese hermosos cabello celeste mientras la otra llegaba a las afiladas caderas. Unos instantes y ya estaban presionando fuertemente su cuerpo contra el del otro joven, se sabía que no dudaban y que los dos deseaban continuar. Pero se separaron para respirar y se miraron directamente, aunque había algo que aclarar.

—     ¿quieres ir a otro lugar?—preguntaba Milo.

—     Si…pero no ahora.

—     ¿Qué?

De verdad no lo comprendía pero la explicación no tardaría en llegar.

—     Eres muy lindo Milo pero no quiero saltar a algo para lo que no esté listo, ni siquiera contigo.

—     Ya veo—dijo algo desanimado.

—     Pero puedes llamarme—decía sonriendo.

—     Muy buen—respondió recuperando el ánimo.

Unos instantes y habían intercambiado números, pero era el momento de separarse.

—     Ha sido una noche agitada Milo, será mejor que descanse.

—     Está bien Afrodita, te llamaré.

—     Nos vemos.

Un gesto de su mano y parecía ser todo, aunque el de Escorpión siguió a su impulso del momento antes que el de cabellos celestes se alejara más.

—     ¡Afrodita!

—     ¿Qué sucede?

—     ¿Puedo acompañarte? Solo eso.

En ese instante parecía incluso tímido y eso encantó al de Piscis, quien solo pudo sonreír.

—     ¿Por qué no?—dio por respuesta.

Unos instantes y ya estaba el de cabellos azules al lado del otro joven y solo caminaban, ni siquiera se tocaban, pero sabían que habían encontrado a alguien especial en su vida.

 

**********

 

Un mes después…

Estaban en la habitación de Afrodita, un hermoso lugar que semejaba un salón de descanso, adornado impecablemente con motivo nórdicos combinados con ambientación amazónica reflejaba mucho der la personalidad de su joven dueño, lo más importante era que estaban juntos y se sentían seguros del paso que iban a dar, uno muy importante para ellos como pareja. Como dos muchachos plenamente saludables en una época para definirse sabían bien que se gustaban, se gustaban de verdad, por eso habían esperado, no deseaban algo de un solo momento que después olvidarían, no podía ser así en ese momento. Lo que buscaban era algo especial y único, de verdad querían estar con ese chico a su lado.

A solas en la habitación del joven de Piscis ambos se miraban, lo habían hablado, hubo algunos intentos de ensayo incluso, pero ese era el momento por el que en verdad esperaban. Así que mirándose atentamente, con una sonrisa en sus labios, podían dar paso a más, a esos besos que se presentaban suaves y acariciadores al inicio, con la promesa de todo lo que se puede compartir. Se probaban y entregaban mutuamente dejando que su saliva se mezclara sin problemas, compartiendo su sabor y el deseo de continuar. Afrodita abrió suavemente sus labios, con la punta de la lengua jugueteó contra esa otra boca que no tardó en corresponderle de la misma forma y en tan solo unos instantes se encontraban enredados en una intensa sesión. Era complicado decir donde estaba cada uno pues sus cuerpos se unían  tanto que no parecía posible que existiera espacio alguno y la verdad era que no lo querían.

Finalmente se tomaron unos momentos para recuperar el aliento pero apenas lo lograron cuando sus pupilas se encontraron, desprendiendo un fulgor único que los hizo acariciarse, con calma, casi con timidez.

—     Afrodita.

—     Eres muy guapo Milo.

Sonrieron abiertamente y se besaron de nuevo, con un poco más de calma, dejando a sus manos dueñas del territorio, explorando por unos momentos, pasando por el rostro, los hombros, los brazos, las manos, llegando a la cintura, el torso, el pecho, deslizándose por la espalda y bajando  al masculino trasero. Era para estremecerse sentir otro cuerpo, el de un ser vivo que estaba dispuesto a compartir hasta lo más íntimo  por unos momentos, así que no había tiempo que perder, debían continuar.

La ropa comenzaba a interponerse en sus deseos, así que tendrían que apartarla y en eso ninguno de los dos jóvenes se mostró tímido; con firmeza se permitieron mutuamente explorar los nuevos caminos que iban sintiendo. Esa piel que se encendía a cada una de sus caricias con velocidad respondía a todo, bajo las caricias que se daban con afecto estaban las que incitaban al placer. Las manos de Milo resultaron directas, no solo estimulaba, también lo iba desvistiendo con coquetería, acariciando y presionando, llegando hasta los delicados pezones que presionó suavemente, para después sacar esa camisa que estaba en su camino. Cuando estuvo en los pantalones desabrochó la cremallera y sin más metió la mano para frotar ese tierno miembro que comenzaba a responder. De esa manera el resto de la ropa se fue apartando, quedando de lado, que no fuera más una barrera entre los que se buscan en la intimidad.

Solo con la ropa interior cubriéndolos, los dos jóvenes fueron hacia la cama para recostarse en las sábanas que los recibieron sin inconvenientes, dibujando sus siluetas con amabilidad. El compendio de caricias continuaba entre los dos pero ahora eran más directos y hasta osados, dejando que sus piernas se entrecruzaran y frotaran con una necesidad de conocerse por completo; sus sexos ya estaban muy avivados y no podían seguir cubiertos por la tela. Siendo así, fue Milo quien comenzó a tirar con dedos algo torpes de la tela, pero Afrodita se dio cuenta, lo ayudó y en unos segundos solamente estaban igualmente desnudos, por sus miradas les gustaba que fuera de esa forma.

De nuevo unieron sus cuerpos con intensidad, sintiéndose por completo, y más necesitados que nunca de su compañero, por eso era necesario algo más. Fue el propio joven de los Piscis quien alcanzó el lubricante y se lo puso en los dedos, para después llevarlo a su entrada y comenzó a prepararse, dilatando su masculino pasaje. Un fascinado joven Escorpión lo miraba hacerlo y como si deseara  hacer algo más por ese hermoso joven de cabellos celestes se inclinó a su entrepierna y comenzó a besarla con sensualidad. Esos labios con esa lengua y los dedos se movían por el erguido sexo, generando un goce intenso en Afrodita, quien se arqueaba sobre la cama, aunque sin abandonar su labor, hundiendo sus dígitos  lubricados en su pasaje hasta que lo sintió relajado y dispuesto.

—     Milo—lo llamó en un gemido sensual.

El de Escorpión lo escuchó claramente y fue como un latigazo, algo que lo hizo reaccionar con una masculina determinación, de alguna manera fue el momento en que supo que se haría cargo de ese bello chico. El de Piscis por su parte se había acomodado sobre la cama, separando sus piernas de forma invitante, aparentemente los dos asumían con naturalidad lo que compartían. Ya no había tiempo de espera o contemplación, ambos lo sabían, por eso Milo alcanzó con velocidad el empaque de preservativos y tomó uno, lo colocó tan hábilmente como pudo en su lugar, y, sonriendo, se recostó entre las bonitas piernas del de Piscis; si, hasta sus piernas eran bonitas.

Una vez más sus miradas se encontraron permitiendo que su brillo los llenara, en unos segundos se besaron nuevamente y estaban listos para continuar, lo sentían, era el momento. Se estrecharon al mismo tiempo que el erguido miembro de Milo encontraba su camino por el delicado pasaje que comenzó a penetrar, dejando que esas masculinas paredes se adaptaran a la nueva sensación. Afrodita gemía tenuemente, le gustaba lo que sucedía, saber que ese otro chico estaba entrando en su cuerpo, lo sentía firmemente, pero lo rodeaba dejando que las sensaciones lo invadieran desde el vientre al resto de su cuerpo. Unos instantes y se estrecharon con necesidad, moviendo levemente sus caderas, dejándose llevar con suavidad a ese goce que habían aguardado por conocer y les encantaba, no había algo tan agradable como dejarse llevar por todo ese deseo naciente que los inundaba.

Ahora todo estaba listo, los dos completamente unidos no encontraban la manera de hacer algo como separarse, casi había dolor en esa necesidad que los inundaba, ese deseo pulsante de ser de ese otro joven que estaba en su vida. Pero Afrodita no0 dejaba de mostrarse dispuesto permitiendo que su cuerpo se abriera naturalmente mientras sus largas piernas se enredaban alrededor del de Escorpión, como si lo urgieran de esa manera para que continuara. De hecho el de Escorpión no se cansaba de sentir como avanzaba poco a poco en el interior de ese pasaje que lo estrujaba, dándose ambos el tiempo estrictamente necesario para ajustarse.

—     Oh sí, sí, así, Milo—gemía el de cabellos celestes.

No dejaba de moverse, agitándose y arqueándose y gimiendo mientras todo su cuerpo estrechaba al de Escorpión,  hasta que todo era quietud, como si no pudieran hacer nada ante ese instante en que se volvían uno. Lentamente comenzaron a construir su ritmo, fue Milo quien impulsó sus caderas hacia adelante y hacia atrás con suavidad, empujando con mayor profundidad en esa intimidad que lo recibía a cada embestida. Además contaba con algo extra ya que el de Piscis no dejaba de murmurarle cuan perfecto era, cuanto le gustaba lo que hacía, y cuan bien se sentía tenerlo en su interior. El de ojos azules no decía mucho pero era porque hablar hubiera sido demasiado para él en ese instante, la visión del hermoso joven bajo su cuerpo al mismo tiempo que su intimidad lo rodeaba era más de lo que podía manejar o al menos eso pensaba.

Pero no se detuvieron en eso, no, a cada instante se hacía mejor hasta que el de Piscis parecía incrustado contra su cuerpo, pidiendo más, aunque al mismo tiempo deslizó una mano entre ambos para comenzar a atender su propio sexo con velocidad; Milo por su parte no dejaba de entrar y entrar en ese cuerpo que le quitaba la razón, era fascinante aunque no solamente por su belleza, había algo más con ese muchacho que le daba algo que nunca antes había encontrado. A esas alturas ya era demasiado para los dos, iban sintiendo como su cuerpo se sacudía, esas oleadas que los llenaban y los rebasaban, la manera que sus vientres se tensaban y sus miembros punzaban con intensidad. El de Escorpión sintió como esa intimidad que lo estrujaba se estremecía y su dueño  daba un gemido largo y ahogado, hasta quedarse sin aliento, al mismo tiempo que lo sujetaba co0n fuerza, dejando que su tibia simiente quedara entre ambos. Apenas unos instantes y fue el turno del de Escorpión para lograr su liberación, más pausada, pero maravillosa por el hecho de que el éxtasis había sido compartido con alguien especial.

Lograron relajarse lo suficiente para separarse con lentitud, hasta que su respiración se normalizó, solo entonces pudieron hablar un poco, quedándose muy quietos al principio.

—     Afrodita—lo llamó.

—     ¿Qué sucede Milo?

—     Me encantó estar contigo—dijo sonriendo.

—     A mí también—admitía el otro.

—     ¿De verdad?

Al preguntarle buscó de inmediato ese rostro pero no tardó en encontrar en el de Piscis todos los reflejos de la pasión satisfecha, se veía incluso más hermoso en esos instantes y por eso acarició el bello rostro con gentileza, dejando sin aliento al otro muchacho por unos segundos.

—     Milo—lo llamó tenuemente el de Piscis.

—     Eres maravilloso Afrodita y te quiero en mi vida—le dijo con honestidad.

—     No me iré.

—     ¿De verdad?

—     ¿Siempre vas a dudar de lo que te digo?—le preguntó con humor.

—     Es que resulta increíble que sea así.

—     Entonces todo será increíble entre los dos Milo.

—     Lo será.

Como si terminaran de hacer un pacto se besaron, dejando que sus labios se encontraran con ternura, era de verdad especial haberse encontrado cuando no esperaban que fuera así. Cuando las cosa en la vida cambian para bien todo parece mejor, para ellos era así, podrían haber seguido sus vidas como siempre pero al final se habían arriesgado, no estaba mal entonces de vez en cuando que aceptaran un desafío.

 

**********

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Solo por comentar:

Es un fragmento de la canción Today my life begins de Bruno Mars.

Espero que les gustara.

Si nada sucede la semana entrante subiré una nueva trama.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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