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Credencia por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Hades quien me sugirió que utilizara a la pareja, espero que te guste y que les guste a quienes lean.

Ya he utilizado antes a la pareja pero esta es una nueva trama para ellos dos, deseo que la disfruten.

Notas del capitulo:

Es la primera parte, deseo que les guste.

 

 

Capítulo I

 

Saber esa noticia hacia que las personas cercanas se preguntaran por lo que había sucedido o expresar un Qué pena, después de todo no habían detectado señales que algo anduviera mal pero a veces así eran las cosas, las personas estaban unidas un día y al siguiente se separaban, y de esa pareja en especial se podía preguntar qué habría pasado de verdad. Tal vez había sido su carácter, desde el primer momento todos sus conocidos pensaron que sus personalidades eran complicadas, ya de por si pensar que estaban con alguien era de asombrarse, pero que fueran ellos dos justamente lo hacía incluso más sorprendente para los demás.

—     ¿Ya supiste la noticia?—preguntaba un joven de largos cabellos de color de plata a su compañero.

—     No lo creo—respondió el otro de cabellos azules—Pero supongo que me lo vas a decir en este momento.

—     Hades y Camus se separaron.

—     ¿Qué? ¿Por qué?—preguntaba con interés.

—     No lo sé bien, tal vez tuvieron alguna diferencia.

—     O solo fue su carácter.

—     Espero que se resuelva Saga.

—     Yo también Minos pero si no es así me temo que no hay nada que nosotros podamos hacer.

—     Es verdad.

Continuaron con la charla por unos momentos, después de todo la pareja era amiga de ellos, además no podían dejar de recordar la manera en que se conocieron, ya que fue por medio de su matrimonio, cuando se casaron dos años atrás.

Hades de Tártaro y Camus de Acuario no se conocían, aunque podrían parecerse de cierta manera, estaban cerca de los treinta, les gustaba la puntualidad, la responsabilidad, no eran de arrebatos, tenían colecciones personales, además de ser vistos como personas frías a lo lejos pero confiables de cerca, entre muchas otras cosas que se podrían decir de ellos esas eran de las más notables de hecho. No se comentaba mucho, aunque se sabía, que cada uno era fanático de su espacio personal, de mantener sus cosas en su propio orden y que no toleraban muy bien que los demás se metieran en lo que consideraban sus asuntos solamente. Tal vez por todo eso continuaban sin una pareja en sus vidas, no porque no hubiera interesados, simplemente a ellos les  costaba trabajo, o eso parecía, el tener a alguien a su lado, alguien que se acoplara a sus diversas maneras de ser en su existencia cotidiana.

—     Pudiera ser que su carácter finalmente los alcanzara—mencionaba un joven de cabello y ojos morados.

—     Ya desde el principio nos preguntábamos cómo iba a funcionar eso Aiocos—decía otro que era idéntico a Saga.

—     Se veían contentos Kanon.

—     Si, en parte, pero sabes cómo son los dos, no dejan de ser quisquillosos y fijados para todo, en todo.

—     Es verdad, y tampoco dejan de hacer notar cuando algo no les parece.

—     No son fáciles de tratar.

—     Para nada.

Mientras los dos amigos continuaban reunidos y  tomando el desayuno para el cual se habían citado esa mañana en una cafetería pensaban en esa singular pareja de amigos suyos, estaban separados pero desde el primer momento los había sorprendido que estuvieran juntos, y al menos ellos les habían deseado lo mejor, probablemente no bastaba con eso, a final de cuentas se estaban separando.

Los amigos que pensaban en la pareja que se estaba separando tenían motivos para hacerlo, e inevitablemente no podían sino recordar lo que había sido cuando se conocieron, justamente cuando estaban por celebrar el matrimonio del lindo Minos de Grifo con el apuesto Saga de Géminis.

En aquel entonces los planes ya estaban bastante adelantados, todo lo referente a las ceremonias estaba resuelto y quedaba la discusión sobre la fiesta, pues siempre se debe pensar con cuidado y calma el sitio en que se va a colocar a cada invitado, lo cual tiende a no ser tan sencillo como parece en un principio.

—     Bien, nuestras familias ya están ubicadas—decía Minos mirando el plano—Casi todos al menos.

—     Kanon tiene que estar en nuestra mesa—mencionaba Saga.

—     ¿Estás seguro de eso?

—     Es mi hermano, aparte de todo es mi gemelo y será mi padrino, me parece que debe estar en nuestra mesa ¿no crees?

—     Si hacemos eso Hades tendrá que estar con nosotros.

—     Tu primo Hades—decía pensativo el de cabello azul.

—     Es mi familia y también será mi padrino, si tuviera hermanos sería distinto pero será Hades.

Como Minos había dicho en casa, o sea con sus familiares, que el padrino de su futuro esposo sería su hermano Kanon, a él no tardaron en indicarle de manera no muy sutil que entonces su padrino debía ser su primo Hades.

—     Pero es que Hades…

Hubiera protestado en contra pero también le dijeron que recordara que era el primo que lo cuidaba todas las tardes después de la escuela, el que lo llevaba sin protestas a sus clases de piano y el entrenamiento de natación, el mismo que pospuso unas vacaciones para cuidarlo cuando se lesionó el hombro, el que lo apoyó en la universidad e incluso prestó el dinero necesario para su viaje de graduación. Con semejante entorno el de Grifo no pudo zafarse, su primo era de la familia y lo estimaba y siempre había estado para él, a su lado, y lo quería, eso no estaba en duda…pero tenía ese carácter tan suyo.

—     Sabes que Hades me agrada—le aseguraba Saga—Después de conocerlo mejor comprendes que no es un cretino, pero me temo que no va a ser sencillo tenerlo en la mesa, ni siquiera ha confirmado si irá con alguien.

—     Le pregunté directamente pero no está saliendo con nadie—le informaba el de cabellos plateados.

—     ¿Entonces…?

—     En el cortejo debe haber alguien con él, se lo dije—aclaraba el mismo joven a su compañero—Me respondió que lo dejaba a nuestra elección.

—     ¿Con quién entrará?

Era una decisión que debía pensarse, sus amigos no eran exactamente afines a alguien como el del Tártaro, los que lo habían tratado un par de veces con anterioridad se habían quedado con la impresión exterior de lo que siempre mostraba y estaban convencidos que habría señales de desaprobación por ser sus compañeros en la mesa. Necesitaban hacer algo y en ese momento se les ocurrió una salida.

—     Saga—mencionaba el de Grifo mirando el plano en la mesa.

—     ¿Qué sucede?

—     Tu amigo Camus estará con Aiocos.

—     Si y ya tuvimos la protesta formal e informal de tu amigo por eso, dice que Camus es un bloque de hielo solo porque no se ríe de sus chistes y se le queda mirando como si dijera una tontería ¿Por qué lo preguntas?

—     ¿Camus conoce a Hades?

—     Creo que no.

De pronto la mente de ambos pareció despejarse, sus amigos no estarían contentos o no mucho de estar cerca de cualquiera de los dos rígidos y formales y de hacer las cosas a su manera Hades o Camus, en cambio entre ellos no se conocían, así que bien podrían ir juntos y ya se molestarían mutuamente dejando a los demás en paz.

—     Es una gran idea Minos—decía sonriendo el de Géminis.

—     Parece una solución plausible, y Aiocos podrá ir con tu primo Shura, no creo que vaya a disgustarle eso.

—     ¿Sabes por qué me caso contigo?—le preguntaba sonriendo.

—     ¿Por qué?—decía el otro sonriendo también.

—     Por tu sexy e inteligente cerebro.

Diciendo eso se acercó y lo besó en la cabeza de forma juguetona, el otro joven solo se rio y unos segundos  después se estaban besando; habían resuelto una situación sin causar estragos, esperaban que siguiera siendo de esa manera, no deseaban preocuparse de más  cuando estaban a punto de casarse.

 

**********

 

Fue en la cena de ensayo que los dos, Camus y Hades, se conocieron, pues debían presentarse para hacer su parte y saber lo que les correspondería al día siguiente, no estaba mal la idea y de paso era una especie de celebración extra antes de la ceremonia formal. En el sitio acordado todos iban llegando, presentándose y saludándose los que se reconocían, los que no se presentaban en todo caso y las cosas iban saliendo muy bien. Justamente entre los que no se conocían estaban el de Tártaro y el de Acuario, por lo que la pareja de novios les informó que serían compañeros durante la boda.

—     Hades—decía Minos sonriendo—Te presentó a Camus de Acuario, un muy buen amigo de Saga.

—     Camus—intervino Saga—Él es Hades de Tártaro, primo y padrino de Minos, estarán juntos en el cortejo y la ceremonia.

Los dos hombres a los que terminaban de presentar se miraron con educación y se estrecharon la mano, pero no parecían indicar ningún tipo de interés en especial en el otro, por lo que una tercera voz se dejó escuchar.

—     Tal vez los dos tengan algo en común—mencionaba un amigo de la pareja, Milo de Escorpión.

Ese joven conocía a Camus, le había parecido tan guapo cuando lo conoció pero al tratarlo se dijo que no había manera que se metiera por su propia voluntad en semejante heladera, pero seguía pensando que era guapo.

—     De hecho—decía intentando mediar el de Géminis—Creo que pueden hablar bastante de la porcelana.

—     ¿Porcelana?

Sin más Milo soltó una carcajada, como si fuera un chiste, pero al ver las miradas de los otros cuatro supo que no era buena idea seguir así.

—     ¿Es en serio?

—     Mejor te mostraremos tu sitio Milo—dijo apurado Saga—Por favor, esperamos que sea de su agrado la cena, tomen sus sitios cuando lo deseen.

Su compañero fue con ellos dos, dejando a la recién presentada pareja a solas y sabiendo que necesitaban hacer algo más que mirarse.

—     Es un placer—dijo con formalidad Camus.

—     Igualmente—declaró el de Tártaro.

Pero fue todo lo que se dijeron y aunque pasaron la cena juntos apenas si se hablaron, aunque se comportaron muy serios pero atentos y educados con los demás,  definitivamente no eran personas a las que se comprendiera con facilidad ni con velocidad y ellos mismos lo sabían.

El día siguiente, o sea el día de la boda, todos estaban a la hora acordada en su sitio señalado, en el momento que debía entrar el cortejo de los novios tanto Camus como Hades estuvieron en su sitio e hicieron su parte aunque no se podía asegurar que estuvieran tan animados como los demás al hacerlo. El acontecimiento fue bien, estaba todo bien planeado después de todo, y la pareja de Minos y Saga dijo Si frente a su familia y amigos que los miraba con afecto y aprobación, después de eso se pudo dar paso a la celebración, sin problemas. Los tiempos estaban bien medidos, se pudo charlar, convivir, comer y hacer unas de esas tantas tradiciones que llena los matrimonios en una fiesta, como el que los novios arrojaran el azar de novio que adornaba la solapa de su traje, en ese caso ambos utilizaron una hermosas orquídeas naturales con pequeñas nubecitas blancas, se veía muy bello.

Como indicaba la tradición les tocaba arrojarlo a un grupo en especial, el de los solteros, pero en su caso lo hicieron al mismo tiempo, dando la espalda a todos los solteros presentes, para perpetrar la idea de que quien lo atrapara sería el siguiente en casarse. Hay que decir que ni Hades ni Camus estaban de humor para eso, pero de todas formas sabían que como invitados y parte del cortejo de los novios, les tocaba hacer acto de presencia. El de Saga  fue atrapado por su primo Shura quien solo sonrió al recibirlo, pero el segundo fue a dar a manos del de Tártaro, quien no demostró nada de lo que pensaba por ser el centro de atención, y comentarios, al tener ese adorno en sus manos.

—     Detesto estas cosas—dijo sin más.

—     Yo también—intervino Camus quien estaba a su lado—Prefiero los  pisa corbata o un alfiler.

—     Me refería a…

—     Lo sé—interrumpió el de Acuario—Era una broma.

En ese momento el de Tártaro, quien era un hombre apuesto de cabellos negros y ojos verdes, miró un poco más a ese hombre a su lado, de largos cabellos y ojos azules, con unas cejas peculiares pero por alguna razón todo le iba bien a él, era más guapo de lo que él mismo parecía darse cuenta.

—     Yo prefiero los yugos de corbata—respondió el de ojos glaucos.

—     Son un accesorio importante, como el sujetador de camisa.

—     Ya casi nadie toma en cuenta ese tipo de accesorios.

—     Es una pena, daban un sentido de atención e identificación en el vestir.

—     Es verdad.

Entonces el de cabellos negros dio una leve sonrisa, nada espectacular, pero que fue notada por el otro de inmediato.

—     Así que si puedes sonreír.

Ante ese interés y esa mirada azulada el de Tártaro no pudo sino sonreír de nuevo y el de Acuario sonrió también.

Fue el inicio de sus encuentros pues los dos se despidieron después de la ceremonia pero no sin intercambiar teléfonos y la promesa de compartir unos datos sobre una subasta de libros y una exposición de biombos pintados a mano. Esas cosas les interesaban  a los dos así que no estaba mal encontrar a alguien a quien también le gustara todo eso, y como al encontrarse de nuevo se dieron cuenta que les gustaban muchas otras cosas en común no dejaron de comunicarse, hasta que se convencieron que no se veían y llamaban solamente para hablar un agradable tiempo de sus gustos comunes.

—     Nunca esperé conocer a alguien a quien también le gustara la filatelia—decía animado el de cabello negro—Siempre me miraron extraño por saber de sellos postales, y por invertir en ellos.

—     Tal vez un día puedas ver mi colección y  darme tu opinión.

—     Me encantaría.

De hecho cuando el de Tártaro la vio se sintió impresionado, ese hombre debía tener una excelente colección y no creyó estar mal cuando pensó que debía ser una de las cinco mejores del país, lo cual por cierto era verdad.

Poco a poco comenzaron a hablar de ellos, de sus vidas, lo suficiente para saber más cosas que las que la mayoría de la gente pudiera decir sobre ellos dos. Estaban juntos sentados en un bonito restaurante que contaba con jardines, cortesía del de cabellos azules que lo había descubierto en sus tantas exploraciones por la ciudad, se encontraban en el momento de la sobremesa, con sus bebidas a la mano, un Cowpoke para el de ojos glaucios porque le gustaba el whisky y vino blanco dulce para el de largos cabellos azules, pero disfrutando aún más de la charla que del sabor de los alimentos.

—     Ser hijo único no fue sencillo a veces—decía el de Acuario en una ocasión—Pero en otras resultaba muy grato.

—     Yo también fui hijo único—le informaba el de Tártaro—Siempre he pensado que las actitudes y expectativas son distintas cuando no hay hermanos con los cuales competir día a día.

—     ¿Te hubiera gustado?

—     ¿Qué cosa?

—     Tener hermanos o al menos uno.

—     En realidad crecí prácticamente al lado de Minos—decía como si pensara en ello de manera lejana—Más que primos parecíamos un hermano mayor y un hermano menor, incluso había quienes pensaban que éramos hermanos.

—     Ustedes dos parecen muy unidos.

—     Lo somos, es una de las pocas personas que no hace juicios sobre mí.

—     Siempre esa idea de intentar clasificar quién eres y por qué haces lo que haces—mencionó con suavidad el de ojos azules—Incluso la familia no siempre entiende lo que somos, como si fuera extraño.

—     Solo somos quienes somos, lo quiera la familia o no.

—     ¿Te ha pasado? ¿Qué te miren como a un renegado o algo así?

—     Varias veces y supongo que a ti también.

—     Sí. Pero al menos ahora te conozco Hades.

—     Brindemos por eso Camus.

Levantaron sus bebidas y brindaron pero se sintieron bien de estar juntos en un mundo en que la gente no comprendía con facilidad su personalidad, y aunque no lo dijeron también les quedó muy en claro que les daba igual si los entendían o no.

Y un buen día se dieron cuenta también que les gustaba ese hombre a su lado, aunque no al mismo tiempo y no de la misma manera, pero al final el resultado si fue el mismo. En el caso de Camus fue el día en que acudieron a una muestra de cine, que incluía *Plein Soleil de René Clément, donde aparecía Alain Delón, como le Beau Ténébreux, el malvado Bello Tenebroso, y mientras observaba la cinta de pronto tuvo la idea.

—     Hades es tan atractivo como Alain Delon—se dijo.

No era poca cosa que lo pensara, ese actor había sido uno de los representantes más apuestos de la década de los sesentas y en su repertorio personal estaba en los primeros lugares de hombres que le gustaban. En un primer momento el pensamiento lo asombró pero después no pudo sino sonreír, fue el momento en que aceptó que le gustaba Hades.

En cuanto al del Tártaro lo entendió el día que vio al de Acuario mientras visitaban una galería en la que se mostraba una exposición de pintura y escultura del antiguo mundo griego. Observando las piezas maravillosamente talladas y restauradas el de cabellos negros observó al joven de cabellos azules y a la escultura en la que parecía reflejarse en ese instante,

—     La escultura no es perfecta—decidió en ese instante—Camus si lo es.

Parecería sencillo para otros llegar a un punto como ese, pero para  ellos dos, con su carácter, no lo era, de hecho resultaba un paso importante el reconocer que les gustaba ese hombre que estaba en su vida.

Después de ese día no fue como si se sentaran a hablar de ello, simplemente se dieron cuenta que gustarse era un asunto mutuo, de hecho la primera vez que se besaron después de un concierto en el que se presentaba un virtuoso del oboe.

—     ¿Te gustó?—preguntó en voz media el de Tártaro.

—     Si—respondió sin vacilar el de Acuario— ¿Y a ti?

—     Sí, y mucho—contestó sin mentir.

Ninguno de los dos se negó a seguir haciéndolo y todo parecía ir bien entre ellos o al menos así era en esos momentos.

 

**********

 

Se mantuvieron en su relación por un tiempo pero no dijeron ni una palabra a los demás, era una de esas tantas veces en las que consideraban que todo era asunto de ellos solamente, por lo que los demás no tenían que estar enterados.  Cuando fue de conocimiento público los sorprendió a todos y no era para menos tomando en cuenta el evento al que asistieron: la cena de aniversario de Minos y Hades.

La pareja decidió festejar con sus seres queridos y realizó una cena para celebrar su primer aniversario, invitó a  familiares y amigos, aunque mucho menos que en su boda, pero estaría bien para ellos. Entre charlas, conversaciones, brindis y comida, estaban hablando como si nada de planes a futuro cuando Hades tomó la palabra.

—     ¿Qué piensas hacer estas vacaciones?—le preguntaba el de Grifo— ¿Otro viaje al extranjero?

—     De hecho debo hacer algunos ajustes en  mi casa—fue la respuesta—Necesito espacio extra.

—     ¿Por qué? ¿Compraste algo?

—     Porque ya no voy a vivir solo.

—     ¿Con quién vas a vivir?—preguntó Saga sin terminar de darse una idea de lo que estaba por suceder— ¿Tendrás un inquilino?

—     Voy a vivir con Camus—explicó sin más.

—     ¿Con Camus?

—     Sí, vamos a vivir juntos—anunció el de Acuario—Somos pareja, nos parece el momento indicado.

—     ¡¿Qué?!—preguntaron todos los presentes.

—     Lo hemos hablado largamente y estamos decididos a dar este paso—explicaba el de cabellos negros.

—     Encontramos que es el momento de formalizar nuestra relación después de estos meses—agregaba el de ojos azules.

—     ¿Cuál relación?—preguntaba intrigado Aiocos.

—     Estamos juntos desde hace tiempo—respondía Hades.

—     ¿Cómo es que ustedes dos están juntos?—preguntaba con no menos asombro el de Escorpión.

—     Hemos encontrado en el otro lo que buscábamos de la vida—dijo sencillamente el de Acuario.

Y como al mirarse sonrieron no pudieron sino comenzar a felicitarlos, si los dos eran felices y habían encontrado a la persona que llenaba su vida no veía porque no sentirse bien por ellos dos en su relación. Aunque eso no evitó que hubiera algunas dudas y el matrimonio Géminis Grifo no se abstuvo de comentarlo, aunque solo cuando ya no había nadie en la casa y después de haber felicitado a la pareja y desearles lo mejor.

—     Me da gusto por Camus y Hades—comentaba Saga—No me imaginaba que los dos tuvieran algo que ver.

—     Fueron muy discretos—admitió Minos—Aunque no puedo dejar de preguntarme una cosa.

—     ¿Qué pasa?

—     No sé si ellos dos son para mantener una relación.

—     Se ven felices Minos.

—     Sí, claro, me da gusto por ellos, pero ya sabes cómo son, como es su carácter para todo en la vida.

—     Confiemos en que estarán bien.

Los dos lo hacían pero no dejaban de notar que esos dos hombres no eran sencillos, los conocían, sabían cuánto les importaba ese asunto de su espacio personal, que no tocaran sus cosas, que no las movieran de su sitio y demás.

—     Tendrán que acoplarse uno al otro Saga.

—     Deseo que puedan Minos.

No estaba mal pensar que tendrían algo de suerte y que habían encontrado a la persona de su vida, pero tampoco cerraban los ojos a que se trataba de personas a quienes los demás tendían a calificar como muy peculiares.

Sin embargo esos temores no parecían tener lugar si se les veía juntos o se escuchaba de sus planes, los dos eran hombres centrados, con planes y proyectos y compartían todo eso con su compañero, a pesar de no ser muy expresivos se les notaba lo contentos que estaban por ser una pareja. Con ese panorama la mudanza fue llevada a cabo, lentamente pero de manera muy ordenada pues acordaron vivir en la propiedad con la que contaba Hades, que era una amplia casa con taller incluido que había heredado de sus padres cuando fallecieron, mientras que Camus conservaría su departamento en un elegante edificio de fachadas antiguas, era espacioso pero no tanto como la casa.

De hecho en un primer momento las cosas entre los dos prometían bastante, habían llegado a acuerdos que les permitirían vivir juntos con un estilo que les resultaba conveniente o al menos eso dijeron en el inicio. Conversaron sobre el sitio que tendrían las cosas, los gastos, la decoración, la distribución de espacios y de los tiempos; ordenados como eran no veían problema alguno si se apegaban a lo que habían pactado, pero una cosa es lo que se espera y otra lo que se obtiene al vivirlo. No cambiaba el hecho de que ambos hombres se veían animados y de verdad estaban contentos cuando eligieron el sitio en el que estaría todo lo que compartirían, interesantemente alegres se veían cuando mostraron una credencia que compró Camus y restauró Hades, la colocaron en la entrada prácticamente y todos la veían cuando hacían reuniones en la propiedad, era una pieza hermosa y antigua que les gustaba a ambos, se notaba eso cuando al verla sonreían abiertamente.

—     ¿Qué te parece?—le había preguntado el de cabellos negros a su compañero—A mí me encanta.

—     También a mí, se ve perfecta—respondió con entusiasmo el de cabellos azules sin dejar de sonreír.

—     Cada vez que la veo recuerdo…

—     ¿De verdad?

No dijeron el resto de lo que recordaban pero estaba en claro que sabían de lo que hablaban, y les gustaba la vida que estaban fincando juntos, eso era cierto también.

Sin embargo los dos caballeros en cuestión tenían personalidades bien cimentadas, fincadas en años de permitirse vivir completamente a su aire, sin la presencia constante de alguien más a su lado y ninguno era considerado una persona sencilla de tratar, y al estar juntos esos pequeños detalles de cada uno no dejaban de ser notados por el hombre con el que ahora vivían.

Por ejemplo estaba ese asunto que al dormir  los dos tenían la costumbre de ocupar el centro de la cama; otro asunto fue el de la hora de apagar la televisión para dormir, Hades simplemente se acostaba y la apagaba, Camus la programaba para que se apagara conforme él se quedaba dormido; quien se bañaba primero importó cuando Hades se duchaba con agua caliente y Camus con agua fría, así que el primero en bañarse era la manera en que su compañero encontraba la temperatura del agua; Camus hacía sus compras en una reconocida tienda de importaciones de tipo gourmet y Hades acudía a un mercado orgánico; los fines de semana para Camus eran de explorar y para Hades eran de restaurar; Camus apretaba el tubo del dentífrico por el medio y Hades por la base, así que se daban cuenta claramente que el otro lo hacía de la manera que no le gustaba.

Podrían parecer pequeños detalles pero para personas como ellos no lo eran, más aún cuando se iban sumando y generaban tensión entre los dos, sobre todo si se tomaba en cuenta que ambos contaban con sus hábitos muy bien delimitados y hasta ese momento nadie había intervenido con ellos.

Un enfrentamiento abierto iba a darse el día en que Hades llegó a la casa algo cansado, en esos casos le gustaba darse un baño bien caliente, beber un vaso con whisky y recostarse para ver una película que le llamara la atención mientras comía unos melocotones orgánicos, se centraba en eso y no enterarse de nada más, incluso apagaba su teléfono. Pero para Camus, quien había llegado un poco antes y también había tenido un día un poco pesado, su rutina de relajamiento era dejar los zapatos a medio paso para recogerlos al salir de la ducha, tranquilizarse con agua fría, beber una copa de vino que dejaba servida de antemano y ver un documental de temas que le interesaran con el celular encendido al lado por cualquier eventualidad.

Sus planes se parecían pero realmente no eran los mismos, pues cada uno contemplaba estar solo, no que hubiera otra persona  en el mismo lugar que, sin ser su intención, estorbaba a su proyecto. Al verse se saludaron sin mucho afán, Camus iba saliendo de la ducha y eso para Hades cuando pudo entrar fue tener que esperarse a que el agua tuviera la temperatura que a él le gustaba; mientras esperaba el de Tártaro se tropezó con los zapatos de su compañero y de no muy buen humor los hizo a un lado y además vio la copa de vino del de Acuario y se la bebió pues le quedaba poco whisky y no quiso desperdiciarlo si era para relajarse. El de cabellos azules salió de la ducha esperando encontrar sus zapatos donde los dejó, al no verlos se sintió desconcertado y pasó unos momentos buscándolos, estaban del otro lado de la habitación y solo entonces los pudo poner en su sitio; de inmediato se dio cuenta que ya no estaba su copa de vino, tuvo que bajar a servirse otra y regresar con ella a la recámara.

Al volver a encontrarse intentaron contener su molestia por los sucesos anteriores, pero no pudieron ignorar lo que siguió, Camus estaba ya recostado en la cama con el mando a distancia buscando un documental, y Hades, al aparecer con su whisky y su fruta, deseaba ver una película. No se decían nada pero era incómodo, y que el teléfono del de Acuario estuviera llamando por diversas cuestiones no mejoró el humor del de cabellos negros; el de mirada azulada tampoco cuando notaba la cara que ponía el de ojos glaucos cada vez que respondía. Estaban haciendo lo que querían, más o menos, pero la verdad no lo estaban disfrutando y eso de ninguna manera parecía justo, para ninguno de los dos.

—     Buenas noches—dijo al final Hades.

—     Que descanses—fue la respuesta.

Pero el de Tártaro apagó el televisor sin más, dejando a su compañero un tanto desazonado porque no era su costumbre, ambos se encontraban en un momento complicado de su relación que tanto prometía al ser parecidos, pero por ser tan parecidos los roces no dejaban de presentarse.

La serie de desencuentros siguió entre los dos, se trataba de cosas comunes pero ellos habían pasado mucho tiempo a su manera y otra persona ahí, como si estuviera en su camino constantemente, parecía la fuente de un mal humor constante.

Todo acabó una tarde en la que ambos llegaron al mismo tiempo a la casa, debían hablar y lo harían a su manera.

—     Hola—dijo Hades.

—     Hola—respondió Camus.

No parecía lo más efusivo para una pareja que se quería pero era todo lo que podían dar en ese instante, entraron a la casa y se dispusieron a asearse y a alistarse para comer una colación o algo similar, no tenían apetito; pero no dejaban de darle vueltas a lo de tener que hacer algo con su situación, no podían seguir de esa  manera.

—     ¿Cómo estuvo tu día?—preguntó educadamente el de Acuario.

—     Cansado ¿y el tuyo?

—     Igual.

Se pusieron a comer en silencio, ni siquiera sentían los sabores en su boca, debían discutir las cosas pero no se animaban, aunque la idea estaba ahí, sembrada como una semilla que ya no podían ignorar. Hasta que ambos reconocieron que no podían aguardar por más tiempo. No fue un asunto de gritarse o hacer reclamos ni nada parecido, de hecho en un principio solo permanecían callados, se miraban pero no al mismo tiempo, cuando Hades miraba a Camus el de Acuario lo evadía, cuando era el de cabellos azules quien observaba al del Tártaro era este quien no le sostenía la mirada. Pero en un momento dado, sin poderlo evitar, los ojos glaucos se encontraron directamente con los azules, ya no podían aguardar más.

—     Camus.

—     Hades.

Se llamaron al mismo tiempo y lo siguiente también lo dirían a la vez.

—     Tenemos que hablar.

Primero solo guardaron silencio por unos segundos pero no se engañaban, tenían que ser directos sobre lo que estaba ocurriendo.

—     Esto no está funcionando Camus, es la verdad—le dijo con cierto pesar el de cabellos negros.

—     Tienes razón, no podemos seguir así, lo mejor es que dejemos todo hasta aquí Hades—concordó el de Acuario.

—     Entonces…es mejor terminar. No iremos a ningún lado con esta relación, y los dos lo sabemos.

—     Sí, será mejor de esa manera.

Dejaban saber lo que pensaban y en ese instante parecía lo correcto, simplemente terminar, ya habían sido una pareja y estaban viviendo juntos pero no podían hacerlo más sin sentirse como invadidos, no había futuro entonces, no perderían más el tiempo y no se lo harían perder a otra persona.

—     Me iré entonces Hades, sigo teniendo mi departamento—anunciaba con tanta calma como podía el de ojos azules.

—     Puedes quedarte hasta mañana, no es urgente que te marches Camus, no te estoy echando.

—     Gracias pero si vamos a separarnos no tiene sentido retrasarlo, creo que solo empeoraría las cosas.

Con esas palabras se puso en pie, dejó los platos que había utilizado durante la cena en el lavavajillas y fue a la recámara donde tomó una maleta pequeña y se dispuso a guardar lo más indispensable; cuando salió se encontró con que el de cabellos negros estaba sentado en la sala como si pensara en algo.

—     Hades.

El otro se puso de pie y le habló de frente.

—     ¿Quieres que te lleve Camus?

—     No hace falta, solo quiero que sepas que después vendré por lo demás.

—     Está bien.

No fueron capaces de decirse nada más en ese momento, aparentemente no encontraban qué decir a su situación.

Esa noche fue una de las más largas de sus vidas para los dos hombres, no pudieron descansar pero se decían una y otra vez que separarse era lo mejor.

Lo que nadie se imaginaba siquiera era que lo que iba a desencadenar su separación, algo que no parecía corresponder a ellos dos.

—     ¡La credencia es mía!—gritaban al mismo tiempo.

Definitivamente con su carácter serio, reflexivo y que no cedía a la violencia parecía imposible que se comportaran así solo por un punto: la credencia.

 

**********

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Si nada sucede la semana entrante subo la segunda parte, nos leemos.

Solo por comentar: *Plein Soleil, A pleno sol en español, es una película francesa de 1960 basada en la novela de 1955 El talento de Mr. Ripley, escrita por Patricia Highsmith, fue dirigida por René Clément, y contó con la actuación de Alain Delon, Maurice Ronet y Marie Laforêt, hay más versiones por cierto.

Atte. Zion no Bara

 


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