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Intersección por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una historia nueva con esta pareja, espero que les guste a quienes lean.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte, que la disfruten.

 

Capítulo I

 

A Sorrento Sirenetta le gustaba el turno nocturno que abarcaba de la media noche a las ocho de la mañana, pensaba en ello mientras recorría el camino que unía la autopista Cabo Sunion con la hermosa ciudad costera de Atlántida, además era un sitio tan recorrido por tanta gente que no era posible aburrirse. Las citaciones, infracciones, multas, ayuda, indicaciones, etc., estaban al orden del día, bueno, de la noche y su registro estaba lleno de ese tipo de eventos en cada velada; claro que una buena parte de sus detenciones eran muy parecidas, ir tras riquillos en sus Mercedes, Porches, BMW, Akuras, que mostraban llevar mucha prisa y podrían matarse o matar a alguien, lo cual de alguna manera era incluso peor. Cuando los detenía la escena era muy similar, iban con prisa, lo miraban como si no entendieran por qué los detenía, y una chica de buen cuerpo estaba en el asiento de al lado, algunas veces incluso los encontraba con los pantalones abiertos y ya muy avanzados en sus asuntos.

A veces eran otro tipo de situaciones, como cuando se trataba de personas conocidas, siendo Atlántida una especie de meca para los ricos y famosos, o al menos aspirantes a serlo, no pocas veces se encontró con caras que llenaban revistas, productores, actores, cantantes, millonarios, quienes llevaban a esa chica trofeo a su lado, siempre se manejaban por el camino del soborno o de poder hacer algo por él. En otros casos le tocaba ver cosas menos agradables, como que el que iba tras el volante era uno de esos líderes de la comunidad por alguna razón y estaban perdidos por las drogas, o con una chiquilla menor de edad aparentando ser mayor a su lado, no era agradable pero lo había visto muchas veces. Alguna vez le había dicho a su ex novia que podía escribir un libro de las intrigas secretas de los ricos de Atlántida.

Pasadas las primeras horas de la noche las cosas se iban haciendo más tranquilas, generalmente desde las cuatro de la mañana bajaba el nivel del tránsito, podía incluso detenerse por unos momentos para relajarse, beber un café, o simplemente quedarse a solas con sus pensamientos, si estaba cerca podía escuchar el océano o contemplarlo, dejándose llevar por la brisa mientras pensaba en el futuro…o en el pasado. Cuando era un novato, ansioso por hacer lo correcto y ayudar a la justicia y mantener a salvo a la gente y todas esas cosas que se dijo para hacerse policía, y que fueron siendo descartadas. Estuvo en una de las peores zonas del centro del país, tuvo suficiente de eso, era mejor actuar como niñera de los ricos y famosos que preocuparse por detener a alguien que podía llevarte de balas sin el menor remordimiento.

Estaba en paz, se sentía bien, por un instante incluso bajó la ventanilla del vehículo dejando que entrara el aroma del mar y llenara sus pulmones, moviendo la brisa sus cabellos violetas que usaba recogidos en ese momento, pero unos rebeldes mechones escapaban, mientras sus ojos rosas se fijaban en cualquier punto en el horizonte. Todo era quietud. O lo fue hasta que a la distancia  contemplo como un elegante vehículo deportivo iba a gran velocidad cuesta arriba, justo donde estaba él, pero si no lo detenía pronto solo sería un montón de chatarra muy cara por el choque al que podía enfrentarse. La adrenalina comenzó a correr en cuanto puso en marcha el vehículo y encendió la sirena, alistándose para una persecución, y no pudo sino preguntarse ¿que sería en ese momento? ¿Un abogado, un actor, un productos, un millonario de Internet, un famoso cirujano plástico?

Iba con velocidad tras el apresurado automóvil, necesitaba hacer que se detuviera, aunque le tomó un par de minutos al conductor aparentemente darse cuenta que lo estaba siguiendo e indicándole que frenara. Lo vio bajar la velocidad y orillarse, él hizo lo mismo y se apeó con prontitud, acercándose al automóvil color blanco, sintiendo la tensión de sus músculos para prepararse a lo que fuera, viejos instintos después de todo, no quería decir que los riquillos de esa zona no dieran problemas también. La ventanilla descendió levemente y de inmediato el olor a alcohol llegó a su nariz, pero también hubo algo más, flores, si, gardenias, y no tardó en notar un pequeño ramito en el asiento del copiloto que había sido triturado.

—     Licencia y registro por favor—dijo.

—     Oficial—decía la otra voz—Esto es nuevo…

—     ¿Tiene su documentación?—preguntó sin que le cambiara la voz.

—     ¿Qué…? Sí.

Sin más parecía buscar lo que le pedían en la guantera del vehículo pero sus movimientos eran un tanto torpes, sumado al olor era mejor asegurarse.

—     Voy a pedirle que baje del vehículo—dijo el oficial.

No pasó más de un segundo para que la portezuela se abriera y viera aparecer por completo la figura de otro hombre, de hecho se trataba de alguien más alto y más fuerte que él a simple vista, con largos cabellos azules y brillantes ojos verdes, debía ir para los treinta años, sus manos eran fuertes y parecía del tipo de persona capaz de hacerse cargo de lo que fuera…al menos eso parecía.

—     Tendrá que esperar unos momentos mientras reviso sus antecedentes—dijo Sorrento.

—     Está bien—fue la respuesta.

No hubo comentarios de idiota ni amenazas ni resistencia, solo permanecía obediente y pasivo con las manos tras su espalda, actuaba como si supiera que había hecho algo incorrecto, mientras esperaba por la información de la computadora en la patrulla miró un poco más a ese hombre, era más fuerte de lo que había pensado y más alto, pero notaba que el cabello estaba fuera de todo orden posible y sus ojos un poco enrojecidos, además de una incipiente barba que no había sido retirada, parecía alguien con problemas en su interior. Veía lo que arrojaba la pantalla con los datos del carnet de conductor, Kanon Gemelli, veintiocho años, soltero,  vivía en una de las zonas exclusivas de Atlántida, no contaba con antecedentes de nada, ni siquiera una multa por estacionarse mal, sin arrestos ni citaciones; sin embargo podía tener ambas después de esa detención.

Lo miró de nuevo, todo en ese individuo parecía apestar a dinero, al vehículo, la ropa, el reloj en su muñeca, dientes y cabello perfecto, cuerpo de entrenador personal, parecía tenerlo todo incluyendo la actitud arrogante aunque era justamente eso lo que parecía falso en ese instante, detrás de la máscara era algo más, distinto, como si estuviera depresivo y derrotado. El joven policía se preguntó como en un relámpago si no estaría en un tipo de carrera suicida ¿Qué iba a hacer de ser el caso? Lo miró con un nuevo enfoque y justamente en ese momento los profundos ojos verdes del otro hombre se fijaron en sus pupilas rosas, sintió que los vellos de su nuca se erizaban mientras una especie de escalofrío recorría su espina dorsal, no estuvo seguro del porque pero lo primero que llegó a su mente era que ese individuo era gay. No le pasaba algo como eso con frecuencia, solo cuando estaba cerca de alguien que era gay.

No le molestaba de ninguna manera, de hecho tenía una especie de debilidad por los homosexuales, no estaba seguro del porqué, quizás porque su padre se comportaba como un homofóbico, quizás porque la mayoría de la gente que más detestaba era heterosexual (los que golpeaban mujeres y niños, los violadores, y esos imbéciles arrogantes que pensaban que estaban por encima de la ley). No, no tenía problemas con los gay, le resultaba peculiar que lo afectaran de esa manera pero no pensaba mucho en ello.

Cuando bajó de nuevo de la patrulla, Sorrento llevaba el pequeño aparato para medir el nivel de alcohol de los conductores, se acercó al de cabellos azules y le pareció que una especie de vibra que emitía se había hecho más fuerte, como una sensación de electricidad recorriendo su cuerpo. Lo veía permanecer de pie en forma casual, recargado contra ese vehículo, una pierna delante de la otra, mirándolo intensamente, tanto que se dio cuenta perfectamente que miró su cara y su entrepierna y de nuevo su cara. Resultaba una sensación muy íntima para ser tan nueva. La brisa del océano viajaba alrededor de los dos, y ese aroma de las gardenias trituradas llenaba el ambiente.

—     No me di cuenta que iba tan rápido oficial—decía el de cabellos azules.

—     Sople aquí por favor—dijo el de cabello rosa extendiéndole el pequeño aparato cilíndrico.

—     ¿Cómo debo hacerlo?—preguntaba.

Amablemente el policía lo ayudó y no dejó de mirarlo, se dijo que más que abrió parecía perdido, en su interior.

—     Ponga la boquilla en su boca y sople—indicaba el oficial.

El que se llamaba Kanon no dejó de mirarlo mientras hacía la prueba, cubriendo con sus labios la boquilla removible, el pequeño dispositivo hizo un sonido indicando que era todo, de inmediato lo revisó el oficial y los números contaban una historia, si había bebido pero estaba en el límite de lo legal; en otro momento hubiera hecho un arresto pero no en ese.

—     Muy bien señor Gemelli—le dijo—Puedo citarlo por exceso de velocidad y como conductor imprudente, le importaría decirme porqué llevaba tanta prisa.

—     Yo, solo, solo tuve una mala noche.

Sorrento lo observaba, los ojos parecían enrojecidos, tal vez había llorado, las flores deshechas, podría tratarse de un rompimiento o algo similar.

—     Será mejor que no haga nada que lo empeore—continuaba el oficial.

—     ¿Va a multarme?

—     Está apenas al límite de lo legal en su nivel de alcohol, lo dejaré ir solo con una advertencia esta vez, no estará en su registro, la autopista estaba vacía y solo era peligroso para usted…

—     Gracias.

—     Pero—lanzó cortante con voz firme el joven policía—será mejor que no suceda de nuevo, la próxima vez no tendrá tanta comprensión ¿entendió?

—     Sí, gracias, de verdad aprecio esto oficial…— dijo intentando escuchar una respuesta.

—     Sirenetta—fue la respuesta sin mirarlo terminando con el escrito.

—     ¿Dónde trabaja? Quiero decir ¿en qué estación? ¿Cabo Sunión?

—     Así es.

A pesar de su frialdad al hablar ya había concluido el joven de los ojos rosas que se trataba de un tipo de escapada que podría haber terminado muy mal, algo en esos ojos glaucos parecían inquietos por el pensamiento de poder ir a casa.

—     Que tenga buena noche, maneje con cuidado.

—     Sí, lo haré, gracias.

Diciendo eso el de cabellos azules se puso de nuevo tras el volante y encendió el motor para alejarse pero a menor velocidad, pero al verlo alejarse el de ojos rosas tuvo una especie de impulso, lo último que quería era que esa noche terminara con un accidente trágico. Sus pensamientos resultaron un tanto mezclados hacia ese extraño ¿Cómo sería tener todo ese dinero? ¿Qué podría haberle sucedido para ponerlo en ese estado? Era la primera vez que veía a un hombre con el corazón roto, un gay para ser exactos, que trabajo tan extraño el suyo. Se puso tras el vehículo, siguiéndolo a una distancia moderada, solo necesitaba asegurarse que las cosas iban bien hasta que terminara su turno.

Kanon se dio cuenta que lo seguían, vagamente se dijo que era algo agradable, que alguien se preocupara por él de esa manera, era curioso que fuera ese lindo policía que a pesar de verse más joven y delicado no dejaba de tener agallas en su mirada. Lo había detenido esa noche de entre todas las noches, pensaba aun en ello cuando llegó a una zona exclusiva de la ciudad, ya estaba cerca de su casa. Vio como el otro vehículo paraba primero y después daba vuelta, aparentemente pensaba que estaría bien.

—     Gracias—dijo en voz alta—Probablemente salvaste mi vida.

 

**********

 

Una semana después Sorrento se encontraba en su escritorio en la estación llenando papeleo, no le encantaba pero comprendía que era algo que debía hacerse para hacer que el mundo girara, no había más remedio; justo en ese instante su teléfono comenzó a llamar y de manera descuidada atendió la llamada sin dejar de atender los documentos ante sus ojos.

—     Sorrento Sirenetta—respondió.

—     Oficial, soy Kanon Gemelli.

—     ¿Quién?—preguntó sin reconocerlo.

—     Me detuvo la semana pasada, en la madrugada, iba en un deportivo blanco.

—     Lo recuerdo—respondió sin cambiar el tono de voz— ¿Qué puedo hacer por usted?

—     Solo deseaba darle las gracias, ya sabe, por no infraccionarme.

—     No es necesario que llamara, hacía mi trabajo—pero tuvo una duda— ¿Cómo supo la manera de contactarme?

—     Me dijo que trabajaba en la estación de Cabo Sunion.

—     Es verdad, bien, gracias por su llamada, lo aprecio ¿puedo hacer algo por usted?

Era la manera en que les enseñaban a comportarse en la academia, formal y atento, pero el de cabellos azules llamaba por un motivo en específico.

—     Me preguntaba si vendría a una fiesta que estoy preparando, es para este fin de semana, me gustaría darle las gracias en persona.

—     No es necesario que lo haga.

—     Me gustaría extenderle la invitación de todas maneras ¿Tiene mi dirección verdad? La vio en mi registro.

—     Así es pero…

—     Muy bien, es este sábado a las ocho de la noche, espero verlo.

La llamada se terminó y Sorrento solo se sintió algo perplejo pero regresó a su trabajo, esmerándose en sus reportes aunque no había nada sobresaliente, era más de lo mismo y cuando terminó con eso se quedó pensando, había planeado hacer algo ese fin de semana, tal vez visitar a algún amigo o a su familia, pero la idea de ver de nuevo a Kanon estaba presente también, no lo esperaba.

Como tenía un breve descanso revisó sus cajones para limpiarlos y casi de la nada apareció una fotografía, estaba hasta el fondo y no recordaba que la tuviera ahí, la miró atentamente, era él al lado de una bonita chica rubia, Titis, su ex novia. Habían terminado por una razón o tal vez varias, pero más que nada porque él no quería comprometerse y casarse, la verdad era que ella había estado muy herida cuando llegaron al final, se atrevía a pensar que devastada, habían estado juntos por tres años, incluyendo la idea de vivir juntos, su relación era increíble, esa parte no fue el problema. Pero las cosas se terminaron cuando ella se puso insistente, presionando, impulsándolo a hacer lo que no pensaba siquiera y un buen día le dio un ultimátum.

—     No quiero perder el tiempo en algo que no tiene futuro—le dijo.

—     Es verdad—lanzó él con cierta brutalidad—Yo tampoco creo que lo tenga.

—     ¿Qué estás diciendo?—preguntó ella dolida.

—     Que lo mejor es terminar.

Ella estaba dolida, era la verdad, pero no lo hacía más fácil, que él no pudiera darle mejores respuestas que Terminar es lo mejor, no pudo darle una mejor razón, pensaba en ese asunto de sentar cabeza y demás pero no era algo que quisiera hacer, no terminaba de conocerse a sí mismo, ni siquiera pensaba en salir con otras mujeres, no lo hizo cuando terminó con Titis. Lo que se dijo a si mismo sobre su rompimiento fue corto y conciso: Quiero mantener mis opciones abiertas ¿Qué significaba eso? ¿Abiertas a qué? ¿Qué era lo que quería? Después de terminar con ella no había hecho mucho, solo pensaba, andaba por la playa, se quedaba en cama, no mucho en realidad.

Pensaba mucho en su trabajo, había como pequeños puntos y destellos de todo ello en su mente, de hacer lo que hacía y que solo en un sitio como ese sería posible, pero no era sencillo de todas maneras, necesitaba algo más, quería algo más, pero no había logrado definir qué, se escuchaba tonto pero así era. Pensaba en esas experiencias que no había tenido y que deseaba tener pero no sabía qué experiencias eran esas. Y todo se hacía más intenso cuando, salida de la nada, había llegado a él una invitación de una persona que en definitiva no parecía tener nada que ver con su vida. Era casi como haber estado esperando por ella, deseando que ocurriera pero ¿con un hombre que era gay?

Había hecho un poco de investigación privada en la base de datos de la policía, Kanon Deuterios Gemelli era abogado con práctica privada del tipo que se movía en los círculos artísticos, no de televisión y cine, sino de galerías y exhibiciones y ese tipo de cosas, había imágenes, rumores, pero no existía mucho de él en realidad, lo cual era extraño con un mundo de redes sociales pero parecía no contar con tales cuentas, pero de las imágenes que había de ese hombre sin duda lucía muy glamuroso. Continuó mirando por un largo rato la pantalla de su computador, era casi como si un sentimiento de magia emanara de ese individuo, con esa expresión en su rostro, algunas lo mostraban incluso con un tipo de dicha que él no recordaba haber sentido, pero se trataba de imágenes de cuando era más joven, casi como si no terminara de conocerse a sí mismo. Pensó en el hombre devastado que había detenido en su loca carrera por la autopista, tampoco había conocido por sí mismo ese tipo de desesperación.

—     ¿Por qué no?—se dijo al final.

Estaba intrigado por ese individuo y por su invitación, así que se alistaría para dar una mirada de cerca al mundo de los ricos y famosos, pensando en ello continuaba mirando ese apuesto rostro de las imágenes ante sus ojos, los ojos verdes, los cabellos azules, de verdad era apuesto, pero de pronto sintió como si alguien lo estuviera mirando a él, de forma casi instintiva miró por detrás de su hombro, aunque no había nadie en el lugar.

—     Tengo que darme prisa—se dijo—Tengo una  fiesta.

Con esos planes en mente se iba alistando para mentalmente para estar listo, pensaba que estaría bien ir de fiesta, aunque fuera en una en la que no conocía a nadie, pues realmente no sabía quién era en verdad Kanon.

Después de trabajar toda la mañana en lo administrativo Sorrento se dirigió al gimnasio donde se encontró con varios conocidos quienes lo saludaron y a quienes saludó, le había sido recomendado mantenerse en condición física y lo hacía, un conocido del cuerpo de policía le dijo que iba a ese sitio y él fue, el lugar era bueno, aunque contaba con un aire muy particular. No eran pocos los que aseguraban que ese tipo de lugar era una especie de mercado de sexo, había hombres en su mayoría, aunque también mujeres, y parecía ser cierta esa parte de que no eran pocos los que se enganchaban en un tipo de relación con alguien más. Pero al menos él no pensaba en ello, no estaba interesado sin importar cuantas miradas lo siguieran ni cuantas invitaciones le llegaran, era aburrido en ese sentido.

Pero nada de eso le importaba cuando se trataba de un buen lugar para trabajar, además era conveniente porque no estaba lejos de su departamento, y estaba completamente al tanto de las miradas que lo seguían con su linda apariencia de jovencito que aún conservaba, tenía un cuerpo bien trabajado sin ser extravagante y su rostro de finos rasgos siempre atraía la atención de los demás.

—     Te pareces a tu mamá—le había dicho su padre.

Sin embargo igual le gustaba esa sensación de saber que los demás lo miraban, una especie de poder que podía ejercer de desearlo, era como un punto de orgullo ante su padre, algo que sin duda daría qué pensar y decir a alguien como Folkel Sirenetta. Su padre había sido un excelente policía y había llegado al grado de capitán, lo cual se merecía sin duda, todos los que habían estado bajo su mando lo recordaban como alguien a quien respetar y a quien había sido un orgullo seguir, en cuanto a si mismo era un buen hombre, un padre regular, y en muchos otros aspectos un ciego, y hasta un imbécil. Había muchas cosas que él no había olvidado de su progenitor y que seguían ahí aunque todos en la familia parecían preferir cerrar los ojos y mantenerse callados sobre ello. Su padre era lo que se pensaría como un hombre muy hombre, que gustaba de hacer chistes de mal gusto de homosexuales.

—     ¿Qué dirías de saber que voy a una fiesta donde sin duda hay gays?

Sonrió para sí mismo al pensarlo, si tenía dudas sobre ir a la fiesta se habían desvanecido con eso, estaba listo para ir después de un baño y cambiarse de ropa, tomó su motocicleta y se alistó para ponerse en camino, el casco estaba en su sitio y contaba con combustible suficiente, encendió el motor y se puso en camino al sitio al que debía llegar, podría convivir con la otra mitad y verlos de cerca, sin importar lo que su padre o cualquier otro dijera de ello. Sobre todas las cosas vería a Kanon Gemelli de nuevo.

 

**********

 

Sorrento iba con buena velocidad por la autopista a las ocho, durante el día se trataba de un sitio acalorado, pesado, lleno de ruido y contaminación, pero a esas horas, después del ocaso y conforme caía la noche, se trataba de un sitio casi mágico, sin tiempo, cercano a un sueño, como si una persona pudiera convertirse en uno con la naturaleza. Conforme el sol iba descendiendo por el horizonte y el tránsito disminuía quedaba una increíble sensación de tranquilidad casi como si fuera un desierto. El aire era claro y los colores parecían hacerse más intensos, las luces a la distancia brillaban y parpadeaban de forma vibrante, el cielo pasaba de un tono lavanda y turquesa hacia un azul intenso que se fundía con el océano a la distancia por la costa. De verdad era mágico.

Corriendo en la motocicleta que tanto le gustaba, Sorrento se sentía bien, consideraba que ese vehículo era una mezcla de propiedad, necesidad y juguete y lo que más amaba era que le daba un sentido de poder y libertad. En cuanto logró tener licencia había tomado sus ahorros para comprarse una motocicleta, ir en esos solitarios viajes por la autopista era algo que atesoraba en su interior con todo su corazón. Cuando era un chico, un adolescente fueron esos viajes los que lo ayudaron a escapar de su padre, amaba el sentimiento de control sobre todo ese vehículo, el metal, las luces, el movimiento, esa sensación de cabalgar  pero ir mucho más veloz que nadie, la forma casi erótica en que respondía su cuerpo por tener algo entre sus piernas. Moverse y la independencia de decidir, era fantástico poder manejar una motocicleta, por eso le gustaban esos viajes.

A la distancia del camino pudo observar las casas elegantes y enrejadas, el brillo que emanaba de ellas, sobre todo esa de cristales cromados que parecía llenarlo de una sensación de riesgo y novedad. Se acercó sin inconvenientes, la reja estaba abierta, así que entró encontrando con velocidad un buen sitio para dejar su motocicleta mientras daba una breve pero crítica mirada a otros vehículos que ya estaban ahí, no tantos como pensaba pero supuso (con razón) que no todos los invitados llegaban como él. Se trataba de un buen lugar, moderno, minimalista, de elementos transparentes, había gente por dentro y por fuera con cocteles en las manos o sin nada pero conversando de lo que fuera que les atrajera en esos momentos, incluso alrededor de una piscina de buen tamaño cuya agua reflejaba por dentro el brillo de luces especiales, había llegado al lugar indicado aparentemente.

Estaba quitándose el casco cuando vio a Kanon Gemelli caminando hacia él de manera directa, casi como si lo esperara.

Lo miró con cuidado, con ese ojo crítico que se desarrollaba en los agentes para darse una idea de lo que estaban enfrentando, en ese caso se trataba del mismo hombre que viera días atrás pero se había afeitado y casi como un breve relámpago lo vio sonreír, notó esa aura de glamour que parecía rodearlo en sus fotografías, era un hombre atractivo. Resultaba definitivamente más que guapo, no era sencillamente hermoso, se necesitaría otra palabra para definirlo, con una sutil mezcla de masculinidad y belleza en sus facciones y cualquiera podría pensarlo al verlo, no solo él o al menos eso pensó.

Kanon veía al recién llegado quien aún se mantenía de pie en su motocicleta y sin más se acercó colocando la mano en su hombro.

—     Linda moto—dijo antes que nada.

—     Gracias—respondió Sorrento—Tienes un buen lugar aquí.

—     Sí, me gusta este sitio, me alegra que viniera oficial…

El de cabellos rosas sonrió al extender su mano y estrechar la del otro hombre y solo entonces respondió.

—     Soy Sorrento.

—     Gracias por venir Sorrento, entiendo que esto no debe parecer usual.

—     Me agrada haber venido, este sitio es diferente, gracias por invitarme.

—     De verdad deseo darle las gracias por la otra noche—dijo el de cabello azul acercándose un poco más.

—     No hay problema con eso, además se ve mejor.

Mientras el de ojos violetas no perdía nada de su compostura manteniéndose en su sitio parecía que era el de mirada glauca el que se mostraba un poco inquieto.

—     Fue una mala noche—dijo a modo de final el más alto—pero por favor, entra, toma un trago y relájate.

—     De acuerdo—aceptó el otro.

Notaba que un muy poco tiempo habían pasado la barrera del usted y llegaban al tú, estaba bien por él, además le gustaba la idea de poder relajarse, pero también se dio cuenta mientras avanzaba que el de la familia Gemelli ejercía una leve presión con la mano sobre su espalda; era un toque suave de cierta manera pero también era cálido y excitante, todo su cuerpo parecía sentir la emoción de estar cercanos.

Kanon mantuvo su mano en la parte baja de esa aparentemente delicada espalda mientras guiaba a su invitado al interior, donde había una pequeña multitud alrededor del área del bar, esa pequeña fiesta era bastante grande, la mayoría eran hombres y no tardó en adivinar que gran parte de ellos eran homosexuales, pero no tenía problemas con eso, tampoco con que lo fueran algunas de las invitadas. Lo que se notaba también era que se trataba de personajes encumbrados por alguna razón, un tipo de grupo de ricos, casi se sintió fuera de lugar con sus botas y chaqueta de motociclista, un atuendo que según su padre no le iba.

—     Pareces niña con la ropa de tu hermano mayor—le dijo una vez.

También notó como todos lo miraban por llegar al lado del anfitrión, como preguntándose quién era y qué era lo que hacía ahí, sacando nota, juzgando, haciéndose sus conclusiones, pero se necesitaba más que eso para  hacerlo resbalar. Llegaron al centro de la barra y con sus ojos rosas notó las bandejas con sushi, fruta y varios tipos de comida en pequeñas porciones, como aperitivos, solo estimular la conversación, no comer como fin.

—     ¿Gustas un coctel?—le preguntaba Kanon—O tal vez prefieres una cerveza—agregó con un leve guiño.

—     Lo que sea está bien por mí.

—     Muy bien.

—     ¿Cuál es la ocasión para esta fiesta?—preguntó el de cabello violeta— ¿Se trata de algo especial?

—     No, no realmente, solo es algo por el final el verano—dijo el otro como si no tuviera importancia— ¿Te gusta surfear?

—     Sí, algo, la verdad soy como un tipo de rata de playa, por mucho prefiero nadar, solo eso, alejarme por la costa y no hacer nada más.

—     Deberíamos ir a nadar un día, tendremos unas buenas semanas para hacerlo, pero solo si me prometes llevarme en tu motocicleta alguna vez.

—     ¿Te gustan las motocicletas?

—     Nunca tuve una pero siempre quise probar, me encantaría si me enseñaras a manejar.

—     Bien—fue lo único que dijo.

Sorrento estaba alerta, no estaba del todo convencido sobre lo que estaba ocurriendo ¿Qué buscaba ese hombre? ¿De qué se trataba esa charla realmente? Se sentía algo fuera de órbita en un sitio como ese pero no lo demostraba, no terminaba de comprender lo que sucedía en ese momento.

En ese instante Kanon le extendió su bebida tocando levemente su mano al tomarla.

—     Gracias por venir Sorrento, me alegra que lo hicieras.

Sus miradas se encontraron por un instante pero antes de poder decir algo más un pequeño grupo rodeó al de cabellos azules.

—     Kanon, maldito hijo de puta, pensamos que nos habías olvidado.

Curiosa manera de saludarse, pensó el de ojos rosas, pero solo se mantuvo atento, eran un grupillo de ricachones, del tipo que conocía en su patrullaje, con sus fondos y fideicomisos que les permitirían jamás tener que hacer nada para ser ricos. Además de ricos eran arrogantes, malcriados, y emancipados; no parecían del todo parte de la vida del de ojos verdes aunque actuaban como si lo fueran.

—     No importa si te llevamos ¿verdad?—dijo uno.

Antes de poder hacer o decir nada el joven oficial estaba a solas con su trago mientras Kanon era el centro de atención del pequeño grupo, los observaba con discreción, reían y parecían charlar de una anécdota privada. Había algo con el de cabellos azules, tenía una especie de brillo, de carisma, que emocionaba a los que estaban a su alrededor, su aspecto era atrayente pero había algo más con ese hombre. Como fuera terminó por elegir dar una vuelta, deseaba saber qué tipo de propiedad era esa a final de cuentas, se notaba que incluso en un sitio donde había casas lujosas esa lo era más.

Anduvo un poco por aquí y por allá, admirando el espacio y las pertenencias, pocas pero bien elegidas, del tipo que se han elegido con mucho cuidado, no solo por poder pagarlas sino por algo más, pero también notó que no parecían existir recuerdos familiares en todo ese lugar, pero podrían estar en otro sitio.

Terminó al lado de una puerta que llevaba al patio trasero, buen sitio también, espacioso, pero lo que llamó su atención fueron unas voces, masculinas, y aunque dijeran que no estaban muy centradas en chismorrear intentando ser discretas.

—     ¿Quién es el pimpollo de chaqueta de piel?

—     Supe que un tipo de policía que Kanon trajo—respondió alguien con tono divertido.

—     ¿Qué está haciendo aquí?—indagaba alguien más.

—     ¿Qué creen que haga?—respondió la misma voz—Ya conocen a Kanon, le gusta follarse algo cuando anda depresivo.

—     Oh, es eso—soltó alguien más con voz chillona—Pensaba que lo de Afrodita era solo un chiste de mal gusto.

—     Siempre tan inconveniente, como si no hubiera culos disponibles más cerca.

—     Ya saben cómo es.

Hubo algunas risotadas, medio ebrias, medio despectivas, pero otra voz continuó.

—     ¿Alguien está celoso?

—     Todos sabemos que Afrodita es un chulo, se ha tirado a la mitad de la región norte.

—     Si pero nuestro pequeño Kanon realmente había caído en sus redes.

—     Nuestro pequeño Kanon tiene problemas más grandes con papi, no puedo creer que no lo haya visto, ya va para los treinta ¡supéralo por favor!

—     Solo deseas haber sido tú.

Más risas pesadas pero la charla continuó.

—     Luce candente esta noche—lanzó el primero refiriéndose a Kanon.

—     Él siempre luce candente.

—     ¿Un jodido policía? ¿en serio?

Sorrento no tuvo ánimos para escuchar más, salió al patio y se sintió bien de observar esa deliciosa vista de los alrededores, daba una leve visión del cielo y la playa, la conversación que terminaba de escuchar, a pesar de ser plática de ebrios para él, no dejaba de resultarle interesante y fastidiosa por igual ¿A qué podrían referirse con problemas más grandes con papá? ¿Hablarían de su padre o del tipo de papi que a veces manejaban en las relaciones? Papi ¿Qué tipo de sujeto sería ese Afrodita? ¿Tendría que ver con lo sucedido la noche que detuvo a Kanon?

Pero no necesitaba pensar mucho más en ello.

 

**********

 

Sorrento no pensaba en nada en especial cuando alguien se acercó a él, deseaba hablarle al notar que estaba solo.

—     Es agradable aquí afuera ¿verdad?

Había escuchado a alguien acercarse pero no sintió que fuera un peligro aunque no dejó de sentirse sorprendido cuando vio a la otra persona, cabellos azules, ojos verdes, la misma voz y la misma estatura, podría haber jurado que era Kanon pero había pequeñas diferencias, no era él ¿Quién era entonces?

—     Me agradó el viaje para llegar aquí—respondió cortésmente el de cabellos lilas.

—     ¿Eres policía?

—     Sí, Sorrento Sirenetta y supongo que eres familiar de Kanon.

—     Supones bien, soy su hermano gemelo, Saga, es un placer.

Se estrecharon la mano con amabilidad y el joven policía tuvo la impresión que ese hombre no se encontraba del todo cómodo en ese lugar.

—     Mi hermano me dijo que te había invitado—comentaba Saga mirando hacia la demás gente—Me disculpo por la falta de atención de mi hermano, te vi caminar solo por el lugar, por eso vine.

—     Estoy bien, disfrutaba la vista, además jamás había entrado a una de estas casas, es agradable conocer el otro lado.

—     Eres muy lindo—dijo sonriendo el de cabello azul—Puedo ver porque le gustas a mi hermano.

—     Yo…—le tomó unos segundos decidir qué decir ante eso—Kanon solo deseaba agradecerme por algo menor de la otra noche.

—     Me contó lo que ocurrió, también deseo darte las gracias, mi hermano pudo terminar muy mal.

—     No es asunto mío realmente—comentó con tacto el de los ojos rosas—Pero ¿Está bien? Se veía mal, muy mal.

—     Aún lo está pero no te engañes—le dijo como una advertencia—Necesita estar rodeado  de gente para distraerse de su vida.

—     ¿Cuál es el problema exactamente?

—     Es una historia muy larga ¿no sabes quiénes somos?

—     ¿Debería saberlo?—preguntó con naturalidad.

—     Gemelli ¿nunca escuchaste ese apellido?

El de cabellos rosas agitó la cabeza negando pero de pronto sintió que si le recordaba a algo.

—     Espera ¿tienen algo que ver con petróleo o algo así?

—     Así fue, al principio ¿Industrias Gemelli? ¿Desarrollo Gemelli? Mi padre es dueño de la mitad de las propiedades en este lugar.

—     Es verdad, había escuchado ese nombre, son una de las grandes familias de aquí ¿no es así?

—     Puedes decirlo de esa manera—respondió sonriendo Saga.

El lujoso automóvil de la otra noche tenía perfecto sentido.

—     Veo que tienen una vida diferente a la mía, lejos de mi punto de referencia.

—     Me alegra—dijo el gemelo con calma----Creo que Kanon necesita amigos como tú.

En ese instante ambos miraron hacia el otro lado, observando a Kanon quien parecía estar en medio de una charla divertida, rodeado de admiradores que pasaban el mejor momento de su vida.

—     Me parece que Kanon está bien—dijo Sorrento.

Pero ante eso Saga simplemente dio una sonrisa triste y mirando al joven de ojos rosas le confesó lo que pensaba realmente de toda esa escena alrededor de su gemelo.

—     Todos esos que rodean a mi hermano con unos imbéciles—dijo con cierto dolor—Solo les interesa su dinero o acostarse con él, pero ninguno lo conoce realmente ni les interesa hacerlo.

—     ¿Y tú?

—     De niños solo éramos nosotros dos, crecimos juntos, por eso nadie puede comprender cómo fueron las cosas para los dos, escuchaban nuestro apellido, Gemelli, pero no saben lo que fue la vida con mis padres, nuestra madre era…solo era complicado con ella. Y nuestro padre, tampoco era sencillo con él.

—     ¿Su padre?

—     Sí, Deuterios Gemelli, el señor presidente, desarrollador, filántropo, propietario, emprendedor y todo lo demás, aunque casi nadie incluye que fuera un completo imbécil muchas veces.

—     De verdad se escucha complicado.

Pero pensaba también en su padre al decir esas palabras, sin embargo el de cabellos azules continuó.

—     Pareces una buena persona Sorrento Sirenetta, espero no equivocarme y también espero que le des una oportunidad a mi hermano.

El de cabellos lilas sintió una especie de estremecimiento recorrerle la espalda por lo que asumía ese hombre de ojos verdes pero no se sintió con ánimos de decirle nada que contradijera esa opinión.

—     Kanon parece preocupado por algo.

—     Kanon es como un niñito a veces, uno con problemas de atención, necesita a la gente alrededor cuando se siente frágil, no ha aprendido a manejarse solo por la vida que él mismo elige.

—     ¿Quiénes son todos esos tipos que lo rodean?—preguntaba Sorrento con naturalidad— ¿Acaso no son sus amigos?

—     Esos dos—mencionó con un leve disgusto el de ojos glaucos—El de la derecha es Eo Escila, un artista medio reconocido de galerías pero él se siente el nuevo Van Gogh, el de la izquierda es Baian Cavalluccio Marino, es dueño de varios centros nocturnos. Se creen una especie de círculo del poder homosexual de la ciudad.

—     ¿Son homosexuales?

—     Que odies a las mujeres y creas que humillar a un hombre en el sexo te hace más fuerte que ellos no significa que seas homosexual.

El joven policía lo escuchaba y no estaba seguro de qué decir, en su mente las imágenes de homosexuales parecían idealizadas en comparación a lo que estaba observando y escuchando esa noche.

—     De verdad eres nuevo en todo esto ¿verdad?—decía Saga—Todo es cuestión de imagen con estos tipos, les gusta Kanon porque es guapo y rico desde luego, y lo más seguro es que te odien.

—     ¿Quién es Afrodita?—preguntó haciendo a un lado lo demás.

—     Creo que eso debes preguntárselo a mi hermano—respondió bajando la mirada.

El rostro del de cabellos azules tuvo una expresión que indicaba que sus pensamientos estaban alejándose, y se alejó realmente un segundo después, así que el de cabellos lilas decidió ir por otro trago, y después otro. Dejó de preocuparse mucho de cualquier cosa, prefería disfrutar del ambiente, era un lugar hermoso, las bardas eran altas y estaban rodeados por árboles de jacarandas con sus flores de color lavanda cayendo alrededor y dibujando una alfombra suave y mullida sobre la hierba. Era mejor cuando se combinaba con una esencia de jazmín que lo rodeaba, caso pensó en los aromas de su infancia, tal vez era el momento de alejarse, ya había contemplado el lugar, había visto a la otra mitad y no parecía que tuviera mucho que ofrecer, era mejor emprender la retirada.

Justo en ese momento, como si se diera cuenta de lo que iba a hacer, Kanon dejó lo que estaba haciendo y fue directamente hacia el oficial al que había invitado.

—     Hola, lo lamento, no me dejaban escapar.

—     No te preocupes, parecía que te divertías.

—     Son viejos amigos de la escuela, fueron buenos tiempos.

—     La escuela, si, tu hermano me contaba un poco de ti, parece que tienes toda una historia familiar en este sitio.

El de Sirenetta supo que había tocado un punto sensible por la expresión de dolor en su rostro, así que giró la conversación hacia el de cabello lila.

—     ¿Qué hay de ti Sorrento?

—     Nada en especial, solo trabajo.

—     Debo ser honesto contigo—confesaba el de ojos verdes—Hice esta fiesta para invitarte y conocerte un poco más.

—     ¿En serio?—preguntaba el más joven mirándolo directamente, casi con dureza—Entonces solo debiste invitarme y ya, no hacer todo esto, en realidad me considero una persona privada.

—     No estaba seguro que fueras a aceptar.

—     ¿Y toda esta gente que se supone que es? ¿Una manta de seguridad?

—     Me temo que si—reconoció—Ahora solo deseo que se vayan.

—     Está bien.

—     ¿Podrías quedarte? No tardarán en marcharse, te lo aseguro.

—     Está bien.

—     Necesito jugar un poco más al anfitrión y les sugeriré discretamente que se vayan ¿me esperarás?

Con su mirada color rosa Sorrento se dio cuenta que el tal Eo y ese tal Baian lo observaban con disgusto, eso lo hizo sentirse más seguro.

—     Te espero aquí Kanon.

—     Muy bien.

Antes de alejarse le acarició el brazo una vez más, lo cual provocó una especie de calorcito agradable en el interior del oficial, no quería reconocerlo pero incluso su sexo lo sintió, de la misma manera que tuvo que desviar la mirada para no seguir el movimiento casi hipnótico de ese trasero en movimiento. ¿Qué era lo que estaba haciendo? No tenía ni idea, pero iba a quedarse donde estaba, tenía que admitir para sí mismo, con completa honestidad, que era justamente por eso por lo que había ido esa noche a esa casa, por ninguna ora razón que no fuera estar a solas con Saga Gemelli. Un segundo después de reconocerlo sintió que la sangre corría un poco más aprisa hasta su miembro y unas punzadas luchaban por imponerse, el aroma de las flores alrededor no ayudaban a que se tranquilizara, era erótico, era la verdad. Tal vez estaba en algún tipo de sueño pero se sentía…bien.

¿No era por eso por lo que había terminado con Titis? ¿Por qué buscaba algo nuevo? ¿Algo diferente? Lo que estaba ocurriendo era definitivamente diferente, y condenadamente excitante, no había manera que no se quedara en su lugar, aguardando, había esperado mucho por esa noche y ni siquiera terminaba de darse cuenta de ello.

 

**********

 

Continuará…

 

Notas finales:

Si nada sucede nos leemos la semana entrante.

Espero que les gustara.

Atte. Zion no Bara

 


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