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Expiación por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una nueva trama con una nueva pareja, tenía tiempo que quería subir este fic, espero les guste.

 

Notas del capitulo:

Es una trama por capítulos, este es el primero, deseo que les agrade y/o interese.

 

 

Capítulo I

                                                                                                     

Conocer a la familia era un paso importante, porque no se trataba de su propia familia, sino de la de su pareja, eso lo sabía bien el joven Camus de Acuario, quien no podía evitar cierta sensación de inquietud de estar frente a frente con los parientes de Aiocos de Garuda, quien era su compañero desde hacía unos meses. Mientras viajaba en el lujoso vehículo al lado de ese joven de cabellos y ojos morados se sentía contento e inquieto, el otro le había hablado mucho de sus parientes desde el principio, parecía ser una de esas familias altamente unidas en las que los parientes hacían reuniones y convivencias y estaban juntos ante las dificultades, un clan familiar muy tradicional.

Aparte de eso tenía que tomar en cuenta, lo quisiera o no Camus, que se trataba de una de las familias más importantes del país y la más importante de la ciudad, ese tipo de parentela que verdaderamente influye en la sociedad; conocidos por sus obras filantrópicas, ayuda comunitaria, apoyo político, eran un núcleo de poder e influencia en cualquier lugar en el que pusieran el pie. Coniforme se iban acercando a la antigua y hermosa propiedad el joven de Acuario, con sus largos cabellos azules y sus ojos del mismo color se preguntaba por lo que iba a ser esa noche, al grado que terminó suspirando.

—     Que todo salga bien—pedía mentalmente.

—     ¿Te sucede algo?—le preguntó su compañero.

—     No, no es nada—dijo intentando sonar seguro.

—     No estarás nervioso ¿verdad? Mi familia desea conocerte y quiero que los conozcas, eso es todo.

—     Lo sé, pero no me culpes por sentirme un poco inquieto—le pedía con una sonrisa—Esto es especial.

—     Oye, yo ya conocí a tu familia, y todo salió bien.

—     Pero solo fueron mis primos—declaraba el de ojos azules.

—     Escucha Camus, estás precioso esta noche, me encantas, eres un hombre sin igual y mi familia estará fascinada contigo, no puede ser de otra manera—le decía con una enorme sonrisa.

—     Gracias—terminó aceptando el de cabello azul.

—     Entonces vamos, nos deben estar esperando.

Se acercó para darle un beso en los labios y con eso parecía que todo estaba listo para continuar, el vehículo siguió su marcha y no tardaron en alcanzar la entrada de mármol coronada por su escudo alado donde un atento valet tomó el vehículo y lo llevó a estacionar mientras los dos jóvenes subían los breves escalones y hacían su entrada a la casa. De verdad era grande, una de esas mansiones antiguas en que el espacio parecía tan indispensable como lo que lo iría llenando, el de mirada azulada intentaba acaparar con su vista el lugar pero no era posible, además prefirió sujetar con un poco más de fuerza el brazo del chico a su lado quien le sonrió y lo llevó directamente a un lugar en específico, aunque no sin antes ser interceptado por varias personas que lo reconocían y saludaban con agrado.

—     Él es Camus de Acuario—lo presentaba—Mi pareja.

El de cabello azul se iba sintiendo contento mientras avanzaban hasta que alguien les cerró el paso de manera directa.

—     ¡Ya llegaste!—le dijeron sonriendo—Pensábamos que no ibas a llegar.

—     Nunca haría eso—fue la respuesta—Camus, él es mi primo Minos, Minos, te presento a Camus.

—     Así que es el famoso Camus—decía el otro joven de cabellos plateados y ojos dorados—Mucho gusto, hemos escuchado tanto de ti que solo nos preguntábamos cuando te conoceríamos.

—     Es un placer—dijo el de Acuario.

Se estrecharon la mano con naturalidad y pudieron seguir con su avance aunque con un breve comentario de parte del de ojos dorados.

—     Nuestro abuelo ha preguntado por ti varias veces, lo mejor es que no lo hagas esperar.

—     Vamos con él—fue la respuesta.

Así que la pareja siguió sus pasos y se vieron abordados por escenas similares, de esa manera el joven Acuario conoció a otros de la familia, primos de su compañero, estaba Hades de ojos verdes y cabellos negros, los gemelos Hypnos y Thanatos, quienes singularmente tenían ojos y cabellos dorados y ojos y cabellos plateados respectivamente, y uno de cabellos y ojos dorados de nombre Radamanthys, parecía que todos se llevaban muy bien, pero hasta donde sabían prácticamente habían crecido juntos, así que eran como hermanos, donde Aiocos era el menor. Como fuera terminaron llegando ante la presencia de un caballero ya mayor, quien hizo casi a un lado a todos los demás en cuanto vio aparecer al de cabellos morados.

—     ¡Qué bueno que llegas Aiocos!—lo llamó.

—     No habría faltado abuelo.

De inmediato estaba a su lado y le dio un abrazo afectuoso, parecía que los vínculos familiares eran importantes y sinceros entre ellos, de repente la vista del caballero cayó sobre Camus y de inmediato su compañero se apresuró a presentarlo.

—     Abuelo, él es Camus de Acuario, mi pareja—tomando de la mano al de ojos azules hizo que se acercara—Camus, él es mi abuelo, Cronos de Heinstein.

—     Mucho gusto—dijo el joven.

Por unos segundos sintió la mirada del otro hombre sobre él, no sabía que esperar o qué decir, hasta que el otro sonrió y mirando a su nieto dijo su parecer.

—     No exagerabas cuando nos dijiste que era un encanto.

—     Abuelo—decía medio apenado el de Garuda.

—     Mi nieto se la ha pasado hablando de ti Camus, de lo lindo que eres y lo inteligente que eres y lo fabuloso que eres, creo que no es capaz de dormir sin pensar en ti.

—     Abuelo—advertía el de mirada morada.

—     Estos chicos, les gusta perder el tiempo, siéntete bienvenido Camus, es un placer tenerte en casa.

—     El placer es mío—fue la respuesta más relajada del de Acuario.

Desde ese momento la situación fue menos tensa y más abierta para el de Acuario quien prontamente se vio rodeado por parientes de su compañero y más o menos bombardeado con preguntas sobre su vida y su relación de pareja.

—     ¿Cómo fue que se conocieron?—les preguntaba Hades.

—     Fue mientras se fundaban las escuelas internado para los niños de bajos recursos de las comunidades de Tártaro—les explicaba el de cabellos morados—Camus era uno de los organizadores administrativos.

Era verdad, Camus había pensado que alguien que presidía una organización solamente entregaría un cheque y se presentaría el día de la inauguración pero no fue así, Aiocos estaba ahí, colaboraba con un importante capital y donaba mucho de su tiempo en ayudar también. Lo vio limpiar pisos, acarrear material, preparar comida, conversar amablemente con la demás gente, solicitar apoyos gubernamentales, incluso reír y jugar con algunos de los niños que fueron llegando al sitio para estudiar. Le había llamado mucho la atención su dedicación a esa causa y se hicieron conocidos que continuaron viéndose después de finalizado el proyecto, no se arrepentía de ello, pues el de ojos morados le parecía que no era como nadie que hubiera conocido hasta ese momento en su vida.

Durante el resto de la fiesta Camus de Acuario se sintió bienvenido, admitido y agradablemente apreciado por la familia de Aiocos, había pensado que podrían poner algún tipo de objeción a sus relaciones pues en definitiva no se veía como alguien de ese círculo pero en realidad les gustaba, como le dijo su primo Radamanthys.

—     Nunca habíamos visto a Aiocos tan feliz como contigo.

Eso parecía ser lo más importante, si no bastara el abuelo Cronos tuvo una opinión abierta que dar sobre el de Acuario después de charlar con él un largo rato.

—     Es un chico que me agrada, es inteligente y sabe lo que quiere, ha estudiado y trabajado por su cuenta, se abrió su propio camino en la vida con las armas con las que contaba y lo ha hecho bien.

Así que parecía que todo marchaba bien para la relación de dos jóvenes que estaban sinceramente unidos por un afecto honesto, no había nada de qué preocuparse para continuar adelante en lo que compartían, parecía que nada podría separarlos.

—     Mi familia está encantada contigo Camus—le decía Aiocos en el vehículo.

—     Todos fueron muy agradables conmigo—respondía sonriendo.

Estaban llegando ante el edificio en el que vivía el de ojos azules, así que era el momento de separarse, al menos temporalmente.

—     Llámame cuando llegues a tu casa ¿sí?—le pedía el de cabello azul.

—     Lo haré—prometía el otro.

Se besaron con cariño y el de Acuario descendió del vehículo para despedirse desde la entrada, dejando a su compañero tan solo seguirlo con la mirada, hasta que no vio las luces encendidas de su departamento se fue, pero en el camino de regreso iba pensando en el futuro y en ese futuro Camus era lo que más le importaba. Apenas si se dio cuenta que recorría la distancia hasta llegar a la propiedad de su familia, los invitados ya se habían ido, quedando solo sus parientes que parecían comentar algo abiertamente y se lo hicieron saber.

—     ¿Llevaste a Camus hasta su casa?

—     Lo hice abuelo—fue su respuesta y un poco nervioso agregó— ¿Qué les parece? ¿verdad que es único?

—     Lo es—fue la respuesta de su abuelo y los demás parecían estar de acuerdo con él.

—     He pensado…

—     ¿Qué has pensado?—preguntaba Minos.

—     He pensado que es el indicado—dijo con suavidad.

Los demás solo sonrieron al verlo y su primo Hades le habló directamente.

—     Mejor vete a dormir, te hace falta.

Pero al quedarse solos de nuevo los demás compartieron una mirada benevolente y una sonrisa abierta.

—     De verdad está chalado por ese chico—fue la sentencia de Radamanthys.

Aunque estaban de acuerdo a nadie en la familia le parecía mal, Camus de Acuario sería bienvenido entre ellos.

Aiocos lo pensaba y se sentía seguro de su elección, Camus era el hombre de su vida, antes de acostarse le llamó al de ojos azules y escuchar su voz fue hermoso, así que se dispuso a hacer planes, necesitaba hacerle saber que deseaba que sus destinos fueran los mismos.

 

**********

 

La relación de Camus y Aiocos continuaba adelante sin contratiempos aunque al de Acuario le daba la impresión que a veces su compañero se traía algo entre manos pero no lograba adivinar qué podría ser y de todas maneras se sentía feliz con ese hombre en su vida y era lo más importante en esos momentos. Pero aparte de su relación tenía otros asuntos que atender, como a su propia familia, compuesta por sus primos Saga y Death Mask, y su trabajo, como administrador industrial, que le gustaba por ser una rama interdisciplinaria y emprendedora que laboraba en cualquier tipo de organizaciones, públicas o privadas, con una visión estratégica que permitía integrar al elemento humano en equipos de trabajo efectivos.

Justamente por su trabajo un amigo se había comunicado con él, pues tenía una petición que hacerle.

—     Necesito tu ayuda Camus—le dijo.

Con eso bastó para que fuera a verlo, pues aparte de su amigo le agradaba su labor, la veía como algo muy importante y a lo que muy pocas personas se dedicaban, contaba con una clínica de rehabilitación para personas con diversos tipos de adicciones.

—     Es algo temporal Camus—le explicaba su amigo—Mi administrador se fue prematuramente con una licencia, va a nacer su hijo, es maravilloso pero me quedé estancado con su trabajo y me temo que no sé qué hacer con todo ese papeleo.

—     Déjame echarle un vistazo Dohko.

Dohko de Libra era un hombre agradable, de buen porte físico tenía los ojos verdes y los cabellos castaños rojizos, médico de profesión se había especializado en el trato de adicciones, casi nunca hablaban de su trabajo pero eso era más que nada porque el de cabellos azules no sabía qué decir al respecto. Lo que vio el de Acuario no le pareció grave, la persona anterior era organizada y todo estaba en su sitio, pero era verdad que alguien debía supervisar lo que se fuera presentando, por eso lo habían llamado.

—     Me harías un gran favor si me apoyas con esto Camus.

—     Me gustaría Dohko pero no sé si pueda interactuar con los pacientes.

—     No tienes que hacerlo, tu trabajo será meramente administrativo.

Con esas seguridades el de ojos azules se sintió más tranquilo y supo que podía dar una respuesta afirmativa.

—     Cuenta conmigo Dohko, pasaré cada tercer día a ver qué tal andan las cosas.

—     Muchas gracias Camus, me has salvado. Y ya que has aceptado ¿Cómo va todo en tu vida? ¿Sigues con aquel chico?

—     Si, sigo con Aiocos—dijo sonriendo.

Los amigos se enfrascaron en una charla amable y amena en la oficina del de cabellos rojizos, todo iba bien en la vida del de Acuario, nada podía ser mejor; justo cuando estaban riéndose recordando una cuestión pasada entre ellos apareció alguien más a la puerta, primero lo vio el de ojos azules. Se trataba de un chico de largos cabellos platinados y ojos violetas, excesivamente delgado y con marcas de demacración en el rostro, de no haber sido por eso hubiera sido un chico lindo.

—     Hola—lo saludó.

—     Hola—dijo algo nervioso el de cabello azul.

—     Hola Lune ¿Cómo estás hoy?—lo saludó el de ojos verdes.

—     Sigo aquí doctor, quisiera saber si podré dar un paseo por los jardines.

—     Claro que puedes, después de tu medicamento.

—     Gracias ¿Quién es el?—preguntó directamente.

—     Su nombre es Camus y va a trabajar con nosotros, es administrador, espero que lo hagan sentir bienvenido.

—     Así será, bienvenido Camus.

—     Gracias—murmuró el de ojos azules.

Lo vio alejarse pero no estaba seguro de lo que debía decir sobre esa escena, sin embargo su amigo se le adelantó.

—     Es Lune de Balrog, no te preocupes, es un chico tranquilo,

—     ¿Y por qué está aquí? ¿Por qué necesita permiso para ir a los jardines?

—     No lo necesita, pero lo pide, estuvo en prisión, se acostumbró a pedir autorización para todo.

—     Vaya.

No supo que más decir pero también entendía que ya había aceptado apoyar al de Libra en su labor, al menos él no trataría con los pacientes, le parecía lo mejor así.

De hecho entre su relación, su familia, su trabajo regular y el trabajo de apoyo, Camus se veía intensamente ocupado pero le gustaba, sentía que estaba fincando algo, además a su compañero le gustó escuchar que estaba haciendo algo así como trabajo comunitario, algo que él mismo hacía con mucha frecuencia.

—     Incluso en esto nos parecemos ¿no es increíble?

—     Claro que lo es.

Se dieron un beso con ternura, les gustaba mucho poder estar juntos y seguir adelante en la vida de esa manera.

Aun así Camus de Acuario no estuvo seguro sobre lo que debía hacer cuando en los días que acudía a la clínica se encontraba con alguien, Lune, cuya habitación estaba cerca y parecía tenerle gusto a la ventana que estaba justamente en la oficina del administrador, en ese caso el de cabellos azules. Al principio solo se saludaban solamente, el de ojos violetas lo saludaba y no habría más la boca, tampoco lo hacía el otro, no hasta que un día en que llevaba especialmente prisa el de largo cabello platinado le dijo algo directamente.

—     ¿Te gusta estar aquí Camus?

—     Es un buen sitio—fue su respuesta.

—     Si, el doctor Dohko es bueno, la gente es buena, me pregunto porque en estos sitios es donde está la gente buena, por qué no están afuera en lugar de la mala.

—     No lo sé—dijo el de Acuario sin saber qué más decir.

—     ¿Tienes a alguien Camus? ¿A alguien especial? ¿Alguien que te quiera?

—     Sí.

Pero casi de inmediato el de ojos azules se arrepintió de responder, le habían advertido que los adictos son manipuladores, pensaba que lo mejor era no hacer vínculos, aun así el otro chico continuó.

—     Espero que sea bueno Camus.

En ese instante una alta y fuerte figura hizo su entrada, los dos lo conocían, era parte de la clínica, uno de los enfermeros.

—     Es hora de la merienda Lune, debes estar en el comedor.

—     Pero el sol está bonito a esta hora Aldebarán.

—     Conoces las reglas—le dijo el enfermero cruzando los brazos.

—     Está bien, adiós Camus.

Con eso salió, casi arrastrando los pies, mientras los otros dos lo seguían con la mirada.

—     ¿Te ha molestado Camus?

—     No, no, para nada Aldebarán, solo se viene a sentar en la ventana y no dice nada.

—     Lune es tranquilo, no te preocupes por él, ojala y todos fueran como él en este lugar.

Aldebarán de Tauro era un hombre alto y fuerte, habilidades necesarias cuando se necesitaba controlar a un paciente que se ponía inquieto o violento, pero aparte de eso era un hombre amable de ojos y cabellos negros.

—     ¿Por qué está aquí?—preguntaba Camus sin poderlo evitar—Se ve muy joven para tener tantos problemas.

—     La ha pasado mal—dijo el enfermero—Estuvo en prisión, lo acusaron de negligencia cuando su hijo murió.

—     Que terrible.

—     No pienses mucho en eso, Lune la ha pasado muy mal.

Con un gesto de su mano fue al comedor, necesitaba supervisar que no hubiera problemas, dejando al de cabellos azules en libertad de irse, lo cual hizo con velocidad, tenía una cita con Aiocos.

Cuando se encontraron fue un momento de abierta alegría para los dos, en cuanto se vieron se abrazaron y se besaron, para después subir al automóvil del de cabellos morados con un destino muy definido.

—     Te va a encantar este lugar Camus.

Mientras duraba el viaje el de ojos azules le comentó algunas cuestiones de su trabajo en la clínica, todo parecía ir bien, hasta que le dijo de su encuentro de esa tarde.

—     Me dijeron que es tranquilo.

—     Tal vez no debas preocuparte por eso Camus.

—     Tienes razón—admitió sonriendo.

—     Entonces sigamos con nuestros planes.

Esa noche debía ser especial, así la había planeado el de cabellos morados y su compañero estaba dispuesto a estar a su lado, por eso fueron al teatro, a cenar y al final dieron una caminata por un hermoso sitio, un bosque que contaba con un espejo de agua que casi era un lago, singular sitio para la ciudad pero que era parte de las propiedades de la familia de Aiocos y lo había elegido para algo especial esa noche. Se sentaron juntos sobre una manta que había llevado el de Garuda y siguieron hablando hasta que ambos parecían no poder hacer nada que no fuera contemplar la hermosa luna que los iluminaba, dibujando una oscura palidez de todo cuanto les rodeaba, era perfecto y nada era más perfecto que ese hombre a su lado.

—     De pronto no me dices nada Aiocos ¿Qué sucede?

—     Es solo…—pero terminó agitando la cabeza y lo miró de frente—Deseaba que fuera la escena más perfecta del mundo Camus pero me temo que no soy bueno para esto.

—     ¿Para qué?—preguntaba el otro desconcertado.

—     Camus—dijo y respiró sujetando sus manos con cariño—Quiero casarme contigo Camus.

—     Aiocos—dijo el otro apenas respirando.

—     ¿Y qué me dices? ¿te casas conmigo Camus de Acuario?

—     Sí.

No necesitaron más para abrazarse y besarse de inmediato, los dos se amaban, estaban dando un paso importante para su futuro y se sentían seguros de hacerlo, la vida era hermosa para los dos.

 

**********

 

No se habían soltado después de aceptar el de Acuario la propuesta de matrimonio de su compañero, continuaban sobre la manta cerca del lago, entre una cosa y otra ambos terminaron recostados en la tela, dejándose llevar, no eran ajenos a hacer el amor, ya lo habían hecho, y por lo mismo no veían nada de extraño en hacerlo de nuevo en un momento tan importante.

—     Me gusta estar contigo—decía Aiocos con voz sensual.

Después de eso volvieron a besarse y a estrecharse, las cosas parecían casi mágicas en esos momentos, se gustaban, se querían, iban a hacer una vida juntos, no era poco lo que estaba en sus vidas para ser dichosos, así que seguir adelante no era extraño, tan solo permitían que fuera para que todo continuara ese mismo camino de felicidad. Mientras el de Garuda parecía imponer su presencia con el peso de su cuerpo cobre el de Acuario, el de cabellos azules estaba más entretenido y ocupado acariciando esa espalda y devolviendo con pasión y cariño los besos que le daban, todo comenzaba bien y no había porqué detenerse en ese punto, estaban en un sitio privado, no llegaría nadie ahí, el cielo era hermoso, casi era como si los alrededores conspiraran para que ellos dos fueran felices.

El de cabellos morados desde el primer momento había notado que el de ojos azules era un muchacho guapo de bonita figura, era parte de lo que lo había atraído, pero había más entre los dos, no podía ser solo la atracción física, existía más que eso y le encantaba haber encontrado a alguien así, alguien con quien podía compartir toda su existencia. Para el de Acuario, por otra parte, tampoco había habido alguien como ese hombre de ojos morados, los anteriores, que no eran tantos, parecían tener comparación con ese hombre que lo amaba tanto, alguien que desde el primer momento le mostró una especial deferencia, alguien de verdad especial y único, al estar entre sus brazos no dejaba de sentirse feliz, y excitado, porque ese momento era para más que solo besarse.

Poco a poco las cosas iban llegando a más entre ellos dos, eran hombres jóvenes que se conocían y se gustaban, así que compartían ya ciertos conocimientos sobre ese compañero suyo que tanto significaba en sus vidas; una de las manos de Aiocos se fue moviendo con algo de suavidad pero tenía por destino un sitio bastante bien definido. Camus continuaba besándose con el otro hombre cuando sintió algo sobre su abdomen, una mano que lo acariciaba y comenzaba a buscar sacarle la camisa, con un poco de fuerza lo consiguió, acariciaba su piel con masculina seguridad, le gustaba que lo hiciera, y le gustó aún más cuando empezó a descender y llegaba hasta el filo de sus pantalones. En ese punto, el de Garuda estaba convencido que era algo así como un momento delicado, no podía perder el tiempo pero tampoco darse mucha prisa, debía avanzar en el tiempo exacto para que las cosas salieran bien.

El de mirada azulada se movía sobre la manta, más que los besos y las caricias, la presencia de su compañero lo hacía sentirse necesitado de sus caricias, por eso cuando se pegó con un poco de necesidad extra contra el cuerpo del de mirada morada fue el momento justo para lo que buscaba el joven. Decidido a continuar, Aiocos desabrochó los pantalones de su pareja, el broche cedió con cierta facilidad y la cremallera fue bajada con mayor velocidad aún, dejando el camino libre para buscar algo más y la meta estaba debajo de la suave tela de la ropa interior que acariciaba con calma, sin prisas, pues todo parecía ir perfectamente bien entre ellos. La mano seguía acariciando la tela, hasta que había algo más, se sentía, el tibio sexo del de Acuario respondía a las atenciones y daba señales de estarse elevando con la misma placentera sensualidad que iba apoderándose de su dueño.

Tanto Aiocos como Camus iban dejándose llevar con tranquilidad, no perdían un solo momento ni espacio de la unión de sus cuerpos, además de ir disfrutando la manera en que se unían, la mano del de Garuda se iba haciendo más activa, más aún cuando sintió que la prenda se humedecía un poco y que la excitación de su compañero iba en buen camino, lo mejor era hacer que la ropa interior ya no estuviera de por medio. Aun dándose algunos besos fueron capaces de soltarse, al menos un poco, lo suficiente para ir despejando el camino de la ropa, el de mirada morada desabrochó la camisa de su compañero, le quito el saco y después la camisa, besándolo por el pecho y el cuello, sujetándolo por la nuca y atrayéndolo para imponer un fuerte beso que dejó sin aliento por unos segundos al de Acuario pero fue suficiente para dejarlo completamente en las decididas manos del otro hombre.

Recostándose sobre la misma manta, el de ojos azules se dejaba llevar con suavidad, ya no tenía puestas las zapatillas y sus pantalones estaban abiertos, unos instantes más y sonriendo el de Garuda hizo que la prenda se deslizara por sus largas y bien formadas piernas hasta que solo quedó a un lado, dejando semi desnudo a su dueño bajo la noche. Sonriendo, Camus observó cómo su compañero comenzaba a desvestirse a su vez, dejando ver su torso en unos pocos segundos y haciendo a un lado sus pantalones también, con las zapatillas, para acercarse y acariciarlo por el rostro y comenzar a besarlo de nuevo. Sus cuerpos se sentían muy juntos, unidos, compartiendo su calor, sus piernas se entrelazaron en poco tiempo y se dejaban llevar por el deseo, permitiendo que sus cuerpos se sintieran, se frotaran, sus sexos estaban más animados a cada momento y en poco tiempo ya estaban sus manos muy activas compartiendo la labor de ser amantes.

El de Acuario no pudo sino gemir de placer contra esa boca que no dejaba de besarlo cuando la misma mano que lo acariciara antes apartara un poco de la tela de su ropa interior para comenzar a acariciarlo con sensualidad, haciendo que su sexo se sintiera más cálido y sus caderas respondieran a los deliciosos movimientos que aplicaban sobre su intimidad. El de Garuda había aprendido del cuerpo de su compañero de ojos azules, sabía dónde tocarlo y cómo hacerlo, que le gustara y lo excitara al mismo tiempo, además sabía que ese guapo chico era alguien que sabía responder a la ternura y a la pasión. Haciendo uso de ese conocimiento, la mano del de cabellos morados estaba sobre la corona del delicado sexo, la frotaba con habilidad con los dedos hasta que sintió las primeras señales de su humedad, entonces fue hacia el tronco para acariciarlo y sin más comenzó una dedicada labor para complacerlo.

El cuerpo del de cabellos azules no dejaba de responder con placer a lo que estaban brindándole, no era remilgado ni quisquilloso en el sexo, disfrutaba cuando un compañero era compartido como en esos momentos, incluso en la intimidad los dos se habían entendido muy bien, le gustaba tanto al de mirada azulada que ese hombre que era su pareja fuera atento y sutil en el sexo, nada de dárselas de macho dominante, era alguien compartido y amable que dejaba que el deseo despertara a su propio ritmo. Un animado Aiocos no dejaba de acariciar y atender al de cabellos azules, le gustaba verlo al responder a sus caricias, sentir como movía sus caderas, como lo estrechaba y sus besos se hacían más encendidos por la necesidad de continuar, así que siguió con mayor velocidad tomando su miembro en su mano, frotándolo desde los testículos hasta la corona, guiándolo a que estuviera listo para el siguiente paso.

De hecho el siguiente paso no tardó en ocurrir, los dos lo sabían bien, el de Garuda estaba preparado para ese tipo de situaciones después de la primera vez con el de ojos azules, cuando no tuvieron muchas precauciones de nada, pero aprendieron la lección, no hubo secuelas esa vez pero podía haberlas, era mejor protegerse. Siendo así alcanzó su chaqueta, en el bolsillo interior siempre llevaba protección, solo por si acaso, que bueno porque en esos momentos la iban a necesitar, consiguió los dos pequeños empaques, uno de un preservativo y otro de lubricante, el de lubricante era el más importante en ese instante. Sin esperar mucho se aplicó el transparente producto en los dedos y los guio exactamente al sitio que lo deseaba, la delicada intimidad que se estremeció un poco por el primer contacto pro no iba a ser el último, los dos estaban decididos a ello.

Un dispuesto Camus separaba suavemente sus muslos flexionando sus piernas, dejando a la vista lo que su compañero buscaba, aunque no era tan sencillo debido a la situación, así que cooperativo como era, el de ojos azules se recostó boca abajo con sus brazos cruzados por debajo del pecho, sintiendo la ansiedad previa a lo que vendría. De verdad que a Aiocos le gustaba ese chico, era siempre abierto y dispuesto, más que nada demostraba cuanto confiaba en él incluso en la intimidad, primero lo acarició, tenía bonito trasero, pasó sus manos por las tersas nalgas como si fueran un masaje, después subía por la espalda y volvía a bajar, estrujándolo con deseo, pero no podía demorarse mucho. Siendo así, con decisión, llevó sus dedos lubricados a la delicada entrada que tuvo que descubrir con una de sus manos, presionó con sus dígitos logrando que el de mirada azulada gimiera y sonrió, no iba a aguardar.

Con suavidad los dedos del de mirada morada comenzaron a moverse alrededor de la estrecha entrada, como si coquetearan con la idea, lo acariciaban y después presionaban hasta que se fuera relajando su dueño, ese hermoso cuerpo que se disponía a ser parte de la entrega en el sexo, era fascinante. Los mismos dígitos continuaban con su labor, despacio iban preparando el sitio que ansiaban, rodeaban la estreches a su alcance hasta que pudieron traspasarla con cierto cuidado, moviéndose lentamente, avanzando poco a poco, dejando que el joven de los cabellos azules se sintiera cómodo y más relajado, hasta que fuera lo suficiente para que el paso resultara más sencillo. Camus gemía dulcemente, su cuerpo apenas si se movía pero respondía con naturalidad en el sexo, que lo prepararan con amabilidad, despacio, dándole su tiempo para ajustarse a la situación era agradable, también lo era que no dejaban de besarlo por los hombros y el cuello y que su compañero tampoco dejaba de decirle cuanto lo quería.

Un animado joven de cabellos morados se sintió lo suficientemente listo para seguir, siendo así tomó el segundo empaque y lo abrió con cuidado, se despojó de la ropa interior y se colocó el preservativo con cuidado, después le terminó de quitar la suya a su compañero y los dos compartieron un beso más antes de continuar. El de Garuda se recostó encima del de Acuario, lo hizo con cuidado, separando esas bonitas nalgas con sus manos y asegurándose que su erguido miembro estuviera justamente en el sitio que deseaba y empujó con calma, mordiéndose un labio y encantado de escuchar a su pareja gemir. En unos instantes su turgente sexo estaba en el interior de esa cálida intimidad, el de ojos azules lo recibió con amabilidad, sintiendo esos masculinos brazos rodearlo y estrecharlo, el aliento de su pareja contra su mejilla y sin duda sintió cuando comenzó a moverse en su interior.

Las caderas del de ojos morados comenzaron con su avance, no dejaban de moverse sintiéndose estrujado por esa estrecha intimidad que le daba más placer del que hubiera compartido con nadie, le encantaba ese hombre entre sus brazos, tan apuesto, tan dispuesto, tan naturalmente sensual, no dejaba de sentirse dichoso por haberlo conocido y por poder hacer el amor con él y más aún por saber que sus vidas se unirían. En cuanto al de ojos azules no dejaba de responder al masculino asalto al que lo estaban sometiendo, respiraba algo agitado conforme sentía las embestidas de esas caderas que chocaban contra las suyas, le gustaba ese hombre, no había dudas de ello, incluso en la intimidad le gustaba, por eso no dejaba de disfrutar el sentir ese sexo en su interior, llegando a los sitios más íntimos de su ser y despertando nuevas oleadas de placer y satisfacción.

Los dos hombres continuaban entregándose al placer completo, a la unión de sus cuerpos, dejando que las enclavadas de sus sexos siguieran su sensual rumbo con naturalidad, era el deseo y el placer lo que los guiaba a esas alturas, entregarse a otro ser era un paso importante pero para ellos era completamente natural. El de ojos morados no dejaba de empujar, le gustaba como ese íntimo canal lo estrujaba de manera placentera, mientras que el miembro que se imponía en el de cabellos azules lo complacía hasta hacerlo temblar, unidos eran lo mejor de la vida del otro. Sin separarse apenas de ese chico que tanto quería, el de Garuda hizo más intensas sus penetraciones, encontrando el sitio exacto que deseaba escuchó como el de azules ojos gemía abiertamente y no dejó de embestir en la misma dirección, sabía bien que había localizado la sensible próstata y deseaba que su amor tuviera toda la satisfacción posible de estar entre sus brazos.

Entre sensuales gemidos y masculinas embestidas el de Acuario se dejaba llevar por el placer, no se oponía de ninguna manera, le gustaba sr de Aiocos, le gustaba sentirlo cobre él, lo amaba tanto, no iba a negarle nada y por eso no dudó en colocarse sobre sus manos y rodillas cuando el de Garuda lo instó a hacerlo. En una nueva posición sintió como lo sujetaba por las caderas con seguridad, esas manos que parecían no querer dejarlo ir, las penetraciones se hacían más profundas y continuaban golpeando en la próstata hasta que s voz se hizo aguda, masculinamente aguda, entrecortada, y una mano acariciando de nuevo su sexo lo hacía estremecer. El de cabellos morados no dejaba de moverse, lo quería tanto, ansiaba estar con él y verlo feliz, incluso en el sexo, por eso lo tocaba con sensualidad en el miembro, frotándolo con entusiasmo y pasión por igual.

Los dos amantes se conocían, era maravilloso contar con alguien con quien se entendían en todos los sentidos, sus cuerpos se entregaban más y más a todo el placer que nacía desde sus vientres, lo sentían, esa deliciosa tensión en sus ingles, el temblor de sus músculos, el calor que compartían con soltura, las voces que daban nombrando al oro, todo estaba indicando una sola dirección, la liberación de su placer. Estaban al límite y lo sabían, pero Aiocos no quería parar hasta que el de cabellos azules se sintiera complacido por completo y supo que era así cuando Camus comenzó a decir de manera entrecortada su nombre y finalmente su simiente apareció, tibia y blanquizca, en la mano del de Garuda. Solo entonces, sintiendo como su compañero se relajaba por completo, dio una embestida más y su propia culminación llegó, haciéndolo temblar, pero no por eso se sentía menos complacido.

Al final estaban recostados sobre la manta, completamente desnudos, no les molestaba eso, afortunadamente la noche era cálida, así que podían disfrutar del clima y la luna llena que les permitía seguir hablando de sus planes a futuro, el más importante era casarse, estaban felices de estar juntos.

—     Mi familia está feliz por nuestra relación—le decía Aiocos acariciando el cabello de color azul de su compañero con ternura—ansían que hagamos planes para apoyarnos.

—     ¿Ellos sabían esto?—preguntaba curioso el de ojos azules.

—     Lo adivinaron cuando te conocieron, sabían que eres el indicado.

—     Tú también lo eres—dijo sonriendo el de Acuario.

—     Te amo Camus.

—     Y yo a ti Aiocos.

Se buscaron con la mirada y se besaron, estaban felices ¿Cómo podrían no serlo? Estaban juntos y toda su vida parecía maravillosa, su presente era perfecto y el futuro prometedor…pero ¿y su pasado?

 

**********

 

Camus de Acuario sentía que su vida no podía ir mejor, estaba enamorado de un hombre maravilloso como Aiocos de Garuda, quien lo amaba y le había pedido que se casara con él, estaban en el punto de hacer una existencia común que los uniera y no podía ser más dichoso por ello. Entre los planes que debían tener en mente estaba el hacer todo lo necesario para su matrimonio, casarse no es tan sencillo, hay muchas cosas que atender pero la familia del joven de ojos morados se había mostrado muy activa y al pendiente de lo que pudieran requerir, además no dejaban de apoyarlos para que las cosas marcharan de la mejor manera posible y con velocidad.

—     Quisiera tener tiempo para reservar el Palacio de Artes—comentaba el abuelo Cronos—Pero la lista es de dos años.

—     No importa abuelo—decía Aiocos—Camus y yo deseamos algo familiar, más sencillo para nosotros.

—     Pero eres mi nieto y el primero que se casa—contestaba el caballero—Además con todo lo que nuestra familia ha hecho por ese sitio y esta ciudad bien podemos pedir algunos favores.

—     Prefiero que no se molesten con eso—decía Camus.

—     No, serás de mi familia Camus, haces feliz a mi nieto y eso es todo lo que necesito saber para que tengan una boda única.

Mientras el señor se dedicaba a hacer una lista de las personas con las que hablaría y decía a los demás que apoyaran a la joven pareja, los futuros esposos se dieron unos momentos para hablar en voz baja.

—     Espero que no te moleste Camus, pero mi abuelo está muy entusiasmado con nuestra boda.

—     Lo entiendo Aiocos, pero no me gustaría sentir que ustedes están cargando con todos los gastos.

—     No te preocupes por eso, además estoy de acuerdo en que tú te mereces lo mejor de lo mejor.

—     Aiocos…

—     ¿Qué están murmurando?—les preguntaba Cronos.

—     Hablábamos de la boda abuelo—fue la respuesta del de Garuda.

—     Que mejor y ahora que lo recuerdo, Camus—dijo mirando directamente al de cabellos azules—deseo darte algo.

El de Acuario no estaba seguro de lo que debía hacer pero su prometido le sonrió así que se acercó al caballero y con expresión conmovida tomó una bonita caja de terciopelo azul de dónde sacó lo que parecía una cadena dorada de la que pendía un dije con forma especial, se trataba del escudo alado de la familia.

—     Deseo que te guste Camus—le anunció Cronos.

—     Es muy hermoso, no sé qué decir.

—     Solo úsalo, eres de nuestra familia, y quiero que lo tengas.

—     Gracias, no me lo quitaré por nada—les aseguró con honestidad.

Sin esperar Aiocos fue a su lado y lo ayudó a ponérselo en el cuello, los demás familiares miraban sonrientes la escena, ese chico de Acuario les agradaba, era especial, y hacía feliz a su pariente, no podían pedir más.

—     Qué bueno que están reunidos—decía Minos apareciendo—Miren lo que salió en el diario en la sección de sociales el día de hoy.

Con una sonrisa les mostraba la página, contaba con lo usual, pero además estaba la fotografía de la joven pareja, abrazada.

—     “El joven Aiocos de Garuda de la distinguida familia Heinstein se ha comprometido en matrimonio con el encantador joven Camus de Acuario.”—decía leyendo la nota en voz alta el de Grifo— ¿Qué les parece?

Los demás no tardaron en dar sus comentarios al respecto, no era extraño para su familia hacer ese tipo de cosas y por diversos motivos, después de todo eran ese tipo de personajes que tenían que ver con todo.

—     Solo espero que no empiecen a acosarnos—dijo en broma Aiocos a su compañero—Con un chico tan lindo se debe tener cuidado.

—     Aiocos…

—     A cualquiera que se atreva a meterse con mi familia—dijo con voz estentórea y firme Cronos—Le haré jirones hasta los huesos.

Hablaba muy en serio, lo supo el de ojos azules cuando notó como todos guardaban silencio ante esa declaración.

—     Pero hablemos de cosas más agradables—continuaba el caballero como si nada— ¿Ya han pensado en su luna de miel?

—     Lo hemos hablado—dijo el de Garuda.

Mientras los demás se enfrascaban en otros temas el de cabellos morados prefirió aclararle algo a su compañero.

—     No te preocupes Camus, mi abuelo solo habla de esa manera.

—     Comprendo.

Los planes continuaban, no había por qué no hacerlo, la dicha era la que dominaba todo en sus vidas.

En el trabajo todo marchaba bien también para Camus, no fueron pocos los que vieron su fotografía en los diarios y lo felicitaron por su compromiso, el de cabellos azules se los agradeció, estaba contento con ese aspecto de su vida y sin duda ningún otro lo hacía tan feliz, pero no por eso dejaba de concentrarse en sus responsabilidades. Justamente por eso supo que necesitaba ir con su amigo Dohko, las cosas iban bien en esa parte también, así que no tenía motivos para preocuparse, ninguna nube nublaba su brillante cielo; estacionó su vehículo y fue a la oficina del de Libra, necesitaba entregarle algunos archivos y lo encontró trabajando frente a su computadora.

—     Hola Dohko ¿estás ocupado?

—     No, pasa Camus.

El de cabellos azules entró y de inmediato, en cuanto tuvo los informes en las manos, el de cabellos rojizos supo que deseaba saber algo pues había leído el diario.

—     Así que ¿te casas Camus?

—     Todavía falta, pero si, voy a casarme—dijo sonriendo.

—     Muchas felicidades, de corazón.

—     Gracias Dohko, la verdad es que no me imaginaba casarme pero todo ha sido tan natural y fabuloso que solo puedo sentirme feliz.

Justo en ese instante apareció alguien más en la puerta, se trataba del mismo chico de rasgos demacrados y ojos violetas.

—     Hola Lune—lo saludaba el de Libra.

—     Es hora de mi cita—respondió con voz apagada.

—     Debo dejarte Camus.

—     Entiendo—dijo el de Acuario.

Sin otra palabra se dispuso a salir pero tuvo la idea que ese chico parecía perturbado en ese momento, al mirarlo, como si reconociera algo que le turbaba, para sentir confianza en sí mismo sujetó suavemente el dije que le obsequiara el abuelo de su prometido, no se lo había quitado, tal como lo dijo.

Camus se había dado cuenta que ese chico, Lune, lo miraba mucho, a veces le daba la impresión que iba a decirle algo pero al final se quedaba callado, no lo atemorizaba ni nada por el estilo pero no sabía qué decirle si en verdad se animaba a contarle algo, aunque también tenía la impresión que esos ojos violetas lo miraban todo con melancolía, como pensando en lo que pudo ser y no había sido.

—     A veces los pacientes buscan vincularse con alguien—le había dicho Dohko—Es una forma de sobrellevar las cosas.

Como fuera el de ojos azules solo pensaba en ponerse en camino, no había mucho que hacer ese día por la clínica más allá de los archivos, podía irse, pero antes de hacerlo se cruzó con alguien más en el camino.

—     ¿Nos dejas ya Camus?

—     Hola Aldebarán—lo saludó—No había mucho por hacer hoy.

—     Disfruta tu tarde libre.

—     Sí.

Pero le pareció un poco intranquilo al decir eso.

—     ¿Sucede algo Camus? ¿Hay algún problema?

—     No, no es eso, es solo que vi a Lune, tenía consulta y me dio la impresión que no estaba bien.

—     Con los pacientes es así—decía con calma el de Tauro—A veces tienen días más malos que otros.

—     Pero Lune es muy joven ¿Cómo puede estar en un sitio así? ¿Cómo pudo caer de esta manera?

—     Vida difícil—fue la respuesta—Y algunas cosas más que pasaron, todo fue aún más espinoso para él, hasta donde sé era un chico como cualquier otro, pero tuvo un bebé.

—     ¿Lune tiene un hijo?—preguntaba sorprendido el de Acuario—Se ve muy joven para ser padre.

—     Lo tuvo muy joven, por su edad supongo que fue algo que no planeó.

—     ¿No tenía un compañero?

—     Hasta donde sé no, no hubo nada de eso Camus, pero una vez, en una crisis, dijo algo, que ya era muy malo que te lastimaran pero que era peor aún ver como los demás se salían con la suya.

—     Que terrible—comentó el de ojos azules.

—     No dejes que este ambiente te devore, disfruta de tu tiempo—le deseó con optimismo.

—     Gracias.

Fue todo lo que pudo decir antes de abandonar la clínica, era verdad, era mejor no involucrarse demasiado, necesitaba seguir con su vida, aunque ¿Cuánto tiempo sería eso posible?

 

**********

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Si nada sucede sigo la trama la semana entrante.

Gracias por leer.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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