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Dorado por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una historia de dos partes que deseaba hacer con esta pareja.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les guste.

 

 

 

Capítulo I

 

Para los pueblos pequeños el cotilleo cumple una función más importante que el cotilleo en sí mismo y se trata de la comunicación, sin medios avanzados para que las noticias corrieran hacerlo de boca en boca era lo más sencillo y rápido, así que no fue extraño que las más nuevas noticias ya estuvieran en conocimiento de los del territorio y era una noticia bastante interesante para los lugareños.

—    ¿Ya lo han escuchado?—se detuvo un vecino a preguntar.

—    Si—le respondió otro.

—    Entonces es verdad—decía un tercero.

—    Así es—aseguró el primero—El viudo bonito se casa.

—    ¿Quién lo diría? Después de tantos años.

—    Pero dicen que su familia no está nada contenta.

—    ¿Por qué habrían de estarlo? Con esta boda tendrán que dejar sus bienes en paz y si llegan hijos todo será para ellos.

—    Pero ¿Es cierto lo del novio?

—    ¿Qué?

—    Dicen que es gitano.

—    Es cierto.

Y la noticia seguía corriendo por el lugar mientras todos los vecinos se entretenían en hablar sobre el asunto, uno que no les concernía pero que como siempre de todas maneras estarían comentando hasta el más mínimo detalle.

Era verdad que Shaka de Virgo, viudo desde hacía años, se casaría de nuevo y lo haría con un joven gitano llamado Aioria.

Todo había dado inicio en esta trama varios años atrás…

 

**********

 

El joven de los ojos azules y largos cabellos dorados estaba en la ventana observando hacia el vacío, tan solo podía imaginarse que los días serían iguales desde ese momento para él hasta… hasta… No sabía hasta cuando, era la verdad. Tan solo sabía que ahora era viudo y como tal tenía un papel con el cual cumplir delante de los demás que esperaban al mismo tiempo que se conformaba con ser un hombre cuyo esposo había fallecido unos días atrás.

—    Todo estará bien Shaka, si necesitas algo…—trataba de decirle uno de sus familiares.

—    Estaré bien, gracias—respondió amablemente.

La familia no tardó en retirarse, ahora de verdad estaba solo.

Shaka de Virgo había sido un joven como muchos otros de su época, casado de acuerdo a las necesidades de su familia sin que tuviera nada que ver con la elección, lo habían casado con el señor de Virgo, todo un verdadero señor en definitiva que había hecho de él un caballero respetable y razonablemente rico. Por si mismo provenía de una buena familia con algunos bienes que se consideraba afortunada cuando esa boda se realizó, no había sido por amor pero ambos se habían complementado bastante bien, fue el esposo silencioso y devoto que se había esperado que fuera y su conyugue, bueno, no había sido tan horrible, ambos habían vivido en paz en ese escaso matrimonio que apenas si había durado unos meses, menos de un año.

Mientras su esposo vivió, un hombre con bastantes añitos más y achacoso, lo cuidó con esmero convirtiéndose más en un enfermero que en otra cosa, durante los últimos meses en que la enfermedad del caballero fue aún más penosa lo atendió y veló con afecto infatigable hasta que falleció. En su testamento le dejó todo que sin ser una fortuna era de verdad una buena cantidad que le permitiría vivir sin complicaciones. Pero con la muerte de su conyugue estaba en claro que su esposo tendría que seguir cumpliendo con su papel, no tenía ni un año de casado y ahora estaba viudo, solo, pero no era tan grave después de todo ya que pudo ser peor.

El mismo joven que era de largos cabellos dorados seguía observando por la ventana, distinguía los árboles cambiar de color y el campo cambiar de aspecto, el otoño estaba ahí, pero sintió que no tenía nada que ver con eso, ahora era un viudo y debía vivir como uno. Cerró la ventana, cerró todas las ventanas de la casa de hecho, así permanecerían por mucho tiempo.

Una mañana Shaka de Virgo, el viudo bonito como lo llamaban los de la región, permanecía en su habitación, siempre había sido muy pulcro y en ese momento no era diferente, se había bañado y vestía su luctuoso traje de color oscuro, nada de adornos ni ningún tipo de afeite, lo que más merecía su atención eran sus manos que se podían calificar de una belleza aristocrática y acaso más aún. Esa mañana aparentemente sería como cualquier otra para él y para los de la casa, los pocos sirvientes que tenía y lo apoyaban en sus labores, salió de la habitación y observó sin demasiada atención que el clima estaba cambiando, de nuevo, hacia cinco años que había enviudado, cinco otoños habían pasado desde que perdiera a su esposo y de alguna manera era como si todo siguiera exactamente igual.

—    Buen día señor—lo saludó uno de sus sirvientes.

—    Buen día Camus.

—    ¿Necesita algo?

—    Nada.

Lo vio seguir su camino, iba a la capilla de la casa, como cada mañana.

A Camus, el jefe de su servidumbre y líder de la casa, como a todos en la morada le daba pena que Shaka actuara así, encerrado en ese sitio velando la memoria de un hombre con el que estaría casado pero que no había sido exactamente lo mejor que había podido pasarle, era joven y bien podía rehacer su vida ¿No lo hacían incluso los que ya no eran jóvenes? ¿Por qué no habría de hacerlo él? Sabía tan bien como cualquiera que no eran pocos los que lo habían pretendido pero no aceptaba los galanteos de nadie y ponía a raya a cualquiera que buscara hablarle de amor. Tan solo quedaba esperar, tal vez alguien apareciera que lo hiciera feliz de verdad.

En la soledad de la capilla Shaka oraba, jamás pedía por sí mismo, tan solo rogaba por el descanso del que fuera su esposo y por el bienestar de su familia, cuando terminaba regresaba a su casa, desayunaba de manera bastante frugal y después si el clima no era tan malo daba un paseo para regresar a la casa y leer o coser o bordar, acaso recibir una visita o hacer una, generalmente a su familia, pero nada más, en general llevaba una vida casi monacal en su propio hogar. Las ventanas estaban cerradas desde hacía tanto que no se dio cuenta que el cambio de estación trajo a nuevas personas al lugar, personas que tendrían que ver en una nueva manera de ver la vida.

Por la lejanía del camino se veía una alegre compañía de personas que gustaban de no estar en un solo sitio pero de vez en cuando necesitaban de un solo lugar para tomarse un respiro, aunque no eran bien vistos por muchos otros pues se les asociaba con una manera de vivir reprobable e incluso criminal. Se trataba de gitanos. El pueblo de los gitanos por sí mismo era de andanzas y con creencias y una forma particular de ver la vida pero no por eso eran maleantes, tan solo vivían de una manera que no todos eran capaces de comprender ni de respetar desafortunadamente.

Entre ellos iban algunos que ya eran hombres, hombres jóvenes que gustaban de esa manera de ser o al menos parecían disfrutarlo.

—    Creo que nos estableceremos aquí—decía uno de cabellos verdes que estaba al frente.

Los demás estuvieron de acuerdo y de inmediato se pusieron a trabajar, limpiaban un poco el terreno, reunían leña, daban en general una vuelta por los alrededores, entre ellos iban tres, diferentes entre sí pero habían crecido juntos prácticamente.

—    Qué bonito es este sitio—decía uno de cabellos color lavanda.

—    Con razón Shion quiso que nos detuviéramos aquí—comentó otro de cabellos oscuros.

Pero el tercero de ellos, que tenía el cabello de un singular tono rubio y los ojos verdes no decía nada, tan solo observaba alrededor, los altos árboles que contaban con años de estar en el mismo lugar ¿Cómo sería vivir de esa manera? El no estar de un sitio a otro, el contar con algo estable en la vida.

—    ¿Qué sucede contigo Chrysó?—le preguntaba el de cabello lavanda.

—    No es nada Mu, tan solo pensaba.

—    ¿En qué?

—    Nada en especial, será mejor regresar.

—    No, yo quiero ir al pueblo—decía el de cabello oscuro.

—    Shion no dijo que lo hiciéramos Aldebarán.

—    Por favor Chrysó, igual querrá que alguien lo haga, así le ahorramos tiempo en que lo ordene.

Al de cabellos rubios no terminaba de convencerle ese razonamiento pero sabía que si se oponía los otros dos igual irían y que incluso podrían buscarse un problema, era mejor ir con ellos y vigilarlos.

—    Está bien, iremos al pueblo—dijo el rubio.

Los otros dos fueron entusiastas y como eran buenos en viajar lo eran también en encontrar la dirección que necesitaban y supieron qué camino seguir para ir al pueblo. Mientras avanzaban los tres jóvenes miraban más o menos el paisaje, debían saber qué camino tomar de regreso y cuál sería la salida más sencilla en caso de tener que marcharse velozmente, no sería la primera vez que ocurría algo así pero esperaban que en esa ocasión pudieran descansar un poco.

—    ¿Cómo crees que será este pueblo Mu?

—    No sé Aldebarán, tal vez sea abierto y alegre, incluso puede que estén de fiesta.

—    Hace tiempo que no estamos en una verbena.

—    Y puede que haya chicos bonitos.

Los dos solo se rieron pero el tercero no decía nada, él prefería no meterse en líos y los de hombres eran los que más evitaba, no le gustaba complicarse.

Como fuera llegaron al pueblo y no era exactamente como lo pensaban y no tardaron en saber el tipo de comunidad que era, en las que la alegría brillaba por su ausencia, eso y que de inmediato sintieron las primeras miradas sobre ellos. Sabían bien que había un estigma contra los gitanos y ese era el tipo de comunidad que no se mostraba muy abierta a aceptarlos, acaso con algo de suerte a tolerarlos.

—    Parece que no hay fiesta—dijo Aldebarán.

Caminaron sin problemas, nadie se metió con ellos y ellos no se metieron con nadie, no era tan mala la idea de un reconocimiento pero era mejor regresar.

—    Shion debe estarse preguntando por nosotros, será mejor regresar—mencionó al que llamaban Chrysó.

Los otros dos extrañamente no dijeron nada, tan solo aceptaron con un movimiento así que se pusieron en marcha para reunirse con los suyos y fue cuando vieron a alguien a la distancia, una persona a la que los otros saludaban atentamente  por algunos murmullos entra la gente les llegó la manera en que la llamaban.

—    Es el viudo bonito.

En Mu y Aldebarán eso no tuvo ningún influjo pero el de cabellos rubios al escuchar eso volteó y vio a un joven vestido de negro por completo que subía a una calesa, eso y que notó que en verdad era bonito, lo vio pasar y no pudo dejar de mirarlo pero al final lo mejor era regresar e informar lo que ya sabían: No podían esperar una estancia demasiado larga en ese sitio.

 

**********

 

Shaka había hecho una visita a unos parientes esa mañana, según él todo lo que tuvieran que decirse se había dicho ya, por lo mismo le pareció muy extraño cuando Camus se presentó ante él diciéndole que tenía visitas.

—    Su primo Death Mask está aquí—le informó el joven.

—    Lo recibiré—respondió Shaka dejando su lectura a un lado.

Unos momentos después entraba a la sala de visitas donde ciertamente su pariente lo aguardaba.

—    Death Mask ¿Ha sucedido algo?

—    ¿Es que no lo sabes?—preguntaba el otro hombre.

—    ¿Saber qué? Te vi apenas esta mañana y no me dijiste que ocurriera algo ¿Qué sucede?

—    Hay gitanos en los alrededores—y le dijo eso como si estuviera en peligro de muerte.

—    No he escuchado nada al respecto.

—    Los vieron merodeando en el pueblo este mismo día.

—    No necesitaban venir hasta aquí para decirme eso Death Mask.

—    Dicen que están en tus tierras Shaka.

—    No lo sabía.

—    Tienes que echarlos de inmediato.

—    ¿Por qué?

—    Son gitanos.

Al de largos cabellos dorados no le asombraba que su pariente se expresara de esa manera, había algo en ese hombre de cabellos azules y mirada del mismo color que sin duda lo hacía intolerante a cualquiera que fuera diferente o que simplemente no le gustara o cualquier otra razón.

—    ¿Han causado algún problema Death Mask?

—    Deben irse antes de causarlo.

—    Death Mask…

—    Son ladrones, roban comida y oro, incluso se roban a los niños.

—    Esas son habladurías de la gente ¿acaso ha habido algún robo?

—    Los habrá.

—    Y a cualquiera le resultaría muy sencillo decir que fueron los gitanos los culpables aunque no sea cierto.

—    Si no quieres hacerlo yo lo haré.

—    Son mis tierras Death Mask, yo les hablaré.

A ese hombre de cabellos azules le hubiera encantado que al quedar viudo su primo le dijera “Por favor querido primo hazte cargo de mis bienes” pero no lo había hecho, los manejaba y muy bien sin duda alguna, por eso no permitía intromisiones de sus parientes en nada que concerniera a su patrimonio.

—    ¿Hay algo más que quieras decirme Death Mask?

—    No, eso era todo.

—    Gracias por venir—le dijo suavemente y lo acompañó hasta la puerta—Te aseguro que me haré cargo.

Cuando el otro hombre se fue finalmente pudo tomarse un respiro, a veces lidiar con su familia era un poco cansado pero eran parientes, no podía dejarlos a un lado. Pese a su tranquilidad al manejar la conversación no dejó de pensar en ello, sin duda era mejor aclarar algunas cuestiones con esos inesperados residentes.

—    Necesito mi caballo—dijo.

Rara vez el caballero rubio salía a montar así que les sorprendió un poco la orden a los de la casa pero la cumplieron, con la clase que lo distinguía Shaka montó al caballo y salió de la casa para dirigirse al bosque, necesitaba asegurarse de cómo estaban las cosas realmente en sus dominios.

Mientras tanto en el campamento Shion había escuchado el resultado de la excursión de los otros tres jóvenes.

—    No debieron ir al pueblo—decía Shion.

—    Solo queríamos saber cómo era—respondió Aldebarán.

El líder de ellos, Shion, era un hombre de cabellos verdes y mirada rosa, además era el padre de Mu, y se sentía responsable de los suyos y los llevaba siempre con tranquilidad de un sitio a otro, sabía reconocer un lugar en el que no habría complicaciones de otro y ese sitio no terminaba de convencerle, los pobladores sin duda estaban dispuestos a creer bastantes cosas sin que por ello fueran ciertas.

—    Al menos no ha habido problemas.

Pero al terminar de decir eso se escuchó el ladrido de un perro, señal de que alguien se acercaba.

—    Parece que ya saben de nosotros—decía Shion.

Observaban a quien se acercaba, se trataba de un solo jinete y fue bastante particular a sus ojos que fuera solamente una persona y no una comitiva, lo más sorprendente era que se trataba de un hombre joven, uno que no se mostraba tímido ni asustado y que de paso los sorprendió al ir vestido completamente de luto.

Shaka no había sino intuido el sitio en el que se instalarían, junto al riachuelo, era lo más lógico, conocía bien ese sitio pues era donde acostumbraba pasear para ver la caída del agua y las flores silvestres florecer en la primavera pero como ya era otoñó todo tenía un aspecto café y dorado aunque eso no demeritaba la belleza del lugar. Pero no estaba para admirar el sitio sino para hablar. Sin asustarse de ninguna manera dirigió su montura hacia el frente, todos lo miraban como a la expectativa pero el mismo joven de cabellos rubios lo reconoció, era El viudo bonito, y de cerca se convencía que lo era aún más. Todos los otros lo miraban con expresión de ¿Qué quiere esta persona con nosotros?

—    Buendía—saludó el recién llegado educadamente.

—    Buendía—le respondió Shion saliendo al frente.

—    Me ha sido informado que se habían instalado en este bosque.

—    No hacemos ningún daño, no buscamos problemas.

—    Es mi bosque—indicó el de cabellos dorados—Soy el señor de Virgo.

Shion tuvo que inclinarse educadamente a manera de saludo, no necesitaban buscarse problemas.

—    Me han notificado de su estadía—continuó Shaka—Incluso me han dicho que debo echarlos.

—    Solo queremos descansar un poco, acamparemos unos días aquí y nos iremos antes del invierno.

El joven lo pensaba, era verdad que estaba dispuesto a echarlos pero se estaban mostrando bastante corteses y sin duda buscaban descansar, leía en sus miradas la inquietud por lo que haría y al final no creyó que fueran un inconveniente.

—    No den problemas y podrán quedarse—dijo como una sentencia—Pero si hay una sola queja contra ustedes tendrán que irse.

—    No tendrá quejas—aseguró Shion.

—    Que tengan buen día—les deseó.

Lo despidieron con un saludo, estaba dispuesto a marcharse pero sintió una intensa mirada sobre su persona al grado que le pareció que se ruborizaría pero se controló lo mejor que pudo y se alejó, aunque la misma mirada glauca no dejó de seguirlo conforme su figura desaparecía en la lejanía, lo cual era extraño pues jamás había prestado atención particular a los hombres. Pero ese era especial.

De esa manera quedaron en calidad de vecinos, por decirlo de una forma y sin saber lo que sucedería entre dos personas que no sabían quién era el otro aún pero no por eso no hubo un evento más.

Cuando Shaka regresó a su hogar se ocupó de las cosas que le eran habituales y no hubo problemas con eso, hasta la noche en que de nuevo fue a su habitación y se dispuso a descansar aunque antes de hacerlo prestó atención a un sonido particular, se trataba de música, le llamó la atención algo como eso y con bastante discreción fue a la ventana y apenas dejando un pequeño espacio para observar miró al exterior. Logró distinguir una figura que a la luz de la luna tocaba una cítara pero al terminar con la canción se marchó; se quedó sin saber que pensar de esa escena y al final se durmió.

 

**********

 

En los días siguientes los caminos de Shaka y el joven al que llamaban Chrysó no se cruzaron, después de todo pertenecían a lo que se consideraba ambientes diferentes pero las personas no se unen por lo que los diferencia sino por lo que les es común, como lo era para ellos dos el que les gustara pasear bajo la sombra de los árboles. Así que esa mañana después de orar El viudo bonito tenía decidido dar una vuelta por los alrededores, no donde sabía que estaban instalados sus vecinos sino a otra dirección, dudó por un instante pero se decidió por seguir el sendero del antiguo cobertizo, alguna vez se criaron faisanes para cazarlos pero eso se había terminado cuando su esposo falleció, para el de ojos azules criar un animal para comerlo tenía sentido, era necesario, pero criarlo para matarlo por diversión de ninguna manera le gustaba.

Así que caminaba tranquilamente confiado en que no se encontraría con nadie, después de todo no tenía por qué haber nadie en ese sitio o al menos eso creyó hasta que escuchó a alguien, alguien que hablaba. No estaba seguro sobre lo que debía hacer pero reconoció de inmediato por la ropa entre los árboles a un gitano, el joven le daba la espalda mientras estaba inclinado y no tardó en saber lo que estaba pasando.

—    Ahora estás libre.

En ese justo momento el recién llegado pisó una rama seca y el ruido hizo que el otro volteara, fue así que se vieron por vez primera frente a frente, tan solo se miraban, uno vestido completamente de negro y el otro con su ropa entre vistosa y sobria, al principio no se dijeron nada pero el de ojos glaucos terminó por saludarlo mientras el de cabello dorado se recuperaba.

—    ¿Qué está haciendo?—preguntó Shaka.

—    Liberando a este pequeño—respondieron.

Era verdad, había encontrado una trampa furtiva en la que el animalito, un conejo, había quedado atrapado, no estaba herido pero no podía soltarse, así que él cortó la amarra de su pata para que estuviera libre.

—    A menos que sea una trampa suya—dijo mostrándole al conejito.

—    No, nadie de mi casa coloca trampas, está prohibido—dijo el dueño del lugar en voz baja.

—    Deben ser de un cazador furtivo.

—    Tendré que levantar una denuncia.

Sin embargo no dejaban de mirarse hasta que el de ojos azules sintió que no tenía por qué mirar tanto a un hombre y el de mirada glauca, bueno, no dejaba de mirar a ese hermoso joven.

—    Puedo encargarme de sus trampas—dijo el rubio—Las deshabilitaría para que no cayera otro animal.

—    ¿Por qué lo haría?

—    Para agradecerle, por dejar que nos quedemos.

—    No me deben nada por eso.

—    Aun así me gustaría hacer algo por usted señor.

Shaka no estaba seguro de lo que había sido, la frase, la forma en que lo dijo, que fuera ese joven quien se lo dijera, pero se sintió como un anciano.

—    Mi nombre es Shaka—dijo de pronto.

—    El mío es Aioria—respondió el otro con cordialidad—Aunque todos me llaman Chrysó.

—    ¿Por qué?

—    Entre nosotros significa dorado y por mi color de cabello me han dicho así desde que nací, aunque sin duda a usted le iría mejor ese nombre, sus cabellos son de verdad dorados.

—    Prefiero utilizar los nombres de las personas—respondió el de ojos azules ignorando lo que parecía un halago.

A partir de ese instante fue como si ninguno de los dos supiera que decir, trataban de mirarse pero no se miraban, querían decir algo y no sabían que decir ¿Qué les estaba ocurriendo? Porque no lo sabían, nunca se habían sentido de esa manera, con nadie, en los años de su vida se habían sabido comportar de acuerdo a las circunstancias pero estando delante de esa persona no tenían ni idea de lo que debían hacer.

—    ¿Daba un paseo?—preguntó Aioria de pronto.

—    Si—respondió Shaka.

No era el mejor discurso que podían dar pero sirvió para que pudieran charlar con cierta libertad.

—    ¿Están cómodos aquí? ¿No han tenido problemas?—preguntaba el de cabello dorado.

—    No, es más o menos lo mismo de siempre, la gente nos rehúye y al mismo tiempo les gusta vernos, es así casi siempre.

—    ¿Casi siempre?

—    A veces somos mejor recibidos y a veces nos echan.

—    Debe ser duro vivir de esa manera.

—    Nunca he pensado mucho en eso.

Se quedaron charlando, solamente eso, dos figuras de pie una delante de la otra en el silencio del bosque que se miraban como a hurtadillas y a veces se quedaban contemplando a ese otros ser tan diferente a ellos en todo sentido, porque claramente se sentían quienes eran y al mismo tiempo dejaba  de interesarles, lo que en verdad les quedaba en claro aunque no lo reconocieran era que se trataba de un hombre y otro hombre. Algo que ninguno de los dos se había planteado hasta ese momento en sus vidas, la existencia de alguien más como tal era un asunto medio lejano, desconocido, que no les interesaba, hasta ese momento.

No lo hacían porque Shaka sin más nunca se había visto a sí mismo como un hombre, perteneciendo a una de esas familias en los que el deber de un muchacho era callar y obedecer no tenía ni la menor idea de cómo podía verse a los ojos de un hombre, no sabía que desde que se casara y enviudara había dejado atrás ese aspecto infantil y adolescente, que sus suaves rasgos se habían acentuado de manera bastante grata, que su rostro carecía de ese gesto infantil y había sido suplantado por uno sereno y suave, que su cabello era verdaderamente hermoso y enmarcaba un rostro grácil y varonil, que en resumidas cuentas resultaba un hombre sobradamente atractivo pese a la carencia de adornos y al rígido traje de luto que aún usaba. Y todo eso lo notaba mejor que nadie el joven de los ojos verdes ante él.

De manera similar aunque con mucho más timidez Shaka observaba a Aioria sin tener la menor idea de lo que estaba sucediéndole, que podía ver perfectamente como cualquiera sus ojos glaucos y el cabello en un hermoso tono como el oro viejo, que se veía fuerte, muy ¿Cómo decirlo? Muy hombre. No podía explicarlo, el de ojos azules había tratado con hombres antes pero ninguno como él, todos los demás tenían un aspecto muy refinado, delicado, de manera no muy masculina y él no, se adueñaba de la situación, del lugar, de la charla…y lo dejaba casi sin aliento por saberse tan cerca. A momentos quería sonreír y reírse y ni siquiera tenía idea del porqué, tan solo estaba bien, se sentía increíblemente bien de poder estar a su lado, como si fuera cálido hacerlo, semejante a bañarse bajo los rayos del sol.

—    Todos esos sitios que conoces Aioria—decía el del lugar con suavidad—Debe ser hermoso conocer tanto.

—    En parte lo es—le explicaba.

Ambos sonrieron y después dejaron de mirarse, nunca antes se habían comportado de esa manera y se sentían agitados por no saber qué hacer, no hasta que el de los romaní se dio cuenta de algo.

—    Ya es tarde.

El del lugar no sabía cómo se había dado cuenta de eso pero el otro no tardó en explicarse.

—    La posición del sol, llevamos horas aquí Shaka.

—    No creí que fuera tanto tiempo.

No habían sabido nada del mundo que les rodeaba, tan solo se habían concentrado en estar juntos.

—    Es mejor que regrese a la casa, estarán preocupados por mí Aioria.

—    ¿Quieres que te acompañe?—preguntó como por impulso.

—    Gracias…pero no.

—    Está bien.

—    Entonces…

—    Entonces…

Pero ninguno de los dos se movía.

—    Debo irme—logró decir el de cabellos dorados.

Diciendo eso se dio vuelta para marcharse y eso ojos verdes lo observaron con mucha atención.

—    ¿Podré verte mañana Shaka?—preguntó.

El de mirada azulada se detuvo, sentía que se agitaba pero logró responder.

—    Si quieres.

—    Mañana, aquí mismo.

—    Vendré…si es que puedo.

—    A la misma hora.

—    A la misma hora.

Ya no se miraron pero sabían de alguna manera que el otro estaba sonriendo.

En la casa todos sabían que algo estaba sucediendo, algo que habían esperado pero no pensaban ver, cuando por la mañana prepararon las mismas cosas de siempre pero Shaka le habló a Camus antes de su baño.

—    Camus.

—    Si mi señor.

—    Quiero mi traje listo.

—    Está ya en su cama.

—    No, ese no, quiero otro.

—    ¿Otro?—preguntó sorprendido el sirviente.

—    Si, debo tener otro guardado, saca uno, que sea…que sea bonito.

Sin dar más explicaciones se fue a dar su baño mientras el sirviente de cabellos azules no terminaba de creer que había escuchado bien pero terminó por sonreír, de inmediato se dirigió a los baúles que guardaban la ropa de su joven señor, los que usaba antes de enviudar que jamás habían sido demasiado juveniles pero al menos eran de otro color que no fuera el negro. Siempre los había mantenido listos para cuando se los pidiera y ahora se daba la oportunidad, eligió uno de color violeta que tenía una cintilla bordada de formas irregulares, sencillo en sí mismo pero más alegre que los otros, buscó unos botines que hicieran juego y esperó que la elección fuera la adecuada.

Cuando Shaka entró de nuevo a su recámara encontró todo listo, vio el traje, recordaba que nunca lo había podido utilizar y lo tomó entre sus manos, hacía cinco años que estaba guardado ¿Aun le quedaría? Solo había una manera de saberlo. Se lo puso y al verse delante del espejo no pudo sino sonreír, le quedaba perfectamente, tal vez un poco ajustado de la chaqueta pero nada que no pudiera manejar, terminó de vestirse y como arreglo se puso unos guantes. No estaba seguro del resultado pero se sentía contento.

—    Camus.

Cuando el caballero se presentó escuchó con una sonrisa.

—    Quiero que saques mis trajes, si es necesario que se arreglen lo harás.

—    Muy bien.

Y cuando fue la hora acordada Shaka dijo que iría a dar un paseo, nadie dijo nada en contra pero el resto del tiempo en la casa no podía sino preguntarse porqué finalmente se decidía a dejar el estricto luto que había llevado los últimos cinco años.

Cuando Aioria había regresado el día anterior con los suyos apenas si escuchaba algo de lo que le decían, tenía una expresión extraña, como soñadora con la mirada perdida, nunca antes se había sentido de manera semejante y parecía que lo único que dominaba sus pensamientos era ese encuentro con el mismo joven de los cabellos dorados que anhelaba volver a ver.

Fue por eso que a la mañana siguiente apenas si podía esperar para marcharse, usando lo que consideraba su mejor camisa y caminando por sus pasos anteriores que lo llevarían hasta ese sitio en el que no le importó aguardar, estaba ahí mirando a la distancia esperando por poder verlo, que apareciera de nuevo ante sus ojos y cuando finalmente lo hizo no estaba seguro de si era la misma persona, pero si vestido de luto era hermoso a sus ojos ahora vestido de forma tan sencilla y con ese algo en su expresión que parecía hacerlo brillar le parecía arrebatador, simple y llanamente arrebatador.

—    Viniste—dijo el de ojos glaucos.

—    Dije que lo haría—le respondió el otro joven.

Se miraron y sonrieron, no podía ser de otra manera.

Y fue ahí, bajo la sombra de los árboles mientras caminaban por los alrededores que algo fue surgiendo, floreciendo, algo que ninguno de los dos había vivido antes y los hacía sonreír y sentirse felices, algo que la vida no les había dado hasta ese momento y que estaban descubriendo por su cuenta.

 

**********

 

 

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

Solo por comentar, Chrysó quiere decir dorado en griego.

Si nada sucede la semana entrante subo la segunda parte y el final.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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