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Baseball por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es solo una historia corta con esta pareja, espero que les guste.

 

 

A sus seres queridos les daba gusto que estuvieran juntos, por ambos ciertamente, antes que fueran una pareja suponían que lo de hacer una relación formal no era para ninguno de los dos aunque por diferentes motivos, así que verlos juntos después de todos esos meses, algunas discusiones pero siempre con su reconciliación no dejaba de ser grato para quienes los estimaban. Al reunirse para entrar al sitio al que los habían invitado se iban saludando y comentando algunas cuestiones, la familia y amigos se iban viendo, saludando, mencionaban la ocasión, todo estaba muy bien en ese punto.

—     Así que esos dos se van a comprometer—comentaba uno de sus familiares.

—     ¿No te alegra  Kanon?—preguntaba otro—Sinceramente con el carácter de nuestro primito dudaba que alguien fuera capaz de lidiar con él.

—     Eso es verdad Saga.

Resultaba interesante notar que las dos personas que hablaban se veían idénticas, con sus ojos glaucos y los largos cabellos azules, justamente en ese momento se unía alguien más quien curiosamente también tenía el cabello de color azul.

—     ¿Qué tal? ¿también vinieron a ver lo que parecía improbable?

—     Veo que también te invitaron Death Mask—dijo Saga.

—     Y decidiste venir—mencionó Kanon.

—     Todo por la familia—añadió como si hiciera un brindis.

Mientras continuaban charlando con otros de los invitados, otro grupo se iba reuniendo, pues también fueron invitados.

—     Pensar que hasta hace poco lo llevaba a la escuela—mencionaba un joven castaño.

—     Y yo le enseñaba a batear—comentaba otro de cabellos rubios.

—     Nuestro hermano ha crecido, va a hacer su nueva vida.

—     Está contento, de verdad está feliz, no imaginaba que fuera a comprometerse un día Aioros.

—     Ama a ese chico Aioria, es lo importante.

Vieron a otros familiares que de inmediato estaban a su lado, compartiendo, conversando, haciendo algunos recuerdos nuevos, y no faltaban los amigos por su parte, quienes se mostraban complacidos con estar ahí.

—     Cuando se conocieron no me imaginaba que iban a terminar comprometidos—mencionaba un joven de cabellos largos y negros.

—     Los dos se han comprendido bien, me da gusto por ellos Shiryu—le respondía un muchacho de cabellos rubios.

—     Tan solo necesitamos esperar a que lleguen Hyoga.

—     ¿A qué hora pensarán hacerlo?—preguntaba un castaño con menos humor.

—     Ten paciencia Jabú, llegarán a tiempo.

De hecho era por estar esperando por la joven pareja que todos los presentes estaban ahí, era un motivo importante, aunque no dejaba de ser un tanto singular ver a todas esas personas tan elegantemente vestidas, con los arreglos florales, los centros de mesa, la comida, el servicio preparado para dar inicio. No era un lugar en el que se esperaba ver eso definitivamente pero era lo que ellos habían elegido.

—     Muy bien, todo está listo.

El que hablaba por una especie de radio comunicador en ese instante era un caballero de cabellos verdes quien estaba encargado de todo el evento y nada escapaba a su ojo avizor, justo en ese momento le habían comunicado lo que esperaban que sucediera y era el momento de tener todo en marcha.

—     Muy bien, por favor, presten atención—dijo llamando a los invitados—Como deben recordar soy Shion de Aries, soy el planificador, me acaban de informar que los jóvenes están listos, todos deben ir a sus sitios designados con anterioridad.

No hubo problemas con eso, las personas sabían bien cuál era su sitio y dos figuras se colocaron de pie a cada lado de una alfombra roja que llevaba hasta un pabellón donde un juez de paz los esperaba. Los dos invitados, quienes eran familiares de aquellos a quienes esperaban, se saludaron con cortesía, sonreían pues se conocían y estaban muy complacidos con su parte en esa ceremonia.

—     Debo decirte que me siento feliz que tu hermano sea parte de mi familia—decía un  elegante caballero de cabellos castaños, llamado Dohko.

—     Yo también estoy contento—respondía alguien mucho más joven de cabellos verdes de nombre Shun—Su hijo es como otro hermano para mí.

—     Estamos listos—interrumpía Shion.

Una pareja venía en la misma dirección, vestidos de etiqueta, de inmediato tomaron sus sitios, uno fuerte de cabellos azules al lado del joven Shun, quien era su hermano menor, pero cumpliría ese día con ese papel a petición suya, pues habían perdido a sus padres siendo más jóvenes. El otro, un sonriente castaño de mirada parda miró a su progenitor con afabilidad, sin duda era un momento muy importante en sus jóvenes vidas. Esperaron tres segundos para tomarse del brazo y comenzaron a caminar al mismo tiempo por la alfombra bajo sus pies, siguiendo el ritmo de la conocida composición de Mendelssohn*, aunque interpretada por el muy conocido sonido de un órgano que se toca siempre en los partidos del juego del diamante**, con la complaciente mirada de todos los presentes que estaban contentos por ellos.

Al quedar delante del juez las primeras palabras del caballero fueron directas.

—     No hay ocasiones más alegres que aquellas en que vemos a quienes se aman unir sus vidas.

Aunque siempre hay alguien que tiene algo que decir de un evento de ese tipo, y lo dijo a su vecino mientras hablaban en voz baja.

—     Que alegría verlos juntos—dijo uno.

—     Si…

—     ¿Qué, no te parece?

—     Claro que me alegra—dijo de inmediato en murmullos—Pero ¿Por qué tenían que hacer su boda aquí?

—     Ya sabes cómo son los chicos de ahora.

—     Estamos en un campo de baseball.

Era cierto, se trataba de un campo de juego de baseball, pero era justamente lo que la joven pareja de Ikki y Seiya habían deseado, pues ese sitio significaba mucho para ellos, ahí se habían conocido, ahí se gustaron y ahí…bueno…algo más.

Ese algo mas era que en ese sitio hicieron el amor por primera vez.

Todo había iniciado tiempo atrás, cuando ambos jóvenes se habían conocido mientras practicaban su deporte favorito, baseball.

 

**********

 

Ikki permanecía distante en la primera base, se podía confiar en cualquier posición en que estuviera, se trataba de un excelente jugador, había logrado evadir que lo dejaran fuera y evadió exitosamente al jugador del otro equipo  por lo que ahora podía salvaguardar su sitio, incluso había público que parecía disfrutar de ver el juego. En ese tiempo ya se habían dado por vencidos todos los que habían hecho un esfuerzo para intimidarlo con las típicas charlas de deporte, el joven de los cabellos azules jugaba su posición perfectamente  y nunca había dado motivos de queja. No era alguien frío, solo se mantenía imperturbable y los demás optaban por dejarlo  solo, aunque nada de eso evitaba que sus ojos grises se mantuvieran muy atentos al chico que tenía su turno al bate, no era la primera vez que se veían, y lo recordaba perfectamente de sus  encuentros anteriores.

El joven que tomaba la pieza larga de madera era castaño con unos brillantes ojos pardos, y se veía increíblemente bien con ese uniforme en color blanco con líneas en tono bronce, tenía una gracia muy especial para moverse y esa brillante sonrisa en su rostro parecía que nunca se apagaba. No pudo escuchar lo que decía y le decían los otros de su equipo, pero sin duda ese muchacho estaba muy cómodo con lo que le rodeaba, intercambiando bromas con sus compañeros e incluso con otros del equipo contrario. El joven de los cabellos azules no podía sino envidiar esa sencilla y alegre camaradería que él jamás había sido capaz de dominar, y tampoco dejaba de notar que ese castaño tenía un cuerpo increíble, al menos para él era exactamente del tipo que le gustaban, delgados pero bien delineados y sin duda flexibles.

Vio al de mirada parda llegar a su sitio, silenciosamente el de cabellos azules esperaba poder detenerlo en la primera base, así podría admirar más a ese chico, necesitó concentrarse para dejar a un lado lo que le hacía sentir ese muchacho para concentrarse en el juego nuevamente, necesitaba estar alerta.

El pitcher daba sus indicaciones, el bateador estaba en su sitio, la pelota fue lanzada y fue golpeada con presteza haciendo que volara hacia el centro del campo, Ikki se relajó levemente, en esa situación no había nada que pudiera hacer, la pelota estaba más allá de su alcance. El castaño corrió a la primera base, corriendo velozmente; esos ojos pardos se aproximaban con velocidad, casi como si temiera no conseguirlo, lo cual era imposible dadas las circunstancias. Pero el juego seguía y era evidente que por el momento no podría avanzar de ese sitio, pero el de mirada gris no se quejaba, podía verlo de cerca, al menos por unos momentos. Lo conocía de vista, incluso sabía su nombre, pero no se había dado la oportunidad de convivir hasta ese momento.

El de cabellos castaños corrió con facilidad a la primera base, apenas agitándose, y se quedó mirando por completo los ojos grises más intensos que hubiera visto en su vida, ese chico en la primera base era fuerte, apuesto y silenciosamente delicioso, el joven Seiya, pues ese era su nombre, había notado eso con anterioridad, cuando sus equipos se habían enfrentado antes, su cuerpo sin duda lo había notado perfectamente. Le dio una mirada con sus castaños ojos procurando ser discreto pero necesitaba centrar su atención en el juego, necesitaban centrarse en el siguiente bateador…aunque no por eso no iba a hacer algo al respecto, pues le sonrió el de cabellos azules.

—     Hola—le dijo.

Pero no le dio tiempo para una respuesta, sino que se dedicó a observar la jugada, colocándose en posición para salir corriendo de ser necesario.

Ikki sabía que necesitaba dar una respuesta, no podía dejar de mirarlo.

—     Hola—respondió.

El de ojos pardos notaba que se estaba discutiendo una cuestión, lo cual les daba un poco de tiempo, miró suavemente al de ojos grises y con esa expresión sonriente tan suya decidió decir algo más.

—     Me gusta jugar con ustedes, siempre dan un buen juego.

—     Igual que ustedes—fue su respuesta.

En ese momento Ikki intentaba descubrir qué decirle a ese muchacho, no era una plática banal, no quería que lo fuera, algo en ese chico siempre capturaba su atención y algo de sus hormonas pues estaba muy dispuesto a hacer cualquier movimiento que le permitiera tenerlo entre sus brazos, pero esa mirada fija en él no le facilitaba pensar.

Por su parte Seiya no evitaba que su mirada viajara por esos bien construidos bíceps, tal vez los miraba más de lo que debería, pero al voltear se dio cuenta que fuera lo que fuera que estuvieran conferenciando continuaba, así que había algo más de tiempo. Se sentía agudamente al tanto de ese apuesto muchacho tan cerca en ese momento, no podía evadir que se había quedado pensando en él en el pasado, porque ese uniforme no dejaba mucho a la imaginación, se podía ver perfectamente ese bien formado cuerpo, de músculos marcados, como le gustaban.

Con eso en la mente de ambos jóvenes se esforzaban para mantenerse tranquilos pero no era sencillo cuando estaban tan cerca, había un sentido de la atracción mutuo entre esos dos chicos que estaban tan cercanos en ese instante pero hasta el momento no habían podido hacer nada al respecto. Su mente no estaba en el juego, no como debería, sus hormonas se estaban dando un festín por sentir la presencia de ese joven a tan solo un paso de distancia, sinceramente lo último en lo que estaban pensando era en seguir con el partido de baseball. Era necesario que se concentraran, que sus pensamientos se centraran en el encuentro, las jugadas continuaron y tuvieron que separarse. Lo cual fue bastante bueno antes que sus cuerpos los traicionaran, esos pantalones de los uniformes eran entallados y no ocultaban mucho.

El resto del juego pasó sin incidentes notables, se dieron jugadas, se lanzaban pelotas, se movían los bates, se corría y se atrapaba, se hizo la última jugada de lo que había sido un juego muy reñido y fue el equipo del de cabellos azules  el que realizó el último punto, ganando el encuentro definitivamente. Los dos equipos fueron a felicitarse y daban algunos comentarios, pero ya no se dio la oportunidad que los dos jóvenes conversaran a solas como en la primera base; parecía que sería todo cuando los siguientes equipos programados empezaron a tomar su sitio y los demás fueron a los vestidores. El juego dio inicio casi de inmediato y ya no había nada más que hacer que seguir con sus planes a corto plazo y nada de sus fantasías.

No había sido todo por esa vez, para nada, el de ojos grises se había apartado un poco de sus compañeros con la esperanza de lograr ver de nuevo al encantador castaño pero no lo consiguió, de hecho ni siquiera logró ubicarlo entre los de su equipo, pero supuso que sus compañeros más altos lo cubrían. Los vestidores del otro equipo estaban del otro lado del edificio, así que Ikki se decidió a dar una pequeña caminata por el lugar ¿Quién sabía? Tal vez si se esforzaba un poco pudiera acercarse al de ojos pardos de nuevo y hacer algo más que suspirar a lo lejos pues sin duda estaría en sus sueños esa noche.

Los vestidores estaban justamente detrás del campo de juego, para alcanzar el otro lado Ikki sabía que el camino más directo era ir por debajo de las gradas, deseaba darse prisa y acortó todo lo que pudo el camino. Era un poco extraño el caminar debajo de esas centenas de personas que estaban gritando y animando a los equipos que jugaban en ese instante, pero si lograba ver de nuevo a ese encantador castaño que le gustaba, porque le gustaba, le parecía que bien lo valía, aunque no lograba evadirse de una sensación de inquietud, haberlo tenido tan cerca y ver lo bien que le quedaba y se le entallaba ese uniforme lo había dejado con una sensación de estar… estar… estar…

—     Caliente—se dijo a sí mismo.

Si, bueno, estaba medio excitado pero lo podía controlar o al menos eso pensaba (y esperaba) además de poder ver de nuevo al de ojos pardos. Así que lo mejor era poner atención al sitio en el que estaba pisando, no necesitaba ningún tipo de contratiempo por andar en ese sitio, y fue capaz de darse cuenta que alguien estaba a unos pasos de distancia ¿Quién andaría en ese sitio? ¡No podía ser posible! ¡Era él!

Seiya se decía a si mismo que no era muy inteligente lo que estaba haciendo, de hecho le parecía tonto, pero tan pronto como había distinguido hacia donde iba ese atractivo muchacho de cabellos azules se dijo que debía ir a su lado y no dejar pasar la oportunidad. Por eso logró apartarse de sus propios compañeros cuando se dijo que podía ir en busca de lo que sin duda era una oportunidad, quería verlo una vez más ¿Quién sabía? Podría ser que incluso resultara en algo más, aunque aún no sabía lo que sería ese algo más pues no había hecho algo así antes, hasta hacía poco tiempo ni siquiera les había dicho a sus cercanos que le gustaban los chicos. Sin embargo, algo acerca de ese silencioso muchacho hacía que sus sentidos complotaran para evadir que pensara como lo hacía por lo regular. Se había deslizado por debajo de las gradas porque calculaba que era el camino más corto pero no tardó en darse cuenta que no estaba solo en ese lugar.

Los dos jóvenes sr quedaron mirando uno al otro, apenas a un par de metros uno del otro por debajo de las gradas, las cuales estaban llenas y por la forma en que estaban gritando parecía que estaban bastante emocionados, pero entre ellos no tenían idea de que hacer en ese instante pero algo debían hacer.

—     Hola—decía algo apurado el de cabellos castaños pero procurando que no se le notara—Parece que siempre nos encontramos con velocidad.

El de mirada parda intentaba escucharse como si tan solo fuera una broma, la situación ya era suficientemente extraña, y él siempre intentaba hacer que la gente se sintiera cómoda, era su naturaleza.

Pero parecía que había causado el efecto opuesto pues el otro joven parecía estar incomodo con la situación por la manera en que permanecía sin moverse.

—     Eso parece—logró decir el de mirada gris.

—     Está bien—le respondió intentando aliviar la situación.

Aunque para esos momentos el joven de los castaños cabellos necesitaba tranquilizarse, había ido tras él, había estado pensando en él, y no había manera entre la cercanía y la sorpresa que su cuerpo no respondiera, al grado que sintió que se sonrojaba y que su entrepierna estaba más animada de lo que debería. No fue de ayuda que se diera cuenta que el de mirada gris tenía puesta sus pupilas justamente en ese sitio que insistía en no hacer caso a sus deseos de no darse a notar.

—     Yo…yo…

Pero no encontraba las palabras para salir de esa, intentó cubrir lo que en ese momento era su vergüenza con las manos y de inmediato pensó en salir corriendo pero no lo hizo; no podía escaparse cuando se dio cuenta que el otro joven tenía un problema bastante similar al suyo, así que los dos sentían lo mismo en el mismo momento, vaya sorpresa que podía dar la vida aun debajo de unas gradas de campo de juego.

Seiya respiró con profundidad y levantó la mirada buscando el rostro del de ojos grises que tanto le gustaban, de hecho sus miradas se encontraron de forma directa, aunque en un primer momento ninguno de los dos decía nada; sin embargo el castaño era conocido por los suyos por su incapacidad de medir riesgos en algunas situaciones y esa fue una de esas ocasiones. Las precauciones se fueron por la ventana, no estaba seguro de si iba a tener otra oportunidad, ese chico le había gustado desde la primera vez que se vieron en un juego, necesitaba dar un paso adelante.

—     Tienes unos ojos increíbles—le dijo suavemente.

Era lo primero que le vino a la mente, no era lo mejor de su repertorio pero con el de cabellos azules mirándolo no estaba seguro siquiera si estaba pisando el suelo. El de cabellos azules por su parte intentaba concentrarse en una respuesta y tan solo atinó a decir una línea, lo primero que salió de su boca.

—     Tienes…bonito cabello.

¿Pudo decir algo más simplón? Se dio un segundo antes de obtener una respuesta que afortunadamente vino acompañada de una sonrisa en el lindo rostro del otro muchacho.

—     Gracias—dijo—Yo soy Seiya.

—     Lo sé, soy Ikki.

—     Lo sé.

Se dieron la mano, no vieron ningún sentido para explicar que lo sabían, alguna vez habían escuchado el nombre del otro por labios de otra persona, se habían saludado de manera informal e incluso se dijeron un par de palabras entre juegos, pero esa era la primera vez que charlaban de forma directa y a solas.

Se estrecharon la mano con camaradería aunque no pudieron evitar esa sensación de no querer dejarla ir, tal vez por eso se quedaron mirando de nuevo, lo que siguió a continuación ninguno de los dos lo había experimentado, de verdad, nunca se habían comportado de esa manera pero ese hombre ante ellos los hacía comportarse de formas que jamás habían esperado. Hasta ese momento cuando estaba con alguien se decían que necesitaban tiempo, saber algo más de la otra persona, sentir un tipo de vínculo pero todo eso estaba volando por los aires cuando tenían tan cerca a esa persona que hacía que su sentido común se apagara.

Apenas sin darse cuenta ya habían dado los pasos que aún quedaban entre los dos, haciendo que sus cuerpos quedaran muy cerca, tan cerca que sus ojos brillaban con intensidad, Seiya se mordió el labio inferior e Ikki lo estrechó por la cintura sin aguardar, necesitaban respirar y desnudarse…es decir, pensar, si, necesitaban pensar.

—     Seiya…yo…

Eso de pensar estaba sobrevalorado, el castaño lo dejó muy en claro cuando buscó esos labios que lo habían hecho fantasear en el pasado, para esos momentos, mientras compartían lo que sería su primer beso, ninguno de los dos estaba ya para pensar o meditar o poner distancia o lo que fuera entre los dos, para nada. El de ojos pardos no impedía de ninguna manera que ese fuerte chic que lo sostenía entre sus brazos lo acariciara y lo besara, podía sentir esos fuertes brazos estrecharlo con intensidad, ese calor que provenía del otro, la manera tan segura en que no dejaba de acariciarlo con sus labios, de verdad que ese muchacho era intenso a pesar de su silencio y su alejamiento.

Seiya se sentía bien, increíblemente bien, por eso no se estaba resistiendo, por el contrario, cooperaba con lo que estaba sucediendo, no dejó de pegar su cuerpo contra el de Ikki para sentir esos músculos contra sí mismo, y no podía obviar sentir su erección elevándose más a cada instante. Su corazón latía aprisa, casi al mismo ritmo que esos labios que tomaban su boca como si bebieran de ellos, no terminaba de creer que estaba haciendo lo que hacía, justo debajo de las gradas llenas de gente, pero se sentía tan bien que no pensaba en detenerse, así que no se opuso a abrir su boca y empezar a hacer que su lengua buscara la del de ojos grises y sin más comenzaran a moverse, a juguetear, a combatir. Sin pensárselo dos veces rodeó con sus flexibles brazos esa masculina espalda, aprisionando esos  fuertes músculos que lo sostenían y que lo incitaban a apretar más su cuerpo contra el del otro joven.

Los dos jóvenes se iban sintiendo arrollados por experimentar lo que vivían con ese chico tan cerca, sus cuerpos parecían comunicarse de una manera que no lograban las palabras, demostrando estar de acuerdo, diciendo lo mucho que les gustaba, expresando lo que habían sentido desde tiempo atrás, que ahora que la oportunidad había llegado no iban a dejarla pasar. La necesidad que nacía con ese calor desde sus entrañas iba en escalada con las poderosas hormonas mostraban su alcance sin perder un segundo apropiándose de todo su mundo; las manos parecían en una carrera para ver cuáles eran más hábiles conociendo ese cuerpo, aumentando la intensidad del flujo sanguíneo que iba llenando sus sexos, se tocaban casi de manera desesperada.

La inmediatez del momento era más importante que nada de todo lo que los rodeaba o los esperara más allá de ese sitio, la lujuria aumentaba entre sus juveniles cuerpos mientras continuaban explorándose, prontamente estaban respirando con cierta dificultad y ya la ropa estorbaba con esa insistencia de encerrar sus miembros. Habían estado con otra persona, pero lo de ese momento los superaba, sentían toda esa sensualidad correr entre ambos como una marejada, llenándolos de un calor que por momentos los dejaba casi sin respirar, sus músculos se tensaban e incluso sus pezones se habían erguido con una velocidad que no comprendían. Sin embargo todo era casi irreal, no parecía posible pero ahí estaban los dos, dejándose dominar por una fuerza que no se hubieran imaginado que los uniría un día.

 

**********

 

Tuvieron que darse una pausa, un instante para respirar y notar un poco de lo que les rodeaba, de lo que estaban haciendo, fue el de mirada gris quien llevó sus manos a la camisa del uniforme del castaño,  estaba muy dispuesto a apartarla de su camino sin explicar ni pedir nada, pero como por accidente sus ojos encontraron el rostro de ese encantador muchacho castaño y algo de cordura llegó a él.

—     Seiya—murmuró—Eres tan hermoso…muy hermoso…pero dime, dime por favor ¿quieres que siga?

Al final su voz tuvo una nota aguda que no lograba reconocer en sí mismo pero no podía evitarlo, sus manos casi temblaban pero tampoco quería dar por hecho nada, había aprendido que besos y caricias apasionadas no significaban que se pudiera llegar a entrar en el cuerpo de otro, al menos él era muy capaz de dejárselo en claro a alguien que creyera que podía meterse a sus pantalones solo por pasar debajo de la ropa.

Se le notaba que no estaba seguro y que dudaba, el castaño que no se sentía particularmente contento con que se detuviera se daba cuenta que estaban en un punto de escape, si deseaba detenerse era el momento, le daba esa opción, sin embargo no quería detenerse. Para demostrar su punto llevó ambas manos por encima de los hombros hasta el cabello azul donde hundió sus dedos haciendo que sus miradas brillaran, estaban muy cerca, tan cerca, y lo besó con sensualidad en la boca, declarando cuan de acuerdo estaba con la situación, y con continuar. Ikki gemía suavemente ante cada caricia, el calor de la pasión lo llenaba de otra manera, sabía bien que solo el joven de mirada parda podría saciarlo, así que no aguardó para volver a estrecharlo y sin más ambos se hundieron en ese beso que los perdía en el otro.

Prontamente continuaban con más de su exploración, no podían tener suficiente de sus caricias, de sentirse unidos, el de ojos grises no aguardó para llevar las manos a la camisa del otro, apenas si se dio dos segundos para comenzar a levantarla, la quería fuera de su camino, dejando en claro lo que quería. Pero también el de cabellos castaños lo haría, ya que sus manos fueron a los pantalones del otro joven, intentando hacer que no estuvieran más en su sitio, deslizando una mano al interior para acariciar directamente el erguido sexo que necesitaba estar libre cuanto antes. Antes de continuar con su compañero, Seiya tuvo una de esas ideas tan suyas, dejó de acariciarlo para desabrochar sus propios pantalones y sin más los llevó hasta sus tobillos con todo y ropa interior, quedando completamente expuesto ante los ojos del de cabellos azules, haciendo que lo mirara.

Ikki no pudo sino admirar a ese muchacho delante de él, ese cuerpo delicioso que quedaba revelado, delgado, flexible, suave, con músculos delineados aunque no demasiado marcados, hacía solamente que lo deseara con fuerza, su sexo dio una punzada tan fuerte que casi se quejó, quería poseerlo sin más. Con ese panorama el de cabellos azules no tardó en sacudirse de la cobertura de sus propios pantalones y un segundo después de su ropa interior, aunque apenas lo había hecho cuando se preguntó lo que pensaría el de ojos pardos de verlo desnudo, generalmente no tenía ese tipio de temores pero con ese muchacho todo era diferente. No tenía necesidad de preocuparse por lo que el otro joven pensara, ya que el morocho encontraba todo lo que le gustaba en un compañero en ese compañero, músculos bien marcados, piel suave, un cuerpo intenso que hacía que el suyo gritara por sentirlo por completo.

Ahora podían tocarse sin prendas de por medio, nada imposibilitaba el contacto de sus sedientos cuerpos, no tardaron en acercarse y sus sexos se encontraron, Seiya gimió con sensualidad y no esperó para frotarse contra la fuerte anatomía del de cabellos azules, enredándose en un apasionado beso.

—     Ikki…Ikki…te deseo…—murmuraba entre besos.

Las firmes manos del de ojos grises se deslizaron hasta el redondo trasero del castaño, sujetando sus firmes nalgas para atraerlo contra él con seguridad, era precioso ese muchacho, no se negaría que la fantasía de tenerlo entre sus brazos había cruzado antes por su mente, pero sus ojos notaban lo que los rodeaba, no podía ignorarlo cuando el eco de los gritos del público en las gradas les llegaba claramente.

—     Quiero seguir—decía con voz ronca—pero ¿Tú quieres? ¿quieres que sea aquí?

A esas alturas no estaba para retroceder pero quería estar completamente seguro de continuar.

—     No me importa—fue la respuesta del morocho—Nadie viene aquí jamás… de no ser por nosotros dos.

Dio una especie de risita ahogada que fue apagada cuando el de ojos grises lo besó de nuevo de manera posesiva, dejándose llevar por la pasión que parecía desbordarse, completamente desnudos sus cuerpos ardían, ya sus seos revelaban por completo la necesidad de su pasión, sus sentidos se movían solamente en una dirección y era la de hacer el amor con ese muchacho entre sus brazos. No dejaban de sentirse, las caricias eran tantas que a veces no lograban distinguirlas pero esas manos no dejaban de recorrerlo todo a su alcance, los brazos, la espalda, el cuello, el pecho, las caderas, las nalgas, el sexo, los muslos, gemían con sensualidad pero tuvieron que darse cuenta que algo faltaba, algo importante.

—     No tengo…—lograba decir el de cabello azul—No tengo…lubricante.

El de cabellos castaños se quedó por unos segundos como si no comprendiera lo que escuchaba para dar paso a una desesperada búsqueda en su mente por una solución, su mente se iluminó con una posibilidad.

—     Tengo bálsamo labial—anunció.

De inmediato buscó en sus arrugados pantalones, que de paso acabo de sacarse por los tobillos, sacando un pequeño tubo de forma triunfante.

—     Es de vainilla—anunció sonriendo.

Si el de mirada gris no hubiera estado excitado se hubiera reído de la manera en que ese muchacho castaño ponía todo ante sus ojos, de manera divertida, pero no era el momento, así que tomó el pequeño producto, lo puso entre sus dedos y se dedicó a deshacer la barra humectante entre sus dedos, tanta como pudo, tendría que bastar, quiso preguntarle si estaba seguro pero su miembro estaba completamente elevado y rígido, punzando con necesidad, y mirar ese semblante encendido por el mismo fuego que el suyo no dejaban tiempo para más aplazamientos. Así que sujetó al morocho por las caderas haciendo que diera vuelta, el castaño se sujetó de la estructura metálica debajo de las gradas encontrando soporte, voluntariamente se inclinó un poco hacia adelante y separó sus piernas, sin duda estaba bien dispuesto para continuar con el encuentro.

—     Seiya—lo llamaba el de ojos grises.

—     Ikki—fue la respuesta del castaño.

El de cabellos azules se colocó detrás del de ojos pardos, deslizando sus manos entre esas redondas nalgas haciendo que el otro joven gimiera de placer, no esperó para comenzar a hacer que su lubricado dígito  hiciera su parte, rodeando y acariciando la masculina entrada a sui alcance, haciendo que quedara expuesta para su disfrute. El morocho no esperó mucho para dar unos sensuales gemidos, estaba de acuerdo pues decía si a cada instante, urgiéndolo a que continuara, que se diera prisa, lo cual el otro hacía, le gustaba como ese cuerpo respondía a su avance, como dos de sus dedos pudieron entrar y dilatar ese pasaje que se mostraba tan dispuesto al placer. Finalmente aplicó lo último del bálsamo labial que había desecho en su propio miembro, colocando la corona en el sensible anillo masculino, empujando apenas pero logrando que ambos sintieran los espasmos de la pasión punzar en sus vientres.

—     ¿Estás listo?—preguntaba el de ojos grises.

Al mismo tiempo que preguntaba presionaba su sexo contra la delicada entrada, ansioso por continuar.

—     Si—dijo con voz ahogada el castaño.

La verdad era que ya se sentía impaciente con su propio miembro urgido por continuar, dio un gemido sensual al mismo tiempo que el de cabellos azules entraba en su cuerpo, hundiendo su miembro en la cálida intimidad que lo fue recibiendo poco a poco, deslizándose lentamente, con gentileza, hasta quedar por completo en el interior del de mirada parda. Ikki tuvo que darse una pausa sin aliento, el delicioso cuerpo del de cabellos castaños lo estrujaba apenas sin dejar espacio entre ambos, como si buscara que tomara el control por completo; siendo así Seiya necesitaba ajustarse, por eso luchaba por mantener su necesidad primaria de hacer que sus caderas se encontraran bajo control. No por eso dejaban de mostrarse dispuestos a seguir, el de cabellos castaños le decía a su compañero que se moviera, que entrara en su cuerpo, que lo penetrara una y otra vez pues no tenía bastante de sentirlo en su interior.

Finalmente el de mirada gris se movió, se hacía lentamente para atrás, empujaba hacia adelante, murmuraba su nombre en medio de la exquisita fricción que le brindaba con su intimidad, continuaba con su labor, hasta que presionaba más profundo, provocando que el de mirada castaña se arquera y gimiera de manera sensual.

—     ¿Te gusta?—murmuraba su pregunta.

Al mismo tiempo que hablaba embestía para conseguir que su sexo tocara el mismo sitio tan sensible al placer.

—     ¡Si, si, Ikki, hazlo de nuevo!—decía el morocho sin control.

El de cabellos azules lo hizo, poseyéndolo incesantemente, golpeando el perfecto punto de su placer con cada embestida, haciendo que el de mirada parda casi gritara, hasta olvidarse de su nombre y que no estaban tan lejos de personas que de no ser por los gritos que lanzaban gracias al juego que contemplaban desde las gradas los hubieran escuchado. Como si flotaran en un mar de éxtasis el de mirada gris no dejaba de entra una y otra vez en el delicioso cuerpo del de mirada parda, la manera en que ese muchacho le respondía era para quitarle la cordura a cualquiera, con el intenso movimiento de sus caderas haciendo que cada encuentro fuera una experiencia explosiva.  A cada instante iba perdiendo la cordura y el control un poco más, aunque no dejaba de gustarle pues se perdía ante esa maravilla sexy que era el fascinante y sonriente joven de cabellos castaños.

El estrecho cuerpo de Seiya no dejaba de apretar a su amante, estrujándolo con sensualidad, aumentando la intensidad de sus gemidos, y muy pronto nada existía excepto los dos amantes y su mutuo deseo; el castaño sentía que se quedaba sin aire mientras el de cabellos azules no podía parar de enclavarse en su  intimidad, el de mirada gris no parecía capaz de soltar esas afiladas caderas y el de ojos pardos recibía cada embestida y  pedía por más. Los dos sabían que no podrían durar mucho más, ambos podían sentir el inminente clímax aproximarse como una locomotora sin control; hacían lo que podían por retrasar el momento, les encantaba lo que compartían, pero el final estaba ahí guiándolos a un éxtasis enceguecedor. 

Ikki sentía que su control se desvanecía, era inevitable, alcanzó con una mano deseosa el turgente sexo de su compañero para masturbarlo con necesidad, logrando que el castaño viera destellos de luz ante sus ojos.

—     ¡Ikki!—gimió de forma ahogada.

Una vez, dos veces, tres veces fue lo necesario para que el de mirada parda esparciera la simiente de su pasión por el lugar, clamando y gimiendo bajo  el poder de esa mano. Por su parte el de cabellos azules solo pudo decir algo inentendible pero al calor de su culminación el castaño se tensó, haciendo que su sexo fuera presionado increíblemente, entonces él encontró su culminación también, embistiendo una vez en esa intimidad tan dulce y llenándola con su cálida esencia.

Permanecieron tal y como estaban por unos momentos como si el tiempo se hubiera congelado, pero tuvieron que moverse de nuevo, Seiya se giró suavemente hacia Ikki, rodeándolo con los brazos alrededor del cuello, el de cabellos azules lo sostuvo por la cintura, después sencillamente se abrazaron hasta que el castaño buscó el rostro de su amante.

—     Increíble—le dijo con naturalidad.

El de mirada gris se sentía sin palabras pero se notaba en sus ojos brillantes que estaba de acuerdo, eso y que silenciosamente ambos se juraban que no sería la última vez que estuvieran en los brazos del otro…pero la siguiente vez sería un cambio agradable contemplar el contar con una cama.

 

**********

 

Habían iniciado su relación de esa manera, no dejaron de verse desde ese momento, y a cada instante su unión se hacía más estrecha, se fueron conociendo y se gustaban más, se contaron como fue que llegaron a jugar, cuando eran niños pues siempre les había gustado e incluso que fue algo que compartían con su familia; el castaño con sus hermanos, el de cabello azul con su padre. Claro que tuvieron sus problemas y algunas dificultades como cualquier pareja pero lo habían sorteado todo y ahora se encontraban ante la mirada de sus familiares y amigos, quienes estaban contentos por ellos, porque habían encontrado a la persona que complementaba su existencia.

—     Por el poder que me concede el Estado los declaro esposos—decía el juez.

Antes que nadie pudiera hacer o decir nada la joven pareja se besó y fue aplaudida por los demás, ahora podrían celebrar el banquete, que sería en el mismo campo de juego, tal había sido su deseo.

—     Te amo Seiya—le decía el de mirada gris—Te amo y me hace más feliz de lo que pueda decir con palabras el que seas parte de mi vida.

—     También te amo Ikki—fue la respuesta que dio su ahora esposo—Vamos a ser felices tú y yo.

—     Así será.

Volvieron a besarse con entrega, se amaban, y daban inicio a una nueva vida común, aunque el de mirada parda tuvo algo más que decir.

—     Me alegra que nos casáramos en este sitio Ikki.

—     A mí también, fue aquí donde te conocí Seiya.

—     Sí, eso está bien—pero agregó con picardía—y si la celebración te parece muy larga podemos escabullirnos bajo las gradas.

Su ahora esposo sonrió, estaba encantado con su compañero, lo amaba y se sentía correspondido, ahora sus caminos se unían y harían todo lo necesario para ser felices…aunque no estaba por demás ir de nuevo al campo de juego, y si, también lo harían en ocasiones para jugar baseball.

 

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FIN

 

 

 

 

Notas finales:

Solo por comentar:

*Mendelssohn fue el autor de la conocida Marcha Nupcial, la cual se integró como una tradición con la boda de la Princesa Victoria de Sajonia-Coburgo Gotha (hija de la Reina Victoria de Inglaterra) con el Príncipe heredero de Prusia Federico III de Alemania; esta Marcha Nupcial forma parte de  El sueño de una noche de verano basada en la obra homónima de William Shakespeare. Su título original es Hochzeitsmarsch.

**El baseball se juega en un diamante, es la forma que tiene el campo con las cuatro bases.

Espero que les gustara a quienes fueron tan amables de leer.

Si nada sucede la semana entrante subo un nuevo fic.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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