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Lengua por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

 

Fic dedicado a Aranel Poli, quien me sugirió a la pareja y la esencia de la trama, deseo que te guste y perdona por la tardanza.

 

 

Notas del capitulo:

Es la primera vez que hago una historia de este tipo, deseo que les guste a quienes sean tan amables de leer.

 

 

 

 

Sentado ante el amplio escritorio de su oficina el joven Mu de Aries terminó por estirar sus brazos intentando relajar la sensación de tensión en la espalda, llevaba horas trabajando en el texto ante sus ojos verdes, no era un trabajo sencillo pero le gustaba, siempre había sentido una pasión hacia las palabras que los demás no sentirían en su vida. Debido a esa pasión por las palabras el joven de largos cabellos lavanda se había especializado en un área que las demás no terminaban de comprender, es decir, se trataba de las palabras, saber su origen, de dónde provenían, su significado, o al menos de esa manera lo veían los demás; pero no importaba pues el joven amaba las palabras, de hecho por eso se dedicaba a la lingüística y tenía una especialización en lenguas extintas de Asia.

Tal vez por eso era una especie de rareza, uno de los más exclusivos lingüistas en el continente, solo alguien como él podría tener entre sus manos un material tan singular como un escrito de la desconocida Jamir, del Tíbet, en uno de los puntos más altos del Himalaya, le encantaba el desafío que representaba pero también era una labor ardua el dar un tratado sobre el escrito lleno de referencias que los demás no comprenderían. Era su labor hacer que fuera comprensible para los que estudiaran el texto después, estaba deseoso de seguir, estaba avanzado en la labor pero la hora en el reloj de la pared le decía que necesitaba dejarla hasta el día siguiente, podría continuar después.

Quizás no lo hubiera hecho, se sentía entusiasmado, pero un sonido agudo e insistente lo distrajo de esa  idea; el principio miró alrededor con sus ojos glaucos como si buscara el origen de semejante distracción en su recinto personal, esa especie de templo en que había convertido su oficina en la universidad, nadie podría ser tan descortés como para provocar que se alejara de su trabajo. Entonces recordó que que se encontraba a solas, no había nadie, el sonido se repitió y recordó que se trataba de su teléfono  móvil, lo había dejado a un lado en el escritorio, sujetó el pequeño aparato, vio la pantalla, terminaba de llegarle un mensaje y supuso de quien era, así que decidió leerlo de inmediato.

<<Tienes un nuevo mensaje>>

Presionó con velocidad el botón digital para leer el mensaje, era solo una línea pero dejaba en claro muchas cosas a pesar de su brevedad.

<<Quiero joderte>>

A cualquier otra persona le hubiera resultado extraño y hasta ofensivo un mensaje semejante pero el joven Mu lo entendía bastante bien pero igual lo leyó de nuevo.

<<Quiero joderte>>

No había leído mal, estaba seguro, pensaba en la manera de responder o si debería hacerlo cuando de nuevo se escuchó la alarma, un nuevo mensaje entraba, no tenía sentido esperar más para saber su contenido.

<<Quiero atravesar ese apretado trasero que tienes en el colchón>>

El de los ojos verdes leía con interés ¿Qué debería responderle? Tal vez no era necesario pensarlo tanto pero de inmediato llegaba un nuevo mensaje de la misma persona, ya deseaba saber lo que le iba a decir.

<<Te voy a joder con tanta fuerza que vas a gritar, hasta que me supliques que me corra dentro de ti, te llenaré de mi leche todo el trasero>>

El joven de cabellos lavanda sentía que su sangre corría algo más rápido y se dirigía a un sitio en especial, la parte media de su cuerpo y con bastante velocidad, esas palabras sabían exactamente lo que hacían en él. Y si no bastaba de nuevo el teléfono estaba dejando saber por la alarma que llegaba otro mensaje que sería tan encendido como los anteriores, no había duda de eso pues conocía al remitente.

<<Debes estar listo. Ten las nalgas abiertas. Me tienes duro desde ya>>

Mu sabía quién le estaba enviando los mensajes, debía responderle pero no negaba su excitación en esos instantes, al grado que él, siempre responsable y cumplidor además de devoto a su trabajo, ya había dejado en segundo lugar la idea del escrito. Las cosas no iban a mejorar cuando su teléfono llamaba de nuevo, pero no se trataba de un mensaje en esa ocasión, era una llamada, necesitaba responder.

— ¿Qué planeas?—preguntó de inmediato.

Ni un saludo ni nada de eso, iría directo al tema, además por la voz del otro lado se imaginaba que quien le escribiera estaba bastante divertido con la situación, un entusiasmo que regularmente compartían desde hacía un tiempo.

¿Estás excitada ovejita lujuriosa?—le preguntaban.

—Recibí tus mensajes de sexo…es decir, de texto—fue la respuesta apurada del de Aries.

— ¿Qué pasa? ¿Tu trasero está hambriento por mí?

—Saga—dijo entre apretar los dientes y sentirse excitado— ¿Tienes alguna idea de lo que me estás haciendo?

Apuesto que estás más duro que una varilla y más mojado que una fuente—le lanzaba como si fuera a reírse—Ya pienso en esa  dulce boquita tuya apretándome y lamiéndome, chupándome hasta que te ahogues.

— ¡Oh cielos!—gimió suavemente.

En ese momento una de las manos del de Aries fue empleada para algo más, y fue llegar a la entrepierna por encima de los pantalones, frotando con ritmo pues ciertamente se sentía bastante animado ya con lo que habían dicho y escrito.

Llegaré a casa en menos de una hora—continuaban del otro lado del teléfono—Te quiero desnudo, con las piernas abiertas, y ese agujerito que tienes tan apretado bien lubricado para mí ¿entendido?

—Ahhhhh…

—No llegues tarde.

—No es justo Saga—gemía—Primero me excitas y luego esperas que pueda tolerar no sentirte por casi una hora.

Es tú problema, no mío—le respondieron casi con indiferencia—recuerda, en menos de una hora estaré en casa y quiero ese trasero listo para mí.

No hubo tiempo para más, la comunicación terminó de forma abrupta, dejando al de Aries mirando hacia el techo como si fuera a encontrar una respuesta o alivio, su hermoso rostro era una mezcla de deseo y frustración.

— ¿Sabes lo que me hace que hables así Saga?—decía en voz alta como si tuviera al otro hombre ante él.

No estaba seguro del porqué  pero ese tipo de  charlas, lo que algunos calificarían de dirty talk o sea charla sucia lo excitaba, era una realidad; miró el escrito en el que trabajaba, a esas alturas ya no importaba, su mente tan solo se centraba en estar en casa a tiempo, Saga le había dicho que estaría ahí en menos de una hora, era todo el tiempo que tenía.

 

**********

 

Mu sabía que su trabajo ya no podría continuar, era un apasionado de su labor pero había otro tipo de pasión en su vida, fuerte, poderosa, irresistible, eso era ese apuesto hombre que había conocido y se llamaba Saga de Géminis.

En realidad ellos se habían conocido por casualidad, justamente una tarde que pensaba no sería de las mejores de su vida.

En los meses anteriores el joven Mu de Aries había estado saliendo en una relación formal con otra persona, Shaka de Virgo, aparentemente la persona perfecta para él, se trataba de un joven de largos cabellos rubios con brillantes ojos azules, trabajaba como consultor para una empresa y en todo parecía ideal para él. Sin embargo Mu siempre sintió a su lado que algo faltaba, que algo no estaba como debería entre ellos dos; si, ese hombre era atento, educado, respetuoso, inteligente y todo lo que quisieran pero algo no funcionaba entre los dos.

Terminó de convencerse porque habían estado en el departamento del rubio la noche anterior, Shaka era ¿Cómo decirlo? Anodino. No en su carrera y lo demás, nada de eso, pero en la intimidad el de ojos azules actuaba con Mu como si le costara trabajo llegar a esa parte y al finalizar (o incluso antes) ponía cara de Acabemos de una vez; cuando intentó hablar de ello el otro lo miró como si fuera un pervertido. Si así eran las cosas el de Aries se dijo que no tenía por qué estar obligándolo a nada, lo mejor era terminar.

Cuando se vieron en un restaurante conocido para los dos Shaka apareció impecable como siempre e incluso le llevaba un bonito ramo de lirios, siempre un caballero, muy atento y gentil, pero ya no bastaba.

—Me alegra vernos Mu—decía el otro sonriendo—Verte siempre es la mejor parte de mi día ¿quieres un aperitivo?

—Lo que quiero es terminar—lanzó directamente el de Aries.

Esos ojos azules lo miraron sin entender para después escucharse una risita, aparentemente no lo tomaban en serio.

—Que tontito eres a veces Mu—decía sin dejar de sonreír el rubio— ¿Prefieres ternera o pavo?

—Ya te dije lo que prefiero y es terminar Shaka.

—Ya lo oí, por favor Mu, tu y yo somos perfectos el uno para el otro, conoces a mi familia, conozco a la tuya, tenemos los mismos gustos, los mismos propósitos, nuestra vida está bien si estamos juntos, estaremos bien establecidos y…

—No quiero un plan de vida, quiero un compañero—replicó el de ojos verdes—Ya no puedo más con tu forma de ser Shaka, lo he pensado y la solución es separarnos, lo sé bien, ahora que te veo sé cuan seguro estaría a tu lado pero no quiero solo eso, quiero alguien que en verdad sea parte de mi vida.

—Soy parte de tu vida Mu, he planeado para los dos…

—No te pedí que hicieras planes para los dos Shaka, no debiste hacerlos y menos sin consultarme, te quiero pero eso no basta, sé que los dos superaremos esto, anótalo en tu agenda, sin duda harás un buen proyecto para llegar a la fecha en que me superarás.

Con esas palabras se puso de pie decidido a salir pero el de ojos azules lo alcanzó en el estacionamiento y lo sujetó por el brazo, los dos se miraron de frente, dirían algo definitivo en ese momento.

— ¿Qué es lo que quieres Mu? Dímelo, solo dilo.

—Quiero alguien que me ame, que no conciba la vida sin mí, que haga planes conmigo y no para mí, que me dé seguridad pero también pueda sorprenderme, y que no me haga sentir avergonzado ni sienta vergüenza por ser un hombre en la cama.

—Así que es eso—lanzó con aires de superioridad el otro—Si eso es todo podemos solucionarlo ahora.

Lo arrinconó contra un pilar del aparentemente desierto lugar torciéndole el brazo y buscando abrirle la cremallera.

— ¡Suéltame! ¡No!

—Quédate quieto, eres una puta y te follaré como a una ¿es lo que quieres no?

Las cosas pudieron llegar a más pero justo en ese instante el de cabellos lavanda sintió que la presión sobre él se aflojaba y al voltear se encontró con que un hombre de cabellos azules tenía al rubio por las solapas de su saco contra un vehículo.

—No sé qué te propongas amigo pero más vale que te largues—le dijo—Ya te dijeron que no, mejor entiéndelo.

El de Virgo los miró por un segundo y haciéndose el ofendido se fue, dejando a los otros dos a solas.

— ¿Estás bien?—preguntaba el desconocido.

—Sí, gracias, solo es que las cosas se salieron un poco de control.

— ¿Lo conoces?

—Acabo de terminar con él—le explicó con brevedad.

—Parece que no se lo tomó muy bien.

—Shaka jamás escuchaba nada que no quisiera escuchar, por eso también terminé, no necesito a alguien así en mi vida.

Por unos segundos no escuchó nada hasta que contempló con mayor cuidado al hombre que estaba a su lado, lo miraba con amabilidad y era tan apuesto y masculino, había llegado en el momento menos propicio a su vida pero no dejaba de notarlo.

—Gracias por ayudarme…me temo que no sé tu nombre.

—Soy Saga de Géminis, y a pesar de las circunstancias, es un placer.

—Mu de Aries—dijo el joven presentándose—Muchas gracias por ayudarme.

—De nada.

Lo acompañó hasta su vehículo pero antes de separarse el de largos cabellos azules le extendió una tarjeta de presentación, el de cabellos lavanda la tomó y leyó velozmente, era su nombre, datos y teléfono.

—Por si necesitas ayuda o no, que tengas buen día Mu.

En respuesta el de Aries le extendió su propia tarjeta y con amabilidad se despidió.

—Gracias de nuevo Saga.

Con eso se fue, pero en los días siguientes jugueteó un par de veces con la tarjeta que le dieran, Saga de Géminis, Terapeuta, eso no lo esperaba hasta que un día lo llamó y acordaron verse, ese fue el inicio solamente. Con el tiempo un encantado Mu de Aries no dejaba de notar lo increíble que le parecía ese hombre a su lado, descubrió que su terapia era de lenguaje y trabajaba como asesor externo para hospitales y escuelas, además sabía ser directo y divertido, sobre todo encontraba en él a una persona que no lo oía, sino que lo escuchaba, algo que le resultó invaluable.

Además el interés del de cabellos azules no fue discreto, le dejó saber que le gustaba y le dejó saber cuándo quiso una relación en firme con él, al llegar a la intimidad se encontró con un buen compañero que sabía dar y pedir, y que si bien podía tener límites no era prejuicioso, le agradaba tener en un compañero a alguien especial.

—Quiero a un hombre a mi lado, no a uno que solo parece serlo—había dicho.

Así que ellos dos se entendían muy bien en ese sentido.

Pero en los días anteriores había ido dejando caer algunas frases en su relación, aparentemente podría no ser nada pero el de Aries al escucharlas  no podía evitar que su cuerpo diera ciertas respuestas pues le gustaban.

— ¿Lo quieres suave o lo quieres duro?—le preguntó una noche.

— ¿Qué?—dijo desconcertado.

—Tu coctel Mu.

En otra ocasión cuando iban paseando por un parque abierto el de cabellos azules lo había tomado por la cintura con suavidad y como si nada le lanzó otra frase.

—Me gusta la primavera, es tal y como quiero tratarte.

— ¿Cómo?—indagaba sonriendo con curiosidad.

—Abriendo tu delicado  capullito y humedeciéndote  hasta lo más íntimo para después libarte perfectamente y dejarte lleno de mi esencia.

El de Aries no pudo ni moverse al escucharlo, nada de obscenidades y sin embargo sintió que sus pezones se irguieron y su vientre dio una punzada, después continuaron caminando como si nada y no tocaron más el tema.

Aunque salió de nuevo a la luz cuando se quedaron juntos en el sofá del de Géminis viendo una película, el brazo de Saga pasaba por su hombro y de pronto le habló con suavidad al oído, mucha suavidad a decir verdad.

—Estuve contando las horas para estar contigo Mu—le relataba como si fuera un secreto—Quiero estar a tu lado todo el tiempo.

Diciendo eso iba bajando la mano y lo estrechaba por la cintura para después besarlo, cuando el de Aries se dio cuenta estaba recostado sobre el sofá y su compañero le sonreía con coquetería para hacer una propuesta.

— ¿Quieres que seamos traviesos Mu?

No dejó de acariciarlo mientras lo desnudaba sin importarle que las cortinas estuvieran abiertas ni nada de nada, no pensaron en ir al dormitorio, simplemente hicieron el amor en el mismo mueble y el de cabellos azules le decía con suavidad cuanto le gustaba su cuerpo, que le gustaba cuando lo acariciaba, que tenía un cabello hermoso y se quedaba sin voluntad cuando le hacía sexo oral, que tenía una lengua muy sensual, hasta que ambos llegaron al clímax.

Ahora con lo de los mensajes su compañero había sido mucho más directo, algo que a él no le resultaba tan sencillo a veces, había notado que lo agitaba de cierta manera cuando en las películas hablaban de cierta forma pero no se atrevía a mencionarlo, es decir, todos daban por hecho que era un hombre sereno, tranquilo y soltarse a decir cosas en el sexo no era para él. Aunque le gustaba, lo excitaba escuchar cuando Saga le decía lo que quería hacer con él, que le gustaba su cuerpo, cuando alababa un comportamiento de su parte en la intimidad. Y ahora le proponía un encuentro muy directo, diciéndole lo que deseaba  que le dijeran, la emoción del momento y el hecho de esperar provocaban que su deseo se agudizara.

 

**********

 

No había manera que continuara trabajando, necesitaba marcharse, así que arregló todo lo que quedaba sobre su escritorio, guardó con sumo cuidado el escrito en el que trabajaba, todo estaba bien, se refrescó antes de marcharse y cerró la puerta por fuera, podía marcharse a casa, para eso necesitaba ir al estacionamiento y puso toda la atención que podía en el camino mientras manejaba. No era tan sencillo ir tras el volante pero necesitaba recorrer el camino para llegar, una suave erección se anunciaba en sus pantalones, no podía dejar de repetir en su mente los mensajes de ese apuesto hombre de cabellos azules, rondaban en su mente las palabras dichas como si no hubiera nada más en el mundo.

Saber lo que su compañero le proponía no dejaba de ser algo excitante para el de los cabellos lavanda, que le dijeran en voz alta y clara lo que deseaban hacer con él en la intimidad, definitivamente era algo que lo encendía, sentía su miembro avivado, no por completo, pero bien dispuesto a seguir. No dejaba de ser un poco sorpresivo que ese hombre que se veía tan serio y formal le hablara de esa manera, al menos eso pensó en sus primeros encuentros, el caballero de los cabellos azules era más del tipo de  mostrar y sentir que de hablar, era una sorpresa pues no se esperaba de forma tan abierta que le dirigiera palabras tan crudas, pero ahí estaban y se encontraba en camino para prepararse y estar listo para su compañero.

La mente de Mu de Aries daba espacio para algunas preguntas de todas maneras, era sorpresivo y de forma grata que su compañero tuviera un destello de ese tipo, pero no sabía que podría haberle sucedido a ese usualmente estoico hombre para tener con él una charla semejante, claro que no se estaba quejando, desde que el de cabellos azules admitiera que tenía cierto fetiche por intercambiar ropa con su amante su vida amorosa había tomado una nueva dimensión y el de cabellos lavanda adoraba cada instante a su lado. Mu tenía sus propias aficiones, y que le hablaran sucio era una de ellas, aunque aún no estaba seguro de cómo su compañero lo sabía, no habían sido abierto sobre el tema, no le había dicho nada a su compañero; además el de Géminis era un hombre formal, serio, reservado, muy correcto al hablar, definitivamente era la última persona de la que esperaba escuchar obscenidades un día.

Se había equivocado.

Apenas sin darse cuenta ya estaba el de Aries en su casa, de hecho vivía en un departamento en un edificio, subió apresuradamente por el ascensor y al quedar ante la puerta la abrió de un movimiento seguro, se sacó las zapatillas y no dejaba de sentir que su sexo no se había tranquilizado, pensando en su compañero continuaba animado a algo más. Veía el reloj en la pared contaba con algo de tiempo antes que el de cabellos azules llegara, podría tomar una ducha y… justo en ese instante su teléfono comenzó a llamar de nuevo, sabía quién era y no esperó para responder.

¿Estás en casa?—le preguntaban antes de poder decir nada.

—Saga—decía el otro con suavidad—Si, ya llegué, estaba por tomar una ducha.

Mientras hablaba se sentaba en la cama, en la recámara, se estaba sacando las medias y su compañero continuaba.

Muy bien—decía el de cabellos azules—Asegúrate de lavarte muy metódicamente para mí, tu traserito debe estar impecable, quiero lamerlo por completo.

Esas palabras llegaron a directamente al de Aries, su sexo respondió con una punzada, ese hombre sabía lo que hacía y decía.

No tardaré en llegar Mu, te quiero limpio, desnudo y bien dispuesto para mí, lubrícate los dedos y dilata tu trasero perfectamente.

—Saga—gimió sintiéndose excitado ante el panorama.

Al otro lado del teléfono Saga podía escuchar como la respiración de ese adorable joven que lo escuchaba se agitaba, sabía bien que su amante estaba excitado y por él.

—Apresúrate Mu, estaré ahí pronto y te montaré para apalear esas preciosas nalgas que tienes en el colchón.

El de Aries no pudo sino dar un gemido ahogado y sin controlarse llevó su mano a la entrepierna acariciándose, intentando aliviar un poco la erección que ya sentía.

—Date prisa Saga—logró decir Mu.

—Estaré ahí cariño, tan solo asegúrate de estar preparado para mí.

Con esas últimas palabras el de Géminis terminó con la comunicación, se recargó contra el asiento del vehículo y no pudo sino acariciarse también, casi no podía esperar por llegar a casa de su amor.

De alguna manera el joven de los cabellos lavanda logró meterse a la ducha, se despojó de la ropa que aun utilizaba lanzándola al cesto de la lavandería, no quería otro sermón de su compañero sobre no ser ordenado, como fuera ya estaba desnudo en la habitación de mosaicos, el agua tibia comenzó a caer sobre su piel que estaba algo caliente, rápidamente se aplicó jabón, deseando dejar su cuerpo lo más limpio posible. Se había lavado casi por completo, su sexo fue lo último que atendió, intentaba sujetarlo pero lo resbaladizo del jabón y que ya estaba medio excitado no lo hacía sencillo pero añadía una sensación de placer; además recordaba las palabras de su compañero, al terminar con esa parte se decidió a aplicar una limpieza con un enema de ducha, lo había adquirido a sugerencia de su pareja y definitivamente era una buena compra, tuvo que repetir el procedimiento pero no le molestaba, deseaba estar limpio para el de cabellos azules.

Una vez que estaba listo salió de la ducha, se secaba con una toalla de manera vigorosa, veía el reloj, necesitaba apurarse, por eso fue hacia el pequeño buró al lado de la cama, del cajón sacó un tubo de lubricante nuevo pues se había terminado el anterior, además este decía que era con aroma y sabor. Con la necesaria herramienta en su mano se recostó sobre la cama levantando las rodillas permitiendo que sus muslos se abrieran quedando expuesto y abierto, así que abrió el empaque de lubricante y se aplicó en los dedos, su sexo se agitaba contra su vientre mientras un calorcito excitante se acumulaba en sus entrañas, el pensamiento de lo que sucedería cuando llegara Saga no podía sino despertar su lujuria. Haciendo el pequeño tubo de lubricante a un lado, el de cabellos lavanda guiaba sus dedos a su entrepierna, más directamente a su sensible entrada, donde comenzó a juguetear alrededor de su ano.

El viscoso producto hacia su parte cubriendo la sensible zona, presionaba con cuidado, tuvo que ayudarse con su otra mano para separar sus nalgas pero finalmente uno de los dedos se deslizó al interior lentamente. El cerrado anillo de músculo se iba relajando, disfrutando de sentir su dedo en el interior, el pasaje era estrecho y un masaje ayudaba a relajarlo para lo que vendría, se retorció un poco cuando penetró con un segundo dedo, dilatando sus íntimas paredes como Saga le había dicho o más bien ordenado. Los dígitos continuaban con su labor, preparando el masculino pasaje provocando que su miembro se irguiera y sus testículos se tensaran, ansiaba tanto que el de cabellos azules llegara a su lado.

El sonido de la puerta del frente siendo abierta y cerrada alertó al de cabellos lavanda de la llegada de su amante y con velocidad removió sus dedos de la labor en la que estaban, alcanzó a limpiarse la mano con un pañuelo desechable, de inmediato se alisó el cabello que cayó sobre su espalda, se acomodó sobre la cama separando sugestivamente una de sus piernas y flexionando la otra, esperando lucir tentador para su amante.

En cuanto a Saga estaba sonriente al llegar, contaba con la llave pues el mismo Mu se la había dado, intercambiaron llaves de sus casas, dejó el pequeño juego al lado de las de su compañero, arrojó a un lado el maletín de su trabajo y caminó directamente hacia el dormitorio, descartando su ropa al mismo tiempo que avanzaba. No se negaba que él mismo estaba también deseando ese encuentro, sabía que el de los Aries estaba esperando por él, los mensajes de texto que le había enviado y las llamadas solo aumentaron el deseo por la anticipación. Cuando alcanzó el dormitorio solo llevaba puesta la ropa interior y los pantalones abiertos, estiró la mano al picaporte, respiró con profundidad, tragó saliva y entró de un movimiento decidido a la recámara.

Inmediatamente toda la sangre de su cuerpo pareció correr y agolparse en su entrepierna mientras sus ojos se centraban únicamente en su amante.

 

**********

 

Tal y como lo había pedido, ahí estaba Mu desnudo, anhelante y deseoso a la par de dispuesto y con su sexo erguido al mismo tiempo que su entrada brillaba por el lubricante, le tomó todo su auto control no saltarle encima a esa deliciosa criatura. Respiró con profundidad ordenándole a su cuerpo que se tranquilizara un poco.

—Es como me gusta ser recibido—dijo con voz acariciante.

En la cama, Mu dio un leve gemido ahogado, notaba esos ojos que no dejaban de mirarlo y la forma en que el deseo los oscurecía y hacía brillar al mismo tiempo, podía ver también el bulto que se anunciaba en esos pantalones abiertos, su sexo punzó y su entrada se contrajo por la anticipación de sentir ese miembro en su interior.

— ¿Cómo te has sentido Mu?—preguntaba con el mismo tono el de cabellos azules— ¿Has pasado la tarde todo excitado y frustrado?

El de cabellos lavanda hizo un gesto afirmativo, observando como el imponente hombre ante él se acercaba a la cama, prefería no hablar, no confiaba mucho en su voz en esos momentos.

—Veo que estás listo para mi Mu—decía sonriendo Saga—Eso es bueno, no quiero esperar mucho para follarte, quiero  meter mi verga endurecida dentro de tu apretado culito, joderte contra el colchón ¿es lo que quieres Mu?

—Sí, oh siiiii—gimió el de Aries—dime lo que vas a hacerme Saga.

Cuando el de los Géminis se sintió en confianza para exponerle que le excitaba usar la ropa interior de su amante se preguntó si su compañero de linda carita tendría algún tipo de gusto especial en la intimidad, no fue algo específico al inicio, más bien se dio entre los dos, a veces cuando hacían el amor Mu había dicho algunas cosas que lo hicieron pensar que disfrutaba que le hablaran, como otros lo llamaban, sucio. Pasó un tiempo preguntándose como descubrir si era algo del de cabellos lavanda o no, pero recolectando unas palabras por aquí y otras por allá obtuvo su respuesta. Fue así que se dispuso a hacer planes hasta que llegó el momento de ponerlos en acción, por eso inicio con los crudos mensajes de texto, seguido por las llamadas telefónicas para poner el ambiente.

Ahora era momento de llevar las cosas al siguiente nivel.

— ¿Quieres mi verga Mu? ¿Quieres sentirla entre tus nalgas? ¿Quieres que te la meta hasta el fondo?

Mientras hablaba el de cabellos azules lentamente se despojaba de sus pantalones, esa mirada que parecía no poder apartarse de él lo hacía disfrutar el momento, entonces llevó sus manos al elástico  de la ropa interior y comenzó a bajarlos despacio, permitiendo que el aire frio acariciara su deseoso sexo. Con sus dedos lo sujetó por la corona para después bombear con su mano un par de veces aunque muy lentamente.

— ¿Esto es lo que quieres Mu?

—Si, por favor—dijo lamiéndose los labios.

Su propia mano se posaba sobre su erección y comenzó a frotar sus testículos, pero su compañero continuó.

—No creo que merezcas tener mi verga en tu trasero Mu.

El de cabellos lavanda dio una especie de resoplido de frustración lo que esperaba el otro ya que continuó.

—Creo que tienes que chupármela primero, hazlo y pensaré en joderte, hazlo bien y te clavaré la verga bien duro.

Instantáneamente el de los Aries estaba en movimiento, se colocó en la posición necesaria en la cama, colocando su rostro ante la entrepierna de su amante, procuró humedecer su boca con saliva, se estiró suavemente y sin más lamió con lentitud el erguido sexo ante sus ojos.  Saga tuvo que gemir y ya no se tocaba a sí mismo, prefirió hundir sus dedos en ese cabello de color lavanda, animándolo a tomarlo con su boca.

—Así Mu, lámelo, pruébalo como una golosina que te encanta, hazlo bien y te joderé hasta la semana entrante.

El de Aries no pudo evitar un leve temblor recorrerlo con esas palabras en sus oídos, se esforzó al separar sus labios y comenzó a llevar el rígido sexo al interior, necesitaba tener cuidado con los dientes, ingiriendo tanto como podía tomaba ese duro  visitante, comenzó a cumplimentar al otro, su cabeza se movía hacia adelante  hacia atrás, recorriendo con su lengua el camino, dedicando atención especial a esa vena que pulsaba contra sus labios. El delicado jovencito trabajaba con su boca de manera activa, alternando entre chupar y lamer, pasando su lengua sobre la redonda cabeza y frotando la sensible piel para estimular con intensidad la pequeña abertura que se humedecía velozmente y que avivó suavemente.

—Así, así, así Mu—jadeaba Saga con voz masculina y profunda—Chúpame, lámeme, tómalo todo, te lo voy a dar todo.

Su joven compañero no podía hablar pero tampoco tenía intenciones de quejarse, si hacerlo bien significaba que su amor seguiría hablándole así y apalearía su trasero ¿Quién era él para lamentarse? En cuanto a Saga podía sentir su orgasmo que comenzaba a formarse y reluctantemente tuvo que apartar la boca del de cabellos lavanda provocando que diera un gemido de frustración, mirándose por un par de segundos.

— ¿Te gusta Mu?

—Sabes tan bien—fue la respuesta dando una lamida más a la enrojecida corona.

—Lo haces muy bien pero lo que quiero ahora es distinto, quiero que abras esas lindas piernas que tienes y contemplar ese traserito tuyo que siempre está apretado sin importar lo que hagas, quiero enterrar mi verga en ese pasaje tan tibio y estrujaré la tuya hasta que me supliques por terminar.

—Saga…hazlo—pero no parecía que pudiera decir más, no con palabras al menos.

—Ponte de cuatro para mí Mu, quiero entrarte por detrás y joderte como el magnífico y hermoso hombre que eres.

El de cabellos lavanda hizo lo que le decían pero deliberadamente lento, levantando un poco más su trasero mientras separaba sus piernas colocándose de manera muy accesible para su amante el cual no dejó de morderse el labio inferior y tuvo que estirarse a prisa a la mesita de noche por el preservativo y se lo colocó con habilidad para después estar en el sitio que deseaba, detrás de su compañero. Con las manos no dudó en acariciarlo primero por la espalda al mismo tiempo que frotaba su sexo contra la delicada entrada, si tenía algo que decir debía ser en ese momento pues después no estaba seguro de hacerlo.

— ¿Sientes cómo me pones Mu? Nunca había tenido a nadie que me pusiera así de duro, pero tú eres único.

El de cabellos lavanda trataba de controlar un poco su respiración pero sin mucho éxito, además su compañero continuaba mientras utilizaba sus dedos para separar su trasero, dejando expuesta su entrada ya lubricada.

—Me encanta como tu espalda hace una curva tan bella con tus nalgas, siempre bien paradas y redondas—le decía apretándolas con algo de fuerza—Me gustan aún más porque en medio encierran lo que vine buscando.

Presionaba la corona de su sexo contra la entrada del de Aries, haciendo que el joven se arqueara e intentara hacer que entrara en su cuerpo pero el otro hombre se lo impidió sujetándolo con firmeza en su sitio. Contemplaba la delicada entrada que brillaba por el lubricante, le llegó un leve aroma a frutillas y pensó que el de cabellos lavanda había utilizado el nuevo producto que habían comprado, de los que tenían sabor y aroma, con su pulgar presionó ligeramente contra el sensible anillo provocando que su amante gimiera de manera abierta y sensual.

—Saga—lo llamaba.

— ¿Quieres sentirme? ¿Quieres que te meta mi dura verga Mu? ¿Eso quieres?

Otro gemido que no era una palabra fue la respuesta pero tenía otros planes el de cabellos azules.

—Pero aun no Mu, no, lo que quiero ahora es mirarte, quiero ver este precioso pasaje que me estrujará hasta dejarme seco porque le encanta cuando estoy dentro, lo que más quiero es probarlo, ahora.

—Ohhh…

Como un impulso el de cabellos lavanda apretó los labios y estrujó las sábanas entre sus dedos al sentir el inconfundible toque de la lengua de su compañero contra su entrada masculina, mantenía separadas sus nalgas permitiendo que esa misma lengua llegará de manera muy íntima y lo probara. Sintió como esa lengua lo acariciaba desde los testículos hasta el ano, lo hizo un par de veces, con fuerza, quería que lo sintiera y supiera exactamente lo que hacía, después inició con pequeños círculos alrededor de la entrada y con la punta aleteaba en un juego erótico que buscaba estimular a su amante, tensaba los sensibles nervios de un área tan delicada provocando que su dueño temblara de emoción. La misma lengua continuaba con su labor pasando por todo el lugar, a veces acariciando, otras chupando, unos besos se hicieron presentes, variando la presión y haciendo que el joven de los Aries sintiera que no podía sostenerse de esa manera por mucho tiempo.

Mu estaba apretando las sábanas con mucha fuerza, como si deseara desesperadamente tener algo a lo cual sujetarse mientras su cuerpo vibraba de placer, los nervios alrededor de su entrada estaban despiertos y vivos llenos de sensaciones proveyendo de un exultante placer a su cerebro y de ahí a todo su ser. La misma lengua que lo probaba se endurecía, como si hiciera burla de algo, pero no era eso, tenía un fin específico, jadeó de manera abierta al sentir esa lengua asaltar su entrada para penetrarlo.

—Ahhh… ahhh… Si… SI… ¡SI! Saga, si, así, dentro, bien adentro, quiero sentirte—decía apretando los  dientes—Jódeme con tu lengua Saga…

De hecho el de cabellos azules estaba bien dispuesto a hacerlo, disfrutaba de la situación, además su propio sexo no dejaba de punzar como si deseara estar en lugar de esa lengua pero también comprendía que no podían seguir por mucho tiempo así, estaban excitados y necesitados del otro, así que se separó de su labor y localizó el tubo de lubricante que su compañero dejara a un lado antes. Ya no quería aguardar. Su compañero tuvo que mirar hacia atrás al dejar de sentir a su amante, no esperó para decirle lo que sentía y quería.

—Te necesito Saga…ardo por ti…--murmuraba mirándolo con sus ojos brillantes.

—Y me tendrás Mu—fue dicho como una promesa solemne—Dame un instante.

—No puedo evitarlo, te necesito, quiero sentirte, como presionas dentro de mí hasta que no puedo ni respirar.

Decir esas palabras y mostrar tal necesidad pero seguir teniendo una expresión de dulzura en el rostro no parecería posible pero el de los Aries lo lograba y solo causaban que su amante de cabellos azules sintiera que él mismo no podía aguardar más, se aplicó el lubricante de forma casi descuidada pues ya no respiraba con normalidad siquiera al escuchar y mirar a su compañero que solo esperaba por él.

— ¿Esto es lo que quieres Mu?—le preguntaba aplicando el lubricante sobre su sexo— ¿Quieres mi verga bien dura dentro de ti? ¿Quieres que te joda? ¿Quieres que lo haga hasta que no recuerdes ni tu nombre?

—Te quiero a ti Saga—fue la respuesta.

Esas palabras abarcaban mucho, todo lo que ellos eran en su relación, no se trataba solo de sexo pero no negaban que esa parte importaba, notando la intensa necesidad de su compañero que era igual a la suya Saga decidió que ya no era momento de juegos, tenía a un hermoso muchacho desnudo y dispuesto ante sus ojos y no iba a retrasar más las cosas. Sujetó con firmeza esas delineadas caderas para colocarlo exactamente a la altura que lo quería y separando las redondas nalgas que tanto le gustaban colocó su sexo completamente endurecido y entró de un solo movimiento, decidido y firme, separando aún más esas delicadas paredes que parecían no poder resistirlo pero igual lo estrujaban como un sensual abrazo.

Tuvieron que darse una breve pausa para recuperar el aliento, el de cabellos azules no dejaba de maravillarse de la cálido y estrecho que se sentía su amante, de la forma en que encajaban perfectamente juntos, como si hubieran sido hechos el uno para el otro. Entonces comenzó a moverse, retirándose un poco sin soltar esas afiladas caderas para volver a hundirse en el interior, buscando el ritmo de su encuentro. Los primeros momentos fueron para acoplarse, deberían definir si sería uno de esos momentos suaves o no tan suaves a los que a veces se entregaban pero conforme el de cabellos azules se movía notaba que a su compañero no le molestaba que fuera un tanto más fuerte que en otras ocasiones, así que embestía con cierta fuerza en ese dispuesto cuerpo que mostraba que también lo estaba disfrutando.

—Tómalo Mu… tómalo todo… quiero que me sientas dentro de ti… bien adentro… que sepas que eres solo mío…—le decía con la voz entrecortada y ronca por el deseo.

— ¡Sí! Saga… Saga…Soy tuyo…solo tuyo…como me gusta lo que haces…—gimió de manera aguda al final.

Ambos se sentían asaltados por el placer, ya no se trataba solo de sus cuerpos, era además lo que escuchaban de su compañero, así que se dejaron llevar con naturalidad por lo que compartían, dejando que sus cuerpos se encontraran a cada embestida, conectándose en un nivel especial, el sonido de sus cuerpos chocando, el movimiento de la cama, el sudor que brillaba en su piel, ese aroma que llenaba la estancia por todo lo que compartían hacia que sus mentes se sintieran dispersas, como en una nube de satisfacción que podía ser aún mayor. Fue el de los Géminis quien cambió un poco el ángulo de su asalto pero logrando encontrar así de manera directa la sensible próstata que desde ese punto fue presionada una y otra vez, liberando descargas de placer intenso en el de cabellos lavanda incitándolo a gemir con libertad, dando ese grititos de sensualidad que enloquecían a su compañero, el cual lo embestía con mayor velocidad y fuerza.

Saga sentía como la intimidad del de cabellos lavanda lo rodeaba, lo estrechaba, lo estrujaba, un delicioso masaje íntimo que lo rodeaba por completo y lo hacía perder el control, esas paredes que a cada asalto a la próstata parecían apretarlo con más fuerza, cerrándose con mayor velocidad a cada una de sus retiradas y complaciéndolo aún más a cada avance. Mu por su parte daba sensuales gritos al mismo tiempo que se arqueaba de placer, sus músculos temblaban mientras una especie de llama interna consumía sus nervios, encendiendo una hoguera de deseo por el placer que lo sobrepasaba, por momentos creyó que ni siquiera podría seguir sosteniéndose sobre la cama. Sus cuerpos gritaban por el deseo pero también por satisfacción, no podían seguir de esa manera por mucho tiempo y lo sabían, se conocían lo suficiente para reconocer las señales de la culminación.

El de cabellos azules deslizó una de sus manos por el sensual cuerpo de su amante, acariciando el vientre y llegando a la entrepierna, sus dedos rodearon el erguido sexo y comenzaron a bombearlo con el mismo ritmo de las embestidas, haciendo que el de los Aries separara un poco más sus piernas y agachara la cabeza hasta las sábanas.

—Ahhh… Saga… Voy a…a…—declaraba en un lamento.

—Si…si… muéstrame cuanto lo necesitas—lanzaba con un sonido ronco el otro.

Sin aguardar por nada el de Géminis se hundió con fuerza en el interior de su amante, logrando que el joven de cabellos lavanda se arqueara sensualmente engullendo su sexo, Mu no podía más, ese  miembro tocando su próstata con exactitud, el placer inundando su sistema nervioso, simplemente su simiente comenzó a brotar sobre la mano de su compañero  y las sábanas. No pudo evitar temblar por la fuerza de su culminación, como si cada parte de su ser cantara mientras el orgasmo se apoderaba de todo lo que era. Pero cuando el joven logró su culminación su íntimo pasaje se contrajo por la necesidad de sus músculos rodeando el sexo en su interior comenzando con una serie de espasmos que solo aumentaron el placer de Saga, quien sentía su miembro estrujado y masajeado con rítmicas contracciones señalando el principio del final. Solo fue capaz de embestir un par de veces más en esa estreches que le encantaba y ahora lo llevaba al clímax con perfecta naturalidad y satisfacción, su simiente brotaba y todo lo demás era liberación absoluta.

Incapaz de sostenerse por más tiempo Mu se deslizó sobre las sábanas, sin importarle que quedara sobre su propia simiente, estaba muy lejos de que eso le importara en esos momentos, sobre todo porque Saga continuaba sobre él, ambos ahora complacidos, dejándose llevar por esa sensación de haber vivido algo espléndido. Ambos yacieron sobre la cama por unos instantes, tratando de recuperar algo de la realidad aunque no llevaban prisa, los últimos vestigios de su orgasmo pulsaban entre ambos, se separaron suavemente pero no por completo. Cuando lograron recuperar algo de control sobre sus extremidades tambaleantes se acomodaron sobre el colchón. El de cabellos azules estrechó de forma protectora a su compañero quien guardaba silencio solamente.

 

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Con masculina seguridad Saga acariciaba el cabello lavanda de su amante para después besarlo en la mejilla.

—Estás muy callado ¿estás bien?—le preguntó con suavidad.

—Aun siento que floto sobre una nube—fue la tranquila respuesta hundiéndose entre esos fuertes brazos.

—Bien—dijo el otro besándolo por el cuello y el rostro.

—Gracias Saga.

—De nada, y gracias a ti, creo que ha sido uno de las mejores culminaciones que haya tenido en mi vida.

Por unos segundos no dijeron nada pero finalmente el de cabellos lavanda no pudo resistirse para hacer una pregunta directa.

—Saga ¿Cómo supiste que me gustaba que me hablaras así?

El de los cabellos azules lo pensó un poco antes de responder pero finalmente lo hizo.

—Bueno, cuando hacíamos el amor a veces dejaban escapar unas frases, creo que ni tú te dabas cuenta de eso—le explicaba—Me decías cosas como Dámelo todo o Jódeme así, y también había notado tu reacción cuando alguien hablaba de esa manera cerca de ti, así que terminé apostando que eso te excitaba.

—Vaya, serías buen detective Saga, me preguntó que más vas a descubrir de mí.

—Lo que sea lo descubriremos juntos

—Me gusta esa idea.

Se buscaron con sus labios para besarse con naturalidad, eran compañeros y amantes, estaban felices por eso.

—Presiento que querré probar ese delicioso anillito tuyo antes que termine la noche—decía contra su oído el de Géminis.

Sin recibir una respuesta deslizó suavemente dos de sus dedos en el sensible pasaje haciéndolos girar lentamente, no pudo sino sonreir al sentir la respuesta inmediata de su compañero, quien no dudó en mover sus caderas contra los diestros invasores.

—Me gusta lo que haces Saga—le dijo mirándolo a los ojos—No sabes cuánto te quiero.

—Si es la mitad de lo que yo te quiero a ti estás perdido de amor por mí Mu.

—Sí, lo estoy Saga, estoy perdidamente enamorado de ti.

Se besaron con sensualidad, eran una pareja establecida que se amaba y respetaba, se entendía y era capaz de comunicarse, además estaban dispuestos a complacerse, juntos se compenetraban a la perfección y sabían que ya fuera para hablar o para complacerse, uno de sus mejores vínculos siempre seria usar la lengua.

 

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FIN

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer, nos leemos la semana entrante si nada sucede que lo impida.

Atte. Zion no Bara

 


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