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Resistir por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Azana quien hace tiempo me sugirió utilizar a esta pareja, perdona el retraso pero al final elegí algo sencillo para ellos dos, espero que te guste y que les guste a quienes lean.

 

Notas del capitulo:

Esta trama está relacionada con Irresistible pero no es necesario leer ese fic, solo ocurre después.

Una disculpa por un nuevo atraso pero he estado teniendo contratiempos para ajustarme a nuevas situaciones espacio temporales, no sé cuanto durara esta situación pero hago  votos para ajustarme de a ello.

 

 

Capítulo I

 

Esas visitas al Santuario no eran exactamente algo que le encantara hacer, pero de todas formas las hacía, a decir verdad en un inicio definitivamente le parecían innecesarias pero con el tiempo reconoció que eran algo que lo ayudaba a volver a encontrarse consigo mismo y con su camino como servidor de Atlántida. Acercarse a su hermano Saga era parte de su nuevo inicio aunque reconocía que no había sido nada sencillo, entre ellos dos existían demasiadas cosas por solucionar pero con tiempo y trabajo por parte de ambos las cosas mejoraron y avanzaron, estaba en paz con esa parte de su vida.

Entonces ¿Por qué en sus últimas visitas no estaba entusiasmado por ver a su gemelo? Porque se sentía fuera de lugar, se sentía un intruso, esa era la verdad, no encontraba su espacio cuando en la vida de Saga existía alguien más.

—Lamento que tengas que irte Kanon—le decía su gemelo de cabellos azules—Esperaba que pudieras quedarte hasta el fin de semana.

—Me gustaría pero tengo cosas que supervisar en mi templo, los deberes en Atlántida a veces parecen no poder terminar.

—Tal vez yo pueda visitarte en alguna ocasión.

—Tendríamos que planearlo.

Esa respuesta era abierta y no requería de planes inmediatos, mientras el general marino bebía de su taza se sentía relajado, la caliente bebida sin duda era deliciosa, además era un buen tema para cambiar la charla o eso pensaba.

—Esto está delicioso ¿Dónde lo compraste Saga?

—No lo compré, Aldebarán lo preparó, tiene una gran habilidad para combinar las cosas ¿no te parece?

Ahí estaba el tema, ese asunto del que no estaba seguro qué decir y sinceramente no se sentía exactamente hábil para manejarlo, suponía en algún punto de su vida que el caballero de Géminis que era su gemelo bien podría encontrar a alguien en su vida pero nunca se imaginó que sería el caballero de Tauro. No le desagradaba, no tenía nada contra él, todas las referencias eran las mismas pues se trataba de un hombre en todo el sentido positivo de la palabra, era leal, valiente, fuerte y sincero, así que al decir que quería a su hermano era la verdad, pero para él no resultaba sencillo estar cerca de ellos dos como pareja.

Recordaba que cuando su gemelo le habló de estar en una relación con alguien se sintió sorprendido primero e intrigado después ¿Quién podría ser la otra persona? En un viaje al Santuario su hermano, tan feliz como era capaz de demostrar, le había presentado a Aldebarán de Tauro como su compañero, dejándolo sin saber cómo reaccionar, aunque al verlo feliz no pudo decir nada, no en contra al menos.

—Aldebarán, no te esperaba—escuchó de pronto.

Kanon tuvo que bajar su taza dejándola en la mesa y vio como la elevada figura hacía presencia en el tercer templo, acercándose al caballero de Géminis y sin más compartían un beso, era extraño pensar en su pariente de esa manera.

—Hola Kanon, es un placer de verte de nuevo—lo saludaba el de Tauro.

—Hola Aldebarán—logró decir.

Entonces recordó porque se sentía un tanto fuera de lugar en ese asunto, tan solo de ver a la pareja contenta y dichosa y demás por estar juntos hacía que no encontrara su sitio en esa historia, era completamente comprensible pues después de todo se trataba de un asunto de dos y aunque fuera su gemelo él no tenía nada que hacer entre el de Tauro y el de Géminis. Observó en silencio esos segundos que les tomaba a los dos hombres ante él ponerse al tanto de lo sucedido durante su separación, era como si esa mirada que brillaba en sus rostros lo reportara todo: el tiempo, el peso, la densidad, la distancia, la medida, todo aquello que significaba el no haber estado uno al lado del otro.

—Creo que debo irme—dijo con diplomacia poniéndose de pie—Me da gusto haber venido Saga pero tengo asuntos que atender.

—Sí, asuntos—admitía con voz algo seca—Te acompaño a la entrada.

—Gracias—y mirando al más alto en la escena agregó—Fue un placer saludarte Aldebarán.

—Igualmente Kanon, espero que tu próxima visita sea un más extensa—deseaba el caballero venido de Brasil.

Sin esperar mucho los dos hermanos se pusieron en camino y si bien la distancia no era demasiada si dio el espacio suficiente para que el gemelo mayor del Santuario dijera directamente lo que pensaba de su nueva partida.

—Gracias por todo Saga, espero poder vernos pronto.

Antes de lograr dar un solo paso para marcharse un decidido caballero de Géminis, o más bien un  resuelto hombre de ojos glaucos se plantó ante el que planeaba irse con expresión de Algo está ocurriendo y no pensaba dejar las cosas así.

— ¿Por qué no te agrada Aldebarán?—preguntaba directamente Saga.

— ¿Qué? ¿De qué estás hablando?—se quejaba el gemelo menor—No me desagrada Aldebarán.

—Si no es eso ¿Qué te sucede con él? y piénsalo bien antes de responderme porque eres mi hermano y te quiero, pero Aldebarán está en mi vida, es mi compañero, y lo amo, así que quiero que me digas porque cada vez que Aldebarán viene a mi templo a saludarte y desea entablar una relación amable contigo tú lo evades.

Por unos segundos el gemelo menor no supo que decir, estaba acostumbrado a tener respuestas pero definitivamente no estaba acostumbrado a escuchar a su hermano hablarle de esa manera, amaba al venido de Brasil, era feliz con él, pero ese distanciamiento con él lo estaba preocupando y en el caso de su gemelo la preocupación generalmente se presentaba como incomodidad o disgusto, justo como en ese momento.

—Aldebarán no me desagrada—respondió con honestidad—Ustedes dos están juntos y él te hace feliz, no puedo pedir nada más, pero me inquieta un tanto verlos a los dos, ya sabes, juntos, haciendo todas esas cosas.

— ¿Qué cosas?

—De pareja, de enamorados, de mirarse con ese brillito en los ojos—decía agitando las manos—Actúas extraño cuando estás con Aldebarán y no me malentiendas, me alegra por ti, pero siento que no tengo lugar alguno cuando él está contigo.

—Kanon, no te hago a un lado, quiero que seas parte de mi nueva vida, que estés cerca ahora que soy feliz, y Aldebarán quiere al menos tener una relación cordial contigo, eres mi hermano, mi familia.

—De acuerdo—lanzó el gemelo menor—Te prometo que volveré y haré lo necesario para ser accesible y amable con Aldebarán ¿estás contento con eso?

—Contento no es la palabra que usaría pero te lo agradezco, espero que tengas buen viaje de vuelta.

—Gracias, tengo que irme.

Sin esperar el mayor se acercó y le dio un abrazo a su gemelo, uno más de esos gestos que el menor no estaba acostumbrado a recibir de parte de su hermano pero suponía que todo eso era parte de los cambios que había vivido Saga por su relación con Aldebarán; apenas se separaron dio una mirada más a su pariente y siguió con su camino, tendría cosas en que pensar una vez que llegara a Atlántida. Pensaba en lo dicho por el que ocupara el tercer templo, amaba a Aldebarán por más extraña que le resultara la pareja y por lo que había atestiguado el alto caballero de cabellos oscuros quería con sinceridad al de mirada glauca, no podía reprocharle nada a su relación.

Yendo por su cuenta recorriendo el camino los pensamientos del gemelo menor iban de su hermano y su compañero a sí mismo, realmente pensaba si él podría tener una relación de ese tipo, es decir, una persona formal en su vida ¿Cómo sería eso? No estaba seguro que él pudiera tener algo así pero si le había funcionado a su pariente por qué no a él, eran gemelos después de todo, pero honestamente no lograba hacerse a la idea de algo como eso. Además con su carácter y manera de ser y ver la vida una pareja no podía ser un asunto sencillo, tendría que ser una persona muy especial para lidiar con su carácter y…

— ¿Quién anda ahí?—preguntó mostrándose atento a un ruido.

Vio que el sonido provenía detrás de un árbol, unos segundos y se asomó un niño pequeño, debía ser de los alrededores.

— ¿Qué andas haciendo escondido detrás de ese árbol?—preguntaba el gemelo menor.

—Quiero una manzana pero no la alcanzo—se quejaba el chiquillo—Están lejos de mí, soy muy pequeño.

—Deja de lloriquear—lanzaba medio cansado el adulto levantando la mano y cortando uno de los frutos—Toma y no andes solo por aquí, puede pasarte algo.

—Gracias—decía sonriente el pequeño tomando la manzana—También a ti puede pasarte algo por estar solo.

— ¿Qué?

—Gracias por la manzana.

Riéndose y sonriendo el pequeño niño le guiño un ojo y le lanzó un beso para después echarse a correr, por unos segundos Kanon no estuvo seguro de haber visto bien, le dio la impresión que con ese beso le habían arrojado algo, como un polvillo o un tipo de polen, pero agitando la cabeza se dijo que era mejor marcharse y así lo hizo, debía volver a su pilar.

 

 

 

Atlántida se había levantado de sus ruinas, después del conflicto con los caballeros de bronce mucho trabajo tuvo que hacerse, hacer resurgir una ciudad de semejantes proporciones era una tarea que necesitaba fuerza y voluntad, afortunadamente contaban con ambas cosas los generales marinos y su señor, Julián Solo o Poseidón, como prefirieran llamarle. En ese tiempo de reconstrucción los usuarios de sus escamas doradas tuvieron que esforzarse en hacer que la situación marchara y para eso la relación entre ellos debía mejorar también, limar rencillas, dejar atrás conflictos, mostrarse unidos y de paso volver a servir a su señor ¿Asunto sencillo? No pero continuaban trabajando en ello.

Cuando Kanon regresó a su pilar, el pilar del Atlántico Norte, se sintió bien, a pesar de lo que pudieran pensar los demás ese sitio era suyo, si contaba con algún tipo de hogar era en ese lugar, era donde se mostraba como señor de todo y podía mandar a criterio casi absoluto, solo por debajo de Poseidón. Esperaba poder dedicarse a relajarse y descansar por un par de horas pero una noticia iba a recibirlo por labios de una marina quien estaba al tanto de lo sucedido en ese tiempo que estuvo lejos. 

—Señor—decía el guardián recibiéndolo con una reverencia.

— ¿Qué sucede?—preguntaba el general sin aguardar por más saludos.

—Han estado presentándose unas perturbaciones en las corrientes que rodean el pilar del Atlántico Norte.

— ¿Qué clase de perturbaciones?

Teniendo que asegurarse por sí mismo el de los cabellos azules fue hacia su pilar directamente y sus ojos glaucos atestiguaron que las aguas que rodeaban a su pilar no estaban como siempre, de hecho no recordaba haberlas visto así antes, no había otra palabra para describirlas, estaban trémulas.  No podía explicarse lo que estaba sucediendo pero entendía cabalmente que no era normal y de ninguna manera se podía dejar a un lado cualquier anomalía que interrumpiera la tranquilidad de los mares.

— ¿Cuánto tiempo lleva esto?—quería saber el de cabellos azules.

—Más de una hora—le respondieron—Pero parece ir en aumento conforme pasa el tiempo.

Era una mala señal, si en ese momento no era más que un leve temblor podría terminar en un absoluto maremoto.

—El señor Poseidón debe saber esto—se dijo.

Como no había mejor momento que el presente el gemelo de Saga no esperó para ponerse en camino de inmediato hacia el pilar principal pues el señor de los mares debía ser informado sobre esa anomalía, debían obtenerse soluciones cuanto antes.

La llegada al pilar principal fue un asunto veloz, acostumbrado a no perder el tiempo el de cabellos azules se hizo anunciar cuanto antes, solo para darse cuenta que algunos de los generales estaban justamente al lado de ese joven de ojos y cabellos azules que daba la casualidad era la reencarnación de Poseidón.

—Kanon—lo llamó casi informal Julián Solo—Veo que estás de vuelta, eres bienvenido.

—Gracias mi señor—respondió el otro con formalidad—Debo informarle de cierta perturbación en el pilar del Atlántico Norte, el agua parece crear temblores constantes y me ha sido informado que van en aumento.

—Justamente hablábamos de un tipo de anomalía en las aguas que colindan con tu pilar Kanon—informaba el joven de mirada azulada pensando en ese asunto—Me sugieren buscar la fuente del problema y corregir sus efectos.

—Estoy de acuerdo, siendo mi pilar el involucrado pido ser quien se encargue de esta misión.

El joven de los largos cabellos azules miró a los otros generales quienes parecían estar de acuerdo, ya que no había inconvenientes podrían hacer un plan y apegarse a cubrirlo.

—Los generales marinos y yo discutíamos qué hacer, parece algo menor Kanon pero tienes razón en que debe ser resuelto, Kasa nos ha informado que el origen parece guiar a un sitio en específico.

— ¿Dónde?

Entonces tomó la palabra el general de Limnades, una indicación con la mirada de Julián Solo le indicaba que podía hablar.

—Siguiendo la frecuencia de las ondas el sitio es profundo y lejos de los límites de Atlántida.

—No proviene de Atlántida, eso es extraño.

Meditando en ello parecía aún más extraño el fenómeno que se presentaba ¿un sitio al cual no pudiera llegarse por los mares y sin embargo estaba alterando las corrientes marinas? Resultaba enigmático cuando menos y por ello el general marino de Dragón de Mar se mostraba mucho más interesado en resolver el enigma.

—Por lo que creo solo un sitio puede hacer eso—continuaba el de Limnades.

—Y es adonde debes dirigirte—le informaba Julián.

Kanon se mostraba de acuerdo pero al escuchar el resto de la información no pudo sino sentir que iba a ser una misión compleja, del tipo que iba a requerir de sus habilidades para obtener lo que deseaba y no dejar que supieran lo que pensaba, no estaba mal hasta ese punto, pero iba a vérselas con personas con las que no estaba en buenos términos, por decir lo menos.

—Es necesario que viajes al Inframundo cuanto antes—dictaba el señor Poseidón.

Por unos segundos el gemelo menor se preguntó si debía hacerse a un lado pero esa idea se borró de inmediato, no tenía que ser él quien no se presentara, bastaba con no tener que ver a ciertas personas y nadie tendría problemas.

—Tendrás que presentarte ante Hades—continuaba el joven de cabellos azules notando que el asunto podría no ser tan fácil—Te daré un salvoconducto que te permita presentarte como mi enviado ante los espectros.

—No es necesario—se apresuraba a decir el de Dragón de Mar—Puedo presentarme ante Hades y sus espectros sin problemas.

—Sé que podrás pero no sin problemas, los espectros del Inframundo son celosos de sus territorios y eso te llevaría tiempo e incluso conflictos, debemos darnos prisa, prefiero que tomes un camino directo y expliques a Hades la situación, si alguien puede hacerlo y convencerlo de brindarnos su ayuda ese eres tú Kanon.

— ¿La ayuda de Hades? ¿Por qué? ¿Para qué?

—Si el problema es del Inframundo debemos contar con su autorización y ayuda, no puede ser de otra manera, Dragón de Mar—lo llamó aludiendo a su cargo como general marino—Te envío en mi representación y confío en tu desempeño.

Demasiada sobriedad al hablarle, señal inequívoca que indicaba que debía callarse y aceptar las cosas tal y como se las decían, no le gustaba pero no había más opciones, notaba como los otros generales marinos discutían sobre sus propios asuntos dejándolo a él a un lado por unos instantes pero su joven señor se ocupaba de todo y todos sin perder un detalle de ninguno, gracias a eso unos momentos después llegaba uno de los soldados marinas con un cofre que contenía un objeto en específico.

—Esto probará que hablas por mí ante Hades Dragón de Mar.

Inclinándose con respeto el de los ojos glaucos recibió la medalla que le conferían, una pieza circular que llevaba grabada la figura de unos caballos corriendo sobre el mar, símbolo estrechamente ligado con el señor de los mares.

—Parte en cuanto te sientas listo y buena suerte—fueron las últimas palabras que recibió.

Con lo que semejaba a un permiso y sin nada más que comentar el general del pilar del Atlántico Norte se puso en marcha de inmediato recibiendo parabienes de los otros generales presentes, quienes aparentemente no encontraban que fuera un asunto complicado de resolver, a lo más veían complicado el tener que contar con la ayuda de Hades y sus espectros pero sin duda él podría encargarse solo, pues era el tipo de hombre que hacía las cosas por su cuenta y sin esperar apoyo de los demás. Y era cierto.

Sin querer esperar más tiempo, ya le parecía que se había perdido bastante, el de cabellos azules y ojos glaucos se puso en camino de inmediato y mientras cruzaba la distancia se preguntaba por la manera adecuada de acercarse, no necesitaba conflictos previos, solo quería presentarse ante el señor del Inframundo y descubrir lo que estaba ocurriendo.

—Mientras no tenga que verlo a él—se dijo.

Porque él era la persona que menos quería encontrarse, ese espectro que siempre parecía querer fastidiar, las ocasiones en que Saori  tenía la brillante idea de reunirlos ellos dos se encontraban y acababan teniendo algo cercano a una discusión.

—No tengo que soportarlo y ya—concluyó.

Aunque siguió dándole vueltas a ese asunto terminó por esperar que la misión se resolviera y al regresar entregaría resultados positivos a su señor y de paso le mostraría a ese sujeto la manera en que un general marino hacía las cosas, bien y por completo, no a medias y sin resultados, como él.

En medio de esos pensamientos llegó a la entrada al Inframundo, necesitaba pasar, bueno, no le molestaba la oscuridad después de todo y sin más se lanzó por el profundo pozo que semejaba no tener fondo que conectaba con el territorio de Hades, señor de los muertos.

 

 

 

El viaje no resultó tan complicado como hubiera sido para los demás, para empezar porque Kanon estaba perfectamente entrenado para manejarlo y porque no era la primera vez que tenía que hacer un viaje al Inframundo, así que manejó la situación mucho mejor que cualquier otro, pero no tardó en saber que se encontraba en territorio de espectros y estos se mostraban dispuestos a hacer valer su poder.

— ¡Alto ahí!—le gritaban al mismo tiempo que lo rodeaban— ¡Los intrusos deben ser eliminados!

Se trataba de un grupo de combatientes, una docena, no se podía decir que no sabían hacer su trabajo y ciertamente estaban dispuestos a aniquilarlo, después de todo eran sus instrucciones, podría haberse hecho cargo de ellos sin demasiadas dificultades pero sin perder la calma el de cabellos azules les mostró la medalla entregada por su señor notando de inmediato como el poder de esa pieza los hacía dar un paso atrás.

—Vengo como enviado de Poseidón, señor de los Mares, debo ver a Hades, señor de los muertos, de inmediato.

Era otra manera de hacer las cosas y funcionaba, lo llevaron por el Inframundo con velocidad, aquello que pertenecía a los dioses mostraba una energía extraña, un servidor siempre era capaz de sentirlo, por lo que no dudaron en hacer lo que les decían, eso sí, sin perder de vista al hombre ante ellos que daba la impresión de poder aniquilar a quien se le pusiera enfrente de querer hacerlo. El camino que tuvieron que recorrer era oscuro, no había otra forma de definirlo, no por falta de visibilidad sino por algo en el ambiente, una forma de los elementos que existían que provocaba una sensación de estar a mitad de la noche pero se lograba continuar, debían llegar ante Hades.

La cámara principal, lo que se podría clasificar como un salón del trono, era un sitio terriblemente silente y hasta lúgubre y el centro de todo ello era la elevada figura del ser sentado en su trono mostrándose en absoluto control de cuanto o rodeaba, vestido completamente de negro, la figura del señor de los muertos se encontraba algo más arriba del resto y el imponente trono daba una apariencia aún más rígida a su imagen, al lado derecho, de pie, se veía su siempre leal Pandora quien guardaba silencio. Por unos momentos no se dijo nada, Kanon sabía que le tocaba esperar a que le hablaran, no podía ser de otra manera, pero la espera fue un tanto chocante ya que estaba completamente a disposición de alguien más.

—Poseidón te ha enviado—dijo finalmente Hades.

—Así es—respondió el venido de Atlántida.

— ¿Es por las perturbaciones que ha habido en el agua?

—Si—dijo mostrándose un poco extrañado de que lo supiera.

—Me ha sido informado sobre cierta turbación, el origen parece venir de una de las regiones del Inframundo, supongo que es el motivo de este encuentro.

—Mi señor Poseidón desea que este asunto quede resuelto.

Hizo notar quien era su señor, no pensaba dejarse apabullar por los espectros quienes ya se estaban reuniendo y los rodeaban, casi hubiera creído que lo juzgaban pero no pensaba bajar la cabeza ante ellos, ni siquiera ante Hades.

—Estoy de acuerdo en que se ponga fin a esta situación, no debe haber motivos de inquietud entre nuestros reinos que puedan provocar problemas con otros.

Eso sin duda quería decir que si ese asunto no quedaba resuelto podría atraer la atención de Saori y sus caballeros, así que no quería al Santuario preguntándose por lo que estaba ocurriendo, tampoco lo culpaba, pero era interesante, casi para sonreír, que le preocupara a alguien como el señor de los muertos que la reencarnación de Atenea le cuestionara por lo que estaba sucediendo en su reino.

—Si se me permite me encargaré tan pronto como sea posible—decía Kanon con firmeza—Suponemos en Atlántida que no es un asunto complejo pero debe ser detenido antes que se agrave.

—Estamos de acuerdo, uno de mis espectros notó lo que sucedía y está informado mejor que nadie, irán juntos.

El de cabellos azules suponía que tenía sentido todo eso, no esperaba que lo dejaran maniobrar por su cuenta, pero sin duda podría manejar a cualquier espectro que le pusieran enfrente, ni que fueran tan complicados o al menos eso era lo que suponía. Al dar una vuelta por el salón con sus ojos glaucos supuso con bastante acierto que todos los espectros estaban ahí, incluso vio a Minos y a Aiocos quienes no lo perdían de vista ¡Vaya! Se había convertido en el entretenimiento favorito del lugar, por lo menos no estaba él ahí, no necesitaba de su presencia, con su cara de pocos amigos, los cabellos revueltos como nido de ardillas y la cejota  que parecía…

—Radamanthys—se escuchó.

No era posible, Hades lo estaba llamando directamente y desde la entrada del salón los espectros se estaban separando para cederle el paso con amplitud, el hombre de cabellos y ojos dorados andaba con paso seguro  y ese aire arrogante que tan natural le salía, ni siquiera miró a Kanon al pasar a su lado pero se dio una especie de choque entre ambos que ninguno de los dos dejó de sentir aunque no demostraron anda al respecto.

—El guardián de Dragón de Mar se ha presentado por los motivos que me han sido informados con anterioridad—decía Hades a su juez—Es necesario que ambos se hagan cargo de este asunto antes que progrese.

Eran pocas palabras para lo que quería decir realmente el de cabellos negros, señor del inframundo, y era que esperaba que los dos se hicieran cargo cuanto antes de ese asunto y que no se mencionara ningún problema ulterior, y como era lo que deseaba era lo que esperaba obtener ni más ni menos.

—Pueden encargarse.

Sin otra cosa por decir les tocaba a los dos hombres que no se llevaban bien ni moderadamente con tolerancia encargarse de esa encomienda, lo quisieran o no tendrían que pasarse un tiempo juntos y dar resultados a sus señores y quizás fue ese el punto que los hizo morderse la lengua de lo que en verdad querían decir, que nunca era amable, su encuentros anteriores lo demostraban sin duda alguna. Los espectros los dejaron marchar en silencio, los murmullos vinieron cuando se alejaron, pero Hades parecía algo pensativo mientras los veía alejarse, al grado que su leal Pandora tuvo que preguntar.

—Todo estará bien señor Hades—aseguraba ella.

—Sí, pero Dragón de Mar, tenía un brillo extraño.

— ¿Un brillo señor?

— ¿No lo notaste? como el de los animales luminiscentes, del tipo de brillo que cautiva para atrapar.

Ella lo miraba sin terminar de comprender pero el señor de los muertos se sospechaba algo en ese asunto.

—Creo que él tampoco lo sabe, le están montando una jugarreta.

— ¿Quién podría hacer eso?

Mas el soberano de cabellos negros nada dijo ya, sospechaba quien podría haberlo hecho, estaba aburrido y hacía una de las suyas o por lo menos quería divertirse un poco, tendrían que esperar para saber el resultado de esa aventura, pensándolo con calma llegó a la conclusión que todo estaba conectado, no había motivos para preocuparse entonces.

Y mientras eso sucedía en el salón ´principal dos personas que no se llevaban bien entre ellos y que cada vez que se habían visto pelearon o discutieron o se dijeron algo no muy amable ahora estaban caminando por el mismo camino en completo silencio preguntándose por qué los perseguía la mala suerte y los ponía al lado de esa persona justamente. El silencio en un viajero puede ser un aliado pero entre ellos dos no lo era, resultaba pesado, incómodo, sin permitirles adueñarse de la situación como siempre podían hacerlo pero no con ese hombre a su lado, quien según algunos era similar, se parecían.

—No soporto a ese sujeto—recordaba Kanon que había dicho una vez a su hermano refiriéndose al juez.

—Debe ser porque es igual a ti—fue la respuesta de Saga.

— ¿A mí? Ya quisiera.

Pensarlo en ese instante no era de ayuda y casi dio un suspiro pero se dio cuenta que esa mirada dorada estaba sobre él ¿Qué se pensaba que era mirándolo de esa forma? Si continuaba haciéndolo lo pondría en su lugar sin importarle que estuvieran en el Inframundo y Hades pudiera decir que…

—Llegamos—anunció el juez de Wyvern.

— ¿Qué?

—Debemos entrar, todo se conecta en este sitio hasta donde he averiguado.

— ¿Por qué no has entrado antes? suponía que un juez de los espectros podría encargarse de algo como una fuga de agua—lanzó en tono petulante.

—Si se trata de una fuga de agua solamente debes ser el mejor fontanero de Atlántida ¿por eso te enviaron?—contestó el rubio en tono similar.

—Al menos yo soy el mejor en algo.

—Que más da quien sea el mejor en una charca.

Las miradas que cada uno lanzaba eran de verdad para asustar pero apretando los labios comprendían que ese comportamiento no los llevaría a nada, eso y un asunto con el cual no podían jugar.

—El señor Hades quiere que esto quede resuelto, cuanto antes, y sin hacer ruido—informaba el juez.

—También Poseidón, confía en que quedará resuelto antes de ser un asunto grave—reconocía el general marino.

—Propongo tratar de trabajar en esto con la mejor disposición—mencionaba con cierta resistencia el de ojos dorados—Entre antes terminemos será lo mejor para los dos.

— ¿Desde cuándo te interesa lo que es mejor?—dijo como por impulso el de mirada glauca.

Pero dándose cuenta que era justamente ese comportamiento el que debían evitar respiró con profundidad para relajarse antes de volver a hablar.

—Muy bien, que sea una especie de tregua Radamanthys, hagamos esto por nuestros señores y una vez que quede resuelto cada uno ira por su lado a donde mejor le plazca.

—De acuerdo.

—Está bien.

—Claro.

—Sí.

Aunque se miraban y ninguno de los dos hacía el movimiento definitivo para sellar ese trato, y necesitaban hacerlo, al mismo tiempo y notándose que tenían malditas las ganas de hacerlo extendieron su mano derecha y se dieron un apretón de manos, masculino, varonil, con mucha más fuerza de la necesaria como si esperaran vencer al otro en ese instante pero ninguno cedió. Tampoco quisieron reconocer que algo había ocurrido con ese contacto, como una descarga que los hizo titubear por un instante, un vértigo profundo, una oleada de calor que los inundó, pero hicieron hasta lo imposible por reprimirlo ¿Qué había sido eso?

—Entonces sigamos—logró decir el rubio dándose vuelta con velocidad.

—Voy tras de ti—fue la respuesta.

Aunque al entrar a lo desconocido ninguno de los dos tenía la menor idea de lo que iban a encontrar y menos aún de lo que iban a tener que enfrentar, pues sería un combate como ninguno que hubieran experimentado antes.

 

 

 

Kanon estaba acostumbrado a los maravilloso escenarios marinos que ofrecía Atlántida, las espectaculares vistas del Santuario, y aunque había estado antes en el Inframundo no fue exactamente para quedarse a ver y apreciar nada, así que encontrarse con un espectáculo natural como el que tenía ante sus ojos no era  para dejarlo impasible y era mucho decir para un hombre con una vida tan agitada.

—Es la parte interior bajo Cabo Tenaro—explicaba el juez de cabello dorado—Nos encontramos en la Cueva de Diros.

Aunque no dijo nada el venido de Atlántida se mostraba sorprendido por las construcciones de rocas y cristales de roca, comenzando a recorrer la rivera de un hermoso lago subterráneo que los fue llevando a través de cavernas y túneles tapizados de estalactitas y estalagmitas que podrían parecer atemorizantes pero también hermosas. Continuaron en silencio, como si no pudieran decirse nada, aunque una sensación extraña los iba llenando, similar a la incomodidad pero no estaban seguros que fuera justamente eso. Siguieron esa ruta hasta que llegaron a un punto en el que era necesario tomar nuevas decisiones, eso lo sabía el de cabellos rubios quien tenía algo de información que compartir.

—El agua sigue inquieta—mencionaba el de cabello rubio.

Los dos hombres se detuvieron a mirar pero lo notaban desde antes, había un tipo de perturbación, no violenta, sino inquietante, como si el agua buscara hacer algo pero no sabían qué, era necesario descubrirlo y también era necesario hacer otras cosas.

—Tenemos que continuar desde aquí pero debo decirte que este camino no ha sido explorado antes.

— ¿Por qué no?

—Hay lugares en el Inframundo en los que no accedemos y ya que no los necesitamos no tenemos por qué venir.

—No son curiosos según parece.

—Hay historias sobre este sitio—explicaba al mismo tiempo que intentaba ignorar la mirada verde sobre él—Se dice que esta era una de las entradas al Inframundo.

Le explicó algunas cuestiones más sobre se sitio, para terminar con otra leyenda que había sobrevivido.

—Dicen que hay una cámara secreta pero nadie ha logrado especificar con que motivos.

— ¿No saben nada?

—Solo conjeturas, pero tenemos que seguir ¿de acuerdo? La corriente se ve más inquieta desde aquí, hay que encontrar su nacimiento para averiguar cuál es el problema.

—Obviamente no saben mucho de nada.

—Más que tú sin duda, por algo Atlántida no ganó contra el Santuario.

—Como si al Inframundo le hubiera ido mejor contra el Santuario.

De pronto tuvieron que recordar que estaban en una misión y que habían acordado no insultarse o algo parecido, tan solo se dispusieron a continuar caminando en lo desconocido pero también pensaban que no se agradaban, o algo parecido.

Mejor era seguir, seguir andando en lo desconocido por un camino que se hacía menos transitable y la visibilidad disminuía, pero podían escuchar el agua, la percibían, era una agitación similar al latido de un corazón, latiendo con fuerza por un motivo semejante a la emoción, tal vez a lo desconocido también.

— ¿No hay manera de hacer algo de luz?—preguntaba Kanon—En este sitio apenas si puedo ver…

Tuvo que callarse de golpe porque estaba a punto de darse un golpe, dio un traspié en la oscuridad pero su rubio guía lo presintió y con velocidad evitó la caída sujetándolo contra su cuerpo, sintiéndose con fuerza, casi como un golpe pero separándose de inmediato con algo de brusquedad con el sonido del lago que se agitaba un poco más.

— ¿Qué?—preguntaba el de Wyvern notando la prisa del otro por apartarse de él— ¿Acaso crees que me interesas y quería agarrarte?

—Sea lo que sea que pretendieras no eres mi tipo—le informaba el de cabello azul.

—No estoy tan desesperado.

Queriendo poner fin a ese sinsentido siguieron con su camino pero estaban molestos, la corriente también parecía fastidiada, la mente de ambos hombres tenía la misma idea en ese instante ¿Con él? ¡Jamás! Aunque fuera el último hombre sobre la tierra.

Si bien no iban a ser el único hombre sobre la tierra lo que si sucedió fue que se iban a convertir en el único y más cercano en ese sitio ya que el sendero transitable se hacía angosto, muy angosto, lo que provocaba que fueran muy juntitos, casi tocándose a pesar de querer poner distancia y eso generaba una incomodidad mayor o lo que fuera que sintieron cuando sus manos se tocaron desde la primera vez. El agua por su parte estaba agitada de forma distinta, como si la superficie se mantuviera impávida pero por debajo se agitaba de manera calurosa, aparentaba lo que no sentía, sin querer admitir la realidad.

Por continuar andando a ciegas y tratando de evitar tocarse siquiera los dos enviados a la misión de pronto se encontraron con un obstáculo, semejaban a un murallón, no esperaban algo como eso definitivamente, la tanteaban con las manos desnudas pero no parecía que lograran nada y la corriente avanzaba del otro lado.

— ¿Y ahora qué?—preguntaba y atacaba Kanon por igual— ¿Este era tu gran plan? ¿Quedarnos atorados aquí?

—Ya no podemos avanzar, quizás si nos sumergimos y seguimos a la corriente pero es arriesgado sin saber lo que podemos encontrar—decía pensando Radamanthys con algo de incomodidad por el tono del otro—Regresemos e informemos lo sucedido, podremos prepararnos mejor para una aventura de este tipo.

—Como sea.

Ambos estaban contrariados por la falta de avance pero apenas habían dado unos cuantos pasos cuando sintieron que las piedras bajo sus pies se hacían extremadamente lisas, resbalando un poco.

— ¿Qué está…?

Pero la pregunta del gemelo menor quedó en el aire cuando el suelo desapareció, de esa manera, no sabían cómo se abrió un pasaje y ambos cayeron sin poderlo evitar, la trampilla era inclinada y resbaladiza guiándolos a un nuevo sitio que no esperaban y si bien intentaban mantenerse con la cabeza fría no era sencillo, solo cuando se detuvieron pudieron dar un veredicto de lo sucedido pues prácticamente cayeron uno encima del otro, quedando sus piernas entrelazadas y sus sexos peligrosamente cercanos. Se dieron apenas una mirada para dar un leve gritito de espanto y separase de inmediato como si tuvieran una enfermedad infecciosa.

— ¿Qué es este sitio? ¿Dónde estamos? ¿Cómo vamos a salir de aquí?

Las mismas preguntas los dominaban a los dos pero sin importar cuanto miraran alrededor no lograban descubrir ninguna de esas respuestas.

 

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Solo por comentar:

La Cueva de Diros se encuentra en el Cabo Tenaro, en la prefectura de Laconia, región del Peloponeso. Está considerada como uno de los sitios naturales más importantes de Grecia, rivalizando en espectacularidad con la caldera de Santorini.

La península fue consagrada a Poseidón. Así, en el extremo de la península había un templo de este dios, que se cree que fue construido por los aqueos antes de la conquista de los dorios, y donde los periecos e hilotas practicaban sus cultos. El cabo Tenaro era considerado por los antiguos griegos, una de las entradas al inframundo. Según la leyenda, los muertos eran llevados a través de un lago o río subterráneo por un barquero llamado Caronte, que recibía como pago un “óbolos”, una moneda que era colocada en la boca del muerto para asegurar su paso al inframundo, ya que Caronte se negaba a transportar a los fallecidos que no llevaran dicho óbolo. Los griegos construyeron muchos lugares sagrados dedicados al culto a los muertos como el Nekromanteion del río Aqueronte o el santuario de Poseidón en este mismo sitio. 

Deseo que les agradara.

Atte. Zion no Bara

 


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