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Feliz por zion no bara

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Notas del fanfic:

Solo una historia de un capítulo, espero les guste.

 

Notas del capitulo:

Quería hacer algo con esta canción.

 

 

 

Caminando por la Avenida 29 con el Park
Te vi en los brazos de otro
Hace solo un mes desde que nos separamos
Te ves más feliz

Te vi entrar en un bar
Él te dijo algo para hacerte reír
Vi que sus sonrisas eran más grandes que las nuestras
Si, te ves más feliz

La calle no estaba solitaria, de hecho muchas personas pasaban por ambas aceras, el día y el horario sin duda contribuían a eso, fin de semana por la noche, mucha gente aprovechaba para salir a cenar o a bailar o a pasear o a ver una película o simplemente salía para reunirse con alguien más, tener planes era agradable. Pero el hombre de largos cabellos azules y mirada glauca que simplemente caminaba no iba a verse con nadie, no tenía planes, algo muy extraño para una persona de su temple, solo estaba yendo de un sitio a otro ¿Qué había sucedido? Muchas cosas definitivamente ¿Qué era lo que le hacía falta para dejar de sentirse como se sentía? No estaba seguro, al menos ya tenía un trabajo y tal vez encontrara un mejor sitio para vivir pero eso necesitaría tiempo y…

— ¡Basta!—decían entre risas— ¡Deja de hacerme reír!

El hombre de mirada verde tuvo que detenerse y a pesar de que la persona que reía estaba a unos metros de él lo reconoció ¿Cómo iba a olvidarse del sonido de esa risa? ¿O de esos cabellos y ojos castaños? ¿O de esa manera de moverse por el mundo? Era él.

—Aioros—se dijo a sí mismo.

Siguió con la mirada al joven quien no iba solo, a su lado caminaba otro hombre de cabellos rojizos y no podía decir nada más pues le daban la espalda, por un segundo exactamente no supo qué hacer, pero al siguiente ya estaba en camino tras ellos, no podía explicarse el porqué de ese impulso pero lo seguía. Anduvieron por unas calles más, no los perdía de vista pero procuraba mantener su distancia para que no se dieran cuenta de su presencia, se veían cómodos juntos, parecía que conversaban de manera amena, se entendían bien al parecer.

Al final los vio entrar a un bar concurrido pero que aún podía admitir a algunas personas, como a ellos tres pues un minuto después que entrara la pareja lo hizo él, mirando con cuidado para ubicarlos y para no ser descubierto. Los otros dos estaban en una mesa, ordenaron de beber con velocidad mientras que el de ojos verdes solo seguía mirando.

— ¿Qué te servimos?—preguntaron.

El de ojos verdes tuvo que mirar a quien le hablaba, se trataba de una joven mesera de cabellos rubios, esperaba por escuchar su respuesta.

—No quiero nada, gracias—fue su respuesta.

—Lo siento pero tienes que ordenar algo—le informaba la joven—El jefe me envió porque dice que llevas varios minutos y no has pedido nada, por mí no hay problema pero él es un cretino de marca mayor.

El de cabellos azules lo pensó unos instantes, su presupuesto era apretado, pero no podía dejar pasar la oportunidad, aunque fuera de lejos quería ver al castaño, aunque estuviera con alguien más.

—Dame lo más barato que tengas—pidió sin pensarlo mucho.

—Bien, tenemos…

—Lo más barato—le repitió.

La muchacha de cabellos rubios solo asintió y se alejó, no estaba ahí para juzgar solo para llevar bebidas y eso haría.

En cuanto al hombre que continuaba con su vigilancia observaba a los de la mesa sin poder dejar de notar por encima de todo al de mirada parda, siempre había sido un joven especial, desde que lo viera la primera vez hubo algo que lo atrajo, quizás era exactamente lo que le sucedía a ese tipo a su lado. Ahora podía verlo mejor, los cabellos rojizos sin teñir, mirada de color verde, no como la suya, masculino, atractivo, se mostraba muy cómodo al lado del otro joven, sonreía abiertamente y fuera lo que fuera de lo que hablaban debía ser divertido pues reían ¿podría acercarse sin que se dieran cuenta? Tal vez si…

—Aquí tienes—le dijeron.

La misma mesera estaba ahí llevándole una bebida en un vaso.

—Ron con cola—decía la muchacha.

—Supuse que sería una cerveza—comentaba tomando el vaso.

—Nuestra cerveza es artesanal, no es nada barata—le informaba ella.

—Gracias.

—De nada.

Sin más se fue dejándolo solo, con eso podía seguir observando pero ¿Qué esperaba de hacer eso? Había tomado decisiones y pensó que eran las mejores aunque vaya que nada resultó como lo había planeado ¿en qué momento pasó todo eso? ¿Cómo había terminado espiando a lo lejos a ese encantador castaño? ¿Cómo era posible que ahora se conformara con la bebida más barata? ¿Por qué se sentía como se sentía? Continuaba observando a la pareja que no se daba cuenta de su presencia, no era un papel muy airoso pero no podía evitarlo, había pensado buscarlo pero no se atrevió, no después de como marcharon las cosas.

Era momento de recordar, claro, hacerlo era sencillo, había pensado en la soledad tantas veces en lo que había compartido con ese joven castaño, podía pensar en ello una vez más.

Todo había comenzado un tiempo atrás, cuando contaba con su anterior trabajo en Atenea, una empresa de servicios financieros que parecía haberse estancado en el mercado de valores, pero intentando dar confianza a los inversionistas la mesa directiva había pensado que resultaba una buena idea hacer una fiesta para conmemorar la fundación de la firma, no era tantos años, apenas trece, pero había que hacerlo. Así que entre los empleados que estaban invitados a la recepción que se dio en un  hotel de cuatro estrellas, no de cinco, estaba el joven Saga de Géminis quien se destacaba en el departamento de finanzas como uno de los ambiciosos y llenos de empuje asesor de inversiones, se trataba de un hombre atractivo de cabellos azules y ojos verdes, complexión atlética y aire de autosuficiencia, si no bastaba no dejaba de decir por lo bajo lo que pensaba de ese evento.

—Todo esto huele a desesperación—decía a un colega—El mercado de inversiones no está a la alza ¿Quién creen que va a arriesgarse con este pozo seco?

—No seas tan cruel Saga—le decía un compañero de cabellos negros—Esta empresa no es un barco que se hunde.

—No Shura, no lo es, es un barco encallado simplemente.

Hubieran seguido con el mismo tema por más tiempo pero no fue así ya que una figura hizo su entrada en ese instante, se trataba de un joven de cabellos castaños y mirada parda, sonreía mientras iba saludando a diversas personas, parecía que lo conocían pero el de cabellos azules jamás lo había visto y no dejaba de mirarlo en ese instante.

—Por favor, actúa con algo de discreción—le decía su compañero medio divertido.

— ¿Quién es él? no lo había visto antes ¿es nuevo?—preguntaba sin dar tiempo a respuestas pero estaba bastante interesado.

—No puedo creer que vayas tras lo primero que use pantalones entallados.

—Nunca fui tras de ti.

—Porque me conociste con mi novia.

Era cierto, lo había conocido por medio de su novia, Shaina, una mujer de cabellos verdes y en cuanto a él una personita muy intensa, pero no quería hablar de eso, quería saber quién era ese joven que acababa de llegar.

— ¿Lo conoces Shura?

—Es Aioros de Sagitario, entró hace poco al departamento de cómputo, dicen que es bueno en su trabajo.

— ¿Cómo es que no lo había visto?

—Será porque has estado mucho más ocupado arreglando lo de tu entrevista con el consorcio Heinstein.

El de Géminis no dijo nada, era cierto, aunque pensaba que nadie lo sabía, pero para él su futuro estaba en una empresa grande como el consorcio Heinstein, una de las más antiguas y fuertes compañías en el manejo de acciones. Dejó la idea de lado pues lo que quería en ese momento era diferente y para qué estaban los amigos sino era para ayudar en momentos como ese.

— ¿Podrías presentarnos?—preguntaba el de cabellos azules.

— ¿Desde cuándo necesitas ayuda para conocer a alguien?

No hubo una respuesta pero el de cabellos negros se dio cuenta que el otro apretaba los labios, no se imaginaba que lo vería tan cercano a mostrarse inseguro, parecía que ese muchacho le había gustado más de lo que pensaba, no perdía nada con una pequeña intervención.

—Hola Aioros—decía levantando el brazo y haciéndose notar.

El joven de ojos pardos se acercó con una sonrisa haciendo que el de Géminis se sintiera un poco agitado pero podía controlarse.

—Hola—fue la primera palabra que dijo.

Pero no sería la última que iba a escuchar de él.

 

***

 

Nadie te lastima como yo
Pero nadie te ama como yo
Prometo que no lo tomaré como algo personal, amor
Si estás siguiendo adelante con alguien nuevo

Para Saga fue una sorpresa continúa el poder estar con Aioros, ese muchacho de cabellos castaños era distinto, especial, lo hacía ver las cosas desde un ángulo diferente, apenas conocerlo en el evento de su empresa se decidió a no dejarlo ir y la primera sorpresa que se llevó fue esa misma noche.

—Eres muy entretenido Saga—decía sonriendo el castaño—Ya es muy tarde y ni siquiera había sentido que pasó la noche.

Consultaba la hora en su teléfono y poniéndose de pie parecía dispuesto a marcharse, el de ojos glaucos no se separó de su lado y tuvo una propuesta que hacerle.

—No es tan tarde Aioros, la noche aun es joven.

—No lo creo, prefiero descansar, fue un placer conocerte Saga.

Dio dos pasos hacia el corredor y apenas si se dio cuenta que el de cabellos azules se colocaba delante de él mirándolo directamente a los ojos, imponiéndose con su sonrisa de confianza y esa presencia que lo hacía adueñarse de la situación en muy poco tiempo.

— ¿Por qué no vienes conmigo Aioros?—preguntaba de forma seductora—Podemos seguir conociéndonos, podemos conocernos mucho mejor.

Diciendo eso le acariciaba la mejilla, el castaño acarició esa misma mano y sonrió, el de Géminis se inclinó para besarlo pero se encontró con una mano que lo evitaba, desconcertado buscó el rostro del otro joven quien lo observaba con la expresión medio divertida y medio incrédula.

—Acabamos de conocernos Saga—le explicaba con calma—Y no soy un negocio que estás cerrando a última hora.

—No especulaba que lo fueras Aioros.

—Pues deja de especular con esta empresa—decía señalándose a sí mismo—Soy un NIV.

—Esto se pone interesante, si eres un No Interesados en Vender ¿Qué eres?

—Una excelente inversión pero a largo plazo y no hay grandes ganancias inmediatas, ya sabes lo que dicen, en la vida como en los negocios lo que fácil viene…

—Fácil se va—completó el otro.

—Un placer conocerte Saga, nos vemos.

—Igualmente Aioros.

Lo vio alejarse en silencio pero tenía una idea en claro, por supuesto que iban a volver a verse, se encargaría de eso.

La verdad fue que Saga se dedicó a conocer y a cortejar al joven de cabellos castaños al mismo tiempo, podría pensarse que solo deseaba una conquista porque físicamente le gustaba el de ojos pardos pero no fue así, lo fue al principio pero después ya no se trataba solamente de eso, el mismo joven de cabellos azules tuvo que ir reconociéndolo lentamente. Salieron como compañeros de trabajo, varias veces con otras personas de la misma empresa, tenían conocidos comunes, pero en esas salidas descubrieron que había cosas similares y las que no lo eran también comenzaron a gustarles. El de ojos glaucos no dejaba de mirar al de Sagitario, por eso le resultó fascinante cuando se dio cuenta que el de cabellos castaños lo miraba también, aunque extrañamente no se decidió a hacer un movimiento de inmediato, prefirió darse un tiempo o más bien ambos lo hicieron.

No dejaron de verse, de pasar tiempo juntos, de llamarse, enviarse mensajes, compartir fotografías, saber del otro y contarse las cosas que podían decirse sin parecer que estaban en una relación, aunque ya lo estaban pero no era del tipo romántico, no aún, tan solo necesitaban cimentar ese punto y la oportunidad se dio.

—No sé cómo lograste conseguir las entradas—decía animado el castaño—Estuve más de tres horas en línea y nunca pude conectarme para comprar los boletos.

—Tengo mi manera de conseguir lo que quiero, casi siempre.

Decía eso mirándolo con toda la intención del mundo pero el de ojos pardos pretendió no darse cuenta, en unos momentos ingresaban al sitio señalado y quedaron entre la multitud que esperaba entretenerse en el festival de música, se trataba del primer día y como ambos disfrutaban de la música de varios de los exponentes no la pasarían mal. El ambiente se iba activando, los intérpretes hacían su parte y el público no dejaba de disfrutarlo y en medio de eso Saga se daba el tiempo de observar a ese joven a su lado, en algún momento se quedó mirándolo con tanta atención que se le olvidó incluso la música pero en verdad que ese chico resultaba despampanante a sus ojos. 

En ese instante se le acercó con suavidad, distinta de la que utilizara con nadie en su vida, y de pronto pasó su brazo por la masculina cintura acercándolo contra su cuerpo, el de ojos pardos se le quedó mirando y con confianza le habló.

—Dame un beso.

—No—fue la respuesta directa.

Se deshizo de su abrazo y se concentró en la música de nuevo, el de ojos glaucos trató de responder a la decepción tomando un aire de él se lo pierde y parecía que iba a ser todo pero no lo fue.

El día terminó, ambos siguieron juntos aunque guardaban silencio, el evento había estado muy bien, lo disfrutaron, pero no querían decir nada de eso, tenían que decirse algo pero parecían tratar de decidir qué, por eso se limitaban a seguir juntos aunque se miraban a hurtadillas, no podían seguir así indefinidamente.

— ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?—preguntaba el castaño.

—Podemos tomar un taxi si quieres.

—Me refiero a seguir como si nada hubiera pasado, como si no me hubieras pedido que te besara.

—No quisiste y ya, no veo para qué hablar de eso.

Saga intentaba convencerse que eso era todo pero al estar tan cerca del de Sagitario supo que no podía dejar las cosas así.

— ¿Por qué no intentas de nuevo?—preguntó el de ojos pardos.

El de Géminis no estaba seguro de haber escuchado bien en un primer momento pero al observar el rostro del joven a su lado supo que estaba escuchando bien pero se dio unos segundos para decidir, Aioros no quería lo mismo que ya le había propuesto, era algo distinto ¿Qué era lo que quería entonces?

— ¿Dame un beso?—preguntó tentativamente.

Sin embargo el otro lo miró como preguntando si no entendía lo que pasaba entre ellos dos, así que iba a replantear la propuesta.

— ¿Te gustaría que te besara Aioros?

El castaño sonrió abiertamente, así que ahí estaba su respuesta, no iba a ser tratado con esa suficiencia, como dando las cosas por sentado, así habían sido las relaciones anteriores del de cabellos azules pero con ese muchacho no podía ser igual, se lo había dicho, no era un negocio de última hora, era algo muy distinto.

—Dame ese beso—respondió sonriendo el de Sagitario.

Uniendo hechos a las palabras y eso significó unir sus labios se besaron, se dejaron llevar por la experiencia, se dieron cuenta que podían seguir así y que nada importara, nada excepto el dar inicio a algo muy especial entre los dos.

De paso Saga se dio cuenta de lo que ocurría, Aioros no era una conquista, no quería serlo y no lo iba a permitir, no estaba para que lo tomaran sino para compartir una existencia.

 

***

 

Porque, amor, te ves más feliz
Mis amigos me dijeron que, un día, me sentiré así también
Hasta que eso pase, voy a sonreír para ocultar la verdad
Pero sé que yo era más feliz contigo

Cuando Saga y Aioros se convirtieron en una pareja todo prometía para ellos dos, se llevaban inusualmente bien, se entendían, compartían, la verdad era que se complementaban mejor que muchas otras personas, estaban felices por haberse encontrado y dejaban que la misma relación los fuera llevando por esos senderos que permiten a las personas conectarse o saber que no era lo que estaban buscando. Para ellos fue un viaje divertido sobre todo, hubo algunas discusiones pero nada que los separara, sus planes continuaban aunque parecían un asunto a largo plazo en ese momento: estudios, trabajo, metas. Sin embargo fue en ese punto, uno en el que no hablaron tan en claro como tal vez debieron, en que lo que deseaban se hacía distinto.

— ¿Qué sigues mirando?

Saga preguntaba porque el castaño a su lado le había dedicado bastante tiempo a su juicio a una búsqueda en internet de esa mañana de un fin de semana que habían acordado pasar juntos; cierto que él también estuvo trabajando en algo pero ya lo había dejado y seguía esperando por su compañero.

—Solo veía algunos lugares Saga—le explicaba el de ojos pardos con suavidad—Dime qué te parece.

Le mostraba algunas imágenes en la pantalla de su computadora portátil, parecían sitios para vacacionar y ya sabía que su joven compañero no era exactamente del tipo de playa y sol, prefería el descanso en otro tipo de lugares.

—Este se ve bien—dijo el de cabellos azules prestando atención a unas imágenes—Si, por lo que dice es un buen lugar.

—Es un viñedo, ni siquiera está lejos, solo a un par de horas, tal vez podríamos ir un fin de semana ¿Qué me dices?

— ¿Te gustaría que fuéramos?—preguntaba sonriendo el de ojos glaucos—Vino, queso, uvas y yo ¿Qué más podrías querer?

—Supongo que nada.

Sonrieron y se besaron pero en ese momento el de Géminis recordó parte de su agenda, era necesario hacer algunos arreglos.

—Quizás podamos ir pero primero necesito ver lo de mi cita Aioros—le explicaba sin dejar de sonreír—Sabes lo que me interesa ese trabajo.

—El consorcio Heinstein, el trabajo de tus sueños—respondía acariciándolo por la mejilla el de mirada parda—Ellos son de las ligas mayores.

—Y exactamente por eso soy perfecto para ellos.

—Sin duda, ya eres perfecto para mí.

—Parece que alguien quiere algo de mí—decía sonriendo con coquetería el de cabellos azules—Después de tenerme abandonado y hacerme a un lado y haberme ignorado como si no fuera alguien…

—Ya deja eso.

Sin otra palabra el de Sagitario lo besó con entusiasmo, una invitación que el de ojos verdes buscaba y no tardó en responder, pero después de haber hecho el amor con alegría ambos se perdieron un tanto en sus pensamientos, Aioros pensaba en vacaciones, en una mascota ¿Por qué no una casa? ¿Un hogar quizás? Algo para ellos dos. Sin embargo los pensamientos de Saga iban por una vía muy distinta, soñaba con esa cita de trabajo en la que cifraba todos sus proyectos, del tipo de un automóvil, un departamento, un mejor salario, moverse en otros círculos, en comparación el castaño quedaba muy detrás en esos proyectos.

En los días siguientes la relación continuaba de lo mejor o al menos eso era lo que parecía, lo más importante parecía ser la entrevista de trabajo conseguida por el joven Géminis, su compañero lo apoyaba por completo, aunque él se mantenía atento a su empresa actual, había movimientos que podrían llevar a algo más grande. Como fuera la fecha llegó y finalmente el de cabellos azules estuvo en el sitio en el que quería estar, fue entrevistado por uno de los asociados Nivel A, es decir de los importantes, pero actuó con seguridad y demostraba mucha autoconfianza, lo cual parecía gustar.

—Pareces bien preparado y tu actitud nos encanta—decía quien lo entrevistaba.

—Muchas gracias.

El caballero era un hombre de cabellos y ojos dorados, se llamaba Radamanthys de Wyvern, ya el de mirada glauca sabía que estaba ahí como una herencia, su padre y su abuelo habían sido parte de esa misma compañía, aunque la mayoría de las personas importantes parecían ser herederos de la firma.

—Estamos pensando en expandirnos—le comentaba el de cabello rubio—Es por eso que estamos entrevistando a posibles ejecutivos, la empresa sigue en expansión y ya no nos damos abasto con nuestras filiales, tenemos más inversionistas de los que podemos manejar.

—Dudo que muchas empresas puedan quejarse de algo como eso.

—Tenemos una gran responsabilidad con los inversores, confían en nosotros.

—Por supuesto.

En ese momento entró una llamada del asistente del de Wyvern.

— ¿Qué sucede Lune?

—Su cita de las once llegó señor de Wyvern.

—Hazlo pasar—dirigiéndose al de ojos verdes continuó—Creo que ya sé todo lo que necesito saber Saga, ha sido un placer.

—Igualmente.

La puerta se abrió y entró otro hombre, de cabellos morados y muy bien vestido, por la forma en que se comportó conocía al de mirada dorada.

— ¿Listo para el almuerzo?

—En un momento Aiocos, primero conoce a Saga de Géminis, será uno de nuevos ejecutivos.

—Siempre es un placer conocer a alguien nuevo, la empresa sigue en expansión y ya no nos damos abasto con nuestras filiales, tenemos más inversionistas de los que podemos manejar.

Había sido el mismo discurso hecho por el rubio, el de cabellos azules debió darse cuenta pero no lo hizo porque prefirió escuchar otra cosa.

—¿Por qué no vienes a almorzar con nosotros Saga?—le ofreció el de cabello morado—De hecho acabo de encontrar a otro joven brillante, creo que será bueno que se vayan conociendo, serán parte del equipo.

—Me encantaría—fue la respuesta sin pensarlo.

En cuestión de minutos Saga de Géminis estaba viajando en el vehículo de Radamanthys, un elegante automóvil del año, vio el de Aiocos, un deportivo de lujo, llegaron a un restaurante de primer nivel, sin hacer reservación pero igual los recibieron en una mesa sin hacerlos esperar, conoció a Milo de Escorpión quien se mostraba tan entusiasmado como él de ser parte del consorcio Heinstein, parecía un sueño hecho realidad. Pero algo más ocurrió en ese almuerzo, un asunto importante si se tenían planes a futuro.

—Creo que estarían muy bien en la filial de Rodorio—comentaba Aiocos—Se necesita de personas con empuje para hacerla despegar.

— ¿En Rodorio?—preguntó Saga.

—Les encantaría, es un lugar en expansión, y si aceptaran no serían ejecutivos solamente, tendrían su propio equipo.

Mientras seguían escuchando más y más increíble se escuchaba la propuesta, el de ojos verdes estaba fascinado  pero la oferta misma indicaba algo.

— ¿Están dispuestos a mudarse?—preguntaba Aiocos.

La idea golpeó al de Géminis, si aceptaba el trabajo de sus sueños tendría que irse, eso significaría que Aioros tendría que quedarse, sabía que el de cabellos castaños no pensaba en moverse de su empleo actual, tenía un préstamo, estaba estudiando y su trabajo le daba seguridad, no iba a dejarlo todo por seguirlo.

— ¿Y bien Saga? ¿Te gustaría tener a tu propio equipo?—quería saber Radamanthys.

La oferta resultaba muy generosa, mucho más de lo que hubiera pensado, pero dejar a Aioros…

— ¿Saga?

Los otros tres lo miraban, estaban esperando.

—Creo que me gustará Rodorio—dijo con firmeza.

Ya estaba decidido, no iba a dejar que nada se interpusiera entre sus planes y él, cuando el almuerzo terminó estaba prácticamente decidido su nuevo empleo, su salario y que todo empezaría a final de mes, así que contaba con poco tiempo para poner en orden sus asuntos, tenía que darse prisa.

Esa tarde al encontrarse con Aioros lo primero que hizo el castaño fue besarlo, lo segundo fue hacerle una pregunta.

— ¿Cómo te fue con tu entrevista?

—Estoy dentro.

—Sabes que me alegro por ti Saga, es lo que querías, esos planes y proyectos y ahora estás donde quieres estar.

Muy animado el de cabellos castaños continuaba hablando, le alegraba que consiguiera ese nuevo cargo pero aun  no sabía los pormenores de su situación, aún así Saga decidió no informarle de inmediato, prefería hacerle una especie de presente antes de aclararle las cosas, para sí mismo sería un asunto más.

—Te tengo una sorpresa Aioros—le decía animado esperando que le gustara.

— ¿Una sorpresa? ¿De qué se trata?

—Iremos de fin de semana, ya hice las reservaciones en se viñedo que te encantó ¿Qué te parece?

— ¡Es fantástico!

Sin más se arrojó a los brazos de su compañero, estaba feliz, lo tenía en su vida y eso parecía suficiente; sin embargo Saga lo veía de otra manera, para él se trataba de la despedida.

 

***

 

Sentado en un rincón de la habitación
Todo me recuerda a ti
Con una botella vacía en la mano, y diciéndome que eres más feliz
¿No lo eres?

Con sus planes en marcha la joven pareja estaba lista para pasar su fin de semana, con las reservaciones listas se presentaron un viernes por la tarde en el lugar elegido, Dionysos era un viñedo entre productivo y vacacional, les funcionaba bien la combinación hasta el momento aunque no parecían interesados en otro proyecto de inversión. La joven pareja llegó a su habitación, era encantadora, con un estilo mediterráneo que recordaba a una granja vitivinícola, se podía pasar el tiempo muy cómodamente ahí.

— ¿Qué te parece?—preguntaba el de cabello azul a su compañero.

—Es tal como en las imágenes, me gusta, gracias por traerme Saga—le dijo con cariño.

—Es un buen lugar, pero creo que con un plan de inversiones podrían expandirse o por lo menos asociarse con otros sitios del mismo tipo.

—No puedo creer que ya estés haciendo un plan de inversiones para este sitio, acabamos de llegar.

—Ya me conoces, siempre tengo un plan.

—Pues hazlo a un lado, vinimos a descansar y quiero que seas solo mío ¿comprendes?

El de ojos pardos lo abrazaba mientras le hablaba, su mirada no dejaba de brillar, sin duda estaba contento de tener esos momentos con él.

—Este fin de semana soy todo tuyo Aioros—le aseguraba el de ojos glaucos.

—Saga…

Y no pudo decir otra palabra pues se estaban besando pero sinceramente ambos estaban felices en ese momento.

Todo marchó de maravilla en las horas siguientes, el lugar les gustaba, disfrutaron de todas las actividades que les ofrecieron, comieron, bebieron, pasearon y encontraron su tiempo y lugar para ser una pareja, eran dichosos de verdad.

Como parte de un día encantador seguir sintiéndose encantado no parecía algo fuera de lugar y hablando de lugares se encontraban en uno especialmente propicio para hacer más planes, de los personales, de los que como pareja habían disfrutado tanto. Saga no podía dejar de mirar con sus pupilas verdes al apuesto castaño que miraba por la habitación, no buscaba nada, solamente miraba alrededor como siempre lo hacía, además de moverse de esa forma, no insinuante ni falsa ni imitada, era tan natural a él, masculina y atrayente, no podía dejar de mirarlo en ese instante con su atención absoluta. Tal vez por estar observándolo insistentemente fue por lo que el otro joven se dio cuenta y terminó por buscar su rostro para sonreírle y después hacerle una pregunta directa.

— ¿Qué es lo que piensas Saga?

—En…—pero tuvo que detenerse—Prefiero no hablar de eso.

—Has andado extraño ¿lo sabías?

—Pensaba que te gustaba eso de mí—respondió con aparente indiferencia.

—Si, casi siempre, pero también me pone nervioso no saber lo que no quieres decirme ¿hay algo que quieras decirme?

Por unos segundos el de Géminis quiso decirle la verdad pero se detuvo ¿para qué arruinar el excelente momento que tenían? No pensó en dejar pasar la oportunidad y como siempre sabía que tenía que tomarla. Fue hacia su joven compañero sin dejar de mirarlo al rostro, acercándose con esa seguridad y confianza con la que siempre se mostraba ante los demás, el de Sagitario no dejaba de notar como parecía que su cuerpo reaccionaba de diferente manera a cada paso del otro hombre. La anticipación, la espera, el anhelo, todo corría por su interior sin que pudiera frenarlo y sabía bien que ningún otro hombre había logrado hacer que se sintiera así, como si todo lo que importara era estar de nuevo entre esos brazos.

El de cabellos azules se acercó pero en lugar de ir directamente hacia el de ojos pardos lo observó a un paso de distancia, lo rodeó con lentitud, casi podía escuchar como respiraba un poco más aprisa, quedó detrás de él y finalmente lo envolvió entre sus brazos para dar inicio a unos besos suaves, muy suaves, por su nuca y el cuello, tocando el lóbulo de la izquierda porque siempre provocaba una reacción.

—Me haces cosquillas—decía el de Sagitario entre risitas ahogadas.

—Me gusta escucharte reír—fue la respuesta.

Mordió de manera juguetona el mismo punto provo9cando que el castaño se apartara un poco solamente para dar vuelta y hacer que sus rostros quedaran muy cercanos, el de ojos pardos los cerró dando la indicación de lo que esperaba, no se vio defraudado ya que el de Géminis no esperó mucho para besarlo por todo el rostro pero comenzando por los tersos labios que disfrutaban de compartir el momento. Sus manos no aguardaron para comenzar a recorrer lo que estaba a su alcance, a Saga le gustaba mucho Aioros, su cuerpo era delgado pero se mantenía en forma, no exageraba pero guardaba especial interés en los fueres hombros, la estrecha cintura y los bien trabajados muslos. No dejaba de acariciarlo por encima de la ropa, no llevaba prisa, no aún, y sabía que al otro joven le gustaba sentirlo cerca.

El de Sagitario era del tipo de trabajar en equipo, no tenía nada en contra de hacer las cosas por sí mismo pero estaba convencido que dos mentes eran mejores que una, y para lo que estaban  iniciando sin duda era mucho mejor que se tratara de dos y por eso no dejaba de cooperar, claro que en ese momento lo mejor que podía hacer era seguir otro consejo, el de mucho ayuda el que no estorba, y por eso dejaba hacer al de ojos verdes, pero no por eso dejaba de ´pegar su cuerpo contra el de su compañero. El de Géminis se dejaba seducir por la presencia del de mirada parda, claro que sí, ese chico era hermoso más allá del sentido físico de la palabra, tenía una especie de aura que lo hacía sobresalir de la demás gente, podía tranquilizarlo o excitarlo, justo en ese instante era lo segundo,

Con manos seguras el cabello azulado acariciaba ese cuerpo y con los labios recorría la boca, las mejillas, la barbilla, llegaba al cuello hasta tocar la tela de la camisa, estorbaba y debía salir del camino, por eso las manos fueron a los botones, los abrieron uno a uno, dejando al descubierto la bronceada piel, la cual era acariciada con confianza pues había sido recorrida antes. El encuentro marchaba bien, bastante bien, un animado Saga sabía que ese joven entre sus brazos quería seguir y él no sentía la excitación despertar. Con una sola mano, pues la otra estaba ocupada acariciando el pecho del de ojos pardos, el de mirada glauca llegó a la cremallera, la abrió con seguridad de un solo movimiento, el singular sonido hizo que el de ojos pardos buscara sus labios y los tomara con pasión al mismo tiempo que echaba los brazos alrededor de su cuello.

No podían retrasar mucho las cosas, se entendían muy bien en la intimidad y para esas alturas ya sabían lo que querían hacer a continuación, un poco de entretenimiento previo, por lo cual necesitaban igualar las condiciones, si el de cabellos azules ya estaba dispuesto el de ojos pardos se encargó de sus pantalones dejándolos abiertos en unos segundos y con sus sexos tan próximos no dudaron en sentirse. La mano de Saga estaba apartando la ropa interior del de mirada parda mientras que la de Aioros se colaba a un lado de la prenda de algodón de su compañero y entre besos y sonrisas se dedicaron a atender a ese hombre que les provocaba  deseo y placer por igual. Comenzaron a masturbarse mutuamente, ahí, de pie en la habitación, sentían sus miembros excitarse contra las palmas, escuchaban los sensuales sonidos provenientes del otro, podían sentir como la sensualidad los dominaba y les exigía que siguieran, ya no bastaba solo con coqueteos y caricias.

El deseo los llevaba a mayor velocidad, no estaban para negarse, necesitaban ambas manos y tuvieron que dejar, por unos instantes, sus sexos ya erguidos al aire pero debían dedicarse a la animada tarea de dejar desnudo al otro, lo cual lograron, casi, pues quedaron solo en medias pero no les estorbaba mucho eso. El castaño sujetó de nuevo el sexo del de cabellos azules, sonriendo se inclinó hacia adelante y no aguardó para probarlo con la boca, solo la corona mientras acariciaba el resto, el de Géminis buscó que hiciera un tanto más pero el de ojos pardos no le dio espacio, le gustaba acariciarlo pero no probarlo. Aunque no seguirían por ese camino si lo harían por otro y como el de ojos verdes estaba ya anhelante de avanzar, con el deseo ardiendo en su vientre, se dispuso a hacerse cargo.

Sujetándolo con firmeza Saga hizo que Aioros quedara ante el mullido sillón, no pensaba soltarlo ni perder tiempo por lo que era momento de improvisar un poco, teniéndolo ahí, de pie, besando con necesidad al castaño el de mirada glauca no dejaba de acariciar las firmes nalgas y las separaba, quería continuar. Para eso el de Géminis cubrió sus dedos con saliva, combinada, del castaño y suya, para después llevarlos a la sensible entrada que era dilatada con deseo, se podían escuchar los sonidos masculinos con el eco de la pasión entre esos muros, dos cuerpos que buscaban unirse cuanto antes ponían todo de su parte y eso incluía los dígitos que danzaban en la intimidad del de ojos pardos, para esos momentos con algo de fuerza que provocaba que el de Sagitario gimiera con pasión, lo cual encantaba al otro hombre pues le gustaba escucharlo hasta tenerlo listo.

Estaban listos en poco tiempo ¿para qué esperar? El de ojos pardos sintió el firme miembro que buscaba entrar, separó más las piernas y se inclinó hacia adelante apoyándose firmemente con las manos contra el mueble, con eso facilitó el camino y entre ambos guiaron el sexo a su interior, resultó un asunto urgente. La verdad era que ambos se movían guiados por la necesidad de su deseo, tanta que por la fuerza que ejerció el de cabellos azules  hizo que el de cabellos castaños se levantara sobre la punta de sus pies al sentirlo por completo dando un masculino gemido de placer. Un complacido Saga no dejó de embestir desde ese instante, apoyaba el peso de sus caderas contra el trasero de su compañero, paseaba sus manos por el torso desnudo besaba parte del hermoso rostro, el cuello, la nuca, parecía no tener suficiente de ese joven tan dispuesto a hacer el amor con él.

Aioros se sentía fascinado por la virilidad que demostraba el de Géminis al estar con él, ese cuerpo, esas manos, esos labios, todo lo hacía anhelar que ese momento no acabara, incluso cuando sintió esos mismos dedos llegar de nuevo a su boca no tuvo problemas con tomarlos y chuparlos con entusiasmo al ritmo de las fuertes embestidas. A Saga le encantaba como respondía su pareja, le gustaba tanto como sentirse estrujado por esa intimidad que presionaba hasta hacerlo temblar, le gustaba tanto que se dejó llevar por la sensualidad sujetando con una mano esa suave cadera y la otra la llevó al cuello del castaño atrayéndolo con firmeza, imponiéndose como el dominante sin dejar de buscar esos brillantes labios que al igual que su dueño se entregaban por completo.

El de ojos pardos no dejaba de mover su cuerpo contra el de su amante, le gustaba tanto, a veces no creía que se sentía de esa forma por él y n era solamente un asunto físico, para nada, pero en ese instante debía concentrarse en otras cosas como en mantenerse en pie pues sentía que se le doblaban las rodillas. Con sus ojos glaucos medio cerrados, Saga sintió que tampoco podía mantenerse de pie, y no pensaba perder tiempo yendo hacia la cama, así que prefirió el camino que parecía más corto y tendió boca al de cabellos castaños sobre la suave alfombra, una vez más separó sus nalgas dejando caer saliva en el sonrojado músculo para penetrarlo al mismo tiempo que sujetaba los excitados testículos como si se tratara de una pertenencia valiosa.

El de Sagitario llevó las manos a ciegas como si intentara alcanzar un punto, el que fuera, de ese fuerte cuerpo sobre él pero el otro hombre las sujetó y las llevó a un lado para besarlo con intensidad, sin apartarse mientras el movimiento de sus caderas era constante pero no era suficiente. El de cabellos azules siguió su propio deseo y se dio vuelta quedando recostado sobre su espalda, ahora era su turno, y sin perder el tiempo su amante cast56año se colocó sobre él a horcajadas, llevándolo a su interior para girar sus caderas disfrutando ambos del encuentro hasta que se llamaban con pasión. Una mano del de Géminis de nuevo entró al juego y comenzó acariciando el vientre de su amante, después ese erguido sexo que se balanceaba al ritmo de su encuentro.

—Te necesito…no pares…sigue…

No se detuvieron, Aioros disfrutaba de tener el sexo de su amante en su interior, su masculino pasaje lo estrujaba con intensidad y un ahogado gritito de placer llevó al de cabellos azules al final sin ningún tipo de control dejándolo respirando agitado, mientras que el de cabellos castaños se dejó caer contra su amante pues tampoco pudo controlarse, las pulsaciones del orgasmo aun latían mientras sus simientes brotaban con satisfacción completa. Solo pudieron quedarse tendidos intentando recuperarse, incluso el sexo era algo que sabían dar y recibir, eran uno del otro por completo, al menos en esos momentos.

Ya en la cama estaban listos para descansar de verdad siguieron juntos, Aioros no tuvo problemas en acurrucarse al lado del de cabellos azules y tampoco tuvo problemas en hacerle una confesión mientras iba quedándose dormido.

—Que descanses—le deseó el de cabello azul.

—Tú también…Saga…te quiero tanto…

El de ojos glaucos buscó su rostro pero se dio cuenta que ya el de mirada parda estaba dormido, no supo qué decir o qué hacer, solo se quedó ahí hasta que no pudo hacer otra cosa que dormirse también.

 

***

 

Pero nadie te lastima como yo
Pero nadie te necesita como yo
Sé que hay otros que te merecen
Pero, querida, sigo enamorado de ti

Pero supongo que te ves más feliz
Mis amigos me dijeron que, un día, me sentiré así también
Podría intentar sonreír para ocultar la verdad
Pero sé que yo era más feliz contigo

El tiempo de descanso fue muy gratificante para ambos pero se terminó, ya listos para regresar tenían sus maletas preparadas, la cuenta estaba saldada, solo quedaba salir y lo hicieron sonriendo, aunque sonreía mucho más el de ojos pardos, se notaba que se sentía dichoso, mientras que su compañero entendía que el tiempo se le estaba terminando, no podía atrasar las cosas por mucho tiempo más. El camino de regreso fue recorrido con velocidad, llevaban las señales de lo sucedido en su rostro, esa suavidad y brillo en sus expresiones, todo parecía marchar bien, tanto que cuando llegaron al sitio en el que vivía el castaño este no tuvo inconvenientes en mencionar un plan que le hubiera gustado que se cumpliera.

—Casi me da pena regresar—decía el de mirada parda—Estaba muy cómodo contigo.

—Qué bueno que te gustó Aioros, quería que disfrutaras de estos días.

—Sé que apenas regresamos pero me encantaría volver, tal vez podríamos retornar otro fin de semana ¿Qué me dices? ¿No te gustaría?

El rostro del de ojos glaucos estaba serio, demasiado, sabía que el tiempo se le había terminado y era mejor esclarecerlo todo antes que llegaran más declaraciones de parte del otro joven quien parecía mirarlo como quien ve salir el sol.

—Tienes que saber esto—dijo con firmeza el de Géminis—Esperé para decírtelo porque no quise arruinar las cosas, quería que conocieras este sitio y que pasáramos un gran momento para recordarnos con afecto.

— ¿Qué dices?—preguntaba desconcertado el de ojos pardos.

—Aioros, tengo el empleo que tanto quise, incluso es mejor de lo que esperaba, mucho mejor, todo ha cambiado.

—Me alegra lo de tu nuevo trabajo, sabes que sí, sé muy bien que es lo que querías, no entiendo porque…

—Déjame hablar, por favor—le pidió mirándolo de frente—La oferta que me hicieron es excelente, no la podía rechazar, pero tengo que mudarme, a Rodorio.

El de cabellos castaños lo miraba sin comprender, no estaba seguro de la forma en que debía responder, tan solo podía quedarse ahí, sin moverse, mientras que ese hombre de cabellos azules le decía que estaba por dar inicio a una nueva vida en un nuevo lugar que se escuchaba como otro mundo, y en todo eso no había espacio para él.

—Rodorio está lejos—continuaba el de mirada verde—Es al otro lado del país, sé que tú tienes tus propios planes y proyectos aquí, tu familia está aquí, no podía pedirte que lo dejaras todo para ir conmigo, no puedo hacerte eso, no puedo separarte de tu propia vida.

—Hiciste todo esto sin pensar en mí un solo instante—murmuró con incredulidad el de cabello castaño.

—Claro que no, pensé en ti y pensé en mí, pero tenemos otros planes, tenemos proyectos, quiero cumplir mis sueños Aioros.

El de Sagitario sentía que podía responderle muchas cosas pero el dolor le cerraba la garganta intentaba decir algo pero no lo conseguía, solo se notaba cuan descorazonado estaba por lo que terminaba de escuchar. Al final se llevó la mano a la boca y respiró tan profundamente como pudo, no quería armar una escena, no era de ese tipo su carácter, además que se sentía desarmado, pensaba que Saga sentía lo mismo que él y se iba enterando que no era así, que lo que él esperaba de un futuro a su lado no iba a cumplirse.

—No puedo dejar pasar esta oportunidad Aioros, es algo único.

En su voz se escuchaban algunas notas de dolor pero se controlaba mejor que el de ojos pardos, no resultaba sencillo pero tenía que hacerlo, ambos necesitaban seguir adelante.

—Los dos sabemos lo que tenemos que hacer.

Al escucharlo hablar así Aioros supo que no quedaba otra cosa por hacer, su rostro reflejaba lo que sentía, se guardó el dolor que luchaba por salir a flote, no quedaba más que un camino entre ellos dos. Se bajó del automóvil, tomó su maleta y volvió hacia la ventanilla donde estaba el de cabellos azules, el de Géminis esperaba por lo que diría, tal vez explicarse más pero solo escuchó una palabra de esos suaves labios.

—Adiós.

Eso fue todo, el de mirada glauca lo vio alejarse, sintió que le dolía el pecho pero se decía que así debía ser, solo cuando se puso en marcha de nuevo sintió dudas ¿estaba haciendo lo correcto? ¿No se estaría apresurando? ¿No había una manera de conservar a Aioros a su lado? Llegando a su casa continuaba con las dudas, tal vez se había precipitado, quizás podía solucionar las cosas con el castaño, buscar un punto medio, una especie de compromiso entre ambos para continuar juntos de alguna manera y…

Justo en ese instante su teléfono comenzó a llamar, era del consorcio Heinstein.

Hola Saga—lo saludaba Radamanthys—Espero que estés listo.

—La verdad es que yo…

Nos preguntábamos que modelo de automóvil te gusta más, queremos que llegues a instalarte con todo el estilo posible.

—Sí, claro, yo…

Te mando unas fotografías, son del departamento en que vas a instalarte, el edificio es de la compañía, queremos que estés a gusto, también unas fotos de la que será tu oficina, por si quieres pensar en algún cambio.

El de Géminis revisó las imágenes, todo era lujo, esplendor, sofisticación ¿Pensaba renunciar a eso? No, no podía.

—Estoy listo—dejo con seguridad.

Me alegra—comentaba el rubio—Por cierto, necesitamos algunos datos bancarios, tú sabes, para involucrarte en las cuentas de la empresa y puedas acceder a ellas con facilidad, tendrás control completo.

—Claro.

Mientras terminaba de hacer lo que parecían meros trámites para su nuevo trabajo el de cabello azul se dijo que iba a lograrlo, y cuando estuviera bien establecido buscaría de nuevo a Aioros, no era un final definitivo, habría una manera, estaba seguro, solo tenía que hacer planes.

Pero primero necesitaba establecerse.

Desde que Saga concluyera con sus asuntos y se mudara a Rodorio parecía que sus sueños se cumplían, contaba con un espléndido trabajo, buenas prestaciones, conocía a gente importante entre los diversos inversores con los que debía tratar, el sitio en el que vivía era excelente, se decidió por un automóvil deportivo en el que recorría la ciudad. Aprendía con velocidad y se desarrollaba en su medio con velocidad. Sí, todo era brillante en esos momentos, tanto que a casi un mes de haberse establecido en su nuevo empleo el de cabellos azules sintió que podía tomarse un par de días para ver a Aioros, si iba a arreglar las cosas con él sería de frente.

Pero justamente cuando se cumplió exactamente un mes de que tomara su nuevo puesto el de cabellos azules estalló el escándalo, una verdadera bomba en el mundo bursátil pues el consorcio Heinstein no era nada de lo que aparentaba.

Resultaba que la firme y muy conocida firma de los Heinstein hacia mucho que no era lo que aparentaba, en lugar de ser ese firme punto en el mundo de los negocios era solo una pantalla que no contaba más que con su nombre para seguir pretendiendo que sabían lo que hacían. Lo que hacían en realidad era un fraude, enorme, pero fraude pues se la habían pasado inflando artificialmente los precios de diversas acciones que de ninguna manera valían lo que ellos alegaban pero igual se las endorsaban a sus inversionistas. Como se trataba de acciones sobrevaloradas el precio finalmente cayó y el dinero se perdió, pero no fue todo lo que salió a la luz conforme se realizaba la investigación.

Si no bastaba con estafar a sus inversionistas resultó que también habían estafado a sus empleados, los sitios en los que los establecían, los automóviles que les cedían, todas las prestaciones que les daban venían de los fondos de retiro de los trabajadores mismos y con los datos bancarios que les pedían accedían a sus cuentas para hacer una jugada de lavado de dinero que terminaba en cuentas privadas en bancas extranjeras. Para cuando se dieron cuenta de lo que había sucedido todos aquellos que estaban relacionados con el consorcio Heinstein se encontraron con que lo habían perdido todo, lo que se les había prometido y por lo que habían trabajado hasta ese momento.

Entre ellos estaba por supuesto Saga de Géminis, quien tuvo que abandonar el departamento, la oficina y el automóvil, así como todo lo comprado desde que firmara el contrato, prácticamente se quedó solo con una maleta, aun menos que aquello con lo que había llegado a Rodorio. No sabía lo que iba a hacer, de pie en la calle trataba de encontrar una solución, tener un plan pero la verdad era que no tenía nada, solo le quedaba un camino y era volver, pero hacer eso resultaba muy duro. Intentó buscar un empleo en la ciudad pero estaba salpicado con el escándalo, volver seguía siendo el único camino, sintiendo el sabor del fracaso llenarlo solo pudo hacer una llamada a su familia.

—Por favor, necesito su ayuda—dijo.

Volver fue terriblemente duro para el de cabellos azules, se había ido lleno de planes sintiendo el triunfo en sus manos y regresaba como un fracasado.

 

***

 

Porque, amor, te ves más feliz
Yo sabía que, un día, te enamorarías de alguien nuevo
Pero si él rompe tu corazón como los enamorados solemos hacerlo
Solo quiero que sepas que estaré aquí, esperando por ti.

Y ahora estaba ahí, en un bar bebiendo lo más económico observando a escondidas a ese encantador joven castaño al que abandonara porque pensaba que no podía formar parte de sus planes. Le dio un trago a su bebida pensando en lo que fue regresar, su familia lo apoyó por supuesto pero no pensaba ser una carga, tenía que demostrarse a sí mismo que podía volver a salir adelante aunque eso no iba a ser nada sencillo. Volver a empezar resultó complicado, había encontrado un pequeño departamento, un auto de segunda mano y un empleo menor en una firma de valores bastante mediana; no ayudó en nada saber que en ese tiempo Atenea había fortalecido su posición con un buen contrato que fusionaba a la empresa con otra, Atlántida, con lo que alcanzaron nuevos mercados y mejores inversiones.

En su nuevo trabajo estaban atentos pues contaban con cerrar un negocio que de hecho él les había propuesto, si funcionaba se verían bien conectados y recompensados. Al de cabellos azules no le molestaba la idea de trabajar pero no podía evitar pensar en todo lo que había perdido, ni siquiera lo material le interesó tanto cuando llegó al punto en que solo algo le dolía profundamente y era haber perdido al de cabellos castaños. Hasta ese momento no se había atrevido a buscarlo ¿Cómo podía presentarse ante él siendo un fracasado? No se atrevía, pero si el negocio funcionaba tal vez…quizás…

¿Quizás qué?

Lo había encontrado por casualidad caminando por la calle y estaba al lado de otro hombre, uno apuesto, bien vestido y lo más importante: que fuera lo que fuera que estuviera diciéndole lo hacía sonreír, ese sonido tan único cuando reía. Los había seguido hasta ese sitio ¿esperando hacer qué? Tan solo estaba escondido observando cómo se veían contentos juntos, se veían felices ¿Qué más quería ver? Era momento de irse.

Lo mejor era retirarse con discreción, se dio vuelta sin fijarse y apenas estaba dando un paso cuando chocó con la misma mesera que lo había atendido, el problema era que llevaba una charola llena de cocteles y todos terminaron estruendosamente en el suelo por lo que todos los presentes voltearon a ver lo que había sucedido.

—Lo lamento—se disculpaba el de cabellos azules—Lo siento tanto, no te vi.

La muchacha de cabellos rubios se estaba poniendo en pie siendo ayudada por otros dos de los presentes y de inmediato estaba el gerente ahí, un hombre de cabellos azules llamado Death Mask, además de un buen número de mirones que ya los estaban rodeando.

— ¿Estás bien?—preguntaba el de ojos verdes.

—Si—decía la mesera.

—Puedes ir a cambiarte June y regresa al trabajo—le dijo el gerente pero de inmediato se dirigió a Saga—Alguien va a tener que pagar por eso.

—Fue solo un accidente—alegaba el de Géminis.

—Accidente o no son una buena cuenta, así que quiero saber cómo vas a pagar, aceptamos tarjetas y traspasos.

El de largos cabellos azules estaba completamente al tanto que lo miraban pero también sabía que no contaba con la cantidad para cubrir esa cuenta ¿Qué podía hacer? Por el momento evitar que lo siguieran mirando de esa forma, como si tuviera dos cabezas.

—Vamos a la barra.

Con eso pareció que todos volvían a sus asuntos. Además daba algo de tiempo al de ojos glaucos para intentar armar un plan que le permitiera salir de esa situación lo más airosamente posible aunque con ese tipo del otro lado de la mesa de negociaciones no parecía posible.

— ¿Cómo vas a pagar?—exigía el sujeto.

Saga no lo conocía pero estaba de acuerdo con la mesara, era un cretino de gran marca, hacía negocios, sabía leer a la gente, la forma en que miraba y cruzaba los brazos, ese tonito prepotente en la voz, lo peor era que llevaba las de ganar en ese lance.

—Intenta con esta—decía Saga extendiéndole una tarjeta de crédito.

El pequeño plástico pasó tres veces y las tres veces fue rechazada, no alcanzaba a cubrir el monto, era momento de buscar un acuerdo.

—No entiendo lo que sucede, tu sistema debe estar mal, pero podemos pactar otra forma, tal vez…

—Tal vez es momento de llamar a la policía.

—No lleguemos a eso, por favor, debe haber una forma de encontrar un acuerdo ¿Qué tal si…?

—No vas a estafarme, que te quede en claro.

El tipo se estaba poniendo agresivo, él podía responder de la misma manera, pero antes que cualquiera de esas rutas llegara a término algo sucedió.

—Intenta con está—dijo una voz.

Saga volteó y se encontró directamente con Aioros, el joven tendió su tarjeta y dio inicio la transacción, lo que les dio un poco de tiempo para mirarse, quedarse callados y finalmente decirse algo.

—No sabía que estabas aquí Saga.

—Regresé hace un tiempo—respondió tratando de escucharse normal.

— ¿Todo va bien?

—Sí, bastante bien de hecho, tengo un nuevo empleo, el anterior al final no me convenció y preferí dejarlo, ahora soy consultor, estoy a un paso de cerrar un excelente contrato con un jugoso bono, no entiendo cómo es que no aceptaron mi tarjeta, el sistema debe estar mal.

Seguía hablando y Aioros lo escuchaba sin interrumpirlo, ni siquiera estaba seguro de porqué le decía lo que le estaba diciendo pero no paraba. La cuenta fue pagada y el de cabellos castaños parecía dispuesto a irse.

—Qué bueno que estés bien—dijo el de ojos pardos al final y vio a su acompañante quien lo estaba esperando—Creo que ya debo irme.

—Prometo que te pagaré, de verdad no sé qué está pasando, debo llamar al banco, sin duda todo esto es un error.

El joven Sagitario lo miraba de una forma callada, como si meditara en algo, y el de ojos glaucos solo pudo hacer una pregunta, no podía evitarlo.

— ¿Quién es él?

—Es Dhoko—respondió sin que pareciera que fuera a decir otra cosa al respecto.

—Ya veo—sin pódelo evitar dirigió la vista a ese hombre que solo los miraba.

—Creo que ya es hora de irme.

Se dio vuelta y el de cabellos azules sintió el impulso de detenerlo pero no se atrevió a decir nada más, tan solo pudo contemplar como la pareja que lo había llevado ahí salía del lugar, por eso no vio lo que pasó afuera.

Los dos hombres iban por la acera, debían conseguir un taxi, no tardarían en eso, pero el de cabellos rojizos quería saber algo.

— ¿Es él?—preguntó directamente.

El castaño aceptó de un movimiento sin mirarlo siquiera.

— ¿Por eso lo ayudaste Aioros?

—Solo quería saber que estaba bien, va a pagarme, parece que tuvo un problema con su tarjeta.

—Ya veo—hizo una breve pausa pero volvió a hablar—Busca el taxi y espérame, creo que dejé algo en la mesa.

— ¿Qué?

—Solo algo, no tardo.

No le dio tiempo para responder, simplemente se movió con velocidad e ingresó al bar de nuevo, no tardó en encontrar al de cabellos azules, seguía en la barra, tenía que pagar el ron con cola, afortunadamente eso sí pudo cubrirlo. El de cabellos azules no dejaba de repasar la escena en su cabeza, le parecía que había actuado como un idiota con el de Sagitario y lo más seguro era que se diera cuenta que mentía, sería sencillo decidirse a estar con alguien más ¿Qué esperaba después de todo? ¿Qué no siguiera con su vida? ¿Qué no lo olvidara después de cómo terminaron las cosas entre ellos? Tenía que aceptarlo, estaba con alguien más, alguien que lo hacía feliz.

—Saga—lo llamaron.

Se encontró con el otro, el que iba con el castaño, Dhoko le había dicho que se llamaba.

—Solo escúchame—le dijo con velocidad el de cabellos rojizos—Sé quién eres, quiero que sepas que Aioros no te ha olvidado, él aun te quiere y por lo que vi creo que tú tampoco lo has olvidado.

Sin darle oportunidad de responder se marchó de nuevo dejando al de mirada glauca sin estar seguro de donde estaba parado siquiera.

Por su parte Dhoko había regresado al lado de Aioros, ya estaba el taxi ahí, lo abordaron y se pusieron en camino.

— ¿Encontraste lo que se te olvidó?

—Creo que no olvidé nada—fue su respuesta.

Parecía ser todo por esa noche, al menos Aioros se mantuvo silencioso el resto del camino y cuando se despidió del otro para después ir a su casa, no dejaba de pensar en que había visto a Saga pero ya recostado en la cama se dijo que no había nada que pensar, solo le quedaba dormir y aunque ya muy entrada la noche lo consiguió.

Sin embargo no durmió toda la noche, no pudo, su teléfono comenzó a llamar por lo que se desperezó lo más pronto que pudo, vio la hora, era de madrugada.

— ¿Diga?

Soy yo—se escuchó del otro lado—Lo lamento Aioros, pero necesito hablar contigo.

— ¿Ahora? ¿No podía esperar?

—Estoy afuera.

Con esas palabras el castaño se puso de pie y observó por la ventana, lo reconoció, terminó con la llamada y unos momentos después apenas con una chaqueta sobre el pijama salió a la puerta donde el de cabellos azules lo estaba esperando.

— ¿Qué estás haciendo aquí Saga? Es muy tarde.

—No, no lo es, bueno si pero esto no podía esperar Aioros—se llevó la mano al bolsillo y sacó unos billetes que le entregó al castaño—Gracias por ayudarme.

— ¿Viniste a pagarme? No era necesario.

—Si lo es.

No había perdido el tiempo, el de cabellos azules no esperó para tomar de su departamento  lo que creía que podía cubrir la cuenta, fue a una casa de empeño de 24 horas y con el dinero en la mano se dirigió a ver al de Sagitario, claro que eso no pensaba decírselo.

—No fui honesto contigo Aioros—se sinceró el de ojos glaucos—Pero quiero que sepas la verdad.

Entonces el de cabellos castaños escuchó todo lo ocurrido desde que se separaron, lo del empleo, la quiebra, la estafa, los cargos criminales, perderlo todo y tener que regresar sin nada; sin embargo también le confesó lo que de verdad quería que supiera.

—No dejé de pensar en ti Aioros pero no quería aparecer de nuevo en tu vida como un fracasado—le confesó con sinceridad.

—No eres…

—Lo soy, es la verdad, y cuando te vi con otra persona solo pude pensar que te había perdido, lo que quiero saber es… ¿te perdí Aioros?—le preguntó con voz algo quebrada.

Al hablarle así solo quería darle una salida, si no estaba interesado podría dar una excusa plausible y no hacer más tortuosa la escena pero quería saberlo.

— ¿Qué me dices Aioros?

—Dhoko es mi primo—le explicó el de ojos pardos—Vino por unos días a la ciudad de visita, me ofrecí a mostrarle algunos lugares, él decía que necesitaba distraerme, que me estaba encerrando mucho.

— ¿Tu primo? ¿El que vive en Grecia?—preguntaba recordando haber escuchado algo al respecto.

El otro joven hizo un gesto afirmativo, eso para el de cabellos azules fue mejor de lo que hubiera podido desear y lo siguiente solo perfeccionaba el cuadro.

—No he dejado de pensar en ti Saga—respondió el de ojos pardos.

En ese momento ambos sonrieron con suavidad, era el momento de rehacer las cosas, un nuevo inicio.

—Entonces ¿Qué te parece una cita?—preguntaba emocionado el de Géminis—Algo sencillo me temo, todavía no cobro.

—Me gustaría, llámame y nos ponemos de acuerdo.

—Lo haré—miraba al castaño como si no terminara de creerlo pero sabía que necesitaba moverse—Perdón por haberte despertado, que descanses.

—Nos vemos Saga.

—Que duermas bien—le dijo mientras lo veía entrar de nuevo sin dejar de sonreír.

El de Géminis se puso en camino de regreso y toda su expresión era la de alguien que no terminaba de creer en su buena suerte, en ese momento no sabía si el negocio que estaba llevando se iba a cerrar, no tenía idea de si ese trabajo sería el definitivo, no estaba seguro de poder cubrir las letras de empeño pero nada de eso le interesaba en comparación con lo que si sabía, que tenía una nueva oportunidad con Aioros, que ese maravilloso castaño aun lo quería, que no se volvería a permitir perderlo.

Caminando bajo la noche silenciosa no dejaba de sonreír, estaba feliz.

 

***

 

FIN

 

 

Notas finales:

Solo algunas notas:

La canción es Happier de Ed Sheeran.

Dionysos era el dios griego del vino.

Espero que les gustara.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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