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Bienes por zion no bara

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Notas del fanfic:

Una pareja clásica, quería algo con ellos dos.

 

Notas del capitulo:

Solo una historia cortita y sencilla con los dos caballeros que han tenido tantas aventuras.

 

 

 

El mercado de bienes raíces no pasaba por su mejor momento, no era sencillo acceder a los sitios que se necesitaban y los que estaban a la venta no siempre era lo que buscaba un cliente, eso lo sabía bien Camus de Acuario, lo sabía tan bien que al entrar a su vehículo. Arrojó a un lado su carpeta de diseño con cierto disgusto, no quería pasar ese sábado perdiendo el tiempo  mostrando propiedades a gente que no sabía lo que quería, no podía pagar lo que quería, o que simplemente se iría a otro sitio a comprar lo que quería. Pero como el mercado no estaba para ponerse exigente y no podía desechar clientes era mejor ponerse de humor para hacer su trabajo, por lo que sabia de ese último cliente se trataba de una persona que estaba muy interesada en conocer algunas propiedades ese mismo día.

Con manos seguras el joven de Acuario dirigió su automóvil al edificio en el centro donde estaba instalada la empresa para la que trabajaba, Inmobiliaria Santuario, habían logrado mantenerse ante la complicada situación de los mercados, la baja de valores, la disminución de demanda y demás avatares que habían golpeado a su labor. Cuando alcanzó el sitio no tardó en pasar por el lobby y subió al ascensor dedicando un breve saludo a quienes encontraba en el camino, varios lo miraban al pasar, había algo en ese Camus, no era una belleza, tenía ciertamente unos largos cabellos azules y ojos del mismo color, sus cejas resultaban un poco excéntricas y sin duda el ejercicio lo ayudaba a mantener su figura, pero nadie lo llamaría guapo. Era algo diferente, ese hombre poseía un aire distinto, tal vez era eso, tenía porte, distinción, brillo, como quisieran llamarlo, pero lo tenía y no pocos se mostraban interesados en él, aunque él no demostrara mucho interés por alguien más allá del trabajo o una amistad.

—Bienvenido Camus—lo saludaron.

—Hola Saori—dijo con calma.

— ¿Qué tal la visita? ¿El cliente encontró algo a su gusto?

—Claro que si, todo le gustaba pero solo hubo un inconveniente.

— ¿Cuál?

—Cuando escuchaba los precios.

La joven ante él se rio suavemente, a veces esas cosas sucedían.

Saori Kido era parte de la administración y marketing, una linda muchacha de ojos azules y largos cabellos lilas, en un principio no le había agradado pues a su juicio solo estaba ahí porque su abuelo era parte de la directiva. Aunque con el tiempo reconoció su error, era una buena trabajadora y excelente en su posición.

—Tu cliente te espera en tu oficina—decía ella.

— ¿Qué? Pero si la cita era a la una.

—Llegó antes, lo hice pasar, le servimos algo de beber, puse los archivos que necesitas sobre tu escritorio y le dejé unas carpetas a él p0ara que se entretuviera.

—Gracias, te debo una.

— ¿Una?—preguntaba la joven sonriendo.

El de cabellos azules le devolvió la sonrisa y se dirigió a su oficina aunque dándose unos segundos para mirarse ante un espejo colocado junto a una sala de espera, se acomodó el cabello con los dedos y se dijo que tenía buen aspecto, se necesitaba lucir bien para un cliente, no aseguraba una venta pero aumentaba las posibilidades sin duda.

Vio la hora en el reloj de pared, eran la una menos diez, pensaba que contaba con unos minutos extra pero parecía que no, así que era mejor seguir de una vez con los planes para ese día, llegó ante la puerta de su oficina, respiró profundo y entró con seguridad. Lo primero que observó fue a ese hombre de espaldas, tenía el cabello azul pero no del mismo tono que el suyo, además su caída era distinta, se veía sedoso y brillante, daban ganas de sumergir la mano en esa mata azulada ¿en qué estaba pensando? Era un cliente, que no hubiera tenido una cita decente en meses no significaba que podía ir catalogando a las personas como lo hacía con las propiedades en sus manos.

—Buenas tardes—saludó con profesionalidad—Soy Camus de Acuario, bienvenido a la ciudad.

Mientras hablaba llegaba  a su escritorio y casi para tomar su sitio pudo ver al hombre con el que se esperaba que pasara las siguientes horas del día, tuvo que controlarse para no hacer nada que indicara lo que en verdad estaba sucediendo, y eso era que veía que el hombre que lo esperaba era apuesto, muy apuesto, no solo era ese hermoso cabello, también los ojos profundamente azules, el rostro de adonis, y una especie de seguridad que le permitía imponerse en cualquier lugar y situación.

—Gracias—fue el saludo y respuesta del otro hombre.

Extendió su mano con naturalidad y fue tomada con prontitud, no dejaban de mirarse, como inicio estaba bien.

—Soy Camus de Acuario, me encargaré de mostrarle lo que necesite, señor…de Escorpión—agregó tras una breve mirada al expediente.

--Es un placer, lamento si esto ha causado inconvenientes, sé que me he presentado con poco tiempo.

—No es ningún problema, veo que ha tenido tiempo de revisar algunas de nuestras opciones en el mercado—le decía refiriéndose a la carpeta en sus manos—Contamos con los mejores contactos de la ciudad, me encantará mostrarle lo que desee.

Ni siquiera se daba cuenta que estaba haciendo un comentario con doble intención, lo entendió después, el otro podría pensar que le estaba coqueteando, que no estaría lejos de la verdad, pero no era de esa manera que él hacía negocios.

—Agradezco tan generoso ofrecimiento—respondió el de Escorpión.

Camus se quedó observándolo por un instante ¿acaso le había respondido con el mismo tono? Pero sinceramente no estaba seguro,  esos azules ojos distintos a los suyos eran aun un misterio y bien podría perderse en ellos de seguir mirándolos.

—Muy bien, comencemos entonces—dijo el de Acuario esperando obtener respuestas directas— ¿Tiene algo especial en mente? Una propiedad puede manejarse desde diversos ángulos, como una propiedad establecida, algo que pueda ampliarse, la búsqueda generalmente es mejor con parámetros bien establecidos.

Mientras hablaba una parte del joven de la empresa se decía que mejor se calmaba, no podía dejar a sus hormonas sueltas por ahí ante un hombre apuesto, sobre todo porque era un cliente y además hasta hacía apenas unos minutos un desconocido. Sin embargo otra parte de él se decía que no le molestaría pasar todo el tiempo posible al lado de ese caballero, iba a ser mucho más entretenido de lo usual hacer su trabajo.

—La propiedad que buscó no es solamente una casa—explicaba el de Escorpión con seguridad.

Camus generalmente tenía que ayudar a sus clientes a poner en palabras lo que buscaban, a veces los términos eran muy vagos como un patio grande, un vecindario tranquilo, a buen precio, pero lo que ese hombre ante él le decía resultaba sin duda muy definido, demasiado, daba números, tamaños, requisitos de la ubicación y un  presupuesto que podría negociarse.

—Si encontramos algo a mi gusto que salga del presupuesto estoy dispuesto a negociarlo—fueron sus últimas palabras.

Bueno, ese hombre ciertamente sabía lo que quería, era como él, le generó simpatía, algo que generalmente sus clientes no lograban sacar en él, los veía como eso, clientes, pero ese caballero era algo diferente.

—Tengo en mente tres propiedades que serían muy adecuadas para usted, creo que puedo ayudarlo a encontrar justamente lo que busca señor de Escorpión.

—Por favor, llámame Milo, en verdad espero que podamos entendernos—dijo de forma que al otro le pareció casi enigmática.

El joven de Acuario tuvo que darse unos segundos, se sentía ligeramente confundido, casi juraba que ese caballero del otro lado del escritorio le estaba coqueteando pero la realidad era que no estaba seguro, así que decidió refugiarse en su trabajo, se dispuso a ver las direcciones para asegurarse y con velocidad diseñó un mapa a seguir.

—Las propiedades están vacantes en estos momentos—explicaba el de Acuario—Podemos hacer una cita para esta semana en el día que sea más conveniente.

—Estoy a completa disposición Camus de Acuario.

Le decía las palabras al mismo tiempo que sonreía, todo en ese hombre era lindo, hasta su sonrisa.

—Por favor, solo Camus—dijo de manera inmediata.

—Muy bien Camus, estoy en tus manos.

Ambos sonrieron, parecía que se estaban entendiendo muy bien.

 

**********

 

Los dos hombres de cabellos azules se vieron de nuevo, hacer negocios no es algo que se tomaran a la ligera ninguno de los dos, Camus era bueno en su trabajo y Milo sabía lo que buscaba, se lo dijo al joven de Acuario.

—Sé lo que quiero y en cuanto lo vea lo reconoceré.

Parecía que así manejaba las cosas aunque el otro no estaba seguro de si solo hablaba de la propiedad que estaba buscando.

Ese día tenían una nueva cita, siguiendo los parámetros del de Escorpión el joven vendedor estaba convencido que había encontrado algo que se ajustaba perfectamente aunque con algunas adiciones extra, esperaba que funcionara pues no se veía que aparecieran mágicamente otras propiedades y si no cerraba un trato ya habrían perdido bastante tiempo.

Habían acordado verse saliendo de su trabajo, Milo ofreció que viajaran solo en un automóvil, el suyo por supuesto, así podrían ir charlando sobre el lugar, cuando el de Acuario apareció no tardó en reconocer al otro hombre quien estaba atentamente de pie junto al vehículo y sin esperar le abrió la puerta, por alguna razón sintió que podía ruborizarse ante esa acción.

—Gracias Milo.

En respuesta obtuvo una mirada sonriente, una vez en el interior le llegó el aroma de la colonia del otro joven, iban muy cerca, con solo estirar su brazo podría tocarlo, pero eso estaba fuera de discusión, estaba tratando un negocio y no era de los que cerraba tratos de esa forma….aunque si Milo quería… ¿pero qué estaba pensando? Más valía que se concentrara y fuera el profesional que se jactaba de ser.

— ¿Estás listo Camus?

—Listo para todo.

Apenas lo dijo y se sintió como un adolescente no muy inteligente, respiró con profundidad y decidió poner atención a su trabajo solamente.

— ¿Qué me dices de este sitio Camus?

—Es uno de los últimos lugares que han salido a la venta, el espacio es adecuado, cuenta con todos los servicios al día, era una casa anteriormente pero con algunas modificaciones que finalmente no se utilizaron, creo que se ajusta a lo que necesitas.

—Ya lo veremos.

Habían visto otras propiedades pero finalmente no habían llevado a nada, pues resultaba que Milo buscaba un espacio especial para instalar su proyecto, por lo que habían hablado en ese tiempo juntos (y vaya que habían hablado) el de Escorpión estaba iniciando su propio proyecto en tecnología de la construcción,  pues como le había dicho el otro joven tenía un enorme impacto en las empresas alrededor del mundo.

—Buscamos aumentar la eficiencia en varios sectores, como la tecnología informática, las redes inalámbricas, soluciones en reducción de costos, acortar tiempos, encontrar beneficios para los contratistas en general.

—Y buscas fundar tu propia empresa para llevar todo eso a cabo—mencionaba interesado el de Acuario.

—Con la ayuda de nuevas tecnologías la toma de decisiones es más precisa, con nuevos datos podemos agilizar todos los aspectos del diseño y la construcción ¿Por qué no mejores espacios funcionales? ¿Por qué no mejores tecnologías más amigables con el ambiente?

—Cuando te escucho me pregunto cuál será mi papel en el futuro ¿seguiré vendiendo propiedades?

—Podrías vender propiedades ergonómicas.

Sin darse cuenta siquiera ambos estaban sonriendo pero al final si se dieron cuanta y de pronto guardaron silencio, como si no fuera necesario decir nada más.

—Ya llegamos—decía con suavidad el de Acuario.

Pudieron ver la propiedad mientras se acercaban, estaba bastante bien y contaba con áreas verdes alrededor, lo que aumentaba su valor, Milo lo sabía y por eso no había considerado contar con ese tipo de espacios pero Camus tenía unas observaciones que hacer.

—Veamos el interior primero, es un gran lugar.

El vehículo quedaba en la puerta principal y con velocidad el de Escorpión bajó del auto para abrirle la puerta de nuevo al otro joven quien lo miró un poco sorprendido.

—Espero que no te ofenda que abra la puerta por ti, es como un impulso y sé que a veces es bueno seguir a tus impulsos.

Camus solo podía mirar a ese puesto hombre por unos segundos antes de recordar que tenía que dar una respuesta.

—No me molesta, solo me sorprende un poco, no es usual que hagan algo así por mí.

—A mí me gusta hacerlo.

Finalmente el de Acuario logró salir del vehículo, necesitaba concentrarse, el otro era un cliente y por lo tanto no estaba disponible, no se podían cruzar las líneas entre laboral y personal, además seguía sin estar seguro de si esas palabras que el otro decía a veces eran algo más que su forma de hacer. Al final ambos estaban caminando hacia la entrada principal, contaban con la llave y la clave de seguridad, la entrada estaba lista para ambos y deseaban ver el interior, quizás fuera el sitio justo para sus planes.

—Después de ti Milo.

Parecía que el de Acuario deseaba devolver el gesto de mostrarse como un caballero.

Ya en el interior iban recorriendo el lugar, el de Escorpión lo veía todo con velocidad y eficiencia, el otro joven lo seguía, ambos pasaban por las diversas habitaciones; normalmente Camus podía ir dando información de una locación pero con ese caballero no parecía ser necesario, solo hacía algunas observaciones y respondía si le preguntaban, sentía que el de Escorpión no necesitaba ser tratado como los demás clientes, en ningún sentido.

—Es más grande de lo que había pensado—comentó el que deseaba comprar.

—Cuenta con diversas habitaciones, pero todas funcionales y bastante amplias, para el tipo de negocio que piensas desarrollar puede ser de mucha utilidad instalarte en un sitio con espacio extra, no se sabe si pueda darse una sorpresa.

—Requeriría de una inversión mayor.

—Podrías subarrendar el espacio sobrante.

— ¿Subarrendar, a quién?

—Por ejemplo a una compañía más pequeña que provea servicios para ti—explicaba el de Acuario con seguridad—Supongamos, no sé, una compañía de limpieza, podrías lograr un arreglo con una para que brinde el servicio y uno de los espacios sobrantes sería su propio espacio laboral como central.

—Es una idea interesante.

El de Escorpión daba unos pasos alrededor de la habitación pero finalmente se quedó de pie ante uno de los amplios ventanales de la propiedad, era un excelente sitio, lo sabía; mientras tanto el de Acuario no dejaba de observar como la luz del sol lo cubría y parecía hacerlo brillar, era tan guapo pero además ya sabía que era determinado y trabajador, que deseaba hacer algo por sí mismo y para los demás, también se dio cuenta de lo mucho que le gustaba y ya no solo por su físico.

—Camus.

El otro casi se sorprendió pero logró mostrarse serio, fue  su lado y esperó.

—Es perfecto, lo tomo.

—Me alegra que encontraras lo que estabas buscando Milo.

—Gracias por haberme tenido tanta paciencia.

El de Acuario sintió por un momento que podía dejarse llevar por esa mirada y aún más por esa sonrisa que apareció sin anunciarse, por alguna razón ese hombre lo hacía sentirse menos confiado que de costumbre.

— ¿Qué hacemos ahora?—preguntaba el de Escorpión acercándose.

Por un segundo el de Acuario casi respondió lo que tú quieras pero logró morderse la lengua y decir otra cosa.

—Tenemos tiempo, podemos volver a la oficina y tramitaré toda la documentación para que todo quedé en tus manos.

— ¿Todo?

—De…la…

Estaba balbuceando, eso no podía ser bueno.

—Vamos entonces Camus, no quiero perder el tiempo.

Con esas palabras ya estaban listos para terminar con la venta, subieron de nuevo al vehículo del joven de Escorpión pero en el camino Camus se dio cuenta que una vez terminado el negocio todo se terminaría, lo más probable era que no se vieran de nuevo, una idea que bastó para mantenerlo silencioso.

Los trámites se desarrollaron sin inconvenientes, los dos jóvenes estaban de acuerdo en los términos, así que la serie de contratos necesarios estaban listos y se firmaron con velocidad hasta que todo estuvo listo, completamente, no quedaba nada más que hacer.

—Bien, con esto todo queda listo, es tu propiedad Milo.

—Gracias Camus, has sido de gran ayuda, no sé si hubiera logrado encontrar lo que necesitaba sin ti.

—Fue un placer.

Se estrecharon la mano a manera de despedida pues no quedaba otra cosa por hacer, hasta ese momento la atracción de Camus había cambiado a algo que no se podía llamar amor pero estaba muy por encima de una frivolidad, sin embargo se había mantenido profesional y no permitió que algo así interviniera con un negocio, y ahora se sentía desvalido para hacer un movimiento. No se comprendía a sí mismo, nunca se tomaba las cosas de forma tan insegura pero ante ese joven de ojos azules no funcionaba como siempre.

—Adiós Camus.

—Adiós.

Fue la única palabra que salió de sus labios, no podía decir nada más, casi aguantaba la respiración mientras lo veía dirigirse hacia la puerta, debía decir algo ¿Qué podía decirle? ¿Por qué le costaba tanto trabajo? Iba a abrir la boca justamente cuando el de Escorpión se dio vuelta para mirarlo directamente.

—Me intrigó lo que dijiste Camus ¿te gustaría que nos viéramos para hablar del asunto?

— ¿Qué?

—Ya sabes, de subarrendar el espacio.

—Eso…sobre eso…claro, me gustaría verte de nuevo y conversar.

—Muy bien, te llamo entonces y afinamos los detalles.

—Claro.

Se despidieron de nuevo pero nada podía evitar que el de Acuario sintiera que estaba contento, que había posibilidades, que no dejaría de ver a Milo.

 

**********

 

No dejaron de verse ciertamente, los dos jóvenes se mantuvieron en contacto y no tardaron en ponerse en marcha con un proyecto especial ¿Por qué no hacer de un espacio empresarial un medio para conectar a otras empresas? La idea estaba en marcha después de varios encuentros, acuerdos y mucho trabajo pero Milo estaba entusiasmado y Camus no negaba que ese ambiente resultaba contagioso, estar cerca no solo del de Escorpión, también tratar con otras personas que estaban dispuestas a dar lo mejor de sí para llevar a cabo un proyecto que se mostraba prometedor. Hasta ese momento habían logrado asociarse con la compañía de tecnología de construcción una empresa de software que manejaba además una plataforma de redes sociales para encontrar nuevos espacios a proveedores de servicios, una empresa de envíos y mudanzas, una compañía de equipos y personal de limpieza, y planeaban asociarse con los de Santuario para hacer negocios inmobiliarios, todo se iba conectando.

De paso mantuvo a los dos caballeros cerca, pero como se trataba de trabajo el de Acuario procuraba reunir todas sus fuerzas para recordarse que era un asunto laboral y no debía convertirse en personal.

Ya que Camus se convirtió en un importante apoyo para la empresa Milo terminó ofreciéndole al joven que trabajara para él, como un consultor externo, significaría más trabajo en tiempo y esfuerzo pero lograron encontrar una solución como ya se estaba volviendo costumbre, o sea juntos. Y como ya tenían resuelta esa situación un formal Milo decidió celebrarlo invitando al de Acuario a una cena.

—Estarán presentes posibles inversionistas—le había comentado el de Escorpión—Sería bueno que te conocieran y escucharan tus ideas.

—Claro, será agradable una cena—fue su respuesta.

Pero la verdad cuando escuchó cena había esperado un asunto de dos y no una cena de negocios pero se recordaba que lo suyo eran negocios solamente.

Camus estaba casi listo esperando que Milo pasara por él, lo acordaron de antemano, pero le sorprendió un poco cuando el de Escorpión se presentó quince minutos antes en su departamento. Iba elegantemente vestido con un traje evidentemente a la medida, a sus ojos lucía más guapo que nunca.

—Llegaste antes—comentaba Camus.

—No quería hacerte esperar.

—Pues me temo que tendrás que darme unos minutos.

—Te espero.

Camus fue a su habitación mientras que Milo observaba alrededor, le gustaba el lugar, un sitio minimalista pero iba con el de Acuario, sentía que aun cuando careciera de objetos resultaba muy personal para su dueño,  casi sin darse cuenta siguió los pasos del otro joven y quedó de pie en la puerta de su habitación donde el otro estaba terminando de alistarse.

—Muy hermoso—dijo.

El de Acuario tuvo que voltear a mirarlo, no pensó mucho su respuesta, solo la dijo.

—Cuando compré pensé que era impresionante, pero pasa, no te quedes ahí.

El invitado entró y observó que era un excelente lugar, había una yuxtaposición entre moderno y  clásico, como su dueño, pero Camus se dio cuenta por el reflejo en el espejo que ahí estaba ese hombre, que veía su sitio más privado, lo mejor era que terminara de arreglarse y se marcharan.

—Es perfecto que tengas una cama de este tamaño.

—Es… útil—logró decir.

Definitivamente tenía que salir de ahí, respiró profundo cerrando los ojos, tratando de controlarse, la tensión iba en aumento.

—Me gusta—decía el de Escorpión—Este sitio podría ser muy agradable para vivir.

—Por supuesto.

En ese momento fue como si el de Escorpión decidiera algo, se acercó de forma directa al de Acuario, mirándolo directamente a los ojos, no dejaba de buscar cualquier señal que debiera saber mientras pasaba su mano por la nuca y la espalda de ese joven que parecía no poder ni parpadear, aunque al final cerró los ojos pues esos labios con los que había soñado se posaron sobre los suyos de forma gentil pero insistente. La mente del de Acuario parecía girar, había estado en lo correcto, Milo sentía algo por él.

—Milo, no sabes, no sabes cuánto había esperado esto—murmuraba contra esa boca.

—Yo también pero si seguía esperando creo que iba a gritar—respondía el otro sin separarse.

—Es solo…estábamos haciendo un negocio, no pensaba que fuera adecuado traspasar lo profesional.

—Si eso es lo que te preocupa me buscaré otro asesor, porque esta noche no sales de aquí.

—Pero ¿Qué hay de la cena?—preguntaba apartándose un poco—Dijiste que era importante.

Con expresión traviesa el de Escorpión tomó su teléfono y con marcado veloz hizo una llamada a uno de sus compañeros.

—Hola Aioria, lo siento, Camus y yo no podremos llegar, se presentó algo, tendrás que hacerte cargo.

Hubo una breve pausa pero el otro se mostró seguro al responder.

—Nada es tan importante como esto.

Cuando terminó la llamada Camus no podía sino sentirse impresionado, sabía que esa reunión era importante y Milo la estaba dejando a un lado solo por estar con él, era como si todo se fuera acomodando de manera maravillosa en su sitio y a ellos dos solo les quedara disfrutarlo.

—No perdamos el tiempo Camus.

Volvieron a besarse dejando que esa necesidad de sentir al otro fuera en aumento, en unos instantes ya estaba la lengua del de Acuario dentro de la boca del de Escorpión, tuvo que recordar como respirar mientras pegaba su cuerpo al del otro hombre, alineándose, gimiendo con sensualidad y sin poder dejar de querer seguir adelante como si una parte de ellos les dijera que ya habían esperado demasiado tiempo. 

—Vaya—murmuraba Camus mirando esas pupilas de un azul profundo.

—Quería hacer esto desde hace mucho, quería sentirte entre mis brazos.

—Parece que pensamos igual.

Al mismo tiempo que hablaba Camus pasaba una mano por el pecho del de Escorpión para después sujetar un poco de esa ropa entre los dos.

—Las grandes mentes piensan igual—concluía el de Acuario.

El de Escorpión solo pudo sonreír y no esperó mucho para volver a tomar esos suaves labios que no se oponían a nada de lo que hacía, esos besos se iban haciendo más demandantes, profundos, fogosos haciendo que el de Acuario se olvidara de nuevo de cómo respirar y tuvo que separarse un poco para recuperar el aliento.

—Milo…

Lo decía con un tono nuevo en la voz al mismo tiempo que frotaba su sexo contra el cuerpo del otro hombre.

— ¿Si?—preguntaba en un murmullo el de Escorpión.

Era gratificante saber que no solo uno de ellos estaba sin aliento por lo que comenzaban a compartir.

—Te deseo, quiero estar contigo Milo—confesaba sin más el joven mirándolo con los ojos brillantes—Pero ya no solo es deseo, te he visto, te he escuchado, he estado contigo, hay algo, entre tú y yo ¿puedes sentirlo?

Las cosas ya estaban bastante avanzadas entre los dos pero tal vez era buena idea tomarse al menos unos instantes para hablar de lo que sucedía, de sus sentimientos ¿era demasiado hablar de sentimientos? Para nada.

—Sé que puedo enamorarme de ti sin pensármelo siquiera Camus—respondió con una sonrisa no solo en sus labios o en sus ojos sino en toda su expresión.

—Milo—decía el otro emocionado.

—Estamos juntos, no dejemos pasar esta oportunidad—no dejaba de acariciar su cabello con suavidad—Ya empezamos ¿Qué te parece si lo terminamos? ¿Quieres intentarlo? ¿Quieres saber hasta dónde podemos llegar?

La respuesta fue bastante directa pues fue el de Acuario quien besaba al otro hombre pasando sus brazos alrededor de su cuello, haciendo que sus cuerpos se sintieran por completo, se gustaban, había una relación especial entre los dos, había estado ahí iniciando como una atracción pero se había desarrollado y era algo más, algo que los hacía querer entregarse al deseo pues no se trataba solamente de lujuria, lo sabían pero no iban a desglosarlo en ese instante, tal vez después, de forma inmediata querían hacer el amor.

 

**********

 

Camus comenzó a desabotonar la ropa de Milo, sacó su chaqueta, la corbata, el chaleco, hasta que estaba en la camisa la cual abrió lentamente, podría haberlo hecho un poco más aprisa pero resultaba complicado ya que el de Escorpión estaba acariciándolo, esas varoniles manos viajaban por su espalda pero parecían haberle encontrado un gusto especial a acariciar sus firmes nalgas, estrecharlas y sujetarlas con fuerza haciendo que sus caderas se encontraran. Como un leve rasguño de su mirada pudo observar el reflejo de ambos en el amplio espejo de la habitación, podía ver lo que hacían y lo increíblemente bien que lucían juntos, similares pero diferentes, haciendo lo que querían hacer.

Ambos caballeros sabían trabajar juntos, podían coordinarse con facilidad y a solas en una habitación con deseos de hacer el amor no iba a ser tan distinto, se dedicaron a acariciarse y explorarse pero también a sacarle la ropa al otro. Las manos iban y venían por cualquier sitio que tuvieran a su alcance, surgían suspiros y gemidos de satisfacción y espera, podían besarse con suavidad y sensualidad, siguieron así hasta que las prendas que utilizaban dejaron de ser un inconveniente. Milo había quedado en ropa interior, queriendo emparejar el terreno no dudó en sacarle los pantalones a Camus con manos firmes para después sacarse el bóxer, ahora solo quedaba la piel al desnudo ante las miradas azules del otro, que bien lucían aun con la elegante ropa regada por la habitación.

Camus no podía apartar sus pupilas azules del cuerpo de Milo, era perfecto, por un instante lo dejó sin palabras, podía imaginarse lo que vendría y eso lo hizo temblar un poco desde su vientre al resto de su cuerpo, resultaba emocionante, esa primera vez con un hombre que se había convertido en una especie de deseo prohibido por sus propios lineamientos. Seguía observando ese cuerpo, ese balance entre músculos y delgadez, la suavidad de la bronceada piel que parecía brillar y ni que decir que notaba el sexo excitado que lo deseaba, sabía que le gustaba a ese hombre y casi podía perderse a sí mismo en ese instante.

— ¿Te gusta?—preguntaba con voz sensual el de Escorpión al notar como era observado por el otro joven.

—Me gusta—dijo sin vacilar y sacándose su ropa interior que aun utilizaba dejando ver su propia necesidad— ¿Ves?

Como si quisiera probar algún punto dejó que sus manos jugaran un juego en el que se acariciaba  a sí mismo, sujetaba su erecto miembro frotándolo con sensualidad, dándole un espectáculo a esos ojos azules que parecieron dilatarse por el deseo, había lujuria ardiendo en esas pupilas, como si quisiera presionar no dudó en lamer su mano con sensualidad para llevarla directo a su sexo, masturbándose sin perder un detalle de ese masculino rostro ante él, gemía con placer, quería llevar al otro a un límite que… no necesitaba más, en unos segundos el de Acuario estaba contra el tocador con el de Escorpión frotándose insistentemente contra él.

Milo comenzó a besar ese cuerpo tan largo como era, explorando a Camus con sus labios, recorriendo la piel que lo había deslumbrado con su elegancia de alabastro, pero resultaba tan cálida, podía hacer lo que fuera por él y para demostrarlo no esperó para quedar de rodillas ante ese inusual hombre, de verdad estaba dispuesto a adorarlo con su boca. Los ojos azules del de Acuario estaban fijos en los movimientos del otro joven, observó que se lamía los labios y tomaba un profundo respiro, se sintió tentado a pellizcarse para estar seguro que no se había desmayado y alucinaba o algo similar, pero no, estaba bien despierto. El de Escorpión lamió su miembro y todo cuanto pudo hacer fue gemir de deseo, dejó caer su cabeza hacia atrás para después tener otro reflejo del hombre a sus pies, pudo ver en el espejo como su erección era tomada por esa masculina boca.

Esa boca sabía hacer las cosas, trabajaba con una buena técnica estimulando cada centímetro de ese miembro con su lengua y una presión de los labios oportuna, caso lo dejaba partir pero solamente fue para besarlo en la corona con fuerza para volver a engullirlo, quiso empujar sus caderas pero no pudo. Milo sostenía a ese impulsivo hombre, debía trabajar a su paso, valdría la pena, así que deslizó una mano hacia abajo para acariciar sus testículos con suavidad, apretándolos ligeramente y acariciándolos dibujando círculos entre ambos, presionando un poco más en el no tan conocido por su nombre punto L, es decir el área tan breve pero sensible entre el ano y los testículos, podía ser muy estimulante brindarle atención.

— ¡Milo!—lanzó en un sensual gritito su compañero.

El que estaba de rodillas miró hacia arriba con una expresión sensual y divertida.

— ¿Quieres algo Camus?

—Si—respondió respirando profundamente—Te quiero a ti, te necesito, Milo…

—Podemos arreglarlo.

Al mismo tiempo que hablaba el de Escorpión se iba poniendo de pie, por un segundo el de Acuario sintió que se le secaba la boca y que podía temblar, era como si el otro hombre creciera, no podía explicárselo, parecía más grande que él, más fuerte, poderoso, que podría hacer lo que quisiera de él, incluso que se olvidara de sí mismo. Claro que el otro se sentía similar pero tuvo un instante de lucidez, podía ser delicioso lo que estaban viviendo pero no podían olvidarse de lo básico.

—Necesitamos protección ¿tienes?

Camus necesito parpadear un par de veces, se concentró tanto como pudo y sin decir una sola palabra se dirigió directo al baño, buscó en el estante superior, no había nada, tuvo más suerte en el inferior pues aún quedaban un par de preservativos de un paquete de diez, aún quedaban unos meses antes de que caducaran, y había algo de lubricante con base de agua, tendría que funcionar porque no pensaba perder el tiempo de nuevo.

—Un hombre que está preparado—lo recibió Milo con una sonrisa.

—Fui un buen niño explorador, siempre estoy preparado—le dijo casi retador—Y ahora quiero sentirte…dentro…bien adentro…

Las pausas fueron porque lo estaba besando con deseo, compartiendo el placer que ya conocían y el que podían brindarse.

—Tus deseos son mis órdenes—fue la respuesta que escuchó.

Con seguridad el de Acuario fue guiado contra el tocador, prácticamente delante del amplio espejo, tuvo que apoyarse con ambas manos contra el mueble mientras unos manos que no eran las suyas acariciaban su pecho, su estómago, su vientre, sentía la rígida erección contra sus nalgas, respiraba más aprisa y se dejaba llevar sin poder contenerse.

—Eres demasiado perfecto Camus—le decía el otro con sensualidad.

Ninguno de los dos recordaba haberse sentido tan excitado con un compañero antes, resultaba una dulce agonía esa anticipación, era casi demasiado, querían sentirse por completo, cuando unos dedos llegaron entre las nalgas del de Acuario el joven no vaciló en separar más sus piernas inclinándose hacia adelante. Los cabellos azules del otro joven se deslizaron por su trasero y esos mismos labios que lo habían complacido lo besaron, el mismo sitio, entre el ano y los testículos, tembló por el contacto pues fue como si le descubrieran un nuevo sentido y esa idea se complementó con unos dedos que buscaban entrar en su intimidad, separando su masculino pasaje para alistarlo. El primer digito se movía con un poco de lentitud pero apenas logró su objetivo un segundo y un tercero se le unió, entraban y salían, dibujaban círculos con exactitud, apartaban las sensibles paredes que se estremecían por la espera y al final simplemente se retiraron.

—Soy tuyo Milo…tuyo…por favor…por favor…

El de Escorpión notaba esa necesidad, era como la suya, se colocó con velocidad el preservativo para colocarlo contra la delicada entrada, Camus volteó buscando su rostro, había algo en ese hombre, a pesar de lo excitado que se sentía no pudo sino sentir ternura por él, se acercó y lo besó con dulzura en los labios, compartiendo promesas que aún no habían hecho. Milo no dejaba de besarlo mientras empujaba, lo hizo despacio, dejándose sentir, disfrutando de separar esas tersas paredes que lo iban envolviendo, sintiéndose estrujado al grado que casi le temblaban las rodillas, era perfecto, era increíble, era su turno de hablar casi sin poder hacerlo por la emoción.

—Camus…Camus…Camus…

Milo finalmente estaba completamente en el interior del de Acuario, su voz estaba llena de deseo, la necesidad que lo guiaba lo hizo empujar con algo de fuerza, el otro gimió tanto de sorpresa como de placer, la verdad era que no necesitaba mucho más que eso. El de Escorpión se retiró un poco para volver a empujar, buscando encontrar el ritmo que ambos necesitaban, ponían de su parte buscando acoplarse, las embestidas pasaban de lo sensual a lo fuerte, a veces cortas y veloces para después hacerse lentas pero profundas, hasta que al inclinarse hacia adelante casi por completo Camus se sintió expuesto pero no dijo nada ya que el miembro del otro hombre dio en el punto exacto, la sensible próstata. Se dejó llevar, no se opuso a nada, tan solo lograba no caer porque se dejó caer contra el mueble mientras el otro hombre lo embestía con seguridad, sujetando sus caderas con fuerza, hundiéndose en su intimidad hasta que gemía de placer que no podía controlar.

Pronto ambos hombres se sentían uno solo, casi sin aliento y con el sonido de sus cuerpos al moverse al mismo tiempo creando una sinfonía perfecta, su piel brillaba levemente por el sudor, los músculos se tensaban por la necesidad, sus vientres se tensaban con fuerza y sus entrañas se inflamaban con el placer que se acumulaba. La próstata que se veía atendida con determinación no dejaba de enviar impulsos de goce absoluto haciendo que Camus se moviera buscando más del cuerpo de su amante, lo sujetaba con una mano por una nalga, apretando con necesidad, además de hacer que se encontraran a cada envite hundiéndose hasta lo más íntimo de sus cuerpos y sus almas.

No podrían durar mucho de esa manera, lo sentían, el calor de la sangre en sus venas se los estaba diciendo, por eso Milo supo que necesitaba hacer algo y no tardó en llevar su mano al medio abandonado sexo de su compañero disfrutando de escucharlo dar una voz ahogada de placer, no dejaba de moverse dentro y fuera, sintiendo que estaba en el límite.

—Camus…quiero sentirte…ya casi…

La información no parecía muy coherente pero de alguna forma el otro la entendió, quizás porque se sentía igual, con esa mano en su erección y ese sexo en su interior, estaba llegando a su culminación, no podía controlarse y la verdad era que el de Escorpión tampoco. Fueron apenas unos momentos para que su simiente fuera impulsada al exterior mientras decía algo que parecía el nombre de su amante, la tibia semilla quedó en parte en el mueble y en parte en la mano del otro hombre mientras el de Acuario temblaba por el orgasmo. En cuanto a Milo terminó casi al mismo tiempo, sintiéndose estrujado por esa tibia intimidad, se dejó ir, casi sin darse cuenta apoyó su peso contra el de Acuario gozando del éxtasis que terminaban de compartir, era increíble y era perfecto.

Tuvieron que darse unos momentos para recuperarse hasta que se sintieron lo suficientemente listos para poder moverse, Milo se apartó son gentileza besando el cabello de Camus pero no se alejó demasiado, abrazó al otro y resultó inevitable que al levantar sus rostros se encontraran con su reflejo en el espejo. Sudados, agitados, despeinados, sonrientes, complacidos y un algo más, un brillo nuevo que solo ese hombre podría provocar, estaban comenzando y si ese era el inicio de verdad ansiaban saber cómo sería el resto; lograron alcanzar la amplia cama cayendo sobre las sábanas.

—Lo que dijiste—intentaba decir el de Acuario.

— ¿Qué?

—Sobre tener otro asesor ¿lo dijiste en serio?

—Solo si tú lo quieres así Camus—le aseguró buscando su rostro—Ahora estamos juntos y no veo porque las cosas no puedan funcionar, somos geniales juntos.

— ¿De verdad crees que podemos lograrlo? ¿Ser una pareja y trabajar juntos?

—Puede que no siempre sea sencillo pero quiero hacerlo, quiero que estés en mi vida, quiero que estemos juntos.

El de Acuario se sintió conmovido por la forma en que le hablaba, como si fuera lo más importante en ese momento y tal vez lo fuera ¿Por qué no? ¿Por qué no intentarlo? ¿Acaso no valía la pena el riesgo?

—Además—continuaba el de Escorpión—si logramos el contrato con la inmobiliaria creo que no habría nadie mejor que tú para unirnos.

—Tienes mucha confianza en mí—decía con una media sonrisa.

—Estoy dispuesto a confiarme a ti por completo.

Hubo algo en esas palabras que Camus no pudo definir, era profundo, intenso, como la pasión pero distinto, quizás todo sería diferente desde ese momento entre los dos.

—Me haré cargo Milo, de todo—le aseguró con tanta firmeza como pudo.

— ¿Incluso de mi Camus?

—Sobre todo de ti Milo.

Con una sonrisa y ya se estaban besando de nuevo, había muchos planes y proyectos en su futuro, algunos en marcha, otros en desarrollo, pero estaban convencidos de entregarse a ellos como hacían las cosas, con determinación, con seguridad, con lo mejor de sí mismos ¿Dónde los llevaría el unirse? Solo el tiempo lo diría, mientras tanto podían seguir sonriendo seguros de tener entre sus brazos lo que podría ser el más valioso de sus bienes.

 

**********

 

FIN

 

Notas finales:

Muchas gracias a quienes fueron tan amables de leer.

Espero que les gustara.

Atte. Zion no Bara

 


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