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Donador por zion no bara

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Notas del fanfic:

Espero que les guste esta trama, va para quienes les gusta esta pareja,les puedo decir que es más ligera que Locura así que espero que les guste, especialmente a Hikari_senchi y a Yardeli.
Sé que generalmente actualizo los lunes pero como parece que estaré indicpuesta por unos días me permití hacerlo un poco antes, espero que no les moleste.



Era temprano pero no le molestaba ya estar en pie, tenía que hacer su recorrido matinal pues era muy estricto en ese aspecto, le gustaba mantenerse en forma, siendo así a las seis de la mañana ya estaba en pie y listo para salir a correr. No hubo contratiempos ni nada que llamara su atención de su habitual recorrido, cuando faltaban quince minutos para las siete estaba de vuelta en su casa y lo primero que hizo fue darse un baño, después de eso se preparó algo de desayunar, nada de grasas pero si alto en proteínas y vitaminas, terminó de alistarse y salió a su trabajo.
Sus labores no eran muy complicadas en realidad, estaba en un estudio fotográfico, de esos que también hacen restauración de imágenes y demás. Era bueno en lo que hacía y le gustaba, sobre todo porque él más bien estaba en las mañanas y eso le dejaba las tardes libres. Estaba llegando cuando vio que uno de sus compañeros estaba por abrir.
--Llegaste temprano Milo.
--Hola Kanon.
--Creo que no terminas de despertar.
--No…esto de llegar por la mañana no me va.
--Pero tú mismo pediste el cambio.
--Por la escuela pero me cuesta levantarme.
--Ánimo Milo, cuando completes el curso ya verás que todo valió la pena.
--Mientras tanto necesitaré una buena taza de café para estar despierto Kanon.
Una vez abierto el sitio ambos entraron y de inmediato se cercioraron que todo estuviera en su sitio y listo para la llegada del otro asistente de la mañana y ponerse a trabajar.
--Hola, buenos días—se escuchó otra voz.
--Estamos atrás—respondió Kanon.
--¿Qué hacen?—preguntaba el recién llegado.
--Tomamos café Camus. A Milo le caerá bien, tan sólo míralo.
--Te doy la razón.
Se sirvió también una taza y se dieron cuenta de que ya casi eran las ocho de la mañana, era momento de ponerse a trabajar, abrieron el establecimiento y cada uno ya sabía bien su parte, Milo trataba con la gente, Camus se encargaba de los pedidos y Kanon era el restaurador. En general los tres podrían haber hecho lo mismo pero se habían dado cuenta que era más sencillo de esa manera y que la clientela aumentaba, además al de ojos verdes y cabello azul le gustaba pasar más tiempo en lo que llamaban el laboratorio que en otra parte, le permitía estar a solas con sus propios pensamientos.
Sin embargo ese día las cosas iban a ser diferentes.
Casi para salir de su trabajo el teléfono del lugar empezó a sonar y tomó la llamada Milo, unos momentos y fue a buscar a Kanon.
--Te llaman—dijo el de ojos azules.
--¿Quién es?—preguntó el otro sin voltear siquiera.
--Dijo que era de un hospital.
El de ojos verdes se sintió desconcertado y fue a contestar.
--¿Bueno?
--¿Hablo con Kanon Geminus?
--Si ¿Quién es?
--Soy el doctor Hades Tártaro, estoy al frente del departamento de oncología del hospital de la ciudad. Me preguntaba si podría venir, necesito hablar con usted.
--Claro ¿De qué?
--Es algo que prefiero hacer en persona si no tiene inconvenientes.
--Puedo ir esta misma tarde.
--¿A las cinco está bien para usted Kanon?
--Si, me da tiempo de llegar.
--Lo espero.
Terminó la llamada pero el de ojos verdes se sentía un poco desconcertado, ni siquiera había ido al médico en años, no comprendía el porqué lo estaban llamando pero iría para terminar todo eso, quizás no se tratara sino de un mal entendido. Por el tiempo siguiente continuó con su trabajo y cuando terminó su turno se despidió de sus amigos para irse directamente al hospital, no sabía que esperar de esa llamada que no tenía sentido para él.


Una vez en el lugar Kanon tuvo que esperar pues llegó antes pero un poco antes de las cinco se presentó el caballero que lo había llamado, una enfermera le dijo al médico y este de inmediato lo hizo pasar.
--¿Kanon Geminus?—preguntaba el médico.
--Si.
--Siéntese por favor, soy el doctor Hades, el que le llamó.
--Si ¿Por qué me llamó? La verdad no entiendo porqué me pidió que viniera.
--No se preocupe, no es nada malo, por el contrario Kanon, puede ser de gran ayuda.
--¿De que se trata?
--Como le dije por teléfono estoy al frente de oncología en este hospital, revisando en los registros de donantes salió su nombre.
--Hace unos tres años vine con un amigo, donamos sangre y vimos esa campaña para donar médula, en ese momento me pareció bien y me dije ¿Por qué no? Por eso lo hice.
--Según su expediente médico nunca ha tenido enfermedades graves, ni siquiera lo han operado de algo.
--No, llevo una vida muy sana, me gusta el ejercicio y comer bien.
--Seré directo Kanon, hay un paciente a mi cargo, tiene leucemia, hasta este momento su mejor opción es un transplante pero no habíamos encontrado un donador compatible, pero tú nombre salió ya que parece la mejor opción, la coincidencia es elevada y me siento confiado de hacer el procedimiento.
--¿Quiere mi médula?—preguntaba el de cabello azul.
--Comprendo que puede haber dudas de tu parte, es un procedimiento después de todo pero también espero que consideres que podrías ayudar a una persona.
El de ojos verdes escuchaba y guardó silencio por unos instantes.
--Supongo que si es por ayudar está bien—respondió Kanon.
--Tendremos que hacerte unos estudios primero—dijo Hades—Pero no creo que haya problemas para recibirte, quisiera que fuera lo más pronto posible.
--Por mí está bien.
--Muchas gracias, empezaré a alistarlo todo.
El de cabellos azules simplemente dejó que las cosas pasaran, le hicieron algunos estudios y todo resultó favorable, era joven y saludable, así que no hubo inconvenientes, habló en su trabajo para que le dieran un permiso y no hubo problemas de ninguna clase pues consideraban que lo que hacía era bastante altruista. Las visitas al hospital no fueron más que dos y acordaron el día en que se llevaría a cabo el procedimiento, no había inconvenientes de ninguna manera, ni siquiera sería necesario que lo sometieran a anestesia integral, solo sería local pues tomarían las muestras de su cadera.
El día señalado llegó por la mañana al hospital y lo alistaron, estuvo recostado boca abajo mientras lo preparaban y tomaban la médula, le explicaron que sentiría algo de dolor cuando pasara la anestesia pero que era normal, en cuanto terminaran lo llevarían a una habitación para que se recuperara y pudiera irse a su casa. Kanon sobrellevó todo de la mejor manera posible y no dejaba de decirse que todo era por ayudar a alguien a que siguiera con su vida. Se quedó recostado de la misma forma y se sintió adormecido, cuando despertó ya estaba en una habitación pero se sentía un poco aturdido aunque eso no evitó que escuchara algo del otro lado de su cortina pues había una enfermeras hablando.
--Parece que todo resultó bien—decía una.
--El transplante fue un éxito—comentó la otra—Al menos el doctor Hades dice que lo fue, sólo queda esperar.
--Espero que lo valore el paciente, es de los más difíciles que he tenido que tratar.
--Ni me digas, yo también espero que le mejore el carácter.
--En fin, debo ir a revisar los signos de nuestro amo y señor—dijo la enfermera con ironía.
--Hazlo o el gran Radamanthys se pondrá furioso por molestarlo.
El de ojos verdes se quedó pensando: Radamanthys. Así que así se llamaba la persona a quien había donado su médula, esperaba que estuviera bien. Siguió procurando recuperarse mientras el tiempo pasaba pero le daba algo de curiosidad saber un poco más sobre la otra persona, al menos saber que se encontraba realmente bien.
--¿Te sientes bien Kanon?—le preguntaba Hades entrando a la habitación.
--Si aunque me duele algo.
--Es natural, pasará, no te preocupes.
--Quisiera saber como se encuentra la otra persona—dijo el de cabello azul—Visitarlo y saber cómo se encuentra.
--Eso es imposible—dijo el médico—No debes saber quien es quien recibió tu médula.
--¿Por qué no?
--Son reglas del hospital Kanon, lo siento pero es mejor de esa manera.
--Comprendo.
--Te dejo, por lo que veo te encuentras bien y podrás marcharte hoy mismo a descansar a tu casa.
--Gracias por venir.
Cuando el médico salió el de ojos verdes se quedó pensando, si quería saber más de la otra persona no parecía que fuera a ser sencillo, iba a necesitar ayuda que afortunadamente no tardó en llegar.
--¿Cómo te sientes Kanon?
--Estoy bien Milo pero creo que esto duele más de lo que dijeron.
--Supongo.
--Voy a estar bien.
--Dicen que no es necesario que estés mucho tiempo aquí, podemos irnos, te llevaré a tu casa.
--Gracias por venir por mí Milo.
--Los demás te envían saludos, Camus no pudo venir porque tuvo que quedarse ayudando con el trabajo pendiente, sin ti no marchamos al mismo ritmo.
--Tengo que pedirte algo Milo.
--Claro ¿De qué se trata?
--Quiero que averigües sobre la persona a la que le di mi médula.
--Me gustaría ayudarte pero no sé como podría hacerlo Kanon.
--Su nombre es Radamanthys, tal vez puedas averiguar su número de habitación y ya con eso sería más sencillo asegurarme que está bien.
--No sé ¿Te parece buena idea hacerlo?
--Por favor Milo, sólo quiero saber que se encuentra bien.
--De acuerdo, trataré de averiguar algo mientras estoy aquí y terminas de vestirte.
--Gracias.
El de ojos azules salió de la habitación y ciertamente Kanon terminó de vestirse, le dolía la cadera pero esperaba que las cosas mejoraran, ya vestido y listo para marcharse se quedó aguardando por Milo un rato más pero finalmente el de ojos azules regresó a la habitación y con buenas noticias.
--Ya sé donde esta Radamanthys—dijo Milo.
--¿Te costó averiguarlo?
--No tanto Kanon, tuve que coquetearle a una enfermera y convencerla que somos amigos pero ya sé más de él y más vale que con eso baste.
--¿Qué sabes?
--Se llama Radamanthys de Wayvern, lleva tiempo hospitalizado y su habitación es la número veinticinco.
--Gracias Milo, de verdad te lo agradezco.
--Por el día de hoy ya se acabaron las visitas, tendrá que ser en otra ocasión si quieres verlo.
--Me basta con lo que sé.
--¿Listo para irnos?
--Si.
El camino no fue complicado pero Kanon seguía adolorido, afortunadamente le habían dado permiso por unos días así que podría recuperarse por completo y ciertamente el de ojos verdes se decidió por descansar en ese tiempo, seguía lamentando que le doliera pero eso pasó aunque le quedaron cicatrices que indicaban el sitio del que habían tomado la médula, ya no podría usar trajes de baño muy cortos y reveladores pero había sido por ayudar a alguien. De verdad esperaba que esa persona, Radamanthys, estuviera mejor.


Cuando estuvo completamente bien Kanon regresó al trabajo, había un poco acumulado pues a pesar que sus compañeros de ambos turnos habían estado al pendiente de que todo se realizara no lograban sostener el ritmo laboral que tenía él, no le molestaba estar de inmediato de nuevo en lo suyo y afortunadamente no se necesitó de demasiado tiempo para que de nuevo todo estuviera en orden, además de verdad le daba gusto regresar a sus labores.
De todas maneras algo seguía en la mente de Kanon, se preguntaba si Radamanthys estaría bien, esperaba que si y que lograra recuperarse pero también le hubiera gustado verlo, no pensaba decirle que se trataba de quien le había donado la médula, simplemente quería asegurarse que se encontraba mejor y que el transplante había sido exitoso. Una noche se decidió, lo visitaría después del trabajo, no creía que hubiera problemas con eso.
Como su decisión ya estaba tomada Kanon terminó con su turno y fue al hospital, no importunaría, simplemente estaría ahí un momento, se convencería que todo estaba bien y eso sería todo o al menos eso pensaba. Se registró y dijo la habitación a la que iba, no hubo problemas con eso, llegó delante de la puerta y vio el número: veinticinco. Era el sitio que necesitaba. Llamó con suavidad pero no le respondieron, entró sin hacer ruido y vio que había sólo una persona en la habitación y parecía estar descansando.
Se acercó despacio tratando de no hacer ruido, la otra persona permanecía recostada y con las señales del tratamiento, se veía muy delgado y su rostro estaba cubierto con un cubre bocas y también su cabeza con una especie de gorra como las de los cirujanos; además de eso parecía que estaba dormido y Kanon se preguntaba que clase de persona sería. Dio unos pasos aproximándose a la cama pero procurando no molestarlo de ninguna manera. Justamente en ese instante que lo observaba con tanta atención fue cuando el que estaba en la cama abrió los ojos de repente y el de ojos verdes se sorprendió.
--¿Qué haces aquí?—preguntaba el que estaba recostado.
Kanon vio sus ojos, eran especiales, completamente dorados y no lo perdían de vista.
--¿Qué haces aquí?—preguntó de nuevo el otro remarcando sus palabras.
--Ah…pues…leo.
--¿Qué?
--Leo a los que están en recuperación.
--No me interesa.
--Podríamos charlar—dijo el de cabello azul.
--No me interesa—respondió con displicencia el de ojos dorados.
--¿Nadie está contigo?—preguntó el de ojos verdes.
--¿Eres hermana de la caridad?
--No.
--Entonces eso no te interesa.
--Sólo deseaba saber si necesitabas algo.
--¿Te quitarías la ropa?—preguntó Radamanthys.
--¿Qué?—preguntó como si no hubiera escuchado bien Kanon.
--Es lo que necesito—dijo con naturalidad el de ojos dorados—Hace tiempo que estoy aquí y no he visto a un tipo lindo, tú lo pareces.
Pero para el de cabellos azules la verdad se estaba haciendo un tanto extraña la situación y no sabía que pensar.
--Será mejor que me vaya—dijo el de ojos verdes.
--Que más da.
--Me llamo Kanon, Kanon Geminus.
--Como sea.
Aún sintiéndose inseguro y sin saber que pensar el joven de los ojos verdes se retiró de la habitación y en el camino a su casa siguió pensando en lo sucedido. Radamanthys le parecía extraño…más bien solitario. No tenía idea de qué pensar.
Unos días después el de cabellera azulada se decidió a hacer una segunda visita, quizás no tuviera porqué hacerla pero le daba la impresión que si estaba mejor el de los ojos dorados podría dejar en paz el asunto y seguir con su vida, estaría seguro que la persona a la que había donado su médula se recuperaría y las cosas seguirían su curso normal. Al menos eso pensaba.
Volvió a la habitación veinticinco, llamó y como no escuchó nada se decidió a entrar, quizás de nuevo estaba descansando pero al menos vería si ya estaba mejor. Por lo que quedó delante de sus ojos supuso que en verdad estaba mejor. Radamanthys estaba sentado en la cama, se veía menos equipo alrededor y ya no traía la cabeza ni el rostro cubierto, aunque no pudo evitar notar que aparentemente su cabello estaba creciendo de nuevo. Por su parte el de los ojos dorados se limitó a mirarlo como si no supiera porqué estaba ahí y realmente ignoraba el porqué el de ojos verdes estaba en ese sitio nuevamente.
--Hola—dijo Kanon—No sé si me recuerdes.
--Si, eres el del otro día que no quiso desvestirse—dijo Radamanthys.
--Lamento si ese día no era un buen momento, espero que te encuentres mejor.
--¿Cuál es tu problema?
--¿Cuál problema?—preguntó el de ojos verdes desconcertado.
--¿Qué haces aquí? ¿No tienes nada en qué ocuparte?
--Es que la otra vez que vine me pareció que no había nadie contigo.
--Estoy bien y me encuentro vivo, no necesitas saber nada más.
--Pero…
En ese momento la puerta se abrió y entró alguien más, se trataba de una muchacha, los miró por un instante y tuvo que dirigirse al rubio primero.
--No le estarás pidiendo que se quite la ropa ¿Verdad Radamanthys?
--Ya lo hice Pandora y no lo hizo.
--Al menos tienes visitas—dijo ella acercándose al de ojos verdes—Mucho gusto, soy la hermana de Radamanthys, Pandora.
--Soy Kanon.
--Que bueno que vinieras a ver a mi hermano, eres muy amable.
--Ustedes deben querer hablar, será mejor que me vaya.
Esas palabras fueron más que nada porque el rubio se veía fastidiado de que estuviera en ese sitio.
--Será un placer si regresas Kanon, mucho gusto.
--Igualmente Pandora.
Apenas había salido de la habitación y había dado unos pasos cuando llamaron de nuevo al de cabellos azules.
--Espera Kanon, por favor.
--¿Sucede algo Pandora?
--Sólo quería darte las gracias por venir.
--No es nada, quería ver que él se encontraba mejor.
--Sé que mi hermano es complicado Kanon, siempre lo ha sido pero desde que enfermó lo ha sido más.
--Debe ser difícil para él manejar esto.
--Cuando su estado empeoró los amigos se fueron, los pretendientes se fueron, todos lo dejaron Kanon.
--Tú te quedaste.
--Es mi hermano, no es lo mismo. Hasta ahora aparte de mí eres la única persona que lo ha visitado.
--Lamento eso.
--En fin, es para darte las gracias por venir, eres muy considerado.
--De nada, aunque creo que es mejor que ya me vaya.
--Adiós Kanon, espero que vuelvas.
--Adiós.
Siendo de esa forma el de ojos verdes se marchó del hospital pero al menos se daba cuenta que el de ojos dorados ya estaba mejor, sin duda se le veía más recuperado en comparación con la primera vez que lo vio, debía ser todo sobre ese asunto. Pero no lo fue.


Para Kanon no era sencillo sacarse de la cabeza ese asunto de Radamanthys, no creía que fuera sencillo pasar por una enfermedad como la leucemia solo, según lo dicho por Pandora nadie había ido en todo ese tiempo pero también le daba la impresión que el rubio había tenido bastante que ver con que los demás se alejaran y eso no fue únicamente por la enfermedad.
Unos días más tuvieron que pasar para que el de ojos verdes llegara a la conclusión que haría una última visita al de ojos dorados, no sería nada más allá de una especie de despedida, esperaba que ya estuviera más recuperado y le desearía suerte para que terminara de recobrarse y eso sería todo o al menos esos eran los planes en su cabeza pues una vez que llegara al hospital no tenía idea de lo que iba a suceder.
Llegó a la habitación donde el médico de guardia parecía tener un leve problema con el de ojos dorados.
--¿Qué tan difícil es lo que le estoy diciendo?—decía Radamanthys—Simplemente tiene que firmar y me iré.
--Eso no es posible—decía el médico—Es necesario que alguien esté con usted para que pueda marcharse.
--Estoy bien, puedo irme a mi casa, firme y ya.
--Es el reglamento.
En eso el de ojos verdes se decidió a intervenir.
--¿Qué sucede?—preguntó Kanon.
--Insiste en ser dado de alta—dijo el médico—Pero eso no es posible si no hay alguien con usted señor de Wayvern.
--No necesito de nadie—dijo el rubio.
--Alguien debe estar con usted, no puede irse de otra forma.
--¿Pandora no va a venir?—preguntó el de cabellos azules.
--No le dije—respondió el de ojos dorados.
--Yo estoy aquí.
Los tres guardaban silencio pero sin duda parecía la respuesta más obvia a lo que sucedía.
--Yo puedo llevarte Radamanthys.
Pero el rubio no se mostraba del todo de acuerdo con ese plan.
--O puedes quedarte si así lo deseas—dijo Kanon con seguridad.
Ante las opciones el de ojos dorados terminó por resolver la situación con lo que le pareció el mejor camino en ese instante.
--Que él firme mi alta—dijo Radamanthys.
Unos instantes después ya estaba todo en orden y ambos podían marcharse, al salir tomaron un taxi y fue el recién salido del hospital quien le dijo la dirección y se pusieron en marcha de inmediato, mientras el de ojos dorados miraba por la ventanilla el de cabellos azules buscaba una forma de hablarle.
--¿No te da gusto salir del hospital?—preguntó Kanon.
--¿No te gusta dejar de hacer preguntas?—dijo Radamanthys.
--Un poco de conversación sería algo amable de tu parte.
--Sería más cortés que te quedarás callado.
--¿Siempre has sido así o es por la enfermedad?
--Y de nuevo con las preguntas, tú vida debe ser de verdad triste para que te aferres a querer hablar conmigo.
El de cabello azul se ofendió pero no iba a dar una escena en ese lugar, esperaría para hacerla. Llegaron a la dirección.
--Tú pagas—dijo Radamanthys bajando—Eres quien se ofreció a traerme.
El de ojos verdes pagó la cuenta y tuvo que cargar el equipaje al interior.
--Estoy recuperándome, no puedo cargar nada—dijo el rubio.
Era momento de decir algo. Al entrar a la casa lo primero que vio Kanon fue un cuadro en la pared, parecía lo que dominaba el lugar, se trataba del retrato de dos personas, un hombre y una mujer, él tenía bastante parecido con el rubio mientras que ella le recordó en cierta forma a Pandora.
--¿Son tus padres?—preguntó el de cabellos azules.
--Ya hiciste tu buena obra del día boy scout—dijo el de ojos dorados—Puedes marcharte.
--¿Por qué te desagrada tener a la gente cerca?
Definitivamente Kanon sentía que ya había tenido bastante de esa conducta de idiota del otro y si había soportado era porque creía que estaba aún mal por la enfermedad pero se convenció en esos momentos que de verdad estaba mucho mejor, nadie que se sintiera mal sería tan insoportable.
--¿Dónde quedó tu amabilidad para el pobre enfermo?—preguntó Radamanthys con burla.
--Me iré, no te preocupes pero te diré porqué sólo yo estaba en el hospital y porque no hay una sola persona en este sitio para recibirte: porque eres una persona horrible y no sé como es que Pandora te soporta. Adiós.
Se dio vuelta y se fue, no iba a disculparse y no iba a aguantarlo ni un segundo más, él tenía su forma de ser y lo de soportar a los estúpidos no se le daba de ninguna manera, de hecho era lo que más le había aguantado a cualquiera en toda su vida. Ese rubio estaría enfermo pero eso no era excusa para que tratara a los demás como idiotas o trapeadores o tapetes, la gente no estaba ahí para ser pisoteada, mucho menos cuando todo lo que quería era saber que se encontraba bien. Sin duda su medula había hecho un buen trabajo y no necesitaba saber nada más de ese Radamanthys.


Habían pasado un par de semanas después de esa escena y los propósitos de Kanon sobre no pensar en nada que involucrara al de ojos dorados se estaban cumpliendo, de hecho esa noche estaba con unos amigos en una cafetería de paso, habían ido a ver un juego nocturno de baloncesto, el ambiente no estaba mal y aprovechaban para hablar de un posible viaje entre todos, sería un fin de semana pero como se trataba de algo entre amigos no parecía que fuera tan mala idea.
--Sólo divertirnos y relajarnos—decía Milo con entusiasmo.
--No creo que todos podamos ir—dijo Camus—No nos darían permiso los mismos días para un viaje.
--Tendremos que encontrar una manera.
Mientras eso pasaba Kanon los escuchaba, hasta ese día los viajes que habían hecho como amigos por lo regular eran a la playa pero eso no hizo sino recordarle que tenía unas cicatrices por donar su médula aunque un traje de baño más conservador solucionaría eso sin problemas, quizás la idea del viaje fuera buena después de todo, se alejaría de las cosas por un tiempo y se relajaría. Sin duda le gustaba la idea más a cada momento. Al final de la noche cada uno tomó un camino diferente, el de ojos verdes fue a su casa y se disponía a descansar, se daría un baño antes de irse a dormir, le caería bien.
Justamente cuando estaba en la ducha el de cabellos azules escuchó el teléfono, le parecía increíble que llamaran justamente en ese momento pero se resignó y salió velozmente para tomar la llamada.
--¿Bueno?
--Soy Radamanthys.
Eso era para sorprenderse, definitivamente el de ojos verdes no esperaba escuchar de él de nuevo y mucho menos que lo llamara, lo cual por cierto se prestaba a una pregunta que era necesario hacer.
--¿Cómo sabes cuál es mi teléfono?—preguntó Kanon.
--Busqué en la guía telefónica.
--Ya veo ¿Qué quieres Radamanthys?
--No sé.
--¿Me llamaste para decirme eso?
--Tan sólo quiero charlar ¿De acuerdo?
--Eso está mejor aunque no se me ocurra nada de lo que podamos hablar tú y yo Radamanthys.
--Tienes razón en eso Kanon.
--¿De qué te gustaría que habláramos?
--¿Podrías venir? No me gusta hablar de esta forma.
--¿Por qué no?
--Porque no puedo verte, no sé que haces mientras hablas.
--Si te interesa Radamanthys estoy desnudo, me estaba bañando.
--Me refería a que no sé si lo que dices es lo que estás pensando, sin verte la cara no lo sabré.
El de cabello azul lo pensó por unos instantes pero al final tomó una decisión pero no estaba seguro que fuera muy buena.
--De acuerdo Radamanthys, iré, espérame.
--Muy bien.
Se terminó la llamada y el de ojos verdes se dispuso a terminar con su baño y al salir se vistió con lo primero que tuvo a mano, ropa cómoda por encima de todo y se sacudió el cabello lo mejor que pudo, salió y esperó por un taxi para indicarle al tomarlo el sitio al que iba, cuando llegó pagó la cuenta y fue directamente a la puerta, llamó un par de veces y la puerta se abrió, del otro lado estaba Radamanthys esperándolo.
--Ya estoy aquí—dijo entrando Kanon.
--Lo puedo ver—dijo Radamanthys—Era cierto que te estabas bañando.
--¿Por qué lo dices?
--Traes el cabello húmedo.
--Si, cuando digo algo generalmente es la verdad, como cuando hablo por teléfono.
--Son costumbres que me quedaron, eso es todo.
--De acuerdo Radamanthys, ya estoy aquí, dime ¿De qué quieres que hablemos?
--De nada.
--¿Qué?—preguntó indignado el de ojos verdes--¿Me hiciste salir de mi casa para que no hablemos de nada?
--No tengo un tema en mente, eso es todo Kanon ¿De qué te gustaría que habláramos a ti?
--No sé, no te conozco.
--Yo tampoco, podríamos hablar de eso.
--Está bien.
Y aunque se sentaron y charlaron un rato debieron admitir que no fue sencillo, sobre todo al principio, pues ninguno de los dos se mostraba particularmente dispuesto a charlar de algo muy personal, más bien hablaron de temas generales y sin demasiada relevancia. De todas maneras llegaron a una especie de acuerdo y fue posible que se comunicaran un poco más.
--Pandora se molestó porque no le dije que salía del hospital—comentó el rubio—Aunque se calmó un poco cuando le dije que tú me trajiste hasta la casa.
--¿De verdad?
--Si, parece creer que somos amigos o algo, eso la tiene más calmada y evitó que se mudara conmigo.
--¿No te agrada tu hermana?—preguntó el de ojos verdes.
--Ella tiene una vida lejos de aquí, lo que menos necesito es que ate su existencia a la mía. No es justo que se dedique a cuidar de un enfermo.
--Es tu hermana y se preocupa por ti Radamanthys.
--Quisiera que no lo hiciera. Además me siento mejor, no es necesario que lo haga.
De alguna manera esa charla le estaba diciendo algunas cosas a Kanon, por ejemplo que ese rubio si era nefasto en algunas cosas pero que sin duda tendría sus motivos para serlo aunque él no pensaba en descubrirlos; también se dio cuenta que sin importar lo que pudiera decir sin duda quería mucho a su hermana, alguien así no podía ser tan horrible o al menos eso pensaba. De todas formas el tiempo pasaba y era mejor que descansara y para eso sería necesario despedirse del otro.
--Creo que es mejor que ya me vaya—comentó Kanon—Es tarde y tengo trabajo que atender.
--Que pena que seas un asalariado.
--¿Tú no lo eres?
--No pero es una historia muy larga.
--No me interesa escucharla.
--Que mejor.
El de ojos dorados lo acompañó a la puerta pero antes de que saliera tuvo algo que decirle.
--Me gustaría agradecerte que vinieras Kanon.
--No tienes porqué Radamanthys.
--No, de verdad me gustaría agradecerte pero no lo haré, no va conmigo dar las gracias.
--De acuerdo, afortunadamente no me hace falta tu gratitud.
Por unos momentos se quedaron mirando y casi sin pensarlo los dos sonrieron, vaya que era inusual encontrarse con alguien que al parecer tenía semejanzas con ellos, quizás fuera entretenido saber que tanto se parecían pero no era el momento para eso, se necesitaría de más tiempo para saberlo. Sólo se hicieron un gesto con la mano a manera de despedida final pero los dos estaban concientes que les gustaría verse en otra ocasión.


Siendo de esa manera esa noche dio inicio a una serie de encuentros en los que ambos hombres se sintieron poco a poco más cómodos con poder verse y charlar aunque en un principio no comentaron nada que se acercara siquiera a personal, más bien se mantenían en una especie de duelo verbal en el que uno decía algo y el otro respondía de forma similar, era interesante y divertido, era la primera vez en su vida que se encontraban con una persona que parecía comprender esa forma de ser. No insolentes, simplemente alguien que no estaba dispuesto a tener cerca a alguien que no les fuera grato.
Claro que ese carácter había desembocado en dos formas diferentes, en el caso de Kanon solamente se trataba de ser muy selectivo con sus amistades y las personas con las que trataba mientras que Radamanthys parecía haber sido en un principio alguien que siempre tenía algo que decir de los demás para después no querer a nadie cerca. Eso no cambiaba que gracias a sus pláticas los dos se convencían que eran bastante parecidos. Afortunadamente esa semejanza los ayudó a abrirse un poco más con respecto a si mismos y a algunas cosas de su vida que hasta ese momento no habían comentado, ya fuera porque era pasado o porque no les agradaba decir algo al respecto.
--Entonces son tus padres—dijo Kanon refiriéndose al cuadro.
--Si—respondió Radamanthys viendo el retrato.
--Te pareces a tu padre.
--Es lo que dicen, ellos dos venían de Inglaterra.
--¿En serio?
--Si, eran reconocidos allá pero quisieron cambiar de aires y vinieron aquí, creyeron que era mejor y más tranquilo para mí y para Pandora.
--¿A qué se dedicaban?
--Eran músicos.
--¿Músicos?—preguntó un poco desconcertado el de cabellos azules.
--Les gustaba la música y ambos se dedicaban a eso, era su vida. Y eran los mejores, entre ambos podían tocar todos los instrumentos de una orquesta.
--Se escucha increíble.
--Lo era, había directores de orquesta y cantantes peleando por tenerlos de acompañantes, eran los mejores.
--Mis padres eran historiadores—dijo como si nada Kanon.
--¿De los que dan clases?—preguntó el rubio.
--De los que desempolvan libros que nadie lee.
--No parece que te gustara lo que hacían.
--Me aburría, ellos estaban demasiado metidos en su trabajo para recordar que tenían hijos a quienes no les importaba una vasija o un pedazo de piedra.
--¿Tienes hermanos?
--¿Qué?
--Te pregunté si tienes hermanos, lo acabas de mencionar Kanon.
--Si, tengo un hermano, se llama Saga, no nos hemos visto en años, desde que él decidió regresar a Grecia pero yo me quede, fue después de que nuestros padres murieron.
--¿Qué sucedió?
--Saga quería volver, yo no, nos peleamos, él me dijo que era un egoísta y yo le conteste que…que no iba a dedicar mi vida a la tarea de mis padres, que no iba a desperdiciar mi vida haciendo lo que ellos. Saga me dijo que siempre fui desagradecido y yo lo golpeé y se fue, yo estaba harto de vivir de esa manera y no me importó—Se tomó unos momentos antes de continuar—Ahora dime algo horrible de ti.
--¿Cómo qué?
--No lo sé Radamanthys, ya te dije algo de mi vida que nunca le conté a nadie, creo que merezco algo de retribución por la humillación.
--Lo último que le dije a mis padres era que los odiaba.
El de cabellos azules lo miró intensamente.
--Eso fue lo que sucedió Kanon, discutimos, pelamos, yo no quería escuchar y les grite que los odiaba, lo siguiente que supe fue que habían fallecido. Después de eso y como yo tenía diecisiete nadie se quiso encargar de mí así que me emancipé, Pandora por otra parte tenía catorce y se quedó con unos tíos, la trataron bien. En cuanto a mí la familia procuraba no hablar al respecto, fui ese pariente incómodo del que nadie quiere decir nada ¿Te parece bastante horrible?
--Creo que si.
Se quedaron callados pero de alguna manera les parecía que las cosas estaban cambiando al decirle a alguien más lo que sucedió en su pasado pero en ese momento no les pareció tan importante.


En una ocasión en que Kanon fue a la casa de Radamanthys después de su trabajo llamó a la puerta pero no le respondieron, no creía que el otro hubiera salido, dio vuelta a la manija y se dio cuenta que no estaba cerrado con seguro así que entró, llamó al rubio un par de veces pero después se dio cuenta que había un sonido especial, se dirigió al sitio del que parecía provenir y se convenció rápidamente que no era un sitio en el que hubiera estado antes de esa casa. Siguió avanzando y de nuevo ante una puerta descubrió que no estaba cerrada.
La habitación era bastante particular, al menos para Kanon lo era, parecía que era el sitio más amplio de todo el lugar pero lo que la hacía especial era que tenía varios instrumentos, por una parte estaba un violín, una viola, un violonchelo, un contrabajo y una arpa; del otro lado se encontraban un flautín, una flauta, un oboe, un corno inglés, una trompeta, un fagote, un clarinete y un trombón. El de cabello azul se acercó y vio que Radamanthys estaba sentado en una esquina escuchando una grabación, no estaba seguro de la pieza que escuchaba pero le parecía que era bastante buena.
--¿Qué oyes?—preguntó el de ojos verdes.
--No te escuché—dijo el rubio.
--Llamé pero no respondías y como no estaba cerrado entré.
--Es de mis padres, lo grabaron antes de casarse.
--Se escucha bien, sin duda tenían talento.
Pero no obtuvo una respuesta a eso, entonces el de ojos verdes se dio cuenta de que había más instrumentos pero esos no estaban acomodados, era más como si estuvieran abandonados aunque sólo uno le pareció conocido.
--¿Tus padres también tocaban el saxofón?—preguntó el de cabello azul.
--No, esos son míos—respondió con desgano el rubio.
--¿Qué son los otros dos?
--Los tres son saxofones, el más pequeño es soprano, el más grande barítono y el otro es contralto.
--No tenía idea de que había tres.
--No importa.
--Tampoco sabía que tocabas Radamanthys.
--Aprendí a tocar el saxofón, el contrabajo y el oboe, también el piano, estudié para tocar la guitarra y el bajo, también aprendí la batería y la armónica.
--Debes ser talentoso, yo apenas si sé tocar la puerta.
--Mis maestros decían que era condenadamente talentoso, que lograría lo que quisiera en la música.
--¿Por qué no te dedicaste a la música?—preguntó el de ojos verdes.
--Hablé con mis padres, quería irme a Francia, vivir mi vida y no la de ellos, me dijeron que lo pensara, no se negaron, sólo dijeron que era algo que debía pensarse, yo me enfadé, no les hablé por días, cuando trataron de que habláramos de nuevo les dije que me iría les gustara o no, trataron de convencerme que esperara, que al menos terminara mis estudios pero yo no quise escuchar más, fue cuando les grite que los odiaba y me fui. Al regresar fue para enterarme que habían fallecido.
El de cabellos azules no supo que decirle y por unos momentos los dos guardaron silencio.
--No volví a tocar—dijo el rubio—La música me recordaba a ellos así que la deje.
Kanon se acercó y se sentó a su lado, dejó que la música siguiera sonando en el lugar pero no dijo ni una palabra, le daba la impresión que no había nada que decir. Después de unos momentos fue el de ojos dorados quien volvió a hablar.
--Creo que es mejor que salgamos de aquí.
Detuvo la grabación y ambos dejaron la habitación. Una vez en la sala ambos seguían en silencio pero fue Kanon quien decidió que era mejor decir algo al respecto.
--Deberías hacer algo Radamanthys, no creo que tus padres creyeran lo que les dijiste.
--Eso lo sé pero no cambia las cosas Kanon.
--Quizás si te disculparas…
--Están muertos, no puedo disculparme.
--Si estás convencido de eso ¿Por qué te entristece pensar en ellos?
--Eran mis padres insensible, me dolió perderlos, no voy a reírme cuando los recuerde.
--Yo también perdí a mis padres, no me vengas con eso.
--No es sencillo Kanon, aunque vivieran no sé que les hubiera dicho, no sé como disculparme.
--Piénsalo, seguro que encontrarás la manera Radamanthys, sólo digo que si se tiene la oportunidad es mejor que te reconcilies con ellos de alguna manera.
Como el de ojos dorados ya no dijo nada el de cabellos azules prefirió no decir nada más, era lo mejor o al menos lo parecía en esos momentos.


Lo que no sabía Kanon en ese instante es que al haberle dicho a Radamanthys que enfrentara la situación él mismo tendría que encarar lo sucedido en su vida con su propio hermano; sin embargo se enteró unos días después en que se vio con el rubio.
--He estado pensando en lo que me dijiste—dijo Radamanthys.
--¿Sobre qué?—preguntó Kanon.
--De reconciliarme con mí familia, con mis padres.
--Si lo haces me parece que será lo mejor.
--Lo haré y es por eso que quiero que vengas conmigo.
--Claro, si necesitas apoyo para cualquier cosa…
--Así podrás hablar con tu hermano.
--¿Qué?
--Como lo escuchas, yo me reconcilio con mis padres y tú con tu hermano.
--No necesito eso.
--Tienes razón, yo tampoco necesito lo de mis padres.
--Esto parece una extorsión Radamanthys.
--Se acerca bastante a eso Kanon ¿Qué me dices?
--Un viaje así no puede hacerse sin planearse y con tiempo, no puedo simplemente lanzarme al camino y dejarlo todo atrás.
--Tendrás vacaciones de tu trabajo y los gastos los cubro yo.
--¿Por qué habría de aceptar eso?
--Porque no quiero ir solo y porque quieres ver a tu hermano.
Era verdad pero aún así pasó un largo rato de discusión para que lograran un acuerdo: irían juntos y Kanon cubriría su parte del viaje. Estaba todo solucionado, una vez listos para partir lo harían y sería un viaje en el que no tenían idea de lo que iba a suceder. De alguna manera el de cabellos azules pensaba que la fecha fijada estaba muy lejana y que encontraría una forma de evadir ese viaje pero lo siguiente que supo al respecto fue que estaba en un vuelo camino a Grecia. La mayor parte del viaje la hicieron en silencio pero cuando se escuchó que estaban por aterrizar definitivamente algo tenía incómodo al otro.
--¿Estás nervioso Kanon?
--No ¿Por qué debería estarlo Radamanthys?
--No lo sé, quizás porque vas a verte con un hermano al que no has visto en años.
--No es para tanto, quizás ni siquiera nos digamos algo.
--Tienes que hablar con él ¿Sabías eso?
--Para ti es fácil hablar, no te peleaste con tu hermana, ella no te llamo egoísta y no la golpeaste por elegir una vida diferente.
--Es cierto, yo sólo le dije a mis padres que los odiaba antes de que murieran, tienes razón, tu vida debe ser terrible ya que tienes la oportunidad de solucionar las cosas con alguien que sigue con vida.
--Es injusto que uses eso—se quejó el de ojos verdes.
--Mientras te siga afectando lo haré—dijo como si nada el rubio.
Finalmente llegaron al aeropuerto y no tomó más que el tiempo necesario el que estuvieran fuera y lograran instalarse, faltaba poner en marcha la siguiente parte del plan.
--¿Sabes dónde vive tu hermano?—preguntó el de ojos dorados.
--En la casa que era de mis padres aquí, nunca la vendieron aunque vivían en el extranjero—respondió el de cabellera azulada.
Siendo que parecía que todo estaba en orden sólo faltaba que se pusieran en camino, tomaron un taxi y el recorrido fue hecho en silencio, quedaron a una calle de la dirección que necesitaban pues Saga vivía en la capital, en Atenas, pero aún así su hermano no se animaba a acercarse.
--¿Qué sucede Kanon?
--Necesito un momento Radamanthys.
Ese momento se convirtió en más de una hora.
--¿Ya te decidiste Kanon?—preguntó medio cansado de esperar el rubio.
--Necesito un momento más.
Afortunadamente para el de ojos dorados alguien desde la otra calle se había dado cuenta de su presencia pero aguardó otra media hora para hacer un movimiento. Los que esperaban en la calle vieron que la puerta de la casa se abría y del interior salía alguien de cabellos azules y ojos verdes, alguien que caminó directamente a ambos o más bien fue donde estaba Kanon; por unos momentos no dijeron nada, se observaron en silencio y el rubio prefirió no intervenir de ninguna manera, era mejor dejarlos a ellos hablar o lo que fuera que tuvieran que hacer para entenderse.
--Viniste Kanon.
--Quería ver como estabas Saga.
Unos momentos más de silencio se presentaron pero al final ambos hermanos se dieron un abrazo con afecto.
--¿Cómo has estado Kanon?
--Bien Saga ¿Qué haces ahora?
--Sigo trabajando como historiador ¿Y tú?
--Restauro fotografías…en cierta forma es como lo que tu haces.
--Así parece.
En ese momento su mirada cayó sobre el tercero en la escena que no se había movido de su sitio.
--Es Radamanthys—dijo Kanon—Me acompañó.
--Mucho gusto—dijo Saga--¿Por qué no entramos?
Siendo que parecía la mejor idea los tres estaban dentro de la casa un momento después, aunque el de ojos dorados no intervino, prefirió que los hermanos charlaran, además le llamaba la atención verlos, era un poco extraño notar el parecido pero también que su carácter no lo era, podrían ser gemelos pero la verdad era que sus personalidades no eran idénticas. Lo más importante era que se daba cuenta de lo importante que era para Kanon poder solucionar las cosas con su pariente, sin duda era algo bueno…y lo hizo pensar en su propia situación.
Tal vez él también podría solucionar las cosas de alguna manera si se proponía hacerlo aunque no encontraba la forma en esos momentos. Mientras seguían charlando alguien más apareció, cuando los vio se quedó un tanto sorprendido y los otros esperaban saber quien era.
--Kanon—dijo Saga—Te presento a Milo, Milo él es…
--Tu hermano—dijo el recién llegado—Lo sé, perdona es que me sorprendí de verlo.
Unos instantes más y todos se habían presentado de nuevo y se enteraron en calidad de qué estaba ese joven de ojos azules en el lugar.
--Es mi compañero—explicó el gemelo mayor—Vivimos juntos desde hace ocho meses.
--Parece agradable—comentó Kanon.
--Lo es.
Y mientras los hermanos hablaban un poco más en privado los otros dos adultos charlaban en la habitación de junto con el pretexto de tener listo algo para beber, no se conocían en lo absoluto pero de todas maneras eran un buen medio para obtener información.
--Saga no me hablaba mucho de su hermano—dijo Milo—Creo que le afectaba hacerlo de alguna manera.
--Pues yo me enteré más bien por accidente—respondió Radamanthys—Kanon no es precisamente afecto a hablar de sus sentimientos.
--Al menos parece que están intentándolo.
--Supongo que es todo lo que queda por hacer, intentarlo.
Por su parte los gemelos seguían hablando y llegaron a un tema un poco peculiar.
--Pareces contento de estar con Milo—decía Kanon.
--Es alguien muy especial hermano, además tú también pareces contento con tu compañero.
--¿Cuál compañero?
--Radamanthys.
--No, no, no, él no es mi compañero.
--Creí que lo era Kanon, como viene contigo supuse que había algo entre ustedes.
--No lo hay, él es particular y yo también así que entendernos no ha sido sencillo, nada sencillo.
--Pero se entienden.
--Bueno eso si pero no de esa manera.
--Comprendo.
Sin embargo era Kanon quien desde ese momento no estuvo seguro de comprender lo que en verdad había entre el rubio y él.
Durante los días siguientes que estuvieron en el lugar pasearon por la capital de Grecia como lo haría cualquier persona pero sin duda eso ayudó a que los gemelos se pusieran a conversar y lograran aclarar las cosas entre ellos, incluso a pedir disculpas y a aceptar que sus vidas eran diferentes pero que eso no debía separarlos, eran familia, podrían vivir en sitios diferentes pero seguían siendo hermanos y debía ser lo más importante entre ellos.


Finalmente llegó el momento de volver, como los visitantes se veían un poco cansados Saga y Milo se ofrecieron a ser ellos quienes arreglaran lo de sus boletos para viajar y así ellos podrían descansar un poco más. Como estaban solos en la casa parecía que simplemente quedaba planear el regreso, al de cabellos azules y al de ojos dorados les daba gusto que las cosas marcharan bien y se solucionaran entre los gemelos.
--Que bueno que tu hermano no fue tan difícil como tú—comentaba Radamanthys.
--Aunque no lo creas también me da gusto—respondió Kanon.
--Ahora sólo nos queda volver.
--¿Ya sabes lo que vas a hacer?
--¿De qué?
--Tus padres.
--Pensaba que verte con tu hermano me daría alguna idea pero no fue así.
--¿De verdad aún no sabes lo que harás?
--No.
Se quedaron serios, no era el momento para el sarcasmo.
--Cuando sepas lo que necesitas hacer lo harás Radamanthys.
--Gracias por creerlo Kanon.
Se miraron de frente y sonrieron, cuando el rubio miró hacia el frente de nuevo Kanon lo miró con más detenimiento. Lo primero fue ver su cabello, era una dorada cabellera, sin duda le quedaba bien, él lo había conocido sin cabello casi así que le llamaba la atención que cambiara tanto y apenas lo notara. También pudo ver que había ganado peso y se mantenía en buenas condiciones, incluso esa ceja única tenía su encanto. No lo pudo evitar y llevó una mano al cabello rubio apartándolo ligeramente del rostro del de ojos dorados. Radamanthys volteó y quedó ante esos profundos ojos verdes, ese hombre a su lado era muy apuesto pero debido a como se habían dado las cosas entre los dos no lo había notado hasta ese momento.
Ninguno de los dos dijo nada, simplemente se acercaron y se besaron, poco a poco separaron sus labios y no dudaron en que sus lenguas se encontraran y se conocieran; unos momentos más y sus manos se buscaron, las de Kanon fueron al cuello del de ojos dorados mientras que las de Radamanthys se dirigieron a la espalda del de cabellos azules, era agradable y placentero estar ahí, besándose y sintiéndose, de verdad era agradable. Se separaron y siguieron mirándose pero sin soltarse y volvieron a besarse, hubieran seguido así pero escucharon que Saga regresaba y por el momento les parecía mejor separarse.
--Ya estoy de vuelta y con sus boletos—dijo el gemelo.
Los dos tuvieron que darle las gracias pero parecía por su expresión que algo pasaba, sin embargo no lo comentaron en ese momento, tenían que regresar y ambos esperaban por lo que les daría ese regreso a casa. Antes de marcharse Saga y Milo los llevaron al aeropuerto, se despidieron con un abrazo y de verdad parecía que a los hermanos les había ayudado el volver a verse para solucionar las cosas, estaban de acuerdo en no volver a perder el contacto sin importar que vivieran en diferentes lugares. Como todo estaba ya previsto abordaron el avión y se dispusieron a disfrutar del viaje lo más que les fuera posible.
Estaban ya casi de vuelta y les daba gusto, de verdad, en el camino invirtieron el tiempo en charlar un buen rato, ambos hombres sentían que estaban en el mismo punto de lo que deseaban y ninguno de los dos ignoraba ese beso que se habían dado; se sentían animosos, les gustaba el poder estar juntos, conversar, tener tiempo para ellos únicamente. Fue en eso cuando el de cabellos rubios sintió que lo abordaba una duda y hasta ese momento no se había detenido mucho a pensar en la cuestión pero no fue sino hasta que esperaban por un taxi que el de ojos dorados tuvo que preguntar.
--Dime algo Kanon.
--¿Qué sucede Radamanthys?
--Ese día, la primera vez que nos vimos, dijiste que estabas ahí para leer pero no recuerdo que llevaras un libro ni nada.
--Pues no, no llevaba nada, sólo dije lo primero que se me vino a la mente.
--¿Por qué? ¿Por qué estabas realmente ahí Kanon?
--Bien…es que quería conocerte Radamanthys.
--¿Por qué?
--Cuando necesitabas de un transplante de médula buscaron a un donador.
--¿Si?
--Fui a quien llamaron.
--¿Qué?
--Simplemente quería asegurarme Radamanthys, saber que estabas bien, que te había ayudado.
--Me buscaste porque fuiste donador de médula.
--Y me da gusto haberlo hecho, nos conocimos.
--Fue únicamente por eso que me buscaste.
El de cabellos dorados se veía más enfadado a cada momento y no parecía que se controlara la avalancha que venía.
--No te hubieras interesado en mí de no ser por el transplante Kanon.
--Eso no importa Radamanthys, no es lo importante, lo que cuenta es que nos conocimos.
--Te dije cosas que nunca le conté a nadie, acepté palabras tuyas que no le soporté a ninguna persona, confié en ti y tú no me dijiste nada, no me dijiste la verdad por la que estabas ahí.
--Eres injusto.
--Tú lo eres más, te acercaste a mí sin decirme la verdad, eres un maldito mentiroso.
--Radamanthys…
Pero no hubo manera que el de cabellos azules pudiera detener al de ojos dorados, este se movió velozmente y en cuanto vio que un taxi estaba listo lo abordó y se marchó sin decirle una palabra al otro y el gemelo se quedó ahí sin saber que hacer, estaba de pie sin terminar de comprender lo que había sucedido y sin tener una idea de lo que pasaría a futuro.


Con los días ninguno de los dos supo del otro pero eso más que nada se debía a que Radamanthys se negaba a escuchar nada de Kanon.
Una mañana Radamanthys tenía una cita para que valoraran su estado pero al igual que las visitas anteriores todo marchaba bien, el transplante había sido exitoso y no había motivos para preocuparse, no médicos en todo caso, pero Hades observó al rubio y se dio cuenta que algo ocurría.
--¿Sucede algo?—preguntaba el médico.
--Nada—dijo secamente el de ojos dorados.
--De acuerdo Radamanthys, te he tratado desde que fuiste diagnosticado hace dos años, en general no me gusta enterarme de cuestiones personales pero esto parece estar afectándote mucho, así que por favor dime ¿Qué está pasando?
--¿Quiere saberlo?
--No pero creo que es importante de alguna manera.
--El imbécil del donador que tuve es lo que me molesta.
--¿Disculpa?
--Ese tal Kanon, después del transplante me buscó y es un idiota cretino.
--¿Has hablado con Kanon Geminus?—preguntó el de cabellos oscuros sorprendido.
--Si, me buscó aquí mismo, en el hospital, hasta hace poco me enteré que fue él quien me donó la médula.
El médico de ojos violáceos puso una expresión bastante particular recargándose contra su silla y pegando con la punta de sus dedos en su escritorio, definitivamente había algo que no lo convencía de todo eso que estaba escuchando.
--Creo que debes saber algo Radamanthys.
El rubio escuchó atentamente mientras el médico le explicaba lo que estaba sucediendo.
Cuando el de cabellos dorados regresó a su casa se encontró con que no estaba a solas, había alguien ahí.
--Me gustaría saber porqué no me has llamado.
--No he tenido tiempo Pandora, ahora tampoco lo tengo por cierto.
--Que pena, más vale que te hagas tiempo, no he sabido de ti y si no quieres que me mude más vale que empieces a explicarte.
--Mira, no estoy de humor…
--Yo tampoco.
Siendo honestos el rubio sabía que no le convenía ponerse en esos terrenos con su hermana, ella podía ser diez veces peor que él si la molestaba, aunque si hablaba con sinceridad lo más seguro era que lo dejara en paz.
--Algo pasó con Kanon—dijo el rubio.
--¿Qué sucedió?—preguntó ella—No me digas que también te peleaste con él.
--Si pero fue por un buen motivo.
--Dime qué sucedió.
Ambos se sentaron y el de ojos dorados empezó a contarle lo sucedido desde esa primera vez en el hospital pasando por sus conversaciones, el viaje a Grecia, lo sucedido al regresar y lo dicho por Hades; Pandora no dijo ni una palabra, se limitaba a esperar que la historia terminara.
--Y eso fue lo que pasó Pandora.
--¿Te peleaste con Kanon por eso?—preguntó ella como si no lo creyera.
--¿Te parece poco?
--Me parece una estupidez Radamanthys.
--Soy tu hermano ¿Por qué siempre te pones de lado de los demás?
--Porque eres mi hermano y te conozco, eres una persona horrible la mayor parte del tiempo.
--Tú no eres precisamente un ángel.
--Pero sé cuando una persona me importa y no la hago a un lado por una tontería. A ti debe gustarte estar solo Radamanthys, por eso siempre alejas a quienes quieren acercarse.
--Eso no es verdad.
--Lo es, desde que nuestros padres fallecieron lo has hecho.
Ambos guardaron silencio de pronto, era un tema del que nunca habían hablado.
--No quiero volver a quedarme solo Pandora—dijo el rubio en voz baja.
--Lo estarás sin Kanon—dijo ella con suavidad—Debes disculparte cuanto antes con él.
--Yo nunca me disculpo.
--¿Será por eso que sólo yo sigo a tu lado?
Ella se dispuso a marcharse pero no sin antes aclararle un punto a su hermano.
--Si no te disculpas Radamanthys tendrás a tres personas por el resto de tu vida con las cuales preguntarte lo que pudo haber sido y lamentarte de no aclarar las cosas.
La joven de cabellos largos salió de la casa dejando a solas a su hermano quien tenía mucho en que pensar.


Kanon por su parte también pensaba y era en Radamanthys, ese rubio era especial de una manera en que nadie antes lo había sido en su vida, le gustaba y le agradaba y esa combinación no siempre le había tocado encontrarla, era ciertamente un hombre complicado pero él mismo lo era y se entendían bien en muchos aspectos, tenía esa ceja única y eso también le gustaba de él y lo que más le hubiera gustado era que las cosas hubieran sido diferentes. No terminaba de comprender porqué el de ojos dorados estaba tan molesto por el asunto de que fuera su donador pero lo estaba y eso se había llevado la relación que habrían podido tener.
Estaba recostado en su cama cuando escuchó que su celular empezó a sonar, lo tomó sin ganas y vio que era un mensaje de texto, lo leyó y se quedó un tanto sorprendido.
--Ve a la ventana.
Era todo lo que decía. El de cabellos azules se levantó de la cama y se dirigió a donde le indicaban, una vez ahí distinguió una figura en la acera, era Radamanthys. Lo más extraño de eso era que llevaba su saxofón y al verlo empezó a tocar, la melodía era suave pero conforme avanzaba se hacía más intensa y emotiva, no era larga pero si hermosa y sólo hasta que terminó el gemelo pudo moverse de donde estaba y de inmediato fue a la puerta.
--Radamanthys…
--Necesitamos hablar Kanon.
--Quiero que sepas que…
--Primero hay algo que debes saber.
La forma en que le hablaba el rubio le pareció extraña al de ojos verdes pero accedió. Tuvieron que abordar un taxi y sin decir nada fueron a una especie de parque, había varias personas pero ellos dos se quedaron en una banca, parecía que esperaban por algo.
--¿Qué hacemos aquí Radamanthys?
--Espera un momento Kanon, ya lo verás.
No pasaron más que un par de minutos para que apareciera en el lugar una pareja que llevaba a un niño pequeño de la mano, se trataba de un muchacho de cabellos castaños y la muchacha tenía el cabello morado, aunque el de ojos verdes seguía sin comprender que estaban haciendo en ese sitio.
--Quiero que veas a esa muchacha Kanon.
El de cabello azul obedeció sin cuestionar pero no entendía el porqué de esa situación, llegó el momento en que tuvo que preguntar.
--¿Quién es ella Radamanthys?
--Su nombre es Saori—respondió el rubio—Fue ella quien recibió tu médula.
--¿De qué hablas?
--Te confundiste, el día que tomaron tu médula para ella yo ya tenía mi transplante, mi donador fue un hombre de otra ciudad, el médico me lo dijo.
--¿Qué? A mí me dijo que no se puede dar esa información cuando le pregunté.
--Y no debe hacerse, me explicó algo ¿Cómo te hubieras sentido si el transplante no hubiera funcionado Kanon? Si esa muchacha a la que estamos viendo hubiera fallecido a pesar de todo.
El de ojos verdes no tuvo palabras para eso.
--Es por eso que prefieren la confidencialidad en estos casos Kanon, para que no haya dificultades.
--Entonces no es gracias a mí que estás bien Radamanthys.
--Pero gracias a ti esa muchacha sigue viva, su esposo aún la tiene a su lado y su hijo sigue teniendo a su madre, me parece bastante lo que hiciste.
El gemelo se quedó mirando un rato más a la muchacha de cabellos morados que se veía contenta jugando con su pequeño al lado de su esposo, era verdad, eso era bastante.
--Quería que vieras esto Kanon antes de decirte que…que…Lo lamento.
--Radamanthys.
--Cuando lo de mis padres…cuando los perdí…era cierto lo que te dije, la música me recordaba a ellos, si trataba de tocar algo era como si alguien me preguntara dónde estaban ellos y no podía manejarlo, por eso decidí no volver a tocar.
--¿Entonces que fue lo que sucedió afuera de mi casa?
--Mis disculpas.
--Creo que no te comprendo.
--Nunca pedía perdón antes Kanon, aprendí a hacerlo—lo miró de frente al decirle eso—No quiero perderte, no quiero arrastrar de nuevo el separarme de alguien disgustado y sin poder decirle que no era verdad lo que dije, que lo lamento y que comprendo que lo que hicieron no es porque no les importe sino porque se preocupan por mí.
--¿Cómo te sientes de decirlo Radamanthys?
--Triste…pero voy a superarlo.
--¿Te importaría si estoy ahí mientras lo haces?—le preguntó tomándole la mano.
--Me encantaría que te quedaras, tal vez si podamos lograrlo.
--Tal vez.
Se acercaron despacio y volvieron a besarse. Diciendo eso parecía que todo estaba en claro entre los dos. Fue por eso que se pusieron en camino de nuevo pero en esa ocasión a casa del rubio, ninguno de los dos dudaba de lo que deseaba hacer en esos momentos.
Apenas habían traspasado la puerta cuando ya se estaban besando, no iban a dejar pasar más tiempo ¿Para qué? Ya habían dicho lo más importante y eso era que deseaban intentarlo como una pareja, además ambos se encontraban un tanto necesitados de poder estar con otra persona, sobre todo una que les interesaba con sinceridad.


En algún momento Radamanthys terminó contra la pared casi atrapado por el cuerpo del de ojos verdes pero no por eso dudó en pasar una de sus piernas por la cintura de Kanon frotando sus caderas contra él. El de cabellos azules se lamió los labios, le encantaba el comportamiento del otro y no pudo sino preguntarse si esa reacción era por él o por la abstinencia en la que había estado el rubio pero no importó demasiado cuando sentía que se excitaba a toda velocidad, por eso llevó su mano a los pantalones del de ojos dorados.
Justamente era el rubio quien gemía mientras sentía que su miembro se elevaba y por ello presionaba con más fuerza su entrepierna contra el otro hombre, era intenso mientras el de cabellos azules besaba su cuello y una de sus manos estaba en su cintura pero necesitaba más, fue en eso que se escuchó el característico sonido de una cremallera siendo abierta bastaron unos momentos para ue ambos se sintieran directamente, sus erecciones se encontraron y no vacilaron en frotarse y mostrarse complacidos entre murmullos y gemidos.
--Kanon—dijo casi sin aliento Radamanthys.
En ese momento el de ojos verdes estaba llevando su mano por la intimidad del de ojos dorados, casi como saboreando con sus manos la tibia piel de su compañero, no se detuvo hasta encontrar lo que buscaba y uno de sus dedos se abrió paso en la masculina entrada del rubio para empezar a dilatarlo o tal vez para excitarlo aún más, no era posible decirlo, lo que si quedaba en claro era que el de ojos dorados lo disfrutaba bastante porque parecía moverse de una manera que lo incitaba a continuar. Cuando el gemelo intentó retirarse el otro hombre lo estrechó con más fuerza contra su cuerpo.
--Nooo…--murmuró el de cabellos dorados—Espera…espera un poco más…
Al principio Kanon se mostró convencido y complaciente continuando así con el ritmo que ya tenían pero al final sus deseos se impusieron y para seguirlos debían separarse, con calma y cuidado se separó de su compañero sin dejar de besarlo como si se estuviera disculpando de apartarse. En ese momento ambos se miraron, tenían la ropa desabrochada y estaban expuestos y sobre todo estimulados con lo que habían hecho, lo cierto era que no iban a detenerse en ese instante. Se miraron mutuamente y se sonrieron para volver a besarse.
Unos segundos después fue Radamanthys quien buscó separarse pero no lo hizo del todo sino que empezó a descender por el cuerpo de Kanon para llegar justamente a la altura de su cintura, en un primer momento acarició la fuerte erección que tenía delante de él con suavidad para después devorarla más que tomarla en su boca, explorando con su lengua mientras sus labios presionaban con fuerza; su compañero no pudo sino apreciar que tenía una técnica excelente que lo estaba haciendo perder el control por completo.
--Ohhh…ahhh….siii….
Pero aparte de sus gemidos no podía decir nada el de ojos verdes, llevó sus manos al cabello dorado de Radamanthys y antes de darse cuenta siquiera ya estaba marcando un ritmo más acelerado y urgente que hizo al de mirada dorada llevar sus manos a los muslos del otro para conservar el equilibrio pero sólo una se conservó en ese sitio pues la otra no tardó en explorar ese cuerpo delante suyo y encontró el camino a los genitales de Kanon que fueron acariciados con fuerza para después llegar a su varonil pasaje y ser estimulado de igual manera. Estaban por terminar pero no parecía justo que fuera de esa manera o al menos al gemelo no se lo pareció pues tomó de los hombros al rubio y aunque le costó un poco de trabajo logró que se detuviera.
--Kanon…
Pero no hubo una respuesta, el de cabellos azules se limitó a tomarlo del brazo para llevarlo al mueble más cercano que tuvo, que resultó ser una especie de consola contra la pared, y allí lo hizo acomodarse, quedando el rubio casi recargado contra la misma pared. Aún así Kanon se tomó unos segundos para admirar a su compañero, después se acercó y lo besó en los labios para empezar a acariciarlo entre las piernas con cuidado y separarlas al mismo tiempo que lo desvestía, unos momentos más y estaba haciendo que sus erecciones se encontraran de nuevo provocando descargas de placer por el contacto.
El de ojos dorados vio como el gemelo bajaba por su cuerpo hasta llegar a su abdomen y besarlo, un poco más y pasaba su lengua para tocar su sexo que se sentía más necesitado a cada una de esas atenciones, no pudo siquiera decir una palabra cuando esa lengua encontró el sitio al que deseaba llegar que era la intimidad del rubio para probarla y prepararla al mismo tiempo, también tuvo que mostrarse un tanto ágil para lograr con una sola mano desvestirse pero lo consiguió. Ya no quería esperar y estaba seguro que su compañero tampoco.
Kanon quedó de pie entre las piernas de Radamanthys, no se dijeron nada, simplemente se miraban mientras el gemelo pasaba con seducción la punta de su sexo por el masculino pasaje del rubio. El de cabellos azules besó al de ojos dorados y de un solo movimiento entró en él con velocidad, lejos de molestarle el de cabello dorado se mostró complaciente, se tomaron unos segundos para acostumbrarse pero no muchos, bastaron unos momentos para que se hicieran embestidas fuertes y profundas y a los dos les parecía increíble estar juntos.
Continuaron de esa manera sin poder recordar si alguna vez se habían sentido de esa manera con alguien pero la verdad era que no les importaba, sólo querían que su encuentro siguiera hasta que se olvidaran de si mismos y lo único que contara fuera el placer que sentían al estar con alguien que no querían que se fuera de sus vidas. Siguieron entregados y complacientes con su compañero que a cada momento parecía pedir más y ellos se lo daban, sintiendo como una oleada de placer que los hundía en si mismos y los sacaba a flote de nuevo pero sus cuerpos se estaban acercando peligrosamente al clímax y lo lamentaban porque lo que vivían era demasiado bueno para que terminara. Kanon sentía que el rubio entre sus brazos estaba como absorbiendo todo lo que él era mientras que Radamanthys creía que ese hombre que lo estrechaba se impregnaba en su ser por completo.
El de cabellos azules sintió que su compañero no podría seguir mucho tiempo y él mismo tampoco así que logró que una de sus manos fuera directamente el erguido miembro del rubio y lo frotara y estrechara con la misma intensidad con la que ambos estaban moviendo sus cinturas haciendo que sus cuerpos se encontraran; estaban ambos tan excitados que no se necesitó mucho tiempo, fue cuestión de unas profundas embestidas más para que sintieran la tensión, gimieran con más fuerza y al final gritaran mientras su esencia abandonaba su cuerpo y se quedaban muy quietos tratando de recobrarse un poco.
--Radamanthys—lo llamó suavemente al oído el gemelo.
--¿Qué sucede Kanon?
--Creo que me estoy enamorando de ti.
--Que bien, yo también lo creo.
Tuvieron que separarse para limpiarse un poco y se acomodaron la ropa lo mejor que pudieron pero aún tenían unas cuestiones que comentar.
--No quisiera romper con el momento pero quisiera que me dijeras algo—dijo el de cabellos azules.
--¿Qué cosa Kanon?
--Es sobre tus padres.
--Sé lo que haré, no te preocupes.
--¿Me podrías decir qué es?
--Volveré a tocar, cuando los perdí dejé de hacerlo así que creo que la mejor forma de reconciliarme es hacerlo de nuevo.
--¿Es lo que quieres?
--Si.
El de ojos verdes sonrió y lo abrazó, no pasó mucho para que se besaran de nuevo completamente seguros de sus sentimientos y de que deseaban compartirlos, convencidos de que podrían lograrlo, que podían amarse y ser felices, estaban dispuestos a trabajar en ello, en dar para recibir, aunque a veces pareciera que recibir es más bien dar. Y justamente por estar dispuestos a hacerlo fue por lo que encontraron que el amor es un donador maravilloso pues entre más da más se tiene.


FIN



Notas finales:

Espero que les gustara, sólo como el siguiente fic que actualizaré o al menos eso espero será Odisea y ya es el final, gracias por leer.


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