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“Living on the other side”. por Chaotic Kittie

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Notas del capitulo:

Momentos, recuerdos y una pequeña luz al final del túnel.

 

“Living on the other side”.

 

 

By Chaotic Kittie

 

 

 

Fotografía

 

 


 

Cada vez que quiero acercarme, no estas

 

Cada vez que tengo fe, la dispersas

 

Cada vez que creo en mí, vuelvo a fallar

 

…Soy humana pero ¿Hasta que punto?

 

 

 

Pese a que era mi día libre me despertaba a tempranas horas de la mañana, había olvidado desactivar mi estruendosa alarma y acabe tomando desayuno en la desolada cocina americana, demasiado temprano para alguien que no tendría nada que hacer en el día.  Antes de ponerme en contra del mundo decidí animarme y colocar en orden mi pequeño departamento.  No era mucho lo que tenia que hacer, pese a todo siempre me hacia el tiempo para colocar todo en orden, siempre he odiado las cosas que no están en su lugar.

 

 

“La luz esta brillando abajo, Yo estoy volando en ningún lugar”

“Si no estas ahí, yo no estoy...”

 

Encendí la radio, apreciando el arte de las palabras, siempre he sido amante de la música, me da las energías necesarias pero también me hace vagar entre cosas que no desearía reflexionar.

 

Acabe colocando los últimos trastes en su lugar, mientras observaba todo como nuevo, brillante, solo desearía que mi alma encuentre ese punto inflexivo, entre la cuadrática ordenanza y la travesía de una tormenta.

 

Termine tendiéndome en el sofá aun con el pijama puesto, mis zapatos en un rincón y la balada terminando su ínfima tranquilidad.

 

“He perdido la razón, Yo la necesito”

“He perdido la altitud, pero requiero de ella”

 

“Esto me esta volviendo loca, sálvame…”

 

“Solo deseo encontrar el camino”

 

 

Mire hacia un lado esperanzada en encontrar algo más que una desolada desesperación, estaba hundiéndome poco a poco, lo sabía aún así estaba cegando mi alma. “¿Por qué?” Nunca he sabido la razón a mis actos, preferí como muchas veces apagar mi cerebro al igual como lo hacía con la radio en ese mismo momento.

 

“Aunque no lo diga, cuando estas presente”

 

“Mi corazón se lamenta nuestra inexistencia”

 

Eran aproximadamente las doce del día, me di un baño tranquilamente ya que había decidido ir a ver a Luís; nunca he sido de las personas que se lamenta, debo hacer algo por cambiarlo, por revivir esto que esta tornando dudas, que hace estragos locos en el interior.

 

“He luchado y seguiré esforzándome”

 

 

Deseaba hacer algo especial, una sorpresa sería algo lindo, a él siempre le han encantado esos detalles, además podríamos disfrutar de un rato, un almuerzo juntos no nos haría mal, después de todo una semana sin saber de él me tenía algo incomoda.

 

Tome la ropa que me pondría ese día, perfume mi cuerpo con esa fragancia que me gustaba desde que era una niña, coloque mis vaqueros regalones en su lugar, acompañados de una camiseta sencilla, unas sandalias cómodas, un ultimo vistazo en el espejo y no totalmente convencida de lo que llevaba puesto, salí del lugar.

 

“¿Desde cuando he empezado a dudar de mi propia belleza?”

 

 

Lentamente me encaminé por las calles que se inundaban de gente; con una sonrisa entre los labios seguí mi rumbo hasta llegar a la universidad, un hermoso edificio de pintorescas y llamativas figuras, me apoye en la entrada dejando uno de mis pies cruzados, observando como los chicos de diferentes estilos y gustos, se paseaban de aquí para allá conversando.

 

Mi boca hondeo una sonrisa amplia al verle, debía estar feliz para él; mientras tanto él conversaba, riendo de una forma que hace mucho no hacia a mi lado,  muy cerca de otras chicas, realmente los celos poco a poco estaban formándose en mi interior, pero no era el hecho de que este con ellas, sino principalmente por la forma en que reía junto a ellas, con comodidad.

 

Cuando me diviso, ya estaba más cerca y su semblante de inmediato cambio, dijo unas cuantas palabras a sus amigos, sin darme tiempo de acercarme; me jalo del brazo sacándome de allí, dando tiempo tan solo para darnos un fugaz beso.

 

 

“Me sentí avergonzada…”

 

“Otra vez estabas separando tu vida de la mía”

 

“Me sentí tan lejos de tu mundo”

 

 

—Parece que no fue buena idea venir —susurre mirándole de reojo.

 

—Deberías haberme avisado  —trato de amenizar el ambiente, el me conocía lo suficiente, tal cual lo conocía yo a el.

 

—Quería darte una sorpresa  —digo algo resentida, ya que no era la reacción que esperaba de su parte.

 

—Lo sé

 

 

Terminamos caminando hasta un café, que estaba muy cerca, bastante bonito, de colores pálidos y adornos azulados, tal cual me gustaban, quise pensar que el tenía preparado esto para mí, y que lo había elegido desde antes. Abrió la puerta, dejándome entrar primero, su caballerosidad nunca faltaba, lo que hizo que mi molestia se esfume.

 

Nos sentamos en una de las mesitas acomodadas en un rincón, le mire por largo rato dándome cuenta de sus facciones ya más maduras, su nariz respingada y su mandíbula bien marcada, mientras sus ojos de un color que aún no puedo definir, se posaban en la camarera que nos atendía.

 

—Amanda, ¿Qué quieres? —dijo, sacándome de mis pensamientos.

 

Entonces me fije en el Menú; ya que estábamos allí aprovecharía de comer algo delicioso, para disfrutarlo a su lado, así que sin más le mire nuevamente y con una sonrisa traviesa susurre como una niña pequeña.— ¿Pastel de chocolate?

 

Y tan solo resonó ello como un eco de un momento incómodo, en el que él, me sostuvo la mirada con una frialdad extremista que congelaba los latidos y mis ganas por estar allí.

 

Y sin más soltó un comentario que no me esperaba….

 

—No crees que esas son demasiadas calorías  —volteó a ver el menú nuevamente mientras la niña que nos atendía miro hacia otro lado; antes de que el tiempo se hiciera uno de mis tantos enemigos, el cerro la carta y terminó diciendo —. Tráenos dos cafés.

 

 

El silencio inundo nuestro entorno, mientras los pasos de los trabajadores hacían un ritmo horrible, como si aquellos pasos siguieran mi corazón, tenía ganas de voltear e irme, pero quizás el tenía razón.

 

Le mire muchísimo tiempo como si pudiera ahondar en su corazón buscando una respuesta de la que ya no estaba tan segura, luego volví a esconderme mirando el pequeño mantel con decoraciones en los bordes., jugué con una servilleta doblándola muchas veces, deje que mis cabellos escondieran como sentía en esos momentos.

 

Y el tiempo volvía a ser el rival que no deseaba, mientras nuestro lazo se seguía degradando un poco más; como cuando alcanzas el agua y se te deshace en las mismas manos.

 

“Antes de colocarnos a actuar, a mentir, incluso a odiar….”

“Amémonos con locura”

“Antes que nuestro camino de disperse”

“Amémonos con ternura”

 

“Luis, antes  de que sea demasiado tarde, vuelve a mí…”

 

Y en cuanto un grito o inerte pensamiento se hiciese presente, el actuó, sembrando otra esperanza en mí…

 

—Perdóname —susurro atrás mío, luego de correr la silla, yo aún no podía verle—, no quise decirlo de esa forma.

 

—No pasa nada —moví la cabeza, mientras dejaba que sus brazos disiparan las tonterías, los malos ratos; siendo capaz de guiar todo por un punto idóneo, controlando mi devoción.

 

—A veces soy un animal —se aferro más por detrás de la silla, enredándose con mis cabellos, respirando despacio cerca de mi cuello.

 

Deje lo que estaba haciendo mientras una de mis manos se poso en su mejilla, tanteando delicadamente hasta sus labios. En silencio, nos quedamos así por unos minutos y Yo hubiese querido que se trasformasen en horas pero él, se separo rompiendo el momento, volvió a su lugar justo cuando nuestro pedido se posaba humeante frente a nosotros.

 

Ese aroma tan peculiar que me hacía despertar cada vez que la somnolencia quería hacer conmigo una desorientada, inundo mi olfato calentando mis manos que estaban puestas alrededor de la taza. Aún así no me lo tome, solo mire fijo hacia ella mientras sentía como el absorbía ese elixir de pocos pesos y muchos beneficios.

 

—Amanda —susurro para llamar mi atención

 

—No te preocupes, Luis, tienes razón —trate de disolver el momento restándole importancia.

 

A veces me daban ganas de tirarle la taza de café a un lado y comerme aquel pastel, suena tan infantil desde este punto, pero una frase tan falta de gracia me estaba haciendo dudar de mi, de la seguridad que tenía como mujer, pero como muchas veces, por quererle, por amarle, deje que este tipo de cosas tuviera el mínimo roce en la superficialidad, aunque en mi interior siga con estragos.

 

“El peor de mis errores es no decirte lo que pienso”

 

“Es imposible hacerte ver que cada palabra cruel, es una yaga, que da vueltas y vueltas, sin parar, sin saciar su sed, solo dañando mi espíritu”

 

 

Salimos del café y cruzamos al parque de en frente, nos paseamos por todo lo largo de aquella arboleda, despacio, sin apuro, los sauces bailaban graciosamente, mientras nuestros pasos eran acallados por las hojas que estaban alrededor. Me sentí como en las mañanas en que caminábamos hacia el colegio, y ese era el mayor problema porque últimamente todo lo estaba comparando con los viejos tiempos.

 

— ¿Luis? —el me observo tranquilo mientras alcanzaba una hoja que estaba por encima de una rama.

 

—Si, dime —dijo después de observar su reloj

 

“¿Me quieres como en el principio?” pregunto mi mente sin ser escuchada, al final arregle mi cabello tras mi oreja, haciendo que el viento no lo desordenase tanto.

 

—Deberías irte —le mire sin ningún emoción en particular me enfermaba cada vez que se colocaba a ver su reloj, como si yo  fuera un tramite, pero tampoco se lo dije.

 

—Si, ya es muy tarde —movió la cabeza y se acerco hasta mis labios, dejando un suave beso —te llamare —fueron sus palabras, mientras se iba por la misma arboleda en la que habíamos estado vagando unos minutos.

 

“¿Cuando lo harás?”

 “¿Me extrañaras?”

“¿Cuánto tendré que esperar?”

 

“Amor, yo te extraño cada minuto que siento tus pasos más lejanos de los míos”

 

 

Aquel día en que la helada matutina calaba los huesos salí a paso lento, tenía aún tiempo para comenzar mi turno en el restaurante, así que tranquilamente me pasee por el camino, hace varios días es que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por dejar de lado todas mis cavilaciones.

 

Sin más, había dado de lleno con el trabajo, aunque por alguna extraña razón recordé aquel día en la placita y Alex vino a mi mente, como un fugaz recuerdo.

 

Quizás suene infantil, pero llegue  a creer que había sido un ángel, bastante particular, pero que había bajado tan solo para acallar mi llanto. Ciertamente, había comenzado a extrañar a esa mujer tan fuerte que se había presentado a escucharme y con esa extraña desazón entre a trabajar.

 

“Mi debilidad desesperada”

“Mi anhelo interno”

 

Todo estaba normal, las misma buena gente de siempre, el dueño con su gran sonrisa, como aquella primera vez que me había atendido mientras yo buscaba trabajo, me observaba desde el aparador, donde estaba la caja.

 

—Buenos días, Amanda

 

—Buenos Días —rápidamente le salude con un beso en la mejilla.

 

Así mismo, salude a mis compañeras de trabajo, pese a que nos llevábamos muy bien, el estar continuamente en convivencia a veces traía más de algún problema. Aunque prefería estar fuera de ellos, por lo que tendía a ser algo huraña al hablar de mi vida privada. Sin embargo, esta era una gran familia y estoy orgullosa de pertenecer a ella…

 

La gente ya comenzaba a llegar, mientras los aromas a especias inundaban cada rincón, suspire hondo y así comencé mi jornada. El tiempo pasaba relativamente rápido, entre mesa y mesa, conocidos y desconocidos, solo con una sonrisa para quienes estaban hartos, a veces solo basta eso para calmar cualquier sentimiento.

 

“Un pequeño gesto hace la diferencia; eso quiero creer”

 

Aquel hombre que siempre llegaba después de las once, se sentó en la misma mesita, frente a la ventana que daba hacia la calle, sus lentes quedaron a un lado mientras las arrugas que hacían su cara al sonreír me devolvían las fuerzas. Sonando absurdo, en mis días libres agotaba mi conciencia, mi energía, hasta mi sabiduría para ejercer presión sobre mi persona.

 

—Señorita, que alegría verla —Me saluda, haciendo ahora que su bigote se mueva de forma graciosa.

 

— ¡Don Rodrigo! Tan caballero como de costumbre —le digo, colocando una pequeña bandeja ovalada frente a mi delantal— ¿Le doy lo de siempre?

 

Me quede allí por varios minutos sin respuesta, pues el mantenía su vista hacia la ventana, como si algo interesante estuviese pasando fuera de aquellas cálidas paredes. Carraspeé al no tener mi respuesta para seguir con mi trabajo, pero él simpático caballero levantó su dedo señalando en una dirección determinada.

 

Me di la vuelta de inmediato ya que estaba tratando de mostrarme algo; sin duda en ese momento no me di cuenta de nada, tan solo una pequeña luz y luego una bella sonrisa a través de la ventana, mientras la sonora risa de Don Rodrigo repercutía en mis oídos como la música que calmaba mi alma.

 

Frente a mí se había posado mi ángel, como si hubiera leído mis pensamientos, con esto se presentaba nuestro segundo encuentro.

 

 

“¿No crees que nuestra manera de ver las cosas ha cambiado?”

“Nuestros mundos se alejan, y damos pasos en signos contrarios”

 

“¿Seremos tan necios como para seguirnos cegando?”

“Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver…”

“Y peor sordo que quien no desea escuchar”.

 

 


El pasado es una herramienta que muchos de nosotros utilizamos, aunque verdaderamente sea factible y útil; muchas veces tendemos a idealizarla; haciendo un estorbo que empaña nuestro propio presente…


 

Continuará...

Notas finales:

Por fin, fui capaz de arreglarlo de una manera que me gustase, se que han esperado mucho para quienes han leído el primer capítulo, también se que este era un regalo especial, aún lo és…. Espero me disculpen por mi irregularidad con las actualizaciones, pero sepan que cada palabra, cada susurro y cada tinte escrito entre estas líneas esta echo con cariño y dedicación de mi parte, quizás me estoy alargando demasiado, pero deseaba que supieran que a esto le dedico horas preciadas, y que para mi la escritura es una forma bella de expresión. Gracias a quienes se dan el tiempo de apoyarme y dejar comentarios, también para quienes lean, advierto que en principio tiene una temática algo diferente pero por favor sean pacientes con el ritmo de la historia. Les quiero a todos ustedes que escuchan a esta psudoescritora de las sombras…..


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