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“Living on the other side”. por Chaotic Kittie

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“Living on the other side”.

By Chaotic Kittie

 Límite desdibujado


Una vez me dijeron, que la mejor manera de alentar al alma

Era junto a la persona que te hace feliz

Yo creo que la verdadera existencia de esas palabras

Fueron soltadas por alguien que había descubierto,

Una felicidad diferente.

 

La tenue luz de las calles se hacia presente en el instante en que el sol se encogía en su manto de sueños. Era la hora de salir de allí e ir a casa, la jornada había acabado y con eso mi problema existencial comenzaba.

La soledad era mi mayor problema.

Los últimos clientes se retiraron y con ello, nosotras nos colocamos a limpiar, Ana estaba apuradísima por salir, según lo que nos había contado saldría con un chico que había conocido en un bar hace unas noches.

“Si somos tal para cual” Suspiro lentamente, como recordando algún suceso especial, yo lo sabía bien, esa cara soñadora y esas frases tiernas, eran de alguien que comenzaba a descubrir un sentimiento muy bello.

Todos le sonreímos, las tres mujeres que trabajábamos ahí y los dos chicos que se encontraban limpiando mesas, le escuchábamos con atención, ella contagiaba su alegría, con su sonrisa aniñada y sus ojos coloridos.

Terminamos con todo y con ello nos cambiamos dispuestos a salir de una agotadora tarde de trabajo. Si soy sincera, no deseaba ir casa, así que lo más probable era deambular por ahí un par de horas, las que sean necesarias para que el sueño me consuma y tan solo llegue a echarme sobre mi cama.

Fui la última en retirarme, solo quedaba nuestro jefe sacando cuentas en su oficina, así que a paso lento descubrí la brisa helada que pegaba de lleno en mi cara.

—Pensé que ya te habías ido —una voz se escucho desde la pared contigua.

Me giré para identificar quien estaba hablando, pero realmente no vi a nadie, entonces escuche una sonora risa y enseguida supe de quien se trataba.

—Eres muy graciosa cuando te pillan desprevenida —musitó una vez que se apareció frente a mí.

—Mala, te estas burlando de mí —replique.

La verdad era que estaba contenta de verle, Alex estaba allí con el mismo abrigo que le vi la primera vez, solo que ahora llevaba una pequeña coleta media, que hacia notar sus rasgos faciales, con más énfasis.

— ¿Cómo estuvo el trabajo? —pregunto, una vez que termino de reír.

—Como siempre —contesté luego de unos instantes de pensarlo.

Ella comenzó a caminar, mientras yo me quedaba parada viéndole la espalda.

 

Extrañamente me estaba haciendo adicta a ti.

Sentí un pequeño escalofrío recorrer mi espalda, así que puse mis manos en los bolsillos, hacia mucho frío aquella noche. Para mi sorpresa ella se giró nuevamente mostrándome su perfil.

— ¿Qué esperas? —dijo, haciendo ademanes con su mano para que la siguiera—. Vine a buscarte, no aceptaré un no por respuesta. Después de todo estuve esperando cerca de una hora para que salieras.

Yo corrí entonces, posándome a su lado. A veces soy tan fácil de complacer, lo peor de todo es que lo demuestro demasiado, aún no soy capaz de ocultar lo que siento, como la mayoría de otras personas hace.

Caminamos por un par de minutos en silencio y aún no entendía como lo hacía para que me sintiera tan cómoda a su lado. Quizás estaba emocionada porque era la primera chica que se acercaba a mí, como una amiga que me conoce desde siempre, incluso más que eso, por fin sentía la atención y cariño que se me estaban negando. Con ella inevitablemente comencé a sentirme bien.

— Alex, es tarde ¿quieres venir a mi casa? —le hable cuando transitábamos por una de las calles más concurridas de la zona.

Siendo sincera no era adepta a salir a bares y antros, nunca me sentía cómoda, es como si fuera de un planeta distinto.

— Está bien —contestó sin hacerse problema, mientras me observaba—. ¿Por donde?

— Veamos —hable tirándole del brazo— tomemos un taxi

 

Esperamos en una esquina que estaba alumbrada por dos focos, varios autos estaban estacionados siendo una calle de bastante promoción, decidí escapar junto a mi refugio.

Lo que más me sorprendió fue su poca cautela conmigo, no mostraba ni barreras, ni falsedades, la confianza que me aplacaba su presencia era perfecta.  

—Hasta la esquina principal de ahumada con Baquedano —hable al conductor, cuando ya nos acomodamos.

Un par de cuadras nos fuimos en silencio y me sentí algo nerviosa.

— ¿Es muy lejos? —preguntó rompiendo mi foco de pensamientos.

— No tanto, son como quince minutos.

Volteé a ver el reflejo en la ventanilla, verdaderamente no me cansaba de ver a esa mujer. Apoye mi cabeza en mi mano derecha mientras me fijaba en cada expresión de ella, supongo que inocentemente la encontré hermosa y era raro pensar así, hace tiempo es que no me fijaba en mi entorno de aquella forma.

 

Inconcientemente me llamabas y era incontrolable, aferrándome a ti de manera confusa. Sin haber empezado ya estaba asfixiada de ese calor que se propaga lentamente.

 

Los minutos pasaban y el silencio que había a nuestro alrededor, no incomodaba para nada.

La música de fondo se escuchaba ajena mientras la arrugada mirada del conductor se hundía en nosotros de vez en cuando por el retrovisor.

Pague rápidamente y nos bajamos del taxi. Antes de que la mirada de Alex comenzara a ser algo amenazadora, creo que no le pareció el que yo haya pagado, me di la vuelta y quede frente a ella.

— Yo te invite, así que yo pago —firme, levante la mano.

Alex se carcajeó luego de escucharme.

No se que le pareció tan divertido, pues su risa no cesaba y su mirada no se despegaba de la mía. Ella acarició mi mejilla con delicadeza y me sentí como una pequeña muñeca, sin pensarlo, cerré mis ojos.

Nos quedamos varadas por tanto tiempo, que aún lo recuerdo.

Estaba sumergida, inconcientemente pisando una pequeña línea que no estaba dibujada.

—Entremos, hace frío —musitó ella y tomo mi mano.

—Por aquí mejor —Sugerí una vez que vimos el ascensor y la escalera.

—No quiero caminar —Recriminó mi acompañante.

—No te imaginaba tan floja —Comente y me reí levemente.

—Pues tienes una idea muy equivocada de mí —Respondió algo seria, en ese momento no le tome importancia. Sin embargo ella me estaba dando todo tipo de signos que yo no supe interpretar.

Al final tomamos el ascensor y llegamos hasta el quinto piso. Entramos a mi apartamento sin hacer ruido, me saque las sandalias y ella hizo lo mismo con sus botas.

—Tenemos la misma manía —Comentó y se adelantó para ver la casa con detalle.

Me gustaba esa forma curiosa que tenía al andar, como se agachaba a ver los adornos o como abría sus ojos para deleitarse con los pequeños cuadros que adornaban el pasillo.

 

De pronto estábamos en la ventana, ella rozaba con sus largos dedos el reflejo de las luces mientras su mano se marcaba en el cristal. Con la boca abierta la seguí mirando, a pesar de que nuestros ojos chocaron, ninguna de las dos, desvío la mirada.

Sentí un pequeño cosquilleo en el estomago una vez que su mano tocó mi rostro. Lentamente se deslizo hasta mi mentón y yo reaccione acariciándole la otra mano, sin pensarlo comenzamos a acercarnos, podía sentir su respiración que chocaba en la punta de mi nariz, allí me di cuenta que éramos casi del mismo porte.

Ella pestañeo y yo no quise perderme ningún detalle. Me acerqué un poco más y pude ver el centímetro que nos separaba. Observó mis labios y me lancé a un suave toque, un roce con sabor a caramelo y café. Su lengua y la mía se enrollaron, suavemente. Tan suave que podía sentir nuestras respiraciones acelerándose y mi corazón gritar, mientras mi mente me advertía que estaba haciendo algo malo. Acabamos separándonos algo temerosas, pude sentirlo, pues su labio inferior temblaba y mi mano se presionaba con mayor fuerza sobre la suya.

—Lo siento —Tragó saliva—. Quizás, esto no est…

Puse un dedo sobre sus labios y volví a mirarla. La verdad no importaba, en ese momento me daba lo mismo todo. Era la primera vez que me sentía así, sólo deseaba probar sus labios nuevamente.

Sonreí tímida y ella me ordenó el cabello.

— ¿Estas segura?

—Si

—¿Has estado con una mujer antes?

—No, nunca —Respondí.

—No habrá vuelta atrás —Dijo y volvió a besarme.

Le seguí el ritmo, sin más palabras que aquellas.

Nos entregamos a un camino desconocido, uno que iba en contra de todas mis creencias e ideales. Llámenle necesidad, amor, capricho, dependencia. Podría haber un montón de sinónimos correctos ha vista de todos ustedes, pero para mí era un sentimiento desconocido que quería descubrir y sentir por completo.

Suavemente nos invitamos a probar un sabor de leche y miel, piel tersa y curvas bien marcadas. Jamás había visto a una mujer con otros ojos, pero Alex, ella me había llevado a una montaña de sensaciones que me hicieron plena, al menos por esa noche.

 

Siempre quise definir el amor, sin embargo, nunca tuve una idea clara.

Creí que midiéndolo en cantidad podría superarme.

Ahora sé que el amor no se mide, ni se excusa, ni se exime

Se siente, sin medir consecuencias, se vive.

 


Los sentimientos, son sordos, ciegos y mudos.

Aquí no importa, ni el género, ni el aspecto, ni la situación, ni los límites. Aquí sólo importa lo especial que se vuelve en tu vida y como va ahondando en tu ser, hasta hacerse indestructible.


Notas finales:

¡Parapapapapan! [Música de película]
Aún sigo aquí, aunque muchos no lo crean, después de chorro cientos mil años me presento con el tercer capítulo que no es tan largo. No prometeré nada, lo que sí diré es que estoy a todo lo que doy con mis historias, que no las dejaré inconclusas y que les agradezco el apoyo a pesar de que soy una autor irresponsable. Ojalá les guste y comenten. ;Q; 

Los quiero, un beso. Gracias por todo.


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