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Casual por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es sólo una historia corta que tenía por ahí, espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

El fic está dedicado a Vendetta007 y a Yesushika a quienes les gusta la pareja de Camus y Milo. Que lo disfruten.  

Esa noche era una divertida, una bastante animada y divertida, permanecían en el lugar rodeados de gente y disfrutando de la música, no era algo extraño que estuvieran en ese sitio, de hecho era bastante común, los dos hombres llevaban ahí ya un rato pero se mostraban de un humor un poco diferente.

--Te dije que sería divertido venir Milo.

--Si, lo es Kanon.

Milo y Kanon habían sido amigos por años, varios años, eran bastante conocidos pero sin duda era más notorio el de ojos verdes que el de ojos azules.

--Anímate Milo, esta noche es para divertirnos.

--Estoy un poco cansado Kanon, tuve trabajo todo el día.

--Deja eso a un lado, este sitio es para divertirnos.

--Me divierto.

--Busquemos con quien bailar.

No pasó mucho tiempo para que justamente el de ojos verdes encontrara a alguien en el lugar, alguien que le gustara lo suficiente para acercarse y bailaron un par de canciones, se rieron por unos momentos y después ya estaban muy juntos para no separarse. Y todo eso lo veía Milo. El joven de los ojos azules no estaba de mucho humor para buscar a alguien, no tenía ánimos para eso, se entretuvo con un trago y no perdió de vista a su amigo que se divertía bastante.

Milo sabía que su amigo Kanon era muy alegre y divertido, sabía como acercarse a las demás personas y la manera de hablar, sabía ser muy seductor y llamar la atención, sin duda era una persona muy libre y divertida. Y el de los ojos azules era más bien un seguidor en esas salidas. Cierto que eran amigos pero sólo eso, amigos que compartían su tiempo porque ninguno de los dos estaba comprometido de ninguna manera y no deseaban hacerlo.

Esa noche Milo la terminó solo, no así Kanon quien se fue con el joven con el que estaba bailando.

--Hola Milo.

--Hola Kanon.

Ambos jóvenes se habían visto de nuevo al día siguiente por la tarde, siendo tan amigos eso era muy frecuente, aunque la verdad era que Milo siempre esperaba que el de ojos verdes lo llamara, nunca parecía tener algo que hacer que no fuera en base a los que Kanon quería o hiciera.

--He estado pensando en lo del fin de semana-dijo el de ojos verdes--¿Qué te parece?

--¿Lo de Afrodita?

--Si, ya sabes como es en sus fiestas, siempre tiene algo bueno en mente.

--¿Quieres ir Kanon?

--¿Qué pregunta es esa Milo? Vamos a ir, será divertido.

--Es una fiesta de disfraces.

--¿Y eso qué? No seas aburrido Milo, necesitamos pasar un buen rato y conocer gente.

--¿Vas a ir con alguien?

--No, prefiero encontrarlo ahí.

Mientras Kanon sonreía por esas palabras Milo se limitó a observarlo sonreír, era realmente guapo aún sin proponérselo.

--¿Tú irás con alguien Milo?

--No, no lo creo.

--Que mejor, ya en la fiesta veremos que hay.

Y siguieron hablando un rato aunque siempre más abierto y conversador Kanon, Milo se sentía medio indefenso cada vez que se trataba de estar con su amigo y eso se debía a que para el de ojos azules siempre había habido más que amistad en esa relación pero no era correspondido. En realidad Milo siempre había sentido algo por Kanon, desde que lo conociera años atrás y se había hecho cercano a él y un confidente y un apoyo, de todo, pero lo que había querido, ser su compañero, eso nunca se había dado. Y Kanon lo sabía pero prefería fingir que nada sucedía y continuar como hasta ese momento.

--Entonces nos vemos ahí Milo.

--Procuraré llegar después del trabajo Kanon.

--Pero llega, eso es lo que cuenta.

--Lo haré.

Después de un par de minutos sobre terminar de ponerse de acuerdo los dos se fueron a sus casas a descansar, la fiesta sería hasta el fin de semana y necesitaban sus disfraces.

 

 

Afrodita tenía una especie de tradición entre sus amigos: las fiestas que organizaba eran las más divertidas. Hasta ese momento nadie podría haber dicho lo contrario, siempre era ocurrente y por lo que se veía esa ocasión no iba a ser la excepción. Ya varios de sus amigos habían llegado y unos más seguirían llegando sin duda. Cuando Milo apareció en el lugar vio que se acercaba a él muy sonriente.

--Hola Milo.

--Hola Afrodita.

Lo saludó besándolo en la mejilla con afecto para hacer los comentarios de rigor para el momento.

--Que bueno que viniste Milo.

--Gracias por invitarme Afrodita.

--¿Quién eres?

Veía su disfraz pero no estaba seguro de comprenderlo.

--Soy Julián Sorel*--dijo Milo.

--Ah-se limitó a decir Afrodita.

Pero sin duda esas palabras no decían demasiado, Milo supuso que su disfraz era adecuado pero evidentemente el personaje no resultaba muy conocido.

--Ya llegó Kanon-dijo como si nada el anfitrión-De seguro quieres verlo.

--Gracias Afrodita.

Entró y vio a algunos conocidos que lo saludaron pero no tardó en ubicar a Kanon quien estaba a media conversación con otras personas.

--Por fin llegas Milo.

De inmediato el de los ojos azules vio a su amigo de tantos años, usaba un disfraz que hacía pensar en los jóvenes guardias guerreros de la antigua Grecia, como un héroe de la Iliada.

--¿Quién se supone que eres Milo?

--Julián Sorel.

--¿Quién?

--Es...no importa.

--Yo elegí algo más reconocible, Paris, ¿Qué te parece?

--Va contigo Kanon.

--Así es, hermoso como un dios según la película.

Al de ojos azules no le sorprendía eso, después de todo sabía que su amigo no había leído la Iliada**.

--Veamos que encontramos en el lugar Milo.

En unos minutos ya habían dado la vuelta por el lugar pero la verdad era que se notaba de inmediato que quien socializaba y llamaba más la atención era Kanon, Milo lo miraba hacer todo eso y no podía preguntarse sino el porqué él no podía actuar de esa manera. Unos instantes más y parecía que ya tenían una opinión de la fiesta.

--Todos son rostros conocidos-decía Kanon-Es momento de decirle a Afrodita que invite a más gente.

--Yo vi a algunas personas que no conozco-comentó Milo.

--Y que no afecten mi sentido de la estética.

Con el de ojos verdes era así, le gustaban de cierto tipo y no hacía excepciones, así que hasta ese momento no había visto a nadie que llamara su atención.

--¿Qué te parece si tomamos algo Milo?

--Claro Kanon.

--Que bien, trae algo, yo te espero.

Generalmente el de ojos azules le hubiera dicho a cualquier otro que fuera por su propia bebida pero con su amigo de ojos verdes nunca había actuado como con los demás. Así que fue a una de las mesas en las que vio que había comida y bebida sin saber que encontraría más que algo para refrescarse.

 

 

Cuando Milo se acercó a la mesa para tomar un par de bebidas se dio cuenta que había alguien más sirviéndose algo, cuando él se acercó la otra persona volteó y chocaron levemente.

--Disculpa-dijo el otro.

--Está bien-le dijo Milo.

Por unos momentos se miraron, no sabía quien era esa persona, se trataba de un muchacho de ojos azules y cabellos del mismo color, debería ser más o menos de su misma edad y lo miraba como preguntándose algo.

--¿Eres amigo de Afrodita?

--Si-dijo Milo.

--Yo soy más bien un conocido pero me invitó a venir.

--Fue muy amable en hacerlo.

--Debo confesarte que no me disfrazaba desde la escuela elemental, estuve a punto de no venir por ese motivo-comentó el otro joven de ojos azules.

--Yo tampoco me había disfrazado en años-dijo Milo-Pero al final lo intenté.

--Déjame ver si adivino quien eres.

Lo observó por unos instantes en silencio y al final habló.

--Pensaría que eres un héroe de novela pero no me decido, apostaré por... ¿Julián Sorel?

--¿Cómo lo adivinaste?-preguntó sorprendido Milo.

--La ropa pero fue más bien una apuesta decirte ese nombre. Es un buen disfraz.

--El tuyo también es bueno, muy original.

--Gracias.

El joven delante de él usaba el traje de un arlequín, más del tipo antiguo que del contemporáneo pero sin duda le quedaba bien. Se quedaron conversando unos momentos más hasta que se dieron cuenta de algo en particular.

--Afrodita me comentó que todos sus amigos guapos vendrían-dijo el del disfraz del arlequín.

--¿Por eso viniste?-preguntó Milo.

--En parte y no mentía-le dijo sonriéndole.

--Eres directo y eso que no sé siquiera tu nombre.

--Soy Camus.

--Milo.

Se estrecharon las manos pero el otro pareció llegar a una conclusión.

--Creí que eras Kanon.

--¿Por qué?-quiso saber Milo.

--Es que Afrodita me dijo que su amigo más guapo era Kanon.

Y le dijo eso mirándolo directamente, Milo estaba tratando de pensar en que responder cuando alguien más se acercó.

--¿Por qué tardas tanto Milo? Tuve que venir a buscarte.

--Kanon.

En ese momento el de los ojos verdes se quedó mirando al otro, no lo había visto antes en la fiesta ni en ningún otro sitio, estaba seguro que lo recordaría de ser así.

--Hola-le dijo sonriéndole.

--Hola-respondió el otro pero sin sonreír.

--Soy Kanon, amigo de Afrodita.

--Me llamo Camus.

Si bien se estrecharon las manos las cosas no sucedieron como sucedían normalmente. En ese tipo de situaciones por lo general Kanon ganaba la atención de la otra persona en muy poco tiempo, era sonriente y animado y Milo quedaba en segundo término, pero lo que estaba sucediendo no parecía ser así.

--¿Te estás divirtiendo Camus?

--Es una fiesta entretenida Kanon justamente Milo y yo comentábamos que Afrodita es bueno para organizar eventos.

--Claro que si y para invitar a las personas correctas también.

--¿Cómo es que conoces a Afrodita Milo?-preguntaba Camus mirándolo.

--Tenemos amigo comunes y...

--En realidad nos conocimos en un bar-intervino Kanon-Estábamos bailando y de pronto él y yo terminamos la fiesta por nuestra parte.

--Ya veo-dijo Camus--¿Ustedes dos son amigos? ¿Milo?

--Si, nos conocemos...

--Desde hace unos años-interrumpió de nuevo Kanon-Pero Milo siempre ha sido más reservado, no para todo pero si en casi todo ¿a qué te dedicas Camus?

--Trabajo-respondió el disfrazado de arlequín.

Milo no estaba seguro de lo que sucedió los minutos siguientes, veía a su amigo Kanon tratar de ser agradable y encantador para Camus pero éste no se mostraba muy dispuesto a aceptar ninguno de sus avances mientras que procuraba que ellos dos hablaran, a cualquier cosa que decía Kanon le respondía de forma cortante y buscaba seguir conversando con él; sin embargo Kanon no se daba por vencido y se la pasó interrumpiendo a cada momento. Tuvieron que convencerse que esa conversación de tres tenía que ser una de dos y el de los ojos verdes terminó por cansarse.

--Fue un placer Camus, te veo después Milo.

--Adiós-fue todo cuanto dijo Camus.

Lo observaron alejarse y para Camus fue como si se mostrara menos forzado a comportarse de cierta manera.

--Creí que no se iría-dijo Camus.

--Kanon sólo buscaba charlar-dijo Milo.

--Si pero prefiero charlar sólo contigo ¿Te molesta?

--No, para nada.

Y siendo así los dos siguieron conversando por un buen rato e incluso bailaron algunas melodías, de las más tranquilas, pero el tiempo pasaba y era necesario que ellos se despidieran.

--Creo que mejor me voy Milo, necesito descansar.

--Fue un placer conocerte Camus.

--Igualmente.

Se estrecharon las manos y el joven tuvo una idea.

--¿Me darías tu teléfono Milo?

--¿Para qué?

--Para poder llamarte, quizás podamos vernos de nuevo.

--Bueno...si quieres.

Con una sonrisa en el rostro no tuvieron inconvenientes en intercambiar números y separarse pues ya era el final de la fiesta. Quizás si se vieran una vez más.

--¿Qué te pareció la fiesta Kanon?

--No estuvo mal Milo pero ese Camus es un creído.

--¿Te parece?

--Si, actuó como si el suelo bajo sus pies no lo mereciera.

--A mi me pareció amable.

--Por favor Milo, yo tratando de hablar y él me cortaba con su frialdad.

Así que eso había sido, el juicio del de ojos verdes estaba regido en esos instantes por el hecho de haber sido rechazado de cualquier avance por el otro joven.

--Esta misma semana iremos a un buen sitio para divertirnos Milo.

--Si no tengo mucho trabajo...

--Te preocupas demasiado, tenemos que divertirnos.

Aunque Kanon siguió hablando Milo no sintió deseos de hacerlo, se quedó en silencio escuchándolo y mirándolo ocasionalmente, parecía que era todo lo que podía hacer cuando estaba cerca de él.

 

 

Milo estaba el primer día de la semana en su trabajo, no estaba mal y era un buen empleado, laboraba en una tienda de buen nombre que se dedicaba a vender únicamente artículos para computadoras, fuera lo que fuera que se necesitara para una computadora ahí se encontraría sin inconvenientes.

--Tenemos el embarque completo-decía Milo revisando su inventario-La línea está completa.

Estaba justamente terminando sus informes y de dar algunas indicaciones a los jefes de pisos cuando su teléfono empezó a llamar.

--¿Diga?

--Hola Milo, soy Camus.

--Hola-dijo un poco extrañado.

--Espero no estar interrumpiendo.

--No, no hay problema con eso ¿Porqué me llamas?

--Me preguntaba si estarías libre Milo, podríamos vernos mañana.

--¿Mañana?

--Si, mañana ¿Qué me dices Milo? ¿Te interesa?

--Pues...claro, está bien.

--Entonces nos vemos mañana, en Ran a las siete ¿Te agrada la idea?

--Muy bien, nos vemos ahí.

--Adiós.

--Adiós.

Terminó con la llamada pero la verdad le resultó poco común que lo llamaran de manera tan informal, él por lo general no tenía salidas de ese tipo. Siguió con su trabajo pero se decidió a hacer algo más ese día pues necesitaba hablar con alguien de ello.

Milo estaba seguro que en algún momento su amigo Kanon le hablaría y de hecho así sucedió antes de caer la noche.

--Milo ¿Qué pasa contigo? ¿No piensas venir?

--Es que tuve mas trabajo del esperado Kanon, llegó un nuevo embarque y tuve que ponerme a coordinar todo.

--No te pedí que me cuentes tu vida ¿vas a venir?

--¿A que no sabes quien me llamó?

--¿Quién?

--Camus, el chico que conocí en la fiesta de Afrodita.

--¿Ese? ¿Y que quería Milo?

--Me invitó a salir.

--¿Y que le dijiste?

--Acepté Kanon.

--Deben gustarte las noches frías. En fin, luego te llamo, supongo que no vienes.

--Creo que no.

--Como sea, tú te lo pierdes.

Un instante después la llamada había terminado entre los dos y Milo se decidió por ir a descansar a su casa, le hacía falta pues el día había sido largo, pensaba un poco más en su compromiso, quizás verse con Camus no fuera tan malo, después de todo era un muchacho guapo, tendría que esperar para ver como salían las cosas.

 

 

A las siete de la noche del día siguiente llegaba a Ran un joven Milo tratando de encontrar a la persona que lo había citado en ese sitio.

--Buenas noches Milo.

--Hola Camus.

Ya lo esperaba en una de las mesas y lo recibió con una sonrisa.

--¿Te gustaría un aperitivo Milo?

--No, gracias.

--De acuerdo ¿Ordenamos?

--Claro.

Tomaron sus cartas y Camus parecía tener decidido de antemano lo que quería porque no tardó en ordenar pero Milo se tomó unos minutos, cuando tuvieron sus platillos fue Camus quien se mostró más interesado en iniciar una conversación.

--Me dio gusto que aceptaras venir Milo.

--Gracias por invitarme Camus.

Sinceramente Milo se sentía un poco tenso en esa situación, no estaba del todo seguro en como proceder o de que hablar pero el joven delante de él estaba dispuesto a conocerlo un poco mejor.

--Cuando nos conocimos Milo la verdad fue que no supe a que te dedicabas.

--Trabajo, en una tienda de computadoras.

--¿Las vendes?

--Soy gerente.

--Se escucha importante.

--No mucho en realidad.

--Yo trabajo en un restaurante Milo.

--¿Si? ¿En cuál?

--En Saint Honore ¿Lo conoces?

--La verdad no Camus.

--Está bien, no te preocupes por eso.

Que fuera uno de los mejores restaurantes de la ciudad y tuviera tres estrellas Michelín*** no parecía hacer gran diferencia en esos momentos.

--¿Y que haces ahí Camus?

--Soy chef Milo.

--¿En serio?

--Así es, estudié cocina, me gradué como chef, tengo maestría en repostería y un diplomado en comida internacional.

--Nunca pensé que se necesitara estudiar tanto para guisar Camus.

--Cocinar, no es lo mismo Milo.

--Perdona, no quise ofenderte.

--Está bien. Mi familia siempre ha estado ligada con la cocina Milo, mi abuelo tenía un pequeño hotel y él mismo cocinaba, mi padre le ayudaba y así aprendí desde pequeño, pero no creas que toda mi vida quiero estar cocinando para otros.

--¿No?

--No, preparo mis propias recetas y algún día quisiera hacer un libro con ellas y tener mi propio restaurante, aprendo todo lo que pueda desde ahora.

--Espero que lo consigas Camus.

--¿Qué te gustaría hacer Milo? No creo que la gerencia sea todo a lo que aspiras en la vida.

--Pues quisiera dedicarme a algo que tuviera que ver más con mi carrera, estudié telecomunicaciones y he tomado cursos de diseño y programación pero la tienda es lo que me sostiene en realidad.

Siguieron conversando y todo ese sentimiento de tensión que había guardado Milo se fue desvaneciendo poco a poco, Camus era atento y amable, además que parecía verdaderamente interesado en conocerlo y eso no era del todo frecuente para él, hasta esos momentos sus salidas y relaciones eran más bien casuales, personas a las que conocía por una noche y que generalmente nunca volvían a buscarlo ni él las buscaba. Pero ese hombre a su lado en esos momentos no parecía estar siguiendo ese camino sino otro muy distinto.

La cena terminó y Camus se mostró atento, se ofreció a llevarlo a su casa y Milo aceptó, siguieron charlando y al llegar a la casa suponía que tendría el mismo desenlace de siempre.

--Me divertí contigo Milo.

--Yo también Camus ¿Te gustaría pasar?

--Me encantaría.

Pero cuando Milo abrió la puerta el otro no entró.

--Será mejor en otra ocasión Milo, te dejo descansar-se acercó, le dio un beso en la mejilla y se despidió-Adiós Milo, te llamo.

Milo lo vio alejarse con una sonrisa sin estar seguro de lo que había pasado, no había entrado a su casa y nada sucedió entre los dos ¿Acaso no le había gustado? Pensaba que si. Tuvo que resignarse y se fue a descansar.

Cuando Milo se vio con Kanon apenas al día siguiente estuvieron hablando casi como siempre, al menos el de ojos azules escuchaba y el otro hablaba.

--Así que éste chico estaba ahí y cuando nos dimos cuenta ya estaba en mi auto-decía Kanon-Sólo te puedo decir que no me dejó dormir y vaya que era escandaloso pero de todas maneras fue una buena noche.

--Parece que te divertiste.

--¿Cómo te fue a ti Milo?

--No estoy seguro.

--Ese cubo de hielo debió enfriarte los pies.

--No pasó nada entre los dos Kanon.

--Ya sabía que ese tipo era un estrecho.

--Tal vez.

Pero aunque no lo dijo a Milo le daba la impresión que Camus era muy agradable, no comprendía porque lo había dejado así pero estaba seguro que había tenido un buen motivo. De todas maneras dejó esas ideas para observar a Kanon quien le coqueteaba a un muchacho en esos instantes. Casi suspiró, sin duda no había nadie como el de ojos verdes.

 

 

Camus llamó a Milo y aceptó volver a verse con él, al igual que su cita anterior fue agradable y le gustaba estar a su lado, charlaron y se conocieron un poco más pero también similar a su primera salida nada ocurrió entre los dos. Esa misma semana concertaron un nuevo compromiso, otra vez se vieron, conversaron, se divirtieron y todo terminó en una noche más a solas para Milo. La verdad era que no lo comprendía.

--Sé que le gustó-decía Milo-Pero Camus parece no querer nada más conmigo.

--Pues si es así él se lo pierde-dijo Kanon.

--No lo entiendo.

--Mira, yo la verdad dejaría de perder el tiempo, lo mejor es que cada uno siga por su cuenta.

--Me agrada Camus.

--Pues parece que él no piensa lo mismo Milo.

--¿Tu crees Kanon?

--Sólo digo que si no se aclaran las cosas entre los dos es mejor que cada uno siga por su cuenta.

--Quizás tengas razón.

--Anímate Milo ¿Por qué no vienes conmigo esta noche? Vamos a divertirnos.

--No puedo.

--¿Por qué?

--Es que quedé de verme con Camus.

--Si es por eso que se le va a hacer.

--No te molestes Kanon.

--No lo hago, será mejor que me vaya, tengo que arreglarme.

Y sin más el de ojos verdes se fue, dejando al de ojos azules pensando en lo de Camus, tendría que hablar directamente para saber que era lo que estaba pasando entre los dos definitivamente.

Cierto que se vieron y fue una salida agradable para los dos, Camus estaba muy atento a Milo y a todo lo que le decía a la vez que le contaba sobre si mismo, estuvieron así hasta que ya era momento de despedirse. Estaban en la puerta de la casa de Milo diciéndose adiós.

--¿Nos vemos mañana Milo?

--Está bien Camus.

--Entonces nos vemos.

Le dio un beso en la mejilla como siempre pero al separarse Milo supo que no iba a esperar más.

--Camus.

--¿Qué pasa?

--Es lo que yo quisiera saber.

--¿De qué hablas Milo?

--Pues...es que no lo entiendo ¿Acaso no te gusto Camus?

--Por supuesto que me gustas Milo.

--Entonces qué es lo que sucede contigo y conmigo, no lo entiendo.

--Milo...

--Tenemos tiempo de vernos, ya salimos varias veces y tú, pues, tú no has hecho nada.

--Creo que no te entiendo.

--Camus, no digo que no me agrade eso de vernos y todo lo que hacemos pero tú no pareces muy interesado en mí.

--Eres de lo más interesante Milo y si creo que te estoy entendiendo bien sólo deseaba esperar un poco.

--¿Esperar qué?

Sus miradas azules se encontraron y antes de que Milo supiera lo que estaba pasando Camus lo besó, lo hizo con intensidad, tanta que no supo en un primer momento como responderle, el otro lo hizo abrir sus labios y sin más lo estaba explorando con su lengua mientras lo aprisionaba en sus brazos hasta dejarlo sin aliento. Al separarse se quedaron mirando de nuevo pero Milo estaba seguro que eso había sido más que un beso, había sido como hacer el amor con la boca.

--Me gustas Milo, me gustas mucho, es por eso que he esperado, no quiero algo casual contigo, quiero que sea algo duradero en lo que yo te guste tanto como me gustas tú.

Pero el otro no sabía ni que decir a esas palabras.

--¿No lo considerarías Milo?

Se acercó y lo besó de nuevo, lo atrajo contra si y lo acarició al mismo tiempo. Cuando se miraron de frente la respuesta parecía bastante sencilla.

--¿Quieres pasar Camus?

--Por supuesto.

Con una sonrisa los dos estaban en el interior de la casa.

 

 

Camus observaba el lugar, todo perfectamente limpio y en orden, no le extrañaba, el otro joven parecía tener un sitio para todo en su vida.

--Ponte cómodo Camus.

--Gracias.

Fue al sofá y se sentó, Milo no dejó de notar que Camus no le quitaba la mirada de encima y que le sonreía con suavidad.

--¿Para qué me pediste que entrara?-preguntó Camus.

Por respuesta tuvo un beso de lleno en los labios de Milo quien no se tomó con mucha calma el estrecharlo y quedar prácticamente sobre él en el sofá pero para su sorpresa no parecía que a Camus le incomodara, por el contrario, parecía que le gustaba.

--¿Lo habías querido tanto como yo Milo?-le murmuraba al oído.

Entre besos ya se habían abierto las camisas y tocaban directamente la piel debajo de ellas para continuar con su exploración y llegar a los pantalones pero en ese momento fue Camus quien se detuvo para hablar de nuevo.

--Vamos a tu recámara.

Milo no se opuso y ambos se levantaron del mueble para ir a la habitación sin perder tiempo, una vez traspasada la puerta fue Camus quien buscó el cuerpo de Milo, lo estrechó con fuerza y lo besó con pasión, no se quedó en su rostro sino que bajó por su torso y siguió explorándolo con sus labios para llegar a los pantalones y desabrocharlos quedando delante de la ropa interior, lo acarició por encima con suavidad para después apartarla y sin más tiempo darle un beso.

--¿Te gusta así Milo?

--Si-dijo casi en un gemido.

Unos instantes más y ya Camus lo había apartado de su ropa para empezar a acariciarlo con sus dedos, haciendo que se excitara más y entonces pasó su lengua seductoramente por la erección sin perder de vista el rostro del otro hombre; Milo se quedó sin palabras mientras veía a su compañero tomarlo suavemente con los labios por la punta, ejerciendo presión al mismo tiempo que tomaba más en su boca para después juguetear con su lengua y hacerlo estremecer. En ese punto de las cosas Camus se apoyó en su cadera para empezar a moverse, al principio fue despacio, siguió así hasta que encontró el ritmo adecuado, fue más rápido porque Milo así le indicaba que quería con sus manos en su cabello azul.

A Milo le gustaba Camus, le gustaba lo que era capaz de hacer y lo demostraba con palabras que incitaban al otro a continuar y con el movimiento de sus caderas buscando más pero Camus también quería seguir y no pensaba conformarse con eso; fue en ese momento que supo que necesitaba detenerse. Se separó suavemente de su compañero y antes de que pudiera preguntarle nada fue directamente a la cama, se sentó a la orilla y se quitó los pantalones, después la abierta camisa y finalmente la ropa interior. Los dos se quedaron mirando por unos instantes pero la sonrisa del que estaba en la cama indicaba muy bien lo que esperaba.

--Ven Milo.

El otro parpadeó un par de veces y tuvo algo que decir.

--Espera un segundo.

Fue aprisa a su baño y supo exactamente que buscar, cuando regresó a la habitación su compañero ya estaba recostado en la cama, lo esperaba sonriente apoyándose en un brazo y una de sus piernas sugestivamente flexionada. Milo pensó que ni siquiera los tipos de las revistas se veían tan bien. Un instante más y se acercó dejando a un lado los condones y el lubricante para recostarse a un lado del otro hombre y besarlo.

--Que bueno que no tardaste-le murmuró Camus al oído.

Siguieron besándose y fue Camus quien se colocó sobre su espalda haciendo que Milo quedara sobre él, éste por su parte no esperó en separar sus piernas y acariciarlo, pasó sus dedos con suavidad por su erecta masculinidad hasta llegar al sitio que deseaba, lo frotó suavemente y sintió como el otro se arqueaba para incitarlo a continuar. No se resistió a ello.

Entre besos y caricias Milo llegó a la entrepierna de Camus para empezar a prepararlo, se aplicó el lubricante y buscando la mirada de su compañero introdujo primero un dedo, vio que el otro sonreía y cerraba los ojos elevando un poco su cadera; después de eso introdujo un segundo y con ambos lo dilataba con cuidado mientras disfrutaba del espectáculo al ver como el otro hombre de cabellos azules lo disfrutaba. Supo que estaba listo cuando sus miradas se encontraron y los dos sonrieron.

Milo se dio prisa en colocarse el preservativo y sin esperar por más se recostó sobre Camus, buscando entrar en su cuerpo, su compañero por su parte hacia todo lo posible por facilitarle la tarea y no tardaron mucho en estar unidos. Camus lo besaba con pasión acariciando su cabello azul y Milo no había esperado que fuera un compañero tan complaciente. En poco tiempo ambos estaban moviéndose con pasión aferrándose con fuerza, haciendo que sus caderas se encontraran a cada instante y disfrutándolo, viviendo un instante de dicha y emoción, porque era emocionante estar con alguien como su compañero en ese momento.

--Milo, Milo, Milo...

Parecía que Camus no se cansaba de repetir el nombre de su compañero y éste no se cansaba de escucharlo, sentía como todo su cuerpo se encendía y no estaba seguro de poder controlarlo, aunque tampoco estaba seguro de querer hacerlo. Y su compañero estaba reaccionando como si fuera la última vez que estarían juntos, se aferrada a él, lo besaba, lo acariciaba con todo su cuerpo mientras se arqueaba debajo de él y no cesaba de repetir su nombre.

Los dos se estaban tensando, se llenaban de una sensación intensa y cálida que los recorría con fuerza, haciendo que su respiración se volviera agitada y su corazón latiera más aprisa, se estremecían en su interior y se apretaban fuertemente uno contra el otro; Milo logró llegar entre ambos para acariciar el turgente sexo de su compañero y después de eso gimieron casi con violencia, el final se acercaba con fuerza y ellos no podían resistirlo. Se estremecieron y se plegaron contra si mismos para después relajarse mientras su clímax llegaba y los dejaba completamente satisfechos, aunque tardaron en separarse pues respiraban agitados y buscaban tranquilizarse.

--Milo...--lo llamaba entre besos Camus.

Pero el otro estaba tan contento que ni hablar podía.

 

 

Quien no estaba muy contento con lo que había cambiado era Kanon. El de los ojos verdes había permanecido muy atento a todo lo que fuera esa relación en cuanto notó que se hacía seria pues creía que no iba a durar. No era la primera vez que aparecía alguien al lado de Milo, pero siempre sabía que era una persona que no se iba a quedar, alguien que no iba a durar y él siempre tendría a su amigo de ojos azules a su lado, siempre había sido así. Sin embargo lo de esos momentos era algo que nunca antes había enfrentado.

--¿Por qué no vamos Milo? Dicen que el lugar es muy bueno.

--Lo siento Kanon, tengo un compromiso.

--¿Con Camus?

--Si, vamos a salir esta noche.

--Parece que Camus te tiene todo el tiempo Milo, ya casi no nos vemos ni salimos a ningún sitio.

--Perdona Kanon pero no es porque no quiera verte, sólo que Camus y yo estamos muy ocupados a veces, los dos trabajamos y cuando tenemos tiempo libre queremos vernos.

--Si, deben querer eso.

--No te molestes.

--No estoy molesto.

--Camus es especial Kanon, me trata bien y es muy agradable, me gusta mucho.

--Si.

La verdad era que el de ojos verdes se estaba dando cuenta que Milo ya no estaba siempre para él, hasta ese momento el joven de los ojos azules siempre le había sido incondicional y estaba al pendiente de todo lo que tuviera que ver con él pero con la llegada de Camus eso había cambiado y lo molestaba ¿Para que era sino la verdad? Le molestaba la entrada de Camus en sus vidas pues los estaba separando.

Sin poderlo evitar sentía que esa relación entre los dos se hacía más estrecha y no le agradaba que las cosas estuvieran marchando de esa manera. Hasta ese momento había esperado que no duraran pero el tiempo corría y no parecía que fueran a separarse.

Para terminar de complicar las cosas se dio cuenta que alguien se acercaba.

--¿Qué hace él aquí?-preguntaba Kanon.

--Yo le dije a Camus que estaríamos aquí, no te molesta ¿verdad?

Pero antes de poder responder ya estaba el recién llegado a su lado, fue directamente a Milo y lo besó en los labios con ternura, en cuanto al de ojos verdes más bien lo ignoró, ninguno de los dos pretendía que no le desagradaba el otro y que sin duda la única razón por la que estaban en un mismo sitio era por Milo. Y también era cierto que Camus iba a hacer valer su lugar desde el principio.

--Hola Amor-saludó a Milo-Espero que no lleves mucho esperando.

--No Camus, además así hablaba un poco con Kanon.

--Está bien.

La pareja charlaba un poco y el de los ojos verdes los observaba, sentía que necesitaba hacer algo pero no estaba seguro de qué, tenía que hacerlo y fue cuando salió el tema que le dio una especie de idea.

--Tenemos que celebrar tu cumpleaños Milo-dijo Camus.

Era verdad, se aproximaba el cumpleaños de Milo y era un buen motivo para reunirse...y más.

--Tendremos que hacer una fiesta Milo.

--¿Una fiesta Kanon?

Los dos miraban al de ojos verdes con un poco de sorpresa.

--Si Milo, piénsalo, tus amigos presentes, música, bebidas, todo el conjunto para celebrar.

--Teníamos pensada una cena para nosotros dos solamente Kanon-dijo Camus.

--Por favor, para cenar solos siempre podrán hacerlo ¿Qué te parece Milo? Una fiesta sería algo bueno para todos.

--No se oye mal-dijo Milo.

--Pero Milo...

--No te preocupes Camus-dijo Kanon de inmediato-Sólo es una fiesta.

A Camus no le gustaba nada de lo que ocurría, no se creía esa historia que Kanon estaba siendo simplemente un buen amigo, sin duda traía algo entre manos pero no sabía qué y eso lo inquietaba, lo miraba preguntándose que se proponía. Kanon por su parte se limitaba a sonreír, sabía que encontraría una forma de que Milo volviera a ser simplemente su amigo y éste por su parte se mostraba entusiasmado por la idea de que su amigo de ojos verdes se ocupara de hacerle una fiesta.

 

 

El cumpleaños de Milo era un buen motivo para festejar, al menos así le parecía a los que habían sido invitados a su fiesta, no estaba nada mal, Kanon lo había organizado y para eso se había puesto en contacto con su amigo Afrodita y éste le había ayudado en todo, ante lo cual no era extraño que todos se sintieran bien atendidos y anduvieran a gusto en la celebración. Los amigos charlaban, la música se dejaba escuchar, la comida estaba bien, todo era para divertirse y la gente terminaba de sentirse en ambiente en poco tiempo.

Por su parte el festejado se veía muy sonriente, Milo sin duda estaba de buen humor y lo demostraba sonriendo, a su lado Camus también se mostraba a gusto, pero no dejaba de sentir que algo más pasaba y era por eso que no perdía de vista a su anfitrión: Kanon.

--¿Cómo te sientes de cumplir un año más Milo?

--Es todo un gusto Kanon.

De inmediato ambos se dieron un abrazo que para el gusto de Camus fue muy afectuoso pero se cuidó muy bien de hacer o decir nada que pudiera crear un conflicto, ese día era para festejar a su compañero. Aunque esos fueran sus planes había alguien más que también tenía delimitados los suyos y no pensaba dejar que la fiesta terminara sin haberlos llevado a cabo.

Fue de esa manera que la fiesta transcurrió, era verdad que Milo estuvo muy contento, se divirtió y disfruto de la compañía de sus amigo pero no se necesitaba demasiado para notar que Kanon no se había separado de su lado desde el momento en que lo recibió y que parecía que Camus tenía que luchar por la atención de su pareja en esos momentos. Y era algo que definitivamente no le gustaba a Camus.

El joven sabía algo de esa historia entre Milo y Kanon, que Milo siempre había tenido una especie de enamoramiento por el de ojos verdes pero que nunca habían llegado a nada y sin embargo en esos momentos era como si él sobrara y los otros fueran una pareja. Lo cierto era que no iba a quedarse sólo mirando y mucho menos sin aclarar las cosas con su pareja. Pero necesitaría suceder algo más antes para que fuera de esa manera.

--¿Te diviertes Milo?

--Por supuesto Kanon, nunca creí que te tomarías tantas molestias para celebrarme mi cumpleaños.

--Nada es demasiado para ti.

--Muchas gracias.

--Es sólo lo que te mereces.

A esas palabras Milo sonrió pero no tardó en darse cuenta de la manera en que Kanon lo miraba, no esa mirada usual entre los dos, era una diferente, una muy similar a esa que dirigía a los demás cuando buscaba el momento de acercarse a ellos. Sin decir una palabra el de los ojos verdes lo tomó suavemente del brazo y lo llevó un poco aparte de la fiesta pero Camus se dio cuenta y no estaba dispuesto a quedarse con la duda sobre lo que Kanon estaba planeando con todo eso.

--Recuerdo como fue que nos conocimos Milo.

--Fue en la escuela Kanon.

--Si, tú estabas ahí, parecía que ni siquiera me mirabas y eso que éramos compañeros de mesa.

--Es que tú eras diferente de los demás chicos del salón.

--Y siempre lo seré Milo, siempre.

--Es verdad.

El de los ojos azules miraba al sonriente Kanon, siempre había sido lo mismo, se encontraba como sin palabras a su lado, hasta ese momento siempre le había sido incondicional para todo, su vida había sido en buena medida estar listo para aquello que quisiera el de los ojos verdes. Pero ahora estaba con alguien más, alguien que lo trataba bien y que le agradaba. Pero mientras Milo estaba en esas cavilaciones Kanon se dio cuenta de que alguien se acercaba y era justamente quien deseaba que lo hiciera. Camus estaba buscándolos pues los había visto alejarse, tenía que enterarse de lo que estaba sucediendo entre los dos.

Kanon se dio cuenta perfectamente del momento en que Camus los vio y por la posición en la que se encontraba Milo no podía hacerlo, así que era momento de seguir.

--Felicidades Milo.

--Gracias Kanon.

Y no pudo decir nada más. En ese preciso momento el de ojos verdes lo estaba besando. El de ojos azules estaba confundido y al separarse el otro tan sólo sonreía pero no le dijo nada, cuando quiso saber qué había sucedido volteó pero en ese instante se encontró con que alguien más los había visto.

--Camus.

El joven se acercó, no parecía demostrar nada de lo que sentía en realidad y Milo no tenía idea de que decirle.

--Camus...yo...

--¿Qué sucede entre nosotros Milo?-preguntó directamente el otro.

--Yo...

--Es momento de que te decidas Milo, me gustas, ya te lo había dicho, y te quiero, de verdad que si, pero sea lo que sea que tienen Kanon y tú más vale que lo resuelvas.

--Camus...

--Sé que tú sentías algo por él, lo sé, pero creía que eso había quedado atrás en cuanto nos convertimos en una pareja y ahora te veo besándote con él.

--Fue él quien me besó.

--No vi que te disgustara.

Los dos quedaron en silencio por unos instantes.

--No te armaré un escándalo Milo, no es mi forma de proceder pero quiero la verdad, decídete y aclara las cosas con Kanon, tienes que darle un final a esto.

Sin más Camus se dio vuelta y como ya no soportaba estar ahí se marchó, dejando a un confundido Milo a solas con sus pensamientos, no tenía la menor idea de que hacer.

 

 

En los días siguientes Milo no había visto a Camus, pensaba mucho en él, eso si, pero no se habían visto, tenía mucho en que pensar en esos momentos. También pensaba en Kanon. No se engañaba en ese aspecto, desde que se conocieran siempre había creído que Kanon era una de las personas más especiales de su vida, le hubiera gustado tanto estar con él, a su lado, como su compañero y no sólo como el amigo. Sin embargo nunca se había dado nada entre los dos, ni siquiera una oportunidad y lo había aceptado sin quejarse.

Pero su vida había cambiado, lo había hecho porque Camus estaba en ella, porque quería quedarse a su lado y se lo había dicho y demostrado, todo era tan diferente con ese joven que apenas si parecía posible. Camus siempre había sido muy atento con él y todo lo que tuviera que ver con él, lo trataba como un amigo pero igualmente estaban esas ocasiones en las que era mucho más. Y también le había dejado en claro que no deseaba ser algo casual, que quería ser parte de su vida. ¿Por qué le costaba definir lo que en verdad quería?

En medio de sus pensamientos alguien más apareció en el lugar, alguien que ocupaba parte de sus pensamientos.

--Hola Milo.

--Kanon.

Sin más ya estaba a su lado y parecía adueñarse del lugar.

--¿Qué sucede Kanon? ¿Por qué viniste?

--Tan sólo quería verte Milo, además quería invitarte a salir esta noche, hace tiempo que no tenemos una salida.

--La verdad es que no estoy con ánimo.

--Vamos, te hace falta divertirte.

Mientras el de ojos azules estaba tratando de encontrar el hilo a seguir en sus pensamientos el de los ojos verdes tan sólo quería asegurarse de algo y eso era que su amigo de ojos azules siguiera siéndolo. Ellos dos siempre la habían pasado bien y no quería perderlo. Kanon hacía lo que hacía por celos pero no por amor, no se trataba de eso, era distinto, simplemente tenía el deseo de no perder a Milo, de conservar a alguien a su lado que siempre le había sido incondicional en toda su vida. Y tenía que presionar un poco más para asegurarse que no se fuera de su lado.

--Nosotros siempre la hemos pasado bien juntos Milo.

--Así es Kanon.

--Eso es porque somos iguales.

--¿Tú crees?

--Si, en nuestra forma de ser al menos.

Pero a esas palabras el de ojos azules no supo como responder y Kanon estaba dispuesto a hacer algo más.

Se acercó suavemente a Milo lo besó de nuevo en los labios. Milo respondió el beso y sin duda lo estaba disfrutando, siguieron así hasta que fue el momento de separarse y se quedaron mirando fijamente.

--Gracias-dijo Milo.

--De nada-dijo Kanon.

Pero el de ojos azules se había dado cuenta de algo en ese momento, así que se puso de pie y se alistó para salir.

--¿Adonde vas Milo?

--A ser feliz Kanon.

--¿Qué?

--Es que me di cuenta de algo, Kanon, besas muy bien, en serio pero tus besos no me hacen feliz.

--¿Que dices?

--Los besos de Camus si me hacen feliz.

Fue rápidamente a la puerta y aún le habló una vez más.

--Adiós Kanon.

Y se fue.

 

 

Milo no se detenía, tenía que darse prisa, necesitaba ver a Camus, era lo más importante en esos momentos para él, hablarle y decirle lo que sentía y pedirle que nunca se separara de su lado. Por la hora sabía que tenía que estar en su trabajo y se dirigió al restaurante en el que trabajaba sin perder el tiempo.

La entrada a Sainte Honoré mostraba que era un sitio muy popular, aún así el de cabellos azules esquivó a todos los que pudo para llegar a la entrada pues no sabía de que otra manera entrar.

--Espere-le dijeron en la puerta-No tiene reservación.

--No la necesito-dijo Milo-No quiero una mesa.

Y sin más pasó rápidamente por el lugar sin detenerse hasta que literalmente se metió hasta la cocina donde no tardó en darse cuenta que reinaba el bullicio y no lograba distinguir a quien buscaba pero en eso tuvo algo de suerte y lo vio.

--Camus.

De inmediato se acerco, el joven parecía muy ocupado batiendo algo en un tazón y volvió a hablarle.

--Camus.

--Milo ¿Qué estás haciendo aquí?

--Es que tenía que hablar contigo y no podía esperar más.

--¿Qué sucede?

--Ahora lo sé Camus, ahora sé lo que quiero de la vida, te quiero Camus, te amo y quiero estar a tu lado.

Y mientras Camus no sabía que decir los demás de la cocina ya estaban bastante atentos a lo que sucedía.

--¿No me dices nada?-preguntó Milo.

--Te amo Milo y quisiera abrazarte...pero no puedo.

--¿Por qué?

--Es que no puedo dejar de batir-dijo refiriéndose al tazón en sus manos-Es mi soufflé de caramelo y si lo dejo se perderá todo el trabajo y tendré que empezar de nuevo.

En ese instante uno de los ayudantes se acercó y tomó el tazón para seguir batiendo mientras que ambos jóvenes de cabellos azules se abrazaban y se besaban, ahora que estaban juntos ya no sería para separarse.

 

 

Muchas cosas sucedieron después de ese día, si bien la amistad de Kanon y Milo no se rompió si sufrió cambios pues cada uno aceptaba que el otro era sólo una parte de su vida pero que el amor no tenía nada que ver, podían seguir siendo amigos pero nada más. En cuanto a la pareja de Milo y Camus también habían cambiado algunas cosas. Para empezar ya eran una pareja formal y comprometida, además eran socios.

--Es todo-decía Milo.

--¿Qué tal quedó?-preguntaba Camus.

--Muy bien, no te preocupes.

--No lo hago.

--Te tengo noticias Camus.

--¿De qué se trata Milo?

--Pues vieron el programa y han llamado para ofrecer un trato.

--¿Qué clase de trato?

--Quieren que tengas un programa, sería para un canal de cocina por sistema de paga.

--Se escucha bien.

Lo que sucedía era que Camus con ayuda y apoyo de Milo tenía un programa de cocina vía Internet, y era bueno, por eso habían llamado la atención lo suficiente como para que les ofrecieran tener una parte de la programación regular de un canal de cocina.

--Creo que es mejor pensarlo bien Camus.

--Lo sé pero se escucha como una buena oportunidad Milo ¿no te parece?

--Si pero si te quieren será bajo tus condiciones.

--Me parece que te dejaré pelear con ellos, cuando les ganes me ocuparé de lo mío.

--Trato hecho.

Sin más se dieron un beso, tenían muchos planes para el futuro y el más importante era seguir juntos y estaban agradecidos por esa oportunidad pues sabían que la llegada del amor a nuestras vidas nunca será algo casual.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

*Julián Sorel es el protagonista de la novela de Stendhal “El rojo y el negro”.


**El inmortal poema de Homero.


***Las estrellas Michelín (y si, son por los mismos de los neumáticos) son una calificación que se da a los restaurantes, tener tres es lo más alto.


 


Si nada sucede creo que la semana que entra subo u fic de Ikki que se llama Traición.


 


Atte. Zion no Bara


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