Como acero.
Roger siempre usa sus manos para cosas malas. Él golpea, aprieta, lanza, destroza...Y nunca parece arrepentirse. Luego, cuando yo parezco dormir, se acerca a mi cama y me acaricia el pelo con suavidad, y llora. Al principio se muerde el labio, se hace sangre, y aprieta las manos contra sus piernas. Luego llora más profundamente, maldice, y acaba durmiendo a mi lado. Y él es tan predecible que todas las mañanas abandona la cama a la misma hora, justo cuando se va a trabajar.
Roger es policía. De esos frustrados a los que siempre se le escapan los ladrones. Pero es bueno, o quizás ya no lo es, pero lo fue. Él sí está frustrado.
Quizás es por eso que paga todo conmigo. Si no tiene un buen día, el viene y me lanza, me abofetea, me patalea y me deja tirado en el suelo. Me destroza. Pero yo no tengo miedo, porque sé que él es bueno, y me quiere. En los días buenos, Roger viene, y me abraza y me besa. Me acaricia los golpes que se empiezan a borrar con el dorso de los dedos, con suavidad, delicadamente.
No dice palabras bonitas, pero sé que las siente y que las quiere decir. No me regala cosas, pero vale con sus detalles. Me golpea, pero sé que es por su bien. Su amor es...como acero.
Yo amo a Roger, pero ya no puedo estar con él.
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Linc era un buen chico. Siempre andaba haciendo algo bueno. Cuidaba animales, niños, mayores, plantas...Y siempre lo hacía con una sonrisa, voluntariamente, sin recibir nada a cambio. Después de portarme mal con él, dejaba que le acariciase y me perdonaba, dejaba que me consumiera en sus brazos, y me gustaba. Luego yo huía, y me iba antes de que él pudiese ver que había estado allí.
Lincoln era escritor. No profesional, pero escribir era su pasión. Solía sonreír cuando escribía aquellas historias de magos, caballeros y cosas que no existían, y de las que yo le hacía perder la ilusión. Era bueno.
Y nunca cruzó una mala palabra conmigo. Sus frustraciones, las pagaba con él mismo, sus cosas mal hechas, las arreglaba. Pero jamás se le hubiese ocurrido hacer algo contra mí, y no porque me tuviese miedo, sino porque él era así.
Linc decía palabras bonitas. Se deshacía en halagos, en susurros, en te quieros, en abrazos, en cariño. Era dulce, amable y sabía querer de verdad.
Y ahora Lincoln no está, y yo le echo de menos. Quizás esté, pero ya no habla, no piensa, no siente. Tiene un golpe en la cabeza, y tengo miedo, por eso tengo que acariciarle para que despierte, porque no quiero perderle, porque de veras le quiero, porque quiero volver a oír su voz, su risa, sus pequeñas maldiciones. Aunque sé que no lo volveré a hacer, porque Linc no va a despertar.
Y lo siento.
Resumen:
'' Él golpea, aprieta, lanza, destroza...Y nunca parece arrepentirse. Yo amo a Roger, pero ya no puedo estar con él. ''