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Aventura por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una historia que hice y apenas puede ver la luz, espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

Ya he usado a la pareja de Aioria y Saga pero es la primera vez que utilizo a Kanon y Aioros, espero que les agrade lo que resultó.

 

Capítulo I

 

 

La casa de los hermanos Geminus era hasta ese momento para sus vecinos como cualquier otra casa, no estaba mal, una casa de suburbio amplia y bonita, con fachada antigua pero impecable, además de contar con un pequeño jardín en la parte delantera y uno mucho más grande en la de atrás, parecía un buen lugar para vivir y formar una familia y en eso los Geminus estaban de acuerdo, era por eso que había justamente dos figuras idénticas en ese sitio que parecían ser los dueños del lugar pues andaban por donde desearan y formaban su propio mundo en todos los sitios que descubrían. Uno de los que más disfrutaban era el jardín.

El jardín de la parte trasera era bastante amplio y como toda la zona había sido alguna vez parte de una hacienda contaba en esa área con bastante vegetación y altos árboles que habían hecho las delicias de los hermanos gemelos desde la primera vez que estuvieran ahí, porque así era, esos hermanos gemelos que se llamaban Saga y Kanon se mostraban contentos de estar ahí y de poder crear su propio reino a su voluntad. Los dos niños tenían los ojos verdes y los cabellos azules y contaban además con una gran biblioteca que no dudaban en explorar para formar sus aventuras y hacerlas más reales. Como les gustaba tanto la casa y los árboles su padre, que era arquitecto, les había construido una casa en el más grande y desde ahí parecía que todo era posible para los gemelos.

Desde el primer día que la casa estuvo lista los hermanos se adueñaron de ella y dejaron en claro sus reglas:

1.-Sólo ellos dos podían entrar sin autorización alguna.

2.-Sólo ellos podían dar autorización a cualquiera para entrar.

3.-Nadie entraba sin su autorización.

Como sus padres los veían contentos pretendieron que también se sometían a su voluntad y jamás iban sin ser invitados. Fue por eso que ambos hermanos se pasaban todo el tiempo que les era posible ahí, incluso llegaron a dormir en ese sitio. Pero lo que más les gustaba era poder recorrer el mundo con sus aventuras imaginarias que lograban crear.

--Navegaremos por el Ártico para contemplar a los osos polares-decía Saga.

--Arrearemos cimarrones desde la Patagonia-proponía en otras ocasiones Kanon.

Y así podían ir sus aventuras, navegaban, montaban, corrían, iban en trenes y avionetas pero lo más importante era siempre ese deseo de estar ahí y hacerlo todo, verlo todo, que no hubiera límites y siempre pudieran correr una nueva aventura.

Los años pasaron y ese sentimiento de aventureros nunca abandonó a los hermanos, crecieron y se hicieron jóvenes pero de igual manera crecieron sus sueños y buscaron una manera de lograr seguirlos pero no estaban del todo seguros de cómo lograrlo, no hasta que encontraron un medio que les pareció el mejor pues cumplía con la oportunidad de viajar y la de mantenerse en constante movimiento. Se hicieron fotógrafos. Como parte de su trabajo era de vital importancia que estuvieran dispuestos a viajar y conocer nuevos sitios, lo cual para ambos resultó sencillo ya que era como cumplir sus sueños. Sus padres los querían demasiado para intervenir en ello o hacer cualquier cosa por evitarlo y les permitieron seguir su camino, el que ellos deseaban.

Así que los hermanos estudiaron, tomaron cursos, se prepararon e hicieron sus primeros trabajos ante lo cual prontamente lograron notoriedad, eran bastante bueno y con el tiempo adecuado resultaron ser de prometedores a excelentes, había gente pelando por tenerlos como colaboradores o para que los apoyara en algo. La vida, su vida, era buena y prometía mucho desde el primer momento.

Algunas cosas pasaron a lo largo de los años además de ser buenos en su trabajo, valoraban como nada el tener la posibilidad de cumplir todo aquello con lo que habían soñado, el que se les permitiera viajar, conocer y sorprenderse del mundo que los rodeaba; lo que había sucedido también en ese tiempo era que ambos estaban muy inclinados por compañía, que fuera ocasional no importaba, eso y que les resultaba emocionante la conquista, no se trataba de una competencia pero ninguno de los dos la pasaba sin alguien aunque de diferente manera pues Saga era persuasivo y amable mientras Kanon era intrépido y directo pero por igual gustaba su manera de ser.

Y ahí estaban, con veintiocho años de vida, carreras establecidas y un mundo que parecía que aún tenía mucho que ofrecer y de hecho así era.

 

 

Era tiempo de descansar de sus aventuras o al menos eso le parecía a los hermanos gemelos, no era un descanso total sino algo más sencillo.

--¿Qué clase de vacaciones?-preguntaba Kanon.

--Sólo serían vacaciones de lo mismo de siempre-respondió Saga.

--Me gusta lo mismo, viajar, conocer, no veo porqué ahora quieres cambiar el esquema.

--Sólo te informo que deseo regresar a casa por unas semanas, nada más, si quieres ir a otro sitio o tienes planes por mi está bien, no te pido que los dejes.

--Ir a casa-decía pensativo el gemelo menor-No se escucha tan mal después de todo.

--Hace años que no vamos, pensé que sería una buena opción.

--Creo que tienes razón Saga, tanto tiempo sin ir a casa, sería una buena manera de relajarnos y pensar las cosas.

--¿Qué tienes que pensar Kanon?

--Ya sabes que me propusieron una editorial.

--Nos propusieron-corrigió el mayor--¿estás pensando en aceptar?

--Para nada, me gusta demasiado viajar y mi vida como es para dejarla por un trabajo de edición.

--No te entiendo.

--Se escucha como un buen pretexto para alejarnos un poco y cuando regresemos les diré amablemente que no acepto.

Y en ese instante se dio cuenta que su hermano se quedaba callado y como pensando en algo.

--¿Estás contemplando aceptar Saga?

--A veces tenemos que pensar en hacer cambios en nuestras vidas Kanon.

--Pero lo nuestro es correr aventuras, no quedarnos quietos.

--No he dicho que aceptaré.

--Lo estás pensando.

Se quedaron mirando de frente, siempre habían sido unidos, muy unidos y que en ese momento se presentara una especie de ruptura entre ambos no parecía posible pero era verdad, el gemelo mayor estaba contemplando el establecerse mientras que el menor ni siquiera tomaba en cuenta la idea.

--Es nuestro cumpleaños-dijo Saga tratando de cambiar de tema-Lo pasaremos en casa.

--Si pero ni creas que me dejas tranquilo con eso de tal vez aceptar un trabajo fijo.

--Sólo lo pensaré Kanon, no he aceptado aún, después de todo también me gusta nuestra vida.

Pero ahora los dos sabían que estaban ante una disyuntiva: separarse. Si uno de ellos dejaba sus viajes el otro continuaría solo.

El resto de ese día y de los que vinieron no se volvió a tocar el tema de esa propuesta de trabajo, prefirieron dedicarse a planear lo necesario para su viaje a casa, su infancia había transcurrido en Grecia y era la tierra a la que iban a volver después de todo esos años de aventuras compartidas, además que en cierta forma nunca la habían abandonado del todo, habían cumplido con algunos trabajos en ese sitio pero ahora era simplemente para divertirse, el sitio en el que todas sus aventuras habían dado inicio estaba de nuevo en sus caminos.

 

 

Los hermanos gemelos se encontraron una mañana temprano de regreso en el hogar paterno aunque sus padres ya no vivieran, cosas de la vida pues primero había partido su madre y dos años después su padre, los lloraron como era natural pero siguieron adelante con sus vidas. El motivo para volver era bastante humano pues necesitaban descansar y en medio de todos los sitios entre los que pudieron elegir se quedaron con su casa de la infancia. Hacia tiempo que no la visitaban y les gustaba la idea de regresar al sitio en el que todo había dado inicio para ellos.

La puerta se abrió fácilmente y quedaron ante un sitio que de inmediato los lleno de nostalgia, parecía demasiado desde que salieran de ese refugio para correr aventuras de verdad en lugar de imaginarlas, dejaron sus maletas a un lado y dieron una vuelta por el sitio.

--Nada ha cambiado-dijo Saga.

--Así parece-le respondió Kanon.

Una vez que tomaron sus habitaciones se dedicaron a ver que todo funcionara y de hecho así era, la casa había permanecido en perfectas condiciones como si esperara que en algún momento volvieran a habitarla, había electricidad, agua, drenaje, de todo y ellos esperaban pasar unos días tranquilos o al menos sin trabajo, no era que no les gustara pero preferían darse un respiro.

En algún momento parecía que Saga se alejaba y su hermano tuvo que preguntarle.

--¿Adónde vas?

--Quiero ver la casa del árbol.

Y como si tuvieran de nuevo ocho años los dos se miraron por un segundo y al siguiente salieron corriendo tratando de rebasar al otro pero en cuanto quedaron delante del árbol tan sólo permanecieron de pie mirando ese sitio tan especial para ambos.

--Sigue igual-dijo Saga.

--Pero nosotros no-respondió Kanon.

Y aunque era la verdad les dio gusto ver todo lo que les rodeaba.

Estaban en casa de nuevo.

--¿Qué planes tenemos?-preguntaba Saga tranquilamente.

--Podríamos ir a algún sitio y ver que tal están las cosas-contestó Kanon-Por lo que puedo ver hay buenas opciones en la ciudad.

Eso lo decía porque en esos momentos estaba visitando una página de Internet y trataba de seleccionar un solo lugar para salir de fiesta.

--¿Qué tal este Saga? Tiene altas recomendaciones y la entrada está bastante accesible.

--Creo que no Kanon-dijo parándose a su lado-Mi idea de diversión no incluye mojarle la camiseta a nadie.

--¿Qué te parece aquí? Dice que sirven de los mejores tragos en la capital.

--Si es todo lo que tienen no me atrae.

--Bueno...será mi última opción, si la descartas te quedas solo-siguió leyendo y vio algo que llamó su atención-Hay un nuevo lugar, apenas tiene unos días pero lo recomiendan para conocer más gente, bailar y pasar la noche hasta el amanecer ¿Tienes algo en contra?

--¿Cómo se llama?

--El Santuario de Atenea.

--Se escucha bien.

--Decidido, iremos esta noche Saga.

--De acuerdo Kanon pero ¿y si uno tiene suerte?

--El otro tratara de tener mejor suerte aún.

Con eso sonrieron y supieron que todo estaba bien, aunque se encontraran con alguien no había problema en llevarlo a casa o irse a la suya.

--¿Qué tienes en mente Saga?

--Pues creo que buscaré a alguien hermoso como un sol. ¿Y tú?

--Seguro que veré a una perfecta belleza griega.

Los hermanos estaban listos para divertirse y para ello tan sólo aguardarían a que fuera la hora correcta para llegar a su destino.

 

 

Eran las diez de la noche cuando los gemelos llegaron a la entrada de El Santuario de Atenea, se veía bien por fuera y esperaban que siguiera igual por dentro, la construcción semejaba la estructura de los templos antiguos además de estar adornado con imitaciones de estatuas; tuvieron que hacer fila pero no les pareció mal después de todo, sólo unos minutos, pasaron la seguridad y entraron, de verdad se veía bien. Ellos habían visto diferentes lugares del mundo y ese les gustaba, la música estaba al volumen correcto, la gente la pasaba bien, por lo que adivinaban el servicio era continuo y las personas se veían divertidas, no buscadoras de problemas. Se acercaron a la barra y pidieron un trago, sólo como aperitivo, ouzo* para los dos mientras seguían observando alrededor y no pasó mucho para que sus miradas cayeran en dos personas en particular que parecían haber llegado poco después que ellos.

A cierta distancia vieron a dos jóvenes castaños, parecidos y sin embargo diferentes entre si. Ambos eran castaños y de pieles bronceadas, las facciones similares pero uno se veía más joven que el otro y de alguna manera el que se veía menor parecía más versado en la vida que el otro, sin embargo ambos gemelos encontraron que eran a su gusto y casi sin darse cuenta se acercaron al mismo tiempo. Con una sonrisa en los labios no tardaron en abordarlos.

--Hola-dijo Kanon.

--¿Vienen solos?-preguntó Saga.

Los dos jóvenes primero los miraron pero el que se veía más joven sonrió en respuesta y el otro parecía simplemente ser atento.

--Venimos uno con el otro-respondió el castaño menor y de inmediato se presentó-Yo me llamo Aioria.

--Encantado-dijo Saga.

--¿Y tu compañero tiene nombre?-preguntó Kanon sin dejar de mirarlo.

--Es mi hermano, se llama Aioros.

El castaño mayor los saludó amablemente con su mano pero no dijo nada. Desde ese instante los gemelos de cabellos azules se quedaron en el lugar y sin tardanza se hicieron los dueños de la escena mientras el joven Aioria charlaba con ellos pues Aioros no participó mucho en la conversación. Sin embargo los de ojos verdes estaban listos para seguir pues ya estaba definido quien era quien les agradaba, por ello no fue una sorpresa que alguien hiciera un movimiento más.

--Así que están de vacaciones-comentaba Aioria.

--Si pero nacimos aquí realmente-le respondió Saga-De todas maneras parece que el lugar ha cambiado mucho desde la última vez que vinimos.

--Si quieren les podemos enseñar la ciudad, hay muchas cosas nuevas.

--Me encantaría-y con una mirada discreta entendió a su hermano--¿Te gustaría bailar Aioria?

--Me encantaría.

Con eso ambos estaban ya en la pista bailando sin inconvenientes con lo cual los otros dos se quedaron a solas.

--Eres muy serio Aioros, ¿No te agrada la compañía?

--No es eso, sólo no acostumbro venir a sitios como este pero Aioria me invitó.

--Yo tampoco acostumbro.

Y no era del todo una mentira, el gemelo menor no era tan asiduo a lugares de ese tipo pero no por eso no los frecuentaba.

-¿Te gustaría bailar Aioros?

--No lo hago muy bien Kanon.

--No importa, sólo quiero seguir un poco más a tu lado.

En ese momento el castaño le sonrió con amabilidad y al de ojos verdes le agradó, ese muchacho tenía algo especial pero no sabía aún qué era, de todas maneras sería agradable averiguarlo.

Una pieza musical después y Saga salía del lugar acompañado de Aioria mientras que Kanon y Aioros se quedaron bebiendo otro trago y conversando más que bailar.

 

 

A la mañana siguiente Kanon despertó en su habitación, era temprano pero no muy temprano, no se escuchaba ningún sonido en la casa y supuso que su hermano, quien siempre era madrugador, ya estaría desayunando. Se fue al baño, se dio una ducha y ya vestido fue a la cocina para encontrarse con que no había nadie y tampoco había señales de que alguien hubiera estado ahí antes de él, no supo que pensar y se preparó algo rápido y durante todo ese tiempo no tuvo señales de su gemelo en el lugar. Al final se dijo que ya era tarde y no tenía ni la menor idea de donde estaba, con eso fue a su recámara pues tal vez le hubiera dejado una nota sobre haber ido a algún sitio o quizás no había pasado la noche en casa pero ya se enteraría.

Quedó delante de la puerta y entró para encontrarse con que su hermano estaba ahí pero extrañamente estaba dormido.

--Saga-se acercó para sacudirlo por el brazo-Despierta.

El gemelo mayor apenas si abrió un ojo.

--Déjame dormir Kanon-farfulló.

--Ya es tarde.

--¿Qué hora es?

--Las diez treinta.

Pero el otro en lugar de responder se ocultó bajo las cobijas, su hermano supo que tenía que preguntar.

--¿Cómo te fue anoche Saga?

--No tiene ni idea Kanon.

Finalmente el gemelo mayor se despejó y salió de debajo de las sábanas para sentarse en la cama.

--Vi que te fuiste con Aioria casi de inmediato-comentaba el menor de los dos.

--Si y vinimos aquí.

--¿Y?

--Pues como te imaginarás no vinimos a tomar café-dijo con una sonrisa.

--Así que Grecia te dio la bienvenida-dijo en doble sentido el menor.

--Y que bienvenida Kanon. Aioria es un volcán, muy sensual, varonil y emprendedor-sin embargo parecía detenerse ante algo.

--¿Pero? ¿Tiene un pero un chico así?

--Fue demasiado.

--¿De verdad Saga?

--Si-tuvo que reconocer-Se fue después de las cinco y no me dejó dormir en todo ese tiempo desde anoche.

--No creo que tengas motivos para quejarte entonces.

--A decir verdad no pero estoy cansado. Por cierto Kanon ¿Cómo te fue con el hermano?

--Aioros es muy dulce y muy bello.

--¿Si?-preguntó sonriendo.

--Si, hay algo en él, aún no sé que es pero lo voy a descifrar.

--Así que no pasó nada Kanon.

--No, es un buen chico, y ya sabes que esos son los más entretenidos.

--¿Volverás a verlo?

--Claro, me mostrará el lugar hoy mismo por la tarde ¿Qué hay de ti? ¿Verás a Aioria?

--No sé, tal vez.

Pero ese tal vez en realidad era una seguridad, en ambos, no habían contemplado jamás conocer a unos hermanos pero no por eso les agradaba menos lo que estaba sucediendo en sus vidas bajo el sol de Grecia.

 

 

Un aparentemente tranquilo Aioria esperaba por Saga, estaba interesado en que lo iniciado durante la noche anterior continuara y por eso esperaba que el otro hombre apareciera, habían acordado verse en una cafetería pero ciertamente ese castaño no esperaba que fuera sólo café lo que hubiera entre los dos. Finalmente el de ojos verdes apareció y él sonrió por verlo, mientras se acercaba su compañero puso más atención a detalles que no había notado en las horas anteriores, como el hecho de que su cabello castaño era casi rubio y que sus ojos profundamente azules destellaban de vida y que en ese momento que estaba muy tranquilo con una mano sobre la otra parecía incluso más joven aunque sabía bien en esos momentos que lo que tenía de falta de edad le sobraba de entusiasmo.

--Hola Saga.

--Hola.

--Me alegra que pudieras venir, por un momento creí que ya no querrías verme.

--¿Por qué haría eso?

El castaño se encogió de hombros pero el de cabellos azules sabía que era verdad, por un momento estuvo dispuesto a no acudir pero después de todo no había sido tan desagradable estar a su lado, por el contrario, estaba muy satisfecho pero algo cansado con los acontecimientos.

--¿Quieres que tomemos algo Saga?

--Si.

En cuanto estuvo también a la mesa ordenaron algo sencillo, un café, negro para el mayor, capuchino para el menor, de todas maneras esa bebida era sólo una especie de intermedio entre los dos aunque por diferentes motivos. Para Saga era una especie de paso hacia una despedida mientras que para Aioria era la oportunidad de conocerse un poco más y de armar planes para las horas siguientes. Así que ambos estaban a la mesa tratando de charlar y no les costó mucho trabajo, lo que no pudieron decirse la noche anterior lo estaban compartiendo en esos momentos aunque ciertamente no estaban interesados en hablar la noche anterior pero ahora lo estaban.

--Me gusta mi trabajo pero a veces quisiera tener más campo de acción-comentaba Aioria-Creo que mis ilustraciones son muy buenas.

--Me gustaría verlas algún día-respondió Saga.

Y eso era porque ya ambos sabían que uno era fotógrafo y el otro artista gráfico.

--Pensaba en algo Saga.

--¿En qué?

--Que podríamos ir a otro sitio.

Pero dijo eso acariciándole una pierna por debajo de la mesa y sonriendo.

--¿Qué tal si damos un paseo?-preguntó el castaño.

--¿Adonde?

--Podría mostrarte mi habitación-dijo en voz baja y sensual sin perderlo de vista.

--Claro.

Al segundo siguiente el gemelo se sorprendió de haber aceptado tan aprisa pero ya lo había hecho y no pudo retractarse al ver como sonreía el de los ojos azules, después de todo le parecía mejor despedida que un café y luego cada uno continuaría con su vida.

De esa manera ambos fueron prontamente a un pequeño apartamento en la zona sur de la capital que si bien no muy elegante al menos era tranquilo y se ajustaba bien para un joven que vivía solo, al entrar lo primero que notó Saga fueron los variados trabajos en las paredes, se acercó a mirarlos y no tardó en dar su opinión.

--Tú paleta de colores es intensa Aioria.

--Gracias Saga.

El gemelo quizás hubiera dicho algo más o hubiera visto otra cosa pero sintió unas manos estrecharlo por la espalda, unos labios besaban su cuello y lo siguiente que supo fue que se estrecharon con fuerza para besarse con pasión y comenzaron a quitarse mutuamente la ropa, ni siquiera se movieron de donde estaban o cerraron las ventanas, ahí, en medio del departamento, terminaron sobre una mesa de dibujo arrojando el material al suelo para hacer el amor una vez más.

Despedida, si como no.

 

 

Otro gemelo estaba en camino de encontrarse a su vez con un hermano castaño pero las cosas no iban en el mismo sentido que para sus parientes, a pesar de ser familiares las cosas marchaban de manera diferente entre ellos dos, esa noche que se habían conocido la pasaron más bien charlando y si bien fueron unas horas entretenidas no estaban en desacuerdo en continuarlas, por eso era que se había orquestado una segunda salida. El acuerdo era que Kanon iría por Aioros a su trabajo y se verían naturalmente cuando saliera, aunque no era precisamente normal su horario de trabajo.

El de cabellos azules se estacionó delante de un elevado edificio en el que una editorial estaba instalada, desde ahí se trabajaba en un diario, tres revistas y una serie de fascículos, justamente en esa área era que estaba el joven castaño de ojos pardos. El de ojos verdes no tuvo que esperar demasiado para verlo salir y dirigirse hacia él, con pasos suaves y una suave sonrisa se acercó al auto en el que lo esperaba.

--¿Te hice esperar mucho Kanon?

--Valió la pena esperar Aioros.

Con eso el castaño subió y tuvo algo más que comentar.

--Bonito auto.

--¿Te gusta? Lo alquilé.

--¿Qué te gustaría que viéramos Kanon?

--Te dejo elegir, sin duda tienes mejor gusto que yo.

--Pues sé de un par de sitios que acaban de restaurar, hay una galería con una nueva muestra o podemos simplemente recorrer el centro de la ciudad, como gustes.

--¿Qué te gustaría ver a ti Aioros?

--Creo que ir por el centro es lo más sencillo.

--Entonces iremos al centro.

Sin más el de ojos verdes puso en marcha su vehículo y en el camino escuchaba al castaño pero al mismo tiempo no dejaba de observarlo, no se trataba de un jovencito ciertamente pero no por eso era menos apuesto, tenía un bello cabello castaño e igualmente castaños eran sus ojos que sin duda brillaban con suavidad, como una llama discreta pero vibrante, además que su físico era envidiable pero seguía teniendo ese algo especial y en ese momento lo comprendió. El gemelo ya sabía que Aioros tenía veintiséis años y que tenía una vida independiente de su hermano pero aún así, a pesar de su edad y de su trabajo, de todo lo que tenía en verdad ese joven a su lado era como inocente, había algo ingenuo en él y le gustaba eso, le gustaba lo suficiente para querer saber que tanto podía ser estar a su lado.

--¿Cómo estuvo tu día Aioros?

--Pues bien, terminé de entregar mis trabajos y me solicitaron que cubriera un nuevo proyecto Kanon, de lograrse creo que me ayudaría a acercarme a tener mi propia sección en el diario.

--Seguro que se darán cuenta de lo talentoso que eres y no te dejarán ir.

--Espero que si, he trabajado mucho para tener una oportunidad así.

El castaño trabajaba en una serie de fascículos semanales de esos que incluyen información y se va reuniendo una colección de un tema, hasta ese momento había participado en una serie de mini-esculturas, cuadros, monedas, carros, carretas, vasijas y el último era sobre armaduras, su labor era la de elaborar los fascículos históricos que hablaban de cada pieza.

Al llegar al centro de la ciudad buscaron un estacionamiento y de inmediato comenzaron a andar entre las calles a pie pero no dejaban de observar cada sitio y Kanon sentía que si había cambiado en todo ese tiempo pero afortunadamente tenía a Aioros que le mostraba todo y le explicaba como marchaban las cosas en esos momentos.

--Mucha gente cree que Grecia es sólo ruinas antiguas-comentaba el castaño-Pero en verdad hay mucho que ver en toda la ciudad.

--¿Vives por aquí Aioros?

--No, vivo más al este, antes vivía con Aioria pero él deseaba su propio espacio y en cuanto tuvo un departamento se mudó.

Y el de ojos verdes lo escuchaba todo con interés pero no sólo por deseos de obtener algo más de ese joven de mirada parda sino por querer en verdad conocerlo un poco más, además algo en ese joven no terminaba de indicarle como avanzar con él y por el momento estaba más interesado en conocerlo. Aunque sólo por el momento.

 

 

Al paso de una semana los gemelos se habían visto continuamente con los hermanos castaños, no había quejas de ninguna de las dos partes, desde que se conocieran fue como si algo marchara muy bien, como una pieza que encajaba perfectamente en su sitio y les gustaba eso porque los hacía sonreír, sentirse bien, desear conocerse, y muchas cosas más pero que aún no aclaraban pero todo tiene un tiempo, aunque por el momento se conformaban con el rumbo de los acontecimientos.

Siendo así justamente eran los gemelos los que charlaban un poco sobre su situación ya que tenían unas horas libres. Kanon tomaba una soda y Saga bebía café cargado a la mesa de la cocina.

--Estás vacaciones están siendo mejores de lo que esperaba-decía el menor de los dos-Creo que de seguir así serán de las mejores que haya tenido.

--¿Te parece?

--Por supuesto, Aioros ha resultado ser una sorpresa continua, siempre tiene un tema de conversación, conoce los mejores lugares de la ciudad, es entretenido, le gusta saber de mí ¿Qué más puedo pedir?

--Supongo entonces que estás contento en todo Kanon.

--Bueno, aún no podemos avanzar a lo físico, me ha dejado besarlo, acariciarlo, pero no pasó de la zona de la camisa. Aún así es muy agradable.

--Nunca habías sido tan paciente con nadie Kanon, no que yo recuerde.

--Hay algo en él Saga pero no necesito apresurarme, a veces esperar ayuda a que una meta sea más satisfactoria, además me parece que es muy apuesto.  ¿Cómo te va a ti con el hermanito? ¿Sigue igual de impetuoso?

Pero el gemelo mayor se quedó callado.

--¿Qué pasa Saga? No creo que el fuego se haya apagado tan pronto ¿o si? No lo tomes a mal pero ese chico se ve ardiente.

--Lo es-respondió finalmente el mayor.

Kanon se sentó exactamente delante de su hermano para mirarlo con detenimiento, vio su rostro con mayor atención que hasta entonces y se dio cuenta de algo bastante particular.

--Saga ¿tienes ojeras?

Pero no obtuvo una respuesta así que de inmediato su mente se hizo conjeturas y decidió que camino seguir.

--Ese Aioria debe ser muy bueno Saga.

--Casi no puedo descansar a su lado Kanon, Aioria es joven y vibrante y sensual y fogoso...

Se detuvo de pronto como si no terminara de creer lo siguiente que venía a sus pensamientos.

--¿Qué sucede con él Saga?

--Pues...

--¿Ya no puedes seguirle el paso Saga? ¿Es eso?

--No puedes tomarte nada en serio ¿verdad Kanon?

--Entonces es eso, ese muchacho es mucho para ti ¿Seguirás viéndolo?

--Tenemos una cita esta tarde.

El gemelo menor sonrió y tuvo algo que agregar dándole una palmada a su hermano en la espalda.

--Será mejor que te tomes unas buenas vitaminas Saga.

El otro le lanzó una mirada de pocos amigos que su hermano ya no vio pues salía de la habitación en ese momento.

 

 

También había otros hermanos que estaban juntos para charlar aunque en su caso tuvieron que concertar la cita para hacerlo. Se citaron en un restaurante para hablar un poco y ver que tal andaban sus vidas, aunque sin duda lo que más deseaban comentar era sobre esos gemelos que habían aparecido casi inesperadamente y que por todas las indicaciones no eran algo pasajero sino que podían convertirse en algo permanente en sus vidas o al menos eso era lo que esperaban los dos castaños.

--¿Cómo has estado Aioria?

--Me encuentro bien Aioros, no te preocupes ¿y tú? ¿Qué tal te trata la vida? Me supongo que bien si has seguido viendo a Kanon.

--Pues si, nos hemos visto en estos días.

--Que bueno, por un momento pensé que también lo dejarías ir como a los demás.

--Lo dices como si hubiera tenido una pila de pretendientes.

--Pues tuviste bastantes hasta donde recuerdo.

--No es para tanto Aioria, mejor cambiemos de tema, prefiero que me digas que tal has estado.

--Me encuentro bien como podrás ver, además Saga es lo que más me ocupa en estos momentos.

--Pareces muy entusiasmado con él.

--Es increíble Aioros-respondió el otro con una enorme sonrisa-Ha viajado muchísimo, es guapo, divertido, varonil, inteligente...

--Lo que te sobran son halagos ¿verdad?

--Además tiene un gran espíritu de aventura, no puedo pedir nada más Aioros, él es un hombre maravilloso y jamás pensé que podría conocer a alguien así.

--Te muestras muy entusiasta con él.

--Creo que he encontrado a un hombre único, alguien que es para mí.

El castaño mayor no dijo nada, prefirió guardar silencio, era cierto que en la vida de su hermano había habido varias personas pero no recordaba que nadie le gustara tanto a su pariente ni que lo hiciera sonreír de esa manera, tal vez en verdad ese gemelo fuera alguien que significara algo, algo real, no una simple huella en el camino. Pero mientras se concentraba en esos pensamientos quedó ante la mirada de su hermanito quien sabía que era su turno de preguntar y aunque no lo fuera preguntaría igual.

--¿Y tu Aioros?

--¿Yo qué?

--Pues sigues saliendo con Kanon ¿o no?

--Si, nos hemos seguido viendo.

--Sabes bien de lo que te hablo Aioros, no finjas-dijo con una sonrisa picara--Dime ¿ya te hizo hombrecito?

El castaño mayor no pudo menos que quedársele mirando pero su hermano no pensaba quedarse sólo en ese comentario.

--Por tu cara me supongo que no-continuó Aioria--¿Hasta cuando vas a seguir siendo casto y puro? ¿Hasta la muerte? ¿Hiciste voto de castidad o qué?

--No pienso hablar de eso y mucho menos contigo Aioria-dijo con incomodidad el mayor de los dos.

--Vamos, sabes que bromeo contigo pero ya ha pasado bastante tiempo ¿Qué estás esperando?

--Ya te dije que no hablaré de esto contigo.

--Bien, bien, si no quieres que hablemos de tu virginidad mejor hablemos de otra cosa.

Y aunque lo hicieron quedaba en el aire que los dos se sentían muy a gusto con esos gemelos en sus vidas, que aunque diferentes en ciertos aspectos no por eso les agradaban menos. Aioria estaba bastante encandilado con Saga y Aioros aunque más reservado reconocía que Kanon le agradaba mucho y que era especial para él, nunca le había gustado tanto un hombre.

Sin embargo aún hacía falta un poco para que las cosas se aclararan entre ellos y sobre todo para que las decisiones fueran tomadas.

 

 

Ambas parejas siguieron viéndose en los días siguientes, Aioria era abierto con un Saga que comenzaba a ver al castaño de forma especial, como alguien que le gustaba por ser amable, vivaracho, sensual, franco pero también era verdad que ese joven de ojos azules parecía tener el deseo de tres hombres juntos y sinceramente él ya no se sentía en ese nivel de comportamiento, le gustaba sin duda estar a su lado pero a veces hubiera preferido algo más que ese sexo entre ambos en el que él terminaba exhausto y dejando a un lado otras partes de su vida, ya no era un jovencito de veinte años, era un hombre que estaba casi en los treinta y ese castaño era toda una prueba a su condición física.

Cuando pensaba en Aioria siempre tenía la idea de que ese muchacho era brillante como un sol pero también era demasiado para él pero le gustaba y mucho, quizás era momento de que hablaran sobre las cosas entre los dos y tratar de buscar un punto medio. El teléfono llamaba y el gemelo contestó, no tardó en reconocer el número así que supo de quien se trataba.

--¿Hola?

La llamada no duró demasiado y el de cabellos azules sabía de qué se trataba pero respondió con evasivas aunque sabía que no podía seguir eternamente así, llegaría un momento en que tendría que decidirse, pero la idea de establecerse en un trabajo no iba con él, le gustaba correr aventuras, sin embargo también se daba cuenta que ya no tenía veinte años para seguir de esa manera, no terminaba de saber qué hacer. Escuchó el timbre de la entrada y supo de quien se trataba así que apretó el botón que dejaba que la puerta fuera abierta ya que tenía en que pensar.

En ese momento Saga simplemente deseaba descansar un instante y cerró los ojos para después acariciar su hombro pero en el siguiente momento apareció una mano que retiró la suya y le dio un leve masaje en los hombros, una mano que aunque delicada era verdaderamente varonil, lo siguiente que supo fue que le daban un beso en la punta de la nariz y sonrió.

--Así está mejor-dijo Aioria con una sonrisa.

Lo envolvió en sus brazos y recargó su barbilla en su hombro, su aliento chocaba contra el cuello del de ojos verdes mientras le hablaba.

--Quizás debamos hacer algo para que te relajes Saga.

Con eso le besó el cuello y pasó su mano por encima de su pecho, sin poderlo evitar el de cabellos azules disfrutó de esa misma mano que lo acariciaba por el cuello de su camisa para meterse al momento siguiente y acariciar uno de sus pezones hasta dejarlo erguido y después dibujar círculos alrededor.

--¿En la cama o ya te acostumbraste al piso?-le preguntó en un murmullo al oído el castaño.

--Aioria...

--Tienes que recompensarme por ayudarte a relajarte.

Sin más el de cabello azul siguió al de ojos azules a la habitación sintiendo como definitivamente le gustaba lo que prometía que iba a suceder entre los dos, especialmente cuando veía al joven caminar delante de él de esa manera tan particular que casi juraba que los pantalones se le entallaban más. Cuando alcanzaron la habitación el joven no tardó en quitarse su camisa delante de esa mirada verde y sentarse en la cama para sonreír, botar sus zapatos a un lado y recostarse sobre su espalda con la misma sonrisa, parecía que al acomodarse imitaba los movimientos de un seductor felino y la luz del sol que entraba por la ventana lo iluminaba creando un juego de luz y sombras sobre él. Como el de cabellos castaños notaba que su compañero no le quitaba la mirada de encima se arqueó sobre la cama pero para desabrochar sus pantalones y bajarlos lentamente por sus caderas hasta sus piernas y de un movimiento casi juguetón los arrojó a un lado, sin dejar de mirarlo y sin dejar de sonreír hizo algo similar con la ropa interior para quedar desnudo ante esos ojos glaucos que no podían dejar de mirarlo. Su piel bronceada y su bien formado cuerpo parecían brillar pero nada resultaba más adictivo que esa firme erección entre sus piernas que parecía provocar a que la tocaran.

--¿No me haces compañía Saga?-le preguntó con coquetería sin dejar de sonreírle.

Saga había visto a esas cobras que parecían hipnotizar a sus presas para tenerlas bajo su dominio y se sentía así en ese momento, no dejaba de mirarlo y no pensaba alejarse, quería, necesita estar ahí. Pero el de cabello azulado aún supo que necesitaba hacer un par de cosas, apenas respirando normalmente cerró la puerta tras ellos y lentamente se quitó su camisa dejando ver sus músculos fuertes y marcados y su pecho masculino que buscaba controlar su respiración mientras contemplaba con deseo a ese joven en la cama.

--¿Sabes?-preguntaba el castaño rubio-Creo que si estás a mi lado necesitarás algo, de otra manera no creo que puedas estar conmigo.

--¿En verdad?-indagó a su vez levantando una ceja.

--Si, no es sencillo acostumbrarse a tu presencia.

Y el de ojos verdes comprendió el sentido de esas palabras.

--Supongo que debo cumplir con algunos requisitos.

Con eso buscó prontamente en la mesita de noche pues sabía que tenía ahí lo que necesitaba, sacó el empaque y su compañero lo vio en su mano.

--Me gusta un hombre que está listo para todo Saga.

--Que bueno que no te decepciono.

En ese momento el de verdes ojos dejó a un lado el lubricante y se abrió los pantalones para dejarlos caer alrededor de sus tobillos, se apartó de ellos con una gracia espléndida nacida de la sensualidad para acercarse a la cama con su cabello azul rodeándolo casi como un aura, lucía masculino y varonil por completo con sus ojos llenos de pasión por ese amante que lo esperaba.

--No podrías decepcionarme Saga-dijo el castaño seriamente pero sin apartar sus ojos de su cuerpo.

El de mirada verde continuó avanzando a la cama para recostarse sobre su compañero, lo hizo con cuidado, casi como si buscara que sus cuerpos no se tocaran, presionando lentamente a uno contra el otro sin dejar caer el peso de su cuerpo por completo, con una de sus rodillas separó las piernas de su compañero y trato de deslizarse entre ellas pero el de mirada azulada se resistió un poco a hacerlo. Eso lo sorprendió un poco y por lo mismo dirigió una mirada de duda al de cabellos castaños que le seguía sonriendo de manera abierta.

--Pídemelo-dijo Aioria.

--¿Por favor?

--Ruégame.

--Te lo suplico.

El de cabellos azules aún no terminaba de darse una idea de que tipo de juego era ese pero sabía que lo continuaría si eso era lo que deseaba el joven debajo de él y hasta ese momento todos sus juegos habían sido divertidos.

--Ordénamelo-susurró el otro con seriedad.

En un primer momento el gemelo se asombró pero al siguiente ya estaba decidido a lo que deseaba hacer.

--Abre las piernas, ahora.

--Si señor-respondió el otro con la mirada resplandeciente.

Sin duda ambos estaban muy listos para continuar.

 

 

Las manos del de ojos azules fueron directamente por la espalda del de mirada glauca y alcanzaron su trasero para apretarlo entre ellas y al mismo tiempo separar sus piernas y pasarlas a los lados de esos fuertes muslos para permitir que sus erecciones se encontraran y se sintieran excitados por ello. Con un par de sugestivos movimientos de su cadera Aioros se ofrecía sin inhibiciones a su compañero buscando en su mirada que se sentía como él, comenzó a besarlo por la barbilla y el cuello para después pasar su lengua, con eso el de cabello azul sentía que había pasado el punto sin retorno, debía tener a ese castaño sin perder más tiempo.

Saga se movió logrando que el castaño quedara boca abajo y éste volteó para mirarlo sobre su hombro mientras el otro hombre se colocaba detrás de él y sin más frotaba su sexo contra su entrada pero sin intentar traspasar, sólo estimulándose por su cercanía y su calor, ambos gemían aunque con diferente intensidad y sus pieles aumentaban su temperatura pero no podía ser suficiente para complacerse, por lo cual el mayor tomó el lubricante y sin esperar lo esparció aplicándolo del empaque directamente sobre la masculina entrada, después sus dedos llegaron al área para acariciarla y comenzar a buscar entrar, primero con suavidad para después presionar con fuerza, cuando su primer dedo entró el que estaba a gatas gimió pero le rogaba que siguiera así que introdujo un segundo dedo casi de inmediato para comenzar a embestirlo con algo de fuerza y buscar dilatarlo cuanto antes.

Aioria se arqueaba por la sensación de esos dedos en su interior, le gustaba que fuera de esa manera para disfrutar más por la anticipación lo que vendría, esas caricias íntimas que lograban enaltecer sus sentidos, esos dígitos que sabían como tocarlo y no tardaban en descubrir su próstata para asaltarla hasta hacerlo gemir con deleite y ser él quien pidiera más no sólo con palabras sino también moviendo sus caderas para llevarlos dentro y que nunca lo dejaran. Pero el de ojos verdes quería más que tocarlo de esa manera y con habilidad se aplicó más lubricante sobre su erección y sin tardar en alistarla completamente erguida sacó sus dedos para utilizar sus manos en separar esas masculinas redondeces que lo enloquecían y pasó primero su punta pero sin entrar, logrando que el castaño gimiera, lo hizo de nuevo y volvió a apartarse y cuando parecía que el de mirada azulada reclamaría no aguardó y entró en él con mucho cuidado para traspasar esa tibia entrada que lo estrujaba.

Ambos se sentían a gusto en poco tiempo y entre gemidos y voces sensuales comenzaron a moverse, en un principio Saga había permanecido tomando al castaño por la cadera para después estrecharlo por la cintura como atrayéndolo contra él y sus movimientos se volvieron poderosos y rítmicos, la quietud ya no iba con ellos y la luz del sol los cubría como bañándolos con su brillo a la par que ellos se llamaban y casi gritaban de lo maravilloso que era estar juntos. Era complicado de explicar, aún para el propio Saga, lo que era estar con Aioria, ese placer de poder sostenerlo entre sus brazos y sentir su cuerpo contra el suyo, hacía que surgiera de él, de lo más profundo, una especie de sentimiento de posesión completa, como un instinto primario de reclamar a ese joven como suyo. Se sentía fuerte, dominante, un macho alfa y más fuerte que nunca en su vida y aún así el castaño no era alguien que se sometiera ni que actuara sumiso, por el contrario, era fuerte y diestro de tomar tanto como él mismo, sus manos y su cuerpo eran muy capaces de tomar sin importar en que posición se encontrara y aún así Saga no podía evitar sentir que era él quien poseía a su compañero.

Con ese sentimiento de que Aioria era suyo el de ojos verdes siguió moviéndose y con más energía, arrancando agudos gemidos a esos sensuales labios que le fascinaba besar, sentía su esencia luchando por salir de su cuerpo y quedar en el interior de esas cálidas paredes que lo estrujaban, buscó con su mano la erección del otro y no dudó en frotarla con la misma intensidad que lo embestía, logrando que disfrutara por completo de estar a su lado y uniéndolos hacia el placer satisfecho. En el momento que le castaño gimió casi salvajemente ambos lograron liberarse, ese calor en sus cuerpos se manifestó en sus tibias simientes que quedaron en el cuerpo del otro, aferrándose el de ojos verdes a su castaño presionando con firmeza en su interior mientras el orgasmo corría entre ambos en perfectas ondas de satisfacción.

Finalmente se relajaron y se quedaron recostados pues se sentían algo cansados y respiraban con pesadez, Saga besó el cuello de su compañero y se quedó muy cerca de él.

--Creo que estuvo bien Aioria.

--Estuvo tan bien que debería darte una medalla Saga.

El castaño trató de incorporarse pero el de cabello azul intento evitarlo.

--Descansemos un poco más-pidió el de ojos verdes.

--Primero nos limpiamos y después descansamos.

Tuvo que dejar ir al de ojos azules pero cuando el castaño quiso incorporarse algo sucedió.

--Creo que mis piernas no quieren trabajar-y le dijo eso mirándolo con sensualidad.

--Supongo que la sensación te regresará después-decía el de mirada verde mientras se acercaba a él-Será mejor que te ayude.

--Puedes ayudarme en la ducha-continuó mirándolo invitante y sexy.

El de cabellera azulada parecía pensarlo pero ya estaba delante del castaño y éste no tardó en pasar sus brazos por su cuello y enredar sus piernas alrededor de sus caderas.

--¿Me llevarás Saga?

El de ojos verdes no estaba seguro de querer continuar, sabía que en la ducha no sería bañarse solamente pero el castaño lo miraba que parecía querer devorarlo y esperaba por él, así que terminó por sonreír a medias y lo cargó llevándolo a la ducha donde ciertamente el de ojos azules no pensaba en el baño simplemente sino que se movía contra él como tratando de llevarlo de nuevo a su interior. Una ocasión más y nada habían discutido acerca de su situación.

 

 

Otros que iban a verse y a pasar tiempo juntos eran sus hermanos, en ese día los planes eran sencillos hasta cierto punto pero estaban de acuerdo. Kanon le había pedido a Aioros que hicieran un viaje a la playa y el castaño aceptó, le gustaba la propuesta y así podrían pasar un agradable día o al menos eso era lo que esperaba. Estarían lejos de la ciudad y afortunadamente en esa época del año era la temporada baja y encontrarían no demasiada gente en el lugar. Con sus cosas listas llegaron a su destino en el automóvil del gemelo y se dispusieron a divertirse, alquilaron un cambiador y se sintieron listos para seguir adelante con sus planes.

Usando sus trajes de baño no tardaron en zambullirle en al agua y nadar fácilmente, dejando que el clima los refrescara y animara al mismo tiempo, de todo eso lo que más le gustaba a Kanon era ver tan sonriente a Aioros, le gustaba mucho ese muchacho, era inteligente, divertido, amable, trabajador, tenían gustos similares y aunque un tanto más reservado sin duda era un hombre muy atrayente y con el cual podría pasar una de las mejores épocas de su vida y todo eso lo pensaba observando como el agua y el sol parecían pelear por el privilegio de tocar su piel.

--Creo que quiero descansar un poco del agua-comentó Aioros.

--Está bien-contestó Kanon.

Ambos regresaron a la playa y se tendieron cómodamente bajo los amplios parasoles y sobre sus toallas en la arena dorada.

--Es tan agradable estar así, a tu lado Kanon.

--A mi me encanta estar contigo Aioros, pocas veces tuve la oportunidad de estar con alguien tan encantador como tú.

--Tuviste una gran idea al pedirme que viniéramos a la playa, casi nunca hago este tipo de cosas, creo que planifico mucho todo lo que hago.

--No te disculpes por eso, a mí me gustan más las aventuras pero no hay nada de malo con planear bien las cosas.

El de mirada parda le sonrió y el de cabello azul sonrió también, a los dos les gustaba sin duda el haberse conocido y sobre todo el seguir juntos. La charla entre los dos siguió por un buen rato hasta que el joven Aioros tuvo algo más que decir.

--Es tan apacible pasar así el tiempo Kanon, sintiendo la brisa y dejándote llevar.

--Es más agradable poder estar a tu lado.

--Gracias.

El de ojos verdes se acercó y lo besó con suavidad en los labios mientras el otro sonreía con dulzura. Eso era un rasgo que fascinaba al gemelo, la dulzura de ese joven, no era algo falso ni actuado, era natural, parte de si mismo y muy pocas veces en su vida había encontrado esa especie de ternura en alguien, una calidez del alma que podía llegar hasta su corazón.

--Quisiera nadar un poco más-comentó el de cabello azul--¿Qué me dices? ¿No quieres que nademos?

--Creo que prefiero quedarme y descansar un poco pero ve tú, yo te espero.

--Muy bien.

Le sonrió, lo beso y se dirigió a la playa para entrar al agua mientras su compañero se quedaba a la sombra, se recostó y se dejó como arrullar por la brisa y el sonido de las olas quedándose medio dormido sobre su toalla en la arena. Estaba en eso cuando el de mirada verde regresó a su lado y lo vio. A Kanon le dio la impresión que ese joven ante sus ojos era en verdad una belleza griega, encantador en todo cuanto era y de repente se dijo que ya era suficiente de esperar.

Con determinación Kanon se acercó a Aioros y lo acarició en uno de sus brazos, antes de que el castaño terminara de despertarse lo atrajo contra él y lo estrechó entre sus brazos para besarlo con pasión; en ese momento Aioros no estaba indispuesto, aunque si sorprendido pero de todas maneras respondió el beso. Pero el gemelo no se detuvo, lo atraía contra él y son dejar de acariciarlo y besarlo logró que se incorporaran y dirigieran sus pasos a un sitio en especial: el cambiador. No había mucha gente en la playa y por lo tanto nadie estaba cerca de ellos dos.

--Kanon...espera...

Pero el de cabellos azules no esperaba, logró que entraran y sin más hacía que sus manos buscaran la manera de deshacerse de los trajes de baño pero en ese momento el castaño fue firme y lo separó de un movimiento que casi era brusco.

--Basta Kanon-dijo para salir al segundo siguiente.

El gemelo se quedó ahí sin estar seguro de que sentir, la verdad era que lo contrariaba que el joven castaño lo hubiera rechazado y se notó en el camino de regreso, los dos iban callados sin mirarse siquiera.

Llegaron al departamento de Aioros y seguían sin hablar pero el de mirada parda sabía que no quería que las cosas terminaran de esa manera.

--Kanon, lo que pasó no es por ti.

Pero el otro seguía sin mirarlo siquiera.

--Por favor, no eres tú-continuaba el castaño-Sólo...yo sólo...es...

--¿Qué Aioros? ¿Qué es?-pregunto con aspereza el de mirada verde.

--Es que yo...nunca he estado con nadie.

Los ojos verdes se abrieron con sorpresa y miraron directamente al castaño para hacer una pregunta no muy delicada.

--¿A tu edad?

En ese momento vio como el de ojos pardos se ruborizaba y por toda su forma de comportarse no era un tema que le resultara sencillo discutir.

--No es que nunca lo intentara Kanon, sólo fue que nunca encontré a nadie con quien deseara...bueno...tú entiendes. Para mí era algo muy importante y especial.

El de ojos verdes primero sintió el impulso de reírse pero al siguiente instante se sintió enternecido y eso no se lo esperaba, pero así era, ahora entendía ese aire como de inocencia de parte del de ojos pardos y verlo ruborizado lo hacía más encantador a sus ojos. Con suavidad se acercó y lo besó para hablarle después.

--No te pediré que hagas nada que no desees Aioros pero me gustaría seguir a tu lado, si estás de acuerdo.

Por respuesta el joven a su lado le sonrió y le devolvió el beso.  También deseaba seguir a su lado.

 

 

A Saga cada vez le parecía más importante tratar de entender que era lo que en verdad quería de Aioria, el joven era apuesto y encantador pero tenía que sincerarse, si en verdad buscaba una relación con él no bastaba el sexo para sostenerse pero si no ya deberían de haber terminado, la cuestión era que no avanzaban, al menos a su juicio no lo hacían, estaban como al principio desde esa primera noche en que se conocieron bailando para estar solos en su casa un par de horas después. No creía que el castaño tuviera costumbre de hacer ese tipo de cosas pero lo cierto era que con él las había hecho y muchas otras cosas más.

Tenían planes para esa tarde y serían en el departamento del castaño, así que llegó a la hora acordada y de inmediato le abrieron la puerta.

--Que bueno que llegas Saga-dijo el castaño sonriendo y besándolo.

Un instante después estaban los dos dentro y listos para pasar ese tiempo uno al lado del otro.

--Espero que no te moleste si sólo vemos una película-comentaba el de ojos azules-Pero creí que te gustaría que no hiciéramos nada.

--Está bien para mí.

Pero interiormente el de cabello azul estaba agradecido por ello, sería bueno descansar y relajarse.

--Ya después veremos que más sucede-agregó el castaño sonriendo.

--Si.

Después de todo había más planes para la tarde.

--¿Quieres algo de beber Saga?

--Si, gracias Aioria ¿Qué tienes?

--Hay cerveza, jugo, agua, soda de dieta-decía mientras revisaba en el refrigerador.

--Jugo está bien.

En poco tiempo cada uno tenía un vaso de jugo de granadina en la mano y se sentaron en el sofá frente al televisor.

--¿Qué veremos?-preguntaba el de ojos verdes.

--Veamos que hay.

Con eso Aioria encendió el televisor y comenzó a cambiar los canales, no había mucho y terminaron con la primera película que les salió al paso, Saga sintió como el joven se sentaba a su lado, subía los pies al sofá y se recargaba contra él, era agradable estar de esa manera y vieron la cinta aunque sin grandes expectativas pero conforme avanzaba el de cabellos azules se sentía más interesado en la trama. No era complicada, la historia contaba la relación de un hombre ya mayor que nunca se había comprometido y que conocía a una joven muchacha que se enamoraba de él, pasaban una serie de problemas pero al final reconocía que también estaba enamorado y lograban quedarse juntos.

Al gemelo le resultó algo así como conmovedora pero su compañero no parecía compartir la opinión y quedó en claro cuando hablaron.

--Que ridiculez-dijo el castaño levantándose del sofá.

El gemelo se le quedó mirando extrañado de ese comentario y tuvo que preguntar.

--¿No te gustó?

--No es que no me gustara Saga-respondió el otro mientras lavaba sus vasos-Sólo que considero un cliché sentimental ese tipo de tramas.

--¿Por qué?

--Un maduro e irresponsable hombre de pronto reforma toda su vida por el amor de una dulce e inocente alma que entra a su vida, por favor, es absurdo, la gente cambia porque elige cambiar, no por los demás y si estás al lado de alguien soñando que cambiara como tú deseas que cambie creo que sólo habrá decepciones y problemas.

--¿Crees eso?

--Si te gustó la película está bien Saga, sólo que para mí esas tramas no tienen mucho sentido ¿Por qué alguien ingenuo e inocente? ¿Por qué debe ser alguien menor? ¿Por qué no alguien de su misma edad con las mismas experiencias? Quizás para otros sea muy romántico pero para mí no lo es.

--No sabía que pensaras así Aioria.

--Creo que soy demasiado alejado de ese tipo de ideas Saga, para mí el romance no vive en palabras dulces ni en lloriqueos de Te amo y Te amo mucho, para mí es simplemente aceptar lo que otro es, sin prejuicios ni temores, sin que me juzguen, que acepten quien soy y aún así sonrían simplemente por saber que son alguien en mi vida.

El de mirada verde no sabía que responder a eso pero no hubo tiempo para decir nada de su parte cuando el castaño volvió a su lado y sin dejar de mirarlo pasó sus brazos por su cuello para quedar muy cerca de él.

--¿Qué podemos hacer para terminar la tarde?-le preguntó con sensualidad contenida sin perderlo de vista.

Y terminaron haciendo lo mismo de cada vez.

 

 

Si bien las cosas entre Aioros y Kanon continuaban el tema de su altercado anterior no se tocaba, al gemelo le daba la impresión que en verdad para el castaño era algo muy personal y no deseaba incomodarlo y al de ojos pardos le parecía que el de cabellos azules era muy comprensivo por no insistir en nada más con él pero aún deseando que se conocieran, a cada momento se convencía más que el compañero por el que había estado aguardando finalmente aparecía en su vida. Además disfrutaban mucho del tiempo que tenían y que compartían sin importar lo que hicieran o que incluso no hicieran nada, estar uno al lado del otro parecía ser todo.

Como ese día en que los dos trabajaban en el jardín de casa de Kanon, el gemelo le había dicho que no se preocupara, que era algo de lo que él se encargaría pero el castaño deseaba estar a su lado y ayudarle así que terminaron en el jardín arreglándolo un poco.

--Es un sitio agradable Kanon, debiste divertirte mucho cuando eras niño en este lugar.

--Para mí era lo mejor de toda la casa Aioros, todas mis aventuras dieron inicio en éste sitio.

Mientras trabajaban hablaban y el tiempo pasó casi sin darse cuenta, de alguna manera terminaron en la casa del árbol pues el de mirada verde deseaba que su compañero la viera y éste aceptó, con lo que su charla continuó. Ambos se comprendían mucho, demasiado, a veces ni siquiera las palabras parecían hacer falta y sus miradas eran más brillantes cada vez que se encontraban pero el problema de que no sintamos el paso del tiempo es que cuando nos damos cuenta ya ha pasado demasiado, más del que imaginamos. Y para ellos dos no fue diferente. Los dos hablaron por horas, sentados durante el tiempo que permanecieron en el suelo de madera de la casa del árbol, tenían planes aunque aún no los discutieran todos pero lo cierto era que ambos pensaban en el futuro, un futuro en el que tal vez ese hombre ante sus ojos se quedara con ellos hasta que repentinamente se dieron cuenta de la hora.

--¿Ya es tan tarde? Perdona por entretenerte tanto Aioros, creo que ya no podremos descansar en la casa.

--Aún podemos si es que no te molesta.

El de cabellos azules sonrió para acercar su mano y tomar gentilmente la de su compañero.

--Me encantaría Aioros.

Se quedaron mirando largamente con sus ojos brillantes, ambos permitiéndose sentir la esperanza de los tiempos venideros.

Así que no tardaron en tomar el camino que los llevaría a la casa de Kanon en esos momentos y además el castaño tenía algo que decir o más bien pedir.

--Me gustaría darme un baño, ¿te importaría Kanon?

Pero la respuesta del otro llegó con una sonrisa.

--Claro que puedes Aioros, utiliza el amplio de hecho, es mejor y cuenta con tina, estaré cerca por si me necesitas.

--Gracias.

En poco tiempo ya estaba el castaño en el baño y entendía que el otro hombre opinara que era mejor, mientras que el de mirada verde se quedaba el sofá leyendo algo. El baño era una habitación no sólo espaciosa sino hermosamente trabajada toda de mármol verde con toques en color crema, había además una ducha por separado y sobre todo la tina que no era tal cosa sino un jacuzzi con el que los ojos castaños brillaron por un instante, su mente de inmediato se dijo que le gustaría tomar un relajante baño ahí con Kanon, sólo para estar juntos pues sus pensamientos no se atrevían a ir más lejos. Se alistó para darse un baño, estaba ya sin camisa cuando escuchó que llamaban a la puerta con suavidad.

--Adelante.

Al segundo siguiente el de cabellos azules estaba en el interior pero se veía inseguro y parecía mirar insistentemente al piso.

--No tomes esto de mala manera Aioros pero...

--¿Pero qué? ¿No me puedo bañar aquí?

--Claro que puedes, es sólo que...me preguntaba si te gustaría que nos metiéramos juntos al jacuzzi.

Y el de mirada verde aguardaba, quería tanto estar a su lado...

--Sólo bañarnos, más bien relajarnos un poco, sólo eso Aioros-dijo con una sonrisa-No quiero que te sientas incómodo, no tienes que aceptar, sólo pensé que sería algo para relajarnos.

Pero no agregó que era más que nada porque deseaba estar cerca de él en cualquier manera posible. Y lo cierto era que el joven castaño también quería pero sabía que en una situación de ese tipo su cuerpo bien podría traicionarlo.

--¿Estás seguro de que puedes confiar en mí Kanon?

El de ojos verdes sonrió abiertamente pues sabía muy bien cuanto le gustaba esa sonrisa al castaño y quería que su acompañante se sintiera cómodo.

--Por supuesto que confío en ti Aioros, no sé porqué y no se cómo pero sé que puedo confiar en ti con todo mi ser.

Y como si quisiera que su declaración anterior fuera lo más formal posible se acercó a él para besarlo con suavidad, retrocedió un paso y miró directamente esos castaños ojos brillantes.

--Sólo es un baño Aioros, nada más.

Aioros sentía que sus labios aún estaban tibios por los de Kanon y no podía pensar con toda la frialdad que hubiese deseado y quizás fue por eso que aceptó de un movimiento sin decir nada pero en esos momentos no era capaz de negarle nada al de los ojos verdes. Entonces el de cabellos azules comenzó a desvestirse de manera casi casual dejando su ropa a un lado para caminar directamente al jacuzzi y templando el agua del mismo, sin mirar le habló de nuevo a su compañero.

--Me gusta el agua caliente ¿está bien para ti Aioros?

Pero el castaño estaba algo ocupado mirando esos fuertes músculos de sus brazos y su espalda y la forma en que sus pantalones se le ajustaban pero su cerebro logró procesar lo que le había preguntado.

--Está bien.

Por unos instantes se quedaron mirando, ambos sin sus camisas aunque uno aún conservaba sus pantalones, por unos instantes fue como si una tensión surgiera en el aire, Aioros parecía contener el aliento mientras Kanon se quitaban sus jeans.

--¿Seguro que está bien Aioros?

El castaño lo había visto con su traje de baño antes pero eso había sido en un lugar abierto, con gente alrededor, pero ahora estaban solos y nadie podría detener nada de lo que sucediera o que ellos quisieran hacer, estaban conscientes que habían compartido incuso unos momentos bastante apasionados. Recordando las manos del castaño sobre su cuerpo el de ojos verdes no pudo evitar sentir las primeras llamas de la excitación, las mismas que trató de disimular ante la mirada castaña del otro para que no se sintiera incómodo pero no hubo manera de evitarlo, así que espero por lo que diría al verlo, no tenía sentido ocultarlo y se quitó también la ropa interior para quedar delante de lo que diría el dueño de esos brillantes ojos castaños. El castaño por su parte trataba de respirar con naturalidad mientras tragaba saliva y procuraba no mirar debajo de la cintura pero no pudo y vio como el miembro de su compañero estaba algo erguido ya.

--Kanon-suspiro.

--No puedo evitarlo Aioros, creo que me sucede desde que te conocí, cada vez que estoy cerca de ti. Lo siento pero tienes este efecto en mí. Ya te dije que no tenemos que hacer nada más que tomarnos un baño juntos, puedo controlarme, te lo aseguro.

Y rogaba por poder hacerlo en realidad.

Pero al castaño se rió suavemente.

--¿Y si yo no puedo controlarme Kanon?

--Confío en ti.

Con eso se rieron los dos y pareció que la tensión pasaba simplemente.

 

 

Estaban más tranquilos y el castaño se quitó su ropa también aunque su compañero no lo miró para que no se incomodara de nuevo y entraron sin mirarse directamente a la amplia tina que estaba lista para recibirlos, cada uno tomó un lugar quedando frente al otro y de inmediato se sintieron cómodos. Pero Aioros notó que su compañero lo miraba de una manera particular.

--¿Qué sucede Kanon?

--Eres hermoso Aioros-dijo sin pensarlo el de ojos verdes.

No se trataba de un halago de los que siempre decía, era diferente, en verdad creía en esas palabras, había visto demasiados cuerpos en su vida y lo extraño era que a ese joven delante de él no lo estaba mirando así, no como un cuerpo solamente, era diferente, aunque notaba perfectamente su forma delgada y marcada al mismo tiempo, su firme y bronceada piel y ese cabello como con luces creadas naturalmente por el sol, era lo que él había soñado en un amante por mucho tiempo y sin poderlo evitar su erección cobró más fuerza pero el de ojos verdes se resistió a hacer ningún movimiento.

Quería tanto hacer todo con ese castaño pero sabía que necesitaba tomarse su tiempo.

Todo en su vida anteriormente había sido tan aprisa, sucediendo una cosa tras la otra con tanta velocidad pero lo de ese joven era distinto, quería que lo fuera, debía ser perfecto y debía ser perfecto para Aioros también. Estaba algo frustrado en cierta manera pero sentía que así debía ser, nada de satisfacción rápida entre ellos, era distinto. Y fue quizás por eso que se sorprendió cuando se dio cuenta que ya se había acercado al castaño y que lo estaba besando una vez más, después de eso se miraron pero no dijeron nada y se besaron de nuevo con más pasión, Aioros gimió de sorpresa al sentir la virilidad del otro contra su cuerpo y Kanon había logrado separar sus labios e introducir la punta de su lengua para probarlo gentilmente.

El castaño sentía como si le faltara el aire, todo su ser respondía a la presencia del de cabellos azules, subió sus manos para acariciar los hombros de su compañero, deslizándolas sobre la suave piel del cuello, sintiéndose más cerca de él a cada instante, no pudo evitar presionar su cuerpo contra el del otro, se sentía tan bien ser tocado de esa manera, nunca en su vida hubiera imaginado que un beso pudiera sentirse tan bien. Su cuerpo y su corazón parecían surgir en el mismo ritmo necesitado por su compañero, no quería que ese beso se terminara nunca y sabía de una vez por todas que no era suficiente. Podían ir más lejos cuando estuvieran listos y quería tanto seguir, ya no esperar, había esperado demasiado quizás, mientras pudieran seguir besándose de esa manera y tocarse y sentirse él no estaba seguro de poder o querer esperar.

Kanon fue quien se separó, respirando agitado, su cuerpo parecía clamar por más pero él sabia que no era el momento correcto. Tomó una de las manos de Aioros para acariciarla y después lo dejó, se coloco en su sitio original y prefirió presionar el botón que provocaba las burbujas. El agua estaba exquisita y se sonrieron para buscarse sus manos de nuevo un segundo después y con una suave sonrisa disfrutar de lo que vivían sin querer dejarse de sentirse nunca.  El castaño permitía que el agua lo relajara pero su corazón aún parecía latir aprisa, ahí estaba él con Kanon y los dos estaban desnudos, excitados y con ese sentimiento en sus almas que nadie más había despertado. Casi parecía demasiado bueno para ser verdad.

Los días anteriores desde que se conocieran habían sido como una maratón de emociones nunca vividas, una escalada de sentimientos y una fuente continua de hormonas en pleno furor que despertaba sus sentidos y su cuerpo de una manera nunca antes vivida. Pero lo más importante era que sentía en su corazón que quería estar con el de ojos verdes. Así que cuando el otro hombre lo acercó a él de un suave movimiento no se opuso y quedó casi sobre su abdomen, podía sentir su cuerpo contra el suyo mientras el agua corría entre ambos, la manera en que su fuerte brazo pasó por su cintura y no podía sino decirse a si mismo que estaba feliz.

El de cabellos azules sostenía al castaño contra su cuerpo con la esperanza corriendo en su ser de que quizás hubiera un futuro para él con ese hermoso joven en sus brazos, se sentía como el protector de él, lo que más deseaba era hacer bien las cosas para los dos pero sentía también que necesitaban tiempo y por el momento se contentaba con poder tenerlo entre sus brazos, sabiendo que aún no estaban listos para más. No estaba seguro que él lo estuviera pero si sabía que ambos sentirían cuando fuera el momento correcto.

En algún momento el de cabellos azules se movió, haciendo que el castaño quedara en la posición que él había estado, sus miradas se buscaron y fue inevitable que viniera de nuevo un beso tierno entre ambos; al de ojos verdes le parecía que ese castaño sabía celestial y no tardó en abrir sus labios para él lentamente y compartieron un beso sensual y calmado. Pero mientras esa simbólica rendición se daba fue inevitable que una vez más sus sexos respondieran y quisieran más de esos tibios cuerpos tan cercanos.

Aioros prácticamente se derretía entre esos brazos, sujetándose de los hombros del otro como si fueran su propia vida pero al mismo tiempo queriendo perderse ante él, hacer de alguna manera que el mundo desapareciera y que sólo quedaran ellos dos y su corazón. La lengua de Kanon seguía explorando su boca, sentía esos fuertes brazos alrededor de él y no quería detenerse. Y quizás se hubieran perdido uno ante el otro pero en ese instante un sonido se dejo escuchar y los sorprendió: el teléfono del castaño llamaba.

--Es Aioria-dijo reconociendo el tono.

Medio salió de la tina separándose de su compañero buscando sus pantalones, sacó el pequeño aparato de su compartimento y mientras eso sucedía Kanon no sabía que hacer, sólo atinó a detener las burbujas y salir de la tina, se cubrió prontamente con una toalla y le dio una a su compañero que hizo lo mismo quedándose cerca como si quisiera ayudarlo en algo.

--Hola Aioria ¿Qué sucede?

Y trataba al mismo tiempo que hablaba de sonar lo más tranquilo posible, como si el otro pudiera adivinar lo que estaba haciendo unos instantes antes.

--Cálmate, no te entiendo.

Pero de alguna manera lo que pasaba era urgente pues había largos ratos sin palabras de parte del castaño, el de cabellos azules escuchaba medio preocupado por la expresión que iba tomando su compañero, la conversación terminó con una frase solamente.

--Cálmate, voy para allá Aioria.

Se miraron de nuevo pero sabían lo que seguía.

--Tengo que irme Kanon.

--Está bien, yo entiendo ¿Qué sucede con Aioria? ¿Está bien?

--Si, creo que si, pero se escuchaba alterado, es mejor que vaya a verlo.

--Está bien.

Sin poderlo evitar los dos se abrazaron con las toallas únicamente entre los dos, al de mirada verde le sorprendía un poco que el castaño pareciera encontrar fortaleza entre sus brazos, el estar tan cerca sin sexo de por medio era un concepto completamente nuevo para él. El joven de ojos pardos se encontraba mejor, sintiéndose entre esos fuertes brazos todo estaría bien, de alguna manera. A pesar de todo era como si ambos estuvieran cansados, esa montaña rusa entre sus emociones y sentimientos estaba cobrando su cuota en los dos.

--Tengo que irme Kanon.

--Yo entiendo.

--¿Nos vemos mañana?-preguntó con suavidad.

--Si.

Sonrieron suavemente y se separaron, ya no tenía sentido continuar con lo que habían empezado, no en esos momentos. Se besaron una vez más y se vistieron aprisa, era el momento de alejarse al menos físicamente pero cuando el de cabellos azules acompañó al castaño para que tomara un taxi sintió que al marcharse se llevaba con él algo, algo que jamás hubiera entregado a nadie, sonriendo regresó a la casa y siguió sonriendo hasta dormirse.

 

 

Continuará...

Notas finales:

*El ouzo es un tipo de aguardiente de Grecia.


La siguiente semana si nada sucede subo el final.


Atte. Zion no Bara


 


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