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Al otro lado del espejo. por Chaotic Kittie

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Notas del capitulo:

¿Para quien es en realidad? Para ti, para mi o... para los otros.

Hoy, día.

 

« Tu voz que acallada por el bullicio pasa inadvertida y te abandona cada vez que quieres gritar, pues aquella voz se ha apagado como una vela cuando se ha consumido.».

Rodrigo.

 

2

 

—Claro que comprendo la situación —Hizo una pequeña pausa— Si, pero…  —Otra vez, la voz calló antes de terminar, lo más probable es que su conversación fuera por celular—. ¿Como? No, no es ser caprichoso, es que estoy abu… Claro que estoy hablando enserio… ¡No son berrinches!

Alonso se quedó en la puerta y puso sus ojos en blanco.  Observó el cielo raso que se podía distinguir desde su posición y miró las pequeñas manchitas que se esparcían por la superficie mostrando figuras ambiguas sin mayores sentidos. Antes de darse la vuelta, suspiró hondo y movió la cabeza haciendo crujir su cuello. ¿Cuantas veces habría escuchado conversaciones de ese tipo? No estaba seguro, quizás nunca y la verdad es que era raro colocarse a hablar en el baño. Terminó entrando y fue hasta el excusado, sin inmutarse. La verdad es que no le importaba mucho lo que el otro hiciera con su vida, por él que fuera caprichoso, le daba lo mismo. Incluso no le molestaba el hecho de que perdiera el tiempo hablando por teléfono en vez de colocarse a hacer su trabajo, lo malo era que no se daba cuenta del escándalo que surgía por esos arrebatos.

Alonso miró nuevamente al cielo raso mientras orinaba, trato de hacer oídos sordos a lo que escuchaba.

—No me siento bien con esto —Resopló el hombre al otro lado— Ya sé que… —Bajó aún más la voz— tu esposa sospecha de lo nuestro, pero yo no puedo hacer na… ¿Quedarme callado?  Oye, no te estoy pidiendo nada milagroso, idiota. Claro y que yo aguante todo. Ya, aquí está el culo en donde te descargas cuando se te pega la gana ¿Y sería? —Ahora elevó la voz— Sabes que más… ¡Ándate a la mierda! Me aburriste pedazo de imbécil.

Se pudo escuchar el crujir del baño, Alonso imaginó que su compañero se había sentado así que siguió ignorándolo hasta que vio como el aparatito que habían utilizado antes, se hacia trizas en el rincón de su propio espacio. Carraspeó lo suficientemente alto como para que aquel tipo que estaba haciendo su escena se diera cuenta que estaba en un lugar público.

Entonces salió del cubículo y fue hasta el fregadero. Allí se toparon y se observaron por el espejo, sin disimulo, aún se podían ver las marcas que había dejado la rabieta de antes. Alonso lo pudo distinguir cuando la figura del individuo llegaba hasta la mitad y repentinamente bajo sus pies crujía algo, era un pequeño pedazo de plástico. En una reacción instantánea Alonso se giró y quedaron cara a cara. Ninguno dijo nada, oportunamente algo le ordenaba marcharse y sin más paso por el lado dirigiéndose hasta la puerta. Secó sus manos en el trayecto con el mismo pantalón y echando una última mirada se fue nuevamente hasta su oficina.

 

El otro en cambio avanzó hasta quedar de lleno frente a su reflejo, tragó saliva y se miró fijamente. ¿Cuánto habría escuchado? Fue la primera pregunta que confeccionó su mente.  Luego, cerró los ojos y enseguida volvió a separarlos. Abrió la llave y dejo corriendo el agua por varios minutos. Humecto sus manos y las paso lentamente por su cara. Tenía ojeras, unas ojeras que demostraban todo el cansancio que su boca no estaba dispuesta a soltar ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo había sido tan descuidado? Era la rabia, ese veneno que le nublaba toda razón, esa cosa que se expandía muy rápido últimamente. Sin embargo no era su culpa, era la de él, si, exactamente la de él.

Atrancó la llave y volvió a suspirar, caminó hasta donde habían un par de toallas novas y secó sus manos, por alguna extraña razón no tenía ganas de salir del baño. La verdad no era tan extraña, el sabía bien porque ese miedo asfixiante a salir de allí, quizás el baño en esos minutos era su refugio provisorio a la comidilla que seria su vida en unos cuantos días.

Se agarró los cabellos y desesperado se agachó en mitad del baño. Tenía un aspecto que dejaba bastante que desear, aunque hablando seriamente siempre había sido así. En cuclillas miró el suelo y se agarró el estómago, siempre que estaba nervioso le dolía.

—Oye Rodrigo ¿Estás bien? —Alguien le había extendido la mano hasta tocar su hombro.

—Ah si, lo siento —Susurró levantándose. Se había olvidado del lugar en el que estaba, ni siquiera había escuchado entrar a Juan— Es que perdí algo.

—¿Te ayudo a buscarlo?

—No, no. Si al final no tiene arreglo —Contestó todavía nervioso y ordenó su chaqueta.

Estaba algo paranoico. Era como si pudiera ver en los ojos acusadores de su amigo, su juicio final, como si esas palabras amables que le ofrecían ayuda lo acusaran de su crimen. Ya estaba viendo todo el escándalo. Perder el trabajo, cambiarse de casa, alguna buena humillación de parte de la mujer lastimada.

—Oye te estaba buscando el jefe adentro —Apuntó a la puerta— Creo que alguien le dijo que estabas en el baño hace como media hora. Yo le dije que no te sentías muy bien, por si acaso.

—¡Oh! te pasaste, gracias, mejor voy.

—Si, vamos.

Se apresuraron a salir y seguir con las actividades del día a día. Al menos recordaba la cara del hombre y también sabía su nombre, aunque según las secretarias más antiguas no tenía muy buena fama por su carácter apático.  ¿Y si, iba a hablar con su supervisor? Mejor dejaba de pensar y se ocupaba de su trabajo en caja, era su única distracción por ahora.

Notas finales:

Un nuevo capítulo y con ello, otro de mis queridos personajes, espero les guste. ^^ A todo esto, si les parece algo corto el capitulo: lo siento mucho, pero lo compensaré actualizando rápido. 


PD: Gracias a Demian por su comentario. (De verdad muchas gracias)


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