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Creer por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Sephi, es por esto que me gustan los comentarios aunque este fic me lo tomé más como un reto por tu review, espero el veredicto; no sé lo que pensarán de la trama los que sean tan amables de leer pero quise hacerlo. Espero que les guste.


Notas del capitulo:

Es un fic nuevo y una nueva experiencia para mí hacerlo, queda a su juicio.

 

Ama y haz lo que quieras.

Si callas, callarás con amor;

Si corriges, corregirás con amor;

Si perdonas, perdonarás con amor.

Si tienes el amor arraigado en ti,

Ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos.

 

=San Agustín=

 

 

La mañana transcurría normalmente, al menos para los estudiantes del colegio-internado Santuario de la Esperanza así era, desde temprano se escuchaban las primeras campanadas y con ellas los estudiantes conocían perfectamente el ritmo en que empezaba su día, aunque ese era el último día para ellos en el lugar. Como centro de estudios gozaba de un nombre especial en los medios de enseñanza y sin duda contaba con el reconocimiento de excelencia que para muchos hubiera sido lo máximo lograr pero ese sitio, fundado siglos atrás consideraba una misión la enseñanza y formación de los jóvenes, no solo de sus mentes y su cuerpo sino también de su alma. Después de todo Santuario de la Esperanza era una institución religiosa.

El evento más importante esa mañana era que se trataba del último día de clases y por lo tanto había una nueva generación que se graduaba a la par que iniciaban las vacaciones para los demás. Primero tomarían la misa, todos vestidos de negro como correspondía a las fechas solemnes, no hubo inconvenientes aunque el sermón estaba destinado especialmente a aquellos que se marchaban de sus aulas, comulgaron y se dio la paz, con ello se retiraron para cambiarse por otro traje, también formal y sobrio pues habría una ceremonia oficial para los familiares en que se entregarían los certificados a aquellos que terminaran sus estudios con ellos.

-¿Listo hermano?-preguntaba un jovencito de cabellos y ojos verdes.

-Lo estoy Shun.

Quien le respondía era un joven de cabellos azules y ojos grises, se llamaba Ikki, ambos hermanos eran de la familia Fénix Andrómeda, una acomodada familia que se había hecho de un buen nombre y sitio en la región gracias a sus negocios y sus conexiones con otras ramas importantes de los alrededores, como el ser mecenas de un sitio como esa escuela.

-Volveremos a casa por un tiempo Ikki, espero que al menos en las vacaciones podremos estar juntos.

-Lo estaremos Shun. Si me disculpas debo estar en el patio con los demás.

-Claro, ve.

Los hermanos se separaron pero sabían que la ceremonia no tardaría en dar inicio. De hecho así fue, se había citado a las familias a las diez de la mañana en punto y nadie transgrediría esa regla, no podían hablar aún con los jóvenes pero ya lo harían después. Igualmente se dirigió una breve ceremonia en la que se entregarían los diplomas de los estudiantes que se iban y en eso Ikki tenía una responsabilidad extra: debido a sus notas de excelencia le tocaba dar las palabras de despedida en nombre de su generación.

El de cabellos azules lo hizo muy bien, después de los aplausos se dio inicio a la entrega de certificados y él recibió el suyo como el mejor estudiante de su clase, todo un orgullo para él y para su familia. Pero una vez que todo eso se terminó volvió al lado de su hermano y de su familia quienes lo recibieron con entusiasmo y felicitaciones.

-Es mejor irnos ya-dijo su padre-Su abuelo los espera en casa.

Con esas palabras todos partieron.

La familia de la que venían ambos hermanos tenía una fuerte tradición y formación católica, por eso todos habían estudiado en ese lugar, su padre, sus tíos, sus abuelos, toda la familia lo había hecho por generaciones y eso les daba una especie de alianza adicional a su nombre y a los lazos sanguíneos. Además de ellos dos estaban sus primos, Hyoga y Shiryu. El primero era tal vez el que mayor interés generaba entre los suyos pues había mostrado una inclinación a hacerse sacerdote, en cuanto al segundo contaba con una historia detrás debido a sus padres, su madre no era católica pero se convirtió cuando conoció a su padre, de otra manera no hubieran podido casarse.

Como fuera llegaron a su casa, o más bien la casa de la familia donde los estaban esperando para realizar una comida en la que se verían todos, era una manera de fomentar vínculos entre ellos. Primero lo primero, debían presentarse ante su abuelo, caballero que a pesar de su avanzada edad no dejaba de regir como patriarca de los suyos y su aprobación o repudio podía serlo todo para los planes futuros. En esos momentos Hyoga era su predilecto.  Se trataba de un hombre orgulloso y no era para menos pues la familia tenía antepasados interesantes: hombres que habían combatido en guerras, sacerdotes llenos de voluntad y sacrificio, mujeres valientes y decididas, incluso una de sus hermanas había sido abadesa de una importante orden religiosa femenina.

Las horas pasaron sin nada en especial, no hasta la hora de la comida cuando todos se sentaron alrededor del imponente comedor y con ello pudieron charlar un poco más. Uno de los temas importantes era el destino de Ikki ahora que se había graduado.

-¿Aún quieres hacer la carrera técnica?-le preguntó su abuelo.

-Me parece lo mejor, podré hacer una carrera en menos tiempo y trabajar más pronto, sigue gustándome la administración-respondió el joven de cabellos azules.

-Si así lo quieres sabes que te apoyaremos.

-Gracias.

-Tal vez el Shaka pueda ayudarte-comentó Hyoga de pronto-Recuerdo que él estudiaba administración.

El nombrado Shaka había sido un trabajador de su padre pero había iniciado su propio negocio, por eso lo conocían ellos pero no estaban informados de algo más en ese tiempo.

-Shaka ano es bienvenido más a esta familia-dijo su padre con severidad.

Los jóvenes se miraron entre ellos sin comprender pero les dirían el motivo.

-No saben de esto-continuaba su padre-Pero es mejor que sepan lo que ocurrió, Shaka de Virgo es homosexual.

Nadie decía nada, tan solo trataban de adivinar como comportarse.

-Después de todo con esa cara y esos gestos ¿Qué se podía esperar?-dijo su abuelo.

-Que vergüenza-dijeron algunos más a la mesa.

-Que Dios lo perdone-dijo una de sus tías.

-Imagínense la vergüenza de su familia-terminó su padre.

Los jóvenes no se atrevieron a decir nada, era claro el parecer y veredicto: si era homosexual debía ser repudiado. Como hubiera sido un tema incómodo nadie dijo nada más sobre ello y continuaron con su comida como si nada.

 

 

Ikki se quedó en casa los primeros días tranquilo pero no tardó en enviar sus solicitud a una escuela técnica que gozaba de buen nombre, tan solo esperaba por una respuesta y mientras tanto convivió con los suyos, a veces charlaba con su abuelo y su padre sobre su futuro, pasaba tiempo con su hermano y sus primos, salió algunas veces con amigos de la familia y menos ocasiones con muchachas que le eran presentadas. No estaba mal para pasar el tiempo pero en realidad esperaba solamente.

-¿Todavía no tienes una respuesta Ikki?

-Aún no Shun.

-No te preocupes hermano, seguro que te aceptaran.

-Eso espero, no quisiera perder un año de estudio, aunque trabajara no sería lo mismo.

-Todo estará bien-le decía el de cabellos verdes sonriendo.

-Mejor nos damos prisa o nuestro abuelo se enfurecerá.

Con eso apresuraron sus pasos pues era domingo y debían reunirse en la capilla de la familia, contaban con el privilegio de tomar la misa en su propia casa.

Cuando terminó cada quien vio sus asuntos pero en eso Ikki revisó sus correos y se dio cuenta de algo, su respuesta había llegado, de inmediato abrió el mensaje y le informaban que estaba dentro, lo esperaban y le indicaban los pasos que debía dar para inscribirse. El de cabellos azules no podía sino sonreír, esa misma tarde durante la comida le informó a su familia y todos lo felicitaron por igual, seguía adelante con sus planes y no podía sino estar contento.

Los días pasaron con velocidad y con ellos cada quien debía continuar adelante, los que aún no se graduaban debían volver a la escuela y en el caso de Ikki continuar sus estudios en otra, así era la vida, los jóvenes crecían y debían labrarse su propio camino. Los hermanos se despidieron pero prometiendo mantenerse en contacto y el resto de la familia los despidió con los mejores deseos.

Cuando Ikki se trasladó a otra capital se sentía emocionado, era la primera vez que estaría lejos de su familia y eso le daba la idea de una mayor independencia, también lo entusiasmaba el poder estudiar y continuar con sus planes pues los tenía y muy bien delimitados. No hubo problemas en su inscripción ni en que iniciaran sus clases, de hecho el de cabellos azules era un excelente estudiante y prontamente se distinguió de sus compañeros, tanto que avanzaba sin pensar en nada más que no fuera sino graduarse, no había nadie en su vida, nadie. Fue en medio de las buenas calificaciones y su carácter emprendedor que uno de sus maestros se fijó en él y decidió hacerle una propuesta.

-¿Quería  verme profesor?-preguntó Ikki entrando a una oficina.

-Así es Ikki, por favor toma asiento.

-¿Qué sucede?

-No es nada grave, no te preocupes pero me gustaría hacerte una propuesta.

-¿De qué?

-Dime Ikki ¿Ya has pensado en tus prácticas profesionales?

Era parte de su formación académica, antes de graduarse tenían que trabajar en un área de sus estudios y eso los ayudaba a desempeñarse en un ámbito laboral real, una preparación extra por decirlo de una manera.

-Me gustaría hacer mis prácticas en un hotel o algo similar-dijo Ikki-Pero aún no lleno solicitudes.

-Por parte de la escuela hay un trato con una cadena hotelera-decía su maestro-Me gustaría recomendarte con ellos, estoy seguro que harías un excelente trabajo y aprenderías ¿Qué te parece?

-Sería fantástico.

-Aunque debo advertirte que sería en un hotel de las afueras, cercano a las montañas, es un buen centro aunque no tan popular como la playa.

-Me encantaría ir de todas maneras-insistió el de ojos grises.

-No se diga más, llena una solicitud y entrégamela, yo mismo la enviaré con una recomendación.

-Se lo agradeceré.

El de cabello azul hizo lo que le indicaron y no tardó mucho en saber su respuesta: aceptaron. Fue el primero de sus compañeros en partir para sus prácticas y se sentía muy complacido, podría aprender de un ramo que le interesaba y si las cosas salían bien se graduaría sin inconvenientes, listo para seguir con sus proyectos de un negocio propio.

Al llegar a su destino ya lo esperaban y como iba recomendado no tuvieron problemas en recibirlo, le dieron una habitación, le informaron de los horarios y de inmediato dio inicio a su aprendizaje, lo cual estaba lleno de detalles y decisiones por tomar. Antes que nada el de cabellos azules tuvo que acostumbrarse al ritmo de trabajo, a estar atento a quienes estaban en cada sitio y lo que hacían, la manera en que se manejaba todo el establecimiento, el trato al cliente que era fundamental, las inspecciones, los menús, los uniformes, definitivamente era una serie de labores importantes pero al de mirada gris no le molestaba y de hecho le gustaba ponerse a prueba. Para el primer mes ya tenía encantados a los del lugar.

En la soledad de su habitación el joven no descansaba, de su trabajo estaba decidido a aprenderlo todo, así que en sus horas libres seguía haciendo planes para su propio negocio, llevaba una especie de bitácora donde hacía sus planes e incluso bocetos: la ubicación, la construcción, las habitaciones, el servicio, el nombre, los menús, nada debía ser dejado al azar. Esos planes lo tenían absorto por completo. Sin duda era un joven hombre de pocas palabras y muchas cosas en mente, sin la menor intención de dejarse arrastrar por una aventura, mucho menos una sentimental.

 

 

Sin embargo sucedió algo, una tarde Ikki tomaba un breve descanso, trabajaba en su bitácora en una idea sobre la mantelería, estaba en los jardines del hotel desde donde se miraba a las montañas, era un clima agradable, fresco sin ser frío, conocía a los meseros del lugar y a esa hora por lo general no había mucha clientela en el sitio sino que preferían andar por los alrededores. Con todo eso en cuenta estaba prácticamente solo en el lugar o casi pues había pedido una taza de café descafeinado y no tardaron en llevárselo.

-Aquí está su café-se dejó escuchar una voz.

Volteó a ver al dueño de esa voz que no le resultaba conocida y tan solo pudo verlo desde ese instante.

-Mi nombre es Seiya-decía el joven-¿Desea algo más?

Por el uniforme de inmediato reconoció que era ayudante de mesero, sin duda no pasaba de los diecisiete años, tenía los cabellos castaños y rebeldes, brillantes ojos igualmente castaños, manos finas, cuerpo esbelto y un rostro común a la vez que único. El de cabellos azules apenas si pudo hablar, murmuró algo de Gracias, nada o algo similar pues no se le entendió del todo. El joven se fue pero la agitación que había despertado no se marchó.

Antes de caer la noche Ikki ya estaba informado sobre ese joven que apenas aparecía en su vida. Venía de una familia del campo que tenía un pequeño negocio de dar paseos a turistas en caballos. Residía en el lugar pues estudiaba la enseñanza media, trabajaba medio tiempo para mantenerse y por lo que se sabía deseaba seguir estudiando. Ese joven de cabellos castaños no sabía, no sospechaba ni en sueños lo conmoción que su figura, su aspecto, su sonrisa y esa voz como cantarina que poseía y que acompañaba sus movimientos provocó en el de mirada gris. El de la familia Fénix Andrómeda estaba abrumado, no podía contra ello, contra lo que sentía y que jamás ningún ser humano le había hecho sentir, estaba conmovido por ese joven castaño, por ese profundo deseo de él contra el que intentaba luchar en vano y que por primera vez aparecía en su vida.

De pronto fue como si las cosas que antes le habían sido indispensables dejaran de importarle, sus estudios, su trabajo, sus planes futuros, todo eso era algo de segundo orden, ya no desempeñaban papel alguno en su existencia. En cambio era de extraordinaria importancia el tomar su descanso a una hora determinada, a la hora que el joven castaño estaba trabajando y si sería el propio Seiya quien lo atendiera, la primera vez que no lo hizo casi gritó y eso que lo había atendido el jefe de meseros como un favor especial aunque a él no se lo pareció.

-¿Te gusta el café?-le preguntó una tarde Seiya.

-Si-pudo responderle suavemente.

Le resultaba un momento de felicidad si podían intercambiar unas palabras tan banales como esas y más aún cuando retenía sus ojos castaños sobre él por unos momentos más allá del servicio.

-Eres muy amable con la propina-dijo el castaño en una ocasión viendo el billete que le dejaba.

-Me serviste muy amablemente-dijo Ikki.

-Gracias.

Pero fue el de cabellos azules quien estaba agradecido pues se lo había dicho con una amistosa sonrisa.

Ocurrieron más cosas aún, como el que el joven de ojos grises hubiera encontrado un sitio desde las oficinas que contaba con ventana y que ese lugar fuera su favorito pues desde ahí podía ver a los ayudantes de  meseros o más bien podía admirar a Seiya mientras tenía su descanso y reía abiertamente con otros y jugaba a algo con los demás jóvenes.  En una de esas ocasiones mientras justamente jugaban los chicos los veía con una sonrisa, perdido ante esa aparente gracia del castaño para todo.

Mientras jugaban estaban corriendo y se perseguían, uno de los otros ayudantes pareció interceptarlo y lo arrojó al suelo, Ikki sintió que se le detenía el corazón y casi se arrojó por la ventana para castigar al atrevido que había tocado al de mirada castaña y para aliviar el dolor del joven caído, casi juraba que lo veía: Seiya le daría su brillante sonrisa por ayudarlo y estrecharía sus manos con gratitud y entonces... pero Seiya ya estaba de pie riéndose con los demás y continuaban con su juego sin darse cuenta de nada, de cómo un joven de cabellos azules estaba rendido ante sus propios sentimientos.

De la mañana a la noche y aún en sueños para Ikki sus pensamientos giraban en torno a ese muchacho castaño, llegaba a despertarse a media noche y trataba de controlarse pero no podía, buscaba algo que lo aliviara de esos sentimientos pero nada lo lograba, cada vez era más nervioso y perdía la concentración, se mostraba incapaz de trabajar, dormía terriblemente  si es que dormía. No se rindió tan fácilmente, buscó distraerse, concentrarse pero nada servía pues para él todo, al menos todo aquello que valiera la pena en su existencia, estaba empapado y ensombrecido por una nostálgica tristeza, por ese amor que tuvo que reconocer ya que toda batalla estaba perdida ante ello, por ese dolor, por la esperanza, por los nervios, los ensueños, el sufrimiento a toda hora.

Si todo era sufrimiento con Seiya se olvidaba y aliviaba con su sonrisa de un instante e Ikki volvía a rendirse de cualquier propósito de olvidarlo.

Sin embargo el tiempo pasaba y con ello Ikki terminaba su tiempo en ese sitio, su aprendizaje estaba completo y debía irse pero el de cabellos azules no se sentía capaz de hacerlo, no podía renunciar a Seiya, no podía olvidarlo de ninguna manera y aunque hubiera distancia entre los dos sabía que no era capaz de dejarlo ir. El dolor de la inminente separación se hacía más profundo y fuerte, convirtiéndose en una tristeza general a todos los aspectos de su vida y de su amor que lo hacían sufrir a toda hora. Lo más importante en todos esos sentimientos encontrados eran las enseñanzas de su vida, el que un hombre no podía sentir lo que él, no por otro hombre. Era insufrible y sin embargo lo sufría.

Con sus planes para irse, para nada más que esperar por la hora indicada y marcharse, Ikki aguardaba sin darse cuenta de nada, no hasta que una voz sonriente lo atrajo de nuevo a la realidad.

-Que bueno que aún no te vas Ikki.

Seiya se acercaba a él sonriendo y tan solo mirarlo le quitaba el habla.

-Que pena que te vayas Ikki-continuaba el castaño-Pero así es la vida, yo mismo estoy por irme.

Y el joven seguía hablando y le decía de sus planes y le daba las gracias por sus atenciones y decía algo de pasar un tiempo con su familia y terminar la escuela. El de ojos grises se sentía morir ¿Cómo soportaría la distancia de se divino muchacho? Y fue más por eso que por cualquier otro motivo que se atrevió a seguir un impulso súbito aunque aún de resistirse no lo hubiera conseguido.

-Voy a abrir mi propio negocio-dijo Ikki con prisa-Si lo deseas, tal vez, solo si quieres Seiya, podrías trabajar conmigo.

-¿De verdad? Gracias-dijo con una enorme sonrisa.

El de cabellos azules apenas si podía creer que le estaba sonriendo de esa manera y como si fuera un autómata escribió su dirección en una servilleta.

-Puedes escribirme-dijo el de cabello azul.

-Gracias, lo haré. Que tengas buen viaje.

Y con eso se dio vuelta y se fue pero el de la familia Fénix Andrómeda sentía que se ahogaba, no podía con dejarlo ahí y partir.

 

 

Una vez más el tiempo pasó, mismo en el que Ikki guardó esa desesperación de su corazón, intentaba llenar el vacío que le provocaba en el alma pero nada lo lograba, así que lo mejor fue dedicarse a sus planes con toda la formalidad que podía pero sin su corazón en ellos. Estaba de regreso en su casa y se dedicaba a arreglar todo lo que debía, se había graduado, atendía la cuestión de comprar una propiedad para fundar su propio hotel, tenía una buena propuesta de negocios y le gustaba el ligar y la ubicación, contaba con los recursos para hacerlo gracias a un fideicomiso familiar, las cosas marchaban al menos.

-Ikki ¿estás en tu habitación?

Quien llamaba a su puerta era su hermano pues las vacaciones habían llegado y estaba con su familia.

-Entra Shun.

-Sigues con lo de tu hotel.

-Si-dijo sin prestarle mucha atención-siempre hay muchas cosas por resolver en este tipo de asuntos.

-No te distraigo entonces. Toma, te llegó una carta-dijo el de cabellos verdes extendiéndosela.

-¿Una carta?-preguntaba el de cabellos azules extrañado-Creía que la gente ya no escribía cartas, ahora todo es con Internet y el teléfono celular.

-¿De quién es hermano?

El de mirada gris tenía la misiva en sus manos y le dio la impresión que su corazón daba un vuelco al leer el remitente: era de Seiya. Por unos segundos se agitó, casi le temblaban las manos.

-¿Te sientes bien hermano?

-Si...estoy bien Shun...tengo que leer esto.

Y como parecía querer quedarse a solas el de mirada verde salió de la habitación, apenas se cerraba la puerta cuando Ikki ya había rasgado el sobre y sostenía la hoja escrita que le traía noticias de ese castaño que sin siquiera aparecerse de nuevo lo dominaba todo en su existencia. Era de hecho una carta formal o tan formal como podía serlo algo escrito por Seiya, le agradecía su ofrecimiento pasado y le contaba que terminó la escuela y buscaba una colocación laboral, contenía una línea bastante casual pero que a Ikki le resultó fundamental al leerla.

-"Espero que aún me recuerdes".

El de cabellos azules casi besaba la epístola, se sentía profunda y verdaderamente feliz y conmovido. Esa carta fue la causa de una alegría continua apenas llegada a sus manos, llevaba esas palabras en su mente, se deleitaba con ellas, aprendió de memoria la misiva incluso. Desde ese momento los planes fueron increíblemente veloces, Ikki no cejó hasta que la compra de la propiedad fue un hecho, casi trabajaba como si fuera diez hombres y no se cansaba ni necesitaba de descanso, todo lo que importaba era que Seiya podría estar de nuevo cerca de él, ver su sonrisa de nuevo.

A algo que dedicó bastante de su tiempo fue a escribirle con una respuesta al de cabellos castaños. Con un inusitado entusiasmo en él escribió por lo menos veinte cartas antes de decidirse a enviar una sola que resultaba ser una formal invitación.

-"Me da gusto que me recordaras Seiya, puedes contar con una plaza conmigo si lo deseas, aguardo por ti".

No se atrevía a  más, le daba el resto de los datos y enviaba por correo la carta para corresponder de la misma forma en que había llegado su mensaje. Así fue como dio inicio una espera por el joven castaño, que le dijera que aceptaba, rogaba por ello prácticamente. No podía aguardar más en su casa así que se fue a su nuevo lugar, esa propiedad que convertiría en un hotel bajo su administración, trabajaba en ello pero aún no sabía nada de Seiya, parecía vivir para verlo una vez más.

El de cabellos azules se mantenía ocupado en el trabajo o al menos pretendía ocuparse en sus labores, llegó a creer que Seiya no iría, casi estuvo a punto de escribirle de nuevo para saber del porqué de su silencio pero no se atrevió. Por eso una tarde en que revisaba unas facturas no se daba cuenta de mucho, no hasta que alguien entró a su oficina y escuchó su voz de nuevo.

-Hola Ikki.

El de mirada gris sintió que sus latidos cesaban, era él, había llegado.

-Espero poder quedarme Ikki-decía el castaño-Este clima no es del todo grato para mi cabello pero me las arreglaré-decía sonriendo-Creo que...

Pero el de cabellos azules apenas si podía convencerse que era verdad, que estaba ahí y que era para quedarse. Recibió a Seiya con los demás del trabajo pero sabiendo que no era como los demás.

El trabajo marchaba definitivamente bien, el hotel estaba en una interesante ubicación boscosa que guardaba silencio y daba la impresión de calma completa, los clientes por lo regular eran personas que buscaban relajarse con la tranquilidad de los alrededores y no se presentaban mayores inconvenientes. Además se ganaban prontamente una reputación por su servicio siempre listo y personalizado, la gente que iba por lo regular terminaba recomendándolos y nunca estaban vacíos. Pero aunque el trabajo marchara tan bien era en lo personal que aún nada se resolvía entre Ikki y Seiya.

 

 

Resultaba que el de cabellos azules parecía incapaz de apenas poder dejar de mirar al castaño, Seiya era generoso, de espíritu abierto y tolerante casi al descuido, reía abiertamente, a veces pasaban tiempo juntos y charlaban o más bien el castaño hablaba pues el de mirada gris era feliz solo de poder estar cerca y escucharlo y verlo pero a final de cuentas nada sucedía entre los dos.

No hasta esa noche en que se quedaron trabajando juntos un poco más, ya era tarde pero era algo que importaba.

-Con un poco menos en las entradas se mejorará el plato fuerte-decía Seiya-Además se ahorrará un veinte por ciento.

-Sabes bastante de comida-le comentó Ikki.

-Me gustaría ser maestro de banquetes, leo todo lo que puedo y además vi a varios antes, así aprendí más.

-La propuesta se escucha bien.

Y no lo decía por halagarlo, en verdad el castaño se había distinguido como un buen trabajador para el lugar, los clientes prontamente le tomaban simpatía al igual que los otros empleados y los proveedores, tenía buenas sugerencias para sus labores y lo que estaba bajo su cuidado nunca daba problemas. El de cabellos azules no podía estar más contento. En ese justo momento el de mirada castaña bostezó abiertamente y estiró sus brazos.

-Perdona por tenerte despierto hasta esta hora Seiya.

-No importa, me gusta el trabajo, nunca terminaré de agradecerte por contratarme Ikki.

El de ojos grises se quedó sin palabras pero el castaño continuó.

-¿Qué tal un café? Nos caerá bien a ambos.

Sin más se levantó y fue por dos tazas y la jarra de la cafetera, regresando en poco tiempo al lado del de cabello azul.

-Aquí está-decía el castaño mientras servía las tazas.

Ikki seguía sin decir nada y Seiya continuaba sonriendo y hablando, al menos siguieron de esa manera hasta que hubo un leve incidente con sus tazas, de un movimiento imprevisto y por estar mirando a su compañero el de cabello azul tiró su bebida.

-Lo siento-decía el de grises ojos.

-Está bien Ikki.

Entre los dos de inmediato limpiaron pues tampoco era un gran desastre pero accidentalmente sus manos se encontraron, si bien a Seiya no parecía importarle demasiado para Ikki no fue tan simple.

-Disculpa, no fue mi intención.

-Está bien Ikki, solo fue un accidente.

-No es que quisiera tocarte-decía el de cabellos azules con más intensidad.

-No hay problema.

-De verdad, tienes que saber que no buscaba acariciarte.

-Ya entendí Ikki.

-Te lo aseguro, no hago ese tipo de cosas.

-Bien.

Sinceramente esa insistencia no le estaba gustando al castaño pero el de ojos grises no dejaba de decirle que no quería tocarlo.

-No creas que esto fue porque me sintiera atraído por ti Seiya, no soy de ese tipo de gente, no soy de esos.

Para el de ojos castaños ya era bastante.

-Ya entendí Ikki  ¿está bien? Y por si te tranquiliza no me fijaría en alguien como tú-decía el castaño medio enfadado.

-¿Qué?-preguntó casi sin aliento.

-Estás tan lleno de prejuicios, solo fue un café que se derramó Ikki, nada más, deja de echarme en cara que no te gusto ¿Bien? No me interesan tus pesadillas.

Con esas palabras para el castaño quedaban resueltas algunas cosas, había fantaseado que ese silencio de parte del otro era porque le gustaba pero ahora veía que no, que era porque rechazaba su estilo de vida.

-¿Qué dices?-preguntaba confuso el de ojos grises.

-Lo que escuchaste.

-Seiya...

-¿Qué vas a hacer ahora? ¿Seguir diciéndome que no eres de esos? ¿O vas a darme un sermón sobre mi vida?

Pero el de cabellos azules no decía nada, tan solo lo miraba de frente para tomarlo por los hombros y sin poderlo evitar ni aguardar más lo besó en los labios.

En un primer momento al separarse ninguno de los dos supo que decir, se miraban solamente, de parte de Ikki no era extraño pero definitivamente Seiya se veía consternado.

-Seiya...yo...

Sin embargo no encontraba las palabras para explicarse, aunque no hicieron falta tampoco, el castaño se acercó y lo besó a su vez, después de todo no lo rechazaba como había creído hasta ese momento.  Ambos sentían que no iba a ser sencillo pero lo iban a lograr de alguna manera.

 

 

Ikki estaba feliz, ese silencioso amor que había guardado estaba ahora libre y podía brillar mientras que Seiya, pues el castaño era tierno y complaciente, así que cuando sintió el amor de su compañero no pudo negarse a corresponderle, no pudo sino enamorarse también. Claro que su relación florecía y eran dichosos pero estaban completamente a espaldas de la familia del de cabellos azules, era una parte a la que el joven aún no sabía como enfrentar.

De todas maneras por el momento no le preocupaba eso, disfrutaba demasiado de la vida y de la alegría que le daba el estar al lado de su castaño compañero, parecía que Seiya sacaba lo mejor de él, conforme pasaba el tiempo era como si creciera la dicha entre los dos, en ese joven de mirada castaña encontraba todo lo que hubiera podido esperar de la vida y aún más; sin duda ese joven sonriente estaba lleno de vivacidad y alegría, le enseñaba a reírse de todo, aún de si mismo. Incluso la intimidad era gratificante, muy gratificante, no desde el primer momento pues habían tenido que acostumbrarse uno al otro pero cuando lo hicieron todo marchó bastante bien.

Pero ocurrió algo más, un asunto familiar que Ikki simplemente no podía dejar de lado, su hermano lo llamó una mañana para informárselo.

-Ikki.

-Hola Shun ¿Qué sucede? ¿Cómo están todos en casa?

-Todos estamos bien hermano, solo te llamo para recordarte el cumpleaños del abuelo, debes estar en casa con nosotros.

Por unos momentos fue el silencio entre los dos pero finalmente pudieron continuar.

-Claro Shun, no lo había olvidado pero pensé que sería algo pequeño.

-Si pero es la familia ¿Cómo puede ser pequeño si nos reunimos Ikki? Cumple ochenta años, eso no sucede con frecuencia.

-Tienes razón.

-Debes venir a casa, hay asuntos que resolver todavía, además debemos ver lo de su regalo y también debe hacerse una comida especial y una misa de agradecimiento.

-Yo entiendo, en cuanto tenga todo listo aquí me iré Shun, estaré en casa.

-Te esperamos Ikki.

Sin más colgaron y el de cabellos azules se quedó pensando un poco, su abuelo no había sido un hombre muy afectuoso con ellos pero le reconocía su firmeza, su forma directa de hablar y el que jamás dejó de velar por su familia. Tendría que estar al lado de los demás sin duda pero ahora era momento de explicárselo a Seiya y que no podría acompañarlo.

-¿Cuánto tiempo te irás?-preguntaba Seiya.

-Será cuestión de unos días solamente-respondió Ikki.

-Supongo que me toca hacerme cargo de todo mientras no estás.

-Te lo agradecería, lo sabes.

Por unos instantes guardaron silencio pero el de mirada castaña sintió la necesidad de saber algo.

-Tu familia no sabe de mí ¿verdad?

-Ya te he dicho como es mi familia Seiya, no será sencillo que ellos lo comprendieran.

-Si ¿Aún temes que te condenarás por estar conmigo Ikki?-preguntó medio en broma y medio con amargura el castaño.

-No, lo que sería una condena es no poder amarte Seiya-le manifestó para besarlo con ternura.

Afortunadamente  después de eso no fue tan complicado el comprender lo que los impulsaba a actuar de la manera que lo hacían, a pesar que el castaño se sentía un poco incómodo con ese asunto de la discreción entendía que para Ikki no había sido nada sencillo dejar a un lado sus creencias por amarlo y por lo que habían hablado de su familia no estarían muy receptivos sobre una cuestión como el que ese joven de mirada gris fuera homosexual. Por ello no hablaron demasiado al respecto, era mejor dejar las cosas listas para ese viaje que los iba a separar por un tiempo, aún no se decían adiós y ya estaban suspirando.

-Será por corto tiempo Seiya, solamente unos días.

-Está bien Ikki, es tu familia, es natural que te quieran en casa. Además ¿Cuántas veces un abuelo cumple ochenta años?

El de cabello azul sonrió, sabía que intentaba hacerle más sencillo partir y se lo agradecía.

-Bueno, está listo mi equipaje-decía Ikki-Tengo el auto listo, mi identificación, creo que no falta nada. Salgo mañana temprano así que será mejor descansar.

-¿Descansar?-preguntaba el castaño como si sugiriera algo más.

Y de hecho lo hacía pues se acercó a su compañero sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Me dejarás solito Ikki ¿No merezco nada?-preguntaba con suavidad y seducción.

El de mirada gris sabía exactamente lo que le estaba pidiendo y se limitó a sonreír, ese muchacho era maravilloso en muchos aspectos y al sentirlo cerca y dispuesto no podía sino desear lo mismo en el mismo momento. Ikki se acercó y tomándolo por la cintura lo besó apasionadamente, no tardaron en encontrarse sus lenguas  que danzaban al mismo tiempo y se complacían con entusiasmo, un poco después el de cabellos azules lo besaba por el cuello y subía un poco más para morder juguetonamente el lóbulo de su oído, los dos se sentían a gusto en la intimidad y por ello no dudaban en dejar pasar libremente sus suspiros que decían que estaban complacidos y que deseaban continuar.

 

 

En poco tiempo Ikki le había desabrochado la camisa a su compañero para acariciarlo con competa libertad por la espalda y el pecho, ahora podía seguir, bajó por su cuello y alcanzó sus pezones sabiendo cuanto le gustaba al castaño que lo tocara de esa manera, sus dedos pasaban por su abdomen y llegaron a los pantalones para soltar el broche y después bajar la cremallera, deslizándolos suavemente por sus caderas pero para poder hacer más sencilla la labor lo llevó a la cama y lo hizo recostarse con cuidado, solo entonces lo despojó de sus pantalones deslizándolos suavemente por sus piernas y no aguardó para hacer lo mismo con la ropa interior.

-Eres encantador Seiya-le susurró con pasión.

Sin esperar Ikki se inclinó en la entrepierna del castaño para besarla mientras su compañero estrujaba las sábanas con sus dedos, entonces el de cabellos azules lo acarició con suavidad y lo besó por la base para llegar a sus testículos y frotarlos gentilmente, buscando que gimiera de nuevo para él y lo logró, entonces lo tomó con cuidado entre sus labios, pasando su lengua por la cabeza y avanzando más, hasta casi tomarlo por completo, retroceder y hacerlo de nuevo, sintiendo arquearse al que estaba sobre las sábanas y provocando que quisiera más de él. A Seiya le parecía que podía terminar de esa manera y le hubiera gustado hacerlo pero el de cabellos azules se detuvo y el de mirada castaña buscó una respuesta.

-Ikki...

-Espera un poco amor-le dijo con dulzura.

El de mirada gris se apartó un poco y comenzó a desvestirse, lo hizo bastante aprisa pues necesitaba de su joven compañero y sin más alcanzó la mesita de noche y sacó el lubricante que guardaban ahí, lo abrió y se aplicó un poco en los dedos sin dejar de mirar al de cabellos castaños.

-Abre las piernas...muy despacio...

Con sus ojos fijos en él Seiya hizo exactamente lo que le pidió, sabía lo que venía y tan solo esperarlo lo excitaba más, casi podía arrojarse sobre ese hombre pero prefería hacerlo a su manera, en ese varonil rostro dominaba el deseo y el amor; tiernamente Ikki comenzó a frotar la masculina entrada, presionó e introdujo uno de sus dígitos, lo exploraba y metió un segundo aunque se tensó un poco en ese momento. Se quedaron quietos por unos segundos pero pudieron continuar, entonces el de ojos grises se dedicó a dilatarlo para que estuviera listo, hacerle el amor siempre había sido una experiencia especial para él. Unos instantes después el de cabellos azules retiraba sus dedos y tomó el sitio entre esas bien torneadas piernas para guiar con cuidado su rígido sexo que ya estaba lubricado para dar paso a sus deseos.

En poco tiempo ya estaba el rígido miembro en el sitio que deseaba, su dueño empujaba con algo de fuerza para traspasar mientras que el castaño intentaba quedarse quieto y se relajaba todo lo que podía permitiéndole el paso a su compañero, que lo hiciera suyo de nuevo y lo llevara al máximo placer. Estaban unidos, eran uno, no había manera de negarlo cuando firmemente sus cuerpos se unían y les daba la impresión que jamás podrían separarse, vino una intensa quietud para ser seguida por unos débiles gemidos, se estrecharon fuertemente y hubo una declaración más.

-Hazme tuyo Ikki-casi imploró el castaño.

-Seiya.

De inmediato Ikki comenzó a moverse, entraba despacio en ese juvenil compañero suyo que no dudaba en recibirlo, avanzaba y retrocedía, casi salía de él para hundirse por completo una y otra vez hasta que encontró el ángulo exacto que hacía que su sexo tocara con exactitud su sensible centro de placer; Seiya gemía con necesidad, separaba más sus piernas y las enredó en las caderas de su compañero, había conseguido bastante habilidad para hacerlo, así lo recibía por completo, el placer era inigualable, tanto que gemía abiertamente y sus manos ya no estaban en las sábanas sino en la espalda de su amante, atrayéndolo hacia él con intensidad.

Las embestidas se hacían más profundas y fuertes, ambos hombres ponían de su parte, sus gemidos aumentaban de volumen conforme el placer se acumulaba, sentían que sus músculos se tensaban, el calor de su piel se intensificaba, de alguna manera a Ikki le daba la impresión que su sexo era estrujado con mayor fuerza por esa masculina intimidad que tanto placer le daba, a Seiya le fascinaba esa sensación que nacía en su vientre, como oleadas, caricias internas que lo encendían y lo hacían buscar más de ese hombre de cabellos azules al grado de gritar; en respuesta el de mirada gris buscaba con necesidad su rígido miembro y lo frotaba aprisa y más aprisa.

-¡¡Ikki!! ¡¡Ikki!!

Esos gritos apasionados del castaño hicieron que el de cabellos azules no lo resistiera más y con un grito de liberación logró que su esencia abandonara su cuerpo y quedara en su cálido compañero por completo y los espasmos de satisfacción que lo recorrían lo hicieron moverse un par de veces más, ayudándolo a lograr su propio clímax, ese instante en que se olvidaba de todo y seguía llamando a su amante con placer satisfecho.

Se quedaron recostados sin fuerzas, se abrazaban buscando su presencia, sintiendo el calor de su piel, esa sensación como si aún estuvieran unidos, la maravillosa experiencia de amarse con el cuerpo y con el corazón. Al mirarse ni siquiera tuvieron que preguntarse si estaban satisfechos, eso era evidente, se recobraron lentamente y comenzaron a besarse de nuevo, les gustaba extender su intimidad con ligeros juegos, saberse seguros de tenerse mutuamente. Pero estaban un poco cansados y algo soñolientos así que se abrazaron y continuaron con su descanso, la calma del sueño y la tranquilidad de saberse en brazos de su amante.

 

 

La fiesta en casa de la familia aún estaba siendo planeada, era para ese fin de semana, así que tenían cuatro días para finalizar los detalles, no era demasiado afortunadamente ya que todos participaban en los planes, no había mucho que decir, no al menos que pareciera relevante. Pero ocurrió algo que si iba a ser de mucha importancia para el de cabellos azules.

-¿De nuevo al teléfono?-preguntaba Shun.

-Lo siento-contestó Ikki-Es solo que me gusta estar informado de cómo va todo en el hotel.

-Deja el trabajo por unos momentos, vamos a cenar.

-Claro.

En realidad el de mirada gris tan solo deseaba escuchar la voz de su castaño, apenas si toleraba estar lejos de él.

Como la familia ya estaba en casa cenaban juntos aunque la celebración propiamente sería hasta el día siguiente pero no estaba mal verse y charlar un poco, compartir planes y proyectos e informarse de que tal andaban las cosas en la vida de los demás. Un tema salió aparentemente de la nada en medio de la cena, uno particular.

-El otro día vi a Shaka-comentaba Hyoga-Parecía contento, me dijo que iba a casarse.

En ese instante todo fue silencio en la mesa pero su abuelo retomó el tema.

-¿Con otro hombre? Parece increíble que hayamos llegado hasta eso.

-Es su elección-decía el rubio-No soy quien para juzgarlo.

-Es una vergüenza-dijo terminante el padre de los hermanos Fénix Andrómeda-Es imposible admitir semejante aberración.

Una mirada a la mesa bastaba para saber que el veredicto parecía unánime: un homosexual debía ser repudiado. Un homosexual, ya fuera hombre o mujer, no era normal, atentaba contra la naturaleza y el orden de Dios. Y ante todo eso Ikki no podía sino mantenerse callado, no así su hermano menor.

-No deberíamos hablar más de esto-dijo el de cabellos verdes-Es un tema desagradable.

-Es verdad-decía su abuelo-Mejor háblanos de cómo te va en el seminario Hyoga.

El joven rubio había sido admitido como seminarista y se preparaba para ser sacerdote, así que el tema de conversación fue el futuro del muchacho de los ojos azules. Sin embargo para Ikki quedaba en claro lo que su familia pensaba y no pudo decir nada más el resto de la noche. La cena terminó y se retiraron para descansar pues debían madrugar para la celebración.

Y como había bastante gente en la casa los hermanos debían compartir habitación, no estaba mal, al menos Shun esperaba poder charlar un poco con su pariente pero éste parecía renuente a hacerlo.

-¿Qué sucede Ikki? Has estado muy callado.

-No es nada.

-¿Te incomodaste por lo que dijo Hyoga de Shaka de Virgo?

-¿Por qué crees eso?-le preguntó algo inquieto.

-Me dio esa idea y no te culpo hermano.

-Shun...

-Ese hombre no es normal-dijo el de ojos verdes con total convicción-Ese tipo de relaciones son desastrosas para las familias, no son más que anormales.

-¿Crees eso?-preguntó en voz baja el de cabellos azules.

-Está mal Ikki, no es solo una vergüenza para los suyos, su alma se condenará por sus acciones.

El de mirada gris ya no pudo decir nada más, su hermanito en esos instantes era completamente inflexible.

-Ikki...

-Creo...creo...que duermas bien Shun.

Sin otra palabra se metió bajo las sábanas dejando a su pariente desconcertado por completo.

-Que descanses Ikki.

Pero el de cabellos azules no descansó, no pudo ¿Cómo podía enfrentar a su familia con lo de Seiya? Ahora veía que no encontraría comprensión alguna en ellos ¿Qué podía hacer? Porque su castaño de sonrisa jubilosa no merecía ser tratado como un sucio secreto, no lo era, era el amor de su vida pero ¿Qué podía hacer? Las dudas y los temores se acumulaban, robándole el sueño y la tranquilidad.

El día de la fiesta todo marchaba como estaba planeado, el desayuno en grupo, la comida preparada, vestirse bien para la ocasión, estar listos para todo, las fotografías, las conversaciones pero en medio de todo eso no escapaba a la vista de nadie que Ikki no se veía bien, parecía enfermo.

-Estoy bien-decía el de cabellos azules si le preguntaban.

Pero no lo estaba y tan solo deseaba que todo terminara para poder marcharse, sin embargo todo estaba por agravarse.

Como parte de la celebración estaba programada una misa de acción de gracias, era bastante normal para ellos, el sacerdote que oficiaba era amigo de la familia y las cosas marchaban como se esperaba, al menos hasta que llegó el momento de comulgar. Toda la ceremonia Ikki había estado como absorto, preocupado, se veía enfermo y aún más, se sentía realmente enfermo. Pese a no haberse confesado en bastante tiempo sabía que su familia esperaba que tomara la hostia y estuvo con los demás mientras esperaba su turno, le faltaba el aire, estaba sudoroso, sentía que las piernas le temblaban ¿Qué pasaría si su familia se enteraba de la verdad?  Veía el altar, recordaba las palabras y las enseñanzas con las que había crecido, los valores y las sentencias. Quedó delante del sacerdote y escuchó las palabras.

-Corpus domine*.

Tan solo debía abrir la boca y tomar la hostia, el corazón le latía con violencia, la cabeza le daba vueltas, parecía que tomaba la hostia pero apenas la sintió contra sus labios se cubrió la boca con las manos y un instante después se desmayó. Su familia se acercó de inmediato, Shun antes que nadie pues había comulgado antes que él, tratando de reanimarlo le tomó las manos y sintió que sostenía algo entre ellas, quedó en su mano y vio de lo que se trataba: era la hostia. Con discreción la tomó él y no le dijo una sola palabra al respecto a nadie.

Su hermano fue llevado al interior de la casa, se llamó a un médico y aguardaron. Cuando el de mirada gris recobró el sentido insistió en que estaba bien, que no dejaran sus planes por él, el médico dijo que parecía estresado y que necesitaba descanso. Ya que no era de gravedad los demás siguieron con sus planes pero Ikki no pudo levantarse de la cama durante las horas siguientes.

 

 

El festejo estaba por terminar, un abuelo de ochenta años era un buen motivo para verse pero llegaría el momento de que cada quien regresara a sus labores, aún quedaba una cena más y otras actividades familiares pero Ikki no pudo hacer nada de eso, seguía enfermo, tenía fiebre y no comía además de verse terriblemente nervioso, por todo ello no lo dejaron moverse, tenía que descansar.

-Cuando te recuperes iras a tu trabajo-decía Shun.

Mientras tanto debía quedarse, su madre lo cuidaba con afecto y ternura, su padre no dejaba de preguntar por su salud y su trabajo, su hermano intentaba acercarse pues siempre habían sido unidos, el resto de la familia preguntaba por su desarrollo pero el de cabellos azules parecía no querer hablar con nadie. Resultaba extraño a los demás eso, sobre todo esa súbita enfermedad ya que el de mirada gris siempre había sido un muchacho muy sano y fuerte pero aparentemente no había respuestas, no físicas. Pero había momentos en que Ikki se veía mejor, era justamente cuando llamaba al trabajo, lo hacía por horas y no permitía que nadie estuviera cerca cuando eso sucedía.

Para Ikki escuchar la voz de Seiya, tan solo eso, era lo que necesitaba y encontraba el consuelo que no conseguía de los suyos. Sin embargo alguien sospechaba de esas llamadas.

Shun había notado el cambio en el comportamiento de su hermano mayor, para él Ikki era una especie de modelo a seguir, todo lo que la familia había esperado de uno de sus miembros lo era el de cabellos azules: estudios, trabajador, respetuoso, conducta intachable, honorabilidad a prueba de todo, en resumen un buen hombre. Aún así al de cabellos verdes le daba la impresión que algo sucedía con él y no entendía porqué no confiaba en él, que no le dijera lo que estaba pasando en realidad.

Fue una casualidad o acaso una fatalidad que las relaciones entre el castaño y el de mirada gris fueran descubiertas.

Ikki se había quedado sin batería en su teléfono móvil, lo más sencillo era esperar a tener carga de nuevo pero deseaba hablar con Seiya y como no había nadie en casa pues fueron a un paseo tomó la extensión de su habitación para comunicarse con él. Shun regresó cinco minutos después ya que olvidaron que alguien debía estar en casa para recibir a los del banquete de esa noche, preocupado por la salud de su hermano procuraba no hacer ruido y él estaría ahí para que no se levantara, que descansara, así que fue al estudio para hacer una llamada solamente al servicio contratado y confirmar la hora de su entrega; estaba en eso cuando escuchó del otro lado de la línea una conversación.

-¿Cuándo podrás regresar Ikki?

-Espero que pronto Seiya, está noche es la última cena con la familia, mañana mismo estaré de vuelta.

-Te extraño tanto.

-Este tiempo sin ti ha sido insoportable.

El de ojos verdes no estaba seguro de lo que escuchaba, la voz de su hermano parecía sumamente tierna mientras hablaba y no fue todo lo que escuchó.

-Como me gustaría que estuvieras conmigo amor.

-A mi también-decía con necesidad el de mirada gris-Te quiero tanto. Y te deseo tanto. Quiero estrecharte entre mis brazos de nuevo, Seiya...

Los que hablaban escucharon un sonido sordo y rabioso, sin saber de lo que se trataba pero unos instantes después ya estaba Shun delante de su hermano con los ojos brillando de furia.

-Debo colgar-dijo secamente Ikki y dejó el aparato.

Hubo un silencio intenso y cortante entre los parientes que no podía durar demasiado tiempo.

-¿Cómo pudiste?-preguntó Shun con algo que parecía horror-¿Cómo pudiste atreverte a esto Ikki?

No tenía sentido fingir que no sabía de lo que estaba hablando.

-Shun...

-¿Qué es eso que acabo de escuchar? ¡Responde!

-No sabía que espiabas mis conversaciones.

-Tan solo temía por tu salud Ikki, ahora temo por tu alma ¿Qué es lo que estás haciendo?

-Luche contra esos sentimientos Shun-le aseguró el de ojos grises-Pero no pude apagarlos, ardían en mí con tanta fuerza que era imposible ignorarlos, tan solo...me enamoré.

-No es posible-dijo el de ojos verdes dándole la espalda.

-¿Cómo puedes condenarme por amar Shun?

Pero el de cabellos verdes no escuchaba demasiado en esos momentos y sería muy firme en lo que tenía que decir.

-Tienes que arrepentirte Ikki.

-No me voy a arrepentir por amar a alguien.

-¡Tú no amas! ¡Eso es imposible! ¿Me escuchaste? Te lo advierto Ikki, si no te arrepientes de esa relación y vuelves al buen camino toda nuestra familia lo sabrá, yo mismo se los diré.

-No puedes hacerme eso Shun.

-Lo haré, tenlo por seguro.

Sin otra palabra el de ojos verdes se fue dejándolo solo, Ikki tuvo que recostarse y pensar, no tenía que preguntarse por lo que su familia diría, sería más o menos lo que su hermano había dicho, no se animaba a imaginar el rostro de su padre...su madre... ¿Qué sería de él? Pero dejar a Seiya...

Las horas siguientes fueron decisivas para el de cabellos azules, había llegado a una resolución.

 

 

Era la última cena con la familia así que todos estaban ahí, reinaba un buen ambiente, animado, se mostraban contentos, aunque Ikki callaba, parecía pensar en otra cosa.

-El padre Camus me ha pedido que vaya antes-comentaba Hyoga en ese instante-Debo prepararme para la ordenación.

-Sería agradable que viniera-comentó Shun-Podrías hablar con él Ikki.

Como su hermano había estado tan silencioso y parecía mantener la mirada baja el de cabellos verdes estaba convencido que lo había hecho recapacitar, que sin duda estaba arrepentido de sus acciones y necesitaría de un guía espiritual para eso.

-¿Todo está bien Ikki?-preguntaba el rubio-Has estado muy callado ¿Ya te sientes mejor?

-Si, gracias por preguntar Hyoga-fue la respuesta del de mirada gris-De hecho me siento tan bien que mañana mismo regresaré a mi vida de siempre.

Ante esas palabras su hermano menor se sintió sorprendido y tuvo que preguntar.

-¿A tu vida de antes Ikki? No puedes hacer eso-aseguró.

Los hermanos se miraron directamente, Shun enfadado pero Ikki seguro de si, parecía un duelo y los demás se daban cuenta que algo pasaba entre ellos.

-¿Acaso recibiste una llamada Ikki?-preguntó haciendo una velada amenaza el de mirada glauca.

Para Shun era un asunto de primera importancia lo que consideraba la salvación de su hermano pero Ikki no pensaba dejarse manipular de ninguna manera, mucho menos por su familia, aunque se tratara de su propio hermano. Tenía que terminar con eso y lo haría él ante toda su familia.

-Soy un buen hombre-dijo Ikki en voz alta-He sido un buen hijo, he cumplido siempre con la ley, nunca he dejado de honrar a mi familia, jamás he hecho daño a alguien por beneficio personal, soy un buen hombre-decía con voz firme y orgullosa el de mirada gris-Y también soy un hombre que ama...así es, amo a alguien, amo a otro hombre.

Ante esas palabras su familia tan solo lo miraba sin saber que decir pero la sorpresa estaba en sus rostros.

-Pueden llamarme de muchas maneras-continuó Ikki-Homosexual, sodomita, gay, loca, joto, marica, puto, afeminado, que bateo para el otro equipo, que me gusta que me soplen la nuca, que soy muerde almohadas, no me interesa. Es lo que soy... y si no pueden aceptarlo es problema de ustedes.

Sin otra palabra se retiró de la mesa, su familia no sabía que decir y su hermano estaba atónito pero se recuperó y lo siguió hasta su habitación donde el otro tan solo tomaba su maleta para irse.

-Si te marchas de esta manera Ikki jamás volverás a verme-sentenció el de mirada verde.

-Te quiero Shun, no dudes de eso, pero si me obligas a elegir no podré sino ser honesto-dijo mirándolo el mayor-No voy a engañarme sobre quien soy en realidad, no lo haré por la familia ni por ti ni por nadie.

Así que llevando su equipaje salió de la habitación dejando a su pariente sin poder creerlo, pero en la puerta había una persona que le habló.

-Ikki.

-Madre-dijo deteniéndose sin saber lo que le diría.

-Mi pequeño-dijo la señora abrazándolo-No te diré nada, no te recriminaré nada hijo, solo quiero que seas feliz.

-Gracias.

-Todo el mundo podrá darte la espalda hijo pero tu madre siempre va amarte.

Le dio un beso en la frente y lo vio partir.

Cuando regresó con los demás estaba en claro que seguían sentenciando a su hijo de cabellos azules pero no pensaba tolerarle a nadie reprimendas por su comportamiento.

-Es mi hijo-dijo la señora-Lo llevé en mi nueve meses, le di la vida y nadie me dirá que no puedo amarlo por ser quien es.

No se quedó a escuchar una sola palabra, no le permitiría a nadie que juzgara a su hijo frente a ella.

Pero fue la única que optó por ese camino ya que para rodos los demás, y más que nadie para Shun, estaba en claro que no pertenecía a su familia.

 

 

El tiempo transcurrió, en ese tiempo sucedieron varias cuestiones, en particular una era importante de tratar para alguien de la familia y era con otro miembro de la familia. Hyoga ya había sido ordenado, un orgullo para los suyos y sin duda también para el joven rubio, pero no dejaba de notar que alguien necesitaba que hablaran y se trataba de Shun. Desde su rompimiento con la familia el joven de los ojos verdes se había negado a hablar de Ikki, él mismo había tratado que charlaran del tema pero el jovencito se negaba y como el rubio estaba por marcharse para tomar su ministerio sintió que había llegado el momento de intervenir abiertamente.

-Hola Shun.

-Hola Hyoga.

En esos momentos se encontraban afuera de la casa, en los jardines, el aire soplaba plácidamente y parecía tan buen momento como cualquier otro para el de ojos azules.

-Necesitamos hablar Shun.

-¿De qué?

-De tu hermano, de Ikki.

-Ya no es mi hermano-dijo con fuerza el de cabello verde.

-No puedes negarlo Shun y no puedes seguir actuando de esa manera.

-Ikki nos dio la espalda Hyoga, lo hizo para estar con otro hombre ¿Qué no te das cuenta? No solo dejó a la familia, dejó también todo en lo que creemos, no merece sino nuestro desprecio, es indigno e infame y está condenado por sus actos.

El rubio sintió que estaba escuchando una recitación, para el rubio esa postura no era sino un conjunto de sentencias sacadas del odio y del resentimiento en contra de otros y era lo que más temía por el de mirada verde.

-Es tu hermano Shun, no puedes tratarlo de esa manera.

-La palabra de Dios es muy clara: No haya ramera de entre los hijos de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel (1).

-No nos pongamos bíblicos tan pronto Shun.

-Es la verdad-dijo con intensidad-Es más claro aún: ¿No sabéis que los injustos no heredaran el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones (2).

-Shun, quiero que hablemos como familia, de tu hermano, no estamos tratando de lo que dicen las escrituras.

-El juicio a Sodoma y Gomorra fue muy claro, la iniquidad condenó a esa gente, por ser sodomitas, homosexuales. No pienso seguir con esto-dijo cansado el de ojos verdes.

-¿Así que quieres que sea de esa manera Shun?-preguntó el rubio impaciente-Bien, sin duda aprendiste lo que está escrito ¿recuerdas el Génesis dieciocho y diecinueve?

-Habla de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Dios lo anunció a Abraham.

-Así es, pero Abraham no rogó por castigo, imploró por misericordia ¿Dónde está tu misericordia Shun?

-Por favor...

-No, es la palabra de Dios: En la ira acuérdate de la misericordia (3). Eres muy rápido para juzgar y condenar y la Biblia ordena algo diferente: No juzguéis para que no seáis juzgados (4).

-¿Es que estás de acuerdo Hyoga?

-¿Qué sucede Shun? ¿Ya no te gustó que te recuerden tus propias faltas? Recuerda: De la abundancia del corazón habla la boca (5) ¿De qué habla tu boca Shun? Porque yo solo he escuchado condenación, rencor, intolerancia ¿Y la piedad? ¿Y la misericordia? ¿Y el amor? ¿Dónde están en ti Shun?

-No es lo mismo.

-¿No? Ya que estudiaste tan bien la Biblia para condenar dime ¿Qué dice la primera de Juan versículo dos nueve? ¿Lo recuerdas?

-Dice...dice...El que dice que está  en la luz y aborrece a su hermano está todavía en las tinieblas-recitó con voz temblorosa.

-Así es Shun y no se refiere solo a hermanos en el espíritu, Ikki es tu hermano en la carne también, la Epístola de Pablo a los Efesios lo dice claramente. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (6).

-La homosexualidad está condenada por la Biblia Hyoga.

-Lo está, pero dime ¿Cuál es el gran mandamiento en el Evangelio? ¿Cuándo preguntaron a Jesús cuál era el gran mandamiento de la ley que dijo?

-Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento.

-¿Y el segundo?

-Y el segundo es semejante-recitó-Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos mandamientos depende toda la ley y los profetas (7).

-La enseñanza más importante de Jesús a los hombres fue el amor Shun ¿Lo que dices y haces es con amor?

-Pero...

-No puedes cubrir tus prejuicios con la palabra de Dios, no metas tus odios y tus miedos como si fueran su palabra porque no lo es. Dios es amor y no busca beneficiarse de otros, el amor no hace daño, si lo hace es mero fanatismo, como en las cruzadas y en la segregación racial o en los pogromos**.

-¿Acaso apruebas lo de Ikki?-preguntó dolido.

-Sé que no lo condenaré por amar Shun, no lo haré, pero odiar...eso es muy diferente. Ikki es tu hermano-le dijo con gentileza colocando una de sus manos en su hombro-No te pido que lo aceptes pero si es su elección respétala. El odio no puede llevar a nada bueno a los hombres, nos sobran muestras de la historia de lo que ha hecho el aborrecimiento y el rencor a otros, nada que nazca del miedo y la ignorancia y el odio puede ser bueno para la gente. No metamos a Dios en nuestras discusiones y conflictos, no en los que nacen de nuestras pasiones.

Con una sonrisa de amabilidad el de cabellos rubios se alejó pero el de mirada verde se quedó callado y pensando.

 

 

Ikki seguía trabajando, le iba bien, de hecho lo que más le agradaba de su vida era poder tener a su lado a Seiya, el castaño era lo más importante de su vida pero no se engañaban ninguno de los dos, sabían que el rompimiento con su familia había afectado al de cabellos azules, solamente su madre parecía desafiar ese veredicto de ya no formar parte de sus vidas. Por eso el de mirada castaña se había mostrado fuerte y afectuoso con su compañero, para devolverle la fuerza y el de cabellos azules se lo agradecía con sinceridad, se amaban y era lo que más apreciaban los dos jóvenes.

Pero justamente por no haber tenido ninguna noticia de su familia fue bastante sorprendente que una persona llegara una tarde al hotel, un joven de cabellos y ojos verdes.

-Buenas tardes ¿puedo ayudarte?-preguntó Seiya atentamente.

-Si...buscó a Ikki.

-¿De parte de quién?

-Soy Shun, su hermano.

El castaño no estuvo seguro de que decir o que hacer, se quedó mirándolo y por su expresión el otro joven supuso que sabía de él.

-Tú eres Seiya ¿verdad?

-Si.

Por unos momentos no dijeron nada pero en eso apareció el de mirada gris.

-Seiya ¿podrías ver si...

En ese instante vio a su hermano, sin duda parecía tenso pero era mejor evitar una escena.

-Shun.

-Hola Ikki.

-¿Qué haces aquí?

-Quisiera que habláramos.

-¿Podrías encargarte de las órdenes para la cena?-dijo el de cabello azul al castaño.

El joven dijo que si de un movimiento y salió con su hermano del hotel, las afueras eran hermosas, un espacio despejado que semejaba un paisaje diseñado en un cuadro, a los huéspedes les gustaba particularmente.

-¿Qué deseas Shun? ¿Hacerme más reproches?

-No, solo quiero hablar Ikki.

Caminaron un poco más en silencio, dejando sus huellas en la hierba, guardaban silencio como buscando la fuerza para decirse las palabras que debían compartir.

-¿Qué quieres Shun?

-Ya te dije...hablar...de ti. Hablar de lo tu relación con ese joven.

-Me pareció que ya habías dicho lo que pensabas.

-No quiero seguir peleado contigo Ikki, somos hermanos, no quiero que nuestra relación se pierda.

-Yo tampoco lo quería pero no me dejaste muchas opciones.

-Lo sé-se tomó un instante para respirar pero debía seguir-No puedo comprender lo que elegiste Ikki, tal vez en el fondo no quiero hacerlo, no puedo evitarlo, es la forma en que fui criado.

-Entiendo eso.

-Pero quiero que sepas que si esto es lo que te hace feliz...si él te hace feliz...de verdad feliz...

-Seiya es el amor de mi vida-lo interrumpió para que quedara en claro lo que sentía.

-No puedo entenderlo hermano, no es la manera en que nos educaron, aún así somos hermanos y no quiero perderte.

-¿En verdad?

-Si.

Los dos se miraron de frente y sin más se abrazaron con cariño, eran familia y algo como sus creencias no los iba a separar.

-Si quieres puedes quedarte a cenar Shun.

-Pues...yo...

-No te presionaré con esto.

-Gracias.

Estaba en claro que los dos necesitarían de tiempo para que las cosas fueran más sencillas, debían confiar en que lo conseguirían.

Así que Shun regresó a su hogar e Ikki se quedó en el suyo, al lado de su Seiya.

-¿Todo está bien?-le preguntó el castaño.

-Lo estará.

Seiya confiaba en que así sería, en que los hermanos solucionarían sus asuntos, de alguna manera, ambos se besaron más tranquilos de saber que había esperanzas.

En cuanto a Shun pensaba durante el camino de regreso en lo sucedido, era sincero al decir que él no podía comprender lo elegido por su hermano pero por encima de todo Ikki era su hermano  lo amaba, nada ni nadie cambiaría eso, ni siquiera sus creencias, más aún si era feliz pues era lo más importante.

Ambos hermanos sabían que en la existencia de cada persona aparecen momentos de decisión que pueden parecer lo que algunos llaman tribulaciones, otros pruebas, unos más castigos, pero salir adelante, tener la fuerza para enfrentar las dificultades y ser leales a uno mismo demuestra quienes son las personas realmente y la fuerza de su espíritu, confiar en seguir adelante y creer, sea cual sea la forma que elija para manifestarse, en que el amor encontrará el camino.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Hay un par de cosas que debo decir sobre este fic, no es, antes que nada, una apología ni una crítica a las creencias de la gente, no es un ataque ni una validación, para mi los fics son entretenimiento antes que nada. En este particularmente si diré algo, algo personal: Dios es amor y no creo que debamos meterlo en nuestras mezquinas peleas, no escudarnos tras él para arrojar nuestros odios, eso no es justo.


Algunas cuestiones más sobre el fic:


*Corpus Domine quiere decir Cuerpo del Señor, es parte de la liturgia católica para comulgar.


**Los pogromos son pillajes y/o matanzas sobre grupos específicos por multitudes desenfrenadas para apoderarse de sus bienes y eran justificados por su etnia, raza, credo o posición social, se aplicó especialmente contra los judíos y sobre todo en Rusia, de donde viene la palabra, pues eran instigados por las autoridades mismas.


Todos estos son versículos de libros bíblicos:


(1) Deuteronomio 23:17.


(2) 1 Corintios 6:9.


(3) Habacuc 3:2.


(4) Mateo 7:5.


(5) Lucas 6:45.


(6) Efesios 4:31-32.


(7) Mateo 22:36-40.


La siguiente semana si nada sucede ya subo el que había acordado, si lees esto Androgirl ya siguen tus fics, el que viene se llama Aniversario.


Atte. Zion no Bara



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