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Imprevisto por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es un fic con una pareja que ya he utilizado pero creo que se ven bien juntos, por eso vuelvo con ellos.

Notas del capitulo:

Dedicado a Androgirl quien quería algo de Sorrento y Mpreg y es además una de sus parejas favoritas, a KarlaCamus quien también gusta de la pareja y a Lu quien sugirió algo con Kanon, espero que les guste,

Y que les guste a los demás.

 

 

Después de una batalla lo más difícil es que aquellos campos que se vieron afectados por la guerra resurjan, eso lo sabían bien los habitantes de Atlántida que después de la batalla contra el Santuario y su vuelta a la vida debían hacer frente a los nuevos retos que se les presentaban como parte y responsabilidad de esa existencia que les era concedido poder llevar. Estaban conscientes que esa oportunidad se debía únicamente a que la señora del Santuario, Atenea o la señorita Saori como parecía preferir que la llamaran, estaba al tanto que era mejor mantener el equilibrio de los diversos reinos para bien de la humanidad. Además a su manera de ver las cosas ellos no habían hecho nada malo, solo cumplir los deseos de su señor, Poseidón o Julián Solo, como a veces lo llamaban.

De tal manera que el hacer que el Templo del Mar fuera de nuevo el sitio que había sido requeriría de mucho trabajo y esfuerzo pero sus habitantes estaban más que dispuestos a llevarlo a cabo para recuperar su hogar y mostrarse de nuevo con honor delante de los demás que también debían volver a hacer surgir sus propios hogares. Era por ese motivo que en ese momento en el que fuera el pilar mayor se encontraban reunidos todos los generales marinos y su señor o casi todos.

-La restauración de los pilares es una prioridad-decía su señor a sus generales-No solo por lo que representan sino porque de manera práctica son realmente el sustento de Atlántida, deberán ser alzados antes que nada para permitir el nuevo desarrollo de nuestro reino.

Los generales estaban más que de acuerdo con eso y por ello durante semanas se habían dedicado a trabajar duramente en su labor, incluso parecía competencia el ver quien avanzaba más en su labor pero estaba surgiendo un problema bastante importante en medio de su trabajo, una cuestión que no había manera de dejar de lado y fue informado el propio Julián Solo quien no tuvo más que contemplarlo unos momentos para resolverse y por ese motivo llamó a sus generales de nuevo ante él.

-Me ha sido informado de los inconvenientes para sus labores-decía el señor de Atlántida-Parece ser que todo depende de un solo pilar.

-Así es mi señor-decía Bian-Podemos seguir trabajando pero si no están todos los pilares bastará para que el demás trabajo se venga abajo.

-Deben ser todos los pilares al mismo tiempo-decía Eo-Ya comprobamos que no hay otro camino.

-Sin el pilar del Atlántico Norte es imposible levantar los otros-agregó Isaac.

Eso los llevaba a una resolución que parecía no gustarles a pesar de lo necesaria que era para su trabajo de restauración, el propio señor del lugar lo notaba en sus rostros pero si no había más opciones tendría que hacerse.

-Es necesario que Kanon de Géminis venga-dijo como una sentencia Julián Solo.

Sus generales callaban pero no terminaba de gustarles lo que sucedía, para ellos ese hombre de cabellos azules no era sino un traidor, los había abandonado y a su armadura para seguir al servicio de Atenea, claro que también sabían de su papel en lograr que la humanidad no pereciera por completo pero de todas maneras les resultaba un poco difícil hacerse a la idea de verlo de nuevo. Julián Solo en su papel de Poseidón parecía sopesar las implicaciones de ese movimiento pero al final se dijo que era necesario y por lo tanto lo haría llamar a sus dominios.

La cuestión era tratar de saber quien de sus generales era el adecuado para esa labor, necesitaba de alguien que no hiciera un mal papel en el Santuario, que contara con diplomacia y suavidad además de convencimiento...ninguno lo hacía así que mejor era seguir adelante con eso.

-Sorrento, irás al Santuario y pedirás a Kanon de Géminis que venga a Atlántida, vista sus escamas y se haga cargo de su pilar.

El joven de mirada rosa no estaba seguro del porqué le tocaba a él hacer eso pero a final de cuentas su señor solo pensó que él sería más amable y no armaría un nuevo conflicto, así que le tocaba hacer el viaje y entrevistarse con el antiguo general y llevarlo de vuelta. No le estaba gustando nada tan solo de imaginárselo pero eran órdenes y las cumpliría.

-Lo haré mi señor-dijo aceptando.

Apenas al día siguiente el general marino de Siren estaba listo para el viaje y se dispuso a partir, dijo adiós a sus compañeros y partió hacia el Santuario.

 

 

El viaje en si mismo no le ofreció inconvenientes de ninguna manera al general marino, no tardó en alcanzar el sitio que necesitaba y con todo el aplomo del mundo hizo su entrada en el Santuario donde tuvo que ser recibido por los caballeros dorados de Aries y Tauro.

-Eres bienvenido Sorrento de Siren-le dijo el de Aries.

-La señorita Saori te espera-le dijo el de Tauro.

-Gracias-fue lo único que pudo responder el venido de Atlántida.

Sin más comenzaron a subir escaleras y eso les llevó unos momentos, el de cabellos violáceos no pudo sino preguntarse para qué de tantas escaleras pero no se quejó, trataba de concentrarse en lo que diría para salir lo antes posible de ahí, no era su ambiente y siempre que se encontraba en ese tipo de circunstancias le parecía que estaba algo desprotegido, prefería acabar con su misión pronto.

Los mismos caballeros que lo escoltaban no tardaron en conducirlo a una especie de salón de audiencias en el que se notaba claramente la figura de la misma muchacha de cabellos morados a la que alguna vez combatieran, nunca había olvidado el sonido vibrante de su cosmos, aún lo enternecía el recuerdo.

-Eres bienvenido a El Santuario Sorrento-le dijo Saori con formalidad-Esperamos que tuvieras buen viaje.

-Fue un buen viaje-dijo educadamente el de Siren-Mi señor Poseidón me ha enviado con una misión especial.

-¿Cuál es?

-Que Kanon de Géminis vaya al Templo del Mar.

La de ojos azules no pareció sorprenderse y se dirigió a Mu.

-Por favor, que venga Kanon.

El de Aries se retiró velozmente y mientras tanto Saori intercambió cordiales frases con el general marino, le preguntaba por su señor, los otros generales y por como marchaban las cosas en su reino, a todo le respondió el enviado hasta que finalmente las puertas se abrieron de nuevo y entraron dos figuras, una era la ya conocida del caballero de la casa de Aries y la otra también lo era, se trataba del gemelo del caballero de Géminis, era Kanon que alguna vez fuera general de Dragón de Mar.

-Mi señora-dijo el recién llegado de cabellos azules.

-Gracias por venir Kanon-dijo Saori-Sorrento ha venido con un mensaje para ti.

Como si le cediera la palabra la joven guardó silencio y todos miraban al venido de Atlántida que con todo el aplomo del mundo le habló al de cabellos azules.

-El señor Poseidón quiere que te presentes en Atlántida-decía el de mirada rosa-Es una cuestión de los pilares.

El de Géminis se limitó a mirar a Saori, como si buscara su autorización y la joven hizo un gesto afirmativo con una sonrisa.

-Aún debo resolver un par de cuestiones en El Santuario-dijo Kanon-En cuanto las termine iré al Templo del Mar.

-Si lo deseas puedes quedarte Sorrento de Siren-le dijo Saori-Nos agradará contar con tu presencia un poco más.

-Gracias.

Con eso parecía decidido todo y en una muestra de cortesía Sorrento se quedaría con ellos hasta el día siguiente y pasaría la noche en la casa de Géminis. Hubo una cena en la que se sentó al lado de Saori y charlaron amablemente, la joven de los ojos azules parecía interesada en saber si estaban bien y no dudó en ofrecer su ayuda si en algo podía serles de utilidad, a todo dijo gracias el de Siren con una encantadora sonrisa pero al final se hacía tarde y era mejor que todos descansaran.

 

 

Aunque un par de personas no descansaban y se trataba de los gemelos de la tercera casa del Santuario.

-Si no querías ir debiste decirlo Kanon.

-¿Cómo se supone que me iba a negar Saga? Es una petición de Julián Solo, si me negaba la señorita Saori hubiera querido saber el porqué.

-¿Y porque no quieres ir?

-Sabes muy bien que no terminé con muchos amigos ahí.

-¿Qué con eso? Nunca me ha parecido que te importe mucho que los demás te acepten o no hermano.

-Va a ser bastante incómodo.

-Lo superarás-le dijo Saga sonriendo y colocando una mano en su hombro-Se me hace tarde, Mu debe estarme esperando.

El gemelo mayor tenía una bastante seria relación con el caballero de Aries así que no era inusual que se reunieran para pasar la noche juntos.

-Que se diviertan.

-Gracias. Procura ser amable con Sorrento, parece amigable.

-Si como sea.

-Nos vemos.

Sin más el gemelo mayor se fue dejando a su hermano solo, no tan solo pues unos momentos más y Sorrento ya estaba ahí.

-¿Todo bien Kanon?

-Si.

-Espero que no te incomode alojarme esta noche.

-Está bien. Te mostraré tu habitación.

-Gracias.

No caminaron mucho y llegaron a la recámara, no estaba mal, pequeña pero acogedora, además se notaba que no tenían muchas visitas.

-El baño está al final del pasillo, si necesitas algo solo debes decírmelo Sorrento.

-Estoy bien Kanon, gracias.

Por unos instantes se quedaron callados y tan solo se miraron pero el de cabellos violáceos continuó.

-Sinceramente no pensé que aceptarás ir Kanon. Ahora tienes una vida aquí, por lo que sé incluso usas la armadura de Géminis.

-No creí tener un sitio entre ustedes Sorrento.

-¿Y lo tienes aquí?

-Te dejo descansar-dijo cortando toda esa charla.

Sin más salió de la habitación dejando al joven solo, el de Siren lo observó pero lo dejó pasar, él ya había cumplido con su parte, pensando en eso decidió que se daría un baño, entre el viaje y estar ahí se sentía un poco acalorado, el clima era diferente de lo que acostumbraba así que prefería sentirse más fresco  para descansar.

Por su parte Kanon se decidió a relajarse un poco y para eso salió del tercer templo, la brisa nocturna era agradable para descansar un poco o al menos para intentar hacerlo pues el que fuera un general marino no terminaba de estar convencido sobre regresar al Templo del Mar, un sitio al que realmente jamás pensó volver. Después de todo su historia no daba para buenos augurios, se trataba de una especie de desertor de ese sitio, un traidor, no había más manera de llamarlo ya que jamás había puesto su voluntad al servicio de ese lugar, tan solo se limitó a utilizarlo como usaría a muchos más en su vida. Pero era otra vida o al menos ayudaba a consolarse el pensar que lo era.

Al final el caballero de cabellos azules dio inicio a su regreso al templo, estaba muy silencioso y supuso que lo mejor era descansar, caminó hacia su habitación y fue en ese momento que sucedió, tal y como ocurre cuando lo imprevisto llega a nuestra vida.

Sorrento había terminado de bañarse, le había gustado el agua casi fría sobre su piel y estaba dispuesto a descansar, siendo así con tan solo una toalla alrededor de su cuerpo caminaba hacia la habitación que le habían designado sin darse cuenta de que le había robado el aliento a un hombre de ojos verdes que ni siquiera parpadeaba por verlo pasar. Entró a la habitación y se dedicó a terminar de secarse.

Para Kanon las cosas no eran tan sencillas, era verdad que nunca había tratado mucho con los otros generales marinos conforme fueron apareciendo en el Templo del Mar, de la misma manera que no había sido muy cercano con los demás caballeros en el Santuario, de hecho en su vida de manera general no era de los que entablaba relaciones con los hombres pero no se negaba que algo había sucedido en él al ver a ese encantador joven tan hermoso con una toalla simplemente, que sabía estaba tan cerca de él, a su alcance, sus hormonas estaban como de carnaval y eso no había pasado antes.

En el interior de la recámara un Sorrento que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo más allá de la puerta se sacudía su cabello, no era mucho trabajo pero no deseaba dejar húmeda la almohada, tal vez debió pedirle una secadora de cabello a Kanon pero justamente cuando pensaba en ese hombre su puerta se abrió y un instante después ya estaba el gemelo delante suyo mirándolo con intensidad, sin parpadear siquiera. El de ojos rosas estaba por preguntarle que era lo que quería pero una mirada más detenida de ese varonil rostro le dijo claramente lo que iba buscando.

El gemelo de Géminis fue mucho más directo y dando un paso estaba delante de Sorrento acariciándolo en el rostro con suavidad, para él estaba en claro que era peor no arriesgarse que quedarse con la duda de lo que pudo ser, si no lo aceptaba nada se perdería pero si accedía...

-No seguiré si no quieres Sorrento-le dijo con suavidad.

El de cabellos violáceos parpadeó un par de veces, como pensando, no era virgen, nada de eso, ya tenía en su haber sus aventuras y algunas ciertamente habían sido de una sola noche pero aún así, nunca con otro general marino ¿Kanon era un general marino? ¿O era un caballero dorado de El Santuario? ¿Qué era ese hombre en realidad? Pero al sentirlo acariciar su brazo dejó de preguntarse quien era para decirse que lo más importante era que se trataba de un hombre y uno muy guapo que estaba delante de él en ese justo instante.

-Ven aquí-dijo Sorrento.

Con esas palabras apenas y un momento después ya se estaban besando, ninguno de los dos estaba para perder el tiempo.

 

 

El de Géminis se comenzó a abrir la camisa para hacerla a un lado, después sus manos fueron a los pantalones y en ese punto el de ojos rosas lo ayudó, acariciándolo al mismo tiempo en la entrepierna con entusiasmo y traspasando su ropa interior, aún así tuvieron que separarse un poco para darle espacio al de cabellos azules de poder desvestirse y de paso casi arrancar la toalla que usaba el venido de Atlántida dejándola a un lado y sentirse por completo, piel con piel, experimentando el calor que aumentaba entre los dos y que parecía revelarse en sus erecciones ya que se elevaban con bastante velocidad.

Apenas mirándose y con manos ansiosas lograron entenderse en lo que querían y no era charlar, el de Siren se arrodilló delante del de Géminis terminando con un apasionado beso en el que sus lenguas se encontraron para encontrar algo más, era ese turgente sexo que parecía llamarlo de una manera bastante morbosa a la que no pudo resistirse, sin más la tomó por la base y comenzó a pasarle la lengua como si se tratara de un caramelo...uno bastante grande, pero igual deseaba probarlo, apenas se sintió más cómodo lo llevó a su boca, con cuidado de no rozarlo con sus dientes, introduciéndolo para que su lengua lo frotara y sus labios lo estrecharan, iniciando un bombeo bastante rítmico demostrando que la experiencia siempre es algo útil.

Para el de cabellos azules estaba siendo delicioso, nada de primero una relación y hablar y entenderse, no, era solo un hombre que encontraba placentero estar con él solo por una noche y él no podía pedir más. Sintiendo lo que esa boca le hacía cerró los ojos gimiendo como si le doliera para después llevar sus manos al cabello violáceo y guiar esos movimientos un tanto desbocados y hacerlos más veloces, buscando llevar más al interior de esa complaciente boca su sexo que deseaba sentirse estrujado por algo más que su mano bajo el agua de la ducha, fue un poco brusco en sus maneras pues sujetaba la cabeza con más fuerza de la necesaria pero el otro seguía bastante bien con su labor, a momentos retrocedía hasta casi sacarlo de su boca para volver a recorrerlo y llevarlo a su interior, era delicioso.

Sorrento necesitaba hacer algunas cosas más que simplemente sentir que se ahogaba por la manera en que se estaban dando las cosas, así que sujetó el erguido miembro del de ojos verdes por la base y se limitó a tener tan solo la mitad del mismo en sus labios, su lengua era bastante diestra mientras su otra mano se apoyaba en las caderas del de cabello azul para alcanzar su trasero y apretarlo sin nada de delicadeza, sacó por completo el rígido sexo de su boca para sujetarlo por la punta con los dedos y pasarle la lengua desde la base hasta la corona y se dedicó a darle pequeños besos sobre todo en el frenillo disfrutando de los gemidos que le arrancaba al otro, lo vio humedecerse y sopló suavemente sintiéndolo estremecer y entonces lo llevó de nuevo a su interior sujetándose de sus nalgas para sobrellevar mejor las embestidas.

En algún momento Sorrento sintió que ya le dolían las rodillas de estar así...y la mandíbula pero el otro hombre debía estar más o menos igual pues sin ningún tipo de aviso se apartó y sus miradas se encontraron, no se dijeron nada, tan solo se miraban excitados, el de Géminis se inclinó y con fuerza tomó esos labios completamente rojos con los suyos, un beso intenso, sensual, sus lenguas se encontraron y se separaron lentamente, para el de mirada verde estaba bellísimo ese muchachito delante de él, aparentemente sometido a su voluntad, más pequeño físicamente que él y de cierta manera aunque no se lo explicaba más inocente, si, porque él entendía que el sexo podía ser una experiencia que no se olvidaba mientras que el de Siren aún no pensaba en las consecuencias.

De pronto los dos quedaron de pie desnudos en la habitación, se miraron por unos segundos, eran muy diferentes, en todo Kanon se veía más un hombre, maduro, varonil, fuerte mientras que Sorrento era más pequeño, delicado, juvenil, pero a los dos les gustaba lo que estaban viendo y no pensaban sino en seguir; fue el de cabellos azules quien atrajo al de mirada rosa contra su cuerpo con algo de fuerza, empezó a acariciar su espalda y sin vacilar guió sus manos hacia abajo llegando hasta el firme trasero y lo apretó haciendo al mismo tiempo que sus erecciones se encontraran y se frotaran con un poco de fuerza, parecía que a cada momento se deseaban más.

Mientras seguían tocándose y besándose de manera casi brusca uno de los dedos de Kanon comenzó a rodear la íntima entrada de Sorrento, lo hizo con un poco de prisa pero no buscaba sino acariciarlo, lo frotaba en su intimidad y disfrutaba de cómo se estremecía al principio para abrirse lentamente, aunque sería muy incómodo tratar de seguir de esa manera, necesitaban de algo que lo hiciera más sencillo pero ocupados como estaban entre los besos con todo y lengua y acariciarse de manera lasciva no estaba en la mente de ninguno de los dos separarse para ir por el lubricante. Algo que por cierto fue sustituido sin demasiados miramientos y que terminó gustándoles bastante.

El de Siren aún sentía esos besos, le parecía que tal y como había manejado el otro su sexo en su boca ahora lo hacía con su lengua, si hubiera podido se habría reído de la idea, estaba haciéndole el amor con la lengua y estaba cerca de la verdad pues apenas si sintió como se separaban un poco y al siguiente momento ya estaba sobre la cama, boca abajo, sus piernas levemente separadas y el de Géminis no lo dejó voltear ni acomodarse, sino que se abalanzó hacia él para con sus manos separara su trasero y dejarlo expuesto, llevando se lengua directamente a aquel sitio, no era aficionado a algo así pero ese joven de mirada rosa lo valía, por eso pasaba su lengua por su entrada procurando dejarla cubierta con su saliva, alternaba sus labores con sus dedos que trataban de traspasar mientras el de cabellos violáceos se acariciaba a si mismo la entrepierna tratando de relajarse.

Cuando Kanon sintió que el de Siren estaba más relajado no dudó en acomodarse sobre él y buscar sus labios mientras dos de sus dedos lo dilataban con velocidad, entrando, apartándose, localizando su sensible próstata y haciéndolo retorcerse sobre las sábanas, un poco más y sintió el rígido sexo del de ojos verdes contra su entrada, sabía lo que venía a continuación. El de Géminis logró apoyarse sobre el cuerpo del joven debajo de él, comenzó a empujar para llevar su hombría al interior de su masculino pasaje que lo engullía poco a poco, tuvieron que hacerlo lentamente para relajarse y acostumbrarse pero les gustaba como iban las cosas hasta ese momento, unieron sus bocas una vez más aprovechando así para anclarse bien dentro y el de cabello violáceo arqueó su espalda haciendo que el otro saliera un tanto de su cuerpo pero de inmediato lo sintió hundirse otra vez.

Los gemidos del de mirada rosa excitaban al de cabello azul, verlo comportarse así, como si no pudiera seguir pero pidiendo más, trataba de encontrar el ritmo adecuado y lentamente estaban lográndolo, hundiéndose y retirándose, sujetando esas afiladas caderas y dejando que el peso de su cuerpo sometiera al del otro, con habilidad logró que los dos quedaran recostados de lado sobre las sábanas y con una de sus manos sostuvo una de esa bien torneadas piernas arriba haciendo la penetración más firme, movimiento que aprovechó el de cabellos violáceos para frotarse con entusiasmo su propio miembro que lo disfrutaba bastante mientras era embestido con vigor.

Aún así el de Géminis no se conformaba con la posición y sin más se apartó de Sorrento quien se sintió recostado sobre su espalda para volver a sentir el cuerpo del otro sobre él, quedando frente a frente, mirándose, mientras el de cabellos azules volvía a invadir ese juvenil cuerpo que no tuvo problemas en recibirlo.

-¡Que bien lo haces Kanon!-decía el de ojos rosas con voz apasionada.

-¿Te gusta?-preguntaba el de cabello azul casi sonriendo.

-Me gusta...no pares...por favor...

La sonrisa del gemelo se hizo completa pero aprovechó para besarlo en los labios y comenzó a embestirlo de nuevo, haciendo que el que sonriera fuera el de Siren, entrando en lo más hondo de su ser para comenzar a entrar y salir con intensidad, un poco más lento para que sintiera por completo su virilidad en él para volver al mismo bombeo fuerte y profundo pero incluso más pues ahora tocaba la sensible próstata a cada embate. Se estrechaban con fuerza y movían sus caderas con determinación así que para ninguno de los dos fue posible decir cuanto tiempo llevaban de esa manera y lo cierto fue que no les importaba, tan solo disfrutaban hasta gritar lo que hacían y por ello fue inevitable que su culminación se anunciara con demasiada fuerza.

-No puedo más-gimoteaba Sorrento.

Aparentemente Kanon tampoco pues se movía más aprisa pero fue inevitable que el de Siren terminara primero dando de jadeos y sacudiéndose sobre su espalda, arqueándose y apretando sus piernas con fuerza contra la cintura del de mirada verde, pero este aún se agitaba sobre su cuerpo hasta que logró terminar dejando se esencia en el interior de ese cálido cuerpo que por su propio orgasmo lo apretaba con energía y lo hacía estrecharlo con intensidad hasta terminar con unas cuantas embestidas más y quedarse ambos muy quietos para después separarse.

-Tal vez deba irme-dijo después de unos momentos el de Géminis.

-Está bien-respondió Sorrento.

Lo vio sentarse en la cama primero y vestirse después, había algo en Kanon después del sexo, era como si su aspecto generalmente a la defensiva se suavizara, en ese instante le parecía al de ojos rosas como un jovencito más que un hombre. Apenas si se puso los pantalones y volteo a ver al de Siren, no estaba seguro de lo que ese muchacho había hecho en él para comportarse de esa manera pero no se sentía capaz de descifrarlo en ese instante.

-Que descanses.

-Hasta mañana.

No se dirigieron una sola palabra sobre lo sucedido aunque en sus mentes supuestamente estaba bastante claro: Solo una noche, solo sexo. Nada más.

 

 

A la mañana siguiente Sorrento se levantó, la verdad estaba un poco adolorido pero se sentía bien, no era nada que no pudiera manejar, tuvo que darse otro baño y se vistió, estaba listo para regresar así que se encontró con el de cabellos azules que parecía haberse levantado antes que él.

-Buendía-saludó.

-Buenos días Sorrento ¿quieres desayunar?

-Solo tomaré algo.

En silencio comieron poco hasta que era momento de seguir con sus planes.

-Aún debo solucionar algo en el Santuario-decía el de Géminis-Son compromisos anteriores pero iré a Atlántida, esta misma semana estaré ahí.

-Se lo diré al señor Poseidón.

-Gracias.

Parecía que era todo lo que podían decirse entre los dos, no comentaron nada de la noche anterior y sinceramente no veían porqué hacerlo, eran adultos, sabían bien lo que hacían o al menos eso creían.

Como fuera el venido desde la Atlántida se presentó delante de Saori y le dio las gracias por sus atenciones y se despidió, la señora del Santuario lo despidió afectuosamente  con sus parabienes, era momento de regresar para el general marino.

Una vez de vuelta a su territorio Sorrento fue saludado y bien recibido por quienes lo vieron pero el joven sabía que no podía retrasarse mucho y se dirigía directamente a los aposentos de su señor.

-Bienvenido Sorrento-decía el gobernante de Atlántida.

-Mi señor-respondió colocando una rodilla en tierra.

-¿Cómo te fue?

-Muy bien-dijo incorporándose-Kanon de Géminis ha aceptado venir, debido a compromisos previos no pudo hacerlo de inmediato pero prometió estar aquí esta  misma semana.

-Me alegra escucharlo-hizo una breve pausa pero continuó-¿Y la señorita Saori?

-Se encuentra perfectamente, envía sus parabienes y dijo que si en algo podía ser de ayuda le dará gusto apoyar al Templo del Mar.

-Es grato saberlo.

El de ojos rosas notaba como le cambiaba la expresión a su señor tratándose de esa muchacha de cabellos morados, él no lograba entenderlo, nunca se había sentido de esa manera ¿Sería diferente la relación de un hombre con una mujer que de un hombre con otro hombre? No lo sabía y por el momento prefirió dejar eso de lado, tenía trabajo en su propio pilar así que apenas pudo retirarse se dirigió a su labor. Aunque primero tuvo que hacer otra cosa.

Avisados los demás generales de su llegada no tardaron en buscarlo pues la verdad estaban bastante interesados en la cuestión de una posible estancia del que fuera un general marino con ellos.

-¿Qué pasó Sorrento?-preguntó sin perder el tiempo Bian.

-Todo salió bien-respondió el de Siren.

-Entonces ¿Kanon vendrá?-preguntó Isaac.

-Si, dijo que lo haría esta misma semana.

Los demás pusieron unas expresiones particulares, tendrían que resignarse a verlo pues a pesar de todo lo necesitaban para restaurar su reino. El de cabellos violáceos no pensó mucho en ello, se limitaba a seguir con sus labores.

 A partir de tres días de la llegada de Sorrento hizo su llegada alguien más, no dejaron de notarlo pero nadie se atrevía a dirigirle la palabra, sabían bien de quien se trataba, no se engañaban en eso pero aún no estaba decidido sobre cómo se relacionarían y en cuanto al recién llegado parecía no interesarle lo que los demás creyeran, iba directamente al sitio en el que estuviera el pilar principal, el lugar en el que se encontraría con la reencarnación de Poseidón, Julián Solo.

-Kanon-dijo el joven apenas lo tuvo enfrente.

-He venido-respondió el de ojos verdes.

Mientras ellos dos charlaban en privado por fuera ya se estaban reuniendo los demás, la voz se había corrido con velocidad y ya había bastantes curiosos por observarlo, seguían ahí cuando salió y pretendieron desperdigarse pero el de mirada verde no se engañaba, sentía sus miradas sobre él y sabía perfectamente que no necesitaba esperar un buen recibimiento, bastaba con que no se metieran con él pues tan solo estaba para cumplir con su parte, ya Julián Solo le había explicado lo sucedido y él cumpliría con su trabajo.

 

 

Al menos durante los primeros días no sucedió nada fuera de lo esperado, Kanon se sentía en cierta manera un objeto extraño que los demás miraban a distancia pero algo similar le había sucedido en el Santuario así que pudo manejarlo mejor, se dedicó a  estudiar lo que fuera su pilar, los daños y la manera de levantarlo de nuevo, cuando tuvo un proyecto concreto se lo presento a Julián Solo quien le dijo que lo estudiaría para aceptarlo o no. Tan solo era cuestión de esperar.

De hecho la respuesta no tardó en llegar y fue presentada por alguien bastante conocido.

-¿Kanon?

-Sorrento-dijo un poco extrañado el de cabellos azules.

-El señor Poseidón me envió-decía el de ojos rosas-Me ha dicho que acepta tu proyecto y de hecho cree que sería benéfico para mi propio pilar así que quiere que me lo expliques.

-Muy bien.

De inmediato se pusieron a revisar el plan del de mirada verde y no se dijeron mucho que no tuviera que ver con el proyecto pero en algún momento eso tenía que terminar y cuando eso sucedió pudieron hablar un poco más.

-¿Cómo se te ocurrió esto Kanon?

-Estuve más tiempo que la mayoría aquí, conozco el lugar Sorrento.

-Y lo conoces muy bien por lo que veo.

El proyecto del de ojos verdes no era complicado pero si bastante ambicioso: No se trataba de levantar pilar por pilar sino levantarlos todos al mismo tiempo. Así que lo más importante era el poder trabajar todos juntos para conseguirlo, en ese tiempo incluso ya el de cabellos azules estaba a la par con su pilar de lo que tenían los demás, cosas como material y trabajadores estaban seleccionados, tan solo hacía falta que Julián Solo pusiera en marcha el trabajo.

-Los demás se sentirán complacidos de saber esto Kanon.

-Al menos espero que estén de acuerdo.

-Lo estarán, ya lo verás.

-Quiero que esto marche Sorrento, en cuanto esté listo podré regresar al Santuario.

-Pareces tener mucha prisa con eso ¿No estás a gusto con nosotros?

-Por favor, los dos sabemos que mi presencia no es grata.

-¿Acaso nos culpas por eso?

-No, sabes que no.

-Tal vez sea mejor que descanses Kanon, nos veremos después.

-Bien.

Parecía que era todo, sin embargo el de ojos verdes había observado demasiado al de ojos rosas en ese tiempo juntos, no pudo sino recordar lo que había sido esa noche en el templo de Géminis, la forma de su cuerpo, la suavidad de su piel, esa ardorosa forma de entregarse en la intimidad y de dejarlo sin fuerzas, de nuevo esa sensación de no poder controlarse cerca de él, de necesitarlo y sintió que su sangre se encendía por su proximidad pero ¿Qué pensaría Sorrento de eso? Solo había sido una noche, ese había sido el acuerdo sin palabras entre los dos.

-¿Qué?-preguntó de pronto el de Siren.

Pero no obtuvo una respuesta.

-¿Por qué me miras tanto?

Aunque su respuesta fue que lo tomara por la barbilla y lo besara, no le pedía, más bien le ofrecía.

-Kanon-decía el otro sorprendido.

Si bien su respiración se agitó de inmediato y le pareció que una especie de fuego se encendía en sus entrañas, sus sentidos se exaltaron con velocidad y no pudo moverse de su sitio.

Era un buen momento para preguntarse que era lo que estaba pasando entre los dos realmente pero la parte que pensaba en ellos no deseaba que la importunaran con preguntas, estaba más entusiasmada con continuar, ya después averiguarían pero no en ese instante.

 

 

Sin mediar palabra alguna entraron a la parte más privada del pilar donde no serían molestados para besarse con intensidad y apartar la estorbosa ropa y sin más se lanzaron a la única cama sin dejar de besarse y abrazarse, sus miembros no tardaron en responder pues ya desde antes estaban excitados y el poder sentirse solo aumentaba la sensación, era casi como si hubieran estado esperando por ese momento desde antes.

-¿Qué quieres hacer?-le preguntaba Kanon entre besos encendidos.

-Lo que tú quieras-respondió Sorrento pasando su lengua por su oído.

No parecía que tuvieran dudas de lo que buscaban en esos momentos.

Aún sonriendo por esa respuesta Kanon recordó que era mejor asegurarse de tener algo antes de continuar a olvidarse de ello y colocó cerca de la cama un tubo de vaselina, tendría que servir pues no pensaba buscar nada más. Siguieron recostados besándose y acariciándose con intensidad, pasando sus manos por encima de sus cuerpos, explorando y reconociéndose un poco más, sintiendo sus uniones y sus músculos, las diferentes texturas de su piel y el sabor de las áreas más sensibles que recorrían con su lengua. Pero no estaban para jugar, todos sus sentidos les pedían que continuaran y por ello el de cabellos azules no vaciló en buscar que el de ojos rosas separara sus piernas y acarició directamente su entrada para cubrirse uno de sus dedos con lubricante y seguir buscando traspasarlo. El de Siren no se quedó quieto sino que estiró su mano y con bastante maestría comenzó a masturbar a su compañero sin dejar de atestiguar lo que lograba en él.

El de mirada verde logró traspasar la primera resistencia e introdujo su dedo por completo, lo giraba mientras disfrutaba de esa mano que lo estaba enloqueciendo, entonces dos de sus dedos fueron al interior de ese estrecho pasaje relajándolo lentamente y finalmente un tercero, movía su mano con agilidad al grado que el de cabellos violáceos comenzó a mover sus caderas, dejó quietos sus dedos y contemplo el espectáculo de ver al de Siren ser quien buscara llevarlos a su interior gimiendo sin control y pidiéndole que no se detuviera, que se diera prisa. Estaba listo.

Colocando a Sorrento sobre él, tomando sus piernas por encima de sus antebrazos, el de cabellos azules comenzó a penetrarlo, lo cual estaba siendo sencillo por que estaba completamente dilatado y la misma postura ayudaba a que sus músculos se relajaran, la penetración fue directa, profunda, haciéndolos gemir con una ligera sensación de un soportable dolor, pero conforme se sentían más cómodos y estaban completamente unidos sus débiles gemidos se estaban transformando en exclamaciones de placer.

Dieron inicio a las embestidas apenas se sintieron listos para hacerlo, se agitaban con menos fuerza pero la profundidad era increíble, el de Siren sentía que estaba empalado por el otro, no había otra manera de decirlo, y le encantaba, además podían verse y darse besos fervientes en los que compartían más de su sexualidad, de ese contacto intenso y apasionado, de como su sexo quedaba entre ambos y se agitaba al ritmo de las embestidas que llegaban a lo más profundo de su ser rozando su próstata y a veces presionándola para su delicia. En cuanto a Kanon le encantaba ver el placer que podía darle a su compañero, era espléndido y sentirlo retorcerse y mover sus caderas que parecía no poder controlarse de lo que hacían, sus gemidos de gozo eran mayores y a momentos le tapaba la boca a besos, gozando a cada embestida pero luchando contra terminar. Quería disfrutar al máximo de esos momentos tan placenteros.

Las sensaciones corrían entre los dos sin control, la misma intensidad que compartían evitaba que pudieran controlarse de ninguna manera y su clímax se acercaba velozmente, los llenaba, los inundaba, los hacía arquearse y gemir, buscar estar tan unidos como fuera posible, llenarse de besos encendidos y llamarse en medio de la pasión pero...pero era imposible luchar contra el ardiente orgasmo que los llenó, esa sensación maravillosa de liberarse y sentir la esencia del otro, tuvieron que tumbarse en la cama aún viviendo las pulsaciones del placer satisfecho respirando pesadamente.

Se quedaron recostados unos momentos para después incorporarse y buscar el baño, necesitaban una ducha, primero Kanon, después Sorrento, sin embargo era mejor hacerse esa preguntaba que habían estado evitando ¿Qué estaba pasando entre los dos? No lo sabían, esa era la verdad, y no lo iban a averiguar.

-Creo que es mejor que me vaya-dijo el de Siren.

-Bien.

-Nos vemos después.

-Está bien.

-Creo que es mejor dejar las cosas así entre los dos Kanon.

-¿Qué?

-Solo no debemos hacerlo otra vez.

-De acuerdo.

Terminaban de hacer el amor y fue lo único que pudieron decirse pero no sabían qué más hacer, no terminaban de comprenderse ni de entender lo que estaban haciendo pero no veían porqué seguir.

 

 

En los siguientes días Kanon y Sorrento procuraron no verse y si lo hacían no era a solas, se reunían entre los generales y comentaban sobre como marchaban las cosas en la reconstrucción de los pilares, lo cual por cierto iba muy bien, tan bien que el de cabellos azules pidió hablar con Julián Solo.

-¿Qué es lo que deseabas decirme Kanon?-preguntaba el de ojos azules.

-Todo va bien con los pilares-decía el de mirada verde-Es por eso que me gustaría regresar al Santuario.

-Esperaba que te sintieras cómodo entre nosotros.

-Y lo estoy pero tengo deberes.

Por unos momentos el señor del lugar guardó silencio, sabía bien que esos deberes no eran tan importantes o lo hubieran hecho llamar, no, era algo diferente, ese hombre pese a todo, a su determinación y su fuerza estaba como temeroso de ese sitio, como si algo lo pusiera nervioso ¿Qué podría ser? ¿Ya lo habría reconocido para si mismo? No lo sabía pero tampoco veía porqué presionarlo a que lo reconociera, si su deseo era marcharse él no iba a oponerse a ello.

-Está bien Kanon, si así lo deseas puedes ir pero espero que reconsideres regresar.

El gemelo se sintió un poco desconcertado pero el señor de Atlántida se explicó mejor.

-La armadura del Dragón de Mar no tiene dueño, Atlántida necesita de sus generales, de todos ellos, si es tu deseo aún puedes vestirla Kanon.

Algo como eso no lo esperaba el venido del Santuario y el de ojos azules se daba cuenta, no presionaría.

-Piénsalo Kanon, cuando estés listo puedes partir.

-Gracias.

Se retiró de la presencia del señor del lugar sintiéndose confundido, no le gustaba sentirse confundido. Pasaron las horas sin ninguna novedad, no hasta la noche en que el de Géminis recordó que necesitaba verse con Sorrento por unas cuestiones más sobre el pilar ahora que iba a irse.

Se puso en camino tratando de comprender el porqué aún le hacían un ofrecimiento como el vestir sus escamas, no se sentía capaz de hacerlo, ya no. En medio de esos pensamientos llegó hasta el pilar del Atlántico Sur, Sorrento estaba ahí. Entró con pasos seguros y en un primer momento no vio a nadie pero al seguir avanzando alguien le salió al paso.

-¿Qué haces aquí Kanon?

-Necesitaba decirte unas cuestiones sobre los pilares.

-¿No podía esperar hasta mañana?

-Me voy mañana.

Por unos momentos los dos guardaron silencio, tan solo se miraban, como si no supieran que más decir.

-¿Cómo que te vas Kanon?

-Voy a regresar al Santuario, tengo deberes que atender.

-Ya veo ¿Le dijiste al señor Poseidón?

-Si y está de acuerdo Sorrento.

De nuevo el silencio pero era mejor no dejarse llevar por sus ideas, tenían deberes que cumplir.

-¿Qué es lo que necesitabas decirme?-preguntó al final el de ojos rosas.

De inmediato el de cabellos azules le dijo lo que hacía falta, no era demasiado sino indicaciones de tipo técnico, el de cabello violáceo lo escuchaba sin perder una sola palabra, por unos momentos parecían ser solamente servidores y no hombres, dispuestos a lo que fuera por su tierra y su señor; sin embargo ese momento se terminó y de nuevo fueron hombres solamente.

-Tengo que irme Sorrento.

-Está bien Kanon, comprendo que no deseas quedarte.

-Si.

-Si.

Decían que debían separarse pero ninguno se movía.

-Entonces...nos vemos Kanon.

-Adiós.

-Adiós.

Era la despedida, lo sabían pero fue una despedida extraña, se tendieron la mano pero al estrecharla no se soltaron, se acercaron más como impulsados por una descarga de electricidad, cerca, demasiado cerca...para ser la despedida fue una muy larga, duró hasta la madrugada cuando ambos finalmente se sintieron satisfechos y quedaron como exhaustos sobre la cama del de ojos rosas. El de cabellos azules se levantó despacio para empezar a vestirse bajo la mirada del otro que no perdía sus movimientos.

-Kanon...

-Debo irme Sorrento, no hay nada más.

-Pero Kanon...

-Esto fue increíble, de verdad, nunca había estado con alguien como tú.

-Es que...

-No digas nada más, seremos un buen recuerdo para el otro pero no tenemos otra cosa, como una relación.

-Si...

-Y yo voy a irme, esto es todo.

-Kanon, lo que quería decirte es que esa es mi camisa.

El de ojos verdes se dio cuenta, era verdad, por algo la sentía bastante ajustada, se la quitó y buscó la suya, se la puso y ya vestido le dio una mirada más al de Siren antes de marcharse, era definitivamente el final entre los dos y parecía lo mejor.

Al menos eso era lo que creían en ese momento.

 

 

Kanon se fue de regreso al Santuario y Sorrento se quedó en el Templo del Mar, los trabajos avanzaban increíblemente bien y nadie negaba lo mucho que les complacía que fuera de esa manera, las noticias que corrían eran muy buenas y no había motivos para creer que existía algo de qué preocuparse pero con un poco de tiempo el general de Siren no creía que fuera tan simple. Algo imprevisto ocurrió.

La cuestión fue que el joven de los cabellos violáceos empezó a sentirse mal, en un principio supuso que era un malestar solamente y lo dejó pasar pero una serie de síntomas no lo dejaban en paz hasta que comenzó a sospechar que algo estaba ocurriendo, algo importante, no sabía cuanto pero después lo confirmó: No lo podía creer.

Una mañana los generales marinos estaban reunidos desayunando, nunca lo hacían, es decir no todos juntos pero era un momento especial y como no había muchas maneras de festejarlo lo del desayuno les pareció lo mejor. Así que estaban todos en el pilar del Pacífico Norte, su anfitrión era Bian de Hipocampo o más bien co-anfitrión pues Eo de Escila estaba ahí y de hecho estaba con mucha frecuencia en ese sitio. Como fuera el desayuno marchaba bastante bien, se sentían complacidos por los resultados.

-Esperamos que les guste-decía Bian.

-Está excelente-decía Kasa sirviéndose de nuevo.

-Eso lo preparé yo-decía Eo.

Todos charlaban mientras comían excepto por uno de ellos, Sorrento no parecía poder probar la comida ni hablar mucho.

-Por fin los pilares están restaurados-decía orgulloso Krishna-El Templo del Mar resurgirá.

A esas palabras los demás levantaron sus vasos de jugo, hubiera sido mejor algún vino pero estaban desayunando, brindaron entre ellos y bebieron pero apenas había probado un poco el de Siren se sintió mal y tuvo que abandonar velozmente la mesa corriendo hacia el baño, sus compañeros lo miraron desconcertados.

-Yo iré a ver que le pasa-se ofreció Isaac.

Así que los demás se quedaron en la mesa mientras que el de Kraken se acercaba al baño y escuchaba los esfuerzos del otro por vomitar, esperó unos momentos hasta que ya no escuchó nada y vio aparecer al de mirada rosa con la expresión descompuesta.

-¿Todo está bien Sorrento?

-No.

-¿Estás enfermo?

-No, enfermo no...

-¿Qué sucede Sorrento?

Por unos instantes tan solo se miraron pero el general de Siren se sentía nervioso y no pudo sino responder.

-Creo que estoy encinta Isaac.

-¿Estás preñado?-preguntó sorprendido el de cabello verde.

-No lo digas así, no soy una vaca.

-Perdona pero esto me sorprende ¿Cómo es posible?

-Pues a ver si te lo puedo explicar Isaac, cuando dos personas...

-No, eso ya lo sé, quiero decir ¿De quién es? ¿Ya lo sabe?

-Aún no pero supongo que debo decírselo.

-¿Cómo te sientes?-le preguntó con gentileza.

-Confundido principalmente Isaac pero gracias por preguntar.

-¿Qué quieres hacer?

-Todavía no lo sé.

-Sea lo que sea que decidas Sorrento cuentas con mi apoyo.

-Gracias, espero que seas discreto con esto, eres el primero en saberlo, no quisiera que los demás se enteraran.

-Por mi no sabrán nada Sorrento.

-Muchas gracias.

Así que regresaron al desayuno pero Sorrento no pudo comer nada ni compartir el sentimiento de alegría de los demás, tenía que buscar a Kanon y decirle lo que estaba sucediendo. Tan solo pensarlo le daba dolor de estómago.

 

 

En el templo de Géminis los gemelos seguían con su vida, Saga estaba con Mu y Kanon seguía solo, así que la vida pasaba sin mayores contratiempos, por lo mismo fue toda una novedad escuchar que un enviado del Templo del Mar estaba en el Santuario de nuevo y a los caballeros se les hizo muy sencillo suponer que se trataba de un asunto de los pilares y por lo mismo a nadie extrañó que a quien buscaran fuera al gemelo menor del tercer templo ni que el emisario fuera el mismo.

-¿Kanon?

-¿Qué estás haciendo aquí Sorrento?

-Pues...es que necesito hablar contigo.

-¿Algo sucedió con los pilares?

-No, ya están terminados los trabajos, las cosas marchan bien con eso.

-No necesitabas venir hasta aquí para decirme eso Sorrento.

-No vine por eso Kanon.

-¿Acaso Julián Solo te envió por algo más?

-El señor Poseidón  no me envió, le pedí permiso solamente y vine a verte-hizo una breve pausa-Tenemos que hablar Kanon.

-¿Qué sucede?

-Yo...pues yo...no te pido nada...yo...

-¿Tú qué?

-Kanon, estoy en estado.

-¿Estado de qué?-le preguntó sin comprender.

-Estoy encinta.

-¿Qué?

El de cabellos violáceos lo hizo mirarlo a los ojos directamente.

-Es-toy-en-cin-ta-dijo lentamente y mirándolo como si se asegurara de que lo había comprendido.

Pero el gemelo menor no se movía, no estaba seguro de si lo había comprendido.

-¿Kanon? ¿Todo bien? ¿Entiendes lo que te dije?

-¿Cómo la sabes?-fue lo único que pudo preguntar el de cabellos azules.

-¿Cómo se saben estas cosas?-dijo Sorrento.

El de ojos verdes comenzó a caminar nerviosamente y el de cabello violáceo se dijo que no estaba muy receptivo ante la noticia.

-Kanon, si necesitas tiempo para pensar...

-No, no, no, no, está bien.

Siguió dando unas vueltas y a veces se paraba frente al de ojos rosas como si fuera a decirle algo pero no le decía nada, después de unos momentos así pareció calmarse y ya pudo hablar con el otro joven.

-¿Qué es lo que quieres que haga Sorrento?

El de cabellos azules ya se había hecho varios planes en la cabeza desde casarse ese mismo día hasta llevárselo al fin del mundo para que nadie supiera de lo sucedido pero el de cabello violáceo ya tenía un plan en mente.

-Solo quería que lo supieras Kanon.

El de mirada verde guardaba silencio y el venido de Atlántida continuó con su explicación, no veía sentido a perder el tiempo.

-Un hijo es una gran responsabilidad Kanon y yo no me siento capaz de algo así, ni siquiera tenemos una vida común como para cuidarlo de la manera debida.

-¿Entonces?

-Es...estoy a tiempo de hacer algo.

A pesar de no ser muy específico ambos entendían perfectamente de lo que se trataba: Interrumpir el embarazo.

-Si es lo que decidiste te apoyaré-respondió Kanon.

No hablaron mucho al respecto, no le dijeron nada a nadie más, no era un asunto que deseaban comentar pero en Atlántida Sorrento se presentó ante su señor para pedirle unos días, como todo lo de los pilares estaba listo no le fue negado y en El Santuario Atenea recibió al gemelo menor que le pidió unos días también, como no había motivos para negarse le fue concedido. Siendo así ambos hombres se encontraron de nuevo en un punto decidido de antemano para emprender un pequeño viaje.

 

 

Ambos se instalaron en un hotel más bien económico pero de buen aspecto, utilizaron otros nombres para registrarse y de inmediato iniciaron sus averiguaciones pues necesitaban una clínica, la encontraron sin demasiados problemas, parecía un buen sitio, contaba con un buen historial y estaba cerca de donde se hospedaban. Hicieron una cita y se presentaron puntualmente para hacer los trámites correspondientes.

-Se encuentra en perfecto estado-decía un maduro doctor que los atendió-Es joven y su salud es buena, no hay problemas.

Pero la pareja delante de él no decía nada.

-Antes de que decidan interrumpir el embarazo deben saber que tienen opciones-continuaba el médico-Si deciden continuar con el embarazo...

-Solo quiero la cita-interrumpió Sorrento.

-Muy bien, puede ser esta misma semana-decía mirando un calendario-Para dentro de tres días si están de acuerdo.

-Bien.

Terminaron con eso y salieron, en todo el tiempo el único que dijo algo fue Sorrento, Kanon no había dicho ni una palabra, sentía que no tenía nada que decir en esos momentos, todo era decisión del de Siren. Justamente al ir saliendo vieron entrar a una pareja con su bebé en los brazos, iban muy sonrientes con su pequeño pero no dijeron nada, seguían firmes en lo que hacían, que era lo más conveniente para los dos.

Los tres días que vinieron los dos hombres seguían igual, sin hablar mucho, sin mirarse siquiera, no querían saber más de lo que estaba sucediendo, solo esperaban que se terminara.

Así que cuando llegó su cita se presentaron puntualmente, una enfermera les entregó unas formas que debían firmar y esperaron.

-Lo llamaremos en un momento-les dijo la misma enfermera.

Se quedaron sentados en silencio, fuera lo que fuera que pensaran no lo decían.

-Kanon...-dijo de pronto el de Siren.

El de ojos verdes se quedó mirándolo esperando por lo que le diría pero en ese instante los llamaron.

-Estamos listos-decía la enfermera.

El de ojos rosas miró una vez más al gemelo como queriendo decirle algo pero no se atrevió, entró a la sala y dejó al otro un tanto apesadumbrado por los acontecimientos.

-Desvístase y póngase esta bata-le indicaba la enfermera-En cuanto esté listo procederemos.

El de Siren se quedó solo y comenzó a desvestirse,  en el justo momento de estar con la bata no pudo sino preguntarse por lo que estaba haciendo ¿era lo mejor? ¿Era lo correcto? ¿Qué estaba haciendo? Pensando en todo eso el tiempo corría, ya no estaba nada seguro de lo que sucedía, no supo siquiera cuanto tiempo había pasado cuando llamaron a la puerta.

-¿Todo está bien?-preguntaba la misma enfermera.

Pero al no recibir respuesta decidió entrar.

-Voy a entrar.

Sin más abrió la puerta y encontró al joven con la expresión un tanto angustiada.

-¿Se siente bien?

-Yo...Si-dijo Sorrento-Yo cambié de opinión, dígale al médico que no lo haré.

-Está bien-le dijo con una sonrisa y se retiró.

De inmediato el de cabellos violáceos se vistió y sin perder el tiempo salió de ahí, fue tan rápido que el de ojos verdes solo lo vio pasar como una ráfaga, salió tras él de inmediato y lo encontró del otro lado de la calle, apoyándose contra un árbol.

-¿Qué sucedió Sorrento? ¿Te sientes bien? ¿Qué te pasa?

-No puedo hacerlo Kanon.

-Sorrento...

-Es mi bebé-y lo miró de frente-Quiero tenerlo.

-Está bien.

-Si tú no quieres tener parte en todo esto lo entenderé, no te estoy pidiendo nada.

En ese instante el de ojos verdes le lanzó una mirada bastante intensa.

-Es mi hijo también Sorrento.

Aunque era necesario aclarar algunas cuestiones entre los dos sin duda lo más importante estaba decidido cuando acordaron que tendrían al bebé: Serían padres.

 

 

Los demás por lo tanto no tardaron en estar sorprendidos cuando se enteraron, ese par iban a tener un hijo pero no lograban explicarse el cómo ni el cuándo, era más que complicado imaginarse que justamente ellos dos habían logrado entablar algún tipo de relación y que incluso tendrían un hijo pero no les quedaba sino aceptarlo y aceptar otras cuestiones en las que sinceramente no tenían nada que ver aunque no por eso dejaron de opinar y tenía que ver con que no se casarían, solamente tendrían a su hijo. Por otra parte si los que eran los padres lo estaban aceptando y haciendo de esa manera lo que los demás pudieran decir no era tan importante.

El embarazo de Sorrento marchó bastante bien, sin problemas, Kanon estaba atento a Sorrento en todo, incluso se había quedado de tiempo completo en el Templo del Mar conforme avanzaba el estado del de cabellos violáceos y si a los demás les gustaba o no a él lo tenía sin cuidado. Aparte de eso y como se acercaba la etapa final estaban planeando sobre el mejor sitio para estar.

-Creo que sería más prudente-decía Kanon-Así estarías cerca de una clínica, prefiero eso a que haya una sorpresa aquí.

-Supongo que tienes razón-le respondía Sorrento-Al menos hasta que termine el embarazo sería mejor estar en otro sitio.

Debían trasladarse a otro lugar pero aún tenían tiempo para decidir eso aunque ya estaban en las últimas semanas.

Y justamente por estar en las últimas semanas alguien más tenía un proyecto que incluía a los generales marinos.

Krishna de Crisaor buscaba a sus demás compañeros cuando los vio a la distancia reunidos, eran Bian de Caballo de Mar, Eo de Escila, Kasa de Limnades e Isaac de Kraken, además estaba una de las marinas, Titis, que parecía querer convencerlos de algo y los otros se negaban, a unos pasos se enteró más o menos de lo que se trataba.

-Es por Sorrento-decía la muchacha rubia-Y está por marcharse.

Veía las caras de los otros que no estaban nada convencidos y se decidió a intervenir.

-¿Cómo pueden negarse?-preguntaba el de Crisaor-Se trata de algo para Sorrento quien es nuestro compañero y amigo.

-Pero...-intentó decir Eo.

-Nada de pero, sea lo que sea debemos apoyarlo, es un general marino como nosotros.

-¿Ven?-preguntaba Titis satisfecha de que alguien le diera la razón.

-Bueno Krishna-intervino Kasa-Ya que tú lo dices y lo apoyas ¿Por qué no es en tu pilar?

Los demás parecían estar de acuerdo con la idea y se le quedaron mirando.

-Que sea en mi pilar entonces-respondió el de Crisaor.

-Muchas gracias-decía la muchacha rubio sonriendo-Pasaré por la tarde para acordar los detalles.

La marina se fue y en ese momento era mejor preguntar.

-¿Qué es lo que va a pasar en mi pilar?-quiso saber Krishna.

-Acabas de aceptar que hagan un baby shower en tu pilar-le respondió Bian.

-¿Qué?

-Una fiesta sorpresa de bebé-le aclaró Eo-Titis quería que fuera en uno de nuestros pilares.

-Pero tú te ofreciste-dijo Isaac.

Los demás lo miraban con la expresión de risita contenida y al de Crisaor no le quedó sino suspirar, ya había aceptado y no tenía ni idea de que tipo de fiesta era esa pero la rubia marina lo puso al tanto esa misma tarde y no terminaba de creer en lo que se había metido.

 

 

Una tarde Sorrento se dirigía con Crista a su pilar, el del Océano Índico, pues aparentemente necesitaba su opinión sobre una cuestión del mismo.

-¿Qué dices que le pasó a tu pilar?-preguntaba el de ojos rosas.

-Creo que no está alineado-respondía el otro-Necesito de tu opinión.

La verdad era que el de los cabellos violáceos no terminaba de comprender de qué se trataba todo eso pero de todas maneras iría, esa excusa de que no estaba alineado le parecía bastante ridícula pero ya había aceptado ir. Así que entraron al pilar y apenas unos pasos se escuchó el grito:

-¡¡Fiesta sorpresa de bebé!!

Aunque la única que gritó fue Titis, los demás estaban ahí y ya era bastante.

-Muchas gracias-decía sonriente Sorrento.

Al entrar notó el decorado y parecía que se habían esforzado bastante en eso pues después de todo el Templo del Mar no contaba con demasiadas opciones para decorar, al pobre de Isaac que era bueno para el dibujo le tocó hacer las decoraciones mientras los otros las pintaban y colocaban, aparte de las cintas y los globos se veían cigüeñas, cunas, gorritos y una curiosa ostra con un bebé dentro; una cuestión más era que no eran todos los que estaban ahí los invitados.

-No sé porqué los demás no han llegado aún-le decía Titis-Pero esto segura que no tardarán.

-¿Los demás?

Justo en ese momento iban entrando los otros invitados que resultaban especiales pero no inesperados, con Kanon estaba su hermano y los demás caballeros dorados quienes aceptaron pues después de todo era el hijo de uno de ellos.

-Gracias por venir-les decía Sorrento.

-Gracias por hacerme tío-le dijo Saga abrazándolo.

No hicieron muchas de las actividades que generalmente se harían en ese tipo de fiestas pero trataron de hacer una reunión lo más agradable posible y sobre todo la parte más importante fue la de los regalos. Ya el de mirada rosa llevaba pañales, un jueguito de cama, pañales, un juego de biberones, pañales, un esterilizador, pañales, ropita de bebé, pañales, zapatitos de bebé, pañales, un móvil para cuna, pañales, muñecos rellenos, pañales, artículos para baño, pañales, cobijitas, pañales, un libro de cuentos, pañales, y así más o menos estaban los regalos.

-¿Quién me da este?-preguntaba Sorrento ante una caja forrada en azul cielo.

-Es de mi parte-decía justamente el tío Saga (él mismo había insistido en ese punto).

El de ojos rosas lo abrió y no estaba seguro de lo que se trataba pues era una caja bastante grande.

-Saga...

-Solo tienes que armarla-le dijo a Kanon.

Se trataba de la cuna, una muy bonita cuna y de buen tamaño.

-Es además cama, para cuando crezca el bebé podrá utilizarla aún.

-Muchas gracias.

En cuanto a Sorrento estuvo encantado con la fiesta, Kanon aún parecía asimilar que estaba por tener un hijo.

Cuando la fiesta terminó y dejaron con el trabajo de limpiar al de Crisaor fue también el momento de prepararse para partir pues ya estaban de acuerdo en que lo mejor era estar en otro sitio para que naciera el bebé. Así que con las maletas listas y preparados para lo que venía, o al menos eso creían, Kanon llevó a Sorrento con él para esperar el nacimiento de su hijo.

 

 

Ambos hombres se habían instalado en un práctico y cómodo pisito cercano a la clínica en que atendían a Sorrento por su embarazo, los días pasaban tranquilos y serenos o al menos lo intentaban pues el de cabellos azules nunca creyó tener que ser tan paciente, eso debido a que el de ojos rosas estaba poniéndose terriblemente sensible conforme se acercaba el final del embarazo.

El de cabellos violáceos se miraba al espejo una mañana, antes del embarazo estaba acostumbrado a su esbelta figura y a su ligereza para moverse, sin embargo la imagen en el espejo le decía algo diferente y se sentía algo deprimido por ello ¿Aún se vería bien para otra persona? Veía al de cabellos azules en ese momento, leía un poco, dejaba que la luz del sol que entraba por una ventana lo cubriera, así, con sus pantalones entallados y la camisa sencilla que se pegaba a su cuerpo, los ojos verdes brillantes, la larga cabellera a su espalda, lucía tan apuesto, no dejaba de notar cuando alguien los miraba caminar juntos y las miradas que atraía sobre si. En cambio él con sus nauseas, el vientre y los pies hinchados y la fatiga se sentía grande, torpe, miserable y desagradable.

-Kanon.

-¿Si?

-¿Aún soy guapo?

-Si, claro que lo eres.

-Ni siquiera me estás mirando.

Y por el tono de su voz sabía el gemelo que estaba por llorar, le costaba trabajo lidiar con eso y tenía que procurar ser paciente aunque a veces deseaba tirarse de los cabellos, Sorrento era bastante quejoso, lo enloquecía con sus lloriqueos que se desataban por cualquier cosa, apenas esa misma mañana todo fue porque se había terminado la jalea de fresas.

-Estás muy hermoso Sorrento-le decía mirándolo de frente-Tienes ese brillo alrededor de tu cuerpo...como una bombilla-fue lo mejor que se le ocurrió.

-¿Una bombilla? ¿Me estás diciendo gordo?

-No...

-¡Estoy enorme como ballena!-dijo empezando a llorar-¡Y es tu culpa, tú me hiciste esto!

-Lo hicimos los dos.

-¿Por qué me hablas así?-decía llorando abiertamente.

-No fue mi intención...

Pero las lágrimas ya estaban ahí y tan solo le quedaba soportar hasta que se terminaran.

Ya era de noche, el día había sido terriblemente largo para el de Géminis quien sentía que apenas si podía descansar de lo cansado que estaba, Sorrento con sus quejas lo tenía exhausto, estaba cerrando los ojos para dormirse cuando escuchó.

-¡¡Kanon!! ¡¡Kanon!!

-¿Qué? ¿Ahora qué?-se decía a si  mismo cubriéndose con la almohada la cabeza para no escuchar nada.

-¡¡Kanon!!

Terminó levantándose de mal humor y procurando respirar para calmarse.

-Sorrento...

-Voy a tener al bebé.

El de ojos verdes se había preparado para ese momento pero por alguna razón tan solo se quedaba en su sitio.

-¡¡Kanon!!

Ese grito lo hizo reaccionar y comenzó a moverse, estaba lista la maleta con anterioridad, lo ayudó a ponerse un abrigo, llamó a la clínica para decirles que iban en camino y salió de inmediato, consiguió un taxi y llegaron al sanatorio donde los estaban esperando, trasladaron a Sorrento a una habitación y el de ojos verdes se comunicó con su hermano que tuvo la ocurrencia de presentarse con los demás dorados.

-¿Qué hacen todos aquí?-les preguntó el gemelo menor.

-Vas a ser papá, estamos para apoyarte-le explicó su hermano.

Estaba demasiado nervioso para sentir si en verdad eran un apoyo o no y no ayudaba demasiado un Sorrento que seguía quejándose, más aún cuando dieron inicio las contracciones.

-Ya estás dilatado por completo-decía el médico-Hay que llevarlo a la sala de partos-le dijo a un enfermero.

Mientras lo trasladaban el de cabellos azules iba a su lado y no se callaba.

-Respira, respira, respira...

-Kanon-le dijo el de ojos rosas.

-¿Si?

-Cállate.

-Sorrento...

-Intento sacar a una persona de mi cuerpo y tú con tu respira no me estás ayudando así que ¡¡Cállate!!-le dijo bastante alterado.

El de ojos verdes ya no dijo nada aunque tampoco soltó su mano.

-Listo, tienes que pujar-decía el médico.

El de mirada rosa no tenía ni idea de lo difícil que era pero lo logró pese a que no fue tan rápido como le hubiera gustado.

-Aquí está-decía el médico sosteniendo al lloroso bebé-Es un varoncito.

Los ahora padres escuchaban el llanto y sonrieron cuando se los mostraron antes de limpiarlo, apenas estuvo listo lo acomodaron sobre el pecho del de cabellos violáceos mientras el de cabello azul los abrazaba a los dos.

-Es perfecto-decía Kanon.

Sorrento por su parte no podía decir nada, estaba sin palabras.

 

 

Kanon parecía no poder separarse de su hijo, era un pequeño ser tan maravilloso, no podía creer que estaba ahí y que tenía un hijo, en esos momentos el bebé dormía en sus brazos mientras que Sorrento estaba en la cama descansando, lo necesitaba. Los dorados lo visitaron apenas por un momento pues no podían quedarse mucho pero prometieron  volver al día siguiente y además tenían que avisarles a los del Templo del Mar. Solamente uno se quedó un poco más de tiempo y era el tío Saga.

-Es precioso Kanon.

-¿Verdad que si Saga?

-Nunca me imaginé verte con un hijo.

-Yo tampoco.

-Me da gusto, por los dos.

-Gracias.

Pero justamente por ver a su hermano menor tan encantado con su bebé supo que era mejor comentarle algo.

-¿Qué has pensado hacer Kanon?

-¿Sobre qué?

-Con ellos dos-dijo Saga refiriéndose al bebé y a Sorrento.

-Sorrento y yo hablamos Saga, decidimos que criaríamos juntos a nuestro hijo.

-¿Y después?

-¿De qué hablas?

-Por favor Kanon, les parece bien así y por mi no hay problema pero seamos realistas, Sorrento es joven y guapo, con el tiempo bien puede aparecer alguien más en su vida y él tendrá todo el derecho de querer formalizar las cosas con otra persona, entonces ¿Qué sucederá con tu hijo?

-Siempre será mi hijo sin importar lo que ocurra.

-Pero sería alguien más quien estaría ahí, quien lo vería día tras día, quien lo cuidaría Kanon.

El gemelo menor guardó silencio mirando a su bebé descansar.

-No te diré que hacer hermano-continuó Saga-Solo te pido que lo pienses, ahora los dos están en tu vida y debes responderles.

Su hermano no le dijo nada.

-Puedes ser un gran padre Kanon, estoy seguro, pero debes quererlo.

Se acercó y besó al bebé.

-Adiós sobrinito, siempre tendré paletas para ti.

-¿Saga?

-¿Si?

-Gracias, por todo.

-De nada.

Su hermano lo vio salir y se quedó pensando un largo rato mientras veía dormir al de cabellos rosas ¿Qué iba a suceder con ellos?

 

 

Pasaron unos días más antes de que regresaran al Templo del Mar, mientras tanto recibieron varias visitas que deseaban conocer al pequeño bebé y se mostraron encantados con él, no dejaban de sonreírle y buscar cargarlo pero cumplido el tiempo necesario era momento de regresar, al menos para el de cabellos violáceos estaba en claro que quería volver a su pilar y establecerse de nuevo.

-Bienvenido-le dijeron los otros generales que estaban ahí para recibirlo.

-Que bueno es estar en casa-dijo Sorrento entrando.

-Esperamos que estén cómodos-le decía Isaac.

-Me siento bien.

-Te mostraremos la habitación del bebé-intervino Kasa-Esperamos que te guste como quedó.

El de Siren llevaba en sus brazos a su bebé que de inmediato fue llevado a lo que sería su habitación, estaba lista pues los demás generales la pusieron en orden mientras él no estuvo, todo estaba en su sitio y bien catalogado.

-Si que supieron hacerlo-comentaba el de ojos rosas-En verde agua, se ve bien ¿No te parece?-le preguntaba a Kanon.

-Si.

-Apenas puedo creer que tienes un hijo Sorrento-comentó Eo.

-A mi también me cuesta creerlo-le dijo el de cabellos violáceos.

-Me preguntó si un día tendré uno.

-Estás con Bian-dijo Isaac-Con eso que es de caballo de mar bien puede ser que...

Las miradas fueron sobre el del pilar del Pacífico Norte.

-No le des ideas-dijo Bian.

Mientras los otros se reían el de ojos verdes de Géminis observaba lo contento que parecía el de Siren de regresar, para él ese sitio era su hogar y no podía sino preguntarse ¿Dónde estaba el suyo?

-¿Cuándo regresarás Kanon?

-¿Adónde?

-Al Santuario ¿Dónde más?

-Pensaba quedarme un poco más, mientras terminas de acostumbrarte al bebé, debes estar cansado.

-Un poco pero no quiero que descuides tus deberes.

-No te preocupes por eso, prefiero cuidar de los dos.

Sin más palabras el de ojos rosas recostó al pequeño en la cuna y salió sin hacer ruido, los demás salieron con él y después de un largo rato se despidieron, dejando a los padres  a solas; Kanon y Sorrento se sentaron a la mesa para conversar un poco.

-He estado pensando en algunos nombres Kanon ¿Tú has pensado en alguno para el bebé?

-Por supuesto.

-Espero que no sea Castor o Pólux, eso es más que predecible.

-No claro que no-dijo tratando de escucharse casual-Pensé en otros nombres para mi hijo.

-¿Cómo cuál?

-¿Saga?

-¿Quieres que se llame como tu hermano?

-Es mi hermano.

Siguieron un largo rato con ese asunto del nombre, sugirieron y descartaron hasta que encontraron uno que les gustó a los dos: Tritón.

Pasaron los días y el aparente plazo para que Kanon regresara al Santuario estaba por cumplirse, sin embargo el gemelo menor se estaba tomando con bastante pragmatismo el regresar. En resumidas cuentas ¿Qué tenía él en El Santuario?  Si, era verdad que portaba la armadura de Géminis pero no era suya, esa armadura era de su hermano, no de él; ya en el Templo del Mar el propio Poseidón le había ofrecido que si en verdad lo deseaba podría recuperar su título como general marino, con sus escamas por supuesto y su pilar, le reconocía su apoyo en la reconstrucción del lugar, sus servicios, eso no estaba mal.

Por otra parte ese tiempo de nuevo en Atlántida había ayudado a limar asperezas con sus compañeros en el lugar y la llegada del bebé había sido la reconciliación completa pero aún cuando decidiera quedarse ¿Qué diría Sorrento? Porque ese joven de Siren era la parte más importante de cualquier paso que eligiera dar, no solo por su hijo sino por el joven mismo ya que debía decidirse sobre él ¿Qué era lo que tenían? Claramente tenían un hijo pero ¿Tenían algo más? ¿Qué era lo que los había hecho estar juntos desde el primer momento? Pues ninguno de los dos era de los que se dejaba llevar simplemente, habían elegido estar juntos en tres ocasiones y por lo cual ahora eran padres pero ¿eso era todo?

A veces Kanon se encontraba pensando en Sorrento más de lo que hubiera esperado, ese joven de cabellos violáceos tenía algo, un encanto especial, era eso lo que lo había hecho mirarlo desde el principio, cuando no hubo ambiciones en su corazón quedó libre para sentimientos más naturales y por eso el de ojos rosas estaba presente, por ser especial, joven, hermoso, inteligente, sonriente...

-¿Quieres algo Kanon?-le preguntaron de pronto.

Se quedó observándolo y supo lo que quería.

-Voy a prepararme un té ¿quieres?-preguntó de nuevo el de Siren.

-No, gracias.

Se marchó pero estaba convencido: quería una vida con él.

Fue por eso que Kanon no cesaba de mostrarse amable y atento con Sorrento, siempre estaba a su lado y entre los dos cuidaban a su bebé hasta que llegó el momento de decidirse y le dijo a Sorrento sus nuevos planes.

-Hablé con el señor Poseidón-dijo de pronto.

-¿Sobre qué?

-Regresaré al Templo del Mar, retomaré mi sitio como un general marino.

-¿Estás seguro Kanon? ¿Qué sucederá con tu hermano?

-Saga está de acuerdo.

-Si es lo que quieres...

-Si.

No dijeron más de ese asunto pero el de Siren no pudo sino preguntarse si esa decisión de quedarse tendría que ver con su hijo y con él, pero no dijo nada.

 

 

Aún cuando seguían compartiendo tiempo juntos a veces les resultaba un poco difícil estar así, no era por su hijo, el pequeño Tritón estaba perfectamente, muy saludable y sano, había heredado el cabello de Saga y los ojos de Sorrento, la sonrisa del de Siren pero la manera de mirar del gemelo, así que resultaba irresistible a los demás. Lo que a veces les resultaba un poco complicado era cuando estaban juntos y solos. Cuando sucedía eso se sentían un tanto nerviosos, si se encontraban relajados conversaban como los mejores amigos del mundo pero si no apenas si podían mirarse sin tener la menor idea de cómo comportarse, lo más extraño era que tampoco deseaban separarse en esos momentos.

Sorrento se inquietaba porque a veces Kanon actuaba de una manera hacia él, como si fuera muy atento, muy gentil, buscando su compañía y mostrándose contento de estar a su lado, hasta cariñoso y no estaba seguro de la manera de interpretar eso, no deseaba hacerse falsas expectativas de lo que ocurría, tal vez era solamente por su hijo que hacía esas cosas, intentando armonizar lo mejor posible. Para el gemelo tampoco resultaba sencillo el estar con el de cabellos violáceos, no tenía ni idea de lo que el de Siren pensaba de él, como hombre, tomaba de la mejor forma posible cuando charlaban y el otro le hacía pequeñas bromas y era tan sonriente, como si no fuera solamente buscar una buena convivencia por su hijo sino por ellos, tenía que reconocer que había llegado a sentir el impulso de simplemente tomarlo entre su brazos y besarlo pero al mismo tiempo se intimidaba, no quería hacerse falsas ilusiones de lo que podían fundar si el de mirada rosa no sentía lo mismo.

De todas manera son podían seguir eternamente sin aclarar las cosas y tuvieron que enfrentarlas en esa ocasión que estaban bañando a su pequeño, ya estaba listo y lo secaban con cuidado para ponerle el pañal y vestirlo.

-Listo para descansar-decía Kanon sonriendo.

Lo recostaron y lo observaron un largo rato hasta que el bebé se durmió.

-Es tan lindo cuando duerme-dijo Sorrento.

-Es perfecto-dijo Kanon.

Salieron sin hacer ruido y cerraron la puerta.

-¿Te vas a tu pilar Kanon?

-Puedo quedarme un poco más si quieres Sorrento.

-Te invito un café, ya puedo tomar de nuevo.

-Gracias.

Debido al embarazo el de ojos rosas no bebía café pero parecía dispuesto a recuperar eso, de la misma manera que había recuperado su esbelta figura y su confiada sonrisa y todo lo demás que había encantado a un gemelo sin darse cuenta siquiera. Llegaron a la cocina y prepararon el café entre los dos pero al mirarse no parecían saber que decir y por lo tanto se contaban lo que les venía a la mente sin importar lo intrascendente que resultaba. Pero ocurrió que volvieron a mirarse, directamente a los ojos, como aquella primera vez que pasaron juntos pero ahora podían distinguirlo mejor, lo que habían sentido, en esa ocasión se dejaron llevar por el deseo pero ahora podían tomarlo con mayor madures, con calma, sobre todo con sus sentimientos, los más honestos y sinceros.

El nuevamente general de Dragón de Mar supo que era el momento, si iba a hacer algo ese era el momento, no podía seguir dudando ni aguardando, Sorrento debía saber lo que sentía. Sin más se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos.

-Kanon.

Pero el de ojos rosas no pudo decir nada más pues el de cabellos azules lo estaba besando pero no como aquellos besos que se habían dado al calor de la pasión, este era diferente, era tierno, cariñoso, suave, lleno de amor por él...así era, Kanon lo amaba y no quería seguir sin él, necesitaba que lo supiera.

-Quiero casarme contigo-dijo Kanon mirándolo a los ojos.

El de Siren no podía sino sentirse sorprendido y tuvo que hacerse unas preguntas ¿Por qué le proponía matrimonio? ¿Era porqué tenían un hijo? ¿Por qué sentía que era lo más honorable para su situación? Al mirar sus ojos verdes se dio cuenta que si, era por todo eso y por mucho más, que era porque quería estar con él, que deseaba que hicieran una vida juntos, lo sabía porque él mismo se sentía así, acaso había sido de esa manera desde el principio pero no lo habían comprendido. No hasta ahora que tenían la oportunidad de aceptarlo y estar juntos y de poder amarse mutuamente y amar a su pequeño.

-Kanon...

-¿Aceptas?

-Si-dijo besándolo de nuevo-Si, quiero casarme contigo.

Se abrazaron y siguieron besándose, se amaban, lo sabían e iban a casarse, a ser felices como compañeros y como una familia.

No era algo que hubieran planeado, la vida los fue llevando solamente pero no se arrepentían de nada, todo habría sido inesperado pero era un imprevisto que los hacía felices.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Castor y Polux eran unos gemelos de la antigüedad y son el origen de la constelación de Géminis.


Tritón era en el antiguo mito un príncipe hijo de Poseidón y Anfitrite que vivía en un palacio de oro en el fondo del mar, se le representaba con el torso de hombre y cola de delfín, se le atribuía la misión de calmar las olas y poner fin a las tempestades; posteriormente la mitología creó a los tritones como toda una raza de deidades marinas con cuerpos mitad hombre y mitad pez.


Lo del caballo de mar es un caso único en la naturaleza pues son los machos los que llevan a cabo la gestación de las crías.


 


 


No estoy segura de lo que subiré la siguiente semana pero creo que será algo de Shura o si no de Camus, aún lo pienso. Nos leemos por ahí.


Atte. Zion no Bara


 


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