Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lluvia por zion no bara

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es un fic corto con una tercera parte de lemon pero creí que les iba bien a estos dos, hace tiempo desde que los utilicé como pareja pero me parece que se ven bien, trama sencilla pero espero que les guste.

Notas del capitulo:

Fic dedicado a Lu quien quería algo más de Camus y a Gcnovas quien deseaba algo de la pareja.

 

Fingiendo realidades

Con sombra vana

Delante del Deseo

Va la Esperanza.

 

Gustavo Adolfo Bécquer

 

 

La lluvia es uno de los fenómenos naturales que permiten que la tierra siga viva, para algunas personas es un momento de reflexión y para otros sencillamente no es agradable, no les gusta la lluvia, también están las personas a quienes les encanta pero esta trama no esta dedicada a ninguna de esas personas sino a esos momentos de lluvia en los que dos personas se encontraron sin pensar siquiera que sería de esa manera.

La cuestión dio inicio en el Santuario, en uno de tantos días que se parecían a otros, con el clima cálido y el sol brillante, un buen día para entrenar y los caballeros dorados lo hacían muy bien, ya que no estaban en ningún conflicto y aparentemente por esa generación su cuota de enfrentamientos estaba bien saldada, se podían dedicar a entrenar simplemente para estar listos pero para nada más y de hecho a los caballeros les gustaba esa paz de un nuevo mundo que estuvo cerca de no existir para ninguno, además estaban de nuevo sobre la faz de la tierra, eso era bastante comparado con la alternativa.

De paso los caballeros tenían la posibilidad de llevarse mejor con sus compañeros dorados, sobre todo los que no habían tenido esa oportunidad, como Aioros, que no solo estaba de nuevo con su hermano Aioria sino que pudo conocer a los otros portadores de una armadura, así que los demás caballeros dorados veían como una gran oportunidad el estar de nuevo vivos aunque claro, admitían que con sus nuevas oportunidades venían también nuevas responsabilidades para ellos pero no se quejaban sino que las cumplían cabalmente para seguir honrando su nombre como servidores de Atenea.

Justamente por esos deberes fue que esta trama dio inicio.

Un día como muchos otros días Shion de Aries, restablecido Patriarca del Santuario llamó a los caballeros dorados para darles nuevas instrucciones que eran necesarias para ellos.

  • - Como bien saben-les decía Shion-Son misiones por las cuales debemos velar y cumplir prontamente.

Los dorados lo escuchaban, no eran cuestiones de vida o muerte pero resultaban importantes para mantener cierto orden y no permitir la inmovilidad entre ellos, era mejor que tuvieran algo que hacer.

  • - Mu y Afrodita-les indicaba el de cabellos verdes-Deberán hacer un breve viaje.

Los demás escuchaban y no era nada inusual que fueran en parejas, no era tan complicado pero era mejor que los lazos entre ellos mejoraran y por eso ese sistema de compañeros para labores fuera y dentro del Santuario que además funcionaba; lentamente las parejas se iban haciendo y quedaba establecida su labor que la mayoría de las veces era de patrullaje.

  • - Solo quedan ustedes dos-decía Shion.

A quienes les hablaba eran dos de los caballeros que hasta ese momento no habían trabajado juntos.

  • - Camus y Death Mask, ustedes cumplirán con una labor de reconocimiento por las áreas bajas del Santuario.

Los dos caballeros de cabellos azules escucharon en silencio sin decir nada, era una misión y como tal la aceptarían.

  • - Buena suerte a todos-fueron las últimas palabras de Shion de Aries y lentamente los caballeros se iban retirando.

Se podía ver que las parejas que estaban por emprender una misión charlaban entre ellas para estar de acuerdo en sus labores, así que no fue inusual que la de Cáncer y Acuario también hablara un poco.

  • - Death Mask-dijo Camus acercándose-Me parece que sería mejor partir esta misma tarde, para regresar cuanto antes.
  • - Bien-fue la respuesta del de la cuarta casa.
  • - ¿Estás de acuerdo si paso por ti? Así saldríamos directamente.
  • - Está bien.
  • - Entonces iré a las cinco a Cáncer.
  • - Bien.

El del cuarto templo siguió su camino como si nada y el de Acuario por vez primera en su vida se sentía como si fuera el parlanchín, el otro apenas si le había dicho algo pero después de todo ninguno de los dos era conocido entre los dorados por ser muy comunicativo o por buscar la compañía de otros, eran más bien solitarios; sin embargo para el caballero de los hielos eso estaba bien, no le molestaba de ninguna manera.

 

 

A la hora convenida un listo y dispuesto Camus de Acuario abandonó su casa para ir a la de su compañero que aparentemente estaba también listo pues vio al de Cáncer en la entrada de su templo.

  • - ¿Estás listo Death Mask?
  • - Si.

Con esa respuesta los dos se pusieron en camino hacia su lugar designado, no era un mal sitio aunque si un poco lejos del Santuario, se consideraba la parte baja pues estaba en cierta manera cerca del mar, se podía escuchar el sonido de las olas y se aspiraba el aroma salado aunque no se podía ver tan fácilmente por las rocas elevadas que lo rodeaban, no era exactamente la playa sino más bien una especie de collado escondido. La zona por sus mismas peculiaridades era poco ocupada de manera general por los otros miembros del lugar y el vigilarla podía resultar rutinario pero como muchas cosas para los caballeros si así habían sido debería seguir siendo.

En cuanto a lo demás, los dos caballeros responsables de esa nueva inspección se encontraban sin inconvenientes en el lugar dando de vueltas por las rocas y observando el desierto paisaje sin mayores expectativas, ninguno de los dos hombres de cabellos y miradas azules resultaba muy comunicativo ni sociable así que callaban pero la misión marchaba bien que era lo que les importaba o al menos eso era lo que creía el de la onceaba casa.

  • - Parece que no hay problemas-dijo Camus-Podremos volver e informar que todo se encuentra tranquilo.

El de Cáncer callaba pero en su silencio mostraba estar de acuerdo.

  • - Tal vez es momento de regresar-continuó el de Acuario.

Sus pasos no fueron veloces, andaban por el sitio sin ocuparse demasiado de nada pues después de todo estaba bien, no había razones para preocuparse.

Justamente al ir calmados con sus pasos sobre las rocas el de la onceava casa se decidió a decir algo más, no por un motivo en particular sino simplemente para charlar un poco en el camino de regreso.

  • - Ahora podemos ir a nuestros templos-decía el de Acuario como si nada-Fue una misión bastante sencilla, más bien fue como un reconocimiento, al menos podremos decirle a Shion que todo marcha bien y que nada sucede en este sitio, así podrá contemplar enviarnos a otro tipo de misiones.

No era que el de la onceava casa hablara mucho sino que su compañero no estaba diciendo nada.

  • - Pero creo que prefiero estas misiones sencillas y sin inconvenientes a una nueva guerra-continuaba el venido de Francia-Me agrada esta tranquilidad, saber que cada mañana puedo levantarme en lugar de estar en vilo por una confrontación.

El del cuarto templo no decía ni una palabra.

El de largos cabellos azules aún intentó charlar un poco más durante el camino pero justamente por eso parecía no darse cuenta que su compañero lo miraba de soslayo, como si pensara en algo.

  • - Está nublado, lloverá-dijo de repente el de Cáncer deteniéndose.
  • - Estás lluvias del Santuario-dijo como si fuera algo inevitable el de Acuario mirando al cielo-Van y vienen sin que podamos saber en que momento empezarán.

Casi como si fuera una burla del clima sintieron caer unas gotas sobre ellos.

  • - Esto no es posible-dijo Camus.

Pero fue muy posible ya que en menos de diez segundos se había desatado una de esas fuertes lluvias que a veces azotaban el Santuario, repentinas y bastante incómodas para quienes como ellos estaban a campo abierto. Al principio parecía que podían manejarlo pero en muy poco tiempo ya estaba desatada una de esas fuertes lluvias que semejan una tormenta.

  • - Es mejor resguardarnos-dijo Death Mask.

Justamente por su patrullaje sabían que había una especie de caverna cerca de donde ellos estaban así que no dudaron en dirigir sus pasos hacia el lugar.

 

 

Los dos empapados caballeros entraron a la caverna o al menos lo que creían que era una caverna, debido a que su inspección no contemplaba observar demasiado el interior no sabían lo que se encontraba en ese sitio, más adentro, donde ya casi no se escuchaba la lluvia. Ambos miraban alrededor, de verdad que era un buen sitio pero sin duda al estar tan escondido casi nadie sabía de su existencia.

  • - No me imaginaba que esto fuera así-decía Camus mirando alrededor.
  • - ¿Qué más habrá?-preguntaba Death Mask.

Cada uno miraba el sitio que los rodeaba tratando de hacerse una idea de todo lo que les rodeaba, las enormes y antiguas piedras que el tiempo había moldeado, más que rocas semejaban cristales dando una imagen casi de ensueño a sus miradas azules, más que creado por la naturaleza era como si alguien lo hubiera diseñado todo.

  • - Esto es fantástico-agregó el de Acuario.
  • - Ven a ver esto-escuchó que lo llamaban.

En ese instante el de la onceava casa siguió el sonido de la voz de su compañero y no tardó en cruzar lo que semejaba un muro y vio lo que el otro caballero había descubierto.

  • - Vaya-decía el venido de Francia.

Ante sus ojos estaba una especie de laguna, el agua cristalina era increíblemente azulada,  casi parecía que sus ondas brillaban y se reflejaban en las mismas cristalinas rocas. Los dos caballeros se sintieron fascinados por lo que veían aunque respondieron de manera diferente, mientras el de Acuario tan solo admiraba el de Cáncer hizo algo más.

  • - ¿Qué haces?-quiso saber Camus.
  • - Estoy empapado de agua de lluvia-decía el de la cuarta casa-Esta agua está tibia y ¿Cuándo crees que pueda estar aquí de nuevo?

Pero al mismo tiempo que le hablaba se estaba desvistiendo, el de Acuario terminó por voltear a otro lado hasta que el de Cáncer quedó desnudo y sin más se metió al agua de un perfecto clavado mientras que el de la penúltima casa no estaba seguro de lo que debía hacer, a pesar de no verlo directamente por un instante pudo observar ese cuerpo fuerte y bien formado de espalda ancha, piernas largas y bien torneadas, trasero firme, no quería pensar en ello pero era muy difícil eso cuando estaban solos en ese lugar y sobre todo cuando le hablaron directamente.

  • - Deberían venir Camus-decía Death Mask dejando ver su cabeza y parte de su torso-El agua está deliciosa.
  • - No...gracias.
  • - ¿Qué te pasa?
  • - Nada.
  • - ¿No me digas que te da pena?-le preguntó de forma burlona.
  • - Claro que no.
  • - Entonces entra.

El de Acuario no pudo sino mirarlo de frente, estaba ahí con la piel brillante por el agua y las gotas que insinuantemente se resbalaban por su cuerpo, por un instante pensó en negarse de nuevo pero no pudo hacerlo. Intentó decirse que se trataba solamente de darse un baño con agua que evidentemente estaba tibia para quitarse la sensación del agua de lluvia sobre su cuerpo, solamente relajarse un poco después de lo ocurrido, no estaba nada mal el convivir con un compañero y para cuando se dio cuenta ya se había quitado su ropa y un instante después entró al agua, se quedó sumergido por unos instantes para después salir a la superficie y respirar.

  • - ¿Qué te parece Camus? ¿No está deliciosa el agua?

El de Acuario dijo que si de un movimiento, era verdad, se sentía tibia y los relajaba, dieron un par de vueltas por el sitio y no se dijeron mucho, no hasta que el de Acuario se detuvo para quedarse recargado contra uno de los naturales muros que contenía el agua, se relajaba y dejaba que la misma tranquilidad se llevara esa especie de ansiedad que había sentido antes; al menos fue de esa manera hasta que sintió a su compañero cerca de él, demasiado cerca, abrió los ojos y vio a Death Mask delante de él, a no más de la distancia de su brazo, si estiraba su mano podría tocarlo.

  • - ¿Qué sucede?-le preguntó.

Pero el de Cáncer no le respondió, no con palabras, fue quien estiró sus brazos para tomarlo por el largo cabello azulado y lo atrajo contra su cuerpo.

  • - Death...-logró susurrar el de la onceava casa.

Pero no dijo nada más, un instante apenas y el del cuarto templo lo estaba besando, uno de esos besos fuertes que casi son violentos, lleno de pasión y búsqueda pues sin duda esperaba que el otro no se negara a lo que estaba haciendo. En un primer momento Camus se preguntó por ello, si era buena idea, si estaba bien el que cediera en ese instante y de esa manera pero como las manos del de Cáncer no se estaban quietas sino que seguían explorándolo y despertando sus deseos, frotándolo como si lo bañara, acariciando cada pequeña zona de manera experta, el pecho, el cuello, la espalda, el trasero, los muslos, la entrepierna, todo unido no permitía que el de la onceava casa se detuviera a pensar precisamente y si hubiera querido negarlo bastaba con su erguido sexo para desmentirlo.

 

 

Bastaron unos instantes pera que el de Acuario respondiera con su propia pasión a su compañero, se arqueó contra su cuerpo buscando placer de sentirlo, ya no parecía pensar mucho sino solamente en el placer que podrían compartir en esos momentos. Death Mask de Cáncer no esperó demasiado para seguir, no era conocido por su paciencia así que sujetó una de las piernas del de Acuario y la elevó para que quedara alrededor de su cintura, dejándolo expuesto y poder tomar así su turgente miembro y lo frotaba para hacerlo endurecerse aún más, las manos del de la penúltima casa lo rodearon por el cuello sin dejar de besarse al mismo tiempo que la otra mano exploraba y llegaba a la suave división de su trasero y se movía buscando aún más, un dígito era arrojado y estaba justamente en la masculina entrada, la acariciaba, la frotaba, casi como si buscara que fuera el agua lo que la inundara aunque lo único que la llenaba era el fuego de la pasión.

El aventurado dígito, apoyado por la humedad y el calor entre ambos logró su cometido y traspasó, haciendo que el de Acuario diera un gemido como de dolor, lo sentía moverse en su interior de manera suave y rítmica, en un vaivén enardecido y después en círculos perfectos que lo provocaban a buscar respirar echando su cabeza hacia atrás pero no era todo, en cuanto le pareció al de la cuarta casa que se relajaba y que incluso lo disfrutaba metió un segundo dedo en él, lo estremeció pero no se detuvieron, continuaron con el mismo apasionado ritmo en el que sus cuerpos se agitaban en el agua tibia y cristalina. Sin embargo no podían seguir de esa manera sino que debían continuar.

Sin esperar demasiado el de Cáncer se apoderó de la otra pierna del de Acuario para enredarla igualmente por su cintura, estaba abierto y completamente bajo su poder, lo sabía, así que aferrado a sus caderas como lo llevaba ambos salieron del agua despacio, no tardaron en tumbarse sobre el suelo y una vez allí estaba completamente dispuesto a hacerlo suyo, de la manera en que deseaba hacerlo solamente. Aún hubo tiempo para unos besos encendidos entre los dos, calurosos y exigentes, sus lenguas se encontraban casi con ferocidad, enredándose en una batalla en la que buscaban imponerse, sus cuerpos se sentían con urgente necesidad y no veían porqué seguir esperando.

Death Mask dejó a Camus recostado sobre su espalda mientras él se quedaba de rodillas entre sus piernas, las separó y sin dejar de mirarlo llevó los mismos dos dedos que estuvieran antes en su compañero a su boca para anegarlos de saliva y dirigirlos de inmediato a la ya dilatada entrada para cubrirla un poco más, asegurándose que fuera más sencillo deslizarse en su interior y que estaba suficientemente listo para lo que venía; el de Acuario se movía de manera ansiosa sobre su espalda, a momentos hacía su cabeza de un lado a otro y en otros cerraba los ojos, separaba un poco más sus muslos o levantaba sus caderas, se acariciaba a si mismo los pezones endureciéndolos y humedecía sus labios con su lengua. Sin duda ambos estaban de acuerdo en continuar.

Así que el guardián del cuarto templo ya no vaciló en sujetar a su compañero por las pantorrillas para separar sus piernas, el otro lo ayudó separándolas por si mismo, Death Mask no tardó en guiar con algo de cuidado y bastante habilidad su erguido sexo a la estimulada entrada, tenía las manos ocupadas así que le tomó un poco de tiempo pero lo consiguió, enfiló su cabeza al centro de sus deseos y traspasó el sitio hasta asegurarse que su entrada era segura, con eso no dudó en impulsar su cuerpo hacia delante dejando que su peso dominara el cuerpo del otro hombre que tan solo pudo gemir al sentir el primer avance, esperaron unos segundos para sentirse más seguros y el de Cáncer volvió a impulsarse y entró casi por completo haciendo que el que estaba sobre su espalda se arqueara y diera varios gemidos, respiraban agitados pero lograron acoplarse y una embestida más logró que se sintieran por completo.

Se tomaron unos momentos para relajarse y que les fuera más sencillo moverse, toda la movilidad estaba en control de Death Mask pues el de Acuario por su misma posición no podía apretar sus músculos y no dudaba en dejarle al de la cuarta casa toda la responsabilidad del ritmo y la intensidad de la penetración. Comenzaron a moverse de inmediato o al menos el de Cáncer lo hacía, por la misma posición la penetración se hacía profunda y el placer intenso, el del cuarto templo podía ver como entraba y salía su propio sexo de la masculina intimidad del de largos cabellos, su rostro ante el placer que eso le causaba; en un principio buscaron la mejor manera de acoplarse pero una vez que lo consiguieron todo fue bastante bien para los dos.

Camus no podía sino encorvarse y gemir abiertamente, le encantaba lo que estaba viviendo, esa manera tan absoluta de recibir solamente y no tener que esforzarse, tan solo permitir que fuera el otro quien lo poseyera, quien entrara hasta lo más profundo en él, que tocara su próstata con pasión, era tan intenso que a momentos llevaba sus manos por encima de su cabeza como si tratara de sujetarse a algo, en otros frotaba sus pezones con sus dedos y llevado por la pasión llegó a enterrar sus dedos en sus muslos pidiendo más, que el de cortos cabellos azules no se detuviera. Lo cual por cierto el otro no pensaba hacer. A Death Mask le encantaba la manera de comportarse de Camus, era abierto, sensual y sabía corresponder, no se esperaba eso del de Acuario pero no lo disfrutaría menos.

Entre sus embestidas llegó un momento que parecía que les estaba costando un poco deslizarse, se formaba una especie de fricción y el de Acuario sentía algo de ardor pero el de Cáncer estaba dispuesto a complacerlo y se detuvo por unos instantes, salió de su cuerpo y soltó una de sus piernas para escupir más saliva a su mano y retirándose cubrió de inmediato su erguido miembro, estaban impacientes pero lograron acoplarse de nuevo, sin necesidad de guiarse mucho el de la cuarta casa entró con velocidad y necesidad en su compañero, ya no fue preciso esperar, estaban más que listos los dos, por eso las embestidas fueron más constantes, firmes, casi violentas, el de la penúltima casa tan solo lo recibía y se dejaba llevar, daba de quejidos y pedía más, se curvaba sobre su espalda y su intimidad estrechaba con intensidad la rígida masculinidad del otro, haciendo inevitable que siguieran el camino a su culminación.

Con vigor ambos se entregaban, no podían durar demasiado de esa manera, su respiración entrecortada, sus músculos temblaban, su sexo se tensaba con fuerza, sentían sus esencias acumularse y esa dolencia en sus ingles que amenazaba con el inevitable final, sus cuerpos estaban bañados con sudor, todo su ser se abría y se estrechaba a la vez para ser un receptáculo del placer que les brindaría esos últimos instantes, era como colapsar, desmayarse, ser uno completamente aunque fuera de manera tan física y primitiva pero nadie negaría que era real, los dos eran uno por esos instantes. La fuerza de sus esencias se liberó haciéndolos gemir con voces guturales, no podían hablar ni respirar ni controlarse, el gobierno de sus cuerpos era del orgasmo solamente.

Sintieron unos espasmos en el abdomen y de ahí una especie de descarga al resto de su cuerpo, trataban de respirar mientras el clímax los reclamaba, ya ni siquiera se sentían, solamente estaba ese intenso calor que los recorría y la ausencia de sus sentidos, todo era el placer satisfecho. Aún parecían necesitar algo de tiempo para que el éxtasis pasara y pudieran sentirse un poco más dueños de si mismos, al separarse parecía que no eran capaces de hablar, por unos instantes se quedaron recostados uno al lado del otro, fue intenso pero no se arrepentían aunque tampoco estaban seguros de cómo comportarse después de ese momento.

  • - Creo que me daré un chapuzón más-decía Death Mask levantándose.

Camus no le respondió nada, tan solo lo miró hacerlo, después de todo no parecía que hubiera nada que le pudiera decir, se levantó y al igual que su compañero dejó que el agua se llevara los rastros de lo que habían compartido.

  • - Ya no llueve-dijo el de Acuario-Será mejor que regresemos.
  • - Si, será lo mejor.

Siguieron en silencio por un largo rato pero casi para alcanzar los templos el de la cuarta casa quiso que su compañero supiera algo.

  • - Eres muy bueno Camus.

El de la onceava casa lo miró como si no comprendiera.

  • - Me gustó, de verdad-respondió el del penúltimo templo-Nunca lo había hecho así pero es mejor dejarlo de esta manera.

Su compañero guardó silencio por unos segundos pero al final habló.

  • - Muy bien-fue su respuesta.

Casi se sonrieron, eran adultos, ninguno de los dos buscaba comprometerse, estaban complacidos con lo sucedido pero lo dejaban en claro: Para ellos había sido un momento en la vida, no algo que debiera prolongarse. O al menos eso era lo que pensaba el venido de Francia y como el italiano no le dijo nada más creyó que todo estaba en orden.

Siendo así los dos continuaron con su camino y pudieron alcanzar sus templos después de reportarse con el Patriarca para decirle que nada había sucedido y que todo estaba bien.

Cuando Camus y Death Mask volvieron a verse no se dijeron ni una palabra de lo sucedido, siguieron con sus labores regulares y por lo mismo el resto de sus compañeros no pensó en que algo habría sucedido entre ellos dos, la vida en el Santuario seguía como siempre o al menos como hasta ese momento.

 

 

Camus había retomado su vida y su rutina como si nada, en ese nuevo tiempo se llevaba bien con la mayoría de sus compañeros y por lo menos no guardaba animosidades con nadie, se manejaba bien y buscaba más de la vida que ser solamente un caballero dorado, en esos planes estaba el tener amigos, compartir pasatiempos, tratar de reforzar los lazos entre todos, eso y que tal vez, si era la persona adecuada, quizás, podría tener a una persona especial a su lado. Así era, el caballero de Acuario había pensado en un compañero.

Al tratar de establecerse el de Acuario pensó en que no estaría mal lo de salir con sus compañeros y por eso de hecho ya tenía citas en su historial aunque no había llegado a mucho o no muy lejos, no había encontrado a alguien que le pareciera el compañero con el que deseara establecerse...no hasta Milo. El caballero de Escorpión era su amigo, los dos se llevaban muy bien, entendían sus puntos de vista y los respetaban, se comprendían de manera bastante agradable y por eso habían salido, algunas veces con los demás y en otras ellos dos solos, siempre eran salidas gratas o encuentros gratos, se podía decir que de su amistad no había más que un paso para algo más o al menos eso fue lo que creyó el caballero de la onceava casa.

Esas ideas fueron sustentadas aún más cuando Milo buscó a Camus una tarde.

  • - Camus ¿estás por aquí?-lo llamaba entrando a su templo.
  • - Aquí estoy Milo-le dijo apareciendo.
  • - Que bueno que te veo Camus, vine para invitarte a cenar.
  • - ¿Dónde quieres que vayamos?
  • - Sería en mi templo ¿Qué te parece?
  • - ¿En tu templo?-preguntaba el de Acuario un poco sorprendido.
  • - Si-decía el otro sonriendo.
  • - Me encanta la idea Milo.
  • - Muy bien, nos vemos en Escorpión a las ocho.
  • - Estaré puntual.

Con eso el caballero de la octava casa se marchó pero dejó al guardián del penúltimo templo con una sensación se estremecimiento, como si algo muy importante fuera a suceder y casi estaba seguro de lo que iba a escuchar esa noche.

Conforme se acercaba la hora acordada Camus se sentía más y más agitado, se arregló perfectamente antes de salir de su casa para dirigirse a la de Escorpión con una sonrisa disimulada de la que no se podía adivinar gran cosa pero su dueño se sentía muy contento: Estaba convencido que Milo se declararía esa noche.

  • - Hola Camus-lo saludó Milo recibiéndolo-Que bueno que ya llegaste.
  • - Gracias por invitarme.

Con esas palabras ya estaban los dos en el interior y no pasó mucho para que fueran a la mesa y se dispusieran a cenar.

  • - Espero que te guste la cena Camus, me esforcé bastante.
  • - Estoy seguro que será perfecta Milo.

Los primeros momentos de la cena fueron como un preámbulo, los dos caballeros de cabellos azules charlaban, compartían, se reían y al de Acuario le parecía a cada momento más sencillo imaginarse que podían fundar algo entre los dos.

Estaban en el postre y seguían hablando como siempre pero a cada instante el de la onceava casa se preguntaba cuándo le hablaría directamente.

  • - He tenido algo en mente últimamente Camus.
  • - ¿De qué se trata Milo?
  • - Pues...no sé como decirlo, es que he pensado mucho en alguien en estas semanas y me gustaría saber si tengo posibilidades con él.
  • - Estoy convencido que si le dices sinceramente lo que sientes comprenderá tus sentimientos.
  • - ¿Tú crees?
  • - Por supuesto Milo-le respondió sonriendo-Puede que incluso te sorprendas porque él sienta lo mismo que tú.
  • - Tal vez-hizo una breve pausa-Camus...
  • - ¿Si?-preguntaba esperando con los ojos brillantes.
  • - Gracias.

El de Acuario no estaba seguro que tipo de declaración era una que empezara con Gracias pero no tardó en enterarse del resto.

  • - Es que hace tiempo que pienso en Afrodita-decía el de Escorpión-Ahora que he hablado contigo me siento más confiado de decirle lo que siento, quizás si lo intentamos lo logremos como pareja.

Lo cierto era que al de la penúltima casa no le salían las palabras ¿Afrodita? ¿Todo ese tiempo se había tratado de Afrodita?

  • - Eres un gran amigo Camus, no sé como agradecerte todo lo que me ayudas siempre.
  • - No es nada-logró decir el de Acuario.

De alguna manera consiguió que se terminara la reunión y marcharse a su casa pero una vez ahí pudo sentirse más libre sobre lo que sentía, a solas y en la oscuridad se sintió como un tonto, todo ese tiempo creyendo que podía llegar a algo con él mientras que el de Escorpión suspiraba por el caballero de Piscis. Terminó por recostarse a dormir pero tardando en hacerlo, no estaba enamorado ciertamente pero aún así se sentía decepcionado por lo sucedido con su compañero.

 

 

Unos días después de esa cena entre Camus y Milo se realizó una reunión de caballeros dorados, no era inusual eso así que a nadie le sorprendió que se vieran los doce en una sola de las casas, que en ese caso fue la de Aries ya que Mu estuvo de acuerdo que fuera de esa manera; poco a poco fueron llegando los demás y se saludaban y charlaban entre ellos, incluso Camus fue, aunque no estaba seguro de lo que podía decir cuando parecía que el tema central de conversación era esa nueva relación del lugar protagonizada por los caballeros de Escorpión y Piscis. No era extraño para nadie y todos se mostraban muy de acuerdo pues ambos caballeros se mostraban contentos y sonrientes por estar juntos.

En medio de toda esa escena Camus procuraba mantenerse imperturbable, no tenía nada que decir, no más allá de pretender que estaba muy contento por ellos dos y no era que no lo estuviera pero de alguna manera verlos a ambos le indicaba que estaba solo, que lo de Milo no tenía ningún futuro y que prácticamente se había hecho castillos en el aire con su compañero, estaba triste pero no por Milo sino por si mismo. Procuraba mantenerse entre sus compañeros pero conforme pasaba el tiempo se hacía más y más complicado sostenerse de esa manera, hasta que fue inevitable que eligiera marcharse.

  • - Es mejor que me vaya-dijo de repente Camus a Mu.
  • - ¿Tan pronto?-preguntaba el anfitrión.
  • - Es...tengo algunas cosas que hacer.
  • - De acuerdo-logró decir el de Aries.

Sin esperar por nada más Camus salió, no pensaba demasiado pero sabía que no deseaba continuar con los demás, tan solo quería alejarse un poco de lo que estaba sucediendo alrededor. La lluvia caía con cierta intensidad pero era soportable, no se daba cuenta del camino ni de nada de nada, se limitaba a dejarse cubrir por el agua que caía desde el cielo, helada y sin permitirle detenerse. Cuando finalmente alcanzó un poco de serenidad se detuvo y miró alrededor, estaba ahí, a solas, con esos pensamientos que le robaran la frialdad unos momentos atrás, pero de nuevo iba llegando algo de calma.

Pero justamente en ese momento se dio cuenta que no estaba solo.

  • - Camus.
  • - ¿Qué haces aquí?-preguntaba el de Acuario.
  • - Quería saber si estabas bien.
  • - No debiste seguirme.

A tan solo unos pasos y bajo la misma lluvia se encontraba el caballero guardián de la cuarta casa.

  • - ¿Estás bien Camus?-se limitó a preguntar el de Cáncer.
  • - ¿Te parece que estoy bien?-dijo el otro un tanto irritado.

Pero el del cuarto templo no le dijo nada, tan solo lo observaba en silencio, el de la penúltima casa daba de vueltas un poco más, no sabía lo que sentía, lo que quería, lo que necesitaba, pero un instante después estaba el de Cáncer delante de él, mirándolo fijamente, diciendo sin palabras lo que podía suceder si seguían juntos en ese momento.

  • - No debiste seguirme Death Mask-dijo el de Acuario.

Y no pudo decir mucho más, ya el de cabellos cortos estaba  a su lado estrechándolo entre sus brazos para besarlo con intensidad, el de la onceava casa no se resistió demasiado, le correspondió en el acto y sin inhibiciones de ninguna manera abrió su boca y buscó la lengua de su compañero que de la misma manera le devolvió el beso. Bajo la lluvia se estrecharon sin preguntarse demasiado de nada, estaban ahí y estaban juntos, sus sentidos se entregaban y buscaban con necesidad que no se quedaran en simples besos.

Los dos caballeros de mirada azulada apenas si dieron una mirada alrededor para tratar de encontrar algún sitio un poco menos abierto para lo que iba a suceder, aguzando sus ojos el de Acuario vio un pequeño espacio entra las ruinas, una especie de templete  sin uso alguno pero que aún mantenía en pie parte de su forma.

  • - Vamos ahí-dijo Camus.

Sin esperar los dos fueron de inmediato y quedaron apenas bajo cubierta pero no les interesaba demasiado eso, la ropa les escurría y su cuerpo estaba húmedo, su cabello aplastado por el agua de la lluvia y nada de eso les interesaba, era mucho mejor el continuar. No hubo demoras ni esperas, todo ocurrió de inmediato, Death Mask estrechaba entre sus brazos con fuerza al de Acuario, no dejaba de atraerlo contra su cuerpo ni de pasar sus manos por encima del mismo, sintiendo sus músculos y sus curvas, disfrutando de su masculina forma y excitándose al frotar su virilidad contra la de su compañero. Camus por su parte no se negaba a nada, más bien lo deseaba y dejaba que el otro continuara sin inconvenientes, por eso cuando las manos fueron a la mojada ropa lo ayudó a desvestirse.

 

 

La pesada ropa caía a sus pies, se podía escuchar como golpeaba contra el frío mármol, siguieron con velocidad hasta quedar desnudos por completo bajo la recia lluvia que no había parado ni por un instante, Death Mask atrajo a Camus contra él, lo besó con fuerza buscando que se le rindiera de inmediato, llevando sus manos hasta su trasero para acariciarlo al principio pero apretándolo después contra él, le gustaba sentirlo, acariciaba su masculina entrada y deseaba traspasarla cuanto antes pero en la mente del de Acuario había algo muy diferente, de alguna manera sus azules ojos estaban fijos en el agua que caía, era tan fuerte, dominante, fue como un impulso, algo que jamás se permitía a si mismo pero en ese instante no se pudo contener, de un movimiento fuerte y decidido se soltó  del masculino abrazo de su compañero que lo miraba sin comprender y mucho menos cuando lo vio reírse.

  • - Camus...

Pero no pudo decir nada más, en ese preciso momento el de la onceava casa salió corriendo bajo la lluvia, no le importaba nada, tan solo sentía como el agua golpeaba su cuerpo, abría los brazos como si recibiera las gotas en su piel con alegría, casi cegado por la lluvia siguió dando de vueltas por el lugar mientras el de Cáncer no sabía que pensar ni que decir, no lo perdía de vista, jamás había imaginado nada semejante del de largos cabellos azules pero no le interesó, ese hombre ante él parecía brillar y terminó por reírse, no era gracioso de ninguna manera pero él solamente podía reírse, un instante más y estaba igualmente bajo la lluvia con su compañero que al verlo acercarse sintió un estremecimiento y trató de alejarse pero no con mucha velocidad, así que el otro no tardó en darle alcance contra una especie de pilar que estaba en el lugar.

Se miraron de frente, no dijeron nada, parecían solo poder mirarse, fue el de Cáncer quien sujetó a Camus con fuerza contra él, oprimiendo su cuerpo contra el pilar, lo sentía arder bajo la lluvia y no quiso aguardar, lo sujetó con fuerza entre sus brazos acariciándolo locamente por todas partes mientras el del onceavo templo deseaba que siguiera, que le hiciera el amor una vez más. Bastaron unos instantes para que sintiera como acariciaba su sexo con sus dedos, que se deslizaban un poco más hacia atrás y acariciaban con cierta fuerza sus testículos, el breve espacio que los separaba de su masculina entrada y finalmente el pasaje prometido a su placer. Lo rodeó, lo asaltó sin pausas, separaba su estreches con energía, no aguardaba sino lo mínimo para sentirlo, un dígito en su interior, dos dígitos, tres, lo hacían gemir y aferrarse al fuerte cuerpo de su compañero que no cesaba de besarlo y sujetarlo contra él.

Camus se movía apasionadamente contra Death Mask, ansiaba sentirlo, su cuerpo lo recordaba de esa vez juntos y quería vivirlo de nuevo, no cesó de buscar llevarlo a su interior pero aún así se sintió sorprendido cuando los poderosos brazos del de la cuarta casa lo elevaron separando sus muslos, tuvo que sujetarse con fuerza pasando sus brazos alrededor del cuello del de cortos cabellos azules y lanzó un gemido algo intenso cuando lo sintió penetrarlo, no fue por completo pero claramente llegaba a él la sensación de estar siendo asaltado por ese rígido miembro que no cesaba en sus ataques hasta que estuvo completamente en su interior y lo hizo buscar que se moviera, con cierta salvaje pasión no cesó de moverse para sentirlo hasta lo más profundo gimiendo e implorando porque continuara.

El de Cáncer no se esperaba a un compañero tan activamente apasionado, que movía sus caderas contra él, que lo llevaba a su interior y parecía buscar retenerlo ahí, no sabía nada de nada que no fuera que ese complaciente hombre de profundos ojos azules necesitaba que le hiciera el amor tanto como él necesitaba hacérselo. Comenzaron a moverse al mismo tiempo, con urgencia e intensidad, el de la onceava casa sentía el golpeteo de los testículos contra su entrada, le encantaba sentirlo, sentirse abierto e invadido hasta lo último mientras el del cuarto templo no dudaba en llevar hasta lo más profundo su erecta virilidad, fascinado de lo apasionado que era el siempre frío Caballero de los Hielos.

En medio de la lluvia que aún los golpeaba los dos hombres se movían como bacantes sin importarles nada ni nadie, tan solo satisfaciendo sus sentidos y necesidades, sus cuerpos se entregaban sin reservas a ese fuerte y rítmico bombeo pero no podían seguir de esa manera, sin ningún tipo de aviso ambos cayeron sobre el suelo, no les importó, se sentían demasiado necesitados uno del otro como para que les importara; Death Mask hizo que Camus separara sus piernas que aún estaban alrededor de su cintura para elevarlas y pasarlas por sus hombros, dejándolo abierto para él, no cesó de poseerlo mientras un intenso placer llegaba a ambos, el de la cuarta casa se apoyaba en sus manos y pies para guiar mejor sus penetraciones al mismo tiempo que el venido de Francia no dejaba de gemir y de arquearse enloquecidamente sobre su espalda al sentir como su próstata era encontrada a cada embestida.

En algún momento ambos empezaron a gritar, de verdad a lanzar de gritos, temblando por la pasión y la lluvia, no lograban entenderlo, sus cuerpos ardían pese a lo helada que estaba el agua sobre ambos pero tampoco les importaba, esa presión intensa que anunciaba el clímax estaba llegando con velocidad, se sentían morir a cada segundo, se estrecharon con vigor uno al otro y pudieron contemplar apenas el rostro de su compañero al alcanzar el orgasmo, como se quedaban sin aliento y miraban sin mirar en realidad, daban unos extraños gemidos incomprensibles, dejaban que sus simientes salieran de sus miembros aún erguidos mientras las últimas embestidas entregaban los restos de su pasión.

Aún caía la lluvia pero con menos fuerza, los dos caballeros fueron aprisa, apenas se sintieron mejor para ello, por su ropa, no importaba que estuviera empapada, se vistieron velozmente sin mirarse aún recobrando el aliento para ponerse de inmediato en camino a sus templos, lo necesitaban.

Al pasar por Cáncer se detuvieron un instante, al menos su guardián lo hizo.

  • - Puedes secarte aquí si quieres Camus.
  • - Gracias pero no, es mejor que me vaya a mi templo Death Mask.

Sin aguardar por una sola palabra más el de la penúltima casa se dirigió de inmediato a su propio templo para desvestirse una vez más y darse un buen baño de agua tibia, tendría suerte si no pescaba un fuerte resfriado después de lo que terminaba de hacer. Una vez bañado y seco fue a su cocina para prepararse algo caliente, un café cargado con un poco de brandy, y al estarlo bebiendo pudo recapacitar ¿Qué era lo que le pasaba? No era uno de esos que buscaba sexo a la menor provocación ni mucho menos de los que lo hacían al aire libre pero lo terminaba de hacer. Colocó sus manos en su frente apoyándose sobre la mesa, tenía que controlarse, era un hombre y un caballero, no podía ir por ahí actuando de manera tan estúpida.

Con esos reproches en mente se fue a la cama a descansar, aunque justamente en ese sitio no pudo sino sentir aún en su piel la tibieza del cuerpo del de Cáncer.

 

 

El tiempo transcurrió como siempre o al menos para Camus fue de esa manera, mientras trataba de estabilizarse seguía cumpliendo con sus labores como el caballero dorado que era, por la misma razón buscaba concentrarse en algo más que en la monotonía y lo único que pareció ayudarlo a eso fue el cumplir con misiones fuera del Santuario, parecía que no podía estar demasiado tiempo en su templo pues apenas salía algo por fuera del Santuario cuando se ofrecía el de la penúltima casa para llevarlo a cabo. Era en cierta manera una forma de no pensar pero el de Acuario no se detenía a pensar en ello con calma.

No hasta que fue necesario que por un tiempo estuviera en su casa ya que las misiones se limitaban al interior y no había muchas por cumplir, eso dejaba al de los cabellos azules solo con sus pensamientos y un tanto meditabundo. Lo de Milo había quedado atrás, era cierto que le había gustado su compañero pero afortunadamente aún no se encontraban los sentimientos de por medio, sí ese hubiera sido el caso sin duda el recuperarse abría sido más complicado pero no era necesario preocuparse por eso. De todas maneras el de Acuario se sentía un tanto apagado por todo lo sucedido, no por el de Escorpión sino por sentirse solo, le hubiera gustado tener algo más pero aún no sabía qué.

En medio de todo eso fue cuando le llegó una invitación.

  • - Hola Camus.
  • - Hola Afrodita.

El caballero de Piscis parecía ir bajando.

  • - ¿Vas al pueblo Afrodita?
  • - No, más bien estoy haciendo una invitación.
  • - ¿De qué se trata?
  • - Haré una reunión en mi templo, quisiera que vinieras ¿Qué me dices?
  • - Por supuesto.

¿Qué otra cosa podía decir? El de Piscis lo estaba mirando con una enorme sonrisa aguardando por su respuesta.

  • - Será mañana a las cinco Camus.
  • - Estaré ahí Afrodita.
  • - Tengo que invitar a los demás, nos vemos.
  • - Adiós.

Aún lo siguió con la mirada, lo observaba alejarse ¿Cuál era su problema? ¿Por qué él no podía ser más como su compañero? Abierto, franco, sonriente, pero no, tenía esa personalidad tan fría, opaca, a veces le daba la idea de que era una persona gris, sin color ni encanto aunque eso se lo decía cuando se sentía un tanto cansado de si mismo como en esos momentos.

Como fuera la famosa reunión se dio al día siguiente y los caballeros dorados fueron llegando a Piscis, no estaba mal lo de verse y convivir, al menos al de Acuario se le había pasado un poco lo de estar medio molesto y trató de divertirse con sus compañeros, lo intentó pero finalmente se quedó en silencio observando a los demás y no pudo evitar que una serie de ideas corrieran por su cabeza.  Estaba ahí, tenía que estar ahí aunque fuera en silencio y tan solo observando, sin intervenir en nada de lo que se decían los demás ¿Hubiera sido diferente de no estar él presente? ¿La conversación de los demás sería distinta sin su presencia como una especie de ratón oculto? De alguna manera se sintió cansado de todo eso y decidió que necesitaba un poco de espacio y de silencio así que salió de Piscis.

Cuando Camus se separó un poco de sus compañeros fue a la parte que unía la doceava casa con las habitaciones del Patriarca, observaba a las afueras y justo en ese instante sintió que alguien estaba a su lado, apenas si lo miró pues reconoció a Death Mask, no sabía que decirle pero antes de decir nada el otro habló.

  • - ¿Vas a tu templo?-preguntó el de Cáncer.
  • - ¿Por qué me preguntas eso?-preguntó a su vez el de Acuario.
  • - ¿Vas a tu templo?-repitió el de la cuarta casa.

El del penúltimo templo buscó una manera de evitarlo, de decirle que era todo, que entre ellos dos no había nada pero sus acciones fueron diferentes.

  • - Voy a mi templo-le dijo sin mirarlo el de Cáncer.

El de Acuario en ese momento lo vio ir hacia los demás y despedirse velozmente, no deseaba retrasarse más, así que una vez en la soledad de su propia casa se limitó a esperar, no sabía cuanto tiempo lo haría pero trataba de controlarse; al final, a tan solo unos minutos de haberse retirado el de la cuarta casa el venido de Francia se fue también y dirigió sus pasos de inmediato a Cáncer pese a las advertencias de lluvia en el cielo.

 

 

En la cuarta casa había mucho silencio, tal vez porque lo era o quizás por mera sugestión pero el de Acuario pensó que se veía oscuro, era eso o porque se había nublado el cielo completamente debido a la lluvia, ya se escuchaba el golpetear de las gotas.

  • - Death Mask.

Se acercó un poco más al interior, no sentía temor pero lo primero que buscó fue que en las paredes no estaban ya los rostros que alguna vez las adornaran, si era que algo como eso resultaba un adorno.

  • - Camus.

Dio vuelta, ya no importó mucho lo que había o ya no había en el lugar cuando ese hombre estaba delante de él. En un primer momento pensaron en que debían decirse algo, quizás comentar alguna cuestión pero sinceramente ninguno de los dos pensaba en hablar, sus cuerpos reaccionaban a esa presencia y no estaban para confesarse, era muy diferente lo que buscaban cada vez que estuvieron juntos y a solas con la lluvia en el cielo. Aún así, al quedar frente a frente, el de la penúltima casa tuvo la idea de que el otro hombre de cabellos azules lo miraba diferente pero no tuvo tiempo para pensar demasiado en ello, sin aguardar los dos se buscaron para besarse y sentirse tan cerca que el calor de sus pieles parecía traspasar sus ropas.

Ninguno de los dos prestaba demasiada atención a su vestimenta más allá de que les resultaba estorbosa en ese momento, ambos fueron diestros y hábiles en irla apartando sin dejar de besarse con intensidad, era una de esas pequeñas destrezas que sus encuentros previos les habían dejado, el saber donde tocar y de que manera para que la ropa se fuera desvaneciendo. Con singular despreocupación olvidaron prontamente las prendas que iban siendo descartadas, se ocupaban más de sentirse al ir quedando desnudos, de sus músculos contra los del otro hombre, sus sexos que estaban libres y se sintieron con absoluta familiaridad, esas manos que lo recorrían todo y lo permitían sin remilgos pues les gustaba el tipo de hombre que era ese otro caballero de cabellos azules, fuerte, determinado, entregado, era de verdad especial lo que tenían.

Aunque no era tiempo de pensar en lo que tenían, ninguno de los dos lo necesitaba, era mejor encargarse de continuar, de sentirse, de poder acariciarse, separara una de sus piernas para pasarla sugestivamente por encima de las caderas del otro hombre, sostenerse con fuerza estrechando su espalda, compartir los besos ardientes y las sutiles marcas que dejaban sus lenguas y sus dientes sobre la piel, sentir como esas manos varoniles y demandantes estrujaban zonas sensibles y los hacían gemir, todo eso era mejor en ese instante que detenerse a pensar. Tal vez estaban influidos también por la inminente noticia de una separación, una más larga y completa de la que habían sobrellevado hasta ese momento en el Santuario.

No era momento de lamentarse, Death Mask no tuvo reparos en hacer lo que deseaba y para eso se apartó un poco del de Acuario, tan solo lo necesario para que pudiera bajar por su cuerpo, delante de él, sin esperar ni titubear, buscó directamente su sexo, lo tomó con una mano y lo masajeó y sin más llevó la punta a sus labios, lo estrechó y lo acarició con su lengua, lentamente, despacio, lo fue llevando más a su interior ante la mirada y los gemidos de satisfacción de Camus que sentía que le temblaban las piernas pero no por eso dejaba de responder a las atenciones del de Cáncer que se comportaba como si él fuera lo único que le importara en el mundo.

Al caballero de la cuarta casa no le gustaba ser el que complaciera en el sexo oral, le desagradaba, pero en ese instante no era así, por vez primera le gustaba ser quien se sometiera de esa manera para complacer al de largos cabellos azules, lo sentía responderle con todo su ser a sus caricias y por eso no dudaba en ser más entusiasta, en moverse y tratar de sostener por completo su miembro en su interior aunque no podía, no tenía la experiencia para hacer eso pero no fue menos solícito, utilizaba sus labios, su lengua, sus dedos, todo lo que le fuera posible para sentirlo estremecerse y disfrutaba de esos sonidos guturales que el otro dejaba salir de su boca.

  • - Oh Death...-murmuraba el de Acuario.

Eso parecía suficiente pues no deseaba que terminara de esa manera así que se separó un poco pero el de la onceava casa no estaba de ánimo de ser quien esperara, el de Cáncer apenas supo lo que sucedió cuando ya estaba en el suelo y el de Acuario estaba encima de él mirándolo como hechizado, sus azules pupilas destellantes y sus labios más rojos que nunca en su rostro apuesto y apasionado. Camus se inclinó para besar al de Cáncer mientras sus caderas se movían frotándose contra la masculinidad de su compañero, se sentía tan bien, necesitaba de nuevo de esa sensación de completa consumación, de la casi furiosa pasión que el otro le había compartido y más que nada despertado, no lo entendía, tan solo deseaba vivirlo de nuevo.

Pese a su entusiasmo ambos encontraban que necesitaban más para poder continuar, estaban sus sexos listos pero no del todo sus papeles, así que Death Mask estrechó al de Acuario contra él y con habilidad hizo que ambos se giraran sobre el suelo, quedando así sobre el de la penúltima casa, lo besaba abriendo sus labios y penetrándolo con la lengua, acariciando su pecho y endureciendo sus pezones, llegando hasta su abdomen y sintiendo que necesitaban darse prisa. El que estaba sobre su espalda sintió como el de cabello corto bajaba por su cuerpo besándolo y acariciándolo con su lengua, dejando húmedas marcas sobre su piel tibia, acariciando su sexo con voluptuosidad, probando entre sus labios sus testículos y haciéndolo arquearse sobre su espalda, momento que su compañero utilizó para sujetarlo por las caderas y separando sus muslos llevó su lengua directamente a su entrada.

El de Acuario tan solo se agitaba y separaba voluntariamente sus piernas para permitir que el de Cáncer continuara con lo que hacía, le gustaba sentirlo, la forma en que lo excitaba y le decía lo que buscaba, a lo cual él no pensaba negarse, lo necesitaba quizás con la misma intensidad. Gimió sin inhibiciones cuando un dígito se abrió camino en él, lo sentía explorarlo, tocarlo, esa forma de buscar en su interior y logrando localizar su próstata hasta que la estimulaba suavemente, volvía a utilizar su lengua unos instantes y fueron dos dedos en su interior los que lo preparaban, dilataban su entrada y separaban sus paredes íntimas para lo que en verdad estaban esperando ambos con necesidad. No fue necesario esperar demasiado para ninguno de los dos.

El caballero de Cáncer sentía que si no poseía al de Acuario iba a desmayarse, su miembro rígido y necesitado estaba cubierto por su propia húmeda necesidad, sentir como el del onceavo templo se relajaba le dijo que era momento, así que lo hizo estrecharlo con sus piernas por la cadera y apoyándose con una de sus manos guió su turgente sexo al sitio que anhelaba, traspasó las tiernas paredes con su cabeza solamente, como si se asegurara que no había manera de fallar, cuando estuvo más cómodo continuó, embistiendo poco a poco, traspasando hasta la mitad y fascinándose con la loca agitación de caderas del de largo cabello azul que parecía buscar la forma de llevarlo a su interior por completo. Fue Camus quien de un movimiento decidido se enclavó en su compañero para dar de gemidos al mismo tiempo que buscaba respirar y casi de inmediato comenzaron a moverse, ese rítmico vaivén que los complacía llenándolos de placer.

Los momentos fueron y vinieron, entregados como estaban a su búsqueda de satisfacción ninguno de los dos prestaba demasiada atención a nada, solamente disfrutaban de sentirse, de compartir su intimidad, se sabían complacidos y que a cada momento las cosas irían mejor, ese constante movimiento de sus caderas los impulsaba a aferrarse con intensidad, a clavar sus uñas en la piel del otro, algunas veces se besaban e incluso sus lenguas imitaban lo que sus sexos hacían, aspiraban ese aroma tan singular de su piel en el sexo pero no era suficiente, lo adivinaron. Camus trataba de que su compañero llegara más profundo en él, separaba sus piernas e incluso llevó uno de sus tobillos a la espalda baja del de Cáncer para impulsarlo pero no era suficiente, necesitaban de más y por eso el de la cuarta casa se decidió a hacer algo que rara vez hacía.

Con determinación logró salir del cuerpo de Camus, el de Acuario al sentirlo lo miró como si no creyera que lo dejaba en ese momento y de esa manera pero antes de que pudiera decir algo el otro lo besó con fuerza dejándolo sin palabras y menos supo que decir cuando el venido de Italia le hizo una pregunta con los ojos brillantes.

  • - ¿Qué tan aventurero te sientes?

No hubo una respuesta verbal pero si que la hubo con sus ojos azules destellantes, así que no se negó a nada cuando el de Cáncer lo llevó hacia el sofá más cercano pues necesitaba apoyarse en algo, más bien necesitaba que Camus se apoyara, arrojó sin esperar uno de los mullidos y amplios cojines  al suelo y guiando con determinación al de largos cabellos azules le indicó lo que quería de él pese a que en un principio el otro no lo comprendía. El de Acuario no sabía qué pensar de estar como en ese momento: Tumbado sobre el cojín con sus hombros sobre la misma pieza mientras que su espalda estaba apoyada en el sofá y el de ojos azules como los suyos lo sujetaba por los muslos  separándolos y entraba de nuevo en él con fuerza de un solo movimiento embistiéndolo con intensidad.

El venido de Francia no cerraba los ojos pero tampoco los mantenía abiertos y tan solo parecía mirar estrellas, se sentía totalmente abierto y vulnerable y sin embargo no lo hubiera cambiado por nada, el de Cáncer lo estaba poseyendo hasta lo último, entrando en él completamente y sin esperar, lo hacía gemir y gritar pero pedía al mismo tiempo por más, porque no se detuviera, que continuara, no se cansaba de sentirse invadido en forma tan completa, tan masculina y arrebatadora. Su masculino pasaje parecía abrirse y contraerse alrededor de ese rígido sexo que lo invadía hasta sitios que nunca había sentido, al mismo tiempo su próstata era asaltada a cada momento y no podía controlarse de ninguna manera, sus manos se apretaban sobre sus abiertos muslos mientras daba abiertos gemidos de satisfacción.

Death Mask se sintió un poco asustado cuando escuchó los gritos que daba Camus, no como para detenerse y esperaba no estarlo lastimando pero era para inquietarse el que el siempre frío y silencioso caballero de Acuario actuara de esa manera pero ciertamente los dos lo estaban disfrutando demasiado, complacerse de manera tan absoluta, sin obstáculos, con fuerza, intensidad, vigor; para esos momentos los dos gemían de forma abierta, ascendían por la espiral del placer velozmente, sus miembros poderosamente rígidos los llevaban a un punto casi de dolor, era necesario terminar. Mientras el de la onceava casa estaba disfrutando la experiencia el de cortos cabellos azules lo observó apenas un instante, necesita de él, necesitaba sentirlo.

Fue necesaria bastante habilidad pero de un solo movimiento y con velocidad el de Cáncer consiguió sujetar al de Acuario por los brazos y más bien arrojarlo sobre el sofá para seguir embistiéndolo mientras el otro no dejaba de agitarse por los espasmos que atacaban su vientre, eran fuertes, lo hacían arquearse y dar de voces; Death Mask no tardó en recostarse sobre Camus, lo estrechó con fervor besándolo y acariciando su sexo, estaba cansado, no lo podía evitar, pero quería complacerlo. Ambos se estremecían, se aferraban, el calor de su cuerpo era demasiado,  todo lo que sentían era demasiado, el del penúltimo templo no pudo más, dio de gemidos como si se le fuera la vida en ello, su tibia esencia brotó de su interior cubriendo la mano y parte del abdomen de su amante, dejándolo tembloroso y sin voz, casi sin sentido en un miasma de placer. Sentirlo terminar fue la verdadera satisfacción del venido de Italia, un instante después él mismo terminaba desbordando su esencia en ese masculino receptáculo que aún lo estrujaba, fue tan delicioso que casi sonreía de deleite.

Se quedaron muy quietos sin poder separarse, perdidos en su universo de placer mutuo, la vida, el mundo, la lluvia, nada importaba, no después de un momento como el que terminaban de compartir, hubiera sido demasiado para uno solo pero entre dos podrían con ello.

 

 

Para Camus había representado un alivio estar con Death Mask pero no pensaba demasiado en ello, no sabía que pensar sobre ello, sobre todo cuando no hablaba con el de Cáncer, él no lo buscaba y por su parte su compañero tampoco, lo más sencillo era suponer que no había nada que pensar y por lo tanto nada lo ataba al Santuario en esos momentos, aparte de eso no pensaba en una relación de ninguna manera. La vida continuaba o al menos eso le parecía a él, pasaban las misiones y los deberes pero pensaba en querer hacer algo para él, algo que a él le gustaría hacer y...una respuesta llegó a sus pensamientos. No estaba mal y mientras más pensaba en ello más se convencía de que lo haría.

Los caballeros dorados estaban reunidos en su entrenamiento, sucedía lo que generalmente sucedía en esos encuentros, peleaban, batallaban, sacaban de lo mejor de su técnica, pero en algún momento tenían que terminar y cuando lo hicieron fue tiempo de preguntarle a su compañero de cabellos azules por el motivo que lo tenía tan pensativo.

  • - ¿Qué sucede Camus?-le preguntó de pronto Shura.
  • - ¿Sobre qué?-indagó a su vez el de Acuario.
  • - Estás más pensativo de lo usual.
  • - ¿Todo está bien?-quiso saber Saga.
  • - Si-respondió el de la onceava casa-Solo es que he pensado en algo.
  • - ¿En qué?
  • - Deseo hacer un viaje por un tiempo, quisiera ir a Francia.
  • - ¿De verdad?-preguntaba el de Capricornio.
  • - ¿Estás seguro de eso?-dijo el de Géminis.
  • - Si-dijo con suavidad el de Acuario-Es solo algo que quiero hacer para alejarme y pensar un poco en mi vida.
  • - Bueno Camus-dijo Shura-Si es lo que quieres sabes que cuentas con todo nuestro apoyo.
  • - Gracias.

Pero en ese instante no pudo sino desviar un poco su mirada azulada y se dio cuenta de la manera en que lo observaba Death Mask de Cáncer, apretaba un puño y de manera bastante ostentosa se dio vuelta para después alejarse con velocidad.

  • - Death Mask-lo llamó como por impulso.

Pero si bien el de la cuarta casa se detuvo no volteó sino que siguió con su camino a pasos largos y veloces, de alguna manera sus movimientos eran fuertes, como si se sintiera furioso por algo. Los que lo vieron no supieron que pensar de ese comportamiento y el de Acuario no fue capaz de decir nada.

En su templo el de Acuario se decidió a pensar mejor en lo de su viaje, después del entrenamiento había buscado al Patriarca Shion para decirle de sus planes y pedirle permiso, siendo el de la onceava casa un excelente caballero no tuvo problemas en obtener el consentimiento necesario para que se le dejara ir por un tiempo al sitio que eligiera; así que el de cabellos azules pensaba en su viaje, el itinerario, el recorrido, lo que debía empacar, todo eso que era necesario tomar en cuenta antes de emprender una aventura. Pero aún con todo eso al venido de Francia le daba la impresión de que algo faltaba, no podía explicarse el qué o el cómo pero algo le hacía falta ¿Qué era lo que sucedía con él? Se consoló pensando que justamente ese viaje lo ayudaría a aclarar sus pensamientos.

O al menos eso pensaba.

Comenzaba a caer la noche cubriendo con su manto oscuro el cielo, al mismo tiempo cualquier resto del ocaso fue borrado por unas nubes sorpresivas que cubrían el mundo. El de Acuario salió unos instantes de su templo observando como oscurecía buscando relajarse, estaba listo para partir o al menos le parecía que lo estaba, para la mañana siguiente estaría en camino aunque también era porque no se sentía capaz de descansar, sentía como un estupor que le robaba el sosiego, era como estar fatigado pero no comprendía el porqué ¿Qué era lo que le estaba sucediendo? La oscuridad seguía cayendo dando paso completo a la noche, lo mejor era regresar al interior y procurar descansar, tenía horas movidas por delante. Pensando en eso dio vuelta pero antes de llegar al interior sintió que alguien lo observaba, volteó y no tardó en descubrir de quien se trataba.

  • - Death Mask.

Bajo la oscuridad y en medio de la noche como si fuera una aparición el caballero dorado de Cáncer se encontraba ante él.

 

 

Death Mask de Cáncer estaba casi a las puertas de Acuario delante de Camus, el guardián del templo no podía sino preguntarse ¿Qué quería? ¿Qué buscaba? Pero antes de poder decir nada el de cabellos cortos se acercó y fue directo.

  • - ¿Vas a irte?
  • - Si-respondió el otro.
  • - ¿Cuándo?
  • - Quisiera irme mañana mismo.
  • - ¿Mañana?
  • - Si.

No se dijeron nada pero por sus miradas se hacía evidente que de algo deseaban hablar pero ¿En verdad tenían algo que decirse ellos dos? El de Acuario se decidió a decirle algo más aunque tal vez no tenía sentido que lo hiciera.

  • - Esto no tiene que ver contigo Death Mask-le dijo como si se explicara delante de él-Solo quiero alejarme un poco y pensar en el futuro.

Sin embargo el de Cáncer no le decía nada, Camus tan solo podía verlo comportarse con su habitual aire de silencio, como si fuera un hombre silencioso de un mundo muy lejano, esa expresión en su rostro que parecía decir No me importa nada porque yo no le importo a nadie; y justamente por eso no sabía lo que pensaba el hombre delante de él en esos momentos pese a su silencio.

Para Death Mask de Cáncer ya era bastante estar delante de Camus, sabía perfectamente que sentía que en su vida no ocurría nada, nada hasta el de Acuario. No le gustaba pensar mucho en él en los días pasados porque eso solo servía para que se armara líos en su cabeza sobre ambos, se torturaba cuando se trataba de pensar en los dos porque increíblemente lo había hecho, desde la primera vez juntos no había dejado de pensar en él.

  • - Death Mask...-intentó decirle el de Acuario.
  • - Camus...Para mí lo único que existe en el mundo eres tú Camus-dijo interrumpiéndolo de forma abrupta.

Y desde ese instante no podría parar, necesitaba decírselo todo o quizás ya no habría otro momento para hacerlo.

  • - A pesar de que siento miedo tengo fe en estar a tu lado Camus, de verdad creí que había algo entre los dos. Sé que un hombre debe luchar para conseguir lo que en verdad quiere y tú eres lo que quiero en mi vida, no tengo más y no quiero nada más, solo me importas tú. No puedo borrar el pasado, que en algún momento a pesar de mi armadura traicionara a mi diosa pero sin importar cuanto me reprochara por eso no encontraba paz, no hasta que apareciste tú, tu presencia me da paz y no me permitiré perder eso, el poder tenerte cerca, abrazarte, el contar con esa calma en mi alma porque al fin apareciste.

El de Acuario lo escuchaba sin estar seguro de lo que debía sentir pero era evidente que algo tenía que decir.

  • - Death Mask, fue muy...agradable lo que sucedió entre los dos pero no estoy seguro de lo que significa.
  • - Para mi significó todo.

No era una mentira, era verdad y al ver su rostro el de Acuario lo comprendió, el de Cáncer no había buscado sexo con él solamente sino que había buscado una manera de complacerlo, de acercarse y de hacerlo dichoso, ser parte de su existencia aunque no encontró mejor manera de hacerlo pero las palabras no eran el fuerte del de la cuarta casa, aún en esos momentos no era capaz de decir abiertamente lo que quería de él y parecía que al de la penúltima casa le tocaba descifrarlo.

Antes de poder decirse nada más el venido de Italia se acercó al otro hombre y lo besó en los labios con suavidad.

  • - Si necesitas irte entonces debes irte Camus.

Pero esos ojos azules contaban una historia muy diferente, algo que no siempre se puede decir con palabras, más aún cuando se desconoce.

  • - ¿Qué quieres de verdad Death Mask?
  • - No voy a interferir en tus planes Camus, si vas a irte no haré nada para impedírtelo pero...
  • - ¿Pero?

El de cabellos azules cortos parecía buscar la manera de explicarse, no encontraba palabras para lo que quería decir, caminó unos pasos nerviosos por el lugar, respiró profundamente y mirando de frente al de Acuario supo que era tiempo de sincerarse.

  • - Sé que ya es tarde y que estás cansado Camus, que quieres hacer este viaje y también sé que tus planes no me incluyen pero ahora-y dijo eso tomándolo por los hombros y mirándolo a los ojos-estamos los dos aquí y estamos solos. En lo profundo de mi alma siempre he estado solo, sin esperanzas, he esperado por el amor pero contigo dejé de esperar, en este instante estamos juntos, tal vez podamos encontrar una manera de lograrlo si podemos descubrir la forma de no separarnos.
  • - Death Mask...
  • - Solo te pido que por esta noche me permitas estar a tu lado-le dijo tomando su mano entrelazando sus dedos.

El de Acuario necesitaba pensar, lo sabía, no podía sino decirse ¿A dónde lo llevaría algo, lo que fuera, con Death Mask de Cáncer? Pero mientras trataba de pensar el otro se le acercaba más y lo besó de nuevo.

  • - Quédate-le pidió.
  • - Death Mask.
  • - Al menos por esta noche, solo quédate, mañana...
  • - Mañana pensaremos en lo demás-lo interrumpió el de cabello largo sonriendo-Pero por esta noche me quedaré.

Fue como si el cielo esperara por esas palabras pues en ese instante comenzó a llover, Camus sonrió y Death Mask lo abrazó para besarse al siguiente instante.

Después pensarían, se preocuparían y todo lo demás que hiciera falta pero esa noche de lluvia se quedarían juntos, a la mañana siguiente decidirían que hacer, tal vez seguir juntos, acaso seguir cada uno con su vida por separado. ¿Qué había entre ellos dos? ¿Qué pasaría? Sus planes no eran los mismos, ellos eran diferentes, nadie creería que podían estar juntos pero ¿Eso importaba? ¿Importaba el mañana? Tenían todo, la lluvia y el uno al otro ¿Porque no quedarse? Tenían el hoy, no necesitaban el mañana, quizás ya no sería necesaria la lluvia para que pudieran estar juntos y amarse.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

La semana que entra aún no sé cual subiré, si nada sucede que lo impida pero pensaré en ello.

Atte. Zion no Bara.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).