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Nupcias por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Gcnovas quien deseaba algo con las parejas y en este tipo de entorno. Espero que te guste.

Y que les guste a los demás

 

Es una historia dividida en tres partes y cada uno con sus propios capítulos, sé que he dicho esto antes pero de alguna manera esta trama se extendió, además se trata de un universo completamente masculino, ojalá y los entretenga y/o les guste.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte de la primera historia, empezamos con Shaka, espero que les guste el resultado.

El Príncipe Virgen I

 

 

El cuadro era hermoso y perfecto en sus detalles, una bonita imagen familiar que representaría ante la gente esa tierna infancia de los involucrados, una alianza que el tiempo solo había intensificado y que se esperaba que continuara con los años. Lo que el cuadro mostraba era a los príncipes del reino, los hijos de Atenas, los pequeños responsables de la continuidad de la corona. El centro de la imagen lo ocupaba el mayor de todos, un lindo niño rubio de mirada azul llamado Shaka, vestido de blanco por completo y su cabello suelto parecía una figura de porcelana; a su lado derecho estaba el que le seguía en edad pero lo superaba en rango, su nombre era Ikki y a pesar de ser un niño estaba regiamente representado de pie con una versión infantil del uniforme de gala de las fuerzas militares, su mirada gris era un tanto arrogante; del otro lado se divisaba la espigada silueta de Shiryu, un niño de cabellos negros y mirada verde que sostenía en sus manos un libro; cercano pero a la vez distante se distinguía otro pequeño rubio de mirada azulada que observaba con nostalgia a un pajarito en una jaula, el siempre místico Hyoga; a la izquierda de la imagen se veía al pequeño y angelical Shun, de ojos y cabellos verdes, sosteniendo un muñeco con cariño; a unos pasos de él estaba un sonriente y pequeño castaño que usaba en la cintura una espada de juguete y llevaba en su mano un sombrero militar, el siempre agitador Seiya.

Esos seis pequeños eran los herederos de sus nombres y llevaban en sus venas la sangre de sus ancestros, haciendo de ellos parte de la familia real y por ello su destino era algo sumamente delicado e importante, por encima de sus deseos y opiniones estaban ahí para mantener a la corona.

Aunque aún faltaban años para que supieran lo que el destino les tenía preparado.

 

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En los días que corrían lo más sencillo era esperar por los acontecimientos pero nadie estaba dispuesto a ello, era mejor tratar de consolidar posiciones y mantenerse al tanto de lo que ocurría para ponerlo a su favor y así conseguir mejores oportunidades que hicieran mejor su situación. Esta era más o menos la manera de ver las cosas por parte de algunos hombres que resultaba eran los líderes de sus tierras y por ello pensaban de otra manera, cualquier otra persona se hubiera preguntado un poco por la felicidad de los suyos pero ellos no, tan solo contaba que estaban ahí y que con ellos se podían lograr alianzas duraderas y que les remuneraran de alguna manera un beneficio.

Este tipo de historias no eran  desconocidas para nadie, menos aún para los propios peones de ese juego que eran generalmente los jóvenes hijos de esas familias encumbradas. Así que una de esas historias se inició cuando una mañana todo estaba listo para la partida de uno de los hijos de la corona de Atenas, el joven Shaka de Virgo. Shaka de Virgo como tal era un príncipe por derecho pero no era el heredero de su corona, la corona pertenecía a sus primos pero como ellos aún eran muy pequeños no podían ser quienes se aliaran, él ya era un joven y podía servir muy bien a esos planes.

Desde hacía tiempo se había buscado esa alianza, eso era sabido por los demás, sin duda resultaba urgente para los Tártaro el que la corona de Atenas se uniera a ellos, les daría prestigio, poder y un punto de apoyo para continuar adelante, sin embrago se había tomado con mucha calma esa alianza. Para esos momentos Mitsumasa Kido guiaba los hilos del poder y la diplomacia como lo había hecho desde que aquel hombre que había trastornado a todo el continente se levantara sobre todos ellos; el caballero como ministro del regente, que era su tío, hasta la mayoría de edad de los pequeños príncipes estaba en posición de aceptar o negar un matrimonio real y el consejo estuvo de su parte en un principio sobre negarse.

—    Son apenas unos recién llegados.

Sin duda era lo que importaba para no acceder desde el principio a esa boda.

Además de todo un príncipe de Atenas, aunque no fuera de los herederos, estaba por encima de otros, Shaka sin más había sido un niño extremadamente inteligente y eso fue bien cultivado por los suyos, hijo de Asmita de Virgo, hermano del monarca, fue tratado desde su nacimiento como una joya sobre todo porque sin hijos del monarca él era el heredero a la corona. Instruido desde pequeño en el ceremonial se le brindó una educación esmerada brindada por humanistas respetables y contaba con una biblioteca magnífica además de desarrollar un talento por la música que pasaba de ser de un aficionado. Aprendió idiomas de manera básica pero podía comunicarse bien bajo la tutela de los amigos de sus padres y sobre todo contaba con la excepcional belleza de su padre Asmita quien estaba decidido a que su heredero hiciera honor a su nombre, con lo cual resultaba un pequeño sorprendentemente culto para la época.

Pero no era todo el estudio, el pequeño que era de un rubio dorado y poseía unos hermosos ojos azules también aprendió a montar a caballo con estilo y a cazar con aves rapaces, de igual manera sabía bordar y tejer, cardar lana y coser con solicitud. Su padre cuando estaba a su lado supervisando sus labores le decía lo mismo una y otra vez:

—    Un día se negociará para ti un brillante matrimonio dinástico y deberás cumplirlo perfectamente.

El pequeño en esos días lo escuchaba y tan solo ansiaba hacerlo bien todo para honrar a su familia.

Sin embargo con el paso de los años sucedieron varias cuestiones que vinieron a poner en relieve el valor de ese descendiente Virgo que con tanto esmero había sido educado, una de las más importantes era que su tío logró tener un hijo, y un par de años después tuvo otro, así que su lugar en la línea de sucesión había bajado. Pero no fue todo. Las guerras en el interior de Atenas por el poder se estaban haciendo más agrias hasta el punto de un rompimiento por lo cual se necesitaba de aliados y ahí fue donde el juego de las alianzas empezó a moverse con velocidad.

La casa real de Atenas necesitaba de apoyos, apoyos importantes y fuertes que en caso de necesidad fuera en su auxilio, esperaban no llegar a tanto pero era mejor que los enemigos externos se dieran cuenta que no sería sencillo plantarles cara en una confrontación… de nuevo. Ese hombre lo había trastocado todo. Las dificultades con el reino de Asgard se estaban agudizando y ese tipo de situación sin duda haría estallar más de una batalla pues los de Asgard no eran mansas palomas en cuestión de batallas, su apogeo y pujanza se debía justamente a las guerras que habían encabezado en el pasado y con sinceridad los atenienses no estaban para enfrentarlos en esos momentos con sus propias luchas internas.

Fue ahí donde aparecieron los Tártaro.

Con su propia historia de lucha y encumbramiento estaban ansiosos por cimentar su situación delante de los demás y decidieron que bien podían tender una mano a los de Atenas si estos a su vez los ayudaban. Se dieron vueltas en el asunto, se vaciló y dudó pero al final ambas partes estuvieron de acuerdo en que se podía negociar, después de todo hubo serias dudas sobre enviar a este joven Shaka para casarse con el heredero de una familia que sería coronada pero que evidentemente resultaban recién llegados al poder. Apenas habían accedido al poder por el triunfo de Hades, el monarca, sobre sus oponentes, estaba emparentado indirectamente con la casa real original pero de todas maneras los conflictos para ellos se estaban agudizando alrededor como para no contemplar este apoyo.

Sin embargo Asmita de Virgo seguía notando su calidad de recién llegados y no quería a su hijo en un matrimonio que podría no ser nada si se presentaban nuevas revueltas, en los territorios de los Tártaro aún quedaban personas que podían levantarse como pretendientes con derechos a la corona quizás superiores a los de Hades así que fue directo: Antes debían reafirmar su posición. En esa tesitura Hades hizo ejecutar a tales personajes. Solo entonces las condiciones del matrimonio fueron continuas y se pudo llegar a un entendimiento entre ambas partes, lo suficientemente bueno para que se hablara en forma de un compromiso y de un posterior matrimonio, las pretensiones de Asgard y otras coronas estaban apresurándolo todo.

 

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—    Ahí está la belleza de la familia.

Quien hablaba era Asmita, su joven hijo lo miró sonriente y ruborizado, su padre sabía que así reaccionaría y por eso lo hacía, se acordaba de si mismo a esa edad, cuando fue la belleza de la casa y su padre juraba que le daría al mejor esposo del mundo…lo cual no sucedió.

—    ¿Para qué le sirve eso si no sabe combatir?

La voz que interrumpía era algo testaruda y hubiera resultado reprendida y castigada de no ser porque se trataba de un niño de mirada gris retadora y cabellos azules que a pesar de sus cortos años ya demostraba ser todo un carácter y para rematar era el heredero legítimo a la corona de Atenas.

—    Mi señor sobrino solo piensa en combatir—decía Asmita mirándolo—No tenga tanta prisa por ello señor, le aseguro que la guerra es todo menos divertida.

—    Es por pensar así que otras coronas nos acorralan.

—    ¿Dónde escucha esas cosas? ¿Quién se las dice?

—    Si lo digo harán que ya nadie me cuente nada—fue la firme respuesta del niño.

Ikki era el heredero de su familia, a la muerte de su padre cuatro años antes él se había convertido en rey con tan solo siete años, ahora contaba con once, pero estaba en claro que se trataría de una regencia muy larga aún. El ministro Kido llevaba las riendas del poder como nadie y Asmita no le perdonaba ser mejor político que él, parte de las tirantes relaciones entre tío y sobrino se debían a que el niño siempre mostró afecto por el ministro mientras que por su tío solo fue el respeto que debía a ser hermano de su padre.

Shaka los observaba sin decir nada, no se atrevía, quería profundamente a sus primos, a todos ellos, siendo el mayor además contaba con la ventaja de ser respetado por todos ellos y por su carácter querido sin condiciones. Sabía bien que su padre no estaba ahí solamente para visitarlo, algo más debería estar sucediendo y en la tarde le fue informado el motivo por su propio padre que pese a todo siempre lo había adorado.

—    Hay buenas noticias hijo—le dijo con calma mientras paseaban por los jardines—Vas a casarte con el heredero de la corona de Tártaro.

El muchacho no respondió y siguió mirando hacia delante mientras su padre le explicaba todo lo necesario de los esponsales que el rubio comprendía, había sido educado para ello pero no podía negarse que no era del todo lo que anhelaba, en el pasado se habían contemplado alianzas magníficas para él pero no se lograba nada en realidad, incluso se contempló casarlo con su primo Ikki pero el de cabello azul era solo un niño y faltarían años para que lograse ser un matrimonio por completo, además buena parte de los nobles acusó a su padre de ambicionar la corona por ese movimiento.

—    Haremos que todo esté listo hijo—continuaba su padre—Cuando sea tiempo partirás a tu nuevo hogar, tal vez en el verano.

El joven no dijo nada, no tenía nada que decidir, estaba decidido por él.

—    Que hermoso estás—decía Shun sonriendo mirando a su primo rubio.

El de los Virgo se miraba al espejo, lo habían vestido con sus mejores galas para celebrar su matrimonio por procuración con el heredero de la casa de los Tártaro, tendría que ser algo un tanto sencillo pues no se podía hacer más por el momento, sus primos estaban con él, menos Ikki, quien en calidad de rey estaba siendo preparado también para presentarse ante la corte que asistiría a la ceremonia, pero estaba Shun sonriente y dulce, Seiya, como si hiciera una travesura que aún no descubrían, Hyoga con su mirada de cariño y Shiryu que no perdía detalle de nada, sin duda lo escribiría todo en su diario hasta el menor detalle. Todos ellos formarían parte de su cortejo para darle un sentido de importancia.

—    Dicen que nos iremos a finales de la primavera.

Esa nueva voz resultaba especial, generalmente era alegre y vibrante, no podía ser de otra manera cuando pertenecía a Afrodita de Piscis, joven sin igual en toda la corte, a Shaka le agradaba pues era divertido y lleno de ocurrencias, a sus pequeños primos les encantaba por su sentido del humor y su habilidad para conseguir lo que fuera, incluso al voluntarioso Ikki que reía siempre a su lado. Además de eso el heredero de los Piscis provenía de una noble familia del reino y era la belleza del lugar, nadie dudaba de eso, con su mirada celeste y sus cabellos del mismo tono tan solo coronaba la belleza de sus rasgos, habían sido amigos desde niños y seguía estando a su lado, continuaría siendo así pues el joven lo acompañaría en su cortejo cuando se marchara para reunirse con su esposo.

—    Tendremos que irnos a Tártaro—decía el de Piscis tomándolo de la mano de forma jovial—Pero hablaremos juntos de nuestra tierra ¿Verdad?

—    Tártaro será nuestro nuevo hogar y aprenderemos a quererlo—fue la respuesta de Shaka.

El otro joven solamente se rió, no parecía preocuparse por el porvenir.

En cambio Asmita de Virgo y Mitsumasa Kido sostenían una charla importante con cordialidad pero sin alegría alguna y eso que hablaban del matrimonio del joven Shaka.

—    ¿No queda ninguna duda?—preguntaba Asmita.

—    Ninguna—fue respuesta del caballero mayor cuya barba seguía creciendo—La dote está perfectamente estipulada y su majestad del Tártaro ha estado de acuerdo en todo, él personalmente y su heredero han firmado los documentos ante grandes de su reino y diez caballeros de los nuestros, nada puede deshacerse ya.

—    Se puede proceder al matrimonio.

Con eso en claro entraron a la sala del palacio en donde se llevaría a cabo la ceremonia de manera simbólica, después de todo Asmita encontraba que no estaba tan mal la situación, su hijo sería rey, no de Atenas pero si de Tártaro.

 

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Cuando Shaka entró los enviados del Tártaro quedaron encantados con él, era un muchacho guapo y hasta donde sabían muy bien educado, lo vieron acercarse con solemnidad vestido espléndidamente en amapola y azafrán, sus dorados cabellos caían por su espalda suavemente y con total dominio de si mismo supo mantenerse toda la ceremonia. Lo vieron inclinarse delante de su primo Ikki pidiendo su anuencia para casarse y el de cabellos azules asintió, era un niño pero sabía mantenerse rígido en las ceremonias. Se dieron las palabras correspondientes formales y aparentemente alegres pero de cierta manera al rubio le parecía que se trataba de un cambalache simplemente.

Pero aún así la ceremonia estaba casi terminada pues aún había algo más por hacer, de manera simbólica tenía que efectuarse una escena más ante lo cual los que debían y podían estar presentes se dirigieron a una habitación arreglada como si fuera una recámara nupcial. Shaka entró y perfectamente arreglado como se encontraba se recostó en la cama ante la vista de los demás y el representante del Tártaro, un caballero llamado Stand de Escarabajo se acomodó a su lado y recibieron la bendición, después de eso protocolariamente desabrochó la cinta alrededor de su cintura y con eso quedaba concluido que ahora el de cabello rubio era esposo de su príncipe.

Los demás de inmediato los felicitaban y Asmita se dirigió a su hijo.

—    Ahora puedo entregarte el mensaje de tu esposo—le dijo su padre—Están casados y puedes saber lo que te dice.

El joven tomó la carta con un poco de nerviosismo, hubiera preferido estar a solas para saber lo que le decía ese esposo desconocido pero ahí estaban todos esperando porque leyera, así que abrió la carta que sin duda había sido leída antes por el consejo , no era mucho pero sin duda se habían esforzado porque fuera un mensaje afectuoso.

“Esposo mío…quisiera que la distancia no se interpusiera entre nosotros…soy feliz por saberte mi compañero…que los días que vienen sean felices para ambos…”

Sin duda se esmeraron en hacerlo sentirse cortejado pero por alguna razón le pareció que las palabras eran cansadas, como si quien las hubiera escrito se esforzara mucho en ellas.

—    Puedes quedarte la carta hijo—le dijo su padre con afecto—Debes enviar una respuesta y prepararte para tu partida.

El joven aceptó inclinando la cabeza, los de la comitiva del Tártaro se sentían satisfechos y cuando estaban a solas pudieron hablar de ello.

—    Nuestro príncipe tendrá un pastelito—comentaba uno.

—    Si—respondió Stand de Escarabajo—Si es que puede con ello—agregó algo desalentado.

No era para menos, para quienes conocían al hijo de su señor Hades sabían que no era en nada como su padre.

Pero ya estaban casados, la alianza era asunto resuelto, el joven Shaka iría a Tártaro y ambas familias estarían unidas sin que nada ni nadie los separara, solo la muerte.

 

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Los días que siguieron a la boda Shaka estaba concentrado en su nueva labor, estudiaba todo lo que podía acerca de la región a la que lo trasladarían y procuró mantener atentas relaciones con su embajador y preguntaba todo lo que podía, también le hubiera gustado saber más de la familia a la que iba a entrar pero de ello no se atrevía a preguntar. Además trataba de mantenerse al lado de sus primos que siendo unos niños no terminaban de entender su matrimonio, que iba a dejarlos y no solo a marcharse por unos días para regresar después. Y mientras todo eso ocurría una especie de temor lo iba llenado, estaba ya listo su ajuar de bodas  y los cofres se iban llenando listo para su partida, la gente que iría con él también estaba lista, solo algo rondaba su mente.

—    ¿Volveré a ver esta tierra?—se preguntaba mirando por la ventana.

No lo sabía y eso lo llenaba de desazón, ahí había sido amado por todos ¿Qué sería en otro lugar? Observó el retrato de su esposo que había sido colocado en su mesita en la habitación, parecía un muchachito, un niño, cierto que apenas era un año mayor que él pero de todas maneras le daba la impresión que se parecía a su pequeño primito Shun, tal vez fuera como él, sencillo y dulce pero no lo sabía realmente.

—    Shaka—escuchó que lo llamaban.

Dio vuelta y se encontró con Afrodita.

—    Tú padre desea verte—le dijo con suavidad.

Sin decir una palabra fue a la habitación en la que sabía que se encontraba su progenitor, llamó a la puerta y le permitieron entrar, ahí estaba Asmita como esperándolo, necesitaba que hablaran.

—    Siéntate junto a mí—le pidió su progenitor—Tenemos que hablar.

El joven fue hacia él y tomó un pequeño taburete para quedar  a un lado de su padre, pese al ceremonial y las frecuentes ausencias sabía que su padre lo amaba, jamás dudaba de ello, aunque para otra gente fuera un hombre odiado para él siempre sería el amoroso padre que siempre había velado por su bienestar.

—    Me ha llegado una carta desde Tártaro hijo. Me dicen que su majestad Hades ha dispuesto todo para recibirte ya, solo quiero que recuerdes que eres de Atenas ante todo  y allí muchas cosas te resultarán desconcertantes.

El muchacho lo escuchaba intentando memorizar lo que le decía, esperando hacer un buen papel para su familia ante una corte extraña, había tanto que le decían que debía saber y hacer pero nadie se ocupaba de prepararlo para lo que era casarse en realidad, todos estaban muy ocupados con sus propias necesidades y lo que deseaban de él.

—    ¿Sientes alguna inquietud hijo?

—    No.

Siguió hablándole de cifras, necesidades, estrategias, influencia, lo importante que era mantenerse bien con los Tártaro contra los de Asgard, alianzas y poder, el rubio se perdía un poco en eso ¿Cómo se suponía que él haría algo? Finalmente Asmita guardó silencio y lo miró fijamente.

—    Recuerda que al casarte tu padre estará lejos de ti pero siempre te tendrá en su corazón.

El joven agachó la cabeza y su padre lo besó en la frente.

Era todo lo que quedaba para ambos como padre e hijo.

La marcha empezó esa mañana que había parecido tan lejana pero las cosas se estaban tensando aún más, ante la alianza con los del Tártaro los de Asgard parecían estar armándose y no podían asegurar si era para continuar con sus conflictos internos o contra ellos, necesitaban más que nunca de esa baza y ya que ellos estaban de acuerdo en todo no vieron porque detenerse. Durante parte del camino hacia la frontera Shaka fue escoltado por su familia, su padre iba a su lado y seguía diciéndole cosas de tipo administrativo, sus primos iban con él y buscaban hacerle más sencillo el viaje pero el rubio tan solo se concentraba en que tendrían que separarse.

Siguieron así hasta el punto que se había estipulado para separarse, era el momento del adiós.

—    Hijo mío, ha llegado el momento—anunció Asmita.

El joven sentía que se le cerraba la garganta.

—    ¿Quieres darme un beso hijo?

 Escucharlo conmovía al más joven ¿Quién lo llamaría hijo ahora? Debía despedirse de aquellos que lo habían acompañado y que regresarían con los demás, así que dio tan solo un beso veloz en la mano a su progenitor para de inmediato despedirse de los demás, debía hacerlo pronto o no resistiría tener que dejar toda su vida por lo desconocido, lo más difícil fue decir adiós a sus primos, los pequeños eran parte de su vida en lo más tierno. Cada uno le dijo adiós con dulzura, incluso Ikki que era tan rudo a veces lo miró con tristeza, Shun no pudo contener las lágrimas al abrazarlo, era la última vez que la familia estaría junta, uno de ellos se marchaba. Volvió a quedar delante de su padre a quien tan solo pudo dirigir una frase.

—    Te quiero padre ¡No te olvides de mí!

Ambos se abrazaron y el más joven derramó unas lágrimas.

—    Shaka, hijo, reponte, te vas para ser príncipe y con el tiempo rey, vas a un país que dicen es muy agradable, tu esposo es un joven de grandes virtudes, representarás a Atenas y sus intereses, su grandeza y además de esposo serás padre, los cielos te han llenado de bendiciones, ahora solo debes pensar en tu existencia futura

—    Te obedeceré padre—dijo el joven controlándose.

—    No olvides nunca que eres un príncipe de Atenas.

 

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Al otro lado de las fronteras esperaban por las noticias, ya desde que fuera un hecho el matrimonio por poderes en las regiones del Tártaro se sentían listos para recibir al príncipe de la casa Virgo, primo del rey niño de Atenas, era una bonita alianza y muy necesaria para validar su situación como líderes de una nueva dinastía. Cuatro muchachos hablaban de ello, los cuatro eran familiares y se mantenían atentos a lo que pasaba alrededor pues tenía que ver con sus propias vidas a futuro.

Les gustaba esa parte del jardín, era silenciosa y casi nunca iba nadie, la fresca brisa se sentía pues provenía del río de los alrededores, sintiéndose inundar por el perfume de las rosas, era como su jardín privado, lejos de las ceremonias y casi olvidando que eran parte de la realeza, actuaban como los chicos que eran solamente. Más o menos.

—    Dicen que ya viene en camino—decía uno de ellos.

El tema central para ellos era el mismo de la corte: La llegada del príncipe Virgo.

A quien más parecía afectar eso era a un muchachito de rasgos finos y cabellos rubios, por alguna razón se veía más joven que los demás pese a ser el de más edad, además que ese tema del matrimonio lo incomodaba y bastante, a pesar que justamente él era el esposo.

—    ¿Será como tú tu esposo?—preguntaba uno de los muchachos, el menor, que tenía la mirada dorada y los cabellos platinados.

—    No Minos—respondió el joven.

—    ¿Y como es?—preguntaba otro de ojos y cabellos morados de nombre Aiocos.

—    Pues…es rubio.

—    ¿Cómo tú o como Radamanthys?—preguntaba Minos.

El joven esposo suspiró, se sentía cansado y ese tema de la boda no lo entusiasmaba, su padre lo había decidido y él obedeció, como siempre, incluso lo de la carta le había costado trabajo, cuando la escribió estaba enfermo y sostener la pluma entre sus manos había sido un esfuerzo notable, además que las palabras no fueron sencillas de elegir, tenía que ser una carta amable y tierna y él no sabía como serlo con alguien a quien ni siquiera conocía.

—    Es de cabellos dorados y con los ojos azules, si los pintores no mienten es guapo el ateniense.

Esa última intervención fue hecha con mucha firmeza y seguridad, no era para menos cuando se trataba de Radamanthys, el joven contaba con ojos y cabellos dorados, con eso y con una determinación absoluta en todo lo que se proponía, no cabía duda que si a los otros tres aún les quedaban rasgos de su infancia a él casi se le habían acabado, era alto y fuerte para su edad, seguro y determinado. Estaba al tanto de la boda de su primo y estuvo muy atento a todo, no podía sino sentir cierta envidia de que el joven tuviera algo que él no y de acuerdo a los planes de la familia nunca tendría.

—    Aunque se esta tardando demasiado en llegar—decía Radamanthys—Tal vez ya se arrepintió y se quedó en su casa.

—    No digas esas cosas—le recriminó Minos—Yo escuché que ya viene para casarse.

—    Solo las dices porque te enoja—agregó Aiocos—Como a ti te harán tomar los votos para la iglesia te disgusta que los demás se casen.

—    Lo haré si quiero—respondió el rubio entrecerrando los ojos.

—    No digas tonterías.

En todo eso el esposo ya no intervenía, entre más tardara ese esposo para él era mejor.

—    Iré a jugar—dijo sin más Radamanthys.

Los demás lo miraron por un instante, sabían bien cuanto le gustaban los deportes al muchacho y era tremendamente bueno en ellos, todos lo sabían. Los otros dos jóvenes también sabían que no terminaba de entender porqué su primo tenía un esposo y hablaban del asunto como si hiciera un gran servicio al reino por ello, que debían traerlo desde lejos de sus fronteras porque ni siquiera podía ir por él. Pobre Alone, no quería nada de eso, ni casarse ni ser heredero ni el hijo de su padre, era demasiado para él con su salud frágil y esa tos que a veces lo hacía escupir sangre.

 

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Shaka tan solo podía observar el camino delante de sus ojos, se mantenía atento a todo pero no se sentía seguro de nada, solo le quedaba aguardar, mientras tanto se acercaba una figura a él, una especial pues se trataba del hombre a quien su propio padre había encomendado su cuidado hasta su llegada a la corte y la celebración del matrimonio. Se trataba de Agora de Loto, uno de los más cercanos caballeros a Asmita de Virgo y que por ello gozaba de semejante posición de poder en ese momento y por lo mismo no se sentía nada atribulado como los otros y el propio Shaka, su autoridad había comenzado al cruzar la frontera y era un hombre que amaba tener poder sobre otros.

—    No debe estar triste—decía al joven rubio—Llegará a una tierra en la que será rey.

Pero el de cabellos dorados no podía sino rogar por valor y sabiduría, por recordar todo lo que su padre le había enseñado. Pensaba también en la nueva familia en la que tendría que formar parte, recordaba que su progenitor le había leído parte de una carta del rey de Tártaro para que se sintiera más tranquilo.

“El joven Shaka será como otro hijo para mi y todos procuraremos su felicidad…”

Tal vez en verdad fuera feliz ahí.

El camino continuó hasta que escuchó voces de algarabía.

—    ¡Estamos en Antenora (1)!

Habían llegado a la ciudad fronteriza, el sol lo iluminaba todo sobre la hierba brillante y los tojos dorados cantaban abiertamente; Shaka avanzaba y de inmediato notó que ya había gente esperándolos, la gente lo aclamaba con frases como ¡Bienvenido príncipe de Virgo! Eso lo hizo sentirse contento, las campanas se escuchaban a la distancia y ahí estaba una comitiva de caballeros elegantemente vestidos listos para recibirlo.

La gente solo desea mostrar lo feliz que esta por su llegada—comentaba Agora de Loto.

De inmediato ya estaban los de la comitiva delante de él inclinándose con una rodilla en tierra.

—    Felices nos sentimos por la llegada de tan bien amado príncipe—dijeron.

De inmediato se informó el rubio sobre el rey y su hijo pero le participaron que se trataba de una distancia de por lo menos tres semanas entre la capital y ellos, tendría que esperar para verse un poco más.

—    Su majestad ha ordenado que se le reciba con honores hasta su encuentro—le informaron.

A Shaka le pareció que se trataba de una simple excusa pero no le importó, serían semanas para retrasar el matrimonio, de todas maneras se mostró atento y amable con el alcalde la ciudad y los concejales.

—    Me siento contento de mi llegada—decía el de mirada azul—Deseo ir a la iglesia y dar las gracias por nuestra llegada sin contratiempos.

—    Si es lo que desea así se hará.

La gente lo vio pasar, se acercaban con curiosidad y notaban claramente su juvenil aspecto, varios sintieron pena por él, con tan poco años y había tenido que dejar su casa y a los suyos para irse a un país extraño pero ¡Que valiente era! No demostraba la pena que sentía, era todo un príncipe sin duda.

El de cabellos dorados cruzó las calles para dar las gracias y rogar por no decepcionar a su nueva patria, se sentía más animado al ver a las personas alrededor que se mostraban curiosos por conocerlo y que se alegraban por su presencia, lo cual era reconfortante.

Pero al día siguiente ya tenían que estar de nuevo en camino para alcanzar la capital, Tolomea (2). Marchaban despacio pues el rey había encomendado que todo sitio por el que pasaran se mostrara contento y le dieran una afectuosa bienvenida a ese príncipe que significaba el reconocimiento y unión con la familia real de Atenas, aunque de todas maneras la gente estaba dispuesta a festejar, no tenían muchas oportunidades de ese tipo para hacerlo. Los lugareños estaban interesados en mostrar al joven rubio sus danzas, sus adornos, su ropa, todo en su honor.

 

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El viaje continuaba sin dificultades pero cuando alcanzaron Caina (3) las cosas cambiaron, había una recepción más ceremoniosa y el rubio supuso que de ahí en adelante se harían más formales conforme se acercaran a la capital, iba conociendo a la nobleza y a algunos de los ministros del rey. También pudo conocer al embajador de Atenas en Tártaro, a Babel de Centauro quien le dio la bienvenida y pudo sentarse a su lado durante una de las varias cenas que se dieron en su honor.

—    No debe temer a su esposo—le decía el embajador—Es un buen muchacho, podrá amoldarlo a su gusto sin dificultades.

—    Cuénteme un poco más de él—le pidió con suavidad.

—    Es un poco nervioso, pálido, de cabellos claros como la paja, sin duda será su esclavo en poco tiempo.

—    Dicen que no goza de buena salud.

—    Es verdad pero sin duda pasará—decía el magistrado tratando de que no se preocupara—Se debe a que lo comparan mucho con su primo de Wyvern, si él hubiera sido su esposo sería diferente pero con el joven Alone todo estará bien.

El de cabellos dorados se sintió tranquilo, le encantaba la idea de un joven marido amable y sencillo, tal vez fuera como el pequeño Shun, hermoso como angelito y de carácter dulce.

—    ¿Y su majestad como es?—preguntó el rubio.

—    Es un hombre silencioso y nunca deja saber lo que piensa, en realidad es insensible.

—    ¿Es temible?—preguntaba inquieto el joven.

—    Será amable sin duda pero no dejará de observarlo su alteza,  no se deje engañar por su gentileza, a pesar de todo sigue temiendo que no pueda cimentar una dinastía. No es fácil llevar el peso de una corona.

—    Espero que me apruebe.

—    Aprobó su dote, lo aprobará a usted. Si necesita algo más solo debe hacérmelo saber—dijo el embajador.

Ahora solo debía conocer al monarca y a su esposo.

 

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Alone estaba en palacio con su padre, tenía que escucharlo pues el rey tenía mucho que decir, no era momento de vacilar de ninguna manera y tan solo esperaba hacer un buen papel a los ojos de su progenitor, eso y estaba ansioso por ese joven que ahora estaba ahí para que fueran un matrimonio. Hades por su parte no dejaba de hablar, necesitaba ese matrimonio más que si él fuera el esposo, tan solo quedaba rogar porque su hijo hiciera un buen papel delante de la gente y ese joven príncipe que había llegado.

El señor del Tártaro estaba más que impaciente porque se conocieran y congeniaran, que tuvieran descendencia pero ver a su primogénito lo hacía tomarse con cuidado esa decisión que no correspondía a los jóvenes esposos sino a él, había que conocer al recién llegado pero confiaba en que no hubiera contratiempos con él. Su único hijo, Alone, siempre había sido tan delicado de salud pero era un buen chico, jamás daba problemas ni disgustos, tan solo le gustaría que contara con algo más de fortaleza.

—    Debes ir a recibir a tu esposo—continuaba el rey.

El joven príncipe observaba a su padre por unos instantes, contaba aún con la recia figura, elevada y firme, sus cabellos aún oscuros con algunas canas que ocultaba y la profunda mirada oscura, conservaba el porte de su juventud y la energía para llevar a cabo sus planes. Lo escuchaba sobre el viaje y sabía que lo haría aunque a él no le gustaba viajar, se sentía cansado tan solo de pensarlo, ya no había tenido tos pero al menor cambio en el clima podría regresar, no era un buen pronóstico.

Para Hades no era sencillo comprobar que su hijo estaba preocupado y muy pálido, justo en ese momento decidió que el matrimonio no sería consumado antes de un año, tal vez la salud del joven mejorara, en esos momentos no creía que Alone fuera capaz de lograrlo.

—    Enderézate, estás muy encorvado muchacho.

Con obediencia el joven lo hizo.

—    Dentro de poco conocerás a tu esposo, se verán frente a frente.

—    Si padre.

—    No debes comportarte como si fueras un niño ante él, eres un año mayor, eres quien debe mandar.

—    Lo sé padre.

—    Bien, solo debes prepararte.

—    Lo haré padre.

—    Retírate y alístate.

El muchacho iba pensando, se sentía ansioso, no sabía lo que diría ese joven esposo ni lo que haría al conocerlo, según Radamanthys era muy claro lo que debía hacer pero ese primo suyo tenía bastante conocimiento de ese tipo de situaciones para su edad y eso que iba para eclesiástico. Le hubiera gustado esa vida para él, pensar y meditar, alejarse de la corte, si pudiera cambiar lugares con él sería feliz.

Cuando comenzaron el viaje se sentía algo de frío, lo cual hizo toser al joven Alone, miraba como con disculpa a su padre por su salud endeble, trataba de mostrarse contento como si le gustara lo que pasaba pero era difícil, apenas llegaron al castillo en el que estaba alojado el venido de Atenas fueron recibidos con toda solicitud y curiosidad pues era la primera vez que los jóvenes se verían. Con velocidad estaba también la comitiva de Atenas presente haciendo un cordial saludo al monarca y sus compañeros aunque de inmediato notaron que solo estaba el rey, no su hijo, sin duda se trataba de una formalidad de la corte.

Hades observaba con cuidado a ese joven de cabellos rubios, era muy bello y se veía saludable, además de tranquilo y modesto, parecía que no habría problemas con él, se felicitó por la alianza.

—    Bienvenido a Tártaro, príncipe, mi hijo y yo hemos esperado su llegada con ansiedad todo este tiempo, nos presentamos de inmediato por la enorme dicha que nos produce su llegada. Es un día muy feliz para todos.

—    Agradezco con toda mi alma el que se me reciba en esta hermosa tierra cuya gente me es querida ya—fue la respuesta del rubio.

—    Mi hijo solo anhela conocerle.

El de ojos azules sonrió con suavidad a manera de respuesta así que a una señal del monarca se indicó que podían entrar los demás, encabezados por el joven príncipe, ciertamente el joven entró, húmedo por la lluvia. Al verlo el de cabello dorado pensó que se veía más joven que él y parecía asustado pero decidió que podían ser felices juntos.

No pudieron hablar mucho pues se debía seguir con el protocolo y Shaka invitó a Hades y a su hijo a comer con él en sus aposentos; fue una buena comida y ambos muchachos se sentaron juntos como una primera medida para conocerse. Al de ojos azules le pareció que era un jovencito elegante que cuidaba su apariencia, su ropa estaba inmaculada, le sonreía de manera dulce y tímida, nunca le parecería el hombre más apuesto del mundo pero era un buen compañero, pudo ser peor. Se agradecieron las cartas que habían intercambiado y charlaron amablemente.

—    Tengo deseos de conocer a tu familia—decía amablemente Shaka.

—    Será pronto, mis primos estarán contentos de conocerte.

—    Debes sentirte contento por tenerlos a tu lado.

—    Te agradaran, Minos es el más joven, es un poco consentido pero es encantador, Aiocos tiene sentido común aunque a veces dice las cosas tal como las piensa y Radamanthys, bueno, tal vez sea mejor que lo conozcas. Tal vez te agrade pensar que él debió ser el heredero, creo que todos lo hubieran preferido y así sería yo quien se dedicaría a la iglesia.

—    ¿Preferirías eso?

El jovencito sonrió, admitir algo así hubiera sido grosero pues diría que le hubiera gustado no tener que casarse con él y agregó con timidez.

—    Antes si pero ahora ya no.

El de los Virgo sonrió a su vez, parecía que se entenderían bien.

Hades no los perdía de vista, los observaba charlar con una mirada especulativa, no estaba nada mal, su Alone se mostraba bien dispuesto hacia ese joven de mirada azul, incluso parecía que había madurado en tan solo una hora pero ¿estaría listo? Ponerlos juntos en una cama podría resultar complicado para ese muchachito tan sensible, quizás ni sabría que hacer, tal vez afectaría su salud. No había nada malo en esperar, tal vez no un año pero si unos meses. Mientras tanto los dos jóvenes que habían sido casados sin más hablaban con suavidad, parecían dos niños que hacían amistad en una fiesta, no unos recién casados.

 

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Era el día de la boda y todo estaba listo, Shaka se sentía preparado para enfrentar la ceremonia y todo lo que conllevaría esa boda en su vida, sabía que sería escoltado por el primo de Alone, Radamanthys de Wyvern, no lo conocía aún pero hablaban mucho de él. Ya estaba listo cuando alguien entró sin más en sus aposentos como si hubiera sido el rey magníficamente vestido, al verlo le dio la impresión que su mirada dorada era un tanto feroz, no lo entendía, era como si dijera con su actitud que le estaban quitando algo que quería para dárselo a otro y le pareció ridículo que se comportara así.

Quitándose el sombrero con una sola pluma le hizo una atenta y profunda reverencia.

—    Soy su servidor—le dijo en voz alta y firme—Mi tío me envía a escoltarlo pero de no haberlo hecho igual hubiera venido.

Al de Virgo le pareció jactancioso pero de cierta manera fascinante, no lo negaba pero tuvo algo más que decir.

—    Su traje me recuerda al de los cardenales—comentó Shaka.

En ese instante el de mirada dorada se enfurruñó como niño enojado pues le recordaban los votos que debía tomar pero el de Virgo pensaba que todo se terminaba ahí, de no ser porque al estar a su lado el de Wyvern acarició su cabello dorado con uno de sus dedos.

—    Es muy suave.

Shaka no supo que decir y no hizo falta pues debían marcharse, los esperaban en la iglesia.

Cabalgaban por las calles bajo la mirada y los gritos de alegría de la gente, eso y que sin duda apreciaban al de Wyvern quien saludaba con singular facilidad, sin duda la gente estaba contento de verlo y Shaka no pudo sino admitir que era un muchacho apuesto. Quedaron en la entrada de la catedral, el de ojos azules trataba de moverse con cuidado pues su elaborado traje restringía algunos de sus movimientos, el de mirada dorada lo tomó suavemente de la mano para empezar a entrar, su único deber era entrar con él y colocarlo en su sitio ante el altar.

—    Estás hermoso—le dijo con admiración el de Wyvern.

—    Eres muy amable—respondió Shaka.

—    Digo la verdad, no es amabilidad.

—    Me alegra que sea de tu agrado.

—    Pero no es a mí a quien quieres gustarle sino a Alone ¿Verdad?

—    Quiero gustarles a todos en la familia real.

—    Le gustas a Alone y a Hades, no necesitas más, si sabes jugar a las cartas le gustarás a Aiocos y a Minos le gusta cualquiera que lo consienta pero a mi me gustas porque eres hermoso.

—    Si soy hermoso no es por mis méritos.

A Radamanthys le hubiera gustado poder decir algo más, algo inteligente y vivaz pero no pudo, no sabía como decir lo que pensaba en realidad, que él hubiera sido mejor esposo que Alone.

Tomando de la mano al novio de su primo avanzaba pero notaba en la mirada de los demás que pensaban en lo gallardo que se vería él de novio, se sintió complacido y enojado al mismo tiempo, porque era fuerte, apuesto, inteligente, y al mismo tiempo había nacido hijo de su padre y no de su tío, lo cual lo pondría en el segundo lugar para todo.

Ambos novios estaban frente a frente ante el altar, dejando que la ceremonia pasara pero Hades aún pensaba en el asunto de la consumación, definitivamente la salud de su hijo lo preocupaba pero por otra parte ya contaba con la mitad de la dote del joven Virgo y deseaba la otra mitad. Cuando dieron sus votos el joven Shaka se escuchó firme pero Alone no. Salieron de la catedral para palacio donde se daría el banquete de bodas, aún no estaba nada decidido, no eran ellos los que decidirían sobre la consumación de su matrimonio sino Hades.

 

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Conforme se acercaba el momento ambos jóvenes se sentían temerosos, no lo podían evitar, mientras se acercaban a las habitaciones donde debían cambiarse trataban de mostrarse firmes pero no era sencillo, Alone lo tomó por la mano tratando de darle valor pero él mismo temblaba.

Llegaron a la recámara nupcial cuando estaban listos tan solo con sus camisas de dormir, la alta cama contaba con un dosel alrededor y ellos estaba ahí acostados bajo las sábanas, ni siquiera se miraban pero adivinaban como se sentían. Rodeados de personas sentían las miradas sobre los dos pero sobre todo la de Hades que se acercaba a ambos.

—    Los dos son muy jóvenes—dijo sin más el rey.

Era verdad, Shaka apenas tenía quince y Alone dieciséis. De todas maneras el monarca continuó.

—    Tienen toda la vida por delante y deben prepararse para el matrimonio, esta ceremonia solo será un símbolo, cuando estén listos y tengan la edad apropiada podrían ser esposos de verdad y por completo.

Ambos se sintieron aliviados y ya no tenían miedo.

Cuando la gente empezó a marcharse cerraron el dosel y los dejaron solos, ambos estaban solos.

—    No hay nada que temer—dijo Alone.

—    Oí la orden del rey—respondió Shaka.

El joven heredero del reino se inclinó sobre él y le besó la frente.

—    Cuando sea el momento seré tu esposo verdadero.

—    Cuando sea el momento. Me siento cansado.

—    Yo me canso a menudo.

—    Buenas noches Alone.

—    Buenas noches Shaka.

Estaban tan cansados por todo lo de ese día que se durmieron de inmediato.

 

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En los días siguientes los festejos fueron la norma pues parecía que no había sitio en el que no se quisiera celebrar por la boda de ambos príncipes, se veía que si Hades permitía tanto festejo era porque sabía que la misma población los necesitaba, algo de alegría y que les permitiera olvidarse por unos instantes de los conflictos y los impuestos que con tanta severidad hacía recoger. Además con eso sabía que se daba un respaldo a la familia real pues se sentían complacidos con ellos en el poder, era mejor que las fiestas continuaran.

En esos días el joven esposo, Shaka, se veía contento, las cosas estaban saliendo muy bien, la gente lo celebraba y su esposo era un muchacho sencillo que parecía querer hacerle grata su vida en Tártaro, no estaba nada mal. Conoció a otros de la familia y se entendía con respeto, a veces pensaba mucho en sus propios primos pero debía serenarse pues su lugar era otro; las fiestas lo ayudaban a sentirse distraído en esos días pero notó algo más durante ese tiempo. Cuando se hacía alguna celebración pública Radamanthys siempre estaba ahí haciéndose notar, fuera lo que fuera, parecía que le encantaba ser el centro de atención, lo cual por cierto no era nada difícil si se trataba como era el caso de un muchacho que parecía maduro para su edad y era terriblemente bueno en las actividades físicas, tuvo que reconocer porque muchos pensaban que el heredero debía ser él y no el joven Alone.

Sin embargo había más cosas que el rubio no notaba y que contaban bastante en lo que sucedía alrededor, la más importante era que como no se había consumado el matrimonio por orden del monarca la casa del príncipe Virgo seguía siendo dominada con mano de hierro por Agora de Loto. El caballero en cuestión no dejaba de darse a notar sobre los demás y si alguien hubiera tratado de decir una palabra en contra bastaba con que el caballero les recordara que estaba en ese sitio por orden de Asmita y ante eso incluso el joven Shaka tenía que obedecerlo pero ese mismo poder lo hacía déspota y no eran pocos los que lo detestaban. A opinión de muchos parecía sentirse como si el príncipe fuera él.

Pero Shaka estaba ajeno a eso por el momento, se adaptaba bastante bien a su nueva vida y no se veían problemas, tal vez incluso en su matrimonio llegaran a quererse esos jóvenes esposos que hasta ese momento se entendían. En una ocasión Shaka estaba en los jardines de palacio acompañado de algunos miembros de su propia corte y a lo lejos era observado por Alone quien había preferido quedarse en el interior, estaba cansado. Se dirigió a un sillón para descansar pero justo en ese instante entró con velocidad su primo de cabellos dorados con los ojos brillantes de excitación.

—    ¿Te sientes mal Alone?—le preguntó acercándose.

El muchacho parecía pálido, más de lo habitual aunque el otro no esperó por una respuesta.

—    Estuve cazando por la mañana con tu padre—siguió el de mirada dorada—Pude ganarle una presa.

—    ¿En serio?

—    Si, lo hice con uno de mis halcones, atesoraré esa ave y la usaré siempre—decía entusiasmado el de Wyvern—Si fuera el rey lo nombraría capitán de mis aves de caza—dijo sonriendo como si fuera broma.

—    Pero no eres el rey.

—    No, eso no es para mí.

Pero no pudo evitar cierta línea de disgusto al reconocer eso.

—    Es una lástima, hubieras sido mejor rey que yo Radamanthys.

El otro no dijo nada en contra.

—    Pero tú eres el hijo del rey Alone, para mí destinó la iglesia, incluso tú ya tienes un esposo.

El joven Alone no pudo sino sonrojarse, estaba algo avergonzado por estar casado pero no era un esposo, sabía que algo de eso se comentaba en la corte y lo incomodaba, además no era un secreto que solo consumaría la relación si su padre lo autorizaba. Todo eso lo hacía sentirse como un tonto.

El de mirada dorada adivinaba lo que pasaba y terminó por asomarse por la ventana,  vio a Shaka que reía de algo que le contaba ese joven tan guapo de cabellos celestes que iba de su brazo, si él hubiera sido el esposo nadie le hubiera dicho lo que podía o no hacer y la consumación sería un hecho.

—    ¿Crees que es guapo?—preguntó de pronto Radamanthys.

El otro muchacho sabía que se refería a Shaka.

—    Es muy hermoso—respondió Alone.

—    ¿Y te agrada que sea tu esposo?

—    Si, mucho—respondió enrojeciendo.

—    He oído decir que los atenienses son muy dignos pero también muy apasionados.

—    Si…es verdad…—balbuceó el otro.

El de Wyvern no pudo sino sonreír al verlo así y tuvo algo más que decir.

—    Dicen que ustedes dos no son esposos de verdad, supongo que no es cierto.

Alone tan solo pudo toser para tratar de borrar su incomodidad pero no negó nada, Radamanthys tan solo se rió, veía al joven en los jardines, definitivamente si él fuera el esposo no lo apartaría nunca de su lado.

 

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Parecía que ya era tiempo de que los esposos tomaran su sitio correspondiente y eso era en la región de Judeca (4) Alone tenía el título de príncipe de Judeca que era su título como el heredero de la corona, así que debían residir en esas regiones lo cual parecía muy natural a todos. El viaje fue alistado con velocidad pues era mejor de esa manera y algo más se desprendía de ese movimiento, como ellos se instalarían una buena parte del sequito que había acompañado a Shaka durante ese tiempo regresaría a Atenas.

El de cabellos dorados recordaba mientras iba camino a Judeca el momento de decirles adiós, ellos podrían volver a su hogar al lado de los suyos y él debía quedarse, solo un pequeño grupo en comparación estaba a su lado y fue inevitable que pensara en su padre, lo añoraba con todo su corazón, no podía sino preguntarse si algún día dejaría de extrañarlo con tanta fuerza.

—    Nunca dejaré de extrañarlo—se dijo a si mismo.

Y justamente por verlo un poco decaído su esposo hizo que sus monturas fueran una junta a la otra para hablar un poco.

—    ¿Sabes?—le dijo con amabilidad—Fue en Judeca que se celebró el matrimonio por poder.

—    Ignoraba eso—respondió el Virgo.

—    Si, en la ceremonia te representó Babel de Centauro.

Pero al decirle eso hizo un leve gesto de disgusto y Shaka se rió.

—    Al menos me prefieres a mí que a él.

—    No me gusta ese hombre—dijo Alone—En cambio tú me gustas mucho.

Ambos sonrieron a esas palabras, al joven de ojos azules le pareció una fortuna maravillosa haberse casado con un joven sencillo, dulce y amable.

—    Que bueno que sonríes—decía Alone.

—    Pensaba en que si mi padre estuviera aquí se sentiría feliz por mí.

—    Cuando sea rey visitaremos a tu padre y él podrá visitarnos, lo amas mucho ¿No es así? tu voz cambia cuando hablas de él.

—    Es muy bueno.

—    Comprendo—decía el heredero de Hades tocándolo por el brazo con suavidad.

—    Hay gente que no lo ha comprendido cuando hace algo, creen que es frío y duro pero no conmigo, siempre fue bondadoso.

Siguieron su camino pero al sentir la manera tan atenta en que lo trataba el joven a su lado Shaka se dijo que podía querer fácilmente  a su esposo y Alone pensaba en que en un año más o menos sería su esposo de verdad y podrían tener hijos, entonces el de los Virgo sería tan buen padre como Asmita lo había sido con él, se sentía tranquilo pensando en el futuro, con una calma y serenidad que hasta ese momento como hijo de Hades no había conocido. Para los que iban con ellos solo quedaba mirarlos discretamente, parecía que serían un matrimonio dentro de poco.

El camino fue sencillo, sobre todo porque la gente estaba encantada de que el príncipe estuviera con ellos y que llevara a su esposo con él, parecía un muchacho encantador y estaban dispuestos a recibirlos bien a ambos.

—    Te gustara el palacio Shaka, tiene una vista maravillosa de la región.

—    La gente parece apreciarte mucho—comentaba el de los Virgo.

—    Soy príncipe de Judeca, no lo olvides, y como mi esposo te querrán a ti también.

—    Eso espero.

Instalarse en el palacio fue sencillo y Shaka quedó sorprendido por los enormes salones que sin ser suntuosos resultaban increíbles a sus ojos, además debían recibir a los diferentes grupos que se presentaban a rendirles sus respetos. Entre ellos llegó gente de la región de Tracia, Alone le explicó que Judeca y Tracia eran regiones vecinas y que había costado mucho lograr un acuerdo con ellos pero finalmente habían aceptado servir a Hades; el líder de la región se presentó y les rindió los honores correspondientes y con él llevó a su hijo que según dijo deseaba servir en la casa de los príncipes.

Se trataba de un joven apuesto que además era músico y eso encantó a Shaka y como Alone quería verlo contento no tuvo problemas en admitirlo a su servicio.

—    Será mi ujier—dijo el príncipe de Judeca.

El padre del muchacho se mostró encantado y de esa manera Orfeo de Lira entró a su servicio.

También estaba en claro que Tracia sentía que ese príncipe Virgo sería un príncipe que los apoyaría a ellos.

 

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Los días que vinieron fueron bastante tranquilos, los jóvenes esposos no tenían realmente mucho que hacer ni de que ocuparse pues las verdaderas decisiones las tomaba el consejo, Hades veía en ello que libraba a su hijo de presiones y que si había errores se culparía al consejo y no a su heredero. De tal manera que los muchachos podían sentirse bastante libres y cómodos para aprender mejor su papel a futuro, además paseaban por los alrededores pues era verdad que contaba con una hermosa vista el lugar y la frecuente compañía de Orfeo era gratificante, era un maravilloso músico sin duda.

Pero el clima empezó a cambiar, la región de Judeca era algo fría pero las lluvias se adelantaron ese año lo cual provocó un frío húmedo y si bien se procuraba que el lugar se mantuviera lo más cálido posible era imposible que no repercutiera en la salud del joven heredero. Alone empezó a toser de nuevo pero de alguna manera resultó más debilitante para él que las ocasiones anteriores, debía permanecer en el interior y bien abrigado, así que Shaka no se animaba a salir a pasear pues no quería dejarlo solo, le parecía que lo mejor era estar a su lado y hacerle compañía.

—    No tienes que molestarte por mí Shaka, estaré bien.

—    Prefiero quedarme a tu lado Alone.

En esa ocasión estaba Orfeo con ambos, tocaba una suave melodía con su lira mientras los otros dos escuchaban ante el calor de la chimenea, pese al fuego que ardía el hijo de Hades se veía pálido pero con las mejillas encendidas, las notas se escuchaban y de alguna manera algo ocurría pues el joven Alone se sentía peor, trataba de disimularlo, las notas sonaban alegres y veloces pues el joven Orfeo parecía muy feliz por algo aunque no lo decía. En cambio el heredero del reino estaba peor a cada segundo y no pudo contener más la tos.

Su esposo se apresuró a servirle un poco de agua con sus propias manos pero al acercarse para que la bebiera Alone tosió con fuerza y Shaka se quedo helado cuando vio que había tosido sobre él, en su ropa color pajiza la sangre parecía brillar. Orfeo vio de inmediato lo que pasaba y salió velozmente a pedir ayuda pero el de mirada azul aún no sabía como reaccionar hasta que logró un poco de autocontrol.

—    Alone…

—    No te preocupes—decía agitado el otro—Estaré bien.

Los asistentes entraron y el príncipe fue llevado a sus habitaciones mientras el médico era informado para que fuera de inmediato a su lado.

Lo que vino fue veloz, la gente se enteró de inmediato de la nueva recaída de Alone pero se decían que ya antes había estado enfermo y se recuperó así que esperaban que fuera similar en esa ocasión. Pero el médico no lo creía. Shaka se mantuvo a su lado devotamente aunque nadie le decía nada en claro a él, toda la información relevante llegaba a manos de Hades pero ese muchacho que era su esposo no contaba pese a que estaba ahí cuidando del joven enfermo, limpiaba su sudor y le daba agua cuando el otro podía beberla.

La fiebre no bajaba, el joven Alone estaba cansado y débil en su cama, Shaka tan solo podía estar a su lado sin saber realmente cuan grave era la situación, aunque ya nadie pudo ocultarle nada cuando el lugar se quedó en silencio, la gente hablaba en susurros. En la habitación que fuera del príncipe de Judeca se veía solo lo que el brillo de los cirios alrededor de la cama permitían ver, ya un mensajero había partido con velocidad hacia la corte para dar la noticia a Hades, que su heredero había expirado entre los brazos de su esposo que no fue su esposo.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Algunas notas solamente:

 

(1) Antenora era uno de los círculos del infierno en la Divina Comedia.

(2) Tolomea era uno de los círculos del infierno en la Divina Comedia.

(3) Caina era uno de los círculos del infierno en la Divina Comedia.

(4) Judeca era uno de los círculos del infierno en la Divina Comedia.

La semana que entra si nada sucede que lo impida tal vez siga con esta trama para que salga rápido o subo algo de Kanon que por ahí tenía.

Nos leemos.


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