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Kama por zion no bara

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Notas del fanfic:

Un fic que tenía su tiempo guardado, con una pareja que hace mucho que no utilizaba pero creo que se ven bien.

Les advierto que es un fic con, yo diría, bastante lemon, la verdad es que no puede llamarse Kama sin que haya kama, así que ya están advertidos.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les guste.

Capítulo I

 

El kama es un antiguo concepto que se refiere al placer sensual, el placer de los sentidos, el tipo de placer que mucha gente de esa época despreciaba y todo eso tuvo que ver con los acontecimientos en torno a la vida de una persona.

Si un hombre casado con otro hombre sostiene un amorío con un tercer hombre inmediatamente habrá quien se levante y señale todo lo malo de esa conducta y dirá que tal relación debe terminarse. Ciertamente no parece lo mejor que un hombre que se diría bien casado acabara liándose con otro en una relación que no se veía de ninguna manera adecuada pero para llegar hasta ese punto siempre hay una historia aunque no a muchos se les ocurre tratar de conocerla.

Esta es solo una historia de lo que sucedió en la vida de un hombre llamado Shaka de Virgo.

Shaka había nacido en el seno de una familia acomodada de la clase independiente y dirigente de su país, su vida sin duda era buena comparada con la de muchos otros, no se estaba mal, tenían más de una casa los Virgo, se podían dar el lujo de viajar y tener servidumbre. Sus padres decidieron que debía educarse “apropiadamente”, lo que se tradujo en buenos maestros de la época que le enseñaron historia, geografía, artes, idiomas, literatura, lo que provocó una buena opinión de si mismo en Shaka sobre sus capacidades intelectuales.

Además de eso contaba con que sus padres se movían en el medio artístico e intelectual, tenían amigos escritores, pintores, escultores y catedráticos, periodistas, todos con ideas propias y que podían charlar de ello por horas, creciendo entre todo eso Shaka jamás se sentiría intimidado de decir abiertamente sus propias ideas y teorías, se manejaba muy bien y esos años lo ayudaron a fortalecer la idea de que la mente era lo más importante, que sobrepasaba cualquier otro atributo o necesidad.

Si, sin duda se estaba bien siendo un Virgo.

Cuando Shaka era un adolescente fue enviado a la capital para que estudiara en la Academia ¿Qué? Lo que deseara. Sus padres deseaban que “se realizara”, fuera lo que fuera que entendían por eso y no mostraron demasiados prejuicios en la conducta de su joven hijo que bien podía mandarse a si mismo y decidir sobre su persona según su propio parecer. Ya por esos años el joven Virgo había despuntado como una belleza con sus dorados y largos cabellos acompañados por unos destellantes ojos azules, una fina figura ágil para competir y con una sonrisa aventurera.

No fueron pocos los que se mostraban interesados en este joven rubio pero él no permitía a cualquiera acercarse, para nada, si alguien deseaba permanecer en su círculo debía demostrar que tenía cualidades para hacerlo y sus criterios eran muy específicos. Se debía ser inteligente, un buen pensador y conversador, intelectual, tener algo que decir sobre todas las cosas, ni la posición o el dinero y la apostura contaban, solo la mente sería evaluada.

—    No necesito tontos sin cerebro—decía el de ojos azules.

Así que este joven que despuntaba en inteligencia y cultura, que podía expresarse sin miedo alguno en varios idiomas y discutía de arte e ideología se sentía plenamente libre en ese medio, si, plenamente libre de ser él y de tener con quien compartir todas las ideas que corrían en esos tiempos. La nueva era de los adelantos en la ciencia y la tecnología avanzaba velozmente, la electricidad empezaba a abrirse espacio aunque aún era costoso producirla y no todos accedían a ella.

Para Shaka al menos liberarse de los convencionalismos y sentirse dueño absoluto de si mismo era lo más importante, se podían tener conocidos, compañeros, acaso algunos muy selectos amigos pero sobre todo seguir siendo dueño de su propia voluntad, sin doblegarse a nada y ante nadie.

En aquellos días hubo quienes se sintieron atraídos hacia él, a su bello aspecto pero el de mirada azulada los rechazó, descartándolos sin pensar en ello ¿Qué buscaban? ¿Un pequeño placer físico que pasaría? Eso no contaba en lo más mínimo para él. La vida debía vivirse y la mente expandirse, eso era lo que contaba, los arrebatos del cuerpo no entraban en su manera de ser y ver la vida.

Por supuesto que eso fue mientras estuvo ahí pero llegó el momento de volver a casa.

 

**********************************************************************

 

Una vez de regreso Shaka no tardó en retomar su sitio como parte de un grupo de intelectuales que se reunían para charlar, no hacían nada más siendo sinceros. Todos hablaban de la libertad de ser y el autodominio, la vida de la mente, el desarrollo de los ideales, personas de buenos modales y educación que miraban con displicencia a los mayores pues eran absurdos con sus prejuicios y reglas, a las clases bajas por carecer de educación, a los moralistas por pretender indicar como guiar sus vidas. Sabían de lo que hablaban o al menos hablaban como si lo supieran.

En medio de ese grupo un buen día hubo una adición, alguien a quien Shaka no conocía pero le fue presentado prontamente por otro de los habituales a sus reuniones que además era pariente suyo. Se trataba de su tío, primo de uno de sus padres, llamado Dohko de Libra y quien no siempre estaba tan abierto a lo que llamaba “parloteos de farsantes”, pero en esa ocasión se limitó a ser una especie de introductor.

—    Es Saga de Géminis—le dijo con educación—Apenas regresa al país.

—    Encantado—dijo el rubio.

—    Es un placer—respondió el otro.

Se trataba de un hombre de cabellos azules y ojos verdes, de rasgos perfectos para un hombre y modales impecables. La mayoría lo encontraba frío pero el de los Virgo no tardó en buscar que se hicieran cercanos ¿el motivo?  Surgió una afinidad intensa, en el sentido que el rubio buscaba a la gente al menos, los dos podían hablar durante horas, sostener conversaciones profundamente interesantes para los dos y en esos momentos al menos para Shaka eso fue lo más emocionante que le hubiera sucedido.

Se trataba de un hombre con el que podía hablar.

Era inteligente de verdad para él, eso pesó demasiado en su ánimo pues empezó a buscar su compañía y nadie dejó de notarlo. En cuanto a Saga había quienes no terminaban de comprenderlo, se mostraba extremadamente serio y a veces era adusto, para algunos incluso, fuera de su círculo por supuesto, resultaba aburrido, Dohko lo calificaba sin más como un “tedioso pelmazo”, pero el de ojos azules no lo miraba así.

Además Saga encontraba que ese joven poseía una suave seguridad de si mismo que resultaba fascinante para alguien como él.

Así que cuando Saga de Géminis habló, de acuerdo a las buenas costumbres, con los padres de Shaka para pedir su mano, parecía que no habría mayores inconvenientes. Shaka estaba de acuerdo y ante eso nada más quedaba por resolver.

La ceremonia de matrimonio fue celebrada en la casa Virgo misma y el de cabellos dorados se lanzó a la aventura de ser un esposo, pues como tal la veía, con un espíritu bastante ligero, sin entender realmente de lo que se trataba.

Para ese entonces Saga de Géminis era ya un hombre completo, su esposo apenas contaba con diecisiete y él ya tenía veinticinco, además era un hombre de cierta fortuna y contaba con un cómodo cargo en la administración del Estado, aparte de eso se permitía escribir ensayos culturales sobre sus observaciones. Se le consideraba serio y formal, sin vicios, parecía bastante bueno.

Se casaron y vivieron un mes de luna de miel viajando por algunos lugares que ambos ya habían conocido, charlaban mucho, era mejor eso que otras de sus actividades pues definitivamente su vida como pareja, la intimidad física, lo sexual, dejaba bastantes dudas. Shaka no había cedido nunca en ese punto ante nadie y ahora que estaba casado parecía normal esperar que eso cambiara y él estaba dispuesto. El problema fue su compañero.

Las experiencias previas de Saga, no demasiadas definitivamente, se habían dado en un contexto de discreción, así que en realidad jamás se había involucrado con alguien que le interesara. Cuando estuvo con su esposo se comportó como siempre lo hacía, sin aguardar demasiado y sabiendo lo que buscaba, nada más. Por lo tanto resultó incapaz de crear un ambiente seguro y agradable para el de cabellos rubios. La experiencia para Shaka fue dolorosa y hasta bochornosa.

Los siguientes encuentros, contados, no fueron mejores. Saga llegó a la conclusión que su esposo era uno de esos hombres incapaces de disfrutar la intimidad física, no lo condenaba pues él fue educado con la idea de que había hombres para disfrutar y esposos, así que no le dio demasiada importancia y Shaka, intentando darle un sentido a lo vivido, se dijo que el sexo no contaba entre ellos que tenían algo mejor. Ambos se aferraron que lo que los unía era más intenso y profundo que cualquier vínculo físico, su intimidad era más profunda y personal, así que lo que importaba era la vida emocional que ambos establecieran. Sin embargo eso no alivió el desencanto que resultó la luna de miel.

 

*********************************************************************

 

Ambos se establecieron en una propiedad que había sido de la familia Géminis por generaciones, resultaba un sitio no muy atrayente, fundado en los días de la guerra semejaba más una fortaleza que un sitio para vivir de manera más o menos agradable. Largos muros de piedras areniscas se elevaban por encima de una especie de colina, como si fuera un punto de vigilancia, vecino de un respetable parque lindaba con el bosque pero de alguna manera no era un buen lugar. Daba la apariencia de una prisión, con una sola mirada los ojos azules de Shaka trataron de hallar vida pero no la vieron, una cruel realidad pesaba sobre ese sitio y era que no se trataba de un hogar sino de una trampa.

La gente de la comunidad por su parte no parecía guardar buenas relaciones con la familia Géminis, en lo absoluto. Cuando Shaka intentó mostrarse “democrático” para acercarse y fundar algún tipo de convivencia chocó contra un muro, la gente no les deseaba ningún mal pero tampoco eran favorables a recibirlos bien.

—    Pero si parece que ahora soy alguien cuando el esposo del señor de Géminis me habla—se decía en tono cruelmente burlón.

El de cabellos dorados no lo comprendía, él había vivido de otra manera, bajo los rayos del sol y manteniendo cordiales relaciones con quienes lo rodeaban pero ahí todo era diferente.

—    No eres como ellos—le dijo Saga sin que pareciera darle importancia—La familia Géminis jamás ha necesitado de esa gente.

El tono al pronunciar “esa gente” dejaba en claro que para el de cabellos azules no contaba en nada que las personas se prepararan o intentaran mejorar sus vidas, para él siempre serían Esa Gente, otros, lejos de lo que él y su familia eran. Así que el rubio prefirió seguir el aviso de su esposo en ese tema y se resignó a no intentar nada más.

En cambio ambos se volcaron a sus nuevas actividades de gente casada, claro que eso significó que ahora se llamaban esposos y que Shaka apoyaba a Saga en lo que necesitara mientras que el de cabellos azules en realidad siguió con su  misma vida de antes del matrimonio. Al estar solos, sin los demás amigos y conocidos rodeándolos, la pareja tuvo que enfrentarse a la realidad de lo que eran pero solo el de mirada azul entendía algo de ello, su esposo no quiso ver lo que eran, lo que los unía y por lo tanto jamás se esforzó en tratar de remediar nada pues si no se daba cuenta no existía.

Pero Shaka fue un asunto diferente.

Podía ayudar a Saga, apoyarlo y animarlo, ser un buen compañero y anfitrión, escuchaba sus escritos y los aplaudía, sabía que necesitaba que fuera así, seguían charlando muchas horas en su lengua o en otra, se encerraban en leer libros y cenar en la mesa elegantemente puesta cuando había visitas pero de alguna manera todo eso era…vacío. Intentaban llenar el vacío pero seguía estando ahí.

La pareja se separó poco a poco en los meses que vinieron, Saga dejó de visitar a Shaka en su recámara y se sumió más en su papel administrativo que lo llevaba a dar viajes o a encerrarse en su estudio a resolver diversos temas, dejando a su esposo fuera de ese mundo en el que él podía moverse.

Shaka empezó a enfrentar a su soledad en ese medio.

Aún leía y trataba de pensar en sus propias ideas y buscaba estar con Saga con quien tanto podía hablar pero en el fondo nada de eso era de provecho ¿De qué servía hablar y hablar cuando no discutían nada de ellos? Se puede hablar de un libro con un compañero un tiempo pero eso no sostendrá la relación, se tiene que hablar de uno mismo en algún momento pero entre ellos dos, de manera personal, no había nada que decirse.

El tiempo transcurría y Shaka intentaba aferrarse a algo de realidad, no terminaba de entenderse pero llegado el momento no podía ignorar más que algo estaba sucediendo, ya no bastaba pretender que hacia algo, su propio ser se revelaba a que permaneciera sentado leyendo por horas o a escuchar las palabras de Saga cuando hablaban, algo no marchaba como debía.

—    ¿Deseas que te lea algo?—le preguntaba Saga educadamente después de cenar.

—    No, gracias—respondía.

Lo miraba seguir como si nada, sin que algo en él se alterara, sin que tuviera una sola señal de que tenían algo en común que le interesara.

 

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A veces Shaka salía de la casa para dar una vuelta por la naturaleza, prefería eso que estar encerrado en la casa, porque era como se sentía, encerrado. Se recostaba sobre la hierba mirando la copa de los árboles intentando averiguar si había algo ahí o si iba solamente porque estaba lejos de la casa. Era mejor no profundizar en eso.

Al de cabellos rubios no le costó trabajo ver como Saga se encerraba en su vida dejándolo a él fuera, como a la deriva, el de mirada azul necesitaba de un apoyo real, alguien a su lado que lo ayudara a adaptarse a su nuevo ambiente pero no contó con ello, su esposo sencillamente no pudo con ese papel.

Educado de manera severa y desapegada Saga no estaba acostumbrado a pensar en alguien más, cerrado a cualquier avance de los subordinados siempre marcaba quien era él y quienes eran los otros; esperaba de su esposo que supiera cumplir con su papel, ser respetable y presentable; lo de ellos no era una de esas absurdas relaciones de pasiones y reproches, estaban bien cimentados en la urbanidad e inteligencia. Al menos para él eso era lo correcto y adecuado. Sin embargo se estaban distanciando, poco a poco cada uno iba tomando un lugar opuesto de la casa y Shaka empezó a notar que se evitaban.

Decidió que no debía ser así, que tenían que buscar formas de comunicarse, ansiaba poder tener una charla con él, una verdadera, para poder quitarse los disfraces de modales que llevaban cada día. Pero esa conversación sincera nunca llegó. Era verdad que charlaban pero jamás hablaban de si mismos, Saga era capaz de convertirlo todo en palabras…palabras de otros. Conocía a los pensadores, filósofos, ideólogos, a esos grandes hombres y plantear sus ideas pero por si mismo estaba vacío de verdadera sustancia, carente de emociones reales y más ocupado en aparentar.

Shaka se esforzó en retomar cierta forma de convivencia pero todos sus esfuerzos fueron recibidos con poco más que un educado gesto de asentimiento por parte del de Géminis. El de Virgo escribía a sus antiguos conocidos y el de cabellos azules trabajaba en sus asuntos, hacían vidas separadas pero el de mirada azulada aún necesitaba de alguien. Su lógica era que su esposo estaba ahí y trató de ser abierto sobre necesitar su presencia.

Una noche el de cabellos dorados fue al despacho del de ojos verdes para comentarle sobre unos asuntos de segundo orden, eran menores pero quería que hablaran un poco. Shaka sentía la necesidad de estar cerca de él, se sentirse parte de su vida y no parte de la casa solamente, así que se aproximó al de cabellos azules, tan solo un poco de compañía, era todo.

Al acercarse le tomó la mano para que dejara lo que hacía y lo mirara, que sintiera su cuerpo debajo de la ropa y del cual parecía haberse olvidado.

—    Saga—lo llamó sujetando su brazo.

Pero cuando se acercó más intentando encontrar sus labios la respuesta fue fulminante.

—    ¿Qué estás haciendo?—preguntó el de ojos verdes.

El rubio lo miró desconcertado.

—    Recuerda quien eres—le lanzó el de Géminis como si reprendiera a un chiquillo—Eres el señor de esta casa, compórtate como tal.

El de los ojos azules bajó la mirada, se sentía avergonzado, había intentado acercarse a él y lo rechazaba de manera cortante y fría. Se levantó y salió velozmente de la habitación para dirigirse a su recámara.

Una vez encerrado en sus habitaciones tuvo que quedarse pensando en lo que había ocurrido, definitivamente a Saga no le gustaba ese comportamiento ¿Por qué habría de gustarle? Actuó como un muchachillo cualquiera y no lo era, era Shaka de Virgo esposo de Saga de Géminis, el inteligente y respetado y… se hartó de repetirse todo eso como una letanía, estaba harto de esa casa y ese esposo y de todo ese lugar. Sin poderlo evitar derramó unas lágrimas. Estaba solo, absolutamente solo.

—    Como si esto te llevara a algo—se dijo a si mismo tratando de limpiar sus lágrimas.

Le dio la madrugada de esa manera, sentado mirando al vacío, estaba en claro que debía aferrarse a lo que tenía, un esposo y un nombre y sus charlas, el resto no contaba. Nada importaba. Se fue a acostar pero no durmió muy bien, de pronto le parecía que su cuerpo era demasiado rígido y pesado, como si le susurrara deseos que no sabía como explicar ni como satisfacer.

 

**********************************************************************

 

Sucedió al día siguiente en la propiedad Shaka había decidido dar una vuelta, no estaba mal, salir, caminar, agotarse y procurar no pensar. Pero con la noche anterior se sentía un poco mal, como si tuviera fiebre aunque no le importó, dio una larga caminata hasta que le dolieron los muslos, regresó por la parte sin árboles dejando que los rayos del sol lo golpearan con fuerza, había sido un día singularmente caluroso, una antesala a la época de lluvias que se esperaba. Así que cuando estaba por llegar a la casa se sentía con algo de malestar, acalorado y cansado pero no le dio importancia.

—    Tomaré algo en cuanto llegue—se dijo.

Pero se encontró con que la puerta estaba cerrada, tuvo que girar sin ánimos de llamar para entrar por la de la servidumbre que daba a la cocina, llegó a la cerca y estaba abierta, apenas iba entrando cuando la sensación de malestar empeoró, se sentía peor, intentó hablar para pedir ayuda pero no pudo, tan solo le pareció que todo se oscurecía y que sus piernas no podían sostenerlo pero no cayó.

Alguien estaba ahí y lo sujetaba con fuerza entre sus brazos. No abría los ojos aún pero lo primero que sintió era que se trataba de extremidades fuertes, decididas, que no lo dejarían caer. Pudo abrir un poco sus azules ojos y se encontró con que había unos profundos ojos negros mirándolo. No terminaba de comprender quien era ese hombre ni lo que hacía ahí pero no podía ni hablar sintiendo que lo sujetaba.

No le decía nada, tan solo lo miraba.

Parte de la servidumbre estaba ahí y alguien dijo algo de ayudarlo, el de mirada oscura como si no prestara atención especial a nada lo levantó entre sus brazos de un movimiento y lo llevó al interior dejándolo suavemente sobre un diván del recibidor. Los separaron.

—    No fue grave—le decía Saga cuando lo fue a ver después de que el médico se fuera—Fue por el calor y que te faltaba beber algo fresco pero estarás bien.

—    Lamento haberlos preocupado—decía el rubio.

—    Solo descansa un poco.

—    ¿Sabes quien fue quien me ayudó?—preguntó sin  ningún tono en particular en su voz.

—    Fue el guardabosque.

—    Pero ¿Quién es?

—    Se llama Shura de Capricornio, ahora que lo pienso aún no lo conoces.

—    ¿De dónde es?

—    De aquí.

El de cabellos azules utilizaba su tono tan peculiar de cuando hablaba sobre la gente que estaba su servicio, sin mostrar que supiera nada ni que le interesara, solo le atañía que cumplieran con las labores para las que se les pagaban así que el de mirada azul ya no preguntó nada. No necesitaba saber nada.

Pero su cuerpo tenía otra memoria, una extraña y muy personal que era capaz de dominar a toda esa sensatez y sentido de burla del rubio ya que esa misma noche no le permitió dormir recordando esos brazos que lo estrecharon y esa mirada que pareció traspasarlo en un instante.

 

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Las lluvias dieron inicio unos días después llenando todo el lugar de un nuevo aroma como de frescor y humedad, las plantas se volvían más densas ante ese cambio y las flores se dejaban ver.

Shaka observaba una mañana el camino y deseó salir, no le pareció que fuera a llover en poco tiempo así que se animó a dejar la casa y tomar rumbo por el bosque. Las primeras muestras de los cambios saltaban a sus ojos, se sentía bien de salir y respirar con profundidad, el aroma del campo abierto era muy diferente del de su encierro en la casa así que se dejaba guiar sin problemas por lo que le rodeaba. Encontró flores nuevas brillando y casi deseó llevarse unas para su habitación pero en eso le llegó un sonido extraño, como un golpe ¿Qué estaría pasando? Se quedó callado y lo percibió de nuevo.

Con suavidad giró sus pasos en dirección del ruido, supo que aumentaba y era más claro, si, alguien estaba golpeando. Encontró un pequeño sendero, sin duda no muy utilizado pero alguien pasaba por ahí, se decidió y caminó tratando de adivinar de qué se trataba aquello. Se detuvo a un poco de distancia pues ahí estaba, era una casa, rústica y sencilla pero una casa, el sonido seguía y lo siguió, entonces lo vio.

Sobre un tocón de madera un hombre cortaba leños con facilidad, sujetaba el hacha entre sus manos y golpeaba los troncos más pequeños dividiéndolos para apartarlos y evidentemente ya llevaba un rato en esa labor. En ese justo instante levantó la mirada oscura, como si se diera cuenta de un intruso y lo percibió en el acto, casi con brusquedad. Ante eso el rubio se sobresaltó pero de inmediato el de cabellos negros lo había reconocido y se limitó a saludarlo con un movimiento educadamente pero eso no evitaba que el rubio se sintiera algo tímido ante él.

—    El ruido me llamó la atención—decía Shaka—Nunca antes había estado aquí.

—    Solo alisto la leña—fue la respuesta.

—    Desearía agradecerle por ayudarme el otro día, no había tenido la oportunidad de hacerlo.

—    No ha sido nada.

—    Mi esposo me dijo que se llama Shura de Capricornio.

—    Así es.

—    Yo soy Shaka de Virgo.

—    Lo sé.

Y de pronto era como no saber que más decir, al menos el de cabellos dorados no parecía poder decir otra cosa, se sentía como débil, como si le faltara el aliento, cerró los ojos y un instante después ya estaba el de ojos negros a su lado.

—    ¿Se siente bien?—preguntaba el de cabellos negros.

—    Si…un poco fatigado—reconoció.

—    Entre y descanse un poco.

Sin aguardar porque el otro respondiera lo guió a la cabaña, abrió la puerta por completo y lo guió a una especie de mini cocina donde había un pequeño hogar de ladrillos, le acercó una silla de pino.

—    Debe calentarse—decía el de Capricornio notando que temblaba un poco.

—    No, no se moleste.

Pero ya el otro encendía el fuego y se dejaba sentir un agradable calorcito, el de Virgo se dejaba guiar, ese hombre poseía una mezcla de autoridad y protección que se imponía sin siquiera darse cuenta. Se quedó sentado dejándose calentar por el fuego, mientras el de Capricornio salía y traía más leña, se aseguraba que estuviera bien encendido el fuego y lo dejó a solas volviendo a su tarea  con los leños.

Shaka permanecía quieto en su sitio y puso más leños para calentarse más rápido pero fue demasiado y después de un rato sintió calor así que se alejó un poco haciendo la silla hacia atrás, quedando con una vista de lo que sucedía afuera, de cómo el hombre de cabellos negros trabajaba. Le dio la impresión que era un hombre solitario, orgulloso y solitario, una mezcla extraña de ver en su vida. Cerró los ojos por un instante pensando, solo pensando.

Shura levantó la vista y vio al de cabellos dorados, se veía tan quieto y tranquilo en ese instante, casi como si durmiera, pero a él le dio la impresión que estaba esperando algo ¿Qué podría necesitar un hombre como ese? No lo sabía pero de alguna manera el que estuviera cerca de él lo inquietaba, invadiendo su espacio y su soledad, ese sitio en el que podía sentirse a gusto porque no había nadie y ahora estaba ahí, como acechando para tomar posesión del refugio que se había creado para si mismo.

Cuando el de Virgo se sintió un poco más tranquilo y descansado supo que era momento de irse aunque no se sentía con muchos deseos de marcharse, de todas maneras tenía que regresar a la casa. En cuanto se puso de pie el de ojos negros detuvo su tarea y se levantó como aguardando por si tenía algo que decirle.

—    Es agradable estar aquí—dijo Shaka con suavidad—Tal vez deba venir otra tarde.

—    Si es su deseo.

Algo en el tono de su voz puso en pie de lucha a Shaka, como si le hubiera dicho “Claro, es usted el dueño y se cree que puede hacer lo que desee cuando desee”, intentó solamente dejar en claro su punto.

—    Vendré aquí cuantas veces me plazca—lanzó el rubio.

—    Muy bien—fue la formal y educada respuesta.

El tono le pareció otro y lo desarmó de pretender pelear y hacerse valer, eso y que no pudo evitar darse cuenta de lo delgado y fuerte que parecía el hombre ante él, sus cabellos negros como sus ojos y una expresión como endurecida en su rostro pero de alguna manera reflejaba algo juvenil y ágil, como el aire alerta de un guerrero, no sabía que edad tendría pero se veía mayor que él, tal vez contaba con la misma edad de Saga.

En cuanto al de Capricornio se limitó a dejarlo marcharse pero no pudo evitar tener un pensamiento sobre ese joven rubio pese a la irritación tan viva que había sentido antes hacia él.

—    Es agradable, mucho más de lo que él mismo cree o se ha dado cuenta, de verdad hermoso.

Y nada de eso tenía que ver con su aspecto físico, sino algo más que parecía haber detectado en ese hombre tan callado.

 

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En ocasiones Shaka sentía que iba a morirse, como si hubiera algo que lo aplastaba bajo el peso de las mentiras y simulaciones, de haber sido llenado de ideas que resultaban no ser verdad y no tener sentido. Veía que Saga era bueno en su trabajo y se lo reconocían, lo que no comprendía y empezaba a hartarlo eran sus declaraciones de afecto. No había nada entre los dos. Para ese momento el de ojos azules nunca tocaba a su esposo y él tampoco tocaba al rubio. El de Géminis ni siquiera le tomaba la mano con gentileza y era como si al no tocarlo pretendiera sustituirlo con sus declaraciones de afecto.

Eso llenaba de impotencia al de Virgo, ya ni siquiera quería discutirlo.

—    ¡Demuéstramelo y no solo lo digas!

Estuvo dispuesto a gritar en el pasado pero ya ni siquiera le importaba, solo sentía el vacío y las desolación.

Todo eso de la unión íntima del espíritu no eran sino mentiras.

Siempre que podía Shaka escapaba de la casa al bosque, porque era lo que hacía, escapar de ese sitio que lo oprimía con su frialdad e indiferencia. Iba a la cabaña, le gustaba el sitio, aunque no entraba sino que se refugiaba en la parte de atrás, no había tardado en comprobar que era más un trastero pero funcionaba bien. Y fue cuando llegó la primavera. El rubio pudo observar como todo fuera de la casa se llenaba de vida, las flores brotaban en el bosque y las hojas se abrían y a él le resultaba terrible verlo porque se sentía ajeno a la vida que lo rodeaba.

Un día hermoso y soleado Shaka se dio cuenta que había algo en ese pequeño cobertizo formado de ramas y pajas en el que se refugiaba, no lo descubrió al primer momento pero encontró un nido. Había una madre petirrojo empollando, procuró no perturbarla aunque la visión de vida dando vida lo golpeó con fuerza, sentía de manera aguda el dolor del abandono al que estaba sometido. Se estaba haciendo algo insoportable. Escuchó pasos, vio al de cabellos negros ir hacia el lugar, el hombre se mostró sorprendido, como si esperara no verlo ahí, lo saludó y le habló.

—    Espero que no le molestara el estado del lugar, intenté ordenarlo lo mejor posible.

—    Muchas gracias. No debió molestarse—dijo en voz baja.

Le dirigía una penetrante mirada con sus ojos negros, parecía amable pero distante.

—    Debo seguir mi ronda, necesito ver a los conejos.

—    ¿Conejos?

—    Hay unas madrigueras y hay quienes se atreven a poner trampas por eso.

Se mostraba dispuesto a irse pero el de ojos azules se veía mal, Shura sabía que si preguntaba sería involucrarse y no quería eso, le gustaba su soledad como para involucrarse de cualquier manera con ese hombre. Se movió como para marcharse pero el de Virgo habló.

—    ¿Le importaría si voy?

El de ojos negros los cerró, esperaba seguir solo y ese rubio entraba en su vida.

—    Es libre de venir si lo desea—fue su respuesta.

Se pusieron en camino pues Shaka no deseaba regresar a la casa pero ir al lado de Shura lo confundía un poco, no le hablaba al menos y se veía sano, sensato. Llegaron donde las madrigueras, solo tres de lo que podría ser una colonia de conejos. Vio apenas a las peludas criaturitas y se sintió conmovido.

—    Me gustaría tocarlos.

Estiró la mano pero se intimidó. El de Capricornio casi se rió al verlo, se acercó y con tranquila seguridad y con suavidad tomó a uno de los pequeños seres y lo acercó a la mano del de mirada azul.

—    Aquí está.

Shaka tomó en sus manos a ese pequeño ser, sus ojitos oscuros, su calor, era tierno y encantador. Sonrió. Y se puso triste. El de cabellos negros lo observaba, no podía evitar que lo conmoviera, con su soledad y su quietud, algo despertaba en él, algo que no esperaba volver a sentir. Tomó al conejito y lo regresó a su sitio.

—    Regresemos.

El de cabello dorado lo siguió mansamente, ninguno de los dos hablaba, Shura deseaba no estar cerca y Shaka ansiaba tener un apoyo, algo a que aferrarse para vivir. Estaban en el camino, había una especie de divisoria, el rubio se quedó ahí.

—    Puede ir por aquí, a su casa—dijo el de ojos negros.

Su casa. Ese sitio no era su casa, era un lugar en el que habitaba solamente. Se sintió mal, muy mal, se llenó de angustia por la soledad que vivía, por el abandono en que se encontraba. Una lágrima corrió por su mejilla y Shura lo observó, sintió que su corazón se estremecía de repente, sin poderlo evitar estiró la mano y secó su lágrima.

—    No llores.

Lo tuteaba sin darse cuenta y colocó la mano en el hombro del de Virgo, con dulzura lo acarició, el rubio lo observó por un segundo, intentó hablar pero no pudo, veía en esa mirada oscura sus propios ojos, la misma necesidad.

—    Ven conmigo—le dijo con voz neutra.

Sujetándolo por el brazo lo guió por el otro lado de la vereda, mas natural e inhóspito, lleno de vida, de esplendor.

 

*********************************************************************

 

No lo soltó hasta que llegaron a la cabaña donde despejó el lugar y tendió una manta en el suelo, atrajo a Shaka a él con suavidad, el de cabellos dorados mantenía la mirada baja, hizo su dorado cabello hacia atrás, no era necesario preguntar, lo besó con dulzura como para tranquilizarlo. Después vino la caricia, muy suave que se volvió deseosa, ansiando tocar su cuerpo, encontró el camino por la ropa, deslizó su mano por la piel apartando las prendas, sabía bien como hacerlo, justo donde lo deseaba. El de ojos azules sintió que estaba desnudo de la cintura hacia abajo y que lo recostaba sobre la manta, podía negarse y sin embargo no quería hacerlo, se quedó ahí sabiendo que vendría, la entrega de su ser a otro hombre.

Para el de cabellos oscuros fue un tanto atemorizante el continuar, sabía bien que se estaba arriesgando en esa situación pero por otra parte no le importaba, no cuando sentía un tibio cuerpo dispuesto y que aparentemente lo necesitaba tanto como él, volver a quedar preso de la pasión y la dulzura de estar con una persona en un momento de eternidad.

El de cabellos dorados sintió una mano por debajo de su camisa que acariciaba su pecho y lentamente bajaba por su abdomen llegando hasta su vientre y apenas insinuándose por encima de su sexo, más determinada la mano fue por la base rodeándolo y acariciando por el tronco hasta llegar a la punta, buscando excitarlo para que se sintiera listo. No era que no lo deseara pero parte de él quería burlarse de ello ¿Acaso no era algo que muy bien pudiera haber hecho él solo? Si, pero no sería igual, nunca será lo mismo el placer que puede brindarnos otra persona.

Ya el de cabellos negros separaba un poco sus muslos y acariciaba la parte interna, un jugueteo para adivinar como proceder con él, volvió con su mano sobre su sexo alcanzando la punta, mostrándose paciente en lograr que se irguiera. Como para acelerar las cosas no dudó en cubrir sus dedos con saliva para volver a ese sexo que se levantaba entre sus caricias, volvió a la punta y la acarició en la parte más sensible provocando que el rubio apretara los labios, ante eso supo que le gustaba y podía hacer algo más.

El de la familia Virgo no estaba seguro de que pensar cuando una lengua empezó a aletear alrededor de la cabeza de su miembro, no era algo que hubiera hecho alguna vez, además de eso sentía algunos de esos mechones de cabellos negros por su piel, de cierta manera lo estremecía que el otro hombre se comportara de esa manera pero luchaba por no moverse, por permanecer tan quieto como fuera posible hasta que todo terminara. La húmeda caricia continuaba, esa lengua pasaba desde la base hasta la punta pero después los labios lo besaban, frotándolo un poco más con toda la mano y alcanzando con habilidad su masculino pasaje.

El de Capricornio deslizó hábilmente uno de sus dedos por la intimidad del rubio, tan solo acariciarlo, hacia mucho desde que él mismo estuviera en una situación de ese tipo pero le gustaba en ese instante, no podía negarlo. Con suavidad intentó traspasar la estrecha entrada y tuvo que lubricar una vez más sus dedos pero logró que uno ingresara y consiguiera hacer un poco más sencillo el continuar, después de unos momentos, cuando era más sencillo hacerlo, un segundo dígito estaba en el interior del joven de ojos azules y entre ambos lo preparaban para que fuera menos incómodo para él estar con su dueño.

El de mirada azul permanecía muy quieto con los ojos cerrados pero sentía claramente como el de cabellos oscuros se colocaba sobre él, la manera en que separaba sus muslos un poco más y se adueñaba de la situación por completo. Su endurecido sexo que se frotaba contra él, la manera en que buscaba asaltar su cuerpo, esa necesidad que podía percibir a pesar de todo y no terminaba de comprender. Lo acarició en la mejilla con suavidad y después en el mismo sitio le dio un beso, lo siguiente fue sentir la presión contra su intimidad, la búsqueda por penetrarlo, sentirlo en su interior y tras unos momentos de quietud la llegada del movimiento, un bombeo firme que abría su cuerpo entre avanzar y retirarse pero él se quedaba muy quieto intentando solo adivinar sobre lo que iba a hacer.

Para el de mirada negra fue liberador sentirse así, recordar…hacía tanto que no deseaba la compañía de alguien y ahora estaba ese joven entre sus brazos que no se oponía a nada y aunque no resultara muy efusivo no dejaba de ser un cálido y amable compañero dispuesto a entregarse, de cierta manera. Buscando que fuera agradable para él lo acarició con una de sus manos entre ambos sobre su sexo, que obtuviera alivio por su parte también.

El de cabellos dorados sintió un estremecimiento y un agradable calorcito subir por su cuerpo pero llegó su esencia, anunciándose sin más, no hizo ningún ruido, ni siquiera cuando el otro terminó en su interior abrazándolo fuertemente. Después de eso los dos solo permanecieron quietos y en silencio buscando un poco de tranquilidad.

 

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Shaka se sentía tranquilo, ese hombre le brindaba su quietud al menos por unos momentos, hasta que se apartó, no le decía nada, solamente parecía acomodar su ropa y salió, dejándolo solo. El rubio se quedó en libertad de vestirse, encontró sus ropas y se arregló. Estuvo listo y fue hacia la puerta, el lugar se veía igual, vio que el de cabellos negros iba hacia él, se miraron por un instante antes de hablar.

—    Te guiaré por el camino.

El de Virgo no dijo nada, solo lo siguió, el de cabellos negros amoldó su paso para que ambos fueran juntos. No se dijeron una sola palabra por un rato hasta que el de Capricornio preguntó algo.

—    ¿Te arrepientes?

—    No ¿y tú?

—    No, claro que no.

Lo atrajo momentáneamente hacia él para besarlo con calidez, de manera suave.

—    Me gustó…me gustó tanto…—murmuraba el de mirada oscura.

Lograron llegar a la senda que llevaba a la casa, Shaka se preguntaba por lo que debía hacer, acababa de estar con ese hombre, lo besaba ¿Cómo debía tratarlo ahora?

—    Desde aquí puedes seguir—dijo Shura.

—    Yo…—pero no sabía que decir así que dijo lo que sentía realmente— ¿Quieres que nos veamos otra vez?

—    Si—fue la firme respuesta.

Shura lo vio alejarse, la manera en que ese dorado cabello se movía, danzando al compás de ese cuerpo tan tibio y hermoso ¿Cómo lo había logrado? Fue ahí para refugiarse en soledad y ese rubio saltó sus defensas obligándolo a abandonarse ante él. Pobre muchacho, tan tierno y dulce, buscaba algo a lo cual aferrarse en ese mundo tan duro. Volvió a la cabaña para quedarse a solas y en silencio, intentando pensar en algo más pero terminaba pensando en Shaka.

No lamentaba lo ocurrido pero tampoco se convencía por ello, ese joven había ido a sus brazos buscando algo ¿podía dárselo? Cerró los ojos, recordó ese calor y esa suavidad pero no solo de su cuerpo, era más profundo que eso, en realidad ese joven resultaba bello, bello como hombre, algo en él era terriblemente humano y auténtico, habían pretendido ocultarlo bajo una capa de frialdad y voluntad pero ahí estaba. Y no pudo sino desearlo de nuevo. Su simple recuerdo lo turbaba, lo encadenaba a esa presencia que empezaba a entretejerse con la suya.

Shaka llegó a la casa sin contratiempos, durante la cena se presentó bañado y con ropa impecable, se mostró modesto y atento a lo que Saga decía, con su aparente tranquilidad ocultaba lo que pensaba. Solo hasta que pudo retirarse a su habitación se permitió pensar. Estaba confuso, sin ideas claras, no sabía que resolución tomar ¿Quién era ese hombre en realidad? ¿Qué sentía hacia él? Al menos fue amable, con su extraña y algo brusca calidez que lo dominó para ceder ante él. No negaba que resultó algo reconfortante, eso y que se mostró hacia él apasionado y sincero. Fue todo un cambio que no se ocupara de cortesías ni modales, solo había visto que era un hombre y lo había tomado como tal, al menos no lo rechazó por su nombre sino que lo aceptó por lo que era.

 

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El de cabellos dorados esperó hasta entrada la tarde para ir al bosque, llegó a la cabaña y aguardó en el frente pues deseaba ver a Shura, en los días anteriores que había ido se dio cuenta que el de cabellos negros evitaba andar por los alrededores si él estaba ahí pero suponía que no sería el caso ese día. Necesitaba verlo y aguardaba, necesitaba verlo y decidir, se resguardó en el cobertizo después de un rato pues caía una leve llovizna, atento a cualquier sonido. La quietud y el silencio lo llenaban todo y al final se preguntó si el de ojos oscuros no lo estaría evitando. Siguió aguardando y cuando creyó que lo mejor era marcharse lo vio aparecer en el camino.

El de Capricornio se acercó lentamente al de ojos azules, el de Virgo solo lo miraba como acurrucado.

—    Creí que no vendrías—susurró Shaka sin mirarlo.

—    Hacía una ronda—fue la respuesta de Shura.

—    Te dije que vendría.

—    Si. Pero tal vez debas abstenerte de eso.

—    ¿Por qué? ¿No quieres verme?

—    ¿Y si alguien se entera? ¿Qué dirán de ti?

—    No importa lo que digan.

—    Es lo que dices ahora pero si empiezan a hablar de ti te importara. Imagínalo tan solo: El señor esposo de Géminis enredado con un sirviente.

—    Como si eso importara.

—    ¿De verdad no te interesa?—le preguntaba casi con súplica.

—    No—respondió el de mirada azul con avidez.

—    ¿En verdad?—preguntaba el de cabellos negros con voz un poco ronca.

—    En verdad—le aseguró.

Shura se inclinó hacia él y lo besó.

—    Espero que nunca te arrepientas de esto—decía el de cabellos negros.

Le acarició el rostro y casi le sonrió.

—    Ven.

Lo llevó al interior pero Shaka tuvo que darle una advertencia.

—    No puedo quedarme mucho tiempo, la cena es temprano.

—    Está bien, ya tendremos tiempo.

El de Capricornio volvió a tender una manta en el suelo, había llevado otra y la colocó como almohada para el rubio. Shura se acercó acariciando su cuerpo, sintiendo que se encendía su ser.

—    ¡Que hermoso eres!

Lo llevó sobre la manta y lo desvistió de la cintura hacia abajo con velocidad, tal vez la advertencia del tiempo era lo que lo hacía reaccionar de esa manera pero no pensaba aguardar para sentir nuevamente a ese joven de piel tan cálida. Cuando Shaka se sintió de esa manera de nuevo no supo bien si debía hacer algo pero el otro se encargaba de todo con bastante destreza y premura así que eligió dejarlo encargarse.

Shura levantó suavemente parte de su camisa dejando su pecho al descubierto y se dedicó a besarlo y acariciarlo, tomaba los pezones suavemente entre sus dedos y los presionaba para después besarlos y tomarlos entre sus labios y juguetear con la punta de su lengua hasta que estaban erguidos por las caricias, entonces su camino fue hacia abajo.

Aspirando el aroma de su piel y besándolo el de cabellos negros llegó hasta su vientre donde frotó su rostro como si buscara impregnarse de su calor, lo acarició suavemente y con cuidado por el nacimiento de su sexo, pasaba muy cerca pero sin tocarlo, solo tomó la punta para darle directamente un beso y después soplar suavemente. El rubio sintió algo contraerse en él, en su interior, pero no pudo explicarse si era porque le gustaba o no.

Los dedos del de cabellos negros no tardaron en encargarse de su sexo, lo acariciaban con velocidad, ansiando que estuviera dispuesto, pasó su lengua por la cabeza varias veces buscando excitarlo antes y estaba lográndolo, el miembro en su mano respondía a las caricias alzándose y alistándose mientras su dueño respiraba algo más aprisa, podía verse en su pecho que bajaba y subía pero no respondía del todo a lo que estaba sucediendo en ese instante.

Apenas lo sintió listo Shura se separó un poco para abrir su propia ropa y hacerla a un lado, terminó con los pantalones y la ropa interior en los tobillos, lo que más le interesaba en ese instante era que el de ojos azules se mostrara más dispuesto. El de cabellos dorados lo sintió sujetar sus muslos y separarlos, lo que no esperaba fue que le diera un beso directamente en su íntima entrada que lo hizo abrir los ojos de sorpresa y dar un suave gemido, se sintió sorprendido ante ese movimiento y nada pudo hacer que lo olvidara, ni siquiera que uno de sus dedos traspasara el apretado músculo de la entrada y explorara en su interior despertando cierta necesidad.

Logrando dilatarlo con algo de prisa el de Capricornio se sintió necesitado, deseaba sentirlo, volver a probar esa intimidad tan dulce y tierna, se acomodó sobre el rubio, lo hizo despacio, buscando la postura más sencilla y no dejar caer su peso sobre él, solo entonces guió su sexo al interior, lo hizo de movimientos lentos pero decididos hasta que estaba en su interior, se quedó quieto unos segundos y empezó a moverse. Las embestidas eran cortas y constantes, respirando agitado contra la mejilla del otro, estrechándolo con intensidad.

Pero el de mirada azul por alguna razón que no podía explicarse no lograba disfrutar de ello, en vez de eso su mente se la pasaba haciéndose preguntas y entre eso y mirar lo que sucedía no logró un ambiente adecuado para disfrutar de lo que pasaba, era verdad que su cuerpo respondía pero su mente se burlaba de ello, de aquellos impulsos como los llamaba. Al final sencillamente no estaba dispuesto y eso limitó grandemente el que pudiera complacerse con lo que estaba viviendo.

El de ojos oscuros se sintió bien cuando su simiente dejó su cuerpo y si bien ayudó al rubio a terminar también hubo un algo desagradable para él, como darse cuenta que nunca sería completo lo que acababa de hacer, y que todo era por causa suya.

Se quedaron recostados un poco más mientras Shura terminaba de calmarse.

Shaka se quedó quieto ¿Por qué no podía responder mejor? ¿De verdad no podía? Una vez Saga se lo había dicho “Así eres, algo frío, tu cuerpo no es para esto, es tu mente la que importa” Sintió deseos de llorar, podía hacerlo todo pero no gozarlo. Shura lo abrazaba con fuerza, como si deseara cubrirlo del frío, darle calor, uno íntimo y seguro.

—    ¿Tienes frío? ¿Quieres que ponga la otra manta?—le preguntaba el de cabellos negros en voz baja al oído.

—    No…tengo que irme.

El de mirada negra suspiró, lo estrechó con fuerza y aspiró el aroma de su cuerpo, como si buscara retenerlo un poco más.

—    Tengo que irme—repitió.

Shura se apartó lentamente para dejarlo, lo cubrió con su camisa y se vistió. Shaka se incorporó y lo hizo también.

—    Vamos—dijo el de Capricornio.

Anduvieron juntos por el camino pero Shura sentía la necesidad de algo más y se lo hizo saber.

—    Deberíamos quedarnos en la casa un poco más, sería más cómodo.

El rubio no estaba seguro del porque lo deseaba de una forma tan insistente y extraña para él, no hablaban como para que le gustara, no sabía lo que encontraba en él. Reconoció el camino y se dio cuenta que el de cabellos negros no iría más allá.

—    Llegarás a tiempo—decía Shura.

Antes de poder responder el de cabellos negros lo atrajo hacia él y lo besó apasionadamente, pudo sentir la fuerza con la que lo deseaba.

—    ¿Vendrás mañana?—le preguntó ansioso.

—    Si, si puedo.

—    Bien.

Lo dejó ir con suavidad.

El de cabellos dorados avanzaba y llegó a la casa sin detenerse, de inmediato buscó darse un baño, no debía tardarse tanto, era incómodo y lo hacía correr. Pensaba en lo dicho por Shura ¿Qué era lo que estaba haciendo con él realmente?

 

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Continuará…

 

Notas finales:

Después seguiré con esta trama, si nada sucede la semana que entra sigo con Nupcias y ya sería el final de Shaka.

Atte. Zion no Bara

 


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