Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vino por zion no bara

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Una pareja que hacia un tiempo no usaba, pero creo que les iba bien este fic.

 

Notas del capitulo:

Era una trama un poco larga para un One-shot así que lo dividí en dos partes, esta es la primera.

Capítulo I

 

El vino abierto sobre la mesa fue servido en una copa, sabía bien, era una buena adquisición para relajarse y pensar aunque el caballero no pensaba en relajarse en esos instantes, no le gustaba lo que estaba sucediendo. Verificaba en su computadora algunos de sus informes mientras buscaba algunas noticias en diarios a través del internet, algo estaba mal pero necesitaba pruebas para poder señalarlo.

En ese momento su celular empezó a llamar.

—    ¿Si?—preguntaba sin dejar su trabajo.

La otra persona hablaba pero tuvo que interrumpirlo.

—    Estoy seguro ¿de acuerdo? No me importa lo que diga ese tipo, puedo asegurarte que no es el costo de ese vino.

Seguía discutiendo la llamada cuando escuchó que tocaban a su puerta.

—    No puedo seguir sin hacer nada, iré a las bodegas mañana y arreglaremos esto, llegó mi cena.

Terminó con la llamada y fue hacia la puerta.

No era su cena.

Quince minutos después volvían a llamar a la puerta.

—    Señor de Acuario, somos del restaurante—decía el joven mensajero—Lamento el retraso, el tráfico estaba cargado.

Aguardaba del otro lado de la puerta pero no escuchaba nada, llamó un poco más fuerte y se dio cuenta que la puerta estaba abierta, la empujó un poco.

—    ¿Señor de Acuario?—preguntó de nuevo.

Dio unos pasos al interior y vio lo ocurrido, dejó caer la cena y torpemente buscó su teléfono celular para hacer una llamada a emergencias.

—    Servicio de emergencias—se escuchó.

—    Necesito a la policía—decía el muchacho—Un hombre se suicidó.

Al menos eso era lo que él estaba viendo.

La policía empezó a llegar, primero unos patrulleros que estaban en el área y de ahí el resto del equipo que debía estar presente en ese tipo de casos. Por como se veía todo ahí parecía estar muy claro que se trataba de un suicidio.

 

**********

 

Milo de Escorpión siempre había sentido inclinación por el trabajo policiaco, se debía sin duda a que su padre había sido policía también pero él continuó la carrera y era detective, bastante bueno debe ser dicho, examinaba la escena apenas llegaba pues lo había llamado su compañero, Shura de Capricornio. Veía la casa ya cercada y los diversos vehículos que la rodeaban.

En la madrugada la policía seguía ahí, los forenses terminaban de hacer su parte y los dos detectives asignados al caso daban sus primeras opiniones.

—    ¿Qué tenemos hasta ahora?—preguntaba Milo que era de cabellos y mirada azul.

—    El mensajero de un restaurante vino a dejarle la cena—decía el otro, Shura, de cabellos y ojos negros—Era cliente habitual, lo encontró colgado.

—    Se oye bastante mal.

—    Estos casos siempre son porque algo anda mal.

Con sus ojos azules el otro examinaba la escena, un suicidio, nunca había entendido que alguien llegara a esos extremos pero aún así sentía que había algo raro ahí.

Se acercaron al sitio en el que había estado el cuerpo, parecía que había pasado una cuerda por una viga del techo y se ahorcó, no había señales de pelea ni entrada forzada, la situación parecía normal, normal para esos casos por supuesto.

—    ¿Quién era?—preguntaba el de cabellos azules.

—    Se trataba de un sumiller y comerciante de vinos, Degel de Acuario—le informaba el de ojos negros—Vivía solo, parece que solo tiene un hijo y no vivía con él.

—    Su hijo.

En ese instante se acercó a una mesita y vio una fotografía, el caballero y a su lado un joven que se le parecía mucho, el problema era que sabía de quien se trataba.

—    ¿Ya se comunicaron con él?—preguntaba el de cabellos azules.

—    Estamos en eso, buscamos como encontrarlo—respondía su compañero.

—    Bien, parece que tenemos que trabajar en esto.

Ambos detectives se conocían desde hacía un par de años, trabajaban bien juntos hasta ese instante y no parecía que fuera a ser un caso complicado, más bien se mostraba sencillo y con el informe del forense se esclarecería lo que parecía muy obvio. Iban juntos en su vehículo charlando un poco más.

—    Un sumiller—comentaba el de cabellos negros— ¿No son los que te dicen que vino beber en un restaurante?

—    Son eso y mucho más—respondía el de ojos azules.

—    ¿Si?

—    Si.

No hablaron mucho después de eso, preferían centrarse en su trabajo.

Las primeras horas se las pasaron recabando datos y obteniendo unas cuantas entrevistas, todo decía más o menos lo mismo, no parecía haber señales de lucha ni que faltara algo en el lugar pero era mejor asegurarse, necesitaban comunicarse con el hijo del occiso y dar los primeros informes a su superior.

—    Capitán—lo saludaron entrando a su oficina.

Dohko de Libra había sido un destacado detective en sus años de servicio y ahora estaba al frente del departamento, podía ser un gran aliado o una pesadilla si no cumplían con su deber, en cuanto a ellos dos en particular eran buenos pero se les había amonestado en un par de ocasiones.

—    ¿Qué me tienen caballeros?—les preguntaba el de mirada verde y cabellos rojizos.

—    Todavía no tenemos los resultados de la autopsia—dijo Shura—Tienen mucho trabajo pero los vecinos dicen que no escucharon nada y no saben nada.

—    Típico ¿algo más?

—    Hasta ahora parece un suicidio—comentó Milo.

—    Si surge algo háganmelo saber pero si no hay nada sigan con el próximo caso.

—    Muy bien.

Un joven uniformado llamó a la oficina y entró.

—    ¿Qué sucede?—preguntaba el capitán.

—    Es por el caso Acuario, su hijo está aquí.

—    Me haré cargo—dijo Milo.

No estaba seguro de lo que iba a suceder pero sabía que tenía que hacer su trabajo.

 

**********

 

Iban a la sala en la que estaba el joven que los buscaba pero el de Escorpión tuvo que pedirle algo a su compañero.

—    ¿Te molestaría si yo le hablo Shura?

—    ¿Por qué?

—    Solo creo que debo hacerlo yo.

—    Pues…—vio su reloj—No he dormido casi nada, podría tomar una siesta breve.

—    Gracias.

—    Estaré en una de las salas de descanso.

Lo vio alejarse y entonces se dirigió al sitio en que lo esperaban. Respiró con profundidad antes de entrar peo lo hizo y lo vio de nuevo, impecablemente vestido, sus cabellos azules cayéndole por la espalda, esa mirada azul tan singular, siempre había sido alguien especial.

—    ¿Qué ha sucedido?—preguntaba el otro joven de inmediato—Me dejaron unos mensajes por mi padre ¿Qué ocurre?

Se tomó unos instantes y miró con mayor detenimiento al detective ante él.

—    ¿Milo? ¿Milo de Escorpión?

—    Así es Camus.

Lo había reconocido por la fotografía en la casa de su padre.

—    ¿Qué sucedió Milo? ¿Por qué me llamaron?

—    Debes sentarte por favor.

El joven lo hizo y el otro se sentó a su lado.

—    Acudimos a casa de tu padre anoche, lo lamento, pero parece que se suicidó.

Sin embargo el de Acuario no decía nada, solo se quedó callado.

—    En verdad lo lamento—continuó Milo.

—    No es verdad—dijo sin más Camus.

—    Camus…Lo siento.

—    Mi padre jamás se hubiera suicidado, no sé lo que pasó pero sé que él no se suicidaría.

Para el de Escorpión no era siempre sencillo manejar a los familiares, resultaba complicado pero tenía que proseguir, además que sabía que Camus no siempre se comportaba como los demás o no como se esperaba que lo hiciera.

—    ¿Hace cuanto que se vieron por última vez Camus?

—    Unos tres meses. No éramos muy unidos—reconoció.

—    ¿Se habían llamado o algo?

—    No.

—    ¿Sabes de algún problema que tuviera con alguien o con algo? ¿Tal vez de su trabajo?

—    A mi padre solo le importaban los vinos, no parece algo que cree muchos problemas.

Continuaron con algunas preguntas de rutina pero el detective no creía poder conseguir más, además que Camus se estaba cerrando a cada palabra, lo conoció para saber que no sabría nada en esos instantes.

—    Debo solucionar lo del sepelio—comentó el de Acuario— ¿Puedo irme ya?

—    Si, aunque el cuerpo debe ser examinado por el forense y es necesario que alguien lo reconozca.

—    Está bien.

Lo acompañó a la sala del forense y a través de un cristal le mostraron el cuerpo, el joven asintió y se dio vuelta de inmediato.

—    ¿Te sientes bien Camus?

—    Estaré bien ¿Puedo irme?

—    Si pero con seguridad tendré que entrevistarte de nuevo.

—    Bien, toma—le extendió una tarjeta—Es mi dirección y mi teléfono.

—    Cuídate Camus.

—    Lo haré, gracias Milo.

Se fue, de verdad que nunca se comportaba como los demás esperaban, en esos casos la gente lloraba y hacían preguntas pero Camus no hizo ninguna de esas dos cosas.

Definitivamente aún era como cuando lo conoció; los dos se conocieron en la universidad, salieron, vivieron muchas cosas juntos, su historia fue breve pero significativa a la par de intensa o al menos para él lo fue, de Camus nunca estuvo seguro lo que significó él en su vida. Seguía siendo especial.

 

**********

 

La investigación continuaba en las siguientes horas, los dos detectives registraban algunos documentos y el vehículo de Degel de Acuario, parecía no haber mucho con lo cual trabajar aún y aparte de eso no se mostraban señales que algo más ocurriera.

—    Todo señala a suicidio—decía el de Capricornio.

—    Eso parece pero algo no está bien—comentaba el de Escorpión.

—    ¿Qué te incomoda?

—    No sé. Si se iba a suicidar ¿Por qué pidió la cena?

—    Tal vez no la canceló, el mensajero dijo que la llevaba tres veces a la semana, pagaba por adelantado.

El de cabellos azules volvió a revisar las fotografías, parecía que nada estaba fuera de lugar, toda la escena correspondía con un suicidio, tal vez pudieran cerrarlo como tal en cuanto el forense lo dictaminara. Casi aceptaba que nada más ocurría cuando una de las imágenes llamó su atención, la observó con mayor detenimiento.

—    ¿Qué pasa?—le preguntó Shura.

—    ¿Viste su computadora?—preguntó el de Escorpión.

—    No se encontró ninguna, tal vez no tenía.

—    Entonces ¿Por qué tenía esto?

Le mostró la fotografía, era una mesita especial para computadoras personales, como una laptop.

—    ¿Encontraron su computadora en algún sitio?

—    No—decía Shura revisando el informe—Tampoco estaba en el auto.

—    Trabajaba en su casa así que no hay oficina ¿Dónde puede estar?

—    Quizás si debamos revisar un poco más con sus amistades.

—    Empecemos por uno de sus empleadores.

Con eso en mente se dispusieron a hacer unas cuantas entrevistas, la primera era con el dueño de un selecto restaurante de la ciudad.

—    Así es un restaurante de tres estrellas—comentaba Shura entrando.

—    Con los precios más vale que la comida lo valga.

En esos momentos aguardaban en la oficina del dueño, quien entró unos instantes después.

—    Señores—los saludó—Soy Death Mask de Cáncer ¿En qué puedo ayudarles?

—    Detectives de Escorpión y de Capricornio—se presentó el de cabellos azules—Necesitamos hacerle unas preguntas.

—    ¿Sobre qué?—quería saber el otro.

—    Sobre Degel de Acuario.

—    Es nuestro sumiller.

—    Falleció anoche.

—    ¿Qué le sucedió?—preguntaba intrigado.

—    Es lo que deseamos averiguar.

—    Lamento escuchar eso, era excelente, sin duda de los mejores en su campo y el mejor del país.

—    ¿Qué tanto lo conocía?—preguntó Shura.

—    Solo en términos laborales, no era una persona muy sociable.

—    ¿Qué era exactamente lo que hacía para usted?

—    Sus servicios como sumiller en cualquier restaurante eran muy apreciados—les explicaba el de Cáncer—Creaba cartas de vinos, sugería la adquisición de vinos tomando en cuenta la disponibilidad en el mercado en el que operamos, por el tipo de comida que servimos y nos apoyaba en todo lo relacionado a la cava, el almacenamiento y manejo de nuestras botellas. Además formaba al personal para dar un correcto servicio al momento de trabajar con nuestros vinos, se debe dar el mejor trato a nuestros clientes.

—    ¿Hace cuanto lo vio por última vez?—preguntaba Milo.

—    La semana pasada, actualizó nuestra carta de vinos.

—    ¿Ocurrió algo que llamara su atención?

—    Bueno…compró dos botellas de nuestra selección, me pareció llamativo ya que él tiene todos los contactos para comprar algo mejor.

—    ¿Qué compró?

—    Solo se llevó un par de nuestra colección de Petrus del sesenta y cinco, son buenos pero no excelentes.

Le hicieron unas preguntas más pero no parecía que fueran a obtener demasiado, lo mejor era retirarse.

—    Muchas gracias por su tiempo—le decía Shura.

Iban a irse cuando el otro hizo una pregunta.

—    Detectives.

—    ¿Si?—preguntó Milo.

—    ¿Saben algo de la bodega de vinos de Degel? No quiero escucharme insensible pero si van a ponerse en venta sus vinos quisiera estar enterado.

—    ¿Conoció su bodega?

—    Nunca pero los rumores siempre indicaron que tenía botellas únicas.

—    No sabemos nada de ello.

Con eso se fueron, tenían que seguir preguntando y averiguando hasta tener algo más sustancioso.

 

**********

 

Llegaron a un edificio dominante, se sabía que todo pertenecía a una editorial que trabajaba con revistas de diversos géneros, desde modas hasta infantiles, de ciencia y técnicas, cocina y espectáculos y algunos temas más selectos, era por uno de esos temas que estaban ahí justamente.

—    No sabía que hacían revistas de este tipo—comentaba Shura—Solo leo de deportes.

—    Es para gente que está interesada en el tema—comentaba Milo.

Se presentaron ante una secretaria que trabajaba en responder unas llamadas y actualizar una agenda aparentemente.

—    Buenos días señorita—saludó Milo— ¿Podemos hablar con Shion de Aries?

—    ¿De parte de quien?—preguntaba ella.

—    Detectives—dijo mostrando su placa.

La joven de inmediato se puso de pie y fue a buscar a su jefe, salió y les permitió entrar.

—    Los atiende en este momento.

Entraron a una oficina con una hermosa vista, se escuchaba música y un caballero de cabellos verdes y mirada rosa estaba ahí recibiéndoles.

—    Soy Shion de Aries ¿En qué puedo ayudarles?

—    Tenemos unas preguntas que hacerle sobre un conocido suyo, Degel de Acuario—dijo Shura.

—    Colabora con nosotros.

—    Falleció.

—    Eso es terrible ¿Qué ocurrió?

—    Aún averiguamos.

—    ¿En qué puedo ayudarles?

—    Sabemos que trabajaba con usted—dijo Milo— ¿Qué era lo que hacía exactamente?

—    Degel era uno de nuestros columnistas—explicaba el de cabellos verdes—Su nombre como sumiller resultaba incuestionable.

—    Creí que solo trabajaban para restaurantes—dijo el de Capricornio.

—    Antes era de esa manera pero el campo para ellos se ha abierto mucho con los años detective, gracias a su educación, conocimientos y experiencia pueden hacer muchas más cosas. Algunos son consultores, educadores, escritores, críticos de vinos, hay muchas posibilidades pues el mercado de los vinos también se ha ampliado.

—    ¿Qué hacía Degel de Acuario para ustedes exactamente?

—    Colaboraba con sus artículos sobre vinos del mundo, daba reseñas de cada uno explicando parte de su historia, sus componentes y su sabor, era como una pequeña guía para los caminos del vino, tenía bastantes seguidores, lo invitaban a degustaciones privadas y presentaciones.

—    Parece que era alguien importante.

—    Sin duda detective, si Degel de Acuario respaldaba un vino se sabía de antemano su calidad, esta revista tuvo bastante de su prestigio gracias a él.

—    ¿Cuándo lo vio por última vez?—preguntó Milo.

—    Me enviaba su trabajo por correo electrónico así que casi no lo veía.

—    ¿Sucedió algo que le resultara irregular? ¿Algo fuera de lo común?

—    Pues…

—    Cualquier cosa.

—    No sé si sea importante detectives pero me llamó por teléfono hace unos días, quería preguntarme por una casa de subastas, hemos trabajado antes con ella.

—    ¿Cuál?

—    El grupo Tártaro, manejan vinos de todas partes del mundo y tienen años en el negocio.

—    ¿Qué quería saber?

—    Me preguntó si publicaría lo de su próxima subasta, estaba decidido de antemano, saldrá en nuestro siguiente número, ha atraído mucho la atención desde otras subastas en los últimos cinco años.

—    ¿Algo más?

—    Si, me habló de un trabajo que estaba haciendo, no me quiso dar detalles, solo dijo que era importante y que no publicara hasta que me entregara el artículo.

No se veía que fueran a obtener mayores informes en esos momentos pero el caballero de Aries deseaba saber algo más.

—    No quisiera sonar insensible detectives pero ¿Saben algo de su bodega de vinos?

—    ¿Por qué?—preguntó Milo.

—    Degel contaba con vinos únicos en el mundo, exclusivos, si alguno está a la venta…

—    No sabemos sobre ello.

—    Gracias.

Se retiraron pero sentían que no obtenían más de lo que ya sabían.

 

**********

 

En el automóvil iban charlando un poco de nuevo pero los datos eran más o menos los mismos: Degel de Acuario era un solitario y su reputación resultaba incuestionable en el mundo de los vinos.

—    Solo nos queda hablar con alguien—comentaba Shura—Grupo Tártaro, parece que se mueven mucho en el comercio de licores.

—    Y ahora vamos a conocerlos, sus oficinas centrales se encuentran aquí, corrimos con suerte.

—    Me parece demasiado para solo beber vino.

—    ¿No te gusta?

—    No más que a cualquiera supongo ¿Y a ti?

—    Alguien me enseñó a beberlo una vez, sabía bastante.

No dijeron más hasta que entraron, se trataba de una especie de consorcio pero se manejaban vinos y licores a nivel internacional, tuvieron que registrarse para entrar y aguardar pues les dijeron que se estaba dando una junta importante en ese momento. Cuando finalmente aparecieron ante ellos se trataba de tres personas, eso les llamó la atención.

—    Detectives—los saludó uno hombre de cabellos oscuros y mirada violácea—Soy Hades Tártaro, presidente del consorcio, Minos de Grifo es el jefe ejecutivo de nuestra sección de vinos y nuestro abogado, Aiocos de Garuda.

Un abogado presente, eso los puso alertas.

—    Deseamos hacerle una preguntas—empezó Milo—Es sobre Degel de Acuario.

—    Se trata de uno de nuestros sumilleres y enólogo, nos apoyaba en la certificación de los vinos que se subastan.

—    Falleció.

—    Es lamentable, uno de los mejores que haya conocido.

—    ¿Qué tanto lo conocían?

—    Degel de Acuario solo hablaba de vinos con nosotros, fuera de eso nunca supimos algo de él.

—    ¿Cuándo hablaron por última vez?

—    Hace unos días, estábamos preparándonos para una subasta—comentó Minos.

—    ¿Sabe de algún problema o cualquier cuestión que pareciera fuera de lo común con él?—preguntaba Shura.

—    No. Como ya les dijo Hades Degel nunca hablaba de nada que no fueran vinos.

Las respuestas que siguieron fueron del mismo tipo, parecía que no estaban interesados en charlar demasiado ni en decirles mucho sobre lo que estaba sucediendo en su entorno, aparte de eso el abogado no perdía una sola de sus palabras e intervino en una sola ocasión para hacer notar algo.

—    ¿Qué clase de subasta es en la que los apoyaría?—preguntó Milo.

—    Esos son datos confidenciales—dijo Aiocos—Tienen intereses en el valor de la empresa de mi cliente, no tienen porque responder.

Los detectives detestaban a los abogados, siempre hablaban de derechos cuando ellos solamente querían saber la verdad, como fuera quedaba en claro que no obtendrían mayores informes en esos momentos.

—    Muchas gracias por su tiempo—dijo Shura—Nos retiramos.

—    Un placer ayudar—dijo Hades—Espero que no les moleste si pregunto algo.

—    ¿Sobre qué?

—    ¿Saben algo de su bodega de vinos? Dicen que era magnífica, tal vez con esto se vendan.

—    No sabemos nada sobre ello.

Fuera lo que fuera que hubiera en esa bodega todos se mostraban ansiosos por saberlo.

Pese a la amabilidad ambos notaron que les importaba demasiado que se fueran.

Ya en su vehículo pudieron hablar un poco más.

—    Todo es amabilidad con esta gente hasta que buscas saber algo de ellos—comentaba Shura.

—    Casi nos sacaron de ahí—agregó Milo—Será mejor ver al forense, espero que ya nos tenga algo definitivo.

—    Dijo que llamaría cuando tuviera el reporte listo, necesitamos un poco de paciencia, además no hay rastros de la computadora.

—    Degel de Acuario era sumiller, no entiendo que alguien quiera matar a una persona así.

—    ¿Crees que en verdad no fue suicidio?

—    Camus dice que su padre nunca se hubiera suicidado.

El de mirada oscura lo miró de manera particular.

—    ¿Camus?—preguntó el de Capricornio.

—    Así se llama su hijo.

—    De acuerdo—comentó como un cierre de manera significativa.

Al de mirada azul no se le escapó eso pero prefirió no explicarle nada a su compañero, no veía sentido alguno a hacerlo.

 

**********

 

Aún no había nada definitivo pero no encontraban pistas exactas de nada, la computadora intrigaba a Milo, no sabía donde estaba y nadie podía asegurar que era lo que contenía, el que no apareciera era lo que los inquietaba. Los registros no parecían darles nada diferente, Degel era un hombre de costumbres rígidas y una rutina establecida, más allá de sus contactos (muy contados) por teléfono no se encontraba que tuviera vida social aparte de sus eventos relacionados con su trabajo.

Se hacía tarde y seguían como al principio.

—    Dohko quiere saber que tenemos—decía Shura—Si no hay nada se debe cerrar el caso.

—    Entiendo eso—respondió Milo—De todas maneras no parece que logremos nada, tal vez sea mejor descansar.

—    Seguiremos mañana, espero que el forense nos tenga algo.

Se levantaron para alejarse de sus escritorios, una noche de sueño los ayudaría a los dos.

—    Nos vemos mañana Milo.

—    Hasta mañana Shura.

Ambos se dirigieron a sus vehículos, Milo apenas estaba encendiendo su automóvil cuando su celular empezó a llamar.

—    Milo de Escorpión—respondió.

—    Hola Milo—escuchó reconociendo la voz.

—    Camus.

—    ¿Estás ocupado?

—    No, no mucho.

—    ¿Podríamos vernos?

—    ¿Donde estás?

—    En la cafetería enfrente de la estación de policía.

—    Voy para allá.

—    Gracias.

El de Escorpión no veía sentido a llevarse su automóvil así que solo descendió y caminó al sitio, no estaba mal, él mismo había comido un par de veces ahí y no tardó en encontrar al de Acuario que ocupaba una de las mesas del fondo.

—    Camus.

—    Gracias por venir Milo.

Se sentaron frente a frente, no tenían comida ni bebida, parecía que el de Acuario solamente estaba ahí.

—    ¿Ya saben algo de mi padre?—preguntó de inmediato.

—    Lamento decirte esto pero hasta ahora todo parece un suicidio Camus.

—    Sé que se escucha extraño que lo diga pero te aseguro que mi padre no se suicidó, él jamás haría algo como eso, no tenía motivos.

—    Tú mismo admitiste que no eran muy cercanos Camus.

—    Eso no significa que no sepa lo que era capaz de hacer o no Milo, mi padre no se suicidó.

En ese momento se acercó una mesera y tuvieron que ordenar algo, ambos pidieron café pero cuando se los llevaron el de Acuario no parecía muy interesado en beberlo.

Guardaron silencio por unos instantes pero el de Escorpión sintió que necesitaba preguntar.

—    ¿Sabes de su computadora Camus?

—    Tenía una portátil, trabajaba mucho con ella.

—    No la encontramos en su casa.

—    Eso es imposible, era una de sus herramientas de trabajo.

En ese momento escucharon el sonido de su teléfono llamando pero sin ver el de Acuario apagó el aparato.

—    No han dejado de llamarme Milo.

—    ¿Ya saben lo de tu padre?

—    Si, todos quieren saber que voy a hacer con sus vinos, si están a la venta, si abriré su bodega…

Volvieron a quedarse en silencio, el de Acuario se veía un poco cabizbajo, por ello el de Escorpión se permitió hacer algo más.

—    Lamento lo de tu padre Camus, en verdad.

—    Gracias Milo, es…se escucha tan extraño, ya no está aquí.

—    ¿Cómo te sientes?

—    Estaré bien. De alguna manera lo lograré.

—    Lo harás.

Sin pensar demasiado en ello estiró su mano para entrelazar sus dedos con los del otro joven de mirada azulada, solo un instante pero resultó como una descarga de electricidad entre los dos, tuvieron que mirarse a los ojos y después desviar sus miradas, quizás no era el mejor momento para algo como eso.

—    Creo que será mejor que me vaya Milo.

—    ¿Seguro que estás bien?

—    Si, puedo irme en taxi.

—    Puedo llevarte.

—    No te molestes por mí Milo, estaré bien.

—    No es molestia—le dijo con una sonrisa.

Siendo así los dos se dirigieron al estacionamiento sin hablar demasiado y subieron al vehículo del de Escorpión, unos instantes después estaban en marcha. El detective en él le decía a Milo que no era exactamente la mejor manera de proceder en medio de una investigación pero otra parte de él tan solo recordaba a Camus, el mismo joven de la universidad con el que alguna vez saliera y disfrutara tanto de la vida. Camus, no lo había olvidado en tantos años, que lamentable era rencontrarse en esas circunstancias.

 

**********

 

Llegaron a un edificio de una zona bien ubicada en la ciudad, se veía bastante bien, el de Escorpión se estacionó y acompañó al de Acuario hasta la entrada.

—    Gracias por acompañarme Milo.

—    De nada.

Los dos estaban de pie en la entrada del edificio, era el momento de despedirse, si en verdad era lo que deseaban…por sus miradas no parecía ser el escenario.

—    ¿Te gustaría subir Milo?—preguntó el de Acuario con suavidad.

—    Claro—respondió el otro sonriendo.

Siendo así entraron y unos instantes después estaban en el ascensor subiendo hasta el piso once. Salieron del elevador y a unos pasos se encontraron con la puerta de entrada, parecía diferente del resto.

—    ¿Por qué tu puerta es distinta?—quiso saber el de Escorpión.

—    La hice cambiar para que combinara con el resto de mi casa.

—    Muy de ti—comentó Milo.

Era verdad, ya en la universidad ese joven era especial, no vestía como los otros, no tenía gustos como los de los demás, incluso su manera de comportarse era diferente pero todo eso a él le había encantado, vivirlo de nuevo lo encantaba otra vez.

—    ¿Te gustaría un café Milo?

—    Claro.

—    Ponte cómodo.

Por unos momentos al detective le pareció que entraba a un sitio de otra época, no sabía mucho de muebles y decoración pero estaba convencido que su amigo (pues de alguna manera tenía que llamarlo) de antaño se había esforzado mucho para conseguir un sitio para él y bajo sus términos, semejaba a un salón de caballeros de la época victoriana, todo en su sitio específico, nada fuera de lugar, no creía que fueran imitaciones sino piezas de anticuarios.

—    El café no tardará—anunció Camus reapareciendo.

—    Parece que te esforzaste mucho por este sitio.

—    Tuve que trabajar pero lo quería a mi manera.

—    Como siempre lo conseguiste.

—    ¿Noto un tono de reproche en eso?—le preguntaba el de Acuario con suavidad.

—    Solo digo que cuando querías algo lo obtenías siempre Camus.

—    No siempre—dijo mirándolo de manera particular.

Se quedaron mirando de frente por unos instantes sin estar seguros de cual debía se su siguiente frase, entre ellos dos las cosas por momentos eran muy naturales y a otras parecían incapaces de comunicarse.

—    A veces me he preguntado porqué terminamos Milo.

—    Supongo que queríamos cosas diferentes, tú ansiabas seguir estudiando y yo quería entrar a la academia de policía, no parecía que fuera algo que se complementara. Además te dieron aquella beca para regresar a Francia.

—    Si—parecía mirar a la nada—Ser tan rígido en mis planes no pareció funcionarme del todo.

—    Sabías lo que querías, eso no esta mal, es mejor que ir preguntándonos que haremos después.

—    Siempre supiste que decir Milo—le respondió sonriendo.

Ambos se habían conocido por un semestre de estudios en el extranjero, Camus iba de Francia y Milo de Grecia, era una oportunidad única para los estudiantes que lo tomaron y para ellos dos aún más pues todo ese tiempo sostuvieron una relación muy cercana, cercana e íntima, aunque al final decidieran romperla para volver a sus hogares diciéndose que la distancia era demasiado como para pretender seguir juntos. Pero ahí estaban los dos de nuevo, unidos por un nuevo destino de manera inesperada.

El de Escorpión notaba que esos ojos azules sobre él no lo perdían de vista, una mirada brillante e invitante, él la conocía, sabía lo que significaba pero aún encontró un poco de autocontrol.

—    Deberíamos ver que pasa con ese café Camus.

El de Acuario asintió de un movimiento y fueron a la cocina los dos, Camus colocó un par de tazas, azúcar y crema, aparentemente él lo tomaba así, el de Escorpión no vio nada de malo en probarlo de la misma manera y con sus tazas en las manos volvieron a la sala, sentándose en el amplio y cómodo sofá.

—    ¿Dónde conseguiste esto Camus? Es muy cómodo, bien podría dormir aquí.

—    Lo saqué de un libro de decoración, busque un ebanista que lo hiciera y después mandé a hacer los demás.

—    ¿También la mesa?

—    No, la mesita la encontré en una feria de antigüedades.

Charlaron de nada por unos minutos pero Milo notaba el comportamiento de Camus, lo miraba, le sonreía, hacia su cabello a un lado, se acariciaba a si mismo con discreción por la pierna, sabía bien lo que hacía, le coqueteaba y de manera no tan sutil, habían salido en el pasado, no se engañaba.

—    Camus…

—    ¿Si?

—    Tal vez sea mejor que me vaya.

—    Aún es temprano Milo—acercándose lo tomó con suavidad de la mano—Puedes quedarte un poco más ¿No es así?

Se miraron de frente, el de Escorpión vio como el otro apretaba los labios y los humedecía, como bajaba sutilmente sus párpados e inclinaba ligeramente su rostro, solo le faltaba morderse la punta de un dedo para que él…

—    Quédate—le dijo para morderse la punta de su dedo índice con sensualidad.

No lo había olvidado, sabía como era y lo que le gustaba, la manera de seducirlo y enloquecerlo.

Sin decirle una sola palabra más el de Acuario se acercó a él y lo hizo seguirlo a su habitación, así, sin ningún juego previo, al de Escorpión le gustaba eso, su decisión y su determinada sensualidad. No vaciló en ponerse en sus manos para lo que deseara.

 

**********

 

Una vez dentro Milo no contempló mucho del lugar, de la hermosa cama de madera ni los muebles de ébano, estaba mucho más interesado en el atractivo hombre de cabellera azul que lo empujó suavemente haciendo que se sentara sobre las sábanas mientras quedaba a un par de pasos de él.

—    Aguarda un momento—le dijo para desaparecer unos instantes.

Al verlo regresar supo que necesitarían de ello pero lo dejó a un lado, igual que el otro pues de inmediato estaba ahí, muy cerca. El de Escorpión intentó sujetar al de Acuario por la cintura contra él para besarlo pero provocativamente Camus lo apartó de un movimiento, empezó a reírse como si lo retara con la mirada así que él se acercó de nuevo pero antes de hacer nada ya tenía al francés rodeándolo con los brazos por el cuello besándolo con intensidad, lo sujetó por la cintura y siguieron con un beso sensual e invitante, sabiendo que era solo el principio para los dos.

—    Aún besas muy bien—logró decirle Milo.

—    No, ahora lo hago mejor—le respondió sonriendo.

Sus labios se encontraron de nuevo, las manos del de Acuario no cesaban de recorrer ese otro cabello azul y la fuerte espalda de su antiguo compañero, sabían como hacerlo, darle atención y despertando su placer, lo habían hecho en el pasado y podían hacerlo de nuevo y aún mejor. Milo pasaba sus manos por el delgado cuerpo del otro, reconocía que estaba un poco más alto, sus músculos mejor torneados, su cabello más largo, y todo le gustaba y lo encendía; ambos abrieron sus bocas y se permitieron un intenso beso francés dejando que sus lenguas exploraran primero y juguetearan después, todo un juego de seducción entre los dos, al volver a encontrarse sus miradas sonrieron, resultaba un deleite encontrarse en el mismo sitio en esos instantes y deseando lo mismo.

Entre ambos lograron desvestirse, aunque siendo honestos Camus fue mucho más veloz, además que no dejó de participar para permitirle al de Escorpión que hiciera lo mismo, solo con la ropa interior llegaron encima de la cama, hincados frente a frente continuaban acariciándose y besándose sin inhibiciones, tan solo disfrutaban de esa varonil cuerpo que los encendía. Sus erecciones estaban ya presentes y se dejaban sentir a través de las delgadas prendas que se les ajustaban aún más, pero Milo necesitaba que continuaran así que se apartó un poco para separar sus piernas y arquearse sutilmente hacia atrás apoyándose con sus manos, como si aguardara por algo. Camus lo observó un segundo, definitivamente lo excitaba verlo así.

El de Acuario fue hacia él como gateando sensualmente y alcanzó su cuello para empezar a besarlo al mismo tiempo que sus traviesas manos llegaron a la entrepierna que saludó felizmente por ser atendida; el de Escorpión por su parte acariciaba sus hombros y descendió con sus manos para llegar al bóxer de su compañero, intentó apartarlo pero Camus no se lo permitió, se miraron de frente y el francés lo miraba provocativamente. Camus se hincó a la altura de los muslos de su compañero para empezar a bajar un poco de su ropa interior, dejando visible sola la punta del erguido miembro que estaba ansioso por ser atendido.

El de Escorpión vio como el de Acuario se mordió el labio inferior con excitación, sin aguardar el otro joven se inclinó para probar su sexo, lo besó y lo cubrió velozmente con sus labios pero apenas lo escuchó gemir se apartó y volvió a colocar la prenda en su sitio. Milo sabía que se trataba de un juego para él así que sonrió pero lo sujetó con algo de fuerza por la larga cabellera azul lo atrajo hacia él y le robó un beso fuerte, algo salvaje, pero que sin duda ambos disfrutaban. Sin dejar de besarse y tocarse el griego llevó una de sus manos a la entrepierna del de Francia y empezó a bajar su bóxer, acarició el erguido miembro y lo sintió gemir de placer.

Camus no iba a aguardar más tiempo y con habilidad se despojó de su ropa interior dejando que Milo lo observara hacerlo, alejándose cuando el de Escorpión deseaba besarlo, se estiró sobre la cama alcanzando los condones y el lubricante que había dejado a un lado, recuperó su posición guiñándole a esa mirada azulada cuyo dueño se apoderó de sus labios con necesidad para después tomar uno de los condones y abrirlo, colocándoselo correctamente y sin más sujetar esas afiladas caderas que lo enloquecían, se frotó ansiosamente contra el cuerpo del de Acuario que no cesaba de responderle a cada caricia y cada beso hasta que supieron que era momento de seguir.

Con cierta premura el de Escorpión abrió el tubo de lubricante y se lo aplicó en dos de sus dígitos para guiarlos con destreza a la intimidad del de Francia, el joven se arqueó y se dejó caer sobre su espalda separando sus piernas y levantando su cadera apoyándose en sus pies para permitirle al otro hacer su parte. Los dígitos acariciaron primero y entraron después, se movían con sensualidad buscando satisfacer al de Acuario que se movía con cierta necesidad buscando que continuaran. Cuando Milo lo sintió completamente relajado lo besó intensamente pero el de Acuario no permitió que conservara esa posición, lo hizo apoyarse de nuevo contra la cabecera de la cama y se puso encima besándolo apasionadamente.

Sentirlo frotarse contra él, esos movimientos invitantes y excitantes, el calor y el aroma de ese cuerpo, todo enloquecía a Milo quien ya no pudo aguardar para sujetar al de Acuario por su redondo y firme trasero, separando sus nalgas y guiando la punta de su sexo al sitio deseado; Camus sentía la manera en que entraba en él, la invasión que no aguardaba, tuvo que dar un gritito ahogado cuando lo sintió entrar en él por completo, estaba completamente en su interior. Por unos momentos tuvieron que quedarse quietos, solo se sintieron, la manera en que sus cuerpos se ajustaban perfectamente y Camus tuvo una de esas ocurrencias que lo hacían, bueno, tan Camus a juicio de su compañero.

En vez de quedarse en la posición que estaba, mirándose frente a frente, el de Acuario empezó a moverse girando lentamente sobre el cuerpo de Milo, cuidando de no separarse y provocando una lluvia de sensaciones placenteras en el de Escorpión hasta que terminó por darle la espalda. El de Acuario llevó sus manos hacía el cabello de su compañero, buscando un punto de apoyo, al encontrarlo no esperó para moverse un poco hacia delante y hacia atrás, al mismo tiempo que el otro lo abrazaba y acariciaba, sobre todo llevando una mano a su erguido sexo complaciéndolo al mismo ritmo de sus embestidas.

Prontamente estaban alcanzando un ritmo veloz y frenético, gimiendo con libertad el de Escorpión logró que el de Acuario volteara y compartieran una nueva serie de besos intensos y necesitados, al mismo tiempo que los dedos masajeaban sus pezones, provocándole placer, llevándolo a la cima de sus sentidos, los gemidos fueron tales que tuvieron que dejar de besarse pero Camus aún deseaba más y por ello empezó a dar una especie de impulsos en los que elevaba sus caderas y las dejaba caer de nuevo mientras Milo daba unos gritos de satisfacción.

El final se acercaba pero el de Escorpión ansiaba prolongarlo así que con determinación apartó a Camus para ponerlo sobre la cama boca arriba, logrando que tomara su sexo con su boca con intensidad, sujetando ese cabello azul que se movía rítmicamente, estaba por provocarle su culminación pero el de Acuario se detuvo y se apartó, al mirarse a los ojos Milo lo vio reírse, lo estaba retando, así que no aguardó para aceptar el desafío y colocándolo boca abajo sobre las sábanas le separó las piernas y entró en él de nuevo, lo hizo de un solo movimiento con determinación, lo sujetaba enterrando sus uñas en la suave piel y le encantaba porque sabía que a su compañero le gustaba de esa manera, no podía dejar de moverse con intensidad y llegando hasta lo más íntimo.

Ambos gemían y se retorcían con satisfacción sobre las sábanas, se necesitaban y se complacían con intensidad hasta lo último, parecía que jamás se habían separado y que estaban disfrutando como nunca de uno de sus encuentros. Vinieron unos sonidos ahogados un poco extraños, Camus no era capaz de contenerse y Milo tampoco, temblaban y seguían sacudiéndose bajo los efectos del placer, entonces vino la liberación de sus esencias entre jadeos ahogados y algunos gritos, respirando con dificultad, disfrutando de la fogosidad del otro hombre que tan bien sabía complacerlos.

Se quedaron recostados aún tratando de relajarse, necesitaban de unos momentos para recuperarse.

—    Hacía mucho desde la última vez que lo hice así—comentó algo cansado Milo.

—    Si, yo también—logró decir Camus sin abrir los ojos.

Lograron recuperarse un poco y moverse, al menos lo suficiente para asearse un poco pero se buscaron de nuevo de inmediato para seguir con una sesión de besos que finalmente terminaron bajo las sábanas para quedarse dormidos.

 

**********

 

Milo logró despertarse, se sentía un poco cansado pero logró reconocer el sitio en el que estaba, no era su departamento, no, estaba con Camus quien aún dormía profundamente, lo vio y sonrió, siempre había sido encantador. Ya era de mañana así que se levantó con cuidado de no despertarlo, buscó el baño y lo encontró, se refrescó un poco y se vistió. No se sentía seguro sobre si debía marcharse o tratar de despertar al francés, aunque le gustaba la idea de volver a verlo.

Tenía varios mensajes en su teléfono, lo vio en cuanto lo encendió, todos de Shura y el forense, era mejor atenderlos.

Estaba en eso cuando su celular llamó, logró responder antes de que hiciera demasiado ruido, reconoció el número, era Shura.

—    ¿Qué sucede Shura?—dijo en vos medía apartándose de la recámara.

—    Respondiste al fin ¿Dónde estabas?—dijo el otro.

—    ¿Hay novedades?—preguntó negándose a responder.

—    Algunas, tenías razón, Degel de Acuario no se suicidó, estoy con el forense y dice que tenía un golpe en la parte posterior de la cabeza, no lo mató pero bien pudo dejarlo inconsciente, después de eso no fue complicado colgarlo. Los del laboratorio buscan en la cuerda, tal vez haya algo.

—    ¿Ya la examinaron?

—    Es una cuerda especial, para botes y veleros pero eso no nos dice mucho aún.

—    ¿Algo más?

—    Si, es acerca de nuestro amigo Camus de Acuario.

—    ¿Qué hay con él?—preguntó intrigado.

—    Sucede que no nos dijo toda la verdad, se vio con su padre hace unos días, hablé por teléfono con uno de los amigos de su padre, es otro comerciante de vinos y sumiller, se llama Radamanthys de Wyvern, y me dijo que lo buscó en una bodega privada y pelearon, parece que lo acusó por problemas de dinero, algo sobre su herencia por parte de su madre. Se le olvidó decirnos eso de manera muy conveniente.

—    ¿Hay algo más?

—    Encontraron sus huellas en la cava de su padre, cerca de los espacios vacíos de algunas botellas, tal vez tomó algunas para cobrarse, estamos buscando en los registros cuales son las que faltan aunque no terminamos de saber sobre su bodega.

—    Gracias Shura.

No esperó por más y terminó la llamada, no podía creerlo. Se paró en la puerta de la recámara viendo como dormía el francés, no les había dicho toda la verdad ¿Qué más ocultaba? Y aún más preocupante ¿Habría algo más en haberlo buscado la noche anterior? Entendía que estaba a mitad de algo que podía resultar grave para el caso.

Lo mejor era irse de una vez.

Así que salió del edificio sin ser notado y subió a su automóvil para dirigirse inmediatamente a la comisaría. Una vez ahí pensaría mejor las cosas.

Apenas iba llegando a su escritorio cuando Shura lo miró de manera directa.

—    ¿Traes la misma ropa de ayer Milo?

—    Estuve a la mitad de algo Shura—respondió de manera descuidada.

—    Si tú lo dices.

Y le lanzó una de esas miradas de No te creo nada, pero no importaba tanto cuando estaban a mitad de un caso que había pasado de suicidio a homicidio.

—    ¿Los de laboratorio tienen algo?—preguntaba el de Escorpión.

—    Tienen mucho trabajo, eso si, pero intentarán darnos algo en cuanto puedan, confían encontrar algo en la cuerda. Por lo demás no pueden decir mucho, la escena estaba bastante limpia, buscamos un objeto de forma circular, similar a un tubo de tamaño mediano, fue con lo que lo golpearon en la cabeza.

Le mostraba las fotografías de la autopsia, las conjeturas eran que lo golpearon y Degel cayó inconsciente, después de eso lo ahorcaron pretendiendo que era un suicidio. Lo que no tenían eran motivos y solo uno de les estaba presentando.

—    Los reportes de las finanzas—decía el de Capricornio—La esposa de Degel le dejó su herencia a su hijo y esposo, además de lo del seguro de vida, la cifra es buena, seis ceros.

—    ¿Cómo lo manejaban?—preguntó el de Escorpión.

—    Estaba en una especie de fideicomiso, cada uno contaba con una mensualidad pero mira lo que pasó en los últimos días.

El de ojos azules tomó el registro, Degel había estado retirando cantidades fuertes y parecía que todo lo estaba invirtiendo en vinos, bastante costosos.

—    Tal vez el hijo se enfureció porque papá estaba gastándose también su parte—comentaba el de cabellos negros.

—    Necesito hacer unas llamadas.

Con eso el de mirada azul se puso a trabajar de inmediato, necesitaba saber en que clase de asuntos estaban realmente Degel y Camus de Acuario.

 

*********

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Si nada sucede la semana que entra subo lo que sigue de Nupcias.

Nos leemos.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).