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Paramnesia por zion no bara

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Notas del fanfic:

Este fic es para quienes deseaban algo de la pareja de Seiya y Kanon después de lo ocurrido en Quimeras, espero que les guste. También para Alone Starlight y Katyna quienes querían algo de la pareja.

 

Es un fic corto pero le preferí así en lugar de complicarme, espero que les guste.

 

 

 

El caballero corría en dirección de la extraña energía que había presentido en las horas anteriores, necesitaba saber que todo seguía en orden y nada estaba fuera de lugar, tal vez solamente se tratara de un presentimiento pero siendo Seiya de Pegaso el más interesado en tener una respuesta a los demás también les había inquietado pero no veían la misma necesidad que el castaño de ir a asegurarse personalmente que todo estuviera bien y no lo siguieron. Su búsqueda lo llevó a un sitio que no parecía causar problemas ya: los Prados Asfódelos.

Lo inquietante era que se trataba de un sitio ligado aún al Tártaro.

Desde que la batalla entre Hades y Atenea terminara las cosas habían marchado en paz para ambos dioses, se trataba de una tregua que se sostenía únicamente en la palabra de ambos. En cuanto a Saori ninguno de sus caballeros dudaba de su señora pero no tenían la misma confianza en los espectros. Por eso la extraña idea de Seiya de que algo sucedía no era dejada de lado aunque para el morocho resultaba indispensable ir a asegurarse.

El castaño recordaba en el camino lo sucedido unos días antes.

Estaba en su habitación descansando en la mansión Kido cuando un sueño extraño lo empezó a cazar. Soñaba con que en el sitio que estuviera alguna vez resguardado el cuerpo de Hades veía surgir una flor, parecía un asfódelo, el sueño no indicaba nada más y resultaba persistente. Seiya no era supersticioso pero no creía que fuera solo un sueño y se lo había comentado a sus compañeros de bronce.

—    Tal vez sea solo eso Seiya, un sueño—le dijo Shun.

—    No lo sé—fue su respuesta—Se veía demasiado vívido para ser solo un sueño.

—    Las batallas se han terminado—agregó Hyoga—No deberías preocuparte tanto por eso.

Al parecer sus dos amigos estaban tranquilos y Shiryu habló un poco más con él.

—    Si algo estuviera sucediendo ya lo sabríamos Seiya, no debes preocuparte de esta manera.

—    No sé que creer Shiryu, siento como si algo fuera a suceder y no me saco de la cabeza la idea de los espectros de Hades.

—    No te obsesiones con esto, será mejor que descanses.

Pero no hubiera sido el caballero de Pegaso si dejara pasar algo semejante, más de acciones que de contemplar Seiya terminó decidiéndose por ir en busca de respuestas y más valía que las encontrara. Por eso se había puesto en camino del inframundo, el mismo sitio en el que alguna vez combatiera y que ahora estaba desierto pues Hades y sus espectros ya no reinaban en esa zona. Era como si no hubiera nada alrededor y continuó su camino, el mismo camino que lo llevó hasta los Prados Asfódelos.

La belleza del lugar era única, ahora podía contemplarla, pero seguía existiendo una inquietud por su sueño, fue en medio de esas ideas que vio justamente el sitio con el que soñaba y delante de sus ojos empezó a brotar una flor, exactamente como la había visto, una planta de hojas largas con flores blancas en espiga.

—    Igual que en mis sueños—se dijo.

Se acercó para verla mejor, parecía que no sucedía nada más por los alrededores, no se veía a nadie y no se sentía ninguna presencia. Quizás sus compañeros tuvieran razón, no había nada que temer y todo estaba en su cabeza… justo en ese momento la flor desprendió su aroma, era indescriptible, como a lilas, a miel, a campos abiertos, a…

Todo fue oscuridad después de eso.

 

**********

 

Cuando Seiya se despertó lo hizo lentamente, vio que estaba recostado en una cama y que la luz del sol se colaba a través de unas cortinas, lo extraño era que se trataba de su habitación en la mansión Kido o al menos eso creía, al ver alrededor notó de inmediato que había cosas que no recordaba que estuvieran ahí.  Se sentó en la cama intentando acordarse de lo sucedido, si, recordaba que estaba buscando respuestas en los antiguos territorios de Hades,  vio la flor de sus sueños y… ¿Qué había sucedido después? No lo sabía. Tampoco sabía porque no parecía sentirse parte del sitio que lo rodeaba ¿De verdad era su habitación? ¿Dónde estaba? ¿Cómo era que estaba ahí?

Terminó por levantarse de la cama y salir de la habitación para descubrir algunas respuestas. Apenas estaba saliendo de la recámara cuando vio que por el pasillo hacia otra habitación alguien estaba saliendo, la reconoció de inmediato aunque no sabía porqué estaba ahí.

—    ¿Seika?

La muchacha castaña volteó a verlo sorprendida.

—    ¿Qué haces aquí Seika?

Pero ella tan solo parecía querer llorar mientras sonreía al mismo tiempo.

—    ¡Seiya! ¡Seiya!

Lo llamaba completamente feliz mientras lo estrechaba entre sus brazos.

—    ¿Qué está pasando Seika?

—    ¡Por fin despiertas Seiya!

—    ¿Qué?—le preguntaba sin comprender.

—    ¿Cómo te sientes?—le preguntaba su hermana mirándolo ansiosamente al rostro.

—    ¿Dónde esta Saori? ¿Y los demás?

—    ¿Quieres ver a Saori?—le preguntaba ella un poco sorprendida pero sonrió—Muy bien, puedo llamarla, también llamaré a los demás, se pondrán tan felices de verte ya de pie. Pero será mejor que no abuses, ve a descansar.

Y como si fuera niño pequeño lo llevó al interior de la recámara para dejarlo en su cama, un instante después salía velozmente de la habitación dejando al castaño a solas de nuevo, por cierto que seguía sin saber que estaba haciendo su hermana en ese sitio, tampoco sabía porque no estaban sus compañeros ahí ¿Qué había sucedido?

Mirar alrededor no fue de mayor ayuda, sabía que era su habitación pero de alguna manera no parecía su habitación, lo más importante era ¿Qué había sucedido en los Campos Asfódelos?

No supo cuanto tiempo estuvo ahí haciéndose preguntas hasta que escuchó pasos apresurados hacia la habitación y antes de que pudiera ponerse siquiera en pie ya habían entrado Saori, Ikki, Shun, Hyoga y Shiryu y de todo lo que le dijeron una frase se hacía repetitiva.

—    ¡Por fin has despertado!

Saori no aguardó ni un segundo para ir a su lado y darle un afectuoso abrazó, todos lo hicieron, incluso Ikki que se mostraba contento de verlo con bien y eso no hacía sino confundirlo más, le hablaban como si hubiera estado enfermo.

—    Que bueno que despertaste Seiya—le decía Saori—Habíamos estado tan preocupados, en cuanto Seika me llamó vine de inmediato.

—    Sinceramente llegué a creer lo peor—comentaba Ikki—Me alegra tanto que me equivocara Seiya.

—    Nos tuviste preocupados pero ahora estarás bien—decía feliz Shun.

—    Confiemos en que será una recuperación completa—agregaba Hyoga—Ahora solo debemos velar porque termines de recuperarte.

—    Llamamos a tu médico—le comentaba Shiryu—Tan solo esperemos porque no tarde en venir.

El castaño no se había atrevido a abrir la boca, se sentía extraño ante su manera de comportarse, como si no fuera la forma en que actuaran por lo regular y solo podía hacerles una pregunta.

—    ¿Qué fue lo que ocurrió?

En ese instante todos lo miraron un poco extraño y cabizbajos.

—    ¿No lo recuerdas Seiya?—le preguntó Saori.

—    ¿Qué cosa?

—    No te preocupes, cuando llegue el médico hablaremos.

El de Pegaso sentía que todo eso era muy extraño y eligió no decir nada más, tan solo aguardar por lo que fuera que estuviera sucediendo.

 

**********

 

Sin embargo, la llegada del médico que habían llamado no parecía lo mejor, sobre todo porque la verlo entrar el de mirada castaña apenas si lo podía creer.

—    ¡Hypnos!—gritó el castaño.

De inmediato estaba en pie como si fuera a combatir, sus amigos y su hermana lo miraron con preocupación pero el hombre de cabellos y mirada dorada que acababa de entrar no se inmutaba siquiera. Como si no fuera la primera vez que lo viera comportarse de esa manera se limitó a hablarle.

—    Es bueno ver que ya despertaste Seiya ¿Cómo te sientes?—le preguntó amablemente.

El de cabellos castaños no sabía que pensar, los demás estaban ahí mirándolo como si el del problema fuera él cuando Hypnos estaba en el mismo lugar, un servidor de Hades que tantos problemas les había dado.

—    ¿Todo bien Seiya?

Pero por su mirada sin duda no comprendía nada de lo que estaba pasando.

—    ¿Qué es lo que está sucediendo?—terminó preguntando.

—    Has estado enfermo Seiya—decía Hypnos acercándose y sin ningún inconveniente en especial se puso a examinarlo mientras le seguía hablando—Desde hace unos meses presentaste un brote de una extraña enfermedad.

—    ¿Qué? ¿Una enfermedad?

—    Si, es algo llamado Paramnesia—le explicaba mientras lo hacía sentarse en la cama y revisaba sus pupilas con una lámpara—Han sido unos meses difíciles y no pudimos evitar que tuvieras un colapso hace casi un mes, te quedaste dormido y solo esperábamos que despertaras.

—    ¿Qué?—preguntaba completamente desconcertado.

Definitivamente el morocho no entendía nada de lo que le estaban diciendo, pero no podía dejar de notar lo felices que parecían los demás por verlo despierto.

—    No se preocupe doctor—decía Seika—Cuidaré que Seiya esté bien.

—    No estarás sola en eso—decía Saori—Estaré aquí para ver que sea así.

—    No estaría por demás si vengo unos días a la mansión—comentaba Shiryu—No quiero que solo ustedes cuiden de Seiya.

—    Es nuestro hermano—decía Ikki—Todos velaremos por su bienestar.

Al verlos comportarse de esa manera el de ojos pardos creían que solo estaba soñando y rogaba por despertarse.

—    Creo que será mejor que lo dejemos descansar—comentaba el médico—Por ahora no creo que sea necesario nada más pero espero que continuemos con sus consultas.

—    Así se hará—decía Seika formalmente.

Entendiendo que lo mejor era dejarlo a solas por unos momentos todos fueron abandonando la habitación mirándolo y sonriendo con afecto; al castaño solo le quedó mirar de nuevo todo ese sitio, le parecía que lo conocía todo, que tenía sentido que estuviera ahí cada artículo y sin embargo juraba que no era posible que fuera real todo eso.

Definitivamente sentía que algo no marchaba como debía.

No supo cuanto tiempo pasó para que llamaran a su puerta y un instante después entraba Saori.

—    ¿Cómo te sientes Seiya?

—    No entiendo lo que está sucediendo Saori.

—    No te preocupes, todos estamos aquí para apoyarte y puedas recuperarte.

—    ¿De qué hablan? ¿Cómo es eso de que he estado enfermo? ¿Cómo Hypnos puede venir aquí como si nada?

—    Nos tuviste preocupados Seiya—le explicó la muchacha de cabellos morados con suavidad—Sufriste un accidente hace unos meses, chocaste tu motocicleta y no llevabas el casco puesto, los testigos dijeron que volaste por el aire y que tu cabeza prácticamente rebotó contra el suelo. No sabíamos que tan grave era pero parecía que habías tenido suerte, que no había de que preocuparse—se detuvo unos instantes antes de continuar—Después de que saliste del hospital empezaste a decir todas esas cosas, que eras un caballero y algo de unas batallas…

La muchacha parecía afectada al recordarlo y extrañamente el castaño sintió que era verdad, recordaba tener una motocicleta y recordaba haberse accidentado en ella pero de todas maneras no parecía tener sentido.

—    Pero nuestra vida no es así Saori—le aseguró con firmeza.

La joven a su lado suspiró y se dirigió a un librero con varios álbumes de fotografías.

—    Mira esto Seiya—le decía Saori con suavidad—Tú mismo lo hiciste con Seika cuando llegaste aquí.

—    ¿De qué hablas?

—    Mira—le decía mostrándole la primera página—Les tomaron esta foto a los dos el mismo día que los adoptaron—le decía mostrándole la imagen de su infancia—Esta es de cuando llegaron a la casa. Mi abuelo personalmente la tomó, quería que se sintieran bienvenidos desde el principio.

La muchacha de ojos azules le mostraba las imágenes y le contaba un poco de cada una pero Seiya sentía que no podía creerlo, según esas fotografías Mitsumasa Kido los había adoptado a ambos, su hermana y él, los había llevado a su casa y se habían criado al lado de sus demás amigos y Saori, hicieron una vida común, se habían ido a vivir por su cuenta hasta el accidente cuando de nuevo fue llevado a la mansión para ser atendido.

—    Seiya.

El joven miraba a Saori a su lado ¿De verdad estaba pasando eso? ¿No era ella su amiga y su diosa por la que tanto había batallado?

—    Necesito estar a solas unos momentos Saori.

—    Está bien pero si necesitas algo estaremos aquí para apoyarte.

Le dio un beso en la mejilla con cariño y un instante después salió de la habitación dejándolo con el álbum lleno de imágenes que le estaban contando una historia que el morocho no podía creer.

El castaño observó cada página que contenía imágenes de lo que aparentemente era su vida hasta ese momento, era extraño pues podía recordarlo todo, el señor Kido, sus años de escuela, sus otros amigos, sus vacaciones, sus años de vida, el estar con su hermana y los otros chicos, todo tenía sentido pero ¿Por qué si los recordaba parecía una mentira? Algo estaba sucediendo y no podía comprenderlo.

 

**********

 

Cuando salió de la habitación se encontró con los cuatro jóvenes que hasta ese momento había jurado que eran caballeros al igual que él y con los que tanto había pasado, charlaban de algo y no importaba que en realidad, se mostraban abiertos en su conversación y parecían a gusto de estar ahí. En cuanto lo vieron se dieron cuenta de su presencia y lo incluyeron en la conversación, quedándose los cinco sentados en la sala y comentando algunas cosas de sus vidas, asuntos que dejaron a Seiya sintiéndose más que sorprendido. Era como si tuvieran la vida de cualquier joven y por eso se atrevió a hablarles.

—    ¿Qué sucede Seiya? Has estado muy callado—le comentó Shiryu.

—    ¿No te dice nada Rozan?

El de ojos verdes solo lo miraba.

—    ¿Qué hay de Siberia? ¿La isla de Andrómeda? ¿La isla de la Reina Muerte?

Preguntaba mirando a sus amigos pero estos no mostraban comprender de lo que les estaba hablando.

—    Sabemos que después del accidente las cosas han sido un poco complicadas para ti Seiya—le decía con tacto el del Dragón—Estamos seguros que poco a poco sabrás diferenciar la verdad de lo que no lo es, no te presiones.

El castaño se sentía algo defraudado, era tratado como un enfermo de la cabeza y no lo era, no lo era. Los escuchaba que seguían charlando y lo incluían en la conversación, le comentaban de sus planes presentes, sus estudios, sus amigos, incluso de compromisos y fiestas, su vida personal en la que contaban con alguien a su lado y todo eso lo hacía sentirse extraño. Sabía que eran ellos, sus amigos y compañeros de tantas batallas a pesar de que no lo mencionaban, y de alguna manera sentía que no eran ellos en realidad.

Ya en la noche Seiya estaba dispuesto a descansar, aunque todo ese día había resultado extraño, demasiado, extraño era por decir lo menos. Su hermana estaba a su lado, como si cuidara que se sintiera cómodo, aunque siempre había sido así con él, una jovencita llena de afecto y cariño, sobre todo con él.

—    ¿Cómo te sientes Seiya?—le preguntaba antes de ir a descansar.

—    Estoy bien pero todo parece tan…diferente.

No se atrevió a decirle que pensaba que nada de eso tenía sentido.

—    Nuestra vida no ha sido sencilla—le decía su hermana sentándose a su lado—Pero lo hemos superado todo Seiya, desde pequeños ¿Recuerdas el orfanato? Salimos adelante juntos.

Claro que recordaba el orfanato y como su hermana había actuado como una madre para él pero le decían que las cosas habían sido diferentes, lo más extraño era que aunque no pudiera entenderlo lo recordaba, en verdad, podía recordar el orfanato y lo demás en su vida. Había fotografías por la mansión Kido, resultaba que su hermana y él fueron adoptados por Mitsumasa Kido, llevados a su casa y tratados como parte de la familia, su infancia transcurrió al lado de la de los otros jóvenes y Saori. Todo fue normal, muy normal, estudiaron, hicieron amigos, tuvieron aventuras, nada de batallas a muerte, no enfrentaron peligros más allá de lo imaginable, no hubo enemigos ni muertes.

Solo fue un chico normal.

¿Qué era lo que pasaba? ¿Qué había sucedido? ¿Qué estaba sucediendo con su vida? ¿Cómo era posible que recordara lo que no tenía sentido?

 

**********

 

Al día siguiente Seiya fue llevado por Saori a una clínica, la joven de cabellos morados se mantuvo a su lado hasta la entrada del elevado edificio que era un centro médico de reputado nivel.

—    Gracias por traerme Saori.

—    No es nada Seiya ¿Deseas que te acompañe?

—    No, prefiero ir solo.

—    Está bien, te esperaré.

El castaño salió del vehículo, no terminaba de creer que durante el camino Saori le estuviera hablando de cómo la relación con el joven Julián Solo se mostraba más firme y quizás se comprometerían. No sabía lo que debía pensar o sentir ante todo eso.

Llegó ante una recepcionista, le dijo su nombre y la muchacha le indicó que lo esperaban, no tardó mucho en reconocer el camino, subió por el ascensor hasta el doceavo piso y llegó justamente a la entrada de un consultorio que tenía un nombre grabado en la puerta diciendo que se trataba de un neurólogo. Llamó y le dijeron que podía entrar, una vez más estaba delante de Hypnos y no entendía porqué su primer impulso era el de combatirlo. 

—    ¿Cómo te sientes Seiya?—le preguntaba amablemente el de cabellos dorados.

—    Bien—respondió secamente.

—    ¿Cómo van las cosas en casa?

—    Bien.

—    Debes tener muchas dudas aún Seiya.

Aunque no respondió definitivamente se veía en su rostro que así era.

—    Seiya, entiendo que todo esto debe resultarte complicado, te he tratado desde los primeros síntomas, tu familia estaba preocupada por las cosas que decías y tu comportamiento, después del accidente las cosas fueron difíciles de manejar para todos.

—    ¿Qué sucedió?—terminó preguntando el castaño.

—    Tuviste un choque en tu motocicleta, sufriste un fuerte golpe en la cabeza lo cual dañó tu lóbulo frontal y parte del hemisferio derecho, parecía que estabas bien pero sufriste secuelas, los estudios me indicaron que sufrías un trastorno llamado Paramnesia.

—    ¿Qué es eso?

—    Es una enfermedad que te hace recordar cosas que no sucedieron. Pero te ves con mejorías notables. Colapsaste y eso solo nos dejaba esperar que algún día despertaras, lo has hecho y debes sentirte satisfecho por ello.

El de mirada parda no parecía creerlo.

—    Lo que decías era bastante concreto Seiya, todas tus alucinaciones se referían a que eras un caballero peleando en una guerra entre dioses, era bastante complejo. Me atacaste en una ocasión diciendo que era tu enemigo.

—    ¿En verdad?

—    Si.

—    Pero lo recuerdo, es decir, era tan real ¿Cómo no puede ser verdad todo eso?

—    Tu mente solo creó un mundo Seiya pero ahora estás en el real, debes seguir adelante. Vas a estar bien, no te preocupes, solo necesitas seguir trabajando en ello.

Continuó el chequeo pero el castaño aún estaba lleno de dudas.

 

**********

 

El regreso a casa no fue sencillo, para el morocho lo que escuchaba parecía ser real pero una parte de él le decía que no era real ¿Cómo era posible que cambiaran las cosas de manera tan radical? Aún sumido en ese mar de incógnitas escuchó que llamaban a su puerta.

—    Seiya.

—    Adelante.

Vio a Seika entrar con una sonrisa.

—    Tienes visitas hermano—le decía contenta.

—    ¿Quién es?

—    Baja y lo verás.

El castaño decidió hacerlo pero no podía ni imaginar de quien se trataba, apenas alcanzaba la sala cuando escuchó que lo llamaban.

—    Seiya—decía una varonil voz.

El de mirada castaña no estaba muy seguro de lo que debía sentir al ver a ese hombre ante él.

—    Kanon.

Al de mirada parda le causó un efecto de desasosiego verlo pero no de manera desagradable, además que el caballero de ojos verdes y cabellos azules se aproximó a él sonriendo.

—    Por fin despiertas Seiya—le decía emocionado.

—    Hola Kanon.

Pero el de cabellos azules estaba a su lado estrechándolo con cariño entre sus brazos y ante eso ya no supo que decir.

—    En cuanto Seika me llamó regresé Seiya, sabía que no debía ir de viaje, algo me decía que tenía que quedarme a tu lado y ahora despertaste.

—    Si, eso dicen—comentaba algo confuso.

—    ¿Por qué me miras así? Parece que no te da gusto verme.

—    Es solo que…—pero no encontraba una respuesta.

—    Salimos más de un año Seiya—le decía como una explicación.

—    ¡¿Qué?!

No terminaba de creer lo que escuchaba pero el de ojos verdes solamente le sonreía, no podía comprenderlo.

—    Seika me advirtió que aún estabas confundido—explicaba el de cabellos azules—Por eso vine preparado.

Sin más lo hizo sentarse a su lado en el sofá y le mostró una serie de fotografías en su portátil. El castaño no podía sino reconocer que en cada imagen parecían contentos, muy contentos.

—    ¿Cómo es que estamos juntos?—tuvo que preguntar sorprendido el de mirada castaña.

—    Soy amigo de los Kido—le explicaba pacientemente el de mirada verde—Trabajo para una de sus empresas en el país y un día en una fiesta en la mansión  nos presentaron, volví como un amigo y así fue que nos frecuentamos ¿lo recuerdas?

El castaño estaba impresionado, no podía creerlo, estaba con Kanon.

—    No voy a presionarte Seiya—le decía con afectuosa ternura—sé que estás en una etapa todavía frágil, pero estoy seguro que juntos lograremos que todo marche bien.

Lo tomó de las manos besándolas con ternura, definitivamente las cosas no estaban para nada como las recordaba.

Los días que vinieron hicieron que Seiya se cuestionara todo lo que creía saber, no podía creer que su vida fuera buena, tan buena.

Sus amigos estaban bien, en sus conversaciones encontraba que Ikki estaba comprometido con su novia Esmeralda, iban a casarse, el de cabellos azules se mostraba sonriente y encantado con establecerse para fundar una nueva vida; Hyoga había encontrado a su madre biológica, la visitaba con frecuencia al mismo tiempo que su relación con Shun marchaba muy bien y con el pleno consentimiento del hermano del de cabellos verdes; Shiryu era abierto y divertido y salía con Shunrei. Saori estaba con Julián en plan formal. Seika se mostraba contenta con poder hacer una vida independiente y seguir cerca de él.

Era tan extraño.

—    Todos estamos bien—decía el castaño sin terminar de comprenderlo.

La verdad era que no parecía posible que su vida fuera tan buena.

Simplemente no podía convencerse.

 

**********

 

Sin embargo las cosas marchaban y a cada conversación que sostenía con los demás le parecía que era extraño que le costara trabajo aceptarlo cuando podía recordar las cosas, tenían sentido, no tenía motivos para quejarse después de todo: Estaba con su adorada hermana, tenía a sus amigos que se habían criado junto a él como si fueran hermanos y estaban felices con sus vidas. Todos tenían una vida y él…él…además de todo tenía a Kanon.

Y justamente Kanon estaba de nuevo ahí para visitarlo.

Salieron a los jardines para que pudieran hablar (esa fue una sugerencia de Seika que deseaba ver a su hermanito no tan confuso) y ambos dejaban que el lugar los rodeara pero llegaba el momento de hablar.

—    Kanon.

—    ¿Si?

—    ¿Cómo es que estamos juntos?

—    Bueno…No fue sencillo al principio, sobre todo por la diferencia de edad pero lo sobrellevamos bien. Te invité a salir un día y las cosas salieron bien entre los dos, seguimos saliendo y hemos sido felices juntos.

En ese instante el de cabellos azules se le acercó con suavidad tomándolo de las manos, el castaño sentía que no podía hablar al sentirlo tan cerca de él.

—    Lograremos superarlo Seiya, juntos—le dijo sonriendo.

En ese momento se acercó a él y lo besó con dulzura por unos instantes. El castaño sonrió también.

—    Recuerdo ese día en que paseamos juntos por este mismo lugar Seiya—le decía con suavidad el de ojos verdes.

—    Si—agregó como soñando de dicha el de mirada parda—Hemos sido dichosos Kanon—y lo recordó claramente--Como ese día, aquí mismo, cuando me dijiste que me amabas…

—    Seiya…

—    Si, lo recuerdo Kanon—decía sonriendo ampliamente el de mirada castaña—Paseamos por aquí los dos, en el jardín, me tomaste la mano y me miraste de frente, me dijiste que era hermoso y me besaste…después me dijiste que me amabas.

—    Seiya—le dijo estrechándolo con ternura.

—    Está bien, todo está bien Kanon si estoy contigo.

Se abrazaron con amor, los dos juntos podrían seguir adelante y hacer una vida, la que ellos deseaban y se merecían.

Después de ese encuentro Seiya se sintió mucho mejor, dejó de sentir que algo extraño sucedía y que algo andaba mal, estaba enfermo pero superaba su mal, prefería concentrarse en poder vivir su vida con los demás, con su hermana y sus amigos, sobre todo con Kanon a quien amaba con ternura desde lo más profundo de su corazón, todos eran felices, él era feliz, nada podía arruinar lo que tenía. Incluso se dio el lujo de bromear sobre esos supuestos recuerdos en los que era un caballero que peleaba a muerte por la justicia y los demás se lo tomaron bastante bien y compartieron la broma riéndose.

—    Todo está bien—se decía con tranquilidad.

Hubiera seguido creyéndolo en su tranquilo mundo de sopor y felicidad de no ser porque hubo un incidente, uno importante.

 

**********

 

Seiya se encontraba en su habitación, terminaba de bañarse y se arreglaba para una salida con Kanon quien parecía el centro de su mundo, en cuanto a él no podía estar más feliz que sabiendo que para el de cabellos azules nada era más importante que su dicha, si  hubiera podido bajaría la luna y las estrellas para él. Se miraba en el espejo peinándose mientras tarareaba una canción, sonreía abiertamente pero todo eso se terminó cuando le pareció que todo alrededor cambiaba, ya no estaba en su habitación, era un lugar diferente.

Estaba a mitad de lo que parecía un campo de batalla, veía a sus amigos y a otros vestidos con sus armaduras peleando férreamente contra un poder que los atacaba, un poder que los estaba avasallando. Empezó a respirar agitado, deseaba gritar pero no salía voz de su garganta, tampoco podía moverse ¿Qué estaba pasando? Vio a sus amigos, los que lo llamaban ahora su hermano, vestidos con armaduras y que lo llamaban con desesperación.

—    ¡¡Seiya!!

—    Seiya—lo llamó con suavidad una voz femenina.

El castaño despertó, dio vuelta y se encontró con la mirada de su hermana, se sentía confuso.

—    ¿Qué sucede Seiya?—le preguntaba preocupada.

—    No…no es nada—logró responder agitado.

Había sido tan real.

—    ¿Fue otro de tus episodios?—le preguntaba ella preocupada y acercándose.

—    Estaré bien—le aseguró.

—    Kanon te está esperando.

—    Voy en un momento.

Intentó calmarse, debía convencerse a si mismo que todo estaba bien, era solo la enfermedad.

Pero no parecía tan simple.

Seiya intentaba continuar como si nada sucediera pero sentía la angustia, como si algo que ignorara sucediera, algo que debía saber pero no lograba comprenderlo.

Convivió con sus amigos, los veía y los escuchaba compartir sus planes pero siguió teniendo esos recuerdos en su mente que se entremezclaban con su realidad de manera intempestiva, dejándolo confuso y angustiado.

—    Seiya, te necesitamos.

Lo escuchó con tanta claridad, había sido Kanon quien lo llamaba y él no entendía lo que necesitaba hacer para que todo volviera a la normalidad.

Estaba al lado de Kanon en una de sus salidas, el de cabellos azules le estaba comentando que había terminado de pagar una casa que había comprado, una casa especial.

—    Tal vez ahora podamos retomar nuestros planes juntos Seiya—le decía el de ojos verdes.

—    ¿Nuestros planes?

—    Visitaré a Saga y si no hay problemas quiero traer el anillo de bodas de mis padres.

El castaño lo miró con felicidad, iban a casarse, notaba como el de cabellos azules sonreía complacido, no pudieron sino abrazarse, harían una vida común y serían muy felices. No esperaron para buscarse con los labios y besarse.

Fue en ese instante cuando lo vio de nuevo.

—    Seiya, por favor, te necesitamos.

Quien lo llamaba angustiado no era otro que Kanon.

Pero no era el Kanon que lo abrazaba en esos momentos sino uno que vestía de dorada armadura.

El castaño tuvo que separarse y mirar todo alrededor, Kanon estaba a su lado y lo amaba, sin embargo parecía irreal, era perfecto, demasiado y era el momento de descubrir lo que estaba sucediendo.

—    ¿Qué sucede Seiya?—le preguntaba preocupado el de mirada verde.

—    Recuerdo la fiesta en que nos presentaron Kanon—dijo sonriendo con tristeza el castaño—También recuerdo nuestra primera cita y cuando me besaste—no pudo sino derramar una lágrima mientras hablaba—Recuerdo cuando me dijiste que me amabas, me sentí tan feliz…pero…pero sé que no es verdad, nada de esto es verdad.

—    Seiya…

—    Te amo Kanon, ahora lo sé y voy a descubrir la verdad detrás de todo esto—le dijo como un juramento.

—    Seiya—lo llamó el de ojos verdes.

Pero el castaño había dado vuelta y salió corriendo a toda velocidad pues no podía aguardar por descubrir lo que estaba sucediendo y solo alguien podía tener las respuestas a lo que ocurría.

Dejaba de ser Seiya de Pegaso si no le respondía con la verdad.

 

**********

 

El jovencito de cabellos castaños llegó corriendo a la clínica en que lo atendían y sin aguardar por nada ni nadie llegó con velocidad hasta el consultorio de Hypnos. El de cabellos dorados lo miró un instante antes de hablar.

—    Seiya—decía el médico mirándolo sorprendido— ¿Qué es lo que está sucediendo?

—    Es lo que voy a averiguar.

Sin decirle nada más el castaño atrancó la puerta desde dentro con una de las sillas del lugar.

—    Seiya—decía el de cabellos dorados con voz pausada—Debes calmarte, dime ¿Qué ocurre?

—    Es momento de hablar con la verdad, algo está ocurriendo aquí y sé que tú eres la clave para descubrirlo Hypnos.

—    ¿De qué estás hablando?

—    Por favor Hypnos, los dos lo sabemos, todo este sitio, toda esta vida, es tan perfecta, tal y como la hubiera deseado, es demasiado buena para ser verdad—mirándolo con intensidad agregó—Y no es verdad.

—    Tranquilízate un poco Seiya, solo debe tratarse de un episodio más de tu enfermedad, pasarán y  nunca más pensarás en ello, harás tu vida con normalidad.

—    De una forma o de otra pero voy a descubrir lo que pasa, tú lo sabes y voy a hacerte hablar.

—    Estás a un paso de colapsar de nuevo, necesitas ayuda.

Sin más el de mirada dorada fue hacia el teléfono y pidió apoyo por un paciente pero el castaño no lo dejó terminar de hablar, cortó la llamada de un movimiento y lo miró de frente.

—    ¿Qué ocurre?—preguntaba el de Pegaso— ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Cómo fue que me trajiste aquí Hypnos?

—    Déjame abrir la puerta y salgamos Seiya, será lo mejor, cuando te calmes podré ayudarte.

—    ¡No más!—gritaba el morocho—No me vas a engañar más tiempo, tienes que responderme con la verdad.

—    ¿Qué insinúas? ¿Acaso no crees que tu propia vida sea verdad? ¿Es lo que estás diciendo Seiya?

—    Esto no es una vida, es una pesadilla.

Apenas terminaba de decirlo cuando el castaño se quedó pensándolo para mirar sorprendido al de ojos dorados.

—    Es eso—decía comprendiéndolo todo el de Pegaso—Es un sueño, por eso todo en mi vida es tan perfecto.

—    No digas tonterías Seiya ¿acaso crees que encerrarte en un manicomio será un sueño?

—    Tengo que despertar.

—    Si fuera así ¿Por qué no lo haces Seiya? ¿Por qué no despiertas?—preguntaba imperturbable el de cabellos dorados.

—    Encontraré la manera, lo haré y me pagarás muy caro por esto Hypnos—le aseguró.

Por las grandes ventanas podía verse que incluso el clima estaba cambiando, se formaban grandes nubarrones en el cielo oscureciéndolo todo, como si se aproximara una tormenta.

—    Ya sé la verdad—decía para si mismo el castaño.

En ese instante empezaron a golpear en la puerta intentando abrirla, era el personal de la clínica.

—    Es mejor que salgamos Seiya—le decía Hypnos acercándose—Será lo mejor, podremos ayudarte a que todo esto quede atrás.

El de mirada parda observaba por los ventanales, debía hacer algo, debía haber una salida, no podía continuar ahí, pasara lo que pasara debía estar con sus amigos y compañeros. Necesitaba encontrar una salida.  Se quedó cabizbajo de pie ante uno de los grandes ventanales del lugar.

Hypnos se acercó.

—    Debes salir Seiya, por favor, debes continuar con tu vida.

En el instante que le tocó el hombro el castaño lo tomó por la muñeca con fuerza, dispuesto a terminar con eso de una manera o de otra.

—    No es real, no importa cuan perfecto sea no es la verdad…y no viviré una mentira—aseguró con firmeza el de mirada parda.

El de cabellos dorados lo miraba asombrado, no podía decir nada y el otro lo sujetó con fuerza por ambas muñecas.

—    Si no despierto me verás en tus pesadillas Hypnos.

Sin aguardar por una respuesta se arrojó con él a través del ventanal, escuchó el ruido de los cristales al romperse y se sintió caer al vacío. Vino una especie de impacto y todo fue oscuridad.

 

**********

 

Seiya abrió los ojos de golpe ¿Dónde estaba? Se dio cuenta de inmediato que estaba recostado en una especie de jardín y que tenía el mismo asfódelo con el que soñaba sobre su pecho, lo apartó de inmediato sabiendo que su perfume ya no lo atraparía. Un instante más y sintió que algo sucedía, podía sentir una confrontación, fue de inmediato hacia el lugar del que provenía ese enfrentamiento de cosmos, lo que encontró fue desolador.

Sus compañeros de bronce estaban caídos sin sentido sobre la hierba, solo dos figuras permanecían de pie, de inmediato reconoció a quien parecía haber sido el responsable de todo el combate. Se trataba de Hypnos quien estaba por terminar ese encuentro contra Kanon.

—    Es momento de terminar contigo—decía el dios del sueño.

Pero antes de poder lanzar su ataque la deidad de mirada dorada sintió un ataque directo contra él.

—    ¡Meteoro de Pegaso!

El de cabellos dorados cayó en medio del campo mientras Kanon lograba hablar.

—    Seiya…despertaste…

Pero el castaño no pudo detenerse ante él sino que fue directamente contra el dios que no parecía creer lo que estaba viendo.

—    Es imposible, no es posible que despertaras. Tenías todo con lo que habías soñado, no debías despertar.

—    Pero lo hice Hypnos y juró que me las pagaras por esto.

Sin esperar un solo instante el de cabellos castaños se lanzó contra el dios de los sueños y no lo dejó responder siquiera, tal era la furia que lo embargaba al sentirse como si hubiera sido utilizado. Una lluvia de golpes de un encendido Seiya cayó sobre Hypnos quien a pesar de su posición de deidad solo pudo cubrirse de los primeros ataques mientras que seguían haciéndose más y más veloces y poderosos. Pero el de mirada parda no podía parar, se sentía dolido y furioso.

—    ¿Cómo te atreviste?—le reclamaba al señor de los sueños— ¿Cómo pudiste utilizar mis propios deseos en mi contra?

A la par que le reclamaba el castaño no dejaba de atacarlo hasta que llegó a un golpe definitivo.

—    ¡¡Cometa de Pegaso!!

Hypnos salió volando por los aires y cayó pesadamente sobre la hierba pero cuando Seiya se acercó para seguir golpeándolo y lo tomó por el cuello para levantarlo escuchó una voz nueva, una familiar.

—    Basta Seiya.

Volteó a mirarla, se trataba de Saori.

—    Ya es suficiente.

—    No tienes idea de lo que me ha hecho Saori—clamó el castaño.

—    No pero sé que clase de caballero eres.

—    No puedo perdonarlo, no puede quedarse así ¿no lo entiendes?

—    Tú no eres como él Seiya—le decía la de cabellos morados con suavidad.

El castaño aún lo sostenía por el cuello con el puño en el aire dispuesto a seguir golpeándolo pero no pudo sino respirar dejando que la furia aún lo recorriera pero al final solo lo soltó apretando los puños intentando tranquilizarse. Saori se le acercó y lo tomó de la mano con tranquilidad y algo de esa calma inundo al castaño que se sintió un poco más tranquilo.

—    Espero que tomes medidas Hades—decía ella.

Tan enfadado como estaba el de mirada parda no se había dado cuenta que con Saori estaban Hades y sus jueces además de los otros caballeros dorados que ya auxiliaban a los de bronce.

—    Me encargaré Atenea—aseguraba el dios del inframundo—Hypnos actuó sin mi consentimiento y responderá por ello.

Con ello parecía que los del Santuario ya no tenían nada más que hacer ahí pero el gemelo menor de Géminis se acercó a preguntarle algo más.

—    ¿Cómo te encuentras Seiya?

—    Estaré bien—fue la única respuesta que pudo dar.

Todo había sido un sueño y se sentía más dolido ahora que había pasado la furia.

 

**********

 

De regreso al Santuario donde pudo descansar y reunirse con los demás caballeros Seiya pudo ir descubriendo que era lo que había sucedido durante el tiempo que estuvo bajo el poder de Hypnos.

Por lo que se sabía el dios del sueño no había aceptado muy bien la derrota y mucho menos a manos de caballeros a los que consideraba muy inferiores y sabiendo que el artífice de todo su triunfo había sido el caballero de Pegaso dirigió contra él sus esfuerzos pero no de manera convencional sino de otra en la que no pudiera ser derrotado. Por eso había invadido los sueños de Seiya impulsándolo a ir a los Prados Asfódelos donde su poder se hizo presente haciéndolo caer en un sueño profundo, similar a su técnica de Encuentro con otro Espacio pero en vez de utilizarlo para atacar se limitó a usarlo para atraparlo, mostrándole al de Pegaso todo aquello con lo que pudo haber soñado.

Sin embargo Hypnos no contaba evidentemente con la determinación de Seiya quien era capaz de dejar ir sus sueños para ayudar a sus amigos y que los demás caballeros notarían que algo estaba ocurriendo a insistencia del de Pegaso mismo. Cuando no supieron de Seiya se lanzaron en su búsqueda, misma que los llevó hasta los Prados Asfódelos donde tuvieron que enfrentarse una vez más contra el señor de los sueños quien encontraba más sencillo derrotarlos ahora que no contaban con el de cabellos castaños.

El plan tal vez hubiera funcionado o al menos se hubiera conformado el dios con su victoria de verlos sufrir porque el de mirada parda ya no despertara, sin embargo el morocho rompió con su poder y había regresado. Eso y que Hypnos tuvo que hacer frente a que Atenea en persona buscara a su señor Hades para exigir que él se detuviera de cualquier plan que tuviera, como lo había hecho todo a espaldas del señor del inframundo tendría mucho que explicar.

Lo más asombroso de todo ese asunto era que Seiya se había despertado por si mismo, cuando según Hypnos era imposible que lo hiciera.

—    Es bueno que estés de regreso Seiya—le decía contenta Saori.

—    Me alegra estar de nuevo aquí—fue la respuesta del castaño.

Veía a sus amigos con él y se sentía mucho mejor, excepto por Ikki quien apenas lo vio recuperado volvió a marcharse pero no se quejaba, era su vida y no la cambiaría por nada del mundo. Sabía que su hermana estaba bien con Miho en el orfanato y contaba con sus amigos a su lado quienes habían acudido en su auxilio en un momento de necesidad.

—    Creo que por ahora solo necesito descansar un poco—dijo el caballero de Pegaso.

Con eso los demás entendieron que lo mejor era dejarle su propio espacio y el castaño pudo salir y dar una vuelta por los alrededores. No estaba nada mal dejarse llevar por unos instantes, disfrutaba de ese mundo al que había defendido y por el cual no le importaba arriesgar su propia vida. Estando en una zona un poco solitaria contemplaba el cielo, casi sonreía pero no negaba que ese mundo creado por Hypnos era mucho de lo que en verdad deseaba, su corazón se lo decía pero era solo un sueño y como tal debía dejarlo ir.

—    Seiya—escuchó.

Al voltear se encontró con una mirada verde y unos cabellos azules, de inmediato lo reconoció y se sintió un poco extraño de verlo, había soñado con él pero su vida era muy diferente.

—    ¿Cómo te sientes Seiya?

—    Estoy bien Kanon, no puedo quejarme, ahora estoy despierto.

—    Fuiste increíblemente fuerte, no cualquiera hubiera abandonado un mundo en el que toda su vida era lo que había soñado.

—    No estaba mal pero al final era un sueño, no era verdad nada de todo eso.

—    Me alegra que estés bien.

—    Si—dijo algo decaído.

—    ¿Seguro que estás bien?—preguntaba preocupado el de mirada verde.

—    Claro.

Por unos instantes parecía que el gemelo menor se marcharía pero en lugar de eso se quedaba en su sitio mirando el de ojos pardos.

—    Me preocupé cuando te encontramos Seiya, solo dormías y por más que te llamáramos no despertabas, Hypnos dijo que nunca despertarías, reconozco que llegué a creer que no lo harías.

—    Entendí que era demasiado perfecto Kanon, por eso pude despertar.

Tuvo que bajar la cabeza en un intento de cubrir lo que estaba sintiendo en verdad, pero no pudo sino volver a mirar a Kanon cuando este se acercó y lo tomó de las manos con ternura.

—    En verdad estoy feliz porque regresaras Seiya—le dijo con voz suave.

El castaño se sentía sin palabras al ver esos ojos verdes brillar de alegría y era por él. Antes de poder siquiera acomodar sus ideas sobre lo que estaba sucediendo se sintió entre esos fuertes brazos y era besado con dulzura por el de cabellos azules. Por un instante no pudo sino preguntarse si estaba soñando de nuevo pero se dijo que un sueño no podía sentirse de esa manera, no podía hacer que su corazón se detuviera por un instante y que después casi estallara de dicha.

—    No es un sueño—logró murmurar el castaño cuando se separaron.

—    No lo es—respondió el gemelo menor.

Con un poco más de tiempo Seiya se informó de como Kanon fue en realidad el primero en sospechar que algo le había sucedido y en impulsar su búsqueda, además de ser quien prefirió ir con los de bronce a buscarlo en vez de ir con Saori a encontrarse con Hades pues necesitaba saber lo que le había ocurrido. Aparte de eso fue él quien se mantuvo en pie de lucha ante  Hypnos cuando todos sus compañeros habían caído. Definitivamente estaba muy interesado en él y ese interés no menguó en los días que siguieron.

 

**********

 

La relación entre Seiya y Kanon marchaba perfectamente, ambos se sintieron felices de poder estar juntos aunque a veces no parecía que los demás comprendieran que se entendieran tan bien, es decir, todos se daban cuenta que eran diferentes en muchas cuestiones: la edad, el físico, los intereses y sus gustos, su personalidad. Pero nada de eso parecía importarle demasiado a los dos caballeros que preferían concentrarse en lo que los unía que sobreponer lo que los diferenciaba.

Seiya se sentía encantado de poder estar con Kanon, había algo en ese hombre que lo hacía sentirse realmente feliz, no podía definirlo, era como si al estar a su lado todo estuviera bien, contara con un sentido de ser, como si la vida misma fuera otra para él. Y en cuanto el gemelo menor no podía sino sentirse dichoso con su castaño que lo encantaba y lo fascinaba con su alegría, su vivacidad, su increíble personalidad, estaban juntos y era como deseaba que siguiera su existencia.

Así que por seguir juntos y desear tener tiempo para ellos solamente se tomaron unas breves vacaciones, al menos fue como las llamaron pero ambos esperaban que un tiempo lejos y a solas los ayudara a afianzar mejor su relación como pareja en lugar de seguir bajo la mirada de los demás, no era que se entrometieran pero necesitaban de un tiempo a solas. Cuando alcanzaron su destino se sintieron mucho mejor, más relajados y tranquilos.

—    Este sitio es increíble—decía Seiya mirando a la distancia.

—    Me alegra que te guste—le decía Kanon.

Ambos veían a la distancia como una agradable quinta les daba la bienvenida, era pequeña pero muy grata a la vista pues contaba con un lago y la hermosa vegetación no podía sino resultar brillante bajo los rayos del sol. Todo estaba plenamente dispuesto para ambos en esos bellos días del verano que aunque calurosos no dejaban de ser gratificantes.

La pareja se sintió bastante a gusto y no dejaban de pasar tiempo juntos, podían pasear, jugar, divertirse, compartir extensas charlas y disfrutar de la compañía mutua, aunque innegablemente por las noches cada uno dormía en una habitación separada. Eso debido a que Kanon no deseaba sentir que presionaba al castaño y Seiya porque…en realidad Seiya no tenía motivos a favor para esa medida, de hecho pensaba que podían pasar a algo más que besos y tomarse de las manos. No tenía un plan en particular y no sabía como abordar el tema ante su compañero pero estaba seguro que si la oportunidad se presentaba no la dejaría pasar.

Fue así que una tarde estaba decidido que pasearían a orillas del lago, no estaba nada mal ya que la tarde era calurosa y con una vuelta por los alrededores se sentía la necesidad de refrescarse un poco.

—    ¿Por qué no nadamos un rato? Este calor es insufrible—decía Seiya.

—    No contamos con trajes de baño—fue la respuesta de Kanon.

—    No importa—decía como si nada el castaño.

Y antes de que el de mirada verde pudiera replicarle ya estaba a orillas del agua despojándose de su playera y acto seguido del calzado y los pantalones dejándose únicamente la ropa interior.

—    Vamos Kanon—lo llamó todavía.

El de cabellos azules terminó por sonreír y yendo a su lado empezó a desvestirse a su vez, quedándose también en ropa interior, lo cual permitió a Seiya contemplarlo y no muy discretamente la verdad sea dicha, afortunadamente había agua cerca o de otra manera el castaño hubiera hecho algo bastante definitivo con respecto a lo de querer más de su compañero.

—    Entremos al agua Seiya—le dijo Kanon.

Un instante y ambos estaban dentro del lago dejando que la frescura del agua bañara sus músculos y los relajara…más o menos. Estando los dos gozosamente dentro del agua no dejaron de divertirse, Seiya se mostraba contento y no dejaba de jugar, se zambullía y retaba a Kanon a que lo hiciera, no dejaba de salpicarlo y provocarlo a una guerra de agua, daba rienda suelta a su alegría y se mostraba tan alegre que encantaba aún más a su compañero pero llegó el momento de hacer un lado los simples juegos y fue más bien sin planearlo que sucedió.

En algún momento ambos quedaron de pie en una zona no tan profunda del lago, el agua les llegaba por arriba de la cintura mientras ambos se reían de algo que ni siquiera pudieron recordar.

—    Seiya—dijo el gemelo abrazándolo.

El castaño seguía riéndose pero dejó de hacerlo al sentir que su compañero no lo hacía, sus miradas se encontraron y el de ojos pardos no pudo sino admirarlo, con el cuerpo fuerte y húmedo en que algunas gotas viajaban marcando su fuerte constitución, era tan apuesto, eso y que su mirada vagó por todo él sintiéndose perdido por su cercanía. Se sintió casi elevado cuando el de ojos verdes lo acercó para besarlo con suavidad y dejarlo ir apenas para hacer de esa misma suavidad una tierna necesidad que los estaba llenando a ambos.

Sus manos no tardaron en tocarse, al principio de manera sosegada pero no tardaron en desear conocer un poco más de su compañero, al menos Seiya intentaba darse una idea de cómo hacerlo pero el de cabellos azules no vaciló en mostrarle el camino mientras él mismo se permitía el regalo de explorar esas encantadoras zonas que hasta ese momento no se había atrevido a recorrer, el suave cuello, el delicado pecho, el terso abdomen, los bien torneados muslos, el redondo trasero e incluso llegó a la entrepierna que reaccionó de inmediato.

—    Kanon—murmuró entre besos el castaño.

—    Todo estará bien Seiya…si tú quieres.

Por respuesta solo obtuvo una sonrisa y con ello la completa colaboración del de mirada parda.

 

**********

 

Abrazándolo estrechamente y con una de las manos del castaño por su cuello el gemelo menor de los Géminis salió del agua llevando con él a su joven compañero, alcanzaron a suave hierba bajo la sombra de los árboles y lo recostó ahí con cuidado, dejándolo que se relajara un poco y para ello no cesó de mostrarse como un amante solícito y afectuoso que ansiaba que fuera igualmente placentero para ambos. No dejaba de besarlo y acariciarlo en el rostro y el cuello dejándolo sentir a la vez el calor de su cuerpo sobre el suyo, sus manos lo acariciaban con ternura para que se acostumbrara poco a poco a sus caricias, todo marchaba bien para ser solo el inicio.

En algún momento de su amoroso inicio Kanon hizo que los labios del castaño se apartaran para besarlo con sensualidad, dejándole sentir su deseo y su sensualidad y no aguardó para frotar su entrepierna contra la intimidad del castaño que sentía que se ruborizaba y al mismo tiempo que algo se encendía en su ser, un dulce calorcito que lo recorría y le gustaba a pesar de no saber como manejarse desde ese instante. No hacía falta que lo supiera aún, no para su compañero que estaba dispuesto a encargarse de todo y por ello sus besos empezaron a recorrer otras áreas de ese juvenil cuerpo que no se oponía a nada y respondía a todo con naturalidad.

El de cabellos azules bajaba por su cuello con suavidad, marcaba sus labios en pequeños besos por la sensible zona que estaba completamente abierta para él ya que el castaño lo permitía, alcanzó sus pectorales y los acarició con una mano para concentrarse en los pezones que acarició entre sus dedos y después rodeó con su lengua, irguió uno y siguió con el otro para continuar acariciándolos mientras aspiraba ese aroma que solo el morocho poseía y lo hacía excitarse con velocidad. Llegó al marcado abdomen y lo besó con necesidad, lo acarició con su lengua y se regodeó con el sensible ombligo que acariciaba con sensualidad haciendo estremecer a su dueño.

El camino continuaba y siempre con una sola dirección, hacia abajo, pero primero acarició los fuertes muslos y besó la parte interna llegando hasta la orilla de la ropa interior pero sin traspasarla, disfrutando de los primeros gemidos ahogados que escuchaba de su compañero de mirada castaña. Buscando su rostro el de cabellos azules contemplaba a su compañero mientras sus manos acariciaban sus muslos y llegaban a la húmeda prenda que le quedaba, sus dedos se escabulleron por debajo de la ropa y sintieron la tibia piel que hizo arquearse ligeramente al joven sobre su espalda, ansioso porque continuara sin duda alguna.

Sintiéndose libre de continuar Kanon no aguardó demasiado para llevar sus manos con firmeza a la ropa interior de su joven compañero y con lentitud empezó a quitarla del camino, llegando a los tobillos donde la hizo a un lado definitivamente y como si no deseara aguardar demasiado a su vez se quitó la suya, dejándose ver ante esa mirada parda que brilló por contemplarlo desnudo a la luz del día. Como si fuera un impulso estiró su mano para tocarlo y el gemelo menor se lo permitió y sinceramente parecía disfrutarlo pues entrecerraba los ojos y decía su nombre en voz baja como si le faltara el aire, moviendo sus caderas frotándose contra esa mano que lo encendía de manera que no creía que nadie pudiera pero quería con intensidad al castaño.

En algún momento de sus caricias Kanon tuvo que apartar la mano de Seiya o sabía que no se podría contener y ansiaba complacerlo antes, así que se inclinó sobre él, tomando con suavidad su sexo que se erguía y sin avisos de ningún tipo lo llevó a su interior estrujándolo con los labios y recorriéndolo con su lengua que se mostraba diestra en complacerlo, acariciando la punta y pasando por la corona, llegando a la base y recorriendo el tronco, estimulando con sus dedos los testículos escuchando esos deliciosos gemidos que brindaba el morocho abiertamente. Para Seiya la experiencia estaba siendo placentera, no solo por sus sentidos que se sentían estimulados sino porque se trataba del de Géminis, el hombre al que quería y ansiaba estar con él, no podía negar que el placer era lo que lo dominaba pero también un sentimiento de ternura por su compañero quien se esforzaba por complacerlo.

El de cabellos azules sentía completamente erguido el sexo de su joven castaño y tuvo que dejarlo, quería satisfacerlo por completo y él mismo se encontraba excitado, lo sentía claramente y no vaciló en buscar más, quería deleitarse con ese precioso morocho que lo había dejado sin dormir por algunos sueños nada románticos y si bastante sensuales, y ahora estaba ahí, dispuesto a lo que él quisiera y no pensaba dejar pasar la oportunidad aunque también tenía en claro que debía hacerlo lo más confortable que fuera posible para el otro, algo que en verdad disfrutaran ambos.

Sin dudar y con determinación el de mirada verde separó los firmes muslos del castaño para dejar descubierta su masculina estreches, guiando sus dedos con suavidad rodeó la zona acariciándola sensualmente para poder ver que tan bien recibidos eran sus esfuerzos y no tardó en ver que eran gratos pues el de Pegaso se acariciaba a si mismo el pecho y el sexo mordiéndose el labio inferior. Con eso llevó el dedo medio de una de sus manos a su boca para anegarlo con su propia saliva y después guiarlo al inexplorado pasaje que se contrajo a la primera caricia pero insistiendo consiguió que la punta traspasara. Sabiendo que necesitaría de un esfuerzo un poco mayor el de ojos verdes se acomodó entre las piernas de su compañero, ayudado por sus manos descubrió el sitio que buscaba y su lengua no fue tímida en presentarse y empezar a recorrer la sensible zona para explorarla y lubricarla lo mejor posible.

Seiya nunca había sentido nada semejante, una calidez nacía desde su vientre y lo hacía respirar agitado, las caricias de su compañero le despertaban las sensaciones más vivas y lo hacían gemir de forma abierta, ansiaba más y más sin poder controlarse, tan solo quería que nunca parara y por ello guiaba la cabeza de su compañero para que no se apartara y continuara con lo que hacía. Kanon no fue discreto en mostrar que lo complacía ese momento, cuando se sintió un poco más seguro llevó sus dedos de nuevo y con suavidad logró que uno entrara, con tiento y paciencia pudo hacer que fueran dos dígitos los que estuvieran en el tibio pasaje que se contraía sobre ellos y para el de cabellos azules ya era suficiente, su propia excitación no podía aguardar más.

El castaño se sentía besado y acariciado por todas partes, como si fuera un objeto de adoración imposible de resistir, ansiaba el calor de su compañero y por eso lo estrechó con fuerza cuando se recostó sobre él y parecía buscar una posición en especial y cuando lo logró no pudo sino sentirse un tanto impresionado y también deseoso por la insistencia de un rígido sexo que parecía reclamar el lugar y él no pudo sino rendirse y tratar de hacer lo posible para permitirle la entrada. De un movimiento decidido el de mirada verde irrumpió con determinación, ahogando cualquier protesta a besos, con suaves acometidas no cesó de recorrer el camino por el estrecho pasaje que se abría a sus esfuerzos mientras su joven amante lo permitía todo resistiéndolo con entereza y pasividad, aunque dejando saber por la fuerza con la que lo estrechaba por la espalda lo que sentía.

Vinieron unos instantes de calma y quietud dejándose sentir en ambos la naciente impetuosidad de la pasión, sus alientos se entremezclaban y vino el movimiento de sus caderas, lanzándose Kanon al ataque. Sus embestidas aumentaban de intensidad y se volvían ansiosas, frenéticas, se podía ver su rostro encendido por la pasión más absoluta pero aún así pudo contemplar el cuadro que hacía su compañero. Los encantadores ojos pardos entrecerrados por el delicioso placer, los suspiros y gemidos ahogados de la pasión, el temblor de sus músculos ante lo intenso de las sensaciones que se  fundían como un torbellino en su ser, todo era demasiado para soportarlo por demasiado tiempo.

Se sentían sofocados y que les faltaba el aliento debido a ese placer que los llenaba por completo, las embestidas que no paraban, los incontables besos que compartieron, las caricias que se brindaron con adoración, su propia naturaleza no podía sobreponerse demasiado a todo ello. Agitados y sometidos a sensaciones que los hacían vibrar por su intensidad fueron incapaces de tolerar más sin que la culminación de sus esfuerzos se anunciara, vinieron una serie de lamentos agudos e intensos, las pulsaciones de sus sexos que se erguían al grado máximo, los espasmos en lo más profundo de su ser hasta que todo se reveló como una erupción que los liberaba y el plácido orgasmo los llenaba hasta la última fibra de su ser sin que pudieran hacer absolutamente nada que no fuera rendirse ante su propia pasión satisfecha.

Se quedaron rendidos sobre la hierba hasta que llegó algo de calma, aún les costaba un poco de trabajo respirar normalmente y pudieron separarse con lentitud, no miraban realmente nada y solo la presencia de su compañero le dio algo de sentido a lo que les rodeaba, pues de inmediato buscaron sus manos para entrelazar su dedos y vinieron los besos compartidos que los hicieron sonreír.

—    Fue…fue…—intentaba decir Seiya.

—    Lo fue—le aseguró Kanon.

Por unos momentos aún callaron pero el de cabellos azules buscó el rostro de su compañero y le sonrió con ternura.

—    ¿Qué sucede?—preguntó el castaño con suavidad.

—    Es solo…te amo Seiya—dijo con total naturalidad.

Al de mirada parda le hubiera gustado decirle algo pero solo podía sonreír, sin más volvieron a besarse bajo la suave calidez del atardecer.

 

**********

 

Seiya estaba sentado tranquilamente en un sofá, hacia tres meses que Kanon y él vivían juntos, justo en ese momento entraba su compañero que lo veía atento a algo.

—    ¿Qué haces Seiya?

—    Revisaba algunos mensajes de los demás—fue su respuesta.

Vía celular sus compañeros le contaban algunas cosas de sus vidas y no estaba nada mal saberlas. Saori estaba saliendo con Julián Solo, tal vez demasiado pero no estaba por demás, quizás lograran entenderse; Ikki seguía con su vida errante pero comentaba que había conocido  una encantadora muchacha que lo estaba haciendo quedarse más tiempo del que nunca lo hubiera hecho en un solo sitio por su voluntad; Shiryu que explicaba contento sus planes en Rozan y todos ellos se llenaban del nombre de Shunrei a su lado; Hyoga y Shun que estaban juntos en la mansión Kido, demasiado, pero se sentían felices de haberse encontrado mutuamente.

—    Parece que todos están bien—decía el de ojos verdes sonriendo.

—    También me escribió mi hermana, está bien y contenta por poder ayudar en el orfanato.

—    Me da gusto.

Se le acercó y le dio un beso en la mejilla con cariño.

—    Si, todos estamos bien—decía como suspirando el castaño.

Vio a su compañero ir a su habitación pues sin duda deseaba ponerse algo más cómodo, le encantaba esa nueva existencia a su lado, no podía sino sentirse feliz, era como si todo lo que hubiera soñado se estuviera haciendo realidad y recordó la experiencia que le había hecho pasar Hypnos.

Había sido dichoso en esos momentos pero prefería serlo con su vida real, no en un sueño, una mentira. Estaba mucho mejor así, con un amor verdadero a su lado y la dicha de saber que sus seres queridos estaban bien.

Sonrió abiertamente para si mismo, después de esa aventura había investigado sobre ese mal, se sorprendió de saber más al respecto, un trastorno que hace recordar lo que no ha sucedido, pero en su caso las cosas marchaban casi como en sus sueños, era para alegrarse. Que más daba la Paramnesia, no era real, su felicidad si lo era.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

 

Algunas notas solamente:

 

Los Prados Asfódelos son una región del inframundo griego donde iban las almas ordinarias al morir. El inframundo estaba divido en varias regiones, parte de ello eran los Campos Elíseos, los prados Asfódelos y el Tártaro, así que en los Campos Asfódelos, estaban las almas de aquellos que tuvieron una vida equilibrada respecto al bien y el mal, y debía su nombre a que era una llanura de flores Asfódelas, que también era la comida favorita de los muertos.

 

La paramnesia propiamente es más una experiencia en la que una persona siente que ya ha vivido anteriormente una situación nueva pero también existe algo llamado paramnesia reduplicativa que es cuando una persona tiene la creencia delirante que esta en otro sitio que no corresponde a su entorno, es parte de los síndromes de falsa identificación delirante, todo esto es mucho más amplio de explicar pero era solo parte de una idea para explicar parte de la trama de este fic que espero les gustara.

Si nada sucede la semana entrante sigo con Nupcias.

Nos leemos.

 

 

 


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