Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

COUNTING CROWS por sleeping god

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

En esta ocacoón estaría mal decir que tenía trabajo así que diré, sinceramente, que no me nacia la inspiración y para colmo acorté mucho las cosas, el fin, esto quedó.

P.D: la canción es Audioslave, me pareció muy adecuada a la historia, esos errores que se cometen y que parecen no tener solución, sobre todo ese miedo, pero que al final puede ser el camino adecuado.

La luz del sol entrando por la ventana lo despertó en brazos de su amo, se desperezó lentamente, tratando de no levantar a su compañero. Al salir de la cama notó las mordidas en el cuello del mayor, se rio un poco, cada día era un avance más salvaje en sus relaciones sexuales y… sentimentalmente no le pasaba la alegría de que anoche, durante la cena, comieran juntos al decirle que lo veía como su pareja y no más como mayordomo.

Igualmente llevaba a cabo todas sus actividades, sin importar el pago, todo se le daba, vivía excelentemente bien al lado de Kuchiki. Sentía que todo era perfecto.

-Ulquiorra, buenos días-digo el inglés ya con su traje, preparado para ir al trabajo.

-buenos días, Kuchiki-sama. Está listo el desayuno.

-¿ya has desayunado?-pregunta mientras se sienta a beber el café.

-sí, se ha levantado más tarde.

-¿debo responder?-da una risa-me agotaste.

Simplemente Ulquiorra se permite una sonrisa pícara y antes de marcharse el mayor un largo beso en los labios.

Mira el auto irse pero antes de cerrar le llama la atención un sonido a un costado del arco de la puerta.

Se acerca y de improvisto Grimmjow sale de su escondite.

-hey, Ulquiorra, hace mucho, ajaja. Parece que tuviste tus razones para no llamar.

Su seriedad era una ventaja, así no podía ver el peliazul su sorpresa de que lo vieran besándose con el noble.

-lamente no venir antes, estuve muy ocupado… en realidad, me muero de hambre-se pasa tranquilamente hasta encontrar la cocina, tomar algo de carne y un par de cervezas.

-comen bien aquí ¿eh?

-sí, Grimmjow…-tenía la voz atorada entre lo inesperado y ese secreto que Grimmjow, su cuidador, su hermano más cercano, él único que podría entender que no podía hacer lo que planearon, que traicionó a todos, los más cercanos, por un hombre… sin embargo Grimmjow entendería que fue por un amor.

-bueno, venía a ver qué tal iba el plan pero según veo vas genial. El fin, me dijeron que necesitamos ese dinero lo más pronto posible-da un sorbo a la cerveza y se recarga en la barra-seguro que se pudre en dinero este hombre ¿Cómo cuanto sacamos cada uno?

Dejó sus ojos verdes en el suelo.

Aún tenía miedo de confesar su traición.

-¿Qué ocurre?-le cuestionan, pasando una mano por su hombro.

-… es… Grimmjow…-le puso los ojos en los suyos, le hablaría con la verdad- lo que viste afuera no fue una actuación…

Al principio permaneció con su sonrisa habitual más después desapareció. Para ambos era difícil considerar el amor como un factor. Y Grimmjow no creí que arruinara todo, que vivir con su novio Ichigo, gastar sus ahorros en citas y lujos para ese chico que lo hacía tan feliz le fuera a ser arrebatado.

-Ulquiorra…-acomodo sus palabras. Quería a su hermanito, su protegido, pero amaba a su novio-no puedes hacernos esto. Todos confiamos en ti. Algunos llevamos meses de atraso en rentas y demás.

-pero, Grimmjow, no puedo hacerlo

-todos hemos hecho sacrificios.

-lo sé.

-somos tu familia. Nada va sobre nosotros.

-es que…

-¡me lo debes!-le grito por fin, tirando la botella de cerveza a la mitad al suelo-¡no quiero discutir esto nunca más! ¡Yo te he salvado de tantas cosas a lo largo de tu puta vida, me lo debes! ¡Si no lo haces por los demás que sea por mí, joder!

Hubo un silencio absoluto donde ninguno pudo creer lo dicho.

¿Qué le pasaba a su comprensible cómplice? Su hermano que con tantas faltas siempre lo sacaba del hoyo parecía haber cambiado, sino que hasta desaparecido.

Abrió la otra botella como excusa de un sonido. Temió la obviedad que pudo haber sacado a flote. Debía tranquilizarse, racionalizar, ponerse en el papel del hermano que con todo gusto se sacrificaría con su protegido enamorado, igual que siempre… más no podía entrar en él, a su lado tenía a Ichigo que le impedía ser el chico que como fuera saldría adelante con una vida de lujos, porque ahora le exigían esas comodidades y de manera honrada y fiel.

-lo siento-atinó a decir después de un sorbo de cerveza.

-yo igual…

-escucha… me despidieron.

-¿Cómo? Si por ti aumento su…

-lo sé, pero una linda chica logró seducirme y termine cogiendo dentro-suspiro, fingiendo desesperación-no he pagado ya en 4 meses la renta y parece que Starrk pronto no estará en condiciones de darme para la comida. Vivir de pobre no vale la pena, Ulquiorra, lo sabes, no me hagas darme un tiro.

-entiendo-bajó la cabeza, estaba en malas condiciones y todo era verdad, siempre sacrificándose por él, siempre, y ahora que podía regresarle el favor se lo negaba.

No era lo correcto.

Byakuya tenía mucho dinero.

No había razón para que eso le causara un daño tanto físico como mental.

El problema era… que terminando el trabajo debía desaparecer…

-al concluir…-dijo con firmeza pero una sincera tristeza-… no volveré con ustedes.

Si bien Grimmjow esperaba algo radical no tenía en mente algo así, ya muchos de sus hermanos se fueron, poco a poco, quedaban ellos… y otro más se marchaba, comprendía que se fueran los últimos en llegar pero no los primeros.

-Ulquiorra, no seas tan exagerado.

-ya tomé la decisión. Haré esto y no nos volveremos a ver-le regaló una leve sonrisa-encontré mi lugar, Grimmjow.

Ambos procesaron el momento y el pantera, resignándose y a la vez entendiendo que era lo mejor, bebió lo que quedaba y le espeto.

-¡entonces, vamos, hay algo que hacer para que no nos olvides!

 

Le obligó a salir, a reunirse con el resto, aunque todo ese tiempo con el peliazul le hacía saber que pensaba, y era lo siguiente: si el número 4 se va pronto nosotros también seremos historia, el principio del fin.

Y la idea de marcar la historia en piedra resultó ser con tinta y en piel. Un  secreto de todos se podría llamar pues al igual que sus crímenes todos lo saben pero ninguno lo habla, de esa forma pasan a tatuarse, algunos se sabe dónde ponen el numero con el que ingresaron y otros simplemente parecen no haberlo hecho. No hay más ceremonia. Lo único que saben es que en unos días ganaran una gran fortuna y por eso es la celebración de tatuarse, Grimmjow se ha guardado la verdad que dirá acabada la última aventura con el número 4.

 

Regresó a la mansión antes de las 8 para darse una ducha, quitarse el olor de cerveza, cigarros y mariguana, bajarse el alcohol de la cabeza y revisar ese 4 que como le dolía en su pectoral, cerca del corazón para no olvidarlos y a la vez maltratar este órgano por alejarlo de sus compañeros.

Su jefe llegó muy tarde y cansado esa noche por lo cual no tuvo ningún inconveniente.

Al medio día de la siguiente mañana, después de lavar algo de ropa con su playera abierta pues no soportaba la tela sobre el pectoral, unas manos frías se deslizaron por su cintura, sabiendo de ante mano que esa suavidad y esa demostración era del noble posiblemente deseoso de algo de afecto o más.

-llega temprano-le dijo acomodándose en el pecho del inglés.

-andaba un ejecutivo jugando con su esposa y…-le susurra al oído-me dieron algo de celos y pensé “¿Qué hago aquí si tengo a mi lindo Ulquiorra en casa?”.

Con la alegría del momento se gira de entre sus brazos y lo besa, sonriendo entre cada uno.

-¿entonces me extrañó o le gustó su mujer?

-¿te darían celos si lo dijera?

Comenzaron a caminar abrazos a algún cuarto, mirándose a los ojos.

-no, no me darían celos.

-¿no?

-me enojaría, sería eso.

Lo tumbo sobre la cama, comenzando a deshacerse de su propio cinturón y a bajar el cierre para eliminar esa presión que desde que vio al jovencito lavando ropa  y su trasero llamándole le nació.

El menor prestamente sacó el falo y comenzó a masajearlo mientras le pedía le quitara la ropa, sacando únicamente lo de abajo, acariciándole las piernas y las nalgas para olvidarse del toqueteo y entrar directamente, cosa que a su novio nunca le molestaba. Ingresó sacando un gemido sonoro en el otro.

-¿estás bien?

-sí… sí… ya muévase.

-ya veo que tú también me extrañaste.

-siempre-después de un beso comenzó a moverse aunque no duró mucho porque en cuanto se irguió para agarrar un ritmo descubrió esa piel pintada y el alrededor rojo de lo herido.

-¿Qué demonios…?

-Kuchiki… ¿Por qué paraste?-preguntó apenas empezando a disfrutarlo.

-¿Qué es ese 4?

Sacaron el miembro de su interior y recordó su marca.

-… ah… bueno-se tranquilizó para responder cortante, nada sincero.

-bueno… ayer vino Grimmjow y decidió que nos hiciéramos tatuajes los dos.

-está bien, no hay problema, se te ve bien. Solo me preocupa el que se te infecte y… -paseó su mano por el pectoral, deteniéndose en su pezón-lo que significa.

Sin querer entrar en detalles lo besó pero notó que aún seguía su curiosidad.

-algo me ocurrió a los 4, algo bueno.

-¿Qué cosa?

-luego te la cuento-se limitó a volver a calentarlo, no solo porque realmente deseaba continuar, sino porque sabía nunca le diría la verdad de su pasado.

Simplemente la curiosidad lo mataba por lo cual no disfrutó del todo ¿Qué podía hacer? Ese “te cuento luego” o “es una larga historia” eran una frase para decir que nunca lo sabría o no pronto por lo menos.

Ya recostados le acariciaba el cabello negro, teniéndolo recargado en el pecho mientras él delineaba el tatuaje, procurando no tocar lo rojo.

-antes de que lo olvide…-dice el noble levantándose a sentar, dejando que el menor se sentara entre sus piernas-mañana  temprano salgo de viaje, me acompaña Abarai Renji.

-¿Por qué no lo mencionaste antes?

-lo siento, me enteré hoy y no quise arruinarlo con más preguntas.

No dijo más, mañana sería el mejor día para librarse de esa pesada carga.

 

Se despidió en la puerta, cerca de las 7 am y desde ese momento comenzó a mover las cadenas que cargaría de ahí en adelante, por un acto tan fiel que era impuro.

La casa no necesitaba limpieza así que esa mañana, como otras, les permitió a los empleados retirarse, y los cocineros y demás trabajadores especializados al no tener al noble que pedía esos servicios ni siquiera se presentaron.

Llamó antes del mediodía a Grimmjow, manteniendo el control de sus propios sentimientos que no le dejaron el espíritu, la mente y el corazón en paz ni un solo segundo.

-hey ¿Qué pasa?

-que sea hoy. No está y solo yo me encuentro.

-de acuerdo… basta… es importante…-se hizo un silencio-no me cuelgues.

Poniendo atento el oído pudo identificar una voz, no supo de qué sexo, pero si una disculpa de su hermano.

-ya, moveré todo, te llamo cuando estemos listos.

Se sentó a la mesa a tratar de engullir alimento más únicamente lo dejó enfriar, moviéndolo con el tenedor y dejando que el ruido de la cerámica y el metal hicieran eco en esa soledad.

Suspiró.

Ni un ruido.

Cruzó las piernas escuchando atento su ropa rozar.

Revisó cada parte del comedor; la mesa cubierta con un mantel blanco impecable, las sillas de madera oscura con un acabado fino totalmente inglés, las monótonas paredes, las ventanas que si no fueran por su vista al exterior no dirían nada espectacular… o todo lo contrario por su finura, su simple precio hablaba por ellas, después de todo eso era lo que sabía, que lo importante estaba en el precio, el reconocimiento, el valor en ese bien para facilitar el intercambio llamado dinero.

Se tocó el tatuaje que aun ardía, aunque deseaba sentir su corazón y cuestionarse como Aizen jamás explicó que importancia tenía, podría ser todo o nada. La vida que siempre siguió, le impusieron y autoimpuso, fue los lujos y ahí los poseía. Podía ser una coincidencia, amor que atrajo dinero, dinero que conquistó el amor, el amor creando dinero, el dinero que crea al amor, dinero por dinero, es decir, cuerpo y mente comprados o, finalmente, amor que no se podía comprar.

Retiró el plato y se levantó a responder el teléfono.

No entendió nada de  lo que pensó en esas dos horas.

Al demonio.

Que todo se fuera al infierno.

-dime.

-Ulquiorra.

-Kuchiki-sama-mantuvo la calma para no parecer que estaba seguro de quien llamaba.

-regreso mañana temprano ¿todo bien por haya?

-sí, todo bien.

-nos vemos mañana. Debo irme.

-si… Kuchiki…

-¿Qué ocurre?

-…-¿debía decirlo para no sentirse tan culpable?-le amo.

Sí, una droga a la realidad.

-igual yo. Nos vemos pronto.

-hasta pronto.

Colgó con la mano temblando, un nerviosismo que se incrementó con el teléfono volviendo a sonar antes de que lo soltara.

-diga.

-listo, murciélago-en esta ocasión era Yammy.

-bien. Los espero.

Antes de las 6 de la tarde se encontraban ahí, con las manos y la cabeza cubierta por el caso de dejar cualquier evidencia. Ulquiorra los guío a las cajas, a las joyas y los objetos de valor.

Era un verdadero frenesí de tomar y llevar a la camioneta.

-hey, Ulquiorra-le llamó el peliazul embolsándose un collar de oro y un anillo-dame un abrazo antes de irte.

Eso le sorprendió pero rio bajo y negó.

-yo no hago eso.

-ese es mi enano-le acarició la cabeza con nostalgia. No dudaba que se aleja, ya no-voy a golpearte antes de irme.

-no esperaba que me quisieras tanto-se burló.

-jajaja no, lo hago para que no te culpen. Trataste de hacer algo y recibiste tu merecido, nadie sospechara, ni siquiera tu noviecito.

Aceptó sin más y a media noche, teniendo lo que querían los vi irse, uno a uno. Las dos chicas con singular alegría, siempre juntas, tan lindas, ambas como una madre para él. Aporro tan extraño pero que listo resultaba a la hora de entablar una plática. Riyalgo con su brazo aun con una gasa, con su 10, el último en ser recibido por Aizen, el más problemático pero que incluso deseó volverse su cuidador. Starrk tan serio, meticuloso, extraño y a la vez tan cálido, tomando el lugar de un segundo padre. Nnoitra con la boca cerrada toda la noche más la maldad no se le iba… aunque lo reconocía mejor como un desesperado pero muy fiel a la banda, los espada como los llamó Aizen. Barragan en la camioneta, esperando, el rey imaginario de todo, quizá a ese no le extrañaría. Sonmari era quien menos deseaba supiera la despedida, era un sujeto grande pero que parecía regalar el corazón en pedazos y sabía tener una gran parte de él…

Finalmente se le acercó Grimmjow que se quitaba los guantes de látex. El hombre alto con la cara de buscapleitos pero él podía aun ver a ese niño sin músculos que lloró cuando recibió su primer abrazo y que sangró por él tantas veces, tantas… su cuidador… a quien más quería y por ello con el que menos debía mostrar tristeza, debía sentir lo mismo.

-esa hora. Prometí protegerte y espero hacer lo correcto. Todo este tiempo ese fue mi fin.

-lo sé.

Esa fue la primera vez que ambos supieron que su sonrisa era triste.

-cuídate.

-igual tú.

Lo último que escuchó fue el claxon del auto, apresurándolos.

Grimmjow lo dejó noqueado en el suelo y salió corriendo, cerrando la puerta tras de sí.

 

Después del largo viaje deseaba llegar, darse un baño y ver una película con su mayordomo. Algo de silencio que Abarai Renji desapareció durante las últimas 24 hrs.

Su sorpresa fue que fuera de su terreno y dentro de él se encontraran patrullas y, lo más alarmante, ambulancias.

Ulquiorra marcó hasta el día siguiente aunque apenas amanecía se había recobrado, para darles ventaja a los otros.

De inmediato aceleró y corrió a la entrada, donde un médico revisaba la mejilla inflamada del ojiverde.

-¿estás bien?

-sí, no es nada-respondió apenas llegó a tomarlo de las manos-lo siento, entraron a robar su casa-inclinó la cabeza pero sin falso pésame.

-al demonio mis cosas no tenía por qué herirte ¿Por qué no se las diste?

-es que…-calló, la cara de furia del inglés no tenía igual.

-¿Quién fue?

-no lo sé… escuché un ruido en la entrada pero… no recuerdo nada más.

Se levantó cuando el encargado del delito fue con él, exigiendo respuestas inmediatas.

-nos encargaremos y le avisaremos lo más pronto posible.

-quiero su cabeza en mi mesa-mencionó sin atisbo de figuración.

El corazón del murciélago se estrujaba, algo inadecuado pasó, algo hicieron muy mal…

-Ulquiorra, discúlpame, no debí dejarte solo.

-no es grave-una vez curada su mejilla se sentó a un lado el noble, moviendo su pierna con de arriba abajo, con desespero.

-no puedo creer que se metieran a mi hogar y te hicieran daño…

-Kuchiki…

-…no sabe con quién se ha metido-le tomaron la mano que el mayor no sintió pero el otro estaba seguro que estaba helada-no podrá salir bien de esta.

Se arrepentía de todo, de renunciar tanto a los espadas como, la verdad bien dicha indicaba, a Kuchiki.

Todo lo hecho fue planeado: la falta de cámaras, de testigos, de evidencias y, olvidaron una, exactamente lo que buscaban al robar: dinero igual a poder. Ese hombre más grande que los demás estaba determinado a aplastarlos.

Notas finales:

Proximo capítulo con más respuestas que dudas, espero.

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).