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COUNTING CROWS por sleeping god

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Notas del capitulo:

Agradesco la paciencia, igual que siempre.

Me fue dificil el capítulo, hasta se debe agradecer el titulo pues estuve a poco de llamarlo "A murder of one" que será el nombre del último capítulo. Más no debía hacer eso, en especial porque sería abierto y, sí, algo triste-aunque me había gustado-

La canción es de Foo Fighters.

El fin, aquí la historia.

Un golpe fuerte le despertó de su letargo, obligándole a enfocar la pared de enfrente del salón, al hacerlo descubrió al profesor con cara de pocos amigos ante su estudiante dormido que despertó con el lanzamiento de un borrador, pero qué podía hacer, en solo 4 días su novio no le permitía dormir y no por razones sexuales como preferiría, sino que investigaba tanto con el sol saliendo como el mismo estando del otro lado del mundo, su necedad le aterraba y le obligaba a hacerse preguntas que nunca antes se le vinieron a la mente: ¿y si dejaron alguna evidencia? ¿Y si alguien los vio? ¿Si los encontraban? ¿Si los arrestaban?... no podía conciliar el sueño a pesar de que todo salió a la perfección, más aun temía ese odio en ojos de Kuchiki, esa sandez a no creer que no se pudiera saber quién lo hizo y la amenaza diaria hasta que, y no estaba seguro, el moretón en su rostro desapareciera.

El maestro continuó con su clase al no ver una disculpa de él que no le pareció adecuado decirla, no podría prestar atención.

Al llegar a la puerta de la mansión deseó que su amo hubiera ido a trabajar en vez de investigar el mismo y se alegró de que no se encontrara.

 

Salió para distraer su mente, quizá de esa manera al regresar estuviera en mejores condiciones de recordar a sus empleados, gente que conociera, conocidos de estos, de servicios, reuniones, fiestas, de paso, que se quedan unos días, amigos, compañeros…

Se estacionó en una cafetería, pidió uno americano y se sentó en una mesa que diera a la calle. Recargó los codos en la mesa, quitándose los lentes y se sobó entre los ojos. Estaba harto de no dar con nada a pesar de su furia a que alguien lastimara a su novio y no pudiera darle su merecido.

Le dieron su café y notó la pequeña mancha oscura en el planto blanco, apenas perceptible, entonces se recriminó por no ser tan observador, quizá eso le hubiera ayudado ahora que lo necesitaba.

-disculpa, me puedes pasar el azúcar-le dijo un sujeto de cara seria detrás de él que aunque estaba bajo techo llevaba un sombrero banquero bajo su caballera castaña hasta los hombros.

Se la pasó sin decir nada y que la tomara con su mano delgada y morena, tatuada con un 1 gótico.

Acabó su café y pagó. Dio una vuelta a la ciudad hasta detenerse en un semáforo en amarillo y luego rojo, a un costado un hombre enorme con una chica con extravagante cabello verde venían escuchando música con el volumen muy alto en un auto último modelo, la chica se movió y le permitió ver un 10 en el brazo del hombre, igual gótico.

Arrancaron.

1 y 10.

Se preguntó que moda sería esa.

La verdad no deseaba volver a casa y preocupar a su pareja que por lo mismo no dormía. Pobrecito, se decía, por mi culpa se siente culpable del robo.

Pasó por una escuela preparatoria donde se sorprendió de ver al hermano de su mayordomo sobre una moto estacionada.

-Grimmjow Jeagerjaquez-le llamó y este volteó de inmediato con una enorme sonrisa.

-hey, que milagro ¿Qué haces por este rumbo?-estacionó el auto dispuesto a platicar. En cuanto bajo respondió.

-nada en particular, solo daba una vuelta.

-¿y Ulquiorra?

-bien, bien… en lo que cabe…

-sí, me platicó lo que pasó… ¿fue muy grave?-cuestionó con tacto de no verse implicado pero tampoco nada sabedor.

-el dinero no importa, el problema fue que lo golpearan… y no han encontrado nada, es lo más molesto…

-relájate. Vamos por una cerveza, eso te va a hacer bien. Solo espera.

-¿Qué esperas?

-a alguien-en corto tiempo apareció su pareja que con notable felicidad corrió a abrazarlo.

-¡Grimmjow!

-Ichigo, no te me pongas fogoso que tengo compañía-le susurró al oído mostrando a Byakuya.

-bueno, Byakuya, primero confió en tu discreción-realmente confiaba en esa discreción de no contarle al cuarto espada  de su novio-él es Ichigo y es mi fresita.

Recibió un codazo pero ni así ocultó el sonrojo de ser llamado de esa manera.

-un gusto-dijo sin atender a la sorpresa de que ese sujeto tan masculino fuera de esa forma-me llamo…

-Kuchiki Byakuya, te he visto en los diarios-dijo el menor y saludo igual.

-le invité a beber y como a ti no van a dejarte entrar en un antro de pechugonas será mejor que te vayas a la casa a lavar platos y cuidar niños mientras me emborracho con mis amigotes-sigo una risa del peliazul un golpe de su novio de preparatoria que, sin embargo, se reía igualmente-bueno, vamos a comprar alcohol y a mi casa.

Aceptado eso compraron lo debido y se instalaron en el nuevo departamento del sexta que decidió rentar uno más grande y con más habitaciones según para la comodidad de su pareja que a final de cuentas terminaba compartiendo la cama.

Abierta la primera cerveza la plática no abarco más que temas simples, comenzando por cómo se conocieron, la escuela, el trabajo; en la segunda gustos personas y películas; la tercera fiestas, amigos y familia; en las demás cuestiones un poco más personales hasta llegar a amor y sexo. Tanto que Kuchiki comenzó a sentirse incómodo con la pareja sentada muy junta, con las manos del pantera sobre los muslos del muchacho y ese a la vez abriéndole cada vez más la playera a su compañero. Se retiró al baño a orinar y al lavarse las manos el peliazul le gritó.

-¡sabes dónde está la salida! ¡luego seguimos platicando!-se asomó por pura curiosidad, descubriendo una escena poco formal, al chico con mucha maestría abrazado del cuello y con las piernas de la cintura del más alto, comiéndoselo a besos mientras terminaba de retirarle la playera que cubría ese 6 en la parte baja de la espalda.

Salió al mismo tiempo que esos se encerraron en el cuarto.

Condujo con lentitud.

El cielo se estaba oscureciendo.

La ebriedad no era tanta para la velocidad que llevaba pero su esos números queriéndole decir algo, quizá encerrarse fue el problema… sin embargo… sin embargo que un 1 y un 10 estuvieran con completos desconocidos era una cosa pero… Grimmjow que tenía relación con su pareja cambiaba las cosas… y… no quería pensar en el 4 más negarlo era peor que idiotez.

Llegando a su hogar se enclaustró en su cuarto que estaba repleto de papeles de lo investigado. Se sentó frente a la computado y, con miedo, tecleó con poca fe el nombre “Grimmjow Jagerjaquez” su asombro fue grande al ver varias notas sobre él, en especial sobre cuestiones criminales, había varias notas sobre arrestos por contrabando de drogas, lesiones y robo, y una humorística sobre prostitución masculina. No quiso sacar conclusiones de si era una mala persona o no a partir de eso, sin embargo de inmediato movió gente a que investigaran a ese hombre.

Se cerró por completo a meter a Ulquiorra, si algo llegaba a tener que ver ese peliazul sería una confidencia o un plan maquiavélico de alguien.

Acostado en su cama cerca del amanecer sintió a ese pelinegro acompañándolo.

-¿no puedes dormir?-le cuestionó volteándose a abrazarlo.

-eso iba a preguntarle yo.

-no, aun no puedo.

-¿Cómo va tu investigación?-esa pregunta siempre la hacía pero ni su respuesta negativa le quitaba la ansiedad.

-sin nada-mintió, sería un golpe muy fuerte decirle que sospechaba de hermano querido.

-ya encontrará algo, por ahora duerma.

Así lo hizo y a primera hora de la mañana le fue entregado su encargo sobre el pantera.

Los antecedentes penales se extendían aún más hasta haber pasado un par de años en prisión pero lo más sorprendente fue saber su procedencia, un hogar de adopción famoso hace algunos años hasta la muerte de su fundador Aizen Sousuke, siendo…

-el sexto niño en recibir en su fundación…-dijo en voz alta, tomando el teléfono a pedir información sobre ese lugar pero enterándose de que cerró hace años y que las personas que vivieron ahí no se podía proporcionar información sobre ellos. Dejando la información pública de lado volvió a pedir a esos contactos logrados por su dinero que la consiguieran lo más pronto posible.

Decidió desayunar mientras pensaba. No creía que fuera una coincidencia que eso de que tuviera un 6 y eso descrito, además las dudas se juntaban en su mente.

-buenos días-le dijo su mayordomo listo para irse a la escuela.

-buenos di…-respondió su teléfono con presteza y recibir la noticia que la información estaba en su correo-lo siento, hay algo que debo hacer-se levantó como resorte, únicamente despidiéndose con un beso.

En el documento lo primero era sobre Aizen Sousuke y su enfermedad terminal que, aunque muchos supusieron cuando inicio su proyecto, no fue para ganarse un lugar en cielo después de sus excesos en la tierra, sino que como decía en sus cartas personales y comentarios de sus amigos más cercanos Ichimaru Gin y Kaname Tousen, también inversionistas en la casa hogar, lo hacía para enseñarles a los que vivieran con él como debía ser la meta final de la vida, gastarla hasta la última gota y partir sin ningún sufriendo al otro mundo si es que existía.

Dejo atrás demás comentarios sobre su enfermedad y esos excesos hasta llegar a los nombres de los adoptados.

El primero un chico abandonado en un bosque y encontrado dormido a un lado de un lobo que confundieron con coyote por lo que ese fue su apellido, llamándolo Starrk.. El segundo un anciano malhumorado que vivía con la fantasía de todo su dinero y poder que perdió acabada la segunda guerra mundial llamado Barragan. Le siguieron un par de niñas que llegaron juntas al escapar ambas del orfanato y ser encontradas por Aizen en un día lluvioso, Hallibel y Nelliel.

-dios…-se quedó sin habla por divisar ese nombre.

Encontrado en una cueva de murciélagos un niño de 1 año y medio que sería llamado Ulquiorra Ciffer.

Abrió la ventana para respirar algo de aire fresco hasta recargar su frente en el marco.

Negándose a creerlo pasó los demás nombres hasta una foto en blanco y negro de todos los de ese hogar. 14 personas.

Empezó a reconocer rostros.

Ese tipo del café fue a pedir el trabajo y que había mencionado a una familia de 14 y muchos feliz cumpleaños.

Ese de ahí era Grimmjow, su pequeño Ulquiorra y esa mujer rubia.

Sin razonar ni hacer exclamación alguna fue hasta el bar de la cocina y se sirvió un wiski para pasarse eso difícil de tragar.

Podía buscar más información y quizá encontrar que seguían relacionados o que era simplemente una coincidencia de un mundo que a veces no es tan grande.

Pero temía

Existía la posibilidad de ser lo primero y, si así lo era ¿Cuál era el plan?

Muy fácil, era necesario que alguien se acercara a él, obtuviera información y le robaron… más faltaba la culminación y esa era retirarse el infiltrado. Había dos posibilidades: la primera que aun pudieran exprimirle más dinero, pues ni siquiera dejaron evidencia y estaban confiados en no ser atrapados; o la segunda… quizá… no quiso irse y lo amaba realmente, un error por nadie planeado.

Sea cual fuere de ellas debía castigar por ello.

La forma era el problema.

No podía negar su cariño por su mayordomo, sin embargo le traicionó.

¿O no?

Existía otra cuestión, que esos sujetos lo obligaron, directa o indirectamente, todos saben que esas casas con niños sin padres son hostiles.

Engulló el trago y comenzó su larga investigación.

En un lapso de dos días obtuvo la historia de vida de cada uno.

Todos tenían antecedentes de robo. Algunos trabajaban y otros estudiaban, en fotografías recientes vio otros tatuajes del número en que fueron adoptados y, lo mas incriminarte, tenían gastos excesivos para su poder económico. Además estaba, sin lugar a dudas, implicado su pareja, tanto testigos de verlos juntos como llamadas telefónicos lo delataban.

Con ello solo requería una orden para que revisaran ya sea la casa de cada uno o el dinero que gastan y serían atrapados, ya sea con tener alguna cosa de su propiedad o por los números de serie del dinero.

Más iba a esperar.

No quería el dinero.

Deseaba venganza.

Y sabía de quien obtenerla.

 

Marchó a paso apresurado al cuarto de su señor que, por fin, después de varios días no le hablaba ni salía de ese escondite.

-¿Qué ocurre, Kuchiki?-cuestionó con voz pagada.

-pasa-así lo hizo.

Le pidieron sentarse a la orilla de la cama distendida a un lado del noble que se presentaba desarreglado.

-¿me quieres?-fue la pregunta hecha.

Permaneció en silencio. Ese cuestionamiento tenía algo detrás que no lograba descifrar, más debía contestar.

-sí.

-¿Qué tanto?

Aun reconociendo que sus respuestas eran para otro fin logró apenarle esa duda.

-Kuchiki…

-no seas penoso. Dímelo.

Bajó un poco el rostro.

-¿comparado con qué?

-no lo sé ¿Qué más quieres en este mundo? Alguna mascota o un familiar.

-no tengo mascotas, solo a Grimmjow.

-bien. Comparado con Grimmjow-sonó con malicia mas no lo percibió por la vergüenza.

-sí-ya había rechazado a su familia, era obvio que si lo amaba más.

Recibió un beso simple.

No comprendía que pasaba por la cabeza de Byakuya y temía su demencia de esa investigación.

-¿se siente bien?

-sí, mañana seré el de siempre.

Le pidieron se retirara para que pudiera dormir.

 

Aunque no era para descansar que lo sacaba. Salió silenciosamente a la casa del pantera, tocando a su puerta durante unos minutos hasta ser abierta por el semidormido espada.

-… ¿Qué quieres a esta hora?

Sin respuesta se pasó a la sala dejando con molestia al otro.

-vengo a hacerte un trato.

-ya no trabajo en eso-se burló queriendo que se marchara, permaneciendo con la puerta abierta a pesar de darle frio por estar únicamente en ropa interior.

-si haces lo que te diga nada va a pasarle.

Todo cambió con ello. Enseguida comprendió de quien hablaba.

Cerró la puerta y espetó secamente.

-¿Qué diablos planeas?

-delata a 4 de tus compañeros, dame pruebas sólidas y tú e Ichigo podrán irse.

Cerró y abrió sus manos. Su corazón le latió velozmente. Se sentía como un niño que fue confrontado por su madre por robarle de su bolsa.

-no puedo hacer eso.

-deberás hacerlo o puedo culpar a ese…

-no tiene nada que ver con esto.

-¿y quién diablos crees que soy?-se acercó más al peliazul, con poca paciencia-estoy sobre la ley, si quiero los atrapo a todos así que considera que estoy siendo amable.

Bajó los ojos azules por primera vez y se sentó sintiéndose derrotado.

-me preguntaste sobre mí y Ulquiorra mientras bebíamos.

-sé que eres una especia de protector, que fueron puestos con un compañero.

-así es. Él me cuida y yo lo cuido. Sin embargo… todos en esa casa nos volvimos una familia, aquella que nadie tuvo… hasta incluso más unidos que eso ¿entiendes?-levantó la mirada, podía erosionar el vínculo familiar pero no romperlo. No tan fácilmente se le irían tantos años en unos minutos-no voy a hacerlo.

-eso pensé. Sígueme.

Se puso ropa y fue con él hasta la mansión del noble, llevándole a la parte trasera donde estaban tres sujetos, su empleado Renji, un hombre calvo llamado Ikaku y uno más con corto recto corto y muy narcisista de nombre Yumichika.

-ellos…

-¿Qué?-se burló-¿planean darme en la madre?

-en realidad, sí.

No creyó que se cumpliera como profecía aquello.

Tres contra uno no le parecía tan malo pero era obvio que los trajo con ese fin específico, preparados para ello, y solo cuando se complicaba se metía Kuchiki que no le molestaba ponerle un golpe o dos.

Aun con ello se negaba.

-Grimmjow Jeagerjaquez, realmente prefiero no tomar la segunda medida.

Lo acercaron a la ventana que dentro, recostado en la cama, su pareja dormía.

Tragó saliva.

Iba enserio.

Se le arremolinaron tantas dudas que no sabía en cual centrarse.

-dame a mí la responsabilidad-contestó.

Grimmjow Jeagerjaquez, era el tipo con más antecedentes criminales de todos, él único con un homicidio en su repertorio, él que se si se conocían sus padres pero que lo negaron enfrente de él, quien decidió por sí mismo ser objeto. Parecía el peor de todos.

-¿Por qué ese sacrificio?

-todos harían lo mismo.

-¿me quieres decir que prefieres morir en la cárcel y dejar a ese chico por tus compañeros?

Escupió sangre al suelo y con una sonrisa fue suficiente.

La familia de ellos era distinta y el amor… secundario.

-así fueron criados-dijo a media voz.

No era culpa de su novio, así le criaron y… puede que así muera.

-así es, de esa manera somos.

Hizo una seña de que lo encerraran en la habitación  que ya había preparado y además pidió sacaran al chico pelinaranja que nunca planeó hacerle nada además de dormirlo y llevarlo ahí.

Sintió frio.

No, hacía frio.

Leves copos de nieve empezaron a caer.

Y él tenía frio.

 

Lo vio en la mañana. En silencio se colocó a su lado y dijo ganándole la palabra.

-deja de fingir.

Silencio.

El nihilismo siempre latente.

Ni el viento interrumpía aunque sus respiraciones parecían muy fuertes.

-los tengo-confesó y por los ojos verdes se posaron sobre él… con miedo.

-no les hagas nada-era cierto eso de que se matarían por otros. Sin embargo estaba seguro que no era así ese murciélago, tenía su propia manera de ser y razonar, no como un molde creado dentro de esa casa de locos-por favor, yo tomaré la responsabilidad.

Dio la vuelta pero fue detenido.

-no lo hagas.

-no sigas actuando, te digo.

-no lo hago, ya no…

-¿a quién engañas?-preguntó obligándole a soltarlo-¿Quién eres?

Notas finales:

Gracias por leer.


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