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COUNTING CROWS por sleeping god

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Notas del capitulo:

Creo que por fin me inspiré rapidamente.

Me gusta el avance creo que veloz así que espero seguír así.

Ah, la canción es de Lynyrd Skynyrd, la recomiendo.

La resaca de esa mañana se podía tomar como la mejor que hubiera pasado en su vida pues no había ruido alguno que le molestase a su cabeza que punzaba con los simples pensamientos.

Se quitó las cobijas y miró su traje arrugado de dormir con el.

Salió de la habitación y lo primero que vio fue a su mayordomo de pie, con hojas en sus manos blancas de uñas negras pero mirándolo a él con expresión nula.

Inclinó la cabeza en saludo el joven sabiendo que el sonido era catastrófico en esas situaciones.

-me daré un baño-le informó siendo seguido hasta allá.

Intentó desvestirse pero le costaba sacar los botones.

-permítame-dijo ayudando en la tarea de desvestirlo, ya con la tina llena de agua caliente que tuvo que rellenar 3 veces, esperando que despertara el señor.

Lo dejó en ropa interior.

-¿debo continuar?-cuestionó viendo semidesnudo, ese cuerpo varonil como el de Grimmjow y que hasta ahora prestaba atención a los detalles: esbelto, no tan musculoso como su hermano pero si adecuado, alto, la piel levemente tostada. Que decir  su amo era apuesto y era la primera vez en su vida que se fijaba en el físico y no en el intelecto de las personas, diciéndose que se estaba volviendo superficial por esa vida de apariencias.

-déjalo así.

Se dio la vuelta para no revisar más a Kuchiki pero lo escuchó caerse por lo cual tuvo que verlo con la ropa interior en los tobillos y, sin poder evitarlo, pasar por su pene colgando, de notable tamaña y sin rastro de vello. Se sonrojó tardando en ayudarlo a levantarse, recriminándose mentalmente esa idiota revisión cuando ya antes lo había visto y, sobre todo, sentido.

Kuchiki, aun con la resaca, notó la mirada y el cambio de color de su sirviente mientras se colocaba bajo su brazo para elevarlo.

No olvidaba que hizo y dijo anoche. Podría tomarlo en ese momento y la idea lo estaba excitando.

¿Amor? Era la idea que no le permitía dar otro paso en sus múltiples violaciones al chico.

¿Y si realmente se enamoró? ¿Quién podía saberlo?

-lo siento, Ulquiorra-se disculpó quien sabe si por la torpeza de beber de más o por todo lo malo que le había hecho.

-no se preocupe, para eso estoy.

Entró a la tina y cerró los ojos.

-¿le sirvo de al…?

-sí-dijo antes de que siguiera. Abrió los ojos y vio eso que ya suponía, el odio en volver a ser una puta y que todo lo de ayer fueran patrañas de borracho.

-ya que no me levantaste para ir a trabajar…

-supuse…

-déjame terminar-Ulquiorra calló inmediatamente-que fue la mejor decisión y que nunca ningún empleado hizo, así que me tomaré el día de hoy. Saldré así que prepara el auto… el que sea, pero que no llame tanto la atención. Como sea, alístate.

-¿iré?

-si…-recapacitó y se salió un poco de la tina-claro, si  no te molesta ¿no vas hoy a la escuela?

-no alcance a llegar-mintió pues no fue para que nadie molestara en Byakuya y su cruda.

-bien, quiero dar a entender que puedes o no puedes ir. Es tu elección… ¿queda claro?

-sí, quiere decir que me invita.

-sí, no como mi empleado...- se hundió hasta el cuello pues era complicado invitar a un muchacho que no demuestra nada y lo hacía sentir estúpido dándole vueltas y que sería peor si lo hace directo.

-me alistaré.

Abandonó el baño, sin olvidar su misión, era el primer verdadero paso.

Se quedó frente a su armario que, en su mayoría, eran trajes para el servicio. Entre su ropa la mayoría no era para citas sino para andar en su casa como siempre.

Suspiró resignadamente y tomó unos jeans negros, camisa de manga larga verde y tenis converse negros. Fue el baño a retocar el labial y las líneas verdes, revisando su rostro de porcelana.

Estuvo a punto de tocar sus labios pero se contuvo, en vez de eso agarró su cabello oscuro que estaba ya cerca a bajar de sus hombros. Sacó unas tijeras y lo recortó.

Se acostó a mirar el techo y, sin darse cuenta, quedarse dormido.

 

Salió con la toalla en su cintura e ir a su habitación a vestirse, no sin antes hacer una parada en el cuarto del mayordomo.

La resaca casi desaparecía.

Abrió un poco el cuarto y lo vio recostado, dormido profundamente vestido de civil. Sonrió pues ni dormido perdía ese semblante serio.

-eres muy misterioso-supuso que se tardaría cambiándose por lo que sacó una cobija y se la colocó encima, desperezándolo un poco, haciéndolo girarse y, sin querer, dejando la mano sobre la suya. Volteó su mano para sostener la del chico. Parecía muy frágil más era áspera de tanto trabajo. Lo dejó en la cama y fue a vestirse lo más simple posible, mezclilla, camisa blanca con diseño a letras, zapatos negros y su bufanda encima y los kensekais, estos últimos regalo de su abuelo y la otra herencia familiar.

Volvió a ver al menor que apenas se levantaba, observando con curiosidad la sabana.

-supuse que podría darte frio.

-gracias-dobló la cobija y arregló un poco el cabello.

-se te ve bien-alagó.

-¿Qué?

-el corte, se ve bien.

-oh, gracias-se mantuvo seco, esa amabilidad no haría efecto en él.

Salieron en el Cadillac al centro comercial, en un silencio por más incómodo.

-pondré algo de música ¿te parece?

-como desee.

-te pregunto ¿pongo o no música?-fue un arrebato de ira que quiso no sacar.

-no.

-bien-siguieron el trayecto de la misma manera hasta parar en un semáforo.

-¿has desayunado ya?

-sí.

-¿no mentiras igual que con la escuela?

Los ojos verdes se le clavaron pues creyó que no se había dado cuenta.

-no he desayunado.

-desayunemos entonces.

Aparcó en un restaurant un poco menos elegante de lo acostumbrado, queriendo no incomodar a su invitado.

Se sentaron uno frente al otro en una mesa para cuatro, con un mantel azul y blanco, cercano a las ventanas que daban a la calle poco transitada.

-¿tomo su orden?

Tomaron el menú pero el menor pidió rápidamente algo.

-té verde, por favor.

-enseguida-se retiró a traerlo.

-no sabía que te gustaba el té.

-así es-no dejó de mirar la cartilla para evitar los ojos del noble que no sabía interpretar, no era amor lo que había en ellos pues ya antes lo habían mirado con ese sentimiento, era más curiosidad que otra cosa.

-pediré hot cakes ¿y tú?

-lo mismo-volvió el mesero y dieron la orden.

Pasaron un rato en silencio hasta que Kuchiki volvió a hablar.

-¿te causé muchas molestias anoche?

-no, pocas en realidad.

-hace años que no bebía de esa manera.

-no debería hacerlo.

-a veces pienso que beber seguido sería bueno para estas ocasiones. Ya sabes, para cuando suceda esto no me ponga ebrio.

-es posible. Grimmjow bebe muy seguido y nunca lo he visto en ese estado.

-¿Cómo es tu hermano?-se atrevió a preguntar ya que hacia platica.

Guardó silencio al verse soltando la lengua. Continuó la charla pues ya había hablado.

-alto, quizá demasiado, se esmera en su imagen y ya debe saber porque, es llamativo por su cabellera azul al igual que sus ojos. Personalmente es irresponsable, extrovertido y muy narcisista… pero es una buena persona.

-se nota que le quieres.

-así debe ser.

-¿puedo preguntar algo?-ahora se dio cuenta que el noble se había acercado y sonreía.

-¿Qué?

-no se parecen entonces en nada tu hermano y tú.

-es… una larga historia que prefiero no contar.

Volvió a poner su espalda en la silla para darle espacio y recriminarse alejarse de una amena conversación.

-me gustaría conocerlo-se atrevió a decir.

-algún día, quizá-les trajeron la comida.

Acabaron pronto cada bocado. Conectando los ojos en momentos.

Salieron del lugar al centro comercial.

-me parece que no tienes mucha ropa. No es que diga que tu ropa está mal sino que…

-entiendo. No, no tengo mucha ropa pero así está bien.

-no te preocupes, compraremos algunas prendas-por primera vez no le atribuyó ese obsequio al amor a si mismo del noble, quizá quería ser amable, quizá buscaba corroborar que lo de anoche no fueron tonterías, quizá intentaba ganárselo… tantos quizá pero ninguno seguro.

En la primera tienda encontró rápidamente dos pares de pantalones, en la siguiente camisas y chaquetas, después zapatos y al último accesorios. Se divirtió, admitía, esa vida de gastos siempre lo hizo feliz.

Sin embargo el otro nada compró y eso lo intrigaba, dejando salir la duda.

-¿no compraría algo usted?

-era un excusa, en realidad. En mi tiempo libre adelanto trabajo, así que no sé si se le pueda llamar tiempo libre-sonrieron.

-no lo llamaría así.

-tienes razón.

-gracias por todo.

-no fue nada. Nunca me ha gustado comprar pero hoy ha sido diferente. Es agradable verte modelar.

Logró sacarle un sonrojo en las mejillas.

-parece gustarte cambiarte.

Suspiró sin darse cuenta de que ese siempre lo observó.

-me alegra que no dijera desvestirme- rio Kuchiki pues lo pensó y cambió sus palabras justo a tiempo.

Se dejó convencer de comprar crepas en un lindo y grande parque.

Las comieron sentados bajo un frondoso árbol, dejándole probar la suya de cajeta y el otro de chocolate.

-¿demasiado dulce?-cuestionó Byakuya a la cara de desaprobación del menor.

-… no me gusta el chocolate.

-¿Por qué lo probaste, entonces?

-no lo sé, olvidé que no me gusta.

-vaya-se burló de eso haciendo que el otro le diera la espalda-no te molestes. A cualquiera se le olvidan sus gustos.

-eso no me ayuda.

-lo sé-le limpió el chocolate que quedó en su labios con el dedo gordo, sonriéndole tiernamente.

Se pasó la lengua por los labios aunque no le gustara el sabor, quería mostrarse dispuesto, ese día Kuchiki le dio una gran impresión, lo suficiente para acompañarlo a la cama sin replicas y disfrutar en esa ocasión.

-demos una vuelta antes de volver.

Fueron por el pasto, bajo el cielo azul y el clima caluroso.

-debimos comprar helado-repuso el menor, remangándose la camisa.

-compremos de regreso…

Sin decir nada lo jalaron al cuerpo de su amo, dejándole escuchar la bicicleta pasando por donde estaba.

-que imbécil ¿estás bien?

No respondió, quedó pasmado por la cercanía, el calor, la preocupación y la sincera pregunta.

Sus mejillas se calentaron otra vez, más veces en ese día que en varios años.

-Ulquiorra-se le hacia la voz diferente a la del sujeto que le ordenaba.

Se enojaba que sólo por salvarlo de daños menores pasara de sexo a sentimentalismo.

-estoy bien-siguió caminando. No le vio la cara porque se sentía apenado.

-hace años que no venía a este parque. Siempre era con Rukia pero ahora tengo menos tiempo.

-es lindo-pronunció con la voz aun atorada en la garganta.

-sí, a ella le encantaba… y a mí también. Vengamos más seguido ¿te parece?

-me agrada la idea.

Le dieron la vuelta, comprando un par de helados de limón.

-¿quieres una rosa?-le cuestionó el mayor, señalando las plantas en su apogeo.

-no debe tomarlas.

-no pregunto si debo, pregunto si quieres una.

Los detalles, se dijo, son cosa tonta… tanto que nunca les presta atención: el vestirse como clase media, llevar otro auto, comer más barato, sentarse en el suelo… tantos que no los notó. Una rosa no comprada, cortada frente a él.

-sí, quiero una-Kuchiki Byakuya cambiaba frente a sus ojos y él mismo.

La arrancó cuidando no clavarse las espinas pero llevándose dos en la palma, para entregar una rosa amarilla.

Sostuvo la mano que se la daba para retirar el par de espinas.

-¿le duele?

-no-sostuvo otra vez la pálida mano-para nada.

Se soltaron para volver a la mansión, conduciendo más rápido de lo normal, en un silencio cómodo.

En un cambio de velocidad pudo notar la sangre en la palanca. Puso su mano sin saber por qué, eso no ayudaría a que sanara pero parecía disminuir su sufrimiento interno, le dolía le corazón.

-Kuchiki-sama-se atrevió a decir, excitado más que nunca, siento no el deseo sino la necesidad de juntarse con él.

Y eso lo notó en la voz del empleado que dijo su nombre sensualmente, aparcando el auto y lo besándolo desesperadamente, metiendo sus manos bajo su ropa, calentándole las manos del menor que manoseaba el bulto en su pantalón, cosa que nunca hizo por santa voluntad.

-di mi nombre otra vez-le pidió entre besos.

-Kuchiki…-soltó bajándole el cierre y sacando su miembro erecto para masajearlo.

Le mordió el labio mientras presionaba su verga, endureciendo los pezones del menor.

-no es lugar para hacerlo.

-no importa-contestó el de ojos verdes, ahora usando las dos manos.

-no, no lo es para la primera vez.

-¿primera vez?

-que te haré el amor y no te violaré-le soltó por la sorpresa.

Le dejó conducir como demonio y bajar a base a caricias que le encendían a cada momento. Abrieron la puerta y llegaron a la primera habitación que era un cuarto de huéspedes como muchos, cayendo en la cama sin soltarse los cuerpos y los labios.

-Ulquiorra-susurro sobre los pálidos labios-lamento ser tan cruel… antes…-le da otro beso antes de que le responda.

-no lo perdonaría normalmente pero…-calló, algo cambió en sólo un día-le perdonó-concluyó a lo único que podía comprender.

Sonrió y se sacó la camisa blanca, empapada de sudor, pasando a bajar el pantalón del mayordomo que tiró los zapatos para que saliera y manoseara el pecho de su señor. Volvieron a enredarse en un besuqueo apasionado hasta que tuvieron la necesidad de aumentar el calor. Abrió Ciffer el pantalón de Kuchiki, masajeando un poco el miembro y después quitándose la ropa interior, recostando al otro para sentarse poco a poco sobre el pene.

-no te imaginaba así-confesó el mayor, sujetando una almohada por el estrecho interior de chico.

-el sexo… saca cosas extrañas de todos-atinó a decir, robando palabras de Jeagerjaquez que hacía años le dieron a él la explicación de por qué cuando se acostaba con alguien se dejaba tanto y a la vez actuaba con un salvajismo que jamás salía a la luz.

Se sostuvo del vientre de Byakuya para subir y bajar, gozando de dejar salir su voz, de no omitir el disfrute y que ahora ese le levantara la camisa y pellizcara sus pezones y paseara la palma por su miembro.

Miró fuera, por una ventana donde se vio a si mismo sonrojada, montando al terrible dictador que tantas noche le hizo llorar. Se asustó. Sin embargo el noble se levantó, cansado de no aumentar el ritmo, poniendo sobre la espalda al pequeño y empezar a embestirlo, no sin antes besarlo como le gustaría hacerlo de ahora en adelante. Y ese besó borró la duda de ojiverde, no había miedo… ¿Qué sería entonces?

Pasa de la media noche y no han querido parar como si dejándose todo se desmoronara como el sol trascurriendo el cielo.

Empujan dentro y se permitía gemir.

-te amo-agachó la cabeza y sacó el aire. Al fin Kuchiki tuvo el valor, o quizá era que otra ronda le sería imposible, pero se lo dijo, eso era en su espíritu sentía y ya no había duda: lo necesitaba.

-ah, que rico…-dijo por instinto, pensando… pensando…

-te amo tanto.

Pensando nada más en eso: te amo.

¿Así era? ¿También le amaba?

Le giraron para besarle y masturbarlo.

-le amo…-mencionó viéndolo a los ojos azul marino.

No quería pero así era y tener sexo con la persona que deseaba no le permitía llenar su cabeza de otra cosa.

Durmió en brazos de su amo con una paz absoluta donde había traición dibujada por el corazón.

Notas finales:

Gracias por leer.


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