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Mejor por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es un fic corto con una pareja que ya he utilizado pero espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

Espero que les guste.

 

 

La verdad era que a Death Mask de Cáncer no le gustaban ese tipo de misiones, se sentía nada cómodo con tener que inspeccionar, no le parecía que fuera algo a su nivel estar revisando diversas regiones, es decir era un caballero dorado, estaban para cosas mucho más importantes que quedarse varados en medio de la nada esperando algo que no iba a suceder. Estaba seguro de eso pues nunca ocurría nada. Entonces ¿Por qué de todas maneras estaba a mitad de una misión en la que no quería estar?

—     ¿Todo bien?—le preguntaban.

Era por eso.

Camus de Acuario estaba a su lado para esa misión, originalmente solo era una labor de un caballero pero el de la cuarta casa se ofreció, claro que lo hizo cuando supo que era el de la penúltima casa el que tendría que viajar en esa ocasión.

—     Todo está bien por aquí Camus.

—     Podremos reportarnos ante Shion sin novedades.

—     Claro, iremos a decirle Patriarca, todo está como siempre, de paso podemos preguntarle porqué seguimos vigilando lugares donde no sucede nada y nunca pasará nada.

—     No te quejes, es mejor esta paz que volver a sumergirnos en una batalla.

—     Supongo que tienes razón—decía sin terminar de convencerse el de la cuarta casa.

—     Disfruta esta paz Death Mask, la merecemos.

—     Dejaré de quejarme.

—     Bien.

Con eso se acercó al italiano y le sonrió.

Si, por eso era que el de Cáncer se había ofrecido a acompañarlo.

Camus y Death Mask llevaban un tiempo en una relación, que tan seria era nadie podía decirlo, aunque tampoco ellos dos se habían detenido a pensarlo mucho. Habían empezado de manera bastante casual, solo algo que se había dado pero fue haciéndose más estrecha la relación y se les veía juntos con frecuencia. Los otros caballeros dorados y los que no lo eran se habían preguntando bastante al principio cómo era posible que estuvieran en una relación, les parecía que eran muy diferentes pero terminaron creyendo que era justamente por eso que los dos se entendían.

El venido de Italia se sintió atraído por el francés sin duda alguna, le gustaba su manera de ser, de actuar, no estaba a discusión que le encantaba su físico también pero en cuanto al de Acuario nadie estaba seguro, ni Death Mask, del porqué había aceptado mantenerse a su lado todo ese tiempo. Como fuera ahí estaban los dos una vez más y estaban a solas, eso siempre lo apreciaban.

Al verlo sonreírle el de Cáncer no tardó en sentir esa oleada de pasión que siempre despertaba su compañero en él, esa sonrisa en el rostro del otro solo significaba que lo estaba invitando a ser más abierto. Cuanto le gustaba eso. Se acercó decidido al francés pasando sus manos por la cintura y atrayéndolo no dudó en asaltar sus labios y presionó suavemente su lengua hasta que logró entrar y tomó posesión de todo el sitio que no se le resistía. A Camus le encantaba como besaba el italiano aunque tuvieron que separarse un poco para hablar.

—     Será mejor terminar de observar los alrededores Death Mask.

—     ¿Tenemos que hacerlo?

—     Si.

Lo vio volver a caminar y seguir adelante, por eso lo había besado, para que no siguiera con su mal humor por la salida.

Así que los dos continuaron caminando y subieron por una especie de pico que dominaba el valle, semejaba a uno de esos territorios salvajes y abandonados donde la gente contemplaba un espectáculo natural entre ocre y rojizo, no existía abundante vegetación ni fauna pero aun así era un sitio abierto y hermoso que mostraba un cielo azul completamente abierto. Conforme se avanzaba se podía sentir que el aire corría libremente y había una sensación de resonancia entre las rocas, no estaba nada mal haber ido, aunque para el de Cáncer lo más importante era poder tener un tiempo únicamente para ellos dos, un tiempo privado, sin otros caballeros ni más deberes.

 

**********

 

Cuando alcanzaron la parte más alta por unos instantes se quedaron mirando a la distancia, no había nadie más en miles de kilómetros, en esos momentos eran los únicos seres vivos que dominaban el lugar. La sensación resultaba embriagante.

Death Mask observó como el de Acuario se quedaba mirando fijamente al vacío ¿En qué pensaba en esos momentos? Nunca le hacía preguntas sobre lo que pensaba en esos instantes, prefería dejarlo ser, nunca había sido tan liberal con un compañero pero a Camus jamás lo trataba como a los otros, para empezar porque el de Francia tampoco se comportaba como las personas de su vida antes de él.

Había algo excepcional en ese caballero, no podía explicarse que era pero estaba ahí, algo que lo hacía sentirse diferentes incluso pero hasta el momento ninguno de los dos había hablado de ello, era complicado para ambos. Resultaba que el italiano no se veía como una persona conversadora y aparte de eso Camus no era especialmente comunicativo, estar juntos, sentir, dejarse llevar, todo eso había sido sencillo pero hablar de manera abierta y franca sobre lo que había entre ellos no era tan simple. Parecía a momentos como si fuera un asunto de Yo lo sé, tú lo sabes ¿Para qué hablar de ello? No estaba mal pero tampoco se podía asegurar que estaba bien.

—     ¿Cuánto más?—preguntó de pronto Camus.

El de Cáncer lo miró sin comprender ¿quería aclarar algo entre ellos? ¿Esperaba que le dijera algo? ¿Debía sincerarse de alguna manera? ¿Estaban preparados para una conversación de ese tipo?

—     Camus, yo…

—     ¿Debemos quedarnos un poco más o quieres que regresemos de una vez?—preguntaba el de Acuario sin mirarlo.

—      ¿Qué?

—     No está mal este sitio, me gustaría quedarme un poco más.

—     Hablabas de eso—dijo un tanto desconcertado.

—     ¿De qué creías que hablaba?

—     De…olvídalo. Podemos quedarnos un poco más, no tenemos que regresar de inmediato.

—     Que bien.

Camus miraba a su compañero, sabía que no le gustaban esas misiones, prefería por mucho estar en su templo pero no, había accedido a ir solo por estar con él, no tenía que preguntárselo, era por eso únicamente. El de la cuarta casa estaba cansado, algo sucio por la escalada, sin duda con hambre y deseaba volver al Santuario, tomar una ducha y alimentar a su estómago para después ir a su cama para descansar, pero aguantaba todo eso para mantenerse a su lado y darle gusto al quedarse un poco más.

—     Gracias por aceptar—dijo Camus con una sonrisa especial, una que solo le dedicaba a él.

—     No hay problema con esto Camus.

—     Cuando regresemos puedo prepararte algo de comer.

—     Está bien, no te preocupes—respondía el de Italia sentándose en el suelo.

El de Acuario se le acercó y se sentó a su lado para darle suavemente un masaje en los hombros.

—     Solo será un momento Death Mask—le decía de manera empática.

—     Lo sé.

El aire soplaba en el lugar y los refrescaba, movía sus cabellos azules, creaba un sonido similar a un silbido en el abierto espacio y de alguna manera daba la sensación de tranquilidad.

—     Podríamos ir pensando en lo que le diremos a Shion—comentaba Camus.

—     Está bien—respondió Death Mask.

No era que importara demasiado pero querían pasar esos momentos en la suave compañía del otro hombre que los miraba con sus ojos azules ¿Necesitaban decirse algo más? No por el momento.

 

**********

 

Una hora, había pasado toda una hora entre ambos, se habían quedado en el lejano sitio sintiendo la brisa rodearlos, hablando de mucho y de nada, a veces sin decir una sola palabra pero sobre todo estaban ahí, tan cerca uno del otro, a momentos parecía que deseaban decirse algo más pero no decían nada, como si se aseguraran en su silencio que nada de importancia se había pasado por alto.

El de la cuarta casa pensaba en el silencio cuanto tiempo llevaban ya ahí de esa manera, ya habían hablado algo, nada esencial pero ya habían hablado, ahora ¿Qué más podían hacer para pasar el tiempo? Porque no le veía a Camus la intención de marcharse todavía.

—     ¿Sucede algo Death Mask?

—     Nada—fue su respuesta inmediata.

—     Dime ¿Qué pasa?

—     ¿Por qué debe pasar algo?

No era inusual que el de Acuario fuera un paso adelante, al menos al de Cáncer le parecía que así eran las cosas, y en ese momento no se sintió con ánimos de ocultar lo que pensaba.

—     Estoy aburrido Camus.

—     Ah.

—     Llevamos aquí más de una hora, lo siento, pero no me gusta tanto como a ti mirar el paisaje.

—     Podemos hacer algo más para pasar el tiempo Death Mask.

—     ¿Cómo qué?

—     Pues…podríamos jugar a algo.

—     ¿Jugar?—preguntaba pensando si tenían siete años el de cabellos azules.

—     Si, juguemos a Veo Veo—decía como si nada el de Acuario.

—     ¿Hablas en serio?

—     Si, siempre ayuda a pasar el tiempo.

—     No puedo creerlo.

—     Milo y yo lo jugábamos para pasar el tiempo cuando salíamos a alguna misión.

Que mencionara al caballero de Escorpión no era de ayuda, el de la cuarta casa sabía bien que entre ellos dos existió una relación pero se había terminado mucho antes de que surgiera lo suyo pero igual no le gustaba que le recordaran que el de la octava casa alguna vez tuvo a ese hombre entre sus brazos.

—     Vamos a intentarlo al menos ¿Si?—preguntaba Camus con un guiño.

Ahora el de Cáncer se sentía confundido y aburrido ¿Qué se traía su compañero entre manos?

—     Yo empiezo—decía Camus—Veo veo con mi ojito espía algo que empieza con M.

—     ¿Madera?—decía el de la cuarta casa.

—     No.

—     ¿Montaña?

—     Si.

—     Fue muy fácil.

—     Entonces hazlo mejor—decía el de la penúltima casa como si lo retara.

—     Veo veo con mi ojito espía—decía como cansado el de Cáncer—algo que empieza con R.

—     ¿Raíces?

—     No.

—     ¿Ratas?

—     ¿Dónde?—preguntaba el italiano casi poniéndose de pie.

—     Solo bromeaba—decía sonriendo el francés.

Para su compañero no era gracioso, no le agradaban nada las ratas.

—     ¿Ruibarbo?—continuaba el de Acuario.

—     Si.

—     Intentaré algo mejor esta vez—decía Camus pensándolo con calma—Veo veo con mi ojito espía algo que empieza con S.

—     ¿Suelo?

—     No.

—     ¿Suciedad?

—     No.

—     ¿Salitre?

—     No.

—     ¿Secoya?—preguntaba el de Cáncer rascándose la cabeza y mirando alrededor.

—     No.

—     ¿Sol?

—     No.

Siguieron así por un buen momento más, a cada respuesta que daba el de la cuarta casa solo obtenía una respuesta negativa de Camus y eso empezó a frustrarlo un poco.

—     Muy bien, me rindo—anunció ya cansado el de Italia—No veo nada que empiece con la letra S, dije todo lo que tenía sentido. No queda nada.

—     Si queda—aseguró el de Acuario.

—     ¿Qué diablos es?—exigió saber Death Mask.

—     Sexo.

—     ¿Qué? No hay sexo en este…

Y tuvo que detenerse pues vio claramente la mirada que le lanzaba el de Francia.

—     Quizás no en es sentido visual en este momento pero puedo sentirlo—aseguraba el de Acuario acercándose de manera insinuante al cuerpo de su compañero.

—     Ahhhh…

—     ¿Qué pasa Death Mask? Pensé que te gustaría aprovechar un poco el tiempo.

—     Si, me gustaría.

—     Entonces ¿Qué mejor manera de pasar el tiempo que disfrutar un poco de la compañía del otro?

—     Pero estamos a campo abierto Camus.

—     Ya sé eso.

Sin más el de la penúltima casa se posicionaba en las piernas del de Cáncer y pasaba un brazo por su cintura, mirando esos ojos que parecían empezar a oscurecerse con necesidad.

—     Estoy seguro que podemos aprovechar un poco más este sitio—le susurraba al oído el de Acuario.

Empezó a besarle el cuello alcanzando ese sensible punto que había descubierto que poseía el de Cáncer en la base, entre las clavículas, provocando que el otro se sacudiera un poco.

—     Camus—lo llamaba su compañero haciendo hacia atrás la cabeza pero estrechándolo por los hombros.

—     Nunca he escuchado que te quejes sobre disfrutar un poco de sexo—le decía el francés.

Era verdad, Death Mask siempre estaba dispuesto a compartir su cuerpo con un compañero y más aún con Camus que lo sorprendía en la intimidad como ninguno antes, pero había algo un tanto intimidante sobre estar ahí, compartiendo su intimidad sabiendo que estaban a campo abierto, la verdad era que el de Cáncer prefería la privacidad. Por otro lado las caricias de su compañero no eran para nada despreciables y lo encendían a cada momento, provocando que se dejara llevar por esas manos y esos labios que parecían conocerlo tan bien.

 

**********

 

Camus no dejaba de homenajear ese cuello mientras una de sus manos iba por encima de la playera y por la espalda del italiano, guiándose hacia la parte baja lentamente hasta alcanzar su cintura, con lo cual tuvo que aplicar algo de presión para sacarla de sus pantalones, liberándola y haciéndola a un lado para acariciar la tibia piel que se encendía ante sus finas manos. Pequeños estremecimientos corrían por los nervios del de la cuarta casa, descargas de placer parecían chispear y desaparecer pero no por eso disfrutaba menos de la invitante y suave manera en que su compañero exploraba su cuerpo. Ese francés de cabellos azules siempre se tomaba su tiempo para recorrerlo y hacerlo sentir deseoso de sus caricias gracias a sus dedos, sus manos, su lengua, esa deliciosa boca, ninguna parte quedaba ya por descubrir, sin adorar.

Quizás nadie hubiera creído que la primera vez que estuvieron juntos no fue el caballero de Cáncer quien hizo que las cosas pasaran, fue el de la onceava casa quien lo provocó y no se detuvo hasta tener al italiano en su cama, fue excelente para ambos y no dudaron en volver a vivirlo pero el aparentemente frío Camus resultó una caja de sorpresas para su compañero, quien estaba fascinado con el descubrimiento de esa sensualidad tan natural, despierta y viva para hacerlo estremecer y disfrutar del contacto de sus cuerpos como nadie antes lo había conseguido.

Mientras la punta de los dedos exploraba con ternura la fuerte espalda del guardián del cuarto templo el de Acuario no dejaba de disfrutarlo, gemía suavemente aunque sus pantalones se estuvieran volviendo algo incómodos pues resultaban muy estrechos. Todavía quedaba en el de Italia la sensación que estaba al descubierto y que necesitaba privacidad de alguna manera, pero la excitación también flotaba en el aire y las atenciones de su compañero no lo dejaban separarse sino que buscaba más.

Los besos continuaban lloviendo por el cuello del de Cáncer, no pasó mucho para que la parte superior de su playera fuera abierta y permitiera a esos mismos labios moverse hacia abajo, cubriendo más piel con devoción y deseo. Camus adoraba el sabor de Death Mask, era especiado y peligroso en uno mismo, como si besara a una fiera o algo similar, ese caballero de cabellos azules nunca dejaba de sorprenderlo como amante, era responsivo, dispuesto, no temía a lo nuevo ni a experimentar y no pocas veces lo llevaba hasta los límites con su pasión. Ese momento no era la excepción. A veces el de Italia actuaba indefenso cual cachorrito, aceptando lo que hacía y al siguiente momento era como el despertar de una fiera, haciéndose cargo de todo,  y demandando rudamente lo que quería…y tomándolo sin aguardar por nada.

Camus adoraba a ese compañero que era su amante y procuraba proteger y fortalecer su relación con un vigor y dedicación que incluso él no sabía que poseía ni que era capaz. Lo que quisiera se lo daba, sin más. En ese momento abrió un poco más de la playera y no esperó demasiado para abrir la prenda por completo. Una vez que ese fuerte y marcado pecho quedó expuesto a su mirada azulada, y sobre todo a su contacto, empezó con su asalto en serio sin perder el tiempo. Bajó la cabeza y sin dejar de besarlo siguió el camino hacia el pezón, lo encontró sin dificultad, presionándolo con un beso fuerte antes de succionarlo suavemente, jugueteando con el sensible punto en su boca, dejando que su lengua aleteara alrededor provocando que se endureciera.

—     Ohhh…

El de Cáncer no podía sino gemir en voz baja mientras arqueaba su espalda. Llevó sus dedos a la nuca de su amante y acarició suavemente el elegante cuello mientras sus caderas se agitaban gentilmente y presionaban contra las de su compañero. Espasmos viajaban de su pezón hasta su cerebro, ondas de placer provocaban que su miembro se elevara y se irguiera con fuerza.

Habiendo puesto suficiente atención a uno de los pezones de su compañero, Camus se movió hacia el otro para estimularlo, disfrutando de los gemidos de placer que provocaba en el otro hombre de cabellos azules. Su propia excitación aumentaba y podía sentir la evidente necesidad del italiano que presionaba sus caderas contra su abdomen, intentando que separara sus piernas y le diera acceso a la zona que tanto le gustaba. Ante eso decidió que era suficiente por el momento y quería continuar con algo más. Liberando al erecto pezón de sus labios dio una serie de besos tibios subiendo hasta alcanzar la masculina boca que no esperó por corresponderle.

Sus lenguas no fueron discretas en buscarse, se acariciaron dentro de la boca de cada uno, aumentando el nivel de su excitación. Death Mask se las arregló para introducir una mano dentro de la playera de Camus y encontró su pecho, su pezón, lo frotaba con su pulgar y el dedo índice, tirando ligeramente de vez en vez y obteniendo delicioso gemidos de su compañero. El beso se rompió pero esos masculinos dedos no dejaban de juguetear, el francés apoyó su cabeza contra el hombro del italiano mientras este no dejaba de acariciarlo y encenderlo.

Queriendo más de las caricias de su amante pero también determinado a devolver el placer, Camus logró que se apartaran un poco y que ambos yacieran sobre el suelo recostados sobre sus flancos. La mano del de Cáncer seguía dentro de su camisa, estimulando sus pezones y enloqueciéndolo por la necesidad, provocando que se arquera y gimiera, fue el momento que el de la cuarta casa no pensó en perder y sin más llevó la misma mano al filo de los pantalones para desabrocharlos, sintió de inmediato la erección y sin más la sujetó entre sus dedos frotándola un poco. 

—     Ahhh…ahhh…más…— gemía Camus mientras movía sus caderas de manera invitante.

Al mismo tiempo que pedía por más sus manos fueron por el pecho descubierto del de Cáncer, sentía como masajeaba su sexo y tan solo le restaba gemir y suplicar por más, porque no se detuviera.

 

**********

 

El francés no creía que debieran aguardar, ardoroso por el placentero juego y ansioso por sentir a su amante con sus manos fue hacia los pantalones del otro y de un movimiento desabrochó la prenda, la cremallera lo siguió, se deslizó con habilidad por encima del ya abultado miembro y apartó esa tela que aún cubría lo que más ansiaba. Estaba en su poder ahora, el turgente sexo se agitaba en su mano y lo masajeó hasta dejarlo completamente libre en la fresca brisa.

Death Mask temblaba por ese toque de bienvenida que le daba el aire que pasaba por la húmeda cabeza y casi gritaba cuando Camus comenzó a trabajar con su pulgar dibujando círculos por la corona de su sexo, cubriéndolo al mismo tiempo con esa primera humedad de su excitación. Sentía sus testículos endurecerse y sus caderas buscaban embestir, masculinos gemidos dejaban su garganta, todo pensamiento de estar al descubierto y sobre la privacidad se borraban de su mente con velocidad dejándose llevar y más bien cayendo en el placer de saber que su necesidad era tan plácidamente satisfecha.

Maravillado, Camus continuaba son sus caricias, disfrutando de los gemidos que caían de la boca de su amante, sobre todo por el conocimiento de que todo era por causa de él. Lo frotaba y masajeaba una y otra vez, suficiente para excitarlo pero no como para ayudarlo a alcanzar su satisfacción. Su otra mano estaba entre sus piernas, se palmeaba a si mismo en un intento de atemperar un poco su propia excitación; sin embargo sintió como el guardián del cuarto templo tomaba sus muñecas y hacía que dejara de tocarse para ser llevado de un movimiento sobre su espalda. Necesitó buscar con ojos confusos una respuesta en esos ojos como zafiros destellantes de deseo.

—     ¡Eres mío!—le decía Death Mask de manera posesiva.

Sin aguardar demasiado los pantalones del de Acuario estaban fuera y el mismo destino corrió la ropa interior dejándolo expuesto ante esos ojos azules que lo devoraban. El de Cáncer lo observaba, le encantaba ver a su compañero excitado, erguido y la corona humedecida, ese color escarlata que solo se presentaba ante el deseo, hambriento por acción. El de Italia quería ser quien proveyera esa acción. Dejó que sus dedos trazaran la punta del sexo ante sus ojos, la punta de sus dedos esparció la primera humedad, bajando suavemente por el tronco. El cambio de textura era evidente, cálida y resbaladiza fue su conclusión, había explorado a ese joven francés tantas veces ya pero cada vez era como la primera, siempre encontraba algo nuevo en el cuerpo de su amante.

Relajando su espalda Camus dejó que su amante siguiera el camino que deseaba, permitía que lo explorara, que acariciara y descubriera todo de su ardiente piel. Adoraba la gentileza del de la cuarta casa cuando exploraba su cuerpo, disfrutaba de los suaves toques que lo enloquecían; su amante veía su largo cabello azulado que lo rodeaba, parecía un ángel aunque sabía que no lo era y él tampoco lo era. Con el cuerpo de su compañero expuesto ante él, el de Italia prontamente alcanzó los excitados testículos y empezó a juguetear con ellos en una de sus manos, los suaves gemidos de su compañero lo hacían excitarse aún más y sabía que lo necesitaba por completo. No fue sencilla la labor pero pudo lograr no dejar de tocarlo y desnudarse por completo, casi, pues se dejó una pierna cubierta hasta la rodilla, solo por si acaso.

Camus dio un gemido de frustración pues su amante había dejado de tocarlo aunque prontamente se volvió de deseo pues se dio cuneta que solo deseaba apartar su ropa y no pasó mucho para estar ambos desnudos. Lo cierto fue que lo primero que buscó el de Acuario fue esa masculina mirada brillante, lo segundo, la erguida erección completamente rígida que se levantaba con orgullo. Y fue justamente por mirarse de esa manera en ese momento que a la cabeza del de Cáncer llegó una de esas ideas que tanto apoyaba el de Acuario cuando se presentaban, el de la cuarta casa decidió dar un giro a lo que compartían y de verdad estaba dándole un giro pues sus cuerpos quedaron invertidos para volver a la antiquísima unión de sus cuerpos.

Camus no perdía uno solo de los movimientos de su amante, de hecho los seguía con una mirada sonriente, tan solo esperaba hasta que el de Italia se encontró más cómodo y solo entonces se movió un poco, haciendo que sus erecciones se encontraran frente a sus rostros para cada uno, ambos no pudieron sino lamerse sutilmente los labios. Ya lo habían hecho pero no estaba por demás volver a un delicioso y excitante sesenta y nueve. Ya bastante encendido por todo lo hecho hasta ese momento Death Mask observó por un instante esa turgente erección ante sus ojos, no quería nada más que tenerla en su boca, así que se acercó sujetándola por la base y la guiaba a sus labios para succionarla gentilmente y llevarla lentamente al interior.

El de Acuario no se quedaba atrás y similar a su compañero se encargaba de ese miembro chupándolo levemente por la punta, rodeándolo con su lengua por la corona, jugueteando por el frenillo y llevándolo tanto como podía al interior de su húmeda cavidad. Trabajaba en el tronco, su lengua acariciaba al mismo tiempo que bombeaba con sus labios. En ese momento el de Cáncer liberaba el erguido sexo de su compañero pero solamente para llevar su cabeza un poco más abajo, encargándose de la sensible piel que recubría los testículos, era tan suave y flexible, no se cansaba de tratarla con cuidado para complacerlo.

Con sus ojos cerrados Camus solo podía mover sus caderas, sintiendo el orgasmo que lentamente iba apareciendo, el duro miembro en su boca demandaba atención y estaba más que dispuesto a darle lo que quería. Lo lamía, succionaba y daba un suave mordisco sobre el rígido sexo, gimiendo suavemente como si su propio miembro estuviera siendo atendido de manera similar. Sabía que ninguno de los dos podría durar mucho más de esa forma y por eso guió una de sus manos a su trasero, buscando en medio de sus nalgas su masculina entrada y empezó a prepararse a si mismo. Quería a Death Mask dentro de él, necesitaba sentir el calor y la rigidez invadiendo su pasaje y liberando los deseos que inundaban su vientre. Un segundo dedo se unió a la labor, dilatando el lugar y a pesar de la ausencia de algún lubricante logró prepararse lo mejor posible, lo hacía sin demasiados problemas desde que estuviera por primera vez con el caballero del cuarto templo.

Al lado de su amante, saboreando entusiastamente esa entrepierna, Death Mask sentía el sutil movimiento de su compañero y sonrió, sabía bien que el de Acuario se estaba preparando a si mismo, listo para que su cuerpo fuera invadido y la simple idea lo hizo gemir con mayor fuerza. También sentía que estaba cerca de terminar con la boca de su amante que tan perfecta era al complacerlo. Sintiendo que ya estaba lo suficientemente listo y no queriendo aguardar más, Camus tuvo que dejar ir a su compañero de sus labios y se apartó haciendo que se buscaran directamente pero no tardó en saber una respuesta el de la onceava casa.

El de Italia se acomodó un poco mejor sobre el suelo raso, dejando que se notara cuan excitado estaba, le sonrió mientras se acariciaba a si mismo y haciendo un ademán como si fuera una invitación le habló de nuevo.

—     Hazme el amor Camus.

Camus no pudo sino sonreír, sabía bien lo que su compañero esperaba en esos momentos.

 

**********

 

El de Acuario fue hacia el otro hombre y a horcajadas se colocó sobre él, necesitaba hacerlo con cuidado y se acomodó en el sitio que deseaba, ayudado por su amante, entre ambos guiaban el erguido sexo hasta la entrada de sus masculinos deseos. La cabeza rozó el sitio deseado, la saliva de sus actividades previas ayudó a que no fuera tan complicado y comenzó la penetración. Los músculos intentaban cerrar el paso pero su dueño buscaba relajarlos para que fuera más sencillo, insufriblemente despacio daba inicio su unión. El de la cuarta casa tenía que obligarse a quedarse quieto, dejando que fuera el de Francia quien determinara el ritmo de la entrada, consciente de que no tenían ningún lubricante que lo hiciera más sencillo y no quería que su amante se lastimara a si mismo.

Descendiendo con deliberada lentitud, Camus dio la bienvenida a una ardiente penetración mientras su amante se sentía completamente rodeado por ese maravilloso cuerpo que lo enloquecía. Continuaron presionando y permitiendo que se acostumbraran a las sensaciones que los invadían, hasta estar completamente unidos sin que nada se interpusiera entre los dos. Se daban tiempo para ajustarse y que sus músculos se relajaran, que aceptaran esa forma tan familiar para poder dar rienda suelta a sus emociones. Sus movimientos fueron lentos y deliberados, facilitando y permitiendo que el erguido sexo se mostrara decidido y listo, sus espaldas se arquearon y supieron que era el momento.

Aún mostrándose inmóvil, Death Mask dejó que Camus decidiera el ritmo, conforme la velocidad empezó a aumentar y el masculino pasaje del de Acuario se relajaba ante la invasión, el de Cáncer se movió también. Sus caderas se agitaban, haciendo que sus cuerpos se encontraran a cada instante, logrando entrar más y más a ese estrecho pasaje, descubriendo sus puntos más íntimos y erógenos, era maravilloso. Los fuertes músculos lo estrujaban, complaciéndolo y atormentándolo, convirtiendo su necesidad en algo salvaje, disfrutando de toda esa masculina entrada que lo complacía y enviaba una sobrecarga a su sistema nervioso. El francés de largos cabellos azules echaba su cabeza hacia atrás, el placer estaba escrito en cada línea de su hermoso rostro mientras empezaba a montar a su compañero con abandono, eso era lo que necesitaba, sus muslos se tensaban, su trasero se contraía mientras repetidamente elevaba y dejaba caer su cuerpo.

Con esas caderas moviéndose locamente, Death Mask sujetaba a su amante por la cintura y empezaba a hacerse cargo, ayudaba a Camus con sus manos mientras lo montaba, forzando sus caderas hacia arriba para entrar tan profundo mientras podía en esa entrada que lo recibía con gusto. Sentía esa intimidad del francés que lo rodeaba, lo estrujaba, su dueño gritaba con pasión mientras la punta de su sexo frotaba ese punto mágico en su interior que lo hacía delirar, a cada movimiento las sensaciones eran más y más intensas, les faltaba el aliento, el masculino pasaje se estremecía haciendo que su necesidad creciera y empezaron a moverse con abandono.

—     Ahhh…si…si…si…dámelo todo…Death Mask…

Las palabras salían de sus labios mientras hacía lo mejor para encontrar el éxtasis al mismo tiempo que luchaba por respirar.

—     ¿Lo quieres?—le preguntó el de Cáncer.

El de la onceava casa hizo algo como un sonido de aceptación.

—     Entonces hazlo—dijo sonriendo el de Italia—Móntame, toma tu placer de mí.  

Gritaba de nuevo mientras su próstata era asaltada, Camus aumentaba la velocidad de sus movimientos, asistido por las manos de su amante en su cintura no dejaba de guiarse hacia arriba y hacia abajo, disfrutando del sentimiento de su compañero entrando y saliendo de su interior, dando unos lamentos dulces y sensuales pues su centro de placer era tocado causando destellos de placer en su interior. De alguna manera Death Mask se las ingenió para mover una mano de la cintura de su compañero para rodear la turgente masculinidad del de largos cabellos azules. Cerró sus dedos alrededor y empezó a masturbarlo, añadiendo sensaciones intensas a la experiencia para el de Acuario, sabía que su amante no estaba lejos del clímax y estaba determinado a hacerlo el mejor que pudiera tener. Sus manos se volvieron veloces, firmes, lo frotaban y acariciaban mientras el otro no podía dejar de cabalgarlo con intensidad.

—     ¡Oh si! ¡Si!—gemía con voz apasionada el de Acuario— ¡No puedo…más! ¡Voy…a…!

Dio un gutural sonido mientras sentía que alcanzaba la gloria, su entrepierna estaba rígida y su esencia salió con fuerza de su sexo, cubriendo la mano de su amante y su abdomen, sus movimientos continuaron, mientras su intimidad se estremecía alrededor de la rígida virilidad que era estrujada para ser llevada hasta el orgasmo. Con la presión de ese estrecho pasaje de su amante y la tibia semilla derramada sobre su mano, Death Mask no pudo retrasar más su clímax. Con el de onceava casa liberándose por completo los últimos vestigios de su propia caída en la euforia su compañero se dejó llevar, lanzó un lamento desde lo profundo de su garganta con fuerza. Su miembro parecía a punto de estallar y lo hizo, su esencia lo abandonó quedando en lo profundo de su amante. Ambos cayeron en una especie de sopor, cálidos y tibios, casi inconscientes.

La pareja se quedó quieta, aprisionando a su compañero entre sus brazos con sus cuerpos húmedos.

 

**********

 

Gradualmente esa marejada que los había llevado hasta la cúspide fue disminuyendo; Camus fue el primero en moverse, solo un poco, buscando alrededor por algo que pudieran usar para limpiarse un poco. Alcanzó sus pantalones y sacó un pañuelo, al mismo tiempo deslizó el miembro que tanto lo había complacido fuera de su ser, limpió a su compañero primero y a él después lo mejor que pudo, posteriormente buscó su ropa interior y sus pantalones para ponérselos aprisa.

Mirándolo vestirse Death Mask empezó a acomodarse su ropa de manera reluctante, lo hizo lo mejor que pudo.

—     Ya es tarde—dijo el de Cáncer mirando alrededor.

Era verdad, mirando alrededor se notaba que el cielo había cambiado, el tiempo pasaba y no podían seguir ahí.

—     Fue una tarde bien aprovechada—dijo Camus solamente.

—     Gracias por hacer que el tiempo pasará más rápido—murmuraba el de Cáncer robándole un beso—Te amo.

—     Death Mask—decía sorprendido el de Acuario.

—     ¿Qué?—le preguntó sin entender su expresión.

—     Dijiste que me amas—aclaró el otro sonriendo.

—     Cielos—acababa de darse cuenta.

—     ¿No es verdad?

—     Es…

El de Acuario lo miraba con demasiada intensidad, más valía que diera la respuesta sincera.

—     Camus—dijo tomándolo por el rostro—Eres único Camus, sé que todos piensan que eres un tipo de persona pero yo sé quien eres en verdad, eres fuerte y apasionado, brillante, hermoso y no sé que sería de mí si te perdiera, si no pudiera seguir a tu lado.

—     Death Mask…

—     Te amo Camus de Acuario y nunca me permitiré perderte.

—     Sabía que si me amabas—dijo lanzándose a sus brazos.

—     Así que me amas también—declaró estrechándolo con cariño.

—     Si, por supuesto que si.

No supieron cuanto tiempo pasaron de esa manera, pudieron ser nos instantes o toda una vida, ahora sabían que había un nuevo inicio para los dos.

Cuando pudieron separarse se pusieron en camino al Santuario pues debían regresar aunque no se daban demasiada prisa, tomados del brazo y con un Camus que se apoyaba suavemente en su compañero seguían charlando un poco.

—     Necesito una ducha—decía el de Cáncer.

—     También yo—respondió su compañero.

—     Y también una cama suave, ese suelo de verdad es duro.

—     Prometo besarte en todos los sitios que te maltrataste—decía sonriendo el de la penúltima casa.

—     De haberlo sabido antes…— decía riéndose.

—     ¡Death! Eres insaciable.

—     Y me amas así.

—     Si, lo hago. No te cambiaría por nada.

Diciéndole eso se acercó para besarlo con ternura en los labios y seguir caminando a su lado alegremente, cuando llegaran al Santuario seguirían con sus vidas como siempre, no, no como siempre, ahora se tenían mutuamente para seguir adelante y eso era lo mejor de su mundo.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

La próxima semana subiré algo más pero aún no decido, tengo algo con DM o algo con Shuira y algo con Aioria y Shaka, lo pensaré.

Un favor, tengo una idea para un fic con Aldebarán pero no me decido por su pareja ¿Alguna sugerencia? De antemano gracias.

Atte. Zion no Bara

 


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