Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kitsune no kokoro por Takaita Hiwatari

[Reviews - 532]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

KITSUNE NO KOKORO:

Takaita Hiwatari

Capítulo 9: "Una señal: Quedarse, o marcharse":

 

Naruto esperaba con impaciencia en el despacho de la quinta, de brazos cruzados y dando unos constantes golpecitos con uno de sus pies descalzos en el suelo.

 

Esperaban a un shinobi, según había dicho la rubia, pero no le había dado más detalles.

 

Por otra parte, Sakura y Tsunade conversaban de forma amena.

 

-Tsunade baa-chan, ¿cuánto tiempo más vamos a tener que esperar? -protestó cansado.

-Sólo han pasado quince minutos -contestó, y al recapacitar en lo dicho por el rubio, afiló la mirada. -¡No me llames así!

-¿Por qué no? Así seremos amigos -aseguró.

-¿Qué? -el ceño fruncido seguía plasmado en su rostro, pensando que Naruto se burlaba de ella.

-No le haga caso, maestra -intervino Sakura con un tono conciliador. -Son cosas de Sai y sus libros.

 

Unos suaves golpes se escucharon en la puerta, y cuando la rubia concedió permiso, ésta se abrió, mostrando a un chuunin de piel morena y una cicatriz en el rostro.

 

-He venido en cuanto me han avisado -habló cerrando la puerta tras él. -¿Para qué me necesita, Tsunade-sama?

-Iruka, ¿recuerdas cuando te hablé sobre un chico al que me gustaría que le enseñaras a leer y escribir?

-Claro, Tsunade-sama -contestó con una expresión afable. -Ya le dije que en lo que duraban las vacaciones de verano, podía ocuparme de él.

-Pues bien, te presento a Uzumaki Naruto.

 

El chuunin que hasta ahora había mantenido la mirada fija en la Hokage, miró a su lado izquierdo, descubriendo a Sakura y a un niño rubio familiar para él. Además, ese nombre... él lo conocía.

 

-¡Tú! -exclamó sorprendido.

-¿Ah? -Naruto arqueó una ceja y frunció la otra al ver como le miraba aquel adulto. Se llevó las manos detrás de la cabeza en un gesto despreocupado. -¿Tú vas a ser mi maestro?

-T-tú... ¿No te acuerdas de mí? -su voz sonaba nerviosa y emocionada a la vez, al tiempo que se acercaba al rubio que a cada paso que daba, retrocedía.

-No. Nunca te he visto en mi vida -su ceño se frunció levemente, enviándole una mirada de advertencia para que aquel hombre no se acercara más, pero parecía no funcionar.

-¡Sí! Me salvaste en el bosque cuando tenía 8 años. Han pasado 18 años, pero jamás olvidaría tu cara. Esas marcas tan peculiares en tus mejillas, tus orejas de zo... ¿Eh? ¡No tienes orejas de zorro! -se alarmó.

-Un momento, Iruka -no tardó en intervenir la quinta al escuchar lo dicho por el otro. -¿Conocías de antes a Naruto? -preguntó incrédula.

-Sí. Pero parece que él no me reconoce -comentó con desilusión. Volvió a llevar la mirada al rubio. -¡Vamos, haz un esfuerzo! No he cambiado tanto. ¡Seguro que me recuerdas! -le animó. -Cuando te conocí, yo era más o menos así de alto -señaló su altura de aquella época con una mano, y con la otra se señaló el rostro. -Y ya tenía ésta cicatriz.

 

Naruto parpadeó. Él recordaba vagamente a un torpe niño con una cicatriz como esa en el rostro, pero aquel humano no era tan alto como el que estaba frente a él en ese momento. De hecho, él era más alto que ese niño.

 

-Bueno... había un niño... -balbuceó. -Sí. Una vez ayudé a un niño con una cicatriz como esa en el rostro. Era tan torpe... -suspiró.

 

Una gota de sudor le recorrió la sien al hombre, sonriendo levemente.

 

-Tenía 8 años -repitió, excusándose.

-Así que es cierto que os conocéis -comentó la rubia.

-¿Y de qué te salvó Naruto, Iruka sensei? -preguntó curiosa la pelirosa.

-Em... -dudó un poco, levemente sonrojado. -Como los ancianos contaban historias sobre los kitsune, fui al bosque para buscar uno. Pero caí en una trampa que un equipo de gennin había preparado para capturar al hurón perdido de una señora.

 

Iruka se sumergió en sus memorias, relatándolo todo en voz alta al tiempo que recordaba:

 

Gritó ayuda por enésima vez, cansado de estar colgado cabeza abajo en la rama de aquel árbol, incluso ya le dolía el tobillo derecho por el firme agarre de la áspera cuerda. Hubiese cortado la cuerda él mismo con un kunai, pero cuando quedó colgando en esa posición, todo su armamento, que sólo eran un par de kunai y cuatro shurinken, fueron a dar al suelo.

 

-¡Socorro! -exclamó el niño. -Creo que la sangre se me está subiendo a la cabeza... -susurró.

 

Estaba anocheciendo, y ya casi se había hecho a la idea de que tendría que dormir como un murciélago. Deseaba que alguien hubiese notado su falta en la aldea y fuese a buscarle, pero sin unos padres que se preocuparan por él, dudaba que eso fuera posible.

 

Cerró los ojos un momento, pero al escuchar ruido en unos matorrales frente a él, los abrió con rapidez. Se sintió aliviado al ver el rostro de un niño rubio asomar por el arbusto, y tuvo que frotarse los ojos con incredulidad al ver unas peludas orejas anaranjadas.

 

-¡¡Un kitsune!! -gritó de alegría, viendo al instante como el otro se volvía a ocultar. -¡No! ¡No, espera! -extendió el brazo hacía él, como si con eso pudiera detenerlo. -¡No te vayas! ¡Ayúdame!

 

Segundos después, el kitsune salió de su escondite, mostrándose completamente, aunque le miraba con el ceño fruncido.

 

-No paras de gritar, y estás asustando a mi comida.

-¿Asustar a tu comida?

 

Como respuesta, el otro señaló unos pájaros que picoteaban en el suelo, algo alejados del árbol donde él estaba colgado.

 

-¿Venías siguiendo a los pájaros? -preguntó con decepción. -Yo pensé que habías venido a salvarme -confesó, aunque no fue escuchado. Aquel rubio tenía puesta toda su atención en aquellos pájaros, devorándolos con la mirada. -Oe, tienes hambre, ¿no? Si me ayudas, te daré comida. ¡Mucha comida!

-¿...en serio? -preguntó desconfiado.

-¡Claro! Ahora... si no te importa... ya me duele la cabeza, y está anocheciendo.

 

Naruto se acercó y recogió uno de los kunai en el suelo. Se preparó y lo lanzó, haciendo un corte limpio en la cuerda que sostenía a Iruka boca abajo.

 

El moreno cayó de cabeza al suelo, quedando tendido boca abajo

 

-¡¡Ouch!! ¡Eso ha dolido! -se quejó, todavía tirado en el suelo.

-¿Y mi comida? -preguntó impaciente, guardando una distancia prudencial con el otro.

-¿Eh...? No la tengo aquí. Tendría que ir primero a mi casa, pero ya casi es de noche.

-¿Y eso qué? -frunció levemente el ceño.

-Mañana por la mañana te traeré comida -aseguró algo nervioso al ver el rostro grave del de ojos azules.

-Quiero carne -exigió.

-Vale, como quieras. Pero tengo que irme ahora, sino no sabré como regresar en la oscuridad -avanzó unos pasos inseguros al sentir la fija mirada del otro que parecía atravesarle. -Confía en mí.

 

Iruka se marchó corriendo, sintiéndose feliz por haber encontrado a un kitsune. ¡Las leyendas eran ciertas! Pero no le contaría nada a nadie, no quería que alguien más supiera sobre él. Se haría amigo de aquel kitsune, sin duda.

 

A la mañana siguiente, tal y como prometió, Iruka se presentó en aquel mismo lugar con un obento lleno de arroz blanco, carne y algo de pescado. Con una rapidez increíble, el rubio lo devoró todo con las manos. Fue algo difícil conseguir saber el nombre de aquel kitsune tan arisco, aunque después de mucha insistencia, lo consiguió. Uzumaki Naruto era su nombre. También descubrió que tampoco tenía padres, como él. Sintió cierta empatía con el otro, y deseó con más fuerza ser su amigo.

 

Él le dijo su nombre al kitsune, y le confesó que su sueño era ser maestro en un futuro.

 

Pero después de ese día, no volvió a ver a Naruto por más que regresó al bosque.

 

Iruka dejó de hablar, y salió de sus recuerdos al escuchar la voz de Sakura.

 

-Oh, así que así fue -comentó ella.

-¡Ah, entonces sí eres ese niño! -le señaló Naruto.

-¿Ya me recuerdas? -le sonrió.

-Pero... no eras tan alto. Incluso recuerdo que eras más bajo que yo. ¿Cómo es que has crecido tanto?

-Yo creo que la pregunta aquí sería, ¿cómo es que tú estás exactamente igual que aquel día? No has crecido absolutamente nada.

-Claro que no -contestó en tono obvio. -Todavía soy un niño.

-Y vuelta con eso -susurró Sakura, hastiada. -Iruka sensei, "el niño" ya tiene ciento dieciséis años, pero parece ser que los kitsune crecen muy, pero que muy despacio.

-¡Impresionante! -Iruka miró a Naruto totalmente fascinado. -¿Pero qué ha pasado con tus orejas y tu cola? ¿Por qué eres humano?

-¡No soy humano! -contestó con rapidez, horrorizado de tan sólo pensar en eso. -Sólo las he ocultado por protección.

 

Al ver la cara de confusión de Iruka, Tsunade decidió ponerle al tanto de la situación, contándoselo todo de la forma más breve posible.

 

-Te pido mucha discreción, Iruka. Sólo unos cuantos sabemos la verdad.

-¿Unos cuántos? -repitió Sakura para sí en un susurro algo sarcástico. -Yo creo que ya lo saben demasiadas personas.

-Naruto se ha convertido en algo así como... una leyenda urbana, todos hablan sobre él, afirmando que es un kitsune, pero en realidad no lo han visto -llevó una seria mirada al kitsune durante unos segundos. -Bueno... no demasiado -agregó.

-Claro, Tsunade-sama, guardaré el secreto -hizo un leve asentimiento de cabeza, sintiendo una ceja temblar levemente mientras mascullaba para sí mismo. -Aunque me molesta que Kakashi lo supiera y no me dijera nada. Él sabía sobre mi deseo por encontrar un kitsune -alzó nuevamente la cabeza para observar a la mujer. -Mañana podré empezar con Naruto. Puede ir a mi casa, allí estaremos más cómodos.

 

Un sonoro rugido proveniente del estómago de Naruto llamó la atención de todos. El rubio ladeó el rostro con un leve rubor en las mejillas mientras se llevaba las manos al estómago.

 

-Sakura-chan, tengo hambre -casi susurró, sin mirarla.

 

La chica suspiró. Naruto siempre, siempre tenía hambre. ¿Sería que por tener un poder tan grande, necesitaba comer más? Y además, ¿dónde demonios le cabía tanta comida a ese kitsune? ¿Acaso tenía una pierna hueca?

 

Dejando esas dudas a parte, se despidieron de los adultos después de que Iruka le dijera a Naruto a qué hora quedarían para empezar la clase. La kunoichi, de camino a Ichiraku, le indicó al rubio dónde vivía Iruka sensei.

 

Después de que casi se quedara sin dinero para un mes por tener que pagar todo lo que el kitsune comió, o engulló desde su punto de vista, fueron a la casa de ella. Sus padres nuevamente no estaban allí.

 

Naruto se tomó la libertad de mostrar sus rasgos animales y empezar a tocarlo todo de nuevo, hasta el jarrón que estaba reemplazando el que él rompió la última vez.

 

-¡Tú! ¡Deja de toquetearlo todo! -le riñó, temerosa de que rompiera algo y su madre le volviera a regañar.

-Los humanos tenéis muchas cosas extrañas.

 

Fue todo lo que comentó soltando el jarrón en su lugar sin mucho cuidado, el cual se tambaleó un poco ante la asustada mirada de la chica que después suspiró aliviada al ver que la pieza de cerámica por suerte no había caído y seguía en pie.

 

Uzumaki se acercó a algo que captó toda su atención. Una especie de caja negra, con botones. En casa de Sasuke había visto algo igual, pero no sabía qué era.

 

-Na, Sakura-chan, ¿qué es esto?

-¿Llevas tres meses viniendo a la aldea y todavía no sabes lo que es un televisor?

 

Iba a protestar diciendo que había estado demasiado ocupado con el entrenamiento de ero sennin, cuando vio a la chica acercarse y pulsar un botón.

 

Segundos después, en la pantalla se mostró a un chico bailando con una chica una música lenta en un amplio salón. Él rodeando la cintura de ella con un brazo, y con su mano libre tomando la otra de la chica.

 

-¡¡Woah!! -gritó Naruto espantado, cayendo de sopetón al suelo e ignorando el dolor que eso causó en su trasero. -¡Hay humanos atrapados ahí dentro! -señaló con una mano temblorosa, y con las pupilas totalmente dilatadas por la impresión.

 

La chica se golpeó el rostro con una mano, murmurando un "tonto" que Naruto no escuchó por estar totalmente pendiente a la pantalla. Consiguió explicarle al kitsune que la gente que se mostraba en pantalla no estaba atrapada dentro de "la caja negra" como éste le llamaba. Y aunque Naruto dijo que lo había entendido, ella no estaba muy segura.

 

-¿Bailamos? -preguntó la chica de forma repentina, sonriéndole y tendiéndole una mano.

-Yo no sé hacer eso, Sakura-chan -contestó, sin dejar de mirar la televisión con algo de sorpresa todavía.

-Vamos, no es difícil. ¡Yo te enseño!

 

De forma sorpresiva, tomó la mano de Naruto y le atrajo hacia ella, obligándole de paso a que se pusiera de pie. Después de indicarle cómo debía colocarse, inició con lentos movimientos para guiar bien al rubio que se movía de forma patosa.

 

-Naruto, no mires a la televisión, mírame a mí. No está bien ignorar a tu compañera de baile de ese modo -apegó un poco más al rubio a su cuerpo. -Y tienes que mantener cerca a tu pareja.

 

Asintió a todo lo que decía ella, pero apenas la había escuchado y no dejaba de prestar atención a la televisión. Se dejaba guiar por la kunoichi, moviéndose por inercia y de forma mecánica. Incluso no reparaba en el hecho de que había demasiado contacto físico entre ellos.

 

-Ya no bailan, Sakura-chan -habló, refiriéndose a los jóvenes de la pantalla.

 

Los chicos que Naruto había visto bailando, ahora caminaban tomados de las manos por un jardín lleno de árboles, rosales blancos y rojos, bajo la luz de una amplia luna llena.

 

Sakura pensó que esa era una escena demasiado cursi, pero un segundo después deseó vivir esa escena con Sasuke. Y por estar inmersa en su imaginación, pisó a Naruto sin querer.

 

-¡Oh! Lo siento, Naruto, yo...

 

La chica no tuvo tiempo de excusarse adecuadamente, ya que el de ojos azules le contestó con un enérgico pisotón. Se mordió el labio inferior para no dejar escapar una queja de dolor por la brusquedad del otro.

 

-Bailar es algo muy raro. ¿Por qué tenemos que pisarnos, Sakura-chan?

-Eres la torpeza personificada -masculló separándose de él, antes de que le fuera a romper el pie con otro pisotón.

 

Él no la escuchó y al instante se sentó en el suelo, cerca de la televisión, moviendo la cola con alegría mientras sonreía.

 

-Ah... es la típica escena romántica -comentó ella, llevándose las manos a la cintura. -Seguro que termina con un beso -negó con la cabeza. -Que poca imaginación. Siempre es igual.

 

Y tal como había predicho hacía menos de un minuto, el chico se inclinó y besó a la chica excesivamente tímida. A Naruto le recordó fugazmente a Hinata, antes de que una expresión de asco se posara en su rostro.

 

-Eso es asqueroso. ¡Puaj! -y como si fuera a él a quién habían besado, se frotó los labios con el dorso del puño con insistencia.

-Al final Sasuke-kun va a tener razón y sí que eres un dobe -se arrodilló junto al rubio. -¿Acaso nunca has besado a nadie? ¿O nunca te han besado?

-Claro que sí -la miró fijamente. -Besé al teme justo antes de que tú llegaras a su casa.

 

A Sakura casi le da infarto al escuchar eso, imaginándose a Naruto besando a su querido Sasuke-kun.

 

¡El muy idiota le confesaba algo como eso, tan tranquilo! Llena de celos, tomó a Naruto por el pecho de la yukata, y lo zarandeó un poco.

 

-¿¡Besaste a Sasuke-kun!?

-Suéltame -demandó serio.

 

Ella le soltó al instante al recordar el humor explosivo del kitsune, pero aun así le seguía fulminando con la mirada.

 

-¿Cómo te atreviste? -le reprochó. -Haces el papel de niño inocente, pero vas y besas a Sasuke-kun. ¡¡A Sasuke-kun!!

-¿Y qué hay de malo? Sólo fue un beso.

-No lo digas de ese modo, idiota. No sabes lo que yo daría por poder besar a Sasuke-kun -refunfuñó.

-Pues hazlo, no es tan difícil -se encogió de hombros.

 

A Sakura le molestó que el kitsune hablara de Sasuke como si fuera un chico fácil que anda aceptando besos de cualquiera. Aunque ese pensamiento le provocó una duda.

 

-¿Sasuke-kun aceptó tu beso?

-¿Aceptarlo? -repitió. -Sólo me dijo que le estaba babeando la cara.

-¿Eh...? No te entiendo.

 

El rubio sonrió, y con un lento movimiento cortó la distancia entre ellos y pasó la lengua por la mejilla de ella.

 

-Un beso -finalizó sin borrar su sonrisa.

 

Parpadeando confundida, se llevó una mano a la mejilla húmeda, intentando entender todo aquello. Para Naruto... un beso era... ¿eso? No sabía si estallar en carcajadas por haber pensado mal del rubio, o dejar escapar el mayor suspiro de alivio de su vida.

 

-Oye, ¿qué pasa contigo, Naruto? -le preguntó con una sonrisa. -De verdad, no me puedo creer que seas tan inocente. Hasta siento deseos de adoptarte como mi hermano menor.

 

El kitsune pensó que Sakura debía de ser bipolar. Hace un segundo se le veía claramente enojada, y ahora le mostraba la sonrisa más linda que le había visto desde que la conoció.

 

Definitivamente, era rara.

 

Pero no pensó en nada más cuando sintió como ella le sujetaba el mentón, y después unos labios se posaron en su mejilla un par de segundos, antes de alejarse nuevamente.

 

-Un beso -ésta vez lo dijo ella, riendo levemente al ver un apenas perceptible sonrojo en las morenas mejillas. -Bueno, has estado demasiado tiempo solo, así que supongo que tienes excusa para ser tan inocente. Creo que harías una linda pareja con Hinata.

 

El rubio hizo un mohín de disgusto. No le gustaba que le trataran como a un niño, aunque lo fuera. Nunca le había gustado. Pero parpadeó un par de veces cuando recapacitó en lo que ella había dicho sobre Hinata.

 

-¿Una humana?

-Sí. ¿Cuál es el problema?

-Inari Kami-sama me castigaría de una forma horrible -alzó los brazos al aire, cruzándolos en un intento de hacer una equis. -Emparejar humanos y kitsunes: ¡prohibido!

-Ah, algo de eso me habías comentado antes. Así que... ¿no puedes estar con ningún humano? ¿Ni siquiera con Sasuke-kun? -la alegría empezó a llenarle. Un rival menos.

-¿Por qué querría estar con él? -frunció el ceño. -¡Es humano, y otro hombre!

-¿Eres homófobo? Es una lástima. Sai se veía muy interesado en ti.

-¿Homo qué?

 

No contestó la duda de Naruto y siguió inmersa en su mundo de suposiciones.

 

-No estoy segura, pero me parece que a Sai le gustas.

 

Los pelos de las orejas y la cola de Naruto se crisparon de forma exagerada, mientras la piel de su rostro se volvía azul. ¡A Sai le gustaba como compañero! ¡No, imposible!

 

-Sa-Sa-Sakura-chan... -tartamudeó. -No digas eso -rogó, volviendo el color azulado de su cara a uno normal cuando la impresión pasó. -Sakura-chan... ¿cómo sabes cuándo alguien te gusta como compañero?

-¿Um? -le miró. -Pues... supongo que siempre tienes en mente a esa persona, y lo único que deseas es verla feliz. Y con sólo sentir una mirada de esa persona, tu corazón parece querer salirse del pecho de lo fuerte que late. Sientes nervios, pero a la vez es como si flotaras. Y te ruborizas, por más que intentes evitarlo. Y si sientes que tu día es gris, con sólo tener a tu persona especial cerca, ese día se vuelve el mejor -rió levemente. -Sientes mariposas en el estómago.

-¿Mariposas... en el estómago? -preguntó con un tic en una ceja.

-No lo vayas a tomar en sentido literal, tonto -le avisó. -Quiero decir que se siente un cosquilleo cálido y agradable -explicó.

-Ah, eso -contestó. -Nunca he sentido nada parecido -confesó encogiéndose de hombros.

 

La chica dejó de sonreír. ¿En ciento dieciséis años Naruto no se había sentido siquiera mínimamente atraído por alguien? Eso era algo bastante triste.

 

-Aunque... -agregó el rubio. -Cuando mis padres me sonreían, sentía algo así como calidez. ¡Sí, eso! ¡Calidez! Pero no... mariposas en el estómago.

-Es que no es lo mismo -explicó, negando suavemente con la cabeza. -Tienes mucho que aprender todavía, Naruto.

-¿Cómo qué? -frunció levemente el ceño, presa de la curiosidad.

-Eh... Bueno, muchas cosas -contestó sin prestarle realmente atención al rubio. Se llevó una mano a la barbilla, pensativa. -Naruto, ¿sabes cuántos años tendrías si fueses humano?

-¿Ah? Pues no estoy seguro. Tal vez unos... once años.

-¿¡Tan poco!? -gritó por la sorpresa.

 

El rubio sintió que los tímpanos de sus sensibles oídos reventarían por la estridente voz de la chica. La fulminó brevemente con la mirada, antes de hablar algo más tranquilo.

 

-¿Qué parte de "soy muy joven todavía" no has entendido, Sakura-chan? Cuando digo que soy joven, es porque soy joven -recalcó.

-Vale, vale, ya lo capto. Pero no me mires con esa cara, ¿quieres? -agitó levemente las manos, algo nerviosa. -Sólo preguntaba porque pensé que tal vez podría ayudarte a encontrar pareja. Vamos, ¿qué podría hacerte Inari Kami-sama por amar a una humana?

-No lo sé, y no quiero averiguarlo.

-¿Eeh? -arqueó una ceja. -¿De qué tienes miedo? Por lo que sé, a estas alturas seguro que Inari Kami-sama ya te tiene un buen castigo preparado. Es decir, nunca has obedecido en nada: No proteges a los humanos, es más, los atacas a la más mínima provocación, tampoco has cuidado nunca de Konoha... ¿Qué va a pasar por una cosa más en la que no obedezcas? -se encogió de hombros.

 

El rubio llevó la mirada al suelo con un leve brillo de tristeza. Toda esa conversación le estaba trayendo recuerdos de una charla parecida que tuvo con su padre.

 

Minato muchas veces le había dicho que haría buena pareja con una niña que junto con su gemela iba con frecuencia a buscarle al bosque para jugar, aunque él siempre la ignoraba. Aun así, esa chiquilla y su hermana siempre regresaban al día siguiente.

 

Hasta que... ese Uchiha...

 

-Mi padre siempre pensó que... -comenzó a susurrar con una sonrisa nostálgica.

-¿Qué? -se acercó un poco al escuchar al otro balbucear bajito.

 

Naruto negó con la cabeza, esforzándose por dibujar una sonrisa sincera mientras se ponía de pie.

 

-Es hora de que vuelva a casa, Sakura-chan.

-¿Tan pronto?

-Mañana nos vemos -contestó rápidamente, antes de que ella fuera a insistir en que se quedara o algo así.

 

Ya sabía dónde estaba la salida, así que sin esperar a la de cabellos rosas, se dirigió hacia allí mientras ocultaba sus rasgos animales.

 

Dejó escapar un sonoro resoplido, sintiéndose cansado de toda aquella situación. De repente, recordar a su padre la había hecho pensar en lo ocurrido en todo este tiempo. Se suponía que su acuerdo con ero sennin era, básicamente: "Ayuda a cambio de poder" o "Entrenamiento a cambio de protección." ¡Ah! Pero ahora de repente y sin motivo aparente el sannin no le iba a entrenar más, pero él sí que tenía que proteger Konoha de ese Orochi... lo que sea.

 

¡Se sentía engañado! Y porqué no decirlo... ¡enojado también!

 

Tan inmerso estaba en sus pensamientos que no escuchó cuando Sakura le despidió antes de que él cerrara la puerta.

 

Cada día le veía menos sentido a estar ahí. Había encontrado a personas que le agradaban, sí, ¡pero ese no era su lugar! Su lugar estaba en el bosque, con otros kitsune.

 

Así no se sentía ni medianamente feliz. A pesar de que siempre mostrara una, según Sasuke, tonta sonrisa.

 

Sólo necesitaba una señal que le indicase qué hacer: Quedarse, o marcharse. De cualquier forma, ero sennin ya había roto su acuerdo, así que no podría reprocharle nada si se marchaba.

 

Cuando estaba cerca de los portones de la villa, giró con cierta agresividad al sentir una mano posarse en su hombro.

 

-Hola -saludó Sai con su típica sonrisa. -Por favor, no me mires así -agregó soltándole, pero sin borrar su sonrisa.

 

Naruto recapacitó en que prácticamente estaba despedazando al pelinegro con la mirada. Además, le dolía el entrecejo. Se frotó suavemente el espacio entre las cejas, calmándose un poco. Estaba tan enojado que ni siquiera había olido a Sai acercarse.

 

-¿A dónde vas con semejante expresión? Así asustarás hasta a los perros.

-Iba a casa.

 

Ambos permanecieron mirándose fijamente un momento. Sai volvió a cerrar los ojos en su acostumbrada sonrisa.

 

-¿Qué? -preguntó el rubio, rompiendo el silencio.

 

Sin decir nada, Sai sacó un cuaderno de su mochila, un pincel y la tinta. Y así tal cual, de pie, empezó a dar suaves pinceladas en el papel.

 

-¿Qué haces, Sai?

-Algo que quedaría mejor si sonrieras un poco -contestó sin dejar de lado su labor.

-¿Ah...? -arqueó una ceja, confuso. -¿Qué tiene que ver que sonría, o no?

 

Naruto esperó un momento para ver si el otro se dignaba a decirle lo que estaba haciendo. Finalmente bufó de forma sonora y se puso a un lado de él para ver qué hacía.

 

-¿Te gusta? -preguntó el blanco de piel, enseñando el dibujo. -Te ves bastante serio, Naruto. Aun así, está bien. Hace tiempo que quería dibujarte.

 

Uzumaki arqueó una ceja, viendo el dibujo. No tenía idea de que Sai dibujara. Al instante, una sonrisa se dibujó en su rostro.

 

-Sai, ¿me lo puedo quedar?

-Claro -le tendió el papel.

-Se lo daré al teme para que tenga un recuerdo mío -le dijo, tomando el dibujo con cuidado, como si fuera de cristal.

-¿Un recuerdo? Pero si te vemos todos los días.

-Aun así... -su sonrisa vaciló un poco. No quería decirle sobre lo que le estaba atormentando hasta hace un momento. -Iré con el teme, y después iré a casa -alzó la mano libre, despidiéndose, antes de echar a correr nuevamente a los adentros de la villa.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Caminaba despacio por el barrio Uchiha, absorto en contemplar el dibujo. Era cierto que se veía algo serio, pero estaba bastante natural después de todo.

 

Tropezó al sentir el leve empujón de dos niños de unos siete años que cruzaban corriendo la calle entre risas.

 

-¡Lo siento! -se disculpó uno de ellos.

 

Los miró algo ceñudo, ya que casi le hacen arrugar el papel sin querer. Vio que esos dos niños se reunían con otros y con un anciano que estaba sentado en una silla junto a la puerta de una de las casas, al parecer les estaba contando algo a los chiquillos que le miraban con total atención.

 

Lleno de curiosidad se acercó un poco al creer escuchar la palabra "kitsune". No demasiado.

 

Había tres niños y dos niñas. Todos parecían tener más o menos la misma edad. En cuanto al hombre mayor, tenía un bigote grisáceo al igual que su cabello corto, la piel blanca y arrugada, y los ojos negros.

 

-¡Pero viejo, mi abuela me contó que los kitsune son buenos! -habló una niña.

-Eso nos hacen creer -negó, alzando el dedo índice. -Los kitsune son criaturas retorcidas. ¿Acaso nunca has escuchado la historia de los kitsune?

-¿Historia? -repitió ella.

-¡Yo sí! -exclamó un niño.

-Yo también -habló otro.

 

El de ojos azules fulminó al anciano con la mirada. ¿A quién llamaba "criaturas retorcidas"? ¡Se notaba que no se había detenido a observar a los suyos! ¡Los humanos eran los únicos retorcidos!

 

-Sí, la historia de cómo un Uchiha sobrevivió al ataque a muerte de un kyuubi -explicó.

 

Naruto sintió su corazón detenerse en seco durante unos segundos con esas palabras. ¿Sería qué...? ¿Ese hombre estaba hablando de...?

 

-¡Oh, yo no he escuchado nunca esa historia! -habló impaciente una de las niñas. -¡Quiero escucharla!

-Bueno, yo no estuve presente. Ni siquiera había nacido. Así que no sé todos los detalles. Ésta historia se remonta aproximadamente a cien años atrás -habló con voz interesante, intentando captar la atención de hasta los niños que ya conocían la historia. -Según cuentan, sin motivo alguno los kitsune enloquecieron, y uno de ellos, un kyuubi que al parecer era su líder, atacó a un Uchiha -hizo una breve pausa, sintiéndose satisfecho al tener la atención de todos los chiquillos. -Uchiha Madara.

-Oh, pobre Madara-san -habló una niña.

 

Los ojos azules del rubio se cerraron con fuerza justo en el momento en que ella dijo "Madara-san". Era como si hubiese sentido una punzada fugaz en las sienes. Ese nombre... ¡Ese nombre...!

 

-¿Pobre Madara-san? ¡Ja! -el anciano soltó una carcajada jocosa. -Mejor compadece a ese maldito kyuubi que intentó matar a uno de los nuestros. Ese kitsune se llevó su merecido.

 

El dibujo se arrugó totalmente cuando las manos morenas lo estrujaron con violencia. Naruto temblaba levemente, sintiendo la ira crecer en él a una velocidad increíble. Su respiración se había vuelto pesada, pero a la vez rápida y algo jadeante.

 

-Después de aquello, todos los kitsune desaparecieron. Y es una pena porque todos los Uchiha habían planeado eliminar a los kitsune en venganza por haber atacado a Madara.

-Los kitsune son malos -comentó la niña que no conocía la historia, asustada.

-¡Hey, viejo! -le llamó la atención un niño. -¿Es cierto el rumor que corre por la aldea? Dicen que hay kitsunes de nuevo en el bosque.

 

El anciano se dispuso a contestar, pero su rostro se torno serio al sentir un fuerte chakra cerca, muy cerca. Era un chakra denso y algo molesto.

 

Alzó la mirada de los ojos inocentes de los niños, atisbando a unos pasos de ellos al chico rubio del que todos hablaban en la aldea, estrujando con violencia un papel entre sus manos. Los ojos azules del rubio empezaban a tomar un tono rojizo por momentos.

 

Había escuchado hablar de ese niño, decían que era el protegido de la Hokage, Tsunade-sama, y de Jiraiya-sama, por eso nadie se atrevía a hacerle nada a ese niño. Aunque la gran mayoría afirmaba que era un kitsune, y otros más incrédulos decían que eso no era posible.

 

Fuera como fuera, a él eso le importaba muy poco, no quería a ese niño allí. Sin amedrentarse por ese chakra que envolvía al chico de las marcas en las mejillas, se puso de pie y se posicionó frente a los niños a modo de escudo.

 

-¿Qué buscas aquí? ¡Vete! -le ordenó.

-¡¡Todo lo que has dicho es mentira!! -gritó con tal fuerza que los pocos que no se habían parado a observarle, ya lo habían hecho. -¡Todo es mentira! -sin darse cuenta, sus uñas que habían crecido un poco, estaban rasgando el papel arrugado entre sus manos.

-¿Y tú cómo sabes eso, mocoso? -preguntó en tono despectivo.

-¡Porque yo...!

 

Casi se le escapa decir: "Porque yo estuve allí". Miró a su alrededor al escuchar unos murmullos. Había mucha gente observándole, hombres, mujeres, niños... Todos con esos malditos ojos negros.

 

-Es el chico del chakra siniestro -susurró una mujer. -¿Qué hace aquí?

-Sus ojos son rojos -susurró sorprendido un adolescente.

 

Un hombre joven salió de entre el grupo de gente y se acercó al anciano, deteniéndose a su lado.

 

-¿Está todo bien, abuelo?

-Hum -asintió con un movimiento de cabeza para contestar la pregunta, y después observó al rubio frente a él. -Ya te ibas, ¿verdad? -le dijo a Naruto con tono frío. No quería que hubiera peleas delante de niños pequeños.

-¡No! -le gritó en respuesta. -¡No me iré hasta que admitas que lo que dijiste es mentira! ¡Mis padr...! -se mordió la lengua para no terminar la palabra. -¡Los kitsune no son malos! -respiró agitado, intentando reprimir sus deseos de atacar a esos humanos. -¡Toda la culpa es de ese Uchiha que...!

-Suficiente, niño -ordenó el hombre junto al anciano. -Vete, o te echaremos a la fuerza. No nos gustas.

-¡¡Vosotros a mí tampoco!! -gritó en respuesta, irritado.

-En ese caso... -activó su sharingan. -vete ahora mismo y no vuelvas.

 

Naruto se tensó al ver aquellos ojos rojos que tanto temía. Retrocedió un par de pasos y sus ojos volvieron a su color azul, aunque mostraban un claro brillo de miedo que no pasó desapercibido para muchos.

 

-Te hemos visto demasiadas veces junto a Sasuke-kun, y eso no nos gusta -agregó el adulto. -Aléjate de él.

 

Al escuchar ese nombre, no hizo caso a la orden e intentó correr en dirección a la casa de Sasuke. Con él se sentía seguro. Pero apenas avanzó un paso para cruzar entre la gente, vio más ojos negros volverse rojos.

 

Retrocedió varios pasos con torpeza, temblando levemente como un animal enjaulado. De forma fugaz vio que el círculo de gente se abrió justamente en dirección a donde estaba la salida del barrio, así que sin dudar salió a correr lo más rápido que pudo.

 

Ya lo había entendido. Esa era la señal que necesitaba. No volvería nunca más a Konoha, de eso estaba seguro.

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

¡Hola a todos! Muchas gracias a todos los que se tomaron la molestia de dejarme un review, favorito, o alerta ^^ 

¿Sabías qué...?

Cuando se llama por teléfono en Japón, lo primero que se dice es "moshi-moshi" porque parece ser que un kitsune es incapaz de pronunciar esa palabra y por lo tanto el que habla se está asegurando, o asegurando al que le escucha de que no es un zorro transformado.

 

Y como siempre... ¡Se agradecerán reviews! ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).