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Kitsune no kokoro por Takaita Hiwatari

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KITSUNE NO KOKORO:

Takaita Hiwatari

Capítulo 10: "¿Dónde estás, kitsune?":

 

Sentía el corazón latirle con fuerza, aun así no detuvo su carrera hasta que llegó al río, a la zona donde siempre solía bañarse.

 

Se dejó caer en la orilla de rodillas, respirando agitado. Cuando acercó las manos al agua para poder beber, si dio cuenta de que en una de ellas llevaba el dibujo que Sai le había dado. Estaba totalmente arrugado, y al abrirlo pudo percibir que también tenía agujeros.

 

Soltando un suspiro lánguido, dejó caer el papel al agua, observando cómo la corriente tranquila se lo llevaba hasta que se hundió.

 

Finalmente tomó algo de agua con ambas manos y bebió, para después empaparse el rostro repetidas veces y un poco el cabello, en un intento de serenarse.

 

Madara-san... Estaba seguro de que ese nombre... De tan sólo pronunciarlo en su mente, sentía escalofríos, y a su cabeza llegaba un recuerdo fugaz de lo ocurrido hace años.

 

Se incorporó y caminó en dirección a la montaña donde se hallaba su cueva. Conforme más subía, el terreno de la montaña se volvía más irregular y rocoso. Era algo complicado, pero él estaba acostumbrado a ir por allí. Después de andar bastante, llegó a un llano repleto de árboles de cerezo. Sus ramas se agitaban suavemente por la fresca brisa.

 

Contradictoriamente, el lugar le trasmitía paz a pesar de no tener recuerdos muy gratos.

 

Se acercó a uno de los árboles en especifico, el más rebosarte de rojas cerezas, y se arrodilló frente al tronco. Deslizó la mano por la madera, donde unos kanjis estaban tallados. No sabía leer, pero aun así sabía lo que ponía:

 

"Minato y Kushina"

 

Porque a los pies de ese árbol yacían sus padres.

 

Cerró los ojos con pesadez, recargando también la frente en el tronco. Sentía el pecho encogido, y los ojos le hormigueaban.

 

Aun así, no iba a llorar. Él era fuerte. Eso es, su padre siempre le decía que era fuerte, y él no demostraría lo contrario.

 

Su mente se vio asaltada por recuerdos de cuándo sus padres todavía vivían y eran felices habitando ese bosque junto a los demás kitsune:

 

Naruto despertó con bastante pereza, y cuando enfocó la vista, descubrió que se hallaba solo en la cueva.

 

Eso en realidad no le hubiese preocupado de no ser porque su estómago clamaba por algo de comida. Olfateó el aire, buscando el rastro de sus padres, o de algún otro kitsune.

 

Tras caminar un par de kilómetros, por fin encontró a sus padres y a unos cuantos kitsunes más acompañados de muchos niños humanos. Con razón no había ningún kitsune en la cueva. Nunca permitían que los humanos estuvieran cerca de su hogar, por protección.

 

Torció el gesto en señal de inconformidad. No le gustaba que los humanos estuviesen siempre en el bosque. Prácticamente desde que amanecía hasta el atardecer estaban allí. ¿Es que no tenían nada mejor que hacer?

 

A lo lejos vio a su madre arrodillada en la hierba con una hermosa sonrisa en el rostro, haciendo coronas de flores silvestres que después ponía sobre las cabezas de las niñas que estaban con ella.

 

-¡Ouch! Jaja... ¡Eso hace cosquillas!

 

Agitó las orejas al escuchar a su padre reír. Lo vio sentado no muy lejos de su madre, rodeado de niños. Uno de ellos parecía estar fascinado con la larga y peluda cola de su padre, ya que no dejaba de tocarla y acariciarla, o intentaba atraparla cada vez que ésta se movía. Otros le hacían cosquillas a Minato, de ahí que estuviera riendo.

 

Minato vestía una yukata de color verde suave, y Kushina vestía una yukata femenina de color naranja con espirales de color negro estampadas.

 

Naruto dejó escapar un sonoro bufido, molesto y sobre todo celoso de que esos niños humanos acapararan la atención de sus padres. Se fue a sentarse al pie del tronco de un árbol, en la sombra, y se cruzó de brazos en señal de indignación con un notable ceño fruncido en el rostro.

 

Pero no duró mucho tiempo así, ya que con una velocidad increíble vio aparecer el rostro de su progenitor muy cerca del suyo, provocándole un respingo.

 

-¡Papá! -protestó por el acto inesperado.

-¿Sabes quienes han venido? -le susurró en un tono confidente, llevándose una mano a un lado de la boca.

-No -contestó sin rastro de enojo, siendo sustituido por la curiosidad. -¿Quienes?

-Aiko y Shizuka.

-Ah... ¿Te refieres a esas niñas que son iguales? -preguntó con repentino desanimo.

-No me puedes negar que las gemelas del clan Uchiha son bonitas. Sólo míralas -las señaló con un dedo, de forma disimulada. -Además, estoy más que seguro de que Aiko te quiere.

-¿Y eso qué más da? -se encogió de hombros con desinterés. -Es humana.

-Pero es una bonita humana -puntualizó. -Harías buena pareja con ella.

 

El menor se alarmó al escuchar eso, sintiendo el pelo de sus orejas y cola erizarse de golpe.

 

-¿¡Acaso quieres que Inari Kami-sama me arranque la piel a tiras!?

-No tienes porqué alterarte -le habló totalmente tranquilo.

-¡Eso lo dices porque tú no tuviste problemas con mamá, después de todo ella es un kitsune!

-No lo entiendes, hijo -negó un par de veces con la cabeza. -Me habría enamorado de tu madre aunque fuera una humana, un hombre, o cualquier otra cosa. Y te aseguro que habría acabado junto a ella sin importarme el castigo de Inari Kami-sama -posó una mano en los rubios cabellos de su hijo. -Prefiero mil veces tener una vida plena y feliz, aunque eso conlleve un castigo, antes que una larga vida que me haga infeliz.

 

Naruto observó con total incredulidad a su padre, y Minato tan sólo sonrió pensando que después de todo su hijo era demasiado joven como para entender sobre asuntos amorosos.

 

Tal vez lo mejor era cambiar de tema.

 

-Ese niño del clan Nara está obsesionado con mi cola -comentó.

 

Kushina se acercó a ellos, arrodillándose junto a Minato. Los observó con una mueca curiosa.

 

-¿Qué estáis secreteando vosotros dos? -pero antes de recibir respuesta continuó hablando. -Por cierto, Naruto, la pequeña Aiko está aquí. ¿Por qué no juegas con ella? -sugirió con una sonrisa afable.

-No quiero -desvió el rostro a un lado.

-¡No seas antipático! Ella viene aquí todos los días expresamente para poder jugar contigo, y tú siempre la ignoras -tomó las manos de Naruto y lo puso de pie. -Ven, vamos con ella.

 

El kitsune se puso de pie a regañadientes, viendo a unos pasos de él a las gemelas Uchiha. Aiko le sonreía con timidez, sujetando la mano de su hermana. Mientras que Shizuka estaba más pendiente del chico del clan Nara que estaba recostado en la hierba y observaba el cielo con fijeza.

 

Ambas niñas vestían una yukata femenina de color blanco, sólo que Aiko tenía estampados de flores rojas, y Shizuka tenía estampados de flores negras. Ambas con el cabello lacio, largo y negro, y los ojos del mismo color.

 

Naruto frunció levemente el ceño y los labios, sintiéndose disgustado. ¿Cómo podía quererle una niña con la nunca había hablado? Es más, apenas y la miraba.

 

Los humanos eran, sin duda, muy extraños.

 

-Vamos, hijo. ¡No seas tímido! -exclamó con una sonrisa el adulto, palmeándole una vez la espalda. -¡Ya eres todo un hombre! Hace poco has aprendido a tomar tu forma semihumana tú solo. Ya no dependes de nosotros para hacerlo.

-Ya era hora de que aprendiera. Tengo diez años -casi susurró, avergonzado.

 

Minato esbozó una ligera sonrisa al escuchar el tono avergonzado de su hijo. Naruto debería de sentirse muy orgulloso por su logro con esa edad. Lo normal para un kitsune, era aprender a tomar su apariencia semihumana y humana a los cincuenta años, y algunos incluso no aprendían hasta los cien años.

 

Y Naruto, con diez años ya había aprendido. Sin duda era fuerte. Sintió su pecho hincharse de orgullo por su hijo.

 

-Bueno, yo aprendí más o menos con tu edad, así que no te sientas cohibido por eso. Se necesita mucha energía después de todo.

-Casualmente, ellas también tienen diez años -agregó Kushina con una sonrisa.

 

Naruto negó agitando la cabeza con fuerza. ¡No quería que le obligaran a jugar con los humanos! Se soltó del agarre de su madre y se alejó corriendo para buscar a otros kitsunes con los que jugar.

 

Pero chasqueó la lengua al ver aparecer a su padre corriendo a su lado. No entendía cómo podía correr tan rápido, a veces le daba la sensación de que parecía un rayo amarillo. Aunque bueno, después de todo era un kyuubi. Se detuvo, logrando que su padre lo hiciera también.

 

-Sólo voy a buscar algo de comer -fue lo primero que atinó a decir para excusarse.

 

Minato se llevó ambas manos a la cintura, observándole fijamente.

 

-No entiendo porqué nunca te acercas a los humanos, Naruto. Son sólo unos niños, y quieren jugar.

-¿Pero por qué tienen que estar siempre con mamá y contigo? ¡Hay más kitsunes con los que pueden jugar!

 

Naruto se arrepintió medio segundo después de haber protestado aquello, y giró el rostro a un lado.

 

El mayor sonrió al comprender que le sucedía a Naruto. Sin duda estaba celoso de esos niños humanos, y por eso no le gustaba estar con ellos. Está bien, Naruto tenía tiempo de sobra para adaptarse a la presencia de los humanos en el bosque, así que no tenía que preocuparse demasiado por eso.

 

Posó nuevamente una mano en los rubios y rebeldes cabellos de su hijo y los agitó un poco.

 

-Ibas a buscar algo de comer, ¿no? Voy contigo, también tengo hambre.

-¡Sí! -exclamó sonriente y emocionado. -¡Vamos a cazar juntos!

-Aunque... Naruto -le llamó repentinamente serio. -Si lo que sientes por alguien es sincero, no importa si es humana o kitsune. Inari Kami-sama no puede castigarte por ser feliz.

 

El menor dejó escapar un largo y sonoro suspiro pesado, algo hastiado de ese tema de conversación. ¡Claro que Inari Kami-sama les castigaría! Les haría arder en el infierno por toda la eternidad. ¡Seguro!

 

-Papá...

-Hablo en serio -interrumpió. -Cuando encuentres a alguien con quien ser feliz, no lo pienses, y acéptala.

 

Su expresión pasó de ser seria, a preocupada. De tan sólo pensar que tal vez Naruto pudiera enamorarse de una humana y no la aceptara por temor a un castigo de Inari Kami-sama, le angustiaba. No quería que su hijo fuera infeliz.

 

-¿Lo prometes, Naruto?

-No voy a prometer nada -farfulló, evadiendo la mirada de su padre. No le gustaba verle así de preocupado.

-Naruto...

-Está bien -habló rápido para acabar de una vez con ese tema. -Y ahora vamos a cazar de una vez.

 

Salió a correr sin importarle dejar a su padre atrás, sabía que éste le alcanzaría rápido.


Le molestaba el hecho de que su padre diera por sentado que se enamoraría de una humana. ¿Acaso le creía loco para pensar siquiera en esa posibilidad?

 

Antes muerto que acabar junto a una humana.

 

Uzumaki volvió a la realidad, dejando sus recuerdos de lado por el momento. Todavía permanecía apoyado en el tronco donde estaban tallados los nombres de sus padres.

 

-Papá... -susurró en un hilo de voz. -Mamá...

 

Abrió los ojos, carentes de brillo. Se sentía tan solo... vacío y perdido. No sabía qué hacer. Y sobre todo no podía evitar preguntarse qué era lo que había estado haciendo hasta ahora, mezclándose con los humanos que tanto odiaba.

 

Sólo por conseguir poder había aceptado estar con ellos y tratarlos, y le molestaba el hecho de recordar eso. Ahora no tenía necesidad de conseguir un gran poder, ya no tenía que matar a ese Uchiha porque estaba muerto.

 

Entonces, ¿qué necesidad había de hacerse más fuerte?

 

Tal vez porque a pesar de todo todavía quería ser un kyuubi como su padre, y no sabía otro método para conseguir poder. Pero todo aquello era demasiado, prefería seguir siendo un sanbi y terminar de dominar la cuarta cola por sí solo, lejos de los humanos.

 

-¿Qué debería hacer? -susurró. -Si vosotros estuvierais aquí, todo sería tan diferente...

 

Fugazmente recordó los amigos que había hecho en Konoha y que dejaría atrás, y no pudo evitar preguntarse si pensarían en él al notar su ausencia.

 

Shikamaru, Chouji, Ino, Lee, Kiba, Sai, Sakura, Sasuke...

 

Uchiha Sasuke... Uchiha Madara... Ironías de la vida. Un Uchiha le arrebató a su familia, y un Uchiha le salvó la vida.

 

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, intentando bloquear un recuerdo que se empeñaba en salir a la luz. Aquel desagradable recuerdo del momento en que Madara asesinó a sus padres frente a sus propios ojos:

 

-¡Hum...! -Uchiha sonrió con sorna, volviendo a coger su espada. La sacudió una vez, con fuerza, para retirar el exceso de sangre de la hoja. -Después de todo no me has servido de nada -comentó mirando a la pelirroja.

 

Aunque Naruto había intentado correr hacia sus padres para detener lo inevitable, no llegó a tiempo y cayó de rodillas al suelo cuando la sangre de sus progenitores le salpicó en el rostro.

 

Observó a aquel humano sacudir la espada manchada de sangre y hablar con tono despectivo. No podía verle el rostro porque el sol estaba a su espalda, así que sólo distinguía una silueta oscura con una voz fría.

 

Ignoraba los llamados de otros kitsunes algo alejados, ordenándole que corriera y se alejara de allí. Pero él no reaccionaba, no podía, estaba totalmente ensimismado observando los cuerpos inertes de sus padres sobre un charco de sangre cada vez más grande.

 

-Papá... -dejó escapar un sollozo ahogado, intentando retener las lágrimas. -Mamá...

 

Aguantó la respiración y su cuerpo se volvió rígido al sentir un frío y filoso metal acariciar su cuello, obligándole a alzar la cabeza si no quería ser cortado. Entrecerró los ojos cuando el sol volvió a golpearle en el rostro, viendo la negra silueta de aquel Uchiha.

 

Cada vez que un espasmo azotaba su cuerpo por algún sollozo ahogado, sentía la punta de la afilada espada arañarle bajo la barbilla.

 

-Oh... que sorpresa. ¿Son tus padres? -preguntó con voz jocosa. -No, perdona... ¿Eran tus padres? -se corrigió, recalcando el pasado.

 

Naruto gruñó de forma audible, sacándole una ruidosa carcajada al humano. Hizo el amago de levantarse, pero la espada le pinchó levemente en el cuello como advertencia, así que a regañadientes permaneció arrodillado.

 

-Tranquilo, pequeño kitsune. Terminaré pronto con tu sufrimiento.

 

El rubio sintió como el filo del arma descendía en una caricia rasposa desde su cuello hasta el pecho, sobre el corazón.

 

-¡Te mataré! -masculló Uzumaki con los dientes apretados, frunciendo tan profundamente el ceño que hasta le dolía.

-Acabo de matar a un kyuubi -habló, como si fuese una novedad para el otro. -¿Qué te hace pensar que tú, pequeña escoria, vas a poder conmigo?

 

El kitsune cerró los ojos con fuerza al sentir un repentino escozor en la mejilla provocado por un corte.

 

Fulminó con la mirada aquella silueta negra de la cual solamente podía distinguir dos ojos rojos como la sangre brillar con malicia.

 

-Tal vez podría llevarte conmigo como pago por el desprecio de tu madre. Pero no me van los niños, así que lo siento por tu mala suerte. Prefiero matarte y beberme tu sangre -blandió la espada con rápidos movimientos, preparándose para atacar. -¡Muere!

 

Instintivamente Naruto se encogió un poco, cubriéndose con ambos brazos el pecho, donde estaba su único punto vulnerable y que le provocaría la muerte.

 

Si Uchiha no le atravesaba el corazón con su espada, sentía que igualmente su corazón se pararía de lo fuerte que latía.

 

Tenía miedo.

 

No podía morir. ¡No quería morir!

 

-¡Madara-san!

 

La espada se detuvo a centímetros del rubio, y el mencionado volteó al escuchar el llamado de una chiquilla, viendo a varios niños observarle desde lejos.

 

-¿Qué pasa, Uchiha-san? -preguntó ésta vez un niño. -¿Po-por qué están...? -señaló con  una mano temblorosa a los kitsunes sin vida.

-Tsk... -el pelinegro volvió la mirada a Naruto que temblaba como una hoja, encogido y arrodillado en la hierba con la mirada aguada por las lágrimas retenidas. -Parecer ser que después de todo tienes suerte, pequeña escoria -paseó el filo de la espada por los brazos del menor, tentado a hacer algún corte. -Te dejaré con vida. No merece la pena manchar mi espada contigo -finalmente apartó el arma, guardándosela.

 

Madara giró al tiempo que desactivaba su sharingan, intentando esconder una leve sonrisa divertida al escuchar los incontenibles sollozos del kitsune a su espalda.

 

Se acercó a los niños, fingiendo cojear de su pie derecho y con falsa expresión abatida.

 

-Uchiha-san, ¿está bien? -se preocupó un niño.

-Es terrible, niños. Tenéis que salir de aquí, los kitsunes han enloquecido y me han atacado.

-¿Qué?

-No me ha quedado más remedio que defenderme y los he tenido que matar.

 

Los niños entonces entendieron esa escena y se sintieron preocupados por el estado de Madara. Aunque unos ojos negros en particular, observaban a Naruto sollozar arrodillado en el suelo.

 

-Naruto... -susurró Aiko. -Sus padres... están...

-No, Aiko-chan, no te acerques. Ese pequeño kitsune también ha enloquecido -aseguró, fingiendo una voz de preocupación para con los niños. -Vamos, será mejor que nos vayamos, antes de que aparezcan más kitsunes. Estoy algo malherido y no podría protegeros a todos -instó.

 

Obviamente todo era mentira. Apenas y tenía algún rasguño, nada grave.

 

Aquel kyuubi idiota no había peleado en serio con él porque decía no sé qué cosa sobre que tenían prohibido dañar a los humanos. Era obvio que ese tipo sólo quería proteger a su mujer, pero no matarle, tan sólo le pedía una y otra vez que dejara libre a Kushina y evitaba sus ataques. Y él se aprovechó de eso para matarle.

 

Observó con despreció disimulado a la pelirroja sin vida. Esa kitsune se había atrevido a rechazarle. No había sido su intención matarla, ella se atravesó cuando planeaba matar al kyuubi, pero era mejor así, prefería verla muerta a verla con otro.

 

Echó una última mirada al rubio que ahora lloraba desconsolado, todavía sin moverse un ápice de donde estaba antes. Se había quedado con las ganas de matar al hijo de la mujer que se había atrevido a rechazarle, pero no podía arriesgarse a hacerlo frente a los niños. Los kitsune eran unas criaturas muy queridas en Konoha por la ayuda que brindaban a sus aldeanos, y si el Hokage se enteraba de su acto, tendría problemas.

 

Los otros kitsune seguían alejados, intimidados por su presencia. Pero eso no se quedaría así. Hablaría con los del clan para resolver ese asunto. Algo para eliminar a esos seres de los bosques de Konoha.

 

Naruto alzó levemente la mirada, viéndolo todo borroso debido a las lágrimas, y lo último que sus ojos enfocaron fue un pálido rostro de ojos y cabello negro. El humano que asesinó a sus padres: un Uchiha.

 

Una vez más, Naruto dejó los recuerdos de lado y se incorporó con torpeza por querer hacerlo tan deprisa. Agitó la cabeza con fuerza, queriendo volver a enterrar ese recuerdo tal y como había estado todos estos años. De nada servía ahora estar atormentándose con eso, no había nada que él pudiera hacer ya.

 

Sus padres estaban muertos. Uchiha Madara también.

 

Totalmente decidido y sin intenciones de mirar atrás, salió a correr para alejarse de aquel árbol de cerezo, de la montaña, del bosque, de Konoha...

 

Alejarse de todo.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Sasuke paseó la mirada por el jardín interior de su casa, hasta toparse con la planta todavía llena de tomates. Sus ojos negros miraron el cielo limpio de nubes al escuchar el trinar de unos pájaros, aunque en realidad no veía nada, estaba sumergido en sus pensamientos.

 

Un mes había pasado, estaban casi a últimos de Agosto, y desde aquel día en que Sakura fue a darle su regalo de cumpleaños, no había vuelto a ver a Naruto. Y si no recordaba mal, el kitsune aseguró que volvería.

 

Pero nunca volvió.

 

A veces se sentía extraño, despertaba en mitad de la noche esperando ver al rubio durmiendo sobre el futón y el cobertor hechos una bola aplastada en el suelo. Y el caso es que... Naruto no había dormido mucho en su habitación como para haberse acostumbrado a su presencia.

 

Obviamente, todos habían notado la ausencia de Naruto en la aldea. Al principio pensaron que estaba enojado por el hecho de que Jiraiya no pudiera seguir entrenándole, pero eso ya era demasiado como para tratarse de un simple enojo.

 

Cuando los días empezaban a pasar, Kiba, Hinata y Akamaru fueron al bosque, expresamente a buscar a Naruto para saber qué le ocurría y el porqué de su repentina ausencia en Konoha. Pero el castaño y la chica llegaron con la noticia de que no había ni rastro del kitsune en el bosque. Ni Akamaru, ni él, habían captado su olor en ningún lado, y la chica no había encontrado rastro de Naruto con su byakugan.

 

No había querido admitirlo, pero... estaba preocupado.

 

Naruto era tan inocente e ignorante, que rayaba en lo ridículo. No quería pensar que algo podía haberle ocurrido, además, el dobe era más o menos fuerte, así que... si algo pasaba, podría defenderse, ¿no?

 

Como cuando le contó que aquellos dos humanos le molestaron en el bosque. Naruto se había defendido.

 

Detuvo sus pensamientos al recapacitar en algo y rápido salió de su casa, sin avisar a Itachi.

 

Caminó con cierta prisa y sin detenerse en dirección al hospital.

 

Recordaba que el primero en preguntar por Naruto fue Sai, apenas dos días después de la última vez que vio al kitsune, y él no le dio importancia:

 

-Sasuke-kun, ¿has visto hoy a Naruto?

 

Fulminó con la mirada aquella sonrisa que parecía estar grapada en el blanco rostro, y después giró la cara a un lado.

 

-No. Seguro estará en su cueva.

 

Tras contestar, se encogió de hombros y estaba por irse, pero la voz del otro le detuvo de nuevo.

 

-¿Te gustó el recuerdo de Naruto?

-¿Qué recuerdo?

-Anteayer le dibujé, y dijo que quería dártelo como recuerdo antes de irse a casa.

 

Uchiha frunció levemente el ceño, no entendiendo porqué el rubio quería darle un recuerdo. Además que Naruto nunca volvió a su casa después de marcharse con Sakura, y ya habían pasado dos días de aquello.

 

-No me dio nada -contestó, llevándose con desgano las manos a los bolsillos del pantalón. -¿Y para qué querría yo un recuerdo suyo? Ese dobe está tomando la costumbre de estar con frecuencia por mi casa.

-Entiendo. Es algo normal -se llevó una mano a la barbilla, con verdadera expresión pensativa. -Una vez leí en un libro que a los enamorados les gusta pasar mucho tiempo juntos, encerrados en casa, y hacer...

 

Sai tuvo que dejar de hablar para bloquear una certera patada que iba dirigida a su rostro.

 

-Termina esa frase, y te estamparé un chidori en la lengua -amenazó con los dientes apretados.

 

Y cómo olvidar que unos días después, Lee, Kiba con su inseparable Akamaru, Hinata, Chouji y Shikamaru le preguntaron por Naruto. No entendía porqué todos tenían la maldita manía de preguntarle a él. ¡No era la madre de Naruto para saber todo el tiempo dónde estaba!:

 

-Si vosotros no sabéis dónde está el dobe, ¿qué os hace pensar que yo sí lo sé?

 

Si hubiese predicho la respuesta que recibiría, no habría preguntado eso.

 

Kiba le observó con los ojos entrecerrados, sospechando, antes de contestarle.

 

-Es obvio que tú lo sabes. Después de todo, Naruto es tu sirviente.

 

Sasuke no pudo evitar la estúpida expresión de sorpresa que durante unos segundos invadió su rostro. Y totalmente incrédulo vio como los demás asentían en silencio a lo dicho por Kiba.

 

-¿Qué le hiciste, Sasuke? -volvió a preguntar el castaño. -A todos nos parece sospechoso que de repente Naruto haya dejado de venir a la aldea.

 

Inuzuka estaba totalmente seguro de que el desgraciado de Sasuke tenía a Naruto esclavizado, y que el kitsune, harto de aquella situación, había decidido escaparse de las "garras" de ese Uchiha pervertido.

 

-¿Qué demonios estás diciendo, idiota? -contestó ceñudo.

-Seguro que eres el amo más cruel y retorcido del mundo, y por eso Naruto se ha ido -siguió hablando.

-Sasuke... eres muy problemático -comentó Shikamaru con pereza.

 

Ésta vez intervino Lee, alzando un puño a la altura de su cara con una mirada decidida.

 

-Es inútil que lo niegues. Lo sabemos todo. ¡Tu apasionado fuego de la juventud se ha sentido atraído hacia el brillante y cegador fuego de Naruto-kun!

-¿Qué? -Sasuke arqueó una ceja totalmente confuso, sin entender qué hablaba de fuegos apasionados y brillantes. -¿Te has golpeado la cabeza, Lee?

 

El especialista en taijutsu permaneció petrificado en aquella posición, con el puño en alto, aunque un leve rubor se apoderó de sus mejillas.

 

Sasuke chasqueó la lengua de forma sonora, preguntándose qué demonios le ocurría al idiota como para sonrojarse.

 

-Amantes -fue todo lo que dijo Lee, avergonzado.

 

Uchiha suspiró levemente, sin entender todavía lo que quería decir el otro.

 

-¡No te hagas el inocente, Sasuke! -intervino de nuevo Kiba. -Lo que Lee intenta decir, es que todos sabemos perfectamente que Naruto y tú sois amantes. Y también sabemos que Naruto es tu sirviente -se llevó las manos a la cintura. -¡Pobre Naruto! ¡Te aprovechas de su inocencia!

 

Akamaru ladró un par de veces, dándole la razón a su dueño.

 

El sharingan apareció de forma fugaz en los ojos de Sasuke, para segundos después volver a aparecer. Y contrariamente a lo que todos pensaban, el pelinegro esbozó una leve sonrisa ladeada y ocultó la mirada tras su flequillo. Despacio alzó ambas manos y comenzó a hacer unos sellos, estaba por hacer el último cuando de repente sintió que no se podía mover. Frunció el ceño notablemente al ver su sombra siendo retenida.

 

-Shikamaru... -siseó con voz amenazante. -Suéltame.

-No voy a dejar que nos achicharres a todos con un chidori, Sasuke, eso sería demasiado problemático.

 

El castaño de los triángulos en las mejillas se adelantó un par de pasos y señaló a Sasuke de forma acusadora mientras sonreía socarrón.

 

-¡Ja! Si se enfada, es porque es cierto -sentenció.

-Ki-Kiba-kun... -habló por fin Hinata. -Sólo... habíamos venido a preguntarle a Sa-Sasuke-kun sobre Na... Naruto-kun.

-Oh, es cierto -llevo la mirada al furioso Uchiha que tenía el sharingan cobrando un brillo más intenso por momentos. -Sasuke, confiesa, ¿dónde está Naruto? ¿Lo tienes encerrado en tu casa? ¿O tal vez ha huido por tu culpa? Es eso, ¿verdad?

-Sólo espera a que Shikamaru se canse de retenerme, y entonces te diré dónde está Naruto -contestó con enojo contenido, intentando en vano poder moverse. Por suerte sabía que Nara no podía aguantar mucho tiempo con el kage mane no jutsu. Solamente era cuestión de tiempo poder vengarse. Ese Inuzuka estaría una larga temporada en el hospital... si lograba sobrevivir.

 

Pero en ese momento llegó Sakura de lo más "oportuna" diciéndole a Sasuke que Tsunade quería verle para que su equipo saliera a una misión.

 

¡Siempre que quería vengarse, algo se interponía!

 

Y para rematar, también Itachi estuvo preguntando, y desde su punto de vista molestando, para saber qué había sido de Naruto medio mes después de la ausencia de éste:

 

-¿Le has confesado a Naruto-kun que no lo consideras un amigo, tonto hermano menor? Porque no se me ocurre otro motivo por el que de repente haya dejado de venir a la aldea.

 

Sasuke fulminó a su hermano con la mirada. ¿¡Por qué todos pensaban que la ausencia de Naruto era su culpa!? ¡Él no tenía la culpa!

 

Ya se estaba cansando de todo eso. De verdad necesitaba electrocutar a alguien con un chidori para eliminar la frustración que sentía por todos los rumores acerca de él. Ahora no sólo era gay y zoofílico, también era el amo cruel y bastardo que tenía a Naruto esclavizado y obligado a ser su amante, y que se aprovechaba de su inocencia.

 

¿¡Qué les ocurría a todos!? ¿¡Por qué no se buscaban una vida propia y le dejaban a él en paz de una vez!?

 

¡Naruto! ¡Naruto! ¡Naruto!

 

¡A él le daba exactamente igual dónde se encontraba la bola de pelos en ese momento! De hecho, si no estuviesen preguntando por él a cada momento, ni lo recordaría.

 

¡Si Naruto no quería ir a Konoha, pues bien, que no fuera! ¡Pero a él que le dejaran en paz!

 

-Sasuke, ¿estás bien? -preguntó Itachi al no recibir respuesta. -Tienes mala cara.

-¡Si tanto te preocupa Naruto, ve a buscarlo tú mismo! -casi gritó, sin mirarle. -Ahora, ¿podemos hablar de otra cosa? -más que una sugerencia, sonó como una orden.

-Me he fijado en cómo sonreía Naruto-kun cuando te miraba -comentó tranquilo, ignorando descaradamente el enojo de su hermano. -Le agradabas mucho, más de lo que quería aparentar.

-Pues lo siento por él, se encariñó de la persona equivocada porque no es algo reciproco -contestó con frialdad, hastiado.

 

¡Oh, sí! Seguro que ahora Itachi también diría algo que le enfurecería, como que si Naruto era suyo, o algo así. Pero su hermano no dijo nada más, cosa que le desconcertó. Finalmente giró el rostro para verle, encontrándole pensativo.

 

-¿Has tratado de imaginarte a Naruto-kun completamente humano, y con unos años más en apariencia física? No sé... con tu edad, o con la mía.

-¿...qué con eso? -su voz sonó más aliviada, agradeciendo infinitamente que Itachi no afirmara cosas erróneas sobre él como hacían los demás.

-Creo que se vería bastante... llamativo.

 

Sasuke tan sólo le dedicó una fija mirada a su hermano mayor, preguntándole sin hablar qué quería decir con eso.

 

-Olvídalo. Es una tontería -habló, dejando sus pensamientos de lado. -Es obvio que tú no, pero yo echo de menos ver al revoltoso de Naruto-kun por aquí. Por momentos nuestras vidas dejaban de ser monótonas.

 

El rostro de Sasuke se tornó serio, y siguió dedicando esa fija mirada a su hermano.

 

-Eso ha sonado dramático, Itachi.

 

También recordó fugazmente cuando tres días después de la desaparición de Naruto, Tsunade los mandó llamar a Sakura, Sai y él a su despacho para hablarles sobre los dos últimos ninjas encontrados heridos en el bosque.

 

Unos hermanos gemelos llegados hace unos seis meses a la aldea, ambos chuunin, apellidados Takahashi. Los dos estaban heridos de gravedad, y según Tsunade, aquellos hermanos habían reconocido a Naruto como su agresor. Así que, su "misión" de vigilar al kitsune para corroborar si él era el responsable de aquellos ataques, había terminado.

 

Tsunade se encontraba furiosa, dando pequeños paseos cerca de su mesa en el despacho, de brazos cruzados.

 

-¿¡Pero qué pasa con ese maldito kitsune!? ¿Qué planea? ¿Dejar a Konoha sin ninjas?

-Tsunade-sama... -intentó hablar Sasuke, pero fue ignorado.

-¡Traedlo inmediatamente frente a mí! -ordenó la rubia, llevándose un pulgar a la boca para mordisquearse levemente la uña como solía hacer cuando se sentía inquieta. -¡Le daré su merecido a esa bola de pelos! -mascullaba por tener la boca ocupada.

 

Sakura y Sai caminaron para salir del despacho y cumplir la orden de la quinta, pero Uchiha no se movió y frunció el ceño por ser ignorado, sin apartar la mirada de la mujer que no dejaba de caminar junto a la ventana tras el escritorio.

 

La kunoichi y el ANBU se detuvieron junto a la puerta al notar que Sasuke no les seguía.

 

Finalmente, Tsunade se dejó caer sentada en su silla y comprobó que el pelinegro no se había movido ni un ápice.

 

-¿No me has escuchado, Sasuke? Quiero a ese kitsune aquí. ¡Ya!

-No fue culpa de Naruto -habló, aprovechando que tenía la atención de la rubia.

-¿Qué?

-Naruto me contó que unos humanos le molestaron en el bosque. Él sólo se defendió.

 

La quinta apoyó los brazos en el escritorio, observando fijamente a Sasuke.

 

-¿A qué te refieres con que le molestaron? Cuando ésta mañana atendí a los hermanos Takahashi en el hospital, dijeron que cuando volvían de una misión, Naruto se les lanzó encima sin motivo alguno y empezó a atacarles totalmente enloquecido.

-¿...te crees eso? -interrogó con repentina seriedad.

-Como Hokage, tengo fe en mis aldeanos.

-Ah... ¿De eso se trata? -Sasuke rodó la mirada, sin ocultar su gesto burlón. -Sólo porque son de Konoha les crees.

-¡No es eso, mocoso Uchiha! ¡Y háblame con más respeto! -frunció el ceño, fulminándole con la mirada. -¡Todas las pruebas indican que Naruto es el responsable! ¡Los hermanos Takahashi vieron a Naruto en el momento del ataque!

-Me pregunto qué pensarías si el dobe fuese un shinobi de Konoha -habló Sasuke, falsamente pensativo e ignorando a posta a la mujer. -¿Le creerías a él?

 

Sakura, al notar el creciente enfado de su maestra, se preocupó por Sasuke. Intentó acercarse, pero vio a Sai negar con la cabeza, indicándole que no se metiera.

 

La quinta se puso de pie, azotando las manos en la mesa.

 

-¡Ya basta, Sasuke! Si tanto crees en la inocencia de Naruto, tráelo aquí para que yo misma escuche su versión.

-No he dicho que Naruto sea inocente -le discutió con voz calmada, dándole la espalda. -Sólo digo que no los atacó sin motivo.

 

Sin agregar nada más, Sasuke salió del despacho siendo seguido por Sai, mientras que Sakura hacía repetidas reverencias ante Tsunade, disculpándose en nombre de Sasuke.

 

Aunque la rubia siguió rechinando los dientes de coraje durante un rato, recordando que Sasuke todavía tenía que pagar por el agujero que hizo en su despacho y que ya estaba arreglado.

 

Tal y como la quinta había ordenado, habían buscado a Naruto durante horas en el bosque, pero no encontraron ni el menor rastro de él. Sakura y Sai regresaron a Konoha preocupados, pero Uchiha no le dio demasiada importancia al hecho de no encontrar al kitsune.

 

Pero eso fue en aquel momento, porque ahora...

 

Sasuke se detuvo y salió de sus recuerdos de todo lo ocurrido durante el mes anterior al llegar al hospital. Preguntó por los hermanos Takahashi en recepción y fue a la habitación.

 

Entró en ella sin tocar, sorprendiendo a los dos hermanos que hablaban en ese momento, sentados en sus respectivas camas y apoyando la espalda en el cabecero de éstas. A Sasuke le sorprendió que a pesar de haber pasado ya un mes, los dos tenían literalmente todo el cuerpo vendado. Sin duda porque tenían varias fracturas y heridas.

 

-¿Quién es este niño? -preguntó el rubio.

 

Sasuke lo fulminó con la mirada, cerrando la puerta a su espalda.

 

-¿A quién llamas niño?

-Esos rasgos... -comenzó a decir el castaño. -Eres un Uchiha, ¿cierto?

-¿Qué importa eso? -contestó. -¿Vuestros nombres? -preguntó escuetamente.

-Soy Sak... -comenzó a decir el rubio.

-¿Qué importa eso? -interrumpió el castaño, imitando la contestación de Sasuke y fulminando a su hermano con la mirada por casi meter la pata. -Somos los hermanos Takahashi. ¿Qué quieres de nosotros?

-Hace un mes os encontrasteis con Naruto en el bosque. Un niño rubio, con cara de idiota -explicó brevemente. -Él dice que le molestasteis. ¿Qué le hicisteis?

-¡Pff...! -el castaño ahogó una risa, aunque eso le provocó algo de dolor en las costillas. -¿Y quién eres tú para que te importe eso? ¿Su madre?

 

Un tic sacudió la ceja derecha de Sasuke. Él a veces se había sentido como la madre del dobe. Pero tan sólo mantuvo una fría mirada sobre los hermanos.

 

-Si le hicimos algo, o no, es asunto nuestro -habló el otro.

-Por el estado en el que os encontráis desde hace un mes, más bien diría que fue Naruto el que os hizo algo a vosotros -comentó jocoso.

-¡Maldito niño...! -exclamó el rubio nuevamente.

-¿Qué le hicisteis a Naruto? -insistió, y no pensaba repetirlo de nuevo.

-Ya que esa bestia parece importarte tanto, te lo diré -esbozó una sonrisa divertida. Recordaba haber visto a ese pelinegro varias veces con Naruto por la aldea, así que tal vez podría sacarle información. -Pero a cambio tú tienes que confirmarse si ese niño es, o no, un kitsune.

 

Sasuke frunció levemente el ceño, esa conversación estaba tomando un rumbo muy extraño. Él sólo quería averiguar si la desaparición de Naruto había tenido algo que ver con el encuentro que tuvo con esos dos.

 

-¿Un kitsune? -fingió una sonrisa socarrona y rodó la mirada. -No. ¿Acaso le ves a ese idiota cara de criatura con poderes sobrenaturales?

-¿Pues entonces de dónde provenía su fuerza monstruosa y ese chakra tan siniestro?

 

El pelinegro recordó fugazmente la pregunta que Naruto le hizo la última noche que lo vio, mientras veían la lluvia de estrellas fugaces:

 

-Mn... teme. ¿Tú piensas que mi chakra es siniestro?

-¿Qué importa lo que yo piense?

-...a mí me importa mucho.

 

-¿Te dejas intimidar por el chakra de un niño? Que patético -se burló.

-Me gustaría verte a ti intentando tocarle más de la cuenta, mocoso -se enojó el castaño.

 

Otro recuerdo golpeó la mente de Sasuke, en ésta ocasión fue cuando de forma ilógica y estúpida, su razón se había ido a volar bien lejos y había empezado a imaginar cosas y a manosear a Naruto por debajo de la yukata en el baño. En ese momento agradeció que el dobe fuese tan inocente y que no se hubiese dado cuenta de nada. Pero eso entonces quería decir que si alguien más le tocaba de la misma manera... Naruto... ¿reaccionaría igual?

 

¡Un momento! Ese tipo había dicho...

 

Se acercó a la cama del castaño, despedazándolo con una fría mirada afilada.

 

-Te sobrepasaste con Naruto -afirmó frunciendo el ceño. -Tú... ¡Maldito!

-¿Qué? No me dio tiempo, ese niño se convirtió en una bestia y empezó a atacarnos como loco. Tendrías que haberlo visto, sus ojos se volvieron rojos. ¡De verdad parecía un demonio!

 

Sasuke no pudo evitar dejar escapar un largo y sonoro suspiro aliviado, suavizando su expresión. Aunque no le agradó que calificara a Naruto de bestia, o demonio.

 

-¡Ja! -se burló el rubio de su hermano mayor. -Eso es para que aprendas, pervertido. ¡Pederasta! Así no pensarás más en violar a niños que encuentres por el bosque. Por tu culpa me atacó a mí también, y eso que yo sólo le palpé la cabeza para verificar que no tuviese orejas de zorro. ¡Eras tú quién quería hacerlo su amante!

 

El castaño miró ceñudo a su hermano, sentado en la cama de al lado. Estaba por replicarle, pero sintió una fuerte y repentina presión en el cuello que apenas le dejaba respirar. Al llevar la mirada al frente, comprobó que el brazo de Sasuke estaba contra su cuello, empujando con firmeza. Intentó alejarle, pero con un brazo roto y el otro bastante lastimado no podía hacer gran cosa.

 

-No vuelvas... ¡Nunca! -el sharingan apareció en sus ojos, brillante y amenazante. -a acercarte a Naruto.

-¡Hermano! -se preocupó el rubio. Si ambos estuviesen en buenas condiciones en ese momento, no se tendría que preocupar por él, pero ambos a penas se podían mover. Hizo amago de levantarse, pero sintió una punzada en el estómago, donde todavía tenía los arañazos que apenas se habían curado a pesar de haber pasado un mes. Las heridas que Naruto les había hecho, no eran normales, tardaban mucho en cicatrizar. -¡Bastardo! Déjale -instruyó.

 

El castaño intentó formar una sonrisa para darle a entender a Sasuke que no le intimidaba. Aunque hablaba con dificultad por la falta de aire.

 

-¿Y qué pasa... si me acerco a Naruto?

 

Uchiha esbozó una sonrisa torcida y entrecerró levemente los ojos, provocando que su sharingan cobrara un brillo rojo intenso.

 

-No te gustará saberlo. Créeme.

-¿¡Y a ti qué te importa lo que le pase a ese niño!? -preguntó enojado el rubio, frustrado por no poder defenderse de un simple adolescente.

-Eso... -secundó su hermano mayor, ahogando las ganas de toser que sentía por la falta de aliento. -¿N-no me digas que lo quieres para ti? O no... ¿tal vez será que ya es tu amante?

 

¡Y vuelta con eso! Tal parecía que hablar de Naruto significaba que todo el mundo diera por sentado que era su amante, su esclavo, sirviente, o lo que sea. ¡Ya se estaba cansando de negarlo a cada hora!

 

Un par de venitas palpitantes aparecieron en la frente de Sasuke, aunque se controló.

 

¿Eso era lo que todos querían escuchar? ¡Pues bien!

 

-Sí, lo es -afirmó en tono seco, aflojando ligeramente la presión en el cuello ajeno al ver que el rostro del hombre se empezaba a tornar azulado. -Y pobre del idiota que vea acercarse demasiado a Naruto.

 

Ambos hermanos abrieron los ojos en señal de sorpresa por la respuesta afirmativa. El castaño sólo había pretendido hacer enfadar a Sasuke con su comentario.

 

El rubio señaló a Sasuke, con un gesto bobalicón en el rostro.

 

-¿No te parece que eres demasiado joven para eso? -fue lo único que atinó a decir, sin salir del todo de la sorpresa.

 

Sasuke fulminó al rubio con la mirada, sintiéndose tentado a clavarle un kunai en el centro de la frente a aquel idiota. Pero no quería buscarse mayores problemas, así que volvió la mirada al castaño. No iba a sacar nada en claro con ese par de idiotas, sólo le estaban haciendo enojar.

 

-Recuerda mis palabras: No te quiero cerca de Naruto. Si lo haces... -despacio se acercó para poder susurrarle al oído al tiempo que con su mano libre sacaba un kunai de su bolso trasero. -te cortaré cierta parte de tu anatomía que todo hombre aprecia -con la misma lentitud se alejó, está vez liberándole también de la presión en el cuello. -Me entiendes, ¿verdad? -habló de forma pausada, señalando en un ligero movimiento con la punta del kunai la virilidad del castaño, el cual por inercia llevó una mano a la zona para cubrirse mientras intentaba recobrar el aliento. Sonrió levemente con verdadera diversión, desactivando el sharingan y guardando el arma. -Ya veo que sí.

 

Sin más se dio la vuelta y caminó fuera de aquella habitación con total tranquilidad.

 

El castaño maldijo a Sasuke mil veces en su mente mientras se frotaba la zona antes oprimida de su cuello.

 

-Maldito Uchiha bastardo... -masculló. -Pero quién ríe el último, ríe mejor.

-Esto es humillante, hermano. ¡Sólo es un adolescente!

-Lo sé, pero no podemos hacer nada más de momento. Tenemos una misión, no lo olvides. Orochimaru-sama nos encomendó personalmente infiltrarnos en esta apestosa aldea para descubrir sus planes de defensa y sus puntos débiles para que así el ataque del Sonido a Konoha sea todo un éxito. Sólo tenemos que reunir información, no llamar la atención. Podremos desquitarnos y matar todo lo que queramos más adelante.

-Sí, lo sé. Pero ya no aguanto más tiempo llevando ese protector con el símbolo de la hoja, y con este henge las veinticuatro horas del día. Además, Ukon, tú te cansas muy pronto si estás mucho tiempo separado de mi cuerpo.

 

El castaño le dedicó una breve mirada a su hermano, antes de hablar.

 

-¿No te lo dije? Kabuto-san me dio unas píldoras para solucionar eso -comentó sin darle mucha importancia al asunto. -Por cierto, Sakon, ¿tú crees que realmente ese niño... Naruto, sea un kitsune?

-No lo sé, hermano. Pero sea como sea, a Orochimaru-sama le interesará mucho saber sobre él. Tal vez le puede servir para alguno de sus experimentos.

-O como próximo contenedor -agregó, esbozando una sonrisa maliciosa.

-Sí, también -concordó, imitando la sonrisa del mayor.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

El pelinegro caminaba por la aldea con el ceño levemente fruncido, aunque interiormente estaba muy enojado. Estaba harto de toda esa situación, últimamente le estaba molestando mucho el hecho de que Naruto hubiese desaparecido sin decir nada. Él sabía el deseo del kitsune por marcharse y buscar a los suyos, pero... ¡al menos podía haber avisado y así no tendría a media Konoha preocupada por él!

 

...incluido él mismo, aunque odiara admitirlo.

 

-Pero si me fuese, te echaría mucho de menos, y seguro que tú a mí también, ¿verdad?

-...hum.

 

Igual que también odiaba admitir que empezaba a echarlo de menos. Y todo eso no tenía nada que ver con que Naruto fuera a ayudar a Konoha con la invasión del Sonido. No. Simplemente... quería a Naruto ahí, molestándole como siempre con sus tontos comentarios y su ruidosa compañía.

 

Frunció el ceño y se dio un suave golpe en la frente para desaparecer todos esos pensamientos que en su opinión se estaban tornando cursis. Solamente era que finalmente había empezado a extrañar a Naruto porque era algo así como un amigo.

 

Fin de la historia.

 

Se detuvo frente la casa de Sakura y golpeó un par de veces la puerta, viendo poco después como la chica abría con una amplia sonrisa en el rostro.

 

-¡Sasuke-kun!

-Sakura, ven conmigo.

-¿Eh? -su sonrisa se desvaneció, quedando sustituida por una expresión curiosa ante aquel mandato. -¿A dónde?

-Al bosque.

-Es... ¿una cita? -casi susurró, sonrojada.

 

Uchiha siguió con expresión seria y sin apartar la mirada de ella. Prefirió no hacer caso a la absurda pregunta y decirle el motivo de su presencia allí.

 

-Tenemos que buscar a Naruto.

-¿Qué? ¿Tsunade-sama quiere que lo busquemos de nuevo?

-La quinta no tiene nada que ver. Lo buscaremos por nuestra cuenta.

 

Sin querer perder más tiempo, empezó a caminar, sabiendo que la chica no tardaría en seguirle.

 

Ahora sólo quedaba encontrar a Sai.

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

¡Hola a todos! Muchas gracias a todos los que se tomaron la molestia de dejarme un review, favorito, o alerta ^^

 

Ahí está, el asesino de los padres de Naruto era quién todos estabais esperando xDU

 

¿Qué habrá sido de Naruto? Eso se sabrá en el siguiente capítulo. Además, Sasuke encontrará a Naruto, ¿qué crees que pasará?

 

¿Sabías qué...?

Los japoneses creían que cuándo una persona era poseída por un kitsune le aparecían unos extraños "bigotes" y hacían muchas travesuras en ese estado.

 

Otro dato más:

Los kitsune son particularmente conocidos por convertirse en bellas mujeres. Había una creencia popular en el Japón medieval en la que si se encontraba una mujer solitaria, especialmente al anochecer o durante la noche, podía ser un zorro.

 

Los "bigotes", hacer travesuras, transformarse en bellas mujeres... ¿No os sugiere a Naruto? xDD

 

¡Se agradecerán reviews! ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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