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Cuando él regrese… por yukimonik

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Notas del capitulo:

Hola!!! en este capítulo algunas reflexiones de Eiri, que lo disfruten. Ah!!! ya para el próximo es el final je je je

Domingo por la mañana

Por fin estaba de regreso… Tenía que admitir que tardo más de lo que hubiese deseado pero todo por el bien de ambos… si de ambos. El propio y el de su novio pelirosa. Solo esperaba que lo pudiera perdonar por todos estos años de soledad, pero claro que lo iba a perdonar, ni siquiera podía existir la posibilidad de que Shuichi lo rechazara, estaban hechos el uno para el otro, siempre había sido así y no había forma de que las cosas hubieran cambiado en este tiempo.

Se había asegurado de avisar al pelirosa sobre su llegada, así que lo más seguro es que lo estuviera esperando ansioso.

- ¡¡Aniki!! Has llegado –Escuchó decir al revoltoso de su hermano, sin embargo le pareció que el tono en que se lo dijo más que de bienvenida era de disgusto-

- Y puedo ver que eso no te hace feliz –Dijo en un acento mordaz-

- Ja –Soltó una risa disimulada- claro que sí, es que te esperaba hasta mañana

- ¿Y hay algún problema en que haya llegado hoy?

- No, ¿Por qué lo habría?

- Eso mismo me pregunto –Comentó el rubio, aun sin comprender la actitud de su hermano menor, pero olvidándose de sus recelos se atrevió a preguntar- ¿lo has visto?

- ¿A quién?

- Sabes perfectamente de quien hablo –Contestó herméticamente-

- ¡Ah! te refieres a él. Si, lo vi anteayer –En su fiesta de compromiso, fue lo que pensó el pelinegro, por un momento estuvo tentado a comentárselo a su hermano pero no, definitivamente él no sería el que se echara semejante paquete encima. Estimaba a Ryuichi, por ser el amigo que siempre lo acepto tal cual era pero una cosa era su amistad y otra el que intentara arreglar los problemas amorosos que muy pronto tendría-.

- ¿Y como esta? –Preguntó el mayor, intentando ocultar las ansias que tenia-

- En todo este tiempo no preguntaste por él, ¿a qué viene la preocupación ahora? –Inquirió un tanto resentido el pelinegro-

- Si en todo este tiempo no pregunte por él es cosa que a ti no te importa - Contestó el rubio con el tono más frio que podía- ¿Está todo listo en la casa? –Preguntó para librarse del mal rato que le estaba haciendo pasar su hermano-

- Si, me he encargado de que este todo limpio y en orden –Dijo con desdén- ¿Cuánto tiempo te quedaras?

- El necesario –Fue su escueta respuesta-

- Claro –Contestó el otro ya harto de la situación-

 

Dos cuartos de hora más tarde, el rubio ya se encontraba completamente instalado en la habitación que hace unos años ocupara. Estaba realmente cansado por el viaje pero valía la pena, absolutamente todo valía la pena, siempre y cuando fuera para recuperar a aquella persona. Y es que no había sido fácil tomar aquella decisión.

 

Flash Back

Hace 7 años

Eiri acababa de recibir la carta donde lo aceptaban en la universidad de Tokio, que era un paso importante para lograr el éxito que ansiaba, pues sabía que una vez en aquella ciudad, todo sería cuestión de esforzarse y darse a conocer, lo cual con su sobrado talento seria pan comido. Incluso sus padres ya tenían un plan trazado, ya que si toda la familia se mudaba a Tokio habían buenas posibilidades de hacer crecer la empresa familiar, todo estaba solucionado, buena casi todo, ahora había algo, más bien alguien que lo inquietaba, Shuichi, su novio.

- ¿Cómo? –Lanzo el rubio aquella pregunta a la nada, o por lo menos fue lo que el rubio pensó ya que al estar absorto en sus pensamientos no se percato de que su padre había entrado a la habitación-.

- ¿Cómo le dirás a Shuichi que te vas? –Completó la pregunta el hombre mayor, Eiri se sorprendido pero sólo por unos instantes-

- Si, justamente eso es lo que quiero saber, ¿una idea?

- Diciéndole las cosas tal cuales son –Comentó de forma simple el ojiverde-

- ¿Qué estoy harto de estar aquí? ¿Qué quiero éxito? ¿Qué quiero ser reconocido? –Preguntó el rubio confuso-

- Exacto. ¿Qué tiene eso de malo? –Inquirió lacónicamente el otro- ¿Cuál es el problema en querer ser exitoso?

- Shuichi no entiende de esas cosas –Contestó el menor-

- Hijo, -Expresó el mayor al tiempo que lanzaba un suspiro- tu sabes que aprecio a Shindou-san pero más te aprecio a ti, yo no quiero que en un futuro te lamentes por lo que pudiste haber hecho y por lo que pudiste haber logrado, Shindou-san te quiere y te sabrá comprender.

- ¿Y si viene con nosotros? –Preguntó el ojimiel sin meditar sus palabras, lo que en un primer momento sorprendió al mayor y después de tomarse un tiempo para contestar pronuncio las siguientes palabras-

- Si conozco a Shindou-san como creo que lo conozco, estoy seguro que aceptara –Dijo serenamente el ojiverde- sin embargo, lo harás pagar un precio muy grande –el rubio no entendió enseguida el planteamiento de su padre pero al atar cabos no le tomo mucho el darse cuenta de cuál sería el sacrificio que tendría que hacer su novio-.

- El alejarse de su familia –Contesto el menor-

- Así es

- El ama a su familia –dijo el rubio de manera certera-

- La pregunta ha cambiado entonces –Expresó el ojiverde- ahora es ¿estás dispuesto a alejarlo de su familia para alcanzar tu sueño? –El mayor vio los ojos de su hijo y supo la respuesta, lo conocía demasiado bien,  no tuvo que esperar más así que se limito a salir de la habitación.

Fin del Flash Back

 

Esa platica con su padre fue lo que lo había motivado a romper su relación son el pelirosa, lo quería pero definitivamente tenía que demostrarle las cosas de las que era capaz y eso sólo lo lograría fuera de Nemuro. El día que le dio la noticia al menor las cosas se habían salido un poco de control, cierto pero había sido la mejor decisión; el alejar a Shuichi de su familia no era una opción amaba demasiado al pelirosa como para hacerle eso, sin contar que también le destrozaría el corazón a los padres de este, se habían portado demasiado bien con él como para que de un día para otro les arrebata a su único hijo y se lo llevara lejos.

Pero de ese día hubieron unas palabras que más le costaron decir “Intenta ser feliz”, porque con esa pequeña frase sabía dejaba abierta una puerta, aquella por medio de la cual otra persona podía adentrarse en el corazón de Shuichi. Hubiera sido tan fácil pedirle que lo esperara, demasiado fácil pero él no quería eso y no lo quería porque sabía que a pesar de su gran habilidad con las letras existía la posibilidad, la mínima posibilidad de que el éxito nunca llegara, y si eso por una u otra razón llegaba a suceder, su orgullo nunca le hubiese permitido el volver por Shuichi, el volver a Nemuro como un fracasado es algo a lo que nunca se podría enfrentar… por eso lo hizo, por que deseaba que en caso de que algo pasara Shuichi fuera feliz. Por esa misma razón es por la cual a pesar de saber de las visitas que de vez en cuando Tatsuha hacia al poblado nunca lo cuestiono sobre el pelirosa, en caso de que algo grave pasara estaba seguro de que su hermano se lo diría pero eso nunca había pasado. En el fondo era un cobarde, no quería llegar a enterarse que Shuichi, su Shuichi ya tenía a alguien más en su corazón y estarse atormentando por cosas que podrían o no pasar. Si, era mejor vivir en la ignorancia, seguir esforzándose para regresar a buscarlo y esta vez sí hacer todo para que estuvieran juntos por el resto de sus vidas.

Con estos pensamientos, paso los últimos 7 años de su vida, esforzándose al máximo para alcanzar todas y cada una de sus metas, siendo siempre apoyado por sus padres pero añorando el amor que dejo estancado.

 

 

 

Por otra parte Shuichi estaba hecho un manojo de nervios desde que dio lectura a aquella carta. Por un momento paso por su cabeza el que todo fuera una broma, pero sabría identificar esa letra en cualquier parte, y no era otra más que la de Eiri. Su cabeza se encontraba hecha un lio, tanto, que el día de ayer no presto atención durante la reunión que tuvieron sus padres con la madre de Ryuichi, la cual tuvo la intención de definir la fecha de la boda, menos mal que los presentes habían llegado a la conclusión que aun se encontraba en shock, y la verdad es que así era, pero por una cuestión diferente.

El hecho de que Eiri se apareciera después de tanto tiempo y más aun anunciara que pronto estarían juntos era demasiado para asimilarlo en un par de días y lo peor de todo y lo que lo hacía sentir más miserable era que no le había dicho nada a Ryuichi. Sabía que el peliverde nunca le ocultaba nada y el tampoco lo había hecho… hasta ahora. Pero qué pensaría el mayor cuando se enterara que Eiri le había enviado semejante aviso, si, por que definitivamente eso más que una carta era un aviso.

- ¿Por qué me tiene que pasar esto a mi? –Decía un pelirosa afligido-

- ¿Pasarte qué? –Preguntó un peliverde curioso al darse cuenta que su prometido había soltado esas palabras creyendo que se encontraba solo-

-Ryuichi –Comentó sorprendido- no te esperaba

- Quise venir a verte antes de ir por la mercancía –Explicó el mayor de manera serena. Cada semana iba al siguiente pueblo a recoger el lote de mercancía con la cual abastecer la tienda de su familia, solía irse por lo menos un par de días-

- ¿Cuándo regresas?

- En la madrugada –Contestó de manera tajante el otro-

- ¿Tan pronto? –Comentó de manera distraída el menor-

- Sí, la verdad es que por ahora no necesitamos gran cosa así que no planeo tardarme

- Que bien –Comentó el más pequeño algo inquieto-

- ¿Qué tienes Shuichi? –Preguntó preocupado el mayor. Desde el día de ayer, cuando recogió al pelirosa en su casa, se había dado cuenta que se encontraba en un extraño mutismo pero no quiso presionarlo para que le dijera algo-

- Nada. No me haga caso, estoy un poco cansado, nervioso… por la boda –Dijo con una extraña mueca en su rostro que intentaba parecer una sonrisa-

- ¿Te parece demasiado apresurada? –Cuestionó el peliverde perspicaz-

- … No, para nada, ya llevamos tres años juntos así que está bien –Esto último fue más bien un susurro-

- De acuerdo. Mejor me voy, si no tardare más tiempo

- Sí, ve con cuidado –Dijo el pelirosa-

- Hasta mañana mi amor –Soltó el mayor, dando la media vuelta para marcharse pero ni siquiera había dado un paso cuando sintió la mano del pelirosa deteniéndolo- ¿Pasa algo?

- … -Ni una palabra salió de los labios del pelirosa, solo logro enredar ambos brazos alrededor del cuello del mayor para dirigirse velozmente a los labios de su prometido y darle un profundo beso, acción que el mayor correspondió de inmediato, tomando de la cintura al chico y atrapándolo aun mas en su cuerpo. Una vez que estuvieron satisfechos de ese avasallador beso se separaron pero sólo lo suficiente para respirar pues aun estaban sujetos uno del otro-.

- Te amo Shuichi

- Yo también te amo Ryuichi. Maneja con mucho cuidado ¿sí?

- Por supuesto

Fue así como los amantes de despidieron. Una vez que el pelirosa vio alejarse a su prometido lanzo un largo suspiro.

- Por un momento estuve a punto de decirle –dijo tristemente- pero no pude ¿por que no pude? –Se cuestiono a sí mismo-

 

Era la una de la tarde, Shuichi estaba de lo más nervioso, sentía que en cualquier momento llegaría él tocando a su puerta y no sabía que decir ni que hacer. ¿Cómo lo recibiría? ¿Qué le diría? ¿Lo siento pero me voy a casar? Bueno, pensando con lógica era lo más conveniente, pero ¿de verdad quería decirle eso? Lo cual lo llevaba a plantearse la pregunta del millón ¿Qué sentía por el rubio?

- Vamos Shu –se animaba a sí mismo- son siete años, no puedes seguirlo amando después de siete años –En eso estaba cuando escucho el timbrar de la puerta. En automático sintió sus pies moverse así como sus manos mover el picaporte y abrir la puerta, encontrándose frente a si al causante de todo aquel remolino de emociones. - Eiri –soltó en un susurro el pelirosa, mientras sentía sus ojos humedecer, y unos segundos después unos cálidos brazos alrededor suyo, presionándolo como hace años solían hacerlo-

Unos momentos después ya se encontraban dentro de la casa, sentados en el pequeño pero confortable sillón, con los nervios a todo lo que daban aunque a uno se le notaran más que al otro. Eiri recordaba a Shuichi tan lindo como un bello ángel pero nunca imagino que hubiera adquirido tanta hermosura en estos años, el pelirosa simplemente era perfecto, cada facción estaba donde correspondía y seguía conservando esa aura de pureza alrededor suyo. Por otra parte, el pelirosa estaba anonadado con la figura que tenía frente a si, en antaño, siempre se sintió orgulloso por estar al lado de Eiri, para él era un hombre único, con una belleza etérea que a veces lo dejaba sin palabras y era justamente lo que pasaba en estos momentos… pero con ambos.

El par se observaba minuciosamente, buscando encontrar resquicios de lo que fue y en lo que evoluciono, tan ensimismados estaban que no se daban cuenta de sus propias acciones. Fue el rubio el que reacciono primero.

- ¿Cómo has estado Shuichi? –Preguntó el rubio impaciente por saber de su pequeño-

- … Bien, muy bien –Respondió con una pequeña sonrisa- ¿Y tú?

- También… he logrado muchas cosas –Manifestó orgullosamente-

- Me alegra tanto por ti –Expresó de manera sincera el más chico-

- Debería alégrate por los dos –expreso en forma sugerente el rubio, cosa a la que el más chico no supo cómo responder-

-

-

- ¿Quieres algo de beber?

- He extrañado mucho tu café –Dijo el mayor sin más-

- En seguida te preparo uno –Soltó el menor nerviosamente-

 

Shuichi se dirigió a la cocina, un refugio donde pensaba pasar el tiempo que fuera necesario como para saber que debía hacer ahora que ya tenía frente a si a la persona con la que más temía platicar, sobre todo si las intenciones de aquella eran las mismas que le había adelantado en la misiva.

Eiri por otra parte se había puesto de pie, para analizar la casa que ahora poseía el pelirosa. Hace un rato antes de salir de su hogar y ya en dirección a la casa de los padres del ojivioleta había sido detenido por Tatsuha, quien le mencionó que su niño ya ocupaba su propia casa, proporcionándole así la dirección. Y ahora, se encontraba ahí, en medio de aquella pequeña estancia, ansioso por poder tener nuevamente entre sus brazos al pelirosa, por brindarle por medio de aquel gesto todo el amor que había estado guardando, dios, lo amaba tanto. Fueron demasiados años alejado de aquel ser que siempre sabia como mejorar todo con una simple sonrisa… si, eso era lo que más amaba de Shuichi, su sonrisa; y ahora ya no tenía que seguir esperando, estaba cerca de la persona que le brindaba aquella mágica medicina.

Como el menor tardaba un poco se decidió a inspeccionar un poco el hogar de su amor, quería grabar todo lo que pudiera, deseaba saber lo mucho que había logrado en estos años. Se topo en la pared con el titulo que ostentara al chico como Licenciado en Educación Musical, se sintió orgulloso del menor, después fijo su vista en la repisa donde estaban algunas fotografías de él, sus padres… y una que le robo el aliento, Shuichi abrazado a otro sujeto y besándose…

- Aquí está el café –entro el menor a la estancia, y pudo ver de inmediato la cara de asombro que tenía el mayor, lo que lo hizo voltear hacia el punto exacto que miraba– la foto –susurro-

Al rubio no le tomo mucho tiempo reaccionar, sabía que existía la posibilidad pero se la había pasado rogando internamente para que no existiera. Sin embargo, las cosas no siempre salen como uno quiere y ahí estaba una de las consecuencias que debía asumir.

- Sales con él –No fue una pregunta, supo de inmediato el pelirosa y a su mente vino que a Eiri no le gustaban las indirectas, nunca las toleraba y por otra parte él no tenía la culpa de lo que había pasado así que sólo había una manera de continuar la conversación-

- No sólo eso –Declaró seriamente, dejando en la mesa la charola que traía consigo- Ryuichi y yo estamos comprometidos

- ¿Comprometidos? –Preguntó sorprendido-

- Si, la boda será dentro de dos meses –anuncio el ojiamatista con un tono seguro aunque las piernas le tamblaban-

Un balde de agua fría, así fue como sintió la noticia el rubio. La vida le estaba cobrando sus regalías por aquella exitosa carrera literaria. ¿Qué tenía que hacer para que el precio no fuera tan alto?

- Lo siento Eiri –Escucho salir aquellas palabras de boca del menor-

- ¿Ya no me amas? –Preguntó serenamente el blondo-

-… -¿Por qué diablos tuvo que hacerle esa pregunta? ¿No era más fácil preguntarle si amaba al peliverde? La respuesta habría sido sí, pero no, tenía que hacerle la única pregunta para la que no tenía respuesta-

- ¿Ya no me amas? –Lo escucho cuestionar nuevamente-

-

- Shuichi, responde –Lo instó-

- Yo… yo... no sé –Dijo el pelirosa angustiado. Entonces el rubio tuvo una nueva certeza, que no todo estaba perdido-

 

Continuara…

Notas finales:

¿Cómo vieron? La decisión que tomo Eiri cuando se fue no fue así de “me largo y me vale lo demás” en realidad lo medito e incluso contemplo llevarse al pelirosa consigo. Bueno pero ahora a ver como resulta la cosa. Cuídense.


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