Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kitsune no kokoro por Takaita Hiwatari

[Reviews - 532]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

KITSUNE NO KOKORO: 

Takaita Hiwatari

 

Capítulo 37: “El castigo de Inari Kami-sama”:

 

En el rellano junto a la puerta de salida, Itachi observaba tranquilamente a su hermano. Sasuke terminaba de prepararse, colocándose el gris chaleco y los protectores metálicos de los brazos. Para el mayor no pasaron desapercibidas las pequeñas ojeras de su hermano, sabiendo que Sasuke continuaba sin dormir bien por las noches.

 

-Oe, Itachi –le llamó con un tono de voz calmado. –Orochimaru conocía técnicas prohibidas para resucitar a los muertos, ¿no?

 

Al instante el mayor tuvo un mal presentimiento, pero después asintió lentamente.

 

-Así es.

-Pero… -envió una curiosa mirada al otro disfrazada de seriedad. –imagino que no es el único shinobi capaz de hacer algo así.

 

Un breve silencio siguió a esas palabras. Un nombre llegó a la mente del mayor: Uzumaki Naruto. Quedó claro para él lo que su hermano pretendía.

 

-No vas a hacerlo, Sasuke.

 

El nombrado entrecerró los ojos, ligeramente molesto.

 

-No vas a impedírmelo –rebatió.

-Sasuke, escucha –pidió paciente, soltando después un corto suspiro. –No hay que alterar el ciclo de la vida y la muerte, eso es algo…

-¡No era su hora de morir! -interrumpió.

-Eso no lo sabemos, Sasuke –arrugó ligeramente el entrecejo, mostrándose más serio. –Anoche dijiste que ibas a avanzar. ¿Por qué de pronto has decidido esto?

 

Sasuke le dio la espalda, recordando fragmentos del sueño de la noche anterior, pero uno en especial ahora hacía eco en su memoria:

 

–Aquel día también hubo una tormenta, ¿lo recuerdas?

-¿Qué día?

 

Despacio, el kitsune se acercó al rostro de su amigo para susurrarle en un tono confidente, a centímetros de sus labios.

 

-El día que me asesinaron por tu culpa.

 

Aquella mirada de odio estaba clavada en él junto a aquella última frase, y la culpa le carcomía.

 

-Es mi nueva ambición, Itachi, mi manera de avanzar. Si no puedes comprenderlo, no te metas en mi camino.

 

Como oportunamente tenía el calzado puesto, se colgó la mochila llena de provisiones y avanzó el par de pasos que le separaban de la puerta, dispuesto a marcharse. Apenas la abrió un poco cuando ésta se cerró con fuerza gracias a Itachi.

 

-No, Sasuke, no voy a consentir que hagas algo así. ¡Las técnicas de resurrección son una atrocidad! –le tomó de un hombro para que se diera la vuelta y así encararle. –Esto es serio. Ese tipo de técnicas necesitan un sacrificio. ¿Vas a matar a alguien para resucitar a Naruto-kun?

-No –fue todo lo que respondió.

-¿Entonces qué piensas hacer?

-Si es necesario un sacrificio, me ofreceré como uno.

 

Las pupilas de Itachi se contrajeron debido a la sorpresa. Sasuke iba totalmente en serio, podía percibirlo, y eso le preocupó enormemente. No quería perder también a su hermano.

 

-¡Sasuke, no! –aunque no era propio de él, alzó la voz debido a la inquietud. –Esto es una locura. ¡Piensa con sensatez! ¿Te estás escuchando? ¿De qué te sirve revivir a Naruto-kun si tú no vas a estar aquí? ¡No tiene sentido!

-Si uno de los dos merece estar vivo, ese es él –sentenció inmutable.

 

El agarre sobre el hombro del menor se tornó firme y hasta doloroso, pero éste no cambió lo más mínimo la expresión seria de su rostro.

 

-¿Quién te asegura que esa técnica sea un éxito? Puede que mueras para nada, Sasuke. Además, ¿crees que a Naruto-kun le gustaría ser revivido? Peor aún, a costa de tu vida. A los muertos hay que dejarlos donde están.

-Estás hablando demasiado, Itachi –fue todo lo que dijo, deshaciéndose del agarre con un brusco movimiento de hombro.

 

Cuando el mayor vio que su hermano nuevamente se daba la vuelta y deslizaba la puerta para abrirla, lo intentó de nuevo.

 

-Sasuke –intentó hacerle desistir una vez más. –Naruto-kun no es humano, la técnica quizá no funcione con él. ¡Piénsalo!

-Lo traeré de vuelta sin importar lo que tenga que hacer o a dónde tenga que ir para conseguirlo. Nadie ni nada me detendrá, incluso iría a buscarle al infierno si es necesario.

-¡Sasuke! –le llamó, pero fue inútil, su tonto hermano menor no ponía el mínimo interés en él y lo que tuviera que decirle.

-Me estoy retrasando y cualquier cosa que digas no me hará cambiar de opinión. Si tengo que morir para traerle de vuelta que así sea.

 

Y con la frustración creciendo en su interior, Itachi vio como la puerta se deslizaba lentamente hasta cerrarse una vez que Sasuke salió, quizá por última vez. Anoche se sintió aliviado al pensar que por fin las cosas mejorarían para su hermano, pero ahora de pronto Sasuke se lanzaba por propia voluntad a un oscuro y profundo abismo del que quizá no volvería con vida.

 

Sabía que la muerte del kitsune fue un durísimo golpe para Sasuke, y también que le costaría superarlo, pero hasta ahora no se había dado cuenta de lo perdido que estaba su hermano. No aceptaba ninguna mano amiga que le pudiera indicar un camino hacia la luz. Él quería caminar solo en la oscuridad.

 

¿Por qué no podía dejar las cosas como estaban? ¿Tan grandes eran sus sentimientos por Naruto-kun? ¿Era la culpa la que le impulsaba a actuar de esa forma? Quizá ambas cosas.

 

Fuera cual fuera el motivo, deseó con todas sus fuerzas que la misión autoimpuesta de Sasuke fuese un rotundo fracaso.

 

Mientras tanto, en la calle y a unos pasos de la puerta de su hogar, Sasuke permanecía quieto y metido en sus pensamientos. Las palabras de Itachi le habían hecho flaquear por un momento. Porque como siempre, su hermano tenía razón.

 

No se preguntó si a Naruto le gustaría ser revivido, simplemente él lo había decidido. Él volvió miserables los últimos momentos en la vida del kitsune, y si lo regresaba a la vida, probablemente éste no querría permanecer en Konoha junto a los humanos, y mucho menos a su lado. Seguramente se quedaría en su cueva y evitaría contacto con toda la humanidad como hizo muchos años atrás.

 

Naruto volvería a estar completamente solo, y otra vez por voluntad propia.

 

Tampoco estaba seguro de si esta vez lograría llegar al corazón del rubio, porque sin duda, él era la persona que más odió antes de cerrar los ojos y la que más odiaría al volverlos a abrir.

 

Quizá Naruto era más feliz donde estaba ahora, a lo mejor no le gustaría volver a ese mundo donde fue despreciado y utilizado.

 

También estaba el hecho de que quizá la técnica sólo servía para resucitar humanos, y Naruto no era uno. ¿Y si fallaba? Pero si la técnica era un éxito, ¿Naruto conservaría su personalidad? ¿Sus recuerdos? ¿Sus sentimientos? ¿O sería un cuerpo vacío?

 

¿Qué demonios hacía ahora? ¿Debía desistir? ¿Lo intentaba? ¡Maldito Itachi, no debió escuchar ninguna de sus palabras! ¡Le había hecho dudar de forma considerable! Tal vez necesitaba meditar mejor esa repentina decisión. Iba a estar muchos meses fuera de Konoha, tenía tiempo para pensarlo.

 

Pero entonces una dolorosa presión en el pecho le arrebató el aliento momentáneamente, como si una mano invisible le atenazara el corazón hasta hacerle creer que dejaría de latir.

 

Y ese fue el impulso que necesitó para decidirse. ¡Lo haría! Buscaría a alguien capaz de hacer esa técnica, y si podía llevarse a cabo en un kitsune, haría que lo volvieran a la vida. No le daba miedo morir a cambio de traerle la vida a Uzumaki. Pero si por una remota casualidad él pudiera seguir también con vida, si no fuera necesario un sacrificio, se ganaría de nuevo a Naruto. Sabía que sería despreciado por éste, pero el rubio nunca se rindió a pesar de las negativas que él le dio, así que ahora era su turno para no rendirse ante los rechazos.

 

Más decidido, retomó su camino al portón de la aldea, donde seguramente le estarían esperando.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Media hora más tarde, Sakura esperaba impaciente en el portón de la villa. Había ido allí con la esperanza de poder despedirse de Sasuke-kun, ya que el día anterior no pudo hacerlo. Pero tras preguntar a Izumo y Kotetsu, supo que Uchiha ya había partido.

 

Suspiró desolada. Quizá debería aprovechar ese largo tiempo sin Sasuke-kun para intentar enterrar su amor por él. Después de estar años suspirando por el pelinegro, no había sido correspondida, y para colmo Sasuke le dijo que no estaba interesado en el amor.

 

Y entonces un llamado enérgico la hizo girar. Gai y su equipo se acercaban al portón, y Lee agitaba el brazo lleno de euforia, saludándola. Respondió con una breve sonrisa y alzó un poco una mano para responder, contrastando totalmente con la energía del pelinegro.

 

Sabía que Lee suspiraba por ella desde que eran unos críos de doce años. Pero su completa atención siempre fue para el guapo y estoico Uchiha Sasuke. Aunque ahora estaba abierta a nuevos horizontes; podría darle una oportunidad a Lee. No se comparaba con la perfecta belleza de Sasuke-kun, pero sabía que Lee tenía muy buen corazón. Y en el fondo sabía que no había que darle más importancia a la belleza exterior que a la interior.

 

Inspiró hondo y se acercó al pelinegro con una leve sonrisa dibujada en los labios. Parecía que ahora el equipo 9 iba a salir de misión, pero quizá podían quedar para verse a su regreso. Cuanto antes se decidiera a olvidar su amor por Sasuke, mejor.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Sasuke y el resto del equipo avanzaban rápido, saltando por los árboles de rama en rama. Hasta que inevitablemente todos tuvieron que saltar al suelo al encontrar árboles calcinados que a duras penas seguían en pie y otros cuantos tirados en el suelo; la hierba y los arbustos habían desaparecido y sólo quedaban manchas oscuras de ceniza en charcos que la lluvia de la noche anterior formaron. Al menos dos kilómetros a la redonda de bosque estaba quemado.

 

El equipo se detuvo un momento.

 

-¿Y esto? –preguntó un integrante del equipo al capitán. Su máscara era semejante a la de un perro, con un triángulo en cada mejilla, y otro invertido en la frente. Dos pequeñas orejas picudas se podían apreciar arriba –Quizá cayó un rayo con la tormenta de anoche.

-No –respondió su superior. Su máscara era muy parecida a la del otro ANBU, sólo que en lugar de tres triángulos eran tres líneas en el mismo lugar y no tenía orejas –Hace aproximadamente un año hubo un incendio en esta zona. En esa dirección hay un antiguo templo dedicado a Inari Kami-sama, y al parecer se quemó parcialmente.

-¿En serio?

-¿No lo sabías? –contestó con otra pregunta. –Parece ser que un equipo de novatos gennin pasó la noche aquí, y encendieron un fuego  que apagaron mal a la mañana siguiente, eso provocó el incendio.

-¡Oh! Estos gennin de hoy en día no saben hacer nada bien. ¿Es que el profesor del equipo no revisó el fuego antes de partir? Recuerdo que en mis tiempos…

 

Sasuke dejó de escuchar la cháchara de aquellos hombres y estudió su alrededor con la mirada. En su máscara sobresalían ligeramente lo que parecían ser dos pequeñas orejas puntiagudas de un gato, y en cada mejilla tres líneas rojas. Semejantes a las marcas que Naruto tenía.

 

Poco a poco se dejó introducir en los recuerdos. En ese lugar comenzó todo:

 

Esa mañana Sasuke había ido a entrenar al bosque, impulsado por sus ansias de mejorar los más pronto posible y así superar a Itachi. No llevaba mucho tiempo cuando a su nariz llegó un intenso y molesto olor a quemado. Al levantar la mirada vio una gruesa columna de humo ascendiendo al cielo por sobre las copas de los árboles. Sintiendo un mal presentimiento fue corriendo hacia allí. Al verse sorprendido por un voraz incendio se detuvo a una distancia prudencial, cubriéndose la boca y la nariz con una mano para intentar no inhalar mucho humo. Estaba por marcharse corriendo a Konoha para pedir ayuda cuando se detuvo al distinguir una silueta entre las llamas.

 

Subió a la rama de un árbol para asegurarse de lo que había visto. Abrió los ojos sorprendido al ver a un niño totalmente quieto en medio de las llamas. No podía verle bien por culpa del denso humo, pero distinguía su silueta y podía ver su altura. Sin duda era un niño.

 

Raudo saltó al suelo y corrió a ayudarle. Por suerte encontró un camino por el que poder pasar, pero debía ir con cuidado porque algunas ramas altas de los árboles se estaban desprendiendo y caían al suelo.

 

-¡Eh! –le llamó cuando estuvo a unos pasos de él. Con los brazos a duras penas podía cubrirse el rostro del calor abrasador. -¡Tú!

 

Pero el niño parecía desorientado, observaba a su alrededor con suma lentitud repetidas veces, quizá buscando una salida. Y cuando estuvo a punto de tocarle, el más pequeño cayó al suelo de lado.

 

-¡Maldición! –masculló agachándose a su lado. Sujetándole del hombro le giró para que quedara boca arriba y así poder tomarle el pulso para verificar que sólo se había desmayado por inhalación de humo. No se veía muy mal herido, así que descartaba que estuviera muerto. Pero al hacerlo se encontró con algo totalmente inesperado -¡Qué demonios…!

 

Al verle unas peludas orejas despeinadas le soltó y veloz se puso de pie, alejándose un par de pasos. Totalmente incrédulo encontró también una esponjosa cola oculta entre las piernas del niño, por eso no la había visto antes. Tuvo la tentación de frotarse los ojos. No podía ser posible que esa criatura existiera, sólo eran absurdas historias que los más tontos creían ciegamente.

 

-Un kitsune… -musitó.

 

Un fuerte crujido le alertó de que una rama o el tronco de un árbol estaba por partirse, pero no podía encontrar el lugar exacto del que provenía para evitarlo porque apenas veía nada por culpa de las altas llamas. Lo mejor era salir de allí cuanto antes. Tomó al rubio en brazos y se dispuso a volver por el mismo camino, pero las llamas ya devoraban todo a su alrededor. Estaban completamente atrapados. Cuando volvió a escuchar el crujido de la madera, sacó un shuriken y lo lanzo hacia el árbol donde antes se subió. Al shuriken iba atado hilo ninja. Para asegurarse, tiró del hilo y lo notó tensarse, dándole a entender que estaba bien enrolladlo en alguna rama. Lo más rápido que pudo, colocó el pequeño cuerpo a su espalda para poder moverse con mayor facilidad y por fin pudieron escapar de allí.

 

Pero no todo terminó ahí. Debía pedir ayuda y encontrar a alguien que pudiera curar al niño… o criatura que llevaba a la espalda. Pero no se le ocurría una persona indicada. No creía conveniente contarle a cualquiera que había encontrado un kitsune. Y de pronto, la imagen de su amiga de la infancia llegó a su mente. Sí, Sakura era perfecta para ocuparse del niño rubio, y estaba seguro de que sabría guardar el secreto.

 

Sólo Sakura y él sabrían de ese kitsune. Podría ser peligroso si alguien más se enteraba.

 

Ahora el problema era cómo cruzar el portón sin que Izumo y Kotetsu vieran al kitsune. En cuanto llegó, dejó al rubio recargado contra un árbol cercano al portón, ocultándolo. Después se acercó a los ninjas que vigilaban la entrada.

 

-Izumo, Kotetsu, hay un incendio en el bosque –habló algo acelerado por la carrera anterior.

 

Los dos adultos se pusieron de pie al instante.

 

-¿Dónde exactamente? –preguntó Kotetsu.

-Cerca del viejo templo de Inari Kami-sama.

 

Los dos hombres se miraron, y asintiendo a la vez salieron a correr para buscar más ayuda. Entonces Sasuke aprovechó y volvió a por el kitsune, cargándolo nuevamente a su espalda e ingresando en la aldea, desconociendo totalmente que lo estaba llevando al lugar más odiado para él, aunque pronto lo sabría. Una vez que cruzó el portón el resto del camino lo hizo por los tejados, intentando no ser visto.

 

Soltó un largo suspiro de alivio cuando se vio dentro de su hogar. Y antes de cerrar la puerta, creó un bunshin al que mandó para que buscara a Sakura. Después se encaminó a su habitación y dejó al chico sobre la cama. Vestía una yukata naranja que parecía quedarle algo pequeña. La prenda había quedado inservible, se veía muy deteriorada y además estaba un poco quemada en algunas partes. Con indecisión le tomó de la muñeca derecha, descubriendo quemaduras en la bronceada piel. Probablemente le dolerían mucho si despertaba de la inconsciencia antes de que Sakura pudiera curarle.

 

Fue al armario y sacó ropa. Mientras ella llegaba se daría una ducha rápida. Estaba por salir, pero inevitablemente volvió a mirar a la criatura en la cama. Miró la ropa entre sus manos, nueva y limpia; y después miró la yukata del kitsune, vieja y deteriorada. Suspiró por la nariz y se volvió a acercar a la cama. Como pudo le quitó la yukata al rubio, descubriendo que no vestía ropa interior. Aquello le desconcertó un poco, pero nada más, después de todo el niño no tenía nada que él mismo no tuviera. Después salió un momento y regresó con una toalla algo húmeda, retirándole algunos restos de hollín que tenía en la cara y partes del cuerpo; además, así también podría refrescarle un poco. Le colocó la camiseta. Recapacitó en que el pantalón iba a ser un problema con la cola. Sin más remedio tomó un kunai e hizo un agujero donde calculó que iría la cola. En vista de que el rubio no llevaba ropa interior, decidió no ponerle ninguna, así no tendría que agujerear algo más.

 

Como era de esperar le quedaban grandes, pero era mejor que vistiera aquellas prendas a esa cosa naranja y vieja.

 

Después, sacó un futón y lo extendió en el suelo. Tomó en brazos al rubio y lo recostó allí, arropándolo después con un cobertor que en ese momento ignoraba se convertiría en la adoración del kitsune. En cuanto terminó volvió a coger ropa del armario, esta vez para él, y fue a darse una ducha rápida, queriendo terminar antes de que Sakura llegara o el rubio despertara.

 

Cuando salió todo continuaba calmado, el kitsune estaba tal y como le dejó. Con cuidado se arrodilló a un lado del futón.

 

Sus ojos negros observaron por enésima vez con gesto incrédulo al "chico" malherido e inconsciente recostado en el futón que se hallaba en su habitación. Hasta ahora, a sus dieciséis años, nunca había creído esas historias y leyendas que circulaban por la aldea desde que tenía memoria. Pero ahora podía constatar con sus propios ojos que era cierto y esas criaturas realmente existían.

 

Con algo de duda, acercó una mano a la cabeza del otro, rozando apenas con un dedo una de las peludas orejas que sobresalían de la rubia cabellera. Ese chico... realmente... tenía orejas de zorro.

 

Parpadeó y salió en un segundo de sus memorias al escuchar que el capitán daba la orden de continuar avanzando. Dedicó una breve mirada llena de nostalgia a aquel lugar y después siguió a los demás.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Naruto se mantuvo cabizbajo el breve momento que Inari Kami-sama le estuvo recordando cómo debía ser el comportamiento de un buen sirviente. En todo momento hablaba con esa voz serena que le hacía estar un poco tenso, presintiendo que algo malo podría venir pronto.

 

Se preguntó cuándo terminaría aquel monólogo y le daría un castigo. Porque para él era obvio que tendría uno. Reprimió un suspiro que quiso liberar para intentar relajarse mientras continuaba escuchando a su Dios.

 

-No puedo quejarme de tu trabajo cuidando del bosque. En cambio, durante años has mirado a otro lado cada vez que la aldea dela Hojaha necesitado tu ayuda. Y has atacado a muchos humanos, algunos de ellos con intención de matarles.

 

El rubio no pudo permanecer más tiempo callado y observando sus pies descalzos en actitud sumisa. Con el entrecejo fruncido alzó la cabeza, haciendo notable en su voz la molestia que sentía.

 

-Sé que he atacado a muchos humanos. Pero varios de ellos iban al bosque a cazar zorros, ¡y no podía permitirlo! Itachi no me gustaba nada al principio, y además le confundí con otro humano. Los hermanos Takahashi querían hacerme daño, yo sólo me defendí. Y Sasu… -apartó la mirada con un brillo de decepción en los ojos azules. No quería hablar de Sasuke, así que guardó silencio.

 

El Dios quedó callado unos segundos tras la interrupción de su sirviente. Normalmente todos permanecían en silencio, sin excusarse por los malos actos que hubieran cometido durante su vida.

 

-Los kitsunes son enviados a la tierra para proteger, no para atacar o ignorar sus tareas de protección.

 

Totalmente encorajado, el rubio cerró los puños y apretó los labios, aborreciendo las palabras escuchadas.

 

-¿Entonces tenía que haberme comportado como mi padre lo hizo con Uchiha Madara? –señaló de forma acusadora al otro que le observaba inmutable. -¡Por culpa de tus absurdas reglas mis padres no pudieron defenderse y fueron asesinados! ¡No es justo! ¡No puedo aceptar algo así! –casi gritó. -¡Un humano mató a mis padres! ¡Un humano me mató a mí! –respiró agitado, sintiendo la garganta casi cerrada y la furia corriendo por sus venas.

 

El pelirrojo estaba algo sorprendido, dudando sobre si su joven sirviente era muy valiente por hablarle así, o un total inconsciente que no sabía lo que hacía.

 

-Puedo ver tu interior, Uzumaki Naruto –aquellas tranquilas palabras que no respondían la duda del kitsune desconcertaron a éste. –Veo odio dentro de ti. Esa oscuridad en tu corazón siempre ha estado ahí, creciendo contigo.

 

Naruto parpadeó sorprendido, e inconscientemente se llevó una mano al pecho, como si así pudiese esconder de los ojos de su Dios lo que su corazón guardaba. Aunque en el fondo sabía que era algo absurdo.

 

-Realmente odias a los humanos.

-Claro que sí –afirmó sin pensarlo. –De no ser por los humanos mis padres seguirían vivos, los demás kitsune no habrían abandonado su hogar, yo no me habría quedado solo durante años para vengar a mis padres, y ahora mismo yo no estaría muerto. ¡Todos seríamos felices!

-A pesar de tus palabras, en tu corazón hay un lugar especial para un humano.

-¡No es cierto! –rebatió.

-Puedo verlo –le recordó

 

El kitsune gruñó malhumorado. Se sentía como cuando Kakashi le estuvo leyendo la mente. Era incómodo. No sabía qué decir, por lo que prefirió mantener silencio.

 

-Desde que has llegado hasta a mí, tus pensamientos han estado girando en torno a ese humano sin descanso. ¿A él no le odias?

 

De pronto parecía que Uzumaki había perdido las ganas de hablar, porque tardó varios segundos en responder. Su mente debatía con su corazón qué respuesta dar. Los momentos felices vividos se mezclaban con los malos recuerdos.

 

-Él… -balbuceó inseguro. –Él fue quien más daño me hizo –fue todo lo que respondió.

-¿Más que Uchiha Madara? ¿Más que los hermanos humanos que te arrebataron la vida?

 

El más pequeño asintió ligeramente con la cabeza antes de hablar.

 

-Me engañó. Me hizo creer que éramos amigos y que le importaba lo suficiente como para protegerme. ¡Pero en realidad sólo era su arma para proteger Konoha! Todos me mintieron, me siento tan… tonto -inclinó la cabeza, abatido ante los recuerdos. Pero rápidamente esbozó una tensa sonrisa y miró a su Dios –Pero eso ya no me importa. Ahora estoy con mis padres, es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

-Te importa –aseguró tranquilo.

 

Ese sirviente era único entre todos lo que había tenido. Era mentiroso, cumplió con sus deberes de protección de forma pobre, estaba lleno de odio, amaba a un humano y había dañado a muchos más. A pesar de que acababa de decir que estar con sus padres era lo mejor que le había pasado, podía ver que no era del todo sincero. El pequeño kitsune estaba feliz de estar allí con sus progenitores, pero no paraba de pensar en aquel humano.

 

El de ojos azules no tuvo más remedio que encogerse de hombros al verse descubierto.

 

-Sé que me merezco un buen castigo, sin duda he sido el peor de tus sirvientes. Pero si soy así es por culpa de los humanos –y sin poder evitarlo volvió a arremeter contra la raza que odiaba. -¡Son ellos los que merecen un castigo, no yo, ni ningún kitsune! ¡Todos son crueles y retorcidos, sólo piensan en ellos mis…!

-Los humanos tienen un Dios que se encargará de cada uno de ellos cuando llegue el momento –por primera vez su mirada tranquila se mostró algo más seria. –Como yo haré contigo ahora mismo.

 

Naruto se tensó al instante, apenas parpadeando en espera de ver qué haría Inari Kami-sama. De repente sintió algo de temor, pero lo que fuera lo afrontaría con la mayor valentía posible. Cuando le vio alzar una mano y señalarle, inevitablemente se encogió un poco y cerró los ojos con fuerza mientras la peluda cola se ocultaba entre sus piernas.

 

-Con tu mal comportamiento te has ganado un castigo ejemplar, Uzumaki Naruto. Has perdido la esencia y la pureza de un sirviente de Inari. No puedes permanecer aquí, yo no puedo juzgarte. Por eso, ¡volverás! Vivirás el resto de tus días siendo lo que más odias.

 

Asustado y desconcertado el kitsune abrió los ojos, incrédulo con lo que había escuchado.

 

-¿¡Qué!? ¡No! –gritó.

-Y cuando mueras serás juzgado por el Dios de los humanos –sentenció con una voz firme que hasta ahora no se le había escuchado, casi retumbando en las paredes del vacío templo.

-¡No! ¡No! –insistió. De todos los castigos que imaginó, ese era el peor de todos. Prefería que le arrancaran la piel a tiras, que le dieran una paliza o arder en el infierno, ¡lo que fuera menos eso!

-Deberías hacer algo con todo ese odio que llevas dentro –continuó hablando, ignorando los gritos del rubio.

-¡Claro que haré algo! –exclamó irritado. -¡Si me mandas allí de nuevo, descargaré mi odio contra ellos! ¡No se volverán a burlar de mí nunca más! –exclamó en un arranque de rabia y frustración. –¡Podrías castigarme de otro modo…!

-Los humanos a veces creen saberlo todo –comenzó a decir con calma, ignorando al otro. –Pero si pides de corazón un deseo a una estrella fugaz, ella te lo cumplirá de algún modo.

-¿…qué? –balbuceó sin entender aquello.

 

Ahora más que nunca sentía la necesidad de estar al lado de Sasuke. No quería estar lejos de él, y si no quedaba más remedio, quería que estuviesen alejados lo menos posible.

 

Cuando se sintió mejor tras beber unos vasos de agua, pensó en regresar. Dirigió la mirada a la ventana de la cocina cuando creyó ver un destello, y comprobó que no había sido su imaginación. Alcanzó a ver una estrella fugaz al final de su estela, y aquello le extrañó. Era raro poder ver una estrella fugaz.

 

De pronto sonrió, recordando pedir un deseo. Pero apenas abrió la boca para decirlo en voz alta, recordó que Sasuke le dijo aquella noche que vieron la lluvia de estrellas fugaces que si pedía su deseo en voz alta, no se cumpliría.

 

-Quiero... -susurró muy bajito.

 

Al instante cerró la boca y los ojos, pidiendo su deseo mentalmente. Frunció un poco el entrecejo, como si así realmente pudiese lograr que aquella estrella cumpliera su deseo.

 

-“¡Quiero estar cerca de ti, Sasuke! ¡Para siempre!”

 

Los ojos azules se abrieron totalmente, sorprendido al recordar que aquella noche de angustia pidió ese desesperado deseo en sus ansias por estar junto a Sasuke. Pero él pidió aquello pensando que ese Sasuke que le cuidaba y a veces le sacaba de quicio era real, no una máscara que ocultaba en realidad a alguien despreciable.

 

¡Maldición! Aquello de verdad no podía estar pasándole. ¿¡Por qué tenía tan mala suerte!?

 

Quería quedarse allí, con sus padres era y sería feliz. Y aunque ahora le costaba trabajo, con el paso del tiempo podría asimilar completamente que la persona que creyó amar en realidad no existía y así olvidarle.

 

Llevado por la desesperación, el rubio se dejó caer arrodillado y se inclinó hasta casi tocar el suelo con la frente, dispuesto a suplicar.

 

-Inari Kami-sama, no me envíes allí otra vez ¡Te lo ruego!

 

No quería regresar a ese lugar donde nunca fue querido y para colmó fue utilizado. Aunque su tonto corazón en el fondo saltaba de alegría al saber que vería a Sasuke, lo ignoró. El silencio de su Dios le alteró y le impulsó a continuar insistiendo.

 

-¡Por favor! –casi gritó.

-Ese es mi castigo –fue todo lo que dijo el pelirrojo.

 

Pero Naruto no se iba a rendir sin al menos haber presentado batalla.

 

-Si tengo que volver, quiero regresar como lo que soy, un kitsune –pidió, reuniendo el tono más amable que encontró entre el miedo y los nervios. Su cuerpo temblaba ligeramente, todavía inclinado en el suelo. –Si soy un humano no podré ir a buscar a los demás kitsune, ellos odian a Konoha y sus habitantes.

-Si vuelves como un kitsune, ¿cuidarías de Konoha y los humanos?

 

El cuerpo del rubio se tensó casi al instante. Quiso mentir diciendo que sí para que así Inari cumpliera su súplica, pero si descubría la mentira probablemente el castigo sería peor. Así que prefirió guardar silencio.

 

-Hacerte regresar como kitsune no tendría sentido, todo seguiría igual, y estaría alimentando tu odio hacia los humanos.

-¿Pero por qué tiene que ser Konoha? –replicó sin alzar la cabeza todavía. –Debe de haber más aldeas, podría…

-Naciste en los bosques de Konoha, eso lo convierte en tu hogar y el lugar que debes proteger –interrumpió. –Regresarás siendo aquello que tanto odias, un humano habitante de Konoha. Y te disculparás por todos los problemas que has causado.

 

Rápidamente Naruto levantó la cabeza, con la desesperación creciendo en su interior.

 

-No mereces continuar como uno de mis sirvientes, has perdido ese derecho.

 

Ante esas palabras, el kitsune automáticamente se puso de pie y corrió hacia su Dios. Conforme se acercaba las velas comenzaron a apagarse, hasta que al quedar a un par de zancadas de distancia, todo quedó en penumbra y el pelirrojo desapareció.

 

-¡No! –exclamó casi sin voz. –Inari Kami-sama, ¡vuelve!

 

Con el corazón latiendo agitado esperó largos segundos por si el nombrado volvía a mostrarse, pero eso no ocurrió. Bajó la mirada con resignación, casi sintiendo ganas de llorar.

 

Realmente no quería regresar. ¡No quería! Su felicidad estaba junto a Minato y Kushina. Nadie más podría proporcionársela.

 

Y de pronto la voz de su Dios le sobresaltó.

 

-¿Estás seguro de eso?

 

Los ojos azules buscaron con desesperación entre la oscuridad del lugar, pero no le vio.

 

-¿Dónde estás? –preguntó rápidamente.

-Deberías tomar este castigo como una oportunidad para limpiar tu corazón de odio y buscar tu felicidad.

 

Uzumaki negó rápidamente, todavía impactado con la mala noticia. No iba a limpiar su corazón de ningún odio. Lo había hecho una vez en toda su vida gracias a Sasuke, y sólo le sirvió para terminar engañado, con sus sentimientos pisoteados, y muerto. En la tierra no había felicidad para él, sólo sus padres podrían dársela.

 

Con los ojos a punto de soltar lágrimas, inclinó la cabeza con gesto abatido, siendo imitado por sus peludas orejas y cola que también decayeron. Era tan patético… A Sasuke no le sirvió como arma, y ahora tampoco servía como sirviente de Inari.

 

-Inari Kami-sama, siento haber sido un mal sirviente. Pero, ¡si me das otra oportunidad prometo que lo haré bien! ¡Lo juro!

 

Esperó impaciente una respuesta, pero nunca llegó. Asumió que ahora sí estaba completamente solo en el templo, por lo que finalmente decidió salir con desgano, casi arrastrando los pies, para enfrentarse a su destino.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Con un año próximo a cumplirse desde que el grupo ANBU salió de Konoha, por fin se hallaban frente a su objetivo. Un par de veces estuvieron a punto de darle caza tras enfrentarse con él en esas ocasiones e impedir que se hiciera con más técnicas de línea sucesoria. Pero siempre terminaba escapando.

 

Ahora, después de estar buscándolo por todo el territorio del país del Fuego, lo habían terminado encontrando por tercera vez a unos kilómetros de Konoha. Descubrieron que se dirigía hacia allí con intención de matar a la Hokage, y después dar muerte al resto de los Kages uno a uno.

 

Katou Nanashi, era un hombre alto y robusto de penetrantes ojos negros y cabello largo, hasta casi la mitad de la espalda, de un color castaño claro. No vestía uniforme o llevaba un protector que delatara su procedencia. Simplemente vestía ropas anchas y sencillas de colores negros y beiges que dejaban a la vista los grandes músculos de sus brazos. Por su apariencia probablemente tendría más de cincuenta años, pero no había que subestimarle por eso.

 

A Sasuke aquel hombre no le intimidaba, a pesar de que le sacara una cabeza de altura, las venas se le marcaran en los músculos y dominara algunas técnicas de línea sucesoria. A él sólo le preocupaba cómo averiguar si ese tipo conocía técnicas de resurrección sin que los demás se enterasen. Dos de sus compañeros habían muerto a manos de Nanashi, y es que era bastante impredecible la forma en que podría atacar.

 

Él estaba algo malherido. El hombro derecho presentaba un corte profundo y varios arañazos por todo el cuerpo, algunos de ellos sangraban. En medio de la lucha había perdido la máscara, y cuando el enemigo vio que era un usuario del sharingan, se centró únicamente en él, olvidando al otro integrante del equipo. El hombre también estaba algo herido, pero se mantenía enérgico, como si la pelea acabara de comenzar.

 

-Tus ojos serán un magnífico trofeo después de que te corte la cabeza –comentó el hombre con una voz ronca y profunda, soltando después una carcajada seca.

 

Aprovechando que el enemigo estaba solamente centrado en él, en medio de la pelea Sasuke se alejó del capitán ANBU. Peleaba empuñando a Kusanagi, mientras que Nanashi utilizaba un kunai, evadiendo sus ataques con facilidad, como si fuera él quien poseía el sharingan y no al revés.

 

-Chidori nagashi –masculló.

 

Fue irremediable que ante el inesperado impacto eléctrico Nanashi cayera al suelo, sintiendo el cuerpo ligeramente paralizado. Sasuke se acercó, estoico, y se detuvo a su lado, apoyando el filo de la espada contra el cuello del hombre.

 

-Hay algo que quiero preguntarte.

-Mocoso… -farfulló.

 

Uchiha afiló la mirada pero le ignoró, queriendo hablar pronto antes que el capitán del equipo le diera alcance. Se suponía que el enemigo estaría al menos un minuto sin poder moverse después de semejante descarga, pero contra todo pronóstico el hombre hizo unos rápidos sellos. El suelo tembló, desestabilizándole por un segundo, pero fue suficiente para no poder esquivar la columna de tierra que emergió veloz del suelo y le golpeó de lleno en el estómago, mandándole lejos y haciéndole rodar por la hierba repetidas veces. La espada cayó a unos metros de él, quedando clavada en la tierra. Tosió de forma ahogada, y despacio se puso de pie, pero entonces sintió como si fuese absorbido por el suelo. En un parpadeo se vio enterrado hasta los hombros, sin posibilidad alguna de moverse. Forcejeó por liberarse, viendo cómo Nanashi cogía a Kusanagi y se acercaba a él con una sonrisa torcida en los labios.

 

-Pensaba que me darías más pelea, mocoso –comentó alzando el arma. El sol reflejado en la hoja de la espada cegó por un momento al adolescente. –Sin tu espada no eres nada. Y ahora, ¡muere!

 

El hombre estaba por reír triunfante cuando decapitó al ANBU, pero éste se transformó en un simple tronco. Apretó los labios con enojo. En algún momento había sido engañado por un simple crío con aires de grandeza. Miró a los lados, buscándole.

 

-¡No te escondas! ¿Dónde estás?

 

Y la voz de Sasuke se escuchó a su espalda.

 

-Más cerca de lo que crees –estiró un brazo hacia el enemigo. -Chidori eisou.

 

En la mano de Uchiha se formó un chidori que se alargó rápidamente como si de una espada se tratase, atravesando uno de los costados de Nanashi y tirándolo al suelo.

 

-Si piensas que sin mi espada no soy nada, estás muy equivocado.

 

El adulto soltó un pequeño quejido, y a continuación mostró una sonrisita forzada. Había subestimado al mocoso, incluso sabía utilizar la manipulación de forma. Quizá no era solamente un niño engreído.

 

-Hay algo que necesito saber –lo intentó otra vez el pelinegro.

 

Pero la voz del capitán, el único integrante de su equipo que quedaba vivo, se escuchó a lo lejos.

 

-¡Sasuke!

 

El nombrado chasqueó la lengua con fastidio y rápido miró a Nanashi.

 

-¿Conoces técnicas de resurrección? –preguntó escueto.

 

Pero el hombre no se lo pondría fácil.

 

-¿Por qué debería responderte?

 

Uchiha sacó un par de kunai con papeles explosivos, y con su mano libre los lanzó lo más lejos que pudo con la esperanza de conseguir distraer al capitán haciéndole creer que la pelea se estaba llevando a cabo unos metros más allá.

 

Después, llevó su mirada al hombre.

 

-Porque sólo así te dejaré vivo.

-…puede que sí conozca alguna –dijo finalmente.

 

La neutra expresión de Sasuke desapareció por un instante, sintiendo como la esperanza llenaba rápidamente su vacío corazón, haciéndolo latir.

 

-¿Cómo sé que no me mientes? ¡Demuéstralo!

 

Y entonces el inoportuno capitán ANBU surgió de entre los árboles. Sasuke maldijo no haber podido engañarle, estaba tan cerca de conseguirlo... No quedaba más remedio, aquel hombre decía conocer técnicas de ese tipo, así que miró a su capitán dispuesto a atacarle lo suficiente como para dejarlo inconsciente. Nadie le robaría esa oportunidad de revivir a Naruto.

 

-De acuerdo, mocoso, te haré una demostración –sonrió confiado. –Pero necesito que me liberes, la corriente paraliza mi cuerpo.

 

El pelinegro no tenía tiempo para meditarlo. Era ahora o nunca. Deshizo la técnica, aunque se mantuvo alerta. Al instante Nanashi hizo unos sellos y la tierra tembló con violencia.

 

-¡Doton! ¡Soseijutsu: Shishi Dojou!

 

De pronto todo paró, y aunque los dos ANBU esperaban que algo sucediera, todo continuó tranquilo. Uchiha se sintió engañado y la rabia le llenó al instante. Mataría a ese tipo de una vez con el amaterasu.

 

Sin esperarlo dos sombras veloces salieron de entre los árboles, y al caer de pie en el suelo, Sasuke vio totalmente sorprendido que se trataba de los otros dos integrantes de su equipo que hace un momento habían sido asesinados. ¡Estaban vivos!

 

-Bien, mocoso, hablemos seriamente. Me has preguntado eso porque estás interesado en que resucite a alguien, ¿cierto?

-Sí –respondió de inmediato.

-Bien, yo diré cuál será el pago.

 

El capitán ANBU se sorprendió con lo escuchado.

 

-¡Sasuke! ¿¡Qué demonios estás haciendo!? –estaba por acercarse a ellos, pero los dos integrantes revividos de su equipo se lanzaron sobre él, atacándole. -¿Q-qué…?

 

Una vez que el estorbo estaba ocupado, Nanashi continuó.

 

-Quiero tus ojos.

 

Uchiha asintió con calma, como si el pago fuese algo insignificante.

 

-Pero primero le revivirás a él, y sólo entonces, si la técnica funciona te daré mis ojos.

-Hum… un chico listo. ¿Y el descanso de quién quieres perturbar? ¿Un amigo? ¿Un hermano quizá? ¿Un…?

-Eso no te incumbe –cortó el cuestionario del hombre.

 

Y entonces Sasuke reparó en algo que antes no notó. Los hombres resucitados estaban atacando a su capitán con intenciones de matarle. Al instante le envió una mirada a Nanashi.

 

-Tranquilo, están bajo mis ordenes, por eso están atacándole. Sino no nos dejaría hablar.

 

A pesar de la excusa, el pelinegro no se sintió tranquilo. Con el sharingan observó los cuerpos resucitados; estaban vacíos, no había el menor rastro de chakra en ellos. ¿Entonces cómo demonios estaban vivos? Avanzó unos pasos. Además, Itachi le dijo que ese tipo de técnicas requerían un sacrificio. ¿Cómo había podido Nanashi revivirlos sin dos muertes a cambio? Aquello no le gustaba. Se detuvo al darse cuenta del color excesivamente pálido en los dos resucitados, y sus ojos… eran completamente blancos.

 

-Son… zombis –musitó. Al instante miró al otro con la molestia marcada en su rostro. -¡No era esto lo que yo quería!

-Ah, ¿no? –fingió inocencia.

 

El capitán a duras penas podía defenderse de los dos que le atacaban sin descanso con claras intenciones de matarle.

 

-¡Sasuke! ¿Qué haces… ahí parado? ¡Ayúdame!

 

Algo irritado, el adolescente lanzó un kunai sin miramientos desde su lugar, incrustándose en el pecho de uno de los resucitados, y para su sorpresa y la de su capitán el zombi se convirtió en polvo.

 

Entonces Sasuke se sintió muy cabreado, tanto, que al instante el sharingan cambio de las tres comas a la estrella de puntas redondas. De haber revivido a Naruto con esa técnica, solamente habría sido un contenedor vacío y un frágil cuerpo que podría destruirse con un golpe. Un títere a las ordenes de quién le había resucitado. ¡No sería el Naruto que él deseaba tener a su lado!

 

La mueca despreocupada de Nanashi desapareció tras percibir un notable cambio en el, según él, mocoso. Sólo con tener los ojos rojos puestos sobre sí, tenía la sensación de que en cualquier momento caería muerto. Se preparó para cualquier ataque.

 

-¿Estás enojado, mocoso? –cuestionó a pesar de ser obvia la respuesta. –Sólo estaba probando si realmente cumplirías tu parte del trato.

 

Pero el pelinegro no escuchaba nada, sólo podía sentir como la sangre le bullía y cualquier pensamiento se anulaba, quedando únicamente las ganas de matar y un intenso odio; las mismas que sintió el día que perdió a Naruto. Sólo matar. Sólo odio. Y no tenía porqué contenerse, después de todo, al hombre que tenía enfrente lo querían muerto.

 

Ante el pensamiento, una pequeña sonrisa retorcida curvó las comisuras de sus labios. Un chakra oscuro de color púrpura comenzó a cubrirle.

 

A pesar de que nada había pasado, el enemigo empezaba a sentirse intimidado. Un aire de auténtica maldad estaba rodeando al pelinegro, podía sentirlo. Y cuando vio aquella minúscula sonrisa que no pronosticaba nada bueno, un impulso le dijo que debía atacarle. Cualquier ataque, pero que lo hiciera ya antes de que fuera demasiado tarde.

 

Rápidamente hizo unos sellos:

 

-¡Youton: Youkai no jutsu!

 

Nanashi disparó una gran cantidad de lava por la boca, impactando de lleno en el muchacho.

 

El capitán ANBU saltó lejos y el zombi restante desapareció entre restos de lava.

 

-¡Sasuke! –exclamó con preocupación, sabiendo que semejante ataque seguro le había matado.

 

El enemigo soltó una floja risita triunfante. Después de todo se había asustado por nada, no era más que un mocoso cabreado que no sabía hacer nada. Él era muchísimo más fuerte. Aunque era una lástima, acababa de perder la oportunidad de conseguir un par de ojos interesantes. Pero su risa se desvaneció cuando la lava salió despedida, como si hubiera sido repelida de pronto. Parpadeó consternado ante la escena que se encontró. Había un raro escudo protegiendo al chico, parecían como… unas costillas. Sí, ¡eso era! ¡Una caja torácica de color purpura estaba protegiéndole! Y ese aura tétrica había aumentado.

 

-¿Qué demonios…? –musitó incrédulo.

 

Sin esperarlo, un brazo derecho hecho de aquel color púrpura apareció y agarró con fuerza desmedida a Nanashi, alzándole del suelo. La expresión de Sasuke era inmutable, aunque en sus ojos se mostraba un brillo peligroso. Ni siquiera el capitán ANBU se atrevía a acercarse ahora a su subordinado.

 

-No me sirves para nada –comenzó a hablar Uchiha.

-¡E-espera! –rogó el enemigo. –Conozco otras… técnicas… -balbuceó de forma ahogada, le faltaba el aire.

 

Pero Sasuke ya no escuchaba. Era demasiado tarde. Mostró una tenue sonrisa pérfida antes de hablar.

 

-Di tus últimas palabras.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Una vez fuera del templo, Naruto se encontró con sus padres esperando a unos pasos de la puerta. Minato abrazaba por los hombros a su mujer, ambos con una expresión de preocupación.

 

-Mamá… -musitó repentinamente agotado.

-Lo hemos escuchado todo –dijo ella.

 

Naruto no pudo contenerse más, entre lágrimas corrió en busca de un abrazo materno, y ella no se lo negó.

 

-Tenéis que hablar con Inari Kami-sama. ¡No quiero volver! –lloró.

 

Minato posó una mano en uno de los hombros de su hijo, intentando también confortarlo mientras respondía.

 

-No podemos hacer nada, Naruto. A nosotros también nos gustaría tenerte aquí, pero somos más felices sabiendo que vivirás.

 

Totalmente incrédulo con las palabras de su progenitor, el rubio giró un poco la cabeza para verle.

 

-¿Qué?

 

Tenía que haber escuchado mal. ¿Su padre estaba de acuerdo con Inari Kami-sama en que regresara a aquel odioso lugar? Y el tacto de una de las manos de su madre acariciándole la espalda hizo que volviera la mirada hacia ella.

 

-Hemos escuchado lo que te pasó con Sasuke-kun –comenzó a decir Kushina, viendo cómo al instante su hijo volvió a bajar la mirada y se acurrucó en su pecho. –Pero… quizá lo malinterpretaste todo, Naruto.

 

El menor parpadeó sorprendido, pero acto seguido arrugó el entrecejo.

 

-No malinterpreté nada, mamá. En Konoha sólo fui un arma, Sasuke me lo confesó. Lo ideó todo, y según él los demás no tienen nada que ver, pero no me lo creo. Todos los humanos son…

-Él ha estado visitándote –interrumpió la pelirroja con una voz tranquila. –Sufre por ti. He podido verlo.

 

Naruto soltó a su madre y se alejó un poco, rompiendo de paso también contacto con su padre. Alzó una comisura de los labios en una pequeña sonrisa burlona y desganada.

 

-Me imagino, perder un arma siempre es duro.

 

Los adultos se sintieron sorprendidos ante ese marcado sarcasmo que nunca antes habían escuchado en su hijo. Pero Kushina continuó.

 

-Él sufre por ti –insistió. –Lo sé porque su mirada era igual a la que tú mostrabas cada vez que ibas a visitarnos.

 

Pero Naruto se forzó a no dejarse perturbar por esas palabras, mostrándose desconfiado. Entrecerró la mirada con un brillo de seriedad.

 

-Sasuke miente muy bien. No deberías ser tan crédula.

-¿Y por qué mentiría Sasuke-kun? Allí no hay nadie, sólo nuestras tumbas, y él no sabe que podemos verle. Ni siquiera tú lo sabías.

-También hemos visto a una muchacha de cabellos rosas y a otro chico parecido a Sasuke-kun –agregó Minato. -Los tres han estado allí.

 

El menor apartó la mirada sin querer darle importancia a aquello. No volvería a ser un tonto que se creía cualquier cosa. Eran sus padres quienes lo estaban malinterpretando todo, se estaban dejando engañar por los humanos.

 

La mujer notó tenso a su hijo. Ellos sólo querían ayudar a eliminar ese odio dentro de Naruto, pero parecía estar más dañado de lo que pensaban y se negaba a confiar, aún si quienes le hablaban eran sus propios padres.

 

-Quizá Sasuke-kun te utilizó como su arma, pero ahora que has muerto estoy segura de que es diferente. Si hubieras visto lo que yo, lo entenderías. Su expresión, sus ojos… le he visto a punto de llorar por ti. Él te quiere.

-¡No me quiere! –rabió. -¡Ya basta! ¿Por qué estáis de su parte? –totalmente frustrado, se pasó el brazo por los ojos para limpiar las lágrimas.

 

Minato y Kushina se miraron con preocupación. El corazón de Naruto estaba totalmente cerrado ahora. No quería escuchar, ni confiar. Y presionándole sólo le hacían más daño.

 

-Kushina… -la llamó con algo de seriedad, señalando de forma discreta al pequeño con un movimiento de cabeza.

 

Ella miró hacia allí, y se sorprendió al descubrir que Naruto paulatinamente estaba desapareciendo. Aunque ni él mismo parecía haberse dado cuenta por estar todavía afanado en retirar cualquier rastro de humedad de sus ojos y mejillas.

 

El momento había llegado.

 

Con suavidad posó las manos en los hombros de su hijo, y cuando éste levantó la cabeza, le sorprendió con un cálido beso en la frente.

 

-Te quiero, Naruto.

 

El nombrado sintió las mejillas calentarse y un cosquilleo agradable le recorrió el cuerpo. Por primera vez, mostró una sonrisa sincera.

 

-Eres afortunado por tener una nueva oportunidad. No importa si eres humano, vive y busca tu felicidad.

-¡Yo soy feliz aquí! –dijo de inmediato.

-Pero nosotros somos más felices sabiendo que vivirás. Inari Kami-sama te está ayudando a buscar tu felicidad con el humano que amas. Deberías sentirte afortunado, no eres el primer kitsune enamorado de un humano, pero si el primero que podrá regresar.

-Eso no es una ayuda, ¡es un castigo! Sa-Sasuke no es… Yo… ¡Me enamoré de un Sasuke que no existe! No quiero estar junto a alguien así, el verdadero Sasuke es falso y cruel. Yo no quiero estar con él y él no me quiere a mí. ¡Inari Kami-sama no me está haciendo volver para ayudarme, sino no habría necesidad de mandarme de nuevo allí! ¡Sólo quiere verme sufriendo de nuevo en ese lugar! –respiró agitado. Ceñudo bajó la mirada, y se encontró con que sus piernas eran transparentes. -¿Pero qué…? –balbuceó alarmado, alzando las manos para contemplarlas.

 

La mujer le tomó por las mejillas para que le mirara.

 

-Queda poco tiempo, por eso quiero asegurarme de que al regresar no serás alguien lleno de odio. Eso no es bueno, hijo. El odio sólo conduce a más odio, tienes que saber perdonar. Entiendo que no quieras estar junto a Sasuke-kun después de todo, pero te puedes enamorar de alguien más. No todo está perdido, pero para ello tienes que abrir tu corazón y confiar. Haz amigos, no importa si son pocos, sólo asegúrate de que son buenos amigos. Ellos te ayudarán.

 

Naruto sintió deseos de replicar pero no lo hizo. Prefirió escuchar la voz de su madre, sabiendo que esa sería la última vez, y quería guardarla en su memoria para siempre.

 

-Oh, Minato, lo siento. Te he quitado mucho tiempo –comentó ella al darse cuenta de que Naruto apenas podía verse ya.

-Está bien –respondió Minato, y después se dirigió a su hijo. –Naruto, me habría gustado decirte más cosas. Lo más importante es que quiero que seas feliz, no importa con quién. Y también, no es necesario que vayas a visitarnos tan seguido, limítate a vivir tu vida porque ésta será muy corta. Búscate un sueño, unas metas por cumplir. Como dice Kushina, haz muchos amigos y encuentra a alguien con quien compartir tu vida. Es triste estar solo, eso es algo que tú sabes bien. Si sigues nuestras palabras, descubrirás cosas buenas, y la felicidad borrará el odio de tu corazón. Sé valiente y lucha.

 

Naruto abrió la boca para decir algo, pero la voz no le salía y los párpados parecían pesarle. Tenía sueño, su visión se estaba volviendo borrosa. Lo último que pudo ver, fue cómo Minato le pasaba un brazo a Kushina por los hombros y ambos sonreían levemente, deseándole buena suerte en su nueva vida.

 

Después, todo se volvió oscuro.

 

CONTINUARÁ… 

Notas finales:

CONTINUARÁ…

 

Muchas gracias a todos los que se tomaron la molestia de dejarme un review, favorito, o alerta.

 

Nanashi significa: Sin nombre.

 

Takaita-malvada-Hiwatari ya está aquí. ¡Por fin se ha visto lo que ocurrió con Naruto en el “cielo de los kitsunes”! XD El deseo que Naruto pidió a la estrella fugaz en el capítulo 22, también se ha sabido cuál fue. El deseo es el título de dicho capítulo XD Y también se ha visto cómo fue la primera vez que Sasuke vio a Naruto y le salvó del fuego. Para las más despistadas (que siempre hay alguien) los últimos fragmentos de los recuerdos de Sasuke son los primeros párrafos del capítulo 1 del fic.

 

Bien, pensé en muchísimas formas en las que Sasuke podría matar al malote, pero decidí que lo hiciera con el Susanoo porque esta técnica tiene una curiosidad que me llama la atención: el desarrollo del Susanoo de Sasuke se caracteriza por intensas emociones de odio, siempre que le hieren los sentimientos las palabras o acciones de sus oponentes, su Susanoo crece en poder. ¡Y...! Nanashi ha herido mucho a Sasuke con esa jugarreta que intentó hacerle, lo que me pareció perfecto para que mostrara el Susanoo por primera vez.

 

Y ahora, ¿seguirá buscando Sasuke a Orochimaru 2? ¿O desistirá? ¿Qué ocurrirá con Naruto?

 

Adelanto del capítulo 38. Es casi una página de adelanto.:

 

Itachi abrió la puerta y  no vio a nadie. Por un momento pensó que sería su tonto hermano menor que había regresado de su larga misión. Quizá había sido algún chiquillo con ganas de gastar una broma. Pero entonces escuchó una pesada respiración jadeante justo frente a él. Al bajar la mirada, encontró a un muchacho rubio arrodillado en el suelo. Se veía totalmente agotado, como si hubiese estado corriendo horas enteras sin descanso. Se agachó frente a él, intentando verle la cara al desconocido.

 

-¿Estás bien? –preguntó con voz suave.

 

Entonces el rubio alzó la cabeza para encararle, y aunque intentó dedicarle una intensa mirada llena de odio y rencor al humano frente a él, sólo logró una mirada apagada y cansada.

 

Al instante el pelinegro reconoció esos ojos azules, eran inconfundibles. Abrió los ojos de par en par al contemplar también las marcas en las bronceadas mejillas. A pesar de caracterizarse por su temple, en ese instante se sintió tan turbado que se puso de pie con rapidez y se alejó un paso.

 

No podía ser posible.

 

-¿…Naruto-kun?

 

Sasuke… ¡Sasuke lo había logrado, había resucitado a Naruto! ¿Pero cómo…? Y además, ¿dónde estaba Sasuke? ¿Podría ser que…? ¡No! ¿Sasuke había muerto para revivir a Naruto?

 

Totalmente tembloroso, el de ojos azules se puso de pie, pudiendo sostenerse a duras penas. Y entonces Itachi le estudió con la mirada, todavía perplejo. El rubio estaba lleno de tierra, su cabello totalmente despeinado, la naranja yukata estaba manchada de sangre reseca y estaba rota por la zona del  pecho, en el lado izquierdo. Su piel y en las comisuras de los labios también tenía restos de sangre seca, pero no encontró ninguna herida a simple vista.

 

Parpadeó, intentando asimilar rápidamente la imagen frente a él.

 

-Naruto-kun.

 

Apenas sin fuerza, Uzumaki separó los labios dispuesto a hablar. Pero sólo una palabra pudo abandonar sus labios resecos.

 

-Itachi… –musitó.

 

¿Sabías qué…?

En algunas historias, los kitsune tienen dificultad en esconder sus colas cuando se transforman en seres humanos; la aparición de la cola, cuando el zorro se emborrachaba o se descuidaba, es una forma habitual de descubrir la verdadera identidad de la criatura. Otras formas de descubrir la identidad de los kitsune eran que como seres humanos aún tenían rasgos parecidos al zorro, también les cubre un pelaje fino, tienen una sombra en forma de zorro, o su propio reflejo revelaba su identidad. El término kitsune-gao (literalmente "cara de zorro") se refiere a las mujeres humanas que tienen una cara angosta con ojos muy juntos, cejas delgadas y pómulos salientes. Tradicionalmente, esta estructura facial es considerada atractiva, y en algunas historias se le atribuyen a los zorros con forma humana.

 

¡Se agradecerán reviews! ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).