Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kitsune no kokoro por Takaita Hiwatari

[Reviews - 532]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

KITSUNE NO KOKORO:

 

Takaita Hiwatari

 

Capítulo 38: “Bienvenido a casa, Naruto”:

 

Cinco días después, con el objetivo de la misión cumplido, Sasuke y su capitán habían vuelto a Konoha. Por el camino, Uchiha estuvo siendo regañado por su superior al querer hacer tratos de ese tipo con el enemigo, pero él le ignoró por completo. Por orden del capitán, esperó en el pasillo mientras éste le daba el informe a la Hokage, contándole de paso lo que pretendió hacer. Pero a él no le importaba, estaba más ocupado pensando si sería bueno insistir en resucitar a Naruto.

 

Mientras en el interior del despacho, sentada tras su escritorio, Tsunade leía el informe que el capitán ANBU acababa de entregarle.

 

-Hokage, ¿qué deberíamos hacer con Uchiha Sasuke? Él actuó tal y como esperábamos.

 

La rubia enrolló el informe, dejándolo sobre la mesa antes de mirar al hombre.

 

-Yo me encargo de él, hazle pasar. Tú puedes retirarte. Buen trabajo.

 

En ANBU inclinó ligeramente la cabeza en una sutil reverencia antes de abandonar el despacho. Después, vio entrar al pelinegro. A pesar de que llevaba la máscara ANBU era obvio que se trataba de él. Tenía vendado el hombro derecho, y en las partes donde la máscara no lo ocultaba, se veía una venda cubriéndole parte de la cabeza.

 

-Supongo que sabes porqué te he llamado –asumió la mujer. Uchiha no contestó, así que ella continuó. –No te voy a preguntar porqué pretendías hacer un trato como ese con el enemigo, sé muy bien la respuesta. El día que saliste de misión, Itachi vino a hablar conmigo y me contó lo que planeabas hacer. Inmediatamente quise dar la orden de que te trajeran de vuelta y darte un puñetazo personalmente, pero tu hermano confiaba en que al final no lo harías. Así que sólo mandé un mensaje al capitán de tu equipo, pidiéndole que te mantuviera vigilado. Lo que nadie esperaba, es que quisieras hacer ese trato precisamente con el enemigo.

-Planeaba matarle después de que hiciera su parte del trato –fue todo lo que dijo, sin ningún tono en especial.

 

Ella formó una expresión de molestia ante aquellas palabras.

 

-¡Menos mal! –exclamó sarcástica. –Por un momento pensé que no cumplirías con la misión, Sasuke –arrugó el entrecejo y se inclinó en el escritorio, ahora pasando a un tono serio. -¡Un poco más y tenemos a un Naruto zombi queriendo asesinar a toda la aldea y tú terminas sin ojos! –no pasó desapercibido para ella que tras sus palabras el pelinegro apretó los puños. –Lo bueno de esa técnica, es que si muere el invocador desaparecen los zombis que invocó –soltó un sonoro suspiro, intentando tranquilizarse. –Sasuke, escucha, no te nombré ANBU para que hicieras cosas como esta. Ya tienes diecinueve años, no eres un niño inmaduro, tienes que aceptar las cosas como son y continuar con tu vida. No es bueno vivir atado al pasado.

 

Por unos segundos todo quedó en silencio, hasta que Sasuke respondió con una voz resentida.

 

-Tú no sabes nada. No sabes cómo me siento.

 

Todo se mantuvo en silencio otra vez. Ella entrelazó los dedos de las manos y apoyó la barbilla en ellos, observando con atención al muchacho.

 

-Quítate la máscara.

-No.

-No es una petición, es una orden –aclaró. –Quítate la máscara.

 

Sasuke no tuvo más remedio que obedecer, después de todo era la Hokage. A regañadientes se quitó la máscara, y componiendo la mejor expresión inmutable que encontró, enfrentó a la rubia que le observaba casi sin parpadear. No quería darle el menor indicio de cuánto le afectaba esa conversación. Lo que no sabía, es que con sólo mirarla a los ojos, ella se dio cuenta de todo.

 

-Sasuke, aunque no lo creas, sin temor a equivocarme puedo apostar que soy la única persona de toda Konoha que realmente te comprende.

-¡Jum! –se mofó en respuesta, apartando la mirada. ¿Qué iba a saber ella?

 

Sin enojarse con aquella risita burlona, Tsunade se preparó para hablar de algo que llevaba años sin hablar con nadie. La última persona con la que habló sobre ello, fue con la siempre fiel Shizune.

 

-Yo también he sufrido la pérdida de alguien especial, Sasuke –por primera vez mostró una mirada que la hizo parecer una simple mujer vulnerable ante los ojos del ANBU. –Primero fue mi hermano pequeño Nawaki, murió en la guerra. Él era siempre tan impetuoso… -mostró una apagada sonrisa nostálgica y tomó el collar que colgaba de su cuello, mostrándoselo a Uchiha. –Por su doce cumpleaños le regalé este collar, él soñaba con ser Hokage y proteger Konoha. Ahora que lo pienso, su sonrisa era igual a la de Naruto –la sonrisa que mostraba se ensanchó. -Más tarde, conocí a un chico llamado Dan, él también tenía el mismo sueño que Nawaki así que le regalé el collar. Pero él también fue otra de las víctimas de la guerra ninja. Dan terminó muriendo frente a mí sin que pudiera evitarlo. Fue muy duro.

 

Sasuke escuchaba atento todo lo que Tsunade le relataba, estando seguro de que no debería ser fácil para ella decir todo eso. Asintió ligeramente en un gesto comprensivo y la rubia continuó hablando.

 

-Después de aquello, caí en la oscuridad. Llegué a pensar que este collar estaba maldito; perdí la fe en las enseñanzas de mi maestro, Sarutobi Hiruzen, y abandoné la aldea con Shizune, la sobrina de Dan. Bastante tiempo después de aquello, se me  presentó la oportunidad que tú tanto estás buscando. Orochimaru me ofrecía resucitar a Nawaki y Dan a cambio de curar las secuelas que sufrió tras su pelea con Sandaime Hokage.

-Querías aceptar –afirmó.

-Estuve muy tentada a ello –confesó. –Pero… Sasuke, ambos sabemos que Orochimaru no era bueno. Y también pensé que a Nawaki y a Dan no les habría gustado ser resucitados a cambio de las vidas de dos inocentes –soltó un suspiro, sin querer profundizar más en los recuerdos. –Y aquí me tienes, cumpliendo el sueño de ellos dos. Sé que así son más felices que si les hubiese hecho volver. Tú has pasado por lo mismo que yo. Primero perdiste a tus padres, y después a Naruto. Pero la solución no es esa, Sasuke. Tienes que dejar las cosas como están, es lo mejor, sobre todo para ti mismo. Si sigues así sólo te harás más y más daño.

 

El pelinegro no quiso decir nada, sabiendo en el fondo que la Hokage tenía toda la razón. Tsunade suavizó la mirada, pareciendo por un momento una madre comprensiva.

 

-No quiero decir que olvides completamente a Naruto. Eso sería algo cruel, como si estuviésemos negando que alguna vez existió. Lo que quiero es que guardes todos los recuerdos felices que tengas con él, como yo hice con Nawaki y Dan. Olvida los malos momentos, y no te tortures pensando que podría haber pasado si tú hubieras cambiado algunas cosas.

 

Resignándose, Sasuke asintió en un suave movimiento de cabeza, pero continuó en silencio.

 

-Jiraiya también se puso bastante mal cuando supo de la muerte de Naruto –comentó la mujer. –Desde entonces se fue de viaje y no ha regresado. Dijo que mientras buscaba material para su próxima novela estaría ocupado y no tendría tiempo para pensar en nada más. Me parece bien que quiera mantenerse ocupado, pero en estos dos años ese viejo pervertido no se ha dignado a escribir una sola vez –arrugó el entrecejo y chasqueó la lengua de forma sonora, más preocupada interiormente de lo que mostraba. –Ni siquiera sé si volverá pronto o si está bien. ¡Ese idiota…!

 

El pelinegro reparó en que ciertamente hacía muchísimo tiempo que no veía al sannin. La última vez que le vio, fue justamente después de la invasión del Sonido a Konoha. Se preguntó si el viajar le estaría funcionando a Jiraiya para mantener la cabeza ocupada en otras cosas, porque a él esa misión de un año no le ayudó mucho.

 

Y ahora que recordaba, estaban a diez de octubre. Quizá debería ir a visitar a Naruto. Parpadeó y observó a la Hokage al escucharla soltar una suave risita contenida y casi desganada. Se preguntó qué era tan gracioso para ella de pronto.

 

-Justo ahora estaba recordando que un día Naruto vino aquí bastante asustado y nervioso porque estaba en celo. El idiota empezó a gritar que “estaba vivo” –para darse a entender, discretamente señaló hacia una parte de su anatomía que el escritorio cubría, pero Sasuke le comprendió. –Me contó que estaba enamorado de ti, pero tú de él no.

 

Uchiha contuvo un sonoro bufido. ¿Qué demonios…? Al parecer Naruto le estuvo confesando sus sentimientos por él a media aldea. Y a quienes no se lo hubiera dicho, seguramente se habían dado cuenta por la mala forma de disimular sus sentimientos que tenía el dobe.

 

-Me confesó que siempre te presionaba para poder besarte. Y yo le reñí, le ordené que dejara de hacerlo y que buscara a otra persona o animal que le correspondiera.

 

Tras esas palabras, un recuerdo llegó a la mente de Sasuke. La última vez que Naruto le besó:

 

Bastante pensativo, se llevó el pulgar a la comisura derecha de los labios, retirando un pequeño resto de saliva.

 

-¿El último beso? -se susurró.

 

¿A qué había venido eso de repente? Por un momento había llegado a pensar que ese terco kitsune le estaría besando de por vida cada vez que se le antojara. ¿Entonces por qué ahora de repente dice que ese fue el último beso? ¿Sería acaso que se había aburrido de él? O quizá se había cansado de que siempre le rechazara. Una parte de él quería preguntarle a Naruto el porqué, pero enseguida se obligó a no hacerlo. Tampoco es que le importara si volvían a besarse o no.

 

Por supuesto que no, no le importaba... mucho. ¡No! ¡No le importaba lo más mínimo!

 

Así que ese último beso fue por culpa de la Hokage. Interiormente se sintió enojado. ¿Quién era ella para ordenarle a Naruto si podía o no besarle? ¡Él era quien decidía eso!

 

¿Aunque por qué se enojaba ahora? Ya no tenía sentido hacerlo.

 

-Pero… -la voz de Tsunade sacó a Sasuke de sus pensamientos. –Naruto estaba equivocado, ¿no es así? Tú correspondías sus sentimientos. De otro modo no puedo entender que esto te esté afectando tanto. Todos lo estamos pasando mal, pero nadie ha llegado al extremo que tú lo has hecho. Además, el día que te asigné la última misión, cuando saliste del despacho Kakashi habló conmigo y él también piensa igual que yo.

 

Uchiha se sintió tan incómodo con el giro que estaba dando la conversación, que estuvo a punto de apartar la mirada, pero finalmente no lo hizo.

 

-Eso ya no importa –atinó a decir para terminar aquello. –Ahora, iré a casa.

 

Sin más se dio la vuelta, y apenas avanzó dos pasos cuando la voz femenina le detuvo.

 

-Sasuke –le llamó con tono autoritario y severo. –Tu búsqueda ha terminado aquí. Si vuelvo a ser informada de que lo has intentado de nuevo, la próxima vez no seré tan comprensiva. ¿Entendido?

 

Aunque no la estuviera mirando a la cara, el ANBU estaba seguro de que la rubia le estaba fulminando con la mirada. Sin más asintió y salió de allí, colocándose la máscara mientras caminaba por el pasillo. Tenía que meditar con calma qué haría a partir de ahora con su vida. La orden de la Hokage había truncado su nueva meta. Quizá debería esconder todas las pertenencias de Naruto que tenía en casa, eso le ayudaría.

 

Cuanto antes se hiciera a la idea de que no volvería a ver a Naruto nunca más, mejor. Si no, temía que se volvería loco.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Abrió los ojos con pesadez y se encontró con un cielo azul salpicado de esponjosas nubes blancas. El brillo del sol era suave, apenas daba calor. Parpadeó con lentitud, intentando acostumbrar su visión a la luz. ¿Dónde estaba? ¿Se había quedado dormido? Ah, claro, eso era. Se había quedado dormido, en realidad Inari Kami-sama nunca habló con él y mucho menos le puso ese horrible castigo.

 

Quiso soltar una risita cansada, pero su voz se escuchó más semejante a un graznido.

 

Desconcertado se llevó una mano al cuello. Le dolía la garganta y la sentía terriblemente reseca. También estaba muy cansado, todo el cuerpo le pasaba de forma terrible. Con pereza giró la cabeza hacia la derecha, y abrió los ojos de par en par al darse cuenta de que conocía ese lugar, y no era precisamente el cielo. Lo sabía porque los árboles de cerezo que estaba viendo ahora los conocía perfectamente.

 

¡No! ¡No podía ser cierto!

 

En un segundo el agotamiento quedó olvidado y casi de un salto se puso de pie. Pero una repentina sensación de vértigo le invadió y cayó sentado en la hierba. ¿Había sido su imaginación o cuando se había puesto de pie el suelo estaba demasiado lejos? Con torpeza giró para ver lo que había a su espalda, quedando arrodillado.

 

-¿Qué…? –musitó con una sorprendida voz ronca que no reconoció como propia.

 

Su nombre estaba tallado en ese tronco junto con una fecha. Justo al lado estaba el otro árbol que correspondía a sus padres. Con desesperación y torpeza gateó hasta ahí, posando las manos en los nombres tallados. Su respiración se estaba agitando debido a los nervios y la impotencia.

 

-Mamá… papá… -nombró con esfuerzo. –Quiero ir con vosotros –pasó saliva de forma forzosa, queriendo aclararse la voz, pero parecía imposible.

 

¿Por qué su voz sonaba tan extraña? ¡Esa no era su voz! Y ahora que observaba sus manos posadas todavía en el tronco… ¿desde cuándo sus manos eran tan grandes? Algo alarmado las alzó a la altura de su rostro, observándolas con detenimiento mientras las abría y cerraba repetidas veces. Súbitamente asustado bajó la vista para observarse a sí mismo. La yukata, su adoraba yukata naranja, le quedaba ridículamente corta; tanto, que estaba a punto de mostrar cierta parte de su cuerpo. Tiró un poco de ella para poder bajarla al menos hasta la mitad de los muslos, pero la prenda le estaba pequeña y era muy incómodo. Además, estaba lleno de tierra y manchado de sangre reseca. Se llevó las manos al pecho, buscando verse el lado izquierdo, pero aparte de manchas de sangre no encontró nada más. No había ninguna herida o cicatriz. Y podía sentir su corazón latiendo, efectivamente estaba vivo… otra vez.

 

Y juraba que no se había sentido así de triste desde el día que perdió a sus padres.

 

Quería llorar, pero se contuvo porque sabía que de nada servirían las lágrimas. Y tuvo que contenerse con más fuerza cuando tras palpar sus orejas no encontró sus conocidas orejas animales, sino unas humanas. Su cola tampoco estaba.

 

De pronto se vio asaltado por unas feroces ganas de comer y una insoportable sed, como si llevara semanas sin probar bocado. Despacio se puso de pie, y tuvo que sujetarse del árbol donde sus padres reposaban al verse invadido otra vez por la sensación de vértigo. ¿Por qué el suelo estaba tan lejos? ¿Por qué sus pies eran más grandes? ¿Por qué su voz sonaba tan horrible? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?

 

Caminó despacio, pero sus movimientos eran algo torpes. Era igual que cuando adoptó su apariencia semi humana por primera vez gracias a sus padres, le era muy difícil caminar así siendo que estaba acostumbrado a hacerlo sobre cuatro patas. De vez en cuando necesitaba sostenerse de algún árbol y descansar unos segundos. Realmente estaba hambriento, necesitaba unos tazones de ramen con urgencia.

 

Al bajar la montaña donde estaba oculto el pequeño bosque de árboles de cerezo, observó con desconfianza a su alrededor, preguntándose si los hermanos Takahashi o algún otro ninja del Sonido todavía continuaba en el bosque. Ahora se sentía tan débil que no aguantaría un segundo en una batalla. Y ya que había vuelto no quería morir al menos hasta haberle dado una paliza a ese humano cruel y rastrero llamado Uchiha Sasuke. No, morir no era una opción ahora, porque ya no podría volver a reunirse con sus padres, sino que sería el Dios de los humanos quién le juzgaría.

 

Inari Kami-sama le había vuelto a enviar a la tierra para verle sufrir, pero él ya no era el mismo estúpido ingenuo que una vez fue. Ese Naruto tonto había muerto. Inari Kami-sama se arrepentiría eternamente de haberle hecho volver, se aseguraría de eso.

 

Unas carcajadas masculinas algo lejanas le alertaron. Caminó hacia la izquierda, dejándose guiar por aquella risa. Se agachó, ocultándose tras unos frondosos arbustos, viendo a un par de muchachos en el río. Probablemente tendrían unos dieciséis años. Ambos estaban dentro del río, con el agua más arriba de las rodillas y con los pantalones quitados. Al ver cómo miraban constantemente el agua, supo que estaban pescando, pero parecían no tener éxito alguno. Restándole total importancia a aquello estaba a punto de marcharse, pero entonces vio los dos pantalones tirados en el suelo, a unos pasos de él. Se observó a sí mismo, viendo otra vez lo excesiva y ridículamente corta que era su yukata, y después volvió a mirar los pantalones. Sin pensarlo ni un segundo gateó hasta alcanzar uno de ellos, de color negro, y después huyó con el mismo sigilo. Cuando estuvo algo alejado se dispuso a ponerse la prenda, a simple vista sospechaba que le quedaría grande porque los pantalones que él siempre había usado eran más pequeños, aunque no importaba. Pero cuál fue su sorpresa cuando al colocárselos notó que le quedaban bastante ceñidos al cuerpo. Pero mejor eso que nada. Sin más se dirigió a Konoha.

 

Con pasos mecánicos y medio arrastrando los pies descalzos cruzó el portón, escuchando como Izumo y Kotetsu ni siquiera reparaban en su presencia por estar más ocupados discutiendo sobre quién de los dos pagaría las bebidas que se tomarían esa noche. En el fondo le extrañó ese comportamiento despreocupado, se suponía que Orochimaru se dirigía hacia la aldea para atacar. O tal vez, como avisó a Sakura-chan sobre eso antes de morir, ella había dado aviso y los habían detenido antes de que entraran en Konoha. Sí, debía ser eso, de otro modo no podía explicar que en ese momento todo estuviese tan tranquilo. Pocas veces alzó la mirada del suelo, pero en algunas de las veces que lo hizo notó alguna casa diferente que nunca antes había visto, o alguna vivienda que él había visto con anterioridad ya no estaba.

 

Se cruzó con pocas personas, pero sentía cómo se le quedaban mirando al pasar y susurraban sobre él, algunos preguntando quién era el chico rubio ensangrentado que caminaba cabizbajo, y otros comentando que ese muchacho se les hacía familiar pero no podían verle la cara para confirmarlo.

 

En su interior Naruto soltó una risita burlona y desganada. ¡Hn! Estúpidos humanos.

 

Resopló aliviado al verse frente a la casa que buscada. Aceleró ligeramente el paso, se sentía exhausto, ya no podía dar un paso más. Necesita comer, beber y dormir; tenía la sensación de que iba a desfallecer en cualquier momento. Se dejó caer arrodillado frente a la puerta y la golpeó un par de veces con torpeza. De pronto estaba algo mareado, casi al borde de sus energías.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

Saliendo de la torre, el hombro de Sasuke chocó con el de alguien más, por suerte no fue el que tenía vendado.

 

-Lo siento –se disculpó una voz femenina.

 

Uchiha la reconoció al instante, pero al parecer ella a él no, quizá porque llevaba la máscara

 

-Sakura –la nombró.

 

La de ojos verdes, que en ese momento cargaba una caja que aparentaba ser pesada, sonrió ampliamente.

 

-Sasuke-kun, ¿cuándo has regresado?

-Hoy –respondió escueto.

 

Unas pisadas acercándose corriendo llamó la atención de ambos. Alguien se acercaba cargando una pila de cajas iguales a las que llevaba Haruno. Sólo se podían apreciar las piernas de quién se aproximaba, pero en cuanto Sasuke vio las ridículas mallas verdes sospechó de quién se trataba.

 

-¡Sakura-san!

-Estoy aquí –contestó.

 

El recién llegado dejó las pesadas cajas en el suelo y se retiró un ligero rastro de sudor de la frente con un exagerado movimiento de brazo. Después notó que Sakura no estaba sola, y observó curioso al ANBU.

 

-Lee –mencionó Uchiha para que el otro pudiera identificarle.

 

Y aunque esperó el típico saludo enérgico de Lee, éste le dedicó una seria mirada y se acercó de más a Sakura, como si se sintiera amenazado con su sola presencia. De pronto tuvo la sensación de que se había perdido algo, porque Sakura nunca permitía que Lee se la acercara tanto.

 

-Mn… Lee-san, ¿podrías adelantarte y dejar las cajas en el despacho de Tsunade-sama? –pidió Sakura en tono amable cuando se dio cuenta de la reacción celosa del especialista en taijutsu. –Enseguida te alcanzo.

 

Algo reacio, el muchacho obedeció y siguió su camino con las cajas, girando de vez en cuando por si veía algo extraño. Desde que Sasuke se marchó, Sakura había pasado mucho tiempo con él, y temía que ahora que Uchiha había regresado ella volviera a ignorarle y todo lo que había avanzado con su amor de infancia se fuera al traste.

 

Con un sutil movimiento de cabeza, Sakura le indicó a Sasuke que se acercara. Algo intrigado, el pelinegro se inclinó ligeramente y ella le susurró algo al oído.

 

-He estado visitando el lugar que me dijiste. La última vez ha sido esta mañana, todo está bien.

 

Después se alejaron nuevamente.

 

-Gracias, Sakura.

 

Por culpa de la máscara, Haruno no pudo ver la tenue sonrisa que el otro le brindó. Aún así, ella le dedicó una sonrisa que desapareció al escuchar un grito a varios pasos de ellos. Era Lee.

 

-¡Te lo advierto, Uchiha Sasuke, no permitiré que me robes a Sakura-san! ¡La hermosa bestia verde de Konoha no se rendirá sin presentar batalla!

 

Inevitablemente Sasuke arqueó una ceja aunque nadie podía verle. ¿Hermosa? Pero ahí había algo extraño.

 

-Sakura, ¿Lee y tú…? –dejó la pregunta al aire, esperando que ella entendiera que había querido decir.

-¡N-no! –respondió con timidez casi al instante. –Sólo nos estamos conociendo un poco mejor, eso es todo –habló rápidamente, con un ligero rubor adornando sus mejillas. –Bueno, hablaremos después, ahora tengo que llevarle esto a Tsunade-sama. ¡Me alegro mucho de que hayas vuelto a casa! –exclamó antes de continuar su camino junto a Lee que la esperaba.

 

Uchiha permaneció un momento ahí parado, meditando. De repente una desagradable emoción de vacío le golpeó. Tuvo la amarga sensación de que desde que Naruto murió él se había quedado estancado en el tiempo mientras el resto del mundo había seguido avanzando. Todos estaban avanzando hacia delante, formando sus vidas y buscando a alguien con quién vivirla. Todos menos él. Antes de marcharse de Konoha, para todos era obvio que Shikamaru y Temari se gustaban, Kiba parecía haber puesto los ojos sobre la tímida Hinata, Chouji se mostraba interesado en Ino, y ahora Sakura y Lee se daban la oportunidad de conocerse mejor.

 

Se sintió terriblemente rezagado. Y también solo, a pesar de que sabía que había varias personas que le apreciaban, en especial Itachi y Kakashi. Tuvo la apremiante necesidad de encontrar a alguien que llenara el vacío que sentía, porque si eso no ocurría pronto, estaba seguro de que tarde o temprano volvería a intentar resucitar a Naruto. Tenía que salir pronto de esa espiral dolorosa.

 

Forzándose a dejar de pensar al menos durante un momento, sacudió la cabeza y se encaminó a casa. No le apetecía hablar con nadie, ni siquiera con Itachi, así que entraría por la ventana.

 

.:KITSUNE no KOKORO SasukexNaruto KITSUNE no KOKORO:.

 

El pelinegro guardó en la nevera las sobras de su reciente comida, pensando en comerlos a la hora de cenar. Todo estaba en absoluto silencio. En ese año se había tenido que acostumbrar a eso, primero a no escuchar al revoltoso kitsune haciendo un alboroto por donde pasaba, y ahora tuvo que acostumbrarse a la ausencia de su tonto hermano menor. Realmente le echaba de menos.

 

Se preguntó cómo le estaría yendo la misión. ¿Habría seguido adelante con su plan de resucitar a Naruto? Ya que no había recibido noticias de la Hokage informándole sobre ello, sospechaba que no, y eso le aliviaba enormemente.

 

Detuvo sus meditaciones al escuchar unos golpes. Había llegado alguien.

 

Itachi abrió la puerta y  no vio a nadie. Por un momento pensó que sería su tonto hermano menor que había regresado de su larga misión. Quizá había sido algún chiquillo con ganas de gastar una broma. Pero entonces escuchó una pesada respiración jadeante justo frente a él. Al bajar la mirada, encontró a un muchacho rubio arrodillado en el suelo. Se veía totalmente agotado, como si hubiese estado corriendo horas enteras sin descanso. Se agachó frente a él, intentando verle la cara al desconocido.

 

-¿Estás bien? –preguntó con voz suave.

 

Entonces el rubio alzó la cabeza para encararle, y aunque intentó dedicarle una intensa mirada llena de odio y rencor al humano frente a él, sólo logró una mirada apagada y cansada.

 

Al instante el pelinegro reconoció esos ojos azules, eran inconfundibles. Abrió los ojos de par en par al contemplar también las marcas en las bronceadas mejillas. A pesar de caracterizarse por su temple, en ese instante se sintió tan turbado que se puso de pie con rapidez y se alejó un paso.

 

No podía ser posible.

 

-¿…Naruto-kun?

 

Sasuke… ¡Sasuke lo había logrado, había resucitado a Naruto! ¿Pero cómo…? Y además, ¿dónde estaba Sasuke? ¿Podría ser que…? ¡No! ¿Sasuke había muerto para revivir a Naruto?

 

Totalmente tembloroso, el de ojos azules se puso de pie, pudiendo sostenerse a duras penas. Y entonces Itachi le estudió con la mirada, todavía perplejo. El rubio estaba lleno de tierra, su cabello totalmente despeinado, la naranja yukata estaba manchada de sangre reseca y estaba rota por la zona del  pecho, en el lado izquierdo. Su piel y en las comisuras de los labios también tenía restos de sangre seca, pero no encontró ninguna herida a simple vista.

 

Parpadeó, intentando asimilar rápidamente la imagen frente a él.

 

-Naruto-kun.

 

Apenas sin fuerza, Uzumaki separó los labios dispuesto a hablar. Pero sólo una palabra pudo abandonar sus labios resecos.

 

-Itachi… –musitó.

 

El nombrado continuaba estupefacto, pero reaccionó al ver al rubio tambalearse, amenazando con caer, así que le sujetó de un brazo para impedirlo. Para aumentar su sorpresa, Naruto se soltó de su agarre con una fuerza que no debería poseer en vista de su débil estado. Además, respiraba de forma pesada, delatando su cansancio.

 

-Naruto-kun… -pretendía decir algo, pero fue interrumpido.

-No me toques –casi susurró con voz resentida y ronca.

 

Entonces Uzumaki alzó un puño con demasiada lentitud y lo dirigió directamente al rostro de Itachi dispuesto a darle el puñetazo de su vida. Falló miserablemente y terminó dando un suave golpe en uno de los hombros del mayor, pareciendo más un saludo amistoso que un intento de agresión. Después habría caído al suelo de no ser porque las manos del pelinegro le sujetaron rápidamente.

 

-Naruto-kun, ¿qué te ocurre? ¿Estás herido?

 

El nombrado no respondió, pero su estómago lo hizo por él al emitir un sonoro rugido. Parpadeó algo confuso todavía, preguntándose si los resucitados necesitaban comer. Se pasó uno de los brazos del rubio por los hombros y con el otro le rodeó la cintura, guiándolo a la cocina para que comiera algo de lo que acababa de guardar en la nevera.

 

Al estar ambos tan cerca, Uchiha se dio cuenta de que Naruto era casi tan alto como él. ¿Qué clase de técnica había empleado Sasuke para resucitar a Naruto? Se veía más maduro físicamente, pero se preguntó si todavía conservaba su carácter infantil.

 

Percibió cómo a pesar de su debilidad Naruto se removía queriendo que le soltara, pero él no lo hizo hasta llegar a la cocina, donde le sentó con cuidado en el suelo frente a la mesa.

 

-No quiero nada de ti –susurró con los dientes apretados, evitando mirar al de ojos negros.

 

A pesar de que esas fueron sus palabras, cuando un par de platos de comida y un vaso de agua se hallaron frente a él, Uzumaki ignoró los palillos y con las manos lo comió todo. Carne rebozada, arroz hervido, e incluso algunas verduras; se lo comió absolutamente todo sin apenas masticar, ni reparando qué era lo que se llevaba a la boca, sólo quería saciarse cuanto antes; incluso repitió. Después bebió tal cantidad de agua que Itachi temió que le doliera el estómago durante horas.

 

Estando cubiertas algunas de sus necesidades, Naruto se acarició el estómago y exhaló un suspiro de satisfacción. Al bajar la mirada, justo debajo de uno de los platos que Itachi acababa de retirar, se topó de lleno con su nombre tallado en la madera de la mesa y una repentina nostalgia le invadió.

 

Mientras que Itachi, al ver algo más repuesto a Naruto se decidió a tomar asiento frente a él. Tenía muchísimas dudas.

 

-Naruto-kun, ¿dónde está Sasuke?

 

En menos de un segundo los ojos azules le observaron con seriedad. Por un momento llegó a su memoria aquel kitsune arisco que conoció años atrás.

 

-No lo sé, y tampoco me importa –después de contestar aquello, el rubio se llevó una mano al cuello, acariciándoselo al notar que su voz se escuchaba más clara ahora, pero seguía siendo una voz desconocida para él. Ahora sonaba más… grave.

 

La preocupación de Itachi creció al instante. ¿Sasuke habría muerto tras resucitar a Naruto?

 

-Mi hermano… ¿está muerto?

 

Ahora fue el rubio quien se preocupó al escuchar eso, y al instante se odió por reaccionar así. Tal vez los hermanos Takahashi habían matado a Sasuke, o ese tal Orochimaru. Quiso preguntar algo, pero se forzó en aparentar que no le importaba.

 

-¡Yo qué sé! –se encogió de hombros y miró a otro lado que no fuera la expresión preocupada del pelinegro frente a él. –Oye, sólo he venido porque Inari Kami-sama me lo dijo. Me disculparé aunque en realidad no lo sienta.

-¿…qué? –musitó.

 

Uzumaki se puso de pie e hizo una fugaz reverencia.

 

-Siento todos los problemas que he causado –habló con voz mecánica, siendo totalmente apreciable que en realidad no lo sentía. –Ahora me voy, debo disculparme con los demás.

 

Sólo pudo avanzar un paso porque Itachi le sujetó raudo de un brazo para detenerle.

 

-¿Inari Kami-sama? Espera, Naruto-kun, no entiendo lo que dices.

 

Y otra vez el rubio se soltó con un brusco movimiento, sintiéndose tentado a frotarse la zona que Uchiha había tocado.

 

-Deja de tocarme –ordenó de mal humor, alejándose un paso. –Sí, Inari Kami-sama –repitió. –Seguro que Sasuke no te ha dicho nada, pero ayer él me confesó toda la verdad; que sólo fui un arma inútil. Así que ya no tienes que continuar fingiendo amabilidad conmigo.

-¿Ayer? –reiteró. –Naruto-kun, eso no…

-¡Me engañaste! –le acusó. –Dijiste que para ti era como otro hermano menor, ¡y yo me lo creí! ¡Tú sabías lo que Sasuke pretendía y no me dijiste nada!

 

Bastante consternado, Itachi sólo atinó a disculparse. Todo eso parecía ser irreal, ¿estaría soñando?

 

-Lo lamento, Naruto-kun, no fue mi intención engañarte. Le insistí a Sasuke para que te confesara la verdad.

-¡Mentira! –gritó tan fuerte que retumbó en la cocina. -¡Por vuestra culpa Inari Kami-sama me ha hecho regresar aquí como castigo! ¡Yo estaba bien con mis padres!

 

Itachi mostró un rostro algo más serio, necesitaban hablar con calma porque no estaba entendiendo gran cosa. Era evidente que Naruto quería salir de allí cuanto antes. Pero él no permitiría eso, si era necesario lo encerraría en casa hasta que Sasuke regresara de su misión. Sin meditarlo se acercó y alzó a Uzumaki del suelo, echándoselo sobre un hombro con bastante facilidad.

 

-¡Woah! –exclamó asustado el rubio, aferrándose al instante a la camiseta del pelinegro. -¿¡Qué demonios haces!? ¡Bájame!

-Necesitamos hablar con calma, pero primero debes darte un buen baño –comentó mientras salía de la cocina.

-¡No voy a bañarme! ¡Sólo déjame en paz!

-Apestas –fue todo lo que dijo.

 

El rubio abrió los ojos sorprendido y rápidamente alzó un brazo para olisquearse un poco. No olía nada. De hecho… ¡un momento! ¡No olía nada! ¡Su olfato, su magnífico olfato había desaparecido! Siempre, al caminar por la casa podía percibir el aroma de Itachi, de Sasuke, de la planta de tomates en el jardín, incluso de la comida guardada en la nevera. ¡Pero ahora no olía absolutamente nada! Sólo cuando su nariz chocó contra su brazo pudo percibir un aroma desagradable que le hizo arrugar el puente de la nariz en una mueca de repulsión. Así que no le quedó más remedio que mantener silencio y darle la razón a Uchiha, realmente apestaba.

 

-Todavía conservamos tus cosas, Naruto-kun. Aunque bueno, en realidad fue Sasuke quien quiso hacerlo.

 

Una vez entró en el baño, dejó al rubio con cuidado en el suelo. Naruto no dijo nada, pero recorrió el lugar con la mirada, encontrando su cepillo de dientes donde lo dejó ayer, su esponja de baño también estaba en su sitio. Las palabras de Itachi le impactaron un poco, a pesar de que no hacía ni veinticuatro horas que había muerto, esperaba que nada más morir él se habrían desecho de todas sus pertenencias.

 

De pronto recordó su adorado cobertor y tuvo el ferviente deseo de ir en su encuentro, abrazarlo, aspirar su aroma y después dejarlo hecho una bola arrugada en el suelo para recostarse encima. Cuando terminara de bañarse se marcharía de allí llevándose su cobertor; porque sí, era suyo.

 

-Iré a traerte algo de ropa –avisó el pelinegro antes de salir.

 

Fue a la habitación de su tonto hermano menor y abrió el armario buscando ropa para Uzumaki. A simple vista parecía tener la misma altura de Sasuke, así que su ropa actual le quedaría bien. Tomó una camiseta negra con las espirales rojas en ambos brazos y un pantalón del mismo color. Mostró una tenue sonrisa, todavía sin poder creerse del todo que Naruto estuviera ahí, pero estaba contento, sobre todo al saber que su hermano también lo estaría.

 

-Regresa pronto, Sasuke, tu felicidad ha vuelto a casa –se susurró.

 

Mientras, en el baño, Naruto se había quitado la yukata que ahora más bien le quedaba con una camiseta algo larga y la tiró al suelo. Se observó a sí mismo y se acarició el pectoral izquierdo. Su piel estaba manchada de tierra y sangre reseca, pero no había ninguna cicatriz. Soltó un suspiro cansado y sin más se quitó el resto de la ropa. Sus ojos azules se abrieron de par en par al verse algo que no era normal, y soltó un grito que se escuchó en toda la casa.

 

Haciendo gala de su rapidez, en cuestión de segundos Itachi entró abruptamente en el baño, con la ropa entre sus brazos.

 

-¿Qué pasa, Naruto-kun? ¿Estás bien?

 

El pelinegro sólo atinó a levantar una ceja al ver cómo Naruto se señalaba con desesperación lo que le colgaba entre las piernas.

 

-¡Claro que no estoy bien! ¿Por qué está así de grande?

 

Itachi permaneció callado, viendo que la preocupación de Naruto era sincera. Claro, él ya vio una vez a Naruto-kun desnudo, y comparándolo con la desnudez que veía ahora frente a él, efectivamente ahora “esa parte” se veía más grande. Pero en realidad todo en él se veía más grande, excepto sus ojos que al contrario de todo su cuerpo ahora se veían algo más pequeños y afilados, dándole un aire maduro.

 

A pesar de no ser homosexual, Itachi estaba seguro de que debajo de todas esas manchas de sangre reseca y tierra, se encontraba un muchacho muy atractivo.

 

-Te dejo solo para que puedas bañarte, tómate tu tiempo –dijo, sin querer responder la duda del rubio. –Cuando termines, hablaremos con calma.

-¡Espera, Itachi! –corrió hacia la puerta que el nombrado acababa de cerrar al marcharse, pero no pudo llegar porque un movimiento a su izquierda le llamó la atención. Había alguien más allí. -¿Quién anda ahí? –preguntó con desconfianza. Desandó el camino recorrido y otra vez vio algo moverse. En el espejo que colgaba de la pared, un chico rubio de ojos azules le devolvía la mirada. Lo intento, pero no pudo reprimir la carcajada que quería soltar al ver el aspecto lamentable del chico. -¡Te ves horrible! –le señaló.

 

Y su risa se cortó de golpe al notar que el rubio del espejo imitó sus movimientos simultáneamente. Alzó una mano y se tocó la mejilla derecha, siendo imitado a la par por el otro. ¡No podía ser posible! Con rapidez abrió la llave del agua del lavabo y se empapó bien la cara hasta estar seguro de que cualquier rastro de suciedad y sangre había desaparecido. Se enderezó, enfrentando los ojos azules del espejo y el bronceado rostro empapado. No sabía cómo reaccionar, eso era… ¡era su reflejo!

 

Sólo una vez pudo ver cómo era su cara gracias al dibujo que Sai le hizo hace tiempo, pero no lo recordaba completamente, sólo unos grandes ojos y que su cara claramente era la de un niño. ¡Y el espejo definitivamente no le devolvía la imagen del rostro de un niño! Lo único que permanecía igual eran las marcas en las mejillas. ¡Rayos! Con solamente mirarle a la cara, cualquiera pensaría que tenía casi la misma edad de Sasuke.

 

Y ahora que pensaba en la edad…

 

–Regresarás siendo aquello que tanto odias, un humano habitante de Konoha. Y te disculparás por todos los problemas que has causado.

 

-Soy humano –musitó a su reflejo en el espejo.

 

Un kitsune no podía reflejar una apariencia humana en un espejo, eso era una prueba importante que le indicaba que efectivamente Inari Kami-sama le había convertido en “esa cosa” que tanto odiaba llamado “humano”. Pero… ¡Inari Kami-sama nunca le mencionó que le haría regresar con un cuerpo diferente! Se sentía como él mismo, pero a la vez no.

 

Claro, por eso el suelo estaba tan lejos ahora, por eso su voz sonaba tan diferente, por eso sus manos, sus pies y cualquier parte de su cuerpo que mirara se veía más grande, por eso no tuvo que levantar la cabeza para observar a Itachi a la cara, por eso su yukata le quedaba ridículamente corta. ¡Porque no era un niño! Al menos físicamente no.

 

Alzó la cabeza y fulminó el techo con la mirada, como si ahí estuviera su antiguo Dios.

 

-¡Maldito Inari Kami-sama! –casi gritó, alzando un puño con enojo. -¡En ningún momento dijiste nada de este nuevo cuerpo! Yo era un niño, ¿por qué ahora soy así? –resopló con fastidio, sabiendo que no obtendría respuesta.

 

Resignado bajó la mirada y se dispuso a darse un baño con agua caliente, empezaba a tener frío al estar desnudo y descalzo. Primero se colocó bajo el chorro de agua para retirarse el exceso de suciedad, y después llenó la bañera, quedándose dentro largos minutos en los que casi se duerme debido al cansancio que todavía sentía. Pero no tenía tiempo para dormir, así que empezó a enjabonarse primero el cabello. Formó un nuevo mohín de disgusto al ver que la bañera ya no parecía ser tan grande como antes, aunque sabía que ésta no había encogido sino que había sido él quién había crecido. Antes tenía la sensación de que incluso podría nadar ahí si quería, y ahora de repente parecía tener tan poco espacio para moverse.

 

Llevaba unas escasas horas allí y ya extrañaba terriblemente su cuerpo de niño, su voz chillona, pero sobre todo, sus orejas peludas y su esponjosa cola. Casi sentía deseos de llorar, ¿pero de qué serviría? No  le iba a dar a Inari Kami-sama el gusto de verle sufriendo en la tierra. ¡Sería fuerte!

 

Cuando terminó de bañarse, comenzó a vestirse con pereza. Soltó un bostezo, queriendo ir con su adorado cobertor y dormir unas horas; y después cuando despertara lleno de energía podría darle un puñetazo a Itachi y otro a Sasuke cuando llegara. Tomó la camiseta y se la colocó, estando ya completamente vestido. Antes, cuando vestía con ropas de Sasuke percibía el olor corporal de éste, pero ahora no olía absolutamente nada. Era tan frustrante… Tomó el borde de la camiseta y la acercó a su nariz, pero no olía nada. Volvió a mirarse en el espejo durante largos segundos, y entonces decidió lavarse los dientes. Después, sacudió la cabeza para retirar el exceso de humedad del cabello y salió del baño.

 

La habitación de Sasuke era su objetivo.

 

Al entrar allí, sin mirar nada más abrió el armario y sonrió al ver su adorado cobertor tal y como él lo dejó el día anterior. Apenas tuvo que levantar los brazos para cogerlo, pues ahora llegaba con bastante facilidad. Lo estrujó con fuerza entre sus brazos, y aunque olfateó queriendo captar su característico aroma, no lo logró.

 

-Te llevaré conmigo –le dijo, como si lo que tenía abrazado pudiera escucharle. –El teme no te merece.

-¡Naruto!

 

La voz lejana de Itachi llamándole captó su atención. Todavía abrazando el cobertor y arrastrando uno de los extremos por el suelo, se dirigió hacia donde creyó que provino la voz. Itachi estaba en la sala, y al verle, con un movimiento de brazo sutil le indicó que se sentara frente a él. Naruto hizo caso, aunque se sentó bastante alejado del pelinegro.

 

Uchiha esbozó una ligera sonrisa nostálgica al ver cómo Naruto abrazaba el cobertor con los brazos y las piernas, pareciendo el chiquillo que siempre fue. Quizá sólo había cambiado su apariencia física.

 

-Siempre te ha gustado ese cobertor –comentó Itachi en un intento de iniciar una conversación, pero el rubio no estaba por la labor. Sólo restregaba las mejillas de vez en cuando contra su adorado cobertor. –Naruto-kun… así que Inari Kami-sama te ha hecho regresar.

-Sí –respondió escueto.

-Me alegro –su voz sonó totalmente sincera, pero Uzumaki no le creyó. -¿Has vuelto para quedarte? –quiso asegurarse.

-No sé a qué te refieres exactamente con quedarme. Si te refieres a quedarme en la tierra, sí, estaré aquí hasta que vuelva a morir. Pero si te refieres a quedarme en Konoha, no, me iré cuando me disculpe con todos.

-¿Qué es eso de disculparte? ¿Disculparte por qué?

-Inari Kami-sama me ha dicho que me disculpe por los problemas que he causado. Quise arrancaros los ojos y mataros a ti y a Sasuke, incluso más de una vez ha pasado por mi cabeza atacar a Sakura-chan, el local de barbacoa se vino abajo por mi culpa, rompí un jarrón de la mamá de Sakura-chan, golpeé a Sai… En fin, algunas cosas.

-¿Y a dónde planeas ir después de disculparte?

-Mi cobertor y yo nos iremos a mi casa –por primera vez su voz se escuchó más animada.

-¿A tu casa? –reiteró. –Esta es tu casa, Naruto-kun.

-No –negó con la cabeza. –Esta es tu casa y la de Sasuke. Mi casa está en el bosque.

-¿Te refieres a la cueva?

-Sí.

 

Itachi permaneció en silencio, pensando que para Naruto sería imposible poder vivir otra vez en el bosque como si nada. Si ahora era realmente humano, eso quería decir que sus rasgos animales no estaban. ¿Entonces cómo podría cazar sin su fino olfato y oído? Sin su instinto animal tendría problemas. Y ahora que no podía adoptar su apariencia animal, estaba seguro de que pasaría mucho frío aunque llevara el cobertor con él.

 

-Pero si ahora eres humano, ya no es tu deber permanecer en el bosque. Deberías quedarte aquí.

-No lo hago por deber, es porque deseo estar allí. En realidad nunca debí de haber abandonado mi hogar para venir aquí.

 

El pelinegro percibió que Naruto cada vez parpadeaba más rápido y a veces bostezaba, clara señal de que tenía sueño. Pensó que quizá sería bueno guardar silencio de momento y dejarle dormir un rato. Pero había algo que anhelaba hacerle saber a Uzumaki antes de que cayera rendido.

 

-Sasuke ha salido de misión, y está buscando a alguien que te regrese a la vida.

 

El rubio le miró con los ojos algo entornados debido al cansancio, pero su expresión no mostró la sorpresa o alegría que Itachi esperó ver. Pensó que a Naruto le haría feliz saber que Sasuke quería resucitarle.

 

-Ya veo –comenzó a decir sin mucho interés el de ojos azules. –Me necesita para pelear contra el tal Orochimaru, ¿no es así? –afirmó. Sin esperar respuesta, acomodó el cobertor en el suelo, dejándolo hecho una bola arrugada como a él siempre le había gustado. –Yo ya no tengo la obligación de proteger ninguna aldea. Lo siento por vosotros, pero tendréis que buscar otra arma –sin más se dejó caer recostado, pero chasqueó la lengua al notar que él era más grande que el cobertor. Más de la mitad de las piernas quedaban fuera, pero sabía que el problema era por no estirar el cobertor correctamente. ¡Pero él siempre lo había acomodado así y todo su cuerpo podía reposar sin problema sobre él!

 

¡Maldición…! Podría jurar que empezaba a odiar también a Inari Kami-sama.

 

-No se trata de eso, Naruto-kun. Sasuke te necesita, pero no como un arma.

-No molestes –casi interrumpió, girando hasta darle la espalda. –Quiero dormir, estoy cansado.

 

Itachi tuvo la sensación de haber retrocedido casi dos años en el tiempo, a aquellos días en los que Uzumaki le odiaba y le hablaba de esa forma maleducada constantemente. Quiso hablarle sobre los sentimientos de su hermano, pero eso era algo personal que le correspondía decirlo al propio Sasuke. Pero no por eso se quedaría callado.

 

-No eres un arma para mi hermano –esperó escuchar algo en respuesta, pero no fue así. –Le importas mucho, más que su propia vida.

 

Percibió que Uzumaki temblaba ligeramente, pensó que quizá estaba llorando, pero no, ya que gradualmente comenzó a escuchar una suave risita despectiva.

 

-Te estoy diciendo que eras mi arma para proteger Konoha. Pero has resultado ser un arma bastante inútil y molesta, por eso quiero terminar con toda esta farsa de una vez.

 

-Itachi, deja de fingir de una vez. Te estoy diciendo que Sasuke me lo confesó todo. Ya no soy el mismo Naruto ingenuo de antes, he cambiado. Y no te creeré por más que insistas.

 

El pelinegro soltó un suspiro. Esperaba que ese cambio de Naruto-kun no fuese muy duradero, ya conoció al Naruto arisco que parecía padecer afefobia, y sinceramente, prefería al Naruto alegre e infantil que siempre ansiaba aprender algo nuevo.

 

-Sasuke y tú necesitáis hablar –dijo segundos después.

-No quiero hablar con él, sólo darle el puñetazo de su vida. ¿Sabes si tardará mucho en regresar de su misión?

 

El otro meditó un momento qué respuesta dar. Si le decía a Naruto que no tenía la menor idea de cuándo regresaría Sasuke, quizá el rubio se marcharía, así que mintió a sabiendas de que probablemente Uzumaki lo descubriría.

 

-Regresará entre hoy y mañana.

-Eso es mucho tiempo esperando. Si para esta noche no ha vuelto, me iré a mi casa.

 

Como sospechaba, Naruto lo único que deseaba era marcharse cuanto antes de allí. Había hecho bien en mentirle. Debía retenerle allí el mayor tiempo posible, de momento le dejaría dormir, así el rubio no insistiría en querer irse a su casa. Volvió a desear que su tonto hermano menor volviera pronto, y como si alguien hubiese querido concederle su deseo instantáneamente, parpadeó al escuchar un ruido.

 

En su habitación, Sasuke chasqueó la lengua de forma sonora mientras se retiraba el calzado. Había entrado sigiloso por la ventana, y al querer lanzar la mochila sobre la cama, calculó mal la fuerza y ésta cayó al suelo con un sonido sordo. Estaba algo despistado. ¡Maldición! Precisamente había entrado por la ventana para no llamar la atención de su hermano si en ese momento se encontraba en casa. Quería estar solo y quizá dormir un rato. En el trayecto de la torre Hokage a casa se encontró con Iruka y Kakashi. A simple vista ambos actuaban como dos adultos que mantenían una simple relación de amistad, pero él sabía que esos dos todavía continuaban juntos y al parecer bastante estables y felices.

 

Sintió una molesta punzaba de envidia, y se preguntó sin poder evitarlo qué clase de relación habría llevado él con Naruto actualmente de haber seguido el rubio vivo. ¿Naruto le seguiría odiando por haberle visto como un arma? Lo dudaba, porque en esos dos años probablemente habría buscado la forma de que Naruto le perdonara. Quizá él habría reunido, por fin, el valor para confesarle lo que realmente sentía por el rubio kitsune cabeza hueca. A lo mejor ahora tendrían una relación semejante a la que mantenían Iruka y Kakashi.

 

Resopló molesto. Eran ese tipo de pensamientos los que le tenían así de despistado. ¡Basta! No tenía que pensar más en lo que podría haber sido de su vida.

 

Parpadeó ligeramente sobresaltado al ver a Itachi entrar de forma inesperada.

 

-Has vuelto.

-Sí –respondió escueto, apartando la mochila en el suelo casi de una patada para poder recostarse en la cama, dándole la espalda a su hermano en un intento de decirle de forma disimulada que quería estar solo.

-Me alegra mucho que no hayas encontrado a nadie para resucitar a Naruto-kun, Sasuke.

 

Al nombrado le molestaron esas palabras, y más todavía porque percibió la felicidad en el tono de su voz.

 

-Hablamos después, Itachi, quiero dormir.

-Lo siento, pero no. Hay alguien esperándote en la sala.

 

El menor giró un poco la cabeza, observando a su hermano por el rabillo del ojo, aunque no se apreció porque todavía tenía puesta la máscara. Se la habría quitado, pero si Itachi percibía el mínimo rastro de emoción en su rostro, estaría preguntando sin parar qué le ocurría. No tenía ánimo para visitas, aunque sintió curiosidad por saber quién le esperaba.

 

-¿Quién es?

-Es una sorpresa que te gustará.

-¡Hum! –volvió a acomodarse en la cama y cerró los ojos. –No tengo ánimo para recibir visitas, dile que vuelva otro día.

 

Itachi se acercó decidido y tomó a su hermano por el hombro, girándole para que quedara bocarriba.

 

-Créeme que te conviene verle ahora.

 

El menor contuvo un bufido de molestia. Enseguida rememoró la breve conversación con su hermano. Primero le había dicho bastante contento para su gusto que le alegraba que no hubiese encontrado a alguien para resucitar a Naruto, y ahora le había dicho que había una visita esperándole y que le convenía verle ahora.

 

¿Podría ser…? ¿Itachi había buscado a alguien para ayudarle a resucitar a Naruto? No, eso no podía ser posible. Su hermano se había negado firmemente a eso. ¿Pero y si durante todo ese tiempo había recapacitado y había decidido ayudarle?

 

Con una curiosidad creciente que quiso disimular, se puso de pie y se encaminó a la sala detrás de su hermano.

 

-¿Y bien? –preguntó escueto Sasuke una vez llegaron allí.

-Dame un momento –le respondió el otro.

 

Entonces el menor vio que Itachi se acercaba a un rubio que estaba recostado dándole la espalda y se agachaba a su lado para hablarle al oído, al parecer dormía. ¡Un momento! ¡Ese era el cobertor favorito de Naruto! ¿Qué demonios pensaba Itachi para dejárselo a cualquiera? Y además, ¿qué demonios hacía ese chico durmiendo en la sala de su casa como si nada?

 

Uzumaki resopló molesto al escuchar que Itachi le pedía que despertara. Apenas había dormido nada y se sentía igual de cansado. Se sentó mientras se frotaba un ojo, y al sentirse observado miró a su izquierda. Allí había alguien, vestía el uniforme ANBU y portaba una extraña máscara. Olfateó un poco, queriendo saber quién era esa persona, pero no percibió absolutamente nada. Lo peor era que nunca aprendió a percibir el chakra y reconocer así a los demás, de modo que no tenía forma de saber quién era esa persona si no se quitaba la máscara.

 

Bastante fastidiado miró al chico arrodillado a su lado.

 

-Itachi, ¿quién es?

 

El nombrado escondió una autentica sonrisa de satisfacción mientras se ponía de pie.

 

-¿No lo imaginas?

 

En menos de un segundo, Naruto se puso de pie con evidente torpeza por querer hacerlo tan rápido. ¿Ese tipo de la máscara era Sasuke? ¿Por qué de pronto se sentía tan estúpidamente nervioso y emocionado? El corazón le latía realmente rápido. ¡No, basta! El Naruto tonto y confiado había muerto, y sabía que no tenía que sentirse así de feliz de sólo imaginar que el enmascarado podía ser Sasuke. Se obligó a tranquilizarse y a sacar a flote el odio que debía sentir.

 

Desde el momento en que el chico rubio se había sentado y le había mirado, el tiempo parecía haberse detenido para Sasuke y por un breve segundo se olvidó de cómo respirar. Ese muchacho se parecía a Naruto de forma alarmante. ¡Si incluso tenía las marcas en las mejillas! Y en sus diecinueve años sólo había conocido una persona con esas peculiares marcas. ¿Quién demonios era ese chico? ¡Incluso su chakra era igual que el de Naruto! Pero lo percibía muy débilmente. ¿Podría ser alguien con la habilidad de imitar el chakra de otras personas y que había adoptado una apariencia adolescente del rubio con un henge?

 

Itachi esbozó una tenue sonrisa de felicidad y se acercó a su hermano, tocándole un hombro para hacerle reaccionar.

 

-Quítate la máscara –le dijo, y sospechando que esos dos querrían estar solos, salió de allí. Iría a llevar una ofrenda de agradecimiento al templo de Inari que estaba en el bosque.

 

Con una torpeza rara en él, Sasuke se quitó la máscara, y aunque se le cayó al suelo no hizo el intento de cogerla. La dejó ahí olvidada.

 

Ahora fue el turno del rubio de sorprenderse, parpadeando repetidas veces.

 

-¿Sasuke? –no pudo evitar preguntarlo.

 

Le veía muy diferente. Su rostro mostraba un aire más maduro al igual que su mirada. No llevaba el flequillo hacia los lados como siempre, sino que lo tenía hacia delante, cubriéndole la frente, y eso sólo hacía que el pelinegro fuera más llamativo ante sus curiosos ojos azules. Y había algo más… ¿estaba más delgado? ¿Más fuerte? ¿Más alto? No estaba seguro, pero algo le decía que no era el mismo Sasuke que vio ayer.

 

Salió de su ensoñación cuando vio que los ojos negros se afilaban, y sin esperarlo el pelinegro llevó una mano a su espalda, desenfundando una espada con la que le apuntó amenazante.

 

-Tengo que reconocer que por un momento casi me engañas. ¿Quién demonios eres? –acortó la distancia entre ellos hasta presionar el bronceado cuello con la hoja del arma. –Incluso has imitado el chakra de Naruto.

 

Las piernas le temblaron a Uzumaki por un momento, y tragó saliva de forma sonora, alzando la cabeza para evitar el filo del arma. Ahora era un inútil humano y cualquier cosa podría matarle. Pero no le demostró al otro cómo se sentía.

 

-Soy Naruto –fue todo lo que dijo.

 

Uchiha frunció el ceño. ¿Esa copia barata de Naruto pensaba que él era idiota? Naruto no medía más de 1.50, y el chico que amenazaba con la espada rondaba al menos 1.65 de altura.

 

-Naruto es… era un niño –con molestia se corrigió, hablando en pasado. Cerró los ojos un segundo, y al abrirlos el sharingan era visible con un brillo de enojo reflejado en ellos. -¿Quién eres? –insistió.

 

El rubio abrió los ojos de par en par y retrocedió un paso asustado. Pero en seguida se obligó a mostrarse fuerte y frunció el ceño.

 

-¡Soy Naruto! ¡Si tengo esta fea apariencia es por culpa de Inari Kami-sama!

-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó inmutable.

-¡Inari Kami-sama me ha castigado por tu culpa! –a pesar del miedo de ver los ojos rojos y tener la afilada espada amenazándole, se atrevió a señalarle de forma acusadora. -¡Si no me hubieses necesitado como tu arma, yo habría continuado viviendo tranquilo en mi bosque y nada de esto habría pasado! ¡Teme! –exclamó encorajado, respirando algo agitado.

 

El agarre del pelinegro sobre la espada se debilitó tanto que casi se le cae al suelo. Esa forma de insultarle… sólo Naruto lo hacía. Lentamente enfundó la espada en su lugar y desactivó el sharingan, percibiendo que al instante el de ojos azules suspiró aliviado. El muchacho le temía a ese doujutsu, igual que Naruto. Y también, antes estuvo durmiendo sobre el cobertor que tanto le gustaba a éste. ¿Realmente era él?

 

-Creeré que eres Naruto si me muestras las orejas y la cola.

 

Uzumaki bajó la mirada y alzó una mano para tocarse una de las orejas.

 

-No puedo –respondió con desgano. –Inari Kami-sama me ha hecho regresar como humano. ¡Un odioso humano! –y entonces su odio y resentimiento regresaron con ganas. Se abalanzó sobre el pelinegro, tomándole con violencia del chaleco ANBU y fulminando con una fría mirada los ojos negros. -¡Por tu culpa Inari Kami-sama me ha puesto este castigo! ¡Yo estaba bien viviendo solo, pero tuviste que aparecer tú! ¡Yo no quería regresar, estaba bien con mis padres!

 

A pesar de los gritos, Sasuke parecía escuchar todo muy lejano. Sólo podía observar estupefacto los ojos azules y cómo se movían los labios frente a él. Era demasiada información para poder procesarla tan rápido. ¿Un castigo de Inari Kami-sama? ¿Era humano? ¿No era un kitsune? En algún momento había dicho… ¿“fea apariencia”? ¡Qué demonios…! ¿Cómo podía decir eso? Si el rubio se observara detenidamente a sí mismo, descubriría que de feo no tiene absolutamente nada. Más de una vez le imaginó con una apariencia adolescente, y definitivamente lo que veía era muchísimo mejor de lo que alguna vez pensó.

 

Realmente… ¿Realmente era Naruto el muchacho frente a él?

 

No, no podía ser posible. Seguramente estaba soñando otra vez, sí, eso era. Probablemente se había quedado dormido en el momento que Itachi entró en su habitación y él se recostó en la cama en un intento de ignorarle. Claro, ¡estaba soñando otra vez! Definitivamente se estaba volviendo loco.

 

-¿¡Me estás escuchando, teme!? –gritó enfurruñado el de ojos azules. Estaba cansado y ansiaba dormir, pero no quería ni podía dejar de gritarle, necesitaba desahogarse -¡Aunque haya vuelto, no pienses que me podrás utilizar a tu antojo otra vez! ¡No volveré a confiar en nadie, mucho menos en ti! ¡Inari Kami-sama se arrepentirá de haberme hecho regresar! –parpadeó consternado al sentir las manos del otro posarse en sus mejillas con suavidad. Arrugó el entrecejo en actitud defensiva. -¿Q-qué estás haciendo?

-Naruto… -susurró.

 

Y entonces el nombrado se vio sorprendido cuando sus labios fueron atrapados por los de Sasuke. Lo último que esperaba era un beso. ¿¡Qué le pasaba a ese teme!? ¿Por qué le besaba? Inconscientemente afirmó el agarre sobre el chaleco ANBU mientras su lengua se empeñaba en echar a la contraria de su boca. Siempre que Sasuke le había besado le había provocado cosas agradables, pero ahora, a pesar de que su corazón latía alocado, se sentía herido. Nunca imaginó que un beso pudiera lastimar tanto. Y tampoco pudo llegar a imaginar lo hipócrita que podía ser el pelinegro, después de confesarle toda la verdad en el bosque, ahora le besaba como si nunca hubiera ocurrido nada de eso.

 

Uchiha deslizó una mano a la nuca del otro, impidiéndole que se alejara. Mientras que la otra mano descendió a lo largo de la espalda hasta detenerse en la parte baja de ésta, y con un movimiento firme le atrajo a su cuerpo. A pesar de percibir desde el primer momento en que sus labios se tocaron que Naruto estaba tenso y que se empeñaba en expulsar a su lengua de su boca, no quería detenerse. Quería disfrutar de ese sueño hasta que inevitablemente despertara y volviera a recriminarse a sí mismo por soñar cosas torturantes. Aumentó la intensidad beso, dejando ver su anhelo cuando el otro tímidamente empezaba a responderle.

 

Hasta que un brusco empujón rompió el agradable contacto. Y Sasuke vio sorprendido cómo el rubio buscaba refugio en la curvatura de su cuello. Aquello siempre lo había hecho Naruto. Soltó un suspiro quejumbroso al tiempo que estrechaba con fuerza a Uzumaki entre sus brazos. ¡No quería despertar! Si estaba con ese tonto cabeza hueca no le importaba soñar para siempre.

 

Y sin esperarlo, de pronto Naruto se alejó con brusquedad y le propinó un puñetazo que le hizo ladear la cabeza. Parpadeó confundido. Se supone que en los sueños no se siente dolor, y él sentía su mejilla hormiguear de dolor. Lentamente giró el rostro para encarar los ojos azules, totalmente estupefacto.

 

-¿No es… un sueño? –casi susurró.

-¡No, es una pesadilla! –respondió prácticamente gritando a pesar de la cercanía entre ambos. -¿¡Quién demonios te crees que eres para besarme después de todo lo que me dijiste ayer!? ¡Vuelve a hacerlo y te mataré! –

-¿Ayer? –reiteró confundido.

-¡Ah, ahora finges no recordar nada! –apretó los puños, conteniendo las ganas de darle otro puñetazo. –Pues te refrescaré la memoria. Me dijiste que sólo he sido un arma para Konoha y para ti, que nunca fuimos amigos, que soy un arma inútil… ¿Quieres que continúe?

 

Por primera vez en su vida, Sasuke puso una expresión verdaderamente tonta.

 

-¿Ayer? –volvió a decir.

-¡Sí, ayer! ¡Estábamos en el bosque, peleamos, y después uno de los hermanos Takahashi me apuñaló! –le recordó. –No pienses que porque finjas que no recuerdas nada me voy a tranquilizar. ¡No volveré a ser el arma de nadie! ¡No pienso ayudar a Konoha en la invasión del Sonido!

-Naruto… eso no ocurrió ayer.

-¡Claro que sí! ¡Ahora no quieras hacerme creer que…!

-¡Han pasado dos años! –interrumpió, hablando bastante alto para hacerse escuchar.

 

Tras esas palabras quedó un breve silencio que fue roto por el rubio que le miraba entre sorprendido y confundido.

 

-¿…eh?

-La invasión del Sonido a Konoha fue un fracaso, Orochimaru y Kabuto están muertos. Todos los daños de la aldea ya están reparados. Naruto, has estado muerto dos años.

 

Los ojos azules se abrieron de par en par. ¿Dos años? ¡Imposible! ¡Sólo habló brevemente con sus padres y después con Inari Kami-sama! ¿Esas simples horas en el cielo equivalían a dos años en la tierra? No podía ser, ¿o sí? Quizá por eso veía tan diferente a Sasuke y notó cambios en algunas construcciones de la aldea. Por eso los aldeanos que le vieron no le reconocieron. Y entonces… ¿las vendas que tenía Sasuke en la frente y el hombro derecho no eran producto de la pelea que él creía que tuvieron ayer? De pronto se sintió muy confundido.

 

-¿Dos años? –ahora fue él quien repitió lo dicho por el otro, todavía con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa. –Yo pensaba que… Yo… -había tanto que quería decir que no sabía por dónde empezar. Para colmo le estaba empezando a doler la cabeza, quizá por el cansancio que sentía.

 

Cuando Sasuke avanzó un paso, Naruto retrocedió otro. No le quería cerca de ningún modo. Sacudió la cabeza y se acercó al cobertor, doblándolo con algo de prisa.

 

-¿A dónde vas? –quiso saber Uchiha.

-Me voy a casa, necesito dormir y pensar –habló algo rápido. –Cuando me sienta mejor, volveré y te daré una paliza, así que no te alejes mucho de la aldea. No tengo ganas de perder el tiempo buscándote.

-Claro –respondió en un susurro sarcástico. ¿Pensaba que le iba a dejar salir de la casa? Pobre ingenuo. Caminó hasta pararse frente al rubio y dio un pisotón al cobertor cuando Uzumaki estaba por tomarlo en brazos.

-¡Quita! –alzó la cabeza, fulminando los ojos negros con una fría mirada.

 

Uchiha se acuclilló sobre el cobertor y estudió al rubio con la mirada. Naruto de verdad estaba ahí, había vuelto. No podía dejar de mirarle, especialmente el brillo en los ojos azules que a pesar de reflejar verdadero enfado no le importaba. Aquel brillo significaba vida. Nada que ver con los ojos azules que vio momentos antes de que muriera. No podía terminar de creerlo, pero la felicidad ya estaba creciendo en su interior y una sonrisa comenzó a dibujarse en sus labios.

 

Por el contrario, Naruto arrugó más el entrecejo al verle aquella sonrisa.

 

-¿Qué es tan gracioso?

-Nada –respondió tranquilo. Alzó una mano y le tomó por la barbilla, obligándole con suavidad a que le mirara y no apartara la mirada. –Te confieso que te había imaginado… más guapo. Pero tienes la misma de cara de usuratonkachi de siempre.

 

El rubio gruñó molesto y quiso ladear la cabeza, pero de forma inesperada el otro le alzó un poco el rostro y le brindó un suave beso en los labios, apenas una caricia que en contra de su voluntad le sacó un fuerte rubor de vergüenza y enojo.

 

-¡Te lo advertí, teme! –gritó.

 

Le propinó otro puñetazo en la mejilla que todavía estaba sonrosada por el anterior golpe. Y para su total coraje no le dio con todas sus fuerzas. De hecho el golpe fue tan patético que no entendió porqué Sasuke no se apartó, había tenido tiempo de sobra para detenerle o apartarse si hubiese querido. Pero no, sólo se quedó ahí esperando que le golpeara. Y aunque también esperó que el pelinegro se defendiera y le devolviera el puñetazo, eso tampoco ocurrió.

 

-¿No te vas a defender? –masculló.

 

Uchiha le miró en silencio. Se había dejado golpear, sabiendo que se merecía aquellos puñetazos y muchos más por lo que le hizo a Naruto. Le vio frotarse los ojos con insistencia, delatando su cansancio. El rubio necesitaba descansar, pero primero quería decirle algo.

 

-Todo lo que te dije la última vez que nos vimos no es cierto.

 

Naruto le miró con los ojos entreabiertos de sueño y soltó una risita falsamente divertida.

 

-No me sorprende. ¿Alguna vez has dicho algo que sea cierto?

-Sí –respondió con firmeza. –Muchas de las cosas que te he dicho son ciertas. Hay cosas que mi orgullo y el miedo me impidieron decirte, y otras veces mentí para protegerte.

-Mejor ahórrate tus palabras, no voy a creer nada de lo que digas –advirtió apartando la mirada.

 

Pero el pelinegro no hizo caso y continuó hablando.

 

-Es cierto que en un principio sólo vi en ti un arma para proteger Konoha, ¡pero después de conocerte eso cambió! Si no quise que protegieras Konoha, no fue porque te considerara un arma inútil, fue porque estaba preocupado por ti…

-No me estás contando nada nuevo, esa mentira ya me la dijiste antes.

-¡Sólo escucha! –interrumpió. –Te mentí en el bosque porque quería protegerte, no quería involucrarte en la pelea. A la Hokage le llegó la noticia de que Orochimaru pretendía atacar ese día, y tuve miedo. No encontré una mejor forma de alejarte de todo eso. No quería que… murieras.

 

Naruto ocultó la mirada tras los mechones del flequillo. Se obligó a no creer ni una palabra aunque en el fondo quisiera hacerlo.

 

-¿Por qué dices esto? ¿Me necesitas de nuevo para otra pelea? ¿Hay una nueva invasión? –soltó una desganada risita jocosa. -¡Bien! Al menos le seré útil a alguien, ni siquiera Inari Kami-sama me quiere como sirviente –ironizó.

-¿Inari…?

-Él está enojado conmigo, fui demasiado desobediente –dijo en un susurro. Permaneció un momento callado, y de pronto le enfrentó alzando la voz. -¡Todo esto es tu culpa! –antes de que el pelinegro tuviera oportunidad de decir algo, continuó. -¡Si no me hubieses salvado en aquel incendio, yo ahora estaría con mis padres! …Inari Kami-sama no me habría castigado de esta forma –finalizó con pesar.

 

Uchiha le miró un momento y después esbozó una suave sonrisa satisfecha.

 

-Si yo soy el culpable, no me importa.

-¡Lo imagino! ¡Tú siempre has sido tan considerado con los demás…! –ironizó molesto. -¡Bastardo mentiroso!

 

La sonrisita no desapareció de los labios del pelinegro a pesar de las palabras escuchadas. Parecía tener frente a él a aquel kitsune que salvó del incendio dos años atrás. Si en aquel entonces logró hacerle confiar en los humanos, ahora…

 

-Lo haré de nuevo –completó sus pensamientos en voz alta. No importaba el tiempo que le llevara, Naruto volvería a confiar.

-¿Ah? –preguntó totalmente confundido. Le estaba insultando y le contestaba eso. –Los humanos sois raros –dijo dedicándole una mala mirada.

-Te recuerdo que ahora tú también eres un raro humano.

 

No pudo ocultar la satisfacción que sintió al decir aquello. Naruto era humano, ¡era humano! Por otro lado, tuvo todo el efecto contrario en el rubio que se enojó. Hasta que sin esperarlo, Uzumaki se llevó una mano a la cabeza al sentir una punzada molesta, y con las energías al límite, se desmayó. Por suerte cayó hacia delante y Sasuke pudo atraparle entre sus brazos con facilidad.

 

Entonces Uchiha le acomodó mejor y se entretuvo en observarle con detenimiento. Todavía tenía dudas, pero podrían hablar con calma cuando despertara.

 

-Bienvenido a casa, Naruto –susurró, a pesar de que estaba seguro de que no podría escucharle.

 

Afirmando el agarre sobre el rubio, se puso de pie y se encaminó a su habitación. Ahora tenía una nueva oportunidad y no la iba a dejar escapar. Le iba a decir las palabras que su orgullo y el miedo no le dejaron decir. Tendría a Naruto a su lado para siempre. Más le valía al dobe estar preparado, porque iba a conocer lo insistente que podía llegar a ser Uchiha Sasuke cuando algo le interesaba de verdad.

 

Nada le iba a detener, ni siquiera el propio Naruto.

 

FIN DE LA PRIMERA PARTE.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Capítulo dedicado a Darklolita666 por ser el review 700 en Fanfiction.

 

¡Uuf…! Tengo varias cosas importantes que decir, así que te recomiendo que leas TODA la nota de autora, kuku…

 

¡¡Sí!! No has leído mal. Fin de la primera parte (después de 629 págs de Word). Ahora comienza una etapa diferente en la vida de Naruto como recién estrenado humano xD Y porqué no, también para Sasuke que por fin luchará por lo que quiere. Seguro que a todos el final os ha pillado por sorpresa, kuku… no quise avisar de que este era el último capítulo porque sino los lectores se impacientan y me presionan (Lo digo por experiencia, ya me ha ocurrido antes)

 

¡Muchas, muchísimas gracias a todos los que me han seguido en esta historia! Sobre todo a esas personas que han estado ahí, al pie del cañón, apoyándome en cada capítulo en forma de comentarios. También quiero dar un especial agradecimiento por los ánimos recibidos a lo largo del fic ^^ ¡Habéis sido mi fuente de energía! ¡Los tengo todos guardados en un documento de Word como recuerdo!

 

Takaita-malvada-Hiwatari por fin ha podido regresar, jeh... jeh... En mi Facebook di aviso de que tardaría en actualizar porque estoy trabajando. Además, algunas cosas se me complicaron. Pero el problema fue más grave que eso, ¡¡he tenido un bloqueo descomunal!! Me di cuenta de que en el poco tiempo libre que tenía, me sentaba frente al ordenador y mis manos no se movían solas por el teclado como de costumbre. Pensando que era cansancio por el trabajo, estuve cinco días sin abrir el documento, y cuando volví al sexto día todo seguía igual, ¡no podía escribir! Ya me estaba preocupando de verdad. Nunca me había pasado eso y he estado bastante frustrada TwT

 

Por otra parte, en febrero hice un dibujo SasukexNarutoxSasuke para S. Valentín que me tomó bastante tiempo. No se me da muy bien dibujar, así que me tardo mucho ^^U Aquí el link para quién quiera verlo: (Pega el link y une los espacios)

 

http://takaita.deviantart.com/art/SxNxS-Valentines-Day-2012-3-3-285111838

 

Ahora, respecto a la segunda parte de la historia, las dudas que quedan serán resueltas aquí. Os voy a pedir que me deis tiempo para salir de mi bloqueo y poder adelantar la historia, así podré publicar con regularidad como siempre he hecho antes de que mi pendrive se rompiera. Intentaré que la segunda parte no sea muy larga. Pensé en hacerla un one shot, pero en un solo capítulo todo quedaría muy pobre. Juró que intentaré que no me quede muy largo, no quiero cansar al lector, jeje… ^^Uu Probablemente la publicaré en un fanfic aparte de este.

 

¡Espero que me sigáis! >w<

 

Y ya que a lo largo de la historia muchas personas me han preguntando cómo se me ha ocurrido este fanfic, lo diré ahora, como prometí a esas personas xD

 

¿Sabías qué…?

 

“Kitsune no kokoro” nació mientras escribía otro fanfic SasukexNaruto llamado “Circulo vicioso”. En los primeros capítulos, Naruto encuentra un pequeño zorro malherido y lo lleva a su casa. Me surgieron unas dudas sobre lo que comían los zorros, así que busqué información en internet, pero lo que encontré fue información sobre los kitsune de Inari Kami-sama. Todo me pareció muy interesante, y muchos datos me recordaban a Naruto.

 

Ese mismo día los primeros renglones de “Kitsune no kokoro” empezaron a pasarme por la cabeza. Originalmente escribí “Kitsune no kokoro” sólo para mí, no iba a publicarlo nunca. Pero mi hermana, Kaily Hiwatari, me animó a que lo publicara, y como buena hermana menor que soy le hice caso, jajaja…

 

Y quién me iba a decir que esta historia acabaría ganando el “1er Festival Literario SasuNaru 2011” ¡Se lo tengo que agradecer a mi hermana eternamente!

 

Así que, sumando el mundo original de Naruto, más mis datos sobre los kitsune y mi imaginación, salió “Kitsune no kokoro” ^^

 

Espero que os haya gustado este último “Sabías qué…?” ^w^

 

¡Se agradecerán reviews! ¡Nos vemos en la segunda parte!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).