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Cuando él regrese… por yukimonik

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Notas del capitulo:

Gomen por la demora, la inspiración se fue y apenas regreso T_T

 

Aun en shock por lo que acababa de descubrir, salió de la casa del pelirosa. Era consciente de todos los errores que había cometido, mismos que ahora lo ponían en esta difícil situación pero también sabía que aquel amor que en antaño tuvo con el menor no estaba muerto y por lo mismo es que no estaba dispuesto a perderlo así como así, se jugaría su carta definitiva. No quería ni podía darse el lujo de seguir retrasando sus planes, él había regresado a Nemuro con la única idea de recuperar a Shuichi y nada ni nadie se lo iba a impedir. A paso veloz se encamino al lugar que alguna vez fuera su hogar, entro azotando la puerta y se dirigió a su habitación, en ella, el viejo buro mantenía al resguardo una pequeña caja forrada de terciopelo negro; Al destaparla Eiri suspiro, al ver aquella piedra que tantos años de soledad le habían costado y que ahora relucía incrustada en esa hermosa sortija. Sin más tiempo que perder se dirigió a la habitación que su hermano menor ocupara, abriendo la puerta al instante

 

— ¡Ey aniki! ¿Dónde han quedado tus modales? —cuestionó un pelinegro algo molesto por la intromisión.

— Tatsuha… necesito tu ayuda.

— ¿Mi ayuda dices? —preguntó incrédulo.

— Con Shuichi —contesto el otro sin más.

— ¿Y qué te hace pensar que te voy a ayudar? Probablemente no estés enterado pero Ryuichi, el prometido de Shu, es mi amigo —afirmo el menor.

— Pero yo soy tu hermano.

— Desgraciado —susurro después de unos segundos el azabache dándose por vencido.

 

 

Lunes

 

Shuichi se dirigía con paso apresurado a su trabajo, aun era bastante temprano pero ansiaba que la semana empezara ya que de esta forma podía distraer su mente y dejar de pensar en todo lo que había ocurrido el fin de semana, desde la proposición de Ryuichi hasta la aparición de Eiri. Aunque por otra parte aun no sabía cómo abordaría el tema con su prometido. ¿Y si Ryuichi creía que le había dado alas al rubio?

 

— ¡Ah! Shuichi ¿Por qué tenias que decirle eso? —se recriminaba a sí mismo el pelirosa— todo lo que tenias que contestar era no, pero vas y le dices no sé.

 

Estando a tan solo un par de cuadras de llegar a la escuela, un auto le salió al paso, asustando al menor por un momento.

 

— ¡Hola cuñadito! —escucho mencionar, al tiempo que veía a un pelinegro salir del vehículo.

— Tatsuha —se relajo el pelirosa— No deberías decirme así, recuerda que me voy a casar.

— Tienes razón —medito por unos momentos el pelinegro— Pero tu deberías recordar que la suerte no está echada— además aun falta para tu boda y muchas cosas pueden suceder.

— Bueno, yo me voy. Se me hace tarde para mis clases.

— Claro, no quiero entretener más. Auh —se quejo el más alto, al mismo tiempo que hacia amago por sostenerse, alarmando con ello al menor.

— ¿Qué te pasa? —inquirió el otro, disminuyendo la distancia.

— No lo sé, creo que se me bajo la presión.

— ¿Quieres que te lleve al médico?

— No, sólo tengo que tomarme mis pastillas, esto me pasa seguido, ya sabes con todo el estrés de la ciudad, ah pero qué diantres —soltó el pelinegro— creo que me las he dejado en casa. ¿Me llevarías allá Shuichi? —pregunto de forma disimulada.

— Pero

— Por favor, no puedo conducir en este estado —intentaba convencerlo el ojinegro.

— De acuerdo —suspiro el menor.

 

Pasados 15 minutos ya se encontraban en el hogar de los Uesugis, Shuichi tenía pensado instalar a Tatsuha de manera rápida y salir lo más pronto posible, por nada del mundo quería encontrase con Eiri, pero definitivamente la suerte no estaba de su lado ya que en ese preciso momento el rubio salió de la casa, acercándose a ambos de manera veloz.

 

— ¿Qué paso? — cuestiono el mayor, dirigiendo su pregunta a Shuichi pero este no tenía intención de mirarle siquiera así que Tatsuha respondió.

— Que me he sentido mal por la presión, ya sabes, y Shuichi se ha ofrecido amablemente a traerme, ¿pero sabes qué? —cuestiono el menor de los Uesugis de manera inocente— justamente ahora me estoy sintiendo mejor, creo que no fue gran cosa. Muchas gracias por tu ayuda cuñadin, ah pero mira la hora que es —inquirió el otro con falsa sorpresa— se te va a hacer tarde para tus clases, lo mejor será que Eiri te lleve.

— Eso no será necesario Tatsuha no es tan tarde —sostuvo el pelirosa alarmado— Claro que lo es, tú fuiste muy considerado al traerme, así que anda aniki no seas descortés y lleva a Shuichi.

— Vamos, no hay que perder tiempo —fue lo único que escucho el ojiamatista, al ver que no tenía alternativa opto por darse por vencido, sólo serian 15 minutos, sólo 15 largos y angustiosos minutos en un auto con su exnovio. Ya dentro Shuichi seguía sin querer voltear a ver a Eiri, iba pensando más bien en lo que le diría a Ryuichi si por casualidad lo llegaba viendo bajar del auto del rubio, tan ensimismado en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta que el vehículo había tomado un camino diferente al de su lugar de trabajo, notando esto hasta que la zona se le hizo lejanamente conocida.

 

— Eiri, ¿A dónde me llevas?

— Supongo que ya te diste cuenta Shuichi —respondió el otro.

— Eiri, tengo que ir a trabajar.

— Lo siento pero no iras, lamento hacerlo de esta forma pero no encontré la manera en que quisieras pasar tu tiempo conmigo.

— ¿Estas secuestrándome?

— Algo así

— Déjame bajar en este mismo momento —exigió el menor molesto.

— Lo siento pero no puedo acceder a eso

—   Ryuichi me va a buscar

—   Y no te encontrara… a menos que

—   A menos que

—   A menos que le hayas hablado de aquel lugar

—   Aquel lugar

—   Aun lo recuerdas cierto?

—   No, no sé de qué estás hablando

—   Nunca se te dio bien mentir Shuichi

 

El otro no dijo nada. En este mismo momento se odiaba a sí mismo por estar haciendo esto. Tenía en mente una gran maraña de ideas, una voz en su mente le gritaba que no debía dejarse arrastrar  pero otra le decía que esa sería su única oportunidad para saber si seguía amando o no a Eiri Uesugi. Después de un par de horas el auto por fin se detuvo, Shuichi fue el primero en salir. El lugar era tal cual como lo recordaba, la última vez que estuvo ahí fue un día antes de que Eiri se fuera de Nemuro, dolía pensar aquello.

 

— ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que esperas de mi Eiri?

— Tiempo, quiero tiempo para que sepas lo que sientes por mí

— Yo amo a Ryuichi

— No te pregunte eso. Dame cinco días, cinco días tú y yo solos.

— ¿En cinco días pretendes compensar siete años?

— Sólo quiero una oportunidad Shuichi — el rubio se acerco lentamente al pelirosa uniendo de manera delicada sus labios a los del menor, al no sentir objeción por parte del más pequeño aprovecho para abrirse paso y adentrarse aun más en el sabor que esa cavidad le proporcionaba. Estuvieron así varios minutos, separándose de vez en vez para tomar un poco de aire, hasta que por fin el pelirosa soltó unas palabras.

 

— Sólo cinco días Eiri, no más

— Gracias —contesto el mayor, abrazando efusivamente al pequeño y con intenciones de aprovechar hasta el último momento para reconquistarlo.

 

 

Lunes por la tarde

 

La primera parte de la mañana para Ryuichi estuvo llena de preocupación, Shuichi no había llegado a dar su clase, primero intento innumerables veces en el numero del menor, después llamo a sus padres y amigos pero nadie le daba razón del más chico. La segunda parte estuvo llena de coraje y frustración, después de recibir una llamada de Tatsuha contándole lo acontecido horas antes. Si no hubiese sido por que se encontraba en horas de trabajo habría salido a partirle la cara a su dizque amigo. Trataba de pensar de manera sensata pero simple y sencillamente no podía hacerlo, sentía como si de un día para otro le estuvieran arrebatando la felicidad que tres años le costó construir. ¿Pero que podía hacer? No le quedaba más que consolarse con aquel viejo adagio si amas algo déjalo libre si regresa es tuyo si no nunca lo fue.

 

— Voy a esperar por ti Shuichi —susurro al viento.

 

 

Por otra parte Eiri y Shuichi disfrutaban de su tiempo juntos, tal como lo hicieran en el pasado. Es más pareciese que el tiempo no había transcurrido pues sólo basto recordar un par de cosas y ya estaban como grandes amigos. Ese era el primer paso que el rubio quería dar ahora seguía lo más complicado y eso era hacer que Shuichi lo aceptara nuevamente dentro de su corazón. Cuando eso sucediera por fin tendría todo lo que siempre había deseado.

 

Por otra parte Shuichi se encontraba nervioso pero feliz al estar reviviendo parte de su pasado. Eiri había sido su primer amor, según dicen el más importante en la vida de una persona. A su lado había experimentado tantas cosas, y una parte de su ser siempre anhelo volver a saber del rubio así como a sentir la seguridad de la que gozaba cuando se hallaba a su lado. Pero tampoco era fácil olvidar estos últimos años sin él, lo que sintió cuando supo de su partida y perdida, si tan solo las cosas se hubieran dado de un modo diferente seguramente ahora no habría ningún impedimento para su amor.

 

 

Miércoles

 

Eiri se había encargado de tener absolutamente todo lo necesario en la pequeña cabaña. Por las mañanas y tardes Shuichi y él se dedicaban a conversar sobre lo que había sido de sus vidas en estos años. Le encantaba saber que el pelirosa no había perdido su innata curiosidad por sus escritos pues quería que le contara todo acerca de las novelas que tenía publicadas.

 

— ¡Te tengo una sorpresa Shuichi!

— ¿Cual? —pregunto impaciente el menor.

— Toma —dijo el rubio extendiéndole un paquete que traía una envoltura fina y con un moño rojo, el menor se apresuro a quitar los accesorios cuidadosamente para desenvolver el obsequio y se maravillo al ver que era un libro, en el cual resaltaba con dorado el nombre del rubio. El título del libro era “Sólo una vez”— quiero que lo leas, este libro no es más que nuestra historia.

—   Gracias Eiri, significa mucho para mí —respondió el pelirosa.

 

 

Viernes

 

Eiri se hallaba mirando el atardecer mientras veía de reojo la sonrisa del pelirosa quien ya casi terminaba el libro. Estaba muy esperanzado en poder transmitirle a Shuichi todo lo que aun no podía decirle. Cuando la noche ya había caído estaban ambos sentados frente a la chimenea, que mejor ocasión que esa para lanzar por fin la pregunta que tanto deseaba hacerle al pelirosa.

 

— Shuichi, ¿te quieres casar conmigo?

— ¡Eiri! —El pelirosa se sorprendió ante la intempestiva pregunta.

— Te amo demasiado, te he amado todo este tiempo. Me fui para poder darte la vida que tú te mereces, todo lo que he logrado es para ti, Shu.

— Yo nunca te pedí nada Eiri.

— Pero tú te mereces todo. Por eso quiero compartir todo lo que tengo y quiero que tú vengas conmigo.

— ¿Qué?

— Por favor Shuichi. Te repito, absolutamente todo lo que he logrado ha sido por ti, ya no podría soportar estar alejado de la persona que más amo

—   Eiri yo

—   Toma

—   ¿Que es esto?

—   Es el boleto del tren, sale mañana a las siete de la noche. Estaré esperándote, hasta el último momento, mientras tanto puede aguardar la respuesta de la otra pregunta.

 

 

Sábado por la tarde en un parque

 

Shuichi estaba realmente exhausto después de esa larga semana en compañía de Eiri, pero no un cansancio físico era mental. Todas las emociones y sentimientos que estuvieron pausados por siete largos años habían despertado nuevamente, la esperanza, el deseo, la pasión, alegría… Aquellas memorias en donde se veía a ambos abrazados, observando el atardecer desde la habitación del rubio. Desde el momento mismo en que tomo la nota de Eiri, avisándole de su llegada al pueblo, supo que se le venía una difícil decisión, por una parte Eiri el primer amor y por otra parte Ryuichi, aquel que había estado a su lado los últimos años, era tan complicado porque los dos eran buenas personas Eiri se había equivocado pero al fin y al cabo regreso, y si le daba una segunda oportunidad ¿que sucedería con su vida? Una vez que eligiera estaba dispuesto a ir donde fuera necesario pero ahora su corazón contenía una maraña de emociones indescriptibles que lo confundían y simplemente no sabía para quienes eran dedicadas. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un pequeño niño, que de inmediato reconoció como de su clase.

 

—   ¡Hola Shuichi-sensei

—   Hola Rinta-kun!

—   ¿Qué tienes? —pregunto el pequeño de manera inocente— ¿Estas triste?

—   No, claro que no.

—   ¿Entonces?

—   Es sólo que tengo que tengo que tomar una decisión muy difícil —respondió en automático—

—   ¿Cómo?

—   Veras, tengo dos opciones pero solo puedo escoger una

—   Ah! Como cuando mi papa me llevo a comprar un helado, yo quería de chocolate y nuez pero papa me dijo que sólo podía ser de un sabor ¿así?

—   Je je je, si algo así

—   Sólo que yo tengo dos… amigos pero sólo me puedo quedar con uno

—   ¿Y no pueden ser amigos los tres?

—   No, en este caso no

—   ¿Y quien te hace reír más?

—   ¿Reír?

—   Mi mamá una vez me conto que se caso con mi papa por que cuando estaba triste era papá el que siempre la hacía reír —el pequeño vio a su profesor quedarse pensativo por unos momentos para después verlo con una sonrisa en los labios— ¿Ya sabes quién verdad?

—   Si, ya sé quién. Gracias, Rinta-kun. Vete con cuidado a casa de acuerdo.

 

Sin más tiempo que perder tomo el boleto del tren y se dirigió a la estación, donde seguramente el mayor aguardaba. En cuanto llego, sólo le tomo un minuto divisar al rubio quien ya se encontraba impaciente pero sonrió feliz al ver al menor.

 

—   Has venido —soltó el ojimiel.

—   Eiri —sonrió el menor al tener frente así una de las personas más importantes de su vida.

 

 

En otra parte del pueblo

 

Ryuichi ya se había dado por vencido, y no es que amara poco al pelirosa, no. Por el contrario, era porque lo amaba demasiado que lo dejaba en libertad, en libertad para ser feliz a lado de la persona que siempre había añorado… Nunca podría llevar sobre sus hombros la carga de apartar al menor de lo que tantos años deseo.

 

Las 7 de la noche anunciaba el reloj, justo la hora en que el tren partiría, según le había dicho Tatsuha; Sería muy duro soportar la vida sin él, sin la persona que lleno su vida desde hace ya tres años… Sin más que pensar salió de su casa y se dirigió a su lugar favorito, aquel donde le pidió que fueran novios… un prado desde el cual solían sentarse a esperar las estrellas aparecer, pensar que nunca más podría volver a ver ese panorama…

 

Para ese momento ya el cielo tenía un manto oscuro adornándolo, comenzando a aparecer las primeras protagonistas de la noche, pero de pronto vio una que surcaba el cielo obscuro… una estrella fugaz.

 

— Que él sea feliz –susurro el peliverde al momento que cerraba los ojos— que sea muy feliz, donde quiera que estés. Te amo Shu, siempre lo hare —dijo para sí mismo.

— Yo también te amo Ryuichi –escucho una voz detrás suyo, pero no podía ser… si se supone que… ¿o no? Sin querer romper aquella fantasía que creía estar escuchando no se atrevía a voltear— Te lo dije una vez —continuo la voz— Te amo más de lo que imaginas —el peliverde volteo aunque aun temeroso y si, frente al él se encontraba el pelirosa.

 

— Yo pensé que él y tu

— El y yo, nos despedimos —respondió el menor de manera serena—

 

 

Flash back

 

—   Has venido —soltó el ojimiel—

— Eiri —sonrió el menor al tener frente así una de las personas más importantes de su vida— Los días que pase a tu lado, nunca los voy a olvidar, te ame Eiri, dios sabe lo mucho que te ame, y sé que era correspondido. También sé que las cosas pasan por algo y que a pesar de ese inmenso a amor nuestro destino no es estar juntos pero a pesar de eso me voy acordar de ti toda mi vida ya que eres y siempre vas a ser alguien importante. Gracias por amarme tanto pero ahora mi corazón le pertenece a alguien más.

 

Al rubio estas palabras le dolieron en el alma. En este justo momento se odiaba por haber tomado las decisiones que ahora lo llevaban a esta separación definitiva.

 

— Que seas muy feliz Shuichi, te lo mereces.

— Adiós Eiri

— Adiós para siempre Shuichi —dijo el ojimiel con una sonrisa en los labios, tratando de ocultar su dolor.

 

El pelirosa sólo vio como el mayor se daba la media vuelta y subía al tren que lo alejaría, ahora sí para siempre de su vida, pero ahora ya no le dolía. Se sentía triste pero estaba seguro de su decisión. El hablar con aquel niño le había servido para comprender que si bien muchas de las emociones y sentimientos que hubo sentido en antaño volvieron, había una que simple y sencillamente no apareció… el amor. Y no apareció porque ese amor que un día le tuvo al rubio se había transformado en algo aun más profundo que sólo despertaba cuando se encontraba a lado de cierto peliverde. Ese mismo sentimiento era el que le hacía cerrar los ojos y visualizarse dentro de muchos años a lado de Ryuichi, pensamiento que lo hacia sonreír.

 

 

Fin del flash back

 

 

— Quédate junto a mí siempre por favor —suplico el peliverde.

— Para toda la vida amor mío —finalizo el pelirosa antes de besar ansioso a su futuro esposo—

 

Mientras tanto en el tren se encontraba cierto rubio observando el panorama, Eiri Uesugi, quien deseo éxito y la vida se lo otorgo, sin embargo como todo, había un precio a pagar, ese precio fue el amor de Shuichi. Ahora lo único que podía hacer era acostumbrarse a vivir sin el pelirosa… pero de una cosa estaba seguro: lo seguiría amando hasta el último día de su vida.

 

FIN

 

Notas finales:

Sé que más de una estará decepcionada con la decisión que tomo Shu. Yo lo estaría pues si hay algo que amo por sobre todas las cosas es el YukiXShu. Lo único que puedo decir a mi favor es que desde el primer momento el fic estuvo planeado para que el pelirosa se quedara con Ryuichi. Dado el odio inmenso que siento por el peliverde por el beso que le robo a Shu en el manga es que me impuse este reto para ver si era capaz de transmitir cosas buenas de él. En pocas palabras era MI prueba de fuego ¿logre, en algún momento del fic, hacer que desearan el que Ryu y Shu se quedaran juntos?


Gracias a tod@s aquellas personas que leyeron hasta el final.


Mi correo para quien quiera agregarme y debatir XD


yuki_monik@hotmail.com


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