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About Us por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Aquí estamos con la atualización correspondiente. Les recordamos que hoy el capítulo está contado por Kise y que los diálogos que aparecen en cursiva es porque están dichos en inglés.

¡¡Disfruten!!

Capítulo IV

 

—7—

Iba con la cabeza recostada en el hombro derecho de Kagami. No tengo claro el porqué, pero parecía ser que me sería imposible evitar hacerlo. Su hombro era tan cómodo, como si fuera la mejor almohada del mundo. A pesar de ser duro y nervoso, producto de sus músculos trabajados, recostando mi cabeza en él me sentía relajado… simplemente me gustaba su proximidad.

Yo fingía dormir. Cerré los ojos y me acomodé en el amplio asiento, esperando con esto que Kagami se relajara un poco más. Sabía que era alguien muy tímido a pesar de su aspecto intimidante y tenía más que claro que sentir la atención constante de los demás sobre su persona le resultaba incómodo. Por eso preferí que él creyera que estaba durmiendo a que supiera que en realidad estaba preocupado por él. Porque a pesar del sueño, creo que me sería imposible volver a pegar el ojo.

Cuando recién volvió del baño, realmente me sobresaltó verlo así. Su rostro estaba más que pálido, tenía un leve toque verdoso en la tez y bajo los ojos se le marcaba la piel ligeramente más azulina de las ojeras. Todo su rostro estaba sudado, pero su cuerpo temblaba, como si estuviera muriendo de frío en pleno verano. Fue un poco impactante verlo así… Tan frágil y delicado, en contrastada oposición con su aspecto rudo y varonil. 

Gracias a Dios, su aspecto parecía haber mejorado mucho con la pastilla que le dieron en el avión y su condición no parecía ser nada más que un mareo producto del viaje. Pero debo reconocer que esto me sorprendió aún más. No se trata de la primera vez que Kagami realiza este viaje y jamás pensé que le afectara tanto volar. Creo que es algo que tendré que tener en consideración cuando volvamos. 

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por él. Se movió sutilmente en su asiento, buscando una posición más cómoda, pero parece que no la encontró al primer intento, porque no paró de moverse hasta que ladeado el cuello, apoyó su cabeza sobre la mía exhalando de paso un hondo suspiro sobre mis cabellos que hizo que un escalofrío recorriera mi piel.

Su cuerpo se relajó visiblemente y parece que por fin se quedó dormido. Sonreí para mis adentros con alivio. Sabía a la perfección que no había dormido prácticamente nada la noche anterior, y al parecer tampoco había dormido bien las noches anteriores a esa, así que me alegró saber que por fin se había relajado y había conciliado el sueño.

Tal parece que ahora yo también podría dormir. Me acomodé mejor en el asiento, subiendo mis piernas y recostándome aún más sobre el hombro de Kagami. Enredé mi mano en su brazo, que lo había dejado caer libremente en el descansabrazos del asiento, y la otra la crucé sobre su vientre, en un vano intento de abrazo, ya que no alcancé a rodearlo completamente como hubiera querido. Suspiré y cerré los ojos con la intensión de dormirme también.

Luego de que pasaron varios minutos, me di cuenta que parecía ser que era mi turno de sufrir insomnio. Aunque sentía mi cuerpo cansado y mis ojos arder debido al sueño, mi mente era incapaz de dormirse.

La verdad era que esa cercanía con Kagami que me resultaba tan cómoda, al mismo tiempo era la que me provoca el insomnio. La proximidad con él me hacía percibir el olor de su piel y la mezcla de éste con el perfume que usaba, produciendo la esencia característica de Kagami que ya se había vuelto un aroma conocido para mí. Y todo esto no hacía más que recordarme el sueño de la noche anterior.

Aun no me explicaba por qué había soñado algo así, no era normal tener ese tipo de sueños entre amigos, lo que me hacía sentir ligeramente incómodo cuando estaba a su lado, aunque estaba 100% seguro de que eso no se me notaba en lo absoluto. Tal vez ese sueño había estado propiciado por dormir juntos o por la nueva proximidad que había entre nosotros.

Es verdad que soy un efusivo que abrazo a todo el mundo, pero hace unos días, siento que la cercanía y contacto físico que hay con Kagami no es como con todos los demás.

Fuera por los motivos que fuera, anoche mismo había soñado con él. No podría describir exactamente con lujo de detalle cómo fue el sueño, nunca los podía recordar con claridad realmente, pero esta mañana, al abrir los ojos, mi mente se había visto inundada de imágenes y sensaciones nebulosas y difusas que me recordaban a él.

Recordaba haber sentido el toque de sus grandes y cálidas manos en mi cuerpo que se sentía anormalmente ardiente, y sentía como si ese contacto me quemara. Había probado el sabor de su boca con tanta nitidez en el sueño que me parecía casi real el sabor que sentí en los labios al abrir los ojos. Mi cuerpo entero había sido acariciado y tocado por él de una manera tan única, como jamás mi imaginación me había permitido pensar que se pudiera. Para finalmente despertar y constatar que todo aquello que parecía tan vívido, no había sido más que un sueño.

Pero aún ahora, horas después de haber despertado, esas imágenes y esas sensaciones seguían invadiendo mi mente, provocándome un vacío súbito y fugaz en la boca del estómago, como si de una rápida sensación de vértigo se tratara.

Alguien sensato que gustara de explicaciones lógicas me podría argumentar que se debía al viaje en el avión, la sensación de volar y la altura era la que provocaba esa extraña sensación física en mí y es lo que a mí mismo me habría gustado creer… Pero estaba más que convencido que no era sólo por eso.

Lo descubrí instantes atrás cuando preocupado, decidí tomarle la temperatura a Kagami. En ese momento supe que ningún avión podría hacer que los vellos de mis brazos se erizaran de esa manera, ni que todo mi cuerpo sintiera ese hormigueo. Había sido él, el contacto con su piel, la contemplación de su rostro relajado, dejándose acariciar, rindiéndose completamente a aquel contacto breve y delicado.

Dejé que un suspiro cansado saliera de mi boca. Lo mejor era evitar pensar tanto. Tal vez le estaba dando demasiadas vueltas a todo el asunto, lo estaba analizando en demasía y probablemente no era para tanto.

—¿Estás bien? —Su pregunta me sobresaltó.

Levanté inmediatamente la cabeza para mirarlo a la cara impresionado de no haber sentido cuándo se despertó. La verdad era que se veía mucho mejor, estaba somnoliento, pero su rostro volvía a adquirir el tono normal y saludable de su piel, lo que me alivió en demasía.

—Sí, estoy bien ¿Y tú?, ¿ya te sientes mejor? —le pregunté con voz calmada.

—Sí, ya me siento mucho mejor —respondió esbozando una sonrisa—, pero qué pasa contigo ¿No puedes dormir?, ¿tienes frío?

—Creo que ahora yo soy quien sufro de insomnio —admití encogiéndome de hombros.

Kagami se rio en respuesta y se incorporó en su asiento. Yo lo miré extrañado mientras él levantaba el descansabrazos, eliminando la barrera que existía entre nosotros y se dejaba caer nuevamente de espaldas en el asiento y sin mirarme, levantaba el brazo, invitándome a acomodarme en su pecho. Sonreí abiertamente y me dejé caer sobre él abrazándolo por la cintura y él a su vez me pasó el brazo por los hombros.

—Esto lo hago sólo porque pareces tener frío y porque sé lo horrible que es no poder dormir —me dijo con voz grave sin mirarme aún.

—Entonces recuérdame agradecerte apropiadamente este favor cuando lleguemos —le susurré con voz divertida, jugando un poco con él.

—No te preocupes, pienso cobrártela sin ninguna duda —me respondió usando el mismo tono juguetón.

Y aunque ahora la cercanía con Kagami era aún mayor, lentamente me sentí transportado al reino de los sueños y al cabo de unos minutos, ya había perdido completamente la consciencia y dormía pacíficamente y sin ningún problema.

—8—

Por fin, al cabo de un extenuante viaje de diez horas, habíamos llegado a Los Ángeles. El viaje había sido tan largo que sentí que había pasado de todo. En el transcurso del vuelo, despertamos en varias ocasiones, conversamos de la ciudad y los lugares más típicos para visitar, del básquet estilo callejero y cómo eran los jugadores acá, pero evadí abiertamente preguntarle a Kagami sobre su madre.

A mitad del viaje llegó la hora del almuerzo. Kagami evitó comer como una medida de precaución contra el mareo que había sentido durante la mañana, aunque no volvió a sentirse mal en todo el resto del viaje. De todas formas, no se perdió de nada, el almuerzo era realmente malo y sólo lo comí porque a esa hora y sin haber desayunado, me moría de hambre.

Y antes de aterrizar finalmente, habíamos tenido tiempo para dormir otro par de horas usando las mismas posiciones que ya habían demostrado ser la solución a nuestro extraño caso de insomnio.

Al bajar del avión, lo primero que hice fue estirarme lo más que pude. Viajar diez horas en la misma posición es prácticamente una tortura y ahora sentía todos los músculos del cuerpo agarrotados, especialmente mi trasero.

Mientras caminábamos hacia la cinta transportadora del equipaje, pude ver con el rabillo del ojo que Kagami también se iba estirando mientras caminaba. Había entrelazado los dedos de su mano y estiraba los brazos al cielo por sobre la cabeza y cerrando los ojos, giró lentamente el cuello después.

Sacamos nuestras maletas y nos dirigimos rápidamente hacia la salida, donde debía estarnos esperando un miembro del equipo de trabajo del comercial. No tenía idea de cómo iba a reconocerlo, pero esperaba que él supiera exactamente a quien buscar y me identificara sin mayores problemas. Por suerte el idioma no sería una barrera, el inglés era un idioma que manejaba con bastante fluidez y si me llegaba a olvidar de alguna palabra o no supiera cómo decir algo, cosa que dudaba mucho, tenía a Kagami a mi lado que hablaba el inglés mucho mejor que el japonés.

En el momento de atravesar las grandes puertas de vidrio de la salida, me percaté que Kagami se alejaba de mí con dirección a los grandes ventanales del aeropuerto. Sonreí viéndolo así de animado contemplando el océano distante.

—¿Nostálgico? —pregunté acercándome a él desde atrás. Olvidando por completo que alguien nos estaba esperando.

—Este olor me hace sentir como en casa —admitió con la mirada perdida.

Este comentario me sorprendió, me acerqué más a él, porque desde la posición en que estaba sólo alcanzaba a ver su perfil, y comprobé que su rostro mostraba una extraña expresión que nunca antes había visto en él… Una mezcla de alegría, emoción, nerviosismo y expectación.

—Estoy muy feliz de haber venido contigo, Kagami —admití en un susurro.

Al parecer mi comentario lo sorprendió un poco, porque por primera vez desde que llegamos, desvió la mirada del océano y posó sus ojos rojizos en mí. Abrió la boca ligeramente tratando de modular algo, pero ninguna palabra salió de sus labios y justo cuando parecía poder hablar por fin, fuimos interrumpidos.

Buenas noches Ryota. Yo soy Michael Smith, encargado de relaciones públicas de la empresa.

Me giré sobre mis talones y pude ver a un hombre de cabello castaño claro y liso peinado rigurosamente hacia atrás. Sus ojos eran cubiertos por un par de gafas oscuras y su vestimenta era elegante, como era de esperarse en alguien vinculado al negocio de la moda.

El hombre me había extendido la mano derecha en el saludo propio de los americanos, por lo que correspondí al gesto cordialmente.

Buenas noches Michael

¿Cómo estuvo el viaje? ¿Muy pesado? —me peguntó con cordialidad en un inglés parsimonioso y cuidado que no tuve problemas para entender.

Largo y agotador —admití— ¡Pero vengo con muchas ganas de trabajar!

Perfecto ¡Esa es la actitud que buscamos! —Sonrió abiertamente con mi respuesta.

Déjame presentarte a mi amigo Taiga, él vivió mucho tiempo acá en Los Ángeles. —Extendí el brazo indicándole la figura de Kagami ubicada detrás de mí.

Mucho gusto, Taiga. —Le extendió la mano saludándolo como lo hiciera antes conmigo.

Mucho gusto.

Bueno, nosotros vinimos a recogerte en el auto de la empresa. Como ya es muy tarde e imagino que el viaje habrá sido agotador, los pasaremos a dejar directamente al hotel donde podrán descansar adecuadamente.

Eso será genial Michael. Muchas gracias. —Le sonreí verdaderamente agradecido.

Llegamos al auto, donde el chofer ya nos esperaba para subir las maletas. Kagami y yo nos sentamos en los asientos posteriores, mientras que Michael se sentó como copiloto y no bien tomó asiento comenzó a hacer una serie de llamadas a la empresa, informando de mi llegada y de la ruta a seguir. Nos había contado previamente que nuestro hotel estaba ubicado frente a la playa, así que ahora nos dirigíamos a toda velocidad directo hacia el mar.

Cuando llegamos por fin a la costanera, ya eran cerca de las 21:00 horas y el sol comenzaba a caer hundiéndose en el mar, tiñendo con tonos anaranjados y rojizos las tranquilas aguas del Pacífico. Yo iba con la ventanilla abierta, por lo que nos llegaba el fresco y revitalizante olor del mar. Kagami se había sentado muy cerca de mí, para poder contemplar también la belleza del paisaje que se extendía ante nuestros ojos y de vez en cuando me hacía comentarios en japonés sobre lo que veíamos.

Yo no había girado la cabeza para verlo en todo el trayecto, iba absorto contemplando la ciudad. Aún a esa hora había gente en la playa, grupos de jóvenes se reunían exhibiéndose de un modo que a un japonés tradicional le habrá parecido desinhibido, pero que a mí me pareció maravilloso. Las olas de altura mediana eran aún montadas por varios surfistas que destacaban como pequeñas figuras negras en medio de las aguas y las calles eran recorridas por numerosas personas que simplemente se dedicaban a pasear.

Me sentí tan animado y extasiado al estar ahí, que ni cuenta me di cuando el auto disminuyó de velocidad y se estacionó frente al hotel.

Ya llegamos. —Michael me abrió la puerta con una sonrisa.

Kagami y yo bajamos, ambos mirando concentradamente a la playa, sin prestar atención al hotel, donde el botones ya había recogido nuestro equipaje y lo subía a nuestra habitación.

—¡Chicos! —Michael nos tuvo que llamar con voz fuerte desde la entrada para que ingresáramos finalmente al hotel—. Bueno, aquí están sus llaves, ambos compartirán la misma habitación. Es una habitación doble, pero sumamente espaciosa. Nos pareció que era lo mejor para que así ninguno de los dos se sienta solo.

Muchas gracias Michael ¡Es perfecto!

Muy bien Ryota ¡Te espero mañana entonces! Pasaré por ti a las 9.00. —Se alejó con paso rápido y desde la puerta se giró para despedirse alzando una mano—. ¡Que descansen!

Subimos a la habitación animados, ambos compartíamos el mismo éxtasis por estar en Los Ángeles, por poder compartir la habitación, pero por sobre todo, por estar viviendo esa experiencia.

Abrí la puerta y pudimos ver que realmente se trataba de una habitación enorme. Tenía una especie de recibidor donde había un par de sillones largos frente a un gran plasma y a un costado había una mesa redonda con cuatro sillas alrededor. Un pequeño balcón daba una hermosa vista al mar y el dormitorio estaba separado por una puerta doble que ahora estaba completamente abierta dejando ver las dos camas. El baño no se veía, pero supuse que se accedía a él desde el dormitorio.

Nuestro equipaje estaba ya a los pies de las camas y caminé hacia allá con la intención de ordenar mi ropa en el closet de la habitación, mientras Kagami se dirigía inmediatamente a inspeccionar el baño y al cabo de unos segundos se unió a mi tarea de ordenar el equipaje.

Cuando hubimos terminado, me estiré nuevamente, relajándome por fin y miré hacia Kagami que aún ordenaba su ropa.

—¿Tienes sueño? ¿Quieres hacer algo? —pregunté con tono animado, pues yo no tenía ni una pizca de sueño aún.

—La verdad es que muero de hambre.

—¿Te parece bajar al comedor del hotel?

—¡Perfecto! —respondió con una sonrisa en los labios—. Pero antes me quiero dar una ducha

—Muy bien, te espero entonces —declaré dejándome caer boca abajo sobre la cama.

 

Notas finales:

Tanto a Zhena como a mí, nos gustaria mucho saber su opinión al respecto.

¡No se olviden, si leyeron, déjenmos un comentario!

Besos~


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