El aroma a café y la música lo despertaron. Frunciendo el ceño lentamente abrió los ojos y pestañeó varias veces, la luz del sol inundaba toda la sala. Paseó su vista por el lugar buscando a una sola persona: Kibum, pero él no estaba, en cambio una queja llegó a sus oídos desde la cocina:
– Aish ¿por qué es tan difícil hacer un desayuno americano?
Jonghyun río y se incorporó hasta quedar sentado, notó la ligera manta que Kibum había puesto sobre su cuerpo mientras dormía y eso lo hizo sonreír un poco más. Estiró sus brazos sobre su cabeza y luego de un salto se levantó del sillón para dirigirse en busca de su amigo.
Kibum se encontraba haciendo el desayuno, o mejor dicho quemando trozos de pan intentando hacer tostadas.
– ¿Cómo es que hacen esto todos los días? – Kibum tenía la costumbre de hablar consigo mismo.
– Tienen un aparato especial que lo hace por ellos. – Jonghyun le respondió y Kibum se giró sorprendido.
– ¿Ya has despertado? – volvió a enfocarse en su tarea – ¿Puedes avisar la próxima vez que estás acercándote así no creo que un asesino se ha metido en mi casa?
– Eres un exagerado. – Jonghyun río y se sentó en una de las sillas que había frente a la barra americana mientras esperaba que su amigo terminara de preparar todo. Se divertía con sólo ver a Kibum moverse de un lado para otro para servir café en dos tazas, poner las tostadas en un plato y en otro unos bocadillos que había comprado un rato antes de que Jonghyun despertara. Cuando puso la taza azul (que Jonghyun había comprado específicamente para dejar en la casa de su amigo) frente a él, le dijo:
– Eres la mejor esposa que un hombre podría desear… – Kibum revoleó los ojos con una sonrisa en sus labios mientras tomaba su taza rosa entre sus manos y soplaba un poco el café. Jonghyun agarró una de las tostadas que estaba casi negra y agregó: – bueno, casi…
– En realidad – Kibum le quitó la tostada de la mano – éstas son “quemadas” es una nueva receta. – acto seguido le dio un mordisco y su cara de disgusto fue tan obvia que Jonghyun no pudo evitar echarse a reír. Kibum volvió a dejar la tostada en el plato. – ¡Termina tu café y vete de mi casa!
– Está bien, está bien – Jonghyun respiró un poco –, lo siento. Son las mejores quemadas que he visto en mi vida.
– Por supuesto que lo son. – Kibum tomó un sorbo de café para ocultar su sonrisa.
Continuaron desayunando en silencio hasta que Jonghyun se atrevió a preguntar lo que ambos estaban pensando:
– ¿Irás a hablar con Minho?
Kibum suspiró y bajó su mirada, Jonghyun pudo notar que sus ojos brillaban un poco, como si fuera a empezar a llorar de nuevo, sin embargo Kibum parpadeó dos veces y lo miró con una sonrisa antes de responder:
– Me debe una explicación, ¿no?
Jonghyun de pronto perdió el apetito. Dejó el bocadillo que estaba comiendo al lado de su taza, luego contestó:
– ¿Aún quieres escuchar sus explicaciones? ¿De verdad, Kibum? Sabes que caerás otra vez. Ya lo has hecho antes. Kibum, no quiero verte sufrir más por ese imbé…
– No volveré a caer, Jjongie. – escucharlo llamarlo por ese apodo infantil hizo que él mismo cayera bajo sus encantos una vez más, suavizó su mirada y suspiró alejando su mirada de la de Kibum. – Lo prometo, Jjong.
Pasaron unos minutos más mientras Jonghyun se decidía en que era lo que debía hacer. Lo único que quería en ese momento era golpear a Minho, supuso que Kibum estaría en contra de eso, pero de todas formas no quería que fuera él sólo a hablar con el otro chico, así que rompió el silencio con una sola frase:
– De acuerdo, pero yo te acompañaré.
– Jonghyun…
– No los escucharé, me quedaré quietito en mi lugar mientras espero a que hablen, lo prometo.
Kibum suspiró pero asintió. Se sentiría más seguro si Jonghyun lo acompañaba, saber que él lo estaría esperando para consolarlo luego lo hacía sentir mejor. Definitivamente Jonghyun era su mejor amigo.
– Ahí está. – Jonghyun movió su cabeza hacia la dirección en la que se encontraba Minho sentado en un banco del parque esperando a Kibum, se veía muy concentrado en lo que sea que estuviera haciendo con su celular. – Yo esperaré aquí. – Jonghyun se sentó en el banco que se encontraba al lado de ellos y sacó su celular para luego conectar sus audiculares a éste.
– Deséame suerte… – le pidió Kibum.
– Suerte. – dicho esto se puso los audiculares y comenzó a buscar qué canción escucharía. Kibum suspiró y se dirigió hacia Minho sin notar la mirada que Jonghyun le dio.
Sólo hablaré con él diez minutos. Será suficiente para escuchar lo que tiene que decir, pensó. Mientras se acercaba al chico no pudo evitar recordar cómo se sentían sus labios sobre los suyos, cómo se sentía cuando lo atrapaba entre sus fuertes brazos, cómo se sentía cuando le hablaba con su gruesa pero hermosa voz… Todavía amaba a Minho. Fue la primera relación que tomó enserio, fue el primer chico de quien se enamoró de verdad, no como los anteriores que sólo habían sido caprichos pasajeros. Mientras borraba la distancia que los separaba no pudo evitar pensar que hoy se veía muy bien. Se reprendió mentalmente por el pensamiento.
– Minho. –habló cuando llegó hasta él, deseando que su voz sonara firme. Minho levantó su mirada y al reconocerlo se paró y tomó sus manos entre las suyas, el movimiento hizo que Kibum casi dejara caer su celular al que llevaba en su mano.
– Kibum… – Minho clavó sus grandes ojos en los suyos, se veía realmente triste, su voz sonaba casi desesperada. Casi. Si tan sólo Kibum no lo conociera bien se habría creído su actuación… otra vez.
– Minho. – repitió.
– Has venido… creí que… – se mordió el labio y desvió su mirada por un segundo antes de volver a los ojos de Kibum. Soltó un suspiro y atrajo a Kibum hacia sí. – Lo siento. – fue lo único que dijo. Kibum sabía que no debía dejarse encantar, sin embargo esperó un segundo más antes de alejarse de él empujándolo un poco en el proceso.
– No he venido a ofrecer caridad. – dijo mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho para impedirles que haga algo estúpido como volver a rodear la cintura de su ex novio.
Minho soltó una risita nerviosa mientras desviaba la mirada, se pasó una mano por el cabello y volvió a centrarse en él.
– Escucha, Kibum, enserio lo siento. No creí que pasaría algo así, no estaba en mis sentidos, ni siquiera recuerdo todo lo que pasó, sólo tomamos un poco y luego… bueno, ya sabes el resto. Lo siento de verdad.
¿Enserio llamas a eso una disculpa? ¿Y qué clase de excusa es esa?
– No me importa si estabas borracho o no, el punto es que lo hiciste... – Minho intentó interrumpirlo:
– Vamos, Kibum, todos nos hemos emb… – pero él no dejó que lo hiciera.
–… otra vez.
Eso hizo que Minho cerrara su boca fuertemente. Chasqueó su lengua y desvió la mirada de nuevo. Parecía que estaba pensando alguna otra excusa, porque eso era lo único que Minho sabía decir: excusas. Finalmente habló:
– Kibum, realmente lo siento. Eso no significó nada para mí, sólo fue algo de una noche, ni siquiera he vuelto a hablar con Taemin desde que pasó.
– ¿Taemin? Así que ese “algo de una noche” tiene nombre… – soltó una risita y apretó más fuerte sus brazos contra su pecho. No le gustaba golpear gente pero estaba deseando aunque sea hacerlo una vez.
– Kibum, por favor… – Minho apoyó sus manos en sus hombros y acercó su rostro un poco más al de él. – sólo te amo a ti.
Kibum sabía lo que iba a pasar ahora: Minho le explicaría las cosas una y otra vez, le pediría perdón mil y un veces, le diría de nuevo cuánto significaba para él y lo besaría. Y también sabía que el orden en que ocurrirían las cosas sería el inverso a ese.
Minho se acercó lentamente al tiempo que cerraba los ojos, Kibum apretó los ojos con fuerza esperando el roce de los labios del menor con temor pero con una estúpida ansiedad. Kibum, no deberías dejar que esto pase, se dijo, pero realmente no le importaba. A apenas unos milímetros de la boca de Kibum, Minho susurró su nombre para luego juntar sus labios con pasión. Sin embargo Kibum se apartó bruscamente.
– ¡Minho! – gritó y llevó sus manos a su cabeza mientras tiraba un poco su cabello. Dios, ¿por qué soy tan estúpido?
– Ki…
– ¡No, Minho, cállate! – espetó y lo miró ferozmente. Bajó sus manos y apartó la mirada con un suspiro. Dejó que pasaran unos minutos para poder tranquilizarse.
– Escúchame, Kibum, por favor…– rogó Minho otra vez – déjame explicarlo bien.
– Minho. – Kibum volvió a centrar su mirada en la de él, sus ojos estaban a medio camino entre la ira y el dolor. – Minho, no puedes arreglar lo que ya has destruido. Te di otra oportunidad la última vez y prometiste que no volverías a hacerlo, incluso prometiste que tomarías menos alcohol.
– Sabes que…
– Sí, exacto: sé que eres así.
– No era eso lo que quería decir… – Minho bajó la mirada.
– Eres manipulador y egoísta, no volveré a caer en tus juegos, Choi Minho. – Minho levantó la mirada rápidamente, en sus ojos se veía la desesperación y el temor de realmente perderlo.
– Kibum, enserio te amo. Sabes que te amo, ¿cierto? – intentó volver a tomarle la mano pero Kibum no dejó que lo hiciera.
– Sí, lo sé, lo malditamente sé y lo peor es que… – no pudo seguir, simplemente no pudo seguir, si decía que lo amaba en voz alta toda la confianza que había obtenido se desmoronaría. – No puedo seguir así, Minho, no puedo.
– Sólo dame una última oportunidad, por favor. – Minho volvió a sentarse en el banco, no tenía fuerzas suficientes para permanecer parado.
Kibum observó como agachaba la cabeza y pasaba sus manos por su cabello y la parte de atrás de su cuello como siempre solía hacer cuando se encontraba perdido, podía notar que Minho tampoco lo estaba pasando bien, esto ya no era una actuación, él era sincero con sus sentimientos. ¿Por qué tenía que ser así? Kibum no podía entenderlo, lo intentaba pero no podía hacerlo. Verlo así lo hacía sentir como la mierda, realmente le dolía muchísimo. ¿Cómo podía haberse enamorado tanto de ese chico? ¿Cómo podía quererlo tanto? ¿Era humano eso? ¿Era normal eso? Sabía que si seguía pensando cosas así jamás podría irse y tenía que hacerlo. ¿Por qué tenían que ser así las cosas? ¿Por qué?
Tomó una gran bocanada de aire antes de hablar por última vez:
– Ya has tenido la oportunidad que merecías y no has sabido aprovecharla. Adiós, Minho.
Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia donde Jonghyun lo esperaba, intentó hacerlo a una velocidad normal pero sus piernas le pedían correr, alejarse de Minho todo lo que pudiera hasta encontrar un lugar seguro para llorar. Escuchó su voz llamándolo varias veces pero no se volvió.
– ¿Han terminado? – Jonghyun le preguntó al ver que aparecía de repente frente a él.
– Vámonos de aquí. – fue lo único que Kibum logró decir.
Jonghyun notó que hacía su mayor esfuerzo para impedir que lágrimas recorrieran sus mejillas así que tomó la mano de su mejor amigo y comenzó a correr. ¿A dónde? No importaba, sólo sabía que tenía que sacar a Kibum de ahí. Corrieron hasta llegar a una calle casi desierta cerca del departamento de Jonghyun. Frenaron para recuperar aire y entre respiraciones entrecortadas Jonghyun le dijo:
– Ya estás a salvo.
Kibum se acuclilló en donde estaba y escondió su rostro entre sus piernas y debajo de sus brazos como solía hacer. Jonghyun pudo escuchar sus sollozos. Pasó una mano por su cabello y se mordió el labio inferior con fuerza hasta que sintió el sabor metálico de la sangre.
– Hey, Kibum, no llores aquí, vamos a mi casa, estamos cerca. – dijo pero Kibum no se movió.
Realmente te odio, Choi Minho. Juro que te mataré, lo juro.
Levantó a Kibum con suavidad y lo abrazó. El menor escondió su rostro en el pecho de su amigo y agarró con fuerza la camiseta que el otro llevaba puesta.
– ¿Por qué tiene que terminar así, Jonghyun, por qué? – musitó.
– No lo sé, Bummie, no lo sé.
– Todavía lo amo, Jonghyun.
Lo sé. Y por eso lo odio tanto, fueron las palabras que no se atrevió a decir en voz alta.