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About Us por Nayen Lemunantu

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Capítulo XI

 

—20—

No esperaba verle cuando entrara a la habitación, lo busqué por todas partes cuando reaccioné pero no lo pude localizar, temí porque le hubiera pasado algo cuando volví al hotel y él no estaba, era una ciudad que no conocía y podía haberse perdido, pero ahí estaba, soltando palabras inconexas tratando de explicar lo que él inició, pero algo que yo había llevado más allá de lo que debí.

—No tienes nada qué explicar —espeté notando cómo dejaba salir algunas lágrimas que rápidas rodaron por su rostro, tuve la necesidad de acercarme y limpiarlas, deseaba secarlas con mis labios si era necesario. Di unos pasos hacia él con la intensión de acercarme y entonces me detuve cuando miré la marca de una mordida sobre su clavícula.

¿Yo había hecho eso?

Estaba tan perdido en las sensaciones tan fuertes y placenteras que recorrían mi cuerpo cuando estábamos juntos, que ni siquiera me di cuenta que había hecho tal cosa, sólo esperaba que no tuviera algún problema o inconveniente en el trabajo. Sabía que siempre le podían maquillar algo así pero… me sentí culpable y no estaba seguro qué decir en realidad.

Por un lado él parecía triste por lo que pasó, confundido y no de una manera positiva para mis sentimientos, yo diría que parecía arrepentido. Quizás esa fuese la palabra correcta para describir la manera en que se encontraba Kise. Contrario a lo que yo sentí, cuando él me besó el mundo se detuvo, no me importó el lugar o lo que había sucedido en el día, tampoco el mal humor o la nostalgia de lo que le contaba, todo se desvaneció con su cercanía, con sus labios sobre los míos y por un momento pensé que había leído entre líneas y comprendió que él era esa parte tan importante que yo defendí.

Pero no fue así, ahora, viéndole ahí tan desolado, tan triste, tan…

Eliminé los pasos que nos separaban, aventurándome a pesar de que existiera la posibilidad de que rechazara mi contacto después de lo sucedido. Extendí con algo de duda mi mano y la coloqué sobre uno de sus hombros para llamar su atención.

—Kise, yo… —con mi mano libre tomé su rostro de la mejilla para obligarle a verme, sus ojos estaban rojos, parecía haber estado llorando y eso hizo que me sintiera totalmente rechazado sin haberme confesado siquiera. Era quizás la manera más patética en que podía sentirme, pero ¿qué podía pensar si estaba así por lo que pasó entre nosotros?— Gracias por escucharme cuando más te necesité, en realidad eres un gran amigo y quizás el único que tengo ahora —dije tratando de mirar más allá de la expresión de su rostro.

—Kagamicchi, pero yo…

—¡Ey! Mañana tienes sesión y si vas con esas ojeras te devolverán —le regañé. No sabía ni siquiera por qué estaba desviando el tema, ¿por qué no aclaraba de una maldita vez lo que había sucedido entre ambos? ¿Por qué le daba vueltas al asunto?

Le noté dudoso, como si no comprendiera del todo mi actitud y sobre todo la forma en que desvié la conversación.

—Kise, yo… lo último que quiero es perderte, para mí tú eres… eres, bueno yo… —hice una pausa, ¿qué rayos estaba haciendo?, ¿queriéndome confesar? ¡Era algo estúpido! No podía decirle que había comenzado a sentir tantas cosas por él que me era imposible verlo como un amigo. Este viaje era de Kise, era su oportunidad de despegar internacionalmente y yo no podía arruinarlo haciéndole sentir incómodo por rechazarme, suficiente era con su reacción asustada y arrepentida ante lo que hicimos horas atrás—. Eres mi amigo, eres demasiado importante y lo último que deseo es que una situación en la que tratabas de animarme se salga de control y terminemos incómodos.

Le miré dudoso, segundos después sonrió.

—Está bien Kagamicchi, tú también eres un buen amigo para mí y no quiero que esto nos afecte.

—Entonces, ¿cómo si no hubiera pasado nada? —Pregunté muy en contra de lo que yo deseaba en realidad.

—S-sí —algo me decía que no estaba muy convencido, su sonrisa no parecía la de siempre, supongo es normal que no pueda olvidar algo así tan de pronto, así que por el momento trataré de aparentar que no pasó nada.

Esa noche me fue imposible conciliar el sueño. Los recuerdos tan frescos que tenía de su cuerpo bajo mi toque, de sus labios sobre los míos… Me era imposible detener ese curso que tomaban mis pensamientos, así que tuve que meterme a bañar dos veces, la última con agua fría a mitad de la noche, esperando con eso que la calentura se me bajara.

—21—

Pasaron dos días más en los que esos silencios incómodos que hubo después del incidente se vieran reducidos a la nada. Parecía que una vez más estábamos bien, o por lo menos yo podía fingir que así era. Esa mañana en particular, él había recibido el día libre muy a pesar de los directivos, ya que tuvieron un problema con parte del staff que les ayudaba y ahora era un paro forzoso que esperaban no durara más de ese día.

—Tienes todo el día libre, ¿hay algo especial que te gustaría conocer? —Pregunté saliendo de bañarme, completamente vestido y sacudiendo mi cabello con una pequeña toalla.

—No lo sé, ya he visto mucha playa. Tú vivías aquí, ¿qué otra cosa se te ocurre? —Dijo con ese tono alegre. Él se veía listo, había entrado a bañarse primero para estar listo para sus grabaciones cuando le hablaron sobre el problema técnico que estaban atravesando.

Salí del baño luego de dejar la toalla colgada y rasqué mi nuca mientras me reía un poco ante el hilo de mis pensamientos. Mientras me duchaba pensé en llevarle a conocer mi segunda afición deportiva, el surf.

—La verdad es que cuando vivía acá, me la pasaba en las canchas de básquet del centro a donde fuimos antes, o de lo contrario estaba en una parte de la playa que es excelente para practicar surf. Así que no es que conozca muchos lugares turísticos además de la playa —dije evidentemente apenado—. Te conseguiste al peor guía turístico de Los Ángeles —puntualicé.

—No digas eso Kagamicchi, no recordaba que también te gustaba el surf, pero me encantaría intentarlo. La verdad es que nunca lo he practicado… —Kise parecía algo pensativo, quizás un poco dudoso cuando dijo aquello.

—No estarás dudando de tus habilidades, ¿cierto? —Recibí su sonrisa como respuesta, antes de que me contestara.

—Para nada, estoy seguro que antes de que acabe el día seré mejor que tú —comentó en tono de broma.

—Te hace daño juntarte tanto con Aomine, ¿sabes? Se te está pegando lo presumido —dije mientras ambos reíamos un poco ante mi comentario—. Entonces, ¿está bien que hoy te muestre más playa? —Enfaticé de manera obvia la última parte de mi pregunta.

—No importa, estoy seguro que será divertido aprender a surfear…

—Entonces llévate puesto tu traje para nadar —avisé.

Tardamos alrededor de una hora en estar listos y en el lugar indicado. La costa perfecta para nadar, estaba alejada de la playa donde se podían ver a las familias en la arena, algunos tomando el sol para broncearse y otros simplemente jugando mientras hacían figuras con la blanca arena. El lugar al que habíamos llegado estaba retirado, los únicos que pululaban por ahí eran otros que al igual que nosotros venían con la intención de practicar surf.

Previamente habíamos rentado un par de tablas en una tienda que estaba a varios metros. Cuando llegamos a una zona rocosa, parecida al lugar donde él y yo habíamos tenido nuestro encuentro días antes, me sentí algo incómodo con el recuerdo, sobre todo cuando miramos a un grupo de jóvenes que a esta hora de la mañana ya estaban comenzando a tomar y fumar marihuana, todos llevaban trajes de surf.

—¿Tú también venías a hacer eso tan temprano? —Preguntó Kise acercándose hasta donde estaba y parándose a mi lado. No me miró así que no supe si estaba bromeando o su pregunta iba en serio, por lo que sólo respondí con la verdad.

—Lo hice un par de veces como experiencia, pero no es lo mío, algo que pueda perjudicarme en lo que más amo hacer, no es de mi gusto —confesé elevando los hombros. Giré mi vista hacia él y solté la misma pregunta— ¿Tú lo has hecho?

—Es raro, porque son cosas que se ven demasiado en el ambiente donde trabajo, todo eso del alcohol, drogas y ese tipo de situaciones son muy comunes entre los modelos… —comenzó a platicarme—. Pero nunca ha llamado mi atención terminar dependiendo de algo para sentirte bien, mucho menos algo que daña tu cuerpo de esa manera.

—Tienes razón —dije en un murmullo mirando hacia el mar.

—Todo es por la curiosidad que lleva a muchas personas a experimentar algo que de antemano saben que les hará daño —las palabras de Kise sonaban amargas. Me hizo preguntarme si él habría experimentado alguna situación similar.

No supe qué decir así que comencé a caminar acercándome al agua.

—Vamos, comencemos porque no quiero que digas que no tuviste el tiempo suficiente para vencerme, como dijiste que lo harías —dije tratando de romper el momento tan serio que se había formado.

Su sonrisa, esa que me iluminaba cada mañana desde que estábamos aquí, apareció otra vez, quizás tan sincera como no la había mirado en días. Fue por ello que de pronto me sentí contagiado de una felicidad que no entendía de dónde provenía.

Cuando estábamos unos metros alejados de la orilla comencé a darle instrucciones.

—Tienes que permanecer sentado así, cuando veas que se acerca una ola comienzas a ponerte de pie, pero ajusta tus pies de manera que puedas crear un equilibrio. Te recomiendo flexionar las rodillas e inclinarte un poco al frente —expliqué.

—¿Por qué no lo haces y me demuestras cómo se hace, Kagamicchi?

—Está bien, olvidaba que eres una persona visual —dije refiriéndome a su manera de aprendizaje, sabía que para Kise, sólo bastaba con ver alguna técnica para entonces repetirla y en su mayoría de veces, mejorarla.

Busqué con la mirada una ola que se aproximara hacia mí, me senté como le había explicado antes y cuando sentí cómo crecía bajo de mí el mar, entonces me paré en el centro de la tabla, inclinando mi cuerpo al frente y separando los pies, manteniéndolos bien plantados en la firmeza de la tabla. La ola creció, volviéndose tan grande que me cubrió totalmente mientras yo agachaba el cuerpo aún deslizándome sobre la tabla por el centro de la ola hasta que ésta se desintegró y salí de en medio.

—Wooow, ¿viste eso? —Pregunté emocionado— Tenía muchísimo tiempo que no practicaba surf, había olvidado lo bien que se siente —dije recibiendo otra ola golpeándome el cuerpo y alejándome un poco del lugar donde estaba Kise.

—Bien, ahora es mi turno, Kagamicchi —Kise me guiñó un ojo, estaba seguro que trataría de hacerlo mejor que yo, para de esa manera dejar en claro que él era bueno en todos los deportes. Y de alguna manera, muy en mi interior esperaba que así fuera, quería compartir algo con él además del básquetbol, porque a pesar de que ambos jugábamos ese deporte, no era yo quien se lo había mostrado, no era a mí a quien en realidad admiraba y por quien había iniciado…

Ese no era yo.

Y de alguna extraña y absurda manera, quería su reconocimiento, deseaba saber que Kise me admiraba. Quizás fuese una idea ridícula, bastante egocéntrica por querer la admiración de alguien más, pero no era por ello que yo quería eso, no, se trataba más queeso, yo… quería ser reconocido por él.

Estaba confirmado, de una y muchas maneras lo terminé confirmando. Venía arrastrando sentimientos por Kise desde antes de viajar con él. No estoy seguro cuándo o cómo es que todo esto comenzó, pero su constante cercanía, su manera alegre de ser que me contagiaba, sus constantes abrazos cuando me miraba, todo… todo me tenía así. Completamente enamorado de él.

Y por donde lo viera era una tontería, haberle dicho que sólo éramos amigos. Quizás debí ser sincero y confesarme, sin importar si recibía un rechazo, pero otra vez, pensar en que este es su viaje, un momento importante para él y que yo no debo arruinarlo me deja una vez más, sin posibilidad de decirle.

—Ahí viene una buena ola, prepárate —avisé, manteniéndome pendiente por cualquier cosa que pudiera suceder, no dudaba de sus habilidades pero después de todo, no podía dejar de preocuparme.

—¡Mírame Kagamicchi! —Y no hacía falta que él me lo pidiera, yo estaba más que embobado.

La manera tan perfecta en que se puso de pie, era casi increíble ver cómo al igual que yo, él iba siendo cubierto poco a poco por la ola, agachando su cuerpo y estirando los brazos a los lados para mantener su equilibrio. El agua pasaba por encima de él sin tocarlo, mientras Kise se deslizaba con estilo a través de la ola, dejándose llevar por la corriente de ésta hasta que el agua le liberó.

—¿Lo hice bien o qué? —Preguntó conociendo la respuesta.

Desde lejos le sonreí.

—Lo hiciste bien pero yo lo hago mejor —dije sólo para meterme con él.

Kise sonrió divertido. Parecía dispuesto a superar al maestro. Y yo contaba con que él tratara de hacerlo.

Cuando el cielo se tornó anaranjado, salimos definitivamente del agua, dejándonos caer sobre la arena de forma pesada.

—Estoy muriendo de hambre —dije cerrando los ojos y manteniendo mis brazos extendidos de lado a lado.

—No es para menos, sólo hemos desayunado y eso fue muy temprano —dijo Kise, sentado, con ambos brazos estirados hacia atrás de su cuerpo deteniéndole para no caer— ¡Nunca pensé que fuese tan agotador! —Admitió en voz alta antes de dejarse caer sobre la arena mojada al igual que yo.

La marea estaba alta, por lo que de pronto el agua llegaba hasta donde estábamos nosotros, cubriendo parte de nuestras piernas solamente.

—Y… Kagamicchi —después de un silencio de quizás un par de minutos, Kise comenzó la plática de nuevo.

—¿Qué pasó, Kise? —Pregunté aún exhausto, a punto quizás de quedarme dormido en el lugar que estaba.

—¿Ya hablaste con tu mamá?

Sabía que hablar sobre ese tema era recordar inevitablemente lo que pasó entre nosotros, ya que fue aquel incidente el que nos había llevado a… tener ese momentotan íntimo. Cerré los ojos y suspiré, apretando una de mis manos, llenándola de arena.

—La verdad no, me ha marcado varias veces y no he querido contestarle, no sé qué decirle, ni siquiera en mis épocas de rebeldía tuve un problema con ella como ese día. La verdad es que no sé qué hacer —confesé resignado, tratando de ignorar el subtema que traía consigo esa plática.

—Pero, el problema fue con tu padrastro, ¿no? No deberías ignorarla, quizás puedas citarla en algún lugar, invítala a comer, platica con ella. Seguro eso le hará sentir bien a ambos —dijo.

Giré mi vista y noté que los ojos amarillos de Kise me miraban directamente. Sonreí ante su gesto. Como un impulso que mi cerebro no alcanzó a registrar, estiré mi mano y tomé la suya, sonriéndole un poco.

—Muchas gracias, por todo Kise —hice una pausa, no sabía qué hacer, por un lado no deseaba soltar su mano y por otra parte sabía que tenía que hacerlo. Pero me mantuve así, con ese contacto tan sutil.

Él no hizo nada por apartarse y yo tampoco por retirarme. Busqué con mi mirada la suya, quería ver su aprobación en sus ojos y ahí estaba Kise, rehusándose a mirarme, con la cabeza girada hacia el otro lado.

¿Qué significaba eso?

Mi reacción inmediata fue soltarlo, quizás estaba dando por hecho que ya habíamos olvidado el asunto cuando en realidad no era así. Y lo que yo más quería era eso, que ambos pudiéramos avanzar y dejar atrás ese incidente.Sino saldría nada bueno de eso, por lo menos no quería perder su amistad.


 


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