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About Us por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Queridas lectoras, sabemos que las hemos hecho sufrir un montón para llegar a este momento, así que Zhena y yo esperamos que disfruten los siguientes capítulos.

 Capítulo XIII

 

—23—

Escucharlo llamándome por mi nombre no hizo más que avivar la llama que ya crecía en mi interior y se reflejaba en mi entrepierna. Las palmas de mis manos se adhirieron en la pared creando una valla para evitar cualquier intento de huída de su parte mientras mis labios no podían separarse de los suyos.

En verdad estaba excitado, y mucho. Mis neuronas ahora no querían funcionar, todo mi cerebro estaba concentrado en grabar a la perfección el relieve de ese cuerpo, la suavidad de esa piel y la temperatura que antes era fría debido al agua de la playa y que ahora parecía haber subido al igual que la mía.

Sentí sus manos posándose sobre mi pecho como si intentara empujarme, pero contrario a eso se deslizaron con las palmas abiertas tocándome, el roce iba en descenso hasta llegar a la orilla de la toalla que de puro milagro seguía atada a mi cadera. Su toque despertó mi ansia y llevé mis manos a la parte abdominal, recorriéndome hacia la espalda en un acto que parecía en cámara lenta mientras mis besos también cambiaban de rumbo, viajando por la mandíbula y llegando hasta la clavícula cuando mis manos llegaron a su trasero.

Con ambas manos le apreté los glúteos atrayéndolo hacia mí y haciendo que nuestras pelvis chocaran, flexioné ligeramente las rodillas y volví a pararme erguido para crear una fricción en esa área que ahora gracias a mis manos estaba tan pegada. Él gimió despacio, y por el contrario yo sólo pude contener la respiración ante la arrolladora sensación que ese simple movimiento provocó en todo mi cuerpo.

Mordí con los labios lo largo de su clavícula, al mismo tiempo que llevaba una de mis manos debajo de su trasero hasta tomar la parte posterior de su muslo y elevarlo, ahora me envolvía con su pierna por la cadera y la otra le detenía aún de pie. Sus manos no paraban al igual que las mías, incluso, esa nueva posición había provocado que la toalla que era lo único que me cubría hasta ahora, se aflojara y estuviera a nada de caerse y dejarme por completo desnudo frente a él.

Devolví la línea de mis besos hacia sus adictivos labios una vez más, el roce de nuestras lenguas fue de inmediato pues ésta ya me esperaba un poco fuera de sus labios, su cabeza se inclinaba en sentido contrario a la mía para ajustarse mejor, estábamos tan bien coordinados en ese momento, que incluso el suave vaivén que comencé contra su cadera era secundado por la suya, la pierna que me envolvía me apretaba con fuerza en el momento preciso en que su cadera se movía hacia enfrente para chocar contra la mía. Repitiendo el proceso una y otra vez como si le estuviera penetrando pero en realidad eran nuestros miembros los que chocaban uno con otro.

Para ese segundo, la toalla estaba en el suelo y yo me encontraba desnudo, era una desventaja y yo deseaba tocar más de su piel, por lo que llevé mis manos hacia su cadera con la intención de retirarle por completo esa prenda que ya estaba a medio salir, cuando el sonido de alguien más aclarando ruidosamente su garganta me hizo volver abruptamente a la realidad.

—Estamos por cerrar, ¿les importaría apresurarse a salir? —Cuestionó uno de los que atendían el local.

Sentí a Kise escondiendo su rostro en mi pecho, yo giré un poco la cabeza para contestarle pero sin soltar el cuerpo entre mis brazos.

—Está bien, ya vamos —la verdad es que me sentía bastante avergonzado pero Kise me ganaba, él estaba completamente sonrojado por lo que me apresuré en contestarle para que se fuera y así pasó, el tipo que nos interrumpió salió de ahí—. Creo que… deberíamos…

—Sólo me enjuagaré rápido la arena —y antes de que yo pudiera decir alguna otra cosa, Kise ya estaba encerrándose en el área de la regadera, suspiré y miré hacia abajo, mi erección ahora estaba a la mitad, se había bajado un poco debido a la sorpresa y al desagradable momento en que nos interrumpieron así que traté de relajarme mientras me cambiaba para que Kise no me encontrara aún con ese bulto sobresaliendo de mis pantalones.

—24—

Llevábamos rato en el local al que habíamos decidido entrar para comer, la verdad es que ninguno había mencionado nada sobre el incidente y de alguna manera me causaba más incomodidad pretender que no sucedió nada, a tratar el tema aunque fuese en forma de broma. El detalle era que ya no entendía la situación, ¿qué iba a pasar de ahora en adelante?

¿En qué se suponía que nos estábamos convirtiendo? ¿En amigos con derecho a sexo?

No era eso lo que yo quería, pero tampoco sabía cómo traer a colación el tema sin que Kise pareciera entrar en pánico y evitara hablarlo como lo hizo en la playa, aunque no estoy seguro qué es lo que él creyó que yo iba a decir, por ello es que intenté relajar el ambiente mientras cenábamos algo.

—Bueno, ya tendrás una historia vergonzosa para contar después sobre tu viaje a Los Ángeles —dije a modo de romper el hielo que se creó. Aunque es bastante obvio que no era de esas historias que pueden irse contando por ahí.

—Ni lo digas, que vergüenza Kagamicchi —dijo volviéndose a sonrojar un poco pero sonriendo de manera suave mientras llevaba el tenedor a su boca con comida.

—¡Ey pero yo me llevé la peor parte! —Continué bromeando— Ese tipo miró mi trasero desnudo —dije antes de morder mi hamburguesa.

Noté la risa ahogada de Kise que estaba tomando un trago a su bebida, incluso terminó tosiendo quizás al sentir que se ahogaba con dicho líquido.

—Eres un tonto, Kagamicchi. Además si nos vamos a poner a comparar, creo que yo tengo la peor parte porque a mí sí pueden reconocerme después —agregó apuntándome con su tenedor acusadoramente, se notaba que jugaba y eso me gustaba ya que significaba que a pesar de hablar sobre ese tema que fue tabú la primera vez que sucedió, ahora lo estábamos tratando más abiertamente.

Aunque no llegáramos a ninguna conclusión pero por lo menos ninguno parecía tan molesto o incómodo con el tema.

—Estoy seguro que les hicimos el día —comenté arrojando dentro de mi boca algunas papas fritas antes de beber de mi refresco.

—¿A qué te refieres?

—¿Crees que no están ahora mismo comentando sobre eso? Además que ya tienen algo para reírse un rato.

—Kagamicchi, deja de decir eso, qué vergonzoso, por eso me escondí en cuanto escuché la voz ajena, aunque ya me habían visto cuando entré —explicó haciendo una mueca en forma de desagrado con sus labios.

—Ni creas que no me di cuenta que me usaste de escudo. Me debes una por eso—advertí.

—¡Es tu culpa! —Se quejó subiendo un poco la voz— ¡Tú fuiste el que siguió cuando te dije que no!

—Tampoco parecías muy en desacuerdo, Kise, no finjas —entonces le miré desviar la vista y girar su rostro, pensé que quizás había dicho algo que no debí y que volveríamos al inicio, pero aún cuando no volvió a comentar nada sobre ese tema, siguió comiendo con una sonrisa divertida impresa en los labios.

El camino de regreso al hotel lo hicimos en taxi, la verdad es que no estábamos tan lejos del hotel como para tomar uno, pero sí nos sentíamos lo suficiente agotados debido al esfuerzo que implica nadar y surfear prácticamente todo el día, tenía mucho tiempo que no hacía aquello y mi condición dentro del agua no era tan buena como lo fue cuando vivía aquí. Definitivamente el básquetbol no era lo mismo.

Cuando llegamos a la habitación revisó con detenimiento su celular prácticamente desplomándose en uno de los sillones del recibidor mientras yo me metía al baño. Pensé que quizás sería una buena idea relajar los músculos después del ejercicio al que nos habíamos expuesto. Busqué entre los diferentes envases que había dentro del baño y ahí encontré unas sales minerales, perfecto.

Abrí la llave del jacuzzi que estaba en el baño y que hasta ahora no habíamos utilizado para nada. Creo que era momento, quizás y ya más relajados podría hablar con él sin que tratara de interrumpirme y por fin escuche lo que tengo que decirle. Me gustaría dejarle en claro que mis sentimientos hacia él son más que sólo de amigos, y que mis intenciones no son precisamente el ser compañeros de sexo casual o como le llaman coloquialmente, amigos con derechos.

Agregué un poco de las sales y esperé a que el jacuzzi tuviera poco más de la mitad de capacidad de agua que soportaba, y entonces salí del baño.

—Kise, ven deja eso —solicité parándome junto al sillón y quitándole el celular, tomé su mano ante su sorpresa y dejé el aparato en la mesita de en medio y caminé sin soltarle la mano en ningún momento.

—¿Qué planeas, Kagamicchi? —Preguntó, pero sin oponerse en ningún momento.

Entramos al baño y me paré detrás de él, dejándolo justo al lado del jacuzzi que tenía agua lo suficiente caliente para devolverle la vida a nuestros músculos agarrotados debido al exceso de ejercicio, un poco de estrés por el trabajo de Kise y sin contar el exabrupto de hace rato con aquel tipo que nos interrumpió.

—Un momento de relajación, creo que es bien merecido, ¿no? —Cuestioné. Él sonrió, parecía que la idea le causó alegría y estaba en total acuerdo.

—¡Me parece genial, gracias Kagamicchi! —Se giró hacia mí para contestar y pude ver esa expresión tan típica de él, tan honesta y contagiosa—. Creo que en verdad lo necesito, practicar surf no es nada sencillo y no quiero ir tan molido a la sesión de mañana —comentó con una de sus manos sobre la curva de su cuello mientras giraba su cabeza tratando de destensar esa área.

—¡Entonces no hay qué esperar, todo está listo! —Avisé. Él me miró confundido y entonces entendí que él no había comprendido del todo— ¿Qué crees que sólo lo hice para ti? ¡Claro que no! Hay suficiente espacio para ambos así que no seas egoísta, también estuve todo el día enseñándote cómo surfear —expliqué.

—Y-yo puedo entrar después si prefieres… —y ahí estaba otra vez huyendo de la situación.

—Claro que no, ahora vas a entrar o mañana no podrás ni moverte, te lo aseguro —me paré de nuevo frente a él, mis manos tomaron su camisa rápidamente y comencé a desabotonarla— Relájate, no pasa nada —murmuré, mientras abría uno a uno los botones, mis ojos no se despegaban de los suyos. A ésta distancia podía notar con facilidad lo largas que eran sus pestañas, el color de ojos tantransparentes, su ceja que no es tan gruesa como la mía pero tampoco afeminada, había un impulso que me obligaba a acercarme y aunque por un momento creo que lo hice, me detuve ya que en verdad quería hablar las cosas con él.

—Yo… puedo hacerlo —admitió sonriendo y girándose para darme la espalda, observé entonces desde mi posición cómo retiraba su camisa ahora totalmente abierta, los músculos de su espalda contrayéndose ante los movimientos de sus brazos hacia atrás retirando esa prenda.

Sentí que incluso contuve la respiración cuando su pantalón comenzó a deslizarse casi en cámara lenta a través de sus piernas y no paró hasta llegar al suelo, me mantuve inmóvil, casi como estatua firme en donde estaba cuando le observé realizar esa especie de striptease frente a mí, aunque yo lo miraba todo desde atrás no dejaba de ser igual de sexy.

Esperé a que también retirara su ropa interior pero no lo hizo y comenzó a meterse al jacuzzi sin verme. A pesar de que tenía ganas de decirle que no fuese tan vergonzoso y que podía quitarse todo, sentí que quizás estaría de más mi comentario y preferí hacer lo mismo para meterme también. Retiré mi camisa, después mis pantalones y llevé con ellos el bóxer que cayó al suelo junto a lo demás, metiéndome en sentido contrario a donde estaba Kise. De esa manera podía verle de frente y así sus piernas quedaban estiradas por completo al lado de las mías que también lo estaban, gracias a que el jacuzzi era lo suficiente amplio para ello.

Me puse cómodo, estiré ambos brazos en la orilla de aquella tina y prendí la función de hidromasaje, enseguida sentí el agua burbujear y sólo pude dejar salir un gemido de placer ante la sensación que me brindaba esa acción.

—Esto sí es relajante, ¿no? —Pregunté para sacar conversación pues llevábamos rato sin intercambiar palabra. Noté que Kise se inclinaba un poco hacia un lado, quizás se había dormido— ¿Estás bien, Kise? —Cuestioné más alto y tocándolo con uno de mis pies para moverlo.

—Sí, perdón, me estaba quedando dormido —dijo sonriendo—, es que esto es tan relajante —mencionó, después cerró sus ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás por sobre la orilla de la bañera.

—Relaja tus hombros Kise, créeme te hará falta sino lo haces —comenté.

—Tienes razón —entonces se hundió un poco más, dejando que el agua le cubriera hasta la clavícula, permitiendo así que la función de hidromasaje actuara sobre la zona tan tensa que solían ser los hombros y la nuca.

Luego de varios minutos más en aquel aplastante silencio, volví a tomar la palabra.

—Kise, en la playa antes de ir a devolver los trajes y eso, te dije que quería hablar contigo… verás

—¿Qué tal un masaje? —Preguntó cortando lo que yo decía.

—¿Un masaje? ¿De qué hablas? —Le vi moverse hasta quedar a mi lado, dándome la espalda.

—Sí, un masaje, seguro con esas manos tan grandes eres bueno ayudando a relajar —una vez más Kise me interrumpía y cambiaba de tema, ¿tan renuente estaba a hablar conmigo sobre lo que nos estaba ocurriendo? ¡Bien, si eso quería!

Giré mi cuerpo y pasé mis piernas a cada lado de sus caderas desde atrás, quedando exactamente en la misma posición, como si fuésemos piezas de un rompecabezas ya armado. A propósito dejé mi pecho contra su espalda, él pareció brincar dentro de su piel pues sentí cómo se tensaba y trataba de huir, pero esta vez no se lo iba a permitir, no ahora.

—¿A dónde vas, Kise? —Pregunté sobre su oído, deteniéndole con ambas manos sobre sus hombros cerca de la nuca— Mis manos son excelentes dando masajes, ya lo verás, cierra los ojos y disfruta —murmuré de forma intencional sobre su oído. Estaba seguro que él se sentía como yo con respecto a este incontrolable deseo de tocarnos y devorarnos, pero no sabía hasta dónde llegaban nuestras similitudes, ¿también tendría sentimientos hacia mí o sólo sería el deseo y las hormonas llamándole?

Poco me importó estar desnudo y tan pegado a él. Dejé que mis dedos se enterraran en su piel ejerciendo la presión necesaria para tratar de relajar los músculos ahora engarrotados que tenía en el área del cuello y los omóplatos. Acerqué lo suficiente mi rostro hasta depositar un beso corto en la curva donde el cuello se pierde, al mismo tiempo mis manos bajaron tocando sus brazos hasta encontrarme con sus manos, ahí entrelacé nuestros dedos de ambas manos y lo obligué a tocarse a sí mismo el pecho a la altura de sus pectorales, pasando por sobre los pezones que ya estaban algo duros. Así que aún por encima de sus manos me permití apretarlos con fuerza.

Dejé salir mi lengua y probé la parte que acababa de marcar con una delgada línea rojiza ya que succioné demasiado en mi beso anterior.

—Ka-Kamicchi… —sólo escuché cómo jadeó mi nombre y eso mandó un impulso directo a mi pene que ya comenzaba a despertar más rápido que de costumbre, quizás porque no terminamos lo que hicimos rato atrás y todavía estaba sensible.

—¿Quieres que hablemos ahora, Kise? —Cuestioné entre besos, el agua seguía burbujeando a nuestro alrededor y todo lo que podía pensar era en que deseaba demasiado el cuerpo que tenía ahora entre mis brazos.

—No, no… yo… —sus intentos por responderme se vieron eclipsados cuando solté sus manos y dejé que las mías, ahora solas, vagaran por todo su pecho en una línea que se dirigía peligrosamente a su zona pélvica.

—Kise me gustas mucho, te deseo —murmuré sobre su oído, sintiendo ahora cómo inclinaba su cabeza hacia un lado, dejándome todo el espacio disponible para que mis labios se adueñaran de esa área, estaba mojado debido al agua pero no me importó, besé y saboree a lo largo de su cuello, escuchando un suave jadeo mientras mis manos se metían por debajo de la única prenda que llevaba puesta y la retiraba, él cooperó elevando un poco su cadera y después moviendo sus piernas para sacar por completo el bóxer de su lugar.

Sentí que comenzaba a pararse, pensé que quizás se iría después de todo pero sólo giró para estar frente a mí, pasó sus piernas a cada lado de mi cadera y mientras enredaba sus brazos por sobre mi cuello comenzó a besarme, buscando de inmediato mi lengua y enredando la suya a ésta. Definitivamente me había vuelto adicto a sus besos, no sabía qué era lo increíble en ese tipo de contactos pero me hacían olvidar lo demás en cuanto sus labios presionaban los míos. 

Notas finales:

Gracias a todas por leer, pero un agradecimiento especial a quienes se dan el tiempo de hacernos llegar sus impresiones, eso nos hace crecer cada día mas como escritoras.

Besos~


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