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About Us por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s

Disculpen la tardanza en actualizar, la vida es muy demandante y no da tiempo de nada >.<

Antes que nada, quiero contarles que debido a mi trabajo, debo viajar a un lugar donde no tendré acceso a internet, así que la proxima actualización será hasta el 22 de diciembre. Lo siento mucho y espero que puedan esperar hasta ese entonces... ¡No falta mucho!

Como compensación, les dejo un capítulo muy sabrozón xD Espero que lo disfruten~

Capítulo XIV


 


—25—


Lo estaba besando otra vez, ya prácticamente había perdido la cuenta de cuántos besos le había robado a Kagami desde que iniciamos aquel peligroso juego. Estábamos jugando con fuego y yo lo sabía a la perfección, pero de todas formas no importaba, porque yo ya estaba completamente quemado… Quemado por el fuego del deseo que sentía por Kagami. Y definitivamente esta vez decidí enviar la lógica y la cordura al tacho de la basura y darle rienda suelta a la pasión que sentía por él y que ya se me hacía incontrolable.


Ni siquiera me detuve a pensar o analizar sus palabras, ¿para qué? Si para mí era obvio que él se sentía atraído físicamente por mí… Tal vez sólo era cosas de hormonas, calor y adolescencia ¡No importaba! Porque aunque me doliera después su rechazo, yo ya no podía detenerme.


Aunque sea sólo por esta vez… Ya no aguanto las ganas de estar contigo, te quiero tanto que ya no lo puedo soportar más.


Estaba sentado a horcajadas sobre él y podía sentir con demasiada nitidez su hombría alzada dentro del agua justo bajo mi trasero, pero yo me encontraba en las mismas condiciones gracias al magistral toque del que había sido víctima; y ahora ambos desnudos y evidentemente excitados, sólo pudimos dejarnos llevar por lo que nos exigía el momento. 


Me apoyé sobre las rodillas, levantando el torso para apegarlo a él, recorriéndome hasta abajo en una lenta caricia, un roce electrizante que terminó cuando me volví a sentar sobre él, y ahora pude sentir que su pene se acomodaba por sí solo entre mis nalgas. Ambos jadeamoscon fuerza poraquel contacto.


Bajé mi mano extendida por todo su torso. Sintiendo toda su forma bajo mi piel: era completamente lampiño y bien formado, los músculos bajo mi tacto se tensaban, demarcándose exquisitamente, y aún en mitad de aquel imparable beso, su boca liberaba jadeos cortos y roncos, como una respuesta a mis caricias. Con una tortuosa lentitud, mi mano llegó hasta su pelvis, y tuve que alzarme para poder hacer espacio a mi mano que se acercó con ansias hasta su pene.


Yo no tenía claro qué hacer, sólo actuaba instintivamente, dejándome llevar por los impulsos de mi cuerpo. Aunque antes había experimentado tanto con chicas como chicos, nunca había sentido este deseo por nadie más, y mis pasados encuentros no habían sido más que un par de besos y algunos toqueteos apresurados, pero nada se comparaba con la explosiva sensación que bullía por mis venas al sentir tan sólo el beso cargado de pasión de Kagami.


Tal vez fue debido a esta inexperiencia, que la inseguridad hizo presa de mí y me sentí paralizado por unos segundos. Aunque mi mano se encontraba sobre su rígido miembro, ésta no se movió y por el contrario, hasta rompí el beso que nos unía, sintiendo un horrible calor en las mejillas que sólo podía significar que me encontraba más que sonrojado ¡Me sentí tan idiota en ese momento! Como un iluso inexperto, tanto, que tuve que esconder el rostro en su cuello para evitar que me viera así.


Pero en ese momento de duda, fue él quien se encargó de llevar la iniciativa, y envolviendo su mano sobre la mía, comenzó a moverla lentamente, incitándome a seguirlo. No insistió en que lo besara ni en que lo mirara, parecía querer darme mi espacio, así que sólo se dedicó a repartir besos desde mi hombro, recorriendo con sus labios hasta mi cuello. Su boca se detuvo por fin justo bajo mi oreja, donde antes de succionar con fuerza, soltó un jadeo largo y caliente que me erizó la piel, cuando nuestras manos aumentaron la velocidad y fuerza del agarre sobre su pene.


En respuesta, mi mano libre delineó la escultural forma de su hombro y bajó por sus fuertes brazos, en una caricia lenta y suave, de esas que dejan que el tacto se transforme en el único sentido disponible. Mi boca besó su cuello, copiando los besos que él repartía sobre el mío. Su piel era suave y estaba tibia gracias al agua, el sabor salado de las sales minerales de la bañera se me vino a la boca, pero a pesar de eso, su cuerpo me siguió pareciendo dulce, delicioso y embriagante.


Y esta vez busqué su boca con desesperación, ansioso por sentí la dulzura de sus besos. Le tomé el rostro entre las manos para hacer que me mirara y uní nuestras bocas. Al igual que antes, éstas calzaron a la perfección, nuestros labios se devoraban con ansias y nuestras lenguas se enredaban mutuamente; era un beso cargado de pasión, que reflejaba el enorme deseo que nos consumía.


Kagami ahora soltó mi mano, dejándome a mí solo el trabajo de masturbarlo, y sus dedos se envolvieron alrededor de mi pene: ese fue el momento en que perdí por completo la poca cordura que me quedaba. Mi cuerpo estaba ardiendo, cada centímetro de mi piel que era tocado por Kagami, quemaba; su mano sobre mi pene me enviaba impulsos eléctricos desde la punta de los pies hasta la base de la cabeza; su olor varonil lo tenía impregnado en la nariz, haciéndome sentir aturdido; los vellos de mi piel se habían erizado a pesar del calor que sentía; y finalmente, sentía un escozor en el ano que sólo significaba una cosa: quería ser penetrado por él.


¡Eso era! Yo quería sentirlo a él dentro de mí, quería saber lo que se siente ser suyo, no sólo por una cosa de calentura, más bien era porque yo estaba enamorado de Kagami, enamorado irremediablemente, y fue en ese instante que lo comprendí por completo. Como respuesta, mis caderas se movieron rítmicamente sobre él y dirigí su pene hasta mi entrada, jugando con el roce exquisito que esta acción producía en mí… Y por el fuerte jadeo que soltó Kagami, estaba seguro que a él le provocó lo mismo.


Él pareció interpretar correctamente mis expresiones corporales, porque sus manos se despegaron de mi cuerpo, al igual que su boca, y se llevó los dedos de la mano derecha a ésta para lubricarlos, pero antes de poder hacerlo, detuvo sus movimientos y me miró a los ojos. Yo casi dejé de respirar en ese instante: su rojiza mirada, si antes era intensa y fuerte, ahora, cargada de lujuria era aún más excitante, de sólo sentirla fuerza de su mirada, un escalofrío recorrió mi espalda. Tuve que tragar duro para poder soportar tal intensidad y en ese instante, Kagami despegó los dedos de sus labios y los acercó a los míos. Yo entendí el mensaje a la perfección y saqué la lengua para encontrarlos, humedeciéndolos mucho antes de que lleguen dentro de mi boca; mi lengua jugueteaba entre ellos, los envolvía y realizaba pequeños círculos, mientras que mis labios los chupaban con ansias, simulando una felación… Aunque la verdad era que yo nunca había practicado una.


¿Y qué pasó con mi vergüenza? Simplemente en sus manos, ya no existía.


Kagami no dejaba de mirarme y yo, le sostuve la mirada, incitándolo con ella. Supe que había logrado mi cometido cuando comenzó a moverse bajo mi cuerpo, rozando su miembro contra mis nalgas, obviamente buscando más del placer que nos brindaba a ambos aquel contacto. Él se sentía tan excitado como yo, eso lo sabía con seguridad sólo con verle la cara: su piel casi tan blanca como la mía, estaba un poco sonrojada en las mejillas, sus labios entreabiertos liberaban casi inaudibles jadeos, sus cejas se juntaban en una expresión de placer y relajo total, y había entrecerrado los ojos, dejándose llevar por la atmósfera del momento.


¡Ah, lo deseaba tanto! ¡Lo amaba tanto! Que verlo así se me hizo irresistible.


Sólo en el instante en que yo volví a mover mi cuerpo contra su pelvis, él quitó los dedos de mi boca y los sumergió en el agua con dirección a mi entrada. Ahí lo sentí sin ninguna duda; comenzó explorando sólo con uno, sus movimientos eran lentos, tortuosamente lentos, sólo había introducido la primera falange y se dedicó a introducir el resto de su longitud de manera pausada. Cuando lo sentí completamente en mi interior, mi cuerpo dio un respingo involuntario, una muestra del instinto de mi cuerpo que jamás había sido tocado ahí antes, pero los suaves labios de Kagami buscando mi boca se encargaron de relajarme.


Su beso fue lento, con esa clase de lentitud que te logra estremecer; sus labios sólo succionaban los míos, intercalado con un suave tirón de mi labio inferior, mientras que su lengua se encargaba de delinearme la forma de la boca, rozándose de vez en cuando contra mis dientes, pero nunca ingresó a mi boca. Y a la vez, sus dedos se movían en mi interior, porque ahora eran dos los que me exploraban en esa sensible zona, arrancándome gemidos de placer… De un placer que para mí era completamente desconocido.


—Aaahh… —gemí con fuerza, tratando de controlar mis expresiones, pero me fue imposible ¿Acaso él se daba cuenta de todo lo que provocaba en mí con su toque?


—¿Te dolió? —La mano de Kagami detuvo su movimiento y se separó de mi boca para preguntarme con voz preocupada… ¡Era tan fascinante cuando se comportaba así! Tan sexy pero dulce a la vez.


¡Este hombre me está derritiendo! Lentamente caigo en los abismos de su amor.


—No, no… se siente… bien… muy bien… —temí por unos segundos que de mi boca sólo salieran un montón de balbuceos sin sentido, porque mi capacidad de pensar se había esfumado por completo debido a las sensaciones de placer que invadían mi cuerpo—. Continúa por favor.


—¡Tú lo pediste! —Ahora una sonrisa ladina decoraba su rostro, se veía casi arrogante— Entonces, no me voy a contener.


¡Dios, se había estado conteniendo! Tragué saliva con dificultad sintiéndome turbado, porque ahora podía sentir como sus dedos hacían tijeras en mi interior, con la clara intención de prepararme bien. ¡¿Cómo rayos había aprendido a hacer eso tan jodidamente bien?! Porque no podía negar que su mano me tocaba con experticia, me recorría en un toque intenso y fuerte, pero que sabía cómo hacerlo para no causarme dolor… En ese instante no pude evitar pensar en su amigo de toda la vida ¡No me extrañaría nada que de él tuviera todo este conocimiento de práctica!


¡Maldito mejor amigo!


Pero no quería concentrarme en eso, así que deseché los pensamientos turbios que inundaban mi mente para concentrarme en el placer que sentía bullir por mi cuerpo, lo cual no me fue difícil gracias a Kagami. Ahorahabía dejado de besarme la boca para concentrarse en mi cuello; lo sentía recorrer con la lengua mi piel, apretar con los labios mi carne e incluso morderme de vez en cuando ¡Era tan sensual! Una de sus manos se había afianzado a mi cadera, marcando el ritmo de los movimientos que mi cuerpo realizaba sobre el suyo. Eso sin contar con que sus dedos en mi interior me estaban volviendo loco, ahora eran tres.


Me obligó a soltar un jadeo fuerte cuando sus dedos comenzaron a simular enérgicas embestidas, y por inercia, mi cuerpo se levantó, incorporándose sobre las rodillas, tal vez para buscar alejarse de la brusca intromisión del que era víctima, pero Kagami no me dejó huir, sus dedos continuaban moviéndose con fuerza contra mi interior y tuvo que mirarme hacia arriba, alzando la cabeza para que nuestras miradas se encontraran: la mía era suplicante, la suya era lujuriosa.


—Kise… —oírlo susurrar mi nombre con esa voz tan cachonda, sólo logró encenderme más. Ayudado por su mano en mi cadera, bajó mi cuerpo hasta rozarnos nuevamente.


Cuando me senté completamente sobre él, fui consciente por primera vez del calor que emanaba de su entrepierna, era un fuego que me quemaba, un ardor que encendía mi cuerpo y despertaba mi deseo ¡Ya no podía aguantarlo más!


—Ka… Kagamicchi… —mi voz había sido apenas un susurro entrecortado por gemidos— Quiero hacerlo…


La cruda sinceridad de mi declaración lo descolocó. De inmediato quitó sus manos de mi cuerpo y me miró con seriedad… con una seriedad que me pareció abrumadora y me hizo estremecer de duda e inseguridad. Retiró sus dedos de mi interior y se separó de mi cuerpo.


—Para… Kise, detente.


—¿Por qué? ¿Ya no quieres esto más?


—¡Claro que sí! No es eso… es que… —Kagami enmudeció de pronto—. Necesitamos hablar antes… necesitas entender lo que quiero decirte.


—Otra vez con eso —mi voz sonó extremadamente suave, creí por un segundo que él no me había escuchado, hasta que tomó mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo de frente.


—Tú me gustas mucho Kise… no sólo como un amigo —Kagami me miró intensamente a los ojos—. Me gustas mucho, mucho más que sólo eso.


No comprendí del todo sus palabras ¡No es que fuera un idiota! Claro que entendía lo que me estaba diciendo, pero de algún modo no lo quería creer, ¿acaso podía tener esperanzas? El miedo de ilusionar mi corazón sólo para probar el amargo sabor deldesengaño me enmudeció de pavor, pero haciendo de tripas corazón, me obligué a mirarlo a la cara y hablarle con sinceridad, exponiendo ante él mis sentimientos.


—Yo… no creo que estemos hablando de lo mismo —mi decisión flaqueó en el instante en que me miró a la cara, extrañado, pero aún así me obligué a continuar, después de todo, las cosas ya no se podían arruinar más de lo que ya estaban ¿o sí? Yo ya no tenía nada que perder—. Porque yo… estoy enamorado de ti, Kagamicchi.


Él no me respondió de inmediato, por el contrario, sólo se dedicó a mirarme fijamente a los ojos, haciendo crecer mis ansias y mis nervios. Después de haberle confesado eso, sentía que mis mejillas volvían a arder y quise esconder el rostro nuevamente, levantándome del jacuzzi y saliendo de ahí, pero Kagami me lo impidió al sostenerme de la mano. Ahora ambos estábamos de pie dentro de la bañera, pero yo desvié la mirada hacia el piso, sin poder hacer contacto visual con él; su silencio me abrumaba ¡Ya me sentía absolutamente rechazado! Pero los dedos de Kagami sobre mi mentón, me obligaron a alzar el rostro y mirarlo a la cara.


—¿Qué parte de todo lo que he dicho no entendiste, Kise? —Ahora se veía radiante, una sonrisa amplia, hermosa, decoraba su rostro. Era como de felicidad pura, tanto que me descolocó— Eso es lo que he tratado de decirte hace mucho tiempo ¡Yo te amo! Y me alegra saber que ambos sentimos lo mismo.


Tuve que parpadear varias veces para creerme todo lo que estaba pasando, lo que mis oídos estaban oyendo ¿acaso eso era real? ¿No se trataba de un sueño? Y fue ver lo radiante de su sonrisa lo que me hizo recuperar la cordura y darme cuenta que sí estaba pasando… Él me amaba tanto como yo a él, y sólo pude esbozar una sonrisa mientras sentía que mis ojos eran inundados por lágrimas.


¡Siempre había detestado mi facilidad para largarme a llorar! Me hacía sentir débil e incapaz, pero en ese instante, al sentir los suaves labios de Kagami absorbiendomis lágrimas como si fueran la última gota de agua sobre la tierra, di las gracias por poder compartir aquel momento juntos y me alegré de poder soltar aquellas lágrimas de felicidad.


Cuando hubo cesado mi llanto y ya no quedaba rastro alguno de las lágrimas, Kagami me besó; largo y tendido. Tomándose su tiempo para recorrer mi boca, y yo le respondí de igual manera, tratando de imprimirle al beso todo el sentimiento que tenía hacia él en mi corazón, un sentimiento que había crecido con este viaje y había florecido hasta transformarse en la verdad más innegable de mi vida. Con un poco de reticencia me separé de su boca, sólo porque él así lo quiso, y cuando entreabrí los ojos, pude ver la expresión de entrega y placer tatuada en su rostro, repartiendo suaves y cortos besos sobre mi boca con una pausa cada vez mayor, hasta que finalmente paró y abrió los ojos.


—¡Ya me aburrí de este lugar!


—¿Qué? —Lo miré descolocado por unos segundos sin saber a qué se refería, hasta que me tomó en sus brazos cual princesa y salió de la bañera.


Abrió la puerta de la habitación con una patada y luego me acomodó con suavidad sobre la cama, yo estaba de espaldas y el arrodillado frente a mí. Automáticamente abrí las piernas para él, quería dejarle saber que yo era suyo, que me estaba entregando por completo y sin ninguna duda, aunque me fuera imposible decirlo en palabras con tanta soltura, por eso lo dije con mi cuerpo.


Él recorrió con ambas manos mis muslos flexionados, moviéndose con lentitud exquisita, su mirada estaba fija en mi entrepierna y sólo cuando sus manos se detuvieron en mi ingle, alzó la vista para mirarme directamente. Y luego de eso, tomó mi pene en su mano y lo succionó por completo mientras sus otros dedos volvían a jugar en mi entrada, dilatándola.


Yo jadeaba ante su toque, sintiendo cómo su boca me quemaba la sensible piel de la entrepierna y como sus dedos hurgueteaban en mi interior, moviéndose ahora con soltura por aquel húmedo lugar ¡Yo ya estaba más que listo!Y él lo sabía.


—Ahora que sé que ambos compartimos el mismo sentimiento, puedo decírtelo de frente —Kagami había soltado mi pene y se había estirado hasta llegar a mi rostro, dejando un camino de besos desde mi entrepierna hasta mi boca—. Quiero hacerlo contigo.


Luego de decir esto, me besó en los labios con intensidad, era uno de esos besos que te roban el aliento y te dejan jadeantes y con hambre de más. Cuando se separó de mi boca, sus dedos también salieron de mi interior, dejándome una molesta sensación de vacío, pero yo sabía que él no tardaría nada en revertirla.


Meabrió las piernas con las manos, haciendo presión con ellas para mantenerme en esa posición, y se posicionó en mi entrada. Yo tenía miedo, no podía negarlo, sabía que iba a ser doloroso, más aun sabiendo el tamaño de su pene, pero esperaba que el calentamiento previo ayudara y estaba seguro que él jamás me haría daño. Kagami me miró directo a los ojos y empujó su pelvis contra mí, atravesándome por completo.


¿Cómo es posible que este dolor me guste tanto?

Notas finales:

¿Y? ¿Qué les pareció el capítulo? Les advierto que el próximo se viene la sabrosura máxima xD

Nos leemos el 22.

Besos~


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